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La logoterapia de Viktor Frankl
JESÚS GARCÍA ROJO
Universidad Pontificia de Salamanca
Como consecuencia de un accidente laboral, un mecánico de 31
años hubo de ser ingresado en un hospital, donde, no sin dolor pero
como remedio último para evitar una gangrena, le amputaron las
cuatro extremidades. No mucho tiempo después de la intervención
quirúrgica, la persona encargada de prestarle apoyo psicológico
consiguió que, en lugar de que viviera pendiente sólo de sí mismo,
se preocupara de un joven que padecía parálisis de cuello para aba-
jo. Este, sólo en apariencia, sencillo ejercicio junto con la lectura del
libro titulado El hombre en busca de sentido, que había sido un
auténtico best-seller en EE. UU., marcó el comienzo de una nueva
etapa en la vida de quien antes del accidente se sentía completamen-
te vacío, y ahora, en cambio, comenzaba a comprender lo que sig-
nifica ser feliz. ¿Qué había sucedido para que se produjera un cam-
bio tan radical? En el fondo nada extraordinario, aunque sí muy
importante. La persona que había prestado apoyo psicológico a
nuestro mecánico, una alumna de Viktor Frankl en la Universidad
de San Diego (California), había sido capaz de activar uno de los
principios básicos de la logoterapia: la autotrascendencia. Según ese
principio, al hombre se le abren nuevos e insospechados horizontes
en la medida en que se trasciende a sí mismo. El suceso lo recoge
el propio Viktor Frankl, absolutamente convencido de que el hom-
bre necesita un logos o sentido para vivir 1. En las páginas que
1 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie, München, R. Piper
& Co. Verlag, 1981, 70-71. Mientras redactamos estas líneas, el corresponsal de
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 64 (2005), 279-312
280 JESÚS GARCÍA ROJO
siguen trataremos de ver de qué manera la logoterapia ayuda al
hombre a descubrir ese logos o sentido.
1. LA FALTA DE SENTIDO, ENFERMEDAD DE NUESTRO TIEMPO
1.1. Frustración existencial, un fenómeno en aumento
En varios pasajes de sus escritos Frankl recuerda lo que en cierta
ocasión dijo Otto Eichhorn, a saber: que cada época tiene su neuro-
sis y precisa de la correspondiente terapia 2. Si ahora se pregunta
cuál es la neurosis propia de nuestro tiempo, Frankl no duda en
contestar que el vacío o frustración existencial, que, además, puede
descubrirse como una forma de nihilismo, «ya que el nihilismo
puede definirse como la aseveración de que el ser carece de signi-
ficación» 3. Muy al contrario de lo que ocurría en tiempos de Freud
y Adler, la gente de nuestros días ya no es víctima (al menos no en
la misma medida) de la frustración sexual ni del complejo de infe-
rioridad. Lo que hoy, ante todo, hace sufrir a mucha gente es el
hecho de tener la sensación de que la vida carece de sentido 4.
ABC en Londres informa que la BBC2 ha comenzado a emitir un nuevo «reality
show», en el que cinco personas aceptan vivir durante cuarenta días en un
monasterio benedictino, participando en los rezos y trabajos de los monjes «para
hallar el sentido de la vida» (ABC 12/05/2005, 83). Acaso fuera interesante
comentar o ampliar la noticia, pero no es este el lugar. Tan sólo añadiremos que
entre los participantes había un productor de películas pornográficas, un ex
paramilitar del Ulster con años de prisión y un doctorando en budismo, y que la
abadía benedictina que ha colaborado en el programa lo ha hecho con el deseo
de poder transmitir a la audiencia «los altos valores de la vida».
2 Cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido. Conferencias escogidas sobre
logoterapia, Barcelona, Herder, 1988, 128; ID., El hombre en busca de sentido,
Barcelona, Herder, 19867, 124; ID., Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn.
Eine Auswahl aus dem Gesamtwerk, München, R. Piper & Co. Verlag, 1979,
141.
3 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 124.
4 Cf. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos. Conferencias
radiofónicas sobre terapéutica psíquica, Barcelona, Herder, 1983, 185-186;
ID., Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn..., 16, 184. A mediados del siglo
XX, Frankl caracterizó la sensación de falta de sentido como vacío existencial.
Desde entonces, el vacío existencial no ha cesado de ir en aumento (cf. V. E.
FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie..., 22ss.).
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 281
Frankl pudo comprobar que muchas de las personas que acudían
a su consulta no sólo se quejaban de tener la sensación de que su vida
carecía de sentido, sino, además, de estar vacías por dentro. Estaría-
mos ante una situación de vacío existencial, que poco a poco va mi-
nando a las personas 5. Lo curioso del caso es que muchas de estas
personas teniendo más que de sobra de qué vivir, no sabían para qué
vivir 6. Ciertamente, sin un para qué, esto es, sin una meta u objetivo
pronto se esfuma la ilusión y decaen las fuerzas. ¿Para qué seguir
caminando si el camino no lleva a ninguna parte? ¿Para qué se-
guir luchando por un mundo mejor si, de antemano, se desconfía de
conseguirlo? ¿Es que se puede apostar por algo sin la esperanza de
alcanzarlo? Dicho brevemente: ¿qué sentido puede tener la vida cuan-
do no se sabe para qué se vive? Pues bien, eso justamente es lo que,
según Viktor Frankl, les sucede a muchas personas: que no saben para
qué viven o que, sencillamente, piensan que la vida no tiene sentido.
Se trata de un fenómeno en proceso de expansión, difícil de contener,
que afecta especialmente a los jóvenes 7. Y, aunque su presencia es
más palpable en los países más desarrollados, lo cierto es que los
países menos desarrollados no han sido capaces de detenerlo, como
han demostrado Klitzke y Philbrick 8. De hecho, según Kratochvil,
5 Es lo que el psiquiatra francés Janet denomina «sentiment de vide», en-
tendido éste no sólo como sentimiento de vacío sino también como falta de
contenidos (cf. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 40).
6 Cf. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 188-189. Tras
afirmar que la sociedad industrial y de consumo frustra el deseo de sentido,
Frankl pronostica que la próxima generación ya no estará tan interesada en
profesiones que den mucho dinero, sino en profesiones que den sentido a la
vida (cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie..., 35ss.; ID., Die
Sinnfrage in der Psychotherapie, en: A. PAUS (Hrsg.), Suche nach Sinn – Suche
nach Gott, Graz, Styria, 1978, 318-319).
7 En una encuesta realizada entre los oyentes de V. Frankl resultó que el
40% conocía el vacío existencial. Esa cifra se duplicó cuando la encuesta se
hizo a americanos que estudiaban con Frankl. A la vista de esto, Edward D.
Eddy emprendió una investigación más amplia cuya conclusión fue que la
apatía «realmente constituye un estigma del estudiantado americano» (V. E.
FRANKL, La voluntad de sentido..., 137). Los trabajos de Diana D. Young y
Karol Marshal han confirmado que, efectivamente, la pérdida de sentido se
halla mucho más extendida entre los jóvenes que entre los adultos (cf. V. E.
FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie..., 27-28).
8 Cf. L. L. KLITZKE, Students in Emerging in Africa – Logotherapy in Tan-
zania, y J. L. PHILBRICK, A Cross – Cultural Study of Frankl»s Theory of
282 JESÚS GARCÍA ROJO
Vymetal y Kohler, el sentimiento de vacío o falta de sentido al que
venimos refiriéndonos ha atravesado las fronteras de los países, tanto
capitalistas como comunistas, sin previa presentación de visado 9.
Todo lo cual permite decir a Frankl que «el vacío existencial es un
fenómeno muy extendido en el siglo XX» 10.
De lo dicho, fácilmente se comprende que las dimensiones que
ha ido adquiriendo la frustración existencial son realmente preocu-
pantes. Se trata de una crisis de gran envergadura, contra la que,
en principio, nadie está inmunizado. Desde luego, no lo están, como
ya vimos, los jóvenes, presa relativamente fácil de la frustración
existencial; pero tampoco lo están otros grupos o colectivos. Así,
por ejemplo, entre los grupos de personas más expuestas a la frus-
tración existencial, Frankl menciona tres: el grupo delas personas
que han alcanzado la jubilación, el grupo de las personas que están
en el paro y, finalmente, el grupo que forman los que los fines de
semana interrumpen las actividades que desarrollan los días labora-
bles. En los tres casos, la falta de ocupación puede generar un sen-
timiento de soledad y vacío. Ya lo decía Pascal: no tener una tarea,
resulta insoportable. Tan insoportable que «la inactividad es como
una enfermedad crónica»11. Para hacer frente a esa enfermedad,
Frankl propone una terapia que se basa en la lectura de un libro. Es
el valor terapéutico del libro: despertar en el lector el deseo de
sentido 12.
Meaning-in-Life (ambos trabajos aparecen citados varias veces por Viktor
Frankl en sus libros).
9 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 23; ID., Der
Mensch vor der Frage nach dem Sinn…, 16; ID., La psicoterapia al alcance de
todos…, 186; ID., Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la
psicoterapia, Barcelona, Herder, 19875, 85.
10 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 105. Un poco más
adelante manifiesta que una encuesta entre pacientes del Hospital Policlínico
de Viena «reveló que el 55% de las personas encuestadas acusaban un mayor
o menor grado de vacío existencial» (ibid., 106).
11 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos…, 57. Según Frankl,
está demostrado que los animales amaestrados que trabajan en los circos, por
regla general, sobreviven a los de su misma especie que permanecen inactivos
en los zoológicos.
12 Cf. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance todos…, 180-190; ID., Der
Mensch vor der Frage nach dem Sinn..., 11-19.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 283
En su día, Schopenhauer advirtió que la humanidad oscila entre
la miseria y el aburrimiento. Aplicado a la sociedad industrializada,
cabe decir que, en términos generales, ha acertado a resolver el
problema de la miseria, pero no el del aburrimiento. De hecho, el
hombre de dicha sociedad se aburre soberanamente sin saber muy
bien qué hacer con el tiempo libre. En algunos casos intentará salir
de esa situación entregándose al ritmo vertiginoso de la vida moder-
na, yendo de acá para allá, pero sin rumbo fijo ni deseo de tenerlo.
