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LIBRO 111 20 1 los tiempos antiguos, ejercían su autoridad continuamente en los asuntos de la ciudad, en los del campo y en los exteriores. Más tarde 556, algunas de estas funciones fue- ron abandonadas por los propios reyes 557, otras se las arre- bataron las muchedumbres. En otras ciudades sólo deja- ron a los reyes los sacrificios 558, y donde todavía podía decirse que existía realeza, mantenía sólo el caudillaje de las guerras en el exterior. 14 Estas son las formas de monarquía, cuatro en número: una, la de los tiempos heroicos (esta se ejercía con el asen- timiento de los súbditos, pero en asuntos determinados: el rey era general y juez y dueño soberano en los asuntos de los dioses); la segunda, la de los bárbaros (este es un poder despótico y legal basado en la estirpe); la tercera, es la que llaman aisymneteía (esta es una tiranía electiva); y la cuarta, la de Laconia (esta es, para decirlo brevemen- 1s te, un generalato vitalicio basado en la estirpe). Estas for- mas difieren unas de otras de esa manera. Pero hay una quinta forma de monarquía cuando un solo individuo es soberano de todo, como cada pueblo y cada ciudad lo es de los asuntos de la comunidad. Esta clase está situada en el mismo rango que la administración doméstica, pues como la administración doméstica es una especie de monarquía de la casa, así la monarquía de una ciudad o de un pueblo es una administración de uno - o - de varios. Sobre la decadencia de la monarquía, cf. infra, V 10, 36, 1312b38 SS. Probablemente alude a Teseo, cf. PLUTARCO, Teseo 24, 25, a Teo- pompo, cf. infra, V 11, 2, 1313a26 SS., y a los reyes de los molosos, cf. infra, V 1 1 , 2, 1313a23 SS. Así en Atenas, el segundo de los nueve arcontes se ocupaba de las cuestiones del culto y se le llamaba arconte-rey; cf. ARIST~TELES, Com- titución de los atenienses 3 y 57; HER~DOTO, 111 142; IV 161; VI1 149, etc. En suma, hay, por así decir, dos for- 1s La monarquía: mas de monarquía que debemos exami- ventajm e nar, ésta y la de los laconios; la mayoría i m m n i e n t e s de las otras están entre estas dos, pues los reyes en ellas tienen menos poderes que la monarquia absoluta y más que la de Laconia. Así 2 que el examen viene a ser sobre dos puntos: uno, si les conviene o no a las ciudades tener un general vitalicio, y éste por linaje o por turno; y otro, si conviene que un 1286a solo individuo tenga poder soberano sobre todo, o si no conviene. El examen de un generalato de este tipo tiene un aspecto más relacionado con la legislación que con el régimen (pues éste puede darse en todos los regímenes po- líticos 559); así que dejemos de lado esta primera cuestión. La otra forma de monarquía es un tipo de régimen, de 3 modo que hay que examinarlo y recorrer las dificultades que entraña. El punto de partida de esta investigación es si con- viene más ser gobernados por el mejor hombre o por las mejores leyes. Los que consideran conveniente 562 la mo- 4 narquia opinan que las leyes hablan sólo en términos gene- rales, y no dan disposiciones para los casos concretos, de modo que en cualquier arte es insensato mandar según la letra de las normas. Y en Egipto los médicos pueden cam- 559 Cf. infra, 111 16, 1 , 1287a4 SS. 5 6 a Estas dificultades están tratadas en los capítulos 15-17. "' El punto de partida está en el presente pasaje; los siguientes pun- tos se exponen infra, 111 17, 8, 1288a30 SS. Cf. PLATÓN, Político 294A SS. El tema de cómo la ley por su carácter general no puede resolver cuestiones concretas lo trata muchas veces Aristóteles; cf. Ética a Nicómaco V 14, 1137b13-32; y supra, 11 8, 22, 1269a9 SS.; 111 1 1 , 19, 1282b1-6. LIBRO III 203 biar el tratamiento después de cuatro días 563, y si lo hacen antes es por su cuenta y riesgo. Es evidente, pues, por la misma causa, que el régimen basado en normas escritas y en leyes no es el mejor. 