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Entre el capitalismo cognitivo
y el “commonfare”
Emmanuel Rodrı́guez y Raúl Sánchez*
Mayo de 2004
La irrupción de las Nuevas Tecnologı́as de la Comunicación y de
la Información (NTIC), señalada por la insólita expansión de Inter-
net y por la generalización del PC como prolongación y prótesis irre-
nunciable de casi cualquier actividad social, ha concitado el interés
experto en una dimensión estratégica que, sin lugar a dudas, se ha
situado en el centro de la agenda polı́tica y económica. ((Sociedad de
la información)), ((sociedad del conocimiento)) o bien new economy,
net economy han sido algunas de las fórmulas, más o menos conoci-
das, para expresar la transformación en curso, la revolución de los
ordenes de relación, a un tiempo que de los paradigmas adscritos
al conocimiento social y económico. Sin embargo, lo que a menu-
do escapa a estas propuestas, que tratan de aferrar la velocidad de
esta enorme mutación, es esa dimensión conflictiva y radicalmente
contradictoria que se sitúa también como problema de gobierno y
de dominio.
En este sentido, el movimiento de crı́tica y con él la mejor ex-
presión enunciativa de una polı́tica a la altura de los tiempos se ha
realizado mejor en la literatura —el ciberpunk, que además de crear
la mayor parte de los conceptos que hoy forman parte de nuestra
lengua común, también anuncia y alumbra el mediactivismo— y,
curiosamente, en el propio escenario que se mostraba como sector
de vanguardia económica —la producción de software y el software
libre—, que en lo que, de forma cada vez más anacrónica, se cono-
ce como izquierda o ((alta polı́tica)). Efectivamente, el software libre
con su explı́cita elección de poner la capacidad cooperativa de los
hackers al servicio de la comunidad, con ese inusitada generosidad
que arrojaba al dominio público las herramientas técnicas y socia-
les creadas por las nuevas comunidades productivas, se mostraba
*Prólogo al volumen colectivo Capitalismo cognitivo. Propiedad intelectual y crea-
ción colectiva (Ed. Traficantes de Sueños, Madrid, 2004). El libro ı́ntegro está dis-
ponible en el sitio web de Traficantes de Sueños.
1
como la primera expresión de la autoorganización de las nuevas mo-
dalidades de trabajo, además de como la avanzadilla de una nueva
apuesta polı́tica nucleada en torno a la cultura de la libre circula-
ción de los saberes y los conocimientos.
De este modo, mientras los nuevos patrones de la economı́a del
conocimiento ensayaban formas originales de explotación y movili-
zación de los recursos ampliados por la digitalización de la informa-
ción, y mientras los movimientos de oposición tomaban casi en régi-
men de aislamiento el modelo del software libre, la autoproclama-
da izquierda, en todas sus vertientes —desde aquella propiamente
institucional comprometida con la reorganización de un nuevo pac-
to social, que restaurase el marco equilibrado y soberanista de un
nuevo welfare, a la llamada parte ((antagonista)) declarada enemiga
de esa misma restauración—, compartı́a una indeferenciada deso-
rientación marcada por los dos polos, igualmente poco fundados,
de la tecnofobia y la ciberfascinación.
1. Capitalismo cognitivo y nuevos cercamien-
tos de la inteligencia colectiva
((Capitalismo cognitivo)) quiere ser la inversión polı́tica y episte-
mológica de las etiquetas sociológicas al uso, una suerte de cor-
tafrı́os de una práctica teórica largo tiempo gelificada. Como con-
cepto polı́tico señala menos la ineluctable transformación de un
modelo técnico, como la puesta a trabajar —en ese sentido que
indica la coacción y el sometimiento a una relación salarial— de
una nueva constelación expansiva de saberes y conocimientos. Es-
te ((capitalismo cognitivo)) es ası́ hermano gemelo de un ((capitalismo
relacional)) y de un ((capitalismo de los afectos)) que pone igualmen-
te sobre la nueva cadena productiva el indeterminado conjunto de
mediaciones sociales, que lleva inaugurando y ampliando ciclos de
negocio directo desde hace al menos treinta años: desde el cuidado
de ancianos a la atención telefónica, desde la vieja industria cultu-
ral a la nueva industria del diseño.
