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Territorios 49 / Bogotá, 2023, pp. 1-24 ISSN: 0123-8418 ISSNe: 2215-7484 1 Recibido: 30 de diciembre de 2021 Aprobado: 9 de noviembre de 2022 https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11492 Para citar este artículo Trucco, I. T., & Fernández, V. R. (2023). El debate regional en la periferia. Origen y transformación frente al pensamiento estructuralista latinoamericano. Territorios, 49, 1-24. https://doi.org/10.12804/ revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11492 * Instituto de Humani- dades y Ciencias Sociales del Litoral – Universidad Nacional del Litoral – Consejo Nacional de In- vestigaciones Científicas y Técnicas; ignacio.truc- co@gmail.com. orcid: https://orcid.org/0000- 0002-5162-6375 ** Instituto de Humani- dades y Ciencias Sociales del Litoral – Universidad Nacional del Litoral – Consejo Nacional de In- vestigaciones Científicas y Técnicas ; victorrami- rofernandez@ hotmail. com. orcid: https://or- cid.org/0000-0002-8650- 8934 El debate regional en la periferia. Origen y transformación frente al pensamiento estructuralista latinoamericano The Regional Debate in the Periphery. Origin and Transformation Face to Latin American Structuralist Thought O debate regional na periferia. Origem e transformação diante do pensamento estruturalista latino-americano Ignacio Tomás Trucco* Víctor Ramiro Fernández** Se cc ió n g en er al https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11492 https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11492 https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.11492 mailto:ignacio.trucco@gmail.com mailto:ignacio.trucco@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-5162-6375 https://orcid.org/0000-0002-5162-6375 mailto:victorramirofernandez@hotmail.com mailto:victorramirofernandez@hotmail.com mailto:victorramirofernandez@hotmail.com https://orcid.org/0000-0002-8650-8934 https://orcid.org/0000-0002-8650-8934 https://orcid.org/0000-0002-8650-8934 IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 2 Palavras-chave Teoria do desenvolvimento regional; planejamento regional; reescalonamento. Keywords Regional development theory; regional planning; rescaling. Palabras clave Teoría del desarrollo regional; planificación regional; reescalamiento. Resumen La dimensión territorial es consustancial al pensamiento estructuralista latinoamericano, el cual objetó las metáforas espaciales que componían las principales corrientes del pensamiento económico. Las conceptualizaciones de las relaciones centro-periferia no se limitaron a la for- mulación de hipótesis ad hoc a los núcleos conceptuales preexistentes. Por el contrario, buscaron captar la especificidad de la periferia como un proceso histórico particular de modernización y estructuración social. Sin embargo, las relaciones territoriales de carácter subnacional o, di- cho de otro modo, la cuestión regional, tuvieron un peso menor y constituyeron un genuino interrogante que interpeló dicha perspectiva. Para el presente trabajo se trazó el objetivo de analizar el desarrollo de dicho debate tomando como criterio de lectura su relación con las principales hipótesis estructuralistas. Se concluye que el debate estuvo marcado por un aleja- miento sistemático de dichas bases teóricas, que dejó la cuestión regional como un problema pendiente de resolución. AbstRAct The territorial dimension constitutes an inherent dimension to Latin American structuralist thought, which objected to the spatial metaphors that comprised the main currents of economic thought. The conceptualizations of the center-periphery relations were not limited to formu- lating hypotheses ad hoc to the pre-existing conceptual nuclei. On the contrary, they tried to capture the specificity of the periphery as a particular historical process of modernization and social structuring. However, the territorial relations of a subnational nature, in other words, the regional issues, had less weight and constituted a genuine problem that questioned this perspective. The present work aims to analyze the development of this debate considering its relationship with the principal Latin American structuralist hypotheses as an analysis criterion. We concluded that this debate was marked by a progressive distancing from the mentioned structuralism theoretical bases, leaving the regional question as a problem pending resolution. Resumo A dimensão territorial constitui uma dimensão inerente ao pensamento estruturalista latino- -americano, que se opôs às metáforas espaciais que compunham as principais correntes do pensamento econômico. As conceituações das relações centro-periferia não se limitaram à formulação de hipóteses ad hoc aos núcleos conceituais pré-existentes. Ao contrário, buscavam captar a especificidade da periferia como um processo histórico particular de modernização e estruturação social. No entanto, as relações territoriais de natureza subnacional, ou seja, a questão regional, tinham menos peso e constituíam uma verdadeira questão que desafiava tal perspectiva. O presente trabalho traça o objetivo de analisar o desenvolvimento desse deba- te tomando como critério de leitura sua relação com as principais hipóteses estruturalistas. Conclui-se que ela foi marcada por um afastamento sistemático dessas bases teóricas, deixando a questão regional como um problema pendente de resolução. El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 3 Introducción El pensamiento estructuralista latinoa- mericano objetó las metáforas espaciales que, desde los centros, componían el pensamiento económico: la unidad del mercado mundial como horizonte natural y antropológico de la economía clásica o de la praxeología evolutiva del trocador universal; el espacio homogéneo e indife- renciado habitado por solitarias unidades corpusculares del pensamiento margi- nalista, e incluso los Estados nacionales autónomos en condiciones equivalentes para nivelar la demanda efectiva con la plena ocupación. Uno de los aspectos clave de la crítica estructuralista se halla en que su con- ceptualización de las relaciones centro- periferia no se limitó a la formulación de hipótesis ad hoc a los núcleos conceptua- les preexistentes. Por el contrario, bus- có captar la especificidad de la periferia como un proceso histórico particular de modernización y estructuración social, donde el estancamiento y la heterogenei- dad aparecen como atributos necesarios en su relación con las economías centrales. Esta perspectiva tuvo que especificar su concepción del espacio económico para lo que puso en fricción dos momentos te- rritoriales: el espacio continental/regional latinoamericano y los espacios nacionales. Sin embargo, las relaciones territoriales de carácter subnacional tuvieron un peso re- lativo menor y constituyeron un genuino interrogante que llegó efectivamente a interpelar a dicha perspectiva. Bajo esta problemática, el trabajo se trazó el objetivo de analizar la conceptua- lización de la territorialidad en el marco de las ideas estructuralistas a partir de la integración de la cuestión de las regiones subnacionales. La incorporación de este problema desencadenó una extensa discu- sión y movilizó diferentes perspectivas en el marco del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ilpes), creado al amparo y bajo la protección de Raúl Prebisch, e incluso lo trascendió. Estas contribuciones lle- garon lo suficientemente lejos como para procurar definir la idea de territorio en tanto relación