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A Jesús, mi Señor todo honor y toda gloria EL ORIGEN DE LAS PREGUNTAS Hace muchos años, en el momento en el que mi Maestro iniciara a darme luces acerca del significado espiritual de la vida de Jesús, recordé a mi padre, hombre serio, honesto y objetivo, que en épocas muy difíciles investigaba todas las ciencias místicas sin desfallecer y, en la medida en la que lo hacía, nos comentaba sus averiguaciones, dudas y certezas, en la gran libertad de su alma libre de prejuicios. Aún me pregunto si es probable que sea necesaria la mezcla de ideologías para forjar la libertad de investigar y admitir. Podríamos considerarnos en esa convicción como imprudentes y pretenciosos. Soy producto de la unión de dos culturas hermanas cuasi opuestas: mi madre, de familia ancestralmente hebrea, y mi padre, de cuna austriaca bávara, posteriormente alemana y de educación rigurosamente luterana, quienes al reunirse en la costa de Colombia, nos formarían en un hogar pasivo y relativamente católico. Esas circunstancias causan un impacto positivo en la mente y propician un natural desapego de los arraigos filosóficos y religiosos especiales, haciendo que se abra el panorama de lo que nos rodea y logrando que nos concentremos en lo general. Mi padre conocía el mensaje hermético de Jesús y entendía perfectamente las alegorías. Los libros viejos, traídos de su Bremen de juventud, eran su debilidad y entre esos, los más extraños y complejos eran sus preferidos. De allí obtendría valiosos datos que nos diera en esos años, apuntes que en aquel tiempo no sabríamos apreciar en debida forma. Tuvimos que crecer para enlazar sus palabras con otros conocimientos y así llegar a pensar que estaríamos aproximándonos a la luz de la verdad. Recuerdo mis notas de radio, muchas de ellas tomadas de las palabras de mi Maestro, que versaban sobre el grial, el grado de Cristo y la misión de los seres de luz. Ese sería el fundamento sagrado para hacer el ejercicio de retrospección y regresar a los libros de mi padre, bellamente descuadernados. En esos libros de Chrétien de Troyes regresé a las historias de Perceval, Lancelot y el Romance del Grial, y junté mis anotaciones a las de los templarios, los cátaros y las escrituras misteriosas de Gérard de Séde, para emprender un viaje lleno de descubrimientos y, de alguna manera, aproximarme a la simbología mística del Adorable Mesías. Los tiempos han cambiado. En épocas pasadas las voces se silenciaban y la quietud y el temor guardaban las fuentes de nuevo en las bibliotecas ocultas, y hasta las tradiciones hablaban en voz baja para eliminar el riesgo. La vida moderna impone un cambio formidable, las palabras se alzan y salen a la luz las verdades más insospechadas, por mes, por día, por minuto; y en ese mismo momento, es muy posible que el mundo conozca algo en tiempo real. Por esto, la evidencia no puede ocultarse, porque se ha diseminado en la malla global de las comunicaciones; y en este escenario, lo incuestionable coincide, se corrobora, se impone, recobra vida y prevalece. Ha finalizado la absurda era del miedo y en la investigación de la verdad todos dan un paso al lado, frente a sus convicciones y costumbres, para abrirse camino ante la maravilla de lo que se descubre. Y en estas revelaciones, personas de todos los credos y costumbres guardan un homenaje de silencio ante los mudos testimonios de las piedras, los papiros e inscripciones. Es como reencontrarse con la memoria de los padres. Los inseguros dudan más de su fe y se decepcionan, los crédulos se llenan de incertidumbre, a los incrédulos les nace por primera vez una pequeña llama de probabilidad y los místicos afianzan su camino y se acercan a la sabiduría universal que van conquistando paso a paso, pero que desde el principio ya tendrían apropiada por intuición. La historia está mal fechada y equivocadamente contada, es una colcha desordenada de retazos que le tiene miedo a la verdad. Pudiéramos pensar que si por arte de magia saliera la realidad a la luz, tendríamos que desaparecer los libros de historia y las enciclopedias. Esto ya está ocurriendo, es increíble lo que se replantea todos los días, lo que se desbanca y revisa; nada ha quedado intacto, la historia toda está en tela de juicio. La realidad no coincide con la historia y la memoria conocida del tiempo no se teje con realidad, sino con hechos acomodados de los que ostentan el poder. La historia de Jesús no solamente no es la excepción, sino que es uno de los casos más exagerados en cambios y tergiversaciones. Ningún suceso histórico, por trascendental que fuera, ha generado tal movilización de mudanzas, intereses, conveniencias, prohibiciones, guerras, cortinas de humo, pretextos, odios, egoísmos, persecuciones, sectarismos, discriminaciones y creencias dañinas; la sagrada imagen de El Redentor ha sido explotada de maneras insospechadas a lo largo de dos mil años. La esencia mística del mensaje que impartiera el Adorable Salvador Jesús el Cristo ha desaparecido de las traducciones y de los textos de los copistas, no está en los registros oficiales, ha sido borrada por inconveniente en las centurias de mercadeo para los fieles, se ha desvanecido en las discusiones y en la institución corporativa de las opiniones con referencia a Jesús. La mística cristiana está solapada con el velo de los dogmas, de los símbolos fríos sin la memoria profunda de los significados, y ha estado envuelta en una espiritualidad material. Los signos sagrados que evocan el poder de cerrar los ojos y viajar hacia el interior han sido escondidos por los agentes defensores de la máquina mental. Los conceptos que sueltan las alarmas positivas para el despertar de la conciencia han estado guardados en estos dos milenios por los avaros de un conocimiento que ni siquiera ellos mismos tienen. Han ocultado la majestad del Ser Átmico o del Cristo interno, dueño de la magia de la luz del corazón y contestador interno de todas las preguntas. ¿Cómo entender que la vida de un Cristo es un libro de enseñanza? Ese conocimiento es misterioso, tiene muchas vertientes y, al mismo tiempo, se asimila a la evolución humana. Comprende la visión interior, la facultad del éxtasis y del desdoblamiento, en la milagrosa facultad humana de viajar en otras dimensiones; es la Navidad de la energía ascendente que ilumina el árbol de luz de la médula espinal, es la muerte búdica de los vicios y los apegos, la revisión universal de la sabiduría del alma, el poder de unión del corazón y la compenetración de amor en el tejido tántrico del Cosmos. La vida de un Cristo tiene en cada pasaje y circunstancia el significado fundamental de estos pasos de conciencia, desde que nace hasta que desaparece, en su enseñanza y en la prevalencia de su mensaje en la extensión de los siglos. Los autodenominados expertos en materia espiritual pregonan que la Era del Mesías está llegando a su fin, que la supremacía de Jesús sería desplazada por los artificios esotéricos de los tiempos modernos, de angelitos de porcelana, agüeros inventados, adivinaciones asustadoras y maestros pomposos sólo de hábito. Se ha llegado a afirmar que llegaría la forma de sustituir la regia imagen del Adorable con magia simpática de salón. Todos estos son, desde luego, sofismas y mentiras que se desgajan de la mal entendida New Age milenarista, que vendía la nueva posibilidad de ser espirituales en las interpretaciones ligeras de la salvación colectiva, heredadas por la recién nacida Next Age más centrada en la persona, más egoísta, más egocéntrica, de culto y bienestar individual, sin pensar en la tela humana que existe alrededor. Está ocurriendo todo lo contrario. La enseñanza de Jesús estaba dormida en la “forma” durante 20 siglos y ahora despierta en el “fondo”, en la esencia. El verdadero aguador es Cristo mismo, que llega en toda su majestad, cabalgando en el tiempo, en el corcel blanco de Sagitario, destapando los tesoros y secretos, recobrando el esplendor de la doctrina consciente. Transcurría en el pasado el tiempo de la sabiduría escondidade Jesús, en el oscurantismo de los arcanos. Y ha llegado el momento de la enseñanza iluminada del Cristo. Esta, en verdad, es la edad dorada del Cristo que regresa. ¿Quién puede dictar cátedra acerca de Jesús?, ¿quién tiene la última palabra? La respuesta es: nadie. No existe un ser humano, por estudioso o docto que parezca, que pueda entender la dimensión monumental de la vida mística del Mesías. Crecerán en número y cantidad los descubrimientos, se desencadenarán investigaciones imparciales y amañadas, grandes grupos se dedicarán a toda clase de estudios, discutirán las corrientes religiosas sobre los motivos de la condenación por hablar de lo descubierto; y le adjudicarán palabras al Salvador para sentenciar, desaprobar, maldecir y condenar. Pero todo será en vano, la luz de Cristo Jesús triunfará en el amor desinteresado por la humanidad, sin sesgos ni discriminaciones religiosas, culturales, sociales o geográficas. Nosotros, entre tanto, grandes desconocedores de Jesús y de su extraordinaria enseñanza, sólo podremos concebir levemente su grandeza, haciendo incontables preguntas alrededor de su mensaje Y tratar de encontrar la respuesta en las ciencias místicas del alma. CAPÍTULO I LA HISTORIA DE JESÚS El tema de Jesús es muy extenso y su abordaje exige investigación en todas las direcciones. Es indispensable conocer la tradición oculta de las grandes culturas, ya que Él podría estar relacionado con la sabiduría védica, con el budismo, la selva, el fenómeno ovni, con la India milenaria, con los lamas tibetanos o con los mayas. Jesús está más allá de los escándalos, del ego de los escritores, de los traumas humanos y de los sesgos mentales de los líderes religiosos. La majestad espiritual de Jesús supera la distorsión y el ruido mental de todos. Su vida tiene muchos secretos y enigmas, la parte pública, la parte secreta y los momentos importantes de su apostolado. Esa es la razón por la que todo lo escrito acerca de Él es