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Antropología Cultural 2-páginas-59

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380 PARTE 3 Un mundo cambiante
Confl icto y violencia son aspectos variables de 
la diversidad humana. Aquí se examina un de-
bate antropológico acerca del origen y la natu-
raleza de la guerra y el papel del contacto 
europeo en el fomento de confl ictos entre indíge-
nas en América. La violencia incrementó entre 
los nativos americanos después del contacto. El 
comienzo del artículo sugiere, erróneamente, 
que los nativos americanos vivían en la prehis-
toria y carecían de “civilización”. De hecho, los 
nativos americanos desarrollaron estados y 
“civilizaciones” (por ejemplo, la azteca, la maya, 
la inca) comparables a las del Viejo Mundo 
(como las de Mesopotamia y Egipto). Los nati-
vos americanos, más notablemente los mayas, 
también desarrollaron la escritura, que usaron 
para registrar su historia, lo que vuelve impre-
cisa la etiqueta de prehistoria. Mientras lee, 
para entender por qué aumentó la violencia 
después del contacto, ponga atención al papel 
del comercio, la enfermedad y la esclavitud.
Una noción romántica que data de hace más 
de 200 años establece que las personas de la 
prehistoria, como los nativos americanos, vi-
vían en paz y armonía.
Entonces apareció la “civilización”, que 
sembró la violencia y la discordia. Algunos 
consideran tal afi rmación como ingenua. In-
cluso tiene un sobrenombre burlón: el “mito 
del buen salvaje”. Pero una nueva investiga-
ción parece sugerir que el “mito” contiene al 
menos cierta verdad. Especialistas examina-
ron miles de esqueletos nativos americanos y 
descubrieron que aquellos posteriores a la 
llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo 
mostraban una tasa de lesiones traumáticas 
de más del 50% mayor a las de aquellos ante-
riores a la llegada de los europeos.
“Las lesiones traumáticas aumentan de 
manera verdaderamente signifi cativa”, dijo 
Philip L. Walker, profesor de antropología en la 
Universidad de California en 
Santa Bárbara, quien dirige el es-
tudio con Richard H. Steckel de 
la Universidad Estatal de Ohio.
Los hallazgos sugieren que 
“los nativos americanos estaban 
involucrados en más violencia 
después del arribo de los euro-
peos que antes”, apuntó Walker. 
Pero él enfatiza que también 
existía violencia muy difundida 
antes de la llegada de los euro-
peos. No obstante, declaró, “pro-
bablemente sólo vemos la punta 
del iceberg” en lo que respecta a 
la diferencia entre los niveles de 
violencia antes y después. Esto 
es así porque hasta la mitad de 
las heridas de bala no marcan el 
esqueleto. Por ende, el estudio 
no podía detectar mucha violen-
cia de armas de fuego, aunque 
algunas tribus se aniquilaron 
valorar la 
D I V E R S I D A D
Huesos revelan cierta verdad en 
el mito del “buen salvaje”
El encuentro entre Hernán Cortés (1485-1547) y Moc-
tezuma II (1466-1520) es el tema de esta pintura de 
1820 que elaboró Gallo Gallina, de Milán, Italia. Cortés 
conquistó el imperio azteca de Moctezuma.
mutuamente usando las armas que suminis-
traron los europeos.
Los descubrimientos arrojan luz sobre una 
controversia que ha levantado no sólo discu-
siones de café, sino también un intenso y en 
ocasiones desagradable debate entre antro-
pólogos.
Involucra dos puntos de vista opuestos de 
la naturaleza humana: ¿estamos programa-
dos para la violencia o nos empujan a ella?
Los antropólogos que creen lo último se 
apoderan de los hallazgos como evidencia para 
su punto de vista. “Todo lo que me dice es que 
los humanos no son demonios. Los machos 
El surgimiento del 
sistema mundial
Hacia el siglo xv, los europeos se benefi ciaban de 
una economía orientada al comercio transoceá-
nico, y la gente a nivel mundial entró a la esfera de 
infl uencia de Europa. Lo novedad comenzó desde 
el componente trasatlántico dentro de una larga 
historia de navegación y comercio del Viejo 
Mundo. Tan temprano como en el año 600 a.C., los 
fenicios/cartagineses navegaron regularmente al-
rededor de Bretaña en rutas de comercio y circun-
381Capítulo 14 El sistema mundial y el colonialismo
alrededor de las factorías para convertirse en 
intermediarios, dijo. “A veces era asunto de 
vida o muerte, pues eso signifi caba la diferen-
cia entre quién conseguía armas y quién no”. 
Stanish agregó: “obviamente, lidiar con un po-
der imperial en expansión que viene hacia ti 
exacerbará las tensiones”, dijo “... Van a empu-
jarte hacia alguna parte, hacia otros grupos.
“También vas a tener competencia por el 
acceso a los europeos, quienes son una 
forma de riqueza”, agregó. Los nativos ameri-
canos peleaban por áreas ricas en pieles, que 
los blancos compraban.
Aún así, las guerras nativo americanas es-
taban difundidas mucho antes, señaló Stanish.
