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Apartado de la "Revista Universitaria", (Universidad Católica de Chile) 
Año XLVIII, 1963 
APUNTES SOBRE EL PATO JERGON GRANDE * 
por RAFAEL BARROS VALENZUELA, Ing. Agr. U. C. 
Académico Honorario de la Academia Chilena de Ciencias Naturales. 
Al hablar de este pato, cuyas costumbres son muy sociables, no será posi-
ble dejar de relacionarlo con varias otras especies de estas interesantes palmí-
pedas, que pertenecen a la familia de las anátidas (Anatidae), que viven en 
el país y se reúnen con él, proporcionando valiosos elementos de caza. 
Pero sin duda que, si consideramos las especies desde el punto de vista 
cinegético, ninguna tiene una importancia semejante a la del pato jergón gran-
de, Anas spinicauda (Vieillot), el cual, afortunadamente, es el más común y 
abundante a lo largo de todo el territorio nacional, principalmente en las pro-
vincias centrales y en las del Sur. 
Es su color muy armonioso, elegante y suave, aunque modesto, casi igual 
en ambos sexos, muy parecido al de la hembra del pato doméstico, de la va-
riedad conocida en el país con el nombre de pato portugués, ya casi desapare-
cida, por haber sido substituida por otras razas más corpulentas y de más rá-
pido desarrollo, sobre todo por las de tipo blanco, como el pato Pekín y otras. 
Tiene un color pardusco claro, con manchitas alargadas en el centro de las 
plumas; por encima de la cabeza es pardo castaño, con rayitas negras poco 
marcadas; la garganta y parte superior del cuello son blanquizcos; alas pardas 
con mancha más clara, en medio de la cual luce el espejo (speculum) negro 
con reflejo bronceado luciente; lados del cuerpo y subcaudales ligeramente 
castaños con manchitas alargadas obscuras en el centro de las plumas; el vien-
tre es más claro; el pico es amarillo, con la punta y parte superior (caballete) 
negros, y las patas, ceniciento-plomizas; la cola es parda y se termina en pun-
ta muy aguda, de donde se origina su nombre específico spinicauda. 
El área de dispersión del pato jergón grande es muy amplia. Se le halla 
en Chile y, siguiendo el relieve andino de clima témplado, avanza por Bolivia, 
y Perú; según Chapman, en el Ecuador llega hasta el norte de ese país, (Franck 
M. Chapman: "The Distribution of Bird Life in Ecuador", p. 210, 1926). Tam-
bién vive en regiones del Brasil, en Paraguay, Uruguay y en gran extensión 
de la República Argentina, donde vulgarmente se le conoce con los nombres 
de pato barcino y pato maicero; se le encuentra también en las islas Malvinas. 
* Leído en la sesión del 25 de agosto de 1963 de la Academia Chilena de Ciencias 
Naturales. 
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Su distribución en Chile, que es lo que nos interesa por ahora, compren-
de desde Tarapacá al Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego. Al través 
del país vive desde la orilla del mar hasta a más de 2.000 metros de altura en 
la Cordillera de los Andes. En la Provincia de Aconcagua se le halla en la la-
guna de Copín, al norte de los Baños de Jahuel, y lo vi varias veces en el río 
Blanco, frente a la Estación de Piscicultura, situada a 1.540 m sobre el mar, 
donde arriba ocasionalmente. 
Desde la provincia nombrada hasta Llanquihue, he tenido oportunidad de 
observar esta bella especie, sobre todo en mi provincia, Curicó. De esas obser-
vaciones proceden las notas que siguen. 
En cualquier parte del país donde se estudie este pato, se comprueba 
que abunda mucho más en la región de la costa que en la parte central. Esto 
mismo sucede con la mayoría de nuestras especies de patos que pueden ha-
llarse de mar a cordillera. 
El pato jergón grande se encuentra en los ríos y esteros, donde escoge 
los sitios menos correntosos; pero vive sobre todo en los lagos, lagunas, panta-
nos y pajonales. En aquellos sitios más profundos y despejados de las lagunas 
costinas, es donde se reúnen las mayores bandadas, que se muestran siempre 
muy unidas; éstas van después a buscar su comida en los parajes donde abun-
dan las hierbas flotantes. No es sedentario, sino que en todas partes acostum-
bra realizar frecuentes cambios de residencia; permanece por mayor o menor 
tiempo en cada paraje, según las circunstancias o su capricho. En las grandes 
lagunas cercanas a la costa, que son especialmente atrayentes para él, vive 
gran parte del año, gozando de bastante seguridad. 
