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LIBRO V 343 los lacedemonios "65 derribaron muchísimas tiranías, y los siracusanos en el tiempo en que estaban bien goberna- 31 dos "66). Otra manera es desde el interior, cuando los que participan de ella entran en discordia, como la tirania del grupo de Gelón "67, y, ahora 1168, la del grupo de Dioni- sio. En la de Gelón, como Trasibulo, el hermano de Hie- ron, adulaba e impulsaba a los placeres al hijo 1169 de Ge- lón para gobernar él mismo, los parientes del hijo reunie- ron un cuerpo de confederados, no para derribar total- mente la tiranía, sino a Trasibulo, pero los confederados con ellos, aprovechando la ocasión, los expulsaron a to- 32 dos. Y en cuanto a Dionisio, Dión, que era pariente su- yo "70 y tenía a su favor el pueblo, hizo una expedi- Aristóteles coincide en esta idea con TUCÍDIDES, 1 18, 1. Cf. tam- bién PLUTARCO, Alejandro 34. El pasaje, VI 4, 6, 1318b32, deja hacerse una idea de cual es el buen gobierno, calificado de oligarquía en VI 6, 8, 1306al SS. Esta política pudo ser llevada a cabo en Siracusa, después de la caída de la dinastía de los Gelónidas en 466 a. C. y la democracia de 413. 1167 Sobre Gelón, cf. V 3, 5, 1302b32; V 12, 6, 1315b35, y V 12, 12, 1316a33. Fue tirano de Siracusa de 485 a 478 a. C.; a él le sucedió su hermano Hierón. 1168 Aristóteles emplea el término «ahora» en un sentido amplio, ya que se trata del 355 a. C., cuando Dionisio fue expulsado de su ciudadela Ortigia. l16"Este hijo de Gelón es de nombre desconocido; parece que fue al menos nominalmente tirano de Siracusa, y ciertamente lo fue después de la muerte de su tío Hierón. Según DIODORO, IX- 66, 4, y también infra, V 12, 6, 1315b38, Trasibulo sucedió a su hermano Hierón como tirano. '170 La hermana de Dión, Aristómaca, se había casado con Dionisio el Viejo, pero Dionisio el Joven, que sucedió a su padre en 368, era hijo de la locna Doris, otra esposa de Dionisio; cf. V 7, 10, 1307a38 SS., y nota 1064. Dión era pariente de Dionisio el Joven porque se había casado con su hermanastra Areta. ción contra él y después de haberlo expulsado fue asesina- do 1171 Dos son las causas por las que principalmente se ataca a las tiranías: el odio y el desprecio. Uno de ellos, el odio, se da siempre en el caso de los tiranos 1172, pero muchos derrocamientos se producen por desprecio. Una prueba de 33 ello es que la mayoría de los que conquistaron el poder lo conservaron, pero los que lo heredaron, enseguida, por así decir, lo perdieron todos: viviendo una vida de place- res 1173 se hacen muy despreciables y ofrecen muchas oca- siones a sus atacantes. También debe considerarse la ira como una parte del odio "74, pues de alguna manera es causa de las mismas acciones. Muchas veces es incluso más 34 activa que el odio, pues atacan con más vigor debido a que la pasión no se sirve de razonamiento 1175 (especial- mente suele aparecer en los ánimos debido a la insolencia, causa por la que fue derribada la tiranía de los Pisistráti- das "76 y muchas otras). En cambio, el odio es más calcu- 35 lador, pues la ira lleva consigo el dolor, de modo que no es fácil razonar, mientras que el odio está exento de dolor 1177 . 1171 Dión fue asesinado en 354 a. C.; cf. PLUTARCO, Dión 54-57; y supra, V 10, 28, 1312a34 y nota 1162. 1172 Cf. PLATÓN, República VI11 567C. ISÓCRATES, Filipo 137. El tira- no tiene medios para no ser siempre objeto de odio; cf. V 11, 34, 1315b7. 1173 Cf. PLATÓN, Leyes 111 695A-B, al tratar de los hijos de Ciro. Aristóteles parece que piensa en Dionisio 11 el Joven, tirano de Siracusa. 1174 Cf. V 10, 15, 131 la33 SS.; ARIST~TELES, Retórica 11 4, 1382a2. 117' Cf. TUCÍDIDES, 11 11, 8; DEM~STENES, Contra Midias 41. '176 Harmodio y los conjurados derriban la tiranía de los Pisistráti- das, cf. V 10, 15, 1311a36 SS., y nota 1141; ARIST~TELES, Retórica 11 24, 1401bll SS.; PLATÓN, Banquete 182C. Pero la tiranía subsistió des- pués de la conjuración de Harmodio; cf. ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses 19; TUCÍDIDES, 1 20, 2; VI 59. 