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No obstante, por su interés y debido a la repercusión enorme que han tenido, haremos una referencia a los estu- dios profundos realizados por W. Jaeger y por H. von Arnim. Gracias a ellos se conoce mucho mejor el pensa- miento de este autor griego. Ambos estudiosos, aunque no coinciden en los resultados finales e, incluso, hay contra- dicciones entre ellos, aplican a Aristóteles mismo y a su obra el método génetico. Es decir, teniendo en cuenta refe- rencias internas y contradicciones, intentan ordenar los libros según el ordeii que tendrían en el momento de su ' redacción, y explicar así una evolución sucesiva en el pen- samiento de Aristóteles. Vamos a fijarnos solamente en las conclusiones a las que llega W. Jaeger: Forman parte de la Política primitiva los libros 11, 111, VI1 y VIII; en estos libros, Aristóteles sigue la línea plató- nica de una ciencia política abstracta. Los libros IV-VI formarían un tratado perteneciente a la última etapa de producción del autor, en la que predomina la línea de in- vestigación empírico-positiva ', momento en que llega al W. JAEGER, Aristótel~. Bases para la historia de su desarrollo inte- lectual [trad. J . CAOS], México, 1946 (Berlín, 1923'). Y en el vol. coi. número XI de Entretiens ... (Fond. Hardt): «Politique» d'clristote, Gine- bra, 1965, hay posturas críticas sobre el método genético que Jaeger apli- ca a la Política. H. VON ARNIM, Zur Entstehungsgeschichte der aristote- Iischen Politik, Viena, 1924. Un análisis más detallado de los resultados de ambos estudiosos puede verse en la «Introducción» de J . AUBONNET, Aristote. Politique, 1, París, 1968, pág. CX y SS., y la obra de W. JAEGER, Aristóteles [trad. de J. CAOS], México, 1946, capítulo X, «La Política original)), páginas 298-355. ' Una crítica a esta escisión tajante, que se quiere ver en la evolución del pensamiento aristotélico, entre teoría y práctica, entre ciencia y expe- riencia, la podemos ver en ((Escritos politicos del autor: influencia de Platón)), págs. 9-21, y notas 10-1 1 , y «La Política y la Constitución de máximo distanciamiento de su maestro. Luego habría aña- dido, como prólogo, el libro 1, que expone las condiciones sociales y económicas que sirven de base a toda la vida política. Pero es probablemente un error creer que hay un orden original o propio entre los libros de la Política. La obra parece la fusión de cinco tratados ': sobre la economía do- méstica (1); sobre las constituciones ideales y las existentes más estimadas (11); sobre el Estado, el ciudadano y la cla- sificación de las constituciones (111); sobre las constitucio- nes inferiores (IV-VI); sobre el Estado ideal (VII-VIII). Y la sucesión de los libros según el orden tradicional, que ocurre en el sentido que el mismo Aristóteles expuso en la conclusión de la Ética a Nicómaco, va de acuerdo con la lógica interna del texto, como bien demuestra E. Barker 9 , entre otros. Aristóteles trata primeramente de los fundamentos sociales del Estado, es decir, de la familia y de los elementos que la integran; esto le lleva a hablar, al fin del libro 1, del tema del matrimonio y del lugar en él de las mujeres, tema con el que pasa al libro 11, en el que considera los puntos de vista de Platón sobre el matri- monio y la situación de las mujeres, y a continuación ex- pone el conjunto de sus teorías políticas y también las de otros inventores de utopías. Al estudio de los mejores regí- - -- los atenienses: teoría y practica)), págs. 34-39, en nuestra «Introducción» a ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses, Madrid, 1984. Véase tam- bién de P. AUBENQUE, «Théorie et pratique politiques chez Aristote)), en el vol. col. numero XI de Entretiens ... (Fond. Hardt), Ginebra, 1965, págs. 99-113, con bibliografía interesante y una discusión al final. Como dice muy,bien W. D. Ross, Arktóteles [trad. DIEGO F . PRÓ], a quien seguimos, y con quien estamos enteramente de acuerdo. E. BARKER, The Politics of Aristotle, Oxford University Press, 1968, pág. XLI. menes corresponde el de los gobiernos existentes que se consideran los más notables. Esta revista a los mejores re- gímenes, en teoría y en la práctica, permitirá a Aristóteles establecer un plan nuevo de ciudad ideal y, según el méto- do analítico que emplea, le lleva a tratar los elementos necesarios de toda constitución; esto es el objeto del libro 111. Esta exposición teórica va seguida de un estudio deta- llado de las diversas constituciones, en los libros IV-VI. Sobre la base de los datos reunidos, a través de este exa- men de todos los tipos de gobierno en vigor y gracias a su conocimiento profundo de la realidad histórica, tal co- mo se manifiesta sobre todo en el