novelado, influenciado por la tradición de las normas y por las corrientes religiosas. La vida de Jesús, con toda seguridad, fue más importante de lo que sabemos o podemos concebir; en el Sagrado Corazón del Adorable solamente debe existir el interés genuino por la evolución de la especie humana. Para Él, por el sentido lógico de la iluminación, no existen sectas, escritores, revistas o escándalos de noticiero, todos generalmente equivocados, frecuentemente sesgados con su propia opinión y su propia inclinación. La verdadera misión de Cristo ha descendido a un nivel equivocadamente psicofísico. Su memoria se ha entendido como bálsamo “calmante” de los males mentales y no como “curativa” o guía de la vida espiritual. La enseñanza indirecta de Cristo (a través de los alumnos de sus discípulos) se ha distorsionado, las sagradas escrituras han sido transformadas arbitrariamente por seres que jamás entendieron su valioso significado y que vieron inconveniencia en las palabras del Señor, durante más de dos mil años; y, como si fuera poco, el pequeño remanente de originalidad que aún existe, es malentendido, leído a letra muerta. Esta posición ante la interpretación ha sido recomendada y avalada por jerarcas, directores y miembros activos de los diferentes grupos cristianos. Cristo es actualmente una figura utilizada a manera de comodín por parte de los religiosos mentales, quienes se amparan en lo que quieren entender para seguir cometiendo barbaridades. El hombre, en su inocencia destructiva, aún está convencido de que puede obrar desequilibradamente, y para ello sigue la secuencia estandarizada e intencional de pecado y arrepentimiento, una y otra vez. La historia conocida de Jesús es una ilusión muy alejada de la realidad; difícil decirlo, pero es cierto. Ha sido tergiversada y cambiada por poderosos, sesgada para favorecer sectas y organizaciones mundiales, cambiada para desorientar, recortada para no comunicar la verdad, traducida a un lenguaje confuso para que las verdaderas palabras fuesen propiedad de una élite que ya desapareció, simplificada para eliminar las explicaciones y las preguntas, y para reunir a la gente en una gran fuerza más mental que espiritual. Porque en eso se han convertido hoy en día los fanáticos, apegados a un dogma mental al que se aferran, sin opinión, sin análisis y sin crítica, y al que dan crédito de manera irreflexiva. En este club entran también todas las pequeñas sectas esotéricas que nacieron en el siglo XX, muchas de ellas con la mejor intención de lograr la evolución espiritual, pero que se estancan en el dogma, al igual que todos, dogmas paralizantes que no dejan avanzar. Así nació el cristianismo, en grupos de puristas y detractores, que luego murieron o se fortalecieron. Sectas a las que les aplicaron estrategias de marketing, como en cualquier empresa del mundo moderno. Hermandades a las que no les convenía la verdadera historia de Jesús, a las que no les convenía la verdad, por eso el cambio, el recorte y el maquillaje de los libros sagrados ocurridos hace 1.800, 1.700 y 1.600 años. Las fuentes La verdadera historia de Jesús, definitivamente, no está del todo en los Evangelios. En ellos solamente encontramos pequeños apartes y pequeñas situaciones de la vida de Jesús que, por estar escritas en clave, se han conservado a través de los años. Era tan difícil la situación religiosa y política del tiempo de Jesús, que se vio obligado a idear una forma de enseñar, con ejemplos ocultos, las leyes de la energía y de la evolución, y luego dar en secreto las explicaciones a sus discípulos. Hablaba en parábolas que posteriormente aclaraban los seres de luz que lo acompañaban, pero los Evangelios solamente contienen algunas de esas parábolas muy transformadas y algunas interpretaciones apostólicas al respecto. Con El código Da Vinci se formó un escándalo sorprendente en el que su autor, Dan Brown, figuraba aparentemente como gran investigador. El escritor creó hábilmente una historia para la que siempre ha tenido dos respuestas: en la primera y para vender el libro, decía que todo estaba sustentado en investigaciones serias, pero si era muy atacado y veía que estaba en dificultades, esgrimía la segunda respuesta: “Esto no es más que una novela”, sólo que la historia es más compleja. Dan Brown elaboró El código Da Vinci con base en más de cien estudios de grandes investigadores sobre la vida de Jesús, las introdujo todas en una bolsa y “utilizó partes al azar”, creando un adefesio que mezcla una cosa con la otra, con la sola finalidad comercial. La otra supuesta fuente son los apócrifos; pero ¿cuáles apócrifos? Muy seguramente puede pensarse en los libros nombrados como tales, que se editan desde mediados del siglo XX, con evangelios, historias, cartas y diversos Apocalipsis que hablan supuestamente de la vida de Jesús. Libros desconectados e incompletos que no relatan su verdadera historia y tampoco encontramos sus enseñanzas y la grandeza de Jesús, el Maestro de los Cristos. Investigaciones sobre Jesús hay muchas, dos mil años escudriñando en todos los parajes en donde se encontrara la verdad. Pero, particularmente en la segunda mitad del siglo XX, investigadores sensatos y notables han logrado llegar “al borde del mantel”. Son muchos y sería difícil mencionarlos a todos, grupos enormes que indagan acerca de la Tierra Santa en época de Jesús, y las más recientes se hicieron desde los estudios de la Orden de Temple que hiciera Digot después de 1890. Bastantes son los descubrimientos, algunos accesorios, otros sustanciales, unos bien sustentados, otros sin ninguna base, pero en todo esto hay una característica notable: muy pocos son los precursores o los iniciadores de la búsqueda, los demás simplemente plagian lo descubierto. Es una verdad desagradable, pero evidente. Los siglos XX y XXI forman la era del descubrimiento de la vida y obra de Jesús, particularmente desde 1920, y en años recientes, intensos en hallazgos, uno tras otro, no solamente lo encontrado en Francia, sino en todos los asentamientos abiertos de TierraSanta: Nag Hammadi, Qumram, las cuatro excavaciones importantes en los suburbios de Jerusalem, las situadas en las cercanías de Egipto, las del Mar Muerto y distintas a las de Qumram, las del Alto Egipto diferentes a las de Nag Hammadi, y muchas otras. ¿Qué ha pasado con esto? Las circunstancias han “distribuido” lo encontrado para los aparentes análisis, entre diversas organizaciones internacionales y grupos religiosos que rondan las excavaciones con distintos intereses. Ellos no están ocasionalmente, vigilan a los expertos y a las universidades que hacen las investigaciones con la intención de intervenir. Esas participaciones tienen efectos secundarios negativos que avanzan y que desinforman, se está tejiendo una historia paralela de Jesús, supuestamente mística, pero que también es falsa, historia que encaja con la locura insensata de la nueva era, que inventa absurdos y conspiraciones, que son sólo imaginación. Es imposible creer que se tienen todas las respuestas acerca de Jesús, con toda seguridad, nadie goza de ese privilegio, probablemente no existe ser humano o sobrenatural que tenga un conocimiento completo acerca del tema. Sin embargo, en la tradición mística, tanto en los conocimientos ancestrales como en la experiencia directa de los seres iluminados, se conocen muchos datos y se sabe mucho sobre la misión de Jesús el Cristo. La primera pregunta que nos formulamos es si la única fuente de conocimiento sobre Jesús es el Nuevo Testamento, es decir, los Evangelios; pero no son la única referencia que nos habla sobre Jesús. Bastantes escritos antiguos que datan de su época narran historias maravillosas, evangelios legítimos, prohibidos por las comunidades cristianas primitivas, desde el siglo III hasta nuestros días, gran cantidad de libros sagrados, muchos de ellos desaparecidos para siempre, lamentablemente; pero “así tenía que ser”. Son los evangelios apócrifos, textos ocultos, no autorizados y considerados heréticos, por contener información de prácticas y dogmas secretos que, según quienes los prohibieron en el siglo III, “se prestarían para equivocadas y desviadas interpretaciones”. También existen narraciones oficiales y extraoficiales del Imperio Romano que en esos años invadió Tierra Santa; escritos como el de Publio Léntulo, gobernador de Judea; los manuscritos del Mar Muerto, encontrados en vasijas de arcilla en cuevas y pequeñas ciudades enterradas, algunos de ellos en estado perfecto de conservación y legibilidad; también los papiros de Nag Hammadi, encontrados en Egipto, que constatan la educación superior de Jesús en los misterios mayores de la evolución; y por último, tantas investigaciones acerca de Él, que sería imposible nombrarlas. Búsquedas de científicos, arqueólogos, historiadores, expertos en idiomas antiguos, etc., algunas muy acertadas, objetivas y reales; otras sesgadas, tendenciosas y desviadas, pero en gran parte de ellas es posible corroborar la misión mística y oculta de Jesús, con los días, más imposible de ocultar, porque siempre hay algo que sale a la luz y que es tan aplastante y contundente, que deja sin argumentos a los que niegan la verdad. Existen más evangelios, el Nuevo Testamento no es ni el uno por ciento de los libros que se candidatizaron en la época de su formación. Existen evangelios de todo tipo, contemporáneos a Jesús y de pocos años después de que Él partiera, tal como ocurre con los cuatro Evangelios que conocemos, y otros posteriores. Los historiadores han comprobado que los evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, no conocieron a Jesús, aunque algunos digan que por lo menos dos de ellos sí eran apóstoles. De cualquier forma, eran narradores de la época, pero esto no es grave ni extraño, es común de esos tiempos. Recordemos libros tan importantes como La Odisea y La Iliada, atribuidos a Homero, que se sabe que nunca los escribió, pero contaba estas historias de pueblo en pueblo. Posteriormente se realizó la compilación de lo que contaba Homero