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Dña. Dulce María Platero García
Jefa del Área de Medicina del Trabajo del IAPRL
Promoción de la salud
cardiovascular en el trabajo
ASTURIAS PREVENCIÓN 19
Área de Medicina del Trabajo
La prevención y el control del riesgo cardiovascular
constituyen un reto sanitario de primera magnitud,
dado que las enfermedades cardiovasculares
(ECV) se mantienen como la primera causa de
mortalidad en España, pese a que en los últimos
años se ha observado un notable descenso de su
tasa ajustada por edad. Sin embargo, y debido fun-
damentalmente al envejecimiento de la población,
el número de muertes por cardiopatía isquémica ha
aumentado. 
Las dos principales entidades que causan el mayor
número de muertes de etiología cardiovascular son
la enfermedad isquémica del corazón y la enfer-
medad cerebrovascular, que en conjunto producen
aproximadamente un 60 % de la mortalidad cardio-
vascular total.
Estas enfermedades constituyen un aspecto impor-
tante en el ámbito de la medicina laboral debido a
que generan el mayor coste económico y social en
nuestro país, principalmente derivado del absen-
tismo laboral y las elevadas tasas de incapacidad
que ocasionan, ya que la mayoría de los casos se
producen en la población trabajadora. Habrá que
prever, además, que la edad media de los trabaja-
dores irá aumentando progresivamente, factor di-
rectamente relacionado con el aumento del riesgo
cardiovascular.
En nuestra Comunidad Autónoma, y durante el pa-
sado año 2013, se han producido un total de 22 ac-
cidentes de trabajo mortales, (exceptuando los “in
itinere”), de los cuales, 10 corresponden a patolo-
gías no traumáticas, (infartos, derrames cerebrales
y otros), según datos obtenidos del “Avance del In-
forme anual de la siniestralidad laboral en Asturias-
Año 2013” elaborado por el Observatorio de Condi-
ciones de Trabajo del IAPRL.
Estas patologías evolucionan en corto periodo de
tiempo, en contextos muy diversos y precisan la co-
laboración de diferentes profesionales. Hay evi-
dencia sólida de que el tratamiento adecuado, apli-
cado lo más precozmente posible, disminuye el im-
pacto en la morbi-mortalidad de estos eventos y
mejora el pronóstico de los pacientes. 
La atención sanitaria en la fase aguda de la enfer-
medad (infarto agudo de miocardio, ictus), debe ser
rápida y sin demora por dos razones: la primera,
porque implica la afectación de los órganos vitales
y la segunda, porque el margen de tiempo para ini-
ciar la intervención terapéutica en el caso del in-
farto, bien mediante fibrinolisis farmacológica y/o
revascularización percutánea (angioplastia pri-
maria) es muy corto,12 horas a lo sumo, y en el
caso del ictus, la terapia con fibrinolisis se aplicará
en las primeras 4 horas y media desde el inicio de
los síntomas.
Por tanto, ante cualquier sospecha de un episodio
vascular agudo se debe acudir a un servicio de ur-
gencias hospitalario de forma inmediata.
Una vez que las fases agudas, con frecuencia po-
tencialmente mortales, de la ECV se han superado,
las diferentes actuaciones deben estar encami-
nadas a mejorar el estado de salud físico y psí-
quico, detectando y controlando factores de riesgo,
educando al paciente y su entorno familiar para
conseguir una mejoría de la capacidad funcional y
su reinserción social, así como la posibilidad de re-
anudar la actividad laboral lo más precozmente po-
sible.
La evaluación del estado de salud en el momento
de la reincorporación al centro de trabajo tras un
periodo de incapacidad prolongada, permite esta-
blecer su idoneidad (aptitud) para volver a ocupar
su puesto de trabajo y el desarrollo de una determi-
nada actividad laboral. Es frecuente, que el médico
del trabajo deba establecer ciertas limitaciones
temporales para la realización de las tareas o bien
adaptar el puesto de trabajo a la situación del tra-
bajador para evitar un posible daño, o en última ins-
tancia, proceder a un cambio de trabajo acorde con
sus capacidades.
El desarrollo de enfermedad cardiovascular está ín-
timamente relacionado con el estilo de vida y los
factores de riesgo asociados, por tanto, la interven-
ción en la modificación del estilo de vida y en el
control de los factores de riesgo ha demostrado de
forma inequívoca reducir la morbi-mortalidad que
producen.
William B. Kannel, uno de los investigadores princi-
pales del Estudio del Corazón de Framingham, hizo
la siguiente definición de factor de riesgo cardio-
vascular: “se trata de una característica biológica o
hábito de vida que aumenta la probabilidad (riesgo)
de padecer una enfermedad cardiovascular, mortal
o no mortal, en aquellos individuos que lo pre-
sentan”.
