Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
9 SERVICIO DE PUBLICACIONES AGRICOLAS Año XXIII. ^ Estas .Hojas= se remlten gratls a qufen las pide. Núm3. I-2. Hojas Diuulgadoras } MINISTERIO DE ECONOM1IÍA DIRECCIÓN GENERAL DE AGRICULTURA Destrucciór,; de insectos dañinos Conviene distinguir los insectos anasticadores, o que masti- can el a(imento, y los cdizrpaa'oyes, que^ chupan el jugo de las plantas. Esta clasificación no tiene nada de científica, pero sirve perfectamente para nuestro fin, que es puramente práctico; por la misma r.azón incluiremos también algunos animales, como los caracoles, que no son insectos propiamente, pero que cau- san los mismos daños en las plantas, y se combaten de análoga manera. El trabajo de destrucción deberá basarse principalmente en las diferencias en el moclo de alimentarse. Para los insectos masticadores sirve un veneno que penetre en los órganos diges- tivos, mientras que los chupadores sólo pueden ser clestruídos con un veneno que los mate por contacto o por absorción. Si una planta está agujereada o tiene las hojas rotas, es de suponer que esté atacada por insectos masticadores, y si es que se va poniendo amarilla o tiené un aspecto enfermizo, entonces es más probable que se trate de insectos chupadores. También pudiera ser debida la alteración a una enfermedad criptogámi- ca, pero esto se sale ya de nuestro asunto. lnsectos masticadores. Entre los que se alimentan fuera de las plantas, tenemos en primer lugar los diferentes gusanos, distinguiéndose: Ga^sasaos cortartores, que se alimentan por la noche cortando las plantas cerca del suelo; por las mañanas se ]as encuentra -2- cortadas y caídas, sin haber en ellas insecto alguno; cavando em la tierra, se hallan, a poca profundidad, gusanos carn^osos de un, color gris o moreno; algunas especies suben a los árboles y des- truyen el follaje. Se combates^ con cebos envenenados. Los gusanos que se alimentan de hojas, unos cubiertos de^ espinas o de pelos, y otros, desnudos, que se resguardan en un cestillo formado con seda y pequeñas partes de ramas, se com• baten recogiéndolos a mano durante el invierno y aun a princi- pios de la primavera, y también con las pulverizaciones arseni- cales. Estas sirven igualmente contra los gusanos desn.udos,. arrolladores de hojas; los de hábitos gregarios, que forman. grandes telas de varias formas y colores, y los gusanos visco• sos (larvas de escarabajos y de moscas). Contra los escarabajos-pulgas, pequeñísimos, que saltan ^t'^ ser tocadas las plantas, puede emplearse, como repelente en los= jardines el caldo bordelés; para la destrucción de la plaga, y lo- mismo contra los escarabajos que se alimentan de las hojas, sir- ven las pulverizaciones arsenicales. Las hormigas se combaten con el sulfuro de carbono, con la. solución de cianuro de potasio (un gramo de cianuro por 131itros de agua) vertida en los hormigueros, con el verde de París (un. decigramo mezclado en 600 g. de azúcar) y con el fenol. Otros recomiendan un cocimiento fuerte de hojas de nogal y el tirar^ hojas de tomate por los sitios invadidos, lo cual hace emigrar a las hormigas. Para destruir los caracoles se aconseja los cebos envenena- dos, espolvorear la superficie de la tierra con cal y poner en la^: tierra pedazos de madera, bajo los cuales se esconden los cara-- coles, siendo así más fácil cogerlos. El remedio cóntra los ciempiés, que atacan a las hortalizas y algunas plantas de jardín, consiste en mezclar polvo de tabaco• con la tierra, o pulverizar con una solución de jugos de tabaco.. Entre los insectos masticadores que se alimentan del interior^ de las partes de las plantas, o debajo de tierra, se citan: Gusanos «de alambre»: largos, delgados, de cuerpo duro,. liso y brillante. Atacan las raíces de muchas plantas; otros ta- ladran los tallos por su base y los tubérculos. El factor más im- portante de su destrucción es la rotación de cosechas. Cuando la tierra está plagada de estos gusanos, se debe, antes de sem- brar o de plántar, esparcir semillas empapadas en una solución de arsénico o de estricnina. Los «gusanos blancos», carnosos, encorvados, hacen daño a. las plantas en sus raíces, principalmente cuando empiezan a brotar. Se recomienda arar la tierra en el otoño; si es posible, permitir la entrada en el terreno a cerdos y aves domésticas, que destruirán los gusanos; rotación de cosechas; cuando el in- secto ha alcanzado el estado adulto (escarabajo), se pueden en- venenar las