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348 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural Arte e individualidad Con frecuencia se critica a quienes trabajan con arte no occidental porque se considera que igno- ran al individuo y se enfocan demasiado en la naturaleza social y en el contexto del arte. Cuando objetos de arte de África o Papúa Nueva Guinea se muestran en un museo, por lo general sólo se proporcionan el nombre de la tribu y del donador occidental, en lugar del artista indivi- dual. Es como si se considerara que en las socie- dades no occidentales no existieran individuos habilidosos. La impresión es que el arte se pro- duce de manera colectiva. En ocasiones es así; en otras no. En cierta medida, hay más producción colec- tiva de arte en las sociedades no occidentales que en Estados Unidos y Canadá. De acuerdo con Hackett (1996), las obras de arte africanas (fi gu- ras esculpidas, textiles, pinturas o vasijas) por lo general son disfrutadas, criticadas y usadas por la comunidad y los grupos, más que ser la pre- rrogativa de un solo individuo. El artista puede recibir más retroalimentación durante el proceso creativo que la que usualmente encuentra el ar- tista individual en una sociedad occidental. En esta última la retroalimentación con frecuencia llega muy tarde, después de que el producto está completo y no durante la producción, cuando to- davía se puede cambiar. Durante su trabajo de campo entre el pueblo tiv de Nigeria, Paul Bohannan (1971) concluyó que el estudio adecuado del arte debía poner me- nos atención en los artistas y más a los críticos y productos del arte. Había pocos artistas tiv habi- lidosos, y dichas personas evitaban hacer su arte en público. Sin embargo, los artistas mediocres trabajarían en público, donde por lo general ob- tendrían comentarios de los mirones (críticos). Con base en sugerencias críticas, un artista con frecuencia cambiaba un diseño, como un ta- llado, durante su elaboración. Sin embargo, ha- bía otra forma en la que los artistas tiv trabaja- ban social en lugar de individualmente. En ocasiones, cuando un artista abandonaba su tra- bajo, alguien más lo recogía y comenzaba a labo- rar en él. Claramente, los tiv no reconocían el mismo tipo de conexión entre los individuos y el arte que elaboraban. De acuerdo con Bohannan, todo tiv tenía libertad de saber lo que le gustaba y tratar de hacerlo si podía. Si no, uno o más de sus amigos podían ayudarle. En las sociedades occidentales, los artistas de muchos tipos (por ejemplo, escritores, pintores, escultores, actores, músicos clásicos y de rock) tienen la fama de ser iconoclastas y antisociales. En las sociedades que tradicionalmente han estu- diado los antropólogos la aceptación social puede ser más importante. Sin embargo, en las sociedades no occidentales hay artistas indivi- duales reconocidos. Los miembros de otra comu- nidad e incluso los extranjeros los consideran. Pueden contratar su labor artística para exposi- ciones y presentaciones especiales, en ceremo- nias, o eventos públicos. ¿En qué medida una obra de arte se puede se- parar de su artista? Los fi lósofos del arte usual- mente consideran las obras de arte como entida- G o l f o d e G u i n e a Delta del Níger TOGO CAMERÚN N I G E R I A BENIN BURKINA FASO GUINEA ECUATORIAL 4ºE2ºE 6ºE 8ºE 6ºN 4ºN O g u n R. Benue Rive R .N ig er Cross R . O sse Lagos Ibadan Port Harcourt Kano Abuja Maiduguri Zaria Kaduna Onitsha Enugu Jos Dutse Damaturu Biu Gombe Mubi Potiskum Azare Yola Bauchi Jalingo Gusau Ondo Oron Bonny Burutu Benin City Asaba Sapele Uyo Calabar Afikpo Nsukka Warri Offa Aba Kumo Bida Kontagora LokojaIseyin Shaki Kishi Jebba Owerri Makurdi Ifoko Tombia KALABARI OKRIKA BONNY 200 km 0 0 100 200 mi 100 FIGURA 13.1 Ubicación de los kalabari de Nigeria. Capítulo 13 Artes, medios de comunicación y deportes 349 des autónomas, independientes de sus creadores (Haapala, 1998). Haapala argumenta lo contra- rio, que los artistas y sus obras son inseparables. “Al crear obras de arte, una persona crea una identidad artística para sí mismo. Se crea a sí mismo de manera bastante literal en los elemen- tos que pone en su arte. Él existe en las obras que creó.” En tal enfoque, Picasso creó muchos Picas- sos, y existe en y a través de dichas obras de arte. En ocasiones se sabe o reconoce poco acerca del artista individual responsable de una obra de arte duradera. Es más probable que se sepa el nombre del artista que grabó, que el del escritor de las canciones que recordamos más común- mente y acaso cantamos. A veces no se reconoce el arte individualmente, porque la obra se creó de manera colectiva. ¿A