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Antropología Cultural 2-páginas-71

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408 PARTE 3 Un mundo cambiante
La diversidad humana se ve atacada por el 
cambio climático. Los seres humanos, sus cul-
turas y hábitats están amenazados. De manera 
global, el cambio climático (también conocido 
como calentamiento global) plantea preguntas 
acerca de cómo lidiar con los huracanes, las se-
quías y otras amenazas que afectan a millones 
de personas e involucran enormes sumas de di-
nero. Las personas descritas aquí fi guran entre 
los primeros refugiados del cambio climático en 
Estados Unidos. Los residentes de Newtok, 
Alaska, pertenecen a una tribu nativa ameri-
cana con reconocimiento federal. Hace décadas, 
el gobierno estadounidense decretó que ellos y 
otros nativos de Alaska abandonaran su vida 
nómada basada en la caza y la pesca, y se hi-
cieran sedentarios. Ahora residen en lo que so-
lía ser un campo invernal. ¿Qué obligaciones 
tiene el gobierno con los locales cuyas vidas se 
perturbaron no sólo por su decreto, sino tam-
bién por el calentamiento global evidente?
NEWTOK, Alaska. La tierra debajo de gran 
parte de Alaska no es lo que solía ser. El sub-
suelo permanentemente congelado, cono-
cido como permafrost, sobre el cual 
descansan Newtok y muchas otras aldeas de 
los nativos alaskeños, se está derritiendo, de-
bido al calentamiento de las temperaturas del 
aire y del océano. El hielo oceánico que nor-
malmente protegería a los habitantes coste-
ños se forma más tarde en el año, lo que 
permite que las tormentas de otoño sigan 
arremetiendo contra la línea costera.
La erosión ha convertido a Newtok en una 
isla, atrapada entre el constante ensancha-
miento del río Ninglick y una ciénaga al norte. 
La aldea está por debajo del nivel del mar, y se 
está hundiendo. Los paseos marítimos o ma-
lecones se inundan con el lodo de la prima-
vera. Los desechos humanos, recolectados 
en “honey buckets” (grandes bacines) que 
muchos residentes usan como retretes, con 
frecuencia se vacían a la vista de los demás 
en una aldea donde ningún punto está ale-
jado a más de cinco minutos caminando de 
cualquier otro. Las gastadas casas de madera 
tienen que ajustarse regularmente para nive-
larlas sobre el suelo cambiante.
Los estudios dicen que Newtok podría 
desaparecer dentro de una década. Junto con 
las aldeas de Shishmaref y Kivalina, más aleja-
das al norte, han sido las más duramente gol-
peadas, de entre aproximadamente 180 
comunidades alaskeñas que sufren de cierto 
grado de erosión. Algunas aldeas planean 
protegerse detrás de rompeolas que constru-
yen o planean el cuerpo de ingenieros del 
ejército, al menos por ahora. Otras, como 
Newtok, no tienen otra opción que abandonar 
su parcela en la tundra. Los cuerpos de inge-
nieros militares estiman que mudar a Newtok 
podría costar 130 millones de dólares por la 
lejanía, el clima y la topografía. Eso implicaría 
casi US$413 000 por cada uno de los 315 resi-
dentes...
Los líderes de Newtok dicen que dichas 
estimaciones de reubicación están infl adas, 
que intentan mudarlos por partes y no a tra-
vés de una migración colectiva, lo que dicen 
ahorraría dinero. Pero ellos aseguran que el 
gobierno debe pagar, sin importar el costo, si 
sólo hubiera una agencia gubernamental en-
cargada de hacerlo. No existe un proceso for-
mal mediante el cual una aldea pueda solicitar 
al gobierno su reubicación.
“Lo sobreestiman tremendamente, y es 
por eso que las agencias federales y estata-
les tienen miedo de participar”, dice Stanley 
Tom, el actual administrador tribal... “No 
quieren gastar todo ese dinero.” Sin em-
bargo, Newtok ha hecho muchos más pro-
gresos para mudarse que otras comunidades, 
completando el cambio con cada concesión 
o ayuda dada.
Mediante un trueque de tierra con el servi-
cio de pesca y vida salvaje de Estados Unidos, 
se aseguró un nuevo sitio, en la isla Nelson, a 
casi 15 kilómetros al sur. Está a salvo de las 
olas en una cuesta con viento sobre el río Nin-
glick. Lo llaman Mertarvik, que signifi ca “con-
seguir agua del manantial”. Dicen a sus hijos 
que crecerán en un lugar donde Escherichia 
coli no fl orecerá en cada charco, de la forma 
en que ocurría en su otro emplazamiento. 
Con la ayuda de agencias estatales, 
Newtok ganó una concesión de aproximada-
mente US$1 millón para construir un atraca-
dero de barcazas en el nuevo sitio. Las 
licitaciones terminan este verano, y la cons-
trucción podría completarse el próximo año, 
lo que brindaría una plataforma de descar-
gar equipo para construir caminos, sistemas 
de agua y drenaje, casas y una nueva pista de 
aterrizaje.
