Logo Studenta

2615 Historia contemporanea - Pe Félix Sardá y Salvany

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA. 
Es propiedad. 
OBRAS Y OPÚSCULOS 
p o r - D . I T é l i x S a r d a y S a l r a n y , f * b r o . 
j A . 1 s e r m ó n ! — 1 3 c e n t s . 
a p o s t o l a d o s e g l a r ( K ! l ) , ó M a n u a l d e l P r o ­
p a g a n d i s t a c a t ó l i c o e n n u e s t r o s (lias.—1'50 p t a s . e n 
r ú s t i c a , 7 2'50 e n t e l a . 
A q u e l l o s p o l v o s . . . ( U e ) , ó s e a , i n f l u e n c i a d e 
l a d e s t r u c c i ó n d e l o s c o n v e n t o s e n e l d e s a r r o l l o d e l 
S o c i a l i s m o e s p a ñ o l . — 8 c e n t s . 
> V u n a s e S o r a . . . y & m u c h a s . — 8 c e n t s . 
S i e n ¿y q n é ? R e f l e x i o n e s c r i s t i a n a s p a r a 
a l i e n t o d e l o s d é b i l e s y c o n f u s i ó n d e l o s m a l v a d o s 
e n é p o c a s d e p e r s e c u c i ó n . — 1 6 c i n t a . 
C a f é y b i l l a r . — 1 0 c e n t s . 
C a r a c t e r e s d e l a l u c h a a c t u a l . — 1 0 c e n t s . 
C a s a y c a s i n o . — 1 0 c e n t s . 
C l e r o (B31) y e l p u e b l o . — 2 0 c e n t s . 
C o s a s d e l d í a ó r e s p u e s t a s c a t ó l i c o - c a t ó l i c a s 
a a l g u n o s e s c r ú p u l o s c a t ó l i c o - l i b e r a l e s . — 1 8 c e n t s . 
B I B L I O T E C A L I G E R A , » . ° 5 4 . 
HISTORIA CONTEMPORÁNEA. 
H OMBRE! ¡Magnífico caserón el que 
acaba de asomar de repente por 
el declive de aquella ladera! ¿Será in­
dudablemente propiedad de una de Jas 
más antiguas familias del país? 
—¡Ca! no, señor. El tal edificio se 
conoce todavía en la comarca con el 
nombre de El Convento, y sus actuales 
poseedores son gente allá de la capi­
tal , absolutamente desconocida por 
ahí, y sin otras relaciones en esta 
tierra que las indispensables para sa­
car de ella todo lo que puedan por 
medio de procurador. 
— 2 — 
—¡Pues vaya! me picó la curiosidad. 
¿Con qué fué convenio esta granja allá 
por los años de Maricastaña? ¿Y se 
puede saber á qué clase de frailes per­
teneció? 
—A decir verdad, no fué convento 
el tal edificio, sino monasterio; ni fue­
ron frailes los que en él habitaron, 
sino monjes Bernardos; pero el pueblo 
llama convento á toda casa de Comu­
nidad claustral, y frailes á lodos los 
que gastan hábito de Religión. 
—¡Bien! Llámele V. hache. Conven­
to ó monasterio, lo mismo da para 
nuestro caso. ¿Conque decíais que era 
de Bernardos la tal Comunidad? 
—Sí, señor, y si quisiéramos acer­
carnos algo á sus viejas tapias y fa­
chada, puede que, al través de los re­
voques y disfraces á la moderna con 
que se le ha procurado desfigurar, 
todavía os fuera fácil descubrir macho 
- 3 —. 
y muchísimo de su natural fisonomía. 
Sobre todo la iglesia, que con sus oji­
vas y ventanales y escudos es al p re ­
sente la mejor bodega que visitan en 
veinte leguas á la redonda los tratan­
tes en vinos que recorren, este país. 
Porque eso sí; famosos cosecheros como 
el amo de este cortijo no se conocen 
por ahí. 
—¿Y cómo y cuándo cedieron los 
frailes, digo los monjes, á este caba­
llero particular su viejo monasterio, y 
su iglesia sobre todo,¡para tan profano 
destino? 
—¡Pardiez! ¡Y mucho que les fue­
ron á consultar la voluntad á los ben­
di tos frailes para echarlos de ahí á 
tizonazos y puñalada limpia, cuando 
lo del ano 35! 
—¿Con qué la cosa se hizo aquí co ­
mo en otras partes por aquellos días 
de funesta recordación? 
