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Astronomia_Geometria_y_orden_Maria_Cecil

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* Docente de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Facultad de Ingeniería - UP.
Astronomía, geometría y orden:
el simbolismo cosmológico en la arquitectura
precolombina
María Cecilia Tomasini 
*
La arqueoastronomía es una ciencia relativamente nueva que se ocupa de estudiar
la astronomía de los pueblos de la antigüedad. Esta ciencia requiere de la precisión de
los métodos de la matemática y de la astronomía para determinar la posición de los
astros en tiempos remotos y para relacionar la ubicación de los monumentos y de los
templos con los fenómenos celestes. Asimismo, esta ciencia debe apoyarse en la
antropología, la arqueología y la historia para poder realizar interpretaciones adecuadas
de los motivos que llevaron a los antiguos pobladores del planeta a estudiar y predecir
el movimiento de los astros. Uno de los objetos de estudio más interesantes para la
arqueoastronomía es la arquitectura de los pueblos precolombinos.
Las civilizaciones que habitaron Mesoamérica antes de la llegada de la colonización
española poseían un vasto conocimiento de la astronomía. Según se verá en este
trabajo, algunos de sus principales monumentos se encuentran orientados de tal manera
que permiten observar la marcha de los cuerpos celestes, o predecir exactamente el
momento de los solsticios y de los equinoccios.
En la cosmología de los pueblos antiguos el orden celeste determinaba la
organización del universo en su totalidad. Cada actividad humana se encontraba sujeta
a este orden. Por ejemplo, la sucesión de los días y de las noches dependía del recorrido
solar a través del cielo. La oscuridad era entendida como el dominio de las fuerzas de la
muerte y del inframundo. El día se iniciaba en el momento en que el sol emergía del
inframundo asomando en el horizonte, y terminaba cuando el sol se ocultaba
sumergiéndose nuevamente en el inframundo. Del mismo modo, los ciclos de crecimiento
y declinación vegetal se encontraban sujetos a la posición anual del sol en el cielo. Por
ejemplo, los momentos de la siembra y de la cosecha eran señalados por los solsticios
y por los equinoccios. A su vez estas fechas, de enorme relevancia en el calendario
agrícola, eran anunciadas por la presencia cíclica de algunas estrellas en el cielo visible.
Para las civilizaciones del pasado los astros y los planetas eran deidades, y los
fenómenos celestes eran considerados como manifestaciones de la voluntad divina.
Las pirámides y otros edificios monumentales eran emplazamientos dedicados al culto
de los dioses. Las observaciones astronómicas que desde ellos se realizaban no
obedecían solamente al interés por comprender la naturaleza, sino que implicaban la
posibilidad de comunicarse con las divinidades y de entender sus designios. La
disposición de los edificios sagrados debía reflejar el orden cósmico. Por esta razón
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muchos templos de la antigüedad se encuentran alineados en correspondencia con el
desplazamiento de los cuerpos celestes en el cielo.
La orientación cardinal constituye la forma más elemental de establecer relaciones
astronómicas en la arquitectura sagrada. Como ya he mencionado en artículos previos1
mediante la orientación cardinal el espacio consagrado se sitúa en concordancia
con los movimientos celestes. De todos los movimientos celestes, el más evidente es el
recorrido solar. Visto desde la Tierra, este recorrido tiene dos direcciones: norte- sur y
este –oeste. La dirección este- oeste queda indicada por el movimiento diario del sol
sobre la bóveda celeste, puesto que cada día el astro aparece por el este y se oculta por
el oeste. Pero además, anualmente, el sol se desplaza durante seis meses de norte a sur;
y luego, durante los restantes seis meses del año, de sur a norte. Este movimiento
anual norte- sur- norte es fácilmente visible sobre el horizonte ya que día a día el punto
de salida del sol –punto que en astronomía se denomina orto2 – aparece ligeramente
desplazado respecto del punto de salida del día previo. Esta trayectoria aparente del sol
sobre el horizonte tiene dos puntos extremos: alrededor del 21 de junio –solsticio de
verano en el Hemisferio Norte3 – el sol llega al punto máximo de su recorrido hacia el
norte, mientras que alrededor del 21 de diciembre – solsticio de invierno en el Hemisferio
Norte– el sol alcanza el punto más alejado de su recorrido hacia el sur. Como se verá más
adelante, el movimiento aparente del sol sobre el horizonte se debe a la inclinación
existente entre el eje de rotación de la Tierra y el plano de la eclíptica4 .
