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L I B R O V I 1 1 LA EDUCACIÓN DE LOS JOVENES Así pues, que el legislador debe ocu- i 1337a La educación parse sobre todo de la educación de los en la ciudad jóvenes, nadie lo discutiría "14. De he- principio de la educación cho, en las ciudades donde no ocurre así, por la ciudad eso daña los regímenes, ya que la educa- ción debe adaptarse a cada uno de ellos: pues el carácter particular de cada régimen suele no sólo 1s preservarlo, sino también establecerlo en su origen 1515; por ejemplo, el carácter democrático engendra la democracia, y el oligárquico la oligarquía, y siempre el carácter mejor es causante de un régimen mejor. Además, en todas las facultades y artes se requiere educar y habituar previa- 20 mente con vistas al ejercicio de cada una de ellas, de modo Las primeras líneas del presente libro son la respuesta a la pre- gunta planteada al fin del libro VI1 17, 1337a3-4. Cf. 1 13, 1260b13 SS.; V 9, 1310a12-18. VCase también ARIST~TE- LES, Ética a Nicómaco X 10, 1180a24 SS., donde Aristóteles sostiene el principio de la educación por el Estado. Cf. Tambikn PLAT~N, República VI11 544d. LIBRO VI11 457 que es evidente que también esto se requiere para la prácti- ca de la virtud. Y puesto que hay un fin único para toda ciudad 1516, es manifiesto también que la educación debe necesariamente ser única y la misma para todos, y que el cuidado de ella debe ser común y no privado, como lo es actualmente cuan- 2s do cada uno se cuida privadamente de sus propios hijos, instruyéndolos en la enseñanza particular que le parece 1517. Es necesario que las cosas comunes sean objeto de un ejer- cicio común. Y al mismo tiempo, tampoco debe pensarse que ningún ciudadano se pertenece a sí mismo, sino todos a la ciudad 1518, pues cada ciudadano es una parte de la 30 ciudad, y el cuidado de cada parte está orientado natural- mente al cuidado del todo "19. También en eso se podría alabar a los macedonios, pues dedican la mayor atención a los niños y hacen de ella asunto de interés público. 2 Está, pues, claro que la legislación de- La educacidn be regular la educación y que ésta debe en la ciudad ideal: ser obra de la ciudZl. NO debe dejarse sistemas educativos en olvido cuál debe ser la educación y có- 3s mo se ha de educar. Actualmente, en efecto, se discute sobre estos temas, pues no todos aceptan que haya que enseñar lo mismo a los jóvenes, ni en cuanto a la virtud, ni en cuanto a la vida mejor 1520, , está claro I5l6 Las líneas siguientes contestan a.la segunda pregunta planteada en VI1 17, 1337a4-5: ¿Es el Estado o la iniciativa privada quien debe ocuparse de la educación de la juventud? Va a dar dos razones en favor de la educación por el Estado. Estas ideas no son nuevas; Platón en la República proponía ya una educación pública, común a todos y en relación con el régimen político. "17 Se encuentra la misma idea en PLATÓN, Leyes 804c-d. Cf. PLAT~N, Leyes XI 923a b. I5l9 Cf. PLATÓN, Leyes X 903b. 15'0 La vida mejor, es decir, la vida feliz no coincide necesariamente si conviene atender más a la inteligencia que al carácter del alma. Desde el punto de vista del sistema educativo 40 actual la investigación es confusa, y no está nada claro si deben practicarse las disciplinas útiles para la vida o las que tienden a la virtud, o las que salen de lo ordinario (pues todas ellas tienen sus partidarios). Respecto a los me- 13371~ dios que conducen a la v i r t ~ d no hay acuerdo ninguno (de hecho no honran todos, por lo pronto, la misma virtud, de modo que difieren lógicamente también sobre su ejercicio 15'l). En verdad, no es dudoso que deben aprenderse los co- nocimientos útiles que son necesarios pero no todos; 5 y puesto que está establecida la distinción entre trabajos libres y serviles, es evidente que conviene participar de aque- llos trabajos útiles que no embrutezcan al que se ocupa de