Como dijera Goethe, da la impresión que el hombre ya no sabe de
dónde viene ni tampoco adónde va. Sin puntos referenciales en los
que encuadrar su vida, se limita a ir a toda prisa de un sitio para
otro. En otros casos, el hombre adopta una actitud pasiva resignán-
dose a ver pasar los acontecimientos, pero sin querer implicarse en
ellos. Esta especie de abulia o apatía existencial es tan perjudicial
que puede llevar al sujeto al borde del abismo. ¿Cómo podría seguir
viviendo quien ya no tiene ilusión o interés por nada, sino que todo
le da absolutamente igual? La apatía puede actuar como una especie
de caparazón frente a los golpes del destino, pero, así mismo, puede
significar una especie de muerte emocional que acaba hundiendo al
individuo en la ruina. Y, según cuenta Frankl, eso es lo que ocurría
en el campo de concentración cuando el prisionero se negaba a
vestirse, a lavarse, a salir del barracón... «Sencillamente se entrega-
ba. Y allí se quedaba tendido sobre sus propios excrementos sin
importarle nada» 13.
1.2. Causas y consecuencias de la frustración existencial
Si, como hemos visto, la falta de sentido o frustración existen-
cial es la enfermedad de nuestro tiempo, ¿cuáles son sus causas y
cuáles sus consecuencias? Comenzando por las últimas, es incues-
tionable que la frustración existencial puede conducir a la muerte, y,
de hecho, conduce. Sin duda alguna, una de las razones más fre-
cuentes por la que las personas deciden poner fin a su vida es por-
que piensan que la existencia se ha vuelto un peso insoportable.
13 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 77.
284 JESÚS GARCÍA ROJO
Ante una situación complicada, o muy complicada, a la que no se ve
salida, se opta por el suicidio. Frankl refiere que la gran tentación
a la que tenían que hacer frente los prisioneros en el campo de
concentración era la de lanzarse contra la alambrada. Tocar la cerca
electrificada era el método más popular de suicidio 14. Pero, el sui-
cidio nunca es una solución. El suicida se parece mucho al jugador
de ajedrez que, obligado a enfrentarse a un problema difícil, derriba
las figuras sobre el tablero. Está claro, comenta Frankl, que «con
ello no resuelve el problema que tiene delante. Tampoco en la vida
se resuelve ningún problema echando la vida por la borda» 15.
En su tiempo, A. Camus manifestó que el suicidio era el proble-
ma filosófico más importante 16. Se podrá estar o no de acuerdo con
esa opinión. En todo caso, en una encuesta realizada entre estudian-
tes, el suicidio seguía siendo el tema que ocupaba el primer lugar,
por delante de las cuestiones sexuales y del consumo de drogas 17. A
la vista de esto, ¿cómo se explica que el suicidio fuera tan poco
frecuente en los campos de concentración y, en cambio, abunde
tanto en países tan prósperos como Suecia y Austria? 18. Según V.
Frankl existe un nexo estrecho entre suicidio y pérdida del sentido
de la vida. Esto significa que, mientras el hombre es capaz de per-
14 Cfr. V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido…, 27-29.
15 V. E. FRANKL, Psicoanálisis y existencialismo. De la psicoterapia a la
logoterapia, México, Fondo de Cultura Económica, 1987, 96. Al quitarse la
vida, el suicida no respeta las reglas del juego. Esas reglas no nos piden que
triunfemos, sino que no nos rindamos (cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der
Psychoterapie..., 95-96).
16 Cf. A. CAMUS, El mito de Sísifo, Madrid, Alianza Editorial, 19853, 15-23.
17 Según Frankl, el suicidio es «un no a la pregunta por el sentido» (V. E.
FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 22).
18 Cf. V. E. FRANKL., La idea psicológica del hombre, Madrid, Rialp, 1984,
204-205. Uno de los países con mayor índice de suicidios es Japón, con una
media algo superior a 30.000 suicidas por año desde 1998. Según noticias de
la prensa, en el mes de noviembre de 2004, 17 jóvenes japoneses se quitaron
la vida, previo pacto mortal por internet. A la hora de buscar una explicación
a estos sucesos, a uno le viene a la mente lo que los jóvenes japoneses mani-
festaron al Papa Juan Pablo II en el encuentro que mantuvieron con él en
Budokan el año 1981. Al referirse a los suicidios de los estudiantes, uno de
ellos dijo que «revelan el vacío existente en el corazón de los chicos japone-
ses». Otro dijo que «nos encontramos sin verdaderos amigos y nos aburrimos
con todo el dinero y el tiempo a nuestra disposición» (Ecclesia 2022 [1981]
333).
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 285
cibir que su vida tiene sentido, hará lo posible y hasta lo imposible
por salir adelante. No sucederá lo mismo cuando entienda o sospe-
che que su vida ya no tiene sentido. No es extraño que entonces se
tome la vida un poco o un mucho a la ligera y que, cuando arrecien
las dificultades, opte por «dar una patada a todo» 19.
Además del suicidio, otros comportamientos humanos que, se-
gún V. Frankl, tienen relación con la frustración existencial son:
el alcoholismo, el consumo de drogas, la delincuencia, la agresi-
vidad y el desenfoque de la sexualidad 20. Sin poder detenernos a
examinar cada uno de esos comportamientos, digamos solamente
que en la base de todos ellos subyace una sensación, más o menos
manifiesta o encubierta, de frustración existencial. Tal sensación
marca profundamente a las personas, empujándolas a comportarse
de esa manera.
Si el psicoanálisis interpretó la agresión como predominio del
instinto de muerte, Frankl, por el contrario, sostiene que, en un
elevado porcentaje de casos, el desencadenante último de la agre-
sión es la frustración existencial. Aquí está la clave del comporta-
miento agresivo y de otros comportamientos o reacciones humanas
difíciles de explicar en sí mismas. Más todavía; según V. Frankl, es
en el vacío o frustración existencial donde la libido sexual encuentra
su mejor caldo de cultivo. Allí arraiga y allí sedesarrolla exuberan-
temente. Tan exuberantemente que hace del deseo de placer princi-
pio básico de la vida humana. Ahora bien, según V. Frankl, lo pri-
mario no es el deseo de placer ni de poder, sino el deseo de sentido.
Y sólo cuando éste desaparece, hacen acto de presencia aquéllos.
¿No es sintomático que Freud y Adler hicieran sus investigaciones
con personas frustradas? Lo es, ciertamente. Y por eso «no pudieron
apreciar la orientación primaria del hombre hacia un sentido» 21.
19 Contra una opinión bastante extendida que relaciona el suicidio o intento
de suicidio con el estrés y la sobrecarga de trabajo, Frankl insiste en que la
razón última de muchos suicidios es la pérdida del sentido de la vida (cf. V.
E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie..., 31-32).
20 Cf. V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn…, 148-153;
ID., Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 28ss.; ID., Theorie und Therapie
der Neurosen. Einführung in Logotherapie und Existenzanalyse, München –
Basel, Ernst Reinhardt Verlag, 19835, 11-14.
21 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 16.
286 JESÚS GARCÍA ROJO
Vistas las consecuencias de la frustración existencial, veamos
ahora, brevemente, cuáles son sus causas. ¿Por qué cada vez más
personas tienen la sensación de que sus vidas carecen de sentido? A
esto Frankl responde diciendo que, a diferencia del animal, ningún
instinto indica al hombre lo que tiene que hacer, y, a diferencia de
lo que sucedía en el pasado, ninguna tradición señala al hombre lo
que debe hacer. Con lo cual no es extraño que, desorientado y sin
saber a qué atenerse, acabe por arrojarse bien en brazos del confor-
mismo, limitándose a hacer lo que otros hacen, o bien en brazos del
totalitarismo, limitándose a hacer lo que otros quieren 22. En ambos
casos el hombre renuncia al uso de su libertad y responsabilidad, lo
que a la larga termina siendo frustrante.
También es frustrante encerrar al hombre en una única faceta o
dimensión de su compleja realidad. Y, por desgracia, eso es lo que
ocurre siempre que se reduce al ser humano a un simple producto de
la herencia, de factores socioambientales o de cualquier otro tipo,
como hacen el biologismo, el psicologismo y el sociologismo. Ha-
blar del hombre como si fuera «nada más que» esto o aquello denota
una visión parcial e incompleta del mismo que, según V. Frankl,
pronto termina por cosificarlo y despersonalizarlo. No negaremos
que, efectivamente, el hombre se halla expuesto al influjo de múl-
tiples factores, pero no hasta el punto que deba ser considerado
exclusivamente como producto de ellos. Y, sin embargo, en deter-
minados ambientes se ha ido imponiendo un reduccionismo que
condena al hombre a vivir como si fuera «nada más que» 23. Tal
reduccionismo, que es una nueva versión del nihilismo, deviene un
subhumanismo u homunculismo, por cuanto, al no reconocer lo que
de verdaderamente humano hay en el hombre, lo convierte en un
homúnculo 24.
22 Cf. V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido…, 135; ID., Die Sin-
nfrage in der Psychotherapie..., 23-24; ID., La psicoterapia al alcance de to-
dos…, 18.
23 Cf. V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn…, 60-62;
ID., La voluntad de sentido…, 18-19; ID., Die Sinnfrage in der Psychothera-
pie..., 51-58; ID., La psicoterapia al alcance de todos..., 19-20.
