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� Buscando la luz ExposiciÓn comisario mª isabel moreno montoro coordinaciÓn Técnica manuel correa Vilches Juan carlos cárdenas López TransporTE Equipo de mantenimiento de la Universidad de Jaén monTaJE Equipo de mantenimiento de la Universidad de Jaén sEgUros mapfre caTáLogo TExTos manuel parras rosa Javier marín López Virginia sánchez López mª isabel moreno montoro Josep martí ribas máximo Beni gonzález amparo castrillo chucho Valcárcel carlos gelabert disEño y maqUETaciÓn servicio de publicaciones imprEsiÓn Gráficas La Paz de Torredonjimeno, S. L. isBn: 978-84-8439-424-2 depósito Legal: J-614-2008 Vicerretorado de Extensión Universitaria Secretariado de Actividades Culturales Todas las imágenes utilizadas en este catálogo son fotogramas del documental de Juanma Valentín. � Buscando la luz � � Buscando la luz es un proyecto integrado en el que las artes y uno de los más anhelados misterios de la Ciencia se encuentran: El Universo. si bien es cierto que se han esclarecido a lo largo de los siglos grandes temas sobre el Espacio que nos alberga, continuamos buscando, y esto es porque el misterio sigue ahí. Cómo la Astronomía, la Filosofía y las Artes han arrojado preguntas y respuestas, y lo siguen haciendo. Las Naciones Unidas declararon 2009 el Año Internacional de la Astronomía. Esta iniciativa, compartida con la Unión Astronómica Internacional, pretende estimular el interés en astronomía y ciencia bajo el tema central “El Universo para que lo descubras”. El proyecto artístico que el escultor Roberto Pajares y el compositor Claudio recabarren nos presentaron el 21 de mayo de 2008 contó con la colaboración de Josep Martí, responsable del Observatorio Astronómico de la Universidad de Jaén. Ahora, en este disco libro encontramos las imágenes de la intervención artística de aquel día y de otros muchos en los que se preparó este proyecto. Juan Manuel Valentín ha creado esta obra videográfica en la que desde las Artes abordamos la inquietud del ser humano por descubrir el Universo. Esperamos, con todo esto, contribuir al estímulo no sólo en Astronomía y ciencia sino también en arte y a su disponibilidad para acercarnos a mundos en los que también podemos entrar sin estar especializados en sus campos de conocimiento. manuel parras rosa Rector de la Universidad de Jaén � � En esta época de “uniformismo” cultural en la que gran parte del arte se pre- senta al espectador en el marco de las grandes exposiciones y el comisario suele aparecer poco menos que como una estrella, inauguraciones como la de «Buscando la luz» nos hacen reflexionar sobre el glamour artificial que rodea ciertas prácticas artísticas y cómo éste caricaturiza al mundo del arte con su impronta elitista y esnob. Lo mismo puede decirse a propósito de los con- ciertos de música “clásica”, celebrados en el marco de auditorios y salas de conciertos, y en los que muchas veces se busca más la imagen mediática del artista, que acaba siendo un mero instrumento en manos de una red social de relaciones y poderes. En este sentido, «Buscando la luz» se aleja por completo de la imposición mundial de la cultura del espectáculo como único registro y propone un tipo distinto de dinámica cultural. La metafora de la Harmonia mundi en “Buscando la luz”: una confluencia de astronomia, musica y escultura � «Buscando la luz» es el sugerente título de un proyecto artístico interdisci- plinar e interactivo presentado en el campus Universitario Las Lagunillas de la Universidad de Jaén el 21 de mayo de 2008 y concebido por el escultor navarro Roberto Pajares Martínez “Pájaro” y el compositor chileno afincado en España Claudio Recabarren Madrid. La idea de hacer confluir en una misma experiencia artística disciplinas tan dispares aparentemente como la astrono- mía, la música y la escultura en un campus universitario al aire libre, es muy sorprendente, pese a que los dos protagonistas están acostumbrados a realizar este tipo de colaboraciones plástico-musicales. La escultura del Pájaro, ideada y materializada en Jaén los días inmediatamente anteriores a su inauguración y ubicada entre los edificios A4 y A3 del Campus, se inspiraba en la teoría de los cuásares, unas fuentes energéticas y lumínicas del universo cuya forma se asemeja, simplificando un tanto, a la de un tornado con una gran base. En el acto de inauguración de la escultura el pianista recabarren interpretó su sonata contemporánea para piano “Luz Cósmica”, compuesta expresamente para la ocasión. Para darle un cientificismo astronómico al evento, el profesor de Astrología Josep Martí puso a disposición de los asistentes, y junto al piano como un elemento más de la performance, un telescopio desde el que podía visualizarse el segundo planeta más grande del sistema solar, Saturno, cuyos anillos se divisaban con absoluta claridad pese a la lejanía. Resulta totalmente apropiado, por tanto, emplear el término “convergencia”, que denota cómo varias líneas –las acciones de escultor, astrónomo y músico– se dirigen hacia un mismo punto. Las siguientes líneas constituyen una suerte de reflexiones sobre esta experiencia artística con mayúsculas, verdadera metáfora de la Ha- monia mundi y de lo que el arte nunca debió de dejar de ser. � �0 �� Harmonia mundi o de la musica de las esferas pocas disciplinas han ido tan de la mano a lo largo de la historia como la mú- sica y la astronomía. Ambas se enseñaban conjuntamente desde la antigüedad y en las primeras universidades cristianas formando parte del currículum del Quadrivium, junto con la aritmética y la geometría. El origen de esta estre- cha relación se sitúa, en el ámbito occidental, en la doctrina pitagórica de la “música de las esferas” o Harmonia mundi. En su formulación más simple, la “música de las esferas” se producía cuando los cuerpos celestes, en continuo y veloz movimiento, emitían