En las provincias centrales busca de preferencia esa zona; así, en la de 
Talca, los pajonales de Curepto; en la de Curicó, el lago de Vichunquén, las la-
gunas de Torca y del Agua Dulce, los pajonales de Tilicura, de las Garzas, de 
la laguna de Boyeruca, y La Lagunilla, cerca de Paredones; en Colchagua, las 
lagunas de Cáhuil y del Perro; en Santiago, los pajonales de las haciendas de 
Bucalemu y El Peral, y lagunas del estero Yali. En los puntos nombrados y 
en muchos otros se establece en grandes sociedades de su misma especie; pero 
a menudo con él se mezclan bandadas de otras, como el pato gargantillo, 
Anas báhamensis rubrirostris (Vieillot), aunque éste casi siempre se separa 
de los otros; el pato carmelita o capuchino, llamado también pato capachito, 
Anas versicolor versicolor (Vieillot), el pato colorado, Anas cyanoptera cya-
noptera (Vieillot), el pato jergón chico, Anas flavirostre flavirostre (Vieillot), 
el pato anteojillo o pato perro, Anas specularis (King), el cual es más indepen-
diente que los demás; el pato rinconera o de cabeza negra, Heteronetta atrica-
pilla (Merren), el cual busca más amistad con las taguas (Fúlica) en el tiem-
po de la nidificación, con el objeto de parasitar sus nidos, así como hace con 
los de varias otras aves; el pato cuchara, Spatula platalea (Vieillot) y el pato 
real, Mareca sibilatrix (Poeppig). 
Otras especies apenas forman grupos, los cuales guardan poca unión entre 
sus componentes. De éstas pueden citarse los dos patos ranas o patos tripo-
cas: el de pico ancho, Erismatura ferruginea (Eyton), que vive mas común-
mente en las lagunas cordilleranas, y el de pico estrecho, Erismatura vittata 
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(Philippi), que es bastante sedentario, y el pato negro, Metopiana peposaca 
(Vieillot). 
Varias otras especies de esta interesante familia viven en distintas regio-
nes de Chile, sin llegar a las costas centrales. Parece que algunos patos pre-
fieren las lagunas de la costa a las del Centro, para pasar el verano, el otoño 
y parte del invierno; pero sería preciso investigar esto mejor, a fin de adoptar 
conclusiones definitivas. En una excursión que fue efectuada al tranque de 
Huechún, situado al nororiente de la estación de Polpaico, provincia de San-
tiago, el 19 de abril de 1953, por mi hijo Sergio, se vio que en él había cierta 
abundancia del pato cuchara y del pato negro, y escaseaban ambos patos jer-
gones, así como el pato real y otras especies. 
El pato 'jergón grande vive formando enormes sociedades en las lagunas 
y pajonales de estas provincias, durante meses, hasta cuando se aproxima la 
época de la reproducción; entonces la mayoría se dispersa, alejándose de aque-
llos parajes en todas direcciones, para buscar lugares y sitios apropiados para 
desarrollar los delicados menesteres de la nidificación, aunque un cierto nú-
mero permanece en ellos, siempre constituyendo grupos y bandadas, y muchas 
parejas anidan en su cercanía .La dispersión de las sociedades mayores em-
pieza al fin del invierno, en las provincias centrales. Después de formarse las 
parejas, cada matrimonio se aleja más o menos, dirigiéndose a los sitios o lu-
gares que les convenga para fundar su nido. Probablemente la mayoría de es-
tas palmípedas se traslada a las provincias del Sur, diseminándose allá en los 
campos húmedos y en las diversas aguadas. De todas las especies que se han 
citado más atrás, conviene señalar como parcialmente migratorias, al pato jer-
gón grande y al jergón chico, al pato real y al carmelita o capachito. 
En la provincia de Curicó se forman las parejas del pato que estudiamos, 
probablemente durante el mes de julio. En todo caso están constituidas ya en 
agosto, y su dispersión ocurre en este mes, duranteel cual se les halla en 
distintos puntos o se les sorprende en vuelo. 