hojas de los árboles cercanos con una solución ar- senical; hay que proceder en esto con mucha precaución. Los gusanos taladradores son desnudos, generalmente ra- sados o de color carne. Unos atacan las ramas y troncos, cons- truyendo túneles en la madera o cortándola en forma de anillos; se les destruye con un alambre flexible o cavando con un cu• chillo; otros atacan las semillas almacenadas, y se les combate con fumigaciones de sulfuro de carbono; otros taladran l.as fru- ^ tas, debiendo separarse las atacadas, y conviniendo dar en la primavera una pulverización arsenical; para el rusano del man• zano es preferible hacerlo en el preciso momento que han caído las nueve décimas partes de la flor. Los gorgojos, escarabajos chicos, de colores sombrios y^ro- vistos de picos largos, se alimentan de semillas, y se destruyen con fumigaciones de sulfuro de carbono. Insectos chupadores. Entre los que se alimentan fuera de las plantas tenemos en primer lugar los piojillos y pulgo^ies, bien conocidos de todos, y que se combaten con la emulsión de petróleo o el agua de tabaco. Los mismos remedios son aplieables a las varias clrinchcs de las plantas, contra las cuales cabe también emplear los polvos de pelitre. Importa mucho esmerarse en el cultivo, pues estos insectos se multiplican rápidamente entre las malas hierbas. Conviene cubrir con tierra puntos distintos de los estolones o tallos rastreros de los pepinos, etc., para que se formen nuevas raíces, y ayudar así a la planta a resistir el insecto. Las diferentes cochisaillas tampoco necesitan descripción. Contra las del naranjo, el método más eficaz. es la fumigación con el gas cianhídrico. Se ha empleado también la pulverización con la solución de resina y sosa, pero no es tan ericaz. Yara los árboles que dejan caer las hojas en invierno, lo más ericaz es cal y azufre; pero sólo deben aplicarse en esta estación, pues en otra sería dañoso para el follaje. Las arailas ^^ojas, chiquitas, de color rojizo o amarillento, -4- protegiclas a veces por una tela muy fina, y que suelen vivir en colonias sobre ciistintos puntos de las plantas, marchitan las ho- jas, blanqueando sus tejidos, y dando una apariencia caracterís- tica a las manchas que producen. Contra algunas especies pue- de emplearse la pulverización con flor de azufre (0,30 gramos en ^ litros de agua). Otras requieren el empleo de la cal y azu- fre, pero doblando la cantidad de agua que aparece en la fór- mula consignada más adelante. Contra los saltones se puede emplear la pulverización con emulsión de petróleo, cuando los insectos son jóvenes y no tie- nen desarrolladas las alas. Se puede también recoger gran nú- mero de insectos adultos, al pasar contra el viento por las líneas de las plantas, manteniendo a cierta altura una lona untada de aceite mineral pesado, en donde quedan adheridos los insectos, y los que caen mueren, de todos modos, por la cantidad de aceite que llevan. Los insectos chupadores que se alimentan en el interior de la ^ plantas o bajo tierra se reducen prácticamente a los piojos o pulgones de las raíces, de análoga apariencia que los que se alimentan de las hojas. l^lgunas especies comienzan su vida en la parte aérea de la planta y emigran después a las raíces. Con- tra las que se alimentan de las vides, como la filoxera, el único remedio eficaz es practicar injertos sobre pies resistentes. Las demás se combaten con el agua de tabaco. El tratamiento debe ser rápido e inmediato. De ordinario, no se nota la presencia de los insectos sino cuando ya han hecho gran daño y han aumentado tanto en nú- mero que es difícilsu destrucción. Debe ejercerse una vigilan- cia exquisita, inspeccionando frecuentemente unas cuantas plantas de los diferentes sembrados. En las zonas en que sean más de temer los ataques de los insectos, conviene tener siem- pre a mano el material necesario para una pulverización arse- nical o para aplicar los venenos por contacto (petróleo, tabaco, etcétera). Si hay que aguardar una semana para tenerlo todo reunido y listo, el insecto hará entretanto graves daños a las plantas. Una buena bomba pulverizadora es tan importante como el arado mismo, y deberá siempre tenerse dispuesta. -5- Los cuidados culturales como agentes de destrucción de los insectos. En la lucha contra los insectos, la acción debe ser más pre- ventiva que defensiva; es mejor ponerlos en condiciones desfa- vorables de multiplicación que intentar destruirlos cuando ya han atacado al