un conjunto de sonidos, de la misma manera que los cuerpos terrenales producían vibraciones cuando se movían en el aire. Los hombres no pueden escuchar esta música cósmica porque han crecido acos- tumbrados a ella y porque los cuerpos celestes, que giran sin tregua en sus órbitas circulares, producen permanentemente armonías, que no son aprecia- das al no haber silencios. El sonido emitido por cada esfera corresponde a un tono diferente de la escala musical, dependiendo de la distancia entre ellas y los radios de sus órbitas, de la misma forma que los tonos musicales emitidos por las cuerdas de un violín dependen de su longitud. Tenemos aquí un con- cepto de cosmos como universo ordenado a través de la armonía matemática y musical. Durante el Renacimiento, movimiento que entendía la proporción como esencia y fuente de belleza, las relaciones matemáticas de la “música de la esferas” se tomaron como principio generador de las relaciones espaciales en arquitectura, tal y como demostraron Palladio y Alberti. �2 pese a que la Harmonia mundi es una especulación fantástica, no ha dejado de ser una aspiración natural en el hombre y una fuente de inspiración para escri- tores y músicos; de hecho, la pervivencia de la estela pitagórica a lo largo de los siglos es, para muchos, uno de los fenómenos culturales más interesantes de la Historia. Desde el punto de vista musical hay reminiscencias pitagóri- cas en compositores como J. S. Bach, O. Messiaen y B. Bartok, quien usó la llamada “escala Fibonaci”, basada en la serie numérica del mismo nombre. Los principios pitagórico-matemáticos se encuentran en la base del nacimien- to y desarrollo de importantes movimientos musicales como la polifonía de Notre-Dame y su sistema de notación modal, el movimiento dodecafónico, el serialismo integral y la música estocástica, entre otros. Ejemplos de obras musicales relacionadas con el fenómeno de la Harmonia mundi son La Crea- ción de F. J. Haydn, Así habló Zaratustra de R. Strauss y La Consagración de la Primavera de I. Stravinski. Por su parte, Paul Hindemithse acercó a la figura del astrónomo y matemático Johannes Kepler (1571-1630) por medio de una sinfonía y de una ópera que comparten el mismo título, Die Harmonie der Welt (La armonía del mundo). Arnold Schönberg empleó unos proféticos versos de stefan george en la parte de la soprano que interviene en su cuarteto nº 2: “Ich höre die Musik von anderen Planeten” (Escucho la música de otros plane- tas). Y Gustav Holst escribió la que probablemente es la obra planetaria más célebre de la historia: su suite para gran orquesta Los Planetas, dividida en siete movimientos (en alusión a los siete planetas conocidos a principios del siglo XX cuando escribió la obra). �� �� �� Escuchando la luz, viendo los sonidos La música constituye un arte del tiempo y la escultura un arte del espacio; es decir, la música se escucha y la escultura se ve, aunque la música se toca en un espacio y, por supuesto, no suena igual en cualquier espacio. Por otro lado, en la música el tiempo lo propone el artista, mientras que en la escultura lo hace el público; un elemento común a tiempo y espacio es el movimiento, unidos por la materia que los atraviesa en un ritmo eterno. �� Entre las participaciones vitales y vivenciales en la vida de claudio recabarren podemos destacar –quizá una mera coincidencia– sus inicios en los años 70 en un grupo de rock progresivo denominado Quásar y sus posteriores incur- siones en el jazz, sobre todo durante su etapa en Los Ángeles. De Roberto martínez sólo diremos que en la actualidad reside en una ermita románica en un pueblo de la sierra de Cameros (La Rioja), donde emigró como un Pájaro libre buscando nuevas vivencias, fuentes de inspiración y un silencio harmónico alejado del caos urbano. Lamentablemente, no siempre detrás de un gran artista hay una gran persona, humana e intelectualmente hablando. En el caso de Pájaro y Recabarren se da esta feliz conjunción. Ahora que hemos tenido la fortuna de llegar a conocerlos como personas, el dúo revela una simbiosis absolutamente coherente, no sólo entre ellos, sino también en el sentido de obra-persona. �� �� �� La característica más destacada del cuásar como objeto cósmico aparece re- flejada con claridad en la obra artística de Pájaro y Recabarren: los chorros lu- mínicos de plasma en un proceso de expansión continua e incesante se mate- rializan, en lo escultórico, en la ascensionalidad y retorcimiento de los hierros y, en lo musical, en el constante flujo melódico de la sonata. Pájaro no necesitó usar colores en su escultura para denotar la luz del cuásar; su obra tiene una fuerza luminosa en sí misma. Más difícil si cabe resulta expresar la luz con el sonido, una realidad de naturaleza inmaterial. Música y luz tienen en común el ser elementos finitos que requieren de ciertos factores para su existencia y que provienen de un objeto, siendo elementos medibles y cuantificables. Re- cabarren utilizó para ello melodías suspendidas, que fluían transparentemente, y que se asemejaban al estado de la luz del cuásar. Esta dimensión lumínica es, quizá, el principal nexo de unión de este proyecto artístico. La pulcritud del sonido del piano “romántico contemporáneo” –como se autodefine el propio recabarren– permite descubrir una nueva forma posible: la de la escultura sonora, la del sonido iluminado. Para el pensamiento pitagórico todas las cosas estaban conectadas entre sí, y así lo están en el cosmos de escultor y músico. 20 Escuchar el sonido visual del piano y admirar la belleza sonora de la escultura fue una invitación al deleite y, más que eso, una experiencia harmoniosa para el macrocosmos y el microcosmos. Javier marín López Virginia sánchez López Universidad de Jaén 2� portada_Roberto Pajares.pdf catalogo ROBERTO PAJARES_PAJARO.pdf
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