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Vida religiosa y futuro. Perspectiva psicológico~teológica JOSÉ A. GARCÍA-MONGE, SJ Madrid Al enfrentarme con este difícil tema, mis deseos, análisis de la realidad y sentimientos están divididos. Simplificándolos se podría llamar esta reflexión modesta, aproximada, vacilante y dudosa: Requien esperanzado por la vida religiosa. La esperanza está en el Dios que la inspiró e hizo crecer en el seno de la Iglesia y en las fronteras del mundo, y el dolor, ante la constatación del envejeci miento, disminución de vocaciones y, tal vez, en muchas áreas re pliegue defensivo en la lectura de un progresivo deterioro con no tables y excelentes excepciones de ese estilo de vida comunitaria y evangelizadora que, canónicamente, llamamos vida religiosa mascu lina, femenina. Este es uno de los pocos artículos, de los muchos que he escrito en mi vida, en el que me gustaría estar equivocado y, agradecería a quien, caritativamente, me ayudase a verlo. Para completar mis deficiencias y quedarme algo más tranquilo recomendaría la lectura de cinco libros que, ciertamente, podrían motivar la creatividad de los que tenemos responsabilidades y amor a la vida religiosa y su tarea en la Iglesia y en el mundo del futuro: - GARCÍA, J. A., Hogar y taller. Sal Terrae, 1985, Santander. - GARCÍA, J. A., En el mundo desde Dios. Sal Terrae, 1989, Santander. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (57) (1998), 535-571 536 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ Lors, J., Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador. Hoac, 1995, Madrid. - GONZÁLEZ-CARVAJAL, L., Ideas y creencias del hombre ac tual. Sal Tenae, 1991, Santander. - CASTILLO, J. M., Los pobres y la teología. Desclée de Brouwer, 1998, Bilbao. A muchos ayudaría también la lectura de las numerosas edicio nes de los escritos de Pedro Anupe, S.J., que fue un testigo de Dios en la vida religiosa actual y abrió futuro auténticamente evangélico a la vida religiosa de los años venideros. Ellos completarán mis deficiencias. Hablar de «futuro» es difícil no siendo profeta. Se pueden, eso sí, analizar cuidadosamente las grandes líneas de nuestra cultura y su evolución para intuir el cómo y por dónde, posiblemente, cami nará la vida religiosa del futuro próximo, o, al menos, por dónde debe desanollarse en referencia a Dios y al hombre histórico si quiere ser fiel a su carisma y prestar un servicio cristiano y humano a la Iglesia y al mundo en devenir constante. Se necesitará una gran dosis de Fe, Esperanza y Amor, acompañadas de Sabiduría discer nidora para dialogar fielmente con la realidad. Por ser más sencillo y resultarme más familiar me moveré prin cipalmente en un plano psicológico, abierto al Señor y su voluntad salvífica. Elijo esta perspectiva psicológica porque, a pesar del cam bio acelerado de nuestras culturas y, por lo tanto, del hombre y la mujer que se fOlman en ellas, aunque opten y vivan, en muchas dimensiones, contraculturamente, de acuerdo con el Evangelio de JESUS, existen y existirán infraestructuras psicológicas y antropo lógicas que decidirán lo humano y, por lo tanto, las bases y media ciones de la vocación en y a la vida religiosa o desde la vida reli giosa en la mirada liberadora, testimonial y de servicio a sus contemporáneos, especialmente los más pobres. Además de consta tarse leyes psicosociales que rigen el mantenimiento y la evolución de los grupos (comunidades) humanas convocadas por el ESPIRI TU. Hablando, hace algún tiempo, con un obispo español en referen cia a monasterios rurales, disminuidos en número y profundamente VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 537 envejecidos en edad, me decía, con realismo: «hay que ayudar a bien morir a estos grupos». Le preocupaba la total falta de vocaciones y el natural deterioro físico de las religiosas. Evidentemente esta frase no es extrapolable y si la revitalización se hace sanamente (no con una importación de juventud desubicada culturalmente y, frecuente mente, con excepciones, incomprendida), la vida religiosa, con cam bios estructurales, teológicos y humanos, podrá, junto a otras fuerzas del ESPIRITU, en la Iglesia, aportar mensajes nuevos y, a la vez, cristocéntricos, que den Buena Noticia a los hombres del futuro. RESISTENCIA AL CAMBIO Muy conocida y estudiada en Psicología Social es la resistencia al cambio en personas e instituciones. Al hablar de las crisis de la persona señalaré alguna de las fases de esta resistencia. El hecho es que el Concilio Vaticano TI, en Pelfectae Caritatis, con dos teolo gías sobre la vida religiosa en diálogo subyacente sugirió caminos que no siempre se han seguido para un cambio verdaderamente evangélico en el mundo de hoy que no es el del futuro. Posteriores líneas de fuerza emanadas de Roma también aportaban luz, sobre todo el mundo femenino de la vida religiosa. Gran parte de esta renovación, exceptuando la inserción en el mundo de los pobres, realizada sobre todo en el Tercer Mundo, quedó en declaraciones de principios y buenas intenciones que con el paso del tiempo, no sólo no se realizaron, sino que retrocedieron a posturas ya superadas con un tono involucionista. El cambio-conversión no sólo es exigible a un nivel personal, en la constante modesta adecuación al hoy del seguimiento de JESUS, sino, sobre todo a un nivel institucional, en el que problemas de organización y poder, además de alianzas más o menos explicitadas, con capas burguesas de la sociedad e ideologías clericales, además de las rutinas e inercias mundanas, han dificultado esta conversión colectiva que habría constituido, para muchos jóvenes, testimonio y aliciente vocacional en su compromiso verdaderamente cristiano. Las formulaciones que los documentos de capítulos generales han hecho en la práctica, han quedado en ajustes conceptuales a una teo- 538 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ logía coherente con el carisma, pero no se han hecho vida e historia, con futuro, en el devenir de la vida religiosa real e histórica. En mi colaboración a la obra 14 aprendizajes vitales, Carlos Alemany (Ed.) 1998, Ed. Desc1ée de Brouwer, Bilbao, escribía que hay que «aprender a desaprender», y señalaba caminos para hacerlo. La vida religiosa se ha resistido por la fragilidad humana y otras variables profundas a desaprender hábitos y a aprender nuevas lec turas del mundo en el que vivimos y del futuro que se acerca, aga nándose a seguridades, doctrinales y vitales que no le han dado precisamente, ni docilidad al ESPIRITU, ni saludable contacto real con el mundo a evangelizar o con los jóvenes a quienes interpelar. En toda crisis de cambio personal o institucional, la psicología social señala y constata diversas etapas. Estos momentos existencia les tendremos que pasarlos de cara al futuro que exigirá, y ya lo está haciendo, cambios profundos. Estas etapas, resumiéndolas, son: 1. Etapa de «schok»: ansiedad, pánico. El sujeto y la institu ción se repliega a los mecanismos de defensa. Suele darse una ne gación de la realidad, ya que esta realidad nos choca y nos desor ganiza, interior y exteriormente. 2. Retroceso defensivo en personas y grupos. Desorganización emocional para compensar la angustia. Es conveniente precisar que la angustia, cuando no nos bloquea, puede ser creativa. Este retro ceso defensivo que niega la realidad o se agana a seguridades ex cesivas, para lo que da de sí la vida se convierte en un útero estruc turado por normas cada vez más minuciosas y empuja a vivir un intimismo y una vida ad intra de la casa o institución sin asomarse ni dejarse evangelizar por la realidad. 3. Etapa de reconocimiento y aceptación. Si se supera la etapa anterior se da un paso hacia el reconocimiento de la realidad, la aceptación y la búsqueda. 4. Etapa de adaptación y cambio. Esto nos exigirá el futuro por fidelidad a lo real y al Dios de la Vida. La vida religiosa para «tener futuro» necesita memoria y proyec to. Creo que, a pesar de conocer mejor que nunca las fuentes y los VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 539fundadores, nuestra memoria no sabe leer los contextos y traducir a los futuros el empuje creativo originario y fundante. Muchos jóvenes no ven en la vida religiosa más que memoria, pero no les resulta atractivo, ni siquiera en la perspectiva de un compromiso fecundamente cristiano, un proyecto humanizador, li berador y revelador del Dios de JESUS. LIGEROS DE EQUIPAJE Cuanto más equipaje tengamos más nos costará movemos hacia el futuro. Y tenemos que reconocer que la vida religiosa se ha car gado, desde sus fundadores hasta el presente, de pesadas cargas, que no siempre han sido las convenientes para el testimonio de la liber tad evangélica y evangelizadora. Normas minuciosas, decretos pun tualizadores, reglamentos, costumbres convertidas en ley, no han ayudado a un cambio, que sin esas pesadas cargas se hubiese podido realizar con más agilidad institucional, personal y social. Es cierto que un grupo humano necesita un equipaje ligero para andar por la historia. Ya Ignacio de Loyola escribía que la anterior ley de la caridad debería bastar, aunque la experiencia enseñaba que una mínima estructuración podría facilitar el rodaje histórico del grupo religioso. La realidad, en muchas ocasiones, ha inflado la estructura en perjuicio de la caridad liberadora, y así el futuro se ve aprisionado no por el mejor pasado sino por lo pasado que, perpe tuado, ha impedido ver y vivir el presente dinámico de la historia. Cuando hablo de equipaje me estoy refiriendo a lo que ayuda a vivir, no a durar o sobrevivir. Karl Rahner, uno de los mejores