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SEMANTICA DEL OBJETO
Por Roland Barthes
La semiología estudia de qué maneras los hombres dan sentido a las cosas, las maneras en
que los objetos pueden significar en el mundo moderno. Decir que los objetos significan
quiere decir que los objetos transmiten informaciones y sistemas estructurados de signos,
o sea sistemas de oposiciones, diferencias y contrastes.
Las connotaciones existenciales del objeto refieren a la vista o apariencia que el objeto
adquiere frente a nosotros como existencia de una cosa que es inhumana y que se obstina
en existir. Se trata de la persistencia del objeto en estar fuera del hombre, existiendo fuera
del hombre. En esta dirección se produce una huida del objeto hacia lo infinitamente
subjetivo. Las connotaciones tecnológicas del objeto se refieren al objeto como algo que
es producido de acuerdo a normas de fabricación y de calidad para el consumo. En esta
dirección el objeto no se escapa hacia lo infinitamente subjetivo, sino hacia lo
infinitamente social.
El objeto tiene una finalidad de uso/consumo o función y un sentido que desborda el uso
o función, un sentido independiente de su uso o función. Así como no hay objetos para
nada porque todos tienen una función, tampoco hay objetos que escapen al sentido. Por
ejemplo, el teléfono, sea el que sea, sirve para la comunicación punto a punto entre dos
personas. Pero en una oficina de una empresa multinacional, en el despacho de un
funcionario público o en un consultorio médico no podemos tener un teléfono en forma
de hamburguesa o de labios pintados de rojo porque se requiere una formalidad que
dichos objetos no transmiten. Se compran teléfonos de colores neutros (blanco, negro,
gris, azul oscuro, crudo o beige) de formas cuadradas o rectangulares. Los teléfonos
mencionados en primer lugar pueden resultar apropiados para un estudio de arte y
diseño.
La coordenada simbólica de un objeto remite a su significado. El objeto tiene por lo menos
un significado. La lámpara significa lo nocturno, el tricolor verde-blanco-rojo significa la
italianidad. Todo objeto es por lo menos el significante de un significado. La coordenada
taxonómica de un objeto refiere a que todos albergamos en nosotros cierta clasificación
de los objetos que nos es sugerida o impuesta por la sociedad.
El objeto es un signo (porque significa, porque tiene sentido), definido por una
coordenada simbólica y por una coordenada taxonómica.
El primer obstáculo a la hora de estudiar la manera como los objetos significan en la
sociedad es la evidencia de los mismos. Como analistas que somos, es preciso tomar
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distancia y recurrir a un orden de representaciones donde el objeto es entregado al
hombre de una manera espectacular, enfática e intencional. Ese orden está dado por la
publicidad, el teatro o el cine, que constituyen un corpus artificial pero muy valioso para
aislar en el objeto representado significantes y significados.
Tenemos los casos de un objeto remitiendo a un solo significado, ya sea en su integridad o
por medio de uno de sus atributos. La cruz remite a la muerte y la naranja remitiendo a lo
jugoso y refrescante. Tenemos los casos en que el sentido global no nace de un objeto sino
de una yuxtaposición de objetos. Por ejemplo, la lámpara encendida, el hombre vestido
con jersey de lana sobre un sofá-cama, el diario y el café sobre la mesita, todos convergen
en un sentido global único que es el del descanso y la distensión. Por ejemplo, el cortinaje
de las mansiones coloniales, la ropa del hombre, sus bigotes, el gusto típico de los ingleses
por la náutica y por la hípica presente en las reproducciones en miniatura de navíos y en
los cuadros de caballos sobre la pared, el juego de té, todos convergen en un sentido
global único que es el de la anglicidad.
Los significados de los objetos o de las yuxtaposiciones de objetos dependen no tanto del
emisor del mensaje sino sobre todo y principalmente del receptor del mismo. Decimos
que el objeto es polisémico porque se presta a muchas lecturas de sentido posibles, no
sólo si se pasa de un lector a otro sino dentro de un mismo lector. Cada hombre o un
mismo hombre posee varios léxicos, varias reservas de lectura según el número de
saberes sociales y culturales de que dispone. Todos los grados de saber son posibles
frente a un objeto o yuxtaposición de objetos.
Podemos imaginar que frente a un objeto o yuxtaposición de objetos aplicamos una
lectura individual y que invertimos en el espectáculo del objeto o colección de objetos
nuestra propia psique. Pero ello no elimina la naturaleza codificada del objeto y el código
es social y cultural. Aun descendiendo a lo más profundo de lo individual, no se escapa al
sentido, que es sociocultural. Cuanto más creemos descender en la reacción individual,
más encontramos sentidos codificados socioculturalmente. Por ejemplo, hay respuestas
tipificadas social y culturalmente del Test de Rorschtat, que todos creen es una técnica
proyectiva individual.
La función es un proceso de acción y el sentido es un proceso de equivalencias. La función
tiene un valor transitivo mientras que el sentido es inmóvil. En el objeto hay tensión entre
la actividad de la función y la inactividad de la significación. El objeto parece siempre
funcional en el momento mismo que lo leemos como signo. Creemos encontrarnos en un
mundo de usos y funciones cuando en realidad estamos en un mundo de los sentidos. La
función hace nacer al signo, pero este signo es reconvertido por nosotros en el
espectáculo de una función.
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