y se formaron los dos libros más grandes de la épica de todos los tiempos. Los apóstoles, o discípulos de Jesús, eran almas desarrolladas, lo sabemos por la grandeza de su Maestro; no eran seres ignorantes, insensibles y desconocedores de los misterios ocultos, como nos los han querido presentar, y no eran doce, eran más. Doce es un número cabalístico que significa “misión” o “apostolado”, los discípulos eran más de cincuenta, todos ellos desarrollados y conscientes, algunos escribieron textos muy difíciles de interpretar por su profundidad y contenido esotérico, enseñanza encaminada a la formación espiritual de quienes los seguían, conocimiento místico, solamente interpretado por los que conocen los códigos evolutivos. Fueron discípulos de Jesús sus propios hermanos, quienes, según cuenta la tradición, eran numerosos por parte de José, que ya tenía hijos antes de unirse a la Virgen. Existen evangelios de dogma místico, como el de Pedro; con detalles de su vida, como los de sus hermanos Santiago y Jaime; llenos de simbologías y conocimientos divinos, como el del “otro Juan”, el que sí conoció a Jesús (uno diferente al evangelista); y los hay polémicos, como el de Felipe, confundido con las sectas místicas de aquellos tiempos. Todos libros prohibidos, pero utilizados también por quienes los prohibieron. El evento ejemplo que señala esa doble conveniencia es la Asunción de la Virgen María, que no está en el Nuevo Testamento, sin embargo, es un dogma proclamado por Pío XII en 1950. Este episodio del tránsito, o Asunción de Nuestra Señora, se encuentra en los evangelios apócrifos, así como muchas otras tradiciones que no se encuentran en los Evangelios que conocemos y que se han difundido ampliamente en la tradición popular. Jesús Jesús no fue un hombre común, un ser de su estatura espiritual no puede ser ordinario, el grado de Cristo es el máximo en la escala evolutiva material, astral y mental. Seres como Él se funden con el corazón de la humanidad. Él tiene las mejores características de los guías de la raza humana, su presencia y doctrina pertenecería a todos, más allá de las religiones y de los fanatismos; por definición, es la encarnación de la perfección y del amor. Al hablar de Jesús, recordamos a los grandes seres espirituales, los yoguis en India, los chamanes en América, los sacerdotes faraones de Egipto o los druidas de Europa del norte. Vinculamos a Jesús con las historias extraordinarias de los seres conscientes, como Siddharta, Babaji o Zoroastro; para ellos, así como para Jesús, lo de menos es caminar sobre las aguas, ser tan pesados como una montaña o tan livianos como una pluma; para ellos, es natural aparecer en varias partes, recorrer distancias enormes en un segundo, revibrar la materia o viajar en vórtices interdimensionales, sólo para citar algunos ejemplos. Jesús no era un ser común o un simple maestro, como dicen muchos, su majestad se manifestaba sobre su infinita humildad y sencillez. Todos estos seres sorprendentes han sido calumniados, segregados y maltratados por propios y ajenos, por fuerzas opuestas a su misión; pero su doctrina de ayuda y amor siempre sale adelante y es un éxito. “Por sus obras los conoceréis”, nos enseño Él mismo. Jesús es presencia viva y actual, en el sentido literal de las palabras. Para hacer tal afirmación, es necesario comprender el verdadero significado de resurrección. ¿Qué diferencia hay entre resurrección, longevidad y reencarnación? En Oriente se conocen las sendas y las metas de la disciplina espiritual, los rigurosos caminos para alcanzar los objetivos de la conciencia, las vías para el despertar o la iluminación. Los monjes que han alcanzado altos grados de espiritualidad, cuando desencarnan en Tíbet, India, China o Tailandia, se autoincineran o permanecen con sus cuerpos incorruptos durante años. Algunos de ellos desaparecen en el momento de desencarnar; casos extraordinarios, pero que no son ni resurrección ni eternidad del cuerpo. Más allá de esto se encuentra el insondable misterio de Jesús, con su categoríade evolución; las tradiciones místicas hablan de su existencia en Cuerpo Glorioso o en estado de resurrección. Resurrección es una palabra compleja que pertenece a los dogmas de las grandes religiones, incluidas las cristianas, pero pocos parecen conocer en profundidad lo que significa el término “resurrecto”. Para entenderlo, es necesario nombrar casos de otros grandes guías, seres extraordinarios escasamente conocidos en Occidente. Citemos el caso de Babaji, el yogui inconmensurable de India, un ser inconcebible para la mente común, que ha estado apareciendo desde hace cientos de años con el mismo cuerpo atlético y joven de 30 años. Existen muchas pinturas de él en siglos pasados, con su cabello largo y en posición perfecta de “Padmasana” (con los pies cruzados). Él es el padre del Kriya Yoga, disciplina que combina la meditación con la repetición, el mantra y el poder mental. La gente en India suele decir: “Mi abuelo vio a Babaji en 1910”. En otro relato del siglo XVIII, existe una pintura en aceite de Babaji, otras que no tienen fecha y, hace poco, en una fiesta espiritual de India, apareció de nuevo. Babaji tiene muchos nombres, aunque en sí significa “padrecito”, en otros lugares se le denomina el “Atman viviente”, o el “Atman que no muere”, en otras palabras, Babaji es considerado por las religiones orientales como un Cristo encarnado durante miles de años. También sus discípulos son considerados seres de luz, su discípulo Lahiri Mahasaya es conocido en India como un elevado maestro espiritual, no con atributos semejantes a los de Babaji, pero el sólo hecho de ser su aprendiz dice algo extraordinario de él. Todo lo que existe alrededor de Babaji es mágico: apariciones y desapariciones súbitas; instrucciones dadas a muchas personas en sueños y en cuerpo físico acerca del Kriya; narraciones extraordinarias de sus seguidores, etc. Como Babaji, otros seres de menor rango han vivido durante mucho tiempo. Recordemos a Saint Germain, que apareció en toda Europa durante 500 años, hasta 1880, cuando perdió el cuerpo para encarnar normalmente y ayudar a la humanidad en el camino de la evolución. Recordemos también al conde Cagliostro, que no solamente vivió cientos de años, sino que podía estar simultáneamente en varios sitios: aparecía en París, Venecia, Insbruck y Caláis al mismo tiempo, en una época en la que el avión aún no existía ni estaban desarrolladas las comunicaciones. Además, aquí, en la América prehispánica, las narraciones que se han encontrado acerca de Bochica, su sola descripción corresponde a un maestro celta; o del sur de India, donde de él también se dice que tenía el don de la ubicuidad. Entre los incas podemos encontrar los poderes extraordinarios de Viracocha, que dominaba los elementos, enseñaba curación y magia en todos los Andes y en la selva. Examinando la historia de Jesús, encontramos que caminaba sobre las aguas, hacía sanaciones, impartía enseñanza mística, protagonizaba hechos milagrosos, manejaba los elementos, etc. Se habla de su resurrección al tercer día (como en tantos otros casos de seres extraordinarios) y en distintas escrituras espirituales está consignado que su ser iluminado vive eternamente y que su Sagrado Corazón está unido al de toda la humanidad. Las ciudades perdidas Jesús, por su condición de grado crístico, es actual, viviría eternamente en las ciudades secretas, unidas por el poder del corazón a los centros evolucionados del Cosmos, en planos superiores de conciencia, en espacios que se encuentran en otras dimensiones que se concentran en algunos puntos del planeta. Así, por ejemplo, se encontraría la verdadera Tule (que está cerca de Chile en una isla y no en el norte como siempre se ha creído). Así se cuenta que está Teotihuacán, en México. Así estaría el templo astral de la sierra de la Macarena en Colombia, justo sobre el río de los Siete Colores. En estado astral estaría la ciudad sagrada de Müspellheim, que se encuentra al norte de Escocia. Y también, la ciudad de Heimdall, en todo el centro de Greenland. Cada uno de estos puntos no son más que la entrada al gran centro-corazón de la Tierra, en donde vivirían, con sus cuerpos incorruptos, los grandes guías de la humanidad, a este centro se podría llegar por ciudades sagradas, portales, entradas o vórtices. Un ejemplo, infortunadamente conocido por catastrófico, es el famoso triángulo formado entre Florida, las Islas de las Bermudas y la isla de Saint John, en el Océano Atlántico, y que es conocido como el mar de los Sargazos, entre los meridianos 65 y 70, longitud 27. Allí existiría un vórtice, regido por los rectores del karma, quienes pasaron por este y desaparecieron como por encanto. Como tantos barcos, buques, aviones y pequeñas embarcaciones, serían seres agrupados de manera consciente y dirigida, ellos deberían dar un salto natural y cambiar su karma en otras dimensiones, para ayudar a la humanidad. También al norte de Calcuta y cerca de una población en India, denominada Chandarnagar, nos dice la tradición que existe una de las grandes entradas al Templo de Agarti, o Shamballa, antesala central del centro-corazón de la Tierra. Más al norte, en Nepal, está la población de Gorkha; al occidente de Katmandú estaría el vórtice de entrada de los Himalayas; y aun, entre el Potala, que está situado en Lhassa y la ciudad de Dagzé, los monjes poderosos del pasado acaso hicieron un vórtice en esas regiones montañosas inaccesibles, para recibir instrucción directa de los grandes maestros. Hoy, esta región pertenece a la China himaláyica. Y existirían otras entradas, como la que se encuentra en una sierra del Tíbet, llamada Gangdise Shan, en donde nacen los ríos Indo y Brahmaputra, también pertenecientes actualmente a China; en Brasil, cerca de Belén de Pará, habría otra; y en Yucatán, en las cuevas situadas cerca de Cancún, se hallaría otro vórtice, desde mucho tiempo antes de que aparecieran los mayas. Quizá los vórtices o portales más famosos y publicitados son los polares. Al del Polo