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1 2 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ, DIEGO RODRÍGUEZ DE SILVA Y (Sevilla, 1599 - Madrid, 1660) Adoptó el apellido de su madre, según uso frecuente en Andalucía, firmando “Diego Velázquez” o “Diego de Silva Velázquez”. Estudió y practicó el arte de la pintura en su ciudad natal hasta cumplir los veinticuatro años. En 1623 se trasladó con su familia a Madrid y se convirtió en pintor de la Casa Real hasta su muerte en 1660. Gran parte de su obra estuvo destinada a las colecciones reales, pasando después al Museo del Prado, donde se conserva actualmente. La mayoría de los cuadros pintados en Sevilla, en cambio, ha ido a parar a colecciones extranjeras, sobre todo a partir del siglo XIX. A pesar del creciente número de documentos que tenemos relacionados con la vida y obra del pintor, dependemos para muchos datos de sus primeros biógrafos. Francisco Pacheco, su maestro y después suegro de Velázquez, en un tratado terminado en 1638 y publicado en 1649, aporta información sobre su aprendizaje, sus primeros años en la corte y su primer viaje a Italia, con muchos detalles personales. Su primera biografía completa es de Antonio Palomino y fue publicada en 1724, más de sesenta años después de la muerte de Velázquez, pero se basa en unas notas biográficas redactadas por uno de los últimos discípulos del pintor, Juan de Alfaro. Palomino, como pintor de corte, conocía muy bien las obras de Velázquez que se encontraban en las colecciones reales, y había tratado con personas que habían coincidido de joven con el pintor. Este autor completa la información dada por Pacheco y aporta datos de su segundo viaje a Italia, su actividad como pintor de cámara, como funcionario de Palacio y encargado de las obras de arte para el Rey. Antonio Palomino proporciona un listado de los oficios que desempeñaba en la Casa Real, y el texto del epitafio redactado en 3 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ latín por Juan de Alfaro y su hermano médico, dedicado al eximio pintor de Sevilla “Hispalensis. Pictor eximius”. Sevilla, en tiempo de Velázquez, era una ciudad de enorme riqueza, como centro del comercio del Nuevo Mundo, sede eclesiástica importantísima, cuna de los grandes pintores religiosos del siglo y conservadora de su arte. Según Palomino, Velázquez primero fue discípulo de Francisco de Herrera, pero a los 11 años entró en el estudio de Francisco Pacheco, el más prestigioso maestro en Sevilla, que era un hombre culto, escritor y poeta. Después de seis años en Sevilla, “cárcel dorada del arte”, como la llamó Palomino, Velázquez fue aprobado como maestro pintor de imaginería y óleo con licencia para practicar su arte en todo el reino, tener tienda pública y aprendices. No sabemos si tuvo aprendices en Sevilla, pero es posible dada la reiterada producción de bodegones que pintó en la capital andaluza. La incorporación de Velázquez al taller de Pacheco modificará sustancialmente su vida porque consolidó su formación y sus contactos. En 1618 Velázquez contrae matrimonio con Juana Pacheco, hija de Francisco Pacheco y en Sevilla nacieron las dos hijas del pintor. Años después se volverá a repetir la historia con el matrimonio de la hija del artista sevillano con el pintor Juan Bautista del Mazo, quien se había formado en el taller velazqueño. Pacheco atribuyó el éxito de su discípulo y yerno en la corte a: Sus estudios y su formación, Trabajar con modelos del natural, Su dedicación a dibujar. Velázquez tenía un joven aldeano que posaba para él y, aunque no se ha conservado ningún dibujo de este modelo, repite los mismos rostros y personas en algunas de sus obras juveniles sevillanas. Pacheco no menciona ninguna de las pinturas religiosas efectuadas en Sevilla aunque habría tenido que aprobarlas, como especialista en la iconografía religiosa y censor de la Inquisición. 4 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Su suegro si menciona y elogia sus bodegones, escenas de cocina o taberna con figuras y objetos de naturaleza muerta, cuya popularidad en España se debe en gran parte a Velázquez. En los bodegones y en los retratos, Velázquez imitó realmente la naturaleza, al igual que Caravaggio y Ribera. Velázquez fue uno de los primeros exponentes en España del naturalismo que procedía de Caravaggio. El aguador de Sevilla (h. 1619, Wellington Museum, Londres) fue atribuido a Caravaggio al llegar a Londres en 1813. El aguador fue una de las primeras obras en difundir la fama de Velázquez por la corte española. En 1622 se marchó a Madrid por primera vez con la esperanza, aunque no realizada, de pintar a los reyes. En 1622 hizo para Pacheco el retrato del poeta Don Luis de Góngora (Museum of Fine Arts, Boston), muy afamado y copiado al pincel y al buril, y esto fomentó su reputación de retratista. En 1623 volvió a Madrid, llamado por el conde-duque de Olivares, y realizó la efigie del joven Felipe IV, rey desde hacía dos años. Su majestad le nombró en seguida pintor de cámara, el primero de sus muchos cargos palatinos, algunos de los cuales le acarrearían pesados deberes administrativos. La función principal de un pintor de cámara o pintor de la corte es realizar los retratos regios, en el que el retratado es el gobernante, y a las personas de la corte. A partir de 1623, Velázquez ya no volvería a Sevilla, ni tampoco salió mucho de Madrid, salvo para acompañar al rey y su corte. Solamente salió de España para ir a Italia en dos ocasiones: La primera en viaje de estudios (1629-1630) La segunda con una comisión del rey (1649-1651) 5 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VIAJES A ITALIA Los principales biógrafos italianos del siglo XVII dan noticia, del segundo viaje del pintor español a Roma, refiriendo a su labor para conseguir estatuas antiguas o modernas para decorar los palacios de Felipe IV. Palomino facilita las noticias más interesantes sobre el segundo viaje a Italia del sevillano en sus 3 tomos de su obra El Parnaso. Los dos primeros tomos versan sobre la práctica y el arte de la pintura, y han tenido poca influencia posterior. Pero el tercero constituye un valioso material biográfico de pintores españoles del Siglo de Oro, que ha motivado que Palomino sea llamado el Vasari español. Esta parte fue parcialmente traducida al inglés en 1739. El primer viaje de estudios de Velázquez a Italia fue autorizado por Felipe IV y se desarrolló entre agosto de 1629 y enero de 1631. Velázquez partió con su sueldo y dinero extra para el viaje. Portaba recomendaciones de Olivares a los embajadores españoles y cartas de presentación de varios embajadores extranjeros. Desde Barcelona, llegó a Génova, punto de partida del recorrido del pintor hasta Venecia, donde admiró a los maestros del siglo XVI y copió algunas obras de Tintoretto. En dirección hacia Roma, se detuvo en Ferrara, donde residía Guercino, uno de los grandes pintores italianos del momento, Loreto, Bolonia y Roma, donde admiró a Miguel Ángel. Las residencias romanas de Velázquez, en su primer viaje, quedan minuciosamente descritas en el relato de Palomino: Se hospedó primero en los palacios vaticanos, Luego en la Villa Medici, Finalmente, por unas tercianas que le enfermaron, en el palacio del embajador, entonces el conde de Monterrey. En Roma, principal etapa del viaje, Velázquez contó con el apoyo del cardenal Francesco Barberini, sobrino de Urbano VIII, por cuyas 6 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ gestiones fue alojado en el Vaticano, en habitaciones solitarias y alejadas de la Capilla Sixtina que tanto le interesaba. La incomodidad del alojamiento y la proximidad del verano le llevó a la Villa Medici, propiedad del Gran Duque de Toscana, donde, tras algunas gestiones diplomáticas, pudo residir algunos meses. En 1630 Velázquez estaba en Roma, que era el centro artístico del mundo, y fue presentado al Duque de Toscana como el mejor pintor de retratos del natural. “La fragua de Vulcano”, Museo del Prado, y “La túnica de José”, San Lorenzo de El Escorial, son las dos grandes pinturas fruto del primer viaje a Italia, pintadas como consecuencia de la admiración por los maestros italianos. El repertorio de enseñanzas académicas que el pintor había recibido en Sevilla, se renovaron en Roma en estas dos composiciones con torsos desnudos y equilibrio compositivo. El ellas plasma las expresiones individuales de cada personaje reaccionando ante los acontecimientos, según la teoría italiana. La atmósfera se refleja en amplios escenarios, desconocidos hasta ahora en Velázquez, y se aleja del tenebrismo. En el color surgen tonos anaranjados característicos de Roma y Nápoles, junto a los grises verdosos de la paleta velazqueña. En lo que respecta al segundo viaje, Palomino define con precisión como Velázquez fue enviado por su Majestad a Italia con 3 misiones fundamentales: Embajada extraordinaria con el Pontífice Inocencio X Comprar pinturas originales y estatuas antiguas Vaciar algunas de las más célebres que se hallan en Roma. Velázquez embarcó en Málaga rumbo a Italia el 21- 1- 1649. Acompañaba a la comitiva de don Jaime Manuel de Cárdenas, duque de Maqueda y Nájera, cuya misión era la de recoger en Trento a la nueva reina de España, doña Mariana de Austria. Llegó a Génova y después fue a Milán, donde visitó La cena de Leonardo. 