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A pesar de que evolucionamos como especie, nuestra biología y sus pretensiones prosiguen siendo exactamente las mismas: no estamos diseñados para la abundancia en la cual estamos inmersos. Frente a esta situación, la doctora Florencia Raele enseña todos los factores que tienen la posibilidad de enfermarnos y de qué manera intervenir para poder una salud integral recobrando las funciones ancestrales que hemos olvidado. Lee ahora Descarga eBook Escucha libro No longer available |Learn moreThis book isn’t in the library right now, search for anotherAvailable on iOS & AndroidEl ser humano busca la comodidad y el placer inmediato; esta falta de adversidad nos lleva a ser cada vez más débiles. A pesar de que evolucionamos como especie, nuestra biología y sus necesidades siguen siendo las mismas: no estamos diseñados para la abundancia en la cual estamos inmersos. Frente a esta realidad, la doctora Florencia Raele explica cada uno de los factores que pueden enfermarnos y cómo intervenir para lograr una salud integral recuperando las funciones ancestrales que hemos olvidado. Los niños se ponen tristes, llorosos e impulsivos; muchas veces no toleran la medicina y muestran cuadros de diarrea y vómito. “No pierdo tiempo, así que los llevo para que una persona de mi confianza los cure”, indica Álava. Mélida Cobeña, por su parte, considera que no existe maldad de las personas para enfermar a otras, y en su caso, a sus 27 años de edad, aún suele padecer dolor de cabeza y fatiga cuando la “ojean”. “En las comunidades siempre hay personas que saben cómo curar y evitar que los sigan perjudicando”, sostiene. Juana Carreño, en cambio, explica que ella se cura en sano, y la fórmula efectiva para no ser presa de algún “ojeador” es pedirle que la santigüe con un poco de saliva. “La mayoría de ocasiones lo hago, especialmente cuando me doy cuenta de que alguien me estuvo mirando más de la cuenta”, declara. Posibilidad. Byron Landívar, jefe de prevención del hospital oncológico de Solca, expresa que el mal de ojo dentro de la comunidad científica tiene una puerta abierta a la posibilidad. Durante mucho tiempo, menciona, incluso desde las aulas en la universidad, siempre se dejó un paréntesis para este pequeño mal, “porque nuestros profesores siempre lo nombraron, pero lo asociaron a una fase viral, es decir, un virus que entra en el cuerpo y cumple su ciclo de siete días”, cita. El médico explica, según la enseñanza que recibió, que la persona con mal de ojo presenta una sobrecarga energética importante y por eso los tratamientos dirigidos al mal de ojo radican en pasarle el huevo, romperlo y poner su contenido en un vaso de agua. Entonces se aprecian las señales como velas o cruces, que demuestran la gravedad del caso. Presente. Carmina Pinargote, coordinadora zonal de Salud, indica que dentro de lo que es medicina ancestral hay algunas creencias y parte de nuestra cultura es que muchas personas aprendieron el arte de curar por medio de hierbas o de energías. “Nosotros como Ministerio asumimos esta parte, la estamos analizando, no podemos decir, al menos yo como médico y formada en la parte científica, que esto se dé, pero no hay que desconocer que existen las energías negativas o positivas y que pueden influir en el proceso salud enfermedad”, explica. José Rivas Valle, médico clínico, declara que en su profesión algunos colegas creen en el mal de ojo y otros no. En su caso, aclara, cuando una persona recurre a su consulta, lo primero que hace es preguntar si se trató contra el mal de ojo, y luego procede a diagnosticar para no “chocar en el tratamiento”. “No conozco la técnica que usan los curanderos, pero está muy claro que no toda persona sabe curar la enfermedad”, señala. Rivas Valle indica que sus hijos y nietos han sido curados de mal de ojo, porque él mismo lo recomienda cuando nota algún decaimiento en su salud. Tratamiento. Blanca Ortega tiene 78 años de edad, de los cuales 43 los ha dedicado a curar a personas afectadas por el mal de ojo. La técnica, refiere, la aprendió de un amigo que salvó la vida a su segunda hija, quien estuvo al borde de la muerte. Tras la experiencia y por los pocos curanderos en esos años, se decidió a ayudar a las personas. En su tarea emplea una cacerola o mateancho, además de aguardiente, colonia, agua bendita y sal. “Depende de las circunstancias, ya que unas personas ojean de cariño y otras en algún momento de coraje”, dice. Hasta su casa, ubicada en San Alejo, llegan personas de todo Manabí. No hay un número exacto, porque varía siempre, afirma. La cantidad de curaciones, dice, son tres, preferentemente en un horario en que la persona se encuentre en un ambiente acogedor. “Solo para el ojo seco son seis curadas. El mal debe tratarse a tiempo para que el niño no pierda la vida”, señala. Cuestión de fe. Verdi Plaza, sacerdote de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús en la ciudadela Municipal, precisa que la gente es amante de la tierra y por eso hay mucho uso de las hierbas, lo cual es respetable. “No nos metemos en el tema espiritual, psicológico y social de las personas”, dice. El párroco recalca que en las curaciones se emplean oraciones y a veces imágenes religiosas, demostrando la existencia de la fuerza de la fe. “Una cosa es la fe, la creencia, y otra diferente es la superstición”, acota Plaza. El ser humano busca la comodidad y el placer inmediato; esta falta de adversidad nos lleva a ser cada vez más débiles. A pesar de que evolucionamos como especie, nuestra biología y sus necesidades siguen siendo las mismas: no estamos diseñados para la abundancia en la cual estamos inmersos. Frente a esta realidad, la doctora Florencia Raele explica cada uno de los factores que pueden enfermarnos y cómo intervenir para lograr una salud integral recuperando las funciones ancestrales que hemos olvidado.
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