En cualquier caso, la breve colección de ensayos reunidos en
este volumen deberı́an abrir un campo de reflexión en el que el
hacer polı́tico se pusiera en primer plano. Esto es, un tipo de carto-
grafı́a en el que los procesos de lucha, las emergencias subjetivas,
los nodos de resistencia desbrozaran las sendas por las que el ha-
cer teórico camina, y para las que, en definitiva, trabaja. En efecto,
nada podrı́a ser más erróneo que en esta partida, que ha tomado
muchas veces el nombre de propiedad intelectual, los dados han
sido lanzados y el resultado es definitivo. La violencia con la que
2
hoy se aplican las polı́ticas restrictivas en relación a la copia y a las
creaciones derivadas, la producción de ese nuevo espacio criminal
que se ha dado en llamar ((piraterı́a intelectual)), la formación de
nuevos monopolios en el dominio de la salud y de la alimentación
y la modificación de la norma jurı́dica en materia de patentes y de-
rechos de autor, son simplemente las marcas de superficie de que
algo va mal con respecto a este especı́fico campo del business.
Del bando de esas resistencias, de esas emergencias que operan
de modo cooperativo en la producción de conocimientos y nuevos
bienes culturales hay algo más que la escenificación de una suerte
de ((derecho de resistencia)). Por el contrario, y de modo algo pro-
vocativo, se podrı́a decir que el tiempo hoy nos pertenece, que es
el capital y los poderes quienes van a rastras, y a veces con violen-
ta irritación, de los procesos de innovación social, de las cuencas
de cooperación que toman como materia prima las interconexiones
neuronales de la sociedad red y que ya han sido rebautizadas según
la intuición de Marx como general intellect. En definitiva, a quién si
no pertenece la creación y expansión de Internet, que nace como el
producto último de la cultura beatnick californiana, o ese get power
to the people, que en las primeras culturas hackers tenı́a la función
explı́cita de proporcionar herramientas a la comunidad, y sobre el
que Microsoft y algunas otras compañı́as han construido sus impe-
rios.
Por eso, hablar de cercamientos de la inteligencia colectiva o de
nuevas enclosures, como se recoge en alguno de los artı́culos de es-
te volumen,1 es hablar de las campañas militares de expropiación y
subordinación a la producción bajo mando y a la reproducción de
valor, de esas nuevas tierras comunes que continuamente genera
y reproduce la cooperación entre cerebros —lo que en el argot em-
presarial ya tiene el nombre de wetware—. Sin embargo, y esta es
la novedad, hoy no asistimos, al menos de modo exclusivo, a ese
capitalismo devastador descrito por Karl Polanyi en La gran trans-
formación2 y al que la sociedad sólo podı́a oponer la defensa de sus
tradiciones y de su cultura.
Ciertamente, debajo de la batalla, cada vez más pública, por la
propiedad intelectual, y mucho más en general bajo los intentos de
someter a mando ese wetware se esconde todo un cambio en las
relaciones de fuerza, de conocimiento, de realidad. Un cambio que
se expresa como crisis del modelo liberal de explicación económica,
fundado siempre en el paradigma de la escasez, como problema
1Especı́ficamente en Yann Moulier Boutang, ((Riqueza, propiedad, libertad y ren-
ta en el capitalismo cognitivo))
2K. Polanyi, ((La gran transformación. Crı́tica del liberalismo económico)), Ma-
drid, La Piqueta, 1997.
3
de gobierno de la nueva dimensión cognitiva —nueva por central y
generalizada— del trabajo vivo.
Este campo de irregularidades e incongruencias, o de mismat-
chings al decir de Enzo Rullani,3 esta perimetrado por una realidad
inédita, pero que en última instancia toma nombres no económicos
o antieconómicos: exceso, abundancia, riqueza ilimitada. La prime-
ra expresión del problema podrı́acomprenderse bajo el principio de
los rendimientos crecientes; no una masa de bienes menguantes y
que a medida que se distribuyen pierden utilidad, sino una suer-
te de multiplicador de la utilidad y de la eficacia. Efectivamente, la
abundancia y no la escasez acompaña a los conocimientos y a los
bienes culturales. En la medida en que la digitalización y el abara-
tamiento de los costes de reproducción es tendencialmente cero, la
difusión potencial de los mismos es tan grande que hace material-
mente posible una completa libertad de acceso. Por otra parte, la
propia difusión de este tipo de bienes proporciona un valor de uso
añadido que deriva de las posibles espirales de creaciones deriva-
das, o en otras palabras de que su socialización incorpore el bien
informacional como rutina y lenguaje común de nuevos usos y de
otras creaciones.