La presencia de un factor de riesgo cardiovascular
no asegura que se vaya a desarrollar una enfer-
medad cardiovascular, así como su ausencia tam-
poco garantiza una protección total frente a ella.
Respecto a estos factores de riesgo, se describe un
patrón epidemiológico multifactorial, con factores
que en muchas ocasiones se presentan asociados
y entre los que unos son no modificables (edad,
sexo, factores genéticos, historia familiar y enfer-
medad vascular previa) y otros modificables, preci-
samente en los que cabe actuar de forma preven-
tiva: hipertensión arterial, tabaquismo, dislipemia,
diabetes mellitus, obesidad-sobrepeso, e inacti-
vidad física (sedentarismo). 
Aunque no hay una evidencia definitiva de su papel
etiológico se han considerado también otros fac-
tores: protrombóticos (fibrinógeno), inflamatorios
(proteína C reactiva), homocisteína y lipoproteína(a)
elevada.
La relación entre el sistema cardiovascular y el tra-
bajo forman una dualidad inseparable en la que el
primero puede verse afectado por numerosos fac-
tores nocivos generados en el trabajo, así como de-
terminados patrones de conducta y circunstancias
de estrés, condiciones y exigencias del puesto de
trabajo juegan un papel importante y en muchos
casos determinante en el proceso multifactorial que
origina estas enfermedades.
Salvo escasas excepciones, estos factores labo-
rales rara vez causan de forma directa una ECV
pero, una vez que la integridad del sistema cardio-
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vascular se halla comprometida, pueden contribuir
al desarrollo continuo de un proceso patológico o
acelerar la aparición de síntomas que reflejan la al-
teración funcional.
La exposición a dichos factores de riesgo (FR) in-
cluye: riesgos ergonómicos (manipulación manual
de cargas, posturas inadecuadas…), contaminantes
físicos (ruido, temperatura, vibraciones, radia-
ciones ionizantes, electricidad, campos electro-
magnéticos y trabajos con aire comprimido), conta-
minantes químicos, entre los que unos son tóxicos
inorgánicos (plomo, mercurio, cadmio, cobalto, an-
timonio, arsénico, bario, fósforo y berilio) y otros or-
gánicos (compuestos orgánicos nitrogenados, di-
sulfuro de carbono, monóxido de carbono, hidro-
carburos halogenados, plaguicidas…), contami-
nantes biológicos (bacterias, virus, hongos..), y
riesgos psicosociales.
Los riesgos psicosociales y el estrés laboral se en-
cuentran entre los problemas que más dificultades
plantean en el ámbito de la seguridad y la salud en
el trabajo y además de asociarse a un mayor riesgo
cardiovascular, empeoran el pronóstico de los pa-
cientes con la enfermedad establecida, dificultando
significativamente el control de los FR clásicos.
Por tanto, la salud laboral debe ser receptiva para
proporcionar medidas de prevención eficaces y, en
este sentido, es preciso evaluar convenientemente
estos riesgos relacionados con la esfera psicoso-
cial que se deben gestionar como cualquier otro
riesgo que afecte a la salud y seguridad de los tra-
bajadores.
Las medidas más habituales que se han adoptado
para prevenir los efectos negativos de los mismos,
se orientan hacia mejoras en el diseño, organiza-
ción y gestión del ambiente psicosocial de trabajo.
A menudo supone combinar el enriquecimiento de
las tareas con el trabajo en grupo, lo cual, además
de potenciar la capacitación, responsabilidad y au-
torrealización individual de laspersonas, incre-
menta la motivación y cooperación.
ASTURIAS PREVENCIÓN 21
Área de Medicina del Trabajo
La preocupación por la salud en el lugar de trabajo
ha venido determinada e impulsada de forma muy
significativa con la entrada en vigor de la Ley
31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales,
como importante punto de partida para mejorar la
salud de los trabajadores.
Si bien es cierto que, desde hace muchos años, se
vienen desarrollando campañas de promoción de
la salud, principalmente desde las entidades sani-
tarias y educativas, el presente y futuro próximo
apunta al ámbito laboral como un interesante
campo de actuación para fomentar y promover la
salud tanto a nivel individual como colectivo.
En los últimos años, se han multiplicado las inter-
venciones de promoción de la salud en las em-
presas existiendo evidencias claras del impacto de
las mismas no sólo en la salud y calidad de vida de
los trabajadores, sino también en cuanto a compe-
titividad y sostenibilidad de la empresa y la conten-
ción de los costes ligados a la mala salud.
La promoción de la salud en el lugar de trabajo es
una estrategia de salud pública avalada por la co-
munidad científica y los más importantes orga-
nismos internacionales relacionados con la salud y
el trabajo (Organización Mundial de la Salud, Orga-
nización Internacional del Trabajo, Red Europea de
Promoción de la Salud en el Lugar de Trabajo,
entre otros).