24 Homúnculo (del latín homunculus = hombre pequeño) habría sido utili-
zado por primera vez por el alquimista Paracelso (1493-1541), quien afirmó
haber creado un falso ser humano al que se refería con el nombre de homún-
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 287
Así pues, junto a la ausencia de un instinto y de una tradición,
en el origen de la crisis de sentido que atraviesa la sociedad actual
hay una determinada comprensión del hombre: la que lo contempla
como un ser tan determinado sociológica, biológica o psicológica-
mente que apenas deja lugar para el ejercicio de la libertad y de la
responsabilidad. Frente a esto, Frankl insiste en que es preciso invi-
tar a las personas a que asuman su responsabilidad. Si dice esto es
porque ha observado que en no pocas ocasiones los pacientes tenían
miedo a la responsabilidad. Y lo que les infundía ese miedo era la
creencia supersticiosa en el poder del destino, del medio ambiente
o de los propios estados anímicos. Es la creencia en el fatalismo
como componente fundamental de una visión reduccionista y deter-
minista del hombre 25.
1.3. Educar para la responsabilidad y neurosis noógenas
Ante la actual situación de frustración existencial, Frankl consi-
dera que se hace muy necesaria la tarea de una educación que se pre-
ocupe no sólo de incrementar el bagaje intelectual del hombre, sino
también de afinar su conciencia, de modo que sea capaz de descubrir
el sentido de la vida en cada situación, haciéndose fuerte tanto frente
al conformismo y el totalitarismo como frente al reduccionismo y
determinismo fatalista. Lo uno y lo otro lo conseguirá una conciencia
despierta educada para la responsabilidad en la libertad 26.
Aunque la frustración existencial no es una neurosis en sentido
estricto, llegado el caso puede resolverse en neurosis. Se trata de
culo. Posteriormente, otros autores, Goethe entre ellos, utilizan el término para
referirse a humanoides, artificialmente creados. «El homúnculo —escribe Teo-
dora Zamudio— era un hombrecillo artificial que se suponía se podría fabricar
para uso personal» (cf. http://www.biotech.tioetica.org/ap50.htm).
25 En opinión de Frankl, el fatalismo es «la enfermedad espiritual de nues-
tro tiempo» (V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 45).
26 «Vivimos en una época en la que está muy extendida la sensación de
falta de sentido. En nuestro tiempo, la educación tiene que preocuparse no sólo
de proporcionar unos conocimientos, sino por afinar la conciencia, de forma
que el hombre tenga un oído suficientemente fino como para escuchar la exi-
gencia latente en cada situación» (V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de
todos..., 23).
288 JESÚS GARCÍA ROJO
neurosis que tienen su origen en lo noológico de la existencia huma-
na, de ahí que se las conozca con el nombre de neurosis noógenas.
Según V. Frankl, «las neurosis noógenas no nacen de conflictos
entre impulsos e instintos, sino más bien de conflictos morales o
espirituales» 27. Quien padece una neurosis noógena puede encon-
trarse en una situación de angustia espiritual, más o menos intensa,
pero no puede decirse que sea víctima de una enfermedad mental.
Son conflictos de conciencia, ocasionados por una profunda sensa-
ción de falta de sentido 28. Estas nuevas neurosis, continúa diciendo,
«constituyen un nuevo síndrome que se sale del marco de la psiquia-
tría tradicional desde el punto de vista no sólo diagnóstico, sino
también terapéutico» 29. Quiere esto decir que se hace necesario pen-
sar en nuevas técnicas o métodos de trabajo que aborden de forma
satisfactoria las neurosis noógenas. Pues bien, esa técnica o método
nuevo es lo que V. Frankl llama logoterapia.
2. DE LA PSICOTERAPIA A LA LOGOTERAPIA
Entre los autores que, inicialmente, más influyeron en Viktor
Frankl hay que señalar a Freud y a Adler, hacia los que sintió una
gran simpatía. Pero no tardaría en romper con ellos, a causa de su
impronta reduccionista. Frankl no podía soportar de ninguna manera
que se redujera el hombre a un manojo de impulsos o que se con-
siderara al paciente como una máquina averiada, necesitada de repa-
ración. Por eso, después de haber trabajado con los dos grandes
maestros de la psicología de su tiempo, que eran Freud y Adler, se
aparta de ellos para poner en marcha lo que se conoce como tercera
escuela vienesa de psicología.
27 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 101.
28 Cf. V. E. FRANKL, Ante el vacío existencial…, 81. No cualquier conflicto
ha de ser catalogado como fenómeno patológico. Y desde luego, «la frustración
existencial no es en sí misma ni patológica ni patógena» (V. E. FRANKL, El
hombre en busca de sentido..., 103. Cf. ID., Die Sinnfrage in der Psychothera-pie…, 24-25).
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 289
2.1. Más allá del psicoanálisis y del existencialismo
Sin dejar de reconocer sus muchos méritos al psicoanálisis, de
él dice Frankl que era hijo de un tiempo marcado por el natura-
lismo. Esto explica que contemple al hombre como un ser natural,
sin tener en cuenta para nada su carácter o dimensión espiritual.
Es innegable que el hombre tiene impulsos; pero, definir al hom-
bre sólo a partir de los impulsos, denota una visión muy parcial
del hombre. Creer que el hombre es un ser impulsado por fuerzas
ajenas a él, movido únicamente por el deseo de placer, termina por
destruir a la persona. Por eso, más allá del psicoanálisis freudiano,
la psicoterapia ya no se ocupa tanto de la insatisfacción sexual
cuanto, sobre todo, del vacío existencial, convencida de que lo que
caracteriza al hombre en su raíz más profunda no es el deseo de
placer o de poder, sino la búsqueda de sentido. Esto es algo que
Frankl ha tenido ocasión de verificar no ya sólo en su consultorio,
sino también en situaciones límite, tales como bombardeos de
guerra o estancia en campos de concentración: lo que al hombre
le hace capaz de soportar lo peor y de realizar lo imposible es «el
tener un deseo de sentido, y el convencimiento de que el hombre
es responsable de encontrar ese sentido a su vida» 30. Estamos ante
una nueva imagen del hombre como ser responsable, y no simple-
mente como ser impulsado.
Esta nueva imagen del hombre se corresponde con una nueva
psicoterapia, una psiquiatría rehumanizada que, lejos de considerar
al paciente como una máquina y al médico como un técnico, reafir-
ma la dignidad humana de todo hombre, incluso del enfermo incu-
rable. «Tal —escribe V. Frankl— es mi credo psiquiátrico. Y pienso
29 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 18-19. Investigacio-
nes llevadas a cabo por distintos autores coinciden en señalar que, aproxima-
damente, un 20% de las neurosis son neurosis noógenas (cf. V. E. FRANKL, Der
Mensch vor der Frage nach dem Sinn..., 143; ID., La voluntad de sentido...,
175-176).
30 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 37. Nietzsche había
dicho una frase que Frankl repite más de una vez: «quien tiene un porqué para
vivir puede soportar casi cualquier cómo» (V. E. FRANKL, , El hombre en busca
de sentido..., 104; ID., La psicoterapia al alcance de todos..., 36; ID., Psicoa-
nálisis y existencialismo..., 97).
290 JESÚS GARCÍA ROJO
que sin él no vale la pena ser psiquiatra» 31. Importante confesión de
quien, por encima de todo, ve en el paciente a un hombre y, así
mismo, desea que el médico se comporte como un hombre. Parece
que esto es algo obvio y normal. Sin embargo, ¡con cuánta frecuen-
cia las relaciones del médico con sus pacientes adolecen de huma-
nidad! Por eso, precisamente, se hace necesario recordar que en
cualquiera de las situaciones en que pueda encontrarse, el paciente
sigue siendo un hombre con una personalidad espiritual. No siempre
será fácil aceptar esto, o sea, creer en el hombre y actuar en conse-
cuencia. En todo caso, una fe inconmovible en la personalidad es-
piritual del enfermo forma parte también del credo psiquiátrico de
Frankl 32.
Con mejor o peor fortuna, la psicología ha buscado el origen de
los conflictos neuróticos en la infancia. Sin negar que en algún caso,
o en bastantes, pueda ser así, Frankl opina que no basta con mirar
hacia atrás; hay que mirar también hacia adelante, estimulando al
hombre en la realización de una tarea concreta y personal. Pues
bien, eso es lo que intenta la logoterapia, que es menos un método
retrospectivo y mucho más un método prospectivo. Conocida tam-
bién como «tercera escuela vienesa de psicología», la logoterapia
intenta ayudar al paciente a descubrir el logos oculto en la vida.
Como explica el propio Frankl, «logos» es una palabra griega que
significa «sentido», «significado», «propósito». De acuerdo con esto,
la logoterapia se centra en la búsqueda de sentido, considerando,
además, que dicha búsqueda constituye una motivación primaria,
anterior, por tanto, al principio de placer, a la voluntad de poder y
a cualesquiera otra motivación que pueda presentarse.
Desde el principio se nos advierte que no se trata de inventar el
sentido, sino de descubrirlo. La pregunta es cómo ayuda la logote-
rapia al hombre a descubrir el sentido de su vida. Y la respuesta es:
haciéndolo consciente del logos oculto de su existencia. Debido al
método analítico que utiliza se parece al psicoanálisis, pero difiere
31 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 127..
32 Cf. V. E. FRANKL., Ante el vacío existencial…, 125. Como veremos, la
logoterapia no sólo enseña que el hombre se halla atravesado por una voluntad
de sentido, sino, además, que en ningún caso la enfermedad despoja al hombre
de su dignidad (cf. V. E. FRANKL, Theorie und Therapie der Neurosen..., 64).
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 291
de él «en cuanto considera al hombre como un ser cuyo principal
interés consiste en cumplir un sentido» 33.
Buscar el sentido y cumplirlo, he ahí la tarea a la que la logo-
terapia invita al hombre. Ese sentido, buscado y cumplido, no tiene
por qué ser algo abstracto, sino algo muy concreto: algo que cambia
(o puede cambiar) de persona a persona, incluso de día a día, ya que
siempre tiene que ver con la misión que cada cual está llamado a
llevar a cabo en el momento preciso. A la gente habría que incul-
carle que no se trata tanto de esperar algo de la vida, sino de ver si
la vida espera algo de nosotros. A este respecto, la logoterapia opera
un giro radical al señalar que no se trata tanto de preguntar a la vida
cuál es su sentido, sino de saberse preguntado por la vida en cada
momento. En sí misma la vida es una pregunta. Y a esta pregunta
sólo se responde con la propia vida, esto es, siendo responsable. «De
modo que la logoterapia considera que la esencia íntima de la exis-
tencia humana está en su capacidad de ser responsable» 34. Quiere
esto decir que del hombre depende que su vida tenga o no sentido.