teólogos de este siglo, escribía que el cristiano del futuro será un místico o no será cristiano. Ima gino que no estaba pensando en un Juan de la Cruz o Teresa de Jesús o Ignacio de Loyola, sino en lo que más sencillamente, pero con realismo y profundidad entendemos correctamente por mística. El primer equipaje del religioso del futuro será su experiencia mís tica. Si la vida religiosa venidera no aporta esto puede ir dedicán dose a otra cosa. El segundo equipaje lo constituirá la tarea que inserte en una vida real, que, ya en la historia sea eterna al estilo de 540 JaSE A. GARCIA-MONIE, SI la proclamación evangélica. Real, tangible, visible y normal como la de millones de mujeres y hombres que se despiertan cada mañana para el riesgo de vivir, trabajar, encontrarse, construir, gozar o sufrir en la inseguridad, la esperanza y el amor, como esencia de la VIDA. El tercer equipaje lo constituirá la amistad o, al menos, una cercanía afectiva, compañeros/as en el Señor, que aúna, descansa, comunica, motiva, ayuda y acoge. Si en la vida religiosa futura no hay amistad o apertura comunicativa abierta en FE y sólida y verdadera humanidad, habrá algún eremita trabajador pero no comu nidad convocada en el nombre de JESUS y vivida en lo humano, hecho de necesidades y deseos, de comunicación que forme un au téntico nosotros viviente y abierto, solidario en un dinamismo uni versal y, a la vez, sólido en la apoyatura afectiva hecha de cercano afecto y comprensión. RELECTURA ESPIRITUAL Y VITAL DE LOS «VOTOS» Superada la fundamentación de la vida religiosa en la distinción entre consejos y preceptos, en la visión más profunda del pueblo de Dios. Creo que el futuro, sembrado ya ahora en los surcos de nues tro presente (hoyes el primer día del resto de mi vida), está pidien do a gritos una revisión profunda en su manera de pensar los «vo tos», vivirlos y transmitirlos. Esta revisión minimizaría, reduciéndolo al andamiaje necesario, la lectura jurídica de los votos y ampliada, con realismo humano y fidelidad al único Absoluto, la vivencia existencial de estos deseos, eficazmente reales, contextualizándolos en la totalidad de la gozosa Buena Noticia evangélica. Los «votos» como opción no manipulable ni tranquilizadora en su cumplimiento formalmente jurídico. Visión que pasa del sacrificio a la libre ofren da, que nos pelmite comulgar con la realidad del mundo desde una vida verazmente testimonial del seguimiento de JESUS. Esta relec tura, sanamente espiritual y vital, desmonta muchas sacralizaciones destinadas más a mantener el poder que a dar vida y vida abundante. Dar una densidad real y social a la pobreza en su vertiente solidaria, vivida a la intemperie y la inseguridad en comunión con los real mente pobres de este mundo. Esto supone superar la dependencia VIDA RELIGIOSA Y FUTURO .. , 541 jurídica que proporciona seguridad, tesoro cotizado en Bolsa, y pro mueve el compartir en una inserción real de la que nunca tendríamos que haber salido. Una revisión espiritual de la obediencia distinguirá las normas y mediaciones de todo grupo humano y su bien común de la docilidad al Espíritu y los signos de los tiempos en la que superiores y súb ditos están igualmente comprometidos en un diálogo fraternamente discernidor. La castidad como opción y vivencia del amor, en el AMOR, nos humaniza en su dinamismo encarnatorio, integra el ser humano y lo abre en un testimonio que invita al gozo y la acción de gracias y que se conoce por sus frutos amorosos, reales, abiertos y teologales, en libertad sana y tiernamente cariñosa. Esta vivencia de los votos, más profundamente descrita, no es nueva ni novedosa, pertenece al «ya, pero todavía no» del Reino y es una posibilidad sanamente humana cuando está alimentada por el Espíritu y verificada en una fecundidad «virginal» que viniendo del Señor se hace barro en la historia para alentar a ese barro esperan zadamente con el deseo urgente del Reinado de Dios, que, obvia mente, no se puede confundir con el poder social de lo «sagrado». Para una relectura psico-espiritual profunda de los votos reco miendo la excelente obra de Carlos Domínguez, Creer después de Freud. Paulinas, Madrid, 1991. Esta lectura exige una preparación para una comprensión adecuada y coherente. LA MUJER EN LA VIDA RELIGIOSA Tal vez uno de los rasgos distintivos del futuro de la vida reli giosa del futuro va a ser, como ya está siendo significativo, con resistencias ancestralmente «machistas», la participación adulta y madura de la mujer en la presencia religiosa en la Iglesia y en el mundo. Más allá de la tutela de los hombres, que ocupan tradicio nalmente los puestos jerárquicos y de toma de decisiones, la presen cia de la mujer, como ocurre en el mundo profesional y social, va a ser decisiva en la dirección de una vida religiosa que recoge, en la espiritualidad, teología y acción comprometida con la total evan- 542 JOSE A. GARCIA-MONJE, S1 gelización, sus características más genuinas y sus valores más espe cíficos. Siempre ha habido importantísima presencia de la mujer en la vida religiosa, pero el futuro nos advierte, con muchos signos, que esta presencia debe tener más peso específico, más autonomía y una mayoría de edad que, a veces, hasta algunas parcelas de la Iglesia y de la vida religioso-sacerdotal le han regateado. VIDA RELIGIOSA Y PROFETISMO De acuerdo a las mejores tradiciones de la vida religiosa, ésta ha tenido un rol profético en la Iglesia y en el mundo. Profundas reno vaciones hacia un sentido más evangélico de la Iglesia han nacido de la vida religiosa y del carisma de sus fundadores. Recordemos a Benito, Francisco, Clara, Domingo, Ignacio de Loyola, y tantas otras mujeres y hombres innovadores en el genuino seguimiento de JESUS que han ayudado a la Iglesia y al mundo a convertirse de corazón y renovarse en el ESPIRITU. El futuro va a exigir la recuperación de esa línea servicialmente profética de la vida religiosa. Hoy, en algunos aspectos, se da la paradoja que la jerarquía eclesiástica, que siempre ha tenido la importantísima misión apostó lica de confirmar en la verdad y la fe a los nacientes grupos religio sos, se atribuye el rol de dirigir, en lugar de discernir, lo que parte del testimonio evangélico de la vida religiosa. Este rol, en su pro funda esencia es justificable, pero, históricamente no ha sido siempre así. La vida religiosa, en ocasiones, ha resultado incómoda en la Iglesia, a través de la cual ha pretendido servir al Señor por su carácter profético, a veces denunciador, siempre esperanzado, de la mundaneidad, propia de lo frágil, de la mediación humana. La his toria testimonia abundantemente este dato. PERSPECTIVA PSICOLÓGICA DE UNA COMUNIDAD EN EL ESPÍRITU Toda perspectiva psicológica tiene sus límites y posibilidades, depende de la escuela psicológica elegida para hacer la valoración VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 543 de una comunidad humana, y llega hasta esa frontera teologal que constituye el núcleo más íntimo de una comunidad en el Espíritu sin que la psicología pueda trascender con sus leyes a ese núcleo teo logal que debe respetar en una neutralidad benevolente. Yo voy a poner el acento en la perspectiva psicológica teniendo en cuenta que ese grupo del que tratamos se constituye consciente y adultamente como una comunidad en el Espíritu. Esta perspectiva psicológica nos permitirá detectar leyes funda mentales del grupo humano, pero no agotará todas las posibilidades de ese grupo, sobre todo las posibilidades trascendentes que consi derará como fruto de la opción libre, de la relectura en búsqueda de sentido de esa dimensión teologal de un grupo que se dice convo cado por el Señor Jesús. La comunidad en el Espíritu de ese grupo creyente en la dimen sión cristiana de la historia, que elige la comunidad de vida para albergar la fe en Jesús y comunicar su Espíritu a través de un com promiso histórico que libera y construye al grupo y, desde el grupo, al pueblo de Dios. Al buscar una infraestructura psicológica del grupo tenemos que comenzar por una definición de grupo que sea operativa, que de una manera integradora asuma rasgos con los que en la psicología social se aproxima el estudioso a los grupos. Un grupo serán aquellas personas con percepción colectiva de su unidad que, motivadas por la satisfacción de ciertas necesidades, contactan para lograr objeti vos, siendo dicho contacto significativo; constituyéndose interde pendientemente en interacción frecuente, estructurados en una serie de normas, valores y roles. Se trata, como he dicho, de una defini ción de grupo que integra aspectos subrayados por diferentes auto res. Desde esa perspectiva psicológica haremos más adelante una lectura de la comunidad en el Espíritu. Se trata de un grupo de personas con la conciencia de pertenecer a una cierta unidad -el grupo es como un cuerpo, las personas son los miembros de ese cuerpo-o El grupo es una unidad moral que tiene su identidad, que puede responder a las preguntas: ¿quién soy?, ¿quiénes somos como grupo? En esas personas se da, ante todo, la conciencia de pertenen cia. Pertenecen al grupo, aunque el grupo no agote todas sus dimen siones individuales, personales. Pertenecen a ese dinamismo con el 544 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ que se construye el campo de fuerzas que delimita al grupo. Son personas que han elegido el grupo como lugar teológico; desde su libertad, adultamente, se han vinculado unas con otras en la perspec tiva de finalidades y medios diseñada para ese grupo. La lectura creyente de su dinamismo nos llevará a la vocación del grupo y por lo tanto a la convocación de esas personas