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Antropología Cultural 2-páginas-75

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416 PARTE 3 Un mundo cambiante
de bueyes, morteros y manos de mortero para 
moler grano). Algunas selvas se usan para la pro-
ducción de alimentos, donde se incluyen la roza 
y quema o la rotación de cultivos. Los cultivos de 
palmeras plataneras, frutales y de café crecen 
bien en la selva, donde también procede la reco-
lección de productos silvestres y plantas medici-
nales. Los bosques tropicales también contienen 
productos culturales vitales. En Madagascar, por 
ejemplo, dichos productos incluyen plantas me-
dicinales y carbohidratos que los malgaches con-
sideran esenciales para el adecuado crecimiento 
de los niños. En un grupo étnico, el arroz de un 
campo selvático es parte de la ceremonia que 
usan para garantizar un matrimonio exitoso y 
fértil. Otro grupo étnico tiene sus tumbas más 
sagradas en la selva. En la tradición, esas áreas 
de la selva culturalmente vitales se consideran 
tabú para la quema y el corte de madera. Son 
parte de una etnoecología indígena y un sistema 
de conservación local que ha existido en el lugar 
por generaciones.
¿Qué ocurre cuando las actividades son prohi-
bidas, no por la cultura tradicional sino por una 
agencia externa? Las políticas de conservación 
que el gobierno impone implican que las personas 
cambien la forma en que han hecho las cosas du-
rante generaciones para satisfacer las metas de los 
planifi cadores exteriores y no las de los habitantes 
locales. Cuando se pide a las comunidades aban-
donar las actividades tradicionales de las que de-
pende su sustento, por lo general se resisten, como 
en el caso tanosy que ya se ha discutido.
Las razones para cambiar el comportamiento 
deben tener sentido para los locales. En Mada-
gascar, el valor de la selva para la agricultura 
(como un mecanismo contra la erosión y a favor 
del depósito de potencial agua de irrigación) 
ofrece un incentivo mucho más poderoso contra 
la degradación de los bosques tropicales que 
metas globales como la de “conservar la biodi-
versidad”. La mayoría de los malgaches no tie-
nen idea de que los lémures y otras especies en-
démicas sólo existen en Madagascar y saberlo 
no funciona como incentivo para que ellos con-
serven la selva, si al hacerlo ponen en riesgo su 
sustento.
Para frenar la amenaza de la deforestación glo-
bal son necesarias estrategias de conservación que 
funcionen. Las leyes y su cumplimiento pueden 
ayudar a reducir la deforestación comercial cau-
sada por quema y tala. Pero los locales también 
usan y abusan de las tierras selváticas. Un reto 
para los antropólogos aplicados con orientación 
ambiental es encontrar formas de hacer que la pre-
servación de la selva sea atractiva para los locales 
y garantice su cooperación. La conservación exi-
tosa se debe basar en políticas culturalmente ade-
cuadas, que los antropólogos aplicados pueden 
ayudar a planear en aquellos lugares específi cos. 
Para ofrecer incentivos localmente signifi cativos, 
es necesario un buen conocimiento antropológico 
de cada área afectada. Los antropólogos aplicados 
trabajan para lograr que lo “bueno para el pla-
neta” también lo sea para la gente.
Percepción del riesgo
Los antropólogos ecológicos contemporáneos 
(aplicados) trabajan para planifi car e implemen-
tar políticas dirigidas para preservar el ambiente. 
También abogan por las personas que están en 
riesgo, real o potencialmente. Un papel de los an-
tropólogos ambientales actuales es valorar la me-
dida y naturaleza de la percepción del riesgo en 
varios grupos y aprovechar dicha conciencia 
para combatir la degradación ambiental.
De una manera paradójica, la percepción del 
riesgo puede hallarse más desarrollada en grupos 
que están objetivamente en menor peligro. (Com-
pare un miembro de la clase media superior esta-
dounidense obsesionado con la condición física 
con un campesino empobrecido en Corea del 
Norte). En Brasil, la conciencia ambiental está 
más desarrollada en lugares y grupos directa-
mente infl uidos por los medios de comunicación 
y los ambientalistas, que entre quienes se hallan 
más en peligro.
En busca de historias que atraigan audiencias, las 
agencias de noticias se enfocan en todo riesgo conce-
bible, desde el ántrax y las espinacas contaminadas, 
hasta la más reciente depresión tropical o la sospecha 
de un complot terrorista. Los medios de comunicación 
dan poca importancia a los riesgos a largo plazo, como 
la obesidad y el calentamiento global. Aquí se muestra 
a bomberos de Seattle que sostienen un frasco sospe-
choso que encontró un cartero en el centro de Seattle 
el jueves 11 de octubre de 2001.
Capítulo 15 Confl ictos en el mundo actual 417
Los medios masivos de comunicación afi nan la 
percepción del riesgo. Al buscar historias que 
atraigan audiencias, las agencias de noticias se en-
focan en todo “riesgo” concebible: desde el ántrax 
y la gripe aviar, hasta la más reciente depresión 
tropical o la sospecha de un complot terrorista. Un 
mundo repleto de “riesgos” ubicuos, muchos no 
vistos y de magnitud sin cuantifi car, favorecen el 
dominio para el pensamiento mágico, que distrae 
la atención de problemas más serios. Mientras 
magnifi can los temores acerca de los riesgos que 
pueden matar a una docena de ratas en 100 años, 
los medios de comunicación tienden a minimizar 
los riesgos probados más signifi cativos, como la 
obesidad o el calentamiento global.