El senador Ted Stevens, el león de la polí-
tica de Alaska, ahora es el líder de la minoría 
en el nuevo subcomité de recuperación de 
valorar la 
D I V E R S I D A D
La difícil situación 
de los refugiados climáticos
veles oceánicos, precipitación, tormentas y efec-
tos sobre los ecosistemas. Junto con muchas 
personas ordinarias, algunos científi cos ven los 
eventos meteorológicos recientes como refl ejo 
del cambio climático. Tales eventos incluyen la 
peor sequía del siglo en Florida en 2007, la tem-
porada de huracanes de 2005 cuando se pre-
sentó Katrina, el primer huracán de la historia 
409Capítulo 15 Confl ictos en el mundo actual
queroseno en un charco de nieve derretida. 
Los niños pedalean junto a un cráneo de 
morsa que se pudre, con los colmillos intac-
tos, en el lodo junto a un malecón que sirve 
como avenida principal. Ahí no hay automóvi-
les, sólo máquinas de nieve, botes y vehículos 
todo terreno que rasgan la tundra. Los ancia-
nos de la aldea hablan su nativo yupik con 
más frecuencia de lo que conversan en in-
glés. Recuerdan cuando la aldea era un con-
junto de familias que se movían con las 
estaciones, hacían casas de pasto, pescaban 
en la isla Nelson en el verano, cazaban caribú 
lejos en el invierno.
Muchos hombres todavía viajan con las 
estaciones para cazar y pescar. Algunos to-
marán botes en Bristol Bay este verano para 
capturar salmón junto a pescadores comer-
ciales fuera del estado. Pero el traje a prueba 
de agua cosido con vísceras de foca que al-
guna vez vistió Stanley Tom, ahora está dise-
cado dentro de una vitrina en la escuela 
Newtok junto con otras reliquias.
Ahora Tom se pone una parka mullida para 
caminar los pocos cientos de metros que viaja 
al trabajo. Revisa sus mensajes de correo elec-
trónico para ver si hay noticias de los ingenie-
ros militares o del senador Stevens mientras 
su hermano, Nick, bosqueja una propuesta de 
presupuesto para una corporación no lucra-
tiva que ayude a gestionar la reubicación, en 
caso de que llegue el dinero.
FUENTE: William Yardley, “Engulfed by Climate 
Change, Town Seeks Lifeline”. Tomado de The New 
York Times, 27 de mayo de 2007. © 2007 The New 
York Times. Todos los derechos reservados. Usado 
con permiso y protegido por las leyes de copyright 
de Estados Unidos. Queda prohibida la impresión, 
copia, redistribución o retransmisión del material sin 
permiso escrito expreso. www.nytimes.com
desastres del senado estadounidense. Sus 
ayudantes dicen que, aunque todavía tiene 
que presionar para obtener dinero y mover 
aldeas específi cas, su participación fue esen-
cial para conseguir la aprobación de la legisla-
ción de 2005 que dio a los cuerpos del ejército 
mayor autoridad para ayudar.
Los líderes administrativos de Newtok son 
principalmente hombres cuya edad se ubica 
entre los 40 años y casi todos ellos están rela-
cionados. Son enormemente alabados por los 
extranjeros debido a su iniciativa y determi-
nación para reubicarse.
Aunque casi cualquier lugar parecería me-
jor con respecto al que Newtok ocupa hoy, no 
todos sus problemas están vinculados con el 
cambio climático. Algunos son casi universales 
a todas las aldeas alaskeñas, que han luchado 
durante décadas para reconciliar su cultura de 
caza y pesca de subsistencia con las expecta-
tivas y tentaciones del mundo exterior.
Elexcremento arrojado de los honey buc-
kets se apila en los bancos del río Newtok, 
que fl uye lentamente, no lejos de las chozas 
de madera donde los residentes toman baños 
de vapor nocturnos. Un anciano desagua 
Miles de indígenas que viven en la tundra alaskeña dependen en un 90% o más de lo que 
comen anualmente de la tierra, los ríos y el mar de Bering. Entre ellos están Stanley y Eli-
zabeth Tom y sus hijos, que aquí se muestran de pie junto al río Niutaq en Newtok, 
Alaska. Los efectos locales y regionales del calentamiento global han convertido a los Tom 
y a sus vecinos de aldea en refugiados del cambio climático
en el Atlántico sur en 2004 y la severa ola de 
calor europea de 2003. Aunque es difícil vincu-
lar cualquier evento con el cambio climático, la 
conjunción de sucesos diversos puede indicar 
que el cambio climático está jugando un papel 
relevante.
Los efectos precisos del cambio climático so-
bre los patrones meteorológicos regionales toda-

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