veget:al. Generalmente, los insectos se multipli- can mejor en la tierra mal trabajada o sin trabajar, y pasan el invierno entre la basura y la cizaña. En cambio, un cultivo cui- dadoso, arar, si es posible, en el otoño, para destruir los cuar- teles de invierno de los insectos, retirar y quemar los clespojos de la poda y otros restos de igual carácter, recoger y destruir las frutas caídas y enfermas, todo esto pone a los insectos en condiciones desfavorables de multiplicación. Además de esto, los buenos métodos culturales aumentan el vigor de las plantas y su resistencia contra ]os insectos sol'^re- vivientes. Dluchos insectos prefieren las plantas enfermas, que son las primeramente atacadas; luego se propagan a las sanas. En la rotación de cosechas no deben ir una tras otra aque- llas plantas que, aun sin estar íntimamente relacionadas, sean susceptibles de ser atacadas por los mismos insectos. A la ocu- pación constante, uno y otro año, de grandes eYtensiones con el mismo o análogos cultivos se debe en gran parte el desarro llo de algunas plagas devastadoras. Esto es aplicable tanto a los insectos como a las criptógamas. Algunos parásitos tienen fechas regulares de aparición, y, por consiguiente, podrá evitarse en gran parte su evol.ución cultivando variedades tempranas o tardías, según los casos, o retrasando la siembra, para escapar a]os períodos reputados como peligrosos. Fórmulas arsenicales contra los insectos masticadores. Todos los compuestos arsenicales son venenosos; r>?c^ber^z Iza- cerse constar así e^a cl frc^sco ^laae^los conteTa^^a. Si se adoptan las precauciones ordinarias, no habrá pel.igro para el operador al aplicarlos, pues se diluyen mucho al pulve- rizar. Una buena parte del veneno desaparece de la planta a1 poco tiempo de ser aplicado, y aun cuanclo las plantas se con- suman poco tiempo después de la aplicación, para que el vene- no causara efecto, sería menester ingerir una dosis de veneno muy superior a la necesaria para la pulverización. Sin embar-- go, cuando se trate de vegetales que hayan de ser consumidos en seguida, es preferible usar otros insecticidas, para evitar todo peligro. Conviene también no forzar las dosis, tanto por esto como por no producir daños a las plantas mismas. Verde de París. -Ha sido largo tiempo el compuesto arseni- cal más empleado, y, aunque va siendo sustituído por el arseni- to de plomo, aun conserva importancia. Mezclando, en pesos iguales, verde de París con cal recien temente apagada, el arsénico ]ibre que pueda haber se hace in- ofensivo, formando un arsenito de cal insoluble. Puede entonces usarse sin peligro, en proporción de un kilo de mezcla por cada 500 litros de agua, en todos los árboles frutales ordinarios, ex- cepto el durazno; por cad^a 400 litros, para el manzano, y por cada 300, para las patatas. Como el verde de París es pesado, sus partículas, que son grandes además, quedan poco tiempo en ^uspensión, y es pxe- ciso agitarlo constantemente. El verde de París puede agregar- se al caldo bordelés, sin cal adicional y en la proporción indica- da más arriba. ^-1YSenito de plovrao. - Tiene sobre los demás arsenicales las ventajas de ser casi inofensivo para el follaje, permanecer en suspensión mucho tiempo, sin necesidad de removerlo, y ser mucho más adherente. Prepárase disolviendo en dos litros de agua (mejor caliente) 150 gramos de acetato de plomo; aparte se disuelven 50 gramos de arsenito sódico en dos litros de agua; viértase esta solución sobre la primera, agítese y añádanse 100 litros de agua. Se produce una mezcla lechosa que tiene en sus- pensión el arsenito de plomo, lanoso y muy fino. Adhesivos.-En los follajes muy suaves o grasientos, los cal- dos insecticidas se adhieren muy mal. La adherencia se aumen- ta agregando algunas cantidades de melaza, jabón, caseína, ge- latina, etc., siendo preferibles las que se encuentren a más bajo precio en la looalidad. En América recomiendan la siguiente fórmula: Pónganse en una caldera de hierro 2 ^/4 kilos de resina pulverizada, 450 gramos de aceite de pescado (sustituíble por una cantidad equivalente de otra grasa barata) y cinco kilos de agua caliente; hiérvase hasta que la resina esté enteramente blanda; después dilúyanse en agua 450 gramos de lejía concen- trada, y añádase poco a poco, agitando constantemente, hasta que esté todo bien mezclado. Añádanse 15 litros de agua calien- te, y hiérvase durante un par de horas, hasta que resulte un líquido de color ámbar claro, que se mezclará rápidamei^te con agua fría, completando hasta los 20 litros. Esta solución no es un insecticida, pero agregada en una proporción de un 5 por 300 a las mezclas insecticidas, aumenta mucho su adherencia. Cebos e^avezaenados.