libro V, Aristóteles lle- ga, en los libros VI1 y VIII, a esbozar su propia concep- ción del régimen ideal, específicarnente distinto de cada uno de los estudiados: una constitución tan virtuosa como la de la aristocracia, tan estable y tan justa como la de la politeía, régimen mixto. Este remate seria el coronamiento de sus estudios sobre la política. Además de la coherencia lógica interna del texto, hay otra razón, y es que el orden tradicional es el único que dan todos los manuscritos, y es muy respetable también la antigüedad de una tradición que se remonta al siglo 111 a. C. Y hay un hecho material: el de las múltiples relacio- nes mutuas entre los libros, considerados en su orden tra- dicional, relaciones mutuas que el propio Aristóteles, o uno de los primeros editores de la Política, ha querido que exis- tieran, y que dejan ver su intención en el mismo texto. En los estudios más recientes lo, no se pone en duda que en la obra hay tratados pertenecientes a épocas dife- rentes, materiales que formaban parte, incluso, de otros escritos, pero también se admite, en general, que el propio la Veáse el apartado Bibliografk selectiva. autor lo refunde todo, en una última revisión, en la Políti- ca con el orden tradicional en que nos ha llegado y que este orden ha sido escogido por el propio Aristóteles o, según otros, por algún editor de la escuela peripatética, fiel a la enseñanza de su maestro. Así, lo más razonable, teniendo en cuenta los últimos resultados de la investiga- ción es respetar ese orden y considerar la unidad de la obra que se descubre de su lectura. La transmkión del texto Estrabón (GeograJla XIII 1 , 54) y PIutarco (Sila, 26) nos han dejado una relación, probablemente poco fidedig- na, del modo en que los manuscritos de Aristóteles se ha- brían conservado a través de diversos azares. Han sobrevi- vido tres catálogos de las obras de Aristóteles; uno se en- cuentra en el libro V de Vida, doctrinas y opiniones de los filósofos ilustres, de Diógenes Laercio, quien registra 146 títulos; el otro es atribuido a Hesiquio de Mileto (siglo VI. d. C.), contiene 192 títulos, 132 de los cuales citados ya por Diogenes; y un tercer catálogo fue transmitido de forma incompleta por autores árabes del s. XIII, quienes afirman que lo han tomado de un cierto Ptolomeo. Este catálogo reproduciría el de Andrónico de Rodas (s. I a. C.), quien había hecho una edición de las obras de Aristó- teles entre 40 y 20 a. C. ' l . Según otros autores, antes de la edición de Andrónico hubo al menos dos ediciones ale- jandrinas de los escritos biológicos. Y, por otra parte, se- gún P. Moraux, el catálogo más antiguo de las obras de l1 Cf. P. MORAUX, Les listes anciennes des oeuvres d'Aristote, Lovai- na, 1952, y también la «Introducción» a ARISTOTE, Politique, de J. AUBON- NET, 1, págs. CXXV y CXCVI y SS. Aristóteles se remontaría a Aristón de Ceos (hacia 200 a. C.), y contiene tratados dedicados a la enseñanza, como la Ética a Eudemo, en cinco libros, y la Política, en ocho (Les listes ..., págs. 313-320), lo que prueba una cierta di- fusión de estos escritos en esta época. Los manuscritos de la Política derivan todos, por dife- rentes intermediarios, del texto revisadopor Andrónico, undécimo sucesor de Aristóteles en la dirección del Liceo. Este peripatético, según la opinión de Estmbón y Plutar- co, había coleccionado y revisado las copias ejecutadas a principios del s. I a. C. sobre manuscritos de Aristóteles. Sabemos que, anteriormente, Teofrasto de Ereso, discípu- lo y continuador de Aristóteles en el Liceo, hizo una edi- ción privada de los cuadernos de notas que formaban la Política, legada por el maestro a su discípulo (véanse pági- nas CXXIV y CXXIX de la «Introducción» de J. Aubon- net, Aristote. Politique...), y así Teofrasto hace más acce- sible el tratado en aquella época (SS. m-III a. C.). Según las mismas fuentes, los descendientes de Neleo, el condiscípulo de Teofrasto, por temor al ((ardor bibliófi- lo de los Atálidas)), habían escondido durante cerca de dos* siglos en una bodega húmeda, en Skepsis (en la Tróade, Asia Menor), las obras de Aristóteles, legadas a Teofrasto, luego a Neleo. Un oficial, amante de los libros, Apelicón de Teos, compró estas obras y mandó hacer copia de ellas; esta biblioteca, llevada de Atenas a Roma por Sila, pasó a manos del gramático Tiramión; Andrónico adquirió a éste copia de los tratados, que publicó, como hemos di- cho, entre los años 40 y 20 a. C. Esta edición debía dife- renciarse poco en el fondo de las copias del tratado que se encontrarían verosímilmente en las bibliotecas de Ale- jandría y de Pérgamo o que habían sido hechas por Aris- ton de Ceos desde el s. 111 a. C. Así se puede remontar el texto a un estado