Vista previa del material en texto
ANALES de PEDIATRÍA www.elsevier.es/anpediatr 1695-4033/$ - see front matter © 2009 Asociación Española de Pediatría. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. PUBLICACIÓN OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PEDIATRÍA (A.E.P.) http://www.elsevier.es/anpediatr IS S N 1 6 9 5 -4 0 3 3 A N A LE S d e P ED IA TR ÍA XXXI CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ENDOCRINOLOGÍA PEDIÁTRICA Alicante, 6-8 de mayo de 2009 Volumen 70 • Especial Congreso 4 Mayo 2009 An Pediatr (Barc). 2009;70(Espec Cong 1):31-5 Correo electrónico: jduenas@meditex.es MESA REDONDA. ASPECTOS ENDOCRINOLÓGICOS DE LA PATOLOGÍA OVÁRICA Semiología y exploración ginecológica en la infancia y adolescencia J.L. Dueñas Díez UGC/Servicio de Obstetricia y Ginecología, Hospital Universitario Virgen Macarena, Universidad de Sevilla, Servicio Andaluz de Salud, Sevilla, España Semiología del aparato genital femenino Los síntomas que con mayor frecuencia se relacionan con la patología del aparato genital durante la infancia y la adoles- cencia de la mujer son el dolor pélvico, la leucorrea, el pru- rito y el sangrado. Dolor pélvico El dolor pélvico agudo se defi ne, de forma arbitraria, como el que tiene menos de una semana de duración, por su intensidad constituye una urgencia, suele tener un carácter progresivo y se acompaña con mucha frecuencia de otros síntomas asociados 1. Cuando el dolor pélvico tiene una duración superior a 3 meses se considera crónico. Las causas de dolor pélvico pueden ser debidas a la existencia de patología extragenital y tener como origen el aparato gastrointestinal (apendicitis, gastroenteritis, enfermedad de Chron u obstrucción intestinal, como causas de dolor pélvico agudo o estreñimiento, presencia de fecalomas, diverticulitis, alergias alimentarias o colon irritable como cau- sas frecuentes de dolor crónico), el aparato urinario (cistitis, uretritis, pielonefritis o infecciones crónicas del tracto uri- nario), el sistema osteoarticular, ser de origen psicológico o incluso una manifestación de abusos sexuales. Las causas rela- cionadas con el aparato genital son en muchos casos comunes para el dolor pélvico agudo y el crónico, como la dismenorrea, el dolor ovulatorio, la presencia de quistes del cuerpo lúteo, tumores y quistes del ovario, endometriosis, malformaciones congénitas del aparato genital, enfermedad pélvica infl amato- ria, infecciones genitales y algunas complicaciones de la gesta- ción, como el aborto o el embarazo ectópico. Leucorrea y prurito Con mucha frecuencia, en la recién nacida, se observa la emisión de un exudado blanquecino, de aspecto mucoso y sin olor, de una semana de duración que es debido al cese de la infl uencia de los estrógenos maternos que actuaban durante la vida intrauterina. Incluso en ocasiones puede tener un aspecto sanguinolento. Durante la pubertad co- mienza a aparecer un exudado vaginal en respuesta al in- cremento en esta etapa de los estrógenos circulantes. Puede ser incluso abundante antes de la menarquia y está com- puesto de células vaginales descamadas, trasudado vaginal y moco endocervical. En ambos casos se considera fi siológi- co y no requiere ni examen clínico ni tratamiento. Por el contrario, la presencia de leucorrea, término que defi ne alteraciones tanto cuantitativas como cualitativas (aspecto, coloración, olor) del exudado vaginal, puede ser el resultado de diferentes patologías, como la presencia de cuerpos extraños en la vagina, síntoma de abusos sexuales, infecciones (vulvovaginitis, infecciones de transmisión sexual, vulvitis) y traumatismos genitales, patología uretral, pubertad precoz, tumores (hemangioma vulvar, sarcoma bo- trioides) o incluso tener un origen iatrogénico. El prurito suele ser un síntoma que con frecuencia acom- paña a la leucorrea, especialmente en las infecciones geni- tales de los tramos inferiores del aparato reproductor. También puede ser un síntoma aislado causado por la exis- tencia de patología infecciosa local (oxiuros, pediculosis, candiasis), distrofi as vulvares o enfermedades sistémicas, como las alteraciones del metabolismo hidrocarbonato, dé- fi cits vitamínicos, enfermedades carenciales, alergias, etc. 32 Dueñas Díez JL Sangrado Hasta la aparición de la menarquia cualquier sangrado debe considerarse intempestivo y susceptible de ser evaluado y, en muchas ocasiones, investigado. Durante la etapa prepu- beral las causas orgánicas más frecuentes son las lesiones vulvo-vaginales, la presencia de cuerpos extraños en la vagi- na, la pubertad precoz y la existencia de algunos tumores raros, pero muy específi cos de esta etapa de la vida, como son los hemangiomas del área genital, neoplasias, como el sarcoma botrioides, los tumores de las células germinales del ovario, el rabdomiosarcoma y el adenocarcinoma de cé- lulas claras de la vagina, observado este último con frecuen- cia en las hijas de mujeres tratadas con dietil-estil-bestrol durante el embarazo. No hay que olvidar las causas iatrogé- nicas, la mayor parte de las veces relacionadas con la admi- nistración accidental de estrógenos por vía tópica, los abusos sexuales, los traumatismos, que en casos graves como empa- lamientos pueden dar lugar a lesiones internas que afecten a la vagina, el intestino, la vejiga en incluso a la cavidad peri- toneal, y en ocasiones el prolapso de la uretra. En la adolescente el sangrado con mucha frecuencia es de carácter cíclico y directamente relacionado con el ciclo menstrual por lo que deberá, en estos casos, considerarse una alteración menstrual. Ciclo menstrual y alteraciones menstruales en la adolescencia El ciclo menstrual normal viene determinado, desde el pun- to de vista clínico, por 3 parámetros relacionados entre sí: la duración del sangrado menstrual, su intensidad y el inter- valo medio de tiempo que transcurre entre 2 menstruacio- nes. Actualmente, se aceptan como parámetros de normalidad una duración del sangrado de 2 a 6 días, una cantidad de fl uido menstrual que oscila entre 30 y 80 ml por ciclo 2 y un intervalo de tiempo entre 2 menstruaciones que varía en un rango entre 21 y 35 días, aunque durante el pri- mer año post-menarquia se acepta como intervalo normal el comprendido entre 21 y 45 días 3. La modifi cación de cual- quiera de estos parámetros puede dar lugar a diferentes ti- pos de alteraciones menstruales, bien por exceso o por defecto. La nomenclatura utilizada para defi nir los diferentes tipos o formas clínicas de las alteraciones menstruales es, en oca- siones, confusa ya que algunos términos se utilizan, depen- diendo del autor, para defi nir distintos tipos de alteraciones menstruales. Con objeto de evitar errores de interpretación adoptaremos las defi niciones que establece la Sociedad Es- pañola de Ginecología y Obstetricia (SEGO) a través de sus protocolos 3,4. Las alteraciones menstruales por defecto son: la ameno- rrea, que se defi ne como la ausencia de sangrado menstrual. Puede ser primaria, cuando no ha existido ninguna expe- riencia menstrual previa, o secundaria, cuando la adoles- cente ha tenido al menos una menstruación (menarquia) y no vuelve a hacer su aparición en un período superior a 6 meses. La oligomenorrea hace referencia a una alteración de ritmo menstrual en la que los ciclos tienen una duración superior a 45 días e inferior a 6 meses 4. Finalmente, el tér- mino hipomenorrea define menstruaciones en las que la cantidad de sangrado menstrual es inferior a 30 ml. Las manifestaciones o formas clínicas de las alteraciones menstruales por exceso son: la polimenorrea, la proiomeno- rrea, la hipermenorrea, la menorragia y la metrorragia. Los términos polimenorrea y proiomenorrea 3 se utilizan actualmente como sinónimos para defi nir aquellas altera- ciones menstruales que cursan con un intervalo entre 2 menstruaciones inferior a 21 días. Ambos términos en ori- gen expresaban conceptos diferentes. El término “proiome- norrea” se reservaba para definirel “acortamiento del intervalo menstrual” 5, mientras que “polimenorrea” expre- saba el “exceso de duración del número de días de sangrado menstrual”. Sin embargo, el empleo en los países anglosajo- nes del término “polymenorrhea” para referirse al acorta- miento del intervalo entre 2 menstruaciones 6 hizo que en los países castellano-parlantes polimenorrea se hiciera sinó- nimo de proiomenorrea y este último se abandonase. Aun- que actualmente pueden emplearse ambos términos como sinónimos, para evitar equívocos se tiende a emplear “acor- tamiento del ciclo” para definir este tipo de alteración menstrual por exceso. El término hipermenorrea expresa un incremento de la cantidad de sangrado menstrual superior al normal, esti- mado en 80 ml/ciclo 2. Menorragia se reserva para expresar las alteraciones que cursan con un intervalo normal, pero asociado a un incremento de la cantidad y de la duración del sangrado. Aunque estos términos no generan confusión, sí pueden resultar difíciles de recordar para aquellos pro- fesionales de la salud que no están específi ca y directa- mente relacionados con la salud femenina, por lo que en muchos ámbitos profesionales se emplean los términos, menos académicos pero mucho más prácticos, “sangrado menstrual excesivo” o “exceso de sangrado menstrual”. Fi- nalmente, la metrorragia defi ne a cualquier sangrado irre- gular (tabla I). Alteraciones menstruales por defecto En conjunto el 75 % de las adolescentes presentan proble- mas asociados a la menstruación que constituyen el motivo más frecuente de consulta médica 7 en esta etapa de la vida. La pérdida de peso, el ejercicio físico y los trastornos de la alimentación son los factores etiológicos más importantes de la amenorrea secundaria y de la oligomenorrea 8. Alteraciones menstruales por exceso De forma general las alteraciones menstruales por exceso pueden dividirse en dos grandes grupos, las que tienen un origen