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Legislação sobre Propriedade

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LIBRO VI 379 
hipotecar hasta cierta parte de la tierra poseída por cada 
uno 1323.) Actualmente debería corregirse por medio de la 
ley de los habitantes de Afitis 1324, que es útil para lo que 
lo decimos. Pues aquéllos, aunque son muchos y poseen poca 
tierra, sin embargo son todos agricultores, pues fijan el 
valor de las posesiones, no en su totalidad, sino dividién- 
dolas en tantos lotes que incluso los pobres pueden sobre- 
pasar las tasas fijadas. 
i i Después de la población agrícola, el mejor pueblo se 
encuentra allí donde hay pastores y viven de sus ganados, 
pues en muchas cosas es muy semejante al de la agricultu- 
ra, y en lo referente a las actividades guerreras estos pue- 
blos están especialmente ejercitados por sus hábitos, son 
útiles por sus condiciones físicas y capaces de resistir a la 
12 intemperie. Casi todos los otros pueblos 1325 de los que 
se componen las restantes democracias son muy inferiores 
a éstos, pues su género de vida es inferior, y no acompaña 
la virtud a ninguna ocupación de las que emprende la ma- 
13 sa de artesanos, mercaderes y jornaleros. Además, debido 
a sus idas y venidas por el ágora y la ciudad, toda esta 
clase de gente se reúne fácilmente, por así decir, en asam- 
blea, mientras que los labradores, al estar dispersos por 
seguir en su patria y sólo exige un nuevo reparto de las propiedades. 
Después de un sinecismo de los pueblos vencidos funda Elis y contribuye 
a su prosperidad. Sobre su labor política, cf. PAUSANIAS, V 4, 2; V 8, 
1 ; V 16, 1 . ESTRAB~N, VlII 3 , 30. 
L323 La hipoteca mas pequeña amenazaba con ser para los pequeiios 
campesinos el comienzo del proceso de desposesión de la tierra, como 
se sabe por la historia de Atenas en tiempos de Solón. Cf. ARISTÓTELES, 
Constitución de los ateniemes 1 1 , 2. 
L324 Afitis, ciudad de Macedonia, en el istmo de Palene. Sobre la ley 
a la que alude el texto sólo se conocen estas indicaciones de Aristóteles. 
'325 ES decir. artesanos, comerciantes, jornaleros. Cf. unas líneas mas 
abajo y en VI 7, 1 , 1321a5. 
el campo, ni se encuentran, ni necesitan, igualmente de 
estas reuniones. Y donde ocurre que el territorio tiene tal 14 
disposición que el campo está muy apartado de la ciudad, 
es más fácil establecer una buena democracia y una repú- 
blica, pues la masa se ve obligada a habitar en los campos, 
de modo que, aun cuando exista una muchedumbre del 
ágora, no se deben hacer asambleas en las democracias sin 
la población del campo. 
Queda dicho, pues, cómo debe organizarse la democra- 1s 
cia mejor y primera, y es evidente también cómo establecer 
las demás, pues irán gradualmente desviándose de ésta y 1319b 
el pueblo se irá distinguiendo cada vez peor. La última 
forma de democracia, por el hecho de participar todos en 
ella, ni puede soportarla cualquier ciudad, ni es fácil que 
dure si no está bien constituida en sus leyes y costumbres 
(las causas que suelen destruir éste y los demás regíme- 
nes se han dicho anteriormente '326 casi en su mayoría). 
Para establecer esta clase de democracia y hacer al pueblo 16 
fuerte, los dirigentes acostumbran a admitir los más posi- 
bles 1327 y hacer ciudadanos no sólo a los hijos legítimos, 
sino también a los bastardos y a los hijos de un solo pro- 
genitor ciudadano, es decir, el padre o la madre, pues todo 
esto es más bien propio de esta clase de democracia. 
Así acostumbran a proceder los demagogos; sin embargo, 17 
deben admitirse sólo hasta superar el conjunto de los nota- 
bles y de la clase media, y no ir más allá de este límite, 
pues si lo exceden, introducen mayor desorden en el régi- 
men e incitan más a que los notables soporten difícilmente 
la democracia; y esto fue lo que precisamente vino a ser 
L326 Cf. v 2-5. 
13'' Cf. 111 15, 12, 1286b18 SS. 