ellos. Hay que considerar embrutecedor todo trabajo, arte y disciplina que inutilice el cuerpo, el alma o la inteli- io gencia de los hombres libres para el USO y la práctica de la virtud. Por eso, llamamos embrutecedoras a todas las artes que disponen a deformar el cuerpo, y también a los trabajos asalariados, porque privan de ocio a la mente y la hacen vil. Existen también algunas ciencias liberales que 1s no es indigno de un hombre libre cultivarlas hasta cierto punto, pero entregarse a ellas en exceso y con demasiado vigor implica los daños ya mencionados. Tiene también mucha importancia el fin que uno se propone al hacer o con la virtud, pero la virtud es la condición de la vida feliz. Y las dos nociones se dan a menudo unidas; cf. ARISTÓTELES, Ética a Nicdmaco X 1 , 1172a24. 15'' Existen diversas opiniones sobre la naturaleza de la virtud; cf. VI1 15, 1334a40. Y PLATÓN, Laques 190b. Véase PLAT~N, Leyes VI1 817e-818a. LIBRO VI11 459 aprender algo 1523: no es indigno del hombre libre hacer las cosas por sí mismo o por los amigos o por una excelen- 20 cia, pero si se hace a menudo para otras personas puede parecer que obra como un jornalero o un esclavo. Las disciplinas admitidas actualmente, como antes se dijo 1524, presentan ambos aspectos. 3 Son cuatro las que suelen enseñarse: La educación la lectura y escritura, la gimnasia, la mú- en la ciudad sica y, en cuarto lugar, algunas veces el gramática, 3 fisica dibujo. La lectura y escritura y el dibujo y música por ser útiles para la vida y de muchas aplicaciones; la gimnasia porque contri- buye a desarrollar la hombría; en cuanto a la música po- dría plantearse una dificultad. Actualmente, en efecto, la mayoría la cultiva por placer, pero los que en un princi- 30 pio la incluyeron en la educación lo hicieron, como mu- chas veces se ha dicho lS2', porque la misma naturaleza busca no sólo el trabajar correctamente, sino también el poder servirse noblemente del ocio, ya que, por repetirlo una vez más 1526, éste es el principio de todas las cosas. En efecto, si ambos son necesarios, pero el ocio es preferi- 35 ble al trabajo y a su fin, hemos de investigar a qué debe- mos dedicar nuestro ocia. No, ciertamente, a juzgar lSz7, porque entonces el juego sería necesariamente para noso- tros el fin de la vida. Pero si esto es imposible, y más bien hay que practicar los juegos en medio de los trabajos 1523 Idea más desarrollada en VI1 14, 1333a6-12. Cf. VI11 1 , 1337a39. Cf. 11 9, 1271a41 SS.; VI1 14, 1333a16-1334b3. Y también infra. capitulo 5 SS. Cf. VI1 14, 1334a2-10. Cf. ARIST~TELES, Ética a Nicómaco X 6, 1176b27 SS. Y también PLATÓN, Leyes VI1 803d-e. (pues el trabajo fatigoso necesita del descanso "", y el juego es para descansar, mientras que el trabajo va acom- pañado de fatiga y esfuerzo), por eso hay que introducir 40 juegos vigilando el momento oportuno de su uso, con la intención de aplicarlos como una medicina, ya que el mo- vimiento anímico que producen es un relajamiento, y me- diante este placer se produce el descanso. El ocio, en cambio, parece contener en sí mismo el pla- 1338a cer, la felicidad y la vida dichosa. Pero esto no pertenece a los que trabajan sino a los que disfrutan de ocio, ya que el que trabaja lo hace con vistas a un fin que no po- s see, mientras que la felicidad es un fin, la cual, a juicio de todos los hombres, no va acompañada de dolor, sino de placer. Sin embargo, no todos conciben ese placer de la misma manera, sino cada uno según su naturaleza y su propio carácter, aunque el placer del hombre mejor es el mejor y el que procede de fuentes más nobles. De modo que es manifiesto que también deben apren- lo derse y formar parte de la educación ciertas cosas con vis- tas a un ocio en la diversión, y que esos conocimientos y disciplinas tengan en sí mismos su finalidad, mientras que los que se refieren al trabajo deben considerarse como necesarios y