— 4 — 
—Muy claro, señor, y en breves pa­
labras quedará explicado el caso. Ene­
migos no los tenían aquí los frailes, ni 
se les hubiera tocado un pelo de la 
ropa por nadie del pais, en el que vi­
vían con completa seguridad. Pero un 
día empezaron á llegar horribles no­
ticias de la capital. Los principales 
conventos habían ardido allí no se sa­
be cómo, y sus moradores habían sido, 
cazados y degollados como fieras á 
través del incendio. Aqui los princi­
pales del pueblo nos presentamos acto 
continuo al Padre Abad para darle 
toda clase de seguridades con respecto 
á la actitud de la comarca. Pero á bien 
que echamos la cuenta sin la huéspe- • 
da. Porque á los dos ó tres días un 
destacamento de fuerzas irregulares 
llegadas dé la capital con órdenes mis­
teriosas invadió el pueblo, y entre in­
sultos y atropellos á todo el mundo 
— 5 — 
intimó al Padre Abad y monjes la or­
den superior de desocupar el edificio 
sin dilación, sin plazos cortos ni largos, 
apoyando la intima con sendos fusila­
zos y amenazas de muerte á quien se 
atreviese á chistar ó no corriese listo. 
Escapó por donde pudo cada cual, y 
ocupó la fuerza el edificio, en el cual 
á las pocas horas no quedaba un clavo 
por saquear; porque aquellos conde­
nados y otros que en pos de ellos vi­
nieron de la capital cargaban con todo 
lo que podían, y rompían á tiros y sa­
blazos lo que no podían robar. Fué 
aquello una desolación que nos hizo á 
lodos llorar á lágrima viva. 
—Pero ¿y el Gobierno? ¿y la Auto­
ridad? 
—Ya verá V. Cuando los que m a n ­
daban en la capital advirtieron el caso, 
es decir, quince días ó tres semanas 
después, mandaron despachos al a l -
— 6 — 
calde de este logar en que se le decía 
bonitamente: «Que pues los frailes 
habían sido echados por el pueblo, 
bien echados estaban, que al fin eran 
los únicos enemigos de su felicidad. 
Que en cuanto al convento quedaba 
bajo la responsabilidad de dicho al­
calde con todas sus tierras y perte­
nencias, todo lo cual había pasado á 
ser propiedad del Estado.» Confieso 
que nadie del pueblo pudo entender 
eso de que la propiedad de uno pasara 
á ser tan fácilmente propiedad de otro, 
sólo porque á aquel primero le ataca­
sen un día bandidos más ó menos 
autorizados ó sin autorizar. Pero lo 
cierto es que á los pocos meses se dijo, 
y aun se leyó en el Boletín, que aquel 
convento y sus tierras lo sacaban todo 
públicamente á subastar, y pocos días 
después se supo lo había adquirido en 
la subasta un D. Fulano de tal. Y por 
— 7 — 
señas que fué negocio redondo el que 
hizo este caballero; pues todo el case­
río que V. ve con las tierras que le 
rodean desde lo alto de la sierra hasta 
el río que ve V. allá lejos, no le eos? 
taron al comprador más que una pese­
ta columnaria ó sean cinco reales. Ni 
un ochavo más. 
—¡Bromas aparte, compadre! 
—Ni más ni menos, señor; y va V. 
á verlo claro, como me lo contó á mí de 
vuelta de uno de sus viajes á ¡a capi­
tal el secretario del pueblo, que es de 
lo más liberal que se conoce, y el úni­
co poco amigo de frailes que por en­
tonces teníamos aquí. Contaba, pues, 
el dicho secretario, que á la tal subas­
ta pocos concurrieron; primero porque 
las gentes de bien le tenían repug­
nancia á la tal compra, y segundo por­
que andaban por allí en torno del pú­
blico subastador ciertos pajarracos de 
- 8 -
mal agüero que alejaban del negocio 
á cuantos convenia tener alejados de 
él. Añadía que el tipo de la subasta 
se colocó por todas estas razones tan 
bajo, que no llegaba á la mitad del va­
lor públicamente reconocido de la fin­
ca; y que además para facilitar la com­
pra se admitía el pago á plazos por 
anualidades, la primera de las cuales 
no debia satisfacerse hasta seis meses 
después que estuviese en completa 
posesión de ella el comprador. Y como 
esta flaca que ahora es viña, era enton­
ces bosque magnífico en buena parte 
de su extensión, ¿qué hizo el aprove­
chado comprador? empezó una tala 
general á los ocho días, y con el pro­
ducto de la madera y leña que vendió 
pagó todo el precio de su compra (con 
rebaja notable que se le hizo además 
por pagar al contado), resultando al 
liquidar que vino á costarle todo esto 
— 9 — 
una miserable peseta columnaria de su 
bolsillo, y aún hay quien dice que ni 
ésa le cosió. Con que ya ve V. si fué 
bravo negocio el que con el convento 
de los frailes hizo aquel señor,, gran, 
patriota, según decían por ahí. 