A él toca descubrirlo. Y lo descubrirá si actúa y vive responsable-
mente. Por eso, la logoterapia —que no ha de confundirse con nin-
gún tipo de moral o cosa parecida— «intenta hacer al paciente ple-
namente consciente de sus propias responsabilidades» 35. De este
modo, logos y existencia se hallan mutuamente referidos. Es en la
existencia donde hay que empeñarse en la búsqueda de un logos; y
es esa búsqueda lo que libera a la existencia de caer en el vacío o
en el sinsentido. El existencialismo exaltó al máximo la libertad,
pero sin saber para qué. Su error consistió en haber relegado la
responsabilidad a un segundo plano o incluso al silencio, olvidando
que el hombre es responsable de la realización de un sentido.
Alejándose del punto de vista del existencialismo, como antes se
alejó del punto de vista del psicoanálisis, la logoterapia considera
33 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 103.
34 Ibid., 108.
35 Ibid., 108. Cuenta Frankl que mientras en el tratamiento psicoanalítico el
paciente, tumbado en un diván dice cosas que a veces son muy desagradables,
en el tratamiento logoterapéutico, el paciente, sentado, tiene que escuchar cosas
que pueden ser muy comprometedoras. Una de ellas es que es un ser respon-
sable (cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido..., 225-226; ID., El hombre en
busca de sentido..., 97).
292 JESÚS GARCÍA ROJO
que el fin primordial del hombre consiste, no en la mera satisfacción
de los instintos ni tampoco en la orientación puramente subjetiva de
la existencia, sino en la realización de un sentido. Si tal sentido
puede ser realizado, es porque la vida tiene sentido. Éste es el fun-
damento o presupuesto básico de la logoterapia: que la vida tiene
sentido siempre y que al hombre corresponde buscarlo y encontrar-
lo. Es posible que en algunas ocasiones el sentido no esté tan a la
vista. Pero su ocultamiento y ausencia aparente no pueden ser inter-
pretados sino como estímulo para seguir buscando. Por más escon-
didoque se halle, siempre puede ser encontrado. No existe situación
alguna que no ofrezca una posibilidad de sentido, como no existe
persona alguna a la que la vida no le tenga preparada alguna misión
que cumplir 36. Siempre y en todas partes es posible encontrar sen-
tido a la vida. Pero no se piense que se trata de una opinión parti-
cular de Viktor Frankl. Trabajos de investigación llevados a cabo
por distintos autores han puesto de manifiesto que siempre es posi-
ble encontrar sentido a la vida, y que éste no depende del sexo ni
de la edad, del grado de formación ni de la estructura del carácter,
ni siquiera de la religión, aunque es preciso reconocer que el que
cree en Dios se halla en una situación más ventajosa que el que no
cree. De todos modos, sería incorrecto interpretar la fe en Dios
como receta fácil contra la crisis de sentido 37.
2.2. Voluntad de sentido
Ya hemos dicho que para la logoterapia, logos equivale a senti-
do. El sentido es aquello hacia lo que apunta la existencia humana.
Si se mira despacio se podrá comprobar que, en su existir, el hombre
no va tras los placeres, ni siquiera tras la realización de sí mismo,
sino tras un sentido que llene su vida. Por eso, justamente, la logo-
terapia habla de voluntad de sentido. Aunque no lo sepa, el hombre
36 Cuanto mejor comprenda el hombre el carácter de misión que tiene la
vida, tanto mayor sentido tendrá la vida para él (cf. V. E. FRANKL, Psicoanálisis
y existencialismo..., 97-104)
37 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 63-64; ID., La
presencia ignorada de Dios…, 96-97.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 293
se halla orientado a un sentido. Y siempre que se pregunta por el
sentido del ser, nos encontramos ya con el ser del sentido. Éste (el
sentido) es como un muro ante el que no es posible volver atrás, sino
que, más bien, hay que aceptarlo incondicionalmente. Con el sentido
sucede como con el espacio y con el tiempo: que es una categoría
trascendental. Y, así como es absurdo imaginar la vida humana al
margen de las categorías de espacio y tiempo, lo mismo hay que
decir con relación al sentido. De hecho, desde que el hombre comien-
za a respirar se halla orientado a un sentido. A todo trance quiere un
sentido para su vida. Esto es la base de lo que Frankl denomina «vo-
luntad de sentido». Incluso el que se quita la vida «cree» en un sen-
tido en la postvida, si no fuera así ni siquiera movería un dedo. Pero
no; a la esencia del hombre es propio creer en un sentido trascenden-
tal, como es propio vivir con esperanza. No hay nada que nos ayude
tanto a sobrevivir como creer que la vida tiene sentido. Esto pudo
comprobarlo Frankl en el campo de concentración, y lo comproba-
ron después también otros psicólogos con prisioneros japoneses,
coreanos y vietnamitas: los mejor preparados para sobrevivir eran
aquellos que estaban orientados hacia algo o alguien 38.
Tal vez alguien podría reprochar a V. Frankl que con su teoría
sobre la voluntad de sentido ha colocado al hombre en un pedestal
demasiado elevado, exigiéndole más de la cuenta. Ante este repro-
che u objeción, Frankl cuenta lo que le enseñó su profesor de avia-
ción: si, cuando sopla el viento del norte, quiero ir hacia el este,
entonces seré arrastrado hacia el sureste. Ahora bien, si dirijo mi
máquina hacia el noreste, entonces aterrizaré en el este, es decir,
donde quería. Es una manera de decir que si tomamos a las personas
tal y como son las haremos peores; en cambio, si las tomamos como
deberían ser, entonces conseguiremos que sean lo que tienen que
ser. Con todo esto lo que se quiere decir es que no es lícito despa-
char la voluntad de sentido como si de un simple buen deseo se
tratara. Diferentes trabajos han demostrado que se trata, más bien,
de una profecía empíricamente verificada y validada. Así, por ejem-
plo, la «American Council on Educacion» de la Universidad de
California concluyó que de un total de 189.733 estudiantes de 360
38 Cf. Ibid., 44.
294 JESÚS GARCÍA ROJO
universidades el 73,7% consideró como lo más importante de todo
el desarrollo de una filosofía que se ocupe del sentido de la vida.
Resultados muy parecidos arrojaba una investigación publicada por
el «National Institute of Mental Health»: el 78% de un total de 7948
estudiantes por encima de todo querían encontrar sentido a sus vi-
das 39. El resultado al que ha llegado Elisabeth S. Lukas en sus
investigaciones, y que sirve para validar la logoterapia, es el si-
guiente: «Si desciende la orientación al sentido en el hombre, des-
mejora su psicohigiene general y aumenta la cantidad de efectos de
frustración; si mejora su orientación al sentido también aumenta su
capacidad de desarrollar una actitud positiva hacia toda situación de
éxito en la vida» 40.
Una vez más se pone de manifiesto que la voluntad de sentido
no es sólo y simplemente un buen deseo, sino que es lo que el
hombre desea por encima de todo. No hay que esperar, pues, a que
lo que llamamos necesidades básicas estén cubiertas para que la
voluntad de sentido haga acto de presencia. Se podría decir que la
voluntad de sentido va siempre por delante, con lo cual queda cues-
tionado el esquema diseñado por A. Maslow sobre necesidades pri-
marias y necesidades secundarias, como queda cuestionado el cono-
cido axioma primum vivere, deinde philosophari, a no ser que lo de
vivir se entienda también como buscar un sentido a la vida. Tampo-
co aquí está sólo V. Frankl. Algunos autores que piensan como él
y que, incluso, han verificado esa independencia y primacía de la
voluntad de sentido con relación a cualquier tipo de necesidades
son: Kratochvil, Lukas, Maholic y Planova 41.
El deseo de sentido que, como decimos, es lo primario, es lo que
sostiene al hombre y lo que en cada momento le empuja a vivir.
Cuando ese deseo falla, el hombre buscará compensaciones que lle-
nen ese vacío. Con relación al deseo de placer, Frankl comenta: «el
deseo de placer aparece cuando el hombre ve fracasado su deseo de
sentido; empieza entonces a depender del principio del placer en el
sentido del psicoanálisis» 42.
39 Cf. Ibid., 43.
40 V. E. FRANKL, La voluntad de sentido…, 273.
41 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 45.
42 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 96-97.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 295
Frankl dice que el sentido no se inventa ni se regala a nadie,
sino que tiene que ser buscado y encontrado por cada uno. Nadie,
absolutamente nadie, está eximido de esta tarea. Todos han de bus-
car el sentido, y su hallazgo o consecución nada tiene que ver con
una percepción o sensación meramente subjetiva. Eso es lo que les
sucede a quienes se adentran en los países artificiales de la droga o
a quienes se refugian en el teatro del absurdo. La vida —arguye
Frankl— no es una lámina de Rorschach a la que se otorga sentido
de forma subjetiva 43.
Como quiera que se formule, la cuestión del sentido debe ser
considerada como un problema verdaderamente humano. Atreverse
a formularla es señal de humanidad. Nunca debe ser interpretada
como algo enfermizo o anormal en el hombre, todo lo contrario: «es
la verdadera expresión del ser humano de por sí, de lo que hay de
verdaderamente humano, de más humano, en el hombre» 44. A él, y
solamente a él, está reservado orientar su existencia, al tomar con-
ciencia del carácter problemático de la misma. Aquí tenemos un
criterio determinante en lo que es la esencial distinción entre el
hombre y el animal
2.3. Distintas maneras de hallar sentido
Entonces, ¿cómo o de qué manera se puede buscar y encontrar
el sentido? A esta pregunta Frankl contesta diciendo que hay tres
modos o maneras básicas de encontrar sentido a la vida. Se puede
encontrar sentido a la vida, en primer lugar, creando una obra. Y
aquí entran todos aquellos que, de diversas formas, han desarrollado
su capacidad creadora en los múltiples campos de la actividad hu-
mana. Pero, evidentemente, no todos se sienten llamados a «crear
43 Cf. Ibid., 21-22.
44 V. E. FRANKL, Psicoanálisis y existencialismo..., 60.«Lo que menos puede
hacer la psicoterapia es permitirse el lujo de ignorar la voluntad de sentido, en
el sentido de afirmar, siguiendo los dictados de una psicología que se designa
a sí misma como desenmascadora, que la voluntad de sentido no es un factor
originario, sino una simple máscara» (V. E. FRANKL, Ante el vacío existencial...,
122).
296 JESÚS GARCÍA ROJO
algo». Por otra parte, están todos aquellos que ni siquiera pueden:
son las personas que, por razón de edad, enfermedad o cualquier
otro motivo, se sienten incapaces de hacer o crear algo. Esto, sin
embargo, no significa que sus vidas carezcan de sentido. A estos
tales siempre les queda la posibilidad de encontrar sentido a sus
vidas por la vía de las relaciones interhumanas, esto es, a través de
los valores vivenciales. El encuentro con los demás, susceptible de
transformarse en amistad profunda y vida de familia, puede ser
—y de hecho lo es— un medio estupendo, por otro lado muy nor-
mal, para hallar sentido a la vida. Pero, ¿qué decir de aquellas per-
sonas que son incapaces de cultivar los valores creadores y los
valores vivenciales? Es decir, ¿qué decir de tantas personas margi-
nadas u oprimidas, enfermas o desesperadas? Lo primero de todo es
que no hay que excluir a nadie de la posibilidad de encontrar sen-
tido. Y lo segundo es que incluso en las situaciones más trágicas y
dolorosas siempre queda la posibilidad de transformar ese dolor y
esa tragedia, mediante los valores de actitud. «Lo que importa es la
actitud que el hombre adopte ante un destino irremisible» 45.
Nunca faltarán quienes muestren sus reservas a lo que acaba de
decirse, o sea, a las tres maneras posibles de encontrar sentido.
Consciente de ello, Frankl rearguye diciendo que lo que acaba de
exponer (y que es una tesis fundamental de la logoterapia) no es una
mera suposición, sino que, muy al contrario, se basa en distintos
trabajos de investigación llevados a cabo por él y por otros 46. Pero
es que, incluso, basta observar al hombre de la calle: sin palabras,
él nos enseña que cada nueva situación que se presenta es, a la vez,
don y tarea. Es don, en cuanto que lo dado es algo que no depende
de él; pero es también tarea por cuanto que reclama de él su entrega
y colaboración. Así, es decir colaborando con cada una de las situa-
ciones dadas, hasta —llegado el caso— transformarlas, es como el
hombre da sentido a su vida. Con esto, el hombre de la calle vendría
a demostrar que no sólo es posible buscar sentido a la vida, sino
que, incluso, es posible encontrarlo en todas y cada una de las situa-
ciones, por más difíciles y extrañas que parezcan. Esto lo sabe el
45 Ibid., 89. Cf. ID., Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 90-94.
46 V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn..., 47.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 297
hombre de la calle por una especie de conocimiento primordial que
tiene de sí, que le lleva a comprenderse a sí mismo como quien
continuamente se halla confrontado a situaciones que reclaman de él
una respuesta. Y, desde la sabiduría que brota del corazón, él hará
todo lo posible por dar esa respuesta. Posteriormente, la fenomeno-
logía traducirá en lenguaje científico esta vivencia del hombre de la
calle. «La logoterapia a su vez retraduce este conocimiento elabora-
do por la fenomenología sobre las posibilidades de encontrar un
sentido a la vida, volviéndolo a expresar en el lenguaje del hombre
sencillo, para precisamente ponerle en condiciones de encontrar por
sí mismo ese sentido de su vida» 47.
Ya se ha dicho que el sentido de la vida no es nada abstracto,
sino muy concreto: es la misión que cada cual tiene que asumir en
cada momento. Asumir o cumplir responsablemente esa misión es
garantía de una vida con sentido. Por eso, quien se desentiende de
su misión o se limitare a vivir de cualquier manera, se expone a
llevar una vida sin sentido. Y eso es lo que, por desgracia, le pasa
a mucha gente de nuestros días, que, habiendo satisfecho todas o
casi todas las necesidades creadas por la actual sociedad de consu-
mo, siguen sin satisfacer aquella necesidad básica y fundamental: la
que dice relación al sentido de la vida. Y es que, según V. Frankl,
ni la sociedad ni tampoco la ciencia son capaces, por sí mismas, de
proporcionar sentido. En realidad, el sentido trasciende a una y a
otra: ambas son ciegas para el sentido 48. Ahora bien, lo que ellas no
captan, lo capta la sabiduría. Y lo que la sabiduría capta es que
cuanto más incomprensible e inabarcable es el sentido tanto más
está a salvo de la falsedad. Así pues, el sentido no está a merced de
lo que pueda decir la ciencia o comprender el sujeto particular; en
realidad, va por delante de nuestras reflexiones y percepciones. Está
ahí, como algo que nos precede. A nosotros nos toca descubrirlo y
acogerlo con fe.
47 V. E. FRANKL, La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión,
Barcelona, Herder, 19792, 110-111.
48 Apoyándose en E. Schrödinger, de la ciencia dice expresamente que
«está ciega para el sentido y para los valores» (V. E. FRANKL, Der Mensch vor
der Frage..., 62-63).
298 JESÚS GARCÍA ROJO
2.4. Fe en el sentido
Podría preguntarse por qué esto es así, es decir, por qué esta
necesidad de sentido y por qué dicho sentido se halla como incrus-
tado en la existencia humana. Y a esto hay que contestar que esta-
mos ante algo que nos sobrepasa y ante lo que sólo cabe una actitud
de fe. Vivir, entonces, viene a ser sinónimo de creer que la vida
tiene sentido. Y si no creyéramos esto, es decir, si no diéramos por
supuesto que la vida tiene sentido no se ve muy bien cómo se jus-
tificaría la existencia, a no ser que se hiciera del sinsentido el fun-
damento último de la misma, lo cual no deja de ser una contradic-
ción: lo que tendría sentido sería el sinsentido. Eso es lo que
pretenden algunos autores que hacen del absurdo y del sinsentido
argumento central de su pensamiento 49. Frente a todos ellos, Frankl
habla no ya sólo de un sentido, sino de un metasentido o suprasen-
tido que sobrepasa nuestras capacidades, las de la ciencia incluidas.
A su juicio, donde no llega la ciencia, consigue llegar la fe. Según
esto no sólo es legítimo creer en un sentido último, sino que tal
sentido responde a un deseo genuinamente humano. Y no deja de ser
curioso que un científico de la talla de A. Einstein dijera que «quien
siente su vida vacía de sentido, no solamente es desgraciado, sino
apenas capaz de sobrevivir» 50.
A fin de evitar posibles malentendidos, conviene advertir que la
fe en el sentido último (que, en principio, no hay que identificar con
la fe en Dios) no implica soportar estoicamente la insensatez de la
vida, sino asumir la propia capacidad para aprehender toda la sen-
satez incondicional de la existencia. En este sentido, la tarea de la
logoterapia consiste en hacer consciente al paciente de sus propias
responsabilidades, ensanchando su campo visual. Enfrentando al
hombre con la finitud y con la finalidad, la logoterapia hace ver al
hombre que la meta de su vida no puede hallarse en lo que común-
49 Un ejemplo reciente de lo que decimos lo tenemos en Juan Luis Arsuaga.
Según él, estamos en un mundo sin sentido. Ése es el secreto que la ciencia
moderna ha conseguido arrancar a la esfinge (cf. J. L. ARSUAGA, El enigma de
la esfinge, Barcelona, Plaza & Janés, 2002).
50 Cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido…, 37; ID., Der Mensch vor der
Frage nach dem Sinn…, 154
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 299
mente se denomina autorrealización. La autorrealización no puede
ser fin en sí misma. El hombre se autorrealiza en la medida en que
se compromete en el cumplimiento del sentido de su vida. Con su
peculiar estilo V. Frankl, asegura que «logos es más profundo que
lógica» 51. Y, porque es más profundo, muchos no llegan a descu-
brirlo.
Más arriba hablamos de la necesidad de una sólida formación de
la conciencia, como medio eficaz de encarar la actual crisis de sen-
tido. Añadamos solamente que se trata de una tarea verdaderamente
importante, ya que, según V. Frankl laconciencia orienta y guía al
hombre a la consecución de sentido. En cuanto «órgano del senti-
do», ella es capaz de percibir aquellas situaciones concretas que
están cargadas de sentido y que reclaman nuestro compromiso. Es
cierto que la conciencia puede inducir a error. Esto, sin embargo, no
es razón suficiente para dejar de atender su voz. Admitida la posi-
bilidad de error, ella se convierte en la única instancia suprema.
Puesto que estamos hablando de la educación de la conciencia,
conviene dejar claras dos cosas: 1ª) que hasta el último momento el
hombre, y nadie más que él, es el responsable del sentido de su vida.
Delegar en otro la propia responsabilidad es pueril y, a la larga,
contraproducente; 2ª) que el sentido no se identifica con el éxito 52.
Es un fallo garrafal pensar que sólo los que triunfan son los que
consiguen dar sentido a sus vidas. Dejando a un lado el hecho de
que muchos triunfos esconden no pocas derrotas y fracasos, lo cierto
es que ése no es un criterio de fiar. Baste decir ahora que también
el fracaso puede ser un camino de sentido. La condición es que el
hombre sepa adoptar la actitud que esa situación, como por lo demás
cualquier otra, pide de él. Así pues, no se trata de ir por la vida
cosechando éxitos, sino cumpliendo la misión que en cada momento
nos asigna la vida.
El animal, que no se hace preguntas ni, por tanto, tiene necesi-
dad de respuestas, no comprende el mundo del hombre. Pero es que
tampoco el hombre se comprende siempre a sí mismo y el mundo
51 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 115.