Sur, dicen los místicos, se llega desde Nueva Zelanda, hasta el monte Kirkpatrick en la Antártida. También aquí han desaparecido muchos aviones porque habrían entrado en una cortina interdimensional. A las puertas del Polo Norte se llegaría desde una isla conocida como Tierra de Francisco José, cerca del mar de Kara, en Escandinavia; y al norte de la desaparecida Unión Soviética podrían existir dos vórtices de entrada al corazón terrestre. En muchas ocasiones han fotografiado estas puertas, cuando se encuentran abiertas, y las han confundido con los agujeros de la capa de ozono, pero no habría forma de explicar cómo pueden salir en una placa fotográfica normal. Los místicos relacionan profundamente a Jesús con las ciudades y templos de otros planos. Él tendría el poder de hacer presencia en las ciudades sagradas, en el centro-corazón de la Tierra. Su ser pertenece a la humanidad entera, junto a Él vivirían las almas más excelsas de todas las culturas y corrientes espirituales, en permanente comunicación con seres iluminados del Cosmos. Su ser es crístico, como el de otros pocos que tienen sus cuerpos resurrectos, allí también están las almas en estado búdico y que en Occidente son llamados ángeles, todos ellos en permanente comunicación con nosotros, con el poder del corazón. Por esta razón, la comunicación en oración con Jesús jamás sería infructuosa, pues su relación de conexión con la red humana mundial sería indudable. Los esenios eran una secta hebrea que se desarrolló cerca del año 150 antes de Jesús, a partir de otro grupo más antiguo y que data de cientos de años más atrás. Era una comunidad muy estricta: bautizaban con agua, practicaban el celibato, pero hacían ejercicios de luz y energía psicofísica; sus tenencias, bienes y posesiones eran comunitarios; no aceptaban la poligamia, es decir, condenaban la infidelidad o deslealtad con su pareja. Estas son razones que siempre han llevado a los investigadores a afiliar a Jesús dentro de la secta esenia, no obstante, aunque Jesús era compatiblecon ellos, parecía no pertenecer del todo a esta organización. No era completamente esenio, probablemente porque era un grupo manifiestamente agresivo con los que consideraban paganos, y pensaban que la ocupación romana estaba aceptada y avalada por los mismos sacerdotes judíos, aunque ellos, al igual que los judíos, esperaban un Mesías político y social que los liberara de la esclavitud. Jesús no cumplía con estas expectativas, dado que su revolución era netamente espiritual, las proporciones monumentales de su mensaje no se restringían únicamente a Palestina, cambiarían al mundo y lo dividirían en eras. Jesús tampoco estaba de acuerdo con la violencia y el exterminio de los paganos; para Él, todos somos potencialmente divinos y evolucionados, y sus leyes de evolución pertenecen a la humanidad entera. Esta es una característica de los grandes seres, de los salvadores y de las almas que han logrado su cristificación; su enseñanza no está afiliada a una secta en particular ni está dirigida a un grupo específico de personas: su sabiduría es universal y es aplicable a todos los seres humanos. CAPÍTULO II EL NACIMIENTO DE JESÚS Es necesario recordar el misterio del advenimiento de Jesús antes de repasar aspectos de su vida. En primera instancia, encontrar el registro del significado profundamente espiritual de la Navidad y algunos elementos asociados que se encuentran en libros que, rechazados por considerarse inconvenientes, no son menos sagrados. La Navidad no es física, es espiritual. Sus galas, luces y colores pertenecen a las dimensiones superiores, la mente en su aspecto elevado las percibe, las traduce, las acomoda y, por último, las cristaliza en el mundo tridimensional. El hombre viste inconscientemente la imagen del ser espiritual interior con los hermosos ropajes de la luz crística, con la existencia de reyes, palacios, terciopelos, sedas, suntuosos muebles, espléndidos jardines llenos de flores, linda música, comodidad; es la abstracción que hace el ser humano con materia de su profundidad interior, de su única realidad. Luces y campanas nos invitan al desarrollo de la conciencia, el espíritu saca a relucir sus símbolos en la Navidad para anunciar, tal como dijo el adorable Salvador, que es necesario el nacimiento de Cristo, del Niño de Oro, en el interior del humano, en la caverna fría y contemplativa del ermitaño; en invierno crecerá entre mercaderes y murmuradores, y superará la muerte en primavera, luego vestirá los majestuosos ropajes de los reyes de invierno, viviendo para siempre en lo más puro y sublime de todos los seres que habitan el universo. La Navidad es mística El 25 de diciembre, día de Navidad, es cuando se conmemora el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hace más de dos mil años. Esta afirmación es correcta para los cristianos, quienes aceptan en su fe y en su devoción un dictamen que no fue impartido por el hecho de su nacimiento en esa fecha, sino por jerarcas religiosos de la época. Es interesante investigar la causa exacta de la celebración en ese preciso día, por lo que vale la pena mencionar algo sobre ello. El 25 de diciembre no siempre ha sido el día de Navidad, más de cien veces el hombre ha cambiado la conmemoración del nacimiento de Cristo. Sólo hasta el año 336 se fijó la fecha actual, no porque el Señor hubiese nacido en ese día, sino por dos razones fundamentales: Coincide con el solsticio de invierno, momento en el que nacen todos los seres más elevados de la espiritualidad. Se celebraba en Roma y en algunas comarcas del Mediterráneo, la fiesta de la Brumalia, dedicada al dios Dionisos. En esta celebración se hacía honor al nacimiento del Sol Invicti, o Sol Invicto, asociado siempre con Jesús. Dicha fiesta pagana era muy vistosa, había comidas, música, colorido, espectáculos y competencias deportivas; era el día “del que no pierde”, del Invencible. Posteriormente, la misma Iglesia de la época declaró el Día del Señor, para opacar el recuerdo de las costumbres paganas, mencionado como Sol de la Justicia, y de esta forma hacer la celebración el mismo día, con lo que fomentó un sincretismo religioso. Jamás se pudo calcular el día exacto del nacimiento, apenas se ha podido saber algo del año en que ocurrió una gran conjunción planetaria, seis años antes de la fecha oficial. Navidad es el día en que nace Nuestro Señor Jesucristo en Bethlehem. Tal aseveración en parte es cierta: su importancia y gran significado evocan y simbolizan muchos aspectos que la humanidad ha olvidado. Navidad es el gran acontecimiento de la vida espiritual, es el registro anual que se celebra en este planeta del nacimiento del Cristo-Espíritu-Puro en el interior de cada ser humano, después de haber trabajado en la construcción de su camino de iniciación. Ese fue el mensaje del Señor, enseñado con su propia vida en una de las épocas más oscuras de la humanidad. La tendencia general es señalar esta fecha como una celebración únicamente histórica, perdiéndose con esto la esencia del suceso. Existe, obviamente, la persona de la cristificación, que es Jesús, figura suprema aun entre los seres elevados de otras tradiciones religiosas. Existen también las características de los maestros iluminados que han logrado el estado de la cristificación y que, en mucho, coinciden en su advenimiento con las circunstancias que se presentaron el día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Y existe el verdadero mensaje del Señor, la cristificación de los seres espirituales, de los que practican la senda de las cuatro vías de la conciencia: La vía de la educación mental, el cambio profundo del error colectivo y del error individual. Esencialmente, la misma doctrina budista. La vía de la ascensión de la luz, el mismo conocimiento de la energía de los alquimistas, tantristas, drávidas, taoístas y druidas. La vía de la conciencia en la meditación. La vía de la conciencia en la presencia de la superalma de Dios en toda criatura existente. Cristo como persona histórica Jesús es el ser más grande que ha estado entre nosotros, en el plano material y en las dimensiones superiores. Es la suprema manifestación del Padre en una sola persona, es el maestro de los seres cristificados en este sistema, es la síntesis de la espiritualidad, la devoción, la rectitud, la recta moral, el equilibrio, el sendero correcto, la pureza, la veracidad, la perfección y el amor. Su ser crístico inmaculado se encuentra disperso en todos los seres del mundo, su infinito amor es para todos: americanos, asiáticos, oceánicos, europeos, africanos, negros, blancos, amarillos, etc. Para su corazón no existe criatura alguna que no merezca su presencia, es la síntesis de las síntesis, la espiritualidad más elevada y el misterio de los misterios. Nació hace más de dos mil años (seis años antes de nuestra era, más los agregados por el cambio de los calendarios) en Bethlehem de Judea (Palestina), de Nuestra Señora la Virgen María y el venerable sacerdote José, descendiente del rey David, por lo cual, es de suponer la sangre real de Jesús; era hijo de reyes. En libros apócrifos, que no se incluyeron entre las Sagradas Escrituras, se cuenta que una mujer partera ayudó en el alumbramiento de la Virgen María. Dicha mujer habla claramente y da testimonio del misterio de la virginidad de Nuestra Señora y cuenta, además, algunos prodigios de gran importancia: La Virgen María iluminaba la cueva”. Se sabe por las tradiciones hindúes que todo ser trascendental es refulgente. Es de suponer, entonces, que seres tan grandes como Jesús, María y José hayan trabajado intensamente con su mente y energía, generando en el aura de sus cuerpos destellos de luz astral que realzaban y ensanchaban la irradiación áurica de semejantes almas de tan alta espiritualidad. No es de extrañar que las antiguas escrituras hablen de la luz que emanan los grandes guías de la humanidad, sabiendo, además, el desarrollo espiritual de sus vidas, como consecuencia de la instrucción recibida por maestros de perfección. Las divinas