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Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Atención inicial al trauma grave Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Página deliberadamente en blanco Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Atención inicial al trauma grave Las primeras 24 horas Mario Chico Fernández Jesús Abelardo Barea Mendoza Carolina Mudarra Reche María del Ara Murillo Pérez Lidia Orejón García Marcos Valiente Fernández Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Avda. Josep Tarradellas, 20-30, 1.°, 08029, Barcelona, España Atención inicial al trauma grave. Las primeras 24 horas, de Mario Chico Fernández, Jesús Abelardo Barea Mendoza, Carolina Mudarra Reche, María del Ara Murillo Pérez, Lidia Orejón García y Marcos Valiente Fernández ©2023 Elsevier España, S.L.U. ISBN: 978-84-1382-037-8 eISBN: 978-84-1382-343-0 Todos los derechos reservados. Reserva de derechos de libros Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o trans- formación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www. conlicencia.com; 91 702 19 70/93 272 04 45). Advertencia Los profesionales de la salud e investigadores deben siempre contrastar con su propia experiencia y conocimientos la evaluación y el uso de cualquier información, método, compuesto o experimento descritos en esta obra. Los rápidos avances en el conoci- miento científico requieren que los diagnósticos y las dosis de fármacos recomendadas sean siempre verificados de manera independiente. Conforme al alcance máximo permitido por la ley, ni Elsevier, ni los autores, editores o colaboradores asumen responsabilidad alguna por cualquier reclamación por daños que pudieran ocasio- narse a personas o propiedades por el uso de productos o por negligencia, o como consecuencia de la aplicación de cualesquiera métodos, productos, instrucciones o ideas contenidos en esta obra. Con el único fin de hacer la lectura más ágil y en ningún caso con una intención discriminatoria, en esta obra se ha podido utilizar el género gramatical masculino como genérico, remitiéndose con él a cualquier género y no solo al masculino. Servicios editoriales: GEA Consultoría Editorial S.L. Ilustración de cubierta: Juan Valdivia Depósito legal: B. 18.823 - 2022 Impreso en Polonia Página de créditos Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta http://www.conlicencia.com/ http://www.conlicencia.com/ v José Carmelo Albillos Merino Jefe de Servicio Servicio de Radiodiagnóstico Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Antonio Arranz Esteban Enfermero UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Marta Arroyo López Médica Adjunta Servicio de Radiodiagnóstico Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Rosana Ashbaugh Lavesiera MIR Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Ismael Auñón Martín Médico Adjunto Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Manuel Luis Avellanas Chavala Médico Intensivista Hospital de Huesca. España Profesor del Máster en Medicina de Urgencias y Rescate en Montaña Universidad de Zaragoza. España Miembro del Comité Ejecutivo de Altitud Federación Panamericana e Ibérica de Medicina Crítica y Terapia Intensiva Marc Ayala Gallardo Especialista en Medicina Intensiva y en Medicina de Emergencias en Montaña (ICAR) Equipo de rescate en Montaña 061 Salud Aragón María Ángeles Ballesteros Sanz Médica Adjunta Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander. España Jesús Abelardo Barea Mendoza Médico Adjunto UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Susana Bermejo Aznárez Médica Adjunta UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Pilar Borrego Jiménez Médica Intensivista. Teniente Coronel Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla. Madrid. España Susana Borruel Nacenta Jefa de Sección Servicio de Radiodiagnóstico Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Ángel Luis Burgos Saco Médico Adjunto Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (SUMMA 112). España Pedro Caba Doussoux Jefe de Sección Servicio de Traumatología y Ortopedia Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Ángel Francisco Carvajal Carrasco Jefe de Servicio Servicio de Cirugía Torácica Hospital Universitari Son Espases. Palma. España Ana María Castaño León Médica Adjunta Servicio de Neurocirugía Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Mario Chico Fernández Jefe de Sección UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Clara Cornejo Bauer Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Gema de Lama Caro-Patón Médica Adjunta UCI Pediátrica Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid. España Francisco de Paula Delgado Moya Médico Adjunto UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España José Luis de Unzueta Roch Médico Adjunto UCI Pediátrica Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid. España Andrea Eixeres Esteve Médica Adjunta Servicio de Cirugía Cardíaca Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España David Fernández Ayuso Enfermero Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (SUMMA 112). España Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios. Universidad Pontificia de Comillas. Ciempozuelos (Madrid). España Hugo Fernández Hervás MIR Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Albert Figueras Castilla Médico Adjunto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Son Espases. Palma. España Colaboradores Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta vi Colaboradores Carlos García Fuentes Médico Adjunto UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Adolfo García Gutiérrez Médico Adjunto Servicio de Anestesiología y Reanimación Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Mónica García Iglesias Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Daniel Gómez Pérez Enfermero UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España María González Fernández MIR Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Manuel José González León Médico de Emergencias Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (SUMMA 112). España María Begoña Guardiola Grau Médica Intensivista Servicio de Medicina Intensiva Hospital Son Espases. Palma de Mallorca. Islas Baleares. España Judit Gutiérrez Gutiérrez Médica Adjunta UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Alberto Hernández Abadía de Bárbara Médico Intensivista. General de Brigada Inspección General de Sanidad. Madrid. España Laura Hernández López Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Alberto Hernández Tejedor Médico intensivista Jefe de Departamento de Voluntarios de Protección Civil SAMUR-PC.Madrid. España Laín Ibáñez Sanz Médico Adjunto Servicio de Radiodiagnóstico Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España María Isabel Iglesias Bouzas Médica Adjunta UCI Pediátrica Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid. España Luis Jiménez Roldan Médico Adjunto Servicio de Neurocirugía Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Vicenç Juan Gómez MIR Servicio de Cirugía Maxilofacial Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Alfonso Lagares Gómez-Abascal Jefe de Servicio Servicio de Neurocirugía Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Juan Antonio Llompart Pou Médico Intensivista Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Son Espases. Palma. España Laura López García MIR UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Marina López García Médica Intensivista Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario de Getafe (Madrid). España José Ángel Lorente Balanza Jefe de Servicio Servicio de Medicina Intensiva y Grandes Quemados Hospital Universitario de Getafe (Madrid). España Adrián Marcos Morales MIR Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Isaías Martín Badía Médico Adjunto UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Borja Martín López MIR Servicio de Anestesiología y Reanimación Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Elena Martínez Chamorro Médica Adjunta Servicio de Radiodiagnóstico Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Amelia Martínez de Azagra Garde Médica Adjunta UCI Pediátrica Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid. España Carmen Martínez Rodríguez Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Iria Miguéns Casado Médica de Emergencias Servicio de Urgencias Hospital Gregorio Marañón. Madrid. España Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Colaboradores vii Paloma Miravet González Jefa de División de Operaciones SAMUR-Protección Civil. Madrid. España Sandra Montmany Vioque Médica Adjunta Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo Consorcio Corporación Sanitaria Parc Taulí. Sabadell (Barcelona). España Guillermo Morales Varas Médico Adjunto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Virgen de la Salud. Toledo. España Carolina Mudarra Reche Médica Adjunta UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Armando José Munayco Sánchez Teniente Coronel Médico Medicina de Urgencias y Emergencias en Operaciones Ejercito del Aire Reyes Muñoz Calahorro MIR Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España María del Ara Murillo Pérez Supervisora de Enfermería UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Kapil Laxman Nanwani Nanwani Médico Adjunto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario La Paz. Madrid. España Salvador Navarro Soto Jefe de Servicio Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo Consorcio Corporación Sanitaria Parc Taulí. Sabadell (Barcelona). España Ricardo Navarro Suay Médico Anestesista. Teniente Coronel Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla. Madrid. España María Orejana Martín Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Lidia Orejón García Médica Adjunta UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Rodrigo Pacheco Puig Coordinador Servicio de Urgencias Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Iluminada Palomino Sánchez Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Igor Paredes Sansinenea Médico Adjunto Servicio de Neurocirugía Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Antonio Pérez Alonso Enfermero SAMUR-Protección Civil. Madrid. España Jon Pérez Bárcena Médico Adjunto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Son Espases. Palma. España Laura Polo Araujo Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Nerea Quílez Trasobares MIR Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Manuel Quintana Díaz Médico Adjunto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario La Paz. Madrid. España Chaim Rafalowski Disaster Management Coordinator Magen David Adom. Israel Paloma C. Rey Paterna Jefa de Unidad Unidad de Normativas de Calidad SAMUR-Protección Civil. Madrid. España Javier Rodríguez Pilar Médico Adjunto Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitari Son Espases. Palma. España Vicente Roqués Escolar Médico Adjunto Servicio de Anestesiología y Reanimación Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca. Murcia. España Marina Ruiz de Gopegui Sáez Fisioterapeuta Servicio de Rehabilitación y Fisioterapia Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Gemma María Sala Gómez Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Gregorio Sánchez Aniceto Jefe de Servicio Servicio de Cirugía Maxilofacial Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Almudena Sánchez Castillo Técnica Auxiliar de Enfermería UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta viii Colaboradores Luis Manuel Sánchez Fernández Enfermero UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Marina Sánchez Pozo Enfermera UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España María Sánchez-Bayton Griffith Médica Adjunta UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Mario Santás Alegret MIR Servicio de Cirugía Maxilofacial Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Gustavo Sevilla Torrijos Médico Adjunto Servicio de Rehabilitación y Fisioterapia Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Íñigo Soteras Martínez Emergenciólogo y Especialista en MFYC Equipo de Rescate e Intervención (ERI) Servicio de Emergencias Médicas de Cataluña (SEM) Luis Juan Terceros Almanza Médico Adjunto UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Pedro Torres Mosquera Médico Adjunto Servicio de Anestesiología y Reanimación Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca. Murcia. España Marcos Valiente Fernández Médico Adjunto UCI de Trauma y Emergencias. UCITE Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Javier Vecino Rubio Fisioterapeuta Servicio de Rehabilitación y Fisioterapia Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Laura Whyte Médica Intensivista Servicio de Medicina Intensiva Hospital Universitario de Getafe (Madrid). España Víctor Zafra Vallejo Médico Adjunto Servicio de Cirugía Maxilofacial Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Ignacio Zubillaga Rodríguez Médico Adjunto Servicio de Cirugía Maxilofacial Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta ix La enfermedad traumática es la primera causa de muerte en el llamado mundo occidental de alto nivel de desa rrollo. El riesgo, la confrontación y la violencia se cono cen históricamente desdela existencia del hombre en la Tierra, causa importante de sufrimiento humano. Las sociedades actuales no han sido capaces de superar esta lacra social, y no hay datos que nos inclinen a pensar en un cambio próximo en esta situación. En la tercera década del siglo XXI, no solo asistimos a la morbimortalidad traumática por accidentes de tráfico, conductas de alto riesgo, deportes y violencia interperso nal, destacando la violencia de género, sino que presencia mos impávidos cómo la culta y refinada Europa está siendo protagonista de una guerra, como todas, injusta, que nos avergüenza como especie. Los Estados están necesariamente obligados a desa rrollar mecanismos de prevención, detección precoz, tratamiento, investigación y comunicación de los avances en el conocimiento, de forma inmediata y global para minimizar los impactos negativos de esta pandemia, que como todas las demás, se amplifica en los niveles sociales más desfavorecidos. La creciente desigualdad impacta decisivamente en el propio devenir de la enfermedad traumática. Es una enfermedad tiempodependiente con caracte rísticas propias, en la que la toma de decisiones rápida, estructurada y basada en el conocimiento es capaz de retorcer la evolución natural del proceso. Este es el sen tido último del cuidado en la enfermedad traumática, salvar vidas y reducir secuelas. Desafortunadamente, existen pocos estándares paradigmáticos que nos ayu den a conseguir este objetivo, por lo que es de agradecer toda investigación, sistematización y facilitación de la toma de decisiones. En este contexto, aparece un nuevo manual de atención al trauma grave auspiciado por la UCI de Trauma y Emergencias del Hospital Universi tario 12 de Octubre. En los últimos años se ha hecho necesario actualizar y replantearse nuestros estándares de tratamiento, apoyados por el dinamismo de su manejo, el empuje generacional no solo basado en la juventud sino en el giro en la investigación, la comunicación de los hallazgos en inmediatez y universalidad acompañado de una nueva forma de aproximación a la complejidad del paciente. Aunque la investigación en la enfermedad trau mática siempre se situó en un plano secundario respecto a otras patologías con alto nivel de impacto, no podemos desviarnos de los objetivos del futuro inmediato basado en la medicina de precisión apoyada en la tecnología de la inteligencia artificial, la bioinformática y las grandes bases de datos gestionadas en tiempo real. El análisis genético que individualiza la respuesta del paciente y nos empuja hacia la medicina personalizada tendrá su lugar en la pre vención y el tratamiento del paciente traumático. Las nuevas técnicas endovasculares, la robótica y las salas híbridas, acortando tiempos, mejorando la precisión y minimizan do los daños colaterales, ya instaladas en el manejo agudo del trauma, han contribuido de manera importante en la mejora de los resultados. A pesar de ser una guía la obra que tenemos en nues tras manos, los autores han tenido en cuenta estos aspec tos comentados previamente, y han sido capaces no solo de describir la concreción de los protocolos de mane jo consensuados en la actualidad, sino también de fijar este cambio trascendente en el concepto de enfermedad y cuidados actuales. Esta visión, que aúna protocolos con el presentefuturo de nuestro quehacer, le da a la obra una dimensión distinta, muy de agradecer. Esta doble perspectiva ya se vislumbra en su índice. Obra en la que también destacan una precisa iconografía y el desarrollo de algunos temas a través de casos clínicos, apostando por las nuevas concepciones docentes basadas en el debate y razonamiento, que no en el conocimiento memorís tico. Así mismo, toda la obra está impregnada del trabajo multidisciplinar y transversal, donde son fundamen tales otros actores, no solo sanitarios, implicados en el manejo de las lesiones traumáticas y sus secuelas físicas o psíquicas, sino el propio entorno del paciente, la familia emocional y otros, todos como elementos positivos del tratamiento del paciente. En estos últimos tiempos, los cambios espectaculares en el conocimiento, el método de aprendizaje y la valoración de resultados, acompañado de los cambios inducidos por la propia sociedad con el respeto a los derechos, como reseñábamos previamente, han hecho inevitable que los autores hayan tenido que actualizar todos los temas. La coordinación por un grupo de profesionales de la UCI de Trauma y Emergencias del Hospital Universitario 12 de Octubre dota a la obra de un nivel de homogeneidad alto a pesar de los diferentes grupos, fundamentalmente profesionales de hospitales de referencia en el manejo del paciente traumático, liderados por el Hospital Universi tario 12 de Octubre de Madrid y con la colaboración de otros especialistas destacados de otros centros de Barce lona, Huesca, el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, el Hospital Universitari Son Espases de Palma de Mallorca, etc. La guía consta de 39 capítulos, en los que destacan temas que es difícil obviar en el momento presente como el manejo del gran quemado, el paciente traumático en ambientes inhóspitos o la medicina de combate o trauma militar, en la actualidad uno de los focos de investiga ción en trauma más importantes al analizar poblaciones homogéneas y con mecanismos lesionales similares. Existe algún capítulo sobre otros aspectos de la atención en la fase aguda, como el excelente tema de la rehabilitación precoz en el paciente traumático. Otros ayudan a la comprensión fisiopatológica de la enfermedad hemorrá gica asociada al trauma grave, apostando por las técnicas Prólogo Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta x Prólogo point of care viscoelásticas, como el dedicado a la coagu lopatía en el trauma grave. Un interesante capítulo sobre estructuración y comunicación en los sistemas de alto rendimiento y algunos temas sobre el aprendizaje en trau ma mediante la cada vez más estandarizada simulación, así como un capítulo sobre las nuevas formas docentes, recursos bibliográficos y el papel de las redes sociales como base del conocimiento inmediato y la forma de controlarlo. La actualización de los temas más comunes se ha realizado con brillantez, como el de los traumatismos del torso y el inicio de protocolos con las técnicas más innovadoras. En el capítulo sobre la limitación del esfuerzo terapéutico se tratan aspectos como la comunicación de malas noticias, la humanización de los cuidados, el papel de la familia y aspectos sobre la dignidad del paciente. En resumen, obra muy importante para aquellos profesionales en contacto con el paciente con trauma grave, y las urgencias prehospitalarias y hospitalarias. Escrito de forma homogénea, por un grupo de profesionales de reconocido prestigio, en un esfuerzo colosal para mini mizar el espacio, elevar la claridad y generar preguntas que posiblemente se contestarán en épocas venideras. Mi felicitación a los autores por los objetivos conseguidos y muy especialmente a los coordinadores. Madrid, marzoabril de 2022 Emilio Alted López Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta xi Índice de capítulos 1 Enfermería en la atención al trauma crítico 1 Iluminada Palomino Sánchez, Daniel Gómez Pérez, Marina Sánchez Pozo, Antonio Arranz Esteban, Gemma María Sala Gómez, Laura Polo Araujo 2 Atención prehospitalaria 11 Alberto Hernández Tejedor, Ángel Luis Burgos Saco, Manuel José González León, Antonio Pérez Alonso 3 Manejo de la vía aérea en trauma 21 Laura López García, Lidia Orejón García, Jesús Abelardo Barea Mendoza, Marcos Valiente Fernández, Carolina Mudarra Reche 4 Atención inicial a la enfermedad traumática grave 31 Judit Gutiérrez Gutiérrez, Nerea Quílez Trasobares, Laura Hernández López, Daniel Gómez Pérez, Jesús Abelardo Barea Mendoza, Carolina MudarraReche, María del Ara Murillo Pérez, Mario Chico Fernández 5 Manejo del trauma potencialmente grave 49 Laura López García, Lidia Orejón García, Rodrigo Pacheco Puig 6 Radiología en la atención inicial al trauma 57 Laín Ibáñez Sanz, Elena Martínez Chamorro, Marta Arroyo López, José Carmelo Albillos Merino, Susana Borruel Nacenta 7 Anestesia en el paciente traumático grave 67 Adolfo García Gutiérrez, Borja Martín López 8 Dolor y sedación en el paciente traumático 81 Pedro Torres Mosquera, Vicente Roqués Escolar, Carolina Mudarra Reche 9 Nutrición en trauma grave 93 Lidia Orejón García, María Sánchez-Bayton Griffith, María Orejana Martín, Carlos García Fuentes 10 Cirugía de control de daños 99 Sandra Montmany Vioque, Salvador Navarro Soto 11 Resucitación con control de daños 105 Nerea Quílez Trasobares, Rosana Ashbaugh Lavesiera, Carolina Mudarra Reche, Marcos Valiente Fernández 12 Shock y objetivos de resucitación en trauma 115 Javier Rodríguez Pilar, Albert Figueras Castilla, Julio Velasco Roca, Juan Antonio Llompart Pou 13 Coagulopatía en trauma 121 Kapil Laxman Nanwani Nanwani, Isaías Martín Badía, Manuel Quintana Díaz, Mario Chico Fernández 14 Parada en el trauma. Toracotomía de emergencia 137 María Sánchez-Bayton Griffith, Laura López García, Andrea Eixeres Esteve, Clara Cornejo Bauer, Almudena Sánchez Castillo, Carolina Mudarra Reche 15 Trauma craneoencefálico 143 Ana María Castaño León, Juan Pérez Bárcena, Alfonso Lagares Gómez-Abascal 16 Trauma facial y de cuello 153 Vicenç Juan Gómez, Mario Santás Alegret, Ignacio Zubillaga Rodríguez, Víctor Zafra Vallejo, Gregorio Sánchez Aniceto, Marcos Valiente Fernández 17 Trauma torácico 163 Javier Rodríguez Pilar, Ángel Francisco Carvajal Carrasco, Albert Figueras Castilla, Juan Antonio Llompart Pou 18 Trauma abdominopélvico 169 Francisco de Paula Delgado Moya, Ismael Auñón Martín, Adrián Marcos Morales, Carolina Mudarra Reche 19 Trauma de torso 177 Nerea Quílez Trasobares, Francisco de Paula Delgado Moya, Isaías Martín Badía, Marcos Valiente Fernández, Lidia Orejón García 20 Trauma en el paciente pediátrico 187 María Isabel Iglesias Bouzas, Gema de Lama Caro-Patón, José Luis de Unzueta Roch, Amelia Martínez de Azagra Garde 21 Trauma ortopédico 197 Ismael Auñón Martín, Pedro Caba Doussoux, Carolina Mudarra Reche 22 Trauma vertebromedular 203 Igor Paredes Sansinenea, Luis Jiménez Roldan, Ana María Castaño León, Carolina Mudarra Reche 23 Trauma en grupos poblacionales especiales 211 Reyes Muñoz Calahorro, María González Fernández, Lidia Orejón García, Juan Antonio Llompart Pou 24 Síndromes asociados al trauma 221 Rosana Ashbaugh Lavesiera, Hugo Fernández Hervás, Adrián Marcos Morales, Marcos Valiente Fernández 25 Manejo de la infección en trauma 231 Carlos García Fuentes, Adrián Marcos Morales, Marcos Valiente Fernández 26 Manejo inicial del paciente gran quemado 239 Laura Whyte, Marina López García, José Ángel Lorente Balanza 27 Atención al trauma en ámbitos inhóspitos e hipotermia accidental 251 Manuel Luis Avellanas Chavala, Marc Ayala Gallardo, Jesús Abelardo Barea Mendoza, Íñigo Soteras Martínez Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta xii Índice de capítulos 28 Síndrome de disfunción multiorgánica en trauma 265 Juan Antonio Llompart Pou, María Begoña Guardiola Grau, María Ángeles Ballesteros Sanz 29 Rehabilitación en UCI de trauma 269 Gustavo Sevilla Torrijos, Javier Vecino Rubio, Marina Ruiz de Gopegui Sáez, Clara Cornejo Bauer 30 Limitación del esfuerzo en trauma. Familia y dignidad 281 Rosana Ashbaugh Lavesiera, Reyes Muñoz Calahorro, Mónica García Iglesias, Mario Chico Fernández 31 Registros, escalas de gravedad y mortalidad evitable 291 Francisco de Paula Delgado Moya, Hugo Fernández Hervás, Isaías Martín Badía, Carlos García Fuentes 32 Atención a incidentes de múltiples víctimas y catástrofes 301 Paloma C. Rey Paterna, Paloma Miravet González, Chaim Rafalowsky, Judit Gutiérrez Gutiérrez, Mario Chico Fernández 33 Calidad y seguridad en la atención al trauma 309 María González Fernández, Adrián Marcos Morales, María Orejana Martín, Susana Bermejo Aznárez 34 Organización asistencial a la patología traumática 315 Jesús Abelardo Barea Mendoza, Juan Antonio Llompart Pou, Mario Chico Fernández 35 Equipos de alto rendimiento en trauma y emergencias 323 Judit Gutiérrez Gutiérrez, María del Ara Murillo Pérez, David Fernández Ayuso, Carmen Martínez Rodríguez, Luis Manuel Sánchez Fernández, Mario Chico Fernández 36 Formación de equipos de trauma basada en simulación 333 Luis Juan Terceros Almanza, David Fernández Ayuso 37 Recursos bibliográficos y redes sociales vinculadas al trauma 343 Guillermo Morales Varas, Reyes Muñoz Calahorro, Hugo Fernández Hervás, Jesús Abelardo Barea Mendoza 38 Manejo del trauma grave en el ámbito militar 351 Iria Miguéns Casado, Alberto Hernández Abadía de Bárbara, Pilar Borrego Jiménez, Ricardo Navarro Suay, Armando José Munayco Sánchez 39 Técnicas en patología traumática crítica 369 María González Fernández, Judit Gutiérrez Gutiérrez, María Sánchez-Bayton Griffith, Carolina Mudarra Reche Índice alfabético 371 Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta xiii Índice de vídeos Vídeo 39-1. Inmovilización con collarín cervical. Vídeo 39-2. Ventilación con bolsa autohinchable. Vídeo 39-3. Intubación orotraqueal con control cervical. Vídeo 39-4. Intubación con videolaringoscopio tipo Airtraq®. Vídeo 39-5. Intubación con videolaringoscopio tipo Glidescope®. Vídeo 39-6. Colocación de mascarilla laríngea tipo i-gel®. Vídeo 39-7. Colocación de camilla cuchara mediante movilización en bloque y colocación simultánea de faja pélvica. Vídeo 39-8. Colocación de faja pélvica y adecuación de miembros inferiores. Vídeo 39-9. Colocación de faja pélvica mediante dispositivo deslizante. Vídeo 39-10. Colocación de torniquete tipo CAT® (combat application tourniquet). Vídeo 39-11. Colocación de torniquete tipo «bota de esquí». Vídeo 39-12. Colocación de torniquete SOF® TTW (tactical tourniquet wide). Vídeo 39-13. Realización de Doppler transcraneal. Vídeo 39-14. Realización de medición de vaina del nervio óptico. Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Página deliberadamente en blanco Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta 1© 2023. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos C A P Í T U L O 1 Enfermería en la atención al trauma crítico Iluminada Palomino Sánchez, Daniel Gómez Pérez, Marina Sánchez Pozo, Antonio Arranz Esteban, Gemma María Sala Gómez, Laura Polo Araujo INTRODUCCIÓN La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la gran importancia de la enfermería en las unidades de cuidados intensivos, así como la importancia de contar con personal de enfermería con una formación específica en dicha especialidad que permita prestar cuidados de calidad y promover un entorno de cuidados seguro. El paciente que sufre un trauma grave presenta además un elevado nivel de complejidad de cuidados, estamos ante un paciente con múltiples lesiones graves asociadas y diferentes complicaciones donde las enferme- ras desempeñan un papel indispensable para la detección de dichas complicaciones y la prevención de lesiones secundarias. La atención al paciente con trauma grave requiere de un equipo de atención altamente cualificado donde los profesionales de enfermería precisan de una forma- ción específica que les permita desarrollar habilidades y competencias, así como los conocimientos necesarios para asegurar unos cuidados de calidad y garantizar la seguridad del paciente. La evidencia científica muestra la reducción de la mor- bimortalidad de estos pacientes cuando existen equipos de atención especializados en esta patología; sin embargo, al revisar la evidencia científicaexisten pocos artículos de cuidados de enfermería específicos hacia este tipo de pacientes, por lo que el presente capítulo pretende servir de guía para las enfermeras que en algún momento de su carrera profesional deban planificar y prestar cuidados a pacientes críticos con trauma grave. CUIDADOS DE ENFERMERÍA EN EL TRAUMA CRANEOENCEFÁLICO El trauma craneoencefálico (TCE) constituye una de las causas fundamentales de discapacidad y muerte, sobre todo entre niños, adultos jóvenes y mayores entre los 60 y los 65 años de países desarrollados. Es una de las principales urgencias neuroquirúrgicas. En España la incidencia corresponde aproximadamente a 100 casos/100.000 habitantes/año en el año 2018. Y según el Registro de Trauma en UCI (RETRAUCI), el 64,9% de las lesiones traumáticas corresponden al área de la cabeza. El daño cerebral puede dividirse en dos fases: 1) pri- maria, accidente cerebrovascular y TCE (laceraciones y contusiones directas, interrupción de flujo sanguíneo, etc.), y 2) secundaria, comienza tras el daño primario en un 35% de casos originándose: una respuesta inflamato- ria, edema, isquemia y alteraciones metabólicas que pro- vocan la muerte neuronal. El tratamiento y la prevención de las lesiones secundarias son lo más importante. La atención de los pacientes con TCE requiere un enfoque multidisciplinar, una estrecha vigilancia y el uso de múltiples tratamientos para disminuir las lesiones secundarias y mejorar los resultados. Dentro del equipo multidisciplinar, la enfermera es una pieza clave en la vigilancia y asistencia de los pacientes con TCE tanto en su fase aguda como en el período de recuperación y rehabilitación. Cuidados de enfermería en la fase de emergencia El manejo inicial en la cama de la emergencia comienza con el reconocimiento y la atención inicial del paciente, y el papel de la enfermera implica los cuidados que se exponen a continuación. Neurológicos • Valoración del nivel de conciencia mediante la escala de coma de Glasgow (Glasgow Coma Scale [GCS]). • Valoración pupilar, fundamental para la evaluación neurológica. Deben valorarse de forma regular su diámetro, reactividad a la luz, forma y presencia de anisocoria. Cambios en estas características pueden indicar deterioro neurológico. La medición se realiza en milímetros en un rango que oscila entre los 2 y los 6 mm. Las dos pupilas suelen tener el mismo diámetro, pero si existe una diferencia entre ellas de menos de 1 mm, también se considera normal. • Administración de medicación analgésica, sedante o bloqueantes neuromusculares para control del dolor o agitación. Hemodinámicos • Asegurar la monitorización completa: cardíaca, pul- sioximetría y capnografía si es necesario. • Canalización de vías intravenosas periféricas para la extracción de analíticas, la administración de medica- mentos y el balance de fluidos. • Mantenimiento de una presión arterial sistólica (PAS) > 90 mmHg. Respiratorios • Ayuda en el manejo del mantenimiento de la vía aérea con un tubo endotraqueal (en pacientes que lo requieran por una puntuación de la GCS ≤ 8). Habrá que eliminar las secreciones y los cuerpos extraños mediante extracción manual o aspiración, teniendo en cuenta que la estimulación traqueal puede elevar la presión intracraneal (PIC). Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta 2 Atención inicial al trauma grave • Administración de oxígeno por mascarilla (10-12 l/ min) si no se requiere intubación. • Proporcionar una oxigenación adecuada (PaO 2 > 60 mmHg). Renales Colocación de una sonda vesical. Movilización La movilización del paciente, teniendo siempre en cuenta la restricción del movimiento de la columna cervical, manteniendo la alineación del cuello con el cuerpo con la utilización de un collarín cervical rígido o semirrígido. La lesión de la columna cervical puede ser difícil de diagnosticar en el paciente inconsciente y debe suponerse que está presente hasta que pueda des- cartarse con seguridad. Cuidados de enfermería en la fase aguda (primeras 72 h) La complejidad de la fisiopatología del daño cerebral agudo hace que se encuentren implicados factores como la hemodinámica, el flujo sanguíneo cerebral (FSC), la oxigenación, el metabolismo o parámetros electrofisioló- gicos. Es por ello por lo que se hace necesaria una neuro- monitorización multimodal cuyo objetivo principal es la prevención y el tratamiento precoz de lesiones cerebrales secundarias. La principal función de la enfermería será entonces detectar cambios en cada tipo de monitorización y saber interpretarlos. Neurológicos • Continuación de la valoración pupilar, como se des- cribió anteriormente. • Monitorización de la presión intracraneal (PIC) y el riesgo de hipertensión intracraneal (HTIC). La moni- torización de la PIC en pacientes con TCE grave ha sido un elemento fundamental en la neuromonitorización. De acuerdo con la teoría de Monro-Kellie, cuando la presión dentro del cráneo aumenta se pueden producir daños en el tejido cerebral e incluso llegar a la hernia- ción y la muerte, y estos signos clínicos se manifiestan tardíamente. Por ello se hace fundamental la monitori- zación de la PIC en tiempo real para evaluar, interpre- tar y tratar en tiempo real. El objetivo, aunque variable, suele ser mantener umbrales de PIC < 20-22 mmHg. • Dispositivos para la medición de la PIC: – Catéter intraparenquimatoso. Se coloca en parénquima cerebral y se ajusta al cráneo con un tornillo, el cual permite monitorizar hasta tres catéteres al mismo tiempo. Su inserción es más sencilla que el dispositivo de drenaje intraven- tricular; debe calibrarse antes de ser insertado. No permite drenaje de líquido cefalorraquídeo (LCR). – Catéter intraventricular. Colocado en el ventrícu- lo lateral a nivel del agujero de Monro, permite monitorizar de forma continua la PIC y el dre- naje de LCR. Permitiría, además, la inyección de soluciones dentro del espacio ventricular. Pueden producirse complicaciones, como obstrucción o infección. • Monitorización de la presión de perfusión cerebral (PPC). La autorregulación cerebral es un fenómeno de la vascularización cerebral que tiene como obje- tivo mantener constante el FSC dentro de unos ran- gos de presión sanguínea sistémica. Es fundamental monitorizar la PPC para garantizar un adecuado FSC, especialmente cuando su autorregulación está dañada para guiar el tratamiento específico mediante la adecuación de la presión arterial media (PAM). La PPC se obtendrá a partir de la diferencia entre la PAM y la PIC. Los valores deseables de PPC normalmente se sitúan entre 50 y 70 mmHg. Se deberá prestar atención a los signos de hipotensión y/o de hipoxia, ya que valores < 50 mmHg pueden producir isquemia cerebral, y valores > 70 mmHg pueden favorecer el edema cerebral. • Monitorización de la oxigenación cerebral, ya que un inadecuado FSC puede conllevar una inadecuada oxigenación cerebral. Esta puede medirse mediante: – Saturación venosa de oxígeno de bulbo yugular (SjvO 2 ). El bulbo yugular corresponde a una zona dilatada de la vena yugular situada en la base del cráneo. Recibe la sangre venosa proce- dente de hemisferios cerebrales, cerebelo y tronco encefálico. La SjvO 2 informa sobre el equilibrio entre el suministro y el consumo de oxígeno por el cerebro. La medición se realiza a través de un catéter intravascular mediante punción de la yugular interna hasta el bulbo. Los valores normales se sitúan entre el 55 y el 75%. Si el valor es < 55%, indica que la demanda de oxígeno cerebral supera al suministro (estado isquémico); si el valor es > 75%, indica relativa hiperemia. Se recomienda una saturación venosa yugular de < 50% como umbral de tratamiento. – Presión tisular de oxígeno (PtiO 2 ). Consiste en la medición de la oxigenación del tejido cerebral de forma directa sobre él mediante un catéter, insertado por medio de una únicaluz o doble luz (junto a otra fibra para medición de la PIC) y fijado con un tornillo. También permite medir la temperatura a nivel local. Se recomienda una tensión de oxígeno tisular cerebral < 15 mmHg como umbral de tratamiento. Otros sistemas de neuromonitorización cerebral menos utilizados son: • Monitorización de la oxigenación cerebral. La near-infra- red spectroscopy (NIRS) es una tecnología que emplea ondas de luz que penetran en los tejidos y son captadas por la oxihemoglobina, la desoxihemoglobina y la cito- cromo oxidasa a nivel arteriovenoso cerebral de la zona frontal del cerebro, permitiendo así medir la oxigenación, y cuyo valor normal se sitúa alrededor del 75%. • Microdiálisis cerebral. Se realiza mediante la colocación de un catéter de dos luces con membrana semiper- meable en el parénquima cerebral y ajustado con un tornillo, que permite la difusión de sustancias como Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Capítulo 1 Enfermería en la atención al trauma crítico 3 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a u to ri za ci ón e s u n d el it o. glucosa, glicerol, lactato, piruvato y glutamato entre la solución que se infunde a través del catéter y el líquido extracelular del cerebro. Constituye una técnica larga y laboriosa, aún poco desarrollada, usada principalmente como instrumento de investigación. • Valoración de los niveles de sedorrelajación y analgesia. El aumento de la PIC puede evitarse administrando sedación. Los fármacos más frecuentemente usados son: propofol, midazolam, morfina, fentanilo, barbitú- ricos o dexmedetomidina, según los protocolos locales, el tipo de TCE y el momento evolutivo del enfermo. A veces el tratamiento de analgosedación es insuficien- te para controlar la PIC, en ese caso se recurre a agentes osmóticos como el manitol o la solución hipertónica de cloruro sódico. • Monitorización del índice biespectral. Consiste en el registro, de forma numérica, de la actividad eléc- trica del córtex prefrontal cerebral. Es empleado cada vez más en UCI para valorar el grado de sedación en pacientes con perfusiones continuas de sedorrelajación. Se mide con valores de 0 a 100, donde el 100 representa la conciencia plena, y valores entre 40 y 60, una seda- ción profunda. • Estimulación auditiva/interacción. Considerada una intervención segura, aunque no existe suficiente evi- dencia sí se ha demostrado que no se produce aumento de la PIC y hasta puede descender con voces familiares. Hemodinámicos • La canalización de una vía arterial nos permitirá realizar gasometrías seriadas, el registro continuo de la presión arterial (PA) y el cálculo de la PPC, como expusimos en el apartado anterior. La monitorización temprana de la PA invasiva será útil para evaluar la adecuación de la reanimación, ya que la hipotensión es un signo tardío de shock hipovolémico. Recomiendan la monitorización de la PA y el mantenimiento de una PAS > 90 mmHg. • Manejo de la temperatura y mantenimiento de la normotermia (35-37 °C) para evitar aumentos de PIC. La hipotermia reduce la PIC y el FSC, tiene efec- tos positivos en el metabolismo cerebral y limita las lesiones cerebrales secundarias. La normotermia debe mantenerse con el uso de medicamentos antipiréticos, dispositivos de enfriamiento de superficie o incluso catéteres de gestión de la temperatura endovascular. Sin embargo, no se recomienda la hipotermia profiláctica temprana (antes de 2,5 h) y a corto plazo (48 h después de la lesión) en pacientes con lesiones difusas. Respiratorios • Adecuación de la ventilación. Puede evaluarse clíni- camente y mediante controles gasométricos. La pul- sioximetría y la capnografía son valiosas para medir indirectamente el grado de oxigenación del paciente. Normalmente se debe optimizar una ventilación con FiO 2 y ventilación minuto ajustadas para establecer una SatO 2 > 93%, una PaO 2 > 60 mmHg y/o una PaCO 2 establecida entre 35 y 45 mmHg. El tratamiento de hiperventilación reduce la PaCO 2 y la PIC mediante la autorregulación cerebral, pero se recomienda la hiper- ventilación como medida temporal para la reducción de la PIC elevada. Debe evitarse durante las primeras 24 h después de la lesión, cuando el FSC suele estar reducido de forma crítica, y si se utiliza, se recomien- dan las mediciones de SjvO 2 o PtiO 2 para controlar el suministro de oxígeno. • Prevención de la neumonía asociada a ventilación mecánica (NAVM). Es un reto central también en estos pacientes, ya que el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica persistente que se produce después del TCE aumenta el riesgo de sepsis nosocomial. • Aspiración de secreciones endotraqueales. Es un cui- dado fundamental, aunque de nuevo hay que recordar que la estimulación traqueal puede producir elevación de la PIC. • Utilización de sistemas de aspiración subglótica en pacientes con ventilación mecánica > 72 h. • Realización de la higiene bucal. Descrita como inter- vención segura, fundamental para la disminución de la NAVM. • Descontaminación orofaríngea. Renales Limitar el uso de la sonda vesical y minimizar el tiempo que esta permanece puesta son las estrategias principales para la prevención de las infecciones urinarias asociadas a la sonda. Deben insertarse solo cuando sean necesarias y dejarlas colocadas solo si persisten las indicaciones. Para su prevención, debe realizarse la higiene de las manos inmediatamente antes de su colocación, y antes y después de cualquier manipulación. Debemos asegurarnos de que los catéteres se insertan utilizando una técnica aséptica y con un equipo estéril. Digestivos • Control del nivel de glucemia. Los niveles extremos de glucosa en sangre, ya sean muy altos o bajos, deben controlarse, ya que las alteraciones en el metabolismo pueden producir empeoramiento del TCE. Un rango objetivo de hasta 140 mg/dl o incluso 180 mg/dl puede ser apropiado, y los pacientes con hiperglucemia deben ser tratados con un protocolo de insulina en los casos con un valor > 200 mg/dl. • Se recomienda el inicio de la alimentación enteral tem- prana en las primeras 72 h, para alcanzar la reposición calórica basal completa entre el quinto y como máximo el séptimo día posterior a la lesión. Esto ayuda a dis- minuir la mortalidad de los pacientes, pues inmediata- mente después del trauma, estos pueden experimentar un estado hipermetabólico sistémico y cerebral. Movilización • El paciente debe colocarse adecuadamente con el cue- llo en posición neutra evitando la rotación o flexo- extensión para mejorar el retorno venoso a través de las venas yugulares y la redistribución del líquido cefalo- rraquídeo (LCR). • El cabecero de la cama debe elevarse entre 30 y 45°; esto facilita el drenaje venoso cerebral para favorecer Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta 4 Atención inicial al trauma grave la disminución de los valores de PIC y su vez ayuda a la prevención de la NAVM. • Los collares cervicales rígidos deben aflojarse siempre con atención para disminuir la PIC. • El traslado de estos pacientes debe ser realizado con la máxima precaución y cuidado, por personal entrenado y adecuadamente equipado. Se debe prestar además una cuidadosa supervisión a las drogas de soporte vital, los sistemas de monitorización continua y a la prevención de daños en la columna vertebral. • Los pacientes con TCE son propensos a desarrollar úlceras por presión (UPP), ya que existen factores que influyen en la aparición más temprana de estas como son: un peor resultado de la GCS, un retraso en el inicio de la alimentación enteral, una caída > 10% en la hemoglobina o una caída > 10% en la albúmina. Se debe garantizar que los tubos y dispositivos no se coloquen entre las superficies de la piel y no provoquen tensiones; para ello podemos utilizar dispositivos de alivio de la presión, como loscolchones especiales, los collares cervicales acolchados, los instrumentos de elevación de talones y las almohadas, las cremas de barrera para la piel y los dispositivos de contención fecal, para prevenir las UPP. La intervención enfermera puede evitar complicaciones asociadas a la pérdida de la integridad cutánea y a la inmovilidad; sin embargo, es posible que tenga efectos sobre la PIC provocando su aumento de forma temporal durante el reposicio- namiento. En situaciones de pacientes portadores de drenaje intraventricular, debe valorarse de forma frecuente su posición y nivel para realizar una movili- zación segura, debiendo también cerrar el drenaje antes de las movilizaciones para evitar una salida excesiva de LCR. • Las contracturas son una complicación común del paciente con TCE y pueden producirse hasta en el 84% de los casos. Las articulaciones más habitualmente afectadas son el hombro, el codo, la cadera, la rodilla y el tobillo, con un porcentaje significativo de pacientes que desarrollan contracturas en cinco o más de estas articulaciones. Los estiramientos y la movilización pasiva, ejercicios suaves y mantenidos, son las técnicas más utilizadas para el tratamiento y la prevención de las contracturas. También pueden utilizarse férulas o realizar en la medida de lo posible cambios posturales a intervalos regulares. La movilización temprana tiene además efectos positivos, favoreciendo la disminución del tiempo de ventilación mecánica y posible traqueos- tomía o un alta más precoz de la UCI. • Los pacientes con TCE tienen mayor riesgo de sufrir una trombosis venosa profunda (TVP). Esto puede minimizarse con los ejercicios de amplitud de movi- miento, la utilización de medias o dispositivos de com- presión neumática y los fármacos como la heparina de bajo peso molecular si fuera necesario. • Es recomendable realizar las intervenciones enfermeras de forma individual, valorando el efecto que tiene cada una de las intervenciones y observando la monitoriza- ción del paciente. Cuidados de enfermería en la fase de recuperación y rehabilitación El manejo de la fase postaguda del paciente por parte de enfermería no carece de importancia, ya que se ha de seguir prestando atención a los siguientes aspectos: Neurológicos • Continuación de la valoración pupilar. • Administración de medicación analgésica, sedante o ansiolítica. • Estimulación neurocognitiva. La cognición en TCE siempre está relacionada con el resultado del paciente. Esta fluctúa, aunque mejora con el tiempo, y será estable de 3 meses a 1 año; por lo tanto, se recomienda la detección temprana de la función cognitiva para la planificación de la rehabilitación en un entorno clínico. Los problemas de memoria, sueño, ansiedad, depresión y la fatiga son comunes en los pacientes durante el período de rehabilitación. El personal de enfermería tiene un papel importante para preve- nir, detectar y apoyar al paciente y su familia, sobre todo en esta fase, adaptando diferentes técnicas de cognición, comunicación y educación para prevenir además problemas de seguridad o agitación en el paciente. Respiratorios • Vigilancia del manejo de la vía aérea y realización de la aspiración de secreciones endotraqueales. • Realización de la higiene bucal y complementar con la descontaminación orofaríngea. Recordemos que es fundamental para disminuir la NAVM. Digestivos Continuar con la progresión de la nutrición en pacientes con TCE según protocolos, ya que las necesidades cam- bian evolutivamente. Movilización • Mantenimiento de los cambios posturales para evitar complicaciones asociadas a la pérdida de la integridad cutánea y a la inmovilidad. • Realización de ejercicios de movilización pasiva, así como promover la movilización temprana. Los supervivientes de un TCE sufren múltiples pro- blemas, como deformidad física, alteraciones de la memoria, discapacidad funcional, disfunción cog- nitiva y dificultad para realizar diversas actividades. Una rehabilitación precoz da lugar a mejores resul- tados. • Los beneficios potenciales de la rehabilitación tem- prana en UCI incluyen la mejora de la fuerza mus- cular, la función física y la calidad de vida, así como la reducción de la duración de la estancia en la UCI y en el hospital, la duración de la ventilación mecánica y los costes sanitarios. La adherencia por parte del personal de enfermería a todas estas prácticas puede mejorar la atención y los resultados sobre los pacientes, por todo ello es importante el aprendizaje práctico y clínico de todo el equipo para Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Capítulo 1 Enfermería en la atención al trauma crítico 5 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a u to ri za ci ón e s u n d el it o. promover el cumplimiento de todas estas medidas de tratamientos y cuidados. CUIDADOS DE ENFERMERÍA EN EL TRAUMA MEDULAR AGUDO La lesión traumática aguda de la médula espinal (LME) afecta a más de 250.000 personas en EE. UU., con 17.000 nuevos casos al año. Sigue siendo una de las causas más importantes de morbimortalidad relacionada con el trauma. Además, la LME frecuentemente se acompaña de múl- tiples lesiones y trastornos generalizados (solo el 20% de los pacientes presentan única y exclusivamente LME). Esto requiere un manejo y seguimiento en la unidad de cuidados intensivos; el papel de estos cuidados juega un papel vital en el tratamiento agudo de estos pacientes, tan- to para prevenir la lesión secundaria como para detectar y manejar las complicaciones que suelen ir asociadas a este tipo de lesiones. Complicaciones hemodinámicas La presentación inicial del shock medular es la hipoten- sión, causada por la pérdida del tono vasomotor, que produce disminución del retorno venoso y de la con- tractilidad arterial, lo que da lugar a vasodilatación y dis- minución de la resistencia vascular sistémica. La bradicardia cuando está presente (común por encima de T4) se debe a la interrupción de la inervación simpática en el corazón. Esta pérdida simpática origina un predominio vagal que explica la bradicardia. Existen pacientes traumáticos en los que se solapan el shock medular y el shock hipovolémico, por lo que hay que controlar las causas que producen hipovolemia. Más del 60% de los pacientes con lesión medular presentan lesiones adicionales que pueden afectar al estado hemo- dinámico, por lo que se hace necesario una evaluación constante de los parámetros hemodinámicos, ya que la hipotensión es especialmente dañina en los lesionados medulares dado que contribuye a la hipoperfusión y per- petúa el daño secundario. En estos pacientes es necesaria la canalización de un catéter arterial para mantener una monitorización constante de la presión arterial. Debemos mantener, salvo contraindicación, una PAM de 80-85 mmHg durante la fase aguda (al menos los primeros 7 días). El tratamiento de primera línea para la hipotensión es la reanimación controlada de volumen con cristaloides, seguidos por transfusiones de sangre, depen- diendo de la presencia de lesiones adicionales y del hemato- crito. Sin embargo, si el aumento del volumen sanguíneo es insuficiente para aumentar la presión arterial, deben iniciarse vasopresores. Dada la pérdida de tono simpático, el agente de elección debe tener propiedades tanto α- como β-adrenérgicos, como la noradrenalina o la dopamina. Complicaciones respiratorias Las complicaciones respiratorias son la principal causa de mortalidad y morbilidad durante la fase aguda de la lesión medular, con una incidencia del 36 al 83%. Casi dos tercios de los pacientes con lesión medular aguda van a experimentar complicaciones como atelectasias, neumonía e insuficiencia respiratoria, lo que requerirá ventilación mecánica. El grado de disfunción respiratoria depende del alcance y el nivel de la lesión neurológica, de tal forma que las lesio- nes cervicales y las torácicas sonlas que más riesgo tienen. Las lesiones cervicales que afectan a las vértebras entre C1 y C3 van a producir una pérdida de la inervación del diafragma, por lo que estos pacientes requieren ventila- ción mecánica. El reflejo de la tos se conserva en la lesión medular cer- vical y torácica superior; sin embargo, la incapacidad de toser adecuadamente está causada por la debilidad de los músculos principales de la tos, lo que produce una acu- mulación de secreciones. Además, en algunos pacientes con tetraplejia aguda se produce una producción excesiva de moco bronquial; se especula que esta hipersecreción de moco puede ser causada por una actividad vagal no «con- trapuesta» por el tono simpático. Los pilares del tratamiento precoz de la disfunción respiratoria en la lesión medular son un manejo intensivo de las secreciones y las atelectasias, estando demostrado que mejoran los resultados en los pacientes medulares. El objetivo más importante del tratamiento es la expan- sión pulmonar y la limpieza de secreciones. Las técnicas comúnmente usadas para ayudar a la eliminación de secreciones incluyen la tos asistida (cough-assisted) y el drenaje postural, siendo imprescindible la fisioterapia respiratoria. Desde el punto de vista de los cuidados de enfermería, debemos tener muy en cuenta con res- pecto a las aspiraciones de secreciones, la posibilidad de bradicardias extremas por estimulación bronquial; es recomendable disponer de adrenalina precargada para la realización de estas técnicas. En un paciente inmovilizado, el drenaje postural y las técnicas de posicionamiento pasivo que usan la gravedad pueden facilitar las secreciones. El objetivo es movilizar las secreciones desde las regiones más periféricas de los pulmones a la vía aérea principal, donde las secreciones pueden ser más fácilmente retiradas utilizando la tos o métodos de aspiración. En caso de atelectasia, se colocará al paciente en decúbito lateral, con la zona afectada en posición superior para que la gravedad ayude al drenaje. Cada posición debe mantenerse al menos 1 h dependien- do de la tolerancia del paciente. Destete: cómo y cuándo Los pacientes con lesión cervical tienen comprometida la función respiratoria y requieren ventilación mecánica dependiendo de la localización y el grado de la lesión; estos van a afectar también al proceso de destete del res- pirador. La modalidad respiratoria más común del destete es el uso de presión de soporte hasta la progresión hacia el tubo en T, aunque la ventilación mecánica no invasiva (VMNI) y la traqueostomía también desempeñan un rol importante. Los pacientes necesitan una evaluación de la fun- ción respiratoria antes y durante el destete. Los mejores parámetros de evaluación son la gasometría arterial o la capnografía y la efectividad de la tos. Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta 6 Atención inicial al trauma grave En el destete con tubo en T se debe ir aumentando de forma gradual el tiempo de respiración espontánea, lo que conlleva un incremento de la fuerza muscular. La retirada de la ventilación mecánica se puede valorar cuando el paciente tolera 48 h sin soporte respiratorio. Independientemente de la modalidad de destete, todos los estudios han observado que el tiempo de retirada del respirador en pacientes con lesión medular varía de semanas a meses. Tromboembolismo La trombosis venosa profunda y el embolismo pulmonar son complicaciones graves después de un trauma de la médula espinal debido a la pérdida de la movilidad. En ausencia de contraindicaciones, la profilaxis del trom- boembolismo debe comenzar antes de las 72 h tras el trauma. Dicha profilaxis incluye métodos mecánicos como las medias de compresión y las medias de com- presión neumática y, por supuesto, los anticoagulantes. La heparina de bajo peso molecular es el anticoagulante profiláctico de primera elección en pacientes con trauma medular agudo. Úlceras por presión Existe un gran riesgo de desarrollo de UPP en los pacien- tes con lesión medular debido a la inmovilidad y a la falta de sensibilidad. En estos pacientes se hacen impres- cindibles superficies adecuadas para la prevención de las áreas de presión (colchones antiescaras). Así mismo, el adecuado posicionamiento y las técnicas de cambio de peso a través de camas rotacionales que permiten man- tener la alineación de la columna durante la fase aguda son esenciales en la prevención del desarrollo de UPP en estos pacientes. Los collarines cervicales son indispensables en el manejo de pacientes con sospecha o confirmación de lesión cervical aguda. Una de las complicaciones de estos dispositivos es el desarrollo de UPP. La distribución de estas úlceras responde a las zonas donde los dispositivos ejercen una mayor presión: barbilla, zona occipital y zona supraescapular. La zona occipital es la que puede presentar lesiones de una mayor gravedad debido a la dificultad para valorar esta zona y por tanto la tardanza en el diagnóstico de estas úlceras. La prevención de úlceras en esta zona incluye una adecuada elección de la talla del collarín, retirar el collarín de extricación en cuanto sea posible y cambiarlo por un collarín adecuadamente almohadillado. La mejor forma de cuidar la piel de estas zonas es liberarla de la presión que ejerce el collarín, por lo que en pacientes con ventila- ción mecánica con un nivel profundo de sedoanalgesia se aconseja la retirada del collarín manteniendo la alineación cabeza-cuello y recolocar el collarín para las movilizacio- nes y cuando empieza a retirarse la sedación. Así mismo, el collarín debe retirarse cada 8 h para mantenerlo limpio y seco y aplicar cuidados en la piel; esto se hace entre dos personas, manteniendo una inmovilización cervical manual mientras se inspecciona en busca de lesiones, se limpia y seca la piel y se aplica hidratación. Es muy importante evitar la humedad bajo el dispositivo, pues maceraría la piel. El occipital, por su difícil acceso, se debe observar detenidamente cada 24 h en la higiene del paciente o cada vez que sea necesario elevar al paciente en bloque con medios mecánicos. Movilización La movilización del paciente siempre ha sido uno de los pilares básicos de los cuidados de enfermería; la principal razón de esta movilización es mantener la integridad de la piel y evitar la UPP. Sin embargo, en los pacientes con lesión medular, el cuidado de las zonas de presión no es lo único para tener en cuenta, ya que, en estos pacientes, los riesgos y beneficios de la movilización son muy variables. Se considera vital la inmovilización y los cambios poco frecuentes de posición hasta la fijación de la columna para reducir el riesgo de una mayor lesión; sin embargo, aumentamos el riesgo de desarrollo de UPP y de deterioro respiratorio debido a la inmovilidad. En estos pacientes se hacen imprescindibles los col- chones antiescaras y las camas de rotación lateral para prevenir las atelectasias manteniendo la alineación de la columna. Asimismo, para elevar la cabeza de estos pacientes y prevenir la neumonía asociada a ventilación mecánica en los pacientes intubados, se debe elevar enteramente la cama en posición de Trendelenburg inversa, y no el cabecero de forma aislada. Debemos mantener la alineación de la columna en todo momento, por lo que se debe considerar el uso del tablero espinal o la camilla de cuchara para el traslado del paciente a pruebas diagnósticas o quirófano, así como las superficies planas de elevación cuando se requieran cambios de sábanas, higiene, curas, revisión del occipital y de la integridad de la piel en sacro, espalda y glúteos. Problemas digestivos La disfunción gastrointestinal es una complicación común en el lesionado medular. Cursa con distensión abdominal y estreñimiento como signos y síntomas principales. El diagnóstico más habitual para estas dis- funciones suele ser gastroparesia e íleo paralítico. Es de origenmultifactorial, aunque la causa principal puede deberse a ruptura del equilibrio entre estimulación sim- pática y parasimpática. Estudios más actuales añaden como causa un aumento bacteriano importante en el intestino delgado como otro factor desencadenante de esta situación. La primera alerta de las complicaciones digestivas sue- le aparecer como dificultad en la tolerancia a la nutrición, si se ha iniciado, o vómitos, unido a una importante dis- tensión abdominal. La mayor parte de nuestros pacientes son portadores de sonda nasogástrica (orogástrica si se sospecha lesión de base del cráneo), con lo que un correc- to control del drenado gástrico con descansos habituales de la nutrición puede alertarnos, de manera más tem- prana, ante estas complicaciones y así evitar problemas asociados mayores. Ante la sospecha de este tipo de cuadros, descom- primir la cámara gástrica y conseguir un adecuado reposo del aparato digestivo es fundamental. Los cuadros suelen Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Capítulo 1 Enfermería en la atención al trauma crítico 7 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a u to ri za ci ón e s u n d el it o. resolverse en 3-4 días, aunque si se alargan en el tiempo debe considerarse la colocación de una sonda nasoyeyunal que nos permita reintroducir nutrición y la administra- ción de fármacos por sonda (analgesia para dolor neuro- pático principalmente). Con respecto al estreñimiento, el registro adecuado de las deposiciones, la valoración del tipo de heces y la esti- mulación digital con extracción de fecalomas de la ampo- lla rectal, si existiesen, serían los cuidados de enfermería más adecuados, además del control y la administración de las medidas farmacológicas (laxantes, procinéticos). Los masajes a nivel abdominal (sentido ciego-sigma) para intentar el progreso de heces a través del colon son una práctica habitual en algunas unidades, aunque también es cierto que cuenta con un bajo nivel de evidencia. Control del dolor La International Spinal Cord Injury Pain establece tres tipos de dolor en el lesionado medular: 1. Dolor nociceptivo, definido como un dolor punzante o presión. Es causado por lesión tisular, se produce en zonas con sensibilidad conservada y suele empeorar con el movimiento. Suele estar provocado por traumas asociados a la lesión medular. 2. Dolor neuropático, se define como un dolor agudo, pul- sátil, quemazón y/o calambre. Los síntomas se podrían diferenciar entre los que se generan con algún estímulo (alodinia o hiperalgesia) y los que surgen de manera espontánea (quemazón, dolor lancinante y dolor pro- fundo y opresivo). También se distingue entre dolores a nivel de la lesión o por debajo de la lesión. En las unidades de cuidados intensivos nos encontraremos con los primeros, pues son los que aparecen en la fase aguda. Los dolores por debajo de la lesión aparecen de forma más tardía y suelen cronificarse. 3. Dolores que no podemos incluir en los otros dos grupos. En torno al 75% de los enfermos con LME refieren dolor. La ansiedad añadida que este tipo de lesión gene- ra potencia la sensación dolorosa. Advertir y anticipar estas situaciones en enfermos no sedados nos facilitará, muy probablemente, el manejo del dolor. Adecuar las pautas de analgesia al tipo de dolor y la correcta adminis- tración de analgésicos tanto i.v. como por sonda gás- trica (principalmente los antiepilépticos y ansiolíticos utilizados como analgésicos neurolépticos) es parte de los cuidados de enfermería. No existen escalas óptimas ni validadas para este tipo de enfermos cuando están bajo los efectos de sedaciones profundas. Diversos estudios se encaminan a la valora- ción de mímica facial y reactividad pupilar para la cuan- tificación del dolor en las manipulaciones. Aun así, es esencial valorar si se precisa una correcta premedicación analgésica ante técnicas o manipulaciones que puedan generar dolor. Cambios de posición y movilización de las articu- laciones son medidas no farmacológicas adecuadas para intentar disminuir el dolor y, a largo plazo, evitar deformidades. También conseguir posiciones funcionales con las ortesis adecuadas en manos y pies evita dolores y lesiones futuras. CUIDADOS DE ENFERMERÍA EN EL TRAUMA TORÁCICO El trauma torácico constituye la tercera causa más común de muerte después de la lesión abdominal y el TCE en los pacientes traumáticos. Las fracturas costales constituyen la lesión más habi- tual, y en el 75% de los pacientes con trauma torácico se produce la fractura de tres o más costillas. Es importante destacar la importancia dentro del trauma torácico del tórax inestable por el compromiso respiratorio que esta patología produce; más del 80% de estos pacientes requie- ren ingreso en una unidad de cuidados intensivos y casi el 60% requerirán ventilación mecánica. Son indicadores de gravedad del trauma torácico la edad superior a 65 años, la presencia de tres o más fractu- ras costales y la existencia de enfermedad cardiopulmonar previa. La población de mayor edad requiere mención especial debido a la fisiología relacionada con el enve- jecimiento, que provoca una reducción de la capacidad de adaptación a las situaciones de estrés, y la presencia de comorbilidades, muchas veces asociada a la toma de múltiples fármacos. La gente más joven y los niños presentan mayor fle- xibilidad en las costillas, por lo que se pueden producir lesiones pulmonares severas con ausencia de fractura costal. Neumonía e insuficiencia respiratoria El trauma torácico tiene un impacto significativo en el curso clínico tras un trauma (mayor tiempo de venti- lación mecánica y, por lo tanto, estancia prolongada en UCI). Las lesiones pulmonares, además, deterioran de forma importante la función pulmonar. Estos aspectos podrían explicar la incidencia de NAVM de los pacientes traumáticos, que es cuatro veces superior a la de la pobla- ción en UCI no traumática; por este motivo, la atención adecuada del trauma es imprescindible para evitar el desa- rrollo de complicaciones. Tras un trauma torácico, la insuficiencia respiratoria y la neumonía son los problemas potencialmente más prevenibles. Dichas complicaciones están directamente relacionadas con la gravedad de la lesión, el tipo de lesión anatómica, la edad y el estado previo del paciente. Son fundamentales los programas dirigidos al control intensivo del dolor, la movilización y la fisioterapia res- piratoria para reducir este riesgo de insuficiencia respira- toria, neumonía y muerte del paciente. El establecimiento y adherencia a protocolos basados en la evidencia mejoran la calidad de los cuidados. Dentro de estos protocolos encontramos el proyecto Neumonía Zero, publicado en 2011, con una serie de recomendaciones dirigidas a la reducción de las neumonías asociadas a ventilación mecánica: • Aspiración de secreciones endotraqueales de manera estéril previa higiene de manos, uso de catéter estéril y manipulación aséptica. Higiene estricta de manos antes de cualquier manipulación de la vía aérea. • Control y mantenimiento del neumotaponamiento (20-30 cmH 2 O). Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta 8 Atención inicial al trauma grave • Elevación del cabecero 30-45° salvo contraindicación, en cuyo caso se elevará el cabecero en posición de Trendelenburg inversa. • Evitar cambios programados de tubuladuras, humidi- ficadores y tubos endotraqueales. • Higiene oral con uso de clorhexidina (0,12-0,2%) cada 6-8 h. Prevención de atelectasias Dentro de los cuidados del paciente con trauma torácico es fundamental el manejo de secreciones y la prevención de atelectasias que producen insuficiencia respiratoria. Se hace imprescindible la fisioterapia respiratoria: el espirómetro incentivador en los pacientes sin intubar, la realización de respiraciones profundas y la incentivación de la tos son aspectos fundamentalespara favorecer la eliminación de secreciones y, por tanto, prevenir las ate- lectasias y el riesgo de desarrollo de la neumonía. Con respecto a los cambios posturales continuos como parte del tratamiento del trauma torácico, no existen estudios que evidencien mejorías significativas con res- pecto a función respiratoria, intercambio de gases, días de ventilación mecánica y estancia en UCI. Las camas de nueva generación que permiten cambios programados sobre plano con mínima manipulación del paciente faci- litan que los cambios se realicen con poca carga de trabajo y sin generar dolor. Control del dolor El correcto control del dolor en el paciente con trauma torácico supone una de las variables más importantes con respecto a complicaciones, días de ventilación mecánica y días de ingreso en UCI, de este tipo de enfermos. La correcta analgesia es fundamental para un manejo óptimo de secreciones por parte del enfermo y avanzar de manera fluida en el destete de la ventilación mecánica. Debemos tener en cuenta que el dolor de la pared torácica puede limitar la tos efectiva, así como la fisiote- rapia respiratoria, por lo que es importante una adecuada evaluación del dolor a través de escalas adecuadas al tipo de paciente: escala verbal numérica (EVN) en pacientes comunicativos y escalas conductuales en pacientes no comunicativos (ESCID). Esto nos permitirá establecer un adecuado tratamiento del dolor. El dolor en las fracturas costales afecta negativamente a la función pulmonar, aumentando la morbimortalidad. Es por esto por lo que el control analgésico es funda- mental. Este manejo analgésico consiste en una escala ascendente de AINE, opiáceos, analgesia controlada por el paciente (PCA) y epidural, todo ello acompañado por fisioterapia respiratoria y movilización del paciente en los casos en los que su situación lo permita. Actualmente, las técnicas de bloqueo paravertebral y bloqueos intercostales empiezan a utilizarse con más frecuencia que las técnicas de anestesias epidural. Varios estudios han demostrado que pueden ser igual de efecti- vos y no presentan los efectos adversos que aparecen con las técnicas epidurales; además, permiten una anestesia más selectiva de la zona afectada. Debemos, en todo caso, ante la inserción de estos catéteres, controlar frecuentemente la zona de punción para vigilar la correcta colocación, hematomas y signos de infección, y manipularlo con la máxima asepsia posible. Además, con respecto a los catéteres epidurales, es impor- tante valorar los posibles efectos adversos, como hipoten- sión, retención urinaria (si el paciente se encuentra con diuresis espontánea), disfunción respiratoria y pérdida importante de sensibilidad en miembros inferiores como posible complicación en la técnica de punción. Además, estudios actuales ponen de manifiesto la efec- tividad de medidas no farmacológicas, como la aplicación de geles fríos en tórax y técnicas de relajación respiratoria como complemento de todo lo anterior para el manejo del dolor. Drenaje torácico Los traumas torácicos precisan drenaje pleural en un 18% de los casos. La colocación de drenaje pleural es una técnica que lleva a cabo el personal médico. La enfermera, por su parte, es responsable de los cuidados durante la inserción, el mantenimiento y su posterior retirada. Previo a la inserción es preciso preparar la unidad de drenaje (Pleurevac®). Este dispositivo consta de tres cámaras: 1. La primera es la cámara de recolección, formada por tres columnas calibradas en las que se evacua el con- tenido líquido drenado. 2. La segunda es la cámara del sello de agua, que deberá ser rellenada con agua estéril hasta la marca de los 2 cm. Es en esta cámara donde se visualiza el burbujeo que evidencia la salida de aire del espacio pleural, actuando además como válvula unidireccional que impide que el aire pase del exterior de nuevo al espacio pleural. 3. La tercera cámara constituye el control de aspiración. Deberá ser llenada generalmente hasta los 20 cm, nivel que determinará el grado de aspiración. Una vez colocado en tubo de tórax, este se conectará al Pleurevac®, conexión que debe ser reforzada con bridas. El Pleurevac® siempre permanecerá en posición vertical y por debajo de la altura del pecho del paciente, evitando acodamientos del sistema y vigilando su permeabilidad. Con frecuencia horaria la enfermera debe vigilar el burbujeo en el sello de agua. Por norma general la sali- da de aire se observará durante la espiración cuando el paciente se encuentra en ventilación espontánea, y duran- te la inspiración, si se encuentra sometido a ventilación mecánica. Si este burbujeo es continuo hay que revisar el sistema de drenaje, pues puede existir una fuga en él. No hay que confundir el burbujeo del sello de agua ocasiona- do por el sistema de aspiración, con la fuga de burbujas de aire procedentes del espacio pleural, indicadoras de que se está drenando el neumotórax. En cada turno la enfermera debe revisar el nivel de agua en la cámara del control de aspiración, que tiende a evaporarse y es preciso rellenarla. La naturaleza y la cantidad de débito que se recoge en el Pleurevac® serán evaluadas por la enfermera en cada Prop ied ad de Else vie r Proh ibi da su re pro du cc ión y ve nta Capítulo 1 Enfermería en la atención al trauma crítico 9 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a u to ri za ci ón e s u n d el it o. turno y se anotará en el balance de líquidos del paciente como mínimo una vez cada 24 h. El lugar de inserción debe ser valorado y curado una vez al día y siempre que los apósitos aparezcan manchados o mojados. En cuanto al tradicional ordeño del sistema para mantener su permeabilidad, se desaconseja como rutina debido a que produce un aumento brusco de la presión negativa en el espacio pleural, aunque sí se puede prac- ticar en situaciones excepcionales en las que se sospecha obstrucción. En caso de vuelco accidental del Pleurevac®, hay que revisar su estado. Si, como ocurre de manera habitual, se han mezclado los líquidos de las cámaras, hay que cambiar por otro, siempre pinzando el tubo de tórax durante el cambio. CUIDADOS DE ENFERMERÍA EN EL TRAUMA ABDOMINAL Y PÉLVICO Los pacientes que sufren un trauma abdominal o pélvico tienen riesgo de aparición de hipertensión intraabdomi- nal (HIA), pudiendo derivar en una grave complicación como es el síndrome compartimental abdominal (SCA), que implica no solo la existencia de presiones abdomina- les elevadas, sino la aparición de disfunción orgánica con afectación circulatoria, respiratoria, renal o neurológica como resultado del bloqueo del flujo sanguíneo. El SCA puede clasificarse en primario, como resultado de un daño directo sobre la zona abdominal o pélvica (traumas cerrados o penetrantes, ruptura de aneurisma abdominal, etc.), o secundario (derivado de transfusión masiva de fluidos por hemorragia en situación de shock, sepsis, grandes quemados, etc.). Existen algunos factores que influyen en el aumento de la presión intraabdominal (PIA): resucitación agresiva con volumen durante la atención inicial, cirugía abdo- minal, sepsis, ventilación mecánica, inmovilidad, dis- minución de la función gastrointestinal, aumento del volumen residual gástrico, mayor distensión abdominal, peso, posición o tensión muscular. El riesgo de HIA en pacientes críticos puede aumentar un 50%. Hay ciertas medidas que ayudan a disminuir el riesgo de SCA: durante la resucitación mantener la PAM en torno a 80 mmHg, suficiente para mantener las presiones de perfusión orgánicas, la hemostasia precoz y la realiza- ción correcta de una resucitación con control de daños (resucitación hemostática, limitación de cristaloides y coloides, etc.). Los cuidados de enfermería deberán basarse entonces en la valoración de la PIA, valoración de la herida quirúr- gica abdominal (signos de infección, posibles perforacio- nes gastrointestinales,