que buscan vivir comu nitariamente en el Espíritu de Jesús. Pero esa lectura creyente de la vocación del grupo exige previamente un conocimiento de la infra estructura psicológica que posibilita a esos hombres o mujeres ser grupo, y presupone un espacio humano que posibilite esa lectura psicológica. El primer rasgo de un grupo será, por lo tanto, la per tenencia: pertenecemos al grupo. No una pertenencia absoluta, ni tal vez total, pero una pertenencia de la que se nutre la identidad del grupo y que influye en nuestra propia identidad individual. Segundo, esas personas que tienen conciencia de pertenecer a un grupo están motivadas por la satisfacción de ciertas necesidades. Sabemos que las necesidades humanas generan motivaciones dina mizando al hombre en búsqueda de su satisfacción. Recordemos el cuadro de necesidades diseñado por Maslow: fisiológicas, necesida des de seguridad, de paz, de orden, de pertenencia, de amor, de prestigio, de estima, de éxito. Por la evolución psicológica que pasa por al menos una mínima satisfacción de esas necesidades y una negociación de su frustración ocasional, llegamos a la autolTealiza ción como última y más elaborada necesidad humana. La evolución psicológica, el crecimiento personal en el grupo apunta, por lo tanto, hacia la autolTealización. En esta rápida enumeración de las necesidades expuesta por Maslow, subrayamos cómo la necesidad de pertenencia es realmente importante. No se trata de una pertenencia despótica por la que el grupo constituido en unidad moral manipulará a sus miembros, sino una pertenencia necesitada, satisfecha por cada individuo en su libre vinculación con los otros en el grupo. Satisfechas las necesidades básicas de alimentación, de sueño, de salud, de seguridad básica, de habitación, podemos preguntarnos: una vez que mi subsistencia está asegurada, ¿qué necesidades motivan mi persona a la búsqueda de otras personas que van a constituir y cris talizar un grupo? Tal como formula esta cuestión Yves St. Arnaud VIDA RELIGIOSA Y FUTURO." 545 en su librito Ensayo sobre los fundamentos psicológicos de la comu nidad, editado por Atenas en el año 73, «una vez que mi subsistencia está asegurada en el presente y en el futuro, que tengo seguridad de poder hacer tres comidas cada día y dormir en una cama relativamen te confortable, ¿de qué tengo necesidad para poder actualizarme ple namente?» Y este autor, St. Arnoud, va a subrayar tres necesidades básicas que dinamizan el grupo y que van a estar presentes en la estructura de la comunidad en el Espíritu. Primera, necesidad de amar y ser amado; segunda, necesidad de crear, producir; tercera, necesi dad de comprender. Todo hombre, para poder actualizarse, tiene necesidad de responder a estas dimensiones fundamentales de amar y ser amado, producir y comprender. Dirá Sto Arnaud: «la realidad de la comunidad aparece cuando varias personas se comprometen unas para con otras en una puesta en común sistemática que les permita responder a una u otra de sus necesidades fundamentales». Es verdad que la comunidad no es el único medio de actualizarse, de autorrea lizarse, pero es un medio poderoso ofrecido para dar cauce a estas necesidades personales fundamentales. La opción y realización de la estructura de comunicación que permite satisfacer sistemáticamente estas necesidades da lugar, pri mero, a la comunidad de vida; segundo, a la comunidad de trabajo; tercero, a la comunidad de fe. La comunidad de vida consiste en la relación estructurada, sistemática, que se establece entre personas que buscan conjuntamente la manera de aumentar su capacidad de amar y de ser amados. Es verdad que existen muchas dimensiones en el amor y muchas clases o estilos de amar, y tal vez la comunidad de vida en el Espíritu, la comunidad de vida en la perspectiva cris tiana, fomenta o elige o prioriza alguno de estos estilos, alguna de estas dimensiones del amor, con respecto a otras. La comunidad de trabajo resulta de la colaboración sistemática de aquellas personas que encauzan en común su capacidad de crear y producir. Hoy, cuando se ha subrayado la distinción entre la co munidad de vida y comunidad de trabajo, se pone de relieve que se trata de dimensiones distintas que pueden darse independientemente o que pueden darse unificadamente en un mismo grupo. La comu nidad de vida puede influir en la comunidad de trabajo aumentando la capacidad creativa de sus miembros a través del dinamismo del 546 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ amor, a través de su disponibilidad, de su espíritu de servicio, de su amor sensible a las necesidades del otro, de los otros. La comunidad de fe responde a esa necesidadprofunda que tene mos de comprender, a la búsqueda de sentido, a esa necesidad de ayudamos en la lectura de los acontecimientos. Y también a esa ne cesidad de testimoniar en nuestra acción liberadora la presencia del Espú'itu de Jesús que viene de más lejos que nosotros mismos y va más allá de nuestro esfuerzo. La comunidad de fe no es solamente una dimensión no ética de la comunidad, sino una dimensión práctica de la misma que se reconoce por esa dimensión liberadora, integral mente liberadora, que hace crecer el Reino en denedor del grupo. En la definición de grupo señalábamos, en tercer lugar, los ob jetivos. Esa comunidad de personas se constituye contactando como grupo para lograr objetivos concretos. Entre estos objetivos pode mos señalar el de mantenimiento de la comunidad del grupo; podría mos decir es el objetivo que mira al interior de las relaciones huma nas intragrupales y la tarea hacia fuera de ese grupo de personas. Mantenimiento y tarea serán dos dimensiones importantes psicoló gicamente de diferentes grupos que subrayarán más o menos una u otra de estas dimensiones. Hay grupos más centrados en el mante nimiento -la comunidad de vida nos habla más de mantenimiento de las relaciones humanas dentro del grupo- y hay otros grupos más centrados en la tarea, es decir, en la creación o producción de algo para lo cual se requiere la colaboración de todos los miembros del grupo. La comunidad de trabajo nos hablará más concretamente de la dimensión tarea que más o menos tienen los grupos. Incluso, dependiendo de las características del grupo, habrá líde res más centrados en mantener la estructura personal humana del grupo y líderes más volcados hacia la motivación que aumente la calidad o la cantidad de la tarea realizada por el grupo. Psicológi camente está estudiado por la psicología social en qué circunstancias deben primar los objetivos de mantenimiento o de tarea, dependien do de la situación del grupo, del liderismo, de los objetivos, de los medios, de la estructura, etc. Estos objetivos se mantienen operativos y conscientes gracias a un contacto interpersonal que no es ocasional o anecdótico sino estructuradamente significativo y expresivo de una voluntad grupaL VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 547 En esta dimensión de objetivos, si se trata de una comunidad en el Espíritu, obviamente, los objetivos tienen que ser percibidos como fruto del Espíritu de Jesús por los miembros del grupo. Puede haber una contradicción entre comunidad de vida para unos objetivos de seguridad, enriquecimiento, poder o status social, y una comunidad de trabajo que no es signo del Reino. Puede haber una disonancia entre la motivación u objetivos discernidos por el individuo singular y los que realmente constituyen el entramado del grupo en cuanto comunidad de personas. Una comunidad en el Espíritu necesita que estos objetivos hayan sido discernidos comunitariamente, asumidos creyentemente, contrastados con la palabra de Dios frecuentemente, y vividos coherentemente en la perspectiva evangélica del Reino. El cuarto rasgo de la definición psicológica de grupo subraya la interdependencia y la interacción frecuente. Más que la semejanza, lo que hace a un grupo ser auténticamente grupo es la interdepen dencia. Un hecho que afecta a uno de los miembros es probable que afecte a todos. Es decir, emocionalmente, actitudinalmente, el grupo depende no con una dependencia infantil o condicionante, sino que está relacionado con los acontecimientos que afectan a cada uno de los miembros. Mi persona, mi trabajo, mi lectura creyente, afecta al grupo, afecta a todos los miembros, no sólo en una dimensión mís tica-teologal, sino en una dimensión observable, conductual, psico lógica. Además de la interdependencia el grupo se construye por la interacción. La interacción es la comunicación frecuente entre los miembros del grupo; comunicación cara a cara, directa, no indirec tamente a través de las tareas en las cuales también hay comunica ción, sino comunicación personal directa. Se ha definido al grupo como un sistema abierto de interacción en el que las acciones determinan la estructura del sistema y las sucesivas interacciones ejercen iguales efectos sobre la identidad del sistema. La interacción será la influencia mutua que hace que un agregado de individuos se convierta en grupo. La interacción es ese dinamismo que convierte en cuerpo moral a los miembros aislados del grupo. En una lectura creyente la interacción tiene que ver con el discernimiento, con el compromiso comunitario, con la respuesta común a la vocación grupal. Un grupo es un organismo vivo; yo no 548 10SE A. GARCIA-MONJE, SI entro en un grupo, sino que hago un grupo al entrar en una comu nidad. Interacciono configurando al grupo desde mi presencia, desde mis necesidades, desde mis dinamismos individuales. El quinto rasgo constitutivo del grupo hacía alusión a la estruc tura, a la organización de la comunidad de una serie