Dado que la orientación cardinal ordena los edificios consagrados en dirección
norte- sur y este- oeste, entonces los ubica en correspondencia con el movimiento
anual y diario del sol. Usualmente esta orientación se imponía a los monumentos
sagrados mediante una ceremonia ritual. El ritmo celeste era considerado como una
manifestación del poder de los dioses. Por lo tanto, al disponer el centro ceremonial o el
templo a semejanza del orden celeste el sacerdote reproducía simbólicamente el acto
creador y ordenador de las divinidades.
La orientación cardinal se encuentra presente en casi todos los centros ceremoniales
de las civilizaciones precolombinas. Por ejemplo, en el centro ceremonial olmeca de La
Venta5 (c. 400 a.C.) la mayor parte de los edificios se encuentran alineados sobre un eje
norte-sur, y con sus lados orientados, a su vez, hacia los cuatro puntos cardinales. Las
cabezas colosales de este centro se encuentran dispuestas en hilera y mirando hacia el
1. El número y lo sagrado en el arte, Primera parte; C&T Nº3, p. 75 y ss. El orden geométrico y
la proporción en el arte de la Cultura Olmeca, C&T Nº5, p. 89 y ss.
2. El orto es el punto de salida de un astro sobre el horizonte. El orto helíaco es el punto de salida
del sol.
3. En este artículo trabajaré con los solsticios de verano y de invierno en el Hemisferio Norte
puesto que se analizará la arquitectura y la disposición de los edificios en las culturas mesoamericanas
precolombinas, cuyos yacimientos se encuentran todos al norte del Ecuador.
4. C. Payne Gaposchkin, Introducción a la astronomía, p. 66 y ss.
5. El centro ceremonial de La Venta se encuentra emplazado aproximadamente entre los 19º y 20º
de latitud norte.
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norte o hacia el sur6 . Por otra parte, según se desprende del análisis de la planta de este
centro ceremonial, cierto conjunto de edificaciones –las agrupadas bajo la denominación
de Complejo F- parecen hallarse emplazadas a lo largo de un eje que se aparta entre 15º
y 25º de la dirección norte- sur. Esta orientación también podría obedecer a razones
astronómicas7 .
Los zapotecas –cultura que habitó en México entre el 600 a.C. y el 800 d.C.
aproximadamente- fueron los primeros que, a ciencia cierta, emplearon la escritura8 .
Perfeccionaron el cálculo del tiempo y los ciclos calendarios, elementos que probablemente
heredaron de la cultura olmeca9 . Los principales edificios del centro zapoteca de Monte
Alban se encuentran perfectamente alineados a lo largo de un eje norte- sur. Uno de los
edificios de este centro ceremonial –el denominado Edificio J– habría estado destinado a
la observación astronómica. Este edificio –levantado hacia el 200 a.C.– tiene la forma de
una flecha que apunta hacia el sudoeste, formando un ángulo de 45º con el eje norte- sur.
En virtud de su orientación, el Edificio J permitía seguir el curso de la estrella Capella –una
de las más brillantes del Hemisferio Norte– desde su punto de salida a 45º hacia el norte del
este, hasta el cenit10 . El edificio posee además varias aperturas que miran hacia el sudoeste.
Es posible, por lo tanto, que esta estructura sirviera como observatorio para computar la
marcha de algunas constelaciones cuya aparición o desaparición en esta región del
cielo señalaría el inicio de las estaciones agrícolas11 . En otras palabras, el Edificio J de
Monte Albán habría desempeñado la función de un “gigantescocronómetro”12 desde
el cual el tiempo era medido a partir de la marcha de los astros.