De esta forma, no es una casualidad —si la innovación y la crea-
ción son los criterios de gestión de ese nuevo campo de conoci-
mientos, que quizás pueda tener en el ciberespacio y en el soft-
ware sus expresiones paradigmáticas— que se haya considerado
su estatuto común como la mejor garantı́a de la expansión de la
riqueza cognitiva. Los commons del conocimiento se verı́an mejor
gestionados —podrı́amos decir autogestionados— de ser su territo-
rio el de un espacio liso —un espacio abierto a toda clase travesı́as
y modificaciones— a diferencia de un sistema mercantil de concu-
rrencia o de soberanı́a rancia y burocrática del Estado. Esta defensa
técnica de los commons, que se puede encontrar en algunos juris-
tas de prestigio como Lawrence Lessig,4 contrasta con la retórica de
corporations y Estados para los que la defensa de la creación viene
acompañada de la modificación restrictiva de las leyes de propiedad
intelectual. En sentido estricto, derechos de exclusividad sobre la
producción y distribución de los bienes inmateriales.
Podrı́amos asistir a algo paradójico y hermoso a un tiempo, en
el que la utopı́a comunista del libre desenvolvimiento de las fuerzas
productivas se verı́a confirmada, menos por la justicia que aren-
3Vase, en este mismo volumen el artı́culo de Enzo Rullani, ((El capitalismo du
dejá vu)).
4Vase L. Lessig, The future of ideas. The fate of the commons in a conected world,
Nueva York, Vintage books, 2002, y también El código y otras leyes del ciberespa-
cio, Madrid, Taurus, 2001.
4
ga un nuevo asalto a los cielos, como por un radical pragmatismo
que descubre en la cooperación social y en el comunismo digital el
estı́mulo más adecuado para la expansión de esta constelación de
saberes y conocimientos.
Otra vez y sin ánimo de agotar el recurso a Clausewitz o C. Sch-
mitt, la forma y la realidad de la guerra podrı́a ser la mejor figu-
ra para conjurar esta ((amenaza comunista)). Una guerra, todavı́a
de baja intensidad, que describirá el futuro de ese campo expan-
sivo del general intellect y de su producción cognitiva; el futuro de
la propiedad de lo que ya es hoy el principal factor productivo, el
conocimiento. Los sectores estratégicos de todas las economı́as se
encuentran en juego: la alimentación y la salud por las patentes
sobre la vida y sobre los fármacos; la educación por los procesos de
privatización y por la vinculación de la investigación pública a las
grandes compañı́as; el software y la red por las patentes sobre los
métodos de programación y por la privatización de internet; los bie-
nes culturales por la aplicación restrictiva y reactiva de los derechos
de autor.
Se podrı́a decir que este factor productivo principal, que reco-
nocemos como general intellect, hace ahora las veces de los viejos
medios de producción. Por esta razón, la propiedad intelectual tiene
una dimensión estratégica equiparable a los clásicos presupuestos
liberales de la seguridad y la propiedad privada. De una parte, la
ofensiva jurı́dica ha tomado perfiles represivos y a veces claramente
involucionistas. Por ejemplo y sin ir muy lejos, las campañas de las
sociedades de gestión de derechos de autor —en el Estado español
con rackets legales como Sgae, Cedro, Vegap— han organizado una
actividad precisa e intensa con el fin de promover una modificación
restrictiva —tanto por procedimientos jurı́dicos como por la fuerza
de los hechos— de las libertades de uso. En los últimos años he-
mos asistido, por ejemplo, a la imposición del canon a la venta de
CdRom, a la emisión de música en cualquier establecimiento públi-
co —desde taxis hasta peluquerı́as—, a la persecución de la copia
privada en las redes telemáticas peer to peer, y en un futuro próximo
a la imposición de un nuevo canon sobre el préstamo de libros. In-
dudablemente, la avidez de las sociedades de gestión viene derivada
de esa imposibilidad a priori de impedir la copia de productos digi-
talizados que pueden circular libremente en internet o en cualquier
red pública o privada. [la forma mafiosa deriva de esa ausencia de
mecanismo de generar convenciones sobre la remuneracion de los
creadores]
Por otro lado, esta búsqueda de amortización rápida de la inver-
sión en la producción de bienes culturales e informacionales mul-
tiplica los desajustes económicos. Limita las posibilidades de las
5
creaciones derivadas, mengua los recursos del dominio público y
por lo tanto la materia prima de las futuras innovaciones,5 aumen-
ta innecesariamente los registros de patentes,6 etc.