orgánico y las funcionales. Durante la adolescencia las causas orgánicas que con ma- yor frecuencia dan lugar a alteraciones menstruales por ex- ceso son: las complicaciones de la gestación, algunas endocrinopatías (hipotiroidismo, hiperplasia suprarrenal congénita y síndrome de Cushing), algunos tumores funcio- nantes del ovario, fundamentalmente los tecomas y los tu- mores de células de la granulosa, las alteraciones de la coagulación (púrpura trombocitopénica idiopática, enfer- medad de von Villebrand, enfermedad de Glanzmann, ane- mia de Fanconi y talasemia) y, finalmente, la iatrógena derivada del empleo de cosméticos, anabolizantes, corticoi- des, contraceptivos hormonales y otras terapias con hormo- nas esteroideas (tabla II). Semiología y exploración ginecológica en la infancia y adolescencia 33 Las alteraciones menstruales por exceso durante la ado- lescencia son de causa funcional en el 75 % de los casos. A todas ellas, independientemente de la forma clínica (po- limenorrea, proiomenorrea, hipermenorrea o menorragia), se las agrupa bajo el término común de “hemorragia ute- rina disfuncional” (HUD), que se debe a la existencia de ciclos anovuladores o a alteraciones de la función del cuerpo lúteo, ambas situaciones muy frecuentes en esta etapa por la propia inmadurez del eje hipotálamo-hipófi - sis-ovario. Entre el 10 y el 15 % de todas las mujeres que acuden a una consulta de ginecología presentan una HUD, pero donde su diagnóstico es más frecuente es en las ado- lescentes 9. Atendiendo a su etiología, las HUD pueden cla- sifi carse en: anovulatorias, en las que la hemorragia se produce como consecuencia de un estímulo prolongado de los estrógenos sobre el endometrio, en ausencia de pro- gesterona. Ésta es la causa más frecuente durante la ado- lescencia, siendo su principal manifestación clínica la menorragia o el sangrado menstrual excesivo. El otro gru- po son las ovulatorias, en las que la hemorragia es causa- da, generalmente, por una insufi ciencia del cuerpo lúteo. La producción reducida de estrógenos y de progesterona, durante la segunda mitad del ciclo menstrual, condiciona también una duración de éste anormalmente corta. Suele manifestarse clínicamente como un acortamiento del ci- clo, precedido o no, por un pequeño sangrado (spötting) premenstrual y presentarse con frecuencia en las adoles- centes en una segunda etapa, una vez adquiridos los ciclos ovulatorios. El principal factor etiológico, en ambos casos, es la inmadurez del eje hipotálamo-hipófi sis-ovario, espe- cialmente en los primeros 18 meses tras la menarquía 9,10 en los que la HUD es, en el 70 % de los casos, causada por ciclos anovulatorios. De hecho, se ha observado que son anovulatorios entre el 55 y el 82 % de todos los ciclos en las adolescentes que se encontraban en los 2 primeros años posmenarquia, entre el 30 y el 55 % cuando el período de tiempo transcurrido se situaba entre los 2 y los 4 años, e incluso se detectaba en el 20 % de las jóvenes que habían sobrepasado los cinco años post-menarquía 11. Las HUD de las adolescentes, secundarias a una insufi ciencia del cuer- po lúteo, son mucho menos frecuentes y suelen aparecer en una fase de la adolescencia más tardía que las causadas por los ciclos anovulatorios 12. En la HUD se plantea una importante cuestión cuya res- puesta puede condicionar el tratamiento. En una alteración menstrual por exceso de causa funcional en una adolescen- te, ¿hasta dónde llega la fi siología y dónde comienza la pa- tología? La respuesta va a depender siempre del impacto sistémico individual que tiene el sangrado, lo que nos con- ducirá a adoptar posturas intervencionistas, desde el punto Tabla I Clasifi cación de las alteraciones menstruales en la adolescente Tipo de alteración menstrual Características Por defecto: Amenorrea Ausencia de menstruación Primaria Sin experiencia menstrual previa Secundaria Al menos una menstruación previa Oligomenorrea Ciclos de una duración superior a 45 días e inferior a 6 meses Hipomenorrea Cantidad de sangrado menstrual inferior a 30 ml/ciclo Por exceso: Polimenorrea, proiomenorrea Intervalo menstrual inferior a 21 días o ciclos acortados Hipermenorrea* Cantidad de fl uido menstrual superior a 80 ml/ciclo Menorragia* Asociación de hipermenorrea y polimenorrea Metrorragia Sangrado irregular *Ambos términos podrían sustituirse por “exceso de sangrado menstrual”. Tabla II Etiopatogenia del sangrado intempestivo en las niñas y las adolescentes Etapa prepuberal Adolescencia Vulvovaginitis Gestación Cuerpos extraños Endocrinopatías (Cushing, hipotiroidismo, hiperplasia suprarrenal congénita) Pubertad precoz Alt. coagulación (púrpura trombocitopénica idiopática, enfermedad de Von Villebrand, enfermedad de Glanzmann, anemia de Fanconi y talasemia) Yatrogenia (esteroides) Yatrogenia (cosméticos, anabolizantes, corticoides, anticonceptivos hormonales, hormonas esteroideas) Abusos sexuales Tumores del ovario (tumores funcionantes del ovario: tecomas, tumores de las células de la granulosa) Traumatismos Prolapso uretral Tumores (hemangiomas, rabdomiosarcoma, adenocarcinoma de células claras de vagina, tumores de las células germinales del ovario) 34 Dueñas Díez JL de vista terapéutico, en aquellos casos en los que el sangra- do plantee un compromiso sistémico y a adoptar una actitud expectante, sin intervencionismo, en el caso contrario. Exploración genital en la infancia y en la adolescencia En la práctica, cuando tenemos que evaluar un cuadro clíni- co en una niña o en una adolescente que presenta alguno de los síntomas analizados, el primer paso siempre es realizar una anamnesis exhaustiva. La información debe obtenerse, en la medida de lo posible, directamente de la propia pa- ciente y en el caso de las adolescentes sin la presencia de adultos que puedan condicionar las respuestas, especial- mente en las cuestiones relacionadas con la esfera sexual y reproductiva. Hay que incidir especialmente en los antece- dentes familiares de cáncerde mama y ovario, en las con- ductas de riesgo de infecciones de transmisión sexual, los tratamientos farmacológicos, especialmente los relaciona- dos con las hormonas esteroideas, y precisar con detalle las características de los síntomas predominantes (momento de aparición, intensidad, duración, cronología, relación o no con el ciclo o con el coito). Al fi nalizar la anamnesis es reco- mendable elaborar las hipótesis diagnósticas que puedan perfi lar la/s causa/s más probables para poder establecer de forma individualizada la estrategia para la exploración. La inspección general debe realizarse sistemáticamente para evaluar el grado de desarrollo y los caracteres sexua- les, así como la de los genitales externos. Esta última es especialmente importante en los casos de sangrado genital, leucorrea y/o prurito ya que en muchos casos permite reali- zar el diagnóstico (dermopatías vulvares, vulvitis inespecífi - cas, lesiones vulvares post-traumáticas, prolapso uretral, hemangiomas e incluso signos de abusos sexuales). De igual manera, es obligada la palpación abdominal, especialmente cuando el síntoma principal es el dolor pélvico. En adoles- centes con sangrado o alteraciones menstruales puede re- sultar útil también la exploración del tiroides y de la mama. Inspección y palpación de los genitales internos En el caso de las niñas prepúberes y de las adolescentes, el empleo de exploraciones y de pruebas complementarias, especialmente las aplicadas al área genital, deben tener siempre presente 2 normas fundamentales de conducta. La primera, actuar con gran prudencia y cuidado en el examen ginecológico, ya que si no se realiza de forma adecuada y con el instrumental específi co, puede tener consecuencias psicológicas, e infl uir posteriormente, incluso en una per- cepción negativa de la propia sexualidad. La segunda nor- ma importante consiste en evitar, en lo posible, técnicas agresivas. La exploración pélvica debe ser siempre individualizada y realizarse, o no, en función de la naturaleza y severidad de los síntomas. En la niña en la etapa prepuberal será precep- tivo en los casos de leucorrea purulenta, persistente o por la presencia de sangrado sospechoso de traumatismo, cuer- po extraño, tumor o por la persistencia en el tiempo de los síntomas. La inspección de la vagina y/o del cérvix debe realizarse siempre con el instrumental adecuado (vaginos- copio de Cameron-Miller o Mueller, vaginoscopio de fi bra óptica, cistoscopio o histeroscopio ambulatorio). Depen- diendo de la edad y del grado de cooperación de la niña, puede ser precisa la sedación o incluso la anestesia general. En algunos casos, las técnicas de imagen, como la radiolo- gía, la ecografía abdominal, la transrectal o la resonancia magnética, podrían sustituir al examen pélvico. Antes de iniciar la exploración instrumental de la vagina es preciso inspeccionar y evaluar bien el himen para descartar altera- ciones (himen imperforado) o signos de abusos sexuales. La separación de los labios permite la inspección adecuada del clítoris, del meato uretral y de sus alteraciones. En la adolescente, la exploración de la vagina puede rea- lizarse con un espéculo de Huffman, especialmente en las jóvenes que ya emplean tampones para su higiene íntima y, con más motivo, en aquellas que han iniciado relaciones sexuales coitales. El espéculo debe introducirse lentamente y, a ser posible, lubricado, siendo útil que la adolescente realice simultáneamente la maniobra de Valsalva con objeto de relajar los músculos del diafragma pélvico y facilitar su introducción. Durante este proceso debe inspeccionarse la vagina y el cérvix para descartar lesiones, infecciones o al- teraciones congénitas, a la vez que debe aprovecharse para, si se precisa, realizar las correspondientes tomas de mues- tras para cultivos o estudio colpocitológico. El tacto combinado, vaginal y/o rectal, se realiza de for- ma diferente en función