—Verdaderamente se lo dieron co­
mo de balde. Pero de fijo ha sido para 
toda la comarca un beneficio el cam­
bio de poseedor. Porque ya se ve; los 
frailes eran gente allá atrasaday ran­
cia, que poco ó nada podían hacer por 
vuestro bienestar. 
—¡Ay, señor mío! ¡ y qué bueña te­
cla ha tocado V. y cuan buenas cosas 
podrían decirse sobre esto á quien las 
quisiese escuchar! Lo que Y. acaba 
de apuntar también recuerdo-habérse­
lo oído yo mil veces al secretario del 
pueblo, cuando á raíz de aquellos fa­
mosos acontecimientos se empeñaba 
él en convencernos á nosotros, pobres 
— 10 — 
labriegos, deque todo aquello vendría 
á parar á la postre en nuestro bien. Y 
he de confesar mi pecado. Sin habér­
seme quitado el horror á aquella que 
yo tuve siempre por abominable ini­
quidad, también yo llegué á persua­
dirme alguna vez de que por lo que 
toca á nuestro bienestar material toda 
aquella trifulca no había de perjudi­
carnos. Pero aseguro á V. que buen 
chasco nos hemos llevado. Seré breve, 
señor mío, si todavía persiste V. en 
que le complete mi relación. 
—Decid, decid, amigo mío. 
—Pues, señor, el monasterio era el 
señor de la comarca, porque fundado 
hace muchos siglos en el centro de 
ella cuando era todo yermo y despo­
blado, tenía el derecho que, según 
creo, se llama de primera ocupación. 
A tenor de él se habían hecho aquí des­
de remotos siglos todos los establecí-
— 1 1 — 
ttiientos de tierra?, que el monasterio 
cedía algunas veces por un pequeño 
canon ó censo enfiléutico, y otras en 
simple arrendamiento ó aparcería. 
Los censos venían á ser, por exiguos, 
puramente nominales ú honorarios; 
los arrendamientos, tasados allá en 
remotísimos tiempos, eran insignifi­
cantes. Además el monasterio no era 
exigente en los pagos. Que este año 
por sequía, que el otro por el pedris­
co, que el de más allá por excesivas 
lluvias, que ya por enfermedades, ya 
por guerras no se podía pagar al caer 
los plazos de San Juan y de Navidad; 
á nadie se estrujaba por esto como se 
le viese de buena fe. Leña la tomaban 
de) bosque todos los pobres mediante 
un simple papel. Más aún, se rebaja­
ban los arrendamientos los años de 
mala cosecha, y los graneros del con­
vento anticipaban al colono granos pa-
— 12 — 
ra la siembra, si de esto tenía necesi­
dad. Todavía más, al dos ó al tres por 
ciento y bajo mera palabra de hom­
bre honrado prestaba á sus colonos el 
monasterio cantidades para la compra 
de aperos de labranza, ganado, dotes 
de hijas, etc., etc. 
—Lo que llamamos hoy bancos agrí­
colas y que se nos quiere presentar 
como novedad. 
—Sí, señor, y además se tenía allí 
escuela siempre abierta para nuestros 
hijos, y se enseñaba en ella á leer y 
escribir, contar, música y latín, con 
lo cual traía empezada su carrera todo 
aquel que quería, si los monjes le co­
nocían con alguna disposición para ser 
algo más que rudo trabajador. Más de 
cuatro hombres de letras ha tenido el 
pueblo en tiempos antiguos, que hoy 
no los volverá á tener, porque ya á los 
chicos no se les puede dar aquí otra 
— 13 — 
instrucción que la del abecé. Y no digo 
nada de lo que influía en el pueblo y 
en toda la comarca el monasterio por 
sus consejos (que había hombres de 
seso allí para dárselos al más pintado), 
por su asistencia espiritual, por su 
brillante culto, por sus limosnas al po­
bre, por su hospitalidad, por sus altas 
relaciones con lo más granado de la 
nación, de todo lo cual sacaba siempre 
toda clase de bienes nuestra comarca. 
—Verdaderamente, amigo mío, las 
cosas DO deben de pasar hoy así. 