Basada en la definición de promoción de la salud
aparecida en la carta de Ottawa (OMS, Ginebra,
1996), La Red Europea de Promoción de la Salud
en el Trabajo (ENWHP), en 1997, definió la promo-
ción de la salud en el trabajo como “los esfuerzos
de los empresarios, los trabajadores y la sociedad
para mejorar la salud y el bienestar de las personas
en el lugar de trabajo”, constituyendo la base de la
Declaración de Luxemburgo.
Para ayudar a prevenir, disminuir y controlar las en-
fermedades cardiovasculares, la Sociedad Espa-
ñola de Cardiología, a través de la Fundación Es-
pañola del Corazón y con la colaboración de la So-
ciedad Española de Medicina y Seguridad del Tra-
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bajo, han unido sus fuerzas para lanzar el “Pro-
grama de Empresas Cardiosaludables” (PECS),
con el propósito de que las empresas que se ad-
hieran al programa puedan contar con las herra-
mientas necesarias para que éste figure sistemáti-
camente en su política de prevención de la enfer-
medad cardiovascular de los trabajadores.
El objetivo del PECS es claro: conseguir disminuir
entre los trabajadores la incidencia de las enferme-
dades cardiovasculares y ayudar a las empresas
en el desarrollo de las etapas necesarias para im-
plantar el programa y fomentar, además, la adop-
ción de hábitos de vida saludables.
Las estrategias de prevención de la enfermedad
cardiovascular se basan de forma esquemática en
la actuación preventiva sobre sujetos aparente-
mente sanos que no han mostrado ninguna mani-
festación clínica de enfermedad (prevención pri-
maria) y en la actuación sobre pacientes que ya
han tenido alguna manifestación clínica de la
misma, (prevención secundaria), lo que les situaría
en el vértice superior de la pirámide de riesgo car-
diovascular.
El cálculo del riesgo cardiovascular, a pesar de sus
limitaciones, es la herramienta más útil disponible
actualmente en la clínica para establecer las priori-
dades en prevención primaria y decidir sobre la in-
tensidad de las intervenciones en quienes pre-
sentan un mayor riesgo cardiovascular.
Se dispone de diferentes sistemas de medición del
riesgo cardiovascular que combinan varios factores
para determinar la probabilidad de que un individuo
presente un evento cardiovascular en un periodo
de tiempo concreto, habitualmente en los próximos
10 años. Las enfermedades incluidas dentro del
concepto de riesgo cardiovascular son la cardio-
patía isquémica y la enfermedad cerebrovascular.
Actualmente, el método para la estimación del
riesgo cardiovascular recomendado en España,
acorde con la recomendación de la Sociedad Eu-
ropea de Cardiología y otras sociedades médicas
europeas, es el sistema SCORE (Systematic Coro-
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Área de Medicina del Trabajo
nary Risk Evaluation) calibrado para la población
española, que valora únicamente mortalidad car-
diovascular, incluyendo, por tanto, muertes corona-
rias y de causa cerebrovascular.
Las dos utilidades más importantes de valorar el
riesgo cardiovascular son la de establecer las prio-
ridades de prevención cardiovascular y decidir la
intensidad de la intervención con la introducción o
no de tratamiento farmacológico.
Dado que la ECV, una vez desarrollada implica una
importante morbilidad, es de notable trascendencia
evitar su progresión mediante un control precoz de
los denominados factores de riesgo cardiovascular.
Parece obvio, que en materia de salud cardiovas-
cular la estrategia más “coste-efectiva”, consiste en
incidir en la implementación de programas de pro-
moción de estilos de vida cardiosaludable y en la
detección precoz y control óptimo de dichos fac-
tores de riesgo, que tienden a la agregación en un
mismo individuo.
En conclusión, el lugar de trabajo es un contexto
idóneo para conocer el estado de salud de los tra-
bajadores y por tanto, para la detección de ECV
asintomáticas no diagnosticadas, para eliminar los
factores dependientes del lugar de trabajo que po-
drían acelerarlas o agravarlas, para identificar los
factores que aumentan el riesgo de ECV y para eje-
cutar programas de promoción y educación para la
salud, que constituyen una de las herramientas fun-
damentales para la prevención y control del riesgo
cardiovascular.
Cuando se producen ECV, la atención rápida para
controlar las circunstancias relacionadas con el
puesto de trabajo que pueden prolongar o au-
mentar su gravedad reducirá al mínimo la exten-
sión y la duración de la discapacidad, mientras que
los esfuerzos de rehabilitación precoces supervi-
sados por profesionales permitirán restaurar la ca-
pacidad de trabajo y reducir el riesgo de recidivas.
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