social —lo que podría de- nominarse territorialidad— y su recorte observacional en tanto unidad o región particular y concreta. Un antecedente directo es el elabo- rado por Luis Riffo (2013), en el cual es posible encontrar una evolución sintética del pensamiento regional desarrollado en el marco del ilpes. Riffo (2013) realizó una caracterización compatible con la que se propone en este trabajo, en particular,la distinción de enfoques interregionales, que conciben a los territorios subnacio- nales a partir de las relaciones que man- tienen entre sí, e intrarregionales, que los definen como unidades en sí mismas, endógenamente definidas. Sin embargo, en este caso, el trabajo trata de establecer un diálogo directo entre las diferentes IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 4 perspectivas con las hipótesis estructu- ralistas para precisar los modos en que la territorialidad se define en relación con la modernización periférica. Sintéticamente, se intentará mostrar que la cuestión regional no pudo ser in- corporada de forma exitosa en el marco de las tesis estructuralistas. Para comprender este hecho se argumentará que las con- cepciones sobre la territorialidad que allí se esbozaron se alejaron sistemáticamente de las bases teóricas y políticas del pen- samiento estructuralista que encarnaban autores como Prebisch o Furtado. El trabajo se divide en cuatro partes. La primera resume la relación entre la estructuración centro-periferia y la es- pecificidad de la modernización y estruc- turación social latinoamericana. Las tres partes siguientes resumen los debates regionales en torno al ilpes desde su crea- ción hasta el 2022 y los pone en tensión con las tesis centrales del pensamiento es- tructuralista. En primer lugar, se analiza el debate producido entre normativistas y críticos a comienzos de la década de 1970. En segundo, las tensiones produ- cidas entre los últimos años de la década de 1970 y comienzos de la de 1980, lue- go de la bifurcación y radicalización de ambas posiciones, la primera como voz principal del ilpes y la segunda fuera de la institución. En tercer lugar, la extensión del debate en la década de 1990 hasta el presente, marcado por el nuevo consenso endogenista del pensamiento regional en el ilpes, cada vez más alejado del marco estructuralista original, por medio de un contraste con las concepciones críticas que buscaron persistir e incluso recuperar el vínculo con las contribuciones fundacio- nales. Finalmente, a modo de conclusión, se establecen un conjunto de criterios que deberían cumplirse para avanzar en una reconstrucción conceptual de la cuestión regional y el problema más general de la territorialidad en el marco del pensamien- to estructuralista. La estructura socioespacial del estructuralismo Una de las claves de lectura de El desa- rrollo de América Latina1 de Prebisch (2012) puede situarse en la ruptura con el espacio simétrico del pensamiento eco- nómico emanado de los centros. La propia existencia de América Latina, es decir, su especificidad histórica, constituye el principal mensaje para el pensamiento económico, que, a modo de subtexto, está presente en aquel “manifiesto”. De esta tesis primaria pueden extraerse algu- nas conclusiones inmediatas. En primer lugar, los sistemas económicos se definen en relación con determinadas fronteras, algunas de ellas estatales, ligadas a los espacios nacionales, otras transestatales, propias de una realidad socioeconómica más amplia en la que los espacios nacio- nales periféricos, en particular los latinoa- mericanos, encuentran un lugar común. En este marco se desenvuelven los fenómenos macroeconómicos estilizados 1 Publicado por primera vez en 1949. El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 5 que caracterizaron el desarrollo latinoa- mericano de un modo similar a lo que Aníbal Pinto y Jan Kñakal (1972) llama- ron las “hipótesis estructuralistas”. Desde la perspectiva de este trabajo, las mismas pueden ser resumidas en dos momentos. En primer lugar, particularmente a partir de la obra de Prebisch, se observó que las actividades económicas desarrolla- das en la periferia tienden a perder valor con relación a las actividades realizadas en los centros. En la medida en que los centros alcanzan un mayor control de la tecnología de vanguardia con mayores niveles de capital por persona logran un poder de negociación mayor en la deter- minación de los ingresos percibidos por los agentes económicos que intervienen en dichas actividades. En 1949 Prebisch hizo explícito el hecho de que los ingresos podían seguir un camino en el sentido inverso a la reducción de los costos aso- ciada a las mejoras de “productividad” (Prebisch, 2012, pp. 15-17). Es decir que la capacidad de negociación, tanto de las clases como de los espacios económicos, se imponía sobre cualquier criterio téc- nico o exterior al sistema de relaciones distributivas. Furtado (1983) vuelve sobre este pun- to para observar la ambigüedad del tér- mino “productividad” en la medida que conserva una importancia decisiva a la hora de determinar las dinámicas de acu- mulación sin que ello signifique observar productividades factoriales separables e imputables al fundamento prehistórico y preinstitucional de la distribución del producto social en el funcionamiento de sistemas económicos que operan como totalidades con componentes internos articulados: (…) conceptos tales como eficacia y pro- ductividad son evidentemente ambiguos cuando nos enfrentamos a sistemas sociales de producción, cuyos inputs y outputs son heterogéneos. Sin embargo, se puede admi- tir como evidente que la división social del trabajo aumenta la eficacia de este. (p. 26) En dicho contexto, el enfoque es- tructuralista, compuso una lectura en la que simultáneamente clases sociales y espacios nacionales compiten de forma asimétrica en la arena de la producción, el comercio y el movimiento de capitales por la apropiación del excedente global, principalmente sobre la base de la capa- cidad de acumular capital y controlar la tecnología de vanguardia. Esto remite al segundo hecho esti- lizado. En este caso, el estructuralismo observó que las clases o estratos socioeco- nómicos que tienen un papel dominante sobre el control del excedente produci- do en los espacios nacionales periféricos tienden a consumirlo o valorizarlo en los centros, limitando la formación de capital en la periferia. En la formulación inicial de 1949, Prebisch lo desarrolló como una dificultad para la formación de ahorros o su direccionamiento hacia la creación de bienes de capital, base de la capacidad IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 6 productiva (Prebisch, 2012, pp. 38-39). Los problemas de las clases sociales en América Latina, en particular la cues- tión de la debilidad de las clases medias (cepAl, 1963) y la disfuncionalidad de las élites en su modernización, fueron constituyéndose en tópicos centrales y transversales al pensamiento estructura- lista latinoamericano (Graciarena, 1967; Lipset & Solari, 1967). En estas observaciones estilizadas es posible encontrar cierta continuidad en el pensamiento estructuralista desde finales de la década de 1940 hasta comienzos de la de 1980 con algunos matices a comien- zos de la década de 1960 como lo mostró Pinto (1983), observando la vigencia de “ideas fuerza sustentadas desde los albo- res de la actividad cepalina” (p. 1046). Por lo tanto, podría hacerse una síntesis estilizada según la cual el precio relativo de los bienes es el resultado