Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
LIBRO I 8 1 a él que es rey de todos ellos. Pues el rey debe diferenciar- se por naturaleza, aunque sea igual por su raza. Eso preci- samente le ocurre al más viejo respecto del más joven, y al padre respecto del hijo. 13 Así pues, está claro que el cuidado de Los hombres libres la administración de la casa debe atender los e s c ~ m ~ s : más a los hombres que a la posesión de , - - ~ -~ sus virtudes Cosas inanimadas '12, y a las virtudes de aquéllos más que a la posesión de la lla- mada riqueza, y más a las de los libres que a las de los 2 esclavos. En primer lugar, pues, uno podría preguntarse sobre los esclavos si existe alguna otra virtud propia del esclavo, además de las intrumentales y serviles, más valio- sa que éstas, como la prudencia, la fortaleza, la justicia, y demás hábitos tales, o no tiene ninguna aparte de los servicios corporales l13. Con ambas respuestas se plantea 3 una dificultad. Pues si las tienen, ¿en qué se diferencia- rían de los libres? Y si no las tienen, siendo hombres y participando de la razón, es absurdo. Aproximadamente lo mismo se plantea también sobre la mujer y sobre el ni- ño. ¿Tienen también sus virtudes propias? ¿La mujer debe ser prudente, valerosa y justa? ¿Y el niño, intemperante 4 y también prudente,. o no? Y en general hay que examinar esto respecto del que obedece por naturaleza y del que man- da, y si su virtud es una misma o es otra diferente. Porque también en HES~ODO, Trabajos y días 108. P~NDARO, Nemea VI 1. Cf. también ARIST~TELES, Ética a ,Vicómaco VI11 12, 1160b24-27. '12 Esta misma idea es la que subyace en PSEUDO-ARISTÓTELES, ECO- nómicos ..., libro 1, a partir del capítulo segundo; y libro 111, págs. 251 SS. y 301 SS. "' Sobre la importancia de los esclavos y el trato que se les debe dar, cf. el capitulo quinto del libro 1, PSEUDO-ARIST~TELES, Económi- cos ..., págs. 256 SS. si ambos deben participar de la perfección humana '14, ¿por qué uno debe mandar siempre y el otro obedecer? Y no es posible que la diferencia sea en el más y en el menos, porque el obedecer y el mandar difieren específicamente, y no en el más y en el menos. Por otra parte, que uno 5 deba participar y el otro no, parece extraño. Pues si el que manda no es prudente y justo, ¿cómo va a mandar bien? Si no lo es el que obedece, ¿cómo obedecerá bien? 1260a El que es intemperante y cobarde no hará nada de lo que debe. Es evidente, por consiguiente, que ambos necesaria- mente deben participar de la virtud, pero hay diferencias en ella, como las hay también entre los que por naturaleza deben obedecer. También esta idea nos ha guiado siempre al tratar del 6 alma: en ésta existe por naturaleza lo que dirige y lo dirigi- do. De los cuales afirmamos que tienen una virtudpiferen- te, como de lo dotado de razón y de lo irracional. Es evidente, por tanto, que ocurre también lo mismo en los demás casos. De modo que por naturaleza la mayoría de las cosas tienen elementos regentes y elementos regidos. De 7 diversa manera manda el libre al esclavo, y el varón a la mujer, y el hombre al niño. Y en todos ellos existen las 114 Sobre la palabra griega kalokagathía, belleza y bondad, literal- mente es intraducible. Es el ideal de la educación de la nobleza antes del s. v a. C. y se recoge parcialmente en la democracia ateniense de la época de Pericles. El término abarca cualidades espiritu es y físicas: perfección física, destreza, habilidad, sentido del honor y e la propia % dignidad, holgura económica, piedad, moderación, capacidad de juicio, sabiduría. Cf., para este ideal de educación, W. JAEGER, Paideia: Los ideales de la cultura griega, México, 1962~, libro 1. Y. H. 1. MARROU, Historia de la educación en la antigüedad clásica, Buenos Aires, 1961. Cf. también ARIST~TELES, Ética a Nicómaco IV 7, 1124al; X 10, 1179b10 SS.; Gran Ética 11 9, 1207b20 SS.; Ética a Eudemo VI1 15. 82 POLITICA LIBRO I 83 partes del alma 115, pero existen de diferente manera: el esclavo no tiene en absoluto la facultad deliberativa; la mujer la tiene, pero sin autoridad l16; y el niño la tiene, 8 pero imperfecta. Así pues, hay que suponer que necesaria- mente ocurre algo semejante con las virtudes morales: to- dos deben participar de ellas, pero no de la misma manera, sino sólo en la medida en que es preciso a cada uno para su función ll'. Por eso el que manda debe poseer perfecta la virtud ética 118 (pues su función es sencillamente la del que dirige la acción, y la razón es como el que dirige la acción); y cada uno de los demás, en la medida en que 9 le corresponde. De modo que está claro que la virtud moral es propia de todos los que hemos dicho, pero no es la misma 119 la prudencia del hombre que la de la mu- jer, ni tampoco la fortaleza ni la justicia, como creía Só- crates 120. Sino que hay una fortaleza para mandar y otra para servir, y lo mismo sucede también con las demás virtudes. lo Esto es más claro aún si lo examinamos por partes, pues se engañan a sí mismos