Los zapotecas fueron grandes astrónomos y matemáticos, y descollaron en el cálculo
del tiempo. En Monte Albán se encontró el primer calendario ritual de 260 días,
posteriormente adoptado por otras culturas mesoamericanas. Este calendario –datado
en el siglo IV a.C. – es el más antiguo de los hallados en la región. Sin embargo, como ya
se ha indicado, ciertas hipótesis señalan que éstos y otros conocimientos vinculados a
la astronomía podrían provenir de un sustrato cultural aún más antiguo: la cultura
6. Cf. G. Kubler, Arte y arquitectura en América precolonial, p. 123; y M. E. Miller, The art of
mesoamerica, p. 26.
7. El estudio de la orientación de este conjunto de edificios forma parte de una investigación en
curso a cargo de la autora.
8. En algunas piezas arqueológicas procedentes de la cultura olmeca se han encontrado incisiones
con símbolos muy similares a los glifos y a los signos del sistema de numeración maya. Este hallazgo
permitiría inferir que la escritura habría surgido en Mesoamérica incluso antes de la llegada de los
zapotecas. Véase nota 48, El número y lo sagrado en el arte, Revista C&T número 3.
9. M. Longhena, México Antiguo, p. 29 y 110.
10. Ibid., pág. 147. Capella o Alfa Auriga es la estrella más brillante de la constelación de Auriga,
y la sexta más brillante del cielo. Actualmente la constelación de Auriga es visible entre las latitudes
90 norte y 40 sur. Monte Albán se encuentra ubicado a 17º de latitud norte.
10. En coordenadas horizontales, el cenit es el punto de la esfera celeste situado directamente por
encima del observador. Véase C. Payne Gaposchkin, Op. cit., p. 55 y ss.
11. Véase nota 7.
12. M. E. Miller, Op. cit., pág. 51.
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olmeca. Los zapotecas habrían enriquecido y perfeccionado muchos de estos aportes,
y los habrían difundido, junto con su sistema de escritura, entre los otros pueblos que
habitaban la región.
Entre los años 200 y 750 d.C. aproximadamente floreció, en México central, el centro
urbano y ceremonial de Teotihuacán. Su nombre es un vocablo azteca que significa
“lugar de los dioses”13 , aunque también se lo ha traducido como “el lugar de aquellos
que poseen el camino de los dioses”14 . Este nombre sugiere la idea de un lugar sagrado
y divinizado. Como se verá enseguida, la orientación y el emplazamiento de este centro
ceremonial confirman esta idea.
El lugar a partir del cual parece organizarse la totalidad del centro ritual teotihuacano
es la pirámide oriental o Pirámide del Sol. Las escalinatas de este edificio se encuentran
orientadas hacia el noroeste15 , hacia el punto del horizonte en el cual desaparece la
constelación de las Pléyades16 . Efectivamente, las escaleras de esta majestuosa pirámide –
una de las mayores de mesoamérica– miran en una dirección que se aparta entre 15º y 25º
hacia el norte del oeste17 . Este monumento apunta también al lugar del horizonte en el cual
emergen las Pléyades el día del año en el cual alcanzan el cenit de su recorrido anual.
El punto del horizonte hacia el cual está orientada la Pirámide del Sol coincide
además con el lugar donde el sol se oculta el día del solsticio de verano en el Hemisferio
Norte18 . Por lo tanto, las correlaciones astronómicas que ofrece la Pirámide del Sol son
múltiples, ya que su orientación indica simultáneamente varios fenómenos celestes
fundamentales, posiblemente vinculados con el calendario agrícola19 .
El resto de los recintos –incluyendo la Pirámide de la Luna y la Calzada de los
Muertos– se construyeron tomando como referencia la Pirámide del Sol, puesto que el
eje sobre el cual se ubican estos monumentos es perpendicular a la dirección marcada
por las escalinatas. Por esta razón dice G. Kubler que la organización del centro ritual
de Teotihuacan se rige por relaciones cósmicas acordes al ritmo del universo20 .