de la negocia- ción (directa o indirecta) de los agentes que intervienen en su producción; es el control de la tecnología y la capacidad de acumulación de bienes de capital del espacio económico en su conjunto lo que tiene un valor estratégico particular a la hora de determinar el balance distributi- vo final que los precios relativos reflejan. Es importantes destacar que ni el con- trol de la tecnología ni la acumulación de capital se limitan a las decisiones de agentes individuales, incluso tampoco remiten a una disputa universal entre dos clases sociales destinadas a colisionar, si- no que deben ser evaluados en el marco de sistemas económicos territorialmente definidos, internamente diferenciados que compiten (interna y externamente) porlos recursos y la apropiación del excedente. En El capitalismo periférico (1981), Prebisch elaboró una interpretación más sistemática de la condición periférica en el que estas ideas se ponen en juego, donde las territorialidades del estructuralismo clásico se desarrollan en tres niveles: 1. El espacio económico mundial, donde rigen las relaciones capitalistas en su generali- dad; 2. Estas relaciones encuentran una particular fragmentación en el proceso de estructuración social propiamente perifé- rico, y 3. La realización de estas se da en múltiples realidades nacionales en las que se sedimentan y organizan institucional- mente las estructuras sociales disfunciona- les al proceso de acumulación de capital. En estos fragmentarios espacios nacio- nales persisten clases sociales que contro- lan una parte significativa del producto social excedentario y adoptan un hori- zonte de valorización deslocalizado y comportamientos imitativos de los pa- trones de consumo de las élites de los países centrales. Incluso los estamentos que administran el aparato burocrático- administrativo, sindical-gremial o técni- co-profesional formarían parte de este proceso centrífugo del excedente. Prebisch (1981) distingue entre el po- der económico: “tenencia de los medios productivos”; el poder social: “califica- ciones de creciente complejidad técnica”, y el poder sindical, “estratos intermedios El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 7 de la fuerza de trabajo” ( pp. 75-76), y asume al Estado “en su dimensión dis- tributiva” como un “reflejo” de la capa- cidad de apropiación del excedente por parte de los diferentes estratos, incluso en ciertos casos el Estado es el mecanis- mo principal de apropiación del producto excedentario. Posteriormente, Prebisch (2008) traduce esta condición histórica en un dilema político: “El uso social del excedente responde a la necesidad de esta- blecer por parte del Estado una disciplina impersonal y colectiva de acumulación y distribución compatible con el ejercicio de la libertad económica en el juego del mercado” (p. 34). A modo de contrapunto, en las socie- dades desarrollistas (tanto europeas en el siglo xix y xx, como en Asia en el siglo xx y xxi), los estratos superiores parecen afirmar en su liderazgo el reconocimiento de su propia pertenencia a una comunidad de origen, sea por la vía de la tradición o la organicidad (Streeck, 2001). En América Latina, el dualismo y la heterogeneidad estructural lesionan el modo en que la territorialidad se compone sobre la base de un sistema de lealtades locales (según la expresión incorporada en el trabajo de la cepAl de 1963, cuya autoría se atribu- ye entre otros a Medina Echavarría con la colaboración de Luis Ratinoff y Enzo Faletto-Morales, 2012) contrarias a la composición de cierta unidad de pro- pósito en el espacio nacional, que favo- recería no solo la deslocalización de los excedentes acumulados, valorizándolos en circuitos globales, sino que además puede traer aparejada la minusvaloración relativa de dichos excedentes (Kennedy & Sánchez, 2019). En esta síntesis, se buscó destacar có- mo el pensamiento estructuralista rompió con el espacio socioeconómico construido por el pensamiento económico emanado de los centros e introdujo una concepción de territorialidad directamente ligada a la hipótesis sobre la estructuración so- cial latinoamericana en su integración en unidades sociohistóricas nacionales y supranacionales. Frente a ello es pre- ciso indagar de qué manera el debate sobre la cuestión regional se desarrolló en relación con dicho núcleo conceptual y en qué medida pudo ser abordada con inteligibilidad. La emergencia de la cuestión regional ante el estructuralismo La lógica de estas hipótesis estilizadas no tiene porqué detenerse ante la es- tructuración territorial definida por los espacios nacionales. Por el contrario, es prácticamente una consecuencia inmedia- ta de interrogar por el modo en que los espacios subnacionales concurren en la organización y estructuración de las posi- ciones nacionales. En este sentido pueden ser leías obras icónicas que consideraron las formaciones territoriales asimétricas como un aspecto fundante de la perife- ria: por ejemplo, el trabajo de Furtado (1962) sobre la formación económica IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 8 del Brasil, sobre el cual Carlos Mallor- quín (2020; 1996) estudió la dimensión regional subnacional allí contenida o, en el caso argentino, Sistema socioeconómi- co y estructura regional en Argentina de Rofman y Romero (1974). En estos casos, se puso énfasis en la producción, circulación, apropiación y uso del excedente entre territorios con posi- ciones funcionales diferentes en el sistema económico periférico. Estas posiciones funcionales mantendrían un vínculo es- trecho con la heterogeneidad socioeco- nómica que caracteriza dichos espacios nacionales (Pinto, 1973). Podría hacerse una síntesis esquemática de las mismas donde las regiones proveedoras de bra- zos o recursos naturales se diferencian de los centros industriales protegidos dependientes del mercado interno y, a su vez, estos marcan sus distancias con las regiones financiero-portuario-administra- tivas que, integradas al sistema mundial de altos ingresos, se apropian y dan uso final al excedente producido. La hetero- geneidad estructural se extiende no solo a la diferenciación sectorial y de clases, sino a los territorios que componen la unidad del espacio nacional (de Mattos, 1979). Sin embargo, esta caracterización his- tórica no implica necesariamente una teo- rización explícita. Este paso tuvo su lugar en el espacio de la ideas estructuralistas, particularmente en el marco de las ta- reas desarrolladas en el ilpes, al amparo ideológico y bajo la protección política de Raúl Prebisch entre 1962 y 1973 (Franco, 2015), quien evidentemente había reco- nocido una problemática central para comprender e incidir sobre el desarrollo de América Latina. Precisamente estos esfuerzos surgieron en un diálogo crítico con la idea de la planificación promovida a partir de la Conferencia de Punta del Este en 1961, donde nació la Alianza para el Progreso, que dio marco institucional, no sin conflictividades, a aquella iniciativa. La cuestión regional en los primeros años del ilpes Este marco institucional dio impulso al ilpes y se produjo allí la contribución inicial de Walter Stöhr (Fundación Ford, en Santiago de Chile), quien expuso ante el ilpes una síntesis sobre el papel de las regiones subnacionales en el proceso de modernización estatal orientado a la pla- nificación del desarrollo en los términos de los objetivos del proyecto alianza-pro- gresista (Stöhr, 1967). Posteriormente, este autor realizó un balance de las po- líticas de planificación regional