Keith F. Otterbein, profesor de antropolo-
gía en la la Universidad Estatal de Nueva York 
en Búfalo, declaró que los hallazgos esquelé-
ticos contribuyen a una visión equilibrada y 
moderada.
“La gente que dice que no había guerra 
temprana, también está equivocada. De he-
cho, hay un mito del salvaje pacífi co”, apuntó. 
Otterbein dice que la controversia no termina 
ahí; ambos lados se hallan demasiado atrin-
cherados ideológicamente.
“Bajo el mito del ‘buen salvaje’”, dijo Sta-
nish, “hay un programa político por parte de 
las extremas derecha e izquierda. La derecha 
trata de convertir a los ‘salvajes’ en nuestros 
pequeños hermanos morenos, que necesitan 
ser presionados... En la izquierda, tienen otro 
programa, que el mundo occidental es malo.”
FUENTE: Jack Lucentini, “Bones Reveal Some Truth 
in ‘Noble Savage Myth’”, Washington Post, 15 de 
abril de 2002. Reimpreso con permiso de Jack Lu-
centini. 
humanos no poseen una propensión arraigada 
para la guerra... Pueden aprender a ser muy 
pacífi cos, o terriblemente violentos”, dice R. 
Brian Ferguson, profesor de antropología en la 
Universidad de Rutgers en Newark. Ferguson 
sostiene que, 10 000 años atrás, la guerra era 
virtualmente inexistente. Pero expertos en el 
lado opuesto también aseguran que los hallaz-
gos encajan en sus interpretaciones.
“Un 50% de aumento es el equivalente de 
moverse de un suburbio a la ciudad, en térmi-
nos de violencia”, dice Charles Stanish, profe-
sor de antropología en la Universidad de 
California en Los Ángeles. “Esto muestra que 
los nativos americanos eran como nosotros. 
Bajo estrés, peleaban más.” Ambos lados cali-
fi caron el estudio, que se presentó el viernes 
en la reunión anual de la American Associa-
tion of Physical Anthropologists en Búfalo, 
como una valiosa contribución.
Walker y sus colaboradores examinaron 
los esqueletos de 3 375 nativos americanos 
precolombinos y 1 165 poscolombinos, de si-
tios arqueológicos a lo largo de Norte y Cen-
troamérica.
Los norteamericanos provinieron princi-
palmente de las costas y la región de los 
Grandes Lagos, dijo Walker.
Los esqueletos precolombinos mostraban 
una incidencia del 11% de lesiones traumáti-
cas, dijo, en comparación con casi 17% para 
los poscolombinos.
Walker declaró que sus hallazgos lo sor-
prendieron. “Realmente no lo esperaba”. Aun-
que indudablemente sugiere violencia, 
agregó. La mayor parte del aumento consistió 
en lesiones en la cabeza en hombres jóvenes, 
“que se ajusta de manera muy cercana al pa-
trón que se ve hoy en los homicidios”.
Los investigadores defi nieron “lesión trau-
mática” como algo que deja una marca en el 
esqueleto, como una fractura de cráneo, un 
brazo roto curado o una punta de fl echa o 
bala incrustados.
Walker dice que, si bien una parte de heri-
das surge de la violencia de los mismos blan-
cos, probablemente refl eja más violencia 
entre nativos. “En muchos casos, como en 
California, no había tantos europeos por ahí, 
sólo algunos sacerdotes y miles de indíge-
nas”, dice.
Walker apuntó que la mayor tasa de lesión 
podría tener muchas explicaciones. El au-
mento de la violencia normalmente se asocia 
con la vida sedentaria propia de lugares den-
samentepoblados, que los nativos america-
nos experimentaron con la modernidad. La 
enfermedad también podía desencadenar 
una guerra, aclaró.
“Aquí, en California, había muchas guerras 
entre poblados, asociadas con la introducción 
de enfermedades europeas. La gente atribuía 
la enfermedad a actividad chamánica mal-
vada en otro pueblo”. Ferguson citó otros fac-
tores: “con frecuencia, los europeos 
involucraron a los nativos en sus guerras im-
periales”, apuntó.
“En ocasiones, los europeos permitirían a 
alguien seguir una pelea preexistente de ma-
nera más agresiva, al apoyar un lado”, agregó. 
Otras veces, para obtener esclavos, los euro-
peos conseguían nativos para realizar incursio-
nes contra otros grupos nativos. Los nativos 
también peleaban por el control del territorio 
navegaron a África. Del mismo modo, Indonesia y 
África estuvieron vinculados por comercio a tra-
vés del Océano Índico por lo menos 2 000 años. 
En el siglo xv, Europa estableció contacto regular 
con Asia, África y eventualmente con el Nuevo 
Mundo (el Caribe y América). Al primer viaje de 
Cristóbal Colón de España a Bahamas y el Ca-
ribe, en 1492, siguieron otros viajes adicionales. 
Éstos abrieron el camino para un gran intercam-
bio de personas, recursos, productos, ideas y en-
fermedades, mientras los Mundos Viejo y Nuevo 
se vinculaban para siempre (Crosby, 2003; Dia-

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