Las relaciones astronómicas presentes en la Pirámide del Sol y en otros templos
precolombinos podrían ser susceptibles de una interpretación simbólica. Ciertamente,
13. E. Pasztory, El mundo natural como metáfora cívica en Teoihuacan.
14. Thelma Sullivan. Cf. M. E. Milller, Op. cit., pág. 67.
15. La Pirámide del Sol se alza sobre antiguas cuevas naturales. Las excavaciones arqueológicas han
revelado que en tiempos ancestrales se trazaron ejes dirigidos desde estas cuevas hacia el noroeste.
Posteriormente, sobre estas cavernas se erigió la Pirámide del Sol orientándosela en esta misma
dirección. Cf. G. Kubler, Op. cit., p. 54; y M. E. Miller, Op. cit., p. 67 y ss.
16. Actualmente la constelación de las Pléyades es visible en el Hemisferio Norte durante el
invierno. Se encuentra próxima a las constelaciones de Tauro, Orión y Áuriga, a la cual pertenece la
estrella Capella, admirada por la cultura zapoteca. Esta región es una de las más bellas del cielo puesto
que allí se concentran algunas de las estrellas más brillantes del firmamento. Es perfectamente visible
a 20º de latitud norte, donde se encuentra el centro ceremonial de Teotihuacan.
17. E. Pasztory, Op. cit.
18. El punto en el que el sol se oculta el día del solsticio de verano está ubicado aproximadamente
a 23,5º hacia el norte del oeste.
19. Véase nota 7.
20. G. Kubler, Op. cit., pág. 56 y ss.
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en muchas civilizaciones antiguas se han celebrado los solsticios como momentos
vinculados al renacimiento o a la declinación. El día del solsticio de verano es el
momento del año en el que las horas de luz diurna alcanzan su máximo valor. A partir de
ese día las horas de luz comienzan a disminuir paulatinamente. Por lo tanto, el solsticio
de verano era considerado, en muchas civilizaciones del pasado, como el momento
en el que se inicia la etapa de declinación, de decrecimiento y de paulatino aumento
de la oscuridad21 . Por otro lado, el ocaso solar es el punto donde el sol desaparece del
cielo para dar paso a la oscuridad nocturna. El hecho de que la Pirámide del Sol se
encuentre orientada hacia el ocaso solar del solsticio de verano podría indicar la
intención, por parte de los sacerdotes teotihuacanos, de establecer un vínculo simbólico
con las fuerzas de la oscuridad, el inframundo y la muerte.
El antropólogo norteamericano Joseph Campbell (1904- 1987) ha explicado que las
culturas que basan su sustento en la agricultura rinden culto a la oscuridad y a la muerte
puesto que suponen que de la oscuridad y de la muerte resurge la vida. En sus propias
palabras “…(entre estos pueblos) …existe una muy extraña creencia… basada en la
observación de que en el mundo vegetal la vida nueva nace de la decadencia, (y) que
la vida florece de la muerte…”22 . Agrega también que esta creencia se apoya en la
percepción del “…milagro de la tierra fértil, donde la muerte se transforma en
vida…”23 . Esta creencia en el poder regenerativo de la muerte es el fundamento simbólico
de los sacrificios humanos celebrados en muchas civilizaciones del pasado.
Como es sabido, los pueblos mesoamericanos, en estrecho contacto con la naturaleza
y el mundo vegetal, profesaron el culto a la muerte y el sacrificio ritual. En particular, en
Teotihuacan existen importantes indicios de que se realizaban regularmente este tipo de
sacrificios24 . Por lo tanto, la orientación del templo más importante del centro ceremonial
teotihuacano hacia el ocaso del solsticio de verano –punto vinculado simbólicamente con
la oscuridad, la muerte, y la declinación– podría interpretarse como una representación del
universo mítico de esta cultura y de sus creencias en el poder vivificador de la muerte.