llevadas a cabo en América Latina (Stöhr, 1969), que Sergio Boisier (1993) consideró co- mo el primer antecedente de análisis de la cuestión regional en el marco del ilpes. La tónica dominante en el abordaje de dicha cuestión se basó en la implementa- ción y adaptación de la política de “polos de crecimiento”, según la perspectiva de François Perroux, la cual fue no sola- mente fue estudiada, sino considerada críticamente con la misma profundidad. El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 9 compatible con la dinamización interna de lo producido por el polo de desarrollo. Boisier (1976) lo resume en siete condi- ciones que un espacio subdesarrollado debería cumplir para poder esperar resul- tados con una política de polos de desa- rrollo: presencia de economías de escala mediante grandes empresas, densidad de población, trama de pequeñas y medianas industrias complementarias, baja propen- sión a la importación, integración nacio- nal e internacional del espacio, sistema urbano en torno al centro polarizador y valores propios de una sociedad moderna. Frente a estas observacionesel autor elaboró una propuesta según la cual la es- trategia de polos debería complementarse con una apuesta planificadora de mayor amplitud basada en la urbanización y la industrialización como procesos simul- táneos y articulados (Boisier, 1974). Es evidente que una región —considerada como un recorte en el que se condensan relaciones de territorialidad— en la que se verifiquen las condiciones resumidas por Boisier (1974), difícilmente puede ser considerada un espacio subdesarrollado y llama la atención la posición notablemente optimista respecto de la posibilidad de crear ex nihilo una trama social con estas características. La posición de Boisier (1974), a la que podría caracterizarse de normativa, tiene consecuencias signifi- cativas ya que se absuelve a sí misma de ofrecer una interpretación del proceso histórico social que es capaz de producir un espacio nacional periférico. Esto puede verse en las intervenciones realizadas en el primer Seminario sobre Planificación Regional y Urbana organi- zado por el ilpes, en abril de 1972, en el que, según Boisier, “la discusión fue totalmente acaparada por las dos ponen- cias que, centradas en lo que había sido el instrumento preferido de la planificación regional (los polos), planteaban, una, una reinterpretación técnica (Boisier) y la otra, una descalificación ideológica (Corag- gio)” (Boisier, 1993, p. 10). La preocupación inicial, transversal a la mayor parte de las contribuciones que intervinieron en el seminario, puede sintetizarse en la idea de que los polos de crecimiento en el subdesarrollo tienden a carecer de los resultados esperados porque no logran cambios estructurales o, lo que es peor, producen enclaves en donde se repite o intensifica el patrón dual de los espacios periféricos. Frente a esta observación más o me- nos compartida, Boisier (1976) desarrolló una perspectiva según la cual el enfo- que de los polos de crecimiento resulta “insuficiente”, técnicamente inadecuado por sus limitaciones en el espectro de di- mensiones a incorporar en el diseño de la planificación. Sin embargo, la parcialidad que Boisier (1976) observaba, superaba largamente un problema de calibración técnica. Su argumento se centró en la idea de que los polos de desarrollo tienen sentido en el marco de sistemas de centros urbanos industriales modernos; es decir, espacios en los que la estructura social es IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 10 La crítica de José Luis Coraggio (1974) a la noción de polo de desarrollo puede ser leída, sobre todo, como un con- trapunto de la perspectiva “técnico-nor- mativa” vista previamente. Precisamente, esta se dirigió a observar en el enfoque de Perroux, la naturalización de relaciones de dominación que subyacen a la propia idea de polos de desarrollo. En particular, Coraggio (1974) destacó la falta de una teoría explicita de aquellas relaciones de dominación que aparecen postuladas y no problematizadas: la dominación que ema- na del Estado y aquella que emana de las empresas; es decir, de la propiedad privada de los medios de producción (pp. 47-48). Coraggio (1974), en aquel debate, se limitó a una exposición de las suposiciones veladas en la teoría y la práctica basadas en los polos de desarrollo, considerando que esta política repetía los patrones de subordinación de la periferia. De allí que Boisier (1974; 1976) la considerara una crítica de orden político-ideológico. Sin embargo, es posible que se trate de una reducción en exceso. En su presentación, Coraggio (1974) hizo una observación pertinente: naturalizar las relaciones de dominación no solo vela un problema teórico de primer orden, sino que puede ocultar las probables consecuencias que el propio enfoque estructuralista ya re- conoce para la periferia. En el “sistema capitalista de domi- nación mundial” (Coraggio, 1974) es esperable que los polos periféricos se su- bordinen a los polos centrales mediante influencias de distinta naturaleza (finan- cieras, culturales, geopolíticas), que los convierten en los medios territoriales de la expoliación de polos-enclaves en el interior de los espacios periféricos. Los enclaves constituyen la fuente de recursos excedentarios que se deslocalizan primero hacia el polo central en la periferia para pasar luego a los polos centrales a nivel mundial. La contestación de Coraggio (1974) era, por lo tanto, un poco más que mera ideología. Incluso, dicho argumento en- contraba eco en la caracterización ofrecida por Alejandro Rofman (1974) en aquel seminario, acerca de la influencia de las empresas multinacionales en la estructu- ración regional de los países periféricos que, naturalmente, encierra la idea central condensada en las conclusiones del sistema socioeconómico. Si bien estas contribuciones con las que se iniciaba la década de 1970 no ter- minaron de constituir una conceptualiza- ción explícita de la cuestión regional y la territorialidad periférica, fueron el punto de partida de investigaciones posteriores en las que se hizo un esfuerzo explícito por precisar los sentidos de estos con- ceptos clave. La evolución de la cuestión regional en tiempos de transformaciones Entre los últimos años de la década de 1970 y comienzos de la de 1980, se El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 11 produjo una bifurcación de las posiciones teóricas que inicialmente encontraron en el ilpes un espacio común de dialogo u oposición. Es posible separar, por un lado, a aquellos que permanecieron en el ilpes y, por otro, a aquellos que tendieron a desarrollar el problema territorial por fue- ra de la institución. En ambos casos, las investigaciones teóricas sobre la territo- rialidad se alejaron aceleradamente de los marcos de referencia del estructuralismo clásico con el que inicialmente mantenían un vínculo, aunque probablemente débil y difuso. En cada caso, el alejamiento se dio en un sentido diferente con giros teóricos de distinta naturaleza. Es importante notar que esta reo- rientación no se produce en el vacío. Se pueden observar, a modo de contexto, dos grandes giros políticos y científicos relevantes para el problema desarrollado en este trabajo. Por un lado, una reo- rientación histórica con el ascenso de los centros financieros globales que lograron imponer una agenda de reformas liderada por la liberalización global del merca- do de capitales. Esta agenda impactó las instituciones que se caracterizaron por la promoción