Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
La E.uropa de las regiones La Europa de I a s • reglones santiago petschen Generalitat de Catalunya Institut d'Estudis Autonòmics BARCELONA 1992 INSTITUT CATALÀ DE BIBLIOGRAFIA. DADES CIP: Petschen, Santiago La Europa de las regiones ISBN 84-393-2235-6 I. Institut d'Estudis Autonòmics II. Títol l. Regionalisme - Comunitat Econòmica Europea, Països de la 342.25 (4-6) © Generalitat de Catalunya - Institut d'Estudis Autonòmics Primera edición: Barcelona, noviembre 1992 Producción: VIENA, Serveis Editorials, S.L. e/ Ríos Rosas, 6, Ir 2n. Tel. (93) 211 54 19 - 08006 Barcelona Diseño de cubierta y maquetación: TRIPTIC, S.c.P. Girona, 91 ISBN: 84-393-2235-6 Depósito legal: B. 39116-1992 PRÓLOGO Hasta hace poco, las tesis regionalis tas no parecían tener mucho futuro en Europa. Algunos presentaban el proceso de integración europeo como con trapuesto a la descentralización política de los estados y el regionalismo era visto como una doctrina folklórica, romántica e incluso anacrónica. De hecho, la creación de la ComunidadEuropea durante los años 50 se dio en un contexto en el que, con la excepción de Alemania, la centralizacion era la característica común de los estados que impulsaron la Comunidad. Por ello, los tratados fundacionales ignoran completamente a las regiones. Hoy los hechos están dando la razón a aquellos que hemos considerado nece sario crear y consolidar la región como entidad dotada de poder político y ha cerla participar en el proceso de integración europeo. Por una parte, la mera observación de la realidad nos permite afirmar que pa ralelamente a la profundización del proceso de integración europea, muchos de los estados que en élparticipan se descentralizan políticamente, creando un nuevo nivel de gobierno más cercano al ciudadano. 7 Por ello regionalización e integración no son procesos contradictorios, sino que constituyen las dos caras de un mismofenómeno: la crisis del Estado como único nivel de gobierno, como ámbito apto para la resolución de todos los pro blemas que afectan a la sociedad. De ahi que mientras se avanza hacia una moneda única a una politica exterior común, la educación, la cultura, las infraestructuras, la ordenación del territo rio, la agricultura, la investigacián y otros temas sean mejor administrados por la entidad cercana al ciudadano y con la que éste tiene un alto grado de autoidentificacián: la región. Empresarios comoAgnelli a economistas teóricos como Alvin Toffler destacan este aspecto funcional del regionalismo, que lo aleja de concepciones mera mente ideológicas. Dice Toffler que «el futuro de Europa se determinará por Bruselas y por el equilibrio entre los estados-naciones y las regiones». El Tratado de Maastrich refleja esta realidadyporprimera vez introduce la re gión como entidad dotada de poderpolitico y le reconoce unos mecanismos de participacián en el proceso de toma de decisiones. Ahi está la creación del Co mité de las Regiones a la posibilidad de que un ministro regional represente a un estado en el Consejo de Ministros. Por otra parte hay un segundo componente más intangible, pero también muy importante. El ciudadano, inmerso en una sociedad mundializada, necesita un referente inmediato con el que pueda autoidentificarse. Hay regiones, que incluso son más que regiones, que responden a una realidad politica e histórica a que poseen una cultura propia y una identidad muy mar cada. Por ejemplo, Flandes, Baviera a Cataluña. En este caso, el reconoci miento de su capacidad de autogobierno permite consolidar esta identidad y satisface una aspiración de sus ciudadanos. Otras regiones no poseen esta realidad subyacente. No obstante, también en estos casos la creación de poder regional genera una identidad y consecuente mente proporciona un referente a sus ciudadanos. Hemos visto que en la evolución de los paises excomunistas uno de los compo nentes que ha pesado más ha sido la reivindicación de un espacio politico más acorde con la realidad histórica. En algunos casos ello ha exigido modificar el 8 mapa político y alterar lasfronteras, en otros la solución vendrá dada por una adecuada regionalizacián. La región tiene pues un papel fundamental en la construcción del futuro de Europa. Desde un punto de vista funcional, como marco idóneo para garanti zar un crecimiento dinámico y sostenido que, contrapuesto al centralismo, permite liberar todas las energías de la sociedad. Ideológicamente, como refe rente inmediato del ciudadano que evite una Europa uniformadora. Para ello es una exigencia básica, cuyo respeto parece garantizado, que se ac túe conforme al principio de subsidiariedad, es decir, que las decisiones se to men siempre en el nivel que mejor garantice su plena eficacia, rehuyendo las tentaciones centralizadoras. El libro de Santiago Petschen constituye un análisis riguroso de todos estos te mas. Con el sentido didáctico que le caracteriza, como buen profesor universi tario que es, analiza el concepto de región y la realidad regional europea actual y describe los mecanismos de participacián de las regiones en la integración europea. Sin duda constituirá un elemento básico de referencia en la formulación de una doctrina «regionalista» europea que refleja, además de un conocimiento exhaustivo del temay de una documentacián plenamente actualizada, un con vencimiento, con el que coincido plenamente, de la importancia de las regio nes para el futuro diseño de Europa. JORDI PUJOL Presidente de la Generalitat de Catalunya Presidente de la Asamblea de las Regiones de Europa 9 • INTRODUCCIÓN. Las unidades políticas -como llama Aron a aquellas unidades en las que ha estado eficazmente dividida la Hu manidad a través del tiempo +O, las unidades básicas- como las denomina Hoffmann-, han empezado a relacionarse en nuestros días entre sí de una manera distinta a como lo han hecho a lo largo de la historia. El elevado ni vel científico y técnico alcanzado por el hombre ha facilitado poderosa mente los contactos entre los seres humanos y es factor fundamental de di cho cambio. Un cambio que supone el paso del predominio del aislamento a la intercomunicación, la cooperación e incluso, y esto es lo más novedoso, la incipiente jerarquización de tales unidades. La nueva mentalidad originada por la ciencia y por la técnica condiciona en gran parte la realidad de los estados exigiendo su transformación. En el pa sado europeo, actitudes humanas diversas condicionaron la manera de ser y de relacionarse de las citadas entidades. Una mentalidad tan preocupada mente religiosa como la de los inicios de la Edad Moderna tuvo gran impor tancia en la formación de la nueva sociedad internacional. En primer lugar fue elemento principal de identidad de los pueblos y de los estados desta cando como factor de configuración espiritual e incluso territorial, de las unidades políticas. De acuerdo con el credo religioso se establecieron, por una parte, diversas fronteras. Pero por otra también, la religión fue ele mento de relación a través de las mismas. En el caso de la religión católica no sólo como fuerza transnacional sino también como institución con per sonalidad jurídica propia en la sociedad internacional. Mas, con la secularización, la preeminencia del factor religioso en la identi dad nacional fue sustituida por la preeminencia cultural basada en la len gua. Un paso importante se dio con la Revolución francesa. Barère les decía a los componentes de la Convención: «Demos pues a los ciudadanos el instrumento del pensamiento público, el agente más seguro de la Revolución, la misma lengua.»' En la base del despertar nacional de numerosos pueblos europeos hallamos la condición previa del desarrollo idiomático-cultural. Lenguas como el no ruego, el finlandés, el flamenco, el checo, el eslovaco, el rumano o el ucranio no adquirieron un nivel suficiente de perfección lingúística hasta el siglo XIX. Años después de haber logrado tal desarrollo,fueron consiguiendo la 1. «Informe del Comité de la Salud Pública en la Convención Francesa sobre las Lenguas Regionales». 1794. Recogido en PETSCH EN, Santiago. Las Minorias lingüisticas de Europa Oc cidental. Documentos (1492-1989). Euskal Lege Biltzarra. Parlamento Vasco. Vitoria-Gasteiz, 1990. Vol. I., p. 129. 13 autonomía o la independencia política. El Jura suizo tuvo durante el siglo XIX en la religión católica el baluarte de su nacionalismo. Pero en el siglo xx fue el problema lingüístico el que inició la lucha que le llevó a la obtención de la independencia cantonal. Tales condicionamientos persisten en el mundo actual. A ellos, sin em bargo, se han añadido otros. Un factor muy importante que influye en dicha relación es el científico-técnico que nos acerca mutuamente a los hombres. Las unidades políticas no se ven impulsadas a oponerse sino a relacionarse al tener que abordar en común y enfrentarse a grandes realidades y proble mas como son los intercambios económicos, los medios de comunicación y la ecología. Las unidades básicas van teniendo cada vez más conciencia de hallarse dentro de una unidad superior englobante. Dicha globalización lleva consigo una importante contrapartida: la reafir mación de los individuos y de los grupos. La tendencia actual de los hom bres a la libertad y a la espontaneidad ha tenido numerosos efectos en el mundo político. Las caídas de las dictaduras del sur de Europa, de América Latina, del Pacífico, del sur de Asia y del mundo comunista, deben en gran parte ser explicadas por esa nueva actitud del hombre que condiciona el ser y las relaciones de las nuevas unidades políticas. En la actualidad, un fenómeno que -siguiendo esa influencia de la mentali dad humana en la estructuración de la sociedad internacional-, llama po derosamente la atención es cómo las minorías lingüísticas, relegadas a tra vés de la historia quieren tener carta de ciudadanía en importantes parcelas de la vida pública. Las