quiénes se debe atribuir una pirámide o una catedral? ¿Debe ser al arqui- tecto, al gobernante o al líder que la encargó, o al maestro de obras que implementó el diseño? La belleza puede ser un regocijo por siempre, in- cluso cuando no se da crédito a su(s) creador(es). La obra de arte Algunos pueden considerar el arte como una forma de libertad expresiva, que da rienda suelta a la imaginación y a la necesidad humana de crear o ser lúdico. Considere la palabra ópera, es el plural de opus, que signifi ca “obra”. Para el ar- tista, al menos, el arte es obra, aunque obra crea- tiva. En las sociedades sin Estado, es posible que los artistas deban cazar, recolectar, pastorear, pescar o cultivar con la fi nalidad de comer, pero todavía se dan tiempo para trabajar en su arte. En las sociedades-Estado, al menos, se defi ne a los artistas como especialistas, profesionales que eligieron carreras como músicos, escritores o ac- tores. Si se las ingenian para mantenerse a ellos mismos a partir de su arte, pueden ser profesio- nales de tiempo completo. Si no, ejercen su arte de tiempo parcial, mientras se ganan la vida en otra actividad. En ocasiones los artistas se aso- cian en grupos profesionales como los gremios medievales o los sindicatos contemporáneos. El Actors Equity de Nueva York, un sindicato labo- ral, es un gremio moderno, diseñado para prote- ger los intereses de sus artistas miembros. ¿Cuánto trabajo se necesita para elaborar una obra de arte? En los primeros días del impresio- nismo francés, muchos expertos vieron las pintu- ras de Claude Monet y sus colegas como muy básicas y espontáneas como para ser verdadero arte. Los artistas y críticos establecidos se acos- tumbraron a estilos de estudio más formales y clásicos. Los impresionistas franceses obtuvieron su nombre por sus bosquejos, impresiones en fran- cés, de ambientes naturales y sociales. Sacaron ventaja de las innovaciones tecnológicas, en par- ticular de la disponibilidad de pinturas de aceite en tubos, para llevar sus paletas, caballetes y lienzos al campo. Ahí capturaban las imágenes, los cambios de luz y la diversidad de colores. En la actualidad esas imágenes están en muchos museos y se les reconoce como arte. Pero antes de que el impresionismo llegara a ser una “escuela” artística ofi cialmente reconocida, los críticos per- cibieron las obras como rudimentarias e inacaba- das. En términos de estándares comunitarios, las primeras pinturas impresionistas se evaluaron tan duramente, como los ordinarios e incomple- tos tallados en madera de los espíritus kalabari, mencionados con anterioridad. ¿En qué medida el artista, o la sociedad, to- man la decisión acerca de lo que se encuentra completo? Para géneros familiares, como la pin- tura o la música, las sociedades tienden a poseer estándares mediante los cuales juzgan si una obra de arte está completa o totalmente reali- zada. La mayoría de las personas dudaría, por ejemplo, que una pintura totalmente blanca pu- diera ser una obra de arte. Los estándares se pue- den mantener de manera informal en la socie- dad, o a través de especialistas como los críticos. Para los artistas no ortodoxos o renegados puede ser difícil innovar; sin embargo, tal y como suce- dió con los impresionistas,eventualmente pue- den triunfar. Algunas sociedades tienden a re- compensar el conformismo, la habilidad de un artista con los modelos y las técnicas tradiciona- les. Otras alientan el rompimiento con el pasado, la innovación. ARTE, SOCIEDAD Y CULTURA Hace más de 70 000 años, algunos de los prime- ros artistas del mundo ocuparon la cueva Blom- bos, ubicada en una alta colina frente al océano Índico, en el extremo de lo que ahora es Sudá- frica. Cazaban gamos y comían pescado. En tér- minos de tamaño corporal y cerebro, estos africa- nos antiguos eran anatómicamente humanos modernos. También convertían huesos de anima- les en herramientas y puntas de armas que traba- jaban de manera muy fi na. Más aún, tallaban ar- tefactos con marcas simbólicas, manifestaciones de pensamiento abstracto y creativo y, presumi- blemente, se comunicaban a través del lenguaje (Wilford, 2002b). Un grupo que dirigió Christopher Henshi- lwood de Sudáfrica analizó 28 herramientas de hueso y otros artefactos de la cueva Blombos, junto con el mineral ocre, que probablemente usaron como pintura corporal. Las herramientas de hueso más impresionantes son tres instru- mentos agudos. Al parecer, al hueso primero se le dio forma con una hoja de piedra, luego se ter- minó con una forma simétrica y pulió durante horas. De acuerdo con Henshilwood (citado en
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