de la edad. En la etapa prepuberal la vía de elección es la rectal, que también permite descar- tar la presencia de cuerpos extraños en la vagina. Cuando se realiza debe procederse a comprimir ligeramente la cara superior del recto en su proximidad con la vagina, a la vez que se inspecciona simultáneamente el introito vulvar. Esta maniobra permite visualizar fácilmente la emisión de exu- dado vaginal patológico. A través del recto puede explorar- se también el cérvix, el útero y los anejos, estos últimos especialmente importantes para descartar tumores anexia- les. En el caso de la adolescente, si previamente ha sido posible la exploración de la vagina con espéculo, se puede realizar un tacto vaginal, empleando para ello un solo dedo lubricado (generalmente el índice). Si el introito fuera de- masiado estrecho se procedería a realizar la exploración por vía rectal. Pruebas complementarias En el caso de las adolescentes que consultan por alteracio- nes menstruales por exceso es obligada la realización de un estudio básico de la coagulación, ya que hasta el 19 % de las menorragias de causa aguda, en esta etapa de la vida, se asocia con alteraciones de la coagulación 13. El estudio hor- monal del tiroides no hay que realizarlo, en estos casos, de forma sistemática, sino tan sólo en aquellas en las que exis- ta una sospecha de disfunción tiroidea. Cuando se trata de una hemorragia de carácter cíclico, en la mayor parte de los casos se tratará de una HUD, por lo que debe incluirse siem- pre entre las hipótesis diagnósticas que se establecen en toda adolescente que presenta un acortamiento del ciclo o un sangrado menstrual excesivo. La ecografía está indicada en los casos de dolor, especial- mente cuando es agudo, o bien cuando se necesita evaluar con precisión los genitales internos (útero y ovarios), bien porque no es posible la exploración física o bien porque en Semiología y exploración ginecológica en la infancia y adolescencia 35 ella ha habido hallazgos sospechosos de patología, cuando no hay respuesta a los tratamientos o bien en los casos de recidiva 3. La elección de la vía para realizar la ecografía (abdominal, vaginal o rectal) dependerá de la edad y de las posibilidades que haya ofrecido previamente la exploración genital. La biopsia del endometrio y la histeroscopia, pruebas complementarias muy utilizadas en el estudio de las altera- ciones menstruales por exceso de la mujer adulta, deben proscribirse en la adolescente, especialmente si tenemos en cuenta que la patología endometrial preneoplásica y neoplá- sica es excepcional en esta etapa de la vida. Finalmente, resaltar que la exploración física y las prue- bas complementarias deben individualizarse siempre en las niñas y en las adolescentes, atendiendo a 3 paráme- tros: la edad, la sintomatología que presentan y los hallaz- gos realizados en la inspección de los genitales externos y del himen. Bibliografía 1. Stone SC. Pelvic pain in children and adolescents. En: Koehler SE, Rock JA, eds. Pediatric and Adolescent Gynecology. New York: Raven Press, 1992. p. 267. 2. Dysfunctional uterine bleeding. En: Speroff L, Glass R, Kase N, eds. Clinical Gynecologic Endocrinology and Infertility, 4th ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1989. p. 265. 3. Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Diag- nóstico y tratamiento de la menorragia en la adolescencia. Pro- tocolos Asistenciales en Ginecología y Obstetricia. 2006 Accesi- ble en http://www.prosego.com/index.php?option=content&ta sk=view&id=338&Itemid=47 (último acceso en 24.2.2009). 4. Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Amenorrea Primaria y Secundaria. Oligomenorrea. Protocolos Asistenciales en Ginecología y Obstetricia. 2006 Accesible en http://www.prosego.com/index.php?option=content&task=vie w&id=353&Itemid=47 (último acceso en en 24.2.2009). 5. Diccionario Terminológico de ciencias Médicas, 12.ª edición. Barcelona: Salvat Editores, 1988. 6. Dysfunctional uterine bleeding. En: Speroff L, Glass R,Kase N, eds. Clinical Gynecologic Endocrinology and Infertility, 5th ed. Baltimore: Williams & Wilkins, 1994. p. 531-46. 7. Slap GB. Menstrual disorders in adolescence. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2003;17:75-92. 8. Wiksten-Almströmer M, Hirschbergn AL, Hagenfeldt K. Menstru- al disorders and associated factors among adolescent girls visit- ing a youth clinic. Acta Obstet Ginecol. 2007;86:65-72. 9. Muram D, Sanfi lippo J, Paige S. Vaginal bleeding in childhood and menstrual disorders in adolescence. En: Muram, Lee, Dew- hurst, eds. Pediatric and Adolescent Gynecology. Saunders, 1994. p. 228. 10. Sanfi lippo J, Yussman M. Gynecologic problems of adolescence. En: Lavery P, Sanfi lippo J, eds. Pediatric and Adolescent Obstet- rics and Gynecology. New York: Springer-Verlag, 1985. p. 61. 11. McDonough PG, Gannett P. Dysfunctional uterine bleeding in adolescent. En: Barrom BN, Blusle BS, eds. Adolescent Gynecol- ogy and Sexuality. New York: Masson, 1982. 12. Jones GS. Endocrine problems in the adolescent. Md State Med J. 1967;16:45. 13. Claessens EA, Cowell CA. Acute adolescent menorrhagia. Am J Obstet Gynecol. 1981;139:277. ANALES de PEDIATRÍA www.elsevier.es/anpediatr 1695-4033/$ - see front matter © 2009 Asociación Española de Pediatría. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. PUBLICACIÓN OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PEDIATRÍA (A.E.P.) http://www.elsevier.es/anpediatr IS S N 1 6 9 5 -4 0 3 3 A N A LE S d e P ED IA TR ÍA XXXI CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ENDOCRINOLOGÍA PEDIÁTRICA Alicante, 6-8 de mayo de 2009 Volumen 70 • Especial Congreso 4 Mayo 2009 An Pediatr (Barc). 2009;70(Espec Cong 1):36-40 MESA REDONDA. ASPECTOS ENDOCRINOLÓGICOS DE LA PATOLOGÍA OVÁRICA Tratamiento del hipogonadismo hipogonadotropo femenino A. Becerra Fernándeza,b,* y G. Pérez Lópezb aUnidad de Trastornos de Identidad de Género, Hospital Ramón y Cajal, Universidad de Alcalá, Madrid, España bServicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Ramón y Cajal, Universidad de Alcalá, Madrid, España *Autor para correspondencia. Correo electrónico: a.becerrafernandez@gmail.com Introducción El hipogonadismo se manifi esta de forma distinta en muje- res y varones, dependiendo si se inicia antes o después de la pubertad. En varones prepuberales, sin tratamiento de reemplazo hormonal con testosterona, aparecen caracte- rísticas eunucoides (escaso vello corporal, pobre desarrollo de la musculatura esquelética, retraso en el cierre de epí- fi sis y, como consecuencia, individuos con brazos y piernas largas). Después de la pubertad, los varones presentan más habitualmente falta de energía y disminución de la función sexual. Por el contrario, en mujeres con hipogonadismo antes de la pubertad, la falta de progresión en el desarro- llo físico y la amenorrea primaria son las características más comunes. Cuando el hipogonadismo ocurre en mujeres después de la pubertad, la amenorrea secundaria es la preocupación usual. La fertilidad futura suele estar com- prometida en cualquiera de los sexos, alterada o irrecupe- rable en el hipogonadismo hipergonadotropo y con posibilidad de ser restablecida en el hipogonadismo hipo- gonadotropo. Fisiopatología Los ovarios funcionan como parte del eje hipotálamo-hipó- fi sis-gonadal. A nivel del núcleo arcuato del tálamo se li- bera de manera pulsátil GnRH (hormona liberadora de gonadotropinas) en el sistema portal hipotalámico-pituita- rio. Datos recientes sugieren que el gen llamado KISS es importante en el desarrollo de las célula÷s secretoras de GnRH 1. En respuesta a estos pulsos de GnRH, la adenohipó- fi sis secreta hormona folículo-estimulante (FSH) y hormona luteinizante (LH), las cuales estimulan la actividad go- nadal. El aumento de las hormonas gonadales produce dis- minución de la secreción de FSH y LH a nivel hipofi sario, completando el feedback. En los ovarios, la LH actúa en la teca y en las células intersticiales para producir progestá- genos y andrógenos, y la FSH actúa a nivel de las células de la granulosa para estimular la aromatización de los este- roides precursores de andrógenos. El hipogonadismo puede ocurrir si el eje hipotálamo-hi- pófi sis-gonadal se interrumpe a cualquier nivel. El hipogo- nadismo hipergonadotropo (hipogonadismo primario) se produce si las gónadas no producen cantidad sufi ciente de hormonas sexuales que supriman FSH y LH a niveles norma- les. El hipogonadismo hipogonadotropo (hipogonadismo secundario) puede resultar de la falta del pulso generador de GnRH o de la incapacidad de la hipófi sis de responder con la secreción de LH y FSH. El hipogonadismo hipogona- dotropo se observa mayoritariamente como parte de la de- ficiencia de múltiples hormonas hipofisarias asociada a malformaciones (displasia septo-óptica y otros defectos de la línea media) o lesiones de la hipófi sis adquiridos en el período posnatal. En 1944, Kallman et al describieron el primer caso familiar de defi ciencia aislada de GnRH. Re- cientemente, se han encontrado otros defectos genéticos responsables de hipogonadismo hipogonadotropo. Éste se produce por una alteración en la secreción de gonadotropi- nas, dando lugar a un retraso, a una interrupción o un fallo en la pubertad. Además de los síntomas del hipogonadis- mo, se producen otros derivados de la etiología y de los Tratamiento del hipogonadismo hipogonadotropo femenino 37 posibles défi cit hormonales asociados. Antes de la puber- tad, el crecimiento y la maduración ósea son normales, pudiendo encontrarse en el caso de algunas niñas hipopla- sia de labios menores. Al llegar a la edad puberal pueden presentar vello pubiano por acción de los andrógenos su- prarrenales pero con un desarrollo sexual ausente o esca- so. Tras la edad puberal no se cierran los cartílagos de crecimiento y la paciente adquiere proporciones eunucoi- des. Al igual que