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426 PARTE 3 Un mundo cambiante PUEBLOS INDÍGENAS El término y concepto pueblo indígena ganó legiti- midad dentro de la ley internacional con la crea- ción en 1982 del Grupo de Trabajo de las Nacio- nes Unidas sobre Poblaciones Indígenas (WGIP, por sus siglas en inglés). Este grupo, que se reúne anualmente, tiene representación de los seis con- tinentes. El borrador de la Declaración de Dere- chos Indígenas, que produjo el WGIP en 1989, fue aceptado por la ONU para discutirlo en 1993. La convención 169, un documento de la OIT (Or- ganización Internacional del Trabajo) que apoya la diversidad cultural y el empoderamiento indí- gena, se aprobó en 1989. Tales declaraciones y documentos, junto con el trabajo del WGIP, han infl uido en gobiernos, ONGs y agencias interna- cionales, incluido el Banco Mundial, para expresar mayor preocupación por los pueblos indígenas y adoptar políticas diseñadas para benefi ciarlos. Movimientos sociales a nivel mundial han adop- tado el término pueblo indígena como una etiqueta política y de autoidentifi cación con base en la opresión pasada, pero ahora legitiman la bús- queda de derechos sociales, culturales y políticos (De la Peña, 2005). En Hispanoamérica, científi cos sociales y polí- ticos favorecen el término indígena sobre indio, vocablo colonial que usaron los conquistadores españoles y portugueses para referirse a los nati- vos de América. Con los movimientos nacionales de independencia que terminaron con el colonia- lismo latinoamericano, la situación de los pue- blos indígenas no necesariamente mejoró. Para el blanco y el mestizo, las élites de las nuevas nacio- nes, los indios y sus estilos de vida se percibieron como extraños a la civilización (europea). Pero los intelectuales vieron como redimibles a los in- dios y defendieron políticas sociales para propi- ciar su bienestar (De la Peña, 2005). De mediados hasta fi nales de la década de 1980, el discurso público latinoamericano y las políticas estatales enfatizaron la asimilación y desalentaron la identifi cación y movilización in- dígenas. Los indígenas se asociaban con un pa- sado romántico pero marginal en el presente, ex- cepto para exponerse en museos, o ante el turismo y en eventos folclóricos. A los indígenas bolivianos y peruanos se les alentó a autoidenti- fi carse como campesinos. Los últimos 30 años han atestiguado un cambio dramático. El énfasis transitó de la asimilación biológica y cultural, mestizaje, a las identidades que valoran la dife- rencia, en especial las indígenas. En Ecuador, grupos anteriormente vistos como campesinos que hablan quechua, ahora se clasifi can como co- munidades indígenas con territorios asignados. Otros “campesinos” andinos también experi- mentaron reindigenización. Brasil ha reconocido 30 nuevas comunidades indígenas en el noreste, una región que anteriormente se consideró había perdido a su población indígena (vea “Más allá del salón de clase”). En Guatemala, Nicaragua, Brasil, Colombia, México, Paraguay, Ecuador, Argentina, Bolivia, Perú y Venezuela se han dado reformas constitucionales que reconocen a di- chas naciones como multiculturales (Jackson y Warren, 2005). Muchas constituciones nacionales reconocen ahora los derechos de los pueblos in- dígenas a la distinción cultural, el desarrollo sus- tentable, la representación política y el autogo- bierno limitado. En Colombia, por ejemplo, se El trabajo para pro- mover la sobreviven- cia cultural es un movimiento inter- nacional pantribal creciente. La Confe- rencia Mundial de Pueblos Indígenas se reunió en Río de Ja- neiro en junio de 1992. Junto con di- plomáticos, reporte- ros y ambientalistas llegaron 300 repre- sentantes de la di- versidad tribal que sobrevive en el mundo moderno. Capítulo 15 Confl ictos en el mundo actual 427 confi rmó a las comunidades indígenas como pro- pietarias por derecho de grandes territorios. Sus líderes y consejos ostentan los mismos benefi cios que cualquier gobierno local. Dos asientos en el senado colombiano se reservan para represen- tantes indígenas (De la Peña, 2005). En Latinoamérica, el ímpetu de los pueblos indígenas por la autodeterminación enfatiza: 1) su distinción cultural; 2) reformas políticas que involucran una restructuración del estado; 3) de- rechos