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2.c 12 R E V I S T A S E M A N A L D E C I E N C I A Y C U L T U R A )cursos. LA OBRA INÉDITA DE JUAN DE VERA MARRERO. ASCENSIÓN DE VERA HERNÁNDEZ. FERNANDO ESTÉVEZ GONZÁLEZ PROFESOR DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA J osé Farrujia de la Rosa acaba de publicar, dentro de la colección de mo- nografías del Museo Ar- queológico de Tenerife, Arqueología y franquismo en Canarias. Política, poblamien- to e identidad (1939-1969), un li- bro en el que, a lo largo de diez amplios capítulos, desmenuza el marco institucional desde el que el franquismo controló a la ar- queología canaria durante las lar- gas décadas de la Dictadura. Pe- ro el análisis se centra especial- mente en evaluar una a una la obra, perspectivas teóricas e ide- ológicas y producción científica, de todos los –nativos y foráneos- que contribuyeron a conformar el discurso sobre el origen y cul- tura de los aborígenes canarios. El estudio aborda el hasta ahora inexplorado conundrum de im- perativos políticos, teorías del poblamiento insular y moviliza- ción identitaria que permitió al franquismo, recurriendo a la ar- queología y la antropología fí- sica, establecer un mismo linaje que, emparentando al aborigen canario con los ancestros espa- ñoles, sancionara la españolidad de Canarias al tiempo que eleva- ba la gloria de España. Hay en este libro hay un con- siderable esfuerzo no por con- textualizar la arqueología cana- ria en el marco impuesto por la Dictadura sino, más bien, por analizar la práctica arqueológica como un componente primario del núcleo político-ideológico del franquismo. Esto es, no tra- tar a la arqueología como una ciencia que se vio mediatizada y atravesada por los imperati- vos sociopolíticos impuestos por el franquismo, sino verla como una práctica discursiva que, pre- sentada como ciencia, se poten- ció en y para la legitimación del franquismo. Farrujia demuestra de forma más que convincente las interdependencias políticas e ideológicas entre arqueología y franquismo. Pero justo aquí se nos plantea la cuestión de si es- tas interdependencias son pro- pias de esta particular etapa de nuestra historia reciente o si tam- bién pueden observarse en otros periodos anteriores. Una mirada, incluso superficial, a la historia de la arqueología permite asegu- rar que la arqueología y la antro- pología de Canarias han estado, desde sus inicios, atravesadas por el sistemático recurso al abori- gen como legitimador de las di- ferentes políticas identitarias, se- an estas canaristas, españolistas, europeístas o africanistas. Pero las conexiones entre ar- queología y política ¿son sólo cosas del pasado? ¿Estamos por fin liberados de la mediación de la política y ahora hacemos cien- cia y no ideología? Todo indica que superado el franquismo no desaparecieron sin embargo los requerimientos de la política a la arqueología; sencillamente, los hemos sustituidos por otros. Y no es que la arqueología se haya ido adaptando a los vaivenes de la política; es, más bien, que ar- queología y política han ido cre- ando, juntas, vaivenes ideológi- cos con las distintas “verdades” sobre el pasado remoto de las Is- las. Por tanto, uno de los méritos de este libro es que nos pone so- bre aviso de que limitarse a la descalificación maximalista de la arqueología franquista y no desentrañar sus mecanismos, procedimientos y conexiones, sólo contribuye a convertir al franquismo en un fetiche sobre el que descargar todos nuestros ma- les teóricos. Pero, cómo ocul- tarla, la sombra del franquismo es muy larga y hasta ahora no hemos tenido suficiente luz para que se desvanezca. Así, es más que ilustrativo que muchos de los arqueólogos franquistas y mucho de sus postulados sigan sirvien- do, todavía hoy, no para legitimar la españolidad de Canarias, sino, paradójicamente, para avalar al- gunas variantes del antiespaño- lismo. Aquí está, desde luego, el verdadero triunfo del colo- nialismo: seguir pensando, en plena era poscolonial, con las viejas categorías de los coloni- zadores. Antes, durante y después del franquismo, el problema de los orígenes de los antiguos canarios nunca fue, en sentido estricto, un problema científico, sino una de- manda de la política. Determinar los orígenes no fue una preocu- pación de la ciencia retomada oportunistamente por la política, fue una exigencia de la política a la práctica científica. Y esta exi- gencia no fue, no ha sido otra que la de sancionar las sucesivas ex- presiones del nacionalismo y el racismo. Con la antropología y la arqueología del XIX, la de una proto-nación canaria surgida de la cuna europea; con los arqueó- logos franquistas, la de la nación española con sus sueños impe- riales; con la de la actual ar- queología, la de la nacionalidad canaria entendida como un con- glomerado de insularidades atlánticas en la ultraperiferia eu- ropea. José Farrujia nos ha des- velado la intencionalidad de la teoría franquista del poblamien- to de Canarias a partir de la te- sis sobre el ibero-mauritano. An- tes lo fue la del Cro-Magnon francés y algunos incluso llega- ron a ver también ascendientes alemanes o vascos. Pero todos estos ancestros putativos no fue- ron otra cosa que consecutivas reencarnaciones de la pureza ra- cial del hombre blanco europeo. Reencarnaciones con las que las élites canarias se han ido iden- tificando a lo largo de la histo- ria para, precisamente, blan- quear, europeizar y cristianizar, en suma para purificar su, de he- cho, naturaleza mestiza y criolla. Hasta hoy sólo hemos tenido prospecciones sobre las relacio- nes entre la arqueología y el fran- quismo. Con este libro de José Farrujia tenemos ya una exca- vación. Pero en esto hay también alguna peculiaridad canaria. Pre- cisamente por la época en que termina el periodo que estudia Farrujia, el que coincide con la fundación del Departamento de Prehistoria de la Universidad de La Laguna, alguien vino a decir que la arqueología canaria era inviable ya que sus yacimientos carecían de estratigrafía. Es evi- dente, no obstante, que esa pre- sunción no impidió la investi- gación arqueológica en las déca- das siguientes. Porque lo importante para hacer arqueo- logía, a f in de cuentas, viene a ser la disponibilidad de mate- riales, no si éstos están a mayor o menor profundidad. Con la ar- queología franquista en Canarias ocurre algo similar. Hay un cier- to volumen de materiales que ya tienen una cierta profundidad, enterrados tras varias décadas de cambios políticos, sociales e ins- titucionales. No obstante, toda- vía es posible encontrar aquí y allá –esparcidos en inercias aca- démicas, en estrategias de inves- tigación, en políticas de patri- monio y en prácticas identitarias, restos de los dispositivos teóricos e institucionales de la vieja ar- queología franquista. Farrujia ha analizado pormenorizadamente los materiales con mayor “po- tencia estratigráfica” y ha apun- tado sobre la localización de los que aún se pueden hallar en su- perficie. De esto se puede extraer una importante consecuencia: que para estudiar el pasado de los an- tiguos canarios es tan importan- te excavar en el territorio como excavar en la propia arqueología. Porque, al fin y al cabo, no hay tal cosa llamada arqueología, só- lo arqueólogos. No hay un pa- sado por descubrir, sino que siempre lo estamos construyen- do con sus fragmentos, que des- esperadamente unimos con la pretensión ilusoria de recompo- ner su estado original. Si lo que queremos es que la arqueología y la antropología nos determinen nuestros orígenes ét- nicos, la arqueología seguirá siendo “política por otros me- dios”. Si, por el contrario, lo que queremos es entender mejor por qué elegimos unos orígenes y no otros quizá haya una oportunidad para la arqueología y la antro- pología como herramientas re- flexivas sobre lo que fuimos, so- mos y seremos. • LIBROS Una arqueología política de las políticas de la arqueología ARQUEOLOGÍA Y FRANQUISMO EN CANARIAS. POLÍTICA, POBLAMIENTO E IDENTIDAD, DE JOSÉ FARRUJIA DE LA ROSA. COLECCIÓN CANARIAS ARQUEOLÓGICA.MONOGRAFÍAS, DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE TENERIFE, 2007. PERO LAS CONEXIONES ENTRE ARQUEOLOGÍA Y POLÍTICA ¿SON SÓLO COSAS DEL PASADO? ¿ESTAMOS POR FIN LIBERADOS DE LA MEDIACIÓN DE LA POLÍTICA Y AHORA HACEMOS CIENCIA Y NO IDEOLOGÍA?
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