organizaciones internacionales de Europa Occiden talles han prestado particular audiencia. Tanto el Consejo de Europa como la Comunidad Europea, han sido un marco en cierta manera acogedor que ellas se han esforzado en utilizar a su favor. En esa corriente hay que situar también los deseos de vivir en marcos regio nales más concretos y abarcables opuestos a la despersonalizante planetari zación. Desde dichos marcos, los grupos humanos, configurados en gran parte por raíces comunes de larga tradición, amplían su acción de una forma tan activa, que penetran en la misma vida de la sociedad internacio nal. Tienden así relaciones transnacionales que son las que suelen definirse como aquellas que atraviesan las fronteras sin ser dirigidas por los órganos centrales de los estados. Sin contentarse meramente con ello, pretenden in fluir en las decisiones tanto del Estado como de las organizaciones interna cionales e intentan conseguir, en alguna medida, un cierto reconocimiento internacional. Aunque esta actividad de las regiones ya se originó, en una pequeña parte en el pasado, ha sido no hace mucho cuando comenzó a generalizarse y poten ciarse y se va desarrollando de una manera firme y paulatina. El tiempo dirá cómo se irán expandiendo los objetivos iniciales, qué nuevos cauces se les 14 irán abriendo y cómo influirá en la realización de un cambio en la estruc tura europea. Con especial interés se presenta, desde este punto de vista, de bido a la gran riqueza de particularidades allí existente, la evolución de la Europa del Este. Una evolución que ofrece condiciones de servir de buen estímulo a la construcción de dicha estructura. Ra sido Jean Batiste Duroselle quien ha escrito que en el trabajo científico acerca de las relaciones internacionales, el hacer estudios parcial es es uno de los aspectos que deben ser cubiertos por los estudiosos.' El trabajo que ofrezco ahora se refiere no sólo a un aspecto parcial sino también incipiente. Race unos años, muy poco podría haberse dicho de esta cuestión y tal vez toda ella hubiera quedado reducida al punto de vistajurídico como sucedía con las normas sobre la acción internacional de los cantones suizos y de los kinder alemanes establecidas, con las delimitaciones precisas, en la Consti tución de la Confederación Helvética y en la Ley Fundamental de Bonn.' Ahora, sin embargo, se cuenta en la vida internacional con unas realidades mucho más amplias y que cada vez van creciendo formando, ya una abun dante materia de estudio. Si tenemos en cuenta los tres postulados básicos que el profesor Celestino del Arenal establece como punto de partida para elaborar una teoría de las relaciones internacionales, la atención al tema de las regiones está en la lí nea de tales postulados. A saber: 1. o «El objeto de estudio de las relaciones internacionales, en cuanto ciencia y teoría, es la sociedad internacional como tal, en toda su complejidad».' Un estudio sobre la acción de las regiones en la sociedad internacional sólo puede hacerse a partir de una concepción que tenga en cuenta la com plejidad de la misma, evitando la simplificación que se ha hecho de reducir sus actores a los estados. Es una acción de diverso orden: económico, cultu ral y también político. Particular atención merece el aspecto del territorio. Si en el estudio de otras fuerzas transnacionales, la atención que debe pres tarse al territorio es menos importante, en cambio, en el fenómeno de las re giones es imprescindible una consideración del mismo con unos criterios distintos a los que se tienen en cuenta al estudiar las divisiones territoriales y las fronteras de los estados. 2.° «La tarea del internacionalista -sigue diciendo Arenal-, no consiste en perpetuar un análisis de las Relaciones Internacionales que ya no es reflejo 2. DUROSELLE, J. B. «L'étude des relations internationales: objet, méthode, perspectives». Revue Francaise de Science Politiqueo Vol. 2 (1952), p. 691. 3. Art. 9 de la Constitución Federal de la Confederación Helvética de 1874 y art. 32, párrafo 3, de la Ley Fundamental de Bonn de 1949. 4. ARENAL, Celestino del. Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid, 1984. p. 419. 15 de la realidad actual, sino en desarrollar aquel análisis que permita una comprensión de la sociedad internacional en nuestros días y de sus pro blernas.»! Con frecuencia observamos que muchas valoraciones sobre la realidad in ternacional son hechas a partir de comparaciones entre unas teorías y otras, sin contar con un bagage previo de experiencias de hechos o de estudios em píricos de sucesos o de circunstancias, tanto históricas como actuales. Esto da lugar a lo que suele llamarse «cultura de libros». Es el análisis de la reali dad actual, siempre en perpetuo cambio, lo que puede hacer a nuestra in vestigación realista y útil. Con respecto a los problemas étnicos y minorita rios, Marcel Merle ha escrito, tratando del fenómeno de la discordancia entre los sistemas políticos y las áreas culturales: «La discordancia aparece principalmente cuando una unidad política (por ejemplo, un Estado), recubre una heterogeneidad cultural... El aspecto más curioso del fenómeno es el resurgir de los micronacionalismos culturales en los viejos países de tradi ción descentralizadora ... Por la brecha así abierta se infiltran también influencias exteriores que peligran provocar compli caciones internacionales. Los movimientos irredentistas bus can voluntariamente apoyos en el extranjero. Los países veci nos impulsan a menudo esas tendencias con la esperanza de debilitar a un rival, sea impulsando una secesión que podría ofrecerles una nueva zona de influencia, sea buscando un pre texto para una intervención militar cuyo objetivo real consiste en asegurar el control de un país extranjero.a' Numerosos conflictos de nuestro tiempo en África, en el Sudeste asiático, y en el Oriente Medio son buena prueba de ello. Las guerras civiles han sido a menudo, punto de partida de conflictos internacionales.' Loscambios pro ducidos en Europa del Este han suscitado también actitudes parecidas aun que de una forma mucho más circunspecta. En cambio, en Europa Occidental el fenómeno se da de distinta forma. La cita de Merle debe pues quedar para otro contexto totalmente distinto. Europa camina en la cooperación, hacia la integración. La cuestión de las 5. ARENAL, Celestino del. o. c. p, 419. 6. MERLE, Marcel. Forces et enjeux dans les relations internationales. 2.a ed. París, 1985, p. 345. 7. BRUCAN, Silviu. «Les notions de pouvoir et de conflit dans I'étude de I'organisation inter nationale». En ABS SAAB, Georges. Le Concept d'Organisation Internationale. UNESCO. París, 1980. pp. 157-183. 16 regiones y su incidencia en la vida internacional es una de las realidades más novedosas que se han producido en los últimos tiempos. Tan novedosa y última que muchos de los autores que hablan de relaciones internaciona les y dedican amplios espacios a las relaciones transnacionales, ni siquiera hacen referencia a la cuestión de las regiones. Sin embargo, el fenómeno pa rece ser una realidad que tendrá bastante importancia en el mundo del futuro. 3. o «La convicción de que el estudio de las relaciones internacionales es teo ría al servicio de la práctica internacional y, en última instancia, al servicio de una configuración de una sociedad internacional más justa, libre y en paz.» Si nos encontrásemos en un período histórico en que las relaciones entre los Estados se caracterizasen por ser unas relaciones de «guerra fría», no resul taría posible una rica intervención de las regiones como conjunto, en la so ciedad internacional. Para que se dé dicha intervención es necesario un am plio desarrollo de la cooperación. No en vano, el campo principal de la acción exterior de las regiones se encuentra en la economía y en la cultura. Qué valores observamos en la participación de las regiones en la vida inter nacional es, en parte, lo que deseamos exponer aquí. Dos aspectos distintos aunque complementarios, descubrimos en el fenó meno de la emergencia de las regiones. Uno, de arriba a abajo, que se co noce con el nombre de regionalización. Otro, de abajo a arriba, que recibe la denominación de regionalismo.' La regionalización es la planificación y la ordenación del territorio estatal hecha por los poderes establecidos. Preva lece en ello el carácter más bien económico y administrativo. El regiona lismo es la tendencia de los pueblos a conseguir mayores atribuciones polí ticas por razones de carácter antropológico, histórico y cultural. Estos dos aspectos del fenómeno vienen a ser hoy, en Europa Occidental, a diferencia de lo que sucedía en otras épocas, complementarios. El elemento motor, con todo, es el que va de abajo a arriba. y cuando, por cualquier razón, am bos se oponen, es el que viene normalmente a prevalecer. A él se acomodan las directrices de los poderes establecidos. No hay más que ver el mapa de las regiones de Europa para caer en la cuenta de que en su configuración, el elemento histórico-tradicional ha tenido un influjo mayor que el técnico y el económico. 8. RICQ, Charles. «Les Régions d'Europe et la construction européene.» En Cadrnos. n.? 36. Invierno. 1986, p. 41. Puede verse además: FOUERÉ, Yann: «La participation régionale consi derée en tant que moyen de résoudre les tensions infra et inter étatiques». En La Participation régionale. Actes du Colloque International de Saint-Vincent. 22 noviembre-2 diciembre 1981. Presses d'Europe. París, 1982. p. 53-60. 17 En esta obra se ofrece allector: 1. ° La evolución que la incidencia de las regiones ha operado en la sociedad internacional. Para ello examinamos: 1. El pensamiento de los teóricos del fenómeno de la región. 2. La evolución de los textos jurídicos en el contexto de los distintos es tados. 3. La actividad interregional realizada a través de las fronteras. 4. El desarrollo de las organizaciones interregionales. 