de la modernización de la periferia en el marco del orden político occidental de posguerra, diluyendo al Estados como figura clave a la hora de planificar la orientación y el proceso de acumulación de capital. Por otra parte, la crisis del modelo fordista keynesiano del Estado de bienestar tuvo su correlato en los modelos de referencia de las ciencias sociales. En particular, el giro postestruc- turalista, la emergencia del pensamiento sistémico relacional y la consolidación del modelo sociológico de la teoría del actor-red desplazaron las preocupacio- nes por las relaciones sociales que daban sentido y estructura al proceso histórico de modernización con sus formas, crisis y transformaciones. Considerar estos dos giros, resultará indispensable para com- prender la evolución del debate regional en América Latina. La bifurcación del debate regional en tiempos de crisis y transformación En 1978 y 1979, se realizaron dos semi- narios en los que el contraste entre las diferentes posiciones se puso en evidencia. El primero, bajo el liderazgo de Coraggio, fue realizado en el Colegio de México, con el auspicio del Consejo Latinoameri- cano de Ciencias Sociales y el Centro de Estudios Urbanos y Regionales, donde se abordó directamente la necesidad de construir una interpretación alternativa de la cuestión regional en América Lati- na (para la publicación de los resultados ver, Coraggio et al., 1989). El segundo, bajo el liderazgode Boisier, realizado en la Universidad de Los Andes, en Bogotá, organizado por el ilpes, el Instituto de Estudios Sociales de La Haya y el Insti- tuto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (Boisier, 1981). IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 12 En el seminario del Colegio de Mé- xico, los trabajos centrales abordaron el problema directamente ya que procu- raron definir el espacio en su comple- jidad y dimensiones. En este contexto, es posible describir el objetivo primario buscado en aquellos trabajos como un intento por comprender la región como el producto de la acción social desde una fundamentación relacional, articulada con el despliegue y desarrollo de las re- laciones capitalistas de producción y sus contradicciones estructurales. Estos tra- bajos fueron publicados casi una década después (Coraggio et al., 1989) mientras que las contribuciones de Coraggio se incorporaron y ampliaron, junto con un resumen de las conclusiones del semina- rio, en su trabajo Territorios en transición (Coraggio, 1987). Puede observarse la convergencia de dos conjuntos de ideas que constituyeron el plafón conceptual con el que la cues- tión regional fue abordada. Por un lado, la afirmación del “modo de producción capitalista” como la realidad histórico- social de base sobre la que la territoria- lidad se monta, articula y dinamiza. Por otro lado, la asimilación de la espacia- lidad como la metáfora de lo social y la relacionalidad como en fundamento de lo espacial. Es decir, la afirmación de la simbiosis espacio-sociedad sobre la base de una concepción simbólico-relacional. Bajo esta premisa, la región se con- virtió en el resultado de una superposi- ción de la estructura base (el modo de producción capitalista) y su curvatura o fragmentación mediante redes relaciona- les espacializadas. En algunas contribu- ciones, las contradicciones que emanan de las relaciones capitalistas de producción ganaban peso (Sabaté, 1989), pero en otros trabajos predominó largamente el giro relacional condensado en la teoría de redes, incluso combinado con la an- tropología estructural de Levi-Strauss (Archetti, 1989). En este contexto es posible situar también los abordajes que se centraron en la trama socioeconómica de grupos y posiciones de clase enfrentados en una disputa por la “conducción del proceso de acumulación de capital” (Rofman, 1984). El “enfoque de los subsistemas”, inspirado en las contribuciones iniciales de Pablo Levín a mediados de la década de 1970, comenzaba por descubrir un punto neurálgico de la cuestión: el problema de la planificación es consustancial a la reali- dad de los subsistemas de acumulación y no una cuestión exterior introducida por el funcionario de la oficina que lleva el mismo nombre. El propósito del enfoque de los subsistemas estaba precisamente en descubrir lo esencial de aquellas re- laciones de poder y autoridad que hacen que el modo de producción capitalista se materialice, necesariamente, bajo una delimitación espacial (Levín, 1981). Las contribuciones de Rofman (1989) fueron las que llevaron la influencia de Levín al seminario del Colegio de México con su propia impronta, es decir, con el El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 13 acento puesto en la trama de posiciones que disputan material e ideológicamen- te los “mecanismos decisionales puestos en práctica para orientar el proceso de acumulación a escala regional” (p. 353). Recientemente, estos conceptos han sido recuperados para analizar las transfor- maciones socioterritoriales más recientes (García & Rofman, 2020) tratando, pre- cisamente, de recuperar aquella línea de trabajo conceptual. Debe notarse que estas contribuciones se produjeron concomitantemente con la recuperación, en los países centrales, del problema de las estructuras multiesca- lares de los procesos de acumulación de capital (Taylor, 1982; Smith, 2010). Una recuperación que tomó un camino teórico similar y que, tendencialmente, puso en fricción aparatos conceptuales similares. En particular, podría observarse en es- tas perspectivas una jerarquización de la yuxtaposición entre la base histórica del modo de producción capitalista y el espa- cio relacional, lo que suponía un contras- te significativo con uno de los aspectos centrales del pensamiento estructuralista latinoamericano. Este último buscó explí- citamente conceptualizar la integralidad del proceso histórico de modernización latinoamericano, a sabiendas de que no se reduce a las contradicciones que emanan de las relaciones de tipo capitalistas ni en- cuentra su fundamento en una estructura relacional vacía y contingente. La perspec- tiva histórico-estructural buscaba captar formas de modernización considerando a los territorios que actúan en dicho marco y articulando los procesos de acumulación de capital. Esta vertiente crítica tendió a impugnar esta pretensión observando en el imperio de las relaciones capitalistas de producción el principio de historicidad principal de la realidad socioeconómica y el fundamento estructural de la condi- ción periférica. Por el lado de las discusiones desa- rrolladas en el marco del ilpes, todavía a finales de la década de 1970, conservaban el esquema centro periferia como una de las ideas de referencia para tratar de in- terpretar la cuestión regional en América Latina. En el mencionado seminario de- sarrollado en Bogotá en 1979, numerosas contribuciones pusieron el acento sobre la producción y apropiación del exceden- te al interior de los espacios nacionales, incluso en el cruce del conflicto de clases y el conflicto entre territorios subnacio- nales. En particular, fue el trabajo de Friedmann, Gardels y Pennink (1981) el que marcó el pulso teórico de dicho seminario. Allí los autores siguieron un argumento clave para la interpretación estructural-funcionalista de la cuestión regional. La territorialidad se desarrolla como una lucha de los territorios por un lugar dominante en la composición na- cional (Friedmann, 1967) e internacional, la cual se combina con la lucha de clases que proviene del control