personas de laSagrada Familia están configuradas por seres crísticos, jerarcas de las dimensiones superiores y que pueden ser considerados como referencia entre la sabiduría suprema de cualquier civilización. Son super almas que tienen un alto desarrollo interno y, por tanto, despiertos todos sus poderes y centros energéticos. En la gruta de Bethlehem se hallaban tres seres de elevada espiritualidad, con sus chakras iluminados (especialmente el centro superior de los mil pétalos, el Sahasrara Chakra), en ese momento grande para la humanidad, la caverna alegórica resplandecía, física y espiritualmente, con la gloria de su evolución. En el sitio se percibía un suave y fino aroma”. Quienes han tenido el privilegio de acercarse a grandes seres espirituales, reconocidos por su santidad, verdad y pureza, han estado de acuerdo en afirmar que despiden un agradable olor que llena el recinto donde se encuentran. Ejemplos hay miles: santa Teresa de Jesús, san Francisco de Asís, Jesús, Buda, Mahoma, Babaji, Ramakrishna, etc.; su ser atrae las fuerzas elementales de la naturaleza, que se presentan con esencias volátiles de las plantas y llenan el ambiente con lo mejor y más sutil de sus cuerpos vegetales. María sonreía antes y durante el alumbramiento”. Esto demuestra que Nuestro Señor es hijo de seres de luz, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Y, ¿quién es el Espíritu Santo? La fuerza crística latente dentro de cada ser humano, la herencia divina que tiene el hombre, el estado de Adán antes de cometer el pecado original (la degeneración sexual), la perfección interior del fluido energético. Nuestro Señor fue formado en profundo estado de meditación, por verdaderos iluminados del universo (seres de rango elevado en el Cosmos). Un hijo concebido de esta forma no nace con dolor ni con angustia, la madre y el hijo no sufren, no lloran, son conscientes desde el primer instante de su vida, y para ellos el advenimiento de un genuino sumo sacerdote de los misterios mayores, maestro y guía iluminado como Jesús el Cristo, es motivo de introspección y recogimiento interior elevado. Durante el nacimiento hubo un gran silencio”. La meditación consta de varios estados: dos físicos, la posición y la relajación; uno mental, que es la concentración; y dos espirituales, la contemplación y el samadhi. Para lograr buenos resultados en cada uno de estos pasos, es necesario el absoluto “silencio mental”. Los esenios, grupo al que pertenecía Jesús, eran conocidos como expertos meditadores y cuando desarrollaban una práctica sagrada o un rito especial, observaban las normas estrictas de la meditación. Un yogui puede concentrar su mente aunque se encuentre en la ruidosa ciudad; sin embargo, para el nacimiento de Cristo, seres tan altos como sus padres pueden expandir su ilimitado poder mental en el lugar donde se encuentran e inducir, incluso en la misma naturaleza, a un silencio necesario, con el fin de esperar y participar, en estado de contemplación consciente, la venida del Rey de Reyes. Es interesante saber que los esenios tenían características paralelas con los yoguis de India y con los sacerdotes egipcios. Toda la familia del Señor pertenecía a la orden de los esenios, grupo hebreo que se distinguía de los demás por sus rituales hermosos, llenos de ocultismo y simbología. El sistema de vida esenio era bastante riguroso: tenían voto de pobreza, tal como los franciscanos; debían practicar la transmutación mental diaria, es decir, todo el día trabajaban con sus propios errores; observaban conocimiento y profunda sabiduría en lo referente al manejo de la energía sexual y otras energías; meditaban de la misma forma que lo hacen los lamas; conocían y practicaban rituales egipcios e hindúes; realizaban rituales completos de purificación, comprendían perfectamente la transmigración de las almas (reencarnación); sabían del tránsito del hombre por la senda de la evolución hacia la conciencia y la iluminación; e iniciaron la costumbre del bautismo, tomada de ritos sagrados antiquísimos. Desde el mismo nacimiento, Jesús mostró su ser sobrenatural y poco a poco adoptó una vida absolutamente esenia. En los años ocultos de su vida, fue iniciado por egipcios, himaláyicos, indos y esenios, acumulando el conocimiento de las grandes doctrinas de la antigüedad. Él es el Cristo del que nos habla la historia, la personificación del perfecto espiritualismo, la vivencia del proceso interno de la cristificación, encarnado por el más grande de todos los seres celestiales. Seres enormes en su espiritualidad, también han encarnado en condiciones similares. ¿Cuáles son estas circunstancias y qué significan? El Señor nació de una virgen, pero ¿de qué virginidad habla la tradición? Jesús, al igual que otros seres de similar magnitud, nació de una virgen, de una mujer purísima, iniciada en los grandes misterios y con la conciencia despierta. El nacimiento de Jesús es un hecho importante que no pudo haber sido improvisado: los seres que lo rodearían, sus padres, sus discípulos, la época en que nació, todo se reunió y planeó con antelación para que se presentara el acontecimiento. Según los textos antiguos del cristianismo primitivo, que no fueron contemplados en el Nuevo Testamento, Nuestra Señora la Virgen María, para ser merecedora de llamarse madre de Cristo, debía ser un espíritu excepcional. Nuestra Señora observó con seguridad cada uno de los estrictos mandatos de la orden esenia. En su infinita pureza tenía sus sentidos y poderes despiertos, y su comunicación con las esferas elevadas era permanente. La Virgen María gozaba de la sabiduría de los esenios más iluminados, por ello, su cuerpo estaba preparado en materia y aura para recibir al Hijo del Cielo. He aquí algo raro en los misterios que acompañaban la venida de un ser crístico como Jesús, algo que no sólo ocurre en el caso de Nuestro Señor, también sucede en otros sagrados advenimientos. El padre adoptivo, o el que hace las veces de padre, es una figura necesaria, pero secundaria en las Sagradas Escrituras, aparece como actor de varios sucesos en la historia, pero de su vida personal no existe narración escrita, excepto en los libros apócrifos, elaborados por personas cercanas a Jesús, tan genuinos como la Biblia, pero tan ricos en escritos ocultos que provocarían toda clase de polémicas. En dichas obras, y específicamente en el libro denominado “Evangelio de la Natividad de María”, existen varios capítulos dedicados a san José y, entre ellos, el que se refiere a su escogencia para esposo de la Virgen. Es el que contiene más elementos esotéricos y dice bastante sobre quién era José y por qué fue elegido. Veamos: Capítulo VIII: “Y había, entre otros, un hombre de la casa de la familia de David, llamado José, y ya entrado en años. Y, al paso que todos fueron ordenadamente a llevar sus varas, él omitió llevar la suya. Y, como nada apareció que correspondiera al oráculo divino (ninguna produjo flores), el gran sacerdote pensó que había que consultar de nuevo al Señor, el cual respondió que de todos los que habían sido designados, sólo el que no había entregado su vara era aquél con quien debería casarse la Virgen. José fue así descubierto. Y, cuando hubo llevado su vara y en su extremidad reposó una paloma venida del Cielo (es de suponer que también floreció la vara), todos estuvieron de acuerdo con que a él le pertenecía el derecho de desposarse con María. Y, una vez celebrados los desposorios, se retiró a Bethlehem, su patria, para disponer su casa y preparar todo lo necesario para las nupcias; en cuanto a María la Virgen del Señor, volvió a Galilea, a casa de sus padres, con otras siete vírgenes de su edad y educadas con ella, que le había otorgado el gran sacerdote”. Del anterior texto se podría obtener las siguientes conclusiones: Es innegable que José es de la familia real, que proviene del rey David y del rey Salomón. Tanto María como José son personas de elevado rango dentro de la congregación a la que pertenecen. La vara que florece, no sólo en esta tradición, sinotambién en otras, es la médula espinal con sus centros o chakras florecidos (despiertos). La paloma que se posa sobre la vara revela que es un ser iluminado, con todos sus cuerpos solares y la energía crística ascendida. El ave sobre la cabeza (como en el caso de Jesús), sobre la vara o el báculo del sacerdote implica superioridad espiritual y alto grado de desarrollo interno. Esenio que se respetara era flexible como un hatha yoga hindú, devoto como un bakthi yoga y conductor experto de las energías como un tantra yoga. Esa es la forma de ser casto aun después de la concepción de un hijo, y la formación de un hijo es de índole absolutamente sexual; sin embargo, de un ser como Jesús es diferente, su tránsito en el tiempo de la concepción, espera y nacimiento es especial, son dos maestros de luz que conciben el guía más grande y excelso de la humanidad. Su entrenamiento es diferente al de nosotros, ellos son espíritu manifestado en cuerpo, su mente es libre de error y su energía prima; sólo conduce a recibir los cuerpos superiores de ese magnífico ser que ya se acerca. Un participante de los misterios mayores puede concebir y dar a luz un hijo y seguir siendo casto, eso lo sabe toda persona versada en las ciencias espirituales. La Virgen María es uno de los seres más grandes de las dimensiones superiores o planos superiores, es un ser consciente y perfecto, destinado para grandes misiones. Ella al igual que los santos maestros, participa en el cosmos de los misterios mayores, su alma siguió el camino de la cristificación tal como lo enseñó el mismo Jesús. El misterio de la ascensión es muy ilustrativo, sólo puede mantener su cuerpo por un segmento indefinido de tiempo-espacio, un ser que ha alcanzado un grado superior de cristificación. La Virgen María es un espíritu cristificado, por eso, los apóstoles hablan del desarrollo de Cristo en el corazón de los hombres. Signos y símbolos ocultos del nacimiento místico Jesús, al igual que los grandes seres-guías, nació de una