El Tajín fue un centro ceremonial de la región de Veracruz25 activo entre 250 y 1150
d.C. Como muchas otras civilizaciones precolombinas, El Tajín se caracterizó por su
interés en la astronomía y su habilidad para las matemáticas y el cálculo del tiempo. El
edificio más llamativo del centro ceremonial es “La Pirámide de los nichos” (figura 1),
denominada de esamanera porque exhibe 365 aperturas distribuidas en sus cuatro
caras, en indudable correspondencia con el año solar de 365 días.
La pirámide está orientada de tal manera que su escalinata mira hacia el sudeste,
hacia un punto situado entre 20º y 24º hacia el sur del este. Esta dirección señala muy
21. R. Guenon, Las puertas solsticiales.
22. J. Campbell, Los Mitos. Su impacto en el mundo actual, p. 200.
23. Ibid., p. 72.
24. E. Pasztory, Op. cit. Véase por ejemplo la pintura mural de Atetelco, donde se representa a un
sacerdote con su traje de ceremonia sosteniendo en su mano alzada un corazón humano sangrante
ensartado en un cuchillo ritual.
25. El Tajín se encuentra ubicado aproximadamente a 20º de latitud norte.
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aproximadamente el orto solar en el solsticio de invierno en el Hemisferio Norte. Por lo
tanto, tal como ocurre con otros monumentos mesoamericanos precolombinos, la
pirámide habría funcionado como un calendario astronómico que indicaría uno de los
momentos más importantes del año. Esta orientación también podría interpretarse
simbólicamente. En efecto, es orto es el punto en el que el sol nace diariamente, y el
solsticio de invierno es el momento a partir del cual se inicia el paulatino aumento de la
luz diurna; por lo tanto, es el momento a partir del cual se inicia el ciclo anual de
crecimiento vegetal La alineación del monumento con el orto solar del solsticio de
invierno podrían indicar, entonces, la voluntad de establecer un vínculo con el poder
regenerativo de la naturaleza.
La Pirámide de los nichos posee siete niveles o plataformas. Estos siete niveles
podrían corresponderse con los siete días de la semana, que obedecen a la partición del
mes lunar de 28 días en cuatro partes iguales: siete días para el plenilunio, siete para el
cuarto menguante, siete para el novilunio y siete para el cuarto creciente. Sin embargo,
es posible también que los astrónomos de El Tajín conocieran la existencia de cinco
planetas –Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- además del sol y la luna. En ese
caso, podría suponerse que cada una de las plataformas del monumento habría sido
dedicado a uno los siete “objetos errantes” del cielo26 .
Figura 1: Pirámide de los nichos
26. Se supone que algunas pirámides de siete pisos pertenecientes a otras civilizaciones del pasado
pudieron haber sido dedicadas a los siete “planetas”. Este tipo de correspondencias eran frecuentes,
por ejemplo, en los zigurats de siete pisos de la antigua Mesopotamia, donde a cada piso le correspondía
uno de los siete planetas conocidos por entonces, uno de los siete colores del arco iris, uno de los siete
metales (oro, plata, mercurio, cobre, hierro, estaño y plomo), etc. Véase M. Eliade, Cosmología y
alquimia babilónicas, Ed. Paidós, Bs. As., 1993; o T. Burckhardt, Alquimia, significado e imagen
del mundo, Ed. Paidós, Bs. As., 1994.
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Existen indicios de que los mayas clásicos (250- 950 d.C.) conocían el movimiento
de los cinco planetas arriba mencionados. Los ciclos de algunos de ellos se encuentran
tabulados en códices. Por ejemplo, en el Códice de Dresde se describe el ciclo sinódico27
de Venus. También se ha señalado que ciertas notaciones en este mismo códice
corresponderían a las revoluciones del planeta Marte. Por otra parte, se ha demostrado
que algunos eventos importantes de la ciudad maya de Palenque estarían vinculados
con las posiciones del planeta Júpiter y que ciertas inscripciones mayas podrían referirse
al planeta Saturno28 . Se desconoce el origen de estos conocimientos pero es posible
que los mayas heredaran gran parte de este saber de los pueblos que los precedieron en
el territorio mesoamericano29 .
