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La E.uropa de las regiones
La Europa
de I a s
•
reglones
santiago petschen
Generalitat de Catalunya
Institut d'Estudis Autonòmics
BARCELONA
1992
INSTITUT CATALÀ DE BIBLIOGRAFIA. DADES CIP:
Petschen, Santiago
La Europa de las regiones
ISBN 84-393-2235-6
I. Institut d'Estudis Autonòmics II. Títol
l. Regionalisme - Comunitat Econòmica
Europea, Països de la
342.25 (4-6)
© Generalitat de Catalunya - Institut d'Estudis Autonòmics
Primera edición: Barcelona, noviembre 1992
Producción: VIENA, Serveis Editorials, S.L.
e/ Ríos Rosas, 6, Ir 2n. Tel. (93) 211 54 19 - 08006 Barcelona
Diseño de cubierta y maquetación: TRIPTIC, S.c.P. Girona, 91
ISBN: 84-393-2235-6
Depósito legal: B. 39116-1992
PRÓLOGO
Hasta hace poco, las tesis regionalis­
tas no parecían tener mucho futuro
en Europa. Algunos presentaban el proceso de integración europeo como con­
trapuesto a la descentralización política de los estados y el regionalismo era
visto como una doctrina folklórica, romántica e incluso anacrónica.
De hecho, la creación de la ComunidadEuropea durante los años 50 se dio en
un contexto en el que, con la excepción de Alemania, la centralizacion era la
característica común de los estados que impulsaron la Comunidad. Por ello,
los tratados fundacionales ignoran completamente a las regiones.
Hoy los hechos están dando la razón a aquellos que hemos considerado nece­
sario crear y consolidar la región como entidad dotada de poder político y ha­
cerla participar en el proceso de integración europeo.
Por una parte, la mera observación de la realidad nos permite afirmar que pa­
ralelamente a la profundización del proceso de integración europea, muchos
de los estados que en élparticipan se descentralizan políticamente, creando un
nuevo nivel de gobierno más cercano al ciudadano.
7
Por ello regionalización e integración no son procesos contradictorios, sino
que constituyen las dos caras de un mismofenómeno: la crisis del Estado como
único nivel de gobierno, como ámbito apto para la resolución de todos los pro­
blemas que afectan a la sociedad.
De ahi que mientras se avanza hacia una moneda única a una politica exterior
común, la educación, la cultura, las infraestructuras, la ordenación del territo­
rio, la agricultura, la investigacián y otros temas sean mejor administrados
por la entidad cercana al ciudadano y con la que éste tiene un alto grado de
autoidentificacián: la región.
Empresarios comoAgnelli a economistas teóricos como Alvin Toffler destacan
este aspecto funcional del regionalismo, que lo aleja de concepciones mera­
mente ideológicas. Dice Toffler que «el futuro de Europa se determinará por
Bruselas y por el equilibrio entre los estados-naciones y las regiones».
El Tratado de Maastrich refleja esta realidadyporprimera vez introduce la re­
gión como entidad dotada de poderpolitico y le reconoce unos mecanismos de
participacián en el proceso de toma de decisiones. Ahi está la creación del Co­
mité de las Regiones a la posibilidad de que un ministro regional represente a
un estado en el Consejo de Ministros.
Por otra parte hay un segundo componente más intangible, pero también muy
importante. El ciudadano, inmerso en una sociedad mundializada, necesita
un referente inmediato con el que pueda autoidentificarse.
Hay regiones, que incluso son más que regiones, que responden a una realidad
politica e histórica a que poseen una cultura propia y una identidad muy mar­
cada. Por ejemplo, Flandes, Baviera a Cataluña. En este caso, el reconoci­
miento de su capacidad de autogobierno permite consolidar esta identidad y
satisface una aspiración de sus ciudadanos.
Otras regiones no poseen esta realidad subyacente. No obstante, también en
estos casos la creación de poder regional genera una identidad y consecuente­
mente proporciona un referente a sus ciudadanos.
Hemos visto que en la evolución de los paises excomunistas uno de los compo­
nentes que ha pesado más ha sido la reivindicación de un espacio politico más
acorde con la realidad histórica. En algunos casos ello ha exigido modificar el
8
mapa político y alterar lasfronteras, en otros la solución vendrá dada por una
adecuada regionalizacián.
La región tiene pues un papel fundamental en la construcción del futuro de
Europa. Desde un punto de vista funcional, como marco idóneo para garanti­
zar un crecimiento dinámico y sostenido que, contrapuesto al centralismo,
permite liberar todas las energías de la sociedad. Ideológicamente, como refe­
rente inmediato del ciudadano que evite una Europa uniformadora.
Para ello es una exigencia básica, cuyo respeto parece garantizado, que se ac­
túe conforme al principio de subsidiariedad, es decir, que las decisiones se to­
men siempre en el nivel que mejor garantice su plena eficacia, rehuyendo las
tentaciones centralizadoras.
El libro de Santiago Petschen constituye un análisis riguroso de todos estos te­
mas. Con el sentido didáctico que le caracteriza, como buen profesor universi­
tario que es, analiza el concepto de región y la realidad regional europea actual
y describe los mecanismos de participacián de las regiones en la integración
europea.
Sin duda constituirá un elemento básico de referencia en la formulación de
una doctrina «regionalista» europea que refleja, además de un conocimiento
exhaustivo del temay de una documentacián plenamente actualizada, un con­
vencimiento, con el que coincido plenamente, de la importancia de las regio­
nes para el futuro diseño de Europa.
JORDI PUJOL
Presidente de la Generalitat de Catalunya
Presidente de la Asamblea de las Regiones de Europa
9
• INTRODUCCIÓN.
Las unidades políticas -como llama
Aron a aquellas unidades en las que ha estado eficazmente dividida la Hu­
manidad a través del tiempo +O, las unidades básicas- como las denomina
Hoffmann-, han empezado a relacionarse en nuestros días entre sí de una
manera distinta a como lo han hecho a lo largo de la historia. El elevado ni­
vel científico y técnico alcanzado por el hombre ha facilitado poderosa­
mente los contactos entre los seres humanos y es factor fundamental de di­
cho cambio. Un cambio que supone el paso del predominio del aislamento
a la intercomunicación, la cooperación e incluso, y esto es lo más novedoso,
la incipiente jerarquización de tales unidades.
La nueva mentalidad originada por la ciencia y por la técnica condiciona en
gran parte la realidad de los estados exigiendo su transformación. En el pa­
sado europeo, actitudes humanas diversas condicionaron la manera de ser
y de relacionarse de las citadas entidades. Una mentalidad tan preocupada­
mente religiosa como la de los inicios de la Edad Moderna tuvo gran impor­
tancia en la formación de la nueva sociedad internacional. En primer lugar
fue elemento principal de identidad de los pueblos y de los estados desta­
cando como factor de configuración espiritual e incluso territorial, de las
unidades políticas. De acuerdo con el credo religioso se establecieron, por
una parte, diversas fronteras. Pero por otra también, la religión fue ele­
mento de relación a través de las mismas. En el caso de la religión católica
no sólo como fuerza transnacional sino también como institución con per­
sonalidad jurídica propia en la sociedad internacional.
Mas, con la secularización, la preeminencia del factor religioso en la identi­
dad nacional fue sustituida por la preeminencia cultural basada en la len­
gua. Un paso importante se dio con la Revolución francesa. Barère les decía
a los componentes de la Convención:
«Demos pues a los ciudadanos el instrumento del pensamiento
público, el agente más seguro de la Revolución, la misma
lengua.»'
En la base del despertar nacional de numerosos pueblos europeos hallamos
la condición previa del desarrollo idiomático-cultural. Lenguas como el no­
ruego, el finlandés, el flamenco, el checo, el eslovaco, el rumano o el ucranio
no adquirieron un nivel suficiente de perfección lingúística hasta el siglo
XIX. Años después de haber logrado tal desarrollo,fueron consiguiendo la
1. «Informe del Comité de la Salud Pública en la Convención Francesa sobre las Lenguas
Regionales». 1794. Recogido en PETSCH EN, Santiago. Las Minorias lingüisticas de Europa Oc­
cidental. Documentos (1492-1989). Euskal Lege Biltzarra. Parlamento Vasco. Vitoria-Gasteiz,
1990. Vol. I., p. 129.
13
autonomía o la independencia política. El Jura suizo tuvo durante el siglo
XIX en la religión católica el baluarte de su nacionalismo. Pero en el siglo xx
fue el problema lingüístico el que inició la lucha que le llevó a la obtención
de la independencia cantonal.
Tales condicionamientos persisten en el mundo actual. A ellos, sin em­
bargo, se han añadido otros. Un factor muy importante que influye en dicha
relación es el científico-técnico que nos acerca mutuamente a los hombres.
Las unidades políticas no se ven impulsadas a oponerse sino a relacionarse
al tener que abordar en común y enfrentarse a grandes realidades y proble­
mas como son los intercambios económicos, los medios de comunicación y
la ecología. Las unidades básicas van teniendo cada vez más conciencia de
hallarse dentro de una unidad superior englobante.
Dicha globalización lleva consigo una importante contrapartida: la reafir­
mación de los individuos y de los grupos. La tendencia actual de los hom­
bres a la libertad y a la espontaneidad ha tenido numerosos efectos en el
mundo político. Las caídas de las dictaduras del sur de Europa, de América
Latina, del Pacífico, del sur de Asia y del mundo comunista, deben en gran
parte ser explicadas por esa nueva actitud del hombre que condiciona el ser
y las relaciones de las nuevas unidades políticas.
En la actualidad, un fenómeno que -siguiendo esa influencia de la mentali­
dad humana en la estructuración de la sociedad internacional-, llama po­
derosamente la atención es cómo las minorías lingüísticas, relegadas a tra­
vés de la historia quieren tener carta de ciudadanía en importantes parcelas
de la vida pública. Las organizaciones internacionales de Europa Occiden­
talles han prestado particular audiencia. Tanto el Consejo de Europa como
la Comunidad Europea, han sido un marco en cierta manera acogedor que
ellas se han esforzado en utilizar a su favor.