privado de los medios de producción. Frente a ello, Boisier (1981) aceptó la importancia del argumento de Friedmann, IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 14 pero mantuvo cierta distancia aclarando que el esquema centro-periferia no puede ser simplemente la “degradación escalar” de un enfoque pensado para realidades nacionales; para tomar dicha distancia apeló al “paradigma ‘del centro abajo’” (p. 34), es decir, una perspectiva en el que se jerarquizan los atributos endógenos del territorio subnacional, separándolo en sus aspectos intrínsecos de su relación conflictiva con otros territorios. La territorialidad, en tanto relación, no produce en este caso, regiones en pugna componiendo realidades institu- cionales históricas (Estados nacionales y sistemas interestatales) y asimétricas que, a su vez, articulan un conflicto de clase que no puede reducirse al anterior o vi- ceversa. Por el contrario, este enfoque, se basa en una definición corpuscular de la región, es decir, como unidad o sistema dotado de un cerramiento endógeno y acreedor de una mayor o menor capacidad para organizar la producción de bienes y servicios, en particular, el proceso tec- nológico que le permite incrementar su productividad y competitividad. Esta observación, todavía tenue de Boisier (1981), preanunciaba un giro sig- nificativo en el estudio de la cuestión regional en el marco del ilpes. En 1989, en un nuevo seminario internacional, esta vez en Santiago de Chile, las nuevas ten- dencias teóricas sedimentaron. Se avanzó en la combinación de perspectivas como el neoschumpeterianismo, el neoinstitu- cionalismo americano y el lenguaje de teorías sistémico-relacionales (Uribe- Echeverría, 1989; Gatto, 1989), que le sirvieron de coordenadas teóricas prin- cipales.2 Las referenciasa Carlota Pérez (1986) y Fajnzylber (1988) pusieron en evidencia un cambio teórico en el que se abandonó la sombra preminentemente weberiana del enfoque estructural para entrar en la de Joseph Schumpeter y sus metáforas evolucionistas. Como puede observarse, se produjo una nueva yuxtaposición, no entre el en- foque relacional y la estructura provista por las relaciones capitalistas de produc- ción, sino que, entre la teoría marginalista y su formulación neoinstitucionalista, a lo que se adicionó la dinámica evolutiva del neoschumpeterianismo. Estos lineamien- tos estaban particularmente presentes en las teorías que se denominaron a sí mis- mas neoestructuralistas, que caracteriza- ron la evolución teórica de aquella cepAl. De este modo, el organismo adaptó sus contribuciones, primero, a los turbulentos tiempos de la crisis de deuda y, luego, al peso político institucional del Consenso de Washington. La estabilidad macroeco- nómica, el crecimiento con equidad y el “regionalismo abierto” (cepAl, 1994) sintetizaron este cambio de época. El problema regional frente al ocaso y la recuperación del estructuralismo En la década de 1990, el estructuralismo clásico perdió inf luencia de un modo 2 Podrían mencionarse también algunas contri- buciones regulacionistas, orientadas a captar el vi- raje hacia el postfordismo, poniendo énfasis en la re- lación entre tecnología e instituciones. El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 15 significativo. La sensación de disconti- nuidad y cierre de procesos históricos pasados puede intuirse en los escritos que emanaron desde las oficinas del ilpes en aquellos tiempos. En aquel contexto, la afirmación teórica principal se halla en la consolidación del endogenismo co- mo punto de referencia de la cuestión regional. La observación crítica de este giro no tardó en aparecer, incluso, antes de que se desarrollara plenamente. De Mattos (1989) volvió sobre aspectos centrales de las tesis estructuralistas para mostrar có- mo las estrategias de “abajo hacia arriba” no tendrían ningún sentido si se aceptaba que el subdesarrollo de América Latina encontraba su matriz en su estructuración social y en la relación histórica establecida entre clases, estamentos o grupos econó- micos. Incluso, De Mattos (1990) obser- vó que las políticas de descentralización, promovidas hasta el cansancio en esta etapa, eran la base de una fragmentación institucional directamente vinculada con las reformas neoliberales del Estado en América Latina. El endogenismo consti- tuyó el medio principal para conceptuali- zar estas estrategias haciendo del espacio local la única entidad territorial sustantiva en su unilateralidad, una verdadera para- doja considerando las bases relacionales en las que se apoyaba. En cualquier caso, la composición histórica de estructuras socioterritoriales en diferentes niveles se desvaneció como marco de análisis para la comprensión de la condición periférica de América Latina. El trabajo de Boisier, Modernidad y Te- rritorio (1996), sintetiza la importancia y radicalidad del giro teórico-político y, pro- bablemente, constituye la última interven- ción relevante en el debate regional bajo la cobertura del ilpes. Allí, Boisier (1996) apeló al territorio organizado (p. 19) co- mo el sustrato de la idea de región, como un sistema identitario vital, localizado, autoproducido, autorganizado, evolutivo, sistémico (cerrado) y dinámico (abierto y complejo), que interactúa, en tanto sujeto —es decir, con cierta forma de voluntad o consciencia— con entidades similares, con empresas globales y Estados nacionales a los que no se les puede asimilar (p. 61). Esta perspectiva encontró eco y refe- rencias en las contribuciones regionalistas desarrolladas fundamentalmente en Eu- ropa, que alcanzaron amplia difusión en América Latina y que renovaron, sobre todo terminológicamente, la cuestión regional en la primera década del siglo xxi. El enfoque del desarrollo económico local (Alburquerque, 2004) fue aquel que conquistó el terreno como el lenguaje de referencia para abordar la cuestión regio- nal en el marco de la cepAl (Cuervo Gon- zález, 2004; Lira Cossio, 2003)existe en la región una cierta inquietud acerca de los resultados obtenidos que el boletín ideA (Volumen 3, Enero- Abril 2004. El consenso endogenista fue definido por De Mattos (2000) con relación a las IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 16 teorías del crecimiento económico que dominaron la época. Incluso, en dicho contexto, lo caracterizó como promotor de estrategias destinadas a reforzar los patrones de desigualdad regional en el subdesarrollo. Sin embargo, esta contri- bución poco podía hacer ante la extensión y profundidad de esta reorientación que consolidaba una marcada distancia con las tesis estructuralistas originales. El contraste es notable. Mientras que en el marco del estructuralismo clásico se buscó definir la cuestión regional a la luz de la pregunta por la especificidad de América Latina en su integración a las relaciones capitalistas de producción y el Estado racional, en su formulación endógena aquella se disolvió en la rela- cionalidad, los costos de transacción y las sinergias sistémicas. Esto se produjo en el marco de un clima de época retratado en la principal publicación de la cepAl (2004) ante la celebración del centenario del natalicio de Raúl Prebisch en 2001. En aquella colección de trabajos puede leerse una breve conferencia introductoria del propio Celso Furtado, en la que luego de establecer una serie de pautas históricas generales que definirían el proceso de modernización, desarrolló algunos de los atributos que caracterizan su moda- lidad específica en el presente, es decir, en los “albores del siglo