Este pato propiamente no es migratorio, pues en ninguna época del año 
desaparece del todo de los lugares donde acostumbra congregarse, ya sea en 
el Centro o en el Sur, y muchos no se alejan de esas zonas; más bien es un ave 
errante o viajera en cada región y aun a lo largo del país. 
Terminada la época de procreación en los distintos lugares, sobre todo en 
el Sur, cuando los nuevos ya son capaces de viajar, empiezan a reunirse los 
padres seguidos de sus crías, desde comienzos del verano, primero en grupos 
y pequeñas bandadas, hasta constituir sociedades numerosas, para trasladar-
se a las lagunas de donde se habían alejado, o a otras, donde residirán hasta 
mediados o fines del invierno, época en que nuevamente volverán a dispersar-
se emprendiendo largo viaje. En verano y otoño prefieren la zona de la costa, 
aunque son muchos los que buscan el Valle Central y los transversales. 
Pero este pato anida en todas partes. Mi recordado amigo naturalista Prof. 
Carlos S. Reed, decía que, en la provincia de O'Higgins, antes de que las aguas 
del río Cachapoal y de la laguna de Cauquenes, cerca de las termas de este 
nombre, fuesen envenenadas por los residuos de la preparación del cobre, de 
las minas de El Teniente, el pato jergón grande llegaba en número extraordi-
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nario al río y laguna nombrados, donde hallaban abundante alimento, y ani-
daban allá. (Carlos S. Reed: "Nuevas contribuciones para el mejor conocimien-
to de las aves de caza de Chile", p. 57-60. Folleto. Santiago de Chile, 1941). 
A fines de diciembre o en los primeros días de enero, el pato de que tra-
tamos regresa al lago de Vichuquén y lagunas cercanas, de la costa de Curicó. 
Al realizar su viaje de regreso desde las provincias sureñas, son muchos los 
que toman el camino del mar, sin obstáculos y libre del peligro de aves de 
rapiña. 
Mientras dirigía el Vivero Forestal y las plantaciones que se hacían para 
fijar y valorizar las extensas Dunas de Llico, tuve ocasión de presenciar la pa-
sada del pato jergón grande hacia el lago de Vichuquén y lagunas y pajonales 
ya citados que hacía su entrada desde el mar. En los años 1930 y 1931 vi allá 
pasadas de este pato; las dos veces el pasaje observado tuvo lugar por la 
mañana, de 7,25 a 7,30. El primer año las bandadas pasaron el 3 de enero, 
y eran seis, cada una compuesta de más de treinta y hasta más de sesenta 
ejemplares. Volaban a gran velocidad y a una altura que calculé entre ochen-
ta y más de cien metros. Frente al Vivero de las Dunas pasaron con inter-
valos de un cuarto a un minuto entre ellas. De seguro en días posteriores 
otras bandadas efectuarían su pasada, o quizá lo harían de noche. 
El pasaje observado en 1931 tuvo lugar el 7 de enero. Tres bandadas 
se presentaron ocupando el frente y avanzaban bien separadas; más atrás, 
se sucedían las demás, que eran otras tres, a cortos intervalos, en todo se-
mejantes a las del año anterior, sin llevar un orden dado de formación; por 
fin, tras la última bandada seguías tres patos un poco rezagados. 
A menudo el pato jergón grande forma bandadas, que siempre se mues-
tran muy unidas, en las grandes lagunas donde abunda la vegetación flotan-
te. Arriban en número considerable a los pantanos del Valle Central, y de 
los transversales y sus derivaciones, tales como los cercanos a Santa Cruz, 
Chomedahue, Quinahue, etc., en la provincia de Colchagua, o a otros muy 
conocidos, tales como los que se extendían de Colina a Batuco, antes de 
ser desecados, en la Provincia de Santiago, en el extremo norte del Valle 
Central. 
