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08-rec 4 La fómula de fe

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491BIBLIOGRAFÍA
(contra los Hermanos Moravos). Pero su primera intervención en los altores de la 
Reforma fue en -la Disputa de Leipzig de 1519, cuya realización desaconsejó 
vivamente. De ella surgió luego un interesante intercamtio epistolar con Lutero. 
En 1525, Dungersheim realiza una ponderada critica a la traducción del Nuevo 
Testamento hecha por Lutero, en espial a la versión del evangelio de Mateo, 
mostrando además su desacuerdo por l٠a minusvaloracidn que el Reformador hace 
de la fistola de Santiago. A partir de este momento, Dungersheim adoptar، una 
postura más polémica, publicando en contra de Lutero diversos coritos tanto en 
latin como en alemán.
Por Ultimo el libro concluye con una referencia a los־ Ultimos É de l٠a 
drcencia de Dungersheim en Leipzig, dificultados por la incor۴raciOn de esta 
universidad al movimiento de la Reforma؟ asi como a su muerte y su testamento. 
Finalmente el autor hace una Ultima valoración de la vida y la obra de Dunger- 
sheim y ׳recoge el catálogo de sus escritos. Unos amplios indices de citas bíblicas, 
de nombres y de conceptos, facilitan el uso de este trabajo de investigación serio 
y riguroso que, al igual que el anterior, rontribuye notablemente al esclarecimien- 
to de la historia y el pensamiento de una época tan introvertida como la de la 
Reforma.
Manuel ^steira
A. Meis WOrmer, La fómá de fe «Creo en el Espíritu Santo», en el 
siglo II: su formación y signified (Santiago de Chile 1980). Public. 
Universidad Católica de Chile (Anales de la Facultad de Teología, vol. 22), 
335 pp.
Una obra rigurosa y analítica del método historico-critico, aplicado a la fOr־ 
mula de fe «Creo en el Espíritu Santo». Arranca del Antiguo Testamento y se 
fija sobre t^o en los textos del Nuevo y en ,los autor« del siglo II: Clejrante, 
Ignacio, Polcar^, apócrifos cristianos, ׳Justino, Ireneo, Tertuliano, Hipólito. 
Finaliza con una conclusión en la que recoge los frutos de su inrestigación y los 
ordena, tratando de sistematizar sus aspectos y articulaciones. Le acompaña un 
apéndice con material de fórmulas que, saliéndose del marco establrcido, ll^a 
hasta el símbolo niceno-constantinopolitano, decisivo en la cuestión.
Parte de la superación del viejo prejuicio que meÆatizO el estudio de la 
cuestión: si el Espíritu San-to es «don» 0 «persona» (la tercera). Tiene en cuenta 
la advertencia de R. Sœberg para la resolución del problema y ׳sobre todo sigue 
en la horma interpretativa de De Lubac y de j. Ratzinger: la interpretación «^ 
nómica» del Espíritu como lugar teológico de la comprensión de su personalidad 
segUn el Sitz im leben en el que aparece en el Credo. Lo Unico novedoso está en 
que esta teóloga quiete avanzar más en la investigación de dios, llevándola hasta 
donde cree que ellos no avanzaron:' la prculiaridad personal de la fe׳ en el Espíritu 
'Santo: «en lo que se tefiete al Espíritu San-to en cuanto ser-en-frente-coordind 
con el Padre y con el Hijo y, como tal, intertelacionado con la dimensión ecle- 
sial» (p. 33).
Creemos que sus aportaciones en este terreno son valiosas y sugerentes. La 
situación vivencial de la fórmula de fe «Creo en el Espíritu Santo» ha sido y es
REVISTA ESPAÑOLA DE TEOLOGÍA 48 (1988)492
de Indole liturgica-bautismal-eucaristica. Y' sus-־mejores, logros twlOgicos se cifran 
en.que, desde las mismas formulaciones neotestamenarias y de una manera muy 
sistemática y decisiva desde el texto bautismal y trinitario de Mt 28, 19, 'se־׳ ha 
.visto al Espíritu Santo como «alguien-enfrente» del bautizado en׳ la comunidad 
eclesial, «en igualdad» con el-Padre y el Hijo, que abre el- camino hacia la inti־ 
midad con el Padre y el Hijo-. Lo confesamos en su multiple acción histórico־ecle־ 
sial, pero no como meta Unica ni cerrada. En cuanto «Tercero», «no detiene en 
si mismo el movimiento de adhoiOn recibida, sino que trasciende y lo hace tras- 
cender a otro: a־l Padre por el Hijo» (p. 253). Se descubre como «alguienpara- 
mi» en la interiorización .de la gracia y en el in-esse de -su inhabitaciOn trinitaria 
en el creyente comoantes en. Cristo. Y es el, que. abre al creyente, a la comunión- 
C0n-l0s-demás para formar la Iglesia (p. 258). Y abre también hacia-el-futuro en 
la. esperanza de la resurrección escatolOgica.
La autora ha iniciado un prrceso que intenta coordinar'־en la trinidad inma־ 
nente lo que advierte -en la trinidad económica tratando de situar y reconrcer al 
Espíritu Santo en este dinamismo «económico», p-ero no ha llevado a término 
talo su intento. Quedan en él hallazgos valioso-s, pero incompletos. Remitiríamos, 
tanto a la -autora como a los lectores, a los Ultimos trabajos de X. Pikaza, de w. 
Rasper y de B. Forte, que podrán dar más juego a su investigación y cubrirían 
también la laguna de no h-aberse detenido a estud'iar la Γ-elación del Espíritu con 
el nacimiento o encarnación del Hijo, JesUs, que aparee en el mi-smo Credo y que 
tien-e una relevancia y prrcedencia al articulo del Espíritu.
Eliseo Tourón
w. Henn, OFMCap., The Hierarchy of Truths according to Yves Con- 
gar, OP (Roma 1987), Ed. PontifiCia Universitá Gregoriana־' (Analecta 
Gregoriana 246), 272 pp.
Esta publicación reroge la tesis drctoral ؛del autor, presentada'en- 1986 en la 
Universidad Gregoriana de Roma. Precedida de un breve prólogo' del mismo Y. 
M. Congar, l٠a obra consta de ocho capítulos de los que los cuatro primeros están 
dedicados a estudiar el'tema de la «verdad» en el pensamiento de Congar. Y 
sólo los cuatro־ Ultima abordan directamente la cuestión de la «jerarquía de 
verdades».
Después de una somera intrráucción, el capitulo primero se limita a diseñar 
el perfil intelectual de Congar, enmarcándolo en una breve biografía y en-su 
itinerario- -lógico personal. Los dos. capítulos siguientes analizan la fundamen- 
tación de la verdad que Congar establece siguiendo.'el pensamiento de' Tomás de 
Aquino (lo -que contribuye a dar a ésta u-n ca-rácter objetivo). Pero a la־ vez. el 
propio Congar destaca también la vertiente histórica de* la verdad asi como su 
estructura integradora (que sólo se realiza en el marco del diálogo y de la comu- 
nión),.completando asi la visión tomasiana. Este segundo aspecto tiene mucho que 
ver con el talante ecuménico y dialogal- que caracteriza al gran teólogo dominico. 
El capitulo cuarto destaca el carácter personalista de .la verdad, que coincide con 
la.realidad misma de Dios como revelador y con la respuesta del hombre qu٠e 
acoge esa revelación en. la. fe. Esta revelación tiene autoridad por su-contenido