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Capítulo 1. Identidad, adolescencia y emociones El desarrollo de mi identidad y mi sentido de vida Piensen en la respuesta a la primera pregunta de la actividad anterior. Nuestro carácter y nuestro marco de valores expresan el sentido de vida, es decir, la trascendencia de nuestra existencia, que se expresa en querer dar algo más o lo mejor de nosotros sin que nadie nos lo pida. Estos sentidos de vida que viven en nuestro “mundo interior” no son utópicos (lugares ideales que no existen), sino muy reales: • Es el amor por un hijo, un hermano, una madre, un padre, una amiga, un amigo por quienes veo la forma (tiempo, recursos, trabajo) de darles las condiciones para que vivan tranquilos y felices. Un pequeño momento de trascendencia es la decisión, momentánea e intencional, para hacer y compartir, por ejemplo, una comida. • Es el cariño por el barrio, una comunidad, una re- gión o un país con los que me comprometo a resol- ver sus asuntos públicos no resueltos: inseguridad, salud, educación, pobreza, discriminación, por me- dio de algún proyecto o idea que se quiera realizar. • Es la entrega a causas de conciencia y de fe vincu- ladas a sentidos personales o colectivos de lim- pieza, salvación, sanidad, restauración, entre otras dimensiones expresadas en la participación activa en algún colectivo o comunidad religiosa o de fe. • Es el compromiso con los propios talentos para contribuir con una iniciativa propia, un producto, una obra, un servicio, de tal modo que me inspire a querer mejorarlo día a día. Es difícil reconocer un sentido de trascendencia cuando la vida nos llena de inquietudes específicas y obligaciones que a veces cumplimos automáticamente. Este sentimiento de trascendencia no viene con nosotros desde siempre; no obstante, en cada una de las dimensiones mencionadas podemos reconocer evidencias de sentimientos muy profundos que nos hacen ver parte del sentido de nuestras vidas. En ese desarrollo de nuestra identidad, Erikson reconoce dos mecanismos más o menos recurrentes que son opuestos y complementarios: por un lado, la moratoria o exploración, y, por otro, el compromiso. • Moratoria o exploración. Es una etapa de crisis en la cual nos arriesgamos a probar ideas o actividades diferentes para encontrar distintas formas de ser: alternativas de ocupación, ideologías, valores, relaciones de amistad, relaciones de pareja, etc. La crisis no tiene connotación negativa. Más bien, expresa una oportunidad para revisar preferencias, gustos, prioridades y poder construir un sentido más coherente de sí (Santrock, 2006).1 • Compromiso. Implica el interés e involucramiento personal con aspiraciones, metas, valores, creencias, visiones de la política, una ocupación, etcétera. Este involucramiento se expresa en acciones constantes y sostenidas que permitan percibirnos con una forma de ser particular. Lo ideal es que para formar una identidad propia, exploremos distintas formas de ser y estar para es- tablecer compromisos con aquello que da sentido a nuestras vidas. 1 Esta parte contiene información presentada en el documento de trabajo “Caracterización de las adolescencias peruanas: documento marco orientador de la educación de adolescentes en el Perú”, elaborado para el Ministerio de Educación por María Angélica Pease y Stefano de la Torre-Bueno en enero de 2019. 14 Capítulo 1. Identidad, adolescencia y emociones Expresando nuestra identidad: niveles de compromiso y exploración Nunca terminamos de construir nuestra identidad. Esta se construye, cuestiona y reconstruye a lo a largo de la vida. Pero en el proceso de vernos a nosotros mismos y de reflexionar sobre la forma en que nos hemos venido “viendo” en el espejo de los otros, podemos encontrar ciertos patrones… una tendencia a expresar nuestra identidad de un modo y no de otro. Probablemente, la convicción de un docente, las palabras de nuestro papá o de nuestra mamá, las inquietudes de alguna amiga, cualquier “otro” que signifique algo importante para nosotros serán determinantes al momento de expresar nuestra identidad. La forma particular que tenemos de acoger esas situaciones nos ayudará a comprender el nivel de compromiso o exploración que mostramos, es decir, el carácter rígido o voluble de nuestra identidad. A veces, como Alison, veremos que tenemos ciertas seguridades en nuestra forma de ser, pero también convicciones que pueden resultar problemáticas: reconocer el arte como su pasión, pero no dedicarse a eso profesionalmente debido a que no quiere ese estilo de vida. Quizá su primo le inspire mucho respeto, pero las palabras de sus amistades, de su familia y de sus docentes en el colegio o incluso los medios de comunicación (¡un “otro” que influye muchísimo!) pudieron haber influido en esa decisión de no estudiar arte, y quizá hacer algo relativamente vinculado al dibujo, como el diseño gráfico. Sin embargo, hay otras personas que no tienen necesariamente conflictos porque, sencillamente, no encuentran todavía algo con lo cual comprometerse. Mientras que otras personas, desde hace buen tiempo, saben bien qué quieren y andan pendientes de temas muy específicos. En esta línea, y siguiendo el trabajo de Erik Erikson, James Marcia, psicólogo estadounidense, plantea cuatro estadios de la identidad según la presencia o ausencia de exploración y compromiso: difusión, hipoteca, moratoria y logro. Estos cuatro estadios se dan entre los 17 a 19 años y nos acompañan después. • Identidad difusa. En este estadio predominan el desinterés y la apatía. Esto expresa un carácter conformista que impide experimentar actividades o probar roles. Se evita tomar decisiones sobre el futuro, no se tienen posturas ideológicas (un cuerpo articulado de ideas, creencias, sentimientos, valores) ni se considera importante tenerlas. • Identidad hipotecada. Predomina la convicción en una forma de ser y la confianza en la autoridad. En ese sentido, sus valores, metas y creencias no difieren mucho de lo que podrían esperar familiares y docentes. Este tipo de identidad podría ser consecuencia de un estilo de crianza autoritario (Santrock, 2006). • Identidad moratoria. Estar en moratoria implica un proceso de prueba de distintas formas de ser sin compromisos claros. Esta exploración puede ser mental: hay una constante reflexión sobre uno mismo y sus posibilidades; o puede ser actitudinal, lo cual implicaría, por ejemplo, probar varias actividades, conocer más gente, conocer ideas y discutirlas, aprender otras formas de expresión cultural, etc. • Identidad lograda. Esto expresa que luego de una etapa de exploración se establece un compromiso con ciertas ideas, valores, creencias, formas de relacionarse de manera algo articulada. Defiende una forma de ser crítica, en la que hay apertura para explorar. No hay compromiso Hay compromiso No hay exploración Identidad difusa Identidad hipotecada Hay exploración Identidad en moratoria Identidad lograda 16 Capítulo 1. Identidad, adolescencia y emociones Identidades de todos los tiempos en el siglo XXI Ninguna de las visiones expresadas en la página anterior resulta más importante que otra. El factor temporal no es garantía suficiente para decir que algo es mejor o peor: lo real es que, en cualquier caso, estas visiones nos ayudan a saber mejor en qué paradigma podría estar sosteniéndose nuestra identidad. Reconocer que nuestra identidad está marcada por la historia nos permitirá vivirla más auténtica y espontá- neamente. Para ello, es importante reflexionar crítica- mente sobre lo que viene sucediendo al respecto, en pleno siglo XXI. Como veremos, el sentido de la identi- dad hoy en día se expresa de tres maneras a la luz de la historia. La identidad premoderna: unidad con la totalidad En la actualidad, conviven muchas abstracciones que le dan sentido a nuestra identidad: la nación, el dinero, la fe, el Estado. Sin embargo, hubo un momento en la historia en que predominaban relatos específicos alrededorde una gran abstracción o de un conjunto perfectamente ordenado de cosas abstractas y reales. A esto se le denominó “orden cósmico”. Por ejemplo, antes de la revolución copernicana y la entrada definitiva en la Edad Moderna con la Ilustra- ción, la sociedad en Occidente se ordenaba alrededor de jerarquías divinas: Dios abrazaba toda su creación y nosotros estábamos en el centro del universo. Ade- más, Dios tenía representantes: reyes y sacerdotes que, desde su nacimiento, se veían obligados a cum- plir dicha función; mientras que el resto construía su identidad sabiendo que serían siervos de un poder mucho mayor que ellos. Por su parte, en los pueblos originarios de América, se coincidía y se sigue coincidiendo en que hay un orden perfecto en el universo al cual uno pertenece y al que le debe el sentido de su vida. Por eso, por ejemplo, en el mundo andino se honra a la tierra (Pachamama) y, así, en otros pueblos, cada cosa de la naturaleza expresa un símbolo. Esta visión implica una construcción simbólica de la propia identidad: el “yo” debe estar al servicio de algo superior, cósmico, universal. La identidad moderna: autonomía Esta identidad tuvo su origen a partir del siglo XV y se consolidó en el XVII con el movimiento ilustrado. El escepticismo y la duda fueron las principales herramientas para fortalecer la idea de que el valor del “yo” está en su capacidad de pensar y actuar con libertad; pero no de cualquier tipo, sino referida a una libertad racional, orientada a buscar una verdad objetiva, comprobable. Sin este propósito, difícilmente se podría deslindar con dogmas de fe que, si bien tienen su importancia, no son suficientes cuando se trata de llegar a acuerdos universales que puedan estar por encima de cualquier distinción cultural o religiosa. Esto hace que la identidad o el “yo” se perciba como un sujeto individual confiado y autosuficiente: entregado a la curiosidad científica y la reflexión crítica sobre el sentido o la pertinencia de ideologías políticas y económicas. Lo paradójico de esta identidad es que la libertad individual es restringida: al final se estructura una sociedad que prácticamente le obliga a “encajar” en ella con recursos insuficientes o suficientes para estudiar o trabajar. Esta identidad se alimenta hoy en día en el sistema escolar, por ejemplo. 18
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