7 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Más tarde, pasó a Padua y de allí a Venecia, alojándose en la casa del embajador español, el marqués de la Fuente. En Venecia permaneció poco tiempo, porque fue a Módena. En enero de 1651, Velázquez regresó a Venecia y residió en la ciudad un tiempo, extendiendo su fama y comprando con oro las obras de los maestros venecianos del Renacimiento. De camino hacia Roma se detuvo en Bolonia y a continuación fue a Florencia, que no la visitó en su primer viaje y donde halló mucho que admirar. De allí fue a Módena, en donde don Francisco de Este le mostró sus colecciones y el retrato que le hizo, el propio sevillano, durante su estancia en Madrid en 1638. Abandonó Módena y antes de dirigirse definitivamente a Roma pasó a Parma, lugar en el que contempló las obras de Parmigianino y Correggio, claros antecesores del espíritu barroco. ROMA: MAYO DE 1649 - DICIEMBRE DE 1651 Se desconoce la fecha exacta de su llegada a Roma. Palomino relata que fue a Nápoles y tuvo la ocasión de visitar al valenciano Ribera, muy reconocido en Nápoles. Al volver a Roma, el cardenal de la Cueva, escribió cartas fechadas el 29 de mayo, el 19 de junio y el 10 de julio de 1649, que son las primeras noticias documentales que se tienen relatando las actividades del pintor en Roma. En su primer viaje, Palomino relata que se alojó en: Los palacios vaticanos, La Villa Medici, El palacio del embajador, entonces el conde de Monterrey. En cuanto a la segunda estancia romana del sevillano, sorprende el silencio, del biógrafo español, quien nos refiere únicamente que a su llegada a la ciudad fue protegido por diversas familias importantes de la aristocracia romana, tal vez por su condición de «embajador extraordinario». 8 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ La misión de Velázquez era comprar esculturas, pinturas y contratar a un pintor al fresco, preferentemente Pietro da Cortona, para las decoraciones del Alcázar. Disponía de poco tiempo, porque el rey exigía su vuelta cuanto antes y hay que añadir que además pintó mucho en este tiempo. Estas circunstancias le empujaron a rodearse de ayudantes para las cuestiones técnicas y logísticas de las adquisiciones regias. Se establecieron acuerdos entre Velázquez y los fundidores para llevar a cabo las copias, en bronce, de tres estatuas antiguas en mármol. Las obligaciones y derechos de las partes quedaban perfectamente definidas en el pacto. El 7 de enero de 1650 Velázquez contrataba con Matteo Bonarelli la realización de doce Leones de bronce, de la forma, calidad y tamaño que tienen los dos modelos que el Sr. Matteo tiene en su casa y que Velázquez había visto. De cada modelo el escultor se obligaba a sacar seis leones, que se entregarían en 15 meses. Los leones tenían que quedar perfectamente terminados y llevar en el cuello un molde de quitar y poner para montar las mesas de pórfido que iban a sujetar. Velázquez se comprometía a pagar 4.600 escudos, en diversos plazos, por las piezas y se reservaba el derecho de proveer el bronce que debía tener la calidad suficiente para que el oro se pudiera adherir. Las doce piezas se enviaron a España en dos remesas. La primera a finales de marzo de 1651 y, en ésta, se transportaron desde Roma a Nápoles, 244 cajas en las que, además de dos de los Leones, se incluyeron estucos, moldes de estatuas y una escultura de metal. La segunda remesa se llevó a término a finales de abril de 1652, y se mandaron los diez Leones restantes y los tres bronces fundidos por Del Duca y Sebastiani. 9 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ En enero de 1650, Velázquez fue admitido como miembro de la Academia de San Luca, quizás amparado por el papa Inocencio X y en reconocimiento por su famoso retrato. En febrero de 1650 fue acogido a «viva voce» como hermano de la Congregación de los Virtuosos del Panteón, por el retrato que hizo de su esclavo. Entre las pinturas hechas para la fiesta mayor de la confraternidad, se expuso el retrato de Juan de Pareja y todos los pintores dijeron que sólo este retrato parecía una persona de verdad. El 6 de abril de 1650 encargó a Orazio Albrizio que hiciera un vaciado en yeso de tres esculturas originales que estaban en el Belvedere: el Nilo, el Antinoo y el Apolo. Belvedere es un término arquitectónico italiano que significa “bella vista” que se refiere a cualquier clase de estructura arquitectónica (mirador o galería) situada de manera que pueda tenerse esa vista. Un belvedere puede construirse en la parte superior de un edificio de manera que se tenga esa vista. En el siglo XVI comenzó la moda por el belvedere. Donato Bramante unió el Palacio Apostólico con el Belvedere, a petición del papa Julio II creando el Cortile del Belvedere (Patio del Belvedere), en el que estuvo el Apolo Belvedere, entre otras famosas esculturas antiguas. Cuando las piezas llegaron al Alcázar, la escultura en yeso del Nilo se instaló en la sala de las Bóvedas de Tiziano, junto con el Antinoo, el Apolo del Belvedere y el Laocoonte, reuniendo en el mismo espacio todas las copias que se hicieron en el Vaticano. La estancia de Velázquez en Roma se prolongó hasta diciembre de 1650. A principios de diciembre dejó Roma y liberó a su esclavo Juan de Pareja. Después fue a Módena y de allí a Venecia, donde se encontraba el 19 de enero de 1651. Palomino relata en el Parnaso que el pintor llevó a España: 10 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Tres lienzos de Tintoretto: San Pedro, una Gloria y otro, ovalado, de la Recogida del maná. Veronés, Venus y Adonis y unos retratos. Velázquez trajo gran cantidad de pinturas originales de los mejores autores para decorar el Alcázar. No se tienen más noticias de las actividades del pintor desde finales de enero de 1651 hasta su llegada a Madrid el 23 de Junio de 1651. Se cree que Velázquez tuvo un hijo natural con Marta, viuda de Domenico Montanini y nodriza de Antonio de Silva, y que el pintor, como padre de su único hijo varón, quiso recuperarlo. Marta, al ser viuda, no podía declarase como la madre, pero si como nodriza y por esta razón se le acusó de maltratar al pequeño, con el fin de tener un argumento de fuerza para recuperarlo. El niño pasó a manos de Juan de Córdoba, amigo de Velázquez, quien debió responsabilizarse de Antonio, cuya historia, a partir de ese momento, ignoramos pero que pudiera estar en relación con la petición del pintor al rey de volver a Italia en 1657, año en el que Córdoba aún vivía en Roma. VELÁZQUEZ EN MADRID (1623 - 1660) En la corte, famosa por su ceremonial y su rígida etiqueta, pudo contemplar y estudiar las obras maestras de las colecciones reales, especialmente a Tiziano. Como el gran pintor veneciano, Velázquez se dedicó a pintar retratos de la familia real y miembros de la corte. Su primer retrato ecuestre del rey, según Pacheco, fue colocado en un lugar de honor, frente al famoso retrato ecuestre de “El emperador Carlos v, a caballo, en Mühlberg”, de Tiziano (M. Prado). Su retrato del cardenal Barberini no gustó por su melancólica y severidad, pero sus obras y su modestia merecieron los elogios del gran pintor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577 - 1640), cuando vino a España por segunda vez en 1628, según Pacheco. 11 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Ya habían cruzado correspondencia los dos y colaborado en un retrato de Olivares, grabado por Paulus Pontius en Amberes en 1626, cuya cabeza fue delineada por Velázquez y el marco alegórico diseñado por Rubens. Durante la estancia de Rubens en Madrid, Velázquez le vio pintar retratos reales y copiar cuadros de Tiziano. Tiziano y Rubens fueron los dos pintores que más influencia tendrían sobre la obra de Velázquez y que inspiraron su primer cuadro mitológico “El triunfo de Baco” o “los borrachos” (1628- 1629, Museo del Prado), tema que en Velázquez recordaría más el mundo de los bodegones que el mundo clásico. Parece que una visita a El Escorial con Rubens renovó su deseo de ir a Italia y partió en agosto de 1629. El joven pintor de retratos, favorito del rey y de Olivares, se iba a Italia con la intención de completar su formación. Cuenta Pacheco que copió a Tintoretto en Venecia y a Miguel Ángel y Rafael en el Vaticano. Pasó el verano en la Villa Médicis, donde había estatuas antiguas que copiar. No ha sobrevivido ninguna de estas copias ni tampoco el autorretrato que se hizo a ruego de Pacheco, quien lo elogia por estar ejecutado “a la manera del gran Tiziano. “La fragua de Vulcano” (1630, Prado) y “La túnica de José” (1630, El Escorial) evidencian las palabras de su amigo Jusepe Martínez, “vino muy mejorado de Roma en cuanto a la perspectiva y arquitectura se refería”. Los temas bíblico y mitológico, tratados por Velázquez, demuestran la independencia de su interpretación de las estatuas antiguas en los torsos desnudos sacados de modelos vivos. En 1631 regresa a Madrid y volvió a su oficio de pintor de retratos, entrando en un periodo de gran producción. Participó en los dos grandes proyectos decorativos del momento: El nuevo palacio en las afueras de Madrid. La Torre de la Parada, pabellón que usaba el rey cuando iba de caza. 12 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Adornaron suntuosamente el Salón de Reinos (terminado en 1635), sala principal del palacio del Buen Retiro: Sus cinco retratos ecuestres reales, Las lanzas o la rendición de Breda (Prado), que fue su contribución a la serie de triunfos militares. San Antonio Abad, primer ermitaño (h. 1633, Prado), destinada al altar de una de las ermitas de los jardines del Retiro, que demuestra el talento del pintor para el paisaje. Para la Torre de la Parada en El Pardo, Velázquez pintó: Retratos del rey, su hermano y su hijo, vestidos de cazadores, con fondos de paisaje, lo mismo que los retratos ecuestres del Buen Retiro La Cacería de jabalíes en Hoyo de Manzanares (h. 1635- 1637, National Gallery, Londres). “Esopo”, “Menipo” y “El dios Marte” (todas en el Prado), temas apropiados al sitio y no ajenos a las escenas mitológicas encargadas a Rubens y a su escuela en Amberes. Por esta época, Velázquez pintó también sus retratos de bufones y enanos, de los cuales sobresalían las cuatro figuras sentadas, por sus posturas, adaptadas a sus deformados cuerpos. La Coronación de la Virgen (h. 1641-1642, Prado), destinada al oratorio de la reina en el Alcázar es una composición en la línea de Rubens al estilo de Velázquez. El retrato de “Felipe IV en Fraga” (1643, Frick Collection, Nueva York), realizado para conmemorar una reciente victoria del ejército. A partir de entonces no volvería a retratar al rey durante más de nueve años. A pesar de sus muchos problemas militares, económicos y familiares, Felipe IV no perdió su pasión por el arte ni sus deseos de enriquecer su colección. Por este motivo encargó a Velázquez que fuera de nuevo a Italia a buscarle pinturas y esculturas antiguas. 