LIBRO VI 381 
la causa de la revuelta en Cirene 1328. Pues un mal peque- 
ño pasa desapercibido, pero si se hace grande está más 
18 a la vista 1329. Además, para una democracia de esta clase 
son útiles también los procedimientos semejantes a los que 
Clistenes 1330 empleó en Atenas cuando quiso aumentar la 
democracia, y los que establecieron la democracia en Cire- 
19 ne 1331: deben crearse más tribus diferentes y fratrías, y 
reducir a pocos y comunes los cultos privados '332, y em- 
plear todos los artificios para que se mezclen al máximo 
todos entre sí y se disuelvan los vínculos sociales anterio- 
- 
13" Se refiere al descontento de los notables en Cirene en 401 a. C. 
según el historiador griego DIODORO, XIV 34. Cirene estaba situada en 
el norte de África; la Cirenaica era rica en vid, olivo y cereales; en el 
s. N a . C. era uno de los graneros del mundo griego. Por su extensa 
y rica llanura dio lugar a grandes propietarios rurales y también desarro- 
lló mucho el comercio exterior, especialmente con Atenas. Fue fundada 
hacia 631 a . C. por colonos griegos de la isla de Tera; cf. HER~DOTO, 
IV 150 SS. Una breve historia de Cirene se puede ver en las págs. 266 
y SS. de ARISMTE, Politique V-VI, ed. por J. AUBONNET, París, 1975. 
l 3 I 9 Cf. V 4, 3, 1303b26 SS.; V 8, 2-3, 1307b30-39. 
1 3 j 0 Sobre las reformas constitucionales de Clístenes en 508-7 a. C., 
cf. 111 2, 3, 1275b36 SS., y nota 390, a pie de página. Cf. principalmente 
las fuentes griegas de ARIST~ELES, Constitución de los afenienses 21; 
HER~DOTO, VI 131. 
"31 Se refiere, tal vez, al establecimiento de la democracia hacia 440 
a. C., a continuación de la muerte del rey Arcesilao IV. Véase supra, 
nota 1328. 
13" En Atenas, por ejemplo, había cultos en los que no tomaban 
parte todos, así los de los Gefireos, cf. HERÓDOTO, V 61, que tenían 
sus santuarios propios y reflejaban diferencias étnicas originarias de gru- 
pos inmigrantes. Las fratrías eran en un principio divisiones que recogían 
asociaciones religiosas de familias nobles (gene) o de tíasos, que son gru- 
pos de individuos con un culto común. Aristóteles considera que un rea- 
grupamiento de cultos contribuía a mezclar lo más posible los ciudadanos 
entre si, cf. Constitución de los atenienses 21, 2-3. Cf. también, PLATÓN, 
Leyes X 909D SS. 
res. Además, los procedimientos tiránicos '333 parecen to- 20 
dos democráticos, quiero decir, por ejemplo, la anarquía 
de los esclavos (que podría ser hasta cierto punto conve- ' 
niente), de las mujeres y de los niños, y el tolerar que se 
viva como cada uno quiera. Gran interés habrá en apoyar 
esta clase de régimen, pues para la mayoría de los hombres 
es más agradable vivir desordenadamente que con modera- 
ción. 
Para el legislador y para los que quie- 5 
Los medios ren establecer un regímen de esta clase 
adecuados no es la tarea más importante establecer- 
de conservación 
de la democracia lo, ni tampoco la única, sino más bien 
conservarlo, pues no es difícil que de 
cualquier manera que esté constituido dure uno, dos o tres 
días. Por ello, a partir de lo que se ha examinado antes 1334 2 
sobre cuáles son los medios de conservación y de destruc- 
ción de los regímenes, se debe intentar disponer su seguri- 
dad tomando precauciones sobre los factores de destruc- 
ción y estableciendo tales leyes no escritas y escritas '335 l32Oa 
que comprendan lo más posible los medios de conserva- 
ción de los regímenes, y no debe considerarse democrático 
ni oligárquico aquello que haga que la ciudad se gobierne 
más democrática u oligárquicamente, sino lo que la haga 
durar el mayor tiempo posible. Los demagogos actuales 3 
para agradar a los pueblos, hacen muchas confiscaciones 
por medio de los tribunales. Por eso, los que se preocupan 
por el régimen deben oponerse a ello, legislando que nada 
1333 Cf. V 6, 11, 1313b32-39. 
13" Cf. el libro V. 
1335 Sobre las leyes escritas y no escritas, cf. ARISTÓTELES, Retórica 
1 10, 1368b9; 1 13, 1375b5-17; 1 14, 1375a15, 17. PLATÓN, Leyes VI1 
793B; VI11 841B. 
