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Martín Barbero, J. (1983): “Memoria Narrativa e industria cultural”, en Comunicación y cultura,
Nro. 10, México, agosto.
Introducción: de lo popular a lo masivo:
El primer desplazamiento: la cultura de masa no se identifica ni puede ser reducida a lo que pasa
en o por los medios masivos. El segundo, la mayoría de las investigaciones que estudian la cultura
de masa se enfocan en ésta desde el modelo culto definiendo cultura de masa con procesos de
vulgarización y abaratamiento, de envilecimiento y decadencia de la cultura culta.
Mirada dese el modelo culto la cultura de masa tiende a ser vista únicamente como el resultado
del proceso de industrialización mercantil impidiendo comprender y plantearse los efectos
estructurales del capitalismo sobre la cultura.
Para explicar esto se hace necesario investigar la cultura de masa desde otro modelo, el popular. Lo
que se busca con este segundo desplazamiento es un análisis de los conflictos que articula la
cultura. Mirada desde lo popular, la cultura masiva deja al descubierto su carácter de clase, eso
precisamente que tiene por función negar. Y ello porque la cultura popular no puede definirse en
ningún sentido, ni como aquella que res d, ni como aquella que consumen por fuera de los
procesos de dominación.
1. De lo popular a lo masivo: dirección que no puede seguirse mpas que históricamente ya
que frente a la nostalgia por lo auténticamente popular, ki masivo no es algo
completamente exterior, algo que venga a invadir y corromper desde afuera sino el
desarrollo de ciertas virtualidades ya inscriptas en la cultura popular del SXIX.
Lo masivo se ha gestado lentamente desde lo popular. Sólo un etnocentrismo de clase (Bourdieu)
que se niega a nombrar lo popular como cultura, ha podido llevar a no ver en la cultura masiva más
que la decadencia de la cultura culta.
2. De lo masivo a lo popular: para investigar la negación de los conflictos a través de los
cuales las clases populares construyen su identidad. Investigación de los dispositivos de
despolitización y control. También de la mediación, esto es de las operaciones mediante las
cuales lo masivo recupera y se apoya sobre lo popular.
3. Los usos populares de lo masivo. Qué hacen las clases populares con lo que ven. Se trata
de investigar la actividad que se ejerce en los usos que los diferentes grupos hacen de lo
que consumen, sus gramáticas de recepción. Ej: sincretismo religioso en Sudamérica.
De Certeau ha llamado las “tácticas” que por oposición a las “estrategias” del fuerte, definen las
astucias, las ingeniosidades del débil. Descubrir esos proceimientos los que se encarna otra lógica
de la acción, la de la resistencia, y la réplica de la dominación.
El relato popular: un modo de acceso a la cultura.
El funcionamiento popular del relato está mucho más cerca de la vida que del arte. Se trata del
discurso que articula la memoria del grupo y en el que se dicen las prácticas. La imposibilidad de
definir la cultura popular por fuera de los conflictos desde los que construye su identidad no debe
ser confundido con la tendencia a negarle a las clases populares una identidad.
Mirada desde sus modos de narrar, la cultura popular sigue siendo la de aquellos que apenas
saben leer y que no saben escribir.
1. OTRO MODO DE NARRAR
Mirado desde la crítica culta, el relato popular es reducido a la fórmula, al esquematismo y la
transparencia de las convenciones. Los estudiosos del folclore nos tienden otra trampa: la del
descubrimiento de lo primitivo y la pureza de las formas. Frente a esto, recupero de Hoggart las
convenciones como lo que permite la relación de la experiencia de arquetipos, y la de Bajtin,
descubriendo en la fiesta popular otro modo de comunicación.
Siguiendo a Benjamin, frente a la novela y su textualidad intransitiva, la narración popular es
siempre un contar a.
La otra oposición fundamental es la que traza el relato de género frente al de autor. Los géneros
son un dispositivo por excelencia de lo popular ya que son modos de escritura y de lectura. Por ahí
pasa una demarcación cultural importante, porque mientras el discurso culto estalla los géneros,
es en lo popular-masivo donde éstos siguen viviendo y cumpliendo su rol: articular la cotidianeidad
con los arquetipos.
2. OTRO MODO DE LEER
Discute el concepto ilustrado del proceso educativo con un polo activo que detenta el saber hacia
un polo pasivo e ignorante. La pasividad del consumo no se ha cuestionado en absoluto.
Tres rasgo diferenciales de la cultura popular: lectura colectiva, lectura expresiva, lectura desviada:
cuya gramática es muchas veces otra.
Claves para reconocer el melodrama.