de normas, valores y roles. Se trata aquí de un aspecto más sociológico: de las propiedades estructurales, status, roles, normas, que son como el andamiaje interno de un grupo. El status conlleva la evaluación de la posición de un miembro en cuanto al prestigio, importancia o valor que posee para el grupo. Los roles hacen referencia a esa complementariedad de papeles ejercitados de acuerdo a unas expec tativas normati v izadas y aceptadas como tales por un consensus grupal. Un grupo es una distribución de roles -una armonía de roles en el mejor de los casos- una complementariedad de roles, una interacción de roles formales e informales que dan al grupo determinado rostro, determinado estilo, determinado talante. Las normas explícitas o implícitas influyen en el grupo (son como un código de circulación personal al interior o en el interior del grupo), influyen en la vivencia del poder, en las relaciones afectivas, en la eficacia del grupo y en el grado de satisfacción de los miembros del grupo. Es evidente que en una comunidad en el Espíritu se puede dar un problema de mundalización de los status, valores, roles e incluso normas, que harían que el grupo dejase de ser comunidad en el Espíritu -una comunidad liberada por el Espíritu para hacer historia de salvación- para convertirse sin más en una colonización cultural determinada por las conientes o valores más poderosos en la cultura que constituye la atmósfera del grupo. HISTORIA DEL GRUPO Todo grupo -la comunidad en el Espíritu es un grupo humano de hombres, de mujeres, o mixto- tiene que clarificar, si quiere tener salud grupal, tres dimensiones: primera, pertenencia; segunda, poder; tercera, afecto. Pertenencia. La gran pregunta que el grupo se formula en sus comienzos y siempre que hay una situación de crisis, es: ¿dentro o VIDA RELIGIOSA Y FUTURO .. , 549 fuera? Se trata de aclarar y aclararse sobre las fronteras del grupo, sobre lo que se considera el núcleo del grupo y a qué distancia estoy o estamos de ese núcleo que identifica al grupo. ¿Dónde estoy y dónde está cada uno? Aclarar la identidad del grupo es aclarar nues tra pertenencia: ¿cómo se pertenece a este grupo, cuándo se deja de pertenecer, cuál es realmente la frontera de esa pertenencia? En un grupo cristiano en una comunidad en el Espíritu los criterios de pertenencia, más allá de lo estrictamente jurídico, pueden ser muy variados: El primero sería la identificación con la estructura jurídi ca de la institución. La pertenencia consistirá en la observancia de las normas. Un miembro del grupo es más miembro de ese grupo, según este criterio, cuanto más cumpla y se identifique con la es tructura jurídico-normativa que constituye a ese grupo en una per sona moral. Otro criterio frecuente en grupos estructuradamente jerárquicos es la identificación con el poder. Cuanto más cercano, permeable, dependiente incluso, esté de la fuente de poder, más recibo de ese poder jerárquico la consolidaciónde mi pertenencia al grupo. El poder jerárquico decide quién pertenece y quién no pertenece al grupo. Se trata de un viejo criterio, todavía vigente, que utilizado con rigidez puede deteriorar la vida del grupo, la interacción grupal y matar la creatividad, iniciativa, libertad de sus miembros. Otro criterio de pertenencia puede ser la eficacia. Aquí estaría mos más cerca de la comunidad de trabajo: soy más de este grupo cuanto más produzco, cuanto más colaboro en la tarea grupal o en la tarea individual que me ha asignado el grupo, o que el grupo reconoce o permite en mí. Si se trata de una comunidad de trabajo, la pertenencia puede deslizarse a la eficacia; quién aporta más, qué es aportar más. Se trata de un criterio cuantitativo que puede ser útil para evaluar o valorar la actividad de grupo, pero que, evidentemen te, no agota el tema de la pertenencia. Se trata de una dimensión del grupo, pero no de la única y más importante dimensión si el grupo es algo más que una comunidad de trabajo o algo más que una obra. Otro criterio tradicional en los grupos cristianos es el criterio de comunión de las verdades del grupo, con sus dogmas, si los tiene, con su ideología, si la explicita. Se trataría de un criterio de Oltodo xia. Pertenece al grupo el que de una manera ortodoxa afirma, cree, 550 JOSE A. GARCIA-MONJE, SI lo que constituye el mensaje -no ético- del grupo. Es un criterio importante, de una gran repercusión en la tradición cristiana, indi cativo de una actitud, de una comunión, pero no exhaustivo en la determinación de la pertenencia. Además de la ortodoxia está la ortopraxia que identificaría al miembro del grupo en el quehacer histórico de un amor servicial, liberador, aunque la formulación conceptual de las verdades que subyacen a nuestra praxis no sea exactamente idéntica en todos los miembros del grupo. O aunque las ideologías o helTamientas ideológicas no sean las mismas en todos los miembros de un grupo pluralista. La ortopraxia como criterio de identificación puede ir más lejos que la ortodoxia y de una manera más vital darnos razón de la pertenencia. Otro criterio que responde a la gran pregunta: ¿dentro o fuera? es la vivencia coherente y eficaz del compromiso con la tarea de hacer grupo. Cada miembro en un grupo en el que existe además de una tarea extra un quehacer que entrelaza a los miembros entre sí, que hace grupo, tiene el compromiso de dedicar energía no solamen te a la producción o creatividad del grupo, sino al mantenimiento de ese mismo grupo y al crecimiento de ese grupo como pluralidad de personas y unidad moral. La pertenencia vendría dada por la moti vación, el interés, el amor, que yo pongo en la subsistencia del grupo en cuanto grupo. Otro criterio de pertenencia lo sugeriría el compromiso personal con los objetivos del grupo. Es decir, que no haya una distorsión grande entre mis objetivos individuales, personales, y los objetivos del grupo; que yo haya hecho míos los objetivos del grupo, en la medida en que soy miembro activo y vivo de ese grupo. Otro criterio de pertenencia importante nos lo da la dimensión de comunicación en el interior del grupo. Si el grupo subsiste y crece por la comunicación por la interacción comunicativa de sus miembros, el ser dentro de un grupo un activo comunicador en su doble dimensión de escucha y palabra, indicará el grado de perte nencia a este grupo. Otros criterios de identificación de la pertenencia que puede ser muy clara en algunos grupos, más difusa en otros, o más ambigua en grupos determinados, es la consciencia del status o del rol o los roles que se me asignan o que vivo habitualmente dentro del grupo. A más VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 551 consciencia del status o del rol o de los roles y más coherencia con esa consciencia, más pertenencia al grupo. La falta de consciencia de los roles que ejercito dentro del grupo indicaría, tal vez, una falta de consciencia de mi pertenencia real, concreta a ese grupo. En algunos grupos, comunidades en el Espíritu, a veces el cri terio de pertenencia viene dado por una práctica sacramental como otorgando a esa práctica el poder de determinar mi grado de perte nencia al grupo. Soy de este grupo en tanto en cuanto practico de una manera observable los signos sacramentales o no que este grupo considera importantes para su identidad cristiana. En los grupos de estructura más vertical donde lo jerárquico se articula vertebralmente, la pertenencia viene de arriba. En los gru pos de estructura más horizontal (en términos políticos más demo cráticos) la pertenencia viene dada por el estilo de convivir en el quehacer cotidiano del grupo. En los grupos cristianos, comunidades en el Espíritu con Dios al fondo, existe y ha existido siempre una inclinación a sacralizar la figura del líder convirtiéndole en superior. Esta inclinación y esta lectura del liderazgo tiene realmente una base creyente, pero tal vez la praxis del grupo ha entremezclado dimen siones culturales de poder y ha hipertrofiado ese ejercicio del lide razgo, sacralizándolo en perjuicio de pertenencia libre y eficaz de los miembros de la comunidad en el Espíritu. El líder es un miem bro de la comunidad, el Espíritu anima esa comunidad en sus dife rentes roles; la pertenencia viene dada por esa comunión con el Espíritu de la cual el grupo entero y cada una de las personas que lo forman es corresponsable. Las utopías que polarizan la dimensión de pertenencia son por un lado la inclusión total y por el otro la exclusión total. La utopía de la inclusión total nos conduciría a un grupo útero, un grupo madre, en el cual pertenecer, estar dentro, es estar totalmente inclui do en esa matriz grupal. Esa inclusión total que da la seguridad de la pertenencia corre el peligro de asfixiar la libertad, creatividad, autonomía, de los miembros del grupo. El precio de la seguridad es la dependencia total y la dependencia total conlleva una falta de creatividad, una ausencia de riesgos que definen la vida. La utopía de la exclusión total lleva al aislamiento. Si ser grupo es estar dentro del útero, estar fuera -aunque vinculado y relacio- 552 JOSE A. GAReIA-MONJE, SI nado- no da razón suficiente para la experiencia de pertenencia. O soy totalmente intrauterino o estoy totalmente fuera y aislado. La imagen del hombre, la mujer, adultos, que han cortado sus cordones umbilicales y sólo así se pueden relacionar con la madre de una manera adulta, no entra en estas utopías insanas que fantasea el grupo desde necesidades primordiales muy hondas pero poco elabo radas en la maduración progresiva del individuo. Ni la inclusión total ni la exclusión total dan razón de la relación real, madura, que