5. La potenciación económica y cultural de la región, la evolución de la opi nión pública y la existencia de partidos políticos propios. Son todos ellos unos fenómenos que van teniendo cada vez más influjo en la sociedad europea. 2.° Por medio del examen de dichos fenómenos, el descubrimiento de los principios y de las líneas maestras de dicha evolución. 3.° A qué modificaciones podrá llevar la operatividad de dichos principios y líneas maestras, en la estructura de la sociedad europea del futuro. Una cuestión que quiero dejar clara desde el principio es por qué considero que, desde una perspectiva internacional, es muy adecuado abordar el tema de las regiones siendo una cuestión que parece ser predominantemente in terna a los estados. La respuesta no es dificil de dar. Un clásico de las rela ciones internacionales como Stanley Hoffmann nos dice que el punto de vista internacional es el más adecuado para contemplar los grandes proble mas colectivos de nuestra vida. «Sin pretender ser imperialista de una cien cia relativamente joven -escribe-, añadiría que el papel arquitectónico que Aristóteles atribuyó a la ciencia de la polis podría corresponder hoya las re laciones internacionales, pues han llegado a ser en el siglo xx la condición misma de la vida cotidiana»." Esta consideración general puede con más propiedad aplicarse a nuestro problema, dado que la vida internacional es la gran aspiración de las regiones caracterizadas por el nacionalismo y que las relaciones transnacionales son una consecuencia necesaria de las com petencias de las regiones. Por otra parte, la estructura económica hacia la cual camina Europa, apunta a tener en su base a las regiones cuya constitu ción y desarrollo impulsa hacia adelante la federalización. Realidad signifi cativa que -por la naturaleza del entramado de sus fuerzas-, podría llegar a ir evitando el obstáculo del que hablaba Maurois, que en su día recordó Truyol: 9. HOFFMANN, Stanley. Teorías contemporáneas sobre las relaciones internacionales. Ma drid, 1963, p. 22. 18 «Del hecho de que la federación mundial sea la única solución inteligente no se desprende que vaya a triunfar.a'? Para elaborar este libro he recogido abundante documentación y he mante nido numerosos contactos personales. En la sección del Consejo de Europa, en Estrasburgo, destinada a la Conferencia de Poderes Locales y Regiona les, gracias a la atención de los señores Locatelli y Sixto, tuve acceso a nu merosos documentos, en especial sobre relaciones transfronterizas. En la Asamblea de Regiones de Europa (ARE) y en el Centro Europeo para el De sarrollo Regional (CEDRE), radicados en la citada capital alsaciana, E. Mi lesi y J. Robert respectivamente, dieron a mi disposición el archivo que po seen sobre la materia. En el Instituto Universitario de Estudios Europeos de Ginebra, en contacto con el especialista en estudios regionales, profesor Charles Ricq, utilicé la biblioteca y el centro de documentación que en su día iniciara el admirable Denis de Rougemont. Una visita al CRAPS (Centre de Recherches Admi nistratives, Politiques et Sociales) de la Universidad de Lille II y varias con versaciones con el profesor Yves Luchaire y con Bernard Dollez, así como unos interesantes cambios de impresiones en el Consejo regional de Nord Pas de Calais me hizo conocer la situación de una región de Francia que ha destacado en las relaciones exteriores. En el Gobierno del Land de Viena, los doctores Wendelin Wanka y Günther Stepan me ofrecieron informa ción sobre la acción exterior de las regiones austríacas. Por último, mi parti cipación en el XXIV Convegno de Gorizia (Italia), sobre «Le minoranze nella mitteleuropa (1900-1945)>>, me abrió en Trieste las puertas a la infor mación sobre las actividades de la organización transfronteriza Alpe-Adria. Otra documentación del extranjero me vino por medio de la corresponden cia y de las publicaciones como la recibida del CINSEDO de Roma, de la Lega Lombarda de Milán a la del Lantag de Baden-Württembergasí como la obtenida en la Communauté de Travail des Régions Jurassiennes (CU) en Délemont (Jura), la Communauté de Travail des Alpes Occidentaux (COTRAO), en Ginebra, la Nederlandse Taalunie en La Haya, la Direction Générale des Relations Extérieures du Ministère de la Réuion Wallonne, el European Centre for Traditional and Regional Cultures (ECTARC) de Llangollen, Clwyd, en Gales ... etc. Dentro de España, las instituciones y las personas que me siento obligado a citar son, la Generalitat de Cataluña y de manera muy especial a su presi dente, el Muy Honorable Sr. Jordi Pujol, quien desde el primer momento prestó atención a la elaboración de este libro y aceptó redactar el prólogo del 10. MAUROIS, André. Nouveaux discours du docteur O'Grady. Cap. V. Citado por TRUYOL y SERRA, A. La Sociedad Internacional. 3. a ed. Madrid, 1981. pp. II. 19 mismo. Asimismo a Joaquim Llimona, director del Gabinete de Actuacio nes Exteriores, a Montserrat Riba, del mismo Gabinete, y a cuantos me atendieron amablemente en el Institut d'Estudis Autonòmics, la biblioteca del Consell Executiu y el Patronat Català Pro Europa. Particulares contac tos he tenido con la Associació per al Interdesenvelupament de les Regions d'Europa (AIRE) que conecta a Cataluña con las regiones francesas de Mi di-Pyrénnées y del Languedoc-Roussillon. En Euskadi he tenido valiosos contactos con el Gabinete para Asuntos relacionados con la Comunidad Europea del Gobierno vasco en Bilbao, iniciado y dirigido por Andani Monforte, la Secretaría General de Acción Exterior del Gobierno vasco di rigida por Iñaki Goikoetxeta y el Servicio de Estudios del Euskal Lege Bilt zarra (Parlamento vasco) dirigido por Juan Carlos da Silva en Vitoria Gasteiz. Donde más contactos he tenido con las diversas secciones de la Administra ción autonómica en sus relaciones con el exterior ha sido, aunque parezca paradójico, en Madrid. Fue en la Dirección General de Cooperación con el Estado y Asuntos Europeos donde recibí el encargo del director de la misma Jaime Hevia Ruiz de realizar un estudio sobre Las relaciones de relieve in ternacional de la ComunidadAutónoma de Madrid. En él colaboraron va rios doctorandos del Departamento de Estudios Internacionales que redac tan sus tesis bajo mi dirección. Con dicho propósito recibimos una inestimable ayuda al conseguir -por obra del citado director y de Lourdes González de Tánago-, los textos de los convenios que las comunidades autónomas tienen con regiones extranjeras y conocimos las actividades de las consejerías e institutos autónomos así como los fondos del Centro de Documentación Europea. Los profesores Antonio Truyol y Celestino del Arenalleyeron las partes del libra más particularmente cercanas a su espe cialidad. He recibido además, después de haberla solicitado, documentación de nu merosos centros como la Oficina del Parlamento Europeo, la Oficina de In formación Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Instituto Español de Migración, los consejos de Gobierno de varias comunidades autónomas, el Centro Interregional del Transporte del Mediterráneo (CI TRAME), la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (Jaca) ... etc, etc. A todas las personas e instituciones, pues, que me prestaron su colabora ción para la redacción de este libro, mi más sincero reconocimiento. 20 1 • EL CONCEPTO DE REGIÓN. 1. LOS DIVERSOS ENFOQUES Antes de introducirnos en el dificil campo de la definición de región podemos dar una mera descripción de la misma que sirva para situarnos ante los diversos enfoques que a dicha reali dad le han sido dados. Región es una parte de la geografia que cuenta con unas características comunes, bien porque se encuentren en ella por la natu raleza o por la historia, bien porque sean impuestas por la decisión concreta de los hombres. Hay un concepto de región que incluye un conjunto de Estados y que a ve ces abarca todo un continente o subcontinente. Cuando se habla de organi zaciones internacionales de carácter regional es éste el concepto que está en la base. I No me voy a referir ahora a él. Al tratar de región me refiero aquí fundamentalmente a una parte de la geografia de un Estado que se caracte riza por una cierta unidad. La organización regional del Estado ha tenido distintos enfoques como son los que aquí exponemos.' A) Enfoques de carácter sectorial: Entre dichos tipos de enfoque podemos destacar: a) La región natural. Tiene su base en una estricta noción geográfica. La re gión es obra de los hombres pero a veces, el condicionamiento de la geogra fia fisica ha tenido en la constitución de la misma gran importancia. Ello es muy visible en el caso de la insularidad. b) La región económica. Los economistas han tenido también necesidad de dividir y de clasificar el espacio en razón de sus características o de sus posibilidades económicas. Hablan así de regiones desarrolladas, subdesa rrolladas, de regiones-problema ... etc.' En este enfoque entraría todo lo que 1. Véase sobre este concepto: DIEZ DE VELASCO, M.: Instituciones de Derecho Internacional Público. Tomo II. Organizaciones Internacionales. (4." ed.). Tecnos. Madrid, 1984, p. 39. MESA, Roberto. Teoría y práctica de las Relaciones Internacionales. Taurus, 2." ed. Madrid, 1980, pp. 206-207. MESA, Roberto. La Sociedad Internacional contemporánea. Documentos básicos. Tomo I. Taurus. Madrid, 1983, p. 25. Véase también la voz «Regionalismo interna cional» en ZORGBIBE, Charles. Dicctionnaire de politique international. PUF. París, 1988, p. 623 y ss. 2. MASSART.PIERARD, F. «De la notion de Région», L'Europe des Régions II. Institut Uni versitaire d'Études Européennes. Ginebra, 1970, pp. 7 y ss. 3. LABASSE, J. L'Organisation de l'espace. Eléments de geographie volontaire. Hermann, 1966, p. 19. 