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De agosto a diciembre del año 2012 tuve la oportunidad 
de efectuar un trabajo de campo con dos comunidades 
indígenas de artesanos del departamento del Vaupés. 
En su concepción, el propósito del proyecto era el 
de mejorar las técnicas y medios de producción de 
la práctica artesanal de Cubay y Puerto Golondrina, 
comunidades pertenecientes a la etnia Cubeo, 
enmarcado en los procesos de manejo responsable 
de los recursos naturales de la región nororiental de 
la Amazonía colombiana, liderados por el Ministerio 
del Medio Ambiente a través de la Corporación 
para el Desarrollo Sostenible del Norte y Oriente 
Amazónico – CDA. Sin embargo, ya en el terreno, 
el proyecto cambió de rumbo. Las dos comunidades 
estaban interesadas, más que en mejorar sus técnicas, 
en recuperarlas. Durante décadas las comunidades 
indígenas del Vaupés se han visto influenciadas por 
acontecimientos y circunstancias que han modificado 
sus hábitos y costumbres, generando entre otros 
problemas, quiebres en los procesos de transmisión 
de conocimientos y tradiciones al interior de las 
comunidades, debido principalmente a la migración 
de sus miembros más jóvenes hacia las ciudades, el 
reclutamiento forzoso y la prostitución de menores, y la 
asociación con los grupos ilegales que han operado en la 
zona durante los últimos 40 años (Rengifo, J. 2013). Así, 
el proyecto, que tenía una clara orientación práctica, 
se convirtió en un ensayo metodológico de indagación 
en procura de rescatar el quehacer ancestral artesanal, 
que a partir de inventarios de piezas, entrevistas con las 
gentes de las comunidades e investigación bibliográfica 
logró, entre otros aspectos, documentar buena parte 
de la iconografía empleada en el decorado de piezas 
de cerámica y reintroducir en la práctica del modelado 
elementos como el altorrelieve1, entre otros. Sin 
embargo, y a la luz de los conceptos introducidos en el 
seminario de Antropología y Publicidad de la Maestría 
en Publicidad de la UJTL, ese proceso de “recuperación 
del patrimonio cultural artesanal”, como finalmente 
fue bautizado el resultado del proyecto, fue más el 
trabajo de un diseñador industrial desde la intuición y el 
corazón, que una tarea científica de indagación apoyada 
conceptualmente desde la antropología. 
Siempre que se habla de esta clase de proyectos, se 
involucran inmediatamente los conceptos de cultura 
e identidad. La Institución Universitaria del Cauca, 
por ejemplo, realizó un estudio sobre experiencias 
académicas locales de diseño artesanal en Colombia 
Artesanía y los conceptos de cultura e identidad
Andrés Páez Vanegas 
Seminario Antropología y Publicidad - Maestría en Publicidad - UJTL
1 El altorrelieve en cerámica es una técnica en la que se adhieren piezas modeladas en barro sobre el cuerpo de la pieza principal antes de 
someterla al proceso de cocción.
y el Salvador al que denominó Diseño, Artesanía e 
Identidad. Artesanías de Colombia define el objetivo del 
proyecto Orígenes2 como “las actividades encaminadas 
a salvaguardar el patrimonio cultural objetual” (Molina, 
L. 2012) de los artesanos indígenas del país. La misma 
empresa, promociona eventos como la Bienal de 
Diseño para la Artesanía 2014 como “un espacio de 
diseño e identidad Colombia”; o el lanzamiento de una 
colección de moda con la participación de artesanos de 
Marulanda como “Caldas: identidad cultural y tradición 
artesanal”. 
Pero, entonces ¿cómo se relacionan estos términos 
cuando de artesanía se trata?
Grimson (2010) aborda el tema de la distinción entre 
ambos conceptos:
“Cultura e identidad son términos necesarios 
para comprender los mundos contemporáneos. 
Sin embargo, han sido invitados a hacer su 
trabajo interpretativo de maneras tan disímiles, 
en sentidos tan contradictorios, que actualmente 
es difícil saber qué se pretende decir con estos 
términos. Una parte de esa confusión se deriva 
en que han sido sobrepuestos, mencionados a 
veces como sinónimos intercambiables, lo cual 
dificulta quizás enunciar uno de los interrogantes 
clave de cualquier proceso social y simbólico: 
¿cuáles son y por dónde se desplazan las fronteras 
de la cultura y las fronteras de la identidad? 
¿cuándo coinciden, cuándo se solapan, cuándo 
se encastran?”
Y añade
“En esta primera distinción, entonces, cultura 
alude a nuestras prácticas, creencias y significados 
rutinarios, fuertemente sedimentados, mientras 
la identidad se refiere a nuestros sentimientos de 
pertenencia a un colectivo. El problema teórico 
deriva del hecho empíricamente constatable 
de que las fronteras de la cultura no siempre 
coinciden con las fronteras de la identidad. Es 
decir, dentro de un grupo social del cual todos sus 
miembros se sienten parte, no necesariamente 
hay homogeneidad cultural”. (Grimson, A. 2010)
Esta enunciación de la diferencia entre cultura e 
identidad está, en palabras del propio Grimson, 
formulada de manera simplificada, pero bastará para 
poder discernir en una primera instancia el tema objeto 
de este ensayo. Geertz (1992) define la cultura como 
“pautas de significados” y Giménez (2013) citando 
a Strauss y Quin (1997) postula que “no todos los 
significados son culturales, sino sólo aquellos que son 
compartidos y relativamente duraderos, ya sea a nivel 
individual, ya sea a nivel histórico, es decir, en términos 
generacionales”.