establece el miembro del grupo con el grupo y a través de la cual se siente, y de hecho realmente lo es, perteneciente al grupo. Tal vez hoy más que nunca en esta dimensión de pertenencia hemos de cultivar esa virtud que se llama tolerancia a la amhigüe dad. Las fronteras de los grupos, de las comunidades en el Espíritu, no pueden estar tan nítidamente trazadas como lo estaban en una atmósfera cultural de cristiandad. En esa atmósfera de cristiandad las fronteras espirituales de los grupos se subrayaban con el poder social, con la identificación del status y los roles, hecha en el seno de la sociedad civil. Al faltar esas apoyaturas, esas murallas que definían nítidamente la pertenencia, se crea una cierta ambigüedad que hemos de tolerar sanamente si queremos pertenecer al grupo, sin pedir más claridad que la que la realidad puede damos. Tolerar la ambigüedad de la pertenencia en un grado moderadamente integrable, es parte de la realidad de los grupos cuyas fronteras no las definen ni los dogmas ni las rejas ni los muros ni los hábitos o ropajes externos. La perte nencia es sobre todo una actitud interna que, ciertamente, se traduce en conductas observables, pero que tiene su razón de ser profunda, sus raíces hondas, en laactitud personal del miembro del grupo. Hoy las fronteras de la comunidad en el Espíritu pueden estar sobre el papel claramente trazadas en documentos y declaraciones y, sin embargo, en la realidad hay que matizarlas desde las situaciones existenciales que vive el grupo y viven cada uno de sus miembros. Al grupo, en un diálogo humilde con la realidad, le corresponde la paciencia histórica de recrear esas fronteras nebulosas, de tolerar cierta ambigüedad y al mismo tiempo de afirmar con verdad el núcleo y el corazón del grupo como utopía sana que dirige el cami nar de los miembros. VIDA RELIGIOSA Y FUTURO". 553 PODER Después de la exploración de la pertenencia descrita por la pre gunta ¿dentro o fuera? sucede cronológicamente en el grupo -pero no de una manera lineal- la exploración del poder expresada en la cuestión: ¿arriba o abajo?, ¿dónde estoy en este grupo? La dimen sión del poder necesariamente debe de ser aclarada en toda la evo lución de los grupos. Pero es especialmente difícil para aquellos grupos que constituidos comunidades en el Espíritu la ponen entre paréntesis o la descartan de su devenir creyendo que están ya desde el principio centrados en el amor, en la caridad. El poder es una dimensión humana y por lo tanto interviene individual y gmpalmen te en el proceso del grupo. Se trata de un problema de status, de un problema también a veces de roles, de un problema de situación y relación ante los miembros del grupo y entre los miembros del gru po. ¿Qué puedo yo en este grupo?, ¿qué poder me da el grupo o qué poder me permite ejercer el grupo? Ante estas personas concretas, ¿cómo me sitúo, arriba o abajo? El poder puede ser referente, que es el poder que tiene una persona sobre otra porque le sirve de modelo de referencia legítimo otorgado por la normativa del grupo, por las leyes grupales, estruc tura jurídica del grupo. Poder de experto que el grupo otorga a los que operativamente expresan su pericia en alguna dimensión huma na. Poder de recompensa o castigo que tiene la autoridad y que a veces tiene también el grupo como medio de motivación y de pre sión -aplauso, rechazo, silencio desaprobativo, palabra estimulado ra, etc.-. Como persona y como miembro del grupo siempre tengo un poder. El hombre nace con cero de poder y por eso la naturaleza le rodea de un cien de amor para que esa impotencia originaria vaya dando paso a un poder progresivamente afirmado: corporal, psíqui co, emocional, relacional, laboral, etc. El crecimiento humano es un crecimiento que pasa por la adquisición de poder, no de ese poder social o político sino de un poder físico, intelectual, afectivo, capa cidad de comprender, de amar, de crear, de transformar, de buscar. La utopía que muchas veces desorienta a los miembros de un grupo es la que va de la omnipotencia a la impotencia. Existe en el grupo un polo de omnipotencia situado en el líder o situado en un 554 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ subgrupo o en una persona determinada, o incluso en el mismo grupo como institución, y existe mi impotencia, existe mi desvali miento, existe mi no ser nada fuera de la sombra protectora de esa omnipotencia del grupo. Esa utopía omnipotencia con su polo de impotencia resulta en la práctica desastrosa para el crecimiento ar mónico en el poder personal y grupal. No existe la omnipotencia en el grupo, yo no soy totalmente impotente en el grupo. Lo sano es reconocer que cada miembro del grupo tiene una cierta y medida potencia relativa a la de los demás y que esa potencia se puede ejercer sin competividades o tal vez con algunas tensiones, pero con la verdad que da la propia sencilla autoafirmación. El poder puede tener muchas dimensiones: poder hacer (efica cia), poder motivar a otros (liderazgo, conducción de personas), poder producir, poder simbolizar las metas, objetivos o necesidades del grupo, poder comunicar (entrelazar mensajes, cohesionar al gru po). Tal vez uno de los poderes más importantes en la historia gru pal es el poder captar las necesidades del grupo y favorecer los cauces para satisfacerlas. Es la sensibilidad que escucha al grupo en cada momento de su historia, en cada una de sus situaciones histó ricas, y sabe responder a las explícitas o implícitas demandas del grupo con cauces aptos para satisfacer sus necesidades. Un problema típico de los grupos cristianos es que constituyen como todo grupo humano un poder, pero un poder que desde la lectura evangélica de su experiencia no se equipara en un lenguaje homogéneo con los poderes de este mundo. Es un poder «sin poder» de la fe, del amor y de la esperanza. La comunidad en el Espíritu, si es realmente comunidad, supone una conciencia del poder; si es auténticamente del Espíritu de Jesús aportará una subversión cristia na de los valores entre los cuales el poder entendido culturalmente, mundamente, es uno de ellos. En la historia humana hay un arriba y un abajo; muchos circulan por la historia en su «aniba», muchos más -muchísimos más- en su «abajo». La comunidad en el Espí ritu tiene que elegir su sitio social sabiendo que en el mundo se sube subiendo y en el Reino evangélicamente anunciado se asciende ba jando. Que Jesús se hace hombre en el abajo de la historia, en el «sin poder» social, con un -eso sí- reconocimiento de su poder personal, lucidez, persuasión, convicción, claridad, escucha, amor. :- i VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 555 La comunidad en el Espíritu debe huir de la sacralización del poder para creer en la bienaventuranza de la pobreza en la cual la ausencia del poder connota necesariamente la situación humana. Y sin embargo, también es verdad que la comunidad en el Espíritu tiene que aclarar psicológica e intergrupalmente su relación con el poder. Muchas veces el lenguaje de la caridad tapa como el manto de Noé las luchas y tensiones del poder y por el poder que se dan en el seno de una comunidad que se dice espiritual y pretende refe rirse al Espíritu de Jesús. Aclarar el poder es liberar la verdad que nos permitirá, en definitiva, caminar juntos hacia el amor. AFECTO La tercera gran pregunta que todo grupo se plantea alguna vez en su historia, si es capaz de madurar hasta ella, es: ¿cerca o lejos? Es la pregunta en tomo a la dimensión afectiva del grupo: en tomo al amor. Esta pregunta aparece en la consciencia del grupo cuando se ha aclarado el tema del poder; cuando, después y más lejos de luchas intestinas en el grupo, aparece la posibilidad de verbalizar el amor como fuerza integradora y cohesiva del grupo. Las utopías que alimentan la dimensión amorosa del grupo son la del amor fusionante y/o universal y, por el contrario, el aislamiento total. La utopía del amor universal, primero entre los miembros del grupo, a todos los miembros del grupo por igual; después en el entorno de acción del grupo, se contrapone a ese aislamiento total del que se siente no querido por nadie, rechazado por todos, no aceptado por ninguno. El amor que entrelaza la dinámica de maduración en el grupo está hecho de solicitud, afecto e intimidad. La solicitud es la preocu pación por el otro con la sensibilidad a sus necesidades. El afecto es el deseo cálido de estar junto a la persona amada, junto a los otros, y la intimidad es la comunicación personal con el otro. Solicitud, afecto e intimidad como dimensiones del amor no se cultivan por igual con todos los miembros del grupo. Habrá grupos en los cuales se subraye más la solicitud, se cultive menos el afecto o muy poco la intimidad. O grupos más maduros que son capaces de verbalizar 556 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ sus necesidades, en los que el afecto fluya espontáneamente e inclu so haya espacios para la comunicación personal profunda. En la aclaración del amor habrá que tener en cuenta, según el estilo de grupo o de relaciones interpersonales establecidas entre los miembros del grupo, qué dinamismos de ese amor se privilegian: el dinamismo erótico, el dinamismo afectivo,el dinamismo que aca rrea libertad en el cual el amor es fruto de una opción de valores realizada en la relación con el otro. Según sea uno u otro de estos dinamismos, el que se subraya más en las relaciones interpersonales dará lugar a un estilo de amor u otro. De los tres tipos de amor que nos pueden servir para aclarar el entramado de relaciones humanas afectivas en el grupo (amor de pasión, amor-afecto, amor-empatía) veremos