1177 Cf. ARIST~TELES, Retórica 11 4, 1382a12. LIBRO V 345 Para decirlo resumidamente, todas las causas que he- mos dicho 117' de la oligarquía pura y extrema y de la de- mocracia radical han de ser aplicadas también a la tiranía, pues éstas son en realidad tiranías repartidas "79. 36 .La realeza es el régimen menos frecuentemente destrui- do por causas externas, y por eso es muy duradero. La mayoría de las destrucciones le vienen de su propio seno. 1313a Se destruye de dos maneras: una por disensión de los que participan en la realeza; y otra manera, porque intentan gobernar más tiránicamente y cuando reclaman un control soberano en más asuntos incluso en contra de la ley. 3 7 Ahora ya no existen realezas, pero si existen, son más bien monarquías y tiranías, porque la realeza es un gobierno con el asentimiento de los súbditos y es soberana en asun- tos muy importantes, y ahora los iguales son muchos y nadie tan destacado como para acomodarse plenamente a la grandeza y dignidad del cargo. De modo que por esto los ciudadanos no soportan de buen grado este régimen, y si alguien por engaño o por violencia l I s 1 se hace con el poder, ya esto parece ser un tiranía. 3 s En las realezas de sangre se debe considerar como cau- sa de destrucción, además de las mencionadas, el hecho de que hay muchos,despreciables y, no poseyendo un po- der tiránico, sino una dignidad real, actúan con insolencia. Su destrucción es fácil, pues dejará de ser rey tan pronto como no lo quieran, mientras que un tirano permanece aunque no lo quieran. Las monarquías, pues, son destrui- das .por estas causas semejantes. 11" Cf. V 3, 4, 1302b21-23; V 5, 1, 1304b20; V 6, 18, 1306b21. 1179 Cf. IV 4, 27, 1292a15 SS.; IV 6, 1 1 , 1293a30. Cf. 111 15, 1 1 , 1286b11 SS. "" Cf. V 4, 12-13, 1304b10-17; véase también JENOFONTE, Mernora- bles 111 9, 10; y Platón véase en DIOCENES LAERCIO, 111 83. Es evidente, en términos generales, que i i Modos de se conservan por las causas contrarias, y, conservación de las monarquías y en particular, las realezas se conservan de /as *iranias conduciéndolas a una ,f,orma más mode- rada Ilx2. Cuanto menos sean sus atribu- ciones sobefinas, más tiempo necesariamente permanece íntrego su poder, pues ellos se vuelven menos despóticos y más iguales 'lx3 en carácter a los demás, y provocan menos envidia en sus súbditos. Por esto la realeza duró 2 mucho tiempo entre los molosos 118', y la de los lacedemo- nios 11" duró porque desde el principio el poder fue repar- tido entre dos, y a su vez Teopompo lo moderó, estable- ciendo entre otras la institución de los éforos; quitando poder a los reyes prolongó la duración a la realeza, de suerte que en cierto modo no la debilitó sino que la aumentó en importancia. Esto fue lo que precisamente, según dicen, 3 respondió a su mujer, que le preguntó si no le daba ver- güenza entregar a sus hijos un poder real menor que el 1182 Véase un consejo semejante en V 11, 18, 1314a34 ss. PLATÓN, Leyes 111 690D-E, 691D. Cf. JENOFONTE, República de los lacedernonios XV 8. I la4 Sobre los molosos, cf. V 10, 8, 1310b38 y nota 1129. 1185 Aristóteles sigue a PLATÓN, Leyes 111 692A. Teopompo parece ser el rey de Esparta que en la primera guerra mesénica (s. VIII a. C.) venció al mesenio Aristodemo en Ítome. En cambio, HERODOTO (1 65), JENOFONTE (República de los lacedernonios VI11 3), PLATÓN (Carta VI11 354B) y DIÓGENES LAERCIO (1 68) consideran que el eforado fue creado por Licurgo. - Sobre los éforos, cf. 11 9, 19-24, 1270b6-35. Eran cinco; su función consistía en limitar elpoder de los reyes, vigilarlos, aconsejar- los y sustituirlos en algunas ocasiones (cf. DIÓGENES LAERCIO, 1 68), y acompafiarlos en las campañas militares (cf. JENOFONTE, Helénicas 11 4, 36). Sobre su papel político, véase también HER~DOTO, V 40; VI 82; Tu- C~DIDES, 1 131; JENOFONTE, República de los lacedernonios IV6. LIBRO V 347 que había heredado de su padre: «No por cierto -dijo- pues lo entrego mucho más duradero 1186». 