casi contemporáneo de Aristóteles, la nueva edición de Andrónico conoce el abandono casi completo desde el s. I a. C. hasta el fin de la Edad Media. Las huellas de este tratado en la tradición literaria son muy escasas y esto explica, en parte, que sólo tenga- mos manuscritos de época tardía, de los siglos XIV y xv, para restablecer el texto. También se dispone de la traduc- ción latina, hecha en el s. XIII por Guillaume de Moerbeke. Los manuscritos \e reparten en dos familias o recensio- nes; la primera fan lia contiene un pequeño número de ellos, pero los más iinportantes: uno de la Biblioteca Am- brosiana de Milán (M) y otro de la Biblioteca Nacional de París (P) y el texto conjetural establecido después de la antigua traducción de G . Moerbeke. La otra familia contiene unos veinte manuscritos, divi- didos en dos clases de valor muy desigual. Los mejores representantes son dos manuscritos de la Biblioteca Nacio- nal de París, Q y R. Después de un estudio poco detallado, J. Aubonnet con- cluye que muchas correcciones de los principales manuscri- tos (P, Q) de cada familia reproducen las lecciones de los manuscritos de la otra, y de esa manera testimonian las incertidumbres de la tradición. Además las diferencias en- tre las dos familias, que por otro lado están de acuerdo en el orden de los libros, se reducen a detalles poco impor- tantes (véase J. Aubonnet, pág. CCII). Y deduce también que, en el s. x, el texto de la Política presentaba en mu- chos pasajes dos o varias lecciones que se remontaban a la Antigüedad y que provenían, más bien que de redaccio- nes sucesivas hechas por Aristóteles mismo, de estudios exe- géticos realizados por peripatéticos y platónicos. En el tex- to, frecuentemente aparecían glosas al margen. Una tradi- ción manuscrita, que desde el origen contiene numerosas variantes, se prestaba a fáciles modificaciones por los dife- rentes copistas. Así pues, la tradición auténtica del texto de la Política parece representada por un texto que se basa en las dos familias, y ésta es la postura de J. Aubonnet en el establecimiento del texto griego que nosotros seguimos. El texto de nuestra traducción La base de nuestro texto es la excelente edición crítica, aunque incompleta, de J. Aubonnet, Aristote. Politique, 1, París, (libros 1 y II), 1968, con una interesantísima in- troducción general, págs. VII-CCVI; 11 (libros 111 y IV), 1971; 11, 2.a parte (libros V y VI), 1973; 111 (libro VII), 1986. Para el libro VIII, seguimos la edición crítica de W. D. Ross, Aristotelis Politica, Oxford, 1986 ( l . a ed. 1957). En cuanto a los pasajes más conflictivos, por ser consi- derados interpolaciones, transposiciones, correcciones, glo- sas, etc., hemos adoptado una postura conservadora y res- petamos y seguimos el texto establecido de estas ediciones. Intentamos ajustarnos al fondo y a la forma del origi- nal. Respetamos el estilo del autor en la medida de lo posi- ble. Los problemas mayores que se nos plantearon proce- dían del contenido y, a veces, de la forma. Del contenido, a causa del carácter mismo del tratado: teórico y a la vez histórico e institucional. Aparecen muchos términos de ins- tituciones y alusiones a lugares geográficos y a personajes históricos o legendarios. Para paliar este problema, consi- deramos que la adición de notas aclaratorias, siempre que el texto lo exigía, era el único modo de hacer más com- prensible el contenido. En cuanto al estilo original del texto, es el propio de los tratados de Aristóteles concebidos para ser oídos y no como una obra unitaria y de carácter homogéneo. Son de- bidos a épocas diferentes y a redacciones sucesivas con un fin práctico: desarrollarlos y debatirlos en cursos con sus discípulos. Por tanto, están escritos en un estilo muy desi- gual. Destacan la propiedad en el uso de los términos, la concisión de la expresión adaptada al objeto que trata de definir y el número de imágenes y ejemplos sacados de la vida cotidiana y de las diversas actividades de los hom- bres, para hacer resaltar y dar mayor claridad a aquellas ideas a veces demasiado abstractas. Hemos intentado res- petar el estilo lo más posible, incluso en la construcción sintáctica, en aquellos pasajes que presentan repeticiones, paralelismos, reiteraciones, o bien recapitulaciones y resú- menes excesivamente escuetos. Procuramos, sin desvirtuar su peculiar forma, hacer el contenido plenamente accesible a un lector actual. Para los nombres propios nos hemos atenido a las indicaciones de M. F. Galiano, La transcrip- ción castellana de los nombres propios griegos, Madrid, 1969~ (= 1961). Añadimos un «Índice de nombres)) y una «Bibliografía selectiva», que creemos muy Útiles.
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