-Algunos insectos, como los á2ssanos ^c^ortadoycs, no pueden ser atacados directamente en las plantas, y hay que emplear cebos envenenados. EI afrecho suele gustar- les mucho, incluso más que su alimento verde normal. Para en- venenar 25 kilos de afrecho basta medio l^ilo de arsénico blan- co o de verde de París. Después de bien mezclado, es conve- ^iente (aunque no preciso) humedecer la masa con agua endul- zada con azúcar o melaza. Una cucharada de afrecho por cada planta es suficiente. Haciendo la aplicación inmediatamente ^después de arar, podrán quedar destruídos los gusanos antes de plantar o sembrar la nueva cosecha. También puede emplearse una pulverización de arsenito de plomo para envenenar la alfalfa verde u otras plantas cortadas en pedazos, esparciendo éstos por el campo de ŝpués de arar. Las gallinas y demás animales domésticos deben tenerse alejados del campo en ese tiempo. Insecticidas por contacto contra los insectos chupadores. Son substancias que obran sobre el cuerpo de los insectos como un cáu5tico. Otras son grasosas, y los ahogan, ocluyendo sus órganos respiratorios. Cal. --No es propiamente un veneno; pero, además de mez- clarse con varios insecticidas arsenicales y otros, se usa tam- bién mucho en los gallineros y sobre los troncos de los árboles, en forma de lechada clara. Los insectos de escama y otros chu- padores no pueden atravesar la capa de cal. Si se cubre bien la superficie, los que se esconden en las g^rietas las encuentran llenas de materiales desagradables para ellos, y buscan otro refugio. Puede hacerse una buena lechada apagando 15 lzilos de cal en agua tibia y en recipiente cerrado, pasando por un colador fino, añadiendo cinco kilos de sal disuelta en agua caliente, y agregando, por último, ?5litros de agua caliente. La incorpora- ción de medio kilo de cola aumenta mucho la adhesividad. Sulficro dc cal.-Eficacísimo como veneño por contacto: la pulverización debe hacerse con prolijidad, a fin cle que el con- tacto se establezca. Es preferible usarlo en invierno, cuando la vegetación de los árboles está en reposo, pero diluyéndolo mu- -8- cho, puede también usarse en verano; en tal caso conviene en- sayar primero con un níimero reducido de plantas, para ver si resisten bien el grado de co^icentración ensayado. Una buena fórmula de preparación es la siguiente: cal pura, ocho kilos; azufre en flor o molido, 18; agua, 1001itros. La unión del azufre con el calciode la cal, para formar el sizlfuro, se hace absorbiendo calor, que es preciso suministrar en alguna forma. Puede procederse poniendo al fuego en una caldera la cantidad de cal que se necesite, con el agua necesaria para apagarla, pero sin exceso; hágase una pasta con el azufre y agua tibia, y viértase sobre la cal apagada; añádase agua suficiente para que quede todo bien suelto, y déjese hervir cosa de hora y media, hasta que la preparación tenga un color rojizo naranja sucio, con ligero tinte vcrdoso, sin quedar ni vestigios del color ama- rillo det azufre; entonces se retira la mezcla del fuego y se fil- tra, añadiendo cinco partes de agua para una de solución. Debe emplearse cal y azufre de la mejor calidad. Es preferi- ble usar el sulfuro de cal el mismo día que se prepara, y si esto no es posible, guárdese en recipientes perfectamente cerrados, para evitar ]ci acción oxidante del a.ire. Al tiempo del empleo debe añadirse, como dilución normal, cinco partes de agua por una de solución. La formación del sulfuro de cal puede hacerse también a ex- pensas clel calor desarrollado por la cal al apagarse. Para ello, pónganse en un barril diez partes en peso de cal de la mejor calidad y cinco de flor de azufre, revolviendo para que se mez- clen bien; añádase agua hirviendo, en cantidad suficiente para producir una vigorosa extinción de la cal, y cúbrase para rete- ner el calor. ^ñádase luego el agua necesaria para mantener el apagamiento, }- remuévase de cuando en cuando para ayudar la combinación. Cuando todo el azufre se ha unido a la cal, se deja reposar la mezcla una hora, bien tapada, y después se diluye con agua tibia hasta complétar 100 litros por cada cinco kilos de azufre empleado. Se filtra, y puede usarse lo mismo que el sul- furo hervido al fuego. La combinación química no es nunca tan completa como en éste. Etrurlsiórr de pctróleo.