Mirar y sentir la realidad a través de las relaciones familiares en su sentido fuerte, las relaciones de
parentesco; y desde ellas, el melodramatizando todo, las clases populares se vengan a su manera,
de la abstracción impuesta por la mercantilización de la vida y de los sueños.
1. TIEMPO FAMILIAR E IMAGINARIO MERCANTIL
Los acontecimientos no son percibidos más que cuando afectan la vida del grupo familiar. Entre el
tiempo de la Historia y el tiempo de la vida, el tiempo familiar es el que media y hace posible su
comunicación.
La familia ya no solo aparecerá como una mediación de lo social sino que será percibida como su
contrario: lo privado contra lo público. Esclavos en el trabajo pero libres en el consumo. Si el
trabajo al desposeer solidariza, el consumo al realizar la posesión indivudualiza. Exenta de
connotaciones políticas y erguida como un monumento de intimidad y de virtudes privadas, la
familia se convierte en célula de control político además de social y moral.
2. MELODRAMA: LA MEMORIA Y SU DESACTIVACION
Por paradójico que pueda sonar el melodrama es hijo de la revolución francesa: de la
transformación de la canalla, de lo populacho en pueblo, y de su escenografía.
El melodrama conecta directamente con la cultura popular en la continuidad entre ética y estética.
La homogeneización funciona borrando las huellas de la diferencia, de la pluralidad de origen, de la
diversidad en la procedencia cultural de los relatos y las formas escénicas, obstruyendo su
permeabilidad a los contextos.
Ford, A. (1994): “Culturas populares y (medios de) comunicación”, en Navegaciones.
Comunicación, cultura y crisis, Amorrortu, Buenos Aires.
Poner en contacto la(s) cultura(s) de las clases populares con los medios de comunicación es
ponerlas en contacto consigo mismas. Esto se debe rcada ya que los medios, la cultura de los
medios “populares y baratos”, nace en gran medida, marcada y enancada en las tradiciones, los
géneros y los saberes cognitivos existentes en las clases populares.
Hacia 1840 loa medios parecen hacerse cargo de esas zonas desplazadas por la razón
modernizadora. Fueron desjerarquizadas por las culturas oficiales que las consideraban bárbaras,
irracionales o mero campo de la curiosidad.
Los medios avanzaron desde una lógica que no era la del saber escolar, institucional o estatal sino
desde la dinámica de pequeñas empresas aventureras y desde los intelectuales pobres que
trabajaban en ellas. Es el trayecto que va del pregonero que narraba crímenes de pueblo en pueblo
hasta los relatos de Poe, apoyados en la literatura de los periódicos restringidos del SXVIII. Pensar
que este proceso puede ser reducido, absorbido o explicado sólo desde las lógicas del capitalismo
es como pensar que las culturas de las clases populares son esencialmente luditas o pasivas en los
procesos de industrialización, urbanización y modernización.
Los medios nacen encadenados con la culturas populares anteriores y no sólo con sus géneros sino
también con sus saberes, con sus estrategias cognitivas; géneros y saberes que no pueden ser
vistos como “tradicionales” pues son zonas constitutivas de la cultura del hombre reprimidas por
las culturas oficiales del capitalismo.
Stuart Hall: pensar que las clases populares consumen medios porque son idiotas es muy poco
socialista.Los medios ponen en escena formas de comunicación y conocimiento no jerarquizadas por las
culturas institucionalizadas e incluso no tomadas en cuenta por las políticas culturales y
comunicacionales progresistas como tampoco por las educativas.
Hay problemas que no han sido jerarquizados por la razón iluminista y positivista y que estuvieron
en las culturas populares anteriores, que se filtraron en los medios y que hoy persisten tanto en
estos como en saberes e intercambios simbólicos no masmediáticos.
Hay momentos receptores en la cultura. Negarlos es como pensar que el hombre sólo se
estructura sobre el hablar y no también sobre el ver o el escuchar.
Entender la recepción como acción eminentemente cultural, asimétrica, activa; analizar la
constitución y la historia de los medios desde sus conflictos internos y no sólo desde el punto de
vista de los intelectuales agredidos por ella. Barbero: ver la constitución de lo masivo por fuera del
chantaje culturalista que los convierte inevitablemente en procesos de degradación cultural.
Hall, S. (1984): “Notas sobre la deconstrucción de lo popular”, en Samuels, R. (ed.): Historia
popular y teoría socialista, Barcelona, Crítica.
El capital tenía interés en la cultura de las clases populares porque la constitución de todo un
orden social nuevo alrededor del capital requería un proceso más o menos continuo pero
intermitente de reeducación en el sentido más amplio de la palabra. Y en la tradición popular
estaba uno de los focos más importantes de resistencia. Este proceso no debe ser identificado
unívocamente con una actitud conservadora sino más bien con lucha y resistencia pero también
apropiación y expropiación.
La cultura popular no consiste en las tradiciones populares de resistencia a esos procesos sino que
es el terreno sobre el que se elaboran estas transformaciones. En el estudio de la cultura popular
deberíamos empezar siempre por aquí, con el doble ruego de la cultura popular, el doble
movimiento de contención y resistencia, que siempre está inevitablemente dentro de ella.
Aunque formalmente estas eran las culturas de la gente fuera de las murallas, más allá de la
sociedad política y del triángulo de poder, de hecho nunca estuvieron fuera del campo más amplio
de las fuerzas sociales y las relaciones culturales. No sólo presionaban constantemente a la
sociedad, estaban vinculadas y relacionadas con ella por medio de multitud de tradiciones y
prácticas. Línea de alianza además de línea de división.
Una de las principales dificultades que se interponen a una periodización es la profunda
transformación que la cultura de las clases populares sufre entre los decenios de 1880 y 1920.
No existe ningún estrato independiente, autónomo, auténtico de la cultura de la clase obrera. Gran
parte de las formas más inmediatas de esparcimiento popular están saturadas de imperialismo
popular.
Podemos ver claramente cómo la prensa liberal de la clase media de mediados del siglo XIX se
construyó sobre el lomo de la destrucción activa y la marginalización de la prensa radical y obrera
indígena. Pero, encima de este proceso, a fines del SXIX y principios del SXX tiene lugar la inserción
activa de un nuevo tipo de prensa comercial y popular.
Porqué en la década de 1930 no surge una cultura socialista obrera?
Escribir una historia de la cultura de las clases populares exclusivamente dese dentro de esas
clases, sin comprender cómo aparecen constantemente en relación con las instituciones de la
producción cultural dominante equivale a no vivir en el siglo XX.
El concepto del pueblo como fuerza puramente pasiva es una perspectiva profundamente no
socialista.
Una alternativa consiste en contraponer a esta cultura otra cultura alternativa, la auténtica cultura
popular; y sugerir que la clase obrera real no se deja engañar por los sucedáneos comerciales. Esta
estrategia descuida las relaciones absolutamente esenciales del poder cultural –de dominación y
subordinación-, que es un rasgo intrínseco de las relaciones culturales. Por el contrario, no hay
ninguna cultura popular autónoma, auténtica y completa que está fuera del campo de fuerza de las
relaciones de poder cultural y dominación. En segundo lugar, se subestima en gran medida el
poder de la implatación cultural. El estudio de la cultura popular oscila entre estos dos polos del
todo inaceptables: autonomía pura o encapsulamiento total.
Pienso que hay una lucha continua y necesariamente irregular y desigual, por parte de la cultura
dominante, cuyo propósito es desorganizar y reorganizar constantemente la cultura popular;
encerrar y confinar sus definiciones y formas dominantes. Hay puntos de resistencia; hay también
momentos de inhibición. Esta es la dialéctica de la lucha cultural. En nuestro tiempo esta lucha se
libra continuamente, en las complejas líneas de resistencia y aceptación, rechazo y capitulación,
que hacen de la cultura una especie de campo de batalla constante donde no se obtienen victorias
definitivas , pero donde siempre hay posiciones estratégicas que se conquistan y se pierden.
Si las formas de la cultura popular comercial que nos proporcionan no son puramente
manipulatorias, entonces es porque, junto con los atractivos falsos, hay también elementos de
reconocimiento e identificación, algo que se aproxima a la recreación de experiencias y actitudes
reconocibles a las cuales responden las personas.
Con la segunda definición de lo popular es más fácil vivir. Se trata de la definición descriptiva. La
cultura popular so todas aquellas cosas que e pueblo hace o ha hecho. El problema es
cómo distinguir esta lista infinita. La segunda dificultad es que no podemos juntar en una
sola categoría todas las cosas que hace el pueblo sin observar que la distinción analítica no
surge de la lista sino de la oposición pueblo-no pueblo. En ese sentido, el principio
estructurador de lo popular son las tensiones y las oposiciones entre lo que pertenece al
dominio central de la cultra de élite o dominante y la cultura de la periferia. Es esta
oposición la que constantemente estructura el dominio de la cultua en la popular y la no
popular. De período a período, cambia el contenido.
Tercera definición de lo popular. En un período dado contempla aquellas actividades cuyas raíces
están en las condiciones sociales y materiales de determinadas clases; que hayn quedado
incorporadas a tradiciones u prácticas populares.

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