13 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Partió Velázquez en enero de 1649, recién nombrado ayuda de cámara del rey, y llevó consigo pinturas para el papa Inocencio X en su Jubileo. Este segundo viaje a Italia de Velázquez tuvo consecuencias importantes para su vida personal y profesional. En Roma: Tuvo un hijo natural, llamado Antonio, Dio la libertad a su esclavo de muchos años, Juan de Pareja. Le eligieron académico de San Lucas y socio de la Congregación de los Virtuosos. Su retrato de Juan de Pareja (1650, Metropolitan Museum of Art, Nueva York), expuesto en el Panteón romano, parecía verdad. “La Venus del espejo” (1650-1651, National Gallery, Londres), el único desnudo femenino conservado de su mano. Hizo el retrato de Inocencio X, favor concedido a pocos extranjeros, retrato (Galleria Doria Pamphili, 1650, Roma). Existen múltiples copias del cuadro que ha inspirado a numerosos pintores desde que se pintó hasta hoy. La impresión de luz y color mediante pinceladas sueltas recuerda a Tiziano, y anuncia el estilo avanzado y tan personal de sus últimas obras. De vuelta en Madrid en 1652, y con el nuevo cargo de aposentador de Palacio, Velázquez se entregó al adorno de las salas del Alcázar, aprovechando las obras de arte adquiridas en Italia, entre las cuales había alrededor de trescientas esculturas. En 1656, el rey le mandó llevar cuarenta y una pinturas a El Escorial, entre ellas las compradas en la almoneda londinense del monarca inglés Carlos I. Según Palomino, redactó una memoria acerca de ellas en la que manifestó su erudición y gran conocimiento del arte. Para el salón de los espejos, donde estaban colgadas las pinturas venecianas preferidas del rey, pintó cuatro mitologías e hizo el proyecto para el techo, con la distribución de temas, que ejecutarían dos pintores boloñeses contratados por Velázquez en Italia. A pesar de todas estas ocupaciones, Velázquez no dejó de pintar a la joven reina Mariana y sus hijos: 14 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ La reina Mariana de Austria (h. 1651-1652, Prado) La infanta María Teresa, hija del primer matrimonio del rey (1652-1653, Kunsthistorisches Museum, Viena), tienen rostros y figuras, muy parecidas, ya que son primas. Los dos últimos retratos de Felipe IV, copiados al óleo y al buril, son bien diferentes (1653-1657, Prado; h. 1656, National Gallery, Londres). Son retratos sencillos, vestidos con trajes oscuros, informales e íntimos, que reflejan el decaimiento físico y moral del monarca. Hacía nueve años que no se le había retratado y, como él mismo dijo en 1653: «No me inclino a pasar por la flema de Velázquez, como por no verme ir envejeciendo». En los últimos años de su vida, pese a su conocida flema, Velázquez añadió dos magistrales lienzos a su obra: “Las hilanderas” o “La fábula de Aracne” (h. 1657, Prado) y “Las meninas” o “la familia de Felipe IV” (1656, Prado). En ellos vemos cómo el realismo detallado del pintor sevillano, se había ido transformando a lo largo de su carrera en toques de pincelada suelta, que preludia al arte de Manet y otros pintores del siglo XIX en los que tanta impactó su estilo. Su último acto público fue el de acompañar a la corte a la frontera francesa y decorar con tapices el pabellón español en la isla de los Faisanes para el matrimonio de la infanta María Teresa y Luis XIV (7 de junio de 1660). Pocos días después de su vuelta a Madrid, cayó enfermo y murió el 6 de agosto de 1660. Su cuerpo fue amortajado con el uniforme de la orden de Santiago, que se le había impuesto el año anterior. Fue enterrado, según las palabras de Palomino, “con la mayor pompa y enormes gastos, pero no demasiado enormes para tan gran hombre”. Velázquez, durante toda su trayectoria artística, defendió la nobleza de la pintura sobre los oficios mecánicos. 15 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ La pintura requiere una idea, un trabajo intelectual y una reflexión mental, aunque luego se plasme de forma manual sobre el lienzo con el pincel. ISLA DE LOS FAISANES El artista murió en 1660 tras regresar del solemne acto que se celebró en la isla de los Faisanes por el que se entregaba en matrimonio a la infanta María Teresa al rey Luis XIV de Francia. La isla de los Faisanes es un islote fluvial situado cerca de la desembocadura del río Bidasoa, y cuya soberanía es compartida entre España y Francia, que acordaron encargarse de ella seis meses al año cada una. Es el territorio en condominio más pequeño del mundo. Un condominio es la posesión de algo, en especial una finca o un bien inmueble, por dos o más personas a la vez. La isla pertenecía antiguamente al término municipal de Fuenterrabía (Guipúzcoa), pero en la actualidad está administrada por el Ayuntamiento de Irún. Esta zona fue un territorio poblado por pueblos prerromanos de origen vascón. Los sucesos históricos más importantes que tuvieron lugar en ella: 1. La rúbrica del Tratado de Paz de los Pirineos entre Luis de Haro y el Cardenal Mazarino en 1659. 2. El Tratado fue ratificado por el compromiso contraído entre Luis XIV y la Infanta María Teresa de Austria, el 10 de junio de 1660. 3. El pintor Diego Velázquez acudió aquí a preparar este evento. En el centro de la isla se yergue un monolito con una inscripción conmemorativa de dichos sucesos. Además en ella se han efectuado intercambios de rehenes y entregas de infantas casaderas, entre otros eventos diplomáticos. 16 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ LAS PINTURAS DE VELÁZQUEZ CRISTO EN CASA DE MARTA Y MARÍA 1618. Óleo sobre lienzo. National Gallery, Londres Cristo en casa de Marta y María es una pintura al óleo, realizada en Sevilla al comienzo de su carrera, fechada en 1618. La imagen refleja el Evangelio de San Lucas (10, 38-42). Jesús fue recibido en casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Marta se ocupaba en servirle, mientras María solo se ocupaba de escuchar con atención las palabras del Señor. Marta se quejó a Jesús, porque su hermana la dejaba sola en los quehaceres de la casa, pero Jesús le replicó: «Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas y solo es necesaria una. María ha escogido la parte mejor», María escuchaba a Jesús. El cuadro reúne elementos del género del bodegón con figuras practicado asiduamente por el joven Velázquez y defendido por su maestro y suegro Francisco Pacheco, por su imitación del natural. En primer término una doncella trabaja en la cocina con un almirez, y en el bodegón se aprecian las texturas y los brillos. En la mesa se encuentran dos platos de barro con huevos Otro con cuatro pescados por cocinar, Una jarra de barro vidriado en su mitad superior, Una guindilla y algunos ajos. A la espalda de la doncella, una anciana, en la que se ha visto el mismo modelo de la Vieja friendo huevos, gesticula con el dedo índice de su mano derecha. El naturalismo lleva a Velázquez a tratar una escena cotidiana, que podía ser cualquier cocina sevillana de su tiempo. 17 VELÁZQUEZ. CRISTO EN CASA DE MARTA Y MARÍA. 1818. NATIONAL GALLERY, LONDRES 18 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ La escena principal se sitúa en segundo plano, donde Jesús dialoga con María sentada en el estrado a sus pies, según la costumbre femenina del XVII, y otra mujer aparece de pie tras ella. La duplicidad espacial y la composición invertida se emplearán muchos años después en La fábula de Aracne (c. 1657), relegando la escena principal al segundo plano, de modo que el hecho religioso aparezca inmerso en el sobrio mundo cotidiano: “Dios anda también entre los pucheros”. Francisco Pacheco había empleado este recurso en San Sebastián atendido por santa Irene (1616, antes en el Hospital de la Caridad de Alcalá de Guadaira, destruido). El recuadro enmarcado es de difícil interpretación: un cuadro dentro del cuadro, o una ventana abierta en la cocina. También existen dudas al interpretar el papel de las mujeres del primer plano. Para Julián Gállego, Marta estaría representada en la joven cocinera afanada en las tareas domésticas y la anciana es intermediaria entre las dos escenas, acusando a María de inactividad. Fernando Marías habla de bodegón en el que se interrelacionan dos realidades, la cocina, formando parte del mundo del espectador, y la ilustración evangélica, que dota de valor trascendente a la composición, en este caso exhortando, por medio de la anciana, a reflexionar sobre las palabras de Jesús también cuando se «anda entre los pucheros». Manuela Mena, interpreta el cuadro como una alegoría de las vidas activa y contemplativa, representadas respectivamente en la tradición cristiana en Marta y María, debiendo subordinar el sustento material al espiritual, que al final será el único que cuente. LA VIEJA FRIENDO HUEVOS 1618. Óleo sobre lienzo. Galería Nacional de Escocia, Edimburgo, Reino Unido 19 VELÁZQUEZ. LA VIEJA FRIENDO HUEVOS. 1618. - GALERÍA NACIONAL DE ESCOCIA. EDIMBURGO, REINO UNIDO 20 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ El cuadro pertenece al género del bodegón, según lo entendía Pacheco, como escena de cocina o de mesón con figuras vulgares. Sí son pintados como mi yerno son verdadera imitación del natural. La escena presenta fuertes contrastes de luz y sombra. La luz, destaca con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared. Cuelgan un cestillo de mimbre y lámparas de aceite. Una anciana cocina un par de huevos, que en mitad del proceso flotan en una cazuela de barro gracias al punto de vista elevado de la composición. Lleva una cuchara de madera en la mano derecha. La anciana alza la cabeza ante la llegada de un muchacho que lleva un melón y un frasco de cristal. En el bodegón hay: una jarra de loza vidriada blanca junto a otra vidriada de verde, un almirez, un plato de loza hondo con un cuchillo, cebollas y guindillas. Apoyado un caldero de bronce. Las texturas cerámicas y metálicas están definidas con la luz. Velázquez crea efectos ópticos mostrando el proceso de cambio de la clara del huevo crudo que se va tornando opaca al cuajarse. Capta lo fugaz y efímero en un momento concreto. La anciana y el joven están tratados con gran dignidad. El escorzo de la cabeza del muchacho coincide con el del adolescente que recibe la copa en El aguador de Sevilla. La repetición del modelo hace pensar en el aldeano aprendiz que, según Pacheco, le servía de modelo. El tipo humano de la vieja, es similar al de la anciana en Cristo en casa de Marta y María, en el que algunos críticos han querido ver a la suegra del pintor. Julián Gállego llamó la atención sobre la tranquilidad que emana del cuadro, alejada del dinamismo de las obras de Caravaggio, con el que algunos críticos le han relacionado por del claroscuro. Los personajes han sido sorprendidos en un instante y se han quedado inmovilizados. Jonathan Brown entiende por ello que Velázquez convertido sus personajes objetos y los ha tratado de igual modo que hace con estos, con distanciamiento y objetividad. 21 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ EL AGUADOR DE SEVILLA Óleo sobre lienzo. c. 1620. Apsley House, Londres, Reino Unido El aguador de Sevilla es una obra de juventud de Diego Velázquez, pintada en los últimos años de su estancia en Sevilla y conservada actualmente en el Wellington Museum, en el palacio Apsley House. Fue regalada por Fernando VII al general Arthur Wellesley en reconocimiento a su ayuda en la Guerra de la Independencia. La pintura pertenece al género del bodegón con figuras que Velázquez practicó durante sus años de formación en Sevilla para adquirir el dominio de la imitación del natural, según defendía su suegro Francisco Pacheco en “El arte de la pintura”. El cuadro perteneció a Juan de Fonseca, clérigo sevillano llamado a la corte por el Conde-Duque de Olivares donde desempeñaba el cargo de sumiller de cortina al servicio de Felipe IV. Fonseca, por orden de Olivares, llamó a Velázquez a Madrid, siendo su primer protector en la corte. Como un aguador fue adquirido en la almoneda de los bienes de Fonseca. Perteneció luego al cardenal-infante don Fernando, antes de pasar al Palacio del Buen Retiro, según el inventario de 1700. Más tarde se incorporó al Palacio Real Nuevo donde lo vio Antonio Ponz y fue grabado al aguafuerte por Goya. En 1813 fue regalado al duque de Wellington por Fernando VII, permaneciendo desde entonces en Apsley House, Londres, que fue la residencia del primer duque de Wellington, cerca de Hyde Park. Tras la muerte de Wellington en 1852, su hijo y heredero, el II duque, abrió al público en 1853 un Museum Room. En 1947 la mansión fue cedida al Estado y se engloba en el English Heritage, aunque parte del edificio es residencia de los Wellington. Apsley House es más conocida como el Wellington Museum, al albergar notables colecciones de arte abiertas al público. 22 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. EL AGUADOR DE SEVILLA. 1620, APSLEY HOUSE, LONDRES 23 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ El oficio de aguador dejaba un digno beneficio en Sevilla, ciudad calurosa y muy poblada, porque no requería examen ni dinero para establecerse, sólo un cántaro y dos vasos de vidrio. En el agua de la copa hay un higo que aporta un delicioso sabor. Pagaban dos maravedíes por cada cántaro que llenaban en un pozo de agua fría de un portugués y la vendían como agua de la Alameda, poniendo sobre la tapa una rama para acreditar su origen. El realismo en la mancha de agua y las gotas en el cántaro de primer plano y la perspectiva aérea son los protagonistas de la obra. Julián Gállego plantea El aguador como la representación de las tres edades. Fernando Marías piensa que el anciano, abstraído, medita, el hombre maduro actúa y el joven con la mirada representa la curiosidad. Además hay tres objetos protagonistas: el cántaro, la jarra vidriada y la copa de cristal, respondiendo a la luz según su materia: opaca, reflectante y transparente. FRANCISCO PACHECO Hacia 1620. Óleo sobre lienzo, 41 x 36 cm. Museo del Prado. En la segunda mitad del siglo XVI y las primeras décadas del siglo XVII abundaron en España los retratos masculinos de busto, destacados sobre un fondo neutro y sin elementos que describan su oficio o su identidad. El traje negro y la gorguera blanca son comunes en estas piezas y sitúan a los personajes en una escala social burguesa o noble. Son pinturas de ámbito privado como recordatorio familiar con los rasgos del modelo. Esta obra la realizó Velázquez antes de febrero de 1623, fecha en la que se prohibió la utilización del tipo de cuello (gorguera) que viste el retratado. CUELLO DE GORGUERA, LECHUGUILLA Y VALONA En el siglo XV apareció el término gorguera que era un cuello que cubría el escote y a veces también el cuello usado por las mujeres. 24 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ A mediados del siglo XVI apareció el cuello la gorguera de lechuguilla o lechuguilla por sus rizos semejantes a la lechuga. Primero fueron cuellos discretos pero, a partir del primer tercio del siglo XVI, las lechuguillas se fueron agrandando muchísimo y fueron utilizadas también por los hombres. Eran cuellos desmesurados de lino fino o con encajes caros, proporcionando aspecto de personaje de empaque y arrogancia. Generalmente estos cuellos formaban conjunto con los puños. La moda de la gorguera-lechuguilla se extendió por toda Europa: Italia, Francia, Inglaterra con su reina Isabel I y Países Bajos. La moda llegó a España con el séquito de Carlos I y fue un éxito entre con Felipe II y Felipe III. Con Felipe IV el tamaño de esta prenda comenzó a disminuir hasta llegar a su desaparición. Felipe IV lo suprimió por la Pragmática de enero de 1623. Se sustituyó la lechuguilla por la valona. La valona es un tipo de cuello de origen flamenco que apareció a finales de 1590 y sustituyó a la gorguera por diferentes motivos: Era menos aparatoso, Más práctico, usaba menos tejido y era más fácil de mantener, Su uso se generalizó en 1620 por hombres y por mujeres. La valona era una tira estrecha de lino almidonado que caía sobre la espalda y los hombros, cubriendo parte del pecho, y que se adapta al cuello con unas pequeñas pinzas. Era el tipo de cuello utilizado por los mosqueteros. Los extremos se adornaban con tiras de encaje de bolillos. El encaje más valorado era el flamenco, ya que era ligero y delicado. Este cuello se dejaba suelto por encima de la camisa para facilitar su limpieza y su colocación. Los letrados y estudiantes llevaban cuellos a la valona más pequeños y sin puntilla. Las mujeres usaron también una variedad de este cuello, de gran amplitud de origen francés. El nombre que se ha adjudicado a esta pintura es el de Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, y una de las figuras con mayor peso en el contexto artístico e intelectual de Sevilla de su época. 25 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Esta identificación, basada en la comparación con otros retratos, como el que aparece en la Adoración de los Reyes Magos, la forma alargada del rostro, la frente ancha y despejada, la nariz prominente y, sobre todo, la mirada inquisitiva así lo corroboran. El retrato deriva de los modelos flamencos y se caracteriza por los rasgos duros y marcados, con gran uso de la luz y las sombras. Es una obra de finales de 1622 o muy principios del 1623, en la transición entre Sevilla y Madrid, lo que explicaría su semejanza con el retrato de Góngora (Boston, Museum of Fine Arts). El cuadro se cita por primera vez en los bienes que poseía Felipe V en 1746 en el palacio de La Granja, por lo que se cree que fue una de las muchas pinturas que el rey y su mujer, Isabel de Farnesio, compraron en Sevilla durante su estancia en la ciudad en 1729 y 1733. 26 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. FRANCISCO PACHECO. C. 1620. MUSEO DEL PRADO, MADRID 27 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS 1619. Óleo sobre lienzo, 203 x 125 cm. Museo del Prado, Madrid. Es una de las obras maestras de la etapa sevillana de Velázquez, en la que confluyen numerosos contenidos de carácter biográfico. El hallazgo reciente de un autorretrato de Pacheco permite identificarlo con el rey mago Melchor, el de mayor edad, avala la teoría de que los tres personajes que aparecen en primer término son el pintor, su esposa Juana Pacheco, con la que se casó en abril de 1618, y su hija Francisca, que había nacido hacía poco. El cuadro, es un tema religioso, pero también plasma a la propia familia del pintor, lo que entra dentro de los parámetros de la cultura religiosa del Siglo de Oro. El destino de la obra fue el noviciado jesuita de San Luis, donde se cita durante el siglo XVIII, lo que explica la presencia de la familia de Velázquez en la pintura. Pacheco mantuvo estrecha amistad con algunos miembros de esta orden, que promovía la devoción sencilla y cercana, que facilitara al fiel la comprensión de los misterios sagrados. Velázquez funde el mundo real con el relato histórico y sagrado. Es una imagen sencilla, sin la complejidad de la que con frecuencia hizo gala su autor. Su tema se reconoce inmediatamente. Las figuras llenan la composición y se disponen en un plano muy próximo, generando intensidad expresiva y gran monumentalidad. Por su monumentalidad, belleza, expresividad y maestría, es una de las obras cumbres de la juventud de Velázquez. 28 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS. 1619. MUSEO DEL PRADO 29 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ FELIPE IV 1626 - 1628. Óleo sobre lienzo, 57 x 44 cm. Museo del Prado Es un ejemplo de la azarosa vida de muchos retratos reales durante el Siglo de Oro y demuestra cómo estas pinturas podían ser alteradas en función de los usos a los que estaban destinadas. Representa al rey Felipe IV (1605-1665) cuando tenía en torno a veinte años. Es un busto que realza su responsabilidad con la armadura y la banda carmesí de general le cruza el pecho. El torso del monarca está constreñido por el marco, porque se trata de un fragmento de un cuadro mayor, según ha revelado el estudio de sus características técnicas. Se ha pensado que podría ser un fragmento de retrato ecuestre de Felipe IV que realizó Velázquez en los primeros años de su estancia en la corte y del que sólo nos queda mención literaria. La cabeza está realizada con una técnica precisa. El cabello, los ojos, la nariz y la boca, están muy perfilados. Por el contrario, el metal y el tejido son más libres, con destellos de luz y toques de color, uno de los primeros ejemplos de lo que sería la técnica velazqueña. Esas diferencias estilísticas han hecho que muchos historiadores se hayan planteado la posibilidad de que el cuadro sea producto de dos momentos diferentes. A 1625 pertenecería este rostro muy trabajado, que está construido de manera similar al de los primeros retratos de Felipe IV. La banda y la armadura podrían fecharse en un momento posterior por las diferencias estilísticas. Es el primer retrato de Felipe IV realizado por Velázquez que nos ha llegado, en el que el énfasis iconográfico está puesto en las responsabilidades militares del monarca y no en las administrativas. 30 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. FELIPE IV. 1626-28. MUSEO DEL PRADO, MADRID 31 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ EL INFANTE DON CARLOS 1626 - 1627. Óleo sobre lienzo, 209 x 125 cm. Museo del Prado VELÁZQUEZ. EL INFANTE DON CARLOS. 1626-27. MUSEO DEL PRADO 32 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ El infante D. Carlos, hermano menor del rey Felipe IV, nació en Madrid en 1607 y murió en 1632. El infante ha pasado a la posteridad gracias a este retrato, uno de los mejores de la primera etapa cortesana de Velázquez, y que se suele fechar en torno a 1626 o 1627, aunque hay alguna disparidad. Plasma la sobria figura del infante en un espacio neutro, modulado por gradaciones de grises y por la sombra que proyecta el cuerpo sobre el suelo, en un retrato muy elegante. La mano derecha sostiene el sombrero y la izquierda sujeta un guante. Estos pequeños detalles otorgan al retrato gran distinción. Los pies forman casi un ángulo recto en una elegante posición. EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS (MUDÉJARES) Velázquez se estaba especializando en la pintura de retratos, aunque había realizado un cuadro histórico, La expulsión de los moriscos, desapareció en el incendio del Alcázar en 1734. Los moriscos (palabra que deriva de moro) fueron los musulmanes del al-Ándalus bautizados tras la pragmática de conversión forzosa de los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502 en la Corona de Castilla y en 1526 en la Corona de Aragón. Tanto los convertidos de forma voluntaria como los convertidos obligatoriamente pasaron a denominarse moriscos. Antes de la conversión forzada, a los musulmanes que vivían practicando su fe en los reinos cristianos, se les llamaba mudéjares. La población morisca consistía en más de 300.000 personas en un país de unos 8,5 millones de habitantes. Estaban concentrados en: Los reinos de Aragón, en el que constituían un 20 % de la población, Valencia, donde representaban un 33 % del total de habitantes, En Castilla estaban más dispersos. Tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571), protagonizada por moriscos granadinos, se opinaba que esta minoría religiosa constituía un serio problema para la Monarquía Hispánica. 33 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Esta opinión se reforzaba por las incursiones de piratas berberiscos, que eran facilitadas o festejadas por los moriscos y que asolaban la costa mediterránea. Los moriscos empezaron a ser considerados potenciales aliados de turcos y franceses. En Europa no se veía bien la permanencia de los moriscos y con la expulsión se ratificaba la cristiandad de España, que había comenzado con la expulsión de los judíos. Según Domínguez Ortiz, en la decisión de Felipe III influyó la opinión de su valido el duque de Lerma y el de la reina Margarita de Austria de quien en sus honras fúnebres el prior del convento de San Agustín de Granada dijo que profesaba un “odio santo” a los moriscos. La promulgación de los decretos de expulsión, se celebró el 25 de marzo de 1611 en Madrid y fue ordenada por el rey Felipe III y llevada a cabo de forma escalonada entre 1609 y 1613. En total fueron expulsadas unas 300.000 personas, la mayoría de ellas de los reinos de Valencia y de Aragón que fueron los más afectados, ya que perdieron un tercio y un sexto de su población, respectivamente. DIONISO O BACO. DIOS DEL VINO Dioniso es hijo de Zeus y Sémele, hija de Cadmo y Harmonía y pertenece, por lo tanto, a la segunda generación de dioses Olímpicos. Sémele pidió a Zeus que se mostrase en todo su poder, pero no fue capaz de resistir la visión de los relámpagos y cayó fulminada. Zeus le extrajo al hijo que llevaba en su seno y que estaba en el sexto mes de gestación y le cosió a su muslo hasta que llegó la hora de su nacimiento. Dioniso es el dios nacido dos veces. Para protegerle de los celos de Hera, Zeus mandó llevar al niño fuera de Grecia. Su Hermano Hermes le condujo a las ninfas para que le cuidasen. Este hecho fue plasmado magistralmente por Praxíteles, en la Grecia del siglo IV a.C., en su escultura “Hermes con el niño Dionisos”. 34 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ De adulto Dioniso (Baco) descubrió la vid y su utilidad. Pero Hera le enloqueció y anduvo errante por Egipto y Siria. En las costas de Asia llegó a Frigia, donde le recibió la diosa Cibeles, que le purificó y le inició en los ritos de su culto. Dioniso llegó a la India, sometiéndola con las armas y su poder místico. En esta época tiene origen el cortejo triunfal del que se hace acompañar. En el cortejo triunfal Dioniso va en un carro tirado por panteras y adornado con hiedra. Le acompañan los sátiros, silenos y bacantes. Las Bacanales eran las fiestas de Dioniso, en las que todo el pueblo y, en especial las mujeres, eran presa de delirios místicos y recorrían el campo profiriendo gritos rituales. Después el dios fue a la isla de Naxos, para lo que contrató los servicios de unos piratas. Pero los piratas pusieron rumbo a Asia, con la idea de venderle como esclavo. Cuando Dioniso se dio cuenta transformó los remos en serpientes, llenó el barco de hiedra e hizo que sonaran flautas invisibles. Los piratas enloquecidos se precipitaron al mar, convirtiéndose en delfines, lo que explica que los delfines sean amigos de los hombres y los ayuden en los naufragios, ya que son piratas. A partir de este hecho el poder de Dioniso fue reconocido por todo el mundo, terminó su misión y se implantó su culto. En la isla de Naxos encontró a la bellísima Ariadna, que había sido abandonada por Teseo. Se enamoró de ella y se casaron. Dioniso es el dios de la viña, del vino y del delirio místico. Se le festejaba con procesiones tumultuosas en las que se evocaban con máscaras los genios de la Tierra y la fecundidad. En la época romana, los Misterios de Dioniso, por su carácter orgiástico se hicieron muy populares. El Senado Romano prohibió la celebración de las Bacanales en el 186 a.C., pero se siguieron las tradiciones dionisiacas. El atributo de Dioniso es el tirso, bastón de vides enrolladas y rematado con una piña. 35 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Los cultos orgiásticos establecen una estrecha relación entre el dios y sus seguidores. Así Nietzsche plasmó la oposición entre lo apolíneo (distante) y lo dionisiaco (cercano). Dioniso/Apolo. Las ménades “mujeres posesas” son las bacantes divinas que siguen a Dioniso. Se las representa desnudas o con velos ligeros. Llevan coronas de hiedra y a veces tocan la doble flauta, entregándose a danzas apasionadas. Las ménades personifican los espíritus orgiásticos de la naturaleza. LOS BORRACHOS, EL TRIUNFO DE BACO - 1628 - 1629. Óleo sobre lienzo, 165 x 225 cm. Museo del Prado, Madrid- El pago, en julio de 1629, de 100 ducados a Velázquez por cuenta de una pintura de Baco que había hecho para el rey nos informa sobre la fecha aproximada de la obra e identifica a su destinatario. Es el momento anterior del primer viaje a Italia, cuando llevaba 5 años al servicio del rey, tenía una gran experiencia en escenas religiosas y costumbristas y acababa de conocer a Rubens. Era la primera vez que se enfrentaba a un tema mitológico y para ello recuperó gamas cromáticas y tipos humanos propios de sus años sevillanos, pero con novedades formales. Los borrachos es una obra fronteriza, que inaugura su temática mitológica, y que estará presente hasta el final de su vida. En el dios Baco pintó uno de sus primeros desnudos masculinos. La luminosidad de su cuerpo y sus mantos dominan la composición. A la izquierda un sátiro con el torso desnudo levanta una fina copa de cristal. A la derecha un mendigo sin rostro, por la captación de la perspectiva aérea, pide limosna, mientras cuatro hombres de capas pardas, rostros curtidos y expresión ebrias, representan lo cotidiano y realista. Ante ellos, un joven de rodillas es coronado por el dios. 36 VELÁZQUEZ. LOS BORRACHOS, EL TRIUNFO DE BACO. 1628-29. MUSEO DEL PRADO, MADRID 37 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Se ha interpretado el cuadro como una alegoría sobre el vino: Con capacidad de alegrar el ánimo de los hombres y llevarles a estados irracionales, Como estímulo para la creación poética, como recordaban numerosos escritores españoles de la época de Velázquez. El dios Baco coloca al joven arrodillado una corona de hiedra, atributo relacionado con los poetas, no de vid, como la que luce él mismo. Velázquez demostró como el lenguaje naturalista se puede utilizar: En la temática costumbrista y religiosa, En la representación de escenas mitológicas. Mezcló la mitología clásica con los contenidos cotidianos, Se apartó de la idealización habitual del género. VISTA DEL JARDÍN DE LA VILLA MEDICI EN ROMA Hacia 1630. Óleo sobre lienzo, 48,5 x 43 cm. Museo del Prado Esta vista del jardín de la Villa Medici en Roma y su compañera son dos de los cuadros más destacados de Velázquez. En ambos se combinan arquitectura, vegetación, escultura y personajes, formando parte de este jardín romano. La luz y la atmósfera son los protagonistas de estas pinturas. La teoría dice que es una representación de la “tarde” y el “mediodía”, anticipándose a lo que haría Monet más de dos siglos después con sus famosas series de la Catedral de Rouen. Velázquez utiliza una serliana (arquitectura que combina un vano con un arco de medio punto, flanqueado por dos vanos adintelados). En este caso es una serliana cerrada con un muro. En estos pequeños cuadros se plasman rincones de la Villa Médicis, uno de los palacios más importantes de Roma. Estas dos pinturas son especialmente singulares porque se adelantan a la obra Impresión del Sol Naciente de Monet de 1873, convirtiéndose en un precursor del Impresionismo. 38 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ No existe un tema, pinta un paisaje, Pinta directamente del natural, Utiliza una pincelada muy suelta, Capta la atmósfera de un instante. No existe un tema. Los personajes pasean por el jardín. Un busto clásico (Hermes) asoma entre el seto, y en la pared una hornacina con una escultura que recuerda la colección de estatuas antiguas. En el siglo XVII el paisaje se convirtió en un género pictórico de importancia, pero la Naturaleza debía estar acompañada de un tema mitológico o sagrado que justificara el cuadro o tuviera un una vista urbana o monumental. Claudio de Lorena (1600 - 1682) salía al campo a tomar apuntes directamente del natural de los paisajes que dibujaba en sus cuadernos. Velázquez cogió sus pinceles y pintó estos paisajes directamente del natural, como 250 años después harán los impresionistas. Pinta un fragmento del jardín, captando la experiencia del instante. Son cuadros acabados y justificables en sí mismos, por el placer de pintar. No son encargos, que era el método de trabajo de los pintores hasta el siglo XIX. Existen discrepancias sobre las fechas de su ejecución. Fueron realizados durante uno de sus dos viajes a Roma. Desde un punto de vista técnico, las obras están pintadas sobre una preparación marrón, como la que utilizó en su primer viaje a Italia, y que no volvería a usar desde su vuelta a Madrid en 1631. En el primer viaje Velázquez vivió durante dos meses en la Villa Medici, lo que le permitía el acceso cómodo a estos jardines. Los defensores de la hipótesis del segundo viaje se apoyan en lo avanzado de su estilo y en que en esa época la gruta a la que da acceso la serliana estaba en obras. Son dos obras maestras de la historia del paisaje occidental, precursoras del Impresionismo del siglo XIX. En ellas Velázquez ha expresado de forma original y personalísima su concepción del paisaje, sin un pretexto que lo justifique 39 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. VISTA DEL JARDÍN DE LA VILLA MEDICI EN ROMA. C. 1630. MUSEO DEL PRADO, MADRID 40 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ JARDÍN DE LA VILLA MÉDICIS CON ARIADNA Hacia 1630. Óleo sobre lienzo, 44 x 38 cm. VELÁZQUEZ. JARDÍN DE LA VILLA MÉDICIS CON LA ESTATUA DE ARIADNA DORMIDA. MUSEO DEL PRADO, MADRID 41 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ En la pintura de Velázquez se aprecia una logia con la escultura de una figura yacente apenas esbozada por el artista. La figura femenina duerme al aire libre sobre un lecho liso de roca y viste una tela fina rica en pliegues, que es sostenida con un nudo sobre el hombro derecho. Además del brazalete, calza sandalias. Su cabeza descansa con los ojos cerrados sobre el dorso de la mano izquierda; mientras el brazo derecho está flexionado y reposa sobre la cabeza, postura frecuente en la Antigüedad. La figura dormida es Ariadna, abandonada por Teseo en la isla de Naxos mientras dormía y de quien posteriormente se enamoró Dioniso (Baco), convirtiéndola en su esposa. HEFESTO (VULCANO ROMANO). DIOS DEL FUEGO Vulcano era hijo de Zeus y Hera, perteneciendo a la segunda generación (los hijos de Zeus o Júpiter). Es el dios del Fuego, el dios Herrero. Sus atributos son el yunque, el martillo y las tenazas. Es el dios de los metales y la metalurgia. Es un dios cojo y hay varias versiones que explican este defecto. La Ilíada dice que en una disputa entre Zeus y Hera acerca de Heracles, Hefesto defendió a su madre y Zeus le cogió por un pie y le precipitó fuera del Olimpo. Hefesto estuvo cayendo un día entero, hasta que al atardecer dio en la tierra en la Isla de Lemnos y quedó cojo para siempre. La Ilíada también cuenta que era cojo de nacimiento y Hera, que se avergonzaba de él, le arrojó desde lo alto del Olimpo, cayendo en el Océano, donde fue recogido por la titánide Tetis, que le crió durante 9 años en una gruta submarina. En estos años forjó y fabricó numerosas joyas para ella y le estuvo muy agradecido. Para vengarse de su madre, Hefesto fabricó en secreto un trono de oro, en el que unas cadenas sujetaban al que se sentase en él, y se lo envió a Hera, quien se sentó imprudentemente y quedó atada sin posibilidad de librarse de sus ataduras. 42 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Sólo Hefesto sabía el secreto para soltarla y se encargó a Dionisos, que gozaba de su confianza, la misión de ir en su busca y para convencerle le embriagó. Hefesto entró en el Olimpo montado en un asno y allí desató a Hera. Reinaba sobre los volcanes, que son sus talleres, y en ellos trabaja con los cíclopes, gigantes de un único ojo en la frente, que son sus ayudantes. A su taller acudían los dioses para forjar sus armas y sus joyas: los rayos de Zeus, el tridente de Posidón, las flechas de Artemisa, las armas de Aquiles, la diadema de Ariadna, las joyas de Tetis, etc. Hefesto es entre los dioses, lo que Dédalo entre los mortales, un genio e inventor para quien ningún milagro técnico resulta imposible. Participó en el nacimiento de Pandora, cuyo cuerpo modeló con barro, y en el nacimiento de Atenea, abriendo con un hacha la cabeza de Zeus. Físicamente deforme se le atribuyen mujeres de gran belleza: Cárite, la Gracia por excelencia, Áglae, la más joven de las Gracias, Su esposa Afrodita, diosa de la Belleza y del Amor, Intentó una relación fallida con Atenea. LA FRAGUA DE VULCANO 1630. Óleo sobre lienzo, 223 x 290 cm. Museo del Prado, Madrid La fragua de Vulcano capta el instante de una impactante noticia, el momento en el que Apolo revela a Vulcano que su esposa Venus le es infiel con su hermano, el dios Marte Este tema mitológico, Velázquez le complementa con un tema de historia sagrada, La túnica de José, perteneciente al Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial (Patrimonio Nacional). 