virgen. El señor Buda nació de una virgen. En la historia antigua de India, el señor Krishna nació de la virgen Devaki y sufrió todas las persecuciones del Divino Niño Jesús. En la mitología grecorromana, Perseo también nació de una virgen, para luego ejemplarizar con su vida el desarrollo de sus dones: la espada (la fuerza mental de la voluntad) y el escudo (el análisis permanente del error) para destruir a Medusa (transmutación del error mental). Otra figura importante es Isis, en Egipto, representada en aquellos tiempos de forma muy parecida a la Virgen María. Isis concibió a Horus, el dios Sol, el Cristo de los egipcios. Istar, o Astart, en Babilonia, tuvo a su hijo Tammuz, gran figura entre los babilonios y muy similar a Jesús en su enseñanza y representación. Y como los grandes seres antes mencionados, hay otros que nacieron de una virgen. El solsticio de Cristo Otra circunstancia especial es la celebración cerca del día correspondiente al punto solsticial de invierno. Pero ¿qué importancia tiene el solsticio de invierno? Examinemos la situación del Cielo en el día de la actual Navidad. En el hemisferio astrológico del norte, sobre nuestras cabezas se hacen visibles dos constelaciones que tienen cierta particularidad: la del Can Mayor, que contiene a la estrella Sirio (una de las más luminosas observables desde este planeta, debido a su relativa proximidad), y la galaxia Orión, que contiene las famosas tres estrellas seguidas, llamadas popularmente los Tres Magos, las Tres Marías o los Tres Reyes. Hay que aclarar que estas estrellas nada tienen que ver con la estrella que siguieron los Magos para llegar a Bethlehem. Posiblemente, estas se han relacionado coincidencialmente con una conjunción planetaria que ocurrió seis años antes de nuestra era. Astrológicamente, es absolutamente comprobable que hace pocos años entró a regir en el espacio la constelación de Acuario, evento que tiene explicación en la precesión de los equinoccios y en el recorrido del punto vernal, no en los 30 grados rígidos de cada constelación, sino en los sectores del Cielo coincidentes para todas las civilizaciones antiguas, de tal forma que los segmentos de arco no son idénticos para cada grupo de estrellas, ni los límites son los establecidos por la astronomía clásica. Piscis regía anteriormente, y en esta constelación exactamente ocurrió dicha conjunción planetaria del Sistema Solar, interpuesta entre el planeta y Piscis. Las tres estrellas de Orión corresponden a los tres planetas de la conjunción, y la situación de estas en el Cielo durante la fecha actual de celebración se constituye en un signo que recuerda el acontecimiento astrológico de aquel tiempo. Ese mismo día apareció, en el extremo del cielo visible, allí donde parece unirse el Cielo y la Tierra, la constelación de Virgo que es extensa y larga, y algo de la constelación de Leo. La presencia de la constelación de Virgo se relaciona con el misterio de la Virgen antes explicado, y en el caso de Jesús con la Virgen María, representando siempre la figura femenina que actúa como la madre del ser iluminado, el alma humana y el Hijo- Sol, el espíritu. Veamos con más detalle qué es el punto solsticial de invierno. Las estaciones ocurren por la inclinación del eje de rotación con respecto al plano imaginario generado por la trayectoria del movimiento de traslación. En palabras más sencillas, este planeta se mueve básicamente de tres formas diferentes: alrededor del Sol, y esto es lo que determina los años; rota sobre sí misma, lo que produce la existencia del día y de la noche; el eje de la Tierra está inclinado en referencia a la traslación, lo cual genera un movimiento de cabeceo. Adicionalmente, la Tierra no se traslada alrededor del Sol en círculo perfecto, sino en óvalo. Estos factores reunidos, hacen que en algunos periodos, sectores del planeta se alejen o se acerquen al Sol, y hay puntos en ciertos días del año que indican la máxima cercanía o el máximo alejamiento del Sol; el 21 de diciembre, por ejemplo, el Sol se aleja más del hemisferio norte y el día es conocido como solsticio de invierno. El invierno es época de observación, de quietud, de trabajo duro con el espíritu, de reflexión y de culminación de los trabajos antes preparados, por eso, en términos espirituales o simbólicos, Cristo-Niño nació en pleno solsticio de invierno, después de haberse preparado todas las condiciones para que sucediera el gran acontecimiento. Nació además bajo el signo del cabro, que se relaciona con el macho cabrío, o sea, la lucha a muerte contra las fuerzas del mal y los errores psicológicos. Capricornio es el signo del anciano asceta que medita en una cueva acerca del desarrollo humano, es el signo de la gruta y la decisión definitiva de trabajar con los misterios de la naturaleza. También Jesús tiene estrecha relación con el cordero, que es el símbolo del amor, la libertad y el sacrificio. Por eso, el Niño Dios nació de una virgen en una gruta o establo, dispuesto a trabajar con los misterios de la naturaleza. Cerca de él había dos animales. Un borrico, que representa la mente, y no sólo en este caso: en todas las alegorías y sucesos históricos, el burro representa el estado mental; recordemos al mismo Jesús el Día de Ramos entrando a un poblado, montado en un jumento, esto significa que es un Cristo, que su mente es totalmente iluminada y perfecta, que ya tiene dominio total sobre la mente. El otro animal es el buey, que en todas las culturas siempre ha representado la semilla o la fuerza no elaborada, o no transformada, de donde proviene todo. El Adhara Chakra también es equivalente al mundo de los sentidos. Estos animales le ayudan al Niño-Cristo, calientan con su aliento el ambiente de la cueva, esto significa que la evolución utiliza todo lo que encuentre con el fin de lograr su cometido, en este caso, el borrico y el buey, la mente y la fuerza, que generadas por las sensaciones de los sentidos, también forman el Cristo. Invierno y Capricornio son sinónimos de trabajo duro conel error, con el dominio de la energía mental, y así mismo son sinónimos de cristalización y purificación. ¿Qué significa el conjunto del pesebre, la gruta o la cueva? Los cuerpos inferiores, principalmente el cuerpo físico, es el sitio que carece de cosas suntuosas e innecesarias, allí lo que impera es la reflexión, la meditación y la sagrada misión de protección hacia ese Cristo que acaba de nacer, que tiene que crecer y dominar a la muerte. De la estrella se ha hablado mucho. Es raro que guíe solamente a unos cuantos, desplazándose a mucha velocidad y deteniéndose totalmente en un sitio determinado con un brillo superintenso, nunca observado en otra estrella. Esto deja muchos interrogantes, pero la respuesta más probable está en la presunta existencia de civilizaciones extraterrestres. De cualquier forma, la estrella es parte fundamental del significado místico de la Natividad, porque representa la iluminación, la iniciación en los misterios mayores de la evolución, la santificación, la conquista de la inmortalidad. Es algo que nos recuerda permanentemente que no moriremos jamás porque hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios inmortal, con la materia incorruptible de las estrellas. La epifanía ¿Qué son los Magos y qué significan sus regalos? Históricamente, siempre se ha sabido que existieron en la antigüedad diversos escritos, tanto entre los hebreos como en Oriente, en los que se comentaba que debería nacer el Maestro de Maestros, el ser más grande de la humanidad, en Judea, exactamente, en Bethlehem. El término mago significa “sabio”, “astrólogo”, “que hace milagros o prodigios”. Obviamente, se trataba de jerarcas de órdenes ocultistas antiguas, asirias, persas y caldeas, que sabían calcular perfectamente la alineación anteriormente descrita, y sus profecías tenían un objetivo más profundo y espiritual que la de su propio pueblo. Los hebreos esperaban otro Mesías, un héroe-líder que los liberara de la dominación extranjera y que les diera dirección e identidad como pueblo libre y autónomo. Ellos pretendían que Jesús fuese un profeta sociopolítico que alcanzara para su región logros sociales, progreso físico e independencia; de ninguna manera esperaban un revolucionario del espíritu. En Oriente estaban mejor encaminados: sabían por sus profecías que estaba por nacer un guía extraordinario del espíritu, el Cristo de los maestros, ángeles y magos de las doctrinas secretas; un ser que reuniría en su propia vida la síntesis de todos los caminos y enseñanzas místicas y profanas. Cuando visualizaron con sus observaciones astrológicas que había llegado el momento, se encaminaron, sabiendo exactamente lo que deberían encontrar. Melchor, Gaspar y Baltasar fueron, supuestamente, reyes sabios que llegaron desde Oriente para adorar a Nuestro Señor. Ellos también encarnan un aspecto importante en el camino de la evolución, representan la personalidad y la actitud general de quien trabaja seriamente con la conciencia. Los peligros que ellos y el Niño Jesús tienen que afrontar, son los constantes ataques del mundo de las tinieblas que el iniciado debe soportar, el cambio de dirección de los Magos y su silencio sobre dónde se encuentra el Niño señalan claramente el cambio total que experimenta el ser humano cuando encuentra la verdad, y el silencio equivale a la prudencia, el justo equilibrio de lo que se puede compartir, la conciencia del poder del sonido, la ciencia sagrada de saber callar. El incienso que lleva al Niño uno de los Magos, significa que el Cristo es el más alto grado de la mística, maestría, sacerdocio y santidad; es una sustancia sagrada destinada únicamente a la divinidad. Muchos años antes de Cristo se quemaba en los templos sagrados de las más antiguas culturas y era elemento irremplazable en los ritos y oráculos; en resumen, el incienso es símbolo del ministerio. El oro significa majestad y realeza, es el metal más noble, el que menos reacciona, el más estable y el único que puede representar el brillo dorado del