5 Sin embargo, ese razonamiento general deben poseerlo los que mandan, y es mejor aquello en que no se da en absoluto lo pasional 564 que aquello en que es innato. Es- to, en efecto, no existe en la ley 565, en cambio toda alma humana lo tiene necesariamente. Pero quizá se pueda decir que a cambio de eso un hombre decidirá mejor sobre los casos particulares. 6 Es evidente 567, por tanto, que ese hombre debe ser le- gislador y que ha de haber leyes, pero éstas no deben ser soberanas en lo que cae fuera de su alcance, aunque deben ser soberanas en los demás casos. En todo lo que no es posible que la ley juzgue en absoluto o que lo juzgue bien, 7 ¿debe gobernar uno solo, el mejor, o todos? De hecho, ahora, reunidos todos los ciudadanos juzgan, deliberan y deciden, y esas decisiones se refieren todas a casos concre- tos. Cada uno de ellos, en efecto, tomado individualmen- te, es por comparación inferior al mejor, pero la ciudad se compone de muchos, y, como un banquete al que con- 563 Hay alguna dificultad en la transmisión textual. El plazo concreto de cuatro días se interpreta de diferentes modos: puede ser debido segun la medicina antigua a que el cuarto día se consideraba un día de crisis. O bien porque el verdadero efecto del tratamiento no se sentía hasta el cuarto día. Sobre la organización y sobre la practica de la medicina en Egipto, cf. HERODOTO, 11 77. DIODORO, 1 82, 3 . Sobre el tema del factor afectivo o pasional, cf. supra, 1 4, 6, 1254b8; infra, 111 16, 5, 1287a28 SS. ARIST~TELES, Ética a Nicómaco X 7, 1 l77b26 SS. PLATÓN, Leyes 713E SS. 565 Cf. ARIST~TELES, Ética a Nicómaco. X 9, 1180a21. 566 Cf. supra, 111 10, 5, 1281a34 SS. JENOFONTE, Ciropedia 1 3, 18. 567 Probablemente Aristóteles sigue a PLATÓN, Político 295D, E; 300C. tribuyen muchos es mejor que el de una sola persona, por la misma razón juzga mejor muchas veces una multitud que un individuo cualquiera. Además una gran cantidad es más difícil de corromper: s lo mismo que con una cantidad grande de agua, así tam- bién la masa es más difícil de corromper que unos pocos. Cuando un individuo está dominado por la ira o por cual- quier otra pasión semejante, necesariamente su juicio esta- rá corrompido, mientras que, en el otro caso, es difícil admitir que se irriten y se equivoquen todos a la vez. Supongamos que la multitud son hombres libres 569 que 9 no hacen nada fuera de la ley, excepto en los casos que ésta necesariamente no contempla. Y si esta condición no es fácil que se de en un gran número, sí al menos que una mayoría sean hombres de bien y buenos ciudadanos: jserá más incorruptible el gobernante único o el número mayor de hombres todos buenos? Evidentemente el núme- n86b ro mayor. Pero éstos se dividirán en facciones, mientras que eso no puede ocurrir en un solo individuo. Mas a esto lo se debe replicar probablemente que son tan dignos de espí- ritu como aquel individuo solo. Y si hay que considerar aristocracia al gobierno de la mayoría de hombres todos buenos, y monarquía al de uno solo, la aristocracia será preferible que la monarquía para las ciudades, tanto si el gobierno se apoya en la fuerza como si no, a condición de que se pueda encontrar un gran número de hombres semejantes. La argumentación y la comparación que preceden se encuentran también supra, 111 11, 2, 1281bl SS. La multitud es más difícil de corrom- per; cf. PLATÓN, Leyes 768B; ARIST~TELES, Constitución de los atenienses 41, 2. 569 Cf. PLATÓN, Leyes 111 701; y supra, 111 11, 5, 1281b15 SS.; 111 15, 15, 1286b31 ss.
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