23 se conoce con el nombre de región plan que tiene la finalidad de hacer el es pacio geográfico a la medida del hombre.' c) La región sociológica. Es aquella que abarca un conjunto integrado con vida propia.' d) La región administrativa. Supone la consideración de un territorio desde el punto de vista de la unidad administrativa en la que ha sido clasifi cado. Así lo es, por ejemplo, la provincia o el departamento. En la actuali dad incluso, pero todavía más históricamente, es una división del territorio que se ha caracterizado por depender de la conveniencia política extrínseca o de la arbitrariedad. B) Enfoques de carácter sintético. En este tipo de enfoques cabe destacar: a) La región como objeto de la planificación del territorio. Este punto de vista supone una concepción global de todos aquellos aspectos que pueden integrar una región: humanos, económicos, técnicos, urbanísticos... etc. b) La región política como espacio intermedio entre la vida local y la esta tal. Es decir, entre el mundo de lo concreto y el de lo abstracto. Para lograr ese objetivo es necesario que la región tenga una capacidad de decisión pro pia. En este tipo de región puede encuadrarse una buena parte de las regio nes de Europa Occidental. C) Enfoques de carácter estructural. Suelen darse entre ellos estos tres: a) Un tipo de región que es la que se halla en el Estado desconcentrado como el francés anterior a 1969, en el que las regiones tenían unas compe tencias muy limitadas y venían a ser algo así como grandes departamentos, que es como el profesor Quermonne las describió." b) Un tipo de región que es la que forma el Estado descentralizado, bien con una descentralización administrativa como es la que ha sido la de las re giones de estatuto común en Italia hasta el comienzo de la década del 70, bien con una descentralización política como la de las comunidades autó nomas españolas o la de las dos regiones insulares portuguesas. b) Un tipo de región federada que lleva inherente la ley de participación en el sentido más desarrollado de la palabra. La región, en este caso, es dueña de su propia Constitución, en el marco, claro está, de la Constitucióndel Es tado federal. En Europa Occidental, nos encontramos con regiones de este tipo en Suiza, Alemania y Austria. 4. Commission CEE. Rapport de groupes d'experts sur la politique régionale dans la CEE. 1964, p. 63. 5. LABASSE, J. O. c. pp., 139-140. 6. QUERMONNE, J. L. «La régionalisation en France». L 'Europe des Régions. Institut d'Etu des Européennes, Ginebra, 1970. pp. 7886. 24 2. EN TORNO A LA DEFINICiÓN DE REGiÓN Hecha esta exposición sintética, po demos preguntarnos cuál es el tipo de región al que generalmente hablando se tiende hoy y, una vez seleccionado, adentrarnos en la búsqueda de una definición adecuada. Es evidente que debemos dejar de lado el enfoque de carácter sectorial, dado que la región aspira profundamente, de forma espe cial en nuestro tiempo, a lograr una cota bastante más alta." A veces, ese ca rácter sectorial -en su aspecto natural y en su aspecto sociológico-, puede servir de base a una consideración más global y a una estructuración más importante. Es a partir de su aspecto natural y sociológico desde el que Cór cega aspira a un reconocimiento coherentemente estructurado como enti dad política. En manera alguna, el movimiento actual de las regiones quiere conformarse con el enfoque económico con el que Inglaterra fue dividida en ocho regiones y con el enfoque administrativo francés establecido por la ley de 1972 y que sólo en parte fue superado en 1982. A partir de una visión más profunda de la realidad podemos distinguir dos tipos de regiones que Yann Foueré llama de primera y segunda categoría.' Las de primera categoría son identidades nacionales históricas, identidades nacionales culturales a ambas a la vez. Unas tuvieron antaño el rango de Es tado, como Escocia, Bretaña, Córcega y Sabaya. Otras han deseado ser esta dos pero no lo han conseguido. Ha ocurrido así con Flandes, Cataluña, Ga les, el País Vasco, etc. A todas ellas se les llama actualmente -con una denominación más política que científica-, naciones sin Estado." Algún autor las conoce también con el nombre de «naciones prohibidas.»:" 7. Ello es lo que ha hecho que no exista «una concepción uniforme de Región en el seno de la Comunidad» y que la Comisión haya tomado «las múltiples subdivisiones que los Estados miembros habían introducido en sus programas de apoyo». MERCIAT, Patrizio y SAINT-OUEN, François. «Sur la notion juridique de region». Revue de Droit Public el de la Science Politique en France el a l'etranger. Septiembre-octubre 1987, p. 1314. 8. FouERÉ, Yann. o. c., p. 54 y ss. 9. Los representantes de algunos de los pueblos, reunidos en Gernika afirmaban en su Ma nifiesto de 12 de junio de 1988: «... esa Unión Europea sólo será consistente si reconoce las rea lidades nacionales ocultas muchas veces por Estados plurinacionales. En el futuro, el protago nismo debe pasar de los Estados actuales a los pueblos y comunidades naturales y ello requiere la transferencia progresiva de poderes y competencias, por un lado, a tales comunidades, y por otro, y en lo que éstas no pueden gestionar por sí mismas, a la Unión Europea.» Lo que se pre tende con ello no es convertir a dichos pueblos en un Estado como los que han existido ahora, sino que poco a poco los demás se vayan despojando de la calidad de tales. 10. Así ellibro de SALVI, L. Le nazioni proibite. Guida a dieci colonie «interne» dell'Europa Occidentale. Florencia, 1973. 25 Las de segunda categoría son todas las demás aunque entre éstas podemos hacer una subdivisión muy clara que aunque no es profunda como la ante rior es de unas consecuencias muy importantes. Es la que separa a las regio nes de competencias políticas y a las de atribuciones meramente adminis trativas. Entre las que tienen capacidad sólo administrativa están las que cuentan con unos órganos elegidos por sufragio universal directo y las que únicamente son uniones de colectividades inferiores. Diversas realidades que van a influir en la construcción de las definiciones al intentar destacar en ellas los aspectos que más les satisfacen. El Consejo de Europa dio en cierta ocasión, esta definición de región: «Un territorio de dimensión media, susceptible de ser determi nado geográficamente y que está considerado como homo géneo.»' Nótese que lo de «dimensión media» es -como acertadamente notan Jean Jacques y Michèle Dayries-, una característica demasiado inconcreta. No cabe duda, sin embargo, que aunque sea ésta una definición lo más elemen tal y esencialista posible, tiene su acierto en las dos características que des taca: la «determinación geográfica» y la «homogeneidad», El Comité de Asuntos Regionales del Consejo de Europa nos da una defini ción también amplia pero con un propósito de mayor concreción, en el que tengan cabida los distintos tipos de regiones que se dan en la realidad actual. «Región -dice-, es la unidad territorial más extensa del inte rior de cada nación (situada inmediatamente a nivel inferior del gobierno central), dotada o no de personalidad jurídica.» Esta definición, a pesar de que inicialmente pretende un objetivo más con creto que la anterior, es -a nuestro parecer-, menos útil pues, al querer in cluir realidades excesivamente plurales no puede superar un alto nivel de imprecisión. El Instituto Internacional para los Derechos de los Grupos Étnicos y del Re gionalismo de Munich, en un proyecto de Convención para los Estados miembros del Consejo de Europa que nunca fue aprobado, insertaba la defi nición siguiente: «Se entiende por Región un territorio que forma, desde el punto de vista geográfico, una entidad neta o un conjunto simi- 11. DAYRIES, Jean-Jacques y DAYRIES, Michèle. La Régionalisation. PUF. 3." ed. París, 1986, p. 3. 26 lar de territorios en los que la población posee elementos co munes y desea salvaguardar la especificidad resultante y desa rrollarla con el fin de estimular el progreso cultural, social y económico»." Esta definición abarca dos tipos de elementos: los primeros de tipo objetivo y los segundos subjetivos. Por «elementos comunes» entiende característi cas como la lengua, la cultura, la tradición histórica y los intereses vincula dos a la economía. Basta, evidentemente, que se dé alguno o algunos de ellos. Debido a estos dos tipos de elementos que recoge, es una definición que re sulta particularmente acertada. El éxito logrado lo demuestra el hecho de que haya sido adoptada por la Carta comunitaria de la Regionalización».!' Inspirándose en ella, el grupo de trabajo n.? 3 de la II Conferencia Parla mento Europeo - Regiones de la Comunidad, celebrada en Estrasburgo del 17 al 29 de noviembre de 1991 elaboró otra definición con los mismos ele mentos pero bastante más concisa: «La institución regional (es) ... una comunidad establecida so bre un territorio claramente definido unido por intereses co munes y caracterizado por experiencias históricas, usos, cos tumbres y tradiciones que definen su inimitable origina lidad.»!' No cabe duda que la concisión da a esta definición una cierta ventaja sobre la anterior, la cual consideramos ya como valiosa. La Asamblea de Regiones de Europa (ARE) completa la definición antes dada del Comité de Asuntos Regionales del Consejo de Europa añadiéndole un rasgo con frecuencia inexistente pero que es una aspiración bastante ge neralizada, la representatividad política: «Son Regiones las entidades situadas inmediatamente por de- 12. PARLAMENTO EUROPEO. Comisión de Política Regional y de Ordenación del Territorio. Informe sobre La regiona/ización de la Comunidad,factor de desarrollo regional. Ponente: Sr. O'Donnell. 20 octubre 1988 (P. E. 1 23.460/B/def.). 13. «Carta comunitaria de la Regionalización». Art. l. Diario Oficial de las Comunidades Europeas. 19 de diciembre de 1988. 14. PARLAMENTO EUROPEO. II Conferencia Parlamento Europeo Regiones de la Comuni dad. Grupo de Trabajo n." 3. Informe de la Comisión de Política Regional y de Ordenación del Territorio sobre la representación de lasRegiones y su participación en la elaboración, la apli cación y la evaluación de las políticas estructurles y de las políticas comunes. Relator: Mario Melis. B. Exposición de motivos. 27 bajo del nivel del Estado central, dotadas de representatividad política, asegurada por la existencia de un Consejo Regional elegido, o en su defecto, por una asociación o un organismo constituido a nivel regional por las colectividades de nivel in mediatamente inferior»." De estas definiciones, nos quedamos con la última, la de la ARE. Sin la «re presentatividad política», la región no tendría la dimensión que se le exige en la actualidad ni sería capaz de ejercer en la sociedad internacional un pa pel adecuado. El nombre de región ha sido aceptado con carácter general en Europa. La historia de la elaboración del art. 2 de la Constitución española nos habla de la negativa de algunas comunidades históricas con conciencia de nación, a ser reconocidas simplemente como regiones, que exigieron la introducción en el texto de una palabra de categoría superior, la de nacionalidad. Hoy, el término región no tiene una dimensión que la refiera exclusivamente al in terior de España sino que tiene dimensiones comunitarias e internaciona les. Incluso los Estados federados alemanes -los lander-, que cuentan con importantes competencias, aceptan el nombre de región. Las comunidades españolas que lo rechazaban han terminado por aceptarlo al menos funcio nalmente. La palabra región tiene un aspecto de ámbito que, en determina dos casos, alberga a una nación. Cuando se debatió dicho artículo 2 de la Constitución española, la incidencia se ponía más bien en el contenido y por ello se insertó en su texto el término nacionalidad. En cambio, la deno minación europea actual prescinde del hecho de que haya regiones que ten gan conciencia de nación y hace referencia, exclusivamente, al continente. La definición tiene necesariamente que ser muy amplia dadas las grandes variedades de región que hay en la actualidad. En unos Estados tiene una naturaleza y en otros, otra. Las regiones francesas son fundamentalmente económico-administrativas. Las de Bélgica histórico-lingüísticas. Las de la República Federal de Alemania, estados federados. Las de Italia, regiones establecidas por el poder constituyente en 1947 como reacción contra el an terior centralismo mussoliniano. Las españolas son, en su mayor parte his tóricas, y el resto, provincias elevadas a la categoría de región a imitación de las históricas. Todas ellas, sin embargo, tienen representatividad política. En otros estados comunitarios europeos como Irlanda, Grecia, Dinamarca y también Países Bajos, las regiones cuentan bastante menos. En el Reino Unido y en Portugal se ha impuesto hasta ahora la heterogeneidad y la pro visionalidad. Si profundizamos un poco más en la realidad de la región, aun a partir de la 15. Estatutos de la Asamblea de Regiones de Europa. Art. 3. 28 definición de la ARE, que no explicita los aspectos culturales y tradiciona les, nos encontramos con que fácilmente podemos llegar a descubrir las rea lidades más hondas que enuncia la definición de la Carta. El interés en favor de dichos aspectos ha sido conocido con el nombre de regionalismo y res ponde a las aspiraciones que vienen de tiempos muy atrás." El fenómeno actual del resurgimiento y de la implantación de las regiones no es, sin embargo, ni regionalismo ni mera regionalización. No es regiona lismo, pues el regionalismo es un término rechazado como secundario. Con frecuencia indica más bien un antinacionalismo al utilizarse para subrayar la vinculación a una totalidad nacional superior. Alguna «autonomía» es pañola, antes incluso que llamarse comunidad ha preferido denominarse región. Es además a veces una palabra un tanto desacreditada por haber sido utilizada con una notable inclinación al folklore. Pero tampoco la regionalización es mera división económica a administra tiva, sino bastante más. La regionalización no tiene un carácter pasivo. Y aquí tratamos de unas unidades vivas, resueltamente democráticas, lo que no puede originarse sin la existencia de un sentimiento básico. Lo que ocurre en nuestros días es lo que podríamos llamar una regionaliza ción progresiva que definiríamos como el establecimiento de divisiones te rritoriales basadas en la voluntad de los habitantes, con órganos de autogo bierno y con competencias de orden político. Para formarnos una idea de lo que es la regionalización progresiva podría mos considerar simplemente estos datos: I.? Las competencias de los kinder alemanes. Que el término «regionaliza ción» indica en la actualidad mucho más que lo que indicaba hace algún tiempo, se demuestra con que el nombre de región es aceptado por los mis mos lander. 2. ° La política exterior de las comunidades belgas, incluida la competencia de concluir tratados. 3.° La pertenencia a organizaciones Interregionales de carácter internacio nal en las que la región -dentro de sus competencias-, puede alcanzar una importante proyección por encima de las fronteras estatales. 4.° La posibilidad y el hecho de influir en las organizaciones internaciona les de carácter gubernamental (Comunidad Europea, Consejo de Europa ... etc.). Los trabajos, estudios y resoluciones de estas organizaciones sobre cuestiones regionales proporcionan las bases para que se alcancen cotas más altas de compromiso por parte de los estados y de participación por parte de las regiones. Las regiones de los países miembros de la CE presio naron eficazmente hasta conseguir el estatuto de competencias consultivas 16. FOUERÉ, Yann. o. C., p. 53 y ss. 29 de la Comisión," y últimamente todavía más al lograr -en el seno de la Unión Europea-, la creación del Comité de Regiones. Más adelante nos re feriremos con detalle a estos dos órganos. Las aspiraciones son muy impor tantes como las que se muestran al solicitar cierta participación en la Confe rencia de Seguridad y Cooperación en Europa y las que, de nuevo dentro de la Unión, se manifiestan al pedir la creación de un Senado o Cámara Alta en el seno del Parlamento Europeo formado por los representantes de las re giones. 5.0 La crisis del Estado y la penetrabilidad de las fronteras. El Estado, en la actualidad, sobre todo en Europa Occidental, sigue transfiriendo compe tencias, bien a las organizaciones internacionales, de carácter supraestatal, bien a las regiones, de carácter subestatal. Se ha iniciado el camino para la construcción en Europa de una sociedad internacional de estructura tripar tita: región, Estado, organización internacional. Si la visión de un Estado nos ofrece una cierta variedad de regiones, mucho mayor es todavía la diversidad regional que hallamos en la contemplación de toda Europa Occidental. Desde las regiones económicas y recién creadas de Irlanda, hasta los cantones suizos y kinder alemanes, pasando por las de distinto nivel de autonomía de España e Italia, la variedad es muy grande. Donde más avanzado está el doble proceso que antes mencionamos es en Europa Occidental, la zona del mundo en la que más ha progresado el fenó meno de la integración supraestatal. En este intento de modificar sustan cialmente el Estado, las fuerzas que lo debilitan, desde arriba y desde abajo, han resultado complementarias. Numerosos son los autores que se han re ferido a esta complementariedad. «La regionalización -decía hace ya tiempo Henri Lavenir-, completa y equilibra lo que podría llamarse conti nentalización»." Y el ya citado Jean-Louis Quermonne formulaba la misma idea de esta forma: «la integración económica europea y la expan sión regional constituyen dos corrientes que salen de la misma fuente»." La razón de la complementariedad es obvia: Europa es un marco grandioso, nuevo, dificil de abarcar en su complejidad organizativa. Para poder ser abarcada, Europa necesita nuevos criterios de división. Estos nuevos crite rios se concretan en lo que se conoce con el nombrede región. El Parlamento Europeo está de acuerdo en dicha complementariedad. Por ello, en cierta ocasión hizo suya la afirmación de la Asamblea de Regiones 17. MANGAS MARTiN, Araceli. La Reforma de la Política regional comunitaria. Asociación para la Integración Europea. Madrid, 1989, p, 29. 18. LAVENIR, Hervé. «Les Perspectives régionales de l'Europe». Naissance de l'Europe des Régions. Institut Universitaire d'Études Européennes. Ginebra, 1968., p. 9. 19. QUERMONNE, Jean. «L'Europe des Régions», Naissance de l'Europe des Régions. o. c., p. 22. 30 de Europa: «La autonomía de las Regiones de la Comunidad Europea y la creación de una Europa políticamente más unida, constituyen dos aspectos complementarios y convergentes de una misma evolución política.a" ¿A qué se debe el paralelismo de esta doble tendencia? Que una Europa unida necesite estar organizativamente dividida y que esas divisiones ten gan un nivel determinado de atribuciones políticas, parece obvio. La mag nitud de Europa y su variadísima realidad plural así 10 exigen. Si en el Es tado se ha producido una evolución hacia 10 que ha sido dado en llamar Estado complejo, más compleja deberá ser en el futuro una Europa unida que ha traído del pasado una variedad tan enorme de diferencias. Lo que resulta muy significativo es el hecho de que el fenómeno se haya ido produciendo paralelamente. Las autonomías españolas, por ejemplo, son una realidad anterior a la entrada de España en la Comunidad Europea. En cambio, algunos estados se configuraron regionalmente tras su entrada en la Comunidad. Tales son los casos de Irlanda y de Grecia. Al principio, este desarrollo fue lento. El impulso hacia la regionalización vino en gran parte por las diferencias económicas entre unas regiones y otras. Y en la Europa de los Seis, las que estaban en vías de desarrollo eran prácticamente sólo las del mezzogiorno italiano. Cuando se fueron produ ciendo las siguientes ampliaciones -Irlanda, Grecia, Portugal, España-, las diferencias fueron mucho mayores. Toda una periferia de zonas despobla das y de baja renta per cápita. Es este un fenómeno que ha cautivado a pensadores y políticos entusiasma dos con la idea y con la realidad del ascenso del papel de la región en la vida europea. Con cierto aire profético, Denis de Rougemont creyó que esta evo lución llegaría a tener una importancia muy considerable. «El gran paso de la nación a las regiones -escribió-, será el fenómeno mayor de la Europa de fines del siglo XX».21 20. Resolución sobre las lenguas y culturas de las minorías regionales y étnicas. 30 de octu bre de 1987. 21. ROUGEMONT, Denis de. Pour une Métropole régional. AixMarseiíle-Etang de Berre. Neuchátel, 1963., p. 22. 31 3. LOS ASPECTOS IDEALES DEL CONCEPTO Junto al concepto preciso de región como es el de los estatutos de la Asamblea de Regiones de Europa existe otro, mucho más amplio, que se despliega con unas características surgidas de la contraposición entre los aspectos negativos que se hallan en el con cepto real de Estado y los positivos del concepto ideal de región. Ésa es la causa por la que la región ha adquirido rasgos de simpatía frente al Estado. Con ella se pretende organizar políticamente el mundo de una manera más humana a como está ahora organizado. Con frecuencia se ha solido decir que el Estado tiene una serie de aspectos demoniacos." Un hombre tan de la cultura españolacomo Gregorio Mara ñón escribió en cierta ocasión refiriéndose a lo que, en las décadas del naci miento del Estado, fue conocido con el nombre de razón de Estado: «Se erigió en norte de la vida pública, entre los mismos prínci pes cristianos e incluso en Roma, a la nefasta razón de Estado, radicalmente anticristiana, de la cual han nacido tantos males para la vida de los pueblos.a" Pueden en verdad, considerarse aspectos demoníacos del Estado los ele mentos negativos que sobre los seres humanos ha tenido esa gran construc ción racional, rigurosamente implantada en la sociedad europea del Rena cimiento. Fijémonos en los rasgos esenciales de su definición: el grupo humano, el territorio, la soberanía. l. ° Elgrupo humano. El Estado ha operado fuertemente sobre el grupo hu mano en el que se ha asentado. Su construcción artificial ha utilizado ele mentos propios de la naturaleza de la nación, revistiendo de un carácter na tural algo que no tenía por qué ser más que una fabricación humana. Para conseguirlo ha tenido que reducir lenguas, modificar religiones, imponer fi delidades, exigir dependencias, distorsionar identidades. Numerosos seres humanos se han visto desposeídos de su grupo natural de pertenencia y han tenido que optar por otro: el que el Estado les hadictado, 2.oEI territorio. Con el Estado, el territorio dejó de ser espacio abierto para convertirse en un coto cerrado de fronteras controladas. El establecimiento de las fronteras tiene sobre los hombres la virtualidad de significarse como un símbolo de considerable valor. Para el conjunto de una sociedad estatal 22. REMIRO BROTONS, A. La Acción Exterior del Estado. Tecnos. Madrid, 1984. 23. MARAÑÓN, G. El Greco y Toledo. Espasa-Calpe. 6." ed. Madrid, 1972, p. 22. 32 ha resultado más doloroso ceder un trozo de territorio que el que perdieran la vida decenas de miles de personas. Tanto la historia como el presente nos dicen cómo, por una pequeña frontera se han iniciado guerras que con fre cuencia, se han prolongado por largo espacio de tiempo. Acostumbrados los seres humanos a una determinada imagen, con gran dificultad la sustituyen por otra que signifique disminución y renuncia a una parte." Por ello, los estados europeos reunidos en Helsinki, se pusieron de acuerdo -y lo consig naron en el Acta Final-, en evitar las amputaciones o los cambios fronteri zos no logrados por la negociación y el diálogo." 3.0 La soberanía. En tercer lugar, la soberania o poder supremo exige en el ciudadano la contrapartida de la fidelidad máxima. Para conseguir mejor su fiel respuesta, el Estado establece un tipo de educación, obliga a cumplir con un servicio militar, somete a determinada propaganda con el fin de sus citar en los ciudadanos sentimientos previamente fijados. ¿No resultan cansantes, agobiantes incluso, esas exigencias del Estado? ¿No es explicable que el hombre moderno, ayudado por la técnica que le lleva a superar casi cotidianamente las fronteras, piense un tanto idealmente en sustituir o, por lo menos moderar, las características de las unidades políti cas fundamentales en las que se ha estructurado la sociedad internacional? Es la contraposición al Estado lo que ha hecho que -al profundizar en el concepto de región+, resalten una serie de aspectos ideales que, en algunos autores cobran particular relevancia. Va de acuerdo con la más elemental de las lógicas que la nueva concepción de región no pretenda tener características de región-Estado, es decir, que no asuma ciertos rasgos y exigencias del Estado-nación. Al contrario, al pensar en la región, de lo que se trata es de establecer una nueva concepción del espacio en la que se superen los aspectos negativos impuestos por el Es tado. Pretender lo primero no sería más que intentar multiplicar los estados tradicionales, cosa poco adecuada en los tiempos actuales que exigen el es tablecimiento de espacios más amplios que los del pasado. El Estado ha sido durante siglos la creación única, el monumento señero de la realidad política. En torno al Estado se elaboró el pensamiento político, se hicieron la Historia y el Derecho, se construyó la Economía. Las grandes teorías de la vida política durante varios siglos han surgido a partir del Es tado (Bodino, Hobbes, Hegel...), No existen por lo tanto, en su exclusivo marco, elementos suficientes para dar paso a la formación de una mentali dad nueva. Es necesario que aparezcan otras formas de vida y organización como las de la región para que diferentes elaboraciones teóricas vayan ga nando consistencia. 24. MIRA, J. F.Crïtica de la nació pura. Ed. Eliseu Climent. Valencia, 1984. pp. 54-57. 25. Acta Final de Helsinki, 1975. N.o III. 33 Esos aspectos ideales del concepto por los que la región aparece con caracte rísticas nuevas en relación con las que tuvo en el pasado, pueden sinteti zarse así: 1. Las fronteras regionales son más bien flexibles. Mientras que, por una parte, borran las divisiones, por otra, resaltan las diversidades. 2. La fuerza de las regiones no consiste en encerrarse en su propio territorio sino en capacitarse para la interinfluencia y la intercomunicación. 3. La independencia, característica de los Estados-nación, debe ser susti tuida por la autonomía. Siguiendo el pensamiento de Denis de Rougemont, diríamos que región es «una unidad política que no se define en términos de límites sino de irradia ción; que no se define por su independencia sino por la naturaleza y la es tructura de sus relaciones de interdependencia»." Es una realidad que lleva a una pluralidad de fidelidades. Como dijo Jordi Pujol en el Club Siglo XXI de Madrid: «Yo he dicho siempre que personalmente tenía tres capitales: Barcelona, Madrid ... Aquisgrán. Siempre lo he dicho así, entendiendo que aquella capital de la primera formulación de una Europa unida después del Imperio Romano, la Europa carolingia, era todo un símbolo ... En todo caso, lo repito, mis tres capitales eran y son Barcelona, Madrid y Aquisgrán Bruselas. Hoyes más propio decir Aquisgrán-Bruselas.s" Se trata de una si tuación de flexibilidad en la que pueden «satisfacerse alternativamente las necesidades contradictorias pero igualmente válidas del enraizamiento y del nomadismo». 28 Estos rasgos definitorios de Denis de Rougemont presentan todos una difi cultad idéntica. No sin más algunos autores han destacado las característi cas de su utopismo." ¿Es posible llevar a la realidad esos elementos ideales del concepto? ¿Cómo construir una región de límites flexibles y poner la fuerza en la interinfluencia y la intercomunicación? La verdadera respuesta a las preguntas que nos hemos hecho sólo puede dárnosla el paso del tiempo. A pesar de ello, examinando la realidad encon tramos algunos elementos que avalan la posibilidad de confiar en dicha as piración a la flexibilidad de límites y a la interinfluencia: 1. La instauración de realidades complejas, como sucede en la experiencia belga, con su doble creación de comunidades y de regiones. 2. La múltiple construcción de regiones superpuestas, como se ha hecho en Alemania, aunque sean los lander las únicas regiones que responden a la de finición antes aceptada. Igualmente -desde un punto de vista bastante dis- 26. ROUGEMONT, D. de. Naissance de l'Europe des Régions. Ginebra, 1968. p. 125. 27. PUJOL, J. Catalunya i Europa. Barcelona, 1986., P. 74. 28. ROUGEMONT, D. de. o. c., p. 52. 29. AREILZA, J. Ma de. La Europa que queremos. Espasa Calpe. Madrid, 1986. p. 125. 34 tinto-, la formación de regiones por medio de uniones de condados -Gran Bretaña, Suecia-, que cuentan con gran autonomía. 