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Revista Arqueologia Pública Publicação Anual no 2 2007 ISSN 1981-2477 São Paulo, Brasil 2 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. Editores Comissão Editorial Conselho Editorial Projeto gráfico Pedro Paulo Abreu Funari (NEE/UNICAMP) Erika Marion Robrahn-González (NEE/UNICAMP) Lourdes Dominguez (Oficina del Historiador, Havana, Cuba) Andrés Zarankin (UFMG) Gilson Rambelli (NEE/UNICAMP) Nanci Vieira Oliveira (UERJ) Ana Pinon (Universidad Complutense de Madrid, Espanha) Pedro Paulo Abreu Funari (NEE/UNICAMP) Erika Marion Robrahn-González (NEE/UNICAMP) Charles Orser (I llinois State University, EUA) Gilson Martins (UFMS) José Luiz de Morais (MAE/USP) Peter Ucko (Institute of Archaeology, UCL) Laurent Olivier (Université de Paris) Sian Jones (University of Manchester) Martin Hall (Cape Town University, South Africa) Bernd Fahmel Bayer (Universidad Nacional Autónoma de México) José Luiz de Magalhães Castro Neto 3 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. EDI TORI AL Arqueologia Pública na América Latina Este é o segundo número de Arqueologia Pública. A revista foi lançada na reunião da UISPP, em Lisboa, em setembro de 2006, em um contexto internacional. O foco do primeiro volume foi a divulgação dos estudos e práticas públicas da disciplina por parte de brasileiros. Se no âmbito mundial a Arqueologia Pública já estava a se projetar havia algum tempo, cabia mostrar como também em nosso país a disciplina voltava-se para a interação com as comu- nidades e grupos sociais envolvidos com seu patrimônio cultural. A diversidade como valor e o reconhecimento da importância da ação com a variedade de componentes da sociedade brasileira visavam explicitar o caráter social da Arqueologia. A acolhida em Lisboa foi muito positiva. Este segundo número marca, em primeiro lugar, a consolidação da Arqueologia Públi- ca na Universidade Estadual de Campinas, em particular no Núcleo de Estudos Estratégicos. Cabe reforçar a importância da promoção de políticas públicas em prol da preservação do patrimônio cultural, assentada nas premissas do desenvolvimento sustentável, da diversida- de e, principalmente, da inclusão social. O valor estratégico da Arqueologia está no avanço da diversidade1, conforme a Emenda Constitucional n. 48, de 10 de agosto de 2005, que explicita a “valorização da diversidade étnica e regional”2. Este caráter estratégico da Arque- ologia não pode ser subestimado e a Arqueologia Pública mostra-se, pois, essencial3. Em seguida, convém lembrar o alcance continental dessa Arqueologia Pública, com suas características latino-americanas. O IV Encontro de Teoria Arqueológica na América do Sul, realizado em julho de 2007, em Catamarca, Argentina, revelou bem essas preocupações públicas da disciplina. Isto se reflete neste segundo volume de forma bem clara, com a participação dos colegas de outros países latino-americanos. O continente, ainda marcado por tantas desigualdades sociais, produz uma reflexão original, relevante também para os centros hegemônicos cuja produção não deve ser, de maneira alguma, ignorada. Trata-se de um só mundo e de uma só Arqueologia. Isto tudo se reflete, de alguma maneira, neste segundo número da revista, que reitera seu papel de veículo de comunicação em prol do debate aberto de experiências, perspectivas e aprimoramento das atuações voltadas ao es- tudo, à valorização e proteção do patrimônio cultural. Pedro Paulo A. Funari Erika Robrahn-González (1) Conforme a Emenda Constitucional n. 48, de 10 de agosto de 2005. (2) Sobre a diversidade indígena e a Arqueologia, cf. Érika M. Robrah-González, Diversidade cultu- ral entre os grupos ceramistas do sul-sudeste bra- sileiro: o caso do vale do Ribeira de I guape.. Pré- História da Terra Brasilis. Rio de Janeiro: I n: M.C. Tenório, 1999. (3) Cf. Pedro Paulo A. Funari, O papel estratégico da Arqueologia na delimitação de terras indígenas e quilombolas, VI I Encontro Nacional de Estudos Estra- tégicos, Brasília, novembro de 2007, patrocinado pela Presidência da República. 4 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. 5 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. Sumário 7 23 33 45 57 73 89 Artigos SITIO ARQUEOLÓGICO CARSA (PUERTO DESEADO, PATAGONIA ARGENTI NA) : REFLEXONES SOBRE LA PRÁCTI CA DE UNA ARQUEOLOGÍA SOCIAL Y PÚBLICA. Alicia Castro Miguel Ángel Zubimendi Luciano Grassi Pablo Ambrústolo Lucia Mazzitelli “AGUA MOLE EM PEDRA DURA TANTO BATE ATÉ QUE FURA: EDUCAÇÃO POPULAR E HERANÇA CULTURAL NO SÉCULO XXI” Elizabete Tamanini Zilma Isabel Peixer “LIDANDO COM AS COISAS QUEBRADAS DA HISTÓRIA” José Alberione dos Reis MANEJO DE RECURSOS CULTURALES Y PUESTA EN VALOR DE HISTORIAS REGIONALES Mónica Berón Marina Guastavino NARRATIVAS ARQUEOLÓGICAS PÚBLICAS E IDENTIDADES INDÍGENAS EN CATAMARCA Marcos Quesada Enrique Moreno Marcos Gastaldi DESARROLLO DE UN MODELO PRODUCTIVO PARA LA RECUPERACION SOCIOCULTURAL DE POBLACIONES MARGINALES DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA: AZAMPAY UNA EXPERIENCIA PILOTO María Carlota Sempé Susana Alicia Salceda Susana Martínez GUANABACOA COMO UNA “EXPERIENCIA” INDIA EN NUESTRA COLONIZACIÓN: LOS RETOS DE LA ARQUEOLOGÍA PÚBLICA Lourdes S. Domínguez 6 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. 7 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. pgs. 7-21. * Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata, acastro@fcnym.unlp.edu.ar. Paseo del Bosque s/n, La Plata (1900), Buenos Aires, Argentina. * * CONI CET y Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata * * * Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata * * * * CONICET y Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata ***** Museo de La Plata, Universidad Nacional de La Plata I ntroducción En este trabajo nos proponemos, en un primer momento, buscar las herramientas transdisciplinarias que permitan dar cuenta y analizar las discusiones que se suscitaron a partir del desarrollo de una experiencia llevada a cabo en la ciudad de Puerto Deseado, Provincia de Santa Cruz, entre miembros del equipo de investigación arque- ológica, y adolescentes pertenecientes a un colegio secundario local. Entendemos que la práctica arqueológi- ca es una producción de conocimiento sobre el pasado, pero también un compromiso so- cial como investigadores en el presente en que vivimos. Esta concepción nos lleva a en- tender a la Arqueología como un campo dis- ciplinar compartido, donde el saber que se deriva de su práctica, integra a las comuni- dades locales con nuestros intereses como cient íf icos, ya que, en def init iva, es la sociedad en su conjunto la que se hace SITIO ARQUEOLÓGICO CARSA (PUERTO DESEADO, PATAGONIA ARGENTINA): REFLEXIONES SOBRE LA PRÁCTICA DE UNA ARQUEOLOGÍA SOCIAL Y PÚBLICA. Alicia Castro* Miguel Ángel Zubimendi* * Luciano Grassi* * * Pablo Ambrústolo* * * * Lucia Mazzitelli* * * * * Resumen: Se presenta una experiencia de la práctica arqueológica llevada a niveles escolares, con alumnos en riesgo de un colegio de la ciudad de Puerto Deseado (Santa Cruz, Patagonia Argentina), con dos objetivos: in- centivar por medio la practica compartida, la incorporación al conocimiento, de la Arqueología, la concepción del resto arqueológico como bien cultural y el valor patrimonial del pasado; y, motivar a grupos escolares en riesgo a adquirir una respuesta áulica positiva. Se discuten las acciones y resultados y se toma el ejemplo como modelo para una discusión crítica sobre la Arqueología pública y social pretendida por el grupo de investigación. Palabras clave : Arqueología pública y social, practica compartida, comunicación. 8 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. responsable de los conocimientos que se generan, su legitimación y su conservación. En el mismo sentido, nos planteamos llegar un poco más allá de esta idea, propi- ciando una construcción en la cual los sujetos de las comunidades involucradas sean activos en la producción de conocimiento acercadel pasado, a partir de sus propios conocimientos particulares, formales o no, que aportan a la percepción e imagen del pasado. Los miembros de las comunidades no son solo constructores activos de conocimiento, sino que también lo son en la elaboración de principios relat ivos a la importancia del pasado, así como en la construcción de la idea de patrimonio y conservación de la memoria. Si se consideran de esta manera, los proyectos de extensión universitarios no podrían ser pensados como una mera etapa de transmisión de conocimientos, sino como otra posible etapa de producción de saberes y acciones valorativas significativos dentro de los marcos de la investigación; o bien como una investigación paralela y complementaria en donde, además de dar cuenta de los descubrimientos arqueológicos se de cuenta de los procesos de comunicación, educación y producción de identidades colectivas que surgen de la práctica de extensión con los actuales pobladores de la zona. En este sentido se desarrolló, en el actual Museo Municipal Mario Brozoski (fig. 1), una experiencia realizada en el año 2000 con alumnos de cuarto año de Polimodal de la Escuela de Comercio de Puerto Deseado. Dicha experiencia, consistió en una actividad de taller de arqueología de campo, cuyo ob- jetivo fue – a través de la praxis compartida – que los alumnos entiendan la práctica de la Arqueología, el valor de los recursos ar- queológicos y el valor patrimonial de nuestro pasado indígena. Se trabajó con adolescen- tes que podrían encuadrarse como los deno- minados grupos de riesgo, integrándolos en actividades lúdicas como ejes motivadores a mejores respuestas áulicas. Es sobre esta experiencia que discutire- mos algunas cuestiones que hacen al objeti- vo de este trabajo, tratando de establecer a la misma como actividad ejemplificadota de lo que creemos debe ser un encuadre públi- co de la arqueología como un compromiso social / político del investigador. En este trabajo, entonces, se introducirá sobre la situación del espacio geográfico y Figura 1. Foto de la entrada del Museo Municipal Mario Brozoski, en la ciudad de Puerto Deseado, institución articuladora de las actividades desarrolladas en dicha ciudad. 9 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli social de Puerto Deseado, y sobre el trabajo que el equipo de investigación ha desarrollado allí a través de los años. Luego se abordarán las memorias de la práctica concreta, los marcos de interés en que se generaron y los resultados obtenidos, todo encuadrado en las creencias y principios que hemos nombrado precedentemente. Finalmente, a partir del análisis crítico de la experiencia y del trabajo realizado por el equipo, se intentará aportar a la discusión sobre la escisión ent re las práct icas de extensión y las de investigación, así como poder poner en discusión el campo relacional dado entre el rol social del investigador y la arqueología, como el de los otros actores que intervienen en esta interacción. Re la t o sob r e Pu e r t o D e se a do, e st r uct u r a ge ogr á f i ca , socia l , económica La localidad de Puerto Deseado se halla ubicada al Noreste de la Provincia de Santa Cruz y en el departamento Deseado, del cual es cabecera. La principal característica del territorio la constituye su situación de borde marítimo sobre la costa norte de la desem- bocadura de la ría, que en forma de embudo se abre hacia el Océano Atlántico. La ciudad se asient a a 5 msnm, individual izándose en el sector oeste, pendientes más abruptas que protegen su emplazamiento de los vientos. El clima osci- la entre templado y frío moderado. El exten- so litoral marítimo permite la conformación de gradientes que dan lugar a diferentes hábitat que albergan una alta biodiversidad de especies, especialmente marinas. Desde el siglo XVI la ría de Puerto Deseado fue utilizada como fondeadero de ant iguas naves que surcaban los mares australes. La idea inicial del desarrollo a tra- vés del puerto, constituyó y constituye el eje trasversal del municipio; primero para el embarque de la producción lanera del norte de Santa Cruz, y posteriormente en relación con la pesca de altura. A part ir de la concreción del puerto en 1928, se inauguró una etapa que marcaría un rumbo bien de- f in ido. De est a manera los mayores acont ecimient os hist ór icos de Puer t o Deseado, así como los diferentes cambios económicos, siempre estuvieron sujetos a las modificaciones portuarias. Desde el puerto se sucedieron períodos de gran movimiento, donde no sólo se importaron materiales para la región, sino que sirvió de apoyo a la ganadería y luego, a partir de 1983, a la pesca. Actualmente, Puerto Deseado tiene una población estimada de trece mil habitantes. Según se denotan en los últimos relevamientos que datan del 20031, es evidente la incidencia que tiene la actividad portuaria y pesquera en la economía y generación de trabajo en Puerto Deseado llegando a representar casi el cuarenta por ciento de la ocupación de la zona. La otra act ividad de sostén, es el empleo en el sector de la actividad pública, integrado por los organismos nacionales, provinciales y municipales que representa otro cuarenta por ciento del total. Pero actualmente aunque no poseemos cifras precisas la ciudad enfrenta un proceso de empobrecimiento y falta de oportunida- des de trabajo. Las actividades pesqueras como situaciones oportunistas de trabajo en otros momentos hoy sufren los efectos de la veda pesquera que sume al puerto en largos periodos de inactividad. Los buques factorías son otro de los problemas que han reducido el número de oportunidades de puestos de trabajo y la saturación del aparato burocrá- tico municipal. A esto se suma al aumento poblacional por nacimientos locales como por efectos de inmigración interna y de países limítrofes, que superan a la emigración. Además la ciudad presenta un carácter de insularidad producto de su aislamiento con respecto al eje de comunicación terrestre principal, la Ruta Nacional Nº 3, que le acentúa la representación de lejanía. Esto (1) En los últimos años la población de la ciudad a observado un notable incremento, aunque se carezca de datos poblacionales más recientes. 10 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. sume a la población juvenil en una situación contradictoria, por un lado la franja de altos recursos, hijos de padres con buenos empleos o profesionales, cuyas alternativas son aban- donar el pueblo hacia centros universitarios o integrar los comercios familiares. Para otros, los de menores recursos, la alternati- va es rest ringir su idea de futuro a las eventuales oportunidades de la pesca, actividad temporaria portuaria o el subempleo. Esto marca una dicotomía muy clara entre la franja juvenil: los que tienen posibilidades y los que no. Sobre e l equipo de invest igación: experiencias, investigación y extensión El trabajo de investigación en la Costa Norte de la Provincia de Santa Cruz tiene sus inicios en el año 1987 a partir de objetivos tendientes a estudiar el comportamiento de los grupos aborígenes cazadores recolectores en el litoral marino continental en un territorio que, básicamente, había sido estudiado des- de el espacio interior. Un segundo objetivo fue establecer los usos litorales desde la pers- pect iva temporal, proyectando diferentes conductas desde el inicio de la ocupación humana en Patagonia hasta el momento de contacto con poblaciones europeas. En particular, los estudios de la Costa Norte de Santa Cruz y del litoral marítimo habían sido escasos. Solo unos pocos trabajos, previos a los trabajos sistemáticos realizados por este equipo de investigación, agotan prácticamente la bibliografía especí- fica sobre el tema. En primera instancia, entonces, se trató de verificar a través de información espaci- al, qué recursos, marinos o terrestres,fueron los más importantes para determinar la elección de los asentamientos. Es decir, qué parte del ambiente fue utilizada y con qué intensidad, teniendo como objet ivos el reconocimiento del ambiente, la determinación del tipo y cantidad de restos arqueológicos, el establecimiento de relaciones causales entre la densidad de sit ios y los recursos marinos, y la comparación entre esta en la costa y el interior inmediato. Los fechados radiocarbónicos han con- firmado la reocupación desde el Holoceno Medio hasta aproximadamente los 900 años AP (Cast ro et al. 2007) , pero aún no conocemos con certeza los procesos de despoblamiento – si es que efectivamente sucedieron–, o los procesos sociales- culturales que enmascaran la expresión aborigen. Hemos podido discutir algunos aspectos relativos a la tecnología y éstos como resul- tado, nos plantean nuevas preguntas que debemos resolver. Los estudios sugieren que el aprovechamiento de recursos, y por ende la elección del espacio de ocupación, corresponde a conductas relacionadas a una estrategia programada por parte de los cazadores recolectores. Esto ha permitido discutir los modelos generales de antropodinamia indígena def inidos para la ocupación patagónica (Moreno 2003, Castro et al. 2003 y Zubimendi et. al 2004). Sobre el proyecto de extensión Este equipo ha considerado que las hoy denominadas act ividades de extensión y transferencia siempre han tenido importan- te relevancia, aun cuando no poseían “peso curricular”. En la actualidad el enfoque de la academia ha cambiado y ést a es una actividad que es un requisito importante para las Políticas Científicas y Académicas de las Universidades Nacionales. El proyecto de investigación básica incluye un proyecto de extensión que propone un plan de trabajo con diferentes plazos y objetivos a cumplirse por etapas. La planif icación propone el trabajo a partir del fortalecimiento y consolidación de los espacios e instituciones con los que se venía trabajando. Es en este sent ido que el Museo Municipal Mar io Brozoski se encuentra en un lugar vertebrador. El Museo Brozosky de Puerto Deseado fue creado hace más de quince años con el fin de brindar un espacio para los objetos 11 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli hallados en el hundimiento de la Goleta Swift, hallada por tres buzos locales2. Hoy continúan los trabajos de rescate submarino por parte de un equipo de arqueólogos subacuáticos (Elkin et al. y 2006). Luego de la decisión política de transfe- rir los museos provinciales a la administración municipal en el año 2005, se realizaron acuerdos con el I ntendente de Puerto Deseado, Sr. Arturo Rodríguez, para el desarrollo de un plan de t rabajo con la propuesta de ampliar este Museo, incluyendo la historia local aborigen. El material fundacional de este espacio ha sido una colección de material lítico, con- sistente en un conjunto de cinco mil piezas recolectadas por el Padre J. Molina en la Costa Norte de Santa Cruz. Con este materi- al, que está siendo recatalogado, se ha generado un archivo y un espacio de exhibición cuya temática es la “Arqueología de cazadores recolectores costeros”. En este marco se realizan exhibiciones y conferenci- as estructuradas en tres ejes iniciát icos: ¿Que es la Arqueología y como trabaja?, la prehistoria de la Patagonia y el proceso cul- tural en la Costa Norte de Santa Cruz. Estas tareas mantienen la relación con otros espacios como ONGs y otros “actores” locales, por ejemplo algunos dueños de est ancias, t rat ando de compar t i r los conocimientos sobre el cuidado, preservación y conservación de los restos arqueológicos y controlar el impacto de los turistas. Esto últi- mo incluye el trabajo con la gestión política a fin de hallar las mejores formas de mane- jo de recursos involucrando los dueños de la tierra. En otra etapa se planea formalizar el desarrollo de las actividades en el ámbito educacional, considerado éste como un sector estratégico. Por sobre todas las cosas se busca fo- mentar el desarrollo y cogestión del manejo de los recursos culturales, dando lugar a espacios regulares dentro de las instituciones educativas, destinados al desarrollo de los contenidos arqueológicos básicos. Memorias de la experiencia en el “Sit io Carsa”. Lecturas sobre el diagnost ico previo La realización de esta experiencia se gestó con el objetivo de intentar proyectar el t rabaj o profesional hacia un per f i l de compromiso social. Por ot ro lado, se esperaba fortalecer las relaciones que el equipo de investigación venía desarrollando con la comunidad de Puerto Deseado y sus instituciones. El carril por el cual se decidió alcanzar estos objet ivos fue por medio de una actividad de copart icipación, para que la comunidad alcance una mejor comprensión de su patrimonio, construya su historia y su identidad y entienda el significado y valor de preservar los restos arqueológicos. De esta manera, se decidió realizar un diagnóstico de situación que diera cuenta de las problemát icas generales que se consideraban del territorio y los intereses del equipo de investigación. Este relevamiento manifestó varios tópi- cos entre los que se podría destacar como problemát ica social condensadora, la existencia de un profundo desconocimiento y subvaloración de las comunidades indíge- nas que ocuparon la zona en el pasado. En el mismo sentido, se constató que en las instituciones educativas las currícula y los programas relativos a la Historia que se enseña y aprende en los niveles primarios y secundarios, son la versión institucionalizada de un proceso no contextualizado, que comienza con la colonización europea de Patagonia y que, de existir información so- bre grupos indígenas, está referida a los momentos de contacto hispano indígena. Además, se determinó que derivado del desconocimiento y subvaloración general, más la falta de políticas públicas que puedan fomentar las actividades arqueológicas y un (2) Entre ellos Mario Brozoski, joven buzo que falleció pocos años después. El Museo Municipal lleva su nombre en su honor. 12 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. adecuado gerenciamiento, se incurre en un continuo impacto negativo antrópico sobre los r est os ar queológ icos ( por ej emplo construcciones urbanas, sondeos petroleros, mal uso del espacio y turismo descontrola- do). Así es como genera la contradictoria conducta de recolectar piezas arqueológicas, por sus valores como obj et os bel los, atractivos o curiosos, pero con un profundo desconocimiento de su significado. De esta forma, se produce, entonces, un impacto negativo sobre el registro y preservación del patrimonio arqueológico. Sobre este diagnóstico se planteó, en primera instancia, encontrar las vías de llegada a la comunidad para que se pudieran problematizar varias cuestiones relativas a la práctica arqueológica. Específicamente se buscaba compartir las formas de trabajo, la importancia de la preservación de los sitios y los restos culturales, las técnicas de recolección, etc.; para poder introducir en la enseñanza la Historia más atrás de la llegada de los europeos, en un plano de revalorización de los grupos aborígenes. Se decidió trabajar con los jóvenes y niños, ya que encierran un importante po- tencial creat ivo y son buenos agentes multiplicadores en sus hogares. En definiti- va, nos decidimos por estos grupos porque la idea se centraba en ofrecerles elementos movilizadores para la const rucción del conocimiento y de valores tales como pasado, ident idad o pat r imonio. Pretendíamos, además, trabajar con aquellos en donde la introducción de esta práctica podría generar expectativas novedosas, es decir aquellos de menores recursos. Sobre la intervención En ese marco, en el año 2000 se comenzó un diálogo con las autoridades ejecutivas de Puerto Deseado con el fin de poner encomún las inquietudes que se habían relevado. En un principio, si bien parecía haber buena voluntad, la existencia del espacio de dialo- go no se tradujo en acciones concretas. Al año siguiente las discusiones continuaron con un nuevo interlocutor, la entonces Directora de Turismo, Prof. Nora Babruskis quien apoyó las ideas y propuso aplicar estas iniciativas con un grupo de alumnos de segundo año del Polimodal (educación secundaria) de la Escuela Comercial 4 de Puerto Deseado, con- formado por jóvenes de distintas edades, con problemát icas compromet idas e incluso algunos, padres adolescentes. La escuela se caracteriza por tener una matrícula que cuenta, en parte, con franjas sociales de escasos a bajos recursos económicos con problemas sociales significativos. El primer paso, entonces, fue solicitar el permiso a las autoridades del Colegio quienes aceptaron la propuesta, y luego se hicieron las presentaciones con el grupo. La primera impresión fue difícil, los jóvenes parecían ser muy conflictivos, y el diálogo no fue fluido. Los adolescentes impusieron una distancia significativa al principio con actitudes rebel- des, desinteresadas, acusando desagrado, descrédito o improcedencia. Esa distancia se rompió luego, cuando el tema de conversación cambió utilizando su mismo lenguaje u obje- tos de conversación de su interés. Evidente- mente las herramientas de comunicación fueron un inconveniente inicial que se subsanó recurriendo a artilugios, a veces, poco orto- doxos. Éste, también fue uno de los aspec- tos importantes de esta cuestión. Las act ividades fueron propuestas a contraturno, sobre la base de un compromiso individual, dependiendo de los intereses lúdicos de cada uno. En tal sentido, el trabajo se planteó como extracurricular y a voluntad. Sobre un total de 30 alumnos, un grupo de alrededor de diez alumnos se integraron a la experiencia, de los cuales dos tuvieron que abandonar el trabajo por cuestiones personales, quedando, hasta el final de la experiencia, un grupo firme de ocho alumnos. El proyecto comenzó con una breve introducción teórica, dando algunas nociones sobre la arqueología en general, la prehistoria y el t rabajo del arqueólogo. Luego se comenzó a realizar la experiencia en el sitio Carsa (fig. 2). Este sitio se denominó de esa 13 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli forma debido a que se encuentra cercano a las instalaciones de la empresa que lleva ese nombre. Se encuentra en las afueras del pueblo, de manera que el acceso se podía realizar a pie, hecho que no les ocasionaba gastos a los alumnos. Esas razones, es decir la viabilidad económica del proyecto o de la actividad para todos los actores involucrados estaban contempladas como condición pre- via a la realización de la actividad. La segunda etapa se realizó puntualmente en el sitio arqueológico, donde se enseñaron algunas de las herramientas básicas del ar- queólogo en el trabajo de campo: como la medición, la prospección, el relevamiento, la definición de las cuadrículas, la excavación y, sobret odo, poder “ mirar el ent orno” acercándose a entender la naturaleza. Cada paso fue problematizado, buscando susten- tar las razones de cada acción y decisión. Luego de los primeros encuentros de acercamient o al campo, los alumnos cont inuaron el t rabajo con la prof. Nora Brabuskis. De esta forma, el contacto se mantuvo mayormente vía mail, con algunas visitas espaciadas. Figura 2. Imagen satelital de la ciudad de Puerto Deseado. En la parte derecha se observa el sitio Carsa. Obsérvese su vinculación espacial con el casco urbano de la ciudad. 14 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. A pesar de que el seguimiento era me- nor del que se hubiese requerido, el entusi- asmo de los jóvenes no mermó. Se trabajaba toda la semana, incluso los sábados y los domingos. Ni siquiera cuando sufrieron el robo y la destrucción de algunas cuadriculas los desanimó ni los llevó a abandonar el trabajo, más bien los movilizó a pedir un espacio en la radio y los noticieros locales para denunciar el hecho, y solicitar la donación de material para cont inuar el trabajo. La últ ima etapa se dio cuando los alumnos ya habían avanzado en la excavación. En conjunto se planteo una última cuadrícula y se reconoció que habían hecho. Luego de seis meses de excavación y cinco encuentros con el equipo de investigación, se dio por concluida esta etapa. El trabajo continuó con las colecciones: huesos y artefactos lít icos. Se hizo una experiencia de laboratorio para explicarles como se convertía el objeto en información. Est a et apa fue imprescindible porque materializaba los planteos referidos a la importancia de no recolectar y no destruir, pues se pierde información. Se implementaron formas simples de análisis y clasificación, el objetivo era acceder a niveles poco complejos aunque suficientes para que se pudieran re- alizar algunas interpretaciones. El proyecto, finalmente, se vio coronado en una Feria de Ciencias en Comodoro Rivadavia (Provincia de Chubut), donde el grupo de alumnos presentó la experiencia, la cual posteriormente se desarrollo en Puerto Deseado, donde se tuvo la oportunidad de observar cómo ese grupo considerado conflictivo se desenvolvía con soltura y entu- siasmo, con una gran adecuación y precisión de vocabulario. La idea inicial era poder dar continuidad al proyecto intentando que la escuela sus- tente la act ividad con cierta legit imación institucional y curricular, de manera que los alumnos que part iciparan del proyecto puedan art icular la experiencia con las materias que cursan, o bien se les reconozca el trabajo como un espacio de aprendizaje. Sin embargo, la escuela no dio ese acompañamiento y los profesores tampoco se mostraron con interés de continuar el proyecto. Primer análisis de la experiencia en sí La denominada Experiencia del sit io Carsa surgió, en principio, como antesala al desarrollo de un proyecto de extensión de mayor envergadura. Sin embargo, es a par- tir del proceso y de las reflexiones posterio- res desde donde se pueden rast rear consideraciones y representaciones que ponen en crisis algunas nociones y categorías pero, sobre todo, ciertos preconceptos naturalizados que llevan a repensar las intervenciones y las prácticas del grupo de investigación. Es fundamental, entonces, reflexionar sobre el prejuicio – no ligado siempre a la valoración negativa, sino más bien a una valoración previa de cualquier tipo- sobre los sentidos comunes y prácticos que, encarna- dos en el inconscient e, por dist int as tradiciones, prácticas, discursos y valores de carácter hegemónicos se revitalizan en el cotidiano sin cuestionamientos. Considerar la intervención concreta desde esta clave puede poner en crisis, o al menos evidenciar, al sen- t ido de Bourdie (1992), el habitus de la práctica profesional del arqueólogo. Así, por ejemplo, el hecho que en un primer momento la intervención se halla de- nominado Experiencia del sitio Carsa pone sobre relieve muchos de esos preconceptos, que se mencionaban, y algunos interrogantes. ¿Por qué la intervención se nombró bajo ese rótulo? La experiencia es nombrada a través del sitio donde se trabaja, sin embar- go el eje de la práctica no se trataba del sitio sino sobre el hecho de trabajar, con un gru- po de jóvenes, ciertas cuestiones relativas a la práctica arqueológica. A su vez, amerita tener en cuenta que el sitio denominado Carsa tiene un valor arque- ológico relativo debido a que, por su cercanía a la zona urbana e industrial – Carsa es el 15 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli nombre de la empresa más cercana al sitio- se encuentra devastado. Entonces,cuando el equipo de investigación se cuestionó so- bre la nomenclatura del proyecto no pudo encontrar sustento sobre el énfasis implícito que el nombre elegido otorgaba. ¿Desde donde interpretar estas prácticas? ¿Qué rol ocupan los sujetos bajo esa denominación? Las prácticas se nombran des- de los discursos y es desde allí desde donde se validan, se valoran, se posicionan. En este caso, es el sitio lo único que se hace visible, es decir es el objeto el que se posiciona en un primer plano y no los sujetos, de los cuales no se habla, y se encuentran invisibilizados. El sociólogo francés Pierre Bourdieu, a part ir de los cuest ionamientos sobre la reproducción de la unidad de clase, sin la utilización de políticas explicitas y a pesar de la fuerte resistencia discursiva, desarrolló la categoría de habitus la cual la definió como un sistema de disposiciones duraderas y t ransferibles, est ructuras est ructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objeti- vamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda conciente de fines y el dominio necesario de las operaciones para alcanzarlos (Bourdieu, 1992). De esta manera, el habitus, ligado a un discurso hegemónico se fortalece en el in- conscient e como un lugar de apoyo incuestionable y naturalizado que se revitaliza y reproduce en las practicas cotidianas y así es como también se reproduce. La comunidad académica y científica y, en este caso particular, la comunidad cientí- fica arqueológica se encuentra cargada de t radiciones, práct icas, int elect uales y conceptos, que conforman un campo de po- der hegemónico, que a su vez construye un habitus del “ser” arqueólogo. Un deber ser legitimado y condicionado por esos límites discursivos y práct icos que a su vez condicionan las nuevas formas. Bourdieu define también los conceptos de campo de poder y de campo intelectual, los cuales los explica haciendo una analogía a los campos magnéticos, que es un estado const it uido por un sistema de fuerzas individuales que al juntarse se oponen y se agregan. Para que funcione un campo de poder, es necesario que haya algo en juego, y gente que luche por eso que esta en juego, además la gente debe compartir un habitus, que implica el conocimiento y aceptación de las leyes del juego (Bourdieu 2003). Los jugadores mantienen un acuerdo implícito e informal, a pesar de sus diferencias, que sostiene los intereses del propio campo de poder, con el cual regulan las reglas y la for- ma de participación e ingreso. La arqueología como campo de poder y como campo intelectual, legitíma y limita acciones, discursos, prácticas, textos, auto- res y objetos de estudio. Este marco posible de acción, funcionando como una serie de disposit ivos de disciplinamiento, t iene su conformación explicita y material que se ref lej a en parte en las inst it uciones e instituidos, pero sobre todo en el terreno de lo cotidiano, lo implícito y lo naturalizado. La denominación de La experiencia del sitio Carsa, entonces puede ser interpretada desde esta clave de pensamiento, en la que el grupo de investigación a pesar de decirse y pensarse, desde su propuesta de extensión, bajo una perspectiva en la cual cada sujeto es un actor más en el proceso del saber y, en consecuencia, la producción de conocimiento es un trabajo compartido entre el investiga- dor y la sociedad, a la hora de nombrar su proyect o recur re a nociones que se contraponen a ese discurso. Cambios en las subjet ividades Siguiendo las posturas planteadas por Rossana Guber, las descr ipciones y af irmaciones sobre la realidad no solo informan sobre ella, sino que la constituyen. En t al sent ido, los miembros de una comunidad por medio de la reflexión de sus acciones y pract icas t ambién pueden producir y modificar su realidad. A esto se 16 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. denomina reflexividad del mundo social, el cual tiene varios efectos en la investigación social, entre ellos admitir que la única for- ma de conocer o interpretar una realidad es participando en situaciones de interacción, a través de las cuales el investigador podrá sumarse a dichas situaciones, siempre y cuando no crea que su presencia es total- mente exterior (Guber 2001). Continuando esta línea de pensamiento, la autora afirma que en una intervención de tipo etnográfico se produce la articulación de tres tipos de reflexividades: a) la del in- vestigador en tanto que investigador, con toda la invest idura, habitus académicos, categorías, tradiciones y simbolismos que acarrea; b) la de los sujetos investigados en tanto representantes de su cultura; y c) la del investigador también como represen- tante de su cultura. Guber dice entonces que el desafío es transitar de la reflexividad propia, a la del investigado, donde se produce el conocimiento y las t ransformaciones subj et ivas. La reflexividad inherente al trabajo de campo es el proceso de interacción, diferenciación y reciprocidad ent re la ref lexividad del sujeto cognoscente – sentido común, teoría, modelos explicativos – y la de los actores o sujetos / objetos de investigación (Guber 2001) . De esta forma, en La Experiencia del sit io Carsa se pueden rastrear matices y lecturas en las que se develan las distin- tas reflexividades y, a su vez, los recorri- dos y t rasformaciones subj et ivas que comienzan a darse con el reconocimiento mutuo. En principio, se evidenció como las primeras impresiones tanto de los investi- gadores como de los jóvenes fueron nega- tivas; los primeros, considerando que los ot ros eran conf l ict ivos, descreídos y burlones; los segundos, ligando la arqueología al academicismo, lo anticuado y lo aburrido. Este primer encuentro, según Guber (2001), es una primera reacción de perplejidad ante esta interacción de carácter novedoso y que pueden expresarse en rotundas negativas, gestos de desconfianza y postergación de encuentros. Luego, si se comienza a transitar ese camino de reconocer los lugares y reflexividades que ocupan unos y otros, los sujetos podrían establecer una relación que da lugar a la const rucción de una realidad y de un conocimiento que no tiene que ver con una mera suma de los saberes de las partes, sino como una síntesis que produce un conocimiento distinto. El encuent ro de los suj et os en la experiencia marca una transformación de las subjetividades en tanto y en cuanto exista un reconocimiento del otro. Este reconocimiento significa conceder cierta igualdad de honor al ot ro, reconocer al ot ro, más allá de conocerlo, es decir, considerarlo capaz de jugar en el “juego” que se plantea desde el campo de poder, que puede ser activo y pro- tagonista. Es decir, esto implica un postula- do de reciprocidad (Bourdieu en Huergo 2003) ¿Es permisible entender esta mutua trasformación subjetiva en términos educativos? Para poder analizar este tipo de prácticas desde un sentido educativo, es necesario convenir que lo educativo transciende las paredes de las inst ituciones escolares, existiendo así una innumerable cantidad de situaciones de enseñanza/ aprendizaje no circunscriptas a uno o varios espacios, sino ligadas a procesos comunicativos y a las prácticas culturales. Siguiendo a Buenfil Burgos, creemos que lo educativo consiste en que a partir de una práct ica de interpelación, un agente se constituye en sujeto de educación activo in- corporando, de dicha interpelación, algún nuevo contenido valorat ivo, conductual, conceptual, etc., que modifique su práctica cotidiana en términos de una transformación o en términos de una reafirmación más fun- damentada (Buenfil Burgos, 1993). Entonces, en este transito o encuentro de las reflexividades que partía necesariamente de un reconocimiento y devenía en un proceso de modif icación subj et iva, es plausible también interpretar procesos for- madores de sujetos en términos de procesos educativos que implican una interpelación y reconocimiento desde distintos conjuntos 17 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli textuales que podrían simplificarse desde un discurso del ser arqueólogo, y otro del ser joven en un determinado momento. Algunas breves consideraciones sobre la producción de conocim ient os, la comunidad académica y rol social del invest igador En 1973 el pedagogo brasileño Paulo Freire producía un t rabaj o en el que cuestionaría fuertemente los usos de termi- no extensión y las prácticas que bajo esa nomina se realizan. En principio, Freire hace un análisis semántico de la palabra extensión reconociendo los anudamientos de significa- dos que, en términos generales, se encuentran limitados fuertemente a la idea de transmisión de saberes desde un lugar superior a otro inferior (Freire 1973). En ese sentido el autor considera que, la extensión, así entendida tiene más que ver con la domesticación, con la imposición y sustitución de una forma de conocimiento por otra. A esta concepción de la idea y la práctica de la extensión, Freire contrapone el diálogo como una constante problematización del propio conocimiento en relación a los otros. En la actualidad, la extensión universitaria sigue, en muchos casos, siendo entendida como la transmisión de los conocimientos académicos convalidados a la sociedad. Se trata de hacer intervenciones de divulgación en el sentido constitutivo de la palabra, hacer público el conocimiento al vulgo, bajo ese ró- tulo simplificador y homogeneizador del “pú- blico en general”. Si bien la carga simbólica es fuerte, también lo son la prácticas y las tradiciones. María Cristina Mata señala que en el ámbito universitario es usual reconocer la complementariedad de la investigación, la extensión y la enseñanza, aunque en gene- ral, ellas suelen transitar sendas paralelas (Mata 2005). Mas adelante desarrolla un análisis en el que no sólo reconoce la falta de relación de las partes, sino que a su vez distingue el rol de inferioridad que tradicio- nalmente la universidad le ha otorgado a la extensión como act ividad académica y, sobretodo, en los procesos de producción de conocimientos3. La consecuencia de las tradiciones se reflejan en el sistema universitario que, a su vez, es donde se reproduce est a situación. Es por ello que, entre otras co- sas, mientras que para desarrollar tareas de docencia e investigación existen un con- j unt o de requisi t os “ acredi t ables” no ocur r e lo mismo en el campo de la extensión. Aún cuando actualmente en muchas universidades se hayan ido espe- cificando el t ipo de antecedentes requeri- dos para desarrollar las, a nadie se le ocurriría categorizar a los docentes para poder dirigir proyectos en esta área. En ella podemos actuar porque nuestros an- tecedentes han sido validados en los dos campos mayores de la universidad y por- que de algún modo, todo lo que hacemos en esos proyectos es dirigir estudiantes que se vinculan con la sociedad llevando hacia ella lo que ya hemos producido y se ha con- validado académicamente (Mata 2005). La extensión, entonces, no es conside- rada como una instancia en la que se pueda producir un conocimiento legitimo que pueda aportar a las disciplinas, sino como una mera experiencia de informar a quienes no poseen esa información. I nst i t ucionalment e, la universidad tampoco prepara para estas actividades en- tendidas como espacios de producción de conocimientos, quedando este t ipo de tendencia como iniciativas de compromiso individual o grupal. Mata (2005), por otro lado, reconoce cambios desde los años 90 en el enfoque de la ext ensión y adv ier t e que hay un (3) A pesar que, en muchos discursos se revaloriza la socialización del conocimiento, en la practica estas actividades no solían tener peso curricular, como en el caso de un encuentro de discusión con actores sociales de Calet a Olivia (Sant a Cruz) sobre patrimonio; entre otras actividades desarrolladas por uno de los autores (A. C.). 18 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. desplazamiento en el que se fue pasando en una tendencia extensionista ligada a una asistencia técnica para asentarse en una ló- gica de ventas de servicios a privados, que a su vez es entendida como una mejora en las relaciones entre el sector cient íf ico y el productivo. En ese sentido, los cambios económicos disfrazaron la búsqueda de recursos (en algunos casos) con servicios a terceros; t rabajos de extensión mezclándose con cuestiones totalmente diferentes donde se desdibujan los sentidos de producción de saberes y el conocimiento público. Bajo esta tendencia, la extensión toma preponderancia, y comienza a ser regida, como una salida económica alternativa que no va más allá de acciones aplicadas que sostienen una línea en el que el rol de la extensión es tecnicista y de transmisión de algunos conocimientos. Este tipo de prácticas, sin embargo no corren de escena la importancia de repen- sar y, sobretodo, planificar y gestionar la relación de la sociedad con la universidad y la posible articulación de los conocimientos de ambas en un aprovechamiento mutuo. Para que la universidad se encuentre los actores inmersos debe reconocer el diálo- go de saberes como una est rategia de producción de conocimientos. Este hace posible partir de la realidad concreta, dialo- gar desde la experiencia, compart ir los aprendizajes que se producen en el hacer, ahondar los vínculos y trascender las disci- plinas (Arrua 2006). Hay aspectos importantes que tiene que ver con los marcos inst itucionales que viabilizan, permiten o factibilizan el diálogo. Una nueva institucionalización es fundamen- tal para darle un marco ordenador a estas cuestiones: las universidades, el estado y la sociedad deben generar los lazos de art iculación en ese caso y para nosotros entonces el ámbito cient íf ico debe ser t raspasado en su práct ica. La falta de encuadre institucional solo genera iniciativas personales con escasa expectativa de vida y de reproducción. Algunas reflexiones sobre la experiencia del Sit io Carsa y el conocimiento ¿Puede, entonces, una intervención como lo fue La experiencia del sitio Carsa ser tenida en cuenta como un objeto de investigación arqueológica? Al pregunt arnos por la pertinencia o no de un objeto de estudio, estamos poniendo en crisis los limites de la discipl ina y su posicionamient o en la sociedad. Entendemos que la Arqueología es la dis- ciplina que estudia la organización de las sociedades del pasado hoy extintas, sus for- mas de vida, su evolución, su cambio etc. Estudia en ultima instancia la cultura, nuestro pasado histórico, a t ravés de los restos materiales artefactuales y ecofactuales, que a la postre constituyen nuestro patrimonio material e ideológico heredado. Pero el conocimiento de nuestra historia regional, de las comunidades que habitaron el territorio que ocupamos hoy nosotros, también forma parte de nuestra herencia, es nuestro patrimonio y en muchos casos es el camino a nuestra identidad americana, aún cuando no compartamos los lazos de sangre pero esta identificación y pertenencia se da por vivir u ocupar los mismos espacios geo- gráficos. El pasado como historia, es de todos. Todos aun hoy somos de alguna manera partícipes, como parte de un proceso, de sociedades dist intas que interactúan, así como parte de un proceso de alteración del registro de esa historia pasada, que es re- movido, reinterpretado y que pretendemos hacer propio. Sin pertenecer en origen a esas comuni- dades pasadas, el investigador comparte con ellas el proceso generado en la tierra donde viven, siendo todos parte de un mismo conti- nuo social. Creemos que se ponen en juego dos conceptos, uno es la arqueología social que implicaría un marco filosófico de construcción de un conocimiento desde los intereses motivaciones e interpretaciones de quienes serian los descendientes directosde los gru- 19 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli pos que pretendemos estudiar. El otro es el de arqueología pública, que implicaría el cuestionar el por qué, para qué y para quién se genera el conocimiento. Ahora debemos discutir nuevamente dos aspectos la arqueología publica y la arqueología social, la primera implicaría para nosotros un compromiso de compartir los saberes o hacerlos públicos o hacer publico el conocimiento construirlo conjuntamente y compartirlo, pero no dejando de reconocer las diferencias de quienes realizamos la investigación y nos for- mamos para ellos y reconocer la necesidad de definir experiencias que la practica per- mita cambiar las conductas afectivo-motoras- valorativas. La pregunta en este contexto es la Arqueología, para qué y para quién. Partimos de la base o el principio, que la Arqueología y nuest ra práct ica es la producción de conocimientos pero nunca disociados de los saberes de la sociedad sino articulados, lo que ya implica un compromiso social. Creemos que la Arqueología en la producción de conocimiento histórico sobre el pasado que debería en alguna instancia o aspect os const ruirse ent re t oda la comunidad sin desconocer los aspectos es- pecíficos privativos de quienes ejercen la practica científica y poseen la formación para hacerlo. Finalmente, promover el diálogo es fun- damental para el desarrollo de la Arqueología, ya que implica promover conceptos como la noción de historia de pasado, de patrimonio, de identidad y conservación del recurso cul- t ural como mater ializador de histor ias heredadas. Hay un aspecto importante que tiene que ver con los marcos inst itucionales que viabilizan, permiten o factibilizan hacer el conocimiento público, generarlo o compartirlo. En el caso Carsa debemos repensar el rol jugado por dos instituciones: la escuela y el municipio; y poner en contraposición las res- ponsabilidades o iniciativas individuales. En un mundo institucionalmente organizado la falta de encuadre institucional solo genera iniciativas personales con escasa expectati- va de vida y de reproducción. Conclusiones Pretendemos, entonces, una arqueología pública, un saber compartido y un compromiso social donde indirectamente la arqueología sirva como herramient a para generar acciones dentro de la sociedad actual y pueda contribuir, aún en pequeña escala, en el mejoramiento de condiciones desventajosas de vida. Y que éste compartir nos permita cont r ibuir a const ruir los conceptos de patrimonio, valor y conservación del recurso cultural como materializador de historias heredadas. Por eso esta discusión también tiene que ver con otras problemáticas que se han discutido en el marco de los que algunos han denominado manejo de recur- sos culturales (Berberian 1992, Endere 2000, Knudson 1999). Alcanzar los objetivos de una práctica pública de la arqueología exige discutir o pla- nificar algunos pasos: a) motivaciones parti- culares o personales. Cuál es el valor de lo que queremos compart ir; b) ideas claras sobre compromiso en la t ransmisión de conocimiento y la construcción del saber; c) motivaciones de las instituciones; d) hacer un d iagnost i co adecuado de donde insertaremos las acciones; e) analizar si nuestra practica admite un trabajo social; f) comunicar y relacionarnos a través de for- mas en que realmente l leguemos a la comunidad. Esta experiencia nos ha brindado una oportunidad de rever nuestras acciones en el marco de las posturas políticas sociales que sostiene una ciencia social y pública. Intentamos hacer un análisis crítico de este mecanismo, de hacer público cual fue nuestro rol, pues seguimos construyendo unilateralmente y t rasmit iendo en una relación asimétrica, activa por parte nuestra, y pasiva por parte del que recibe. En este trabajo, intentamos hacer un análisis crítico de nuestra práctica, y aportar así ciertas ref lexiones a las discusiones sobre la articulación de las universidades y los inves- tigadores con la sociedad. A este respecto coincidimos con Gloria Rincón Cubides, 20 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. Abstract: I t is presented an archaeological experience done at Puerto Deseado city (Santa Cruz, Argentinean Patagonia) with two objectives , to allow the students to reach the knowledge of Archaeology as science, the value of archaeological remains as cultural goods and the idea of patrimony, also to promote a change of conducts at school. We will discuss the action, results of this pretended practice. And We will take this experience to discuss critically the Public and Social Archaeology. Keywords : Public and Social Archaeology, shared praxis, communication Bibliografía ARRUA, V. 2006 “ El rol de las Universidades en las estrategias de Comunicación / Desarrollo”. 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Se trata de una relación en la cual la universidad no se limita a extender un saber legitimado ni a proyectar su capacidad de investigar, sino más bien, del quiebre de una diferenciación artificiosa, a t ravés del cual se le devuelva a la universidad la posibilidad de considerar los acontecimientos que se registran en el mun- do de la vida y de asumir la tarea de convertirlos en objetos válidos de trabajo académico, con dos propósitos: construir un saber que contribuya a la transformación efectiva de las condiciones del mundo de la vida y generar una experiencia formativa que facilite la problematización” (Rincón Cubides 2003:252). 21 Sitio arqueológico Carsa (Puerto Deseado, Patagonia Argentina): Reflexones sobre la práctica de una arqueología social y pública. Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Luciano Grassi, Pablo Ambrústolo y Lucia Mazzitelli FREIRE, P. 1973 ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural. Tierra Nueva. Siglo XXI. Buenos Aires. 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Os fios que buscamos delinear percorrem os caminhos dos modos de vida, do qual existem poucos registros, daqueles que pouco ou nada apa- recem na documentação escrita e na representação da cultura material “ofi- cial”. Nossos fios buscam as relações, as tensões, as teias coletivas entre indivíduos, apontando para algumas questões inusitadas que o estudo da cultura material e o trabalho com educação popular podem nos propiciar. Palavras chave: Educação patrimonial, Cultura material e imaterial, Serra Catarinense. * Trabalho apresentado no V Congresso Internacio- nal de educação 20 a 22 de agosto 2007. Unisinos * * Dra. Em Educação – UNICAMP/SP. Professora no Mestrado em Educação – Uniplac/SC. Pesquisadora comvidada do Núcleo de Estudos Estratégicos / NEE/ UNICAMP. * * * Dra. Em Ciências Sociais – PUC/SP. Professora no Mestrado em Educação – Uniplac/SC. Pesquisado- ra/Centro Vianei de Educação Popular. I ntrodução: “Água mole em pedra dura...” “Um claro sentido da oportunidade histórica, oportunidade que não existe fora de nós próprios, á espera que vamos a seu encalço, mas nas relações entre nós e o tempo mesmo na intimidade dos acon- tecimentos, no jogo das contradições. His- tória que nos castiga quando não a apro- veitamos a oportunidade ou quando sim- plesmente a inventamos na nossa cabe- ça, sem nenhuma fundamentação nas tra- mas sociais (Paulo Freire). As escolhas que fazemos de nosso obje- to de trabalho ou de pesquisa nunca são de- sinteressadas, estão de alguma forma liga- das a nossa história de vida, a valores e prin- cípios ideológicos que se definem ao longo de nossas vidas. A epigrafe do inicio do tex- to contextualizado pelo educador Paulo Freire, incita o pesquisador, a pesquisadora a tomar posição diante da história e assumi- la como processo dialético em intimidade 24 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. constante com as tramas sócio-culturais. O exercício para o reconhecimento das contra- dições não significa legitimá-las. Daí a ne- cessidade de interrogá-las continuamente tendo em vista as heranças sociais as quais foram construídas à história e do mesmo modo, o passado não pode ser utilizado como objeto de dominação para o presente (Benjamim, 1994), assim a reflexão e a ação alimentam-se reciprocamente. Trabalhamos há algum tempo, quase vin- te anos com questões pertinentes ao ato de preservar o patrimônio cultural, relacionan- do esta problemática à Educação e a Cultu- ra. Nesta escolha esbarramos com linhas e áreas da Educação, bem marcadas por sua trajetória conceitual tendo a educação for- mal como parte significativa de seus estu- dos. Práticas e reflexões acerca da educa- ção não formal no Brasil passaram a ter al- gum destaque na academia, a partir do final da década de 80 do século XX. Assim, pen- sar cultura material, museu, patrimônio cul- tural, participação comunitária e Educação significou lidar com a complexidade da Edu- cação como área de conhecimento e ao mes- mo tempo tendo uma série de problemáti- cas de ordem conceitual e multidisciplinar para construir. Nosso obj et ivo maior passa pelo aprofundamento das abordagens e interfaces entre educação e movimentos sociais, edu- cação popular e educação, educação e museologia, sociedade e cultura. Todavia a problemática tem sido como transformar um museu em um espaço interativo, democráti- co e pedagógico? Como disponibilizar infor- mações acerca de acervos, saberes, fazeres e conhecimentos para diferentes realidades sociais para diferentes públicos pertencen- tes ou não pertencentes ao ensino formal, sem os rótulos e os estereótipos herdados secularmente por instituições da cultura e da educação? Houve sempre uma polít ica de conservação que preservou a casa-grande, as igrejas barrocas, os fortes militares, as câmaras e cadeias como as referências para a construção de nossa identidade histórica e cultural e que relegou ao esquecimento as senzalas, as favelas, os bairros operários, as pequenas comunidades rurais (Funari, 2006). Para tal desafio nos ancoramos nas aprendizagens e experiências vividas com organizações comunitárias, com o movimen- to social e a educação popular. O repensar maduro desse processo teve espaço quando no mestrado e no desenvol- vimento do doutorado e a partir das experi- ências educativas já realizadas passou-se a estabelecer novas possibilidades teórico- metodológicas. As ligações entre projetos dos movimentos sociais e dos projetos aca- dêmicos constituem-se em referenciais con- cretos, permitindo assim, a análise e a sis- tematização da práxis. Passamos a compre- ender o signif icado social da inst ituição museológica ao longo dos séculos, o sentido e o significado do patrimônio cultural, a his- tória da educação, as hegemonias criadas a partir dos conteúdos programáticos e planos de ensino e do mesmo modo, aprofundou- se a problemática do patrimônio cultural na interface com a educação e a participação da sociedade. “...Tanto bate até que fura: Educação, cultura e herança cultural” Como se observa, a temática é abrangente e inesgotável, tanto na discussão, como em polêmica, quanto em pesquisa. E muito há ainda, a se fazer nesta trajetória, já que esta problemática vinculada à educação popular e herança cultural compõe um espaço pouco teorizado no Brasil. Conforme Marly Rodrigues (2001) somos uma sociedade baseada na escravidão, desde o inicio houve sempre dois grupos de pessoas no país, os poderosos com sua cultura material esplendorosa, cuja me- mória e monumentos são dignos de reve- rência e preservação. E os vestígios esquáli- dos dos subalternos, dignos de desdém e desprezo. A Educação é sobremaneira responsá- vel pelo processo cultural, e ainda, pela con- tinuidade ou descontinuidade das estruturas sociais. A Educação está neste caso sendo 25 “AGUA MOLE EM PEDRA DURA TANTO BATE ATÉ QUE FURA: EDUCAÇÃO POPULAR E HERANÇA CULTURAL NO SÉCULO XXI” Elizabete Tamanini e Zilma Isabel Peixer concebida como um processo sociocultural que carrega em sua gênese um conjunto de práticas, (heranças cognitivas e cognoscitivas) e representações ideológicas. Aqui se pre- coniza os diálogos e interações entre Cultu- ra e Educação - diálogo difícil, mas extrema- mente necessário, considerando os conflitos e percepções libertadoras e limitadoras de ambos os lados. Aspecto esse que não pre- cisamos ir muito longe, somente verificar a estrutura dos poderes públicos municipais noBrasil, nos organogramas institucionais onde ficam a Cultura e a Educação? O desafio é sair do casulo reducionista e cômodo de cada dimensão e observar as interfaces, os pon- tos de comunicabilidade. Afinal cultura não é somente organização de festas e educação não é somente reprodução de conteúdos em sala de aula. Para as nossas investigações, tal proble- mática exige também que se inclua a cultura material como elemento indispensável para as releituras e reflexões contextuais, onde passado e presente se mesclam na tentativa de elaborarmos discursos de apropriação desses passados e dos significados para a educação. Situamos a reflexão conjugando conceitos de cultura material, memória, mu- seu, educação, herança cultural e cidadania, apontando assim, a complexidade especial- mente da Instituição museológica na produ- ção de imagens e, sobretudo, a mitificação da memória, que ao se materializar-se em cenários passa a desempenhar um papel estratégico e político. Nesse embate compre- ende-se com mais intensidade que os mu- seus são locais perigosos! Cada objeto é portador de múltiplos significados. “O mu- seu suprime o tempo e a presença de agen- tes da história” (Funari, 1995, Tamanini, 1998). E que a cultura material de uma soci- edade constitui em si, resíduos do passado e como tal é fonte de relevantes gamas de in- formações, capaz de oferecer novos e ou- tros tipos de levantamentos e análises dos vários elementos que a integram. Contudo, é at ravés da cultura mater ial e ou da materialidade humana e das narrativas que se concentra a passagem do tempo, assim à leitura é feita a partir das experiências acu- muladas que se desdobram na memória, di- ante da imagem do presente. Os passados são sempre construções. Revisitá-los exige compreensão e complexi- dade. A educação pode contribuir na cons- trução de diálogos, rupturas e confrontos. A comunidade de um dado território não é ho- mogênea, pois é constituída de classes soci- ais e setores, tais como trabalhadores, tra- balhadoras (campo e cidade), como também existem atritos entre os diferentes segmen- tos (integrados, marginalizados e excluídos). Daí a importância da participação da socie- dade nestes processos de leitura e releitura do mundo, na decodificação de seu patrimônio; porque estes elementos reforçariam o seu direito de ser residente, pertencente nesta ou naquela região, neste ou naquele país, com tradições, identidades e culturas distin- tas e permeiam também a escolha e cons- trução das possibilidades. A seleção dos bens preservados quase sempre tem sido efetivada dando-se ênfase aos bens culturais produzidos pelas elites. Em particular, as classes dominantes deci- dem o que deve ser lembrado e esquecido de acordo com seus desejos e interesses políticos e econômicos, não de acordo com a realidade histórica de cada grupo que cons- titui a sociedade. Especialmente os museus ainda guardam e preservam formas saudo- sistas, românticas, elit istas e exóticas de narrar á memória social. Expõe-se, preser- va-se algo que está relacionado a um passa- do distante, não há interface com o presen- te, sendo o cidadão, excluído do processo de seleção e da preservação. A concepção de instituição museológica preservacionista que traduz novos paradigmas de uma sociedade democrát ica, est a enraizada e é resultado de um processo his- tórico, político e social. Ao longo dos séculos os museus vêem passando por inúmeras mudanças. Atualmente tem-se como paradigma que uma das funções mais importante de um museu é a educativa. Estando aberto ou fe- chado ele comunica, portanto é uma institui- ção que produz informações, constrói valo- 26 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. res e ideologias e a educação como área de conhecimento entraria como ferramenta pro- dutora de diálogos dos saberes e fazeres herdados, acumulados e ressignificados pela sociedade. O caráter social do conhecimen- to para Freire sustenta-se na premissa que a construção é um esforço coletivo, portanto deve ser apropriado criticamente permitindo os usos para a transformação social. Tais reflexões e experiências acirraram as contradições provocando ruídos em ins- tâncias estruturais e teóricas. É nesse con- texto que as provocações formuladas por Freire e Benjamim especialmente quando discutem o conceito de história e experiên- cia, que compreende-se as peculiaridades dentro de um contexto de totalidade, recu- perando a dimensão política da preservação e a participação popular. Assim nossas pre- missas básicas para os projetos voltados a museus e centro de memórias convergem para a construção de diálogos emancipatórios. Nesse sentido as ações passam a ser pensa- das em contextos e processos permanentes tentando não cair nas armadilhas dos arran- jos metodológicos construídos pela educa- ção formal de cunho neoliberal. Até porque essas instituições atuam com educação, mas não pertence à categoria do ensino formal, tampouco pode se transformar em um labo- ratório da escola. Para Lopes a contribuição dos museus à educação “não deveria ser tra- tada prioritariamente apenas do ponto e vis- ta de enriquecer, complementar currículo ilustrar conhecimentos teóricos, tampouco a partir de propostas de intervenção direta no processo educacional formal, que dificilmente se comprometeriam com o “desempenho” das seqüências longas e rotineiras da apren- dizagem escolar (apud Tamanini, 1998:205). Os museus ainda sobrevivem em conseqü- ência do número de estudantes que os visi- tam. A relação pedagógica em grande parte se dá na perspectiva de uma “visita”, sem comprometimentos processuais acadêmicos para as instituições envolvidas – Escola e Museu. “Os objetos não falam por si só”. Só os codifica quem tem os códigos e os signos para os faze-los. Assim criamos programas de educação em museus no final da década de 90, século XXI, onde a problemática reside na forma- ção de professores, formação de público e participação comunitária. As ações contem- plam linguagens educat ivas singulares a museu, a centro de cultura e memória e ao campo teórico da educação popular inspira- da na pedagogia de Paulo Freire. Nesse pe- ríodo final da década de 0itenta grande par- te das instituições de cultura e educação no país, se negavam a pensar em educação popular, ou assumirem as inspirações Freirianas de Educação. Muitos secretários e secretárias de educação ou cultura menci- onavam e citavam sua influência pedagógi- ca, mas tampouco, enquanto representan- tes das polít icas públicas assumiam como proposta político-pedagógica. Segundo Fleury (2002: 57): Numa sociedade capitalista, a edu- cação popular, propriamente dita, opõe- se às diferentes formas de intervenção educativa realizadas pelas agências da classe dominante junto às camadas po- pulares. Constitui-se como o conjunto de processos educativos desenvolvidos pe- las classes populares em suas lutas pela construção de sua hegemonia e de sua resistência à exploração e a dominação capitalista. Tratando-se da cultura o afastamento era ainda maior. Observa-se fortemente esse distanciamento quando no final da década de 60 e inicio de 70, o Programa Nacional de Museus passa a adotar como linha de ação os pressupostos teóricos da Educação per- manente definidos pelo UNESCO. “Os proje- tos de educação de adultos, patrocinados pela UNESCO (United Nations Education Social And Cultural Organization) a partir da década de 40 em diante, servem como instrumento para a burocratização dos trabalhos anteriores de educação junto ao povo, centralizando-os, ampliando-os e rotinizando-os sob o contro- le do Estado (Fleury, 2002:55). No caso do Brasil, os museus e centros culturais não assumiram as propostas de Educação Popu- 27 “AGUA MOLE EM PEDRA DURA TANTO BATE ATÉ QUE FURA: EDUCAÇÃO POPULAR E HERANÇA CULTURAL NO SÉCULO XXI” Elizabete Tamanini e Zilma Isabel Peixer lar. Estiveram ausentes, não part iciparam ativamente dos movimentos de educação e cultura deflagrados na década de setenta. Preferiram adotar as concepções de Educa- ção Permanente e deEducação patrimonial, “importadas” para o país, o que reduziu as pr át i cas educat ivas em museus à complementariedade da Escola. “...Tanto bate até que fura: Educação,herança cultural e part i- cipação comunitária” Quando afirmamos que nossa atuação frente ao mundo não é desinteressada e tampouco o conhecimento é disciplinar, contextualizamos estas reflexões tendo como pressuposto a nossa experiência profissio- nal e acadêmica ao longo desses anos atu- ando com educação. Nessa construção pas- samos a observar fortemente o quanto no Brasil às pequenas comunidades, aquelas mais afastadas dos centros urbanos são des- providas das condições elementares à quali- dade de vida. Afora as desigualdades sociais mais prementes, parte das memórias, das histórias de vida, e da cultura material viva e presente nessas comunidades estão deposi- tados e “tombados” em muitos museus já estudados em nossas pesquisas como acer- vos antigos, coisas do passado. Novamente refletimos o quanto os mu- seus negligenciam a cultura como um fenô- meno social dinâmico, tratam do passado pensando nos objetos, nas “coisas velhas”. A sociedade, o ser humano, os saberes, os fazeres, as identidades, a vida estão ausen- tes da produção e do significado da cultura, seja ela material ou imaterial – passado e presente – não são passíveis de contextualização. Nesse momento nossa intervenção profissi- onal passa a ser no Programa de Mestrado em Educação da Universidade do Planalto Catarinense/UNIPLAC/LAGES/SC, como pro- fessoras/pesquisadoras. Juntamos nossos objetos de pesquisa: Educação Popular, So- ciedade e Cultura. A docência, a pesquisa e a orientação das dissertações têm caminha- do nesta perspectiva conceitual. Nas traje- tórias construídas e das temáticas estuda- das, como patrimônio, memória, educação e herança cultural, dos espaços sagrados e protegidos da Escola e do Museu nosso olhar tem percorrido o “sertão”, o “sertão da serra catarinense, os lugares afastados e ausen- tes das infra-estruturas públicas onde em algumas situações o ir significa fazer a trilha a pé ou em lombo de cavalo. Segundo Peixer (2002) com as mudanças sócio-culturais ocor- ridas nas últimas décadas nessa região, de modo substancial com o êxodo rural, “há que se considerar, que a vinda para cidade não significa a ruptura completa com o modo de vida anterior e com a cultura política engen- drada nas relações entre fazendeiros, peões e agregados, isto tem repercussões nos pro- cessos de organização dos grupos locais e sua efetiva participação em movimentos so- ciais.” um processo de resignificação dos ant igos valores, em que as relações pat ernal ist as com os fazendeiros se reelaboraram em post ura eivadas de clientelismo com o poder público local”. Moraes Pessoa (2005:51) contribui com a análise quando contextualiza que estas rela- ções, de identidades e posturas diante do mundo não desaparecem por conta de mu- danças territoriais, segundo esse autor, “te- mos uma intersecção entre campo e cidade, em diversas manifestações e formas. O que marca as ruralidades é a relação com a ter- ra, com o plantar. Isso faz parte, está pre- sente em nossos processos de construção de identidades. Há muitas pessoas que mo- rando em médias e grandes cidades elabo- ram sua compreensão de mundo, com as referências do mundo rural”. Assim a reflexão fundamenta-se nas pe- quenas comunidades rurais, no inventário das identidades culturais, sociais e políticas, ten- do a, memória e a cultura material e imaterial presente como tema gerador e a educação popular como paradigma de mediação e di- álogos. As antigas igrejas, as antigas esco- las isoladas, os salões paroquiais, os sabe- res e os fazeres das comunidades serão de todo modo escavados, e quiçá escovados a 28 Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. “contrapelo da história como diz Walter Benjamim”. A investigação caminha para a produção acadêmica mais recente no Brasil sobre está temática. O significado social da educação em pequenas comunidades rurais, o papel das referências patrimoniais identitárias na construção e desconstrução de conhecimen- tos e saberes comunitários, as identidades, a dinâmica social produzida pelo sentido da escola, da igreja, dos lugares de memória como ressalta LE Goff e Nora, (1979: 13): (...) “trata-se no sentido preciso do termo em que uma sociedade qualquer que ela seja, uma nação, uma família, uma etnia, ou um partido, encerram vo- luntariamente as suas recordações e as reencontram como parte necessária da sua personalidade: os lugares topográfi- cos, como os arquivos, bibliotecas e mu- seus; os lugares monumentais como ce- mitérios, ou o patrimônio construído, os lugares simbólicos, como as comemora- ções, as peregrinações, os aniversários ou emblemas; os lugares funcionais, como os manuais, as autobiografias ou associações. Mas fazer história conduz a mudar o sentido da própria palavra, pas- sando da memória dos lugares aos ver- dadeiros lugares da memória.” Sabemos que faz sentido neste momen- to incluirmos este tema para uma releitura sobre os caminhos da educação popular e do significado da preservação da herança cultural para as pequenas comunidades ru- rais. Paulo Freire, (1996: 100) afirma que “a Pedagogia é uma reflexão crítica sobre os quefazeres humanos. Para melhor realizar- se, estes quefazeres buscam a compreen- são científica do mundo. A Pedagogia preci- sa das ciências e, através destas, acontece como reflexão crítica (...) uma ciência é um campo de conhecimentos e procedimentos que tem autonomia epistemológica. Tem, também, uma certa autonomia classificatória (taxonômica) em seus procedimentos e na sua conceituação. Ela é autônoma, embora relacionada com outras ciências”. Temos estudado e acompanhado uma série de pesquisas e experiências fundamen- tadas nos princípios da educação popular e grande parte dos enfoques estão voltados para as áreas mais convencionais da educa- ção e da cultura. Segundo STRECK (2006:272) “Dois fatos contribuíram para definir os ru- mos da educação popular nestas últ imas décadas: foram à ida de Paulo Freire à Se- cretaria de Educação na cidade de São Pau- lo de 1989 a 1991 e a conquista do poder local por governos que assumiram uma pro- posta de educação popular”. “A educação popular passou, assim a aproximar-se do lugar onde se gera o discurso pedagógico hegemônico, com todas as vantagens e ris- cos”. Nesse sentido, nossas investigações pas- sam pelo viés da herança cultural, conceito e significado de extrema relevância para a emancipação da classe trabalhadora. O que é preservado? O que se solidifica? O que se destaca e é alçado ao papel de baluarte da memória e da história. E que ao mesmo tem- po pode servir de espaços de pertencimento de ident idade, e também de espaços de mudança, ou seja, que propiciem a reflexão critica sobre o ser humano e sua comunida- de. Mas neste caso, o que é premente é o problema das relações entre os homens. Em toda resposta que o homem dá existe a pre- sença das experiências anteriores, a ação da memória. Toda ação humana é uma ação com carga de memória e se não houvesse memória, a cultura não seria possível. “Como o indivíduo universal, o cidadão do mundo poderia orientar-se na cidade, no campo, quando sua geografia está presa à memó- ria? Isto é, quando devemos recordar que a Rua da Fonte não possui nenhuma fonte e termina na rua das flores, as quais, por sua vez faz tempo que não exalam cheiro”. (Lovisolo, 1989:19). Além de a memória co- letiva se apresentar como tradição, ela se estrutura internamente como uma partitura musical, o que nos possibilita aprendê-la como um sistema estruturado em que os ato- res sociais ocupam determinadas posições e desempenham determinados papéis. 29 “AGUA MOLE EM PEDRA DURA TANTO BATE ATÉ QUE FURA: EDUCAÇÃO POPULAR E HERANÇA CULTURAL NO SÉCULO XXI” Elizabete Tamanini e Zilma Isabel Peixer Ao trabalharmos como a memória bus- cando reencontrar a herança cultural no pró- prio seio das comunidades históricas, as maneiras como elas “viveram