en las otras entidades, es primordial una buena anamnesis y exploración física. Las gonadotropinas basales (LH y FSH) y los esteroides sexuales presentan una falta de elevación una vez que la edad ósea es superior a los 13 años. La prueba de estímulo de GnRH es muy orien- tativa para diferenciar un hipogonadismo primario de uno secundario: en el primero hay una respuesta aumentada, mientras que en el hipogonadismo hipofi sario las gonado- tropinas no se elevan tras el estímulo. Lo más difícil es di- ferenciar un retraso constitucional de la pubertad y un hipogonadismo hipogonadotropo 2,3. Causas de hipogonadismo hipogonadotropo El hipogonadismo hipogonadotropo se encuentra asociado a patologías adquiridas, congénitas, a enfermedades sistémi- cas y como parte de síndromes malformativos y metabólicos (tabla I). Tratamiento médico En pacientes prepuberales, el tratamiento está dirigido a iniciar el desarrollo puberal a la edad adecuada mediante la sustitución hormonal. Aunque el tratamiento para el hi- pogonadismo más simple y exitoso para ambos sexos con independencia de si es hipogonadotropo o hipergonado- tropo sea el reemplazo de esteroides sexuales, en el hipogonadismo hipogonadotropo esta terapia no confi ere fertilidad. Se puede utilizar tratamiento con LHRH (GnRH) en niñas, aunque tiene difi cultades técnicas importantes. Dentro de estos hipogonadismos cobran un mayor interés, por su mayor frecuencia, los secundarios a una afectación de la adenohipófi sis, como ocurre en los défi cit hormonales por tumores o secuelas tras quimioterapia o radioterapia 4. Los objetivos del tratamiento son: — Desarrollar los caracteres sexuales secundarios. — Acelerar el crecimiento e inducir la pubertad. — Optimizar la talla adulta. — Mineralización de la matriz ósea. — Asegurar la libido y una función sexual normal. — Evitar la infertilidad. — Lograr fertilidad en aquellos casos donde sea posible. Será necesario un tratamiento multidisciplinar que involu- cre a endocrinólogos, ginecólogos y psicólogos. En mujeres, el tratamiento de elecciónpara iniciar la pubertad son los estrógenos. No está indicado el tratamiento con hCG, ya que una excesiva estimulación tendría efectos adversos (aumento del tamaño de los ovarios, aparición de quistes ováricos, incluso rotura ovárica con posibilidad de abdomen agudo). En el hipogonadismo hipogonadotropo se puede rea- lizar la estrogenización con pulsos de GnRH, que aunque es el tratamiento más fi siológico, presenta difi cultades técni- cas, como hemos señalado. En las pacientes con hipogona- dismo hipergonadotropo el único tratamiento posible es la estrogenización con esteroides sexuales. El tratamiento con estrógenos induce el desarrollo mamario en niñas con hipo- gonadismo, con dosis bajas y largos tratamientos, o incre- mentando gradualmente la dosis en el tiempo que induzca la pubertad, y un desarrollo mamario gradual. Aunque exis- ten muchas opiniones sobre el tratamiento óptimo para un desarrollo mamario y crecimiento longitudinal normal, el esquema propuesto es el de mayor consenso utilizado por los clínicos 4. En cualquier caso, el tratamiento debe aumen- tarse de forma gradual para evitar el cierre epifi sario y el sobrecrecimiento de la areola mamaria. En la mayoría de los casos la inducción de la pubertad se inicia a los 13 años. Tabla I Causas de hipogonadismo hipogonadotropo Trastornos del sistema nervioso central (SNC) Tumores — Craniofaringioma — Germinoma — Otros tumores de células germinales — Glioma óptico o hipotalámico — Astrocitoma — Tumor hipofi sario Causas varias — Histiocitosis de células de Langerhans — Procesos infecciosos del SNC — Anomalías vasculares del SNC — Radioterapia — Malformaciones congénitas (especialmente las asociadas a anomalías craneofaciales) — Traumatismo craneoencefálico Causas genéticas — Síndrome de Kallmann (mutación en el gen KAL [anosmina]), con hiposmia o anosmia o sin anosmia — Hipoplasia adrenal congénita (mutación en el gen DAX1) — Mutaciones en los genes PROP1 y HESX1 — Mutaciones en los genes que codifi can los receptores de GnRH (LHRH) — Defi ciencia aislada de LH — Defi ciencia aislada de FSH Formas idiopáticas y genéticas de defi ciencias hormonales múltiples — Malnutrición y enfermedades sistémicas crónicas — Amenorrea inducida por el ejercicio — Trastornos como el síndrome de Prader-Willi, el síndrome de Laurence-Moon, el síndrome de Bardet-Biedl, defi ciencia funcional de gonadotropinas (amenorrea psicógena, hipotiroidismo, diabetes mellitus, síndrome de Cushing), hiperprolactinemia, abuso de marihuana y la enfermedad de Gaucher 38 Becerra Fernández A et al Inducción de la pubertad En los casos donde se desee un mayor crecimiento longitudi- nal por talla baja, se debe iniciar etinilestradiol 5 �g/día vía oral. Esta dosis se debe mantener durante 12-18 meses, y luego incrementar 5 �g cada 6 meses hasta alcanzar la dosis sustitutiva en la mujer adulta, que es de 20-30 �g/día vía oral, si se ha alcanzado la talla deseada 5,6. Alternativa- mente, Premarin© (estrógeno conjugado) puede ser usado a una dosis de 0,3 mg vía oral en días alternos durante 6 me- ses, y luego incrementar la dosis cada 6 meses. Cuando aumente el desarrollo mamario y longitudinal esta dosis debe aumentarse hasta alcanzar la dosis de 0,625 mg. Un progestágeno debe añadirse al tratamiento cuando se alcan- cen dosis de etinilestradiol de 15 �g (o 0,625 mg de Prema- rin©), o si tiene lugar la menstruación. Habitualmente se utiliza medroxiprogesterona (Provera©) a dosis de 5-10 mg cada 10-14 días. La dosis y duración deben establecerse de forma individual y en relación a efectos adversos, como náuseas. El régimen más simple para una adolescente es eti- nilestradiol diario con medroxiprogesterona cada 10-14 días. Después que se haya alcanzado la dosis adulta de etiniles- tradiol y medroxiprogesterona, los anticonceptivos orales pueden ser sustituidos por preparaciones separadas de estos compuestos 5. En niñas sin útero, como ocurre en la insensibilidad a an- drógenos o disgenesia gonadal XY, pueden utilizarse las mis- mas dosis arribas mencionadas, sólo que no hay necesidad de añadir progestágenos. La terapia con esteroides gonada- les se dará hasta la edad teórica de la menopausia. En el período posmenopáusico, sólo se dará tratamiento valoran- do riesgo/benefi cio si presentan sintomatología asociada a la menopausia u osteoporosis. El reemplazo hormonal está asociado con algunos cambios del comportamiento en adolescentes con hipogonadismo. Específi camente, los varones tienen un aumento de emisio- nes nocturnas y en tocamientos, a altas dosis, aunque en las niñas estos comportamientos ocurren con menor frecuen- cia 6,7. Sin embargo, en un estudio relativamente reciente, el tratamiento con estrógeno no encontró alteraciones signifi - cativas en la conducta y en el estado de ánimo 8. Infertilidad e inducción de la ovulación Tratamiento con gonadotropinas Las mujeres adultas con hipogonadismo hipogonadotropo que desean fertilidad deben someterse a la inducción de la ovulación con gonadotropinas o con administración pulsátil de GnRH, que tienen aproximadamente un 95 % de éxito. Una evaluación completa de permeabilidad tubárica y un análisis del semen de la pareja masculina debe realizarse antes de iniciar la terapia con gonadotropina para valorar sus riesgos y costes. Desde su introducción en la práctica clínica en 1961, las gonadotropinas extraídas de la orina de mujeres posmeno- páusicas (gonadotropinas menopáusicas humanas [hMG]), en la que la relación de bioactividad LH a FSH es 1:1, han asu- mido un papel central en la inducción de la ovulación. El perfeccionamiento de la preparación cruda inicial dio lugar a la disponibilidad de la forma purifi cada de FSH urinaria. Desde 1996, la FSH recombinante humana (rFSH, 99 % de pureza) ha estado disponible. Los preparados recombinan- tes son mejores por su facilidad de administración (vía sub- cutánea en lugar de la intramuscular) 11. El objetivo de la inducción de la ovulación con gonadotro- pinas, al igual que con el clomifeno, es la formación de un solo folículo dominante. En los ciclos espontáneos, esto se logra en el comienzo del ciclo por un aumento transitorio de las concentraciones en suero de FSH por encima del valor umbral. La disminución de las concentraciones de entonces previene que se forme más de un folículo preovulatorio en desarrollo. Debido a que la sensibilidad ovárica a la estimu- lación de FSH varía entre las mujeres, se necesitan trata- mientos específi cos y protocolos de seguimiento para lograr el desarrollo de un solo folículo, cuando se administra gona- dotropina exógena. En el protocolo convencional de tratamiento con gonado- tropinas, la dosis inicial de FSH es de 150 UI/día. Sin embar- go, este régimen se asocia con una tasa de embarazo múltiple de hasta un 36 % y la hiperestimulación ovárica se produce hasta en un 14 % de los ciclos de tratamiento. La detección de respuesta ovárica es una indicación para con- tinuar la dosis actual, hasta que la gonadotropina coriónica humana (hCG) pueda inducir la ovulación, como se describe a continuación. La dosis baja inicial para inducir la ovulación imita más de cerca la fisiología normal de los ciclos. La terapia con 150 UI/día de FSH se inicia poco después del sangrado indu- cido con progesterona y se continúa hasta que un folículo dominante (mayor de 10 mm) se observe en la ecografía transvaginal. Luego se reduce la dosis a 112,5 UI/día segui- do por un nuevo descenso a 75 UI/día 3 días más tarde; esta dosis se continúa hasta que se administre hCG para inducir la ovulación. La dosis inicial apropiada puede determinarse mediante el uso de dosis bajas de la etapa de régimen para el primer ciclo de tratamiento. La FSH urinaria purifi cada tiene actividad LH, pero no la rFSH. La experiencia con rFSH en mujeres con hipogonadis- mo hipogonadotropo indica que las mujeres