territoriales y acceso a recursos naturales, incluido el control sobre el desarrollo económico y, 4) reformas de poderes militares y policíacos sobre los pueblos indígenas (Jackson y Warren, 2005). El movimiento de derechos indígenas, y la respuesta gubernamental al mismo, tienen lugar en el contexto de la globalización, incluidos mo- vimientos sociales trasnacionales que se enfocan en temas como los derechos humanos, los de las mujeres y del medio ambiente. Organizaciones trasnacionales han ayudado a los pueblos indíge- nas a infl uir sobre las agendas legislativas nacio- nales. Las ONG especializadas en desarrollo y derechos humanos llegan a considerar a los pue- blos indígenas como clientes. Muchos países lati- noamericanos fi rmaron tratados y convenios de derechos humanos internacionales. Aunque Latinoamérica experimentó un cam- bio general de gobiernos autoritarios a democrá- ticos desde 1980, no han desaparecido la discri- minación y la desigualdad étnica y racial. Debe reconocerse también que la organización de los indígenas alcanza un alto costo, incluidos asesi- natos de líderes indígenas y sus seguidores. Es- pecialmente en Guatemala, Perú y Colombia existe severa represión política, junto con miles de muertes y refugiados indígenas, así como per- sonas desplazadas interiormente (Jackson y Warren, 2005). Ceuppens y Geschiere (2005) exploran un as- censo vertiginoso de la noción de autoctonía (ser nativo de, o formado en, el lugar donde uno se encuentra), con un implícito llamado a excluir extranjeros, en diferentes partes del mundo. Los términos autoctonía e indígena se remontan a la historia griega clásica, con similares implicacio- nes. Autoctonía se refi ere al yo y al suelo. Indígena literalmente signifi ca nacido dentro, con la con- notación en griego clásico de nacer “dentro de la casa”. Ambas nociones resaltan la necesidad de salvaguardar las tierras ancestrales (patrimonio) de los extranjeros, junto con los derechos de los primeros para acceder a privilegios especiales y protección frente a los posteriores inmigrantes, legales o ilegales (Ceuppens y Geschiere, 2005). Durante la década de 1990 la autoctonía se volvió un confl icto en muchas partes de África, lo que inspiró violentos esfuerzos por excluir a los “extranjeros”, especialmente en las áreas francófonas, pero también extendiéndose hacia los países anglófonos. Simultáneamente, la au- toctonía se convirtió en noción clave en debates acerca de inmigración y el multiculturalismo en Europa. A diferencia de la voz “pueblos indíge- nas”, el término “autóctono” ha sido aceptado por la mayoría de los grupos en Europa, pues destaca la prominencia que adquirió la exclu- sión de extranjeros en la política cotidiana mun- dial (Ceuppens y Geschiere, 2005). Un ejemplo familiar ocurrió en Estados Unidos, cuando fue representado en el debate del congreso que esta- lló, a principios de la primavera de 2006, sobre la inmigración ilegal. Identidad en las políticas indígenas El esencialismo describe el proceso de ver una identidad como establecida, real y congelada, para ocultar los procesos históricos y políticos dentro de los que se desarrolló esta misma. Un ejemplo serían los términos étnicos “hutu” y “tutsi” en Ruanda, como se discutió en el capí- tulo 14: “El sistema mundial y el colonialismo”. Esos nombres en realidad no tenían nada que ver con la etnicidad cuando se crearon. Los estados nación usan estrategias esencialistas (por ejem- plo, la distinción tutsi-hutu) para perpetuar las jerarquías y justifi car la violencia contra las cate- gorías vistas como menos humanas. Las identidades, enfáticamente, no son fi jas.En el capítulo “Etnicidad y raza” se vio que aqué- llas son fl uidas y múltiples. Las personas adop- La Paz, Bolivia, 23 de mayo de 2005: bolivianos que afi rman una identidad in- dígena se manifi estan por sus derechos y la nacionalización de los recursos de gas de dicho país. En diciembre de 2005 los bolivianos eligieron como su presi- dente a Evo Morales, el candidato del partido Movimiento Indígena hacia el So- cialismo. Éste obtuvo más escaños en las elecciones parlamentarias de 2006. esencialismo Ver una identidad como establecida, real y con- gelada, para ocultar los procesos históricos y políticos.
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