xxi” (como se indica en el título de la obra). Allí, Fur- tado (2004) puso el énfasis, de un modo sucinto, en los cambios característicos de la estructuración social y las formas de la estatalidad que trajo aparejadas la transnacionalización del manejo de las tecnologías dominantes. Furtado (2004) puso en pleno ejercicio el modo clásico de razonamiento histórico estructural. No obstante, las contribuciones sub- siguientes provinieron de los principales economistas de la escena internacional que desarrollaron, en la primera década del siglo xxi, una crítica institucionalis- ta pragmática al modo de desarrollo de la globalización f inanciera. Rosemary Thorp, Ha-Joon Chang, Dani Rodrik, Carlota Pérez, Alice Amsden son proba- blemente las principales figuras interna- cionales que marcaron el pulso conceptual de la rememoración del natalicio de Pre- bisch. Las contribuciones realizadas por estos autores compartieron un plafón teórico donde el énfasis estaba puesto en las instituciones consideradas como reglas prácticas y habituales que rigen la organización económica diferenciada espaciotemporalmente. Estas reglas prác- ticas se combinaban con una teoría más o menos convencional (marginalista) de los costos de transacción de un modo abier- tamente ecléctico. En esta perspectiva institucionalista-pragmática, lo específico del proceso histórico de modernización no tiene un significado particularmente importante. La repetición, el hábito, la dependencia del pasado son ideas que definen el abordaje histórico de América El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 17 Latina, tomando distancia en lo esencial respecto de los fundamentos que el propio Furtado resumió en la misma publicación. Al momento de tratar los espacios na- cionales más estables, explícitos e institu- cionalizados predominó una perspectiva institucionalista pragmática con rasgos sistémico-evolucionistas para abordar los problemas del cambio tecnológico. Las regiones, por su parte, más flexibles y tá- citas, fueron interpretadas como sistemas autoproducidos que se integraban reticu- larmente a las relaciones nacionales e in- ternacionalescon diferente éxito relativo. Finalmente, es importante notar que los efectos de mediano plazo de la cri- sis de 2001/02 en América Latina y de 2008/09 en los países centrales abrieron interrogantes que permitieron una recu- peración más directa de las de contribu- ciones del estructuralismo original. El proyecto “Raúl Prebisch y los desafíos del siglo xxi”,3 iniciado en 2012, en el marco de la cepAl, fue el punto de partida de un conjunto de valiosos aportes orientados a recuperar el pensamiento de Prebisch. Estos esfuerzos se orientaron sobre todo a una reconstrucción de su teoría econó- mica en el marco de la propuesta de diá- logo entre el neoestructuralismo y otras corrientes “heterodoxas del pensamiento económico” (Pérez Caldentey, 2015). Probablemente el aspecto más crítico se concentra en la observación de la im- portancia del concepto de excedente a la hora de definir, incluso tempranamente, la condición periférica de América Latina en Prebisch. Si bien este aspecto tiene una importancia decisiva a la hora de compo- ner una caracterización más ajustada a su pensamiento, no implica una recupera- ción en plena profundidad del problema formulado por el estructuralismo clásico según la lectura propuesta en este trabajo. Esta estrategia, que podría caracteri- zarse como “disciplinar”, también incidió en el recorte espacial de la recuperación de Prebisch. Si bien es cierto que pueden encontrarse en este marco investigacio- nes sobre la formación del ilpes (Franco, 2013), la cuestión regional no fue retoma- da directamente, incluso parece perderse de vista en el marco de un predominio natural de las instituciones nacionales con las que el recorte disciplinar se identifi- ca. Particularmente, podría decirse que en la segunda década del nuevo siglo la cuestión regional se disolvió sin que ello tenga mayores consecuencias para la re- construcción conceptual desarrollada en el marco de la cepAl. Problematizar la modernización la- tinoamericana y las formas histórico- estructurales de diferenciación social y territorial es el objetivo que puede iden- tificarse como la base de la cuestión re- gional estructuralista que, sin embargo, no alcanzó a ser formulado de un modo teórico claro y explícito. Lo específico de la periferia no estaría solo en la existencia de asimetrías territoriales, sino en la exis- tencia de territorios subnacionales capaces de apropiarse de una cuota parte del exce- dente, usarlo o valorizarlo, prescindiendo 3 h t tp s ://bib l ioguias . cepal.org/portalprebisch https://biblioguias.cepal.org/portalprebisch https://biblioguias.cepal.org/portalprebisch IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 18 de las territorialidades periféricas de las que, no obstante, dependen para asegu- rarse, directa o indirectamente, los recur- sos necesarios para la formación de dicho excedente. Al igual que en el caso de la definición basada en la estructuración social, la estructura territorial periférica se apoya en la idea de una escisión inter- na, a la manera de una lesión en el lazo de integración territorial de las unidades que componen un espacio económico regional, fragmentado en una pluralidad de naciones. Sobre este punto particular fue pro- movida la cuestión regional en el pensa- miento estructuralista latinoamericano, que permanece todavía como una cuenta pendiente no saldada que, por lo tanto, constituye una ventana de oportunidad para la formulación de agendas prome- tedoras de investigación socioeconómi- ca. Este llamamiento puede leerse en la conferencia dictada por Carlos Brandao (2015) en el primer Encuentro de Ex- pertos Gubernamentales en Políticas de Desarrollo Territorial en América Latina y el Caribe, organizado por el ilpes en octubre de 2012. Allí el autor hizo expli- cita la necesidad de recuperar el camino trazado por las hipótesis estructuralistas: situar la cuestión regional en relación con la estructuración sociohistórica específica de América Latina e indagar por las bases de una teoría específica de las relaciones de poder y autoridad que allí se ponen en juego. Observa, en este contexto, la nece- sidad de descubrir en la territorialidad la estructuración escalar que le es intrínseca, para recuperar la importancia del Estado nación como un punto nodal de dicha es- tructuración y momento clave en la com- prensión de la modernización periférica de América Latina. Aspectos similares son introducidos, a continuación, como con- clusiones de este trabajo, con el objetivo de explicitar, en términos generales, una hoja de ruta para futuras investigaciones. Finalmente, conviene realizar una sín- tesis de los distintos momentos del debate regional en torno al ilpes, a partir de un cuadro resumen en el que se incorporan las principales dimensiones tratadas en el trabajo (tabla 1). En particular, allí se incorporan las referencias temporales, los participantes, el contexto institucional, las ideas centrales y las obras clave que fueron analizadas en este trabajo. Conclusiones El problema de las regiones subnacionales siguió una trayectoria de alejamiento y bifurcación en relación con las hipótesis fundamentales del enfoque estructuralis- ta latinoamericano. Incluso en los tiem- pos de pleno auge de esta perspectiva, el debate regional abandonó el marco de referencia centrado en la caracterización del proceso histórico de modernización periférica y su particular