En esa corriente hay que situar también los deseos de vivir en marcos regio­
nales más concretos y abarcables opuestos a la despersonalizante planetari­
zación. Desde dichos marcos, los grupos humanos, configurados en gran
parte por raíces comunes de larga tradición, amplían su acción de una
forma tan activa, que penetran en la misma vida de la sociedad internacio­
nal. Tienden así relaciones transnacionales que son las que suelen definirse
como aquellas que atraviesan las fronteras sin ser dirigidas por los órganos
centrales de los estados. Sin contentarse meramente con ello, pretenden in­
fluir en las decisiones tanto del Estado como de las organizaciones interna­
cionales e intentan conseguir, en alguna medida, un cierto reconocimiento
internacional.
Aunque esta actividad de las regiones ya se originó, en una pequeña parte en
el pasado, ha sido no hace mucho cuando comenzó a generalizarse y poten­
ciarse y se va desarrollando de una manera firme y paulatina. El tiempo dirá
cómo se irán expandiendo los objetivos iniciales, qué nuevos cauces se les
14
irán abriendo y cómo influirá en la realización de un cambio en la estruc­
tura europea. Con especial interés se presenta, desde este punto de vista, de­
bido a la gran riqueza de particularidades allí existente, la evolución de la
Europa del Este. Una evolución que ofrece condiciones de servir de buen
estímulo a la construcción de dicha estructura.
Ra sido Jean Batiste Duroselle quien ha escrito que en el trabajo científico
acerca de las relaciones internacionales, el hacer estudios parcial es es uno
de los aspectos que deben ser cubiertos por los estudiosos.' El trabajo que
ofrezco ahora se refiere no sólo a un aspecto parcial sino también incipiente.
Race unos años, muy poco podría haberse dicho de esta cuestión y tal vez
toda ella hubiera quedado reducida al punto de vistajurídico como sucedía
con las normas sobre la acción internacional de los cantones suizos y de los
kinder alemanes establecidas, con las delimitaciones precisas, en la Consti­
tución de la Confederación Helvética y en la Ley Fundamental de Bonn.'
Ahora, sin embargo, se cuenta en la vida internacional con unas realidades
mucho más amplias y que cada vez van creciendo formando, ya una abun­
dante materia de estudio.
Si tenemos en cuenta los tres postulados básicos que el profesor Celestino
del Arenal establece como punto de partida para elaborar una teoría de las
relaciones internacionales, la atención al tema de las regiones está en la lí­
nea de tales postulados. A saber:
1. o «El objeto de estudio de las relaciones internacionales, en cuanto ciencia
y teoría, es la sociedad internacional como tal, en toda su complejidad».'
Un estudio sobre la acción de las regiones en la sociedad internacional
sólo puede hacerse a partir de una concepción que tenga en cuenta la com­
plejidad de la misma, evitando la simplificación que se ha hecho de reducir
sus actores a los estados. Es una acción de diverso orden: económico, cultu­
ral y también político. Particular atención merece el aspecto del territorio.
Si en el estudio de otras fuerzas transnacionales, la atención que debe pres­
tarse al territorio es menos importante, en cambio, en el fenómeno de las re­
giones es imprescindible una consideración del mismo con unos criterios
distintos a los que se tienen en cuenta al estudiar las divisiones territoriales
y las fronteras de los estados.
2.° «La tarea del internacionalista -sigue diciendo Arenal-, no consiste en
perpetuar un análisis de las Relaciones Internacionales que ya no es reflejo
2. DUROSELLE, J. B. «L'étude des relations internationales: objet, méthode, perspectives».
Revue Francaise de Science Politiqueo Vol. 2 (1952), p. 691.
3. Art. 9 de la Constitución Federal de la Confederación Helvética de 1874 y art. 32, párrafo
3, de la Ley Fundamental de Bonn de 1949.
4. ARENAL, Celestino del. Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid, 1984. p.
419.
15
de la realidad actual, sino en desarrollar aquel análisis que permita una
comprensión de la sociedad internacional en nuestros días y de sus pro­
blernas.»!
Con frecuencia observamos que muchas valoraciones sobre la realidad in­
ternacional son hechas a partir de comparaciones entre unas teorías y otras,
sin contar con un bagage previo de experiencias de hechos o de estudios em­
píricos de sucesos o de circunstancias, tanto históricas como actuales. Esto
da lugar a lo que suele llamarse «cultura de libros». Es el análisis de la reali­
dad actual, siempre en perpetuo cambio, lo que puede hacer a nuestra in­
vestigación realista y útil. Con respecto a los problemas étnicos y minorita­
rios, Marcel Merle ha escrito, tratando del fenómeno de la discordancia
entre los sistemas políticos y las áreas culturales:
«La discordancia aparece principalmente cuando una unidad
política (por ejemplo, un Estado), recubre una heterogeneidad
cultural... El aspecto más curioso del fenómeno es el resurgir de
los micronacionalismos culturales en los viejos países de tradi­
ción descentralizadora ... Por la brecha así abierta se infiltran
también influencias exteriores que peligran provocar compli­
caciones internacionales. Los movimientos irredentistas bus­
can voluntariamente apoyos en el extranjero. Los países veci­
nos impulsan a menudo esas tendencias con la esperanza de
debilitar a un rival, sea impulsando una secesión que podría
ofrecerles una nueva zona de influencia, sea buscando un pre­
texto para una intervención militar cuyo objetivo real consiste
en asegurar el control de un país extranjero.a'
Numerosos conflictos de nuestro tiempo en África, en el Sudeste asiático, y
en el Oriente Medio son buena prueba de ello. Las guerras civiles han sido a
menudo, punto de partida de conflictos internacionales.' Loscambios pro­
ducidos en Europa del Este han suscitado también actitudes parecidas aun­
que de una forma mucho más circunspecta.
En cambio, en Europa Occidental el fenómeno se da de distinta forma. La
cita de Merle debe pues quedar para otro contexto totalmente distinto.
Europa camina en la cooperación, hacia la integración. La cuestión de las
5. ARENAL, Celestino del. o. c. p, 419.
6. MERLE, Marcel. Forces et enjeux dans les relations internationales. 2.a ed. París, 1985, p.
345.
7. BRUCAN, Silviu. «Les notions de pouvoir et de conflit dans I'étude de I'organisation inter­
nationale». En ABS SAAB, Georges. Le Concept d'Organisation Internationale. UNESCO.
París, 1980. pp. 157-183.
16
regiones y su incidencia en la vida internacional es una de las realidades
más novedosas que se han producido en los últimos tiempos. Tan novedosa
y última que muchos de los autores que hablan de relaciones internaciona­
les y dedican amplios espacios a las relaciones transnacionales, ni siquiera
hacen referencia a la cuestión de las regiones. Sin embargo, el fenómeno pa­
rece ser una realidad que tendrá bastante importancia en el mundo del
futuro.
3. o «La convicción de que el estudio de las relaciones internacionales es teo­
ría al servicio de la práctica internacional y, en última instancia, al servicio
de una configuración de una sociedad internacional más justa, libre y en
paz.»
Si nos encontrásemos en un período histórico en que las relaciones entre los
Estados se caracterizasen por ser unas relaciones de «guerra fría», no resul­
taría posible una rica intervención de las regiones como conjunto, en la so­
ciedad internacional. Para que se dé dicha intervención es necesario un am­
plio desarrollo de la cooperación. No en vano, el campo principal de la
acción exterior de las regiones se encuentra en la economía y en la cultura.
Qué valores observamos en la participación de las regiones en la vida inter­
nacional es, en parte, lo que deseamos exponer aquí.
Dos aspectos distintos aunque complementarios, descubrimos en el fenó­
meno de la emergencia de las regiones. Uno, de arriba a abajo, que se co­
noce con el nombre de regionalización. Otro, de abajo a arriba, que recibe la
denominación de regionalismo.' La regionalización es la planificación y la
ordenación del territorio estatal hecha por los poderes establecidos. Preva­
lece en ello el carácter más bien económico y administrativo. El regiona­
lismo es la tendencia de los pueblos a conseguir mayores atribuciones polí­
ticas por razones de carácter antropológico, histórico y cultural. Estos dos
aspectos del fenómeno vienen a ser hoy, en Europa Occidental, a diferencia
de lo que sucedía en otras épocas, complementarios. El elemento motor,
con todo, es el que va de abajo a arriba. y cuando, por cualquier razón, am­
bos se oponen, es el que viene normalmente a prevalecer. A él se acomodan
las directrices de los poderes establecidos. No hay más que ver el mapa de
las regiones de Europa para caer en la cuenta de que en su configuración, el
elemento histórico-tradicional ha tenido un influjo mayor que el técnico y
el económico.
8. RICQ, Charles. «Les Régions d'Europe et la construction européene.» En Cadrnos. n.? 36.
Invierno. 1986, p. 41. Puede verse además: FOUERÉ, Yann: «La participation régionale consi­
derée en tant que moyen de résoudre les tensions infra et inter étatiques». En La Participation
régionale. Actes du Colloque International de Saint-Vincent. 22 noviembre-2 diciembre 1981.
Presses d'Europe. París, 1982. p. 53-60.
17
En esta obra se ofrece allector:
1. ° La evolución que la incidencia de las regiones ha operado en la sociedad
internacional. Para ello examinamos:
1. El pensamiento de los teóricos del fenómeno de la región.
2. La evolución de los textos jurídicos en el contexto de los distintos es­
tados.
3. La actividad interregional realizada a través de las fronteras.
4. El desarrollo de las organizaciones interregionales.
5. La potenciación económica y cultural de la región, la evolución de la opi­
nión pública y la existencia de partidos políticos propios. Son todos ellos
unos fenómenos que van teniendo cada vez más influjo en la sociedad
europea.
2.° Por medio del examen de dichos fenómenos, el descubrimiento de los
principios y de las líneas maestras de dicha evolución.
3.° A qué modificaciones podrá llevar la operatividad de dichos principios
y líneas maestras, en la estructura de la sociedad europea del futuro.