La expansión del internet y la televisión por 
cable/satélite, con sus transmisiones las 24 ho-
ras, ha borrado la distinción entre lo global, lo 
nacional y lo local. Todas las amenazas parecen 
más cerca de casa. La retransmisión constante 
magnifi ca la percepción del riesgo. La distancia 
geográfi ca se diluye a través de los medios de 
comunicación nacionales y el bombardeo de in-
formación; una amenaza en Búfalo o Sacramento 
se percibe como algo cercano, incluso si uno vive 
en Atlanta. La globalización ha generado amena-
zas que magnifi can cada vez más a los gobiernos, 
los medios de comunicación, los grupos de inte-
rés y las leyes. Ante tantas preocupaciones, 
¿cómo podemos ser racionalmente selectivos? 
Brasil tiene muchos más riesgos ecológicos no re-
gulados que Estados Unidos, pero los brasileños 
se preocupan mucho menos por ellos. Desde 
luego, los brasileños también son selectivos en la 
percepción del riesgo. Durante años, el crimen, la 
violencia y la falta de empleos han sido sus prin-
cipales preocupaciones.
¿Cómo se relaciona la percepción del riesgo con 
las acciones que pueden reducir las amenazas al 
ambiente? En Estados Unidos, los políticos usan 
los temores que surgieron por los ataques del 11 
de septiembre de 2001 para promover el apoyo 
para una “guerra contra el terrorismo” e invadir 
a Iraq. Las preocupaciones que surgen debido a 
eventos meteorológicos como Katrina (que mu-
chos estadounidenses perciben, ya sea con preci-
sión o sin ella, como relacionada con el calenta-
miento global) pueden usarse para fomentar 
acciones que combatan el cambio climático des-
tructivo. Una vez que la gente percibe el riesgo, 
precisa de incentivos concretos para realizar ac-
ciones contra él (por ejemplo, la necesidad de 
mantener el suministro de agua para irrigación, 
ahorrar dinero, u obtener seguros para una casa 
de playa).
CONTACTO INTERÉTNICO
Desde fi nales de la década de 1920, los antropó-
logos investigan los cambios, en ambos lados, 
que surgieron del contacto entre sociedades in-
dustriales y no industriales. Los estudios de 
“cambio social” y “aculturación” son abundan-
tes. Los etnógrafos británicos y estadounidenses, 
respectivamente, usaron dichos términos para 
describir el mismo proceso. Como se mencionó, 
la aculturación se refi ere a los cambios que resul-
tan cuando los grupos entran en contacto directo 
continuo, cambios en los patrones culturales de 
alguno o ambos grupos (Redfi eld, Linton y Hers-
kovits, 1936, p. 149).
La aculturación difi ere de la difusión, o prés-
tamo cultural, que puede ocurrir sin contacto di-
recto. Por ejemplo, la mayoría de losestadouni-
denses que comen hot dogs (“frankfurters”) nunca 
han estado en Fráncfort, Alemania, como tam-
poco la mayoría de los estadounidenses propie-
tarios de un Toyota o comedores de sushi han 
visitado Japón. Aunque la aculturación puede 
aplicarse a cualquier caso de contacto y cambio 
cultural, el término con más frecuencia ha des-
crito la occidentalización, la infl uencia de la ex-
pansión occidental sobre los pueblos indígenas y 
sus culturas. Por ende, a los locales que visten 
ropas que compran en tiendas, aprenden idio-
mas indo-europeos y de alguna forma adoptan 
las costumbres occidentales se les llama acultura-
dos. La aculturación puede ser voluntaria o for-
zada, y puede haber considerable resistencia al 
proceso.
Diferentes grados de destrucción, domina-
ción, resistencia, sobrevivencia, adaptación y 
modifi cación de las culturas nativas pueden se-
guir al contacto interétnico. En los encuentros 
más destructivos, las culturas nativas y subordi-
nadas enfrentan la aniquilación. En casos donde 
el contacto entre las sociedades indígenas y los 
extranjeros más poderosos conduce a la destruc-
ción, situación particularmente característica de 
las eras colonialista y expansionista, al encuentro 
inicial le sucede, con frecuencia, una “fase de 
choque” (Bodley, ed., 1988). Los extranjeros pue-
den atacar o explotar a los nativos. Tal explota-
ción puede aumentar la mortalidad, perturbar la 
subsistencia, fragmentar los grupos de paren-
tesco, dañar los sistemas sociales de apoyo e ins-
pirar nuevos movimientos religiosos, como los 
cultos a los aviones de carga que se estudiaron en 
el capítulo “Religión” (Bodley, ed., 1988). Du-
rante la fase de choque, puede haber represión 
civil respaldada por la fuerza militar. Tales facto-
res pueden conducir al colapso cultural del 
grupo (etnocidio) o a la extinción física (genocidio).
Cambio religioso
El proselitismo religioso puede promover el et-
nocidio, conforme las creencias y prácticas nati-
vas se sustituyen por las occidentales. En ocasio-
nes, una religión y sus costumbres asociadas se 
sustituyen por ideología y comportamiento más 
occidentalización
La infl uencia cultural de 
la expansión occidental 
sobre las culturas locales 
a nivel mundial.

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