En el curso del otoño y durante el invierno, numerosos patos de esta 
especie se mantienen en las lagunas del litoral, congregados en enormes so-
ciedades; otros, separándose de la masa común, viajan y se cambian de un 
punto a otro; se internan en tierra volando en bandadas no muy nutridas, y 
van a establecerse en las aguadas de distintos lugares, hasta en el Valle Cen-
tral, donde siempre se les halla, a veces en gran número, hasta fines de pri-
mavera y aún durante parte del verano. También muchos grupos cambian 
temporalmente de aguadas o de residencia, desde las lagunas litorales. En 
ocasiones alguna bandada hace su paseo al mar; los patos suelen permane-
cer allí nadando o reposando durante horas. Si escasean los alimentos en los 
parajes donde se han establecido, o cuando los cazadores, sus implacables 
enemigos, los persiguen con insistencia, se trasladan a otras aguadas. Mu-
chos también emprenden viajes más largos que los que van a los valles ale-
Tres e jemplares clel Pato Jergón Grande. E n pr imer p lano Pato Casero o Pato Overo. 
Ja rd ín Zoológico de Sant iago (Foto de Alvaro Barros V.) 
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jados de la costa; éstos, desde las provincias del Centro, se dirigen a las 
del Sur, donde se distribuyen las distintas bandadas, como se dijo. 
En algunos lugares de las provincias centrales suelen llegar a las eras, 
donde el trigo está en espigas o aventado, en busca de comida. Luego que 
se inició el cultivo del arroz en Chile, el pato jergón grande acudió a sus 
cuarteles, e invadió los campos destinados a este cereal. En ellos se le persi-
gue encarnizadamente a causa de los perjuicios que ocasiona, de los cuales 
se quejan con amargura los cultivadorés. Estos son mayores al comienzo, 
luego después de la siembra, y mientras las plantitas están tiernas; aunque 
para los cultivadores es un mero pretexto para cazarlo en todo tiempo, sin 
respetar la veda, con lo que se ocasiona un enorme daño. 
El pato jergón grande se muestra siempre muy sociable; en todas partes, 
salvo durante la época de nidificación, se le halla congregado, a lo menos 
en grupos, y aún en este tiempo no se dispersan del todo las bandadas. 
En el mes de julio, los más adelantados, principian a separarse por pa-
rejas, y éstas se alejan de sus compañeros para procrear; sin embargo, su 
postura se inicia en agosto. A la formación de las parejas es frecuente que 
precedan vivas luchas entre los machos. El Padre Housse expresa que tales 
luchas son muy violentas. ("Las Aves de Chile", p. 85, 1945). El mayor nú-
mero anida durante septiembre y octubre; pero la temporada regular de 
postura se prolonga hasta comienzos de diciembre y aún más. El año 1913, 
en los primeros días de febrero, vi en la laguna de Torca, una pata acompa-
ñada de sus hijos de pocos días, posada a la orilla, en medio de una banda-
da de adultos; al volar éstos, la madre huyó al agua dando gritos de temor 
para llamar a sus crías, y no se alejó del borde hasta que los pequeños no 
hubieron llegado a su lado. En ese mismo punto vi un huevo de esta espe-
cie, recién puesto, a fines de febrero de 1921; pero estos son casos excep-
cionales. Las parejas se separan bastante para anidar; no se hallan nidos cer-
ca unos de otros. 
Igual que en las provincias centrales, en las del Sur empieza a anidar 
temprano. El 19 de septiembre de 1941, descubrí una pollada de diez u once 
patitos de esta especie, de cinco a seis días de edad, a la orilla del Pajonal 
de Maullín. Escaparon en tres grupitos nadando rápidamente, y fueron a 
ocultarse entre las totoras, reuniéndose en un mismo sitio. Dos años después, 
el 14 de octubre, hallé en el punto indicado, escondido entre los pastos, un 
nido de jergón grande, a unos sesenta metros del borde del agua; contenía 
nueve huevos cuya incubación estaba muy avanzada. El día 11 de igual mes 
de 1931 fue encontrado en Pilihua (Llico de Curicó), un nido de este pato, 
también con nueve huevos, con incubación muy adelantada. 
Ordinariamente el pato jergón grande anida en los campos pastosos, algo 
húmedos. Muchos lo hacen en las vecindades de las mismas aguadas, lagu-
nas y pajonales que habitan, tanto del interior como de la costa. Su nido es 
construido en el suelo, en una taza excavada por él entre las hierbas altas, 
o que esté oculta en algún pequeño matorral. Es muy abrigador; la taza se 
ve revestida con pastito seco, encima delcual se acumula abundante plumi-
lla, que la hembra se arranca y deposita cuidadosamente para proteger me-
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jor los huevos, y con la que los cubre y oculta bien al salir del nido para 
buscar su comida. Su postura es de ocho a once huevos, de color blanco; ge-
neralmente son nueve en cada nidada. 
La crianza de este pato en cautividad es muy fácil, haciendo incubar los 
huevos por una gallina nodriza; su conservación no presenta complicación, 
ya sea que se le mantenga recluido en pajareras o se le conserve en libertad 
en los gallineros o en parques, amputándole el extremo de un ala para im-
pedirle volar. También se amansa sin dificultad capturándolo algo crecido. 
Al comienzo tienen la tendencia a alejarse andando rápidamente, por lo cual 
es preciso mantenerlos encerrados o vigilarlos, a fin de impedir que se extra-
víen, hasta que, pasados doce a quince días, se habitúan a venir al galline-
ro y convivir con las demás aves. Su alimentación es sencilla; con avidez co-
men el mote fresco de trigo, al principio; después, el maíz chancado hume-
decido y el trigo; persiguen con gran afición las moscas y otros insectos y, 
desde pequeños, comen yerbecitas en los prados y a la orilla del agua. Acos-
tumbran echar tierra o arena con el pico en los bebederos que se les propor-
ciona. Esta costumbre es general en las distintas especies de patos y en otras 
palmípedas, como el caiquén, por ejemplo, Chloéphaga poliocephala (Sclater). 
Tanto se habitúa a la sociedad de las aves domésticas, que es frecuente 
que si se le dejan sus alas intactas, vuelen a las aguadas distantes y retor-
nen después a los gallineros. Mi distinguido amigo Dr. José A. Pereyra, de 
Buenos Aires, cita el curioso caso de un pato de esta especie, que fue criado 
en cautividad en su quinta, el cual se ausentó definitivamente; pero duran-
te ocho años no dejó de venir cada año a anidar entre las plantas del jardín, 
y regresaba después al campo guiando su familia. (Dr. José A. Pereyra: 
"Nuestras Aves", p. 74-75. La Plata. 1943). 
El 14 de octubre de 1923 nacieron en Ranguilí (Valle de Nilahue), en 
la casa que habitaba mi hermano Pablo, ocho patitos, de una nidada de nue-
ve huevos hallados pocos días antes, y cuya incubación terminó una galli-
na. Con ellos hice diversas observaciones sobre su crianza y costumbres. En 
esos mismos días habían sido descubiertos en diversos sitios, bastante ale-
jados de las lagunas y del estero de Nilahue, otros dos nidos de la misma es-
pecie, que contenían nueve huevos cada uno. 
Este pato emite diversos gritos, por lo común en voz baja. Algunos de 
los que pude anotar en los que se criaron en domesticidad, fueron los si-
guientes: una voz de llamada, muy tenue y lastimera, que puede percibirse 
a pocos metros de distancia, es jiitji...; se escucha a intervalos. En ocasio-
nes presenta una pequeña variación, terminando la frase por muchas veces segui-
das, con una nota ligada a la anterior, muy breve y cortada de repente, 
como una especie de estornudo: jiüjicu. Otro grito, que probablemente indi-
ca desconfianza o temor, se escucha a menudo en los pajonales, con algu-
nas variaciones; es musical y breve, poco sonoro: tru, tru, tru..., o bien trut, 
trut... o graí, grut..., también crut, crut, crut...; debe ser voz del macho. 
Todos son gritos breves, cortados, en particular el sonido de la t, que apenas 
se oye. Estas voces las dejan oir después del grito jiiíji. .. que es el primero 
que emiten cuando están de menor edad, más o menos a los siete meses. Otra 
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de sus voces, probablemente de la hembra, se asemeja al graznido de la hem-
bra del pato doméstico, popularmente conocido entre nosotros con el nom-
bre de pato portugués, de plumaje parecido al del jergón grande. De tarde 
en tarde la deja oir; es un grito ronco, algo nasal, rápido y prolongado: cuau-
cuau-cuau-cuau.. . 