espíritu. Significa que lo superior dirige la materia y sitúa la presencia de Cristo en lo más alto. Cristo es Rey de Reyes, y sobre Él no existen jerarquías, pues es la cúspide de la pirámide en poder y mando. La mirra aparece tres veces en la vida de Jesús: san Mateo escribe en su evangelio que fue uno de los presentes de los Magos; san Marcos habla de una mezcla de vino y mirra dada a tomar al Señor en el momento de la crucifixión; y san Juan narra que también Nicodemo utilizó mirra para embalsamar el cuerpo del Señor. En otros casos antes de Cristo, también aparece en el momento de la muerte, porque siempre ha sido el símbolo de la inmortalidad: la mirra es el triunfo sobre la muerte, es la resurrección y la perpetuidad del espíritu, indica que Cristo es eterno, que el alma se viste eternamente con diferentes cuerpos, pero es inmortal en esencia y sabiduría. La existencia de los Reyes Magos es, indudablemente, uno de los grandes misterios de la Navidad. Tres reyes de tierras lejanas fueron guiados por una estrella hasta llegar al sitio de nacimiento de Jesús, es la tradición y lo que comúnmente oímos en los novenarios, pero más allá de lo común, es un hecho trascendental en la historia de los evangelios, una comunicación directa entre la existencia de Jesús y las grandes civilizaciones antiguas. En este punto, tendremos que analizar la relación de los antiguos judíos con la gran cultura indoaria de Irán, basada en el conocimiento del fuego de Ahura Mazda. no solamente esto, si refinamos nuestra investigación, llegamos al Imperio Bactrio y al culto solar de Mitras, y en sus fronteras tendremos necesariamente que relacionar a los Magos con el budismo, que ya existía en Asia 500 años antes. La historia de los Magos nunca fue bien acogida por los hebreos ni por los católicos, al contrario, se trataba siempre de un pasaje que relacionaba el reconocimiento de la figura del salvador por parte de otras culturas, posiblemente paganas. Además, teniendo en cuenta la difícil situación política de Tierra Santa en aquel tiempo, resulta inadmisible pensar por lo menos en ciertas palabras: ¿reyes?, ¿de otras religiones?, ¿magos?, ¿brujos? Y el asunto se complica si consideramos que los judíos sufrieron la dominación persa, recordemos que fueron deportados a Babilonia siete siglos antes de Cristo, con lo cual nacieron las famosas juderías. Con este antecedente, no era bien recibido un jerarca persa entre los hebreos, por cuanto los libros del cristianismo primitivo fueron escritos para ellos y para los gentiles. ¿Cómo se llegó a pensar que eran reyes? Desde hacía cientos de años antes del nacimiento de Jesús se sabía. En el salmo 72 podemos leer claramente: “Ante Él se postrarán los moradores del desierto, los reyes del Tarsis, y de las costas traerán presentes, los reyes de Saba y de Seba ofrecerán dones, todos los reyes se postrarán delante de Él”. Esta profecía fue escrita por David mil años antes de Jesús, y en el nacimiento se conoce la tradición de la visita de grandes jerarcas espirituales, algo así como reyes-sacerdotes. En este punto, cabe otra pregunta: ¿fueron tres? Indudablemente, el número de tres se ha concluido por los presentes (incienso, mirra y oro), pero al parecer fueron más. Algunas tradiciones ocultas muy dudosas nos plantean la posibilidad de las tres corrientes derivadas de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. Esto es absurdo, porque estas culturas se derivan del mismo hebraísmo antiguo. Los reyes eran en verdad extranjeros. Lo que es complicado en esta historia, es su calidad de “paganos” o “herejes”. Este fue un incidente tan “molesto” para los cristianos, que más adelante se inventó todo un dispositivo increíble para hacer saber que los Reyes Magos no eran herejes, y se creó un pasaje casi mitológico en el que el apóstol Tomás los bautizó en sus muchos viajes de evangelización. Luego, Helena, la madre de Constantino, declarada después santa, supuestamente transportó los restos de los magos a lo que hoy es Estambul. Despuésfueron llevados a Italia y más adelante, en una invasión, fueron robados y llevados a Colonia, en donde son protegidos en una urna. Para guardarlos se fabricó una hermosa catedral, aunque se diga, aun hoy, que los Magos están en Irán y que sus cuerpos permanecen incorruptos; hechos por demás absurdos. Por lo menos en estudios formales y sensatos a escala oculta, esto no puede ser tomado como serio. ¿Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar de dónde salieron? En la Antigüedad existió un rey llamado Gondofares (en griego), que reinó las tierras que hoy se conocen como Irán, Pakistán y parte de India, allí se conocía como Vindafarmi, y en Irán, Gaspar, rey místico y secreto del cual se sabe muy poco, pero con seguridad él es uno de los Magos: la tradición y la educación de los persas en astrología y conocimientos herméticos pueden afianzar esta conclusión. En cuanto a Baltasar, el rey negro, existen teorías absurdas y otras cercanas a la realidad. Absurdas, como la de que era un rey camita de África, que resultó en Belén por accidente; o que fuera un monarca que reinaba una pequeña tierra en las riveras del mar Rojo. En las tradiciones ocultas es conocido que dos príncipes dogones partieron hacia Samaria para conocer personalmente al hijo de Amma, y que su magnífica caravana tardaría cuatro años en llegar. En libros viejos apócrifos se habla de los dogones, los antiquísimos pueblos relacionados con los emperadores extraterrestres egipcios, venidos de las dos estrellas más grandes del complejo de Sirio, de allí llegaron y sembraron la primera raza raíz negra-azul; los padres originales de las migraciones azules. Los dogones todavía hablan del principio de la gente, creada a partir del “huevo del mundo”, su tradición oral aún hoy es tan fiel, que casi se puede oír sin necesidad de interpretaciones, que desembarcaron de naves esféricas. Esos príncipes son los que posiblemente encajan con Baltasar, nombre que seguramente se deriva de Baratoras, según los etíopes, o del Badadakarida de los sirios, que luego se convertiría en Bithisarea y posteriormente en Baltasar. En cuanto a Melchor, al parecer puede estar relacionado con los medos. Sería el seudónimo del heredero del trono de Sargón, la famosa y oculta al mismo tiempo Hermandad de Sarmán, curiosa por sus conocimientos energéticos de chinos, hindúes e himalayos, mezclados con el culto mazdeísta. En sus tradiciones más ocultas se habla del “delegado de Sargón, emisario del fuego de Sarmán”, son hermosas historias de los verdaderos Reyes Magos en los que las líneas divisorias de China, India, Egipto y Grecia se hacen borrosas porque la esencia de la espiritualidad, en las distintas latitudes, es lo mismo. Para el común de la gente, la historia de los Magos se remite, o se resume, en las escasas líneas o pistas que aparecen en la Biblia, en la que, dicho sea de paso, no aparece en todos los evangelios. La razón es obvia, esto de los Reyes es considerado misterioso e indefinido, y al involucrar a otras tradiciones puede avalar otros métodos de salvación y llegar a la temida herejía. Sin embargo, para el cristianismo primitivo ese miedo no existía, ¿cómo podría Clemente de Alejandría, conocido padre de la Iglesia primitiva, doscientos años después de Cristo, negar las predicciones exactas acerca de la llegada de Jesús, claras y perfectas, pero de origen mazdeísta? Jamás las negó, al contrario, recomendaba a los jerarcas averiguar por los famosos “Oráculos de Jistaspe”, en los que quedaría manifiesta la alianza de algunos a Jesús, y la oposición de muchos. No solamente los “Oráculos de Jistaspe”, también los apócrifos y otros textos, declarados heréticos después del año 300, dejan en evidencia grandes organizaciones ocultas negativas, manipuladoras de masas y gobiernos, con gran poder económico e ideológico; y en contraposición, también las hermandades blancas, portaestandartes de la verdad y de la evolución del género humano. Muchos han estudiado los “Oráculos de Jistaspe” y han tratado de averiguar su autenticidad, es un documento genuino. Se ha verificado que es precristiano, por lo menos data de 500 años antes de Cristo. Del texto se habla de un autor: el mismo Zoroastro o Zarathustra fue quien se lo dictó a sus discípulos, esto es conocido por los parsis, hoy en día en Oriente entero, tanto en Irán como en India y Pakistán. En el oráculo se habla claramente de la llegada del Salvador o Rey del Mundo. Dice la profecía que nacerá de una virgen purísima y la señal de su nacimiento aparecerá en el cielo en forma de una estrella. Y dice algo más: esa luz más brillante que el Sol se detendrá sobre su cabeza, luz que proviene de sus propios padres del Cielo negro y azul. En la misma profecía se da el mandato expreso de ir a visitarlo. Los mismos descendientes de Zoroastro fueron mandados a Tierra Santa a llevarle presentes. Sacerdotes y reyes parsis, de las antiquísimas tradiciones del Avesta y del culto de Ahura-Mazda, se refieren al mismo Dios al que los cristianos llamarían el Padre de la Santa Trinidad, o Jehová, o Ieve de los judíos. Se da la orden, en el manuscrito de Jistaspe, de llevar el conocimiento del fuego y un misterioso “libro del hijo” del que nunca se ha sabido, solamente se sospecha que puede ser el oculto “Libro de Set”. No solamente entre los parsis se habla de este presente misterioso. Existe un libro bellísimo que tiene 1.600 años de antigüedad, es decir, 400 años después de Cristo. Se llama “El libro de Jesús Niño”, conocido por los ocultistas, es armenio y nos habla del viaje de parte de los Magos y del misterioso objeto hecho de oro y pigmentos rojos y azules sobre vitela de cabra entregado a la Virgen María y al patriarca José. Este “Libro de Set” no tiene origen egipcio, como suelen decir muchos investigadores. Recordemos que en la tradición oculta antigua existen dos figuras a las que se dio el nombre de Set: en Egipto era el dios Set, cabeza y representante de las fuerzas del mal y de la furia de la naturaleza; en las tradiciones