Los instrumentos y los métodos empleados tanto por los mayas como por las
anteriores civilizaciones precolombinas fueron extremadamente simples. Las
observaciones se realizaban a simple vista. Es posible que los astrónomos
mesoamericanos determinaran las alturas y los movimientos de los cuerpos en la bóveda
celeste utilizando dos bastones de madera cruzados, sobre los cuales se tallaba una
serie de marcas de referencia. La observación de los astros mediante este sencillo
método se encuentra ilustrada en varios códices de México central30 . Desde las
importantes alturas de los templos los astrónomos podían observar puntos sumamente
alejados. La línea irregular del horizonte, con sus accidentes orográficos, ayudaba a los
astrónomos mesoamericanos a precisar la posición de los objetos celestes en distintos
momentos del año. Podría decirse que el horizonte era, en sí mismo, un verdadero
cronómetro que indicaba las diferentes fechas en virtud de las distintas posiciones que
ocupaban los astros a lo largo del año31 .
También las ciudades mayas se construyeron en correspondencia con el ritmo del
cosmos. Uno de los ejemplos más impresionantes es la ciudad de Uaxactum. El Complejo
E de este centro ceremonial (figura 2) está organizado como un verdadero observatorio
astronómico que permite apreciar con exactitud el orto solar durante los dos
solsticios y los dos equinoccios. El complejo está formado por cuatro estructuras. Tres
de ellas –las denominadas E-I, E-II y E-III en la figura 4– se encuentran exactamente
alineadas en dirección norte- sur32 . A su vez las pirámides E-II y E-VII subtienden un
eje en dirección este- oeste. Por lo tanto el conjunto de las cuatro pirámides define
perfectamente las cuatro direcciones cardinales. Desde la cima de la estructura E-VII
se observa la salida del sol exactamente sobre la pirámide E-II en los días de equinoccio
–21 de marzo y 23 de septiembre aproximadamente. Por otra parte, las estructuras E-I y
27. El ciclo sinódico de un astro es el tiempo que este astro tarda en volver a ocupar una determinada
posición en el horizonte. Es, por lo tanto, una medida del tiempo que tarda el cuerpo celeste en
completar una revolución aparente alrededor de la Tierra.
28. Cf. R. J. Sharer, The Ancient Maya, p. 579 y ss.
29. Cf. M. Longhena, Op. cit., p. 110 y ss.
30. Codice Nutall, Códice Selden y Códice Bodleian. Cf. R. J. Sharer, Op. cit., pág. 580.
31. Cf. R. J. Sharer, Op. cit, p. 579 y ss; y Cf. A. Aveni, Imágenes precolombinas del tiempo.
32. Imagen modificada de J. Sharer, Op. cit., pág. 182.
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E-III se sitúan respectivamente a 23,5º hacia el norte y hacia el sur del eje este- oeste.
Esta peculiar ubicación de las pirámides permite observar, desde la cima de la estructura
E-VII, el orto solar durante los dos solsticios: el día 21 de junio, correspondiente al
solsticio de verano en el Hemisferio Norte, el sol se ve emerger por detrás de la pirámide
norte (E-I) mientras que el día 21 de diciembre, día del solsticio de invierno en el
Hemisferio Norte, el sol se ve aparecer por encima de la pirámide ubicada al sur (E-III).
La ubicación de las pirámides E-I y E-III debió ser calculada con extrema precisión
por los astrónomos mayas para que los solsticios pudieran ser perfectamente observados
desde el templo E-VII. Para calcular con exactitud la ubicación de estos edificios las
astrónomos mayas tuvieron en cuenta el movimiento anual del orto solar sobre el horizonte.