que tienen una concentración séricade LH muy baja (menos de 0,5 UI/l) necesitan hCG exógena (o 75 UI/día s.c. de LH recombinan- te) para mantener un nivel adecuado de biosíntesis de es- tradiol y del desarrollo folicular. El uso de rFSH de acción prolongada está siendo valorado en ensayos clínicos, pero aún no están comercialmente disponibles 12. La gonadotropina coriónica humana (hCG) se utiliza para desencadenar la ovulación cuando han madurado los folícu- los ováricos. La hCG urinaria y recombinante están disponi- bles. Una dosis de 250 �g de hCG recombinante parece ser equivalente a la dosis estándar de hCG urinaria (5.000 a 10.000 unidades). La respuesta ovárica a la terapia de gona- dotropina se controla mediante la ecografía transvaginal para medir el diámetro folicular. Las exploraciones durante la fase folicular tardía, por lo general, se realizan cada 2 o 3 días, y debería centrarse en la identifi cación de folículos de tamaño intermedio. La hCG se da en el día en que al menos un folículo maduro se observe en la ecografía. Los criterios de madurez folicular son: diámetro de 18 mm y una concentración en suero de estradiol de 200 pg/ml (734 pmol/l) por folículo dominante. Si 3 o más folículos de más de 15 mm están presentes, la estimulación debe dete- nerse, hCG retenido, y el uso de un anticonceptivo de barre- Tratamiento del hipogonadismo hipogonadotropo femenino 39 ra se aconseja a fin de evitar embarazos múltiples y la hiperestimulación ovárica. Las mediciones de estradiol séri- co son útiles; concentraciones preovulatorias por encima del rango normal pueden predecir la hiperestimulación ová- rica. Mediciones de progesterona sérica a veces son útiles antes de la administración de hCG para determinar si ha ocurrido un incremento precoz de LH. La experiencia hasta la fecha ha indicado que el princi- pal inconveniente de este protocolo es que la dosis inicial es demasiado elevada para algunas pacientes. En un es- fuerzo por superar este problema, la secuencia de dosis baja inicial, aumento de dosis, y luego disminución de la misma, siempre debe realizarse de esta forma. El trata- miento con clomifeno después de la terapia con gonado- tropina ya no es habitual para la inducción de la ovulación en pacientes con infertilidad. El uso de este enfoque acu- mulativo secuencial ha aumentado las tasas de natalidad hasta el 71 %. Estos resultados sugieren que los enfoques convencionales ofrecen un medio efi caz para el tratamien- to de la mayoría de las mujeres con infertilidad anovulato- ria antes de proceder a los tratamientos más agresivos, como la fertilización in vitro. La obesidad y resistencia a la insulina (sin una elevada concentración de LH) se asocian con menores tasas de éxito 9. El tratamiento adyuvante con análogos de GnRH para pre- venir la luteinizacion prematura se ha propuesto para mejo- rar los resultados en la inducción de la ovulación con gonadotropinas. Sin embargo, los datos disponibles son insu- fi cientes para concluir si los agonistas de GnRH pueden me- jorar las tasas de embarazo o síndrome de hiperestimulación ovárica. Del mismo modo, no hay datos sufi cientes para sa- car conclusiones en relación con el posible papel de los an- tagonistas de GnRH como tratamiento adyuvante 13. Terapia pulsátil con GnRHh La administración de GnRH pulsátil utilizando una bomba de infusión estimula la producción endógena de FSH y LH. Las concentraciones de FSH y LH se mantienen dentro del rango normal, por lo que las posibilidades de desarrollo multifoli- cular e hiperestimulación ovárica son bajas. La terapia con- tinua de GnRH disminuye la liberación de gonadotropinas. La administración pulsátil de GnRH está indicada para mujeres con anovulación por hipogonadismo hipogonadotro- po (OMS clase 1) que tienen la función normal de la hipófi - sis. La vía intravenosa parece superior a la vía subcutánea. Con el fi n de imitar la secreción pulsátil de GnRH, el inter- valo de pulso es de 60 a 90 min y la dosis es de 2,5 a 10 �g por impulso. La dosis más baja se debe utilizar inicialmente con el fi n de reducir al mínimo la probabilidad de embarazos múltiples, la dosis debe incrementarse con dosis bajas para inducir la ovulación. La administración pulsátil de GnRH po- drá suspenderse después de la ovulación, y el cuerpo lúteo debe apoyarse con hCG 14. La menstruación regular se produce aproximadamente cada 4 semanas, indicando que la mujer tiene ciclos de ovu- lación. La ecografía y la medición de progesterona en el suero no suelen ser necesarios para el seguimiento de la terapia. Tasas de ovulación del 90 % y tasas de embarazo del 80 % han sido reportadas en mujeres tratadas con GnRH pulsátil. Complicaciones locales, como fl ebitis, pueden ocurrir oca- sionalmente 15. Otras necesidades terapéuticas — Las mujeres que no desean embarazo deben ser tratadas con estrógenos para prevenir la osteoporosis. Se debe añadir al tratamiento progestinas para disminuir el riesgo de carcinoma endometrial. — En aquellas mujeres con hipogonadismo hipogonadotropo secundario a anorexia nerviosa o ejercicio, pueden regu- larizar su ciclo menstrual ganando y manteniendo un peso corporal de, al menos, un 15 % por debajo del peso ideal. Los casos moderados de anorexia nerviosa pueden ser manejados ambulatoriamente por el médico de cabece- ra, psiquiatra, psicólogo, y/o nutricionista. Los casos se- veros requieren ingreso hospitalario para rehabilitación psiquiátrica agresiva y manejo médico (pediatra y/o en- docrinólogo según sea el caso). La mortalidad asociada con anorexia es de entre el 4 y el 10 %. — Aquellas pacientes con deficiencia de LH secundaria a disfunción pituitaria requieren tratamiento en base a los síntomas y trastornos hormonales asociados. Más común- mente, estas pacientes tienen un adenoma pituitario e hiperprolactinemia. Aquellas mujeres que deseen la fer- tilidad deben ser tratadas médicamente con agonistas dopaminérgicos (bromocriptina, cabergolina), las cuales inhiben la secreción de prolactina. Las mujeres con hi- perprolactinemia que no deseen la fertilidad pero tienen amenorrea son tratadas con anticonceptivos orales o con estrógenos y progestinas cíclicas. El panhipopituitarismo necesita tratamiento sustitutivo con corticoides y levoti- roxina para evitar crisis adrenales 10. Tratamiento quirúrgico Debe formar parte del tratamiento en diferentes situacio- nes: — En el caso de aquellas mujeres con hipogonadismo hipo- gonadotropo secundario a disfunción hipofi saria por ade- nomas (prolactinoma) que no respondan a tratamiento con agonistas dopaminérgicos se recomienda cirugía tran- sesfenoidal. — Es el tratamiento de elección en tumores no funcionantes (craneofaringioma) u otras causas orgánicas de origen pi- tuitario. — Para remover tejido gonadal en mujeres con cariotipos que contengan el cromosoma Y, por el riesgo signifi cativo de gonadoblastoma y carcinoma. Seguimiento En el caso del síndrome de Kallmann, el seguimiento debe ser realizado por endocrinólogos (pediatras, ginecólogos, etc.). El consejo genético es importante, ya que esta condi- ción es a menudo hereditaria. Las mujeres con hipogonadis- mo hipogonadotropo necesitan a menudo seguimiento por un endocrinólogo experto en reproducción (o ginecólo- go-obstetra con subespecialidad en este campo). Asimismo, aquellas pacientes con disfunción pituitaria y deseos de fer- tilidad también requieren seguimiento por parte de un es- pecialista en endocrinología reproductiva. Algunas pacientes con amenorrea asociada con hipogonadismo hipogonadotro- 40 Becerra Fernández A et al po relacionado con el estrés necesitan terapia psicológica, particularmente en los casos de anorexia nerviosa o bu limia, donde el desenlace puede ser fatal. Mujeres con hipopitui- tarismo deben ser valoradas periódicamente por endocrinó- logos (pediatras y de adultos). Bibliografía 1. Murphy KG. Kisspeptins: regulators of metastasis and the hypo- thalamic-pituitary-gonadal axis. J Neuroendocrinol.2005;17: 519-25. 2. Radovick S, MacGillivray M. Pediatric Endocrinology: A Practical Clinical Guide. Humana Press Inc; 2003. p. 385-6. 3. Bhagavath B, Podolsky RH, Ozata M, Bolu E, Bick D, Kulharya A, et al. Clinical and molecular characterization of a large sample of patients with hypogonadotropic hypogonadism. Fertil Steril. 2006;85:706-13. 4. Bouvattier C, Tauber M, Jouret B, Chaussain JL, Rochiccioli P. Gonadotropin treatment of hypogonadotropic hypogonadal ad- olescents. J Pediatr Endocrinol Metab. 1999;12 Suppl 1:339-44. 5. Raine JE, Donaldson MDC, Gregory JW, Savage MO, Hintz RL. Practical Endocrinology and Diabetes in Children, 2nd ed. Black- well Publishing, 2006. pp. 84-5. 6. Bridges NA, Brook CDG. Disorders of puberty. En: Brook CGD, ed. Clinical Paediatric Endocrinology. Blackwell Science, 1995. 7. Rose SR. Induction of puberty in female hypogonadism. The En- docrinologist. 1996;6:439-42. 8. Susman EJ, Finkelstein JW, Chinchilli VM, Schwab J, Liben LS, D’Arcangelo MR, et al. The effect of sex hormone replacement therapy on behavior problems and moods in adolescents with delayed puberty. J Pediatr. 1998;133:521-5. 9. Bougnères P, François M, Pantalone L, Rodrigue D, Bouvattier C, Demesteere E, et al. Effects of an Early Postnatal Treatment of Hypogonadotropic Hypogonadism with a Continuous Subcutane- ous Infusion of Recombinant Follicle-Stimulating Hormone and Luteinizing Hormone. J Clin Endocrinol Metab. 2008;93:2202-5. 10. Brook CGD. Treatment of late puberty. Horm Res. 1999;51(Suppl 3):101-3. 11. Fauser BC, Van Heusden AM. Manipulation of human ovarian function: physiological concepts and clinical consequences. En- docr Rev. 1997;18:71-106. 12. Devroey P, Fauser BC, Platteau P, Beckers NG, Dhont M, Man- naerts BM. Induction of multiple follicular development by a single dose of long-acting recombinant follicle-Stimulating hormone (FSH-CTP, corifollitropin alfa) for controlled ovarian stimulation before in vitro fertilization. J Clin Endocrinol Metab. 