4 Las tiranías se conservan de dos maneras muy opues- tas. Una de las cuales es la tradicional, y según ella rigen el gobierno la mayoría de los tiranos. MucPios de esros-pro- cedimientos dicen que fueron establecidos por Periandro de Corinto "87, y muchos métodos parecidos plieden to- s marse del poder de los persas '18'. Son los mencionados antes 1189 para la conservación, en lo posible, de la tiranía: truncar a los que sobresalen "90 y suprimir a los orgullo- sos; no permitir comidas en común, ni asociaciones '19', n 1 3 b ni educación, ni ninguna cosa semejante, sino vigilar todo aquello de donde suelen nacer los sentimientos: nobleza de espíritu y confianza; no debe permitir la existencia de escuelas ni otras reuniones escolares, y debe procurar por todos los medios que todos se desconozcan lo más posible unos a otros (pues el conocimiento hace mayor la confian- I l s 6 Se encuentra la misma anécdota en RUTARCO, Licurgo 7. l l S 7 Sobre Penandro, tirano de Corinto, cf. V 10, 13, 1311a20. Pla- tón lo considera como el prototipo de tirano despótico; cf. Protagoras 343A; República 1 336A. Según una larga tradición (cf. HER~DOTO, 111 53) se le tiene como uno de los Siete Sabios; cf. DIÓGENES LAERCIO, 1 99; PLUTARCO, Banquete de los Siete Sabios y en Sobre la E de Delfos 3. Algunos Estados ante problemas determinados pidieron su arbitraje; cf. HERÓDOTO, I 20-22; V 94-95; ARISTOTELES, Retórica 1 15, 1375b30. El regimen de los persas es más una tiranía que una realeza; cf. PLATÓN, Leyes 111 697A; cf. también supra, 111 13, 19, 1284a41; V 11, 7, 1313bll; y JENOFONTE, Ciropedia VI11 2, 10-12. 1'89 Tal vez se refiere al pasaje V 10, 12-13, 1311a15-22. 'lgO Cf. PLATÓN, Leyes VI11 832C; JENOFONTE, Hierón V 3. 1191 Cf. ISÓCRATES, Nicocles 54; ARISTÓTELES, Constitución de los ate- nienses 20, 1 [trad. M. GARC~A VALDÉS], pág. %, y nota 145 sobre el sentido del término ((asociaciones)). Los tiranos las ven como un peligro por ser un obstáculo a su poder absoluto. Los tiranos también evitan la educación del pueblo; cf. PLATÓN, Banquete 182B-C. za mutua). Y debe procurar que los que residen en la 6 ciudad estén siempre visibles y pasen el tiempo en sus puer- tas "92 (pues así no pasará inadvertido en absoluto lo que hacen, y se acostumbrarán a ser humildes al estar siempre sometidos); y deben emplear todos los demás medios 1193 semejantes cuantos persas y bárbaros son de carácter tirá- nico (todos producen los mismos efectos): procurar que 7 no pase inadvertido nada de lo que diga o haga cualquiera de los súbditos 1194, sino tener espías, como en Siracusa las llamadas «confidentes» 1195, y aquellos que como escu- chas enviaba Hierón '19' dondequiera que hubiera una reu- nión o asamblea (pues así hablan con menos franqueza por temor a tales espías, y si se expresan con libertad pasan menos desapercibidos); y también que los ciudadanos se 8 calumnien unos a otros, que los amigos choquen con los amigos, el pueblo con los distinguidos, y los ricos entre sí; también hacer pobres a sus súbditos es una medida tirá- nica para que no sostengan una guardia 1197 y, ocupados Il9' Cf. JENOFONTE, Ciropedia VI11 1, 6-8; 16-20; se indica una cos- tumbre semejante entre los persas: las personas importantes debían pre- sentarse a las puertas del palacio y estar a disposición del rey para ejecu- tar sus órdenes. 1193 Cf. ~ T Ó T E L E S , Retórica 1 5, 1361a36; ISÓCRATES, Panegírico 151. 1194 Se encuentra el mismo consejo en IS~CRATES, A Nicocles 23; JE- NOFONTE, Ciropedia VI11 2, 10-12. 1195 Según Plutarco (cf. Dión 28) estas ((confidentes)), hui potagogi- des, serían espías. Según POLIENO (LOS ardides de la guerra V 2, 13) las mujeres podían desempeiiar esta función. 1196 Hierón fue tirano de Siracusa de 478 a 466 a. C. Los poetas Píndaro y Baquílides lo celebraron en sus poemas y Jenofonte escribe un tratado con su nombre. Cf. V 12, 26, 1315b34. 119' Parece que tiene en cuenta a PLATÓN, República VI11 567A-E. Además de la guardia de mercenarios del tirano había una guardia cívica; cf. DIODORO, XI 67, 5; y supra, V 10, 11, 1311a14, donde el tirano priva
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