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LIBRO 11 101 han recogido, y otras, aunque se conocen, no se ponen 17 en práctica. Pero, sobre todo, resultaría claro si uno pu- diese ver realmente tal régimen organizado. Pues no se po- drá hacer la ciudad sin dividir y separar a los ciudadanos, ya para las comidas en común 179, ya en fratrías y tribus. De modo que de lo legislado no resultará ninguna otra cosa excepto que los guardianes no cultiven la tierra. Lo cual intentan también ahora implantar los lacedemonios ''O. 1s Por otra parte, tampoco ha dicho, ni es fácil de decir, cuál es la modalidad de régimen en conjunto para los que viven en comunidad ''l. Aunque casi la totalidad de la ciudad está formada por la multitud de los demás ciudadanos, acerca de los cuales no se ha definido na- da 182. . ni si las posesiones de los agricultores deben ser comunes, o cada uno las suyas, ni tampoco si sus mujeres 19 e hijos han de ser privados o comunes. Porque si todas las cosas son comunes a todos de la misma manera, ¿en qué se diferenciarán éstos de aquellos guardianes? ¿Qué ventaja tendrán los sometidos al mando de estos últimos? '" Platón las adopta también, cf. República 111 416e; Leyes VI11 842b; y habla de las fratrías, cf. Leyes VI 785a, y de las tribus, cf. Leyes V 745e. Heródoto considera las comidas en común como una institución con fines militares (1, 65). Para las fratrias y tribus, véase ARISTÓTELES, Constitución de los ateniensei [trad. M. GARC~A VALDÉS], B. C. G., 70, Madrid, 1984, frag. 5, págs 50-51; cap. 8, 2-4, págs. 69-70 y nota 52 a pie de página. Para los usos de estos vocablos, véase Índice de mate- rias, s. v. fratrías, tribu, págs. 221 y 226, respectivamente. 180 Los «Iguales» en Lacedemonia, análogos a los guardianes de Pla- tón, poseían la tierra, pero dejaban que la explotaran los hilotas. 18' Cf. PLATON, República IV 421a. Sin embargo Platón indica claramente que la comunidad de bienes no se aplica al conjunto de ciudadanos, y parece claro que la comunidad de mujeres, hijos y bienes sólo concierne a los guardianes; cf. República 111 417a; IV 419. ¿Con qué pretexto se someterán al mando, a no ser que se les emplee algún procedimiento hábil, como el de los cretenses? Éstos lS3 conceden a sus esclavos sus mismos derechos, y sólo les prohíben los ejercicios físicos y la po- sesión de armas. Pero si tales cosas son para los agricultores como en 20 las demás ciudades, ¿cuál será el carácter de esa comuni- dad? Habrá necesariamente dos ciudades la4 en una mis- ma, y éstas contrarias entre sí, pues de un lado, hace a los guardianes como defensores lS5, y, de otro, a los agri- cultores, artesanos y demás ciudadanos. Denuncias y procesos y cuantos otros males reconoce 21 que existen en las ciudades, todos existirán también entre ellos 18'. Aunque Sócrates dice que no necesitarán mu- chas leyes, a causa de su educación, por ejemplo las relati- vas a la policía urbana, a los mercados y otras semejantes, sin embargo sólo da educación a los guardianes. Además 22 hace a los agricultores dueños de sus propiedades mediante el pago de un tributo lS9; pero, como es lógico, serán más difíciles de manejar y estarán llenos de más pretensiones que en ciertas ciudades los hilotas, los siervos y los escla- vos. Pero si estas cuestiones son igualmente necesarias o 23 si no, hasta ahora no se ha definido nada, .ni tampoco Lo que Aristóteles dice de los esclavos cretenses se confirma en las Leyes de Cortina. En cuanto a la prohibición que les hacen, cf. infra, IV 13, 1297, 29 SS. 184 Es la critica que hace Platón a los grandes Estados de su época; cf. República IV 422e SS.; VI11 551d. las Cf. PLATÓN, República IV 419; 111 415d-417b. Cf. PLATÓN, República V 464d. 18' ES decir, entre los agricultores y los artesanos que son los verda- deros ciudadanos del Estado de Platón. las Cf. PLATÓN, República IV 425c-d. I a 9 Cf. PLATÓN, República V 464c; 111 416d-c. LIBRO 11 1 03 sobre cuestiones conexas: cuál será su gobierno, su educa- ción y sus leyes. No es problema fácil de descubrir, ni tampoco de poca importancia, cuáles sean las clases sub- ordinadas para conservar segura la comunidad de los 24 guardianes. 1264b Y si se establece la comunidad de mujeres y la propie- dad privada, ¿quién administrará la casa, como los hom- bres los trabajos del campo? ¿Y si son comunes las propie- dades y las mujeres de los agricultores? Es absurdo Ig0 deducir de la comparación con los animales que las muje- res deben ocuparse de las mismas cosas que los hombres, porque los animales no tienen que administrar la casa. 25 Y es arriesgado establecer las magistraturas como lo hace Sócrates: los gobernantes son siempre los mismos, y eso llega a ser causa de sediciones incluso entre los hombres que no poseen ningún relieve, y mucho más entre hombres 26 impulsivos y belicosos. Que se ve obligado a que ejerzan las magistraturas, es evidente, pues el oro que procede del dios no está mezclado unas veces en las almas de unos y otras veces en las de otros, sino siempre en las de los mismos. Dice 191 que en el mismo momento de su genera- ción, el dios mezcla en unos oro, en otros plata, y bronce y hierro en los que han de ser artesanos y agricultores. 27 Además, aunque suprime la felicidad de los guardia- nes, afirma lg2 que el legislador debe hacer feliz a la ciudad entera. Pero es imposible que sea feliz toda, si la mayoría o no todas sus partes o algunos no poseen la felicidad. Pues el ser feliz no es lo mismo que ser par: esto puede l" Cf. PLATÓN, República V 451d; véase también Leyes VI1 804 b. lY1 Cf. PLATÓN, República 111 415a SS. lY2 Cf. PLATÓN, República IV 419 SS. La objeción de Aristóteles no se sostiene, ya que la idea de Platón es muy diferente como se ve en República V 465 SS.; IX 58C-592. existir ea el todo, sin existir en ninguna de sus partes lg3; en la felicidad es imposible. Por otra parte, si los guar- 2s dianes no son felices, ¿qué otros lo son? Ciertamente, no los artesanos ni la muchedumbre de los obreros manuales. Así pues, el gobierno del que Sócrates ha hablado tiene estas dificultades y otras no menores. Y más o menos sucede lo mismo res- 6 Crítica pecto a las Leyes lg4, escritas más tarde; de las «Leyes» por eso es mejor también hacer un breve de Platón examen sobre el régimen en ellas propues- to. De hecho, en la República, Sócrates sobre pocas cosas ha dado precisiones completas: sobre có- mo se debe establecer la comunidad de mujeres e hijos, la propiedad y la ordenación del régimen político. Divide, 2 en efecto, la multitud de habitantes en dos partes lg5: una la de los agricultores, y otra, la de los defensores, y de estos últimos saca una tercera lg6, la que delibera y es sobe- rana de la ciudad. Sobre los agricultores y los artesanos, 3 Sócrates no ha precisado en absoluto si participan de algu- na magistratura o de ninguna, y si también ellos deben poseer armas y participar en la guerra o si no. Pero piensa que las mujeres deben participar en la guerra y compartir la misma educación que los guardianes. El resto de la obra '93 La suma de dos números impares puede dar un numero par: 3 + 5 = 8. lY4 La critica que Aristóteles hace en el presente capítulo de Las Le- yes de Platón parece que intenta probar que hay otro régimen que él considera mejor, régimen que describe, en parte, en los libros VI1 y VIII. Pero hay que hacer notar que este Estado ideal de Aristóteles tiene mu- chas semejanzas con el de las Leyes y de él recibe gran influencia; cf. E. BARKER, Greek Political Theory, Londres, 1951, pág. 380. 19' Cf. PLATON, República 11, 367e-376e, etc. 196 Cf. PLATÓN, República 111 412d.
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