los que dicen en términos generales 121 que la virtud es la buena disposición del al- ma 122, O la rectitud de conducta, o algo semejante. Mu- cho mejor hablan los que enumeran las virtudes, como Gorgias 123 que los que las definen así. ¿Por eso se ha de 1 1 creer que lo que el poeta 124 ha dicho sobre la mujer se puede aplicar a todos: El silencio es un adorno de la mujer pero eso no va al hombre. Puesto que el niño es imper- fecto, es evidente que su virtud no es en relación con su ser actual, sino en relación a su madurez 12' y SU guía. Y asimismo la virtud del esclavo está en relación con el 12 amo. Hemos establecido 126 que el esclavo era útil para los servicios necesarios, de modo que es evidente que también necesita de poca virtud, es decir, de la precisa para no de- jar de cumplir sus trabajos por intemperancia o por cobar- día. Alguien podría preguntarse que, si lo dicho es verdad, entonces los artesanos necesitarán tener también virtud, ya que muchas veces por intemperancia dejan de hacer sus trabajos. ¿O es éste un caso diferente? Pues mientras 13 el esclavo participa de la vida de su amo 12', e1 artesa- Para un desarrollo mayor en la exposición de este tema, véase infra, VI1 14 1333a17 SS. '16 Esta calificación de la facultad deliberativa de la mujer introduce una diferencia de grado, no de naturaleza, entre la virtud del hombre y la de la mujer. Véase PSEUDO-ARIST~TELES, Económicos.. . 1 3, páginas 253 SS. Sobre la facultad que existe en el niño, véase también ARISTÓTE- LES, Ética a Nicómaco 111 15, 11 l9b5; VI 13, 1 lUb8. "' Cf. PLATÓN, República X 601d. '18 En cuanto a la perfección de la virtud ética, véase, del mismo autor, Gran Ética 11 3, 1200a3; Ética a Nicómaco X 8, 1178~18; infra. 111 4, 1277b25. '19 Cf. infra, 111 4, 1277b20 SS.; Ética a Nicómaco VI11 14, 1162a26. I2O Cf. PLATÓN, Menón 71-73. JENOFONTE, Banquete 11 9. 121 La misma idea se encuentra en Aristóteles con mucha frecuencia. Véase infra, 11 6, 1265a31; Étrca a Nicómaco 11 7, 1107a28 SS.; Retórica 11 19, 1393a16 SS. 122 Asi se expresa PLATÓN, República IV 444d; Cármides 172a; Me- nón 97. 123 Gorgias, el sofista del s. v a. C.; véase PLATÓN, Menón 71d-e. 124 -,, Cf. S~FOCLES, Ayante 293. &??"ES decir, el ser ya perfectamente desarrollado. Antes debe aceptar un guía, que es su padre. Cf. ARIST~TELES, Ética a Eudemo VI1 15, 1249b6 SS.; Ética a Nicómaco 111 5, 1113a5 ss. y 111 15, 1119b7. 126 Cf. supra, 1 5, 1254b16-39; 1 13, 1259b25. 127 Cf. infra, 111 6, 1278b16. LIBRO I 85 no está más alejado, y sólo le concierne la virtud en la misma medida que su servidumbre, pues el obrero manual i2aob tiene una especie de servidumbre limitada, mientras el uno es esclavo por naturaleza, no así el zapatero ni ningún 14 otro artesano. Es claro, así pues, que el señor debe ser para el esclavo la causa 12' de tal virtud, pero no porque la enseñanza de los trabajos sea propia del amo '29. Poreso no hablan con razón los que rehúsan razonar con los esclavos 130 y dicen que sólo hay que darles órdenes, por- que hay que reprender más a los esclavos que a los niños. 1s Sobre estos temas, quede definido de esta manera. En cuanto al marido y la esposa, los hijos y el padre, la virtud propia de cada uno de ellos y las relaciones entre sí, qué es lo que esta bien y lo que no lo está, y cómo hay que perseguir el bien y evitar el mal, es necesario exponerlo al hablar de las formas de gobierno 131. Porque como toda casa es una parte de la ciudad 132, y estos son asuntos de la casa, y la virtud de la parte debe examinarse en relación con la virtud del todo '33, es necesario educar a los hijos y a las mujeres con vistas al régimen de gobierno, si es que precisamente tiene alguna importancia para que la ciudad sea perfecta que sean perfectos los hijos y las muje- lZ8 Cf. supra, 1 7, 1255b30 SS.; infra, VI1 3, 1325a23 SS. 129 Esta tarea puede delegarla en un administrador; cf. supra, 1 7, 1255b36. En cambio no puede descargar en otro su obligación de ser guía moral de sus esclavos. "O Cf. PLATÓN, Leyes VI 777e. 13' Esta alusión recoge, según unos, lo tratado infra, 11 3, 3; y según otros, infra, IV 1 , 1289a11 SS. 13' Esta misma afirmación se encuentra en PSEUDO-ARSTÓTELES, ECO- nómicos ... 1 1 , 1343a15 SS.; véase nota 5 a pie de página. La virtud de la parte -mujeres y niños- debe examinarse con relación al todo -la ciudad-. Cf. infra, V 9, 1310a12 SS.; VI11 1 , 1337a11 SS. ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco V 2, 1130b25 SS. res. Y necesariamente tiene importancia, pues las mujeres 16 son la mitad 134 de la población libre, y de los niños salen los miembros de la comunidad política. De modo que como quedan precisadas estas cuestiones, y de las restantes hay que hablar en otro lugar, dejemos como terminados los razonamientos presentes, tomemos otro punto de partida y examinemos en primer lugar las opiniones de los que las han manifestado sobre la mejor forma de gobierno. 134 Cf. PLATÓN, Leyes VI, 781 SS.; infra, 111 9, 1269b18.
Compartir