43 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Ambas las pintó Velázquez durante su primer viaje a Italia. Fueron adquiridas para las colecciones reales en 1634 para decorar el Buen Retiro. Carlos III la destinó al nuevo Palacio Real. Ovidio en las Metamorfosis (IV) narra que Apolo, el dios del sol, fue al taller del herrero del Olimpo, Vulcano, para darle la humillante noticia de que su esposa, Venus, estaba cometiendo adulterio con su hermano, el dios guerrero Marte. Velázquez representa ese momento como si se tratara de una instantánea fotográfica, adelantándose 200 años al nacimiento de la fotografía. Daguerre inventa en 1838 el daguerrotipo, primer procedimiento que comprende una etapa de revelado. En julio de 1839, otro francés, Hippolyte Bayard, descubre el medio de obtener imágenes positivas sobre papel. La reacción de Vulcano, el marido engañado, y de sus ayudantes en la fragua, los cíclopes, a quienes el pintor otorga un segundo ojo y forma humana, son el tema central de la obra. La escena tiene un tratamiento cercano y realista de la fábula de Ovidio, sin humillar al marido ultrajado, y potenciando el costumbrismo y lo cotidiano. Apolo Helios, tocado con corona de laurel y túnica naranja, visita la fragua y le revela al dios el adulterio de su esposa con su hermano Marte, lo que provoca sorpresa y diversas reacciones entre los presentes. Al igual que en “La túnica de José”, Velázquez capta un momento de gran tensión emocional que le permite plasmar diversas actitudes y gestos. Frente a Los borrachos, su único tema mitológico antes de viajar a Italia, La fragua plasma a todos los personajes pendientes del mensajero y conecta sus reacciones, haciéndolos actuar entre sí. Los modelos del natural, repetidos en la Fragua y en la Túnica, siguen la estatuaria clásica. Los análisis técnicos han revelado el uso de una base gris distinta a la capa marrón rojiza utilizada hasta entonces por Velázquez. Esta 44 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ innovación responde al deseo de producir una impresión general más clara, semejante a la que pudo apreciar en los cuadros de Reni o Guercino en su viaje a Italia. Las radiografías muestran que Velázquez modificó las cabezas de Vulcano y uno de sus ayudantes, intensificando la sorpresa y enfado del esposo. En esta fábula y su pareja bíblica, los críticos han encontrado un sentido unitario para ambas: 1. El efecto de los celos y el engaño, 2. La contraposición de la belleza de Apolo, con el herrero Vulcano y sus ayudantes. El cíclope del fondo de esta pintura capta magistralmente la perspectiva aérea, al igual que los dos hermanos del fondo en la Túnica de José en El Escorial. Velázquez, al igual que los escultores y pintores desde el Renacimiento, quieren dejar patente que: Sus obras son la plasmación de sus ideas y su creatividad. Su trabajo se realiza con las manos, pero no es manual. Es una labor mental, no manual. 45 VELÁZQUEZ. LA FRAGUA DE VULCANO. 1630. MUSEO DEL PRADO, MADRID 46 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ LA TÚNICA DE JOSÉ 1629-1630. Óleo sobre lienzo. 213,5 x 284 cm Felipe IV, 1634, Palacio del Buen Retiro. Desde 1667 en El Escorial. La escena representa el momento en que Jacob recibe a sus hijos, que le presentan la túnica de su hermano José, manchada con la sangre de un cordero. Jacob, sentado en un pequeño solio sobre una bella alfombra, muestra el dolor en su rostro y en el gesto de sus brazos. En la escena aparecen dos hermanos que muestran la túnica ensangrentada, otro de espaldas al espectador, fingiendo un llanto, y otros dos abocetados, en los que se plasma magistralmente la perspectiva aérea. Un perrito ladra a los hermanos, comprendiendo su traición. El cuadro fue pintado en 1630 por Velázquez en Roma, durante su primer viaje a Italia, junto con la Fragua de Vulcano. Son dos historias de grandes dimensiones con algunos modelos semejantes y figuras enteras de pie en diversas actitudes, centrándose en el desnudo masculino desde distintos ángulos. El bello paisaje que asoma por la ventana del fondo de la escena anuncia al Velázquez de unos años después. El tema de ambas historias es la envidia, la de los hermanos de José ante el favor de Jacob por éste y la de Apolo ante el de Venus por Marte. Las dos pinturas, junto a otras dieciséis más traídas de Italia por Velázquez, fueron adquiridas por 1.000 ducados por Jerónimo de Villanueva, protonotario de Aragón, para Felipe IV, según figura en la Relación de los gastos de las pinturas y otras cosas que se compraron para el adorno de Buen Retiro de 1634. Ambos cuadros se enviaron al Palacio del Buen Retiro, pero La túnica pasó pronto al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial con otras obras de temática religiosa, que continuó enviando Mariana de Austria tras la muerte de Felipe IV. 47 VELÁZQUEZ. TÚNICA DE JOSÉ. 1630. MONASTERIO DE EL ESCORIAL, MADRID 48 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ CRISTO CRUCIFICADO Hacia 1632. Óleo sobre lienzo, 248 x 169 cm. Museo del Prado La mayoría de los autores la datan en torno a 1632. La perfección apolínea de la anatomía y su palidez invisten a la figura de una belleza divina y serena, como afirma uno de los salmos. (Eres el más hermoso de los hombres, Vulgata, Salmo 44). Esta belleza serena es el reflejo de que Jesús ha terminado su sufrimiento en este mundo y pronto se reunirá con su Padre. Cristo está clavado en la cruz con cuatro clavos, siguiendo la fórmula pictórica de Pacheco desde 1611 y que resumió en su “Arte de la Pintura” de 1649. La inscripción sobre cabeza de Cristo sigue el Evangelio de san Juan en la Vulgata (con un pequeño error, NAZARAENVS en lugar de Nazarenus, como en el Cristo crucificado de 1614 de Pacheco que conserva la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada. Velázquez también cometió errores en las transcripciones del hebreo y del griego. Es probable que la pintura fuera encargada por Jerónimo de Villanueva (1594-1653), protonotario del reino de Aragón y hombre de confianza del conde duque de Olivares, para el Convento de San Plácido de Madrid, que él mismo había fundado en 1623. La corte estaba escandalizada por la profanación de un crucifijo esculpido que habían perpetrado unos judíos portugueses en 1630. En 1632 se ejecutó a los culpables tras un auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid y en el Alcázar y en los conventos reales tuvieron lugar actos públicos de devoción a Cristo crucificado. Esta pintura sigue el esquema tenebrista, destacando la figura de Cristo, iluminada por un gran foco de luz, sobre un fondo neutro oscuro, como inició Caravaggio. 49 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. CRISTO CRUCIFICADO. 1632. MUSEO DEL PRADO, MADRID 50 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ LAS LANZAS O LA RENDICIÓN DE BREDA Hacia 1635. Óleo sobre lienzo, 307,3 x 371,5 cm. Museo del Prado Bajo las órdenes de Spínola, los españoles asediaron la ciudad fuertemente fortificada de Breda en agosto de 1624 (Países Bajos). Spínola lanzó un ataque contra el ejército holandés al mando de Mauricio de Nassau con el objetivo de cortar sus suministros y vencer la resistencia, para lo que mandó construir trincheras, barricadas, fortificaciones y túneles subterráneos. Los defensores contrarrestaron esta maniobra construyendo túneles de intercepción que inutilizaron la mayoría de ellos y resistieron durante casi 11 meses con las reservas que quedaban. En 1625, fuerzas inglesas acudieron en auxilio de los sitiados, pero tampoco lograron romper el asedio español a la ciudad. Justino de Nassau se rindió en Breda en junio de 1625 después de un costoso asedio que dejó miles de muertos en ambos bandos. La ciudad tenía gran importancia estratégica. Su toma fue un gran acontecimiento militar que enalteció a los vencedores. La ciudad permanecería bajo dominio español hasta 1637, cuando Federico Enrique de Orange-Nassau la recuperaría para las Provincias Unidas tras el asedio de Breda de 1637. Velázquez capta en su pintura el instante en el que Nassau entrega las llaves de la ciudad a Spínola, adelantándose más de dos siglos al nacimiento de la fotografía. El 5 de junio de 1625 Justino de Nassau, gobernador holandés de Breda, entregó las llaves de la ciudad a Ambrosio Spínola Doria, general genovés al mando de los tercios de Flandes, honrado como caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro. Cuando se decidió decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro con pinturas de victorias durante el reinado de Felipe IV se incluyó ésta como la más destacada y se recurrió a Velázquez, como el pintor más prestigioso de la corte. Como en el retrato ecuestre de Felipe IV, el artista declara su autoría y la singularidad de su estilo con la hoja de papel en blanco que aparece en el extremo inferior derecho del cuadro. 51 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ En el Salón de Reinos concurrían los artistas más destacados de la corte y Velázquez creó una obra maestra con su dominio de la perspectiva aérea y su destreza narrativa. No es un cuadro bélico que se recrea en la victoria. No hay generales triunfantes y ejércitos humillados. Presenta un fondo humeante que habla de destrucción y guerra. Pero concentra la atención en un primer plano en el que Spínola recibe con afecto la llave del enemigo vencido, anunciando la paz. Los soldados holandeses (izquierda) y los españoles (derecha) acompañan el tema principal, dirigiendo nuestra mirada hacia él. La interpretación que hace Velázquez del hecho contaba con precedentes concretos. Herman Hugo en su tratado histórico y Pedro Calderón en una comedia insisten en la magnanimidad del general Spínola y de su ejército, tratándolos como dignos rivales. En el drama “El sitio de Breda” de Calderón, de 1625, se describe el tema del cuadro como un acontecimiento casi amistoso. Este acontecimiento se enmarca con la imagen que la monarquía quería proyectar como una institución justa, que respetaba las leyes de la guerra y que trataba de forma magnánima al vencido. Un contenido similar se plasma en la pintura “La recuperación de Bahía” de Juan Bautista Maíno, Museo del Prado, Madrid. Velázquez prescinde de la retórica. Utiliza los medios más sencillos y eficaces: el gesto de los dos generales encierra en sí mismo una teoría del Estado y una visión de la historia. Se fecha entre 1634-1635, ya que la decoración del Salón de Reinos se inició en 1634 y acabó en la primavera de 1635. Los dos caballos concentran la escena en un paréntesis. El personaje de blanco (derecha) se ha identificado como Velázquez. 52 VELÁZQUEZ. LA RENDICIÓN DE BREDA (LAS LANZAS). 