52 «La falta de éxito no significa falta de sentido» (V. E. FRANKL, Psicoa-
nálisis y existencialismo..., 160).
300 JESÚS GARCÍA ROJO
en que vive. En ocasiones puede llegar a tener la impresión de que
no acierta a responder a las preguntas que le plantea la vida. En ese
caso, ¿no habría que admitir que este mundo nuestro es superado
por otro mundo, cuya realización escapa al control del hombre?
¿Que la vida tenga sentido no nos remite a alguien que está más allá
de la vida? Desde luego no deja de ser llamativo que algunas veces
V. Frankl apele a un suprasentido o sentido último que trasciende al
hombre y que sólo se puede acoger con fe 53. ¿Podría decirse que ese
sentido último barruntado y creído es Dios? Frankl no lo dice expre-
samente, aunque tampoco lo niega. Lo que sí dice es que la logote-
rapia y la religión, que no se oponen, tienen cometidos o fines
distintos. «El objetivo de la psicoterapia es la salud psíquica, el
objetivo de la religión es la salud del alma» 54. En realidad se trata
no sólo de fines distintos, sino también de niveles diferentes. Según
V. Frankl el nivel del hombre religioso es superior, por cuanto,
dejando atrás el plano del conocimiento se sitúa en el plano de la fe.
¿No nos recuerda esto lo que antes se dijo al hablar del suprasentido
y de la correspondiente actitud de fe frente a él? Ciertamente.
Como venimos repitiendo, la logoterapia apunta a un sentido.
También la religión apunta a un sentido o, más exactamente, a un
suprasentido. Según esto, el hombre religioso es una persona que no
se limita a creer en Dios, sino que su fe en Dios le lleva a creer que
la vida tiene sentido. A este propósito Frankl cita los valiosos tes-
timonios de L. Wittgenstein y de P. Tillich. Para estos autores la fe
en Dios no sólo no está reñida con la cuestión del sentido, sino que
la fomenta y amplía 55. No obstante, más allá de lo que son puntos
53 Lo que con el término «suprasentido» se quiere expresar es que «el
sentido del todo no es captable y que es más que captable» (V. E. FRANKL,
Psicoanálisis y existencialismo..., 66). Y un poco más adelante recuerda lo que
decía Pascal: «que la rama no puede llegar a comprender nunca el sentido del
árbol en su totalidad» (ibid., 66).
54 V. E. FRANKL, Ante el vacío existencial..., 109. Sin querer sustituir ni a
la religión ni a la psicoterapia, la logoterapia pretende ser una «cura médica de
almas» (cf. ID., Psicoanálisis y existencialismo..., 306-329). En otro lugar dirá
que la «cura médica de almas» es una técnica de humanidad del médico (cf. ID.,
Theorie und Therapie der Neurosen..., 189).
55 «Creer en Dios significa ver que la vida tiene un sentido»; texto de L.
Wittgenstein, recogido por V. Frankl en Die Sinnfrage in der Psychotherapie...,
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 301
de contacto entre logoterapia y religión, es preciso dejar constancia
de sus diferencias. Y así lo hace V. Frankl cuando dice que a la
logoterapia toca preparar la habitación de la inmanencia sin cerrar
la puerta a la trascendencia, pero que ella no es capaz de ofrecer una
respuesta última y definitiva. Esta misión está reservada a la reli-
gión. Se comprende, entonces, que, aunque no del todo incompati-
bles, logoterapia y religión tienen tareas y fines distintos, y es muy
deseable que cada una se atenga a su propio campo, lo que no
excluye la colaboración entre ellas 56.
Como fundador de la logoterapia, Viktor Frankl ha dedicado
buena parte de su vida a exponer los principios que la sustentan y
las ventajas o beneficios que trae su aplicación. De todos modos,
para que nadie se lleve a engaño, el propio Frankl advierte que la
logoterapia no es una panacea capaz de resolver todos nuestros
males. Pero no por eso se debe pasar por alto su aportación. Dicha
aportación, que es una decidida defensa del sentido de la vida, tiene
su punto de apoyo en la comprensión que del hombre tiene V.
Frankl. Veamos seguidamente cuales son los rasgos más específicos
de la antropología frankliana.
3. EL HOMBRE, SEGÚN V. FRANKL
Ninguna época, como la nuestra, ha tenido la oportunidad de
saber tantas cosas sobre el hombre. Y, sin embargo, estamos lejos de
haber alcanzado una definición que sea del agrado de todos. Más
bien, ocurre todo lo contrario; como en su día dijeran los Padres del
Concilio Vaticano II, sobre el hombre no sólo se dan opiniones
distintas, sino hasta contradictorias (cf. GS 12).
A la pregunta ¿qué es el hombre?, Frankl no duda lo más míni-
mo en decir que lo que realmente caracteriza al hombre es la bús-
75. «Ser religioso significa preguntarse apasionadamente por el sentido de
nuestra existendia», texto de P. Tillich recogido por V. Frankl en La presencia
ignorada de Dios..., 95. Antes, A. Einstein había dicho que plantearse la pre-
gunta sobre el sentido equivale a ser religioso (cf. V. E. FRANKL, La voluntad
de sentido..., 114; ID., La presencia ignorada de Dios..., 94).
56 Cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido…, 80-81.
302 JESÚS GARCÍA ROJO
queda de sentido. Aunque no siempre sea consciente de ello, el
hombre es un buscador nato de sentido, «un ser que última y pro-
piamente está a la búsqueda de sentido» 57. Lo que define al hombre
no es lo que tiene o podría tener (fama, dinero, poder...), sino lo que
es. Y, como acabamos de indicar, por encima de todo el hombre es
un ser que, orientado más allá de sí mismo, se halla en permanente
búsqueda de sentido.
3.1. El hombre, ser autotrascendente
El anhelo de sentido es lo que hace al hombre salir de sí mismo
e ir en busca de aquello que desea. Reprimir ese deseo, cercenar ese
anhelo sería algo terrible, ya que sería atentar contra lo más genuino
del hombre. Por eso, frente a quienes pretenden hacer del hombre un
ser encerrado en sí mismo, Frankl subraya que el hombre es un ser
abierto y autotrascendente. De ahí que quien se encierra en sí mis-
mo, haciendo caso omiso de los demás, tendrá muchas dificultades
para salir adelante. Esa fue una de las lecciones que Frankl se trajo
del campo de concentración, confirmada después por psiquiatras
militares en todo el mundo: aquellos prisioneros que sólo pensaban
en sí mismos, pronto o tarde terminaban hundiéndose en la angustia
y en la desesperación. Al haber roto todo lazo de comunicación con
los demás, esos tales se convertían en algo así como mónadas sin
puertas ni ventanas. Y ya se sabe, donde no hay puertas ni ventanas
difícilmente podrá llegar la luz y el aire; y donde no llega la luz ni
el aire difícilmentepuede mantenerse la vida. Por eso, frente a la
monadología, la logoterapia defiende el carácter trascendente de la
existencia humana 58. Si se niega esto, se falsea la existencia, ya que
lo que realmente define al hombre es su autotrascendencia o proyec-
ción hacia fuera.
57 V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage nach dem Sinn..., 100.
58 El que fuera Maestro General de los Dominicos sostiene que el gran reto
del momento presente consiste en romper la fascinación, destructiva al máxi-
mo, «de vernos como mónadas solitarias persiguiendo siempre nuestro prove-
cho individual» (T. RADCLIFFE, El manantial de la esperanza, Salamanca, San
Esteban, 1998, 13).
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 303
En contra de una mal entendida autorrealización, construida a
expensas de sacrificar la autotrascendencia, se hace necesario recor-
dar que lo que define al hombre es su proyección hacia fuera, esto
significa que el hombre es tanto más hombre cuanto más se olvida
de sí y se proyecta hacia los demás 59. En contra de las teorías que
aspiran a la plena satisfacción de los instintos, Frankl afirma que el
hombre es un ser nunca plenamente satisfecho: quiere ser feliz, pero,
sobre todo, quiere tener una razón para ser feliz 60. Y esto crea en él
un estado natural de tensión permanente. Vivir significa estar pen-
diente de algo o de alguien. Por eso rechaza el concepto de «ho-
meostasis» aplicado al hombre, concepto que ya antes habría sido
incluso desechado, o cuando menos reformulado, por la biología 61.
La tensión es inherente al ser humano y es indispensable para su
salud mental. El hombre se halla polarizado entre el ser y el deber
ser. Como dijera Allport, en él «siempre hay una brecha saludable
entre el yo y el yo ideal, entre la existencia presente y la aspira-
ción» 62. De ahí que lo que el hombre necesita no es vivir sin ten-
siones, sino luchar por algo que realmente valga la pena. Actuando
así, se aviva en él la voluntad de sentido.
En virtud de la autotrascendencia, la logoterapia contempla al
ser humano en permanente búsqueda de sentido. Para vivir, el hom-
bre necesita salir de sí mismo, como para ver, el ojo necesita mirar
hacia fuera. Sólo cuando está enfermo el ojo se preocupa de sí
59 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 38. Al exponer
el carácter trascendente de la existencia humana, Frankl apela no sólo a la
conocida teoría de la intencionalidad de F. Brentano y E. Husserl, sino que,
además, apoyándose en la concepción dialógica de la existencia, propuesta por
M. Buber y F. Ebner, dirá que existir es coexistir, advirtiendo del riesgo de una
psicología pseudohumanista que no prestara la debida atención a la relación
interhumana (cf. V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage..., 50 y 30s.).
60 Cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido..., 25; ID., La psicoterapia al
alcance de todos... 13.
61 Homeostasis es el estado de equilibro o estabilización al que tienden los
seres vivos. El término, muy importante en la biología moderna, fue acuñado
en 1928 por el fisiologista americano Walter B. Cannon, quien, a sabiendas de
que los animales son una compleja mezcla de estabilidad e inestabilidad, reco-
noció expresamente que «es inadecuado y provisional». No faltan, desde luego,
quienes abogan por su revisión o sustitución. Así, por ejemplo, N. Mrosovsky
propone sustituir «homeostasis» por «reostasis».