Sin embargo, la modificación restrictiva de las leyes sobre de-
rechos de autor y sobre patentes —se podrı́an mencionar también
los recientes intentos, afortunadamente fallidos, para imponer una
directiva europea que diese curso legal a la patentabilidad de los
métodos de programación—, no es más que un aspecto de una
dinámica de base que tiene como Leitmotiv la subordinación ya
mencionada del general intellect, de esa constelación en expansión
de la cooperación a la producción de valor.
2. De la new economy a la militarización del
general intellect
El capitalismo cognitivo se mide en los tiempos de la globaliza-
ción; habita en el mismo tejido —desterritorializado, con respecto
al viejo Estado-nación— que los circuitos financieros. De hecho,
durante la mayor parte de la década de 1990, hablar de nuevas
tecnologı́as era sinónimo de startups y stock options, esto es, de
rápido enriquecimiento de una generación de ingenieros y técnicos
que podı́an poner sus capacidades al servicio de proyectos espec-
taculares para el desarrollo de sofisticadas aplicaciones informáti-
cas o de complejos dispositivos de comunicación y computación.
El fenómeno de las dotcom que vehiculó una enorme afluencia de
liquidez en el desarrollo de las nuevas tecnologı́as, y que hizo igual-
mente posible la expansión del imperio de Microsoft como el cre-
cimiento espectacular de iniciativas empresariales promovidas por
jóvenes emprendedores, sin mayor capital inicial que el ingenio y
sus ideas —como Yahoo! y Google por mencionar alguna de las más
conocidas—, permitió una frágil y extemporánea alianza entre el
capital más emprendedor y el trabajo cognitivo. Un modelo de fi-
nanciación que se mostraba más eficaz, más ágil y más flexible que
los gastos en Investigación y Desarrollo de las grandes compañı́as o
de las instituciones públicas. La new economy combinaba ası́ nue-
vos dispositivos financieros con inversión tecnológica. Reconducı́a,
5Por ejemplo, el tiempo de vigencia de los derechos de autor, en la mayor parte
de las legislaciones occidentales, ha pasado en el último siglo de 30 años des-
pus de la muerte del mismo a 70 e incluso 95 en algunos casos. Derechos que
generalmente están en manos de las grandes casas editoriales y discográficas.
6Sólo en 2001 el número de patentes registradas por la Oficina americana de
patentes y de marcas comerciales (USPTO) ha dado cursos a cerca de 200.000
nuevos registros, el doble que en 1990. F. Lvêque y Yann Menière, Économie de la
propit intellectuelle, Paris, La Decouverte, 2003.6
de este modo, una parte importante de la liquidez global para la in-
versión en proyectos en ocasiones rayanos en lo inverosı́mil y en lo
irreverente. Sobre este espacio frágil y precario pudo tomar forma
una suerte de nueva hegemonı́a ideológica liberal, que hacı́a de ca-
da trabajador un emprendedor con posibilidades: un futuro abierto
al enrequicimiento fácil en trabajos creativos e interesantes. Este
dispositivo de movilización del trabajo cognitivo funcionó, durante
un tiempo, como reclamo eficaz de millones de jóvenes, altamente
cualificados, del hemisferio occidental.
Decimos, con Bifo una alianza entre el capital recombinante y el
trabajo cognitivo,7 pero una alianza con un reverso inequı́voco. La
new economy fue también un paso más en la financiarización de las
economı́as, en el asentamiento de un nuevo modelo de mando sobre
el trabajo, que habı́a inyectado liquidez en el mercado por medio de
la privatización de los sistemas de pensiones en EE.UU. y en buena
parte de Europa, y por medio de una acelerada concentración de
las riqueza —y por tanto de la liquidez— que derivaba de la espiral
depresiva de los salarios de las sectores de rentas medias y bajas
de la sociedad estadounidense.