Una cuestión que quiero dejar clara desde el principio es por qué considero
que, desde una perspectiva internacional, es muy adecuado abordar el tema
de las regiones siendo una cuestión que parece ser predominantemente in­
terna a los estados. La respuesta no es dificil de dar. Un clásico de las rela­
ciones internacionales como Stanley Hoffmann nos dice que el punto de
vista internacional es el más adecuado para contemplar los grandes proble­
mas colectivos de nuestra vida. «Sin pretender ser imperialista de una cien­
cia relativamente joven -escribe-, añadiría que el papel arquitectónico que
Aristóteles atribuyó a la ciencia de la polis podría corresponder hoya las re­
laciones internacionales, pues han llegado a ser en el siglo xx la condición
misma de la vida cotidiana»." Esta consideración general puede con más
propiedad aplicarse a nuestro problema, dado que la vida internacional es
la gran aspiración de las regiones caracterizadas por el nacionalismo y que
las relaciones transnacionales son una consecuencia necesaria de las com­
petencias de las regiones. Por otra parte, la estructura económica hacia la
cual camina Europa, apunta a tener en su base a las regiones cuya constitu­
ción y desarrollo impulsa hacia adelante la federalización. Realidad signifi­
cativa que -por la naturaleza del entramado de sus fuerzas-, podría llegar a
ir evitando el obstáculo del que hablaba Maurois, que en su día recordó
Truyol:
9. HOFFMANN, Stanley. Teorías contemporáneas sobre las relaciones internacionales. Ma­
drid, 1963, p. 22.
18
«Del hecho de que la federación mundial sea la única solución
inteligente no se desprende que vaya a triunfar.a'?
Para elaborar este libro he recogido abundante documentación y he mante­
nido numerosos contactos personales. En la sección del Consejo de Europa,
en Estrasburgo, destinada a la Conferencia de Poderes Locales y Regiona­
les, gracias a la atención de los señores Locatelli y Sixto, tuve acceso a nu­
merosos documentos, en especial sobre relaciones transfronterizas. En la
Asamblea de Regiones de Europa (ARE) y en el Centro Europeo para el De­
sarrollo Regional (CEDRE), radicados en la citada capital alsaciana, E. Mi­
lesi y J. Robert respectivamente, dieron a mi disposición el archivo que po­
seen sobre la materia.
En el Instituto Universitario de Estudios Europeos de Ginebra, en contacto
con el especialista en estudios regionales, profesor Charles Ricq, utilicé la
biblioteca y el centro de documentación que en su día iniciara el admirable
Denis de Rougemont. Una visita al CRAPS (Centre de Recherches Admi­
nistratives, Politiques et Sociales) de la Universidad de Lille II y varias con­
versaciones con el profesor Yves Luchaire y con Bernard Dollez, así como
unos interesantes cambios de impresiones en el Consejo regional de Nord­
Pas de Calais me hizo conocer la situación de una región de Francia que ha
destacado en las relaciones exteriores. En el Gobierno del Land de Viena,
los doctores Wendelin Wanka y Günther Stepan me ofrecieron informa­
ción sobre la acción exterior de las regiones austríacas. Por último, mi parti­
cipación en el XXIV Convegno de Gorizia (Italia), sobre «Le minoranze
nella mitteleuropa (1900-1945)>>, me abrió en Trieste las puertas a la infor­
mación sobre las actividades de la organización transfronteriza Alpe-Adria.
Otra documentación del extranjero me vino por medio de la corresponden­
cia y de las publicaciones como la recibida del CINSEDO de Roma, de la
Lega Lombarda de Milán a la del Lantag de Baden-Württembergasí como
la obtenida en la Communauté de Travail des Régions Jurassiennes (CU)
en Délemont (Jura), la Communauté de Travail des Alpes Occidentaux
(COTRAO), en Ginebra, la Nederlandse Taalunie en La Haya, la Direction
Générale des Relations Extérieures du Ministère de la Réuion Wallonne, el
European Centre for Traditional and Regional Cultures (ECTARC) de
Llangollen, Clwyd, en Gales ... etc.
Dentro de España, las instituciones y las personas que me siento obligado a
citar son, la Generalitat de Cataluña y de manera muy especial a su presi­
dente, el Muy Honorable Sr. Jordi Pujol, quien desde el primer momento
prestó atención a la elaboración de este libro y aceptó redactar el prólogo del
10. MAUROIS, André. Nouveaux discours du docteur O'Grady. Cap. V. Citado por TRUYOL y
SERRA, A. La Sociedad Internacional. 3. a ed. Madrid, 1981. pp. II.
19
mismo. Asimismo a Joaquim Llimona, director del Gabinete de Actuacio­
nes Exteriores, a Montserrat Riba, del mismo Gabinete, y a cuantos me
atendieron amablemente en el Institut d'Estudis Autonòmics, la biblioteca
del Consell Executiu y el Patronat Català Pro Europa. Particulares contac­
tos he tenido con la Associació per al Interdesenvelupament de les Regions
d'Europa (AIRE) que conecta a Cataluña con las regiones francesas de Mi­
di-Pyrénnées y del Languedoc-Roussillon. En Euskadi he tenido valiosos
contactos con el Gabinete para Asuntos relacionados con la Comunidad
Europea del Gobierno vasco en Bilbao, iniciado y dirigido por Andani
Monforte, la Secretaría General de Acción Exterior del Gobierno vasco di­
rigida por Iñaki Goikoetxeta y el Servicio de Estudios del Euskal Lege Bilt­
zarra (Parlamento vasco) dirigido por Juan Carlos da Silva en Vitoria­
Gasteiz.
Donde más contactos he tenido con las diversas secciones de la Administra­
ción autonómica en sus relaciones con el exterior ha sido, aunque parezca
paradójico, en Madrid. Fue en la Dirección General de Cooperación con el
Estado y Asuntos Europeos donde recibí el encargo del director de la misma
Jaime Hevia Ruiz de realizar un estudio sobre Las relaciones de relieve in­
ternacional de la ComunidadAutónoma de Madrid. En él colaboraron va­
rios doctorandos del Departamento de Estudios Internacionales que redac­
tan sus tesis bajo mi dirección. Con dicho propósito recibimos una
inestimable ayuda al conseguir -por obra del citado director y de Lourdes
González de Tánago-, los textos de los convenios que las comunidades
autónomas tienen con regiones extranjeras y conocimos las actividades de
las consejerías e institutos autónomos así como los fondos del Centro de
Documentación Europea. Los profesores Antonio Truyol y Celestino del
Arenalleyeron las partes del libra más particularmente cercanas a su espe­
cialidad.
He recibido además, después de haberla solicitado, documentación de nu­
merosos centros como la Oficina del Parlamento Europeo, la Oficina de In­
formación Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Instituto
Español de Migración, los consejos de Gobierno de varias comunidades
autónomas, el Centro Interregional del Transporte del Mediterráneo (CI­
TRAME), la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (Jaca) ... etc, etc.
A todas las personas e instituciones, pues, que me prestaron su colabora­
ción para la redacción de este libro, mi más sincero reconocimiento.
20
1
• EL CONCEPTO DE REGIÓN.
1. LOS DIVERSOS ENFOQUES
Antes de introducirnos en el dificil
campo de la definición de región podemos dar una mera descripción de la
misma que sirva para situarnos ante los diversos enfoques que a dicha reali­
dad le han sido dados. Región es una parte de la geografia que cuenta con
unas características comunes, bien porque se encuentren en ella por la natu­
raleza o por la historia, bien porque sean impuestas por la decisión concreta
de los hombres.
Hay un concepto de región que incluye un conjunto de Estados y que a ve­
ces abarca todo un continente o subcontinente. Cuando se habla de organi­
zaciones internacionales de carácter regional es éste el concepto que está en
la base. I No me voy a referir ahora a él. Al tratar de región me refiero aquí
fundamentalmente a una parte de la geografia de un Estado que se caracte­
riza por una cierta unidad. La organización regional del Estado ha tenido
distintos enfoques como son los que aquí exponemos.'
A) Enfoques de carácter sectorial: Entre dichos tipos de enfoque podemos
destacar:
a) La región natural. Tiene su base en una estricta noción geográfica. La re­
gión es obra de los hombres pero a veces, el condicionamiento de la geogra­
fia fisica ha tenido en la constitución de la misma gran importancia. Ello es
muy visible en el caso de la insularidad.
b) La región económica. Los economistas han tenido también necesidad
de dividir y de clasificar el espacio en razón de sus características o de sus
posibilidades económicas. Hablan así de regiones desarrolladas, subdesa­
rrolladas, de regiones-problema ... etc.' En este enfoque entraría todo lo que
1. Véase sobre este concepto: DIEZ DE VELASCO, M.: Instituciones de Derecho Internacional
Público. Tomo II. Organizaciones Internacionales. (4." ed.). Tecnos. Madrid, 1984, p. 39.
MESA, Roberto. Teoría y práctica de las Relaciones Internacionales. Taurus, 2." ed. Madrid,
1980, pp. 206-207. MESA, Roberto. La Sociedad Internacional contemporánea. Documentos
básicos. Tomo I. Taurus. Madrid, 1983, p. 25. Véase también la voz «Regionalismo interna­
cional» en ZORGBIBE, Charles. Dicctionnaire de politique international. PUF. París, 1988, p.
623 y ss.
2. MASSART.PIERARD, F. «De la notion de Région», L'Europe des Régions II. Institut Uni­
versitaire d'Études Européennes. Ginebra, 1970, pp. 7 y ss.
3. LABASSE, J. L'Organisation de l'espace. Eléments de geographie volontaire. Hermann,
1966, p. 19.
23
se conoce con el nombre de región plan que tiene la finalidad de hacer el es­
pacio geográfico a la medida del hombre.'
c) La región sociológica. Es aquella que abarca un conjunto integrado con
vida propia.'
d) La región administrativa. Supone la consideración de un territorio
desde el punto de vista de la unidad administrativa en la que ha sido clasifi­
cado. Así lo es, por ejemplo, la provincia o el departamento. En la actuali­
dad incluso, pero todavía más históricamente, es una división del territorio
que se ha caracterizado por depender de la conveniencia política extrínseca
o de la arbitrariedad.