La alimentación de este pato en los campos es muy variada: hierbas 
tiernas, semillas diversas, trigo y maíz en las eras y sembrados, por lo cual 
lo designan con el nombre de pato maicero, en ciertas partes de Argentina; 
en las humedades y lagunas busca larvas de insectos acuáticos, caracolitos 
y otros moluscos, materias animales y vegetales, que encuentra buceando en 
las aguas bajas, insectos, semillas de plantas que sobresalen poco de la su-
perficie del agua, y hierbas acuáticas tiernas que escoge en la superficie. 
Como ya lo manifestamos, es un pato muy sociable; pero es extraordina-
riamente desconfiado y receloso; siempre está listo para escapar rápidamen-
te del peligro. Por esta particularidad los campesinos de la provincia de Li-
nares lo conocen con la denominación de pato lobo, porque no se deja acer-
car en los arrozales, donde se le persigue sin tregua. Vuela rápidamente y 
su vuelo por lo general es alto, sobre todo en sus viajes. 
Esta ave tan hermosa es una de las más apreciada para la caza depor-
tiva. Se defiende bien y el cazador debe trabajar hábilmente; ha de ocultar-
se con cuidado y desplegar astucia, para llegar a acercársele a tiro, o lograr 
sorprenderlo cuando está en bandada. Esta última es la caza más producti-
va; pero está muy lejos de ser la más interesante, la más emotiva, en que el 
buen cazador demuestra y explota su habilidad. 
En su empresa los cazadores, o bien se disimulan en los totorales para 
esperar a los desconfiados y rápidos volátiles, o bien se ocultan en ciertos 
puntos de pasada, de donde pueden hacer frecuentes disparos. 
En las grandes lagunas, o si hay otras aguadas cercanas, los patos fo-
gueados en un punto, aléjanse pronto o revolotean por largo rato a gran 
distancia. En esos parajes, si el cazador no ha conseguido acercarse a la 
bandada antes de que levante el vuelo, requiere el concurso de otras perso-
nas que los ahuyenten o, simplemente, los pongan en movimiento desde los 
sitios donde han ido a detenerse; también, y mejor todavía, es trabajar en 
combinación con otros cazadores, y esto es lo más conveniente para obligar-
les a regresar a los puntos de donde se han alejado, o vuelvan a mostrarse 
en aquéllos que son de pasada. 
Cuando se les persigue en el pajonal o laguna donde residen o donde pa-
sajeramente se hallan, huyen elevándose a bastante altura; se alejan a con-
siderable distancia volando con gran velocidad, y vuelven a pasar sobre el 
punto de partida, describiendo elipses o grandes círculos. Si descubren que 
hay peligro en tornar al agua, sus vueltas son más extensas cada vez, hasta 
que concluyen por alejarse para ir a acuatizar en otra laguna, o en otro pa-
raje de la misma, si es extensa. Si se hallan en vuelo y desean regresar al 
mismo sitio donde se encontraban, por lo común envían algún explorador pa-
ra sondear el punto, y éste es el primero en bajar al agua; ante todo, caute-
losamente observa para darse cuenta de si existe o no peligro, en tanto que 
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la bandada continúa revoloteando en la altura. El explorador permanece in-
móvil en el mismo punto donde bajó, con el cuello levantado, alzada la cabe-
za, escudriñando atentamente. Si descubre el menor peligro, emprende vue-
lo inmediatamente, y todos sus compañeros se alejan; pero si juzga todo tran-
quilo, el explorador empieza a nadar confiadamente, sin inquietud. Esta es 
la señal para toda la bandada, de que puede bajar sin cuidado; entonces 
ésta va acortando las vueltas y descendiendo hasta que, de repente, se pre-
cipita a la superficie líquida desde cierta altura, con violencia, chocando 
ruidosamente en el agua, que los recibe con un fantástico surtidor de chis-
pas. Pero antes de ponerse a comer o de entregarse a sus distracciones, per-
manecen quietos, inmóviles, por largo rato, más o menos agrupados, sin se-
pararse, atentos al más insignificante ruido extraño, listos para emprender la 
fuga al menor indicio de peligro. Si nada les inquieta, dedícanse a la busca 
de su comida. 
Santiago, 26 de marzo de 1961.

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