que cada uno de ellos elige un lenguaje, El amor de pasión, más bien en el lenguaje erótico en el sentido amplio de erotismo (instinto vital, líbido), el amor de afecto (el lenguaje de los senti mientos, el lenguaje emocional de afectos positivos o negativos), y el amor de empatía (la libertad de dejar al otro ser otro y de ser uno mismo relacionado ante él a través de valores integrados en la rela ción). De estos tres tipos de amor, en un grupo se aclara obviamente el amor de empatía y el amor de afecto mucho más que el amor de pasión propio de una relación de pareja. El amor de empatía sería el típico de una comunidad en el Es píritu sin negar los componentes de otros dinamismos del amor - erótico o afectivo, sobre todo afectivo- presentes también en la elección del estilo de relación que hacemos ante el otro. El amor de empatía, por la libertad que acarrea, constituye el cohesionador más auténtico de unas relaciones grupales en las que la comunicación afectiva está también presente y el otro es elegido, más que desde la amistad, desde el compartir un proyecto de vida, unos objetivos comunes, una comunicación frecuente. En la comunidad de vida que conlleva la fe en un pequeño grupo, se ha subrayado sobre todo como identificación cristiana el amor-servicio o el amor de solicitud. Es verdad que esta dimensión del amor suele tener la primacía con respecto a las otras, pero no podemos olvidar que sólo se hace grupo si el afecto y la intimidad están presentes, Un grupo cristiano que aclare su red de relaciones psicológicas amorosas tendrá que evaluar no sólo su solicitud por el VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 557 otro, sino su deseo de estar cálidamente junto al otro y su comuni cación interpersonal. Estas dimensiones en el marco del amor afectivo y sobre todo del amor de empatía pennitirán el clima necesario para el crecimien to del grupo y de los miembros del grupo en cuanto tales. En la comunidad en el Espíritu, el amor, que es experiencia psicológica interpersonal, es también contemplable teologalmente. El amor viene de Dios. Esa actitud de fe ante el amor hace a los miembros del grupo responsables gozosamente de dar al amor una visibilidad que permita al otro ser persona y contemplar en esa experiencia amorosa al Dios, fuente del amor, al Dios que es Amor. Esa responsabilidad que supera el entramado psicológico del grupo es una responsabilidad testimonial: el amor no sólo será alimento del grupo sino tarea del grupo. Testimoniar que ese amor tiene su fuente en Dios y no se agota en las dimensiones que hace a este grupo comunidad de vida; que es fecundo, creador de vida; que hace al hombre posible y a Dios creíble. HISTORIA LINEAL DEL GRUPO Aunque no existe en realidad una historia lineal del grupo huma no, todo grupo avanza y retrocede, llega a etapas y vuelve a posi ciones primitivas influenciado por el ir y venir de los miembros en sus relaciones interpersonales, podemos describir como un modelo operativo para diagnosticar la situación del grupo y su historia li neal. El grupo comienza en la primera fase de su historia, en su na cimiento como grupo, por una convocatoria que hace al líder enor memente grande, depositario de la sabiduría del grupo, del poder del grupo, del conocimiento de los fines y objetivos del grupo, y a los miembros del grupo escuchadores, tímidos en un principio tal vez, de ese líder que lo sabe aparentemente todo acerca del grupo. La convocatoria hace al que la representa líder, superior, con respecto a miembros que rápidamente se diversifican: los que no han solucio nado su problema ante el poder, los que siguen buscando el poder para crecer a su sombra, se harán dependientes de ese líder; tendrán 558 JOSE A, GARCIA-MONJE, SI conductas gratificantes para ese líder; serán los más obedientes a las insinuaciones, sugerencias o mandatos del líder. Otro sub grupo de personas que tienen mala relación con el poder al que ven siempre amenazante, castrador, se apartarán del líder y se colocarán incluso espacialmente en las fronteras del grupo: lo más lejano posible de la sombra del líder o del superior en el caso de una comunidad en el Espíritu, Este subgrupo está formado por los contra-dependientes: personas que utilizan el poder para situarse discretamente en un principio en contra de él, como referencia para saber lo que no eligen hacer, defendiéndose del poder como peligroso para su vida, para su autonomía, para su independencia, Se formarán en un primer momento en el nacimiento del grupo dos subgrupos: los dependientes cercanos al líder y los contradepen dientes lejanos que no tendrán excesivo protagonismo porque el líder abarca con su proyectada estatura todo el campo tal vez de decisiones del grupo. En todo caso, los dependientes, al evocar la figura del líder de una forma positiva, al ser los obedientes, tendrán mayor quehacer en subrayar las normas, preguntar en las decisiones, llenar de leyes emanadas del líder o de la institución o de la estruc tura las aparentes lagunas de poder. Si el líder es realmente partici pativo, si su enorme estatura es más bien fruto de los miedos y fantasías de los miembros del grupo más que de la realidad de su relación con el poder, el grupo podrá evolucionar hacia una siguien te etapa en la cual los dependientes comienzan a sentirse frustrados porque el líder o el superior no ejerce el poder todo lo que ellos necesitan y demandan. El dependiente necesita quitar toda ambigüe dad, normas claras, leyes que regulen hasta los más pequeños aspec tos de la vida en comunidad, y como el líder por su talante respeta espacios de libre decisión de los miembros del grupo y comparte con ellos importantes áreas del poder, este subgrupo de dependien tes comienza a sentirse abandonado por el padre, huérfanos de pa dre, y comienza a angustiarse, a buscar en ritos compulsivos reme dio para esa ausencia de poder. Los contradependientes, por el contrario, van comprobando en la praxis que la figura del líder no es tan amenazante como en un principio sus fantasías ante el poder se lo habían hecho pensar. Y comienzan a unirse «contra». Es una unión precaria entre ellos cuyo í VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 559 UillCO objetivo es «oponerse a». Comienza una etapa de ataque y fuga, de boicoteo a las decisiones del líder, de ataque a los depen dientes, que hace la vida psicológica/social de la comunidad incó moda, hostil, llena tal vez de agresividad, con fronteras poco claras no delimitadas desde el poder, y a veces hace inviable el proyecto grupal. La tentación en esa etapa es la redefinición de límites, de fronteras; aclarar el tema de la pertenencia (quiénes son y quiénes pertenecen realmente a este grupo), golpes de estado que fortalezcan un poder en el grupo, que dividen el grupo y le hacen retroceder a cada uno de los nuevos grupos a su etapa inicial, a su nacimiento como grupo, a su nueva relación con el poder. Existen en el grupo una serie de personas que tienen resuelto su problema con el poder: se trata de los «autónomos». Estas personas se relacionan correctamente con el poder desde su expeliencia de autonomía. Son capaces de aceptar las orientaciones o normas del poder y son capaces también de dialogar con el poder criticándolas constructivamente o resistiéndose a aquéllas que no les parecen jus tas después de un análisis lo más objetivo posible de las mismas. Son personas que no se relacionan afectivamente con el poder sino a través del diálogo, la objetividad, lo que parece justo y loque construye de verdad a los miembros de la comunidad y a la comu nidad como persona moral que integra a esos miembros. Estos autónomos van poco a poco contagiando, en el mejor sen tido, su autonomía. Van enseñando a los dependientes a poder afir marse ante el poder sin necesitar de su sombra protectora y a los contradependientes a poder aceptar el poder, en muchas ocasiones sabiendo que fOlma parte de la vida del grupo. Los autónomos son los que favorecen la aclaración de la dimensión «poder» que antes concretábamos en la pregunta: ¿arriba o abajo?, ¿qué puedo yo en este grupo?, ¿qué poder me da el grupo y cómo relaciono ese poder mío, real, concreto, con el poder de otros miembros del grupo? Si el tema del poder es aclarado, el grupo crece, madura y pasa a una fase donde el protagonismo le corresponde al amor. Esa fase que hemos descrito anteriormente como aclaración del cerca o lejos, de la distancia afectiva entre los miembros, suele comenzar habi tualmente por una etapa que algunos psicólogos sociales llaman de «luna de miel». Pasadas las guerras del poder, el grupo vive gozosa 560 JOSE A. GARCIA-MONJE, SI y unificadamente una cercanía afectiva, una luna de miel, que para algunos se les hace amenazante porque no manejan bien sus senti mientos afectivos, cercanos, cohesivos, y a otros se les hace el clima en el que pueden, por fin, expresarse en ese grupo hasta ahora tan hostil. Esta etapa del amor revela los intimistas, personas que necesitan un clima afectivo importante para poder decir su palabra en el gru po, y los contra-intimistas, personas que al no manejar bien los afectos y concretamente los relacionados con el amor, se encuentran incómodos en unas relaciones intergrupales que subrayan sobre todo la cercanía, la unión, la vida en común, la amistad por encima de todo, la unificación de estilos de comunicación. Estos intimistas se irán alejando del núcleo del grupo; se situarán en esas fronteras amorosas del grupo, lejos del centro, y crearán un cierto malestar al resultar amenazantes para los intimistas que ven corno meta del grupo el amor, vivido tal corno ellos necesitan