-\Iata por contacto, y su aplicación debe ser muy completa y minu.ciosa. Se prepara disolviendo medio hilo de jabón en cuatro litros de agua, y cuando la solu- ción est^i hirviendo, se retira lejos del fuego, y se añaden ocho litros de petróleo, ayitando enérgicamente, de preferencia con uua batidera mecánica, si se dispone de ella, hasta que se con- -9- vierte en una emulsión cremosa. Contra los insectos de cuerpo blando debe emplearse una parte de emulsión por 15 ó 20 de agua. Esta dilución es también necesaria, siempre que se trate de árboles que estén echando la hoja. Las aplicacioi^es de este insecticida son mucho más seguras en días secos, de buen sol, y con preferencia, si sopla una ligera brisa, apresurar la evapo- ración, disminuyendo así el peligro para las plantas. La emulsión se conserva durante meses enteros, si se guar- da en recipientes herméticamente cerrados. Conviene agitarla al tiempo del empleo. 7abaco.-En polvo fino, puede aplicarse, con un fuelle, con- tra los pulgones, muchas larvas de escarab^jos y al;;unas oru- gas pequeñas. También tiene valor como repelente, evitando que muchos insectos se acerquen a las plantas. Cuando los árbo- les están infestados por piojillos que atacan a las raíces, se pue- de cavar una zanja alrededor, a alguna distancia del árbol, po- niendo en ella el tabaco y volviéndola a cubrir. E1 agua de tabaco suele prepararse poniendo durante bas- tante tiempo un kilo de tabaco picado (colillas, puntas, etc.) en 10 litros de agua caliente. En los países donde se dispone de hojas, ramitas o venas de tabaco, se cortan toscamente y se hierven en ocho partes de agua, hasta obtener un extracto ne- gro pardusco. El tabaco es un insecticida eminentemente títil en los jardi- nes e invernaderos, por su inocuidad y por la facilidad de pre- parar rápidamente pequeñas cantidades. Polz^o ^e pelitre.--Flor pulverizada del género PyretJrr^r^av^z. Muy empleado, con distintas denominaciones comerciales, con- tra los insectos domésticos. Su valor se debe a la presencia de un aceite esencial, venenoso, por contacto, para los insectos, pero inofensivo para los animales superiores y seres humanos. Re- sulta ĉostoso para emplearlo en grandes cantidades; además, pierde su eficacia por la exposición al aire, a causa de la evapo ración del aceite esencial: de ahí que sb limite su empleo a los in ^ vernaderos y plantas delicadas de jardín, a las cuales no man- cha, por delicadas que sean, si está bien seco. En otros casos puede emplearse como una pulverizaciCin, empapando 10 ^ra- mos en un litro de agua hirviendo durante algunos minutos'y usando la decocción caliente o fría. Fenol.-Es muy eficaz, en forma de emul^i^'^n, crn^tra los gu- sanos de raíz, y particularmente contra los de la col. Se prepa- ra disolviendo medio kilo de jabón en cuatro litros de al;ua hir- -10- ^viendo, añadiendo medio litro de fenol (50 por 100) y continuan- do la ebullición durante algunos minutos. Se remueve o se bom- bea repetidamente, desde un recipiente a otro, con una bomba pulverizadora, hasta que se forme una emulsión. Esta puede guardarse bastante tiempo en recipiente bien ce- rrado. A1 tiempo de emplearla debe diluirse, a razón de 30 par- tes de agua por una de emulsión. La aplicación se hace diri- giendo el líquido al suelo, en la misma base de la planta. Como repelente contra algunos de los escarabajos menudos, se aplican algunas veces a las plantas unos polvos obtenidos mezclando medio litro de ácido fénico con 25 kilos de polvo inerte fino, tal como estuco, y, en último caso, polvo de la ca- xretera. Solución de yesina.-Se usa para combatir las cochinillas de los naranjós. La preparación se hace colocando en una caldera 2 1/4 kilos de resina, igual cantidad de sosa cáustica (78 por 100) y un kilo -de aceite de pescado, añadiendo agua hasta una altura de cua- rtro a cinco pulgadas. Déjese hervir durante dos horas aproxi- madamente, añadiendo agua de vez en cuando, hasta que la composición tome un color café muy fuerte. Agítese a menudo, para evitar que la resina se adhiera al fondo. Dilúyase la canti- dad final con agua caliente o con agua fría, lentamente añadida sobre el fuego, hasta completar unos 350 litros. Todavía deberá diluirse más al tiempo de usarla. Si se produce algún sedimen- to, deberá recalentarse. De todos modos, es preferible aplicarla caliente. Fumigación.