—¡Válgame Dios, santo varón! Lo 
primero que hizo el nuevo poseedor, 
así que se hubo instalado en la finca* 
fué llamarnos á todos los censalistas, 
parceros y arrendatarios para presen­
tarnos la figura muy seria de un señor 
procurador, con quien debíamos ea 
adelante arreglar nuestras cuentas. 
Basta los atrasos pendientes con los 
- 14 — 
frailes desde muy antes de su expul­
sión, hasta eso nos exigió el tal señor. 
Al primer semestre dobló los arrenda­
mientos, porque, decía él, los frailes 
no sabían hacer producir las tierras, 
y él quería extirpar del país la holga­
zanería, que era su peor calamidad. Y 
desde entonces á quien se descuida le 
da el despido sin que valgan lágrimas. 
Testigos varios de mis vecinos, que 
han tenido que abandonar su mísero 
pegujal que venían labrando de padres 
á hijos desde no sé cuántos cientos 
años atrás. Al diez y al doce y al veinte 
por ciento se prestan cuartos, median­
te fianza ó hipoteca formal: sino idos 
con la mujer y con los hijos á mendi­
gar, que el amo no quiere holgazanes 
en su cortijo. Al dueño de estas tie­
rras se le ve poco por ahí, porque al 
fin dice que somos un hato de brutos 
por ilustrar, y que él bien se está con 
— 15 — 
sus amigos en la ciudad. Pero, eso sí, 
el alcalde se nombra casi siempre por 
su influencia, y cuando hay elecciones, 
desdichado quien no volé conforme 
manda el amo, que bien seguro está el 
infeliz de que lo pasará mal. Y á todo 
esto hay que añadir que con todo lo 
que ha pasado se ha desmoralizado la 
gente que es una lástima. Los pobres 
especialmente parecen dejados de la 
mano de Dios, desde que vinieron años 
atrás ciertos prójimos á predicar por 
esas esquinas y encrucijadas, y les en­
señaron que los ricos eran los peores 
enemigos del pueblo, y que así como 
cuarenta y tantos años atrás se había 
echado del país á los frailes, ahora se 
había de hacer igual con los ricos, y 
que el caso era probarlo á la primera 
ocasión. ¡Ya puede V. figurarse cómo 
lo lomó la gente, que además no sabe 
pizca de Catecismo, ni va á Misa, ni 
- 1 6 -
A. M. D G. 
escucha al Cura, ni conoce más que 
ejemplos como los que le están dando 
años ha los ricos como el del convento! 
— ¡Bravo, amigo! ¿sabéis que me 
acabáis de dar un rato de los buenos 
con vuestra animada relación? 
—Señor, es lo que dice por ahí todo 
el que tiene ojos en la cara. Ni quito 
ni pongo coma. 
—¡Amargas verdades! ¡Cuan á costa 
suya las va aprendiendo el pobre pue­
blo español! 
C h i m e n e a ( L a ) y e l c a m p a n a r i o . — 1 8 os . 
D e s h e r e d a d o » ( L o s ) . — 8 c e n t s . 
D e v o t o e j e r c i c i o d e d e s a g r a v i o » p a r a , 
los t r e s d í a s d e C a r n a v a l . — 6 c e n t s . 
D i n a m i t a s o c i a l ( L a ; . — 1 8 c e n t s . 
D i n e r o ( E l ) d e l o » c a t ó l i c o » . — 2 5 c e n t s . 
D i v e r s i o n e s ( L i a » ) y l a m o r a l . — 3 8 c e n t s , e n 
rús t i ca , y 88 en t e l a . 
D o g m a (HJ1) m á s c o n s o l a d o r . — 1 3 c e n t s . 
E s p í r i t u , p a r r o q u i a l ( E l . ) . — 2 5 c e n t s . 
¡ f i l o s o f í a d e l a M o r t i f i c a c i ó n , — 1 . a y 2.' 
parte , l o s d o s o p ú s c u l o s , ¿5 c e n t s . 
. F r a i l e s d e v u e l t a ( L o s ) . — 1 3 c e n t s . 
¿ H a s t a t e a t r o ? - 1 0 c e n t s . 
¿ l n t e g r i s t a s ? — 1 5 c e n t s . 
L a i c i s m o c a t ó l i c o ( E l ) —10 c e n t s . 
L i b e r a l i s m o e s p e c a d o ( E l ) . C n e s t i o n e s 
; a n d e n t e s . — E n 4.°, 1 p t a . e n r ú s t i c a , y 1'75 e n t e l a . 