62 V. E. FRANKL, Psicoanálisis y existencialismo..., 106.
304 JESÚS GARCÍA ROJO
mismo, mirando hacia dentro. Una bella imagen para decirnos que
la autotrascendencia es un concepto fundamental de la existencia
humana. El hombre no es fin en sí mismo, sino que se halla referido
a los demás. Y en el diálogo y encuentro interpersonal el hombre va
más allá de sí mismo. Por eso, según V. Frankl, la verdadera meta
de la vida no puede estar en lo que se denomina autorrealización. A
lo sumo, ésta puede ser «efecto secundario de la propia trascenden-
cia» 63. El hombre se hace hombre al darse a los demás (K. Jaspers),
es decir, cuando deja de girar en torno a sí mismo y a sus problemas.
Y la razón es que, como venimos diciendo, la existencia humana se
caracteriza por la autotrascendencia. Ser hombre apunta más allá de
uno mismo; esto quiere decir que el hombre se realiza cuando, dis-
tanciándose de sí mismo, se entrega a una tarea o a una persona 64.
3.2. El hombre, ser responsable y libre
Otra de las notas que caracteriza la antropología frankliana es la
responsabilidad. Intentando superar la visión unilateral y reduccio-
nista del psicologismo, Frankl invita a sus pacientes a que asuman
su responsabilidad. Una y otra vez repetirá que es fundamental que
el hombre aprenda a asumir su responsabilidad. Nada debería exi-
mirle de esta noble tarea. Sin embargo, como ya se dijo, lo que
resalta en muchos enfermos neuróticos es un miedo tremendo a la
responsabilidad, provocado por la creencia en el fatalismo. Contra
dicha creencia, Frankl apela a la libertad y responsabilidad del hom-
bre. En cada situación el hombre es libre y responsable de sus actos.
Invocar el destino o cualesquiera otras fuerzas imaginables para dejar
de obrar libre y responsablemente es una escapatoria que no tiene
justificación. Es cierto que el destino forma parte del hombre; pero
también es cierto que la libertad humana es libertad frente al desti-
no. Con lo cual, ser hombre significa poder ser de otra manera.
Acaso nunca el hombre se halle totalmente «libre de» algún tipo de
63 V. E. FRANKL L, El hombre en busca de sentido..., 109. Cf. V. E. FRANKL,
La voluntad de sentido…, 22-25.
64 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 79.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 305
condicionamientos; esto supuesto, hay que decir con fuerza que el
hombre siempre es «libre para» hacer lo que tiene que hacer. El
hecho de haber insistido demasiado en lo primero (libertad en tér-
minos de «estar libre de») ha dejado en la penumbra lo segundo
(libertad como «ser libre para»). Y, sin embargo, la verdadera liber-
tad humana funciona así: como libertad responsable frente al auto-
matismo psíquico y como libertad responsable frente al determinis-
mo fatalista.
El hombre no es un juguete del destino ni es tampoco el resul-
tado de sus propias fuerzas incontroladas. El hombre es el ser que
siempre puede disponer de sí. Ahí radica su grandeza, sabiendo que
la libertad humana tiene como complemento necesario la responsa-
bilidad. En realidad, una y otra caminan (o deberían caminar) a la
par, como cara y cruz de una misma moneda. A veces se ha exaltado
de forma unilateral una de ellas, en concreto la libertad, de lo que
pudiera ser un ejemplo el majestuoso monumento a ella erigido en
la costa oriental de los EE.UU. ¿No habrá llegado el momento —se
pregunta Frankl— de erigir otro monumento a la responsabilidad en
la costa occidental? En cualquier caso, debe quedar claro que la
libertad es sólo la mitad de la verdad; la otra mitad es la responsa-
bilidad. Una libertad sin responsabilidad corre el riesgo de degene-
rar en arbitrariedad 65. La responsabilidad es el para qué de la liber-
tad. Y la logoterapia trata de hacer al hombre consciente de su
responsabilidad, toda vez que «el asumir nuestra responsabilidad es
el sentido de nuestra existencia humana» 66.
Otra cuestión es ante quién es responsable el hombre, cuestión
a la que la logoterapia no presta especial atención 67, limitándose a
señalar sencillamente que, en virtud de su libertad y responsabili-
dad, el hombre es el ser que decide. Para bien o para mal, el hombre
es el ser que toma decisiones: en su mano está ser un ángel o un
demonio, hacer el bien o el mal. Quiere esto decir que el hombre
65 Cf. V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido…, 124-126.
66 V. E. FRANKL, La voluntad de sentido..., 49.
67 Se da por descontado que en el campo de la inmanencia el hombre es
responsable ante su conciencia. Esto supuesto, Frankl recomienda no cerrar la
puerta a la trascendencia (cf. V. E. FRANKL, Logos und Existenz. Drei Vorträge,
Wien, Amandus-Verlag, 1951, 40-45).
306 JESÚSGARCÍA ROJO
comienza allí donde termina el naturalismo, y quiere decir también
que frente a determinismos y fatalismos de cualquier tipo, el hombre
sigue siendo el ser que decide. Incluso en las circunstancias más
adversas el hombre conserva su capacidad de decisión. Y la conser-
va porque hasta el final conserva su libertad y su responsabilidad.
Cuando al hombre le ha sido arrebatado todo, como ocurría en los
campos de concentración, todavía le queda su libertad interior (y su
responsabilidad), gracias a lo cual es capaz de seguir tomando las
decisiones pertinentes en cada momento. «El ser hombre propia-
mente comienza por tanto allí donde deja de existir el ser impulsado
(...). Se da allí donde el hombre no es impulsado por un ello, sino
que hay un yo que decide» 68.
3.3. El hombre, ser espiritual
Una tercera nota o característica del hombre, según V. Frankl, es
la que dice relación a su dimensión espiritual. Según esto, la exis-
tencia humana no puede reducirse a la pura facticidad de fenómenos
o elementos fisiológicos o psicológicos. La realidad del hombre no
se agota en lo que es tangible y mensurable. En él hay algo que
escapa al control empírico, y que, no obstante, pertenece con toda
verdad al ser del hombre: su espiritualidad. La psicología puso sumo
interés en investigar las raíces profundas de la impulsividad huma-
na, para lo cual se sirvió de la teoría del inconsciente. Pero no
reparó en la espiritualidad que se esconde en lo profundo de cada
persona. Lo espiritual puede ser consciente o inconsciente, si bien
en su origen es inconsciente. Y, según V. Frankl, la persona espiri-
tual profunda es forzosamente inconsciente, en el sentido de que
vive su espiritualidad de forma irrefleja e irreflexionable. Y es que,
como ponen de manifiesto las grandes realizaciones humanas, la
conciencia hunde sus raíces en un fondo inconsciente.
Así como existe una comprensión pre-lógica y pre-científica,
existe también una «anticipación espiritual» que se da en lo que
llamamos intuición. En esa profundidad intuitiva del inconsciente
68 V. E. FRANKL, La presencia ignorada de Dios..., 24.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 307
religioso tienen sus raíces lo ético y lo erótico, así como lo estético:
el artista crea a partir de la inspiración que radica en una esfera de
la espiritualidad inconsciente. Dicha espiritualidad inconsciente es
perceptible también en los sueños. ¿Por qué entonces no aprovechar
el material que ellos nos ofrecen para atenernos únicamente a la idea
preconcebida de que tras ellos se esconden contenidos de sexualidad
infantil? Desde luego, no cabe la menor duda que en los sueños (al
menos en muchos de ellos) sale a flote una problemática religiosa
que es preciso atender. Este es un dato que no se puede infravalorar.
Otro dato que igualmente merece ser tenido en cuenta es que a veces
lo religioso se encubre pudorosamente, sin que ello tenga que ver
nada con una inhibición neurótica. Más bien es signo de autentici-
dad: al igual que el amor, la religiosidad implica una verdadera
intimidad. Para seguir siendo auténtica y no traicionarse a sí misma,
«la religiosidad auténtica se esconde de toda publicidad» 69.
Es sabido que Jung también defendió una religiosidad incons-
ciente. Su error consistió en localizarla en el ello, como si lo reli-
gioso estuviera fuera de las competencias del yo. Según Jung, en mí
hay algo religioso que me impulsa hacia Dios, no es que yo sea
religioso y me decida por Dios. Frente a esto Frankl sostiene que lo
religioso no está encadenado a lo biológico, y que la verdadera
religiosidad nada tiene que ver con una religiosidad arcaica. Existen,
desde luego, lo que se denominan protoimágenes religiosas, pero
tales imágenes no son arquetipos latentes en nosotros, transmitidos
de modo biológico, sino «imágenes recibidas por tradición de nues-
tro correspondiente medio religioso» 70. En definitiva, no se trata de
un mundo de imágenes innato en nosotros, sino que somos nosotros
los nacidos en ese mundo.
Como todo lo inconsciente, la religiosidad puede ser patógena.
Ahora bien, la religiosidad auténtica se hace presente allí donde el
hombre no es impulsado sino que se decide por ella. Hablamos
69 Ibid., 52. No hay que sorprenderse de que personas completamente irre-
ligiosas tengan sueños religiosos. Y no hay que sorprenderse porque lo mismo
que existe una libido reprimida existe también una religio reprimida e incons-
ciente. Según Frankl, hombre irreligioso es aquel que ignora la trascendencia
de la conciencia (cf. ibid., 61-62).
70 Ibid., 74.
308 JESÚS GARCÍA ROJO
entonces de una religiosidad existencial, en el sentido de que no
puede ser impuesta a nadie a la fuerza. «A una auténtica religiosidad
el hombre no puede ser impulsado por un ello ni apremiado por un
médico» 71.