Precisamente, la crisis de la new economy anunciada por el de-
rrumbe de los valores tecnológicos en el otoño de 2001 era la mani-
festación de un mar de fondo ya agitado por los primeros sı́ntomas
de oposición global —la estela iniciada en 1999 en Seattle. Una con-
tradicción que tiene su base en esos mismatchings de la economı́a
del conocimiento, en los desajustes derivados de la inadecuación
del principio de escasez, y con la lógica de los rendimientos crecien-
tes; en última instancia, una crisis que derivaba de la dificultad
para establecer una medida, no arbitraria, no convencional, de la
productividad, en el momento en el que el capital fijo correspondı́a
menos con el sistema de máquinas y con las instalaciones indus-
triales que con la cooperación entre cerebros.
De hecho la crisis de la new economy ha sido leı́da como una
crisis de sobreproducción, como una exceso de oferta de bienes tec-
nológicos respecto a la demanda.8 Un exceso de innovación, una so-
breproducción de bienes informacionales que sin embargo no pue-
de ser comprendida bajo los parámetros clásicos de la crisis de final
de ciclo económico o schumpeterianos de una reestructuración de-
rivada de la difusión de la innovación. La explicación se encuentra
menos en esta abundancia —que no tiene un correlato en la satura-
ción de un mercado de bienes estandarizados— como en las funcio-
7Franco Berardi (Bifo), La fábrica de la infelicidad. Nuevas formas de trabajo y
movimiento global, Madrid, Traficantes de Sueños, 2003.
8Para un seguimiento exhaustivo, véase Ch. Marazzi, Capitale & linguaggio. Da-
lla New economy all’economia di guerra, Roma, Derive Approdi, 2002, pp. 68-102.
7
nes esenciales de agencia económica de la atención y el estı́mulo.
En efecto, la suerte de los bienes informacionales está ligada a la
attention economy, a la disponibilidad de un recurso escaso como
es la capacidad de atención, de seguimiento de las innovaciones y
de socialización de las mismas, que hace efectivamente posible el
principio de rendimientos crecientes.9
La crisis de los valores tecnológicos desveló el cuerpo social del
trabajo cognitivo, sometido a altas dosis de estrés psicofı́sico y de
estimulación artificial, y de una sociedad, como la estadounidense,
en la que las polı́ticas de workfare —precarización, flexibilización
y endeudamiento de las economı́as domésticas— habı́an acabado
por reducir esa disponibilidad primera al uso y desarrollo de los
bienes informacionales. El 11 de septiembre y la estrategia belicis-
ta desarrollada desde entonces han confirmado esa tendencia a la
proletarización de una parte creciente de los trabajadores cogniti-
vos. La caı́da de la bolsa evaporó buena parte de las rentas acu-
muladas por los brainworkers, que durante los noventa recibieron
sus salarios en forma stock options, el cierre de muchas empresas
se acompañó además de las regulaciones masivas de empleo de las
grandes compañı́as en los sectores tecnológicos. La reducción sa-
larial y el aumento de la flexibilización acabó por equiparar a esta
sector con el resto del precariado social.
La evanescencia de la ideologı́a felicista de la autoempresariali-
dad tuvo fiel correspondencia en las ofensivas bélicas sobre Afga-
nistán e Irak, que además de objetivos geoestratégicos, operó como
dispositivo de confianza en los mercados bursátiles estadouniden-
ses.10 De este modo y por un pequeño periodo de tiempo, el sector
tecnológico pudo recuperar el paso gracias a la demanda militar y a
la sobreinversión acelerada en las fuerzas armadas estadouniden-
ses.
En cualquier caso, entre el año 2000 y el 2002 el modelo eufóri-
co de la new economy, tal como se habı́a conocido en la década
de 1990, pasó definitivamente a la historia. La recuperación de los
sectores tecnológicos ha dependido de la flexibilización y precariza-
ción de los trabajadores que no perdieron su puesto de trabajo con
la crisis y que permitieron el aumento de la productividad, y por
tanto de los beneficios de las empresas en momentos de retracción
del volumen de negocio. Por otra parte y en esta misma dirección,
los sectores tecnológicos han sido pioneros en un proceso de des-
9Véase de Ch Marazzi, op. cit., pp 62-67 y del mismo autor El lugar de los calce-
tines. El giro lingüı́stico de la economı́a, Madrid, Akal-Cuestiones de Antagonismo,
2003.
10Para un resumen, véase Ramón Fernández Durán, Guerra permanente y capi-
talismo (financiero) global, Madrