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LaOpinión 
MARTES, 8 DE FEBRERO DE 2022 7
u SON ENORMES 
DESCARGAS 
ELÉCTRICAS 
Los rayos son uno de los fenó-
menos más espectaculares de 
la naturaleza. No es de extra-
ñar que en la mitología se ha-
yan relacionado con el poder 
de los dioses. En la prehistoria 
los rayos fueron, posiblemen-
te, el primer método para en-
cender fuego. Durante mucho 
tiempo se pensó equivocada-
mente que los propios rayos 
eran fuego, causado por el 
choque de las nubes en las 
tormentas. Hoy sabemos que 
son enormes descargas eléc-
tricas. Fue Benjamin Franklin 
quien demostró, volando una 
cometa un día de tormenta, 
que las nubes almacenan 
electricidad. Además, Franklin 
inventó el pararrayos gracias 
a que las varillas metálicas 
atraen a los rayos.
¿SABÍAS 
QUE...?
ENTRE PARTÍCULAS EXPERIMENTOS PARA NIÑOS 
Y LA PRÓXIMA SEMANA: EL PAPEL
RECURSOS GRÁFICOS: A. G. P.
LOS RAYOS
EXPLICACIÓN Cómo se producen los rayos
L os rayos son chispas gi-gantes que aparecen entre las nubes y la tierra. Tam-bién pueden producirse 
dentro de las propias nubes o entre 
dos nubes distintas. Recorren dis-
tancias de varios kilómetros a velo-
cidades de más de 200 kilómetros 
por segundo, por lo que llegan al 
suelo en centésimas de segundo. 
Los rayos son muy peligrosos, pues 
descargan enormes cantidades de 
energía (transportan miles de veces 
la corriente de la red eléctrica de 
casa). 
Los rayos se producen en varios 
pasos. Primero se electrifica la nube, 
es decir, se separan sus cargas eléc-
tricas: las positivas van a la parte su-
perior de la nube, mientras que las 
negativas (los electrones) se sitúan 
abajo. Esta electrificación es un pro-
ceso muy complejo producido por 
los choques entre moléculas, la exis-
tencia de cristalitos de hielo, la fric-
ción con el aire, etc. 
A medida que los electrones se 
acumulan en la parte inferior de la 
nube crean una fuerza eléctrica que 
atrae a las cargas positivas de la tie-
rra. Así, se induce también una elec-
trificación de la tierra, quedando sus 
cargas positivas en la parte más su-
perficial del suelo. 
Entonces, las cargas eléctricas de 
la nube y las del suelo tienden a jun-
tarse. Para ello necesitan viajar por 
el aire, lo cual no es posible en con-
diciones normales porque el aire no 
es conductor de la electricidad. Sin 
embargo, cuando la acumulación 
de cargas es muy grande, el aire se 
«ioniza», es decir, también sus mo-
léculas se separan en partes positi-
vas y negativas. El aire ionizado se 
llama «plasma», y en ese estado sí 
conduce la electricidad. 
Cuando el aire se ha ionizado, al-
gunos electrones de las nubes em-
piezan a moverse hacia la tierra 
abriendo una especie de canal o ca-
mino en el aire, por las zonas más fá-
ciles de atravesar en cada momen-
to (por eso, cada rayo es diferente). 
A través de ese canal siguen viajan-
do el resto de los electrones, ahora 
mucho más rápidos, y se eleva mu-
chísimo la temperatura del aire, el 
canal se ilumina y vemos el rayo. 
El resplandor luminoso del rayo 
se llama relámpago. El trueno es el 
sonido emitido cuando la electrici-
dad atraviesa el aire.
EL EXPERIMENTOS VER Y OÍR RAYOS 
u MATERIALES 
Lámpara de plasma (disponible en tiendas de juguetes y bazares).
u GALVANI Y 
FRANKENSTEIN 
En el siglo XVIII, Galvani 
observó que la corriente 
eléctrica producía con-
tracciones musculares 
en una rana muerta, lo 
que dio pie a relacionar 
el poder de la electrici-
dad con la vida. En la no-
vela de Frankenstein el 
monstruo resucita gra-
cias a un rayo. Eso es fic-
ción, pero los científicos 
sí creen que los rayos in-
tervinieron para formar 
las primeras moléculas 
que dieron origen a la 
vida.
SABER 
MÁS
 
u RAYOS EN EL PLASMA 
La lámpara de plasma contiene gases que se ionizan con la electricidad. A oscuras se ob-
servan mejor las descargas de distintos colores. Podemos comprobar el efecto pararrayos 
tocando el vidrio de la lámpara: veremos que los rayos se aproximan a nuestro dedo. 
u LEJANÍA DE 
LA TORMENTA 
Como la luz viaja rapidísima, a 
300.000 kilómetros por segundo, po-
demos suponer que vemos el rayo de 
forma inmediata. Pero el sonido viaja 
a 340 metros por segundo, así que 
existe un retraso entre la luz y el soni-
do, y podemos calcular la distancia a la 
que está la tormenta de la siguiente 
manera. En cuanto veamos un relám-
pago, cronometraremos los segundos 
que tarda en oírse el trueno. Multipli-
caremos el número de segundos por 
0,34 y el resultado son los kilómetros 
que hay hasta el rayo. Aproximada-
mente, cada 3 segundos es 1 kilómetro 
de distancia.
Antonio Guirao 
PROFESOR DE FÍSICA DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA

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