Frankl recuerda que la persona representa un novum absoluto; y
dice más: lo que fundamenta su dignidad es su espíritu. De no ser
así se asemejaría a una máquina que, según los casos, funciona
mejor o peor. Pero no; al margen por completo de cómo esté su
organismo es una persona espiritual. Si en otro tiempo tuvimos una
psicología «sin alma», el peligro que hoy nos acecha es el de una
psicología «sin espíritu» 72. Frente a ese peligro, Frankl presenta la
«obstinación del espíritu» como su credo psiquiátrico. Quiere esto
decir que más allá de todas las condiciones y circunstancias, el
espíritu del hombre siempre tiene la capacidad de distanciarse de lo
físico-psíquico que hay en él. En el fondo eso es lo que significa ex-
sistir: enfrentarse, en cuanto persona espiritual, a sí mismo y a cuan-
to le rodea 73. Con ello volvemos a algo ya dicho: que el hombre
posee impulsos, pero es libertad. «El ser humano, en el verdadero
sentido de la palabra, comienza cuando la persona, por decirlo así,
sobrepasa toda limitación, y eso sucede en virtud de lo que yo suelo
denominar el poder de obstinación del espíritu» 74. Y un poco más
adelante añade: «los resultados de las investigaciones clínicas ha-
blan a favor del poder de obstinación del espíritu» 75.
Si es cierto que el hombre de hoy está cansado espiritualmente,
también es cierto que no faltan autores que recomiendan atender a
la dimensión espiritual. Hace algunos años Paul Polak decía que con
solucionar las cuestiones sociales no iban a desaparecer las enferme-
dades neuróticas, sino que, más bien, «la solución de la cuestión
social despejará la problemática espiritual, la movilizará» 76. Pero,
ha sido Kraemer, quien ha vaticinado una nueva época en la que ya
no se considerará al espíritu enemigo del alma, sino su mejor aliado.
71 Ibid., 81.
72 Cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido..., 110.
73 Cf. Ibid., 112-113.
74 V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 140.
75 Ibid., 173.
76 Cf. Ibid., 42.
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 309
Frankl, por su parte, sostiene que lo que tienen que hacer hoy los
psicoterapeutas es enseñar al hombre que, además de impulsos, tiene
espíritu, que es otra manera de decir que es libre y responsable 77.
CONCLUSIÓN
A Viktor Frankl se le quedó muy grabado lo que en cierta oca-
sión oyó decir a un profesor: que la vida es un simple proceso de
combustión. Su reacción inmediata fue preguntar: entonces, ¿qué
sentido tiene la vida?, ¿vale la pena vivir si, a la postre, todo se
desvanece como humo? 78 Siendo todavía niño, una tarde, asustado,
se preguntó qué sentido tiene la vida si al final sobreviene la muer-
te 79. Desde entonces, y hasta el final de su vida, otras muchas veces
se ha planteado la misma pregunta, llegando siempre a la misma
conclusión: la vida siempre tiene sentido 80.
Fallecido en Viena el año 1997 (había nacido en Viena en 1905),
Frankl pronunció su primera conferencia sobre el sentido cuando
sólo tenía dieciséis años. Hacía muy poco que había concluido la
primera guerra mundial que, sin duda alguna, fue un fuerte aldabo-
nazo para las conciencias de muchos europeos. En aquellos momen-
tos de dolor y confusión extremos, el joven Frankl adelantó lo que
iba a ser una constante en él:que ninguna situación, por dolorosa y
desesperante que se juzgue, puede privar a la vida de sentido. Más
bien, lo que hay que hacer, o intentar hacer, es descubrirlo. Y a esta
77 Cf. Ibid., 139-140. Siguiendo a santo Tomás, Frankl asegura que la exis-
tencia humana es «unitas multiplex», unidad corpóreo-psíquico-espiritual (cf.
V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage..., 23 y 51-52; ID., La presencia
ignorada de Dios..., 26-27). A esta unidad pertenece de forma esencial lo es-
piritual. Más aún, «precisamente lo espiritual es aquello que instituye, funda y
garantiza la totalidad del hombre» (V. E. FRANKL, La voluntad de sentido...,
117).
78 Cf. V. E. FRANKL, La psicoterapia al alcance de todos..., 19.
79 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 144-145.
80 En honor a la verdad hay que decir que de joven Frankl pasó por una
etapa de nihilismo total. Pero fue precisamente aquella situación de aparente
falta de sentido lo que le llevó a luchar a brazo partido hasta poder «decir sí
a la vida a pesar de todo», desarrollando la logoterapia como inmunidad contra
el nihilismo (cf. V. E. FRANKL, La idea psicológica del hombre..., 204).
310 JESÚS GARCÍA ROJO
tarea, o sea, a descubrir el sentido de la vida y ayudar a otros a que
lo descubran, Frankl consagrará toda su vida, de manera que, según
confesión propia, ninguna otra persona se ha ocupado con tanto
ahínco como él de esta problemática: «es el leitmotiv que está detrás
de todos mis trabajos» 81. Es así como surgió la logoterapia, de la
que habló por vez primera en 1926, después de haber roto con Freud
y Adler. Y rompió con ellos porque no podía admitir la visión me-
canicista y reduccionista que tenían del hombre. Según V. Frankl, lo
que define al hombre no es el deseo de placer ni de poder sino de
sentido. Este deseo o voluntad de sentido es lo primero, y el obje-
tivo o propósito de la logoterapia es ayudar al hombre a que lo
descubra.
Uno de los principios fundamentales de la logoterapia es que la
vida tiene sentido siempre: aunque las circunstancias cambien, el
sentido permanece incondicionalmente 82. Esto significa que expe-
riencias tan dolorosas y negativas como pueden ser el sufrimiento y
la muerte no implican necesariamente ausencia de sentido. Todo lo
contrario, pueden ser transformadas en experiencias positivas 83. A
este respecto, es muy aleccionadora la propia experiencia de V.
Frankl en el campo de concentración, adonde fue conducido durante
la segunda guerra mundial. En aquel ambiente de dolor y de muerte,
la pregunta que solían hacerle sus compañeros era: «¿sobrevivire-
mos a este campo?», pues de lo contrario no tiene sentido este su-
frimiento, a lo que él respondía con otra pregunta: «¿tiene sentido
todo este sufrimiento?», pues si no lo tiene, tampoco tiene sentido
la supervivencia. Es una manera de decir que una vida cuyo sentido
dependiera de la casualidad no merece la pena ser vivida. Por todos
los medios a su alcance la logoterapia tratará de demostrar que la
vida no sólo no depende del azar o casualidad, sino que, además,
tiene sentido siempre. Por eso, ¡desdichado de aquel que no es capaz
81 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie…, 151.
82 El sentido, que es único y singular, no depende de las tradiciones ni de
los valores (cf. V. E. FRANKL, La voluntad de sentido..., 29).
83 Cf. V. E. FRANKL, Der Mensch vor der Frage…, 157-159. Lo revolucio-
nario de la logoterapia no es sólo el concepto de la voluntad de sentido, «sino
también nuestro concepto del sentido de la vida» (V. E. FRANKL, La idea psi-
cológica del hombre..., 195).
LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL 311
de descubrirlo! Según Frankl quienes descubren el sentido y viven
pendientes de él se hallan en excelentes condiciones para enfrentarse
a cualquier situación, por adversa que sea. Eso es lo que el propio
Frankl experimentó en el campo de concentración y lo que, después,
han confirmado otros autores. Ante tan buenos resultados, Frankl se
pregunta si no habría que aplicar esto a la humanidad, es decir, ¿su
supervivencia no depende acaso de que exista una voluntad común
de sentido? 84.
Quienes viven sin metas ni horizontes, replegados sobre sí mis-
mos o aferrados a la provisionalidad de la existencia, renuncian a
una vida con sentido 85. A estos tales Frankl les recuerda que la vida
siempre tiene sentido, y lo tiene porque el hombre siempre tiene
ante sí una tarea; cumplir esa tarea equivale a eternizarse. Y eso fue
lo que hizo Frankl en el campo de concentración: como médico que
era, no sólo trató de aliviar a los enfermos, sino de consolar e infun-
dir ánimos a todos, advirtiéndoles que si la vida tiene sentido, ha de
tenerlo también el sufrimiento y la muerte. Desde luego no es fácil
aceptar lo uno y lo otro. Mas cuando el hombre consigue aceptar la
enfermedad y la muerte añade a su vida un sentido más profundo 86.
Al tener noticia del fallecimiento de V. Frankl, el psiquiatra J.
Miguel López-Ibor Aliño dijo de él que era uno de los grandes
maestros de la psiquiatría, pero poco conocido por las nuevas gene-
raciones 87. Sería interesante saber a qué obedece ese desconocimien-
to. Desde luego, según dejó escrito G. Allport en el prólogo a uno
de sus libros, una cosa es cierta: que «a diferencia de otros existen-
84 Cf. V. E. FRANKL, Die Sinnfrage in der Psychotherapie,…, 44.
85 Cf. V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido…, 73-76
86 El sufrimiento y la muerte adquieren sentido en la actitud que el hombre
adopta frente a ellos, en el «cómo»: «en ese «cómo» se encuentra la posibilidad
de alcanzar un sentido y conferírselo a nuestra vida» (V. E. FRANKL, La psico-
terapia al alcance de todos..., 164. Cf. ID., Psicoanálisis y existencialismo...,
159-170; ID., El hombre doliente. Fundamentos antropológicos de la psicote-
rapia, Barcelona, Herder, 1987, 249- 266). En un mensaje dirigido al presiden-
te de la Asociación de los médicos católicos italianos, el Papa Juan Pablo II
decía: «si, al tratar de curar y aliviar los sufrimientos, tenéis muy presente el
sentido de la vida y de la muerte y la función del dolor en la existencia,
tendréis éxito en ser auténticos promotores de la civilización» (Ecclesia 3244
[2005] 33).
87 Cf. ABC 4/9/97, 42.
312 JESÚS GARCÍA ROJO
cialistas europeos, Frankl no es ni pesimista ni antirreligioso, antes
al contrario (...) adopta un punto de vista soprendentemente esperan-
zador» 8 8. Efectivamente, él mostró una gran confianza en el hom-
bre, al que en todo momento consideró capaz de autotrascenderse y
de orientarse hacia un sentido.
88 V. E. FRANKL, El hombre en busca de sentido..., 10.

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