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LIBRO VI 379 hipotecar hasta cierta parte de la tierra poseída por cada uno 1323.) Actualmente debería corregirse por medio de la ley de los habitantes de Afitis 1324, que es útil para lo que lo decimos. Pues aquéllos, aunque son muchos y poseen poca tierra, sin embargo son todos agricultores, pues fijan el valor de las posesiones, no en su totalidad, sino dividién- dolas en tantos lotes que incluso los pobres pueden sobre- pasar las tasas fijadas. i i Después de la población agrícola, el mejor pueblo se encuentra allí donde hay pastores y viven de sus ganados, pues en muchas cosas es muy semejante al de la agricultu- ra, y en lo referente a las actividades guerreras estos pue- blos están especialmente ejercitados por sus hábitos, son útiles por sus condiciones físicas y capaces de resistir a la 12 intemperie. Casi todos los otros pueblos 1325 de los que se componen las restantes democracias son muy inferiores a éstos, pues su género de vida es inferior, y no acompaña la virtud a ninguna ocupación de las que emprende la ma- 13 sa de artesanos, mercaderes y jornaleros. Además, debido a sus idas y venidas por el ágora y la ciudad, toda esta clase de gente se reúne fácilmente, por así decir, en asam- blea, mientras que los labradores, al estar dispersos por seguir en su patria y sólo exige un nuevo reparto de las propiedades. Después de un sinecismo de los pueblos vencidos funda Elis y contribuye a su prosperidad. Sobre su labor política, cf. PAUSANIAS, V 4, 2; V 8, 1 ; V 16, 1 . ESTRAB~N, VlII 3 , 30. L323 La hipoteca mas pequeña amenazaba con ser para los pequeiios campesinos el comienzo del proceso de desposesión de la tierra, como se sabe por la historia de Atenas en tiempos de Solón. Cf. ARISTÓTELES, Constitución de los ateniemes 1 1 , 2. L324 Afitis, ciudad de Macedonia, en el istmo de Palene. Sobre la ley a la que alude el texto sólo se conocen estas indicaciones de Aristóteles. '325 ES decir. artesanos, comerciantes, jornaleros. Cf. unas líneas mas abajo y en VI 7, 1 , 1321a5. el campo, ni se encuentran, ni necesitan, igualmente de estas reuniones. Y donde ocurre que el territorio tiene tal 14 disposición que el campo está muy apartado de la ciudad, es más fácil establecer una buena democracia y una repú- blica, pues la masa se ve obligada a habitar en los campos, de modo que, aun cuando exista una muchedumbre del ágora, no se deben hacer asambleas en las democracias sin la población del campo. Queda dicho, pues, cómo debe organizarse la democra- 1s cia mejor y primera, y es evidente también cómo establecer las demás, pues irán gradualmente desviándose de ésta y 1319b el pueblo se irá distinguiendo cada vez peor. La última forma de democracia, por el hecho de participar todos en ella, ni puede soportarla cualquier ciudad, ni es fácil que dure si no está bien constituida en sus leyes y costumbres (las causas que suelen destruir éste y los demás regíme- nes se han dicho anteriormente '326 casi en su mayoría). Para establecer esta clase de democracia y hacer al pueblo 16 fuerte, los dirigentes acostumbran a admitir los más posi- bles 1327 y hacer ciudadanos no sólo a los hijos legítimos, sino también a los bastardos y a los hijos de un solo pro- genitor ciudadano, es decir, el padre o la madre, pues todo esto es más bien propio de esta clase de democracia. Así acostumbran a proceder los demagogos; sin embargo, 17 deben admitirse sólo hasta superar el conjunto de los nota- bles y de la clase media, y no ir más allá de este límite, pues si lo exceden, introducen mayor desorden en el régi- men e incitan más a que los notables soporten difícilmente la democracia; y esto fue lo que precisamente vino a ser L326 Cf. v 2-5. 13'' Cf. 111 15, 12, 1286b18 SS. LIBRO VI 381 la causa de la revuelta en Cirene 1328. Pues un mal peque- ño pasa desapercibido, pero si se hace grande está más 18 a la vista 1329. Además, para una democracia de esta clase son útiles también los procedimientos semejantes a los que Clistenes 1330 empleó en Atenas cuando quiso aumentar la democracia, y los que establecieron la democracia en Cire- 19 ne 1331: deben crearse más tribus diferentes y fratrías, y reducir a pocos y comunes los cultos privados '332, y em- plear todos los artificios para que se mezclen al máximo todos entre sí y se disuelvan los vínculos sociales anterio- - 13" Se refiere al descontento de los notables en Cirene en 401 a. C. según el historiador griego DIODORO, XIV 34. Cirene estaba situada en el norte de África; la Cirenaica era rica en vid, olivo y cereales; en el s. N a . C. era uno de los graneros del mundo griego. Por su extensa y rica llanura dio lugar a grandes propietarios rurales y también desarro- lló mucho el comercio exterior, especialmente con Atenas. Fue fundada hacia 631 a . C. por colonos griegos de la isla de Tera; cf. HER~DOTO, IV 150 SS. Una breve historia de Cirene se puede ver en las págs. 266 y SS. de ARISMTE, Politique V-VI, ed. por J. AUBONNET, París, 1975. l 3 I 9 Cf. V 4, 3, 1303b26 SS.; V 8, 2-3, 1307b30-39. 1 3 j 0 Sobre las reformas constitucionales de Clístenes en 508-7 a. C., cf. 111 2, 3, 1275b36 SS., y nota 390, a pie de página. Cf. principalmente las fuentes griegas de ARIST~ELES, Constitución de los afenienses 21; HER~DOTO, VI 131. "31 Se refiere, tal vez, al establecimiento de la democracia hacia 440 a. C., a continuación de la muerte del rey Arcesilao IV. Véase supra, nota 1328. 13" En Atenas, por ejemplo, había cultos en los que no tomaban parte todos, así los de los Gefireos, cf. HERÓDOTO, V 61, que tenían sus santuarios propios y reflejaban diferencias étnicas originarias de gru- pos inmigrantes. Las fratrías eran en un principio divisiones que recogían asociaciones religiosas de familias nobles (gene) o de tíasos, que son gru- pos de individuos con un culto común. Aristóteles considera que un rea- grupamiento de cultos contribuía a mezclar lo más posible los ciudadanos entre si, cf. Constitución de los atenienses 21, 2-3. Cf. también, PLATÓN, Leyes X 909D SS. res. Además, los procedimientos tiránicos '333 parecen to- 20 dos democráticos, quiero decir, por ejemplo, la anarquía de los esclavos (que podría ser hasta cierto punto conve- ' niente), de las mujeres y de los niños, y el tolerar que se viva como cada uno quiera. Gran interés habrá en apoyar esta clase de régimen, pues para la mayoría de los hombres es más agradable vivir desordenadamente que con modera- ción. Para el legislador y para los que quie- 5 Los medios ren establecer un regímen de esta clase adecuados no es la tarea más importante establecer- de conservación de la democracia lo, ni tampoco la única, sino más bien conservarlo, pues no es difícil que de cualquier manera que esté constituido dure uno, dos o tres días. Por ello, a partir de lo que se ha examinado antes 1334 2 sobre cuáles son los medios de conservación y de destruc- ción de los regímenes, se debe intentar disponer su seguri- dad tomando precauciones sobre los factores de destruc- ción y estableciendo tales leyes no escritas y escritas '335 l32Oa que comprendan lo más posible los medios de conserva- ción de los regímenes, y no debe considerarse democrático ni oligárquico aquello que haga que la ciudad se gobierne más democrática u oligárquicamente, sino lo que la haga durar el mayor tiempo posible. Los demagogos actuales 3 para agradar a los pueblos, hacen muchas confiscaciones por medio de los tribunales. Por eso, los que se preocupan por el régimen deben oponerse a ello, legislando que nada 1333 Cf. V 6, 11, 1313b32-39. 13" Cf. el libro V. 1335 Sobre las leyes escritas y no escritas, cf. ARISTÓTELES, Retórica 1 10, 1368b9; 1 13, 1375b5-17; 1 14, 1375a15, 17. PLATÓN, Leyes VI1 793B; VI11 841B. LIBRO VI 383 de los condenados sea propiedad pública, ni sea llevado al tesoro común, sino que sea propiedad sagrada 1336; de este modo los delincuentes noserán menos precavidos (pues recibirán el mismo castigo), y la muchedumbre condenará menos a los procesados, puesto que no va a obtener nada. 4 Además, se deben reducir siempre lo más posible los pro- cesos públicos y reprimir, imponiendo penas graves, a los que presentan acusaciones a la ligera, pues no suelen de- nunciar a los demócratas sino a los notables; pero todos los ciudadanos deben estar en la mejor disposición hacia el régimen, y si no, que al menos no consideren como ene- migos a los que tienen la autoridad. 5 Puesto que las democracias extremas son muy populo- sas y es difícil que los ciudadanos acudan a la asamblea sin paga, y por otra parte, cuando no hay recurso por cual- quier circunstancia es una situación contraria a las clases superiores (pues debe sacarse de impuestos, confiscaciones y tribunales parciales, medidas que ya han derribado mu- chas democracias); cuando no hay recursos por cualquier circunstancia, deben convocarse pocas asambleas 1337 y cons- 13" La distinción entre el dominio público y el sagrado esta notada por Hipodamo de Mileto; cf. 11 8, 3, 1267b34. Estos bienes entraban a formar parte del tesoro de Atenea. Cf. JENOFONTE, Helénicas 1 7, 10, donde dice que una décima parte de la suma confiscada iba a este tesoro. Los fondos sagrados en determinadas circunstancias podían ser utilizados por el Estado para gastos urgentes y, por tanto, de una manera indirecta podían contribuir al pago del salario de los miembros de los tribunales. 1337 Con el objeto de disminuir los gastos. En la epoca de Aristóteles ' (Constitución de los atenienses 62, 2) cada miembro de la asamblea reci- bía por sesión ordinaria un dracma y por sesión principal nueve Óbolos. En Atenas había cuarenta asambleas ordinarias en el ano: cuatro en cada pritania, una de ellas efa una sesión principal. Cf. ARIST~TELES, Consti- tución de los atenienses 41, 3; 43, 4-5. A esto se añadía el pago de tres óbolos a cada miembro de la Heliea, tribunal cuyos miembros podían tituir tribunales de muchos miembros, pero por pocos días (pues esto conduce a que los ricos no teman los gastos, 6 si los pudientes no reciben la paga de juez y los pobres sí, y conduce también a que los juicios se resuelvan mucho mejor, pues los ricos no desean estar muchos días lejos de sus asuntos privados, sino que lo desean por breve tiempo); en cambio cuando hay recursos 1338 no se debe 7 hacer lo que hacen actualmente los demagogos 1339 (repar- ten lo sobrante, y el pueblo, al mismo tiempo que recibe, ya tiene otra vez las mismas necesidades, pues este tipo de ayuda a los pobres es como el tonel agujereado 1340). Pero el verdadero demócrata debe velar para que el pueblo no sea demasiado pobre, pues esto es la causa de que la democracia sea mala. Por tanto, hay que ingeniárselas pa- 8 ra que se produzca una prosperidad duradera. Y esto con- viene también a los ricos: el producto de los recursos, una ser cinco mil. Cf. Constitución de los atenienses 62, 2. Pero hacer las asambleas menos frecuentes acrecentaba el poder de los magistrados e iba en contra de la practica de la democracia extrema, cf. IV 4, 30, 1292a29 SS. l H 8 Recursos provenientes, por ejemplo, de los tributos de las ciuda- des sometidas, como los miembros de la Confederación átko-délica, o bien procedentes de los d.erechos del puerto, de la importación y exporta- ción, de la explotación de minas, del monopolio de algún producto. Cf. PSEUDO-ARIST~TELES, Económicos 11 1, 1346a5 SS. 1339 Las medidas que tomaban en el pasado los jefes del pueblo, co- mo Temístocles, se pueden ver en ARISTÓTELES, Constitución de los ate- nienese 22, 7; HERÓDOTO, VI1 144, donde convence al pueblo para cons- truir una flota con los productos de las minas de Laurión. En cambio, los demagogos de la época de Aristóteles,halagaban a los ciudadanos más pobres, concediéndoles pagas de los fondos del Teórico o Caja de los espectáculos; cf. DEM~STENES, Olíntica 1 20; Contra Leócares 37. 1340 Hace referencia al tonel de las cincuenta hijas de Dánao, rey le- gendario de Argos, que, por haber dado muerte a sus maridos, fueron condenadas en el Hades a llenar de agua un tonel con agujeros en el fondo. LIBRO VI 385 vez reunido todo, debe distribuirse a los pobres, sobre to- do si cada uno puede reunir tanto como para la adquisi- ción de un pequeño terreno, y si no, los fondos para em- 1320b 9 prender el comercio o la agricultura 1341, y si no es posible para todos, distribuirlo alternativamente, por tribus o cual- quier otra división, y entretanto los ricos aportarán la pa- ga para las reuniones indispensables, quedando libres de las cargas públicas superfluas 1342. Los cartagineses IM3, con un gobierno de este carácter, han conseguido la amistad del pueblo, pues enviando continuamente a las colonias io a ciudadanos del pueblo los enriquecen. Y es propio de los notables gratos e inteligentes que se repartan los pobres y les den fondos para orientarlos a algún trabajo. Está bien imitar también lo de los tarentinos 1344. Aquéllos, po- niendo en común con los pobres sus propiedades para su i i disfrute, consiguen la benevolencia del pueblo. Además, todas las magistraturas las dividieron en dos clases: unas electivas y otras por sorteo; las de sorteo para que el pue- blo participe de ellas, y las electivas para que estén mejor gobernados. Esto puede lograrse también haciendo que par- 1341 Ejemplos de ello nos los 'da IS~CRATES, Areopagítico 16; ARISTÓ- TELES, Constitución de los atenienses 16, 3; ELIANO, Historias varias IX 25. Y para el caso de no poder trabajar por impedimento físico y ser muy pobre se les concedía dos óbolos por día para la alimentación a expensas del Estado; cf. Constitución de los atenienses 49, 4. 1342 Cf. V 8, 20, 1309a17 SS. PSEUDO-JENOFONTE, República de los atenienses 1 13. DEMÓSTENES, Contra Midias 156. Sobre las cargas públi- cas, cf. supra, 11 10, 8 , 1272a17. 1343 Sobre Cartago, cf. supra, V 12, 12, 1316a34, y nota 1265 a pie de página. 13" Sobre Tarento, cf. supra, V 3, 7, 1303a3, y nota 953; V 7, 2, 1306b30 SS., y nota 1050. Los tarentinos debieron aprender tal práctica de los lacedemonios, sus antepasados. ticipen de la misma magistratura los designados por sorteo y por elección. Así pues, queda dicho cómo deben organi- zarse las democracias. Respecto a las oligarquías resulta casi 6 Organización evidente cómo deben organizarse a partir y conservación de esas consideraciones. Es necesario com- de la oligarquía poner cada forma de oligarquia de los elementos contrarios, comparándola a la la democracia contraria. La oligarquía mejor combinada y primera, ésa es la más próxima a la llamada repúbli- 2 ca 1345 , en la que deben distinguirse '346 las tasaciones de la renta, estableciendo unas menores y otras mayores. Me- nores son aquellas que se exigen para participar en las ma- gistraturas necesarias, y mayores para las más elevadas, y a quien posee la renta fijada le es permitido participar en el gobierno, y gracias a la renta debe ser introducido un número de gentes del pueblo tan numeroso como para que sean superiores a los que no participan. Y es necesario 3 siempre tomar del sector mejor del pueblo a los asociados. De modo semejante, pero intensificándola un poco, debe organizarse la siguiente forma de oligarquía. La opuesta a la democracia extrema, la oligarquía más dinástica 1347 y tiránica, exige una vigilancia tanto mayor cuanto peor es._Pues lo mismo que los cuerpos que gozan de buen esta- 4 do de salud y los barcos que están en buenas condiciones para la navegación permiten a sus tripulantes más errores - '345 Cf. sobre este régimen, principalmente, IV 1 1 , 2-20, 1295a33- 1296b12. ' 1346 Cf. IV 3, 1 , 1318a12. Las magistraturas necesarias son los fun- cionarios ordinarios y las más elevadas son los funcionarios cuyos pode- res son más importantes. '"' Sobre este poder de diastas y tiranos, cf. supra,V 3, 3, 1302b18, y nota 942. LIBRO VI 387 sin que se destruyan por causa de yllos, mientras que los cuerpos enfermizos y los barcos mal ensamblados y con malas tripulaciones no pueden soportar los pequeños erro- res, así también los regímenes peores exigen la mayor vigi- 1321a 5 lancia. A la democracia en general la salva el gran número de ciudadanos (pues este factor es opuesto a la justicia ba- sada en el mérito); en cambio, la oligarquía, por el contra- rio, debe encontrar su salvación por medio de la buena organización. 7 Puesto que cuatro son principalmente las clases del pueblo, la de los agriculto- res, la de los artesanos, la de los comer- y oligarquía ciantes y la de los jornaleros, y cuatro las útiles para la guerra, caballería, in- fantería pesada, infantería ligera y flota, donde el país es apto para la caballería '348, allí es natural establecer una oligarquía poderosa (pues la seguridad de los habitantes depende de esta fuerza y la cría de caballos es propia de los que poseen grandes fortunas); donde es apto para la infantería pesada, conviene la siguiente oligarquía 1349 (pues la infantería pesada es más propia de los ricos que de los 2 pobres); la fuerza de la infantería ligera y la marina son totalmente democráticas. Así pues, actualmente, donde hay gran número de tal índole, cuando hay disensiones, con frecuencia aquéllos llevan en la lucha la peor parte. Un remedio contra esto debe tomarse de los generales hábiles en la guerra, los cuales combinan con la fuerza de caballe- ría y de infantería pesada el número adecuado de infante- '"* Cf. PLATÓN, Leyes I625D; trata de la adaptación de la organiza- ción militar a las condiciones naturales del país. Cf. también, supra, IV 3, 3, 1289b39; IV 4, 5, 1290b15 SS. IM9 Sobre las diversas formas de oligarquía, cf. IV 5, 1-2, 1292a39-b10; IV 6, 7-11, 1293a12-34. ría ligera '350. De este modo, en las luchas civiles, los del 3 pueblo vencen a los ricos: por ser tropas ligeras, luchan fácilmente contra la caballería y la infantería pesada. Así pues, constituir una fuerza sobre la base de éstos es consti- tuirla contra sí mismos; pero, como las edades están divi- didas, y unos son viejos y otros jóvenes, conviene que en- señen a sus hijos, cuando aún son jóvenes, los ejercicios ágiles y ligeros, y los hijos, al salir de la infancia, deben ejercitarse en estos trabajos. La participación en el gobierno debe darse al pueblo, 4 bien, como se ha dicho antes 13", a los que poseen la renta fijada; bien, como en Tebas 1352, a los que han estado apar- tados un cierto tiempo de los trabajos manuales; bien, co- mo en Masalia 1353, haciendo una valoración de los méri- tos de los del gobierno y de los de fuera. Además, las magistraturas supremas, que deben ocupar s los del gobierno, deben llevar añadidas cargas públicas, para que el pueblo voluntariamente acepte no participar en ellas y sea indulgente con los gobernantes, en la idea de que pagan muy caro sus cargos. Conviene que, al entrar 6 en su cargo, ofrezcan sacrificios espléndidos y erijan algún edificio público, para que el pueblo, al participar en los banquetes y al conte,mplar la ciudad adornada de ofrendas y edificios, vea con gusto la continuidad del régimen. Y '''O Sobre la mezcla de tropas ligeras con otros cuerpos que ya apare- ce desde el s. VII a. C., cf. TIRTEO, 11 35; FTUTARCO, Arístides 14; Tuci- DIDES, 11 79; V 57, 2; JENOFONTE, Heléniras VI1 4, 15; Hipárquico V 13; VI11 19. Cf. también, AFZS~ÓTELES, Constitucidn de los atenienses 49, 1. 13" Cf. VI 6 , 2, 1320b25 SS. 13" Tebas en Beocia, al norte del Ática. El mismo ejemplo ya fue citado en 111 5, 7, 1278a25. '353 Masalia, la actual Marsella, cf. supra, V 6 , 3, 1305b10, y nota 1008 a pie de phgina. LIBRO VI 389 sucederá con ello que los notables tendrán un recuerdo de su 7 generosidad. Pero, actualmente, los de la oligarquía no hacen esto, sino lo contrario, pues buscan las ganancias no menos que el honor; y por ello se puede decir con razón i m b que sus regímenes son pequeñas democracias. Así pues, quede definido de este modo cómo deben establecerse las democracias y las oligarquías. 8 Lo que sigue a lo que se ha dicho es determinar bien lo referente a las magis- Sobre las traturas, cuántas, cuáles y quiénes deben magistraturas ejercerlas, como se ha dicho ya antes 1354. Pues sin las magistraturas necesarias es imposible que exista una ciudad, y sin las magistraturas que miran Ia buena organización y el orden es imposible 2 que sea bien administrada. Además es necesario que en las ciudades pequeñas haya menos magistraturas y en las grandes más, como se ha dicho antes 13". Por tanto, no se debe olvidar qué magistraturas conviene reunir y cuáles separar. 3 En primer lugar, entre los servicios necesarios está el referente al mercado 1356, para el cual debe existir una ma- gistratura que supervise los contratos comerciales y el buen orden, pues, por lo general, todas las ciudades tienen que comprar unas cosas y vender otras con vistas a las mutuas necesidades indispensables, y esto es lo más inmediato pa- ra conseguir la autarquía, por la que parece que los hom- 4 bres se reúnen en una sola ciudad. Otro servicio a continua- 1354 Cf. IV 14, 2, 1298a1; IV 15, 1299a3 ss. 1355 Cf. IV 15, 6-8, 1299a34b10. '356 Cf. PLAT~N, Leyes VI 759A; VI11 849E; y ARIST~TELES, Consti- tución de los atenienses 51, donde se hace referencia a los inspectores de mercado e inspectores de medidas y sus funciones. ción de éste y próximo a él es el que atiende los edificios públicos y privados de la ciudad, para que haya armonía, y la restauración y conservación de los edificios reuinosos y de los caminos, y los mojones que hay entre las propie- dades de unos y otros para evitar disputas, y otras funcio- nes semejantes a éstas son propias del cargo. La mayoría 5 llaman a esta magistratura astynomía 1357, pero tiene va- rias partes, al frente de cada una de las cuales en las ciuda- des muy populosas colocan distintos funcionarios, como los constructores de muros, los inspectores de fuentes y los vigilantes de puertos. Otro servicio indispensable y muy 6 próximo a éste, pues se ocupa de lo mismo, pero en el campo y fuera de la ciudad, es el de esos magistrados que unos llaman agrónomos y otros inspectores forestales '358. Los que se ocupan de estas materias son tres; pero hay otra magistratura a la que van a parar los recursos de los bienes públicos, que los magistrados guardan y reparten entre los diversos órganos de administración, y reciben el nombre de recaudadores 1359 y tesoreros. Otra magistratura es 7 aquélla en que deben registrarse los contratos privados y las sentencias de los tribunales; ante estos mismos magis- trados deben hacerse las denuncias judiciales y las instruc- 13" Los astínomos etimológicamente quiere decir «los que adminis- tran la ciudad)); encontramos más detalles sobre sus funciones en ARISTÓ- TELES, Constitución de los atenienses 50, 2; y también PLAT~N, Leyes VI 764c; 779c. 13'* Cf. VI1 12, 8, 1331b3 ss. Platón se refiere tambiCn a ellos; véase Leyes VI 760B; VI11 844C; 848E; IX 873E; 881C; XI 914A; 929C. Sobre los recaudadores, apoddktai, y sus funciones en Atenas, cf. ARIST~TELES, Constitución de los atenienses 48, 1-2. Los tesoreros, tamíai, eran de muchas clases, casi cada magistratura tenía el suyo. Cf. Constitución de los atenienses 4, 2; 7, 3; 8, 1; 30, 2; 43, 1; 47, 2; 49, 4; 60, 3; 61, 7.
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