con vistas a otras cosas. Por eso precisamente los que primero introdujeron la música en la educaciónno lo hicieron como algo necesario (pues nada tiene de tal), 1s ni coma útil, como lo son la lectura y la escritura para los negocios, para la administración de la casa, para la instrucción y para muchas actividades políticas, ni como parece serlo también el dibujo, para juzgar mejor las obras de los artesanos, ni como la gimnasia que es útil para la salud y la fuerza (pues ninguno de estos efectos vemos que 20 1528 Cf. VI1 14, 1333a31. LIBRO VIII 46 1 resultan de la música). Nos queda, por tanto, concluir que la música es para diversión en el ocio, y por ello precisa- mente parecen haberla introducido; porque creen que es una diversión propia de hombres libres, la ordenan en la educación. Por eso Homero dice en su poema 1529: 25 Pero a él solo se debe llamar al espléndido festín, y así habla de otros, de los que dice que invitan al aedo que los deleitará a todos 1530. Y en otros versos dice Odiseo que es la mejor diversión cuando los hombres regocijándose celebran el banquete en el palacio y escuchan al aedo, sentados uno tras otro 1531. 30 Así pues, es evidente que hay cierta'educación que debe darse a los hijos, no porque sea útil ni necesaria, sino por- que es liberal y noble. Si comprende una sola disciplina o más, y cuáles y cómo son éstas, más adelante trataremos 35 de ellas 1532. Ahora nos ha salido al paso esto, porque en- tre los antiguos tenemos un testimonio en las enseñanzas tradicionales, pues la música hace evidente este hecho. Ade- más, es claro igualmente que hay que instruir a los niños en algunas disciplinas útiles no sólo por su utilidad, como por ejemplo la lectura y la escritura, sino porque mediante 40 ellas 'puede llegarse a otros conocimientos; e igualmente deben aprender el dibujo, no para no cometer errores en sus compras particulares y para no ser engañados en la 1338b compra y venta de objetos, sino más bien porque el dibujo da capacidad de contemplar la belleza de los cuerpos 1533. El buscar en todo la utilidad es lo que menos se adapta a las personas magnánimas y libres 1534. Y puesto que es manifiesto que la educación debe ha- cerse antes por los hábitos que por la razón, y antes en s cuanto al cuerpo que a la mente, resulta evidente de ello que los niños deben ser entregados al maestro de gimnasia y al entrenador deportivo 1535; uno da al cuerpo una cierta disposición y el otro les hace practicarla en los ejercicios. Ahora bien, actualmente, de las ciu- 4 Lo educocidn dades que más parecen preocuparse de los en lo ciudad ideal: niños, unas tratan de-infundir una dispo- io lo gimnasio sición atlética, en detrimento de las for- mas y del desarrollo corporal. Los lace- demonios, en cambio, no han caído en ese error, pero los embrutecen a fuerza de trabajos, creyendo que esto es muy conveniente para el valor. Sin embargo, como se ha dicho muchas veces 1536, la educación no debe cuidarse única ni is principalmente de este objetivo, y si tienden a ello, tampo- co lo logran. No vemos, en efecto, en los demás animales ni en los pueblos bárbaros que el valor se de en los más salvajes, sino más bien en los de carácter más manso y "29 Cf. HOMERO, Odisea XVII 382-386. La cita de Aristóteles no se encuentra literalmente en el verso 383, aunque es el verso que más se parece. En cuanto al sentido, «a él solo» se refiere «al aedo)). '"O Verso 385 del pasaje arriba citado, pero no coincide exactamente con el texto. 15" HOMERO, Odisea IX 5-6. '532 Promesa que Aristóteles no cumple en este tratado. Sobre este pasaje, véase también PLAT~N, República VI1 52%; 526d-e; 529a. Is" Cf. ARIST~TELES, Ético o Nicómoco IV 7-9, texto dedicado a la magnanimidad. 15" Sobre la funciones de estos maestros, véase también infra, VI11 4, 1338b41; VI 1 , 1288b16 SS. '536 Cf. 11 9, 1271a41-1271b10; VI1 14, 1333b5 SS.; VI1 15, 1334a40 SS.