-Consiste en la exposición de las plantas a la acción de un gas en un espacio cerrado. El gas más usado y más eficaz es el cianhídrico, producido por la acción del ácido sulfúrico sobre el cianuro de potasio (o el de sodio). La fumiga- ción se practica para matar los insectos en los invernaderos, vi- viendas, grano almacenado, almácigas y árboles en pleno creci- miento. Para el grano al"macenado, almácigas y viviendas, pue- de usarse por cada metro cúbico: cianuro de potasio, 10 gramos; ácido sulfúrico, 20 gramos; agua, 30 centímetros cúbicos. Coló- quese el agua en un recipiente de loza y viértase lentamente el ácido; añádase después la cantidad necesaria de cianuro y retíre- se inmediatamente el operador, pues el gas, sumamente vene- n.oso, comienza a formarse en el momento en que el cianuro toca al ácido. El gas deberá dejarse en operación durante un tiempo variable entre cuarenta y cinco minutos y una hora. - 11 - Después, el recinto en que se ha efectuado la operación deberá ser abierto de algún modo desde afuera, permitiendo que circu- le libremente el aire durante algún tiempo antes de entrar. El gas cianhídrico es muy venenoso, y en su mat^ejo, toda ?precaución es poca. El cianuro debe envolverse en un papel pará echarlo en el ácido, con lo cual tendrá tiempo el operador para escaparse antes de que se comience a desprender el gas. No debe volverse a entrar hasta que el recinto esté bien ven- tilado. La fumigación es el mejor método para la destrucción de los insectos de los olivos, naranjos y limoneros. La operación se ^hace cubriendo cada árbol con una especie de tienda hecha con una gran lona impermeabilizada. Se emplea en la destrucción de insectos que atacan a los productos secos o almacenados, como guisantes, habas, trigo, maíz u otras semillas,patatas, etc., y contra algunos insectos subterráneos que no pueden ser destruídos fácilmente, si no es çon vapores. Tratándose de un pequeño espacio cerrado, suele bastar con 130 centímetros cúbicos para cada metro cúbico. Para recep- táculos mayores. o para habitaciones se usan 400 centímetros cúbicos para cada tres metros cúbicos de espacio. El recipiente para el sulfuro que haya cíe evaporarse deberá ser grande y poco profundo, colocándolo más alto que las semi- llas o productos que han de tratarse, para que los vapores pene• tren por ^odos los intersticios al descender y maten, a su paso, todos los insectos. Si los productos tratados se destinan a la alimentación, se deja actuar el gas por corto tiempo, bastando luego exponer las semillas al aire libre, para que desaparezca el olor, sin dejar rastros. Si las semillas han de usarse para plantar, no deben dejarse más de veinticuatro horas expuestas a los vapores de sulfuro de carbono, pues, de lo contrario, puede resultar menoscabado su poder germinativo. Cuando se trate de combátir insectos subterráneos, como hormigas, etc., se hace un agujero con un bastón, hasta una profundidad de cinco o diez centímetros, y se vierten unos 50 centímetros cúbicos dentro de cada agujero, cerrando la abertura con el pie, y, mejor, adaptando un tapón de cés- ped, etc. ^Io se debe colocar el sulfuro de carbono demasiado cerca de - 12 - las raíces de las plantas. También hay que tener mucho cuida- do al manejarlo, pues es inflamable, y su vapor, con cierta pro- porción de aire, forma una mezcla explosiva. Cu^itivo del pelitre, por FILIBERTO RESI- NO, Períto agrícola. Ocupándonos del pelitre en reciente ocasión, dijimos que es- tudiaríamos en otro artículo el cultivo de esta planta. Climcz.-El más conveniente al pelitre es el cálido-seco, ne- cesitando para su buen desarrollo mucho aire, luz y calor solar; siendo, por consecuencia, perniciosos a su vegetación la hume- dad y poca luz. I'or lo tanto, su área geográfica será aquella donde estos dos elementos, luz y calor, no falten. Terreno. -aunque el pelitre no es planta muy exigente, pre- fiere las tierras sueltas y algo calcáreas, de altura, incluso las montañosas. ^ diferencia de las demás plantas industriales, esta que nos ocupa no requiere su^.los muy fértiles, y aunque parezca paradójico, son ^los más apropiados a su cultii-o los montes recién roturados. Altn,rzzativczs cte lzz cosecha. -Es ésta una planta con la que no se acostunibra establecer alternativas, sobre todo en rotacio - nes corrientes; la que suele practicarse es el barbecho. No obstante, puede alternarse con cereales, y hasta podría esta- blecerse una rotación en la que figurase el pelitre en último tér- mino sobre rastrojo. Desde,luego, la asociación de ésta con otras plantas está en oposición con sus exigencias, según se desprende de lo dicho al hablar del clima. Sin embargo, si sembramos o plantamos en líneas suficientemente distanciadas, de modo que el aire, la luz y el sol puedan llenar las necesidades de la planta, no hay in- conveniente en asociar otro vegetal con éste. Decimos esto, porque la planta que conviva con el pelitre, por la simple presencia de ella, estará exenta del ataque de mu- chas enfermedades, lo cual conviene tener presente, y por ello no vacilamos en aconsejar su asociación. Prep^ruciórz rlcl tez^reYZO.