2004;89:2062-70. 13. Nugent D, Vanderkerckhove P, Hughes E, Arnot M, Lilford R. Go- nadotropin therapy for ovulation induction in subfertility asso- ciated with polycystic ovary syndrome. The Cochrane Database of Systemic Reviews, 2000. 14. Jansen RP. Pulsatile intravenous gonadotrophin releasing hor- mone for ovulation induction: determinants of follicular and luteal phase responses. Hum Reprod. 1993;8(Suppl 2):193-6. 15. Filicori M, Flamigni C, Dellai P, Cognigni G, Michelacci L, Arnone R, et al. Treatment of anovulation with pulsatile gonadotro- pin-releasing hormone: prognostic factors and clinical results in 600 cycles. J Clin Endocrinol Metab. 1994;79:1215-20. ANALES de PEDIATRÍA www.elsevier.es/anpediatr 1695-4033/$ - see front matter © 2009 Asociación Española de Pediatría. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. PUBLICACIÓN OFICIAL DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PEDIATRÍA (A.E.P.) http://www.elsevier.es/anpediatr IS S N 1 6 9 5 -4 0 3 3 A N A LE S d e P ED IA TR ÍA XXXI CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ENDOCRINOLOGÍA PEDIÁTRICA Alicante, 6-8 de mayo de 2009 Volumen 70 • Especial Congreso 4 Mayo 2009 An Pediatr (Barc). 2009;70(Espec Cong 1):41-5 Correo electrónico: jllacer@gmail.com MESA REDONDA. ASPECTOS ENDOCRINOLÓGICOS DE LA PATOLOGÍA OVÁRICA Preservación de la fertilidad en pacientes sometidos a tratamientos oncológicos J. Llácer Instituto Bernabeu, Elche, Alicante, España Introducción En las últimas décadas hemos asistido a una continua mejora en las tasas de supervivencia debido a los avances en los tra- tamientos oncológicos 1. Sin embargo, los tratamientos utili- zados van asociados a efectos a largo plazo tan importantes como alteraciones en el crecimiento, problemas cardiovascu- lares, anomalías neurocognitivas, aparición de tumores se- cundarios y disminución en el potencial reproductivo 2-5. Como consecuencia del aumento en el número de pacientes super- vivientes de cáncer, ha ido cobrando una creciente atención el estudio de la repercusión de los tratamientos sobre la cali- dad de vida a largo plazo de los supervivientes 6. Se estima para EE.UU., en 2008, la aparición de 692.000 nue- vos casos de cáncer en mujeres 1. Aproximadamente un 8 % de esos casos sucede en mujeres menores de 40 años 7. La tasa de supervivencia a los 5 años en cánceres diagnostica- dos en niños menores de 15 años ha pasado de un 58 % en 1975 a un 80 % en 2003 1. En 1997, el National Cancer Institu- te estimó el número de sobrevivientes de un cáncer infantil en 270.000, lo que correspondía a 1 por cada 1.000 habitan- tes 8. Algunos autores han estimado que en el año 2010, 1 de cada 250 adultos será superviviente de un cáncer 9. La pérdida precoz de la función ovárica es una de las con- secuencias más importantes a largo plazo de los tratamien- tos combinados de radio y quimioterapia y no sólo implica consecuencias a nivel hormonal llevando a una situación de menopausia precoz, sino que también conduce a una pérdi- da completa o parcial de la fertilidad. Aun en el caso de poder gestar tras recibir altas dosis de quimio-radioterapia, puede haber un mayor riesgo de complicaciones durante el embarazo, como el aborto, el parto prematuro o el bajo peso al nacimiento 10,11. En los cánceres pediátricos, el aumento en las tasas de supervivencia ha hecho que los pacientes o sus padres de- manden información sobre las consecuencias a largo plazo de dichos tratamientos en cuanto a si éstos afectarán a su crecimiento, su desarrollo puberal o al pronóstico sobre su fertilidad y la posibilidad de preservarla mediante trata- miento. Todos estos aspectos van adquiriendo cada vez ma- yor importancia en el manejo de los pacientes, e incluso afectan a la elección del tratamiento 12-14. Actualmente es inexcusable informar a los padres sobre los efectos que sobre la fertilidad va a tener el tratamiento oncológico, siendo conscientes también de que es muy difí- cil ajustar un pronóstico. Tan pronto como se realiza el diag- nóstico, y una vez se ha informado convenientemente a sus padres, en el caso en el que se considere la opción de pre- servar la fertilidad, el paciente debe ser remitido con la máxima prontitud a un centro especializado 15. Daño gonadal asociado a radio o quimioterapia Quimioterapia La utilización de múltiples agentes quimioterápicos consti- tuye la base de la mayoría de tratamientos oncológicos en la actualidad. Los ovarios, que poseen desde antes ya del naci- miento un número limitado e irremplazable de folículos, son 42 Llácer J extremadamente sensibles a los citotóxicos, por lo que es- tos producen un daño gonadal irreversible 16, correlacio- nándose en el examen tisular con una pérdida folicular 17 y siendo el resultado fi nal del proceso fi siopatológico, la me- nopausia precoz y la esterilidad permanente. Sin embargo, la administración de quimioterápicos no es sinónimo de fallo ovárico total y esterilidad permanente, sino que va a depen- der de factores pronósticos, como son el tipo de quimioterá- picos, la dosis y la edad de la paciente. En la tabla I se muestran los citotóxicos, clasifi cados según el grado de gonadotoxicidad. Los agentes alquilantes son los que se asocian a un mayor riesgo de lesión ovárica, actuando de forma dosis dependiente 18. En estudios experimentales realizados en ratas a las que se administró ciclofosfamida a diferentes dosis confi rman claramente la dosis-dependencia del daño ovárico pero se apreció daño folicular a dosis tan bajas como 20 mg/kg 19. La administración de ciclofosfamida incrementó el riesgo de fallo ovárico precoz (riesgo relativo entre 4 y 9,3, según diferentes estudios) 20,21. Las mujeres de edad más avanzada y, por tanto, con me- nor reserva folicular tienen mayor riesgo de desarrollar fallo ovárico incluso con dosis más bajas 22. Una vez concluido el tratamiento, la situación hormonal regresa en muchos casos a la normalidad, sobretodo en las más jóvenes; sin embar- go, las mujeres tratadas con quimioterapia tendrán siempre mayor riesgo de menopausia precoz y esterilidad 23,24. Por todo ello, las pacientes tratadas deben ser alertadas sobre los riesgos de demorar la búsqueda de un embarazo ya que la pérdida de la fertilidad ocurrirá con mayor probabilidad a una edad más temprana. Radioterapia Es bien conocido el efecto lesivo que sobre las gónadas tie- nen las radiaciones ionizantes, provocando daño folicular y esterilidad permanente. El daño gonadal sucede no sólo en la irradiación directa de las gónadas en el caso de irradiación pélvica o en la parte inferior del abdomen, sino que puede ocurrir también cuando los ovarios están fuera de la zona de irradiación. El ovocito humano es muy sensible a la radiación y dosis mayores a 6 Gy causan fallo ovárico irreversible en la mayoría de los casos 25, mientras que dosis inferiores a 2 Gy son sufi cientes para destruir el 50 % de la población ovocita- ria 26. La edad de la paciente y el tipo de radioterapia y su forma de administración son factores pronósticos sobre la intensidad del daño gonadal. El pronóstico empeora cuanto mayor es la edad de la mujer y en general las dosis fraccio- nadas tienen un efecto más leve que las dosis simples. Las pacientes que reciben irradiación corporal total tie- nen un alto riesgo de desarrollar fallo ovárico, considerán- dose cercana al 100 % la probabilidad de fallo ovárico cuando se recibe ciclofosfamida e irradiación corporal total 27. El re- traso en la aparición del desarrollo puberal puede ser el primer signo de fallo ovárico en estas pacientes. Cuando el útero es irradiado y la paciente gesta con poste- rioridad (bien sea por persistencia de su propia función ovári- ca o, con mayor frecuencia, por utilización de la do nación de ovocitos para gestar) hay que considerar ese embarazo como de alto riesgo ya que las secuelas fundamentalmente en cuanto a la vascularización uterina aumentan la probabilidad de aborto, parto prematuro y bajo peso el nacimiento 28-30. Opciones para la preservación de la fertilidad Criopreservación embrionaria Consiste en la realización de un ciclo FIV, y por tanto precisa de la práctica de una hiperestimulación ovárica controlada así como de una punción ovárica transvaginal para la recogi- da ovocitaria. Es una técnica bien establecida y desarrollada, con bue- nas tasas de éxito. Las tasas de supervivencia embrionaria se aproximan al 90 % con tasas de embarazo superiores al 35 % por transferencia (Instituto Bernabeu, 2008. Datos no publicados). Es la única técnica que podríamos defi nir como no experi- mental y, por tanto, sería la de primera elección. Sin em- bargo, precisa de una serie de condicionantes que no la hacen apta para un gran número de pacientes. Por una par- te, requiere de función ovárica adecuada, por lo que no puede utilizarse en pacientes prepuberales. Por otra parte, no es viable cuando la mujer no tiene pareja, salvo que uti- licemos semen procedente de banco, lo cual no es una op- ción razonable para la mayoría de mujeres. Por último, precisa de un tiempo para su preparación y realización, lo que hace imposible su práctica cuando el tratamiento onco- lógico debe iniciarse sin demora. Criopreservación de ovocitos En pacientes con función ovárica adecuada, ya iniciada la pubertad, y sin tiempo sufi ciente para la realización de fer- tilización in vitro antes del inicio de la radio-quimioterapia, la congelación de ovocitos puede ser una opción adecuada. El primer nacimiento descrito en la literatura tras congela- ción-descongelación de ovocitos fue publicado por Chen en 1986, es decir, hace ya más de 20 años 31. Posteriormente, el grupo de Porcu publicó los primeros casos de nacidos con ovocitos previamente congelados utilizando microinyección intracitoplasmática de espermatozoides 32, siendo reproduci- do por diversos autores 33,34. Sin embargo, la