Como ya se ha adelantado, este recorrido aparente del sol en dirección norte- sur- norte
alcanza sus dos puntos extremos en los días del solsticio de verano y de invierno. La
“oscilación anual” aparente del sol entre los dos solsticios tiene una amplitud de 47º, y su
origen reside en la inclinación que verifica el eje terrestre en relación a la Eclíptica.
La Eclíptica es la trayectoria aparente del sol a través del cielo. El eje de rotación de
la Tierra forma, con la perpendicular al plano de la Eclíptica, un ángulo de 23,5º. Como
resultado de esa inclinación, durante el solsticio de verano en el Hemisferio Norte los
rayos solares inciden perpendicularmente sobre el Trópico de Cáncer, situado a 23,5º
al norte del Ecuador. Inversamente, durante el solsticio de inviernoen el Hemisferio
Norte los rayos solares caen perpendiculares sobre el Trópico de Capricornio, localizado
a 23,5º al sur del Ecuador. (Véase la figura 3). Esta variación en la inclinación de los rayos
solares sobre la superficie de la Tierra origina el cambio cíclico en las estaciones.
Como ya se ha adelantado al inicio de este trabajo, desde la superficie de la Tierra
este fenómeno se observa como un recorrido del orto solar sobre el horizonte en dirección
norte- sur- norte: en el solsticio de verano33 el sol se apartará 23,5º hacia el norte del
este mientras que en el solsticio de invierno se desplazará 23,5º hacia el sur. Durante
los dos días del equinoccio –21 de marzo y 23 de septiembre– el orto solar se encuentra
exactamente en el este. Esos dos días son los únicos momentos del año en los que el
sol incide perpendicularmente sobre el Ecuador terrestre.
Según se ha visto, tomado como referencia el edificio E-VII de Uaxactum los edificios
E-I y E-III se apartan 23,5º hacia el norte y hacia el sur del eje este- oeste; mientras que
el edificio E-II se encuentra exactamente en el este. Por lo tanto, la disposición de estos
cuatro edificios se encuentra en asombrosa concordancia con el movimiento aparente
del sol. Estas cuatro estructuras conforman un verdadero «cosmograma»34 que obedece
a relaciones astronómicas fundamentales y que refleja el orden y los ciclos del astro. En
otras palabras, la ubicación relativa de los cuatro edificios se rige por una geometría
inspirada en los movimientos celestes que permite determinar con precisión el
momento de los solsticios y de los equinoccios.
33. Siempre referido al Hemisferio Norte.
34. R. J. Sharer, Op. cit., pág. 524.
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Los monumentos más famosos de la ciudad maya de Chichen Itzá35 –El Caracol y
El Castillo– se encuentran también orientados de tal manera que permiten la observación
de los fenómenos celestes. El primero de estos edificios se reconoce actualmente como
un centro sagrado de observación de los movimientos del planeta Venus, cuyos ciclos
temporales fueron de enorme importancia en el calendario maya36 . Se trata de un edifico
cilíndrico formado por una serie de galerías circulares concéntricas, a las que debe su
nombre. En el centro se alza una escalera en espiral que llega al piso superior. Sobre este
piso existe un recinto parcialmente destruido que posee pequeñas aperturas que miran
hacia el sur, hacia el oeste y hacia el sudoeste. Se supone que antiguamente existieron
otras aperturas similares que apuntaban hacia los otros puntos cardinales y hacia los
puntos intermedios. Estos orificios distribuidos a intervalos regulares sobre toda la
circunferencia del edificio habrían permitido, a los astrónomos mayas, realizar cálculos
sobre la posición de los astros en la esfera celeste en diferentes momentos del año. Por
otro lado, el ancho de las ventanas estaría calculado de tal manera que permitiría también
observar los ortos y los ocasos solares en los días de los solsticios y de los equinoccios.
También la pirámide denominada El Castillo obedece a una alineación astronómica.