-- Por ser ésta una planta vivaz, es indispensable hacer una buena labor preparatoria, la que debe- - 13 - rá alcanzar una profundidad de 20 a 30 cm., que es lo que se suele llamar una labor profunda. Con objeto de que el terreno quede bien mullido, se dará una labor ordinaria de 15 cm. cruzando la anterior. Abo^ros.-Teniendo presente que el suelo no es un manan• tial inagotable, y aunque el pelitre es poco exigente en cuanto a fertilidad, deben agregarse al terreno aquellos elementos de que carezca o que contenga en escasa proporción. SiesnUrc^ o plantación.--La propagación del pelitre se hizo en algún tiempo llevando las plantas espontáneas a los terrenos de cultivo. Este ^istema se ha desechado, haciéndose ya las plantaciones con plantas criadas en semillero o en ^ ivero. También se siembra de asiento, distribuyéndose la semilla a voleo o a chorrillo. En ambos casos, cuando se practican los cuidados culturales y la planta tiene de 5 a 6 cm., al tiempo -de escardar se hace la entresaca, con objeto cle permitir el buen desarrollo de las plantas que han de permanecer en el terreno. Inútil será decir que la semilla a emplear deberá estar selec• cionada de antemano; tendrá una madurez perfecta, buena con- formación, etc., etc., y que las plantas de donde proceda no cuenten más de cuatro años de vida. Es necesario poner especial atención en lo que a la selección de la simiente se refiere, porque. si esta operación no se hace con escrupulosidad, sus efectos se reflejarían en la germinación, que se hace lenta e irregular. Las épocas de siembra son primavera y verano• Sembrando en líneas, deberá distanciarse éstas de 10 a 15 centímetros. Cuando la siembra se hace en semillero, se acostumbra a trasplantar a un vivero, colocando las plantas a 15 cm. en cua- dro, llevándolas al terreno de asiento en otoño, si la siembra se ha hecho en primavera. ° A1 llevar las plantas al terreno de asiento cuando proceda de vivero, se disponen en hileras, distanciadas de 50 a 60 cen- tímetros, y de 30 a 40 las plantas. Cuando se trate de asociar el cultivo del pelitre con otra planta, es muy conveniente disponer el terreno del siguiente modo: Se dividirá éste en tablares de dos metros de anchura, de- jancio entre uno y otro una calle o sendero, que puede tener de 30 a 40 cm. En cada tablar se ponen tres hileras de plantas, dis- - 14 - tanciadas d0 cm., en cuadro, alternando las de una hilera com l^as demás. Cuidados crcltuYales. - Comprobando la rusticidad de esta^_ planta, los cuidados culturales están reducidos a dos o tres es- cardas al año. Es conveniente, para que el desarrollo de la planta sea vigo• roso, cortar las fiores que aparezcan en el primer año de su ve- getación . Recolecciórz y preparación del prodz-acto.-La producción nor- mal del pelitre está comprendida entre el segundo y quinto año^ disminuyendo después notablemente hasta el séptimo año, que- es la vida que suele tener esta planta. La floración tiene lugar en los meses de mayo y junio, que es precisamente cuando se hace la recolección de los órganos- florales recién abiertos, que se cosechan bien a mano o valién- dose de unos peines especiales. Sobre el modo en que deben recolectarse las flores, hay dis- paridad de opiniones. Unos aconsejan se practique cuando las, flores están abiertas, y otros, antes de que se abran. Sin embar- go, está más generalizada y es más recomendable la primera de estas formas. La diferencia de criterios sobre este particular se basa en que la cantidad y calidad del producto está supedi^tada^ al momento de hacerse la recolección, y, desde luego, la diferen- cia es notable; así, los que aconsejan recolectar rnuy pronto ale- gan que, aunque la producción es menor, está com,pensada en el valor del producto, por poderse lanzar éste más pronto al• mercado. Desecaciósa y^^zoliesrda.