LIBRO VI 383 
de los condenados sea propiedad pública, ni sea llevado 
al tesoro común, sino que sea propiedad sagrada 1336; de 
este modo los delincuentes noserán menos precavidos (pues 
recibirán el mismo castigo), y la muchedumbre condenará 
menos a los procesados, puesto que no va a obtener nada. 
4 Además, se deben reducir siempre lo más posible los pro- 
cesos públicos y reprimir, imponiendo penas graves, a los 
que presentan acusaciones a la ligera, pues no suelen de- 
nunciar a los demócratas sino a los notables; pero todos 
los ciudadanos deben estar en la mejor disposición hacia 
el régimen, y si no, que al menos no consideren como ene- 
migos a los que tienen la autoridad. 
5 Puesto que las democracias extremas son muy populo- 
sas y es difícil que los ciudadanos acudan a la asamblea 
sin paga, y por otra parte, cuando no hay recurso por cual- 
quier circunstancia es una situación contraria a las clases 
superiores (pues debe sacarse de impuestos, confiscaciones 
y tribunales parciales, medidas que ya han derribado mu- 
chas democracias); cuando no hay recursos por cualquier 
circunstancia, deben convocarse pocas asambleas 1337 y cons- 
13" La distinción entre el dominio público y el sagrado esta notada 
por Hipodamo de Mileto; cf. 11 8, 3, 1267b34. Estos bienes entraban 
a formar parte del tesoro de Atenea. Cf. JENOFONTE, Helénicas 1 7, 10, 
donde dice que una décima parte de la suma confiscada iba a este tesoro. 
Los fondos sagrados en determinadas circunstancias podían ser utilizados 
por el Estado para gastos urgentes y, por tanto, de una manera indirecta 
podían contribuir al pago del salario de los miembros de los tribunales. 
1337 Con el objeto de disminuir los gastos. En la epoca de Aristóteles 
' 
(Constitución de los atenienses 62, 2) cada miembro de la asamblea reci- 
bía por sesión ordinaria un dracma y por sesión principal nueve Óbolos. 
En Atenas había cuarenta asambleas ordinarias en el ano: cuatro en cada 
pritania, una de ellas efa una sesión principal. Cf. ARIST~TELES, Consti- 
tución de los atenienses 41, 3; 43, 4-5. A esto se añadía el pago de tres 
óbolos a cada miembro de la Heliea, tribunal cuyos miembros podían 
tituir tribunales de muchos miembros, pero por pocos días 
(pues esto conduce a que los ricos no teman los gastos, 6 
si los pudientes no reciben la paga de juez y los pobres 
sí, y conduce también a que los juicios se resuelvan mucho 
mejor, pues los ricos no desean estar muchos días lejos 
de sus asuntos privados, sino que lo desean por breve 
tiempo); en cambio cuando hay recursos 1338 no se debe 7 
hacer lo que hacen actualmente los demagogos 1339 (repar- 
ten lo sobrante, y el pueblo, al mismo tiempo que recibe, 
ya tiene otra vez las mismas necesidades, pues este tipo 
de ayuda a los pobres es como el tonel agujereado 1340). 
Pero el verdadero demócrata debe velar para que el pueblo 
no sea demasiado pobre, pues esto es la causa de que la 
democracia sea mala. Por tanto, hay que ingeniárselas pa- 8 
ra que se produzca una prosperidad duradera. Y esto con- 
viene también a los ricos: el producto de los recursos, una 
ser cinco mil. Cf. Constitución de los atenienses 62, 2. Pero hacer las 
asambleas menos frecuentes acrecentaba el poder de los magistrados e 
iba en contra de la practica de la democracia extrema, cf. IV 4, 30, 1292a29 
SS. 
l H 8 Recursos provenientes, por ejemplo, de los tributos de las ciuda- 
des sometidas, como los miembros de la Confederación átko-délica, o 
bien procedentes de los d.erechos del puerto, de la importación y exporta- 
ción, de la explotación de minas, del monopolio de algún producto. Cf. 
PSEUDO-ARIST~TELES, Económicos 11 1, 1346a5 SS. 
1339 Las medidas que tomaban en el pasado los jefes del pueblo, co- 
mo Temístocles, se pueden ver en ARISTÓTELES, Constitución de los ate- 
nienese 22, 7; HERÓDOTO, VI1 144, donde convence al pueblo para cons- 
truir una flota con los productos de las minas de Laurión. En cambio, 
los demagogos de la época de Aristóteles,halagaban a los ciudadanos 
más pobres, concediéndoles pagas de los fondos del Teórico o Caja de 
los espectáculos; cf. DEM~STENES, Olíntica 1 20; Contra Leócares 37. 