B) Enfoques de carácter sintético. En este tipo de enfoques cabe destacar:
a) La región como objeto de la planificación del territorio. Este punto de
vista supone una concepción global de todos aquellos aspectos que pueden
integrar una región: humanos, económicos, técnicos, urbanísticos... etc.
b) La región política como espacio intermedio entre la vida local y la esta­
tal. Es decir, entre el mundo de lo concreto y el de lo abstracto. Para lograr
ese objetivo es necesario que la región tenga una capacidad de decisión pro­
pia. En este tipo de región puede encuadrarse una buena parte de las regio­
nes de Europa Occidental.
C) Enfoques de carácter estructural. Suelen darse entre ellos estos tres:
a) Un tipo de región que es la que se halla en el Estado desconcentrado
como el francés anterior a 1969, en el que las regiones tenían unas compe­
tencias muy limitadas y venían a ser algo así como grandes departamentos,
que es como el profesor Quermonne las describió."
b) Un tipo de región que es la que forma el Estado descentralizado, bien
con una descentralización administrativa como es la que ha sido la de las re­
giones de estatuto común en Italia hasta el comienzo de la década del 70,
bien con una descentralización política como la de las comunidades autó­
nomas españolas o la de las dos regiones insulares portuguesas.
b) Un tipo de región federada que lleva inherente la ley de participación en
el sentido más desarrollado de la palabra. La región, en este caso, es dueña
de su propia Constitución, en el marco, claro está, de la Constitucióndel Es­
tado federal. En Europa Occidental, nos encontramos con regiones de este
tipo en Suiza, Alemania y Austria.
4. Commission CEE. Rapport de groupes d'experts sur la politique régionale dans la CEE.
1964, p. 63.
5. LABASSE, J. O. c. pp., 139-140.
6. QUERMONNE, J. L. «La régionalisation en France». L 'Europe des Régions. Institut d'Etu­
des Européennes, Ginebra, 1970. pp. 7886.
24
2. EN TORNO A LA DEFINICiÓN DE REGiÓN
Hecha esta exposición sintética, po­
demos preguntarnos cuál es el tipo de región al que generalmente hablando
se tiende hoy y, una vez seleccionado, adentrarnos en la búsqueda de una
definición adecuada. Es evidente que debemos dejar de lado el enfoque de
carácter sectorial, dado que la región aspira profundamente, de forma espe­
cial en nuestro tiempo, a lograr una cota bastante más alta." A veces, ese ca­
rácter sectorial -en su aspecto natural y en su aspecto sociológico-, puede
servir de base a una consideración más global y a una estructuración más
importante. Es a partir de su aspecto natural y sociológico desde el que Cór­
cega aspira a un reconocimiento coherentemente estructurado como enti­
dad política. En manera alguna, el movimiento actual de las regiones quiere
conformarse con el enfoque económico con el que Inglaterra fue dividida
en ocho regiones y con el enfoque administrativo francés establecido por la
ley de 1972 y que sólo en parte fue superado en 1982.
A partir de una visión más profunda de la realidad podemos distinguir dos
tipos de regiones que Yann Foueré llama de primera y segunda categoría.'
Las de primera categoría son identidades nacionales históricas, identidades
nacionales culturales a ambas a la vez. Unas tuvieron antaño el rango de Es­
tado, como Escocia, Bretaña, Córcega y Sabaya. Otras han deseado ser esta­
dos pero no lo han conseguido. Ha ocurrido así con Flandes, Cataluña, Ga­
les, el País Vasco, etc. A todas ellas se les llama actualmente -con una
denominación más política que científica-, naciones sin Estado." Algún
autor las conoce también con el nombre de «naciones prohibidas.»:"
7. Ello es lo que ha hecho que no exista «una concepción uniforme de Región en el seno de la
Comunidad» y que la Comisión haya tomado «las múltiples subdivisiones que los Estados
miembros habían introducido en sus programas de apoyo». MERCIAT, Patrizio y SAINT-OUEN,
François. «Sur la notion juridique de region». Revue de Droit Public el de la Science Politique
en France el a l'etranger. Septiembre-octubre 1987, p. 1314.
8. FouERÉ, Yann. o. c., p. 54 y ss.
9. Los representantes de algunos de los pueblos, reunidos en Gernika afirmaban en su Ma­
nifiesto de 12 de junio de 1988: «... esa Unión Europea sólo será consistente si reconoce las rea­
lidades nacionales ocultas muchas veces por Estados plurinacionales. En el futuro, el protago­
nismo debe pasar de los Estados actuales a los pueblos y comunidades naturales y ello requiere
la transferencia progresiva de poderes y competencias, por un lado, a tales comunidades, y por
otro, y en lo que éstas no pueden gestionar por sí mismas, a la Unión Europea.» Lo que se pre­
tende con ello no es convertir a dichos pueblos en un Estado como los que han existido ahora,
sino que poco a poco los demás se vayan despojando de la calidad de tales.
10. Así ellibro de SALVI, L. Le nazioni proibite. Guida a dieci colonie «interne» dell'Europa
Occidentale. Florencia, 1973.
25
Las de segunda categoría son todas las demás aunque entre éstas podemos
hacer una subdivisión muy clara que aunque no es profunda como la ante­
rior es de unas consecuencias muy importantes. Es la que separa a las regio­
nes de competencias políticas y a las de atribuciones meramente adminis­
trativas. Entre las que tienen capacidad sólo administrativa están las que
cuentan con unos órganos elegidos por sufragio universal directo y las que
únicamente son uniones de colectividades inferiores. Diversas realidades
que van a influir en la construcción de las definiciones al intentar destacar
en ellas los aspectos que más les satisfacen.
El Consejo de Europa dio en cierta ocasión, esta definición de región:
«Un territorio de dimensión media, susceptible de ser determi­
nado geográficamente y que está considerado como homo­
géneo.»'
Nótese que lo de «dimensión media» es -como acertadamente notan Jean­
Jacques y Michèle Dayries-, una característica demasiado inconcreta. No
cabe duda, sin embargo, que aunque sea ésta una definición lo más elemen­
tal y esencialista posible, tiene su acierto en las dos características que des­
taca: la «determinación geográfica» y la «homogeneidad»,
El Comité de Asuntos Regionales del Consejo de Europa nos da una defini­
ción también amplia pero con un propósito de mayor concreción, en el que
tengan cabida los distintos tipos de regiones que se dan en la realidad actual.
«Región -dice-, es la unidad territorial más extensa del inte­
rior de cada nación (situada inmediatamente a nivel inferior
del gobierno central), dotada o no de personalidad jurídica.»
Esta definición, a pesar de que inicialmente pretende un objetivo más con­
creto que la anterior, es -a nuestro parecer-, menos útil pues, al querer in­
cluir realidades excesivamente plurales no puede superar un alto nivel de
imprecisión.
El Instituto Internacional para los Derechos de los Grupos Étnicos y del Re­
gionalismo de Munich, en un proyecto de Convención para los Estados
miembros del Consejo de Europa que nunca fue aprobado, insertaba la defi­
nición siguiente:
«Se entiende por Región un territorio que forma, desde el
punto de vista geográfico, una entidad neta o un conjunto simi-
11. DAYRIES, Jean-Jacques y DAYRIES, Michèle. La Régionalisation. PUF. 3." ed. París,
1986, p. 3.
26
lar de territorios en los que la población posee elementos co­
munes y desea salvaguardar la especificidad resultante y desa­
rrollarla con el fin de estimular el progreso cultural, social y
económico»."
Esta definición abarca dos tipos de elementos: los primeros de tipo objetivo
y los segundos subjetivos. Por «elementos comunes» entiende característi­
cas como la lengua, la cultura, la tradición histórica y los intereses vincula­
dos a la economía. Basta, evidentemente, que se dé alguno o algunos de
ellos.
Debido a estos dos tipos de elementos que recoge, es una definición que re­
sulta particularmente acertada. El éxito logrado lo demuestra el hecho de
que haya sido adoptada por la Carta comunitaria de la Regionalización».!'
Inspirándose en ella, el grupo de trabajo n.? 3 de la II Conferencia Parla­
mento Europeo - Regiones de la Comunidad, celebrada en Estrasburgo del
17 al 29 de noviembre de 1991 elaboró otra definición con los mismos ele­
mentos pero bastante más concisa:
«La institución regional (es) ... una comunidad establecida so­
bre un territorio claramente definido unido por intereses co­
munes y caracterizado por experiencias históricas, usos, cos­
tumbres y tradiciones que definen su inimitable origina­
lidad.»!'
No cabe duda que la concisión da a esta definición una cierta ventaja sobre
la anterior, la cual consideramos ya como valiosa.
La Asamblea de Regiones de Europa (ARE) completa la definición antes
dada del Comité de Asuntos Regionales del Consejo de Europa añadiéndole
un rasgo con frecuencia inexistente pero que es una aspiración bastante ge­
neralizada, la representatividad política:
«Son Regiones las entidades situadas inmediatamente por de-
12. PARLAMENTO EUROPEO. Comisión de Política Regional y de Ordenación del Territorio.
Informe sobre La regiona/ización de la Comunidad,factor de desarrollo regional. Ponente: Sr.
O'Donnell. 20 octubre 1988 (P. E. 1 23.460/B/def.).
13. «Carta comunitaria de la Regionalización». Art. l. Diario Oficial de las Comunidades
Europeas. 19 de diciembre de 1988.
14. PARLAMENTO EUROPEO. II Conferencia Parlamento Europeo Regiones de la Comuni­
dad. Grupo de Trabajo n." 3. Informe de la Comisión de Política Regional y de Ordenación del
Territorio sobre la representación de lasRegiones y su participación en la elaboración, la apli­
cación y la evaluación de las políticas estructurles y de las políticas comunes. Relator: Mario
Melis. B. Exposición de motivos.
27
bajo del nivel del Estado central, dotadas de representatividad
política, asegurada por la existencia de un Consejo Regional
elegido, o en su defecto, por una asociación o un organismo
constituido a nivel regional por las colectividades de nivel in­
mediatamente inferior»."
De estas definiciones, nos quedamos con la última, la de la ARE. Sin la «re­
presentatividad política», la región no tendría la dimensión que se le exige
en la actualidad ni sería capaz de ejercer en la sociedad internacional un pa­
pel adecuado.
El nombre de región ha sido aceptado con carácter general en Europa. La
historia de la elaboración del art. 2 de la Constitución española nos habla de
la negativa de algunas comunidades históricas con conciencia de nación, a
ser reconocidas simplemente como regiones, que exigieron la introducción
en el texto de una palabra de categoría superior, la de nacionalidad. Hoy, el
término región no tiene una dimensión que la refiera exclusivamente al in­
terior de España sino que tiene dimensiones comunitarias e internaciona­
les. Incluso los Estados federados alemanes -los lander-, que cuentan con
importantes competencias, aceptan el nombre de región. Las comunidades
españolas que lo rechazaban han terminado por aceptarlo al menos funcio­
nalmente. La palabra región tiene un aspecto de ámbito que, en determina­
dos casos, alberga a una nación. Cuando se debatió dicho artículo 2 de la
Constitución española, la incidencia se ponía más bien en el contenido y
por ello se insertó en su texto el término nacionalidad. En cambio, la deno­
minación europea actual prescinde del hecho de que haya regiones que ten­
gan conciencia de nación y hace referencia, exclusivamente, al continente.
La definición tiene necesariamente que ser muy amplia dadas las grandes
variedades de región que hay en la actualidad. En unos Estados tiene una
naturaleza y en otros, otra. Las regiones francesas son fundamentalmente
económico-administrativas. Las de Bélgica histórico-lingüísticas. Las de la
República Federal de Alemania, estados federados. Las de Italia, regiones
establecidas por el poder constituyente en 1947 como reacción contra el an­
terior centralismo mussoliniano. Las españolas son, en su mayor parte his­
tóricas, y el resto, provincias elevadas a la categoría de región a imitación de
las históricas. Todas ellas, sin embargo, tienen representatividad política.
En otros estados comunitarios europeos como Irlanda, Grecia, Dinamarca
y también Países Bajos, las regiones cuentan bastante menos. En el Reino
Unido y en Portugal se ha impuesto hasta ahora la heterogeneidad y la pro­
visionalidad.
Si profundizamos un poco más en la realidad de la región, aun a partir de la
15. Estatutos de la Asamblea de Regiones de Europa. Art. 3.
28
definición de la ARE, que no explicita los aspectos culturales y tradiciona­
les, nos encontramos con que fácilmente podemos llegar a descubrir las rea­
lidades más hondas que enuncia la definición de la Carta. El interés en favor
de dichos aspectos ha sido conocido con el nombre de regionalismo y res­
ponde a las aspiraciones que vienen de tiempos muy atrás."
El fenómeno actual del resurgimiento y de la implantación de las regiones
no es, sin embargo, ni regionalismo ni mera regionalización. No es regiona­
lismo, pues el regionalismo es un término rechazado como secundario. Con
frecuencia indica más bien un antinacionalismo al utilizarse para subrayar
la vinculación a una totalidad nacional superior. Alguna «autonomía» es­
pañola, antes incluso que llamarse comunidad ha preferido denominarse
región. Es además a veces una palabra un tanto desacreditada por haber
sido utilizada con una notable inclinación al folklore.
Pero tampoco la regionalización es mera división económica a administra­
tiva, sino bastante más. La regionalización no tiene un carácter pasivo. Y
aquí tratamos de unas unidades vivas, resueltamente democráticas, lo que
no puede originarse sin la existencia de un sentimiento básico.
Lo que ocurre en nuestros días es lo que podríamos llamar una regionaliza­
ción progresiva que definiríamos como el establecimiento de divisiones te­
rritoriales basadas en la voluntad de los habitantes, con órganos de autogo­
bierno y con competencias de orden político.
Para formarnos una idea de lo que es la regionalización progresiva podría­
mos considerar simplemente estos datos:
I.? Las competencias de los kinder alemanes. Que el término «regionaliza­
ción» indica en la actualidad mucho más que lo que indicaba hace algún
tiempo, se demuestra con que el nombre de región es aceptado por los mis­
mos lander.
2. ° La política exterior de las comunidades belgas, incluida la competencia
de concluir tratados.
3.° La pertenencia a organizaciones Interregionales de carácter internacio­
nal en las que la región -dentro de sus competencias-, puede alcanzar una
importante proyección por encima de las fronteras estatales.
4.° La posibilidad y el hecho de influir en las organizaciones internaciona­
les de carácter gubernamental (Comunidad Europea, Consejo de Europa ...
etc.). Los trabajos, estudios y resoluciones de estas organizaciones sobre
cuestiones regionales proporcionan las bases para que se alcancen cotas
más altas de compromiso por parte de los estados y de participación por
parte de las regiones. Las regiones de los países miembros de la CE presio­
naron eficazmente hasta conseguir el estatuto de competencias consultivas
16. FOUERÉ, Yann. o. C., p. 53 y ss.
29
de la Comisión," y últimamente todavía más al lograr -en el seno de la
Unión Europea-, la creación del Comité de Regiones. Más adelante nos re­
feriremos con detalle a estos dos órganos. Las aspiraciones son muy impor­
tantes como las que se muestran al solicitar cierta participación en la Confe­
rencia de Seguridad y Cooperación en Europa y las que, de nuevo dentro de
la Unión, se manifiestan al pedir la creación de un Senado o Cámara Alta en
el seno del Parlamento Europeo formado por los representantes de las re­
giones.
5.0 La crisis del Estado y la penetrabilidad de las fronteras. El Estado, en la
actualidad, sobre todo en Europa Occidental, sigue transfiriendo compe­
tencias, bien a las organizaciones internacionales, de carácter supraestatal,
bien a las regiones, de carácter subestatal. Se ha iniciado el camino para la
construcción en Europa de una sociedad internacional de estructura tripar­
tita: región, Estado, organización internacional.
Si la visión de un Estado nos ofrece una cierta variedad de regiones, mucho
mayor es todavía la diversidad regional que hallamos en la contemplación
de toda Europa Occidental. Desde las regiones económicas y recién creadas
de Irlanda, hasta los cantones suizos y kinder alemanes, pasando por las de
distinto nivel de autonomía de España e Italia, la variedad es muy grande.
Donde más avanzado está el doble proceso que antes mencionamos es en
Europa Occidental, la zona del mundo en la que más ha progresado el fenó­
meno de la integración supraestatal. En este intento de modificar sustan­
cialmente el Estado, las fuerzas que lo debilitan, desde arriba y desde abajo,
han resultado complementarias. Numerosos son los autores que se han re­
ferido a esta complementariedad. «La regionalización -decía hace ya
tiempo Henri Lavenir-, completa y equilibra lo que podría llamarse conti­
nentalización»." Y el ya citado Jean-Louis Quermonne formulaba la
misma idea de esta forma: «la integración económica europea y la expan­
sión regional constituyen dos corrientes que salen de la misma fuente»." La
razón de la complementariedad es obvia: Europa es un marco grandioso,
nuevo, dificil de abarcar en su complejidad organizativa. Para poder ser
abarcada, Europa necesita nuevos criterios de división. Estos nuevos crite­
rios se concretan en lo que se conoce con el nombrede región.
El Parlamento Europeo está de acuerdo en dicha complementariedad. Por
ello, en cierta ocasión hizo suya la afirmación de la Asamblea de Regiones
17. MANGAS MARTiN, Araceli. La Reforma de la Política regional comunitaria. Asociación
para la Integración Europea. Madrid, 1989, p, 29.
18. LAVENIR, Hervé. «Les Perspectives régionales de l'Europe». Naissance de l'Europe des
Régions. Institut Universitaire d'Études Européennes. Ginebra, 1968., p. 9.
19. QUERMONNE, Jean. «L'Europe des Régions», Naissance de l'Europe des Régions. o. c., p.
22.
30
de Europa: «La autonomía de las Regiones de la Comunidad Europea y la
creación de una Europa políticamente más unida, constituyen dos aspectos
complementarios y convergentes de una misma evolución política.a"
¿A qué se debe el paralelismo de esta doble tendencia? Que una Europa
unida necesite estar organizativamente dividida y que esas divisiones ten­
gan un nivel determinado de atribuciones políticas, parece obvio. La mag­
nitud de Europa y su variadísima realidad plural así 10 exigen. Si en el Es­
tado se ha producido una evolución hacia 10 que ha sido dado en llamar
Estado complejo, más compleja deberá ser en el futuro una Europa unida
que ha traído del pasado una variedad tan enorme de diferencias.
Lo que resulta muy significativo es el hecho de que el fenómeno se haya ido
produciendo paralelamente. Las autonomías españolas, por ejemplo, son
una realidad anterior a la entrada de España en la Comunidad Europea. En
cambio, algunos estados se configuraron regionalmente tras su entrada en
la Comunidad. Tales son los casos de Irlanda y de Grecia.
Al principio, este desarrollo fue lento. El impulso hacia la regionalización
vino en gran parte por las diferencias económicas entre unas regiones y
otras. Y en la Europa de los Seis, las que estaban en vías de desarrollo eran
prácticamente sólo las del mezzogiorno italiano. Cuando se fueron produ­
ciendo las siguientes ampliaciones -Irlanda, Grecia, Portugal, España-, las
diferencias fueron mucho mayores. Toda una periferia de zonas despobla­
das y de baja renta per cápita.
Es este un fenómeno que ha cautivado a pensadores y políticos entusiasma­
dos con la idea y con la realidad del ascenso del papel de la región en la vida
europea. Con cierto aire profético, Denis de Rougemont creyó que esta evo­
lución llegaría a tener una importancia muy considerable. «El gran paso de
la nación a las regiones -escribió-, será el fenómeno mayor de la Europa de
fines del siglo XX».21
20. Resolución sobre las lenguas y culturas de las minorías regionales y étnicas. 30 de octu­
bre de 1987.
21. ROUGEMONT, Denis de. Pour une Métropole régional. AixMarseiíle-Etang de Berre.
Neuchátel, 1963., p. 22.
31
3. LOS ASPECTOS IDEALES DEL CONCEPTO
Junto al concepto preciso de región
como es el de los estatutos de la Asamblea de Regiones de Europa existe
otro, mucho más amplio, que se despliega con unas características surgidas
de la contraposición entre los aspectos negativos que se hallan en el con­
cepto real de Estado y los positivos del concepto ideal de región. Ésa es la
causa por la que la región ha adquirido rasgos de simpatía frente al Estado.
Con ella se pretende organizar políticamente el mundo de una manera más
humana a como está ahora organizado.
Con frecuencia se ha solido decir que el Estado tiene una serie de aspectos
demoniacos." Un hombre tan de la cultura españolacomo Gregorio Mara­
ñón escribió en cierta ocasión refiriéndose a lo que, en las décadas del naci­
miento del Estado, fue conocido con el nombre de razón de Estado:
«Se erigió en norte de la vida pública, entre los mismos prínci­
pes cristianos e incluso en Roma, a la nefasta razón de Estado,
radicalmente anticristiana, de la cual han nacido tantos males
para la vida de los pueblos.a"
Pueden en verdad, considerarse aspectos demoníacos del Estado los ele­
mentos negativos que sobre los seres humanos ha tenido esa gran construc­
ción racional, rigurosamente implantada en la sociedad europea del Rena­
cimiento. Fijémonos en los rasgos esenciales de su definición: el grupo
humano, el territorio, la soberanía.
l. ° Elgrupo humano. El Estado ha operado fuertemente sobre el grupo hu­
mano en el que se ha asentado. Su construcción artificial ha utilizado ele­
mentos propios de la naturaleza de la nación, revistiendo de un carácter na­
tural algo que no tenía por qué ser más que una fabricación humana. Para
conseguirlo ha tenido que reducir lenguas, modificar religiones, imponer fi­
delidades, exigir dependencias, distorsionar identidades. Numerosos seres
humanos se han visto desposeídos de su grupo natural de pertenencia y han
tenido que optar por otro: el que el Estado les hadictado,
2.oEI territorio. Con el Estado, el territorio dejó de ser espacio abierto para
convertirse en un coto cerrado de fronteras controladas. El establecimiento
de las fronteras tiene sobre los hombres la virtualidad de significarse como
un símbolo de considerable valor. Para el conjunto de una sociedad estatal
22. REMIRO BROTONS, A. La Acción Exterior del Estado. Tecnos. Madrid, 1984.
23. MARAÑÓN, G. El Greco y Toledo. Espasa-Calpe. 6." ed. Madrid, 1972, p. 22.
32
ha resultado más doloroso ceder un trozo de territorio que el que perdieran
la vida decenas de miles de personas. Tanto la historia como el presente nos
dicen cómo, por una pequeña frontera se han iniciado guerras que con fre­
cuencia, se han prolongado por largo espacio de tiempo. Acostumbrados los
seres humanos a una determinada imagen, con gran dificultad la sustituyen
por otra que signifique disminución y renuncia a una parte." Por ello, los
estados europeos reunidos en Helsinki, se pusieron de acuerdo -y lo consig­
naron en el Acta Final-, en evitar las amputaciones o los cambios fronteri­
zos no logrados por la negociación y el diálogo."
3.0 La soberanía. En tercer lugar, la soberania o poder supremo exige en el
ciudadano la contrapartida de la fidelidad máxima. Para conseguir mejor
su fiel respuesta, el Estado establece un tipo de educación, obliga a cumplir
con un servicio militar, somete a determinada propaganda con el fin de sus­
citar en los ciudadanos sentimientos previamente fijados.
¿No resultan cansantes, agobiantes incluso, esas exigencias del Estado? ¿No
es explicable que el hombre moderno, ayudado por la técnica que le lleva a
superar casi cotidianamente las fronteras, piense un tanto idealmente en
sustituir o, por lo menos moderar, las características de las unidades políti­
cas fundamentales en las que se ha estructurado la sociedad internacional?
Es la contraposición al Estado lo que ha hecho que -al profundizar en el
concepto de región+, resalten una serie de aspectos ideales que, en algunos
autores cobran particular relevancia.
Va de acuerdo con la más elemental de las lógicas que la nueva concepción
de región no pretenda tener características de región-Estado, es decir, que
no asuma ciertos rasgos y exigencias del Estado-nación. Al contrario, al
pensar en la región, de lo que se trata es de establecer una nueva concepción
del espacio en la que se superen los aspectos negativos impuestos por el Es­
tado. Pretender lo primero no sería más que intentar multiplicar los estados
tradicionales, cosa poco adecuada en los tiempos actuales que exigen el es­
tablecimiento de espacios más amplios que los del pasado.
El Estado ha sido durante siglos la creación única, el monumento señero de
la realidad política. En torno al Estado se elaboró el pensamiento político,
se hicieron la Historia y el Derecho, se construyó la Economía. Las grandes
teorías de la vida política durante varios siglos han surgido a partir del Es­
tado (Bodino, Hobbes, Hegel...), No existen por lo tanto, en su exclusivo
marco, elementos suficientes para dar paso a la formación de una mentali­
dad nueva. Es necesario que aparezcan otras formas de vida y organización
como las de la región para que diferentes elaboraciones teóricas vayan ga­
nando consistencia.
24. MIRA, J. F.Crïtica de la nació pura. Ed. Eliseu Climent. Valencia, 1984. pp. 54-57.
25. Acta Final de Helsinki, 1975. N.o III.
33
Esos aspectos ideales del concepto por los que la región aparece con caracte­
rísticas nuevas en relación con las que tuvo en el pasado, pueden sinteti­
zarse así:
1. Las fronteras regionales son más bien flexibles. Mientras que, por una
parte, borran las divisiones, por otra, resaltan las diversidades.
2. La fuerza de las regiones no consiste en encerrarse en su propio territorio
sino en capacitarse para la interinfluencia y la intercomunicación.
3. La independencia, característica de los Estados-nación, debe ser susti­
tuida por la autonomía.
Siguiendo el pensamiento de Denis de Rougemont, diríamos que región es
«una unidad política que no se define en términos de límites sino de irradia­
ción; que no se define por su independencia sino por la naturaleza y la es­
tructura de sus relaciones de interdependencia»." Es una realidad que lleva
a una pluralidad de fidelidades. Como dijo Jordi Pujol en el Club Siglo XXI
de Madrid: «Yo he dicho siempre que personalmente tenía tres capitales:
Barcelona, Madrid ... Aquisgrán. Siempre lo he dicho así, entendiendo que
aquella capital de la primera formulación de una Europa unida después del
Imperio Romano, la Europa carolingia, era todo un símbolo ... En todo
caso, lo repito, mis tres capitales eran y son Barcelona, Madrid y Aquisgrán­
Bruselas. Hoyes más propio decir Aquisgrán-Bruselas.s" Se trata de una si­
tuación de flexibilidad en la que pueden «satisfacerse alternativamente las
necesidades contradictorias pero igualmente válidas del enraizamiento y
del nomadismo». 28
Estos rasgos definitorios de Denis de Rougemont presentan todos una difi­
cultad idéntica. No sin más algunos autores han destacado las característi­
cas de su utopismo." ¿Es posible llevar a la realidad esos elementos ideales
del concepto? ¿Cómo construir una región de límites flexibles y poner la
fuerza en la interinfluencia y la intercomunicación?
La verdadera respuesta a las preguntas que nos hemos hecho sólo puede
dárnosla el paso del tiempo. A pesar de ello, examinando la realidad encon­
tramos algunos elementos que avalan la posibilidad de confiar en dicha as­
piración a la flexibilidad de límites y a la interinfluencia:
1. La instauración de realidades complejas, como sucede en la experiencia
belga, con su doble creación de comunidades y de regiones.
2. La múltiple construcción de regiones superpuestas, como se ha hecho en
Alemania, aunque sean los lander las únicas regiones que responden a la de­
finición antes aceptada. Igualmente -desde un punto de vista bastante dis-
26. ROUGEMONT, D. de. Naissance de l'Europe des Régions. Ginebra, 1968. p. 125.
27. PUJOL, J. Catalunya i Europa. Barcelona, 1986., P. 74.
28. ROUGEMONT, D. de. o. c., p. 52.
29. AREILZA, J. Ma de. La Europa que queremos. Espasa Calpe. Madrid, 1986. p. 125.
34
tinto-, la formación de regiones por medio de uniones de condados -Gran
Bretaña, Suecia-, que cuentan con gran autonomía.
3. El reconocimiento de ciertas características de región a las provincias o a
los territorios históricos que componen la región, como sucede en el Trenti­
no-Alto Adigio (Tirol del Sur). Para unas cuestiones se utilizan unos límites
y para otras, otros. De esa forma, los seres humanos como individuos y
como grupos se encuentran rodeados de diversos ámbitos que se comple­
mentan.
No olvidemos que la realidad se modifica antes que los conceptos que sólo
cuajan pasado cierto tiempo y que al principio se formulan de manera vaci­
lante o incluso contradictoria como ocurre ahora con los de «Estado confe­
deral» o «soberanía compartida», términos que hasta hace poco hubiesen
sido considerados incorrectos.
Incluso en otros niveles, la sustitución de la independencia por la autono­
mía es un hecho paulatino pero cada vez más real al transferir, los estados
miembros de la CE, mayores competencias a la organización internacional
en la que están parcialmente integrados.
Esto lleva consigo muchos elementos de reflexión. ¿No se opone lo que va­
mos diciendo al principio de pertenencia al grupo básico exigencia de todo
ser humano?" ¿Puede haber un principio de identidad un tanto múltiple
por el que los hombres se identifiquen en unas cuestiones con una comuni­
dad y en otras con otra? Rougemont habla de ello cuando nos dice que hay
que amar la complejidad:
«El federalismo reposa sobre el amor a la complejidad, en con­
traste con el simplismo brutal que caracteriza el espíritu totali­
tario. Digo bien el amor y no el respeto o la tolerancia. El amor
a las complejidades culturales, sociológicas e incluso económi­
cas, tal es la salud del régimen federalista»."
La complejidad no la ponemos nosotros. Es una realidad con la que nos en­
contramos. Lo mejor que podemos hacer con ella es adaptárnosla con nues­
tra habilidad a la medida de nuestra naturaleza.
En lo que respecta a la elaboración del pensamiento en favor de la región, la
figura que como vemos destaca, es la de Denis de Rougemont que explica­
blemente tenía que ser un suizo. En cuanto a la acción práctica debe men­
cionarse a Jordi Pujol que, obviamente, tiene que ser un catalán.
30. MIRA, J. F. o. c., p. 17.
31. ROUGEMONT, D. de. «Textes sur le Fédéralisme», Cadmos. n. 36. Invierno 1986, p. 21.
Ver lo que dice sobre esta cuestión KOHN, Hans. Historia del nacionalismo. FCE-España. Ma­
drid, 1984., p. 23-25.
35
Pujol resalta numerosos aspectos del valor de la región en el marco de una
Europa Unida. En un libro tan de conjunto, no podemos referirnos a ellos
con detalle, como tampoco al de los otros ideólogos que mencionamos.
Quiero destacar aquí, sin embargo, la ponderación que suele hacer de las
potencialidades concretas que se encuentran en el seno de cada comunidad
regional y la consideración de que la región es el cuadro mejor adaptado
para la expresión de las manifestaciones asociativas." En la misma línea,
con un tinte humanista, se sitúa Edgar Faure que canta ese campo de predi­
lección de la democracia en la que puede florecer -como dice Karl Popper-,
«la ética de la fraternidad abierta»."
4. PRECISIONES TERMINOLÓGICAS DESDE LA
REALIDAD INTERNACIONAL
A los autores que conciben la socie­
dad internacional como una sociedad interestatal no les satisfará la dimen­
sión internacionalista que damos a nuestra concepción de la Europa de las
regiones. Muy posiblemente elaboraron su concepto de sociedad interna­
cional en aquellos tiempos en que, tanto la centralización del Estado como
el nivel de los medios técnicos, no permitían a las regiones realizar una ac­
ción exterior. Cierto que, como antes hemos hecho notar, algunas constitu­
ciones de países federales ofrecían a los estados federados, bajo determina­
das condiciones, la posibilidad alguna intervención internacional. Pero
esto era sólo la excepción y se hacia siempre en estricta dependencia de los
órganos centrales del Estado. En la actualidad las cosas han cambiado, y el
investigador de la sociedad internacional ha de tener muy en cuenta la mu­
tación producida. Las regiones, desde el interior de los estados, realizan de­
terminados tipos de acciones que influyen en el interior de los otros estados.
Es decir, tienden una relación que supera las fronteras.
Este concepto de relaciones internacionales satisfaría al grupo de autores
que, al tratar de las mismas, tienen en cuenta las relaciones entre grupos dis-
32. PUJOL, J. L'aportació i el paper de les regions en la construcció europea. Juny, 1985. Ge­
neralitat de Catalunya. Barcelona, 1985. pp. 34-37. Ver también su Conferencia pronunciada
en el «U. S. Council ofForeing Relations» de Nueva York. El Paper de Catalunya i d'altres go­
verns regionals europeus a l'Europa de 1992. 8 febrer 1990.
33. FAURE, Edgar. Les eles de l'avenir. Lettresdu monde. París, 1988. PP. 101-108.
36
tintos, con poderdiferenciado, que se desarrollan en el medio internacional y
que se fijan tanto en el individuocomo en grupos sociales de distinto carácter.
Recordemos entre estos autores, a K. W. Deutsch, G. Young, R. O. Keohane,
J. S. Nye, J. N. Leurdijk, A. Truyol, M. Medina, R. Mesa y C. Arenal.
El hablar de las relaciones internacionales de las regiones no iría totalmente
en contra de los autores que defienden tesis estatalistas, afirmando que las
relaciones internacionales se ocupan casi exclusivamente el desarrollo de
las relaciones entre estados. Así, Raymond Aron, Stanley Hoffmann,
Quincy Wright y M. Virally. No debe olvidarse que las regiones son parte
del Estado. Claro que hay que reconocer que si iría contra el espíritu de di­
chos autores que no conciben la descentralización del Estado en la acción
exterior sino que están fuertemente influidos por la herencia del pasado ca­
racterizada por el monopolio del Estado-nación. Hoy día, sin embargo, el
Estado complejo es un hecho y -con las técnicas actuales-, si se descentra­
liza de cara al interior, debe hacerlo también consecuentemente, de cara al
exterior," dada la íntima relación que hay entre política interna y política
externa." La realidad del Estado complejo debe dejarse sentir también,
pues, en la sociedad internacional.
Hay quienes, al tratar de las relaciones interregionales entre diversos esta­
dos, no utilizan la expresión «internacionales» sino más bien la de «relacio­
nes interregionales transnacionales». Hacen así una distinción entre las en­
tidades que tienen soberanía y las que no la tienen. Pero ello no quiere decir
que dichas relaciones no sean internacionales. El mismo Raymond Aron,
tras la evolución que se operó en él, que aparece claramente en su obra pós­
tuma, incluye las relaciones transnacionales en las internacionales aunque
las considera, evidentemente, de un orden inferior a las que se dan entre los
entes soberanos. En Los últimos años del siglo, Aron introduce ya la cues­
tión de las relaciones transnacionales y se plantea al respecto cuestiones que
en su obra anterior no se había planteado."
A pesar de todo, la terminología más común que suele utilizarse al hablar de
las relaciones de las regiones por encima de las fronteras estatales es la de re­
laciones internacionales. La Constitución de Bélgica, al referirse a las com­
petencias de los consejos de las comunidades habla de «la cooperación cul­
tural internacional»." Es la expresión que se utiliza también en la
34. REMIRO BROTONS, A. Derecho Internacional Público /I. Derecho de los Tratados. Ma­
drid, 1987. pp. 165-66.
35. Los grandes autores clásicos de las relaciones internacionales como Morgenthau, Hoff­
man, Aron y otros, tratan tanto de la diferencia que hay entre la naturaleza de la política inte­
rior y exterior así como de la íntima relación que hay entre ellas.
36. ARON, Raymond. Los últimos años del siglo. Madrid, 1985, p. 20 y ss.
37. Constitución de Bélgica. Art. 59 bis, 2, 3.°.
37
legislación ordinaria yen la denominación de las instituciones como la del
«Comisariado General para las Relaciones Internacionales»." El nombre
de internacional se encuentra habitualmente en la bibliografía belga, cada
vez más abundante, sobre esta cuestión. y ello tanto si se refiere a las comu­
nidades como a las regiones.
Algo parecido sucede en la legislación y en la práctica francesas. Por poner
sólo un ejemplo, citaremos la circular del Primer Ministro «de 12 de mayo
de 1987 relativa a las relaciones internacionales de Francia y a la acción ex­
terior de las Regiones ... ».39 En los numerosos organismos y asociaciones
que se han creado en las regiones de Francia, las palabras «internacional» y
«exterior» son comúnmente utilizadas. Así por ejemplo: «Mission Régio­
nale de Coordination du Commerce Extérieur Bréton» (MIRCEB), Asocia­
ción «Franche-Compté - Exchanges Internationaux», etc.
Ha habido quien ha expresado algunas reticencias a utilizar la expresión
«relaciones exteriores», prefiriendo limitarse a utilizar la de «acciones exte­
riores» a mejor, en singular, «acción exterior». Pero también el primer
nombre ha sido generalmente aceptado.
La expresión «política exterior» se aplica muy restrictivamente a las regio­
nes. Generalmente hablando se entiende sólo para los órganos centrales del
Estado. Sin embargo,hay que reconocer que existen algunas regiones que
tienen una verdadera «política exterior», entendiendo por ello la de un con­
junto de objetivos ligados en una relación de medios a fines, con los que pre­
tende una eficaz incidencia en la esfera del poder y de la influencia interna­
cional.
Una cuestión que resulta de interés es el examen de estos dos conceptos: el
de «relaciones internacionales» de las regiones y el de las relaciones de las
regiones con los órganos comunitarios de la CE. Na son pocos los que abor­
dan la cuestión de la misma manera. La razón consiste en que se trata de
una intervención de la región que trasciende a las fronteras del Estado y que
tradicionalmente el Estado (los órganos centrales), se ha reservado para sí.
Este elemento común de las dos realidades es el que ha sido abordado por
losjuristas. Vlad Constantinesco contempla tanto una como otra cuestión
desde el mismo punto de vista." Algo parecido hace Jorge Pueyo Losa al ha­
blar del tema como de una cuestión general común, aunque luego se dedi-
38. Con este nombre fue creado por Decreto del Consejo de la Comunidad Francesa de Bél­
gica de I de julio de 1982.
39. Journal Officiel de la Repub/ique française. 16 mayo 1987, pp. 5391-5394.
40. Constantinesco, Vlad. «Comunidades Europeas, Estados, Regiones: el impacto de las
estructuras descentralizadas o federales del Estado en la construcción comunitaria». Revista
de Instituciones Europeas. Vol. 16. N.? I, enero-abril 1988.
38
que a estudiar el marco de las comunidades europeas." Otros autores lo tra­
tan también de forma semejante como por ej., M. Pérez González," A. Re­
miro Brotons," G. Jáuregui Bereciartu" y A. Mangas Martín."
Claro que, deseando profundizar más en el estudio del problema desde pun­
tos de vista más completos, la cuestión es distinta. Una cosa es la participa­
ción de las regiones en la Comunidad Europea y otra las relaciones intere­
gionales cuando existe entre ellas una frontera estatal.
1.o En el caso de la Comunidad Europea, la relación entre la región que as­
pira a la participación y los órganos dirigentes de la citada comunidad es
una relación de tipo vertical. La región se dirige a quien está por encima de
ella y que es capaz de tomar decisones que le afecten a que, por lo menos,
puedan afectarle. Es por otra parte una relación obligatoria, pues al estar
dentro de la CE. no puede evadirse de eUa como en su día excepcionalmente
hiciera Groenlandia. Si no está con unas características lo estará con otras,
pero siempre dentro de ella. Es lógico que busque aquellas condiciones que
más le favorezcan, rechazando las que le perjudiquen a puedan favorecerle
menos. Esa actuación de la región se parece bastante a la propia del grupo de
presión.
2.0 En el caso de las relaciones internacionales entre regiones, no existe ver­
ticalidad sino horizontalidad. Las regiones acuerdan en pie de igualdad sin
que unas predominen sobre las otras. La mutua influencia que se produce
entre ellas se da en un plano igualitario. Son relaciones culturales, intercam­
bios comerciales, pertenencia a organizaciones interregionales ... etc. Las re­
giones, en las diversas organizaciones que han creado, participan de forma
parecida a como los estados lo hacen en las organizaciones internacionales.
Por otra parte, se trata de unas relaciones que no son obligatorias sino li­
bres. Las regiones tienen unas competencias y en ese marco actúan según les
impulse a ello su espíritu de iniciativa y su creatividad.
Existe en un país de Europa un nombre concreto para denominar el tipo de
41. PUEYO LOSA, Jorge. «Sobre el principio y los mecanismos de colaboración entre el Go­
bierno Central y las Comunidades Autónomas en asuntos relacionados con las Comunidades
Europeas».Revista de Instituciones Europeas. Vol. 16. N." I, enero-abril, 1988. pp. 29-74.
42. PÉREZ GONZÁLEZ, M. y PUEYO LOSA, J. «Las Comunidades Autónomas en el orden in­
ternacional». En Constitución, Comunidades Autónomas y Derecho Internacional (VI Jorna­
das de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales). Santiago de Compostela, 1-4 de
junio de 1981. Santiago de Compostela, 1982. pp. 13-88.
43. REMIRO BROTONS, A. Derecho Internacional público, Il. Derecho de los Tratados. Ma­
drid, 1987. pp. 165-166.
44. HUREGUI BERECIARTU, G. Las Comunidades Autónomas y las Relaciones Internaciona­
les. Oñati, 1986. pp. 65, 71 y 125.
45. MANGAS MARTiN, Araceli. Derecho Comunitario Europeo y Derecho Español. Madrid,
1987. 2 ed., pp. 222-231.
39
acciones que no suponen, entre sujetos de orden internacional, ningún
compromise ni particular afección. Este nombre es el de «acciones de mero
relieve internacional». Nos estamos refiriendo a Italia. La expresión está en
la Sentencia n.? 179 de 1987 del Tribunal Constitucional. Divide el Tribu­
nal italiano las relaciones internacionales en tres categorías a la última de
las cuales se la deja un tanto al margen de las mismas. En ella se encuentran
las que, por propia naturaleza, no comportan ningún tipo de obligación in­
ternacional ni interfieren en las relaciones interestatales ni en la política ex­
terior del gobierno." De acuerdo con la síntesis que hallamos en el Informe
sobre las relaciones exteriores de las colectividades territoriales preparado
por la Comisión de Estructuras, Finanzas y Gestión de la Conferencia de
Poderes Locales y Regionales de Europa, presentado en Estrasburgo por
Guevara, consejero del Gobierno vasco el 2 de marzo de 1990, dichas acti­
vidades cubren «campos tales como el turismo, la economía, la cultura y la
investigación y tienen por asociados tanto a las Regiones extranjeras como
a los Estados»." Se trata de las actividades que las regiones efectúan en el
marco de sus competencias y que se refieren principalmente a la promoción
del sector privado. Para evitar cualquier tipo de sospecha de que las regio­
nes celebren acuerdos con obligaciones que pudieran comprometer a los
propios estados se acuñó en Francia la expresión «declaración de intencio­
nes» con lo que se elimina radicalmente todo tipo de obligaciónjurídica. Es
una fórmula por cierto, que se ha utilizado también con frecuencia, para re­
laciones entre regiones en las que ninguna de ellas es francesa. Numerosas
regiones españolas han asumido dicha denominación. Se incluyen aquí los
contactos previos que tienen los funcionarios de los cantones suizos a de los
lander alemanes con personal de la administración de otro Estado con vis­
tas a preparar decisiones posteriores.
46. Ver lo que se dice más adelante sobre esta cuestión en las páginas 268-271 de este libro.
47. CPLRE. Rapport sur les relations extérieures des collectivites territoriales. Estrasburgo,
2 de marzo de 1990.
40
II
• MOTIVACIONES PARA LA IMPLANTACIÓN DEL
HECHO REGIONAL Y SU POSIBLE REPERCUSIÓN
EN LA SOCIEDAD INTERNACIONAL.
Acabamos de recoger, de forma un
tanto esquemática, los distintos elementos formales explicativos de la exis­
tencia de una región. Los hechos, con todo, son mucho más variados, yen
cualquier región existente en la realidad encontramos mezclados los diver­
sos aspectos que acabamos de exponer. El esquema aducido nos ha valido
para clasificar ordenadamente una serie de datos que nos da la experiencia
política y administrativa. Una ordenación que debe evidentemente, com­
pletarse con una profundización mayor. Porque' en la expansión actual del
hecho regional confluyen varias motivaciones. Sólo ellas pueden explicar la
importancia que el fenómeno regional tiene en la actualidad. Estas motiva­
ciones servirán para darnos a conocer de mejor forma el porqué de la inci­
dencia de la región en la sociedad internacional.
1. LA MOTIVACiÓN ANTROPOLÓGICA
En la tendencia de la sociedad de hoy
a regionalizarse existe una motivación de carácter antropológico. En un
mundo que se estandariza, el hombre tiene necesidad de situarse en un en­
torno concreto, bien conocido por él, para poderse desenvolver y conectar
con sus semejantes, valorando el conocimiento de la geografia fisica y hu­
mana que recorre. La región viene a ser para el hombre un mundo de refe­
rencias manejable y concreto. Como dice VIad Constantinesco, «el loca­
lismo y el regionalismo constituyen los contrapuntos frente al vértigo
producido por los espacios desmedidos».'
Jean Fourastié formula así el fenómeno: «En nuestros días, el deseo pro­
fundo es conservar un pequeño resto de esta originalidad y de esta persona­
lidad locales sin las que el mundo se volvería un tedio fundamental exten­
diéndose de París a San Francisco y de San Francisco a Calcuta. La
diversidad y el contraste siempre son necesarios a los hombres sobre el pla­
neta para definirse y para profundizar.»!
Robert Lafont coincide con dicha afirmación: «He aquí que la cultura se
I. CONSTANTINESCO, Vlad. «Comunidades Europeas, Estados, Regiones: el impacto de las
estructuras descentralizadas o federales del Estado en la construcción comunitaria». Revista
de Instituciones Europeas. Vol. 16, n° I, enero-abril 1978. p, 12.
2. FOURASTI, Jean. L'Organisation departamentale et communale. L'épreuve du XX ème.
siècle. París. Colloque, octubre 1966.
43
hace planetaria y que al mismo tiempo se siente el vértigo de una planetari­
zación desbocada. El hombre tiene necesidad de volver a encontrar sus raí­
ces para aceptar el ensanchamiento de su destino. El hombre moderno debe
ser a la vez enraizado y cosmopolíta.»! Algún autor incluso se ha mostrado
preocupado por la exageración de tal evolución. Así ha escrito hace poco
Dahrendorf: «Proceso extraño e inquietante que se puede describir como el
retorno a las tribus, a la existencia tribal. Las personas no pueden o no quie­
ren soportar la vida en comunidades heterogéneas; buscan a sus semejantes
ya ser posible sólo a éstos.s" Confiemos que la valoración de lo universal y
el sentido cosmopolita de nuestra época modere semejante extremismo.
En las Primeras Jornadas sobre el Transporte en el Mediterráneo desde la
perspectiva regional, celebradas en Barcelona en noviembre de 1985, el pre­
sidente de la Región Autónoma de Cerdeña manifestó:
«Vamos hacia la unidad política de Europa. ¿Cómo queremos
hacerla? ¿Verticalizando los poderes del Estado en un Consejo
Europeo o introduciendo este poder horizontal de las Regiones
y reivindicando para las Regiones la fuerza de construir la ver­
dadera Europa, la Europa de los pueblos que están organizados
dentro de las Regiones, dentro de las Regiones históricas, con
sus culturas, con sus problemas, con su economía, con su di­
versidad, con su especificidad? Si nos quedamos con la política
de los Estados, las Regiones no tendremos ninguna fuerza,
salvo la de intentar relaciones que únicamente pudieran qui­
zás, corregir alguna cosa.s'
Se trata por 10 tanto, de buscar una nueva identidad.
La identidad de una Europa diferente en la que el hombre se encuentre en
un ambiente más humano, con instituciones más cercanas a la persona.
Es precisamente la reacción contra la estandarización lo que ha hecho que el
hombre de nuestros días se preocupe por sus raíces concretas y rastree sus
vínculos familiares a través del pasado. La época en que vivimos, acosada
por una dura crisis de identidad, ha reaccionado contra la radical desperso­
nalización que se impone al hombre y ha valorado vigorosamente los ele­
mentos que constituyen su propia manera de ser. Es el concepto de persona
-que enriquece al de individuo con diversos elementos como el comunita-
3. LAFONT, R. La Revolución regionalista. Ariel. Barcelona, 1971.
4. DAHRENDORF, Ralf. «¿Una Europa de las Regiones?». El Pais. 1 de octubre de 1991. Te­
mas de nuestra época, p. 2.
5. Actas de la Primera Asamblea de la Comisión Interregional para el Transporte en el Me­
diterráneo. eITRAME. Barcelona,

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