1635. M. DEL PRADO 53 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ PABLO DE VALLADOLID Hacia 1635. Óleo sobre lienzo, 209 x 123 cm. Museo del Prado Los bufones de palacio tenían la función de divertir. Unos por sus taras físicas o mentales y otros por su ingenio o personalidad. Pablo de Valladolid (1587-1648) nació en Vallecas y estuvo al servicio de la Corte desde 1632. En este cuadro aparece en actitud declamatoria y se le identificó como el cómico. Para entretener a la familia real, y contar con un sueldo de la Corte, entre otras funciones destacaba la interpretación teatral. En este retrato Velázquez restringe los medios pictóricos: La gama cromática es muy limitada, pero rica en matices, El personaje sólo se vale de su propia expresión y su gesto, sin nada que le apoye, Está en un espacio indeterminado, sólo atisbado por la leve sombra de su cuerpo. Esta sobriedad multiplica la intensidad de la obra, porque obliga al espectador a concentrarse en el personaje que tiene delante, sin elementos disuasorios. Velázquez supo mejor que nadie utilizar los recursos técnicos, fusionando al personaje con el espacio en que está inmerso. Esta concepto de lo esencial fue muy valorado por Edouard Manet, quien comentó que esta obra es quizá el trozo de pintura más asombroso que se haya pintado jamás y se basó en ella para construir su famoso Pífano. Se ha fechado en torno a 1635, aunque hay disparidad, y algunos creen que formó parte de un grupo de cuadros que en 1634 se pagaron a Velázquez para decorar el Buen Retiro. 54 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ. PABLO DE VALLADOLID. 1635. MUSEO DEL PRADO, MADRID 55 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ FELIPE III, RETRATO ECUESTRE Velázquez y otros. Hacia 1635. Óleo sobre lienzo, 300 x 212 cm. Museo del Prado Esta pintura formaba parte de la decoración pictórica del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. La decoración de este Salón estaba formada por obras de distinta naturaleza: territorial, mítica, bélica, etc. Cinco de estos retratos representaban a los Austrias y su concepto de monarquía hereditaria y de continuidad dinástica. El monarca Felipe IV, Su mujer, Isabel de Borbón, Su padre, Felipe III, Su madre, Margarita de Austria, Su hijo, el príncipe Baltasar Carlos. Todos eran retratos ecuestres, lo que propiciaba cuadros de gran tamaño, adecuados a las proporciones del Salón, y el concepto de idea del poder, asociado al género. Los caballos de Felipe III y Felipe IV están en posición de corveta, apoyados exclusivamente sobre sus patas traseras, marcando las diagonales y el movimiento característico del barroco. La posición de corveta se asociaba con la idea de dominio. El gobernante que era capaz de controlar sus pasiones y a su pueblo, tal y como se detalla en los difundidos libros de emblemas. Felipe III viste con los símbolos del poder: Armadura y una banda roja que cruza su pecho. El Toisón de Oro El bastón de mando, Símbolos del jefe superior de los ejércitos. El caballo, ricamente engalanado, aparece sobre un fondo costero, que se ha especulado sea Lisboa, ciudad en la que el monarca, que era también rey de Portugal, entró triunfalmente en 1619. Probablemente este retrato, el de Margarita de Austria y el de Isabel de Borbón son anteriores a la construcción del Salón de Reinos y su 56 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ estado actual es el resultado de una adaptación que hizo Velázquez con vistas a su nueva ubicación. En esta pintura se aprecia la mano de otros artistas. La zona de ejecución más rígida puede ser de Vicente Carducho. Felipe III monta un caballo claro en corveta ante un fondo acuático y Margarita cabalga tranquila sobre una montura parda con un fondo de jardín. PORTUGAL Portugal pasó a formar parte de la Monarquía Hispánica entre 1580- 1640, en una unión dinástica. Con esta unión, bajo la figura de Felipe II se mantendría el mayor imperio colonial de la historia, pues a las vastas posesiones españolas habría que unir las importantes plazas portuguesas en Brasil, África y Asia. En 1640 el poder militar español se vio reducido debido a la guerra con Francia y la sublevación de Cataluña. El Conde-Duque de Olivares en 1640 decidió utilizar tropas portuguesas contra los catalanes que se habían declarado súbditos del rey de Francia. Esto sublevó a los portugueses. Francia y el cardenal Richelieu, apoyaron a Portugal para debilitar todavía más a la monarquía española. En el Tratado de Lisboa en 1668, España reconoce la soberanía de Portugal y Portugal cede, a petición de los habitantes, la plaza de Ceuta a España. Felipe II (1527, Palacio de Pimentel, Valladolid - 1598, El Escorial). Felipe III (1578, Madrid - 1621, Madrid). Felipe IV (1605, Valladolid - 1665, Madrid) Portugal forma parte de la monarquía hispánica entre los años 1580 y 1640. Desde el reinado de Felipe II hasta Felipe IV. 57 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ VELÁZQUEZ Y OTROS. FELIPE III, RETRATO ECUESTRE. 1635. MUSEO DEL PRADO 58 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ FELIPE IV. RETRATO ECUESTRE - c. 1635. Óleo sobre lienzo. 303x317 cm. Museo del Prado, VELÁZQUEZ - RETRATO ECUESTRE DE FELIPE IV - 1635 - MUSEO DEL PRADO, MADRID 59 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Es el único de los retratos ecuestres realizados para el Salón de Reinos que en su ángulo inferior izquierdo posee una hoja de papel, manifestando la autoría de Velázquez, La hoja está en blanco porque Velázquez está afirmando que su estilo y su técnica no precisan firma. Este método le utiliza en otras ocasiones, como en La Rendición de Breda o el retrato ecuestre del conde duque de Olivares, por lo que el artista se hace responsable de la totalidad del cuadro. Se trata de una de las piezas maestras en la historia de su género. La imagen subraya las responsabilidades militares del monarca, con el discurso bélico que dominaba en el Salón de Reinos. Felipe IV, al igual que su padre Felipe III, aparece montando un caballo en corveta y llevando bastón de mando, banda y armadura, plasmando una imagen de autoridad y firmeza. El entorno ha cambiado. No utiliza el fondo marítimo de Felipe III o el ajardinado de Margarita de Austria, sino un paisaje abierto con mucho horizonte, que recuerda el monte hacia Guadarrama. Es un paisaje similar al que aparece en el retrato de Baltasar Carlos. Felipe III y su montura están representados en escorzo, lo que aporta dinamismo y aparatosidad a la composición. Felipe IV se encuentra de perfil y dirige su vista al frente, creando una gran sensación de serenidad y majestad. Velázquez refleja el poder en el orden y la tranquilidad, recordando la imagen del retrato de Carlos V en la Batalla de Mühlberg de Tiziano, que es una de las grandes pinturas de las Colecciones Reales. En los dos retratos ecuestres un árbol a la izquierda enmarca las figuras ante un paisaje abierto con amplio horizonte, que permite que el cielo tenga un destacado papel. Ambos imponen una presencia tranquila y majestuosa del monarca. La rendición de Breda y este retrato ecuestre de Felipe IV crean una imagen de la monarquía hispánica como una institución fuerte, que ejerce su poder de una manera justa y magnánima. 60 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Las hipótesis sobre la fecha del cuadro y su ejecución son muchas. Es una de las 6 pinturas destinadas al Salón de Reinos por las que Velázquez recibió pagos desde agosto de 1634 a junio del 1635. LA REINA ISABEL DE BORBÓN A CABALLO Velázquez y otros. c. 1635. Óleo sobre lienzo, 301 x 314 cm. Museo del Prado, Madrid Este cuadro de la reina, Isabel de Borbón (1602-1644), con quien se había casado Felipe IV en 1615, estaba destinado a colocarse a la derecha del retrato ecuestre de su esposo. Esta pareja, al igual que en Felipe III y su esposa, se corresponde con los papeles que estaban reservados a sus protagonistas. En ambos casos el pintor ha cambiado el color del caballo de la reina con respecto al del rey. El de Felipe IV es pardo y el de la reina de extraordinaria blancura. La reina no tiene que dominar los impulsos del animal, se deja llevar a paso tranquilo. En el traje que viste la reina, el motivo decorativo principal es la repetición del anagrama de su nombre, que revelan una mano diferente a la de Velázquez. Isabel de Borbón mira al espectador, al igual que sus suegros, Felipe III y Margarita de Austria, y su hijo, el príncipe Baltasar Carlos. De toda la serie, el único que se encuentra en actitud diferente es Felipe IV, que mira al frente, como Carlos V en el retrato ecuestre de Tiziano, subrayando la idea de poder y majestad. Este retrato revela la intervención de al menos dos artistas diferentes. Uno de ellos fue Velázquez, que realizó la cabeza y el pecho del caballo además de los correajes que lo adornan. Esas virtudes se hacen especialmente patentes comparando ese fragmento con el del traje que viste la reina. 61 VELÁZQUEZ Y OTROS - RETRATO ECUESTRE DE ISABEL DE BORBÓN 1635 - MUSEO DEL PRADO, MADRID 62 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ EL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS 1634 - 1635. Óleo sobre lienzo, 211,5 x 177 cm. Museo del Prado VELÁZQUEZ. EL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS, RETRATO ECUESTRE. 1635. MUSEO DEL PRADO, MADRID 63 MARÍA TERESA GARCÍA PARDO VELÁZQUEZ Este retrato estaba destinado a ser colocado entre los retratos ecuestres de sus padres, encima de una puerta del Salón de Reinos, como príncipe heredero que garantiza la dinastía. Esa ubicación explica algunas de las características formales e iconográficas de la pintura. El niño de seis años se representa de forma muy similar a su padre y abuelo, montando un caballo en corveta y ostentando insignias militares, como la banda, el bastón y una pequeña espada. El atuendo hace referencia a las futuras responsabilidades militares del príncipe y la idea de continuidad de la dinastía. La altura a la que iba a ser colocado el cuadro justifica la perspectiva del caballo. Baltasar
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