Siguiendo con el texto de Giménez (2013), esos 
significados culturales se evidencian, por una parte, en 
forma de artefactos o comportamientos observables, 
el “simbolismo objetivado” del que habla Bordieu 
(1985) y por otra en forma de esquemas cognitivos 
y representaciones sociales, y entre ambas formas 
2 El Proyecto “Orígenes” de Artesanías de Colombia, que se formula desde cuatro componentes que son Desarrollo humano, Diseño y 
desarrollo de producto, Asistencia técnica y Gestión comercial, busca rescatar piezas artesanales que han sido olvidadas dentro de cada 
comunidad, para volverlas a elaborar bajo el mismo oficio tradicional con el que han sido trabajadas a través del tiempo.
de la cultura se establece una relación dialéctica. 
Entonces, haciendo un ejercicio de especulación, 
la artesanía, desde el punto de vista cultural, puede 
definirse como producciones materiales individuales 
cargadas del “habitus” —los esquemas cognitivos y las 
representaciones sociales— alejándola de la definición 
técnica convencional: “toda práctica manual creativa, 
para producir individualmente, bienes y servicios” 
(Tovar, E. 1964).
Ese “simbolismo objetivado” —la producción material 
artesanal— no tiene identidad en sí mismo. Requiere 
de miradas externas que le otorguen esa propiedad. La 
identidad se establece “a partir de la diferencia; es decir, 
en contraste con otra cosa. El contraste fundamental es 
el que se da entre el ‘yo’ y el ‘otro’, asumiendo que 
ese ‘otro’ puede ser un objeto, una persona, un grupo 
social, una nación o un ser imaginado” (Wade, P. 2002). 
Margarita Gutiérrez es una artesana ceramista de la 
comunidad Puerto Golondrina. Dentro de su “catálogo 
de productos” —si es que se puede denominar así al 
conjunto de piezas que durante más de 40 años ha 
estado fabricando— hay uno que motivó un acalorado 
debate con los funcionarios de Artesanías de Colombia 
que realizaban una inspección de los objetos que se 
iban a comercializar en la versión 22 de Expoartesanías, 
en diciembre de 2012. Se trata de la reproducción en 
cerámica de un cubiertero de plástico, de los que se 
ponen cerca al lavaplatos para que los cubiertos recién 
lavados escurran. Según los empleados de AC, ese 
artefacto no podía estar dentro de la muestra, pues 
no reflejaba la “identidad” artesanal del pueblo cubeo, 
argumentando que para que pudiera considerarse 
como tal debería haber permanecido en producción 
y uso dentro de la comunidad al menos por 70 años. 
Mi defensa de Margarita y su cubiertero vinodesde el 
mero sentido común: por una parte, Puerto Golondrina 
no tiene más de 40 años de fundada, y en ese orden de 
ideas, ninguna de las piezas producidas por las artesanas 
de la comunidad representaría la identidad ni de ellas ni 
de la comunidad. Y por otra, el uso de peque peques3, 
guadañas a gasolina, escopetas y motobombas, entre 
otros productos de la modernidad, estarían restringidos 
al uso de las comunidades en aras de no desvirtuar su 
identidad. Finalmente el cubiertero no viajó a Bogotá, 
pero tengo entendido que es un éxito de ventas en la 
plaza de mercado de Mitú. El mío ya se rompió. Por eso 
debe ser que los hacen de plástico.
Wade (2002) afirma que las identidades existen en 
diferentes escalas, en todos los niveles y a la vez, y 
en cada nivel la identidad se forma en ese proceso 
dialéctico entre “lo que soy” y “lo que es el otro”. Así 
mismo, las identidades cobran su significado a partir de 
diversas redes y su interacción. Margarita encuentra útil 
y bonito al cubiertero, un objeto que probablemente 
llegó en avión desde Bogotá o Villavicencio, llevado al 
Vaupés por los colonos antioqueños en la década de 
1980. Y Margarita se lo apropia. Hace un proceso de 
reconversión, ese término que García Canclini (1989) 
3 Peque peque es una pequeña embarcación con capacidad de 8 a 10 personas, con una motobomba de gasolina, generalmente de 1 KW, 
reconfigurada para funcionar como motor fuera de borda. Esta embarcación recibe su nombre del ruido que hace el motor al navegar.
define como las estrategias que individuos o colectivos 
usan para convertirse en otras versiones de sí mismos, 
y esas estrategias surgen de procesos colectivos no 
planeados —migraciones, turismo, intercambios 
económicos, educativos, etc— o de la creatividad 
individual o colectiva. El cubiertero ya es de Margarita. 
Ya pertenece a ese “patrimonio cultural material” de 
la comunidad. Porque la identidad, además de ser 
compuesta y dialéctica, es dinámica. Margarita sigue 
siendo Margarita, Puerto Golondrina sigue siendo 
Puerto Golondrina, y los Cubeo siguen siendo cubeos.
En conclusión, cultura e identidad son dos conceptos 
bien distintos aunque el común de la gente tiende a 
mezclarlos. La cultura, pareciera, puede ser definida 
más “fácilmente” mientras que la identidad es un 
concepto comodín (Grimson, A. 2010). Así, más arriba 
definí la artesanía a partir de la postulación de Geertz, 
y ahora me aventuro a proponer lo siguiente acerca 
de la “identidad artesanal”: por una parte, la identidad 
de lo “artesanal” puede definirse como una escala 
que le asignamos desde lo “blanco” —otra escala— 
a la producción material de culturas que no poseen 
medios industriales de producción, y que pregnamos 
con adjetivos como “exótica”, “autóctona” o “nativa”; 
y por otra, se puede definir desde lo “indígena” —una 
más— en dónde ni siquiera es considerada artesanía ya 
que los adjetivos que la definen son “utilitaria”, “ritual”, 
“cotidiana”, por ser esos los espacios y usos en los que 
las comunidades los conciben.
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