estructuración social. Las nuevas condiciones históricas, tanto políticas e institucionales, como in- telectuales y académicas, que llegaron con la crisis del fordismo y la irrupción de la El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 19 globalización neoliberal financiera, favore- cieron este viraje que hasta el 2022 no ha tenido una contestación en profundidad. A las puertas de una potencial recu- peración es posible establecer criterios básicos que podrían ayudar a pensar la cuestión regional considerando el pro- blema más amplio de la territorialidad en relación con las tesis del pensamiento es- tructuralista latinoamericano. En primer Tabla 1. Cuadro sintético de los debates regiones analizados Periodo Conceptos principales Autores Contexto institucional Obras de referencia Primer debate, comienzos de la década de 1970 Crítica a la teoría de polos de desarrollo. Crítica normativista y crítica crítico-ideológica. Persistía cierta proximidad a las tesis estructuralistas. Preocupación por la especificidad del proceso de modernización latinoamericana. Sergio Boisier y José Luis Coraggio representan las posturas más destacadas y polares. Desarrollado en el marco del ilpes. Artículos incorporados en el ilpes (1972), Planificación regional y urbana en América Latina, Siglo xxi. Segundo debate, fines de la década de 1970 y comienzos de la de 1980. Bifurcación y acentuación de diferencias. Por una parte, la región como unidad relacional institucional (endogeinismo). Por otra parte, como unidad relacional articuladora del modo de producción capitalista (marxismo). Alejamiento de ambas tendencias de las tesis estructuralistas. Continúa el liderazgo de los anteriores pero se incorporan nuevos autores. Una corriente en el ilpes, la otra fundamentalmente fuera del organismo. Boisier, S., Cepeda, F., Hilhorst, J., Riffka, S. & Uribe-Echevarría, F. (1981). Experiencias de planificación regional en América Latina: una teoría en busca de una práctica, cepAl – ilpes. Coraggio, J. L. (1987). Territorios en transición. Quito, Ciudad Tercer debate, en la década de 1990 y contribuciones recientes. Consolidación del endogeinismo como corriente principal acompañando el giro neoinstitucionalista dominante en la cepAl hasta 2008/9. Voces críticas más bien aisladas y esporádicas. Recuperación reciente de la preocupación por el restablecimiento del problema regional en el marco del estructuralismo (experiencia en pleno desarrollo). SergioBoisier consolida el paradigma endogeinista. Carlos de Mattos y Alejandro Rofman como voces críticas principales. Corriente endogeinista como vos principal del ilpes. Algunas voces críticas dentro del organismo y otras fuera. Boisier, S. (1996). Modernidad y territorio. cepAl – ilpes. Fuente: elaboración propia. lugar, el abordaje de la cuestión de las regiones subnacionales requerirá una in- vestigación explícita sobre el modo en que la territorialidad, en tanto relación social, se integra a una teoría más amplia de la modernización. En este punto, será indis- pensable volver sobre las fuentes teóricas que permitieron al estructuralismo pen- sar la modernización periférica y entablar allí un diálogo explícito sobre cómo la IgnacIo Tomás Trucco, VícTor ramIro Fernández territorios 49 20 territorialidad puede ser conceptualizada bajo este criterio de historicidad e incluso modificarlo o reconsiderarlo a la luz de las investigaciones sociales posteriores. En segundo lugar, la incorporación de la territorialidad tiene que estar orientada a poder integrarse, incluso complementar y completar, las ideas que el estructura- lismo desarrolló sobre la estructuración social periférica en espacios socioeconó- micos nacionales y continentales. Aun cuando este constituyó un aspecto central del estructuralismo latinoamericano, ello no significa que el problema de la estruc- turación social o el proceso histórico de diferenciación e integración social esté concluido. Si bien esto constituye un tópico en sí mismo, es posible observar que difícilmente pueda avanzarse de un modo significativo sobre este mientras la territorialidad no sea teorizada como una relación social interviniente en dicha estructuración. En tercer lugar, como continuación del punto anterior, la territorialidad, junto con todos los momentos de su desarro- llo, debe ser considerada necesariamente de tal modo que su articulación con las relaciones capitalistas de producción no permanezca en una zona de ininteligi- bilidad. Es preciso elaborar criterios ex- plícitos a partir de los cuales se observen las articulaciones necesarias entre ambas relaciones, de modo que sea posible deri- var de ello la composición de formaciones sociales específicas con estratificaciones y perfiles específicos de modernización. En este marco, la articulación de ambas rela- ciones tendrá por finalidad, por una parte, componer una teoría de las formas del poder y de la autoridad bajo los procesos históricos específicos de modernización. Por otra parte, permitirá también avan- zar en la integración de dos momentos con signo opuesto con relación al criterio espacial: la mundialidad inherente a las relaciones capitalistas de producción y la delimitación escalar de las relaciones territoriales. En cuarto lugar, resulta clave que la territorialidad se desarrolle en el marco de una teoría de la modernización periférica, pero simultáneamente como una relación social a partir de la cual la estatalidad pueda ser conceptualizada. Hacer derivar la estatalidad de la territorialidad permi- tirá precisamente que la cuestión escalar no permanezca como mera abstracción, sino que pueda ser definida a partir de las formas en las que se desarrolla esta relación social en el marco del proceso histórico de modernización. Por lo tanto, no solo la estatalidad toma un papel des- tacado, sino que incluso se convierte en un principio de interpretación histórica de la modernización periférica en el que las escalas subnacionales constituyen sus momentos constitutivos. Como corolario, podría agregarse un quinto criterio: el abordaje de las regiones o de la estructura regional de los espacios nacionales periféricos involucrará a la to- talidad del sistema y por lo tanto convo- cará a una reconsideración del enfoque a El dEbatE rEgional En la pErifEria territorios 49 21 nivel general. Esto no es particularmente problemático y se deduce de la naturale- za histórico-estructural del enfoque en el que la unidad y la diferenciación del sistema socioeconómico tienen el mismo estatus. En el marco de esta consideración general, deberán identificarse aquellos momentos en los que se pone en juego el activo papel de las regiones subnacionales y dónde se determina la correspondencia entre las estructuras territoriales y la pro- pia condición periférica. Estos criterios constituyen la base de actuales investi- gaciones que precisamente tienen por objetivo recuperar aspectos esenciales del pensamiento estructuralista para reconsi- derarlos a la luz de la evolución reciente de las ciencias sociales y económicas. Se espera que, en el futuro, estos puntos reciban una respuesta explícita que, a modo de nuevas hipótesis, permitan la elaboración de renovadas investigaciones históricas y empíricas sobre las formacio- nes económicas periféricas. Referencias Alburquerque Llorens, F. (2004). Desa- rrollo económico local y descentrali- zación en América Latina. Revista de la cepal, (82), 157-171. https://hdl. handle.net/11362/10946 Archetti, E. P. (1989). 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