Sus ejes se encuentran apartados en unos 23,5º respecto de las direcciones norte- sur
y este- oeste. Debido a esta orientación, en los días de equinoccio –21 de marzo y 21 de
septiembre– la sombra de las 9 plataformas de la pirámide se proyecta exactamente
sobre la escalera norte de esta estructura formando 7 triángulos de luz (véase la figura
4). A medida que el sol se va ocultando, los 7 triángulos de luz se van moviendo hacia
la base de la escalinata, que se encuentra adornada con cabezas de la serpiente
emplumada: el dios Kukulkan. El movimiento de los triángulos de luz se asemeja al
movimiento ondulante de una gigantesca serpiente descendiendo hasta el suelo, y
simboliza el descenso del dios Kukulkan a la Tierra en el día de los equinoccios. El
fenómeno dura aproximadamente 45 minutos, hasta que el sol se oculta por completo37 .
Para obtener semejante efecto los mayas debieron estudiar con mucha atención la
ubicación de las diferentes partes de la pirámide situándolas en perfecta correspondencia
con los movimientos solares.
El Castillo fue construido teniendo en cuenta el calendario solar de 365 días. Según se
ha visto al describir la Pirámide de los nichos de El Tajín, este tipo de relación era bastante
frecuente en la arquitectura mesoamericana. Sin embargo en el caso de El Castillo la
correspondencia numérica se verifica en las escalinatas, puesto que tres de ellas poseen 91
escalones, mientras que la escalera por la que desciende simbólicamente la serpiente
emplumada tiene 92 peldaños. Esto hace un total de 365 escalones. En consecuencia
“tanto en numerología como en orientación el edificio reconoce el año solar”38 .
35. Chichen Itzá corresponde al período Post Clásico de la cultura Maya. Los dos monumentos
mencionados fueron construidos a fines del primer milenio d.C.
36. M. E. Miller, Op. cit., pág. 179 y ss. También R. J. Sharer, Op. cit., cap. 7.
37. M. E. Miller, Op. cit., pág. 179 y ss.
38. Ibid., pág. 182.
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Figura 4: El Castillo
Figura 2: Complejo E de Uaxactum
91
Figura 3: solsticios y equinoccios
Sería imposible describir la totalidad de las relaciones astronómicas halladas en la
arquitectura de los pueblos mesoamericanos. El panorama presentado en este trabajo
representa apenas una pequeñísima parte. Sin embargo, es suficiente para comprender
que estas civilizaciones alcanzaron, con métodos rudimentarios y simples, un amplio
manejo de los cálculos astronómicos, un alto grado de precisión en las determinaciones
astronómicas, y un vasto conocimiento del orden celeste. Más allá de las cuestiones
puramente tecnológicas –que son, obviamente, muy interesantes– no debe perderse de
vista en ningún momento que la astronomía, la geometría y la numerología fueron,
para estos pueblos, ciencias sagradas que permitieron a los sacerdotes interpretar el
orden divino. Por lo tanto, el conocimiento de estas ciencias permite al investigador
contemporáneo acercarse al universo mítico y a las creencias religiosas de los pueblos
de la antigüedad.
Deseo agradecer a la Lic. M. A. Bovisio, docente de Arte Precolombino de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo, por sus sugerencias y
orientación, así como por la valiosa bibliografía que me ha aportado para este
artículo.
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Bibliografía:
- Aveni, A.: “Imágenes precolombinas del tiempo”. En La Antigua América. El arte de
los parajes sagrados. The Art Institute of Chicago, Grupo Azabache, 1993.
- Campbell, J.: “Los mitos. Su impacto en el mundo actual”. Ed. Kairós, Barcelona,
1994.
- Eliade, M.: “Lo sagrado y lo profano”. «. Ed. Paidós, Bs. As., 1998.
- Kubler, G.: «Arte y Arquitectura en la América Precolonial». Ed. Cátedra, Madrid,
1986.
- Longhena, M.: “México Antiguo”. Ed. Folio, Barcelona, 2005.
- Miller, M. E.: “The Art of Mesoamerica. From Olmec to Aztec”. Thames and Hudson,
London, 1996.
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