hebreas era el tercer hijo de Adán y Eva, nacido después de la muerte de Abel. Es prudente aclarar que cuando hablamos de Adán y Eva, estamos refiriéndonos a una civilización-raza y sus hijos son subrazas de esos grupos humanos. Cuando se hace alusión al “Libro de Set”, llevado por los Magos hasta el lugar de nacimiento del Señor Jesús, se trata del Set hebreo, que no tiene ninguna relación con el egipcio. ¿Qué dice ese libro de los hijos de Adán que fue llevado a Jesús por los Magos?, ¿qué relación existía entre los hebreos y los parsis, y cuál entre los Magos?, ¿cuántos eran los Magos y de dónde provenían?; esa estrella de la que hablaban los “Oráculos de Jistaspe”, ¿qué era?; ¿a quién se le ocurrió que serían los presentes? Generalmente se piensa que el tema de los Magos es mencionado tangencialmente en la Biblia y que no tiene una plataforma de historia ni continuidad. Esto, como podemos ver no es cierto: es entendible el miedo de las grandes religiones al pensar que en el análisis de las tradiciones y sucesos salga a la luz algo que pueda ser considerado como herético, obviamente, sin serlo. Y es que las grandes corrientes religiosas nacieron de hechos extraordinarios, catalogados en casi todas las oportunidades como magia; los ejemplos están en la historia. Basta sólo con recordar la cábala entre los hebreos, el sufismo y los islámicos, el hinduismo, reafirmado y seguido por el budismo y los libros y tradiciones ocultas del cristianismo primitivo, sus concilios secretos y la estructura religiosa inicial, absolutamente distinta a las frías normas actuales de inspiración exclusivamente mental y humana. Regresando al misterioso libro encargado a los Magos para entregar a Jesús, el “Libro de Set”, también llamado “Apocalipsis de Adán”, es un escrito que recoge las enseñanzas de Adán a su hijo Set. Dicho de forma que se entienda: es la civilización denominada “adámica” que pasa su sabiduría energética a sus pueblos derivados. El “Libro de Set” es un texto absolutamente oculto yextraño en su estructura, su filiación es mazdeísta. Resulta curioso que un libro hebreo que habla sobre Adán y su hijo sea rechazado por los cristianos, no obstante, en las tradiciones místicas se constituye en uno de los presentes del pesebre y, sin explicación alguna, habla de las encarnaciones de Zoroastro. ¿Creerían ellos que Jesús era una encarnación de Zoroastro? Esa puede ser una obvia interpretación, el error de leer los textos a letra muerta. ¿Por qué han interpretado esto? Porque justo en la sección central del “Libro de Set” encontramos algo que se denomina el “escrito de los sellos”, y en él se señala a las personas que en el futuro se encargarían de la custodia de fuego de Aura Mazda. En ese libro se encuentran los patriarcas que recibirán de labios a oídos los secretos del conocimiento sagrado de la alquimia. Los Magos no eran solamente tres, provenían de diversos sitios y eran varios. Eran originarios de Siria, Persia y Caldea, pero también llegaron desde India, Bactria, Babilonia, Grecia, Armenia y desde África, de la tierra de los dogones, también de Etiopía y de Egipto y, aunque su origen era distinto y lejano, los mazdeístas tendrían los mapas y los listados de todos los Reyes Magos y los respectivos presentes que deberían entregar al Señor Soshyans, es decir, a Jesús. ¿Por qué tanta relación entre los mazdeístas y el cristianismo primitivo, exactamente con la visita de los Magos? La razón es obvia: en el mazdeísmo existía la antigua creencia de que, después de doce jerarcas, Zoroastro encarnaría de nuevo en la tierra de Sem, cuando la constelación de Virgo primara en el medio cielo y la estrella guía llegara y anunciara a todos “por separado” el momento, y luego de que se encaminarán, la estrella brillaría en la tierra correspondiente a Palestina. Una luz extraterrestre ¿Qué era esa estrella? Un suceso cósmico de esas características es imposible, sin embargo, en dos mil años, muchos se han interesado por el asunto. Kepler, por ejemplo, a principios del siglo XVII, intentó explicar una súper conjunción de Júpiter, que luego sería corroborada en el siglo XX. Este fenómeno estelar, que en vedad ocurrió, no coincide con las particularidades de la estrella, tampoco es un cometa que apareció en la época del nacimiento de Jesús: un cometa simplemente describe un arco de observación en el Cielo, pero jamás tiene la maniobrabilidad de presentarse en varios sitios y luego desplazarse en un solo sentido hasta quedar en un punto fijo. Esto lo podemos leer claramente en el “Evangelio Apócrifo de la Infancia”, de origen armenio, es más, en él podemos ver que la estrella desaparecería convenientemente en momentos de peligro. Los evangelios, tanto el de la Infancia, como el Apocalipsis de Adán, estaban escritos en lengua semítica, pasaron luego a copto y se tradujeron después al griego, pero, ¿cómo saber que esos libros tan viejos eran auténticos? Todas las dudas se disolvieron cuando aparecieron en el año 1945 los libros de Nag Hammadi de indiscutible autenticidad, uno de ellos era precisamente el Apocalipsis de Adán. Por más que tratemos de dar interpretaciones a la estrella, siempre llegaremos a la conclusión del ovni; es la explicación que más concuerda con esta realidad. Algunos, inclusive, por miedo a tener que admitir la intervención de inteligencias extraterrestres, han asociado la estrella que aparece en varios libros apócrifos, con la columna de fuego que guió al pueblo elegido en el desierto, descrita en el Éxodo, comparación que no viene al caso, por su gran diferencia. El asunto de la estrella es por demás interesante, pero lo es más la relación que tienen los Magos en la educación de Jesús en sus años ocultos, y su concepto de unión de las grandes corrientes espirituales. La esencia de los Magos, en su visita a quien partiría en dos la historia de las civilizaciones, nos lleva inmediatamente a formular la pregunta: ¿los Magos visitaron al Niño, le entregaron los presentes y desaparecieron?, ¿no se contactaron de nuevo con la Sagrada Familia? Estamos tan acostumbrados a pensar en la historia fría y rígida que nos han contado durante años y años, que para nosotros es difícil imaginar algo diferente. Recordemos que tanto la Virgen María como san José provenían del linaje real del rey Salomón. La Virgen María tenía la educación exquisita que las familias hebreas destinaban para sus hijas, y san José era un sacerdote y patriarca, conocedor de la cultura mosaica. Los dos crecieron en medio de la mística sabiduría de la Cábala, sus almas alcanzaban un nivel de evolución muy alto en el momento de la llegada de Jesús. Algunos discuten, o aún se preguntan que, si eran descendientes de reyes, ¿era posible que fueran tan pobres? Hoy se sabe que cada figura del establo o pesebre es una alegoría, pero más allá de esto, ¿qué puede importar algo tan insignificante como la riqueza material para seres tan evolucionados como la Virgen, san José y Jesús? Al visitar al recién nacido, los Magos conocían de sobra su procedencia y la estatura espiritual de sus padres. Iniciaban en esa visita la entrega del registro espiritual destinado al Señor, ellos serían los encargados de presentar al Adorable Salvador del mundo las diversas corrientes evolutivas o los distintos caminos para llegar a la realización, incluido el camino oculto de la suma de las viejas enseñanzas estudiadas durante los últimos tres mil años por alquimistas de todas las latitudes. Esta es la Suma de Nuristán, el pueblo secreto de Afganistán que permaneció en las cavernas de las inmediaciones de Kabul, hasta el principio de la revolución rusa, hace casi cien años. Hoy viven en secreto entre India y Birmania (en la frontera), ellos también fueron emisarios de la época de Jesús, se contactaron con la Sagrada Familia para llevar las Tablas de los Puntos en Común y los Libros de las Equivalencias, también las Palmas del Destino de Jesús provenientes de Bangla Desh. En este punto se unen todas las tradiciones indoarias: drávidas, hindúes posteriores, iraníes y hebreos. Del pueblo de Zoroastro, toda la sabiduría de la alquimia de aura mazda, el conocimiento del tantra sagrado, puro, sin interpretaciones y sin sesgos. De Babilonia lo iniciaron en el camino de las tablas y medidas astrológicas, dejadas por civilizaciones extraterrestres hace miles de años en épocas de Marduk. De los mismos hebreos recibió las bases de la sabiduría de la magia blanca, que podemos leerlo en el apócrifo de la infancia, en su primigenio lenguaje armenio, de donde probablemente se deriva la tradición de la Adoración de los Reyes Magos o de la Epifanía. Aquí encontramos a Melkor, de donde viene Melchor, uno de los conocidos Reyes Magos, más exactamente en armenio Melkión o Melkisén, nombre que se deriva claramente de Melkisedek, el famoso rey- sacerdote de Shalém, que creó entre los antiguos hebreos una hermandad secreta en tiempos de Abraham, su escuela se dedicó a estudiar los secretos profundos de la Cábala y su coincidencia con los chakras y los mantras védicos. De esta escuela era Melkisén, Melkión o Melchor, como lo conocemos, quien fue el emisario de la magia hebrea. De los dogones recibió el conocimiento de los secretos de Sirio. De los egipcios, la sabiduría del desdoblamiento y de la muerte. De Grecia y Siria, las claves atlantes secretas de la mente. Coincidencias en los nacimientos Durante toda su vida oculta (desde la presentación en el templo hasta la aparición en las Bodas de Canaá), Jesús viajó a distintos sitios de Oriente, África, Asia Menor y sur de Europa, para registrar el akásico evolutivo de la Tierra. Él no tendría que aprender, sólo registrar esas ciencias del alma y de la iluminación, recorrer los espacios y la sabiduría del conocimiento milenario de la conciencia, las tierras de los Reyes Magos, las pautas de la evolución y del despertar; esa era la esencia y la clave de su misión. Los misterios que rodearon al nacimiento del Redentor se han repetido, no con los mismos hechos, pero sí con otros asombrosamente correspondientes