vivirlo. Necesitará el grupo para evolucionar un estilo o un tipo de per sonas que puedan vivir el afecto sin asfixiar al otro, la distancia sin aislarse, el amor corno relación purificadora, liberadora, vinculante sin dependencias intimistas. Estas personas maduras en el área afec tiva dicen su palabra respetando las distancias y resistencias de cada uno, ofrecen su afecto sin posesividades ni colonizaciones afectivas, no hacen chantajes con el amor para conseguir sus fines en el grupo, y ayudan a crear un clima grupal donde el amor se pueda vivir desde la experiencia de cada uno con libertad y verdad. El grupo entra así en una etapa de maduración donde cada uno es respetado en su identidad y es aceptado en su dimensión de miembro del grupo. Donde el amor, si se trata de una comunidad en el Espíritu, es el fruto maduro -mantenimiento y tarea a la vez de ese grupo que testimonia la presencia del Espíritu de Jesús. EFICACIA DEL GRUPO La participación en el grupo se hará eficazmente cuando: - Se sea sensible y respetuoso del entorno físico de las perso nas que componen el grupo. Se respete su espacio vital necesario VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 561 para no sentirse invadido, para incluso físicamente sentirse cómodo, con la dosis de soledad necesaria para la comunicación personal en el grupo. - Se sea sensible a las características personales individuales de cada uno de los miembros del grupo: estados de humor, senti mientos cambiantes, problemas personales, situaciones laborales individuales. - Se sea consciente de los roles que cada uno asume en el grupo y ante los cuales existe un consenso en el grupo, siempre y cuando esos roles no deterioren el crecimiento personal de ningún miembro del grupo ni del grupo en cuanto tal. - Se sea consciente de las normas implícitas del grupo. Cada miembro del grupo ha de conocer no solamente las normas explíci tas sino también las implícitas, ese código de circulación en el in terior del grupo que es importante observar para que todos se sien tan respetados y cómodos. - Se aclaren los procesos de toma de decisiones dentro del grupo; es decir, la participación del líder haga conscientes a los miembros del grupo de qué papel y qué poder tienen en el proceso de toma de decisiones. Desde el papel puramente informativo, pa sando por el consultivo, hasta la capacidad real de influir en la decisión de algún problema grupal. - Se puedan expresar libremente sin coacciones, sin castracio nes ni del poder ni de personas poderosas dentro del grupo que puedan crear una especie de miedo a la expresión personal, libre, respetuosa. POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS. RASGOS DEL HOMBRE MADURO, CULTIVABLES EN UNA COMUNIDAD EN EL ESPÍRITU El miembro de la comunidad aporta vida al proyecto común, pero ha de recibir del grupo aquellas helTamientas necesarias para su crecimiento personal. Solamente en situaciones excepcionales la vida del grupo puede solicitar a algunos miembros la renuncia a potencialidades suyas en bien del proyecto común del grupo, del cual ellos también se han de beneficiar. Estas situaciones excep- 562 JOSE A. GARCIA-MONJE, SI cionales han de ser cuidadosamente estudiadas, dialogadas, discer nidas. El miembro del grupo se sentirá aportando su energía a la comu nidad si es eficiente en alguna de las áreas de productividad del grupo, si su trabajo es reconocido como objetivo del grupo -en términos de la comunidad en el Espíritu, diríamos- si se siente enviado por el grupo a ese trabajo como misión que revela esa presencia ausente de Dios. La eficiencia es la capacidad productiva o creativa en algún área humana que da al miembro del grupo la sensación de cooperar al bien común, de sentirse ganando su propio pan y compartiéndolo con los demás miembros del grupo. Ser efi ciente en una comunidad en el Espíritu ha de ser discernido no solamente con las categorías culturales ambientales sino con esa más sutil y profunda eficiencia que puede ser testimonialmente evan gélica, De todas maneras, se ha de respetar la necesidad humana de sentirse identificado con un quehacer que dé razón de mi necesidad de producir, de ser eficiente. CREATIVIDAD El grupo, si realmente es pluralista y respetuoso de la libertad de cada uno, debe fomentar ese área de creatividad que hace a cada uno de los miembros del grupo único, original e inepetible. Ese pequeño huerto en el que cada uno se sienta realmente creativo y no mera mente planificado por la estructura del grupo. Esa creatividad no atenta al bien común del grupo ni consiste en una originalidad ex céntrica. Es, sencillamente, la posibilidad de desarrollar dimensio nes personales en las que el miembro del grupo se sienta fecundo creativamente, capaz de poner su sello a obras de sus manos, a su singularidad individual, abierta a la colaboración en la vida común. ARMONÍA INTERIOR El clima del grupo debe ser tal que favorezca, a pesar de los conflictos inherentes a todo proceso grupal, una armonía interior. Es VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 563 decir, un núcleo profundo de la persona que no se vea amenazado por las tensiones más superficiales que pasan por la vida en común. El grupo debe crear espacios para cultivar esa armonía interior; debe favorecerla, respetarla, estimarla. Porque él mismo se verá benefi ciado de esa profunda paz interna que dará a los conflictos su ver dadera y relativa dimensión. El hombre maduro posee esa armonía interior aunque en su piel pueda verbalizar tensiones que a veces incomoden la vida del grupo. COMUNICA TIVIDAD Un aspecto importante en la maduración personal es la comu nicatividad, la capacidad realizada de comunicación interpersonal. Por su definición el grupo es fruto de la comunicatividad, lugar de la comunicación, cultivo de la relación interpersonal. Un testpara medir la vida personal del grupo nos lo dará la capacidad actua lizada de comunicación de sus miembros y los mensajes que aca rrean en esa comunicación. La comunicatividad no se agota en la palabrería o en los temas banales, sino que abre espacios de inti midad, de comunicación personal, que llegan hasta los núcleos internos de las raÍCes de nuestra fe, esperanza, amor y trabajo por el Reino. TRASCENDENCIA La madurez de un hombre pasa en las comunidades en el Es pÚ'itu y en otros espacios humanos por la apertura a la trascenden cia, por cultivar esa dimensión que va más allá del ego y respetar y fomentar en los otros el cultivo de la misma. Una comunidad en el Espíritu es una cristalización social de la fe en la trascenden cia operativizada por el amor. La comunidad debe suministrar esos espacios donde se cultive esa dimensión trascendente, y no sola mente se cultive sino se comparta, crezca, se haga de individual, grupal. 564 JOSE A. GARCIA-MONJE, SI LA COMUNIDAD EN EL ESPÍRITU El grupo que se constituye como comunidad en el Espíritu se responsabiliza de aportar a sus miembros en primer lugar una mís tica, una dimensión trascendente, cristiana, que se haga historia en los miembros del grupo y en sus tareas, y que les alimente realmente de una manera eficaz. La mística del grupo no es sólo la suma de las místicas personales de los miembros: es una mística que viene del carisma grupal que eclesialmente está aceptada como lugar del Espíritu de Jesús, y que se abre flexiblemente a la integración de los signos de los tiempos, a la evolución personal guiada por ese mismo Espíritu de Jesús, Además de la mística que alimenta la persona y las tareas de los miembros del grupo, el grupo como espacio humano y teologal ofrece una posibilidad de construir una amistad en el Señor. Hay autores que señalan que la amistad no es la meta en' relaciones humanas del grupo comunidad en el Espíritu, sino sencillamente que basta con el amor de empatía que acarrea esa libre elección de relacionarse correcta y empáticamente, Sin embargo, la amistad, de hecho, se da frecuentemente entre los miembros del grupo como espacio humano y teologal a la vez, La amistad nutrirá al grupo dándole energía y fuerza para crecer como personas y como grupo, La comunidad en el Espíritu ofrece una operatividad en la mi sión, Ese acompañamiento de discernimiento y presencia que hacen de una aventura humana una misión reveladora del Espíritu, La operatividad hace posible esa misión en la historia como tarea a veces contracultural evangélicamente discernible, El, grupo se con vierte así en comunidad de trabajo, pero ese trabajo va más allá de la pura eficacia, de la tarea extra, para hacerse presencia del Señor en la historia, La comunidad en el Espíritu es una realidad humana, procesual, que crece por la respuesta generosa y lúcidamente psicológica a esa gratuidad del Espíritu de Jesús que convoca, hace capaz de compar tir y envía a sus miembros tal vez a hacer crecer nuevas comunida des en el Espíritu que aumenten el número de los que dan gracias. VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 565 MADUREZ y CONFLICTOS GRUPALES Como complemento a los cambios que comporta la perspectiva psicológica de la comunidad, como grupo humano, convocado por el ESPIRITU, quiero transcribir esta henamienta de trabajo, que nos puede iluminar en los conflictos que el futuro de la vida religiosa nos va a hacer vivienciar y el manejo adecuado de los mismos. Agradezco a Luis López-Yarto, S.J., profesor de Psicología Social en la Universidad de Comillas (Madrid), y rector-fOlmador de jóve nes jesuitas, su diseño facilitador de un enfoque maduro de los conflictos grupales, tan frecuentes. l. Cada uno de nosotros puede considerar que tiene un grado de fortaleza en su personalidad. Yo sé de mi capacidad de decisión, de mi facilidad para proponerme objetivos y llevarlos a cabo. Co nozco mi tenacidad y mi reacción, más o menos fuerte, a la hora de superar disgustos o dificultades. Por eso me puedo calificar en la escala que sigue, situándome mediante un pequeño CÍrculo en el lugar que creo me conesponde. 