-Es práctica aconsejable la forma- ción de montones con las flores recolectadas antes de la deseca- ción, con objeto de que se produzca en la masa así formada cierto grado de calentamiento, favorable a la cosecha. La labor inmediata es la desecación de las flores; ésta se practica extendiendo los montones, úna vez produciclo^ el grado de calor que leŝ es conveniente, sobre paños o lonas de regula- ^es dimensiones, colocados al aire libre y a la sombra. Deberán permanecer así varios días, teniendo la precaución de que no pasen la noche al descubierto, como también deberán librarse de las lluvias y rocíos, pues en estos casos vendría el ennegre- cimiento de la cosecha y la pérdida de sus propiedades insectir cidaŝ , siendo lo más conveniente, en evitaeión de estos perjui- cios, practicar la desecación en cobertizos bien ventilados.Una vez llevada a cabo esta operación, se procede a la mo- lienda, la cual es fácil de ejecutar, ya que Ias fIores se prestan fácilmente a ello; por lo tanto, no hay más que proceder a la, molienda por los procedimientos corrientes, e inmediatamente se enrasa el polvo obtenido en sacos, que se almacenarán en locales secos hasta que sean transportados al mercado. Producción.-La producción de ésta, como de toda planta, es variable, dependiendo de multitud de circunstancias; pero pue- de decirse que, en condiciones normales, su rendimiento anual es de 2.500 kilos de flores frescas por hectárea, aproximada- mente, las que se reducen a un 40 por 100 con la desecación. Este, como producto, se presta a adulteraciones más o menos desaprensivas; ha habido épocas en que, a consecuencia de los altos precios que ha alcanzado el pelitre, la adulteración se hiza en forma escandalosa; para ello se empleaban flores de otros crisántemos, polvo de tallos, hojas, etc., malogrando así el éxito de su aplicación, cuyos resultados, no recurriendo a estos pro- cedimientos, son inmejorables. Criocero de los espárragos. El criocero del espárrago, o sea el Crioceris aspizr^agi; tiene los caracteres siguientes: en el estado adulto tiene unos 6 mm. de longitud, élitros azul verdoso, con cuatro manchas claras ligeramente amarillas sobre cada uno; el corselete es rojo, y la cabeza, azul. Geoffroy le denomina el Criocero portacruz, mientras que a la especie que vamos a describir la denomina Criocero de puntos negros, o sea el Crioceris duodecem paa^zctata. Este, en el estado adulto, es amarillo rojizo, con seis puntos negros sobre cada élitro. Tanto una como otra especie tienen sus larvas irregulares, espesas, carnosas, oblongas y de color amarillo verdoso, y se- cretan una substancia viscosa que humedece su cuerpo. Biolog^ía y costzanzbres. - Los individuos adultos aparecen a fines de primavera, dedicándose a devorar las hojas de los plan- teles, así como las de aquellas plantas que se dejan para semi- lla. En mayo tiene lugar la unión sexual, esto es, cuando ya han satisfecho su voraz apetito, y luego tiene la puesta de hueveci- llos en las ramas-tallos, de los que aparecen las larvas, ^que ad- -16-- quieren su desarrollo máximo a últimos de junio y primeros de julio; en esta época descienden al suelo y bajo tierra, y rodeán- dose de un capullo terroso, invernan allí, hasta que, llegada la primavera, reanudan el ciclo descrito. Los perjuicios que oca- sionan donde se presenta la plaga son extraordinarios, y en co- marcas en que el cultivo del espárrago tenga suma importancia, por ser objeto de exportación, se comprende cuánto interés tiene que inspirar la destrucción de esta especie. Como estos insectos, al igual que ]a Altica anapelophaga, pertenecen a la familia de los Criso^nélidos, se proponen méto- dos análogos, esto es, la caza, mediante el embudo pulgonero, y espolvorear las ramas con substancias pulverulentas cáusticas, etcétera. Es aplicable la solución arsenical siguiente: Arseniato sódico anhidro .. . .. .. . . . .. . .. . . .. . 200 gramos. Cal en pasta ............................... 300 - ^ gua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 litros. Los resultados son sorprendentes, y con él se salvan los plan- teles totalmente en comarcas que han sufrido las funestas con- secuencias de la plaga durante varios años consecutivos. Ante los buenos efectos obtenidos mediante la aplicación de esa fórmula, no dudamos en recomendarla como tratamiento gene- ral, mediante el cual será un hecho efectivo la desaparición de la plaga. ^ Imprenta de Julio Cosano, Torija, 5.-Madrid.
Compartir