3. El reconocimiento de ciertas características de región a las provincias o a los territorios históricos que componen la región, como sucede en el Trenti no-Alto Adigio (Tirol del Sur). Para unas cuestiones se utilizan unos límites y para otras, otros. De esa forma, los seres humanos como individuos y como grupos se encuentran rodeados de diversos ámbitos que se comple mentan. No olvidemos que la realidad se modifica antes que los conceptos que sólo cuajan pasado cierto tiempo y que al principio se formulan de manera vaci lante o incluso contradictoria como ocurre ahora con los de «Estado confe deral» o «soberanía compartida», términos que hasta hace poco hubiesen sido considerados incorrectos. Incluso en otros niveles, la sustitución de la independencia por la autono mía es un hecho paulatino pero cada vez más real al transferir, los estados miembros de la CE, mayores competencias a la organización internacional en la que están parcialmente integrados. Esto lleva consigo muchos elementos de reflexión. ¿No se opone lo que va mos diciendo al principio de pertenencia al grupo básico exigencia de todo ser humano?" ¿Puede haber un principio de identidad un tanto múltiple por el que los hombres se identifiquen en unas cuestiones con una comuni dad y en otras con otra? Rougemont habla de ello cuando nos dice que hay que amar la complejidad: «El federalismo reposa sobre el amor a la complejidad, en con traste con el simplismo brutal que caracteriza el espíritu totali tario. Digo bien el amor y no el respeto o la tolerancia. El amor a las complejidades culturales, sociológicas e incluso económi cas, tal es la salud del régimen federalista»." La complejidad no la ponemos nosotros. Es una realidad con la que nos en contramos. Lo mejor que podemos hacer con ella es adaptárnosla con nues tra habilidad a la medida de nuestra naturaleza. En lo que respecta a la elaboración del pensamiento en favor de la región, la figura que como vemos destaca, es la de Denis de Rougemont que explica blemente tenía que ser un suizo. En cuanto a la acción práctica debe men cionarse a Jordi Pujol que, obviamente, tiene que ser un catalán. 30. MIRA, J. F. o. c., p. 17. 31. ROUGEMONT, D. de. «Textes sur le Fédéralisme», Cadmos. n. 36. Invierno 1986, p. 21. Ver lo que dice sobre esta cuestión KOHN, Hans. Historia del nacionalismo. FCE-España. Ma drid, 1984., p. 23-25. 35 Pujol resalta numerosos aspectos del valor de la región en el marco de una Europa Unida. En un libro tan de conjunto, no podemos referirnos a ellos con detalle, como tampoco al de los otros ideólogos que mencionamos. Quiero destacar aquí, sin embargo, la ponderación que suele hacer de las potencialidades concretas que se encuentran en el seno de cada comunidad regional y la consideración de que la región es el cuadro mejor adaptado para la expresión de las manifestaciones asociativas." En la misma línea, con un tinte humanista, se sitúa Edgar Faure que canta ese campo de predi lección de la democracia en la que puede florecer -como dice Karl Popper-, «la ética de la fraternidad abierta»." 4. PRECISIONES TERMINOLÓGICAS DESDE LA REALIDAD INTERNACIONAL A los autores que conciben la socie dad internacional como una sociedad interestatal no les satisfará la dimen sión internacionalista que damos a nuestra concepción de la Europa de las regiones. Muy posiblemente elaboraron su concepto de sociedad interna cional en aquellos tiempos en que, tanto la centralización del Estado como el nivel de los medios técnicos, no permitían a las regiones realizar una ac ción exterior. Cierto que, como antes hemos hecho notar, algunas constitu ciones de países federales ofrecían a los estados federados, bajo determina das condiciones, la posibilidad alguna intervención internacional. Pero esto era sólo la excepción y se hacia siempre en estricta dependencia de los órganos centrales del Estado. En la actualidad las cosas han cambiado, y el investigador de la sociedad internacional ha de tener muy en cuenta la mu tación producida. Las regiones, desde el interior de los estados, realizan de terminados tipos de acciones que influyen en el interior de los otros estados. Es decir, tienden una relación que supera las fronteras. Este concepto de relaciones internacionales satisfaría al grupo de autores que, al tratar de las mismas, tienen en cuenta las relaciones entre grupos dis- 32. PUJOL, J. L'aportació i el paper de les regions en la construcció europea. Juny, 1985. Ge neralitat de Catalunya. Barcelona, 1985. pp. 34-37. Ver también su Conferencia pronunciada en el «U. S. Council ofForeing Relations» de Nueva York. El Paper de Catalunya i d'altres go verns regionals europeus a l'Europa de 1992. 8 febrer 1990. 33. FAURE, Edgar. Les eles de l'avenir. Lettresdu monde. París, 1988. PP. 101-108. 36 tintos, con poderdiferenciado, que se desarrollan en el medio internacional y que se fijan tanto en el individuocomo en grupos sociales de distinto carácter. Recordemos entre estos autores, a K. W. Deutsch, G. Young, R. O. Keohane, J. S. Nye, J. N. Leurdijk, A. Truyol, M. Medina, R. Mesa y C. Arenal. El hablar de las relaciones internacionales de las regiones no iría totalmente en contra de los autores que defienden tesis estatalistas, afirmando que las relaciones internacionales se ocupan casi exclusivamente el desarrollo de las relaciones entre estados. Así, Raymond Aron, Stanley Hoffmann, Quincy Wright y M. Virally. No debe olvidarse que las regiones son parte del Estado. Claro que hay que reconocer que si iría contra el espíritu de di chos autores que no conciben la descentralización del Estado en la acción exterior sino que están fuertemente influidos por la herencia del pasado ca racterizada por el monopolio del Estado-nación. Hoy día, sin embargo, el Estado complejo es un hecho y -con las técnicas actuales-, si se descentra liza de cara al interior, debe hacerlo también consecuentemente, de cara al exterior," dada la íntima relación que hay entre política interna y política externa." La realidad del Estado complejo debe dejarse sentir también, pues, en la sociedad internacional. Hay quienes, al tratar de las relaciones interregionales entre diversos esta dos, no utilizan la expresión «internacionales» sino más bien la de «relacio nes interregionales transnacionales». Hacen así una distinción entre las en tidades que tienen soberanía y las que no la tienen. Pero ello no quiere decir que dichas relaciones no sean internacionales. El mismo Raymond Aron, tras la evolución que se operó en él, que aparece claramente en su obra pós tuma, incluye las relaciones transnacionales en las internacionales aunque las considera, evidentemente, de un orden inferior a las que se dan entre los entes soberanos. En Los últimos años del siglo, Aron introduce ya la cues tión de las relaciones transnacionales y se plantea al respecto cuestiones que en su obra anterior no se había planteado." A pesar de todo, la terminología más común que suele utilizarse al hablar de las relaciones de las regiones por encima de las fronteras estatales es la de re laciones internacionales. La Constitución de Bélgica, al referirse a las com petencias de los consejos de las comunidades habla de «la cooperación cul tural internacional»." Es la expresión que se utiliza también en la 34. REMIRO BROTONS, A. Derecho Internacional Público /I. Derecho de los Tratados. Ma drid, 1987. pp. 165-66. 35. Los grandes autores clásicos de las relaciones internacionales como Morgenthau, Hoff man, Aron y otros, tratan tanto de la diferencia que hay entre la naturaleza de la política inte rior y exterior así como de la íntima relación que hay entre ellas. 36. ARON, Raymond. Los últimos años del siglo. Madrid, 1985, p. 20 y ss. 37. Constitución de Bélgica. Art. 59 bis, 2, 3.°. 37 legislación ordinaria yen la denominación de las instituciones como la del «Comisariado General para las Relaciones Internacionales»." El nombre de internacional se encuentra habitualmente en la bibliografía belga, cada vez más abundante, sobre esta cuestión. y ello tanto si se refiere a las comu nidades como a las regiones. Algo parecido sucede en la legislación y en la práctica francesas. Por poner sólo un ejemplo, citaremos la circular del Primer Ministro «de 12 de mayo de 1987 relativa a las relaciones internacionales de Francia y a la acción ex terior de las Regiones ... ».39 En los numerosos organismos y asociaciones que se han creado en las regiones de Francia, las palabras «internacional» y «exterior» son comúnmente utilizadas. Así por ejemplo: «Mission Régio nale de Coordination du Commerce Extérieur Bréton» (MIRCEB), Asocia ción «Franche-Compté - Exchanges Internationaux», etc. Ha habido quien ha expresado algunas reticencias a utilizar la expresión «relaciones exteriores», prefiriendo limitarse a utilizar la de «acciones exte riores» a mejor, en singular, «acción exterior». Pero también el primer nombre ha sido generalmente aceptado. La expresión «política exterior» se aplica muy restrictivamente a las regio nes. Generalmente hablando se entiende sólo para los órganos centrales del Estado. Sin embargo,hay que reconocer que existen algunas regiones que tienen una verdadera «política exterior», entendiendo por ello la de un con junto de objetivos ligados en una relación de medios a fines, con los que pre tende una eficaz incidencia en la esfera del poder y de la influencia interna cional. Una cuestión que resulta de interés es el examen de estos dos conceptos: el de «relaciones internacionales» de las regiones y el de las relaciones de las regiones con los órganos comunitarios de la CE. Na son pocos los que abor dan la cuestión de la misma manera. La razón consiste en que se trata de una intervención de la región que trasciende a las fronteras del Estado y que tradicionalmente el Estado (los órganos centrales), se ha reservado para sí. Este elemento común de las dos realidades es el que ha sido abordado por losjuristas. Vlad Constantinesco contempla tanto una como otra cuestión desde el mismo punto de vista." Algo parecido hace Jorge Pueyo Losa al ha blar del tema como de una cuestión general común, aunque luego se dedi- 38. Con este nombre fue creado por Decreto del Consejo de la Comunidad Francesa de Bél gica de I de julio de 1982. 39. Journal Officiel de la Repub/ique française. 16 mayo 1987, pp. 5391-5394. 40. Constantinesco, Vlad. «Comunidades Europeas, Estados, Regiones: el impacto de las estructuras descentralizadas o federales del Estado en la construcción comunitaria». Revista de Instituciones Europeas. Vol. 16. N.? I, enero-abril 1988. 38 que a estudiar el marco de las comunidades europeas." Otros autores lo tra tan también de forma semejante como por ej., M. Pérez González," A. Re miro Brotons," G. Jáuregui Bereciartu" y A. Mangas Martín." Claro que, deseando profundizar más en el estudio del problema desde pun tos de vista más completos, la cuestión es distinta. Una cosa es la participa ción de las regiones en la Comunidad Europea y otra las relaciones intere gionales cuando existe entre ellas una frontera estatal. 