utilización de esta técnica no se generalizó debido a que los resultados fueron claramente inferiores a los obtenidos en FIV con ovo- citos frescos e incluso a las tasas de embarazo obtenidas con embriones criopreservados 35. Sin embargo, en los últimos años se han publicado trabajos con mejores resultados con las técnicas de congelación tradicionales, al mismo tiempo que ha irrumpido una nueva técnica de congelación, denomi- nada vitrifi cación, que ha hecho renacer el interés por la Tabla I Citotóxicos según el grado de gonadotoxicidad Alto riesgo Riesgo intermedio Bajo/no riesgo Ciclofosfamida Cisplatino Mototrexate Clorambucil Carboplatino 5-fl uorouracilo Melfalan Doxorrubicina Mercaptopurina Busulfan Vincristina Dacarbacina Bleomicina Mostaza nitrogenada Actinomicina-D Ifosfamida Procarbacina Preservación de la fertilidad en pacientes sometidos a tratamientos oncológicos 43 criopreservación de ovocitos, practicándose en la actualidad de forma sistemática en muchos centros en el mundo. La vitrifi cación ha simplifi cado enormemente el proceso de congelación y los resultados son actualmente casi equi- parables a los obtenidos con ovocitos frescos, sobre todo cuando utilizamos ovocitos de pacientes no estériles, como es el caso de mujeres que quieren preservar su fertilidad 36. Criopreservación y autotrasplante de tejido ovárico La corteza ovárica contiene folículos primordiales con ovo- citos detenidos en la fase de diplotene de la profase de la primera división meiótica; su estado de inmadurez con me- tabolismo bajo y ausencia de zona pelúcida lo hace menos susceptible al daño por congelación lo que, unido a la no necesidad de ningún proceso relacionado con la FIV, pudien- do obtenerse la muestra de forma inmediata, lo convierten en una alternativa para muchas pacientes con deseo de pre- servar su fertilidad, siendo la única estrategia posible cuan- do la paciente no ha llegado a la pubertad o la quimioterapia debe iniciarse inmediatamente. Por lo tanto, el objetivo del tratamiento es la reimplantación de tejido cortical ovárico en la paciente, bien sea en la cavidad pélvica (localización ortotópica) o en otro lugar de la anatomía, como el brazo o la pared abdominal (localización heterotópica). El autotrasplante ortotópico tiene la ventaja de permitir la gestación espontánea; sin embargo, su realización es mucho más compleja, requiriendo anestesia general y la práctica de una laparoscopia o laparotomía. El heterotópico tiene múlti- ples ventajas, como son la no necesidad de cirugía abdominal y anestesia general, es fácil de extraer si se presentan com- plicaciones y, sobre todo, es mucho más fácil monitorizar el crecimiento folicular y la extracción de los óvulos para la rea- lización de un ciclo de fertilización in vitro. Los primeros estudios sobre criopreservación y trasplante de tejido ovárico datan de mediados del siglo pasado, cuando el único crioprotector utilizado era el glicerol, completamente inefectivo para congelar ovocitos o tejido ovárico. Por este motivo, los resultados fueron pésimos hasta la introducción de crioprotectores mucho más efectivos, como el etilenglicol, DMSO y propanediol 37. Con la utilización de estos últimos se realizaron estudios animales publicándose embarazos con éxi- to en varias especies 38-40. Esto animó a su utilización en huma- nos, publicándose casos en los que se constataba la restauración del desarrollo folicular tras la reimplantación de tejido ovárico previamente congelado 41,42. Posteriormente se han publicado nacimientos tras descongelación de tejido ovárico y trasplante ortotópico 43-46 y desarrollo embrionario tras FIV en implantes ováricos heterotópicos 47 (tabla II). Hasta julio de 2008 sólo han nacido en el mundo 5 niños a través de esta técnica y se desco- noce el número de mujeres que han sido reimplantadas con tejido ovárico. Varias asociaciones profesionales, como el Ro- yal College of Obstetricians and Gynaecologists en 2000, la British Fertility Society en 2003 49, The PracticeCommittee of the American Society for Reproductive Medicine en 2004 50, o la FIGO Committee for the Ethical Aspects of Human Repro- duction and Women’s Health en 2006 51, han establecido pau- tas para la introducción de esta técnica insistiendo en su carácter experimental y su resultado incierto. El autotrasplante presenta un riesgo teórico de reinser- ción de células malignas y, por tanto, la reintroducción de la enfermedad en una paciente teóricamente curada 52. Ante esta situación debe considerarse en principio la tendencia a metastatizar en ovario de cada tipo de tumor. Mientras algunos tipos de cáncer, como los linfomas o el tumor de Wilms, muy excepcionalmente metastatizan en ovario, las leucemias sí presentan un riesgo a considerar en este órga- no 53. Por otra parte, es obligatorio tomar las medidas ade- cuadas desde el punto de vista histológico para detectar células tumorales en las muestras ováricas obtenidas. Otras alternativas Criopreservación de folículos primordiales y posterior cultivo in vitro Se basa en aislar y criopreservar folículos primordiales para su posterior descongelación y maduración in vitro hasta conseguir folículos antrales, con lo que resolveríamos el problema de la reinserción de células tumorales. Hasta la actualidad se han conseguido desarrollos folicu- lares completos e incluso iniciar el desarrollo embrionario in vitro pero sólo en ratones 54,55. Tabla II Embarazos tras criopreservación y trasplante de tejido ovárico Diagnóstico Edad Método quirúrgico Implantación Embarazo Referencia Linfoma de Hodgkin 25 Biopsia ovárica unilateral Ortotópico Espontáneo. Donnez et al (2004) 45 Nacido vivo Linfoma no Hodgkin 28 Biopsia ovárica unilateral Ortotópico FIV. Nacido vivo Meirow et al (2005) 46 Linfoma de Hodgkin 29 Ooforectomía unilateral Ortotópico Espontáneo. Demeestere et al (2007) 44 y heterotópico Aborto Linfoma de Hodgkin 28 Ooforectomía unilateral Ortotópico FIV. Embarazo Rosendahl (2006) 61 y heterotópico bioquímico Linfoma de Hodgkin 31 Biopsia ovárica unilateral Ortotópico Espontáneo. Demeestere et al (2007) 44 y heterotópico Nacido vivo Linfoma de Hodgkin 25 Ooforectomía unilateral Ortotópico FIV. Aborto Andersen et al (2008) 43 y heterotópico Linfoma de Hodgkin 26 Ooforectomía unilateral Ortotópico FIV. Nacido vivo Andersen et al (2008) 43 Sarcoma de Ewing 27 Ooforectomía unilateral Ortotópico FIV. Nacido vivo Andersen et al (2008) 43 44 Llácer J Xenotrasplante Consiste en la implantación de tejido ovárico en ratas genéti- camente modifi cadas para conseguir una inmunodefi ciencia combinada grave 56. Se han publicado diversos trabajos demos- trando el desarrollo folicular adecuado en tejido ovárico trans- plantado a ratas estimuladas con gonadotropinas 57,58. Hasta el momento, no se ha publicado aplicación clínica alguna de esta técnica, siendo su puesta en práctica difi cultosa por los riesgos de transmisión de infecciones retrovirales entre especies. El elevado número de animales sacrifi cados necesarios para la aplicación de la técnica lo hace por el momento inviable. Congelación del ovario completo y reimplantación vascular Uno de los factores que impiden un mejor pronóstico del teji- do ovárico criopreservado es la isquemia folicular. Esto podría minimizarse si fuéramos capaces de congelar el ovario entero con su pedículo con la máxima urgencia tras la extracción y posteriormente autotrasplantarlo mediante anastomosis del pedículo vascular, bien sea orto o heterotópico. Esto ha sido demostrado en animales 59,60 pero no ha sido posible su reali- zación en mujeres, fundamentalmente porque el tamaño del ovario humano es mucho mayor y además deben optimizarse las técnicas de congelación para conservar de forma adecua- da la vascularización cortical ovárica. En cualquier caso, la investigación continúa y en un futuro puede ser una técnica útil para preservar la fertilidad. Donación de ovocitos Cuando las opciones de conservar la función ovárica son inexis- tentes o el esfuerzo para conseguir preservar la fertilidad no es razonable para la paciente, la donación de ovocitos constituye una alternativa con unas expectativas de éxito altas (es la téc- nica de reproducción asistida con mayores tasas de éxito), con un esfuerzo físico mucho menor y con una aceptación y satis- facción de las parejas magnífi ca. Las pacientes y sus progenito- res deben ser informados de esta posibilidad antes de la toma de decisiones para preservar la fertilidad. Conclusiones — El aumento de las tasas de supervivencia con los modernos tratamientos oncológicos ha provocado una atención cre- ciente a los efectos a largo plazo de dichos tratamientos. — Los tratamientos de quimio y radioterapia tienen un efec- to nocivo sobre la función ovárica y la fertilidad posterior de las pacientes tratadas. — Es inexcusable la aportación de información adecuada so- bre los efectos sobre la fertilidad de los tratamientos, así como de las posibilidades de preservarla. — Existen diversas opciones para intentar preservar la ferti- lidad en las pacientes oncológicas. — Actualmente, la única técnica aceptada como no experi- mental es la congelación de embriones. Desgraciadamen- te esta técnica no es asumible por muchas mujeres y no es posible realizarla en niñas ya que requiere de una fun- ción ovárica para la realización de FIV. — La congelación de tejido ovárico es la única alternativa en la paciente prepuberal. Aunque los casos publicados sobre nacidos a través de esta técnica nos alientan a seguir por esta vía de investigación, hay que insistir en lo experi- mental del tratamiento así como en su resultado incierto. — Cuando la preservación de la fertilidad es imposible o su realización no es razonable para la paciente, la donación de ovocitos puede constituir una alternativa satisfactoria. Bibliografía 1. Jemal A, Center MM, Ward E, Thun MJ. Cancer occurrence. Methods Mol Biol. 2009;471:3-29. 