2 3 4 Creo que tengo una personalidad débil 5 6 7 8 9 Creo que tengo una personalidad fuerte 2. Cada uno de nosotros conoce, asimismo, un poco de su ac titud básica ante la vida y los demás. Unos podríamos llamamos con todo derecho sociables, abiertos. Otros más bien tendemos a volcamos en nosotros mismos. Unos somos más solidarios, otros más insolidarios. Ser solidarios quiere decir tener muy en cuenta a los demás, valorar mucho sus necesidades y deseos, ser muy sensi ble a. sus puntos de vista. Ser insolidario quiere decir estar pendiente de forma llamativa de las necesidades, de los deseos propios, que las necesidades y deseos de los demás pasan a un segundo plano (todo esto no incluye valoración moral). Por eso me puedo calificar en la escala que sigue, situándome, como anteriormente, con un pequeño CÍrculo en el lugar que me conesponde. 566 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ 1 2 Me creo insolidario 9 8 7 Fuerte 6 5 Personalidad 4 Débil 3 2 3 4 2 3 JI/solidaria COMPETICION - Se busca el propio objetivo a ex pensas del otro. - Se maximiza el uso del poder: propia habilidad, capacidad de san cionar, «status», alianzas, etc. - Se defienden los propios dere chos o, simplemente, se va a «ga nar», 5 4 6 5 Actitud 7 6 8 Me creo solidario 7 9 8 Solidaria COLABORACION 9 - Se busca solución para ambos. - Se trabaja con el otro. - Se investigan últimas causas, motivaciones ocultas. - Se procura entender y aprender del otro. - Se buscan soluciones rápidas. VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 567 -------1 COMPETICION COLABORACION I COMPROMISO I I I I I I HUIDA ACOMODACION I I ~ INSOLIDARIA ACTITUD SOLIDARIA HUIDA Manifestaciones ·típicas: - Posponer el problema hasta «tiempos mejores». - Posturas diplomáticas, dilacio nes. - Huida de situaciones que ame nazan, potencialmente conflictivas. COMPROMISO - Se busca solución mutuamente aceptable que satisface a ambos par cialmente. - Término medio entre competi ción y acomodación. Cede más el competidor y menos que el acomodaticio; no huye, pero tampoco explora en profundidad. ACOMODACION - Se descuidan los propios intere ses. - Se puede enmascarar bajo for mas de sacrificio, obediencia, gene rosidad, etc., a expensas del propio criterio. Adaptado del Thomas-Kilmann Conflict Mode Instrument. LAICOS y VIDA RELIGIOSA DEL FUTURO El problema de la vida religiosa futura está estrechamente liga do, además de otras importantes variables, al crecimiento espiritual de los laicos y a su carta de ciudadanía en la Iglesia. El seguimiento de JESUS no será privilegio de unos pocos célibes, modelo que, a escala reducida, imitaría el laicado, sino patrimonio de toda mujer, todo hombre, cuyo compromiso evangélico puede alcanzar, y de hecho frecuentemente alcanza, niveles de santidad muy elevados en 568 JOSE A. GARCIA·MONJE, SI el riesgo de VIVIr a la intemperie del mundo sin los protectores muros jurídicos, económicos y sociales de las comunidades e insti tuciones religiosas. La madre de familia, en un mundo en el que la vida de pareja es tan difícil o más que la de comunidad; en el que educar a los hijos pasa por tantas angustias; en el que la inseguridad y explotación laboral agrede arrebatando justicia, paz, gozosa segu ridad, y, desde esas experiencias vitales, esa madre o padre crecen, aman, esperan, se comprometen con el prójimo con generosa cari dad y son miembros vivos de la Iglesia, tienen una vocación cristia na que admiraría a los padres del desierto. La incorporación de los laicos a la vida religiosa, sobre todo la de carácter más apostólico, da esperanzas de mantenimiento a excelentes obras evangelizadoras y de emiquecimiento a los grupos religiosos. La presencia de los religiosos/as en el futuroserá, todo lo más (y creo excederme en esta cita del Evangelio, dirigida a todo seguidor del Camino), leva dura en la masa. Esta misión no hay que entenderla desde el mantenimiento del poder institucional o el funcionamiento de las obras, sino desde la animación espiritual y formación continuada, en la que el religioso ayuda y testimonia, a la vez que es interpelado y ayudado por el laicado. Muchos jóvenes lo han intuido así en su discernimiento vocacional. SER PERSONAS: MADUREZ No sabemos cómo, en las distintas culturas y mundos donde se desarrolla la vida religiosa, serán, en el futuro próximo, los lengua jes de la espiritualidad y el diálogo ad intra y ad extra: la comuni dad y el mundo. Sólo podemos estar seguros que se nos exigirá, por el dinamismo de la Creación y la Encarnación, ser personas y per sonas maduras, Esto es, mujeres u hombres en un proceso de madu ración alentado por la Institución y fomentado por el cotidiano de venir de la comunidad. Esto exige respeto incondicional a la persona y su libertad, profesado, no sólo de palabra, sino con hechos y conductas habituales en todos los niveles. La voluntad de Dios pe dirá, en su experiencia humano-religiosa, una reinterpretación muy VIDA RELIGIOSA Y FUTURO." 569 distinta a la que superiores o súbditos nos han tenido acostumbra dos, y que todavía persiste, más en el mundo de las religiosas, con fundiendo el orden doméstico con la historia de la salvación y al Dios misteriosamente amoroso con ansias de poder o caprichos bien intencionados. Sobre este punto tan importante remito al lector interesado a dos esctitos míos sobre el tema: - «El seguimiento de Jesucristo como vocación: dimensiones psicológicas», en El seguimiento de Cristo. Publicación de la Uni versidad de Comillas, 1997, PPC, Madrid. - JosÉ A. GARCÍA-MONGE (1998), Treinta palabras para la madurez. Desclée de Brouwer, Bilbao. En este último libro que alcanza ahora, en algo más de un año, su cuarta edición, aunque esté esctito en clave de Psicología humanista, es muy fácil, pues esa fue mi intención primera, hacer una relectura creyente. El lector cristia no, desde la vida religiosa, podrá fácilmente ir aplicando cada pala bra con la herramienta de trabajo que conllevan a la verificación del proceso de madurez necesario si queremos que la vida religiosa tenga en el mundo del futuro una PALABRA que decir y sea ésta evangelizadora. Eso exige: hacer al hombre, la mujer, posibles, y a Dios creíble. N os SAL v ARÁN LOS POBRES En el futuro la vida religiosa tendrá sentido si se alimenta de las Bienaventuranzas y corre la suerte de los pobres. Ellos nos evange lizarán y salvarán de nuestros problemas empequeñecedores y, fre cuentemente, mezquinos. Mientras haya pobres, la vida religiosa tendrá una tarea que, basada en el Absoluto y en la Redención, tendrá una urgencia vocacional. No olvido formas de vida religiosa que en intensificación contemplativa dan una hondura trascendente, de las que la Iglesia entera se benefician en la economía de la sal vación. Tal vez serán minorías que nos ayudarán a dar gracias sa biendo que en nuestra milagrosa pesca: «Es el Señor». Esas comu nidades, además de sus leyes psicosociales en su roce humano, deberán, acogedoras y acogidas, ayudar con su testimonio real, sin 570 JOSE A. GARCIA-MONJE, SJ idealizaciones para turistas de hospedería. Si en ellas se es persona y la fe actúa por la caridad en verdad liberadora, su testimonio orientará al futuro, tal vez desorientado, caminante del Absoluto en la historia. Los MÁRTIRES Y LA VIDA RELIGIOSA DEL FUTURO Un signo del seguimiento de JESUS en el mundo que testifica a favor (aunque no sólo) de la vida religiosa son sus mártires. El sufrir persecuciones por la causa del hombre desde el Señor está indicando la vigencia de la opción religiosa. Cuando escribo esto tengo presentes la casi veintena de mártires a quienes conocí y con quienes conviví en los años de formación. Sus trayectorias vocacio nales, su fidelidad al Evangelio y su valeroso testimonio humano, tan lleno de amor y fe, dan credibilidad a la vida religiosa. Más allá de mis recuerdos personales, los innumerables mártires laicos y religiosos, obispos y sacerdotes, atraen más vocaciones que las campañas mejor intencionadas. La sangre de los mártires, semi lla de nuevos cristianos. Así ha ocurrido en los últimos años (no estoy pensando en el coliseo romano) y seguirá ocuniendo mientras la vida religiosa no se aburguese y acomode a la figura de este mundo y a los poderes que le rigen. Mártires que no acatan la ido latría del dinero o el poder que conculca los derechos humanos ni establecen alianzas que excluyen a los pobres del festín del REINO. NACER DE NUEVO Para terminar esperanzadamente me viene al corazón el pasaje del Evangelio de Juan (In 3,1-8). La vida religiosa es antigua y está vieja: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ... Te aseguro que si uno no nace de agua y espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Nicodemo no entendía casi nada, nosotros sabemos muy poco del futuro. Poco más que tenemos que vivir el presente con lúcida sabiduría, para, con el Señor y desde El, lleguemos, si eso da Vida, más allá de nosotros mismos. Nacer de nuevo, memoria y VIDA RELIGIOSA Y FUTURO ... 571 deseo, inculturación liberadora acogiendo en nuestras personas y grupos la PALABRA, como el tesoro por el que se puede dar todo, sabiendo que no somos propietarios sino cauces misericordiosos de la fecundidad de esa PALABRA que nos llama por nuestro nombre y que, con distintos lenguajes hablará a las mujeres y hombres del futuro.