31 m i s m o e n 8.°, t r a d u c i d o a l c a t a l á n , 75 c e n t s , e n 
•úst iea , y t'25 p t a s . en t e la . 
L o u r d e s . — R e f l e x i o n e s s o b r e l a s m a r a v i l l a s d e 
Dios y d e sn S a n t í s i m a Madre .—10 c e n t s . 
L u z y e s p e j o d e J ó v e n e s c r i s t i a n o s , ó 
a s g t s p r i n c i p a l e s de l a fisonomía a n g é l i c a d e S a n 
liuis Gonssaga, p a r a i n s t r u c c i ó n d e l a j u v e n t u d d e 
m e s t r o s i g l o . — 5 0 c e n t s , e n r ú s t i c a , y i p t a . e n t e l a -
M a l o s p e r i ó d i c o s ( L o s ) . — 8 cénta . 
M a l s o c i a l ( E l ) y s u m a s ef icaz r e m e d i o . — 8 e s . 
M a n o n e g r a ( L a ) , 6 p o l l u e l o s d e la ú l t i m a 
r ia l ibera l .—10 c e n t s . 
M a s o n i s m o y C a t o l i c i s m o . P a r a l e l o s e n t r e 
i d o c t r i n a d e l a s l o g i a s y la d e n u e s t r a S a n t a I g l e -
ia c a t ó l i c a , a p o s t ó l i c a , r o m a n a , ú n i c a v e r d a d e r a . — ' 
í c ent s , e u r ú s t i c a , y l p t a . e n t e l a . 
M e s d e .1 u n i ó d e d i c a d o a l S a g r a d o Corazón 
d e J e s ú s : b r e v e , s e n c i l l o , p r á c t i c o , a c o i n a d a d o á t o ­
d a c l a s e d e p e r s o n a s . — c e n t s , e n r ú s t i c a , y 75 e n 
t e l a . E d i c i ó n fina c o n u n a e s t a m p a d e l S a g r a d o C o ­
razón , 75 c e n t s , e n r ú s t i c a , y 1 '75 p t a s . e n p e r e a l i n a 
y c a n t o d o r a d o . 
M e a d e M a r z o d e d i c a d o a S a n J o s é . — E n 16.", 
80 c e n t s , e n r ú s t i c a , y 60 e n t e l a . 
M e s d e M a y o c o n s a g r a d o á l a Madre d e D i o s . 
— E n 18.°, 30 eént's. e n r ú s t i c a , y 60 e n t e l a . 
M o n t s e r r a t . N o t i c i a s h i s t ó r i c a s . I d e a d e la. 
c é l e b r e m o n t a ñ a y Santuar io ,—En'8 . ° , 6 eénf s 
N e g a c i o n e s ( L a s ) d e u s a n F e d r o . — E n 8.°, 
6 c e n t s . 
n i m i e d a d e s c a t ó l i c a s .—En 8.", 10 c e n t s . ; 
¿ N o e s h o r a t o d a v í a ? — 1 0 c e n t s . 
N o v e n a a l a I n m a c u l a d a V i r g e n M a r í a , p a t r o n a 
d e E s p a ñ a . — E n 16.", 15 c e n t s . 
N o v e n a ( D e v o t a ) & l a V i r g e n e n c u a l ­
q u i e r a de s u s S a n t u a r i o s . — E n 16.°, 25 c e n t s . 
N o v e n a r i o ( D e v o t o ) a l a R e i n a d e l o s 
c i e l o s e n e l m i s t e r i o d e s u g l o r i o s a A s u n c i ó n . — E n 
8.°, 14 c e n t s . 
O c t a v a r i o á C r i s t o r e s u c i t a d o , p a r a a l ­
c a n z a r l a c o n v e r s i ó n d e l o s q u e n o c u m p l e n e l p r e ­
c e p t o p a s c u a l . — E n 16.°, 18 c e n t s . 
O c t a v a r i o d e v o t o a l d u l c e N i ñ o d e . B e ­
l é n e n , é l S a n t í s i m o Sacramento .—Eri 1S,°, 18 cent»,.' 
A J E * á r a q u é s i r v e n l a » x n o n j a s ? — E n S.°, 
18 c e n t s . 
'Dirigirse á D, Miguel Casáis, calle del Pino, 
5, Barcelona. 
T I P O G R A F Í A C A T Ó L I C A , P i n o , 5, B a r c e l o n a . — 1 8 9 9 . 
	CUBIERTA.
	CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA.
	HISTORIA CONTEMPORÁNEA.

Continuar navegando