2. Leung W, Hudson MM, Strickland DK, Phipps S, Srivastava DK, Ribeiro RC, et al. Late effects of treatment in survivors of child- hood acute myeloid leukemia. J Clin Oncol. 2000;18:3273-79. 3. Shusterman S, Meadows AT. Long term survivors of childhood leukemia. Curr Opin Hematol. 2000;7:217-22. 4. Bhatia S, Sather HN, Pabustan OB, Trigg ME, Gaynon PS, Robison LL. Low incidence of second neoplasms among children diag- nosed with acute lymphoblastic leukemia after 1983. Blood. 2002;99:4257-64. 5. Tauchmanova L, Selleri C, Rosa GD, Pagano L, Orio F, Lombardi G, et al. High prevalence of endocrine dysfunction in long-term survivors after allogeneic bone marrow transplantation for he- matologic diseases. Cancer. 2002;95:1076-84. 6. Duffy C, Allen S. Medical and psychosocial aspects of fertility after cancer. Cancer J. 2009;15:27-33. 7. Oktay KH, Yih M. Preliminary experience with orthotopic and heterotopic transplantation of ovarian cortical strips. Semin Reprod Med. 2002;20:63-74. 8. Simone JV. Childhood leukemia–successes and challenges for survivors. N Engl J Med. 2003;349:627-28. 9. Bleyer WA. The impact of childhood cancer on the United States and the world. CA Cancer J Clin. 1990;40:355-67. 10. Signorello LB, Cohen SS, Bosetti C, Stovall M, Kasper CE, Weath- ers RE, et al. Female survivors of childhood cancer: preterm birth and low birth weight among their children. J Natl Cancer Inst. 2006;98:1453-61. 11. Green DM, Whitton JA, Stovall M, Mertens AC, Donaldson SS, Ruymann FB, et al. Pregnancy outcome of female survivors of childhood cancer: a report from the Childhood Cancer Survivor Study. Am J Obstet Gynecol. 2002;187:1070-80. 12. Langeveld NE, Grootenhuis MA, Voute PA, de Haan RJ, van den BC. Quality of life, self-esteem and worries in young adult sur- vivors of childhood cancer. Psychooncology. 2004;13:867-81. 13. Anderson RA, Weddell A, Spoudeas HA, Douglas C, Shalet SM, Lev- itt G, et al. Do doctors discuss fertility issues before they treatyoung patients with cancer? Hum Reprod. 2008;23: 2246-51. 14. Duffy C, Allen S. Medical and psychosocial aspects of fertility after cancer. Cancer J. 2009;15:27-33. 15. Lee SJ, Schover LR, Partridge AH, Patrizio P, Wallace WH, Hagerty K, et al. American Society of Clinical Oncology recom- mendations on fertility preservation in cancer patients. J Clin Oncol. 2006;24:2917-31. 16. Oktay K. Ovarian tissue cryopreservation and transplantation: preliminary fi ndings and implications for cancer patients. Hum Reprod Update. 2001;7:526-34. 17. Familiari G, Caggiati A, Nottola SA, Ermini M, Di Benedetto MR, Motta PM. Ultrastructure of human ovarian primordial follicles after combination chemotherapy for Hodgkin’s disease. Hum Reprod. 1993;8:2080-7. 18. Montz FJ, Wolff AJ, Gambone JC. Gonadal protection and fe- cundity rates in cyclophosphamide-treated rats. Cancer Res. 1991;51:2124-6. 19. Meirow D, Lewis H, Nugent D, Epstein M. Subclinical depletion of primordial follicular reserve in mice treated with cyclophos- phamide: clinical importance and proposed accurate investiga- tive tool. Hum Reprod. 1999;14:1903-7. Preservación de la fertilidad en pacientes sometidos a tratamientos oncológicos 45 20. Byrne J, Fears TR, Gail MH, Pee D, Connelly RR, Austin DF, et al. Early menopause in long-term survivors of cancer during ado- lescence. Am J Obstet Gynecol. 1992;166:788-93. 21. Meirow D, Nugent D. The effects of radiotherapy and chemothera- py on female reproduction. Hum Reprod Update. 2001;7:535-43. 22. Tauchmanova L, Selleri C, Rosa GD, Pagano L, Orio F, Lombardi G, et al. High prevalence of endocrine dysfunction in long-term survivors after allogeneic bone marrow transplantation for he- matologic diseases. Cancer. 2002;95:1076-84. 23. Tauchmanova L, Selleri C, Rosa GD, Pagano L, Orio F, Lombardi G, et al. High prevalence of endocrine dysfunction in long-term survivors after allogeneic bone marrow transplantation for he- matologic diseases. Cancer. 2002;95:1076-84. 24. Wikstrom AM, Hovi L, Dunkel L, Saarinen-Pihkala UM. Restora- tion of ovarian function after chemotherapy for osteosarcoma. Arch Dis Child. 2003;88:428-31. 25. Howell S, Shalet S. Gonadal damage from chemotherapy and radiotherapy. Endocrinol Metab Clin North Am. 1998;27:927-43. 26. Wallace WH, Thomson AB, Kelsey TW. The radiosensitivity of the human oocyte. Hum Reprod. 2003;18:117-21. 27. Sanders JE, Buckner CD, Amos D, Levy W, Appelbaum FR, Doney K, et al. Ovarian function following marrow transplantation for aplastic anemia or leukemia. J Clin Oncol. 1988;6:813-8. 28. Critchley HO, Bath LE, Wallace WH. Radiation damage to the uterus –review of the effects of treatment of childhood cancer. Hum Fertil (Camb). 2002;5:61-6. 29. Green DM, Peabody EM, Nan B, Peterson S, Kalapurakal JA, Breslow NE. Pregnancy outcome after treatment for Wilms tu- mor: a report from the National Wilms Tumor Study Group. J Clin Oncol. 2002;20:2506-13. 30. Green DM, Whitton JA, Stovall M, Mertens AC, Donaldson SS, Ruymann FB, et al. Pregnancy outcome of female survivors of childhood cancer: a report from the Childhood Cancer Survivor Study. Am J Obstet Gynecol. 2002;187:1070-80. 31. Chen C. Pregnancy after human oocyte cryopreservation. Lan- cet. 1986;1:884-6. 32. Porcu E, Fabbri R, Seracchioli R, Ciotti PM, Magrini O, Flamigni C. Birth of a healthy female after intracytoplasmic sperm injection of cryopreserved human oocytes. Fertil Steril. 1997;68:724-6. 33. Quintans CJ, Donaldson MJ, Bertolino MV, Pasqualini RS. Birth of two babies using oocytes that were cryopreserved in a choline-based freezing medium. Hum Reprod. 2002;17:3149-52. 34. Yoon TK, Kim TJ, Park SE, Hong SW, Ko JJ, Chung HM, et al. Live births after vitrifi cation of oocytes in a stimulated in vitro fertili- zation-embryo transfer program. Fertil Steril. 2003;79:1323-6. 35. Oktay K, Cil AP, Bang H. Effi ciency of oocyte cryopreservation: a meta-analysis. Fertil Steril. 2006;86:70-80. 36. Kim TJ, Laufer LR, Wook Hong S. Vitrifi cation of oocytes pro- duces high pregnancy rates when carried out in fertile women. Fertil Steril. 12-2-2009. 37. Oktay K. Ovarian tissue cryopreservation and transplantation: preliminary fi ndings and implications for cancer patients. Hum Reprod Update. 2001;7:526-34. 38. Gosden RG, Baird DT, Wade JC, Webb R. Restoration of fertility to oophorectomized sheep by ovarian autografts stored at —196 degrees C. Hum Reprod. 1994;9:597-603. 39. Sztein J, Sweet H, Farley J, Mobraaten L. Cryopreservation and orthotopic transplantation of mouse ovaries: new approach in gamete banking. Biol Reprod. 1998;58:1071-4. 40. Liu J, Van Der EJ, Van den BR, Dhont M. Live offspring by in vit- ro fertilization of oocytes from cryopreserved primordial mouse follicles after sequential in vivo transplantation and in vitro maturation. Biol Reprod 2001;64:171-8. 41. Oktay K, Karlikaya G. Ovarian function after transplantation of frozen, banked autologous ovarian tissue. N Eng J Med. 2000; 342:1919. 42. Radford JA, Lieberman BA, Brison DR, Smith AR, Critchlow JD, Russell SA, et al. Orthotopic reimplantation of cryopreserved ovarian cortical strips after high-dose chemotherapy for Hodg- kin’s lymphoma. Lancet. 2001;357:1172-5. 43. Andersen CY, Rosendahl M, Byskov AG, Loft A, Ottosen C, Dueholm M, et al. Two successful pregnancies following autotransplantation of frozen/thawed ovarian tissue. Hum Reprod. 2008;23:2266-72. 44. Demeestere I, Simon P, Emiliani S, Delbaere A, Englert Y. Fertil- ity preservation: successful transplantation of cryopreserved ovarian tissue in a young patient previously treated for Hodg- kin’s disease. Oncologist. 2007;12:1437-42. 45. Donnez J, Dolmans MM, Demylle D, Jadoul P, Pirard C, Squiffl et J, et al. Livebirth after orthotopic transplantation of cryopre- served ovarian tissue. Lancet. 2004;364:1405-10. 46. Meirow D, Levron J, Eldar-Geva T, Hardan I, Fridman E, Zalel Y, et al. Pregnancy after transplantation of cryopreserved ovarian tissue in a patient with ovarian failure after chemotherapy. N Engl J Med. 2005;353:318-21. 47. Oktay K, Buyuk E, Veeck L, Zaninovic N, Xu K, Takeuchi T, et al. Embryo development after heterotopic transplantation of cryo- preserved ovarian tissue. Lancet. 2004;363:837-40. 48. Royal College of Obstetricians and Gynaecologists 2000. Stor- age of Ovarian and Prepubertal Testicular Tissue. Report of a Working Party. London: RCOG Press. 2000. 49. British Fertility Society. A strategy for fertility services for sur- vivors of childhood cancer. Hum Fertil (Camb). 2003;6:A1-A39. 50. The Practice Committee of the American Society for Reproduc- tive Medicine. Ovarian tissue and oocyte cryopreservation. Fer- til Steril. 2004;82:993-8. 51. Lee SJ, Schover LR, Partridge AH, Patrizio P, Wallace WH, Hagerty K, et al. American Society of Clinical Oncology recom- mendations on fertility preservation in cancer patients. J Clin Oncol. 2006;24:2917-31. 52. Shaw JM, Bowles J, Koopman P, Wood EC, Trounson AO. Fresh and cryopreserved ovarian tissue samples from donors with lymphoma transmit the cancer to graft recipients. Hum Reprod. 1996;11:1668-73. 53. Sonmezer M, Oktay K. Fertility preservation in female patients. Hum Reprod Update. 2004;10:251-66. 54. Cortvrindt R, Smitz J, Van Steirteghem AC. A morphological and functional study of the effect of slow freezing followed by com- plete in-vitro maturation of primary mouse ovarian follicles. Hum Reprod. 1996;11:2648-55. 55. Smitz J, Cortvrindt R. Oocyte in-vitro maturation and follicle culture: current clinical achievements and future directions. Hum Reprod. 1999;14 (Suppl 1):145-61. 56. Gosden RG, Boulton MI, Grant K, Webb R. Follicular develop- ment from ovarian xenografts in SCID mice. J Reprod Fertil. 1994;101:619-23. 57. Van Den BR, Liu J, Handyside A, Van der Elst JC, Krausz T, Dhont M, et al. Follicular growth in fresh and cryopreserved human ovarian cortical grafts transplanted to immunodefi cient mice.