1.o En el caso de la Comunidad Europea, la relación entre la región que as pira a la participación y los órganos dirigentes de la citada comunidad es una relación de tipo vertical. La región se dirige a quien está por encima de ella y que es capaz de tomar decisones que le afecten a que, por lo menos, puedan afectarle. Es por otra parte una relación obligatoria, pues al estar dentro de la CE. no puede evadirse de eUa como en su día excepcionalmente hiciera Groenlandia. Si no está con unas características lo estará con otras, pero siempre dentro de ella. Es lógico que busque aquellas condiciones que más le favorezcan, rechazando las que le perjudiquen a puedan favorecerle menos. Esa actuación de la región se parece bastante a la propia del grupo de presión. 2.0 En el caso de las relaciones internacionales entre regiones, no existe ver ticalidad sino horizontalidad. Las regiones acuerdan en pie de igualdad sin que unas predominen sobre las otras. La mutua influencia que se produce entre ellas se da en un plano igualitario. Son relaciones culturales, intercam bios comerciales, pertenencia a organizaciones interregionales ... etc. Las re giones, en las diversas organizaciones que han creado, participan de forma parecida a como los estados lo hacen en las organizaciones internacionales. Por otra parte, se trata de unas relaciones que no son obligatorias sino li bres. Las regiones tienen unas competencias y en ese marco actúan según les impulse a ello su espíritu de iniciativa y su creatividad. Existe en un país de Europa un nombre concreto para denominar el tipo de 41. PUEYO LOSA, Jorge. «Sobre el principio y los mecanismos de colaboración entre el Go bierno Central y las Comunidades Autónomas en asuntos relacionados con las Comunidades Europeas».Revista de Instituciones Europeas. Vol. 16. N." I, enero-abril, 1988. pp. 29-74. 42. PÉREZ GONZÁLEZ, M. y PUEYO LOSA, J. «Las Comunidades Autónomas en el orden in ternacional». En Constitución, Comunidades Autónomas y Derecho Internacional (VI Jorna das de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales). Santiago de Compostela, 1-4 de junio de 1981. Santiago de Compostela, 1982. pp. 13-88. 43. REMIRO BROTONS, A. Derecho Internacional público, Il. Derecho de los Tratados. Ma drid, 1987. pp. 165-166. 44. HUREGUI BERECIARTU, G. Las Comunidades Autónomas y las Relaciones Internaciona les. Oñati, 1986. pp. 65, 71 y 125. 45. MANGAS MARTiN, Araceli. Derecho Comunitario Europeo y Derecho Español. Madrid, 1987. 2 ed., pp. 222-231. 39 acciones que no suponen, entre sujetos de orden internacional, ningún compromise ni particular afección. Este nombre es el de «acciones de mero relieve internacional». Nos estamos refiriendo a Italia. La expresión está en la Sentencia n.? 179 de 1987 del Tribunal Constitucional. Divide el Tribu nal italiano las relaciones internacionales en tres categorías a la última de las cuales se la deja un tanto al margen de las mismas. En ella se encuentran las que, por propia naturaleza, no comportan ningún tipo de obligación in ternacional ni interfieren en las relaciones interestatales ni en la política ex terior del gobierno." De acuerdo con la síntesis que hallamos en el Informe sobre las relaciones exteriores de las colectividades territoriales preparado por la Comisión de Estructuras, Finanzas y Gestión de la Conferencia de Poderes Locales y Regionales de Europa, presentado en Estrasburgo por Guevara, consejero del Gobierno vasco el 2 de marzo de 1990, dichas acti vidades cubren «campos tales como el turismo, la economía, la cultura y la investigación y tienen por asociados tanto a las Regiones extranjeras como a los Estados»." Se trata de las actividades que las regiones efectúan en el marco de sus competencias y que se refieren principalmente a la promoción del sector privado. Para evitar cualquier tipo de sospecha de que las regio nes celebren acuerdos con obligaciones que pudieran comprometer a los propios estados se acuñó en Francia la expresión «declaración de intencio nes» con lo que se elimina radicalmente todo tipo de obligaciónjurídica. Es una fórmula por cierto, que se ha utilizado también con frecuencia, para re laciones entre regiones en las que ninguna de ellas es francesa. Numerosas regiones españolas han asumido dicha denominación. Se incluyen aquí los contactos previos que tienen los funcionarios de los cantones suizos a de los lander alemanes con personal de la administración de otro Estado con vis tas a preparar decisiones posteriores. 46. Ver lo que se dice más adelante sobre esta cuestión en las páginas 268-271 de este libro. 47. CPLRE. Rapport sur les relations extérieures des collectivites territoriales. Estrasburgo, 2 de marzo de 1990. 40 II • MOTIVACIONES PARA LA IMPLANTACIÓN DEL HECHO REGIONAL Y SU POSIBLE REPERCUSIÓN EN LA SOCIEDAD INTERNACIONAL. Acabamos de recoger, de forma un tanto esquemática, los distintos elementos formales explicativos de la exis tencia de una región. Los hechos, con todo, son mucho más variados, yen cualquier región existente en la realidad encontramos mezclados los diver sos aspectos que acabamos de exponer. El esquema aducido nos ha valido para clasificar ordenadamente una serie de datos que nos da la experiencia política y administrativa. Una ordenación que debe evidentemente, com pletarse con una profundización mayor. Porque' en la expansión actual del hecho regional confluyen varias motivaciones. Sólo ellas pueden explicar la importancia que el fenómeno regional tiene en la actualidad. Estas motiva ciones servirán para darnos a conocer de mejor forma el porqué de la inci dencia de la región en la sociedad internacional. 1. LA MOTIVACiÓN ANTROPOLÓGICA En la tendencia de la sociedad de hoy a regionalizarse existe una motivación de carácter antropológico. En un mundo que se estandariza, el hombre tiene necesidad de situarse en un en torno concreto, bien conocido por él, para poderse desenvolver y conectar con sus semejantes, valorando el conocimiento de la geografia fisica y hu mana que recorre. La región viene a ser para el hombre un mundo de refe rencias manejable y concreto. Como dice VIad Constantinesco, «el loca lismo y el regionalismo constituyen los contrapuntos frente al vértigo producido por los espacios desmedidos».' Jean Fourastié formula así el fenómeno: «En nuestros días, el deseo pro fundo es conservar un pequeño resto de esta originalidad y de esta persona lidad locales sin las que el mundo se volvería un tedio fundamental exten diéndose de París a San Francisco y de San Francisco a Calcuta. La diversidad y el contraste siempre son necesarios a los hombres sobre el pla neta para definirse y para profundizar.»! Robert Lafont coincide con dicha afirmación: «He aquí que la cultura se I. CONSTANTINESCO, Vlad. «Comunidades Europeas, Estados, Regiones: el impacto de las estructuras descentralizadas o federales del Estado en la construcción comunitaria». Revista de Instituciones Europeas. Vol. 16, n° I, enero-abril 1978. p, 12. 2. FOURASTI, Jean. L'Organisation departamentale et communale. L'épreuve du XX ème. siècle. París. Colloque, octubre 1966. 43 hace planetaria y que al mismo tiempo se siente el vértigo de una planetari zación desbocada. El hombre tiene necesidad de volver a encontrar sus raí ces para aceptar el ensanchamiento de su destino. El hombre moderno debe ser a la vez enraizado y cosmopolíta.»! Algún autor incluso se ha mostrado preocupado por la exageración de tal evolución. Así ha escrito hace poco Dahrendorf: «Proceso extraño e inquietante que se puede describir como el retorno a las tribus, a la existencia tribal. Las personas no pueden o no quie ren soportar la vida en comunidades heterogéneas; buscan a sus semejantes ya ser posible sólo a éstos.s" Confiemos que la valoración de lo universal y el sentido cosmopolita de nuestra época modere semejante extremismo. En las Primeras Jornadas sobre el Transporte en el Mediterráneo desde la perspectiva regional, celebradas en Barcelona en noviembre de 1985, el pre sidente de la Región Autónoma de Cerdeña manifestó: «Vamos hacia la unidad política de Europa. ¿Cómo queremos hacerla? ¿Verticalizando los poderes del Estado en un Consejo Europeo o introduciendo este poder horizontal de las Regiones y reivindicando para las Regiones la fuerza de construir la ver dadera Europa, la Europa de los pueblos que están organizados dentro de las Regiones, dentro de las Regiones históricas, con sus culturas, con sus problemas, con su economía, con su di versidad, con su especificidad? Si nos quedamos con la política de los Estados, las Regiones no tendremos ninguna fuerza, salvo la de intentar relaciones que únicamente pudieran qui zás, corregir alguna cosa.s' Se trata por 10 tanto, de buscar una nueva identidad. La identidad de una Europa diferente en la que el hombre se encuentre en un ambiente más humano, con instituciones más cercanas a la persona. Es precisamente la reacción contra la estandarización lo que ha hecho que el hombre de nuestros días se preocupe por sus raíces concretas y rastree sus vínculos familiares a través del pasado. La época en que vivimos, acosada por una dura crisis de identidad, ha reaccionado contra la radical desperso nalización que se impone al hombre y ha valorado vigorosamente los ele mentos que constituyen su propia manera de ser. Es el concepto de persona -que enriquece al de individuo con diversos elementos como el comunita- 3. LAFONT, R. La Revolución regionalista. Ariel. Barcelona, 1971. 4. DAHRENDORF, Ralf. «¿Una Europa de las Regiones?». El Pais. 1 de octubre de 1991. Te mas de nuestra época, p. 2. 5. Actas de la Primera Asamblea de la Comisión Interregional para el Transporte en el Me diterráneo. eITRAME. Barcelona,
Compartir