1340 Hace referencia al tonel de las cincuenta hijas de Dánao, rey le- 
gendario de Argos, que, por haber dado muerte a sus maridos, fueron 
condenadas en el Hades a llenar de agua un tonel con agujeros en el fondo. 
LIBRO VI 385 
vez reunido todo, debe distribuirse a los pobres, sobre to- 
do si cada uno puede reunir tanto como para la adquisi- 
ción de un pequeño terreno, y si no, los fondos para em- 
1320b 9 prender el comercio o la agricultura 1341, y si no es posible 
para todos, distribuirlo alternativamente, por tribus o cual- 
quier otra división, y entretanto los ricos aportarán la pa- 
ga para las reuniones indispensables, quedando libres de 
las cargas públicas superfluas 1342. Los cartagineses IM3, con 
un gobierno de este carácter, han conseguido la amistad 
del pueblo, pues enviando continuamente a las colonias 
io a ciudadanos del pueblo los enriquecen. Y es propio de 
los notables gratos e inteligentes que se repartan los pobres 
y les den fondos para orientarlos a algún trabajo. Está 
bien imitar también lo de los tarentinos 1344. Aquéllos, po- 
niendo en común con los pobres sus propiedades para su 
i i disfrute, consiguen la benevolencia del pueblo. Además, 
todas las magistraturas las dividieron en dos clases: unas 
electivas y otras por sorteo; las de sorteo para que el pue- 
blo participe de ellas, y las electivas para que estén mejor 
gobernados. Esto puede lograrse también haciendo que par- 
1341 Ejemplos de ello nos los 'da IS~CRATES, Areopagítico 16; ARISTÓ- 
TELES, Constitución de los atenienses 16, 3; ELIANO, Historias varias IX 
25. Y para el caso de no poder trabajar por impedimento físico y ser 
muy pobre se les concedía dos óbolos por día para la alimentación a 
expensas del Estado; cf. Constitución de los atenienses 49, 4. 
1342 Cf. V 8, 20, 1309a17 SS. PSEUDO-JENOFONTE, República de los 
atenienses 1 13. DEMÓSTENES, Contra Midias 156. Sobre las cargas públi- 
cas, cf. supra, 11 10, 8 , 1272a17. 
1343 Sobre Cartago, cf. supra, V 12, 12, 1316a34, y nota 1265 a pie 
de página. 
13" Sobre Tarento, cf. supra, V 3, 7, 1303a3, y nota 953; V 7, 2, 
1306b30 SS., y nota 1050. Los tarentinos debieron aprender tal práctica 
de los lacedemonios, sus antepasados. 
ticipen de la misma magistratura los designados por sorteo 
y por elección. Así pues, queda dicho cómo deben organi- 
zarse las democracias. 
Respecto a las oligarquías resulta casi 6 
Organización 
evidente cómo deben organizarse a partir 
y conservación de esas consideraciones. Es necesario com- 
de la oligarquía poner cada forma de oligarquia de los 
elementos contrarios, comparándola a la 
la democracia contraria. La oligarquía mejor combinada 
y primera, ésa es la más próxima a la llamada repúbli- 2 
ca 1345 , en la que deben distinguirse '346 las tasaciones de 
la renta, estableciendo unas menores y otras mayores. Me- 
nores son aquellas que se exigen para participar en las ma- 
gistraturas necesarias, y mayores para las más elevadas, 
y a quien posee la renta fijada le es permitido participar 
en el gobierno, y gracias a la renta debe ser introducido 
un número de gentes del pueblo tan numeroso como para 
que sean superiores a los que no participan. Y es necesario 3 
siempre tomar del sector mejor del pueblo a los asociados. 
De modo semejante, pero intensificándola un poco, debe 
organizarse la siguiente forma de oligarquía. La opuesta 
a la democracia extrema, la oligarquía más dinástica 1347 
y tiránica, exige una vigilancia tanto mayor cuanto peor 
es._Pues lo mismo que los cuerpos que gozan de buen esta- 4 
do de salud y los barcos que están en buenas condiciones 
para la navegación permiten a sus tripulantes más errores 
- 
'345 Cf. sobre este régimen, principalmente, IV 1 1 , 2-20, 1295a33- 
1296b12. ' 
1346 Cf. IV 3, 1 , 1318a12. Las magistraturas necesarias son los fun- 
cionarios ordinarios y las más elevadas son los funcionarios cuyos pode- 
res son más importantes. 
'"' Sobre este poder de diastas y tiranos, cf. supra,V 3, 3, 1302b18, 
y nota 942. 
LIBRO VI 387 
sin que se destruyan por causa de yllos, mientras que los 
cuerpos enfermizos y los barcos mal ensamblados y con 
malas tripulaciones no pueden soportar los pequeños erro- 
res, así también los regímenes peores exigen la mayor vigi- 
1321a 5 lancia. A la democracia en general la salva el gran número 
de ciudadanos (pues este factor es opuesto a la justicia ba- 
sada en el mérito); en cambio, la oligarquía, por el contra- 
rio, debe encontrar su salvación por medio de la buena 
organización. 
7 Puesto que cuatro son principalmente 
las clases del pueblo, la de los agriculto- 
res, la de los artesanos, la de los comer- 
y oligarquía 
ciantes y la de los jornaleros, y cuatro 
las útiles para la guerra, caballería, in- 
fantería pesada, infantería ligera y flota, donde el país es 
apto para la caballería '348, allí es natural establecer una 
oligarquía poderosa (pues la seguridad de los habitantes 
depende de esta fuerza y la cría de caballos es propia de 
los que poseen grandes fortunas); donde es apto para la 
infantería pesada, conviene la siguiente oligarquía 1349 (pues 
la infantería pesada es más propia de los ricos que de los 
2 pobres); la fuerza de la infantería ligera y la marina son 
totalmente democráticas. Así pues, actualmente, donde hay 
gran número de tal índole, cuando hay disensiones, con 
frecuencia aquéllos llevan en la lucha la peor parte. Un 
remedio contra esto debe tomarse de los generales hábiles 
en la guerra, los cuales combinan con la fuerza de caballe- 
ría y de infantería pesada el número adecuado de infante- 
'"* Cf. PLATÓN, Leyes I625D; trata de la adaptación de la organiza- 
ción militar a las condiciones naturales del país. Cf. también, supra, IV 
3, 3, 1289b39; IV 4, 5, 1290b15 SS. 
IM9 Sobre las diversas formas de oligarquía, cf. IV 5, 1-2, 1292a39-b10; 
IV 6, 7-11, 1293a12-34. 
ría ligera '350. De este modo, en las luchas civiles, los del 3 
pueblo vencen a los ricos: por ser tropas ligeras, luchan 
fácilmente contra la caballería y la infantería pesada. Así 
pues, constituir una fuerza sobre la base de éstos es consti- 
tuirla contra sí mismos; pero, como las edades están divi- 
didas, y unos son viejos y otros jóvenes, conviene que en- 
señen a sus hijos, cuando aún son jóvenes, los ejercicios 
ágiles y ligeros, y los hijos, al salir de la infancia, deben 
ejercitarse en estos trabajos. 
La participación en el gobierno debe darse al pueblo, 4 
bien, como se ha dicho antes 13", a los que poseen la renta 
fijada; bien, como en Tebas 1352, a los que han estado apar- 
tados un cierto tiempo de los trabajos manuales; bien, co- 
mo en Masalia 1353, haciendo una valoración de los méri- 
tos de los del gobierno y de los de fuera. 
Además, las magistraturas supremas, que deben ocupar s 
los del gobierno, deben llevar añadidas cargas públicas, 
para que el pueblo voluntariamente acepte no participar 
en ellas y sea indulgente con los gobernantes, en la idea 
de que pagan muy caro sus cargos. Conviene que, al entrar 6 
en su cargo, ofrezcan sacrificios espléndidos y erijan algún 
edificio público, para que el pueblo, al participar en los 
banquetes y al conte,mplar la ciudad adornada de ofrendas 
y edificios, vea con gusto la continuidad del régimen. Y 
'''O Sobre la mezcla de tropas ligeras con otros cuerpos que ya apare- 
ce desde el s. VII a. C., cf. TIRTEO, 11 35; FTUTARCO, Arístides 14; Tuci- 
DIDES, 11 79; V 57, 2; JENOFONTE, Heléniras VI1 4, 15; Hipárquico V 
13; VI11 19. Cf. también, AFZS~ÓTELES, Constitucidn de los atenienses 49, 1. 
13" Cf. VI 6 , 2, 1320b25 SS. 
13" Tebas en Beocia, al norte del Ática. El mismo ejemplo ya fue 
citado en 111 5, 7, 1278a25. 
'353 Masalia, la actual Marsella, cf. supra, V 6 , 3, 1305b10, y nota 
1008 a pie de phgina. 
LIBRO VI 389 
sucederá con ello que los notables tendrán un recuerdo de su 
7 generosidad. Pero, actualmente, los de la oligarquía no 
hacen esto, sino lo contrario, pues buscan las ganancias 
no menos que el honor; y por ello se puede decir con razón 
i m b que sus regímenes son pequeñas democracias. Así pues, 
quede definido de este modo cómo deben establecerse las 
democracias y las oligarquías. 
8 Lo que sigue a lo que se ha dicho es 
determinar bien lo referente a las magis- 
Sobre las traturas, cuántas, cuáles y quiénes deben 
magistraturas ejercerlas, como se ha dicho ya antes 1354. 
Pues sin las magistraturas necesarias es 
imposible que exista una ciudad, y sin las magistraturas 
que miran Ia buena organización y el orden es imposible 
2 que sea bien administrada. Además es necesario que en 
las ciudades pequeñas haya menos magistraturas y en las 
grandes más, como se ha dicho antes 13". Por tanto, no 
se debe olvidar qué magistraturas conviene reunir y cuáles 
separar. 
3 En primer lugar, entre los servicios necesarios está el 
referente al mercado 1356, para el cual debe existir una ma- 
gistratura que supervise los contratos comerciales y el buen 
orden, pues, por lo general, todas las ciudades tienen que 
comprar unas cosas y vender otras con vistas a las mutuas 
necesidades indispensables, y esto es lo más inmediato pa- 
ra conseguir la autarquía, por la que parece que los hom- 
4 bres se reúnen en una sola ciudad. Otro servicio a continua- 
1354 Cf. IV 14, 2, 1298a1; IV 15, 1299a3 ss. 
1355 Cf. IV 15, 6-8, 1299a34b10. 
'356 Cf. PLAT~N, Leyes VI 759A; VI11 849E; y ARIST~TELES, Consti- 
tución de los atenienses 51, donde se hace referencia a los inspectores 
de mercado e inspectores de medidas y sus funciones. 
ción de éste y próximo a él es el que atiende los edificios 
públicos y privados de la ciudad, para que haya armonía, 
y la restauración y conservación de los edificios reuinosos 
y de los caminos, y los mojones que hay entre las propie- 
dades de unos y otros para evitar disputas, y otras funcio- 
nes semejantes a éstas son propias del cargo. La mayoría 5 
llaman a esta magistratura astynomía 1357, pero tiene va- 
rias partes, al frente de cada una de las cuales en las ciuda- 
des muy populosas colocan distintos funcionarios, como 
los constructores de muros, los inspectores de fuentes y 
los vigilantes de puertos. Otro servicio indispensable y muy 6 
próximo a éste, pues se ocupa de lo mismo, pero en el 
campo y fuera de la ciudad, es el de esos magistrados que 
unos llaman agrónomos y otros inspectores forestales '358. 
Los que se ocupan de estas materias son tres; pero hay otra 
magistratura a la que van a parar los recursos de los bienes 
públicos, que los magistrados guardan y reparten entre los 
diversos órganos de administración, y reciben el nombre 
de recaudadores 1359 y tesoreros. Otra magistratura es 7 
aquélla en que deben registrarse los contratos privados y 
las sentencias de los tribunales; ante estos mismos magis- 
trados deben hacerse las denuncias judiciales y las instruc- 
13" Los astínomos etimológicamente quiere decir «los que adminis- 
tran la ciudad)); encontramos más detalles sobre sus funciones en ARISTÓ- 
TELES, Constitución de los atenienses 50, 2; y también PLAT~N, Leyes 
VI 764c; 779c. 
13'* Cf. VI1 12, 8, 1331b3 ss. Platón se refiere tambiCn a ellos; véase 
Leyes VI 760B; VI11 844C; 848E; IX 873E; 881C; XI 914A; 929C. 
Sobre los recaudadores, apoddktai, y sus funciones en Atenas, 
cf. ARIST~TELES, Constitución de los atenienses 48, 1-2. Los tesoreros, 
tamíai, eran de muchas clases, casi cada magistratura tenía el suyo. Cf. 
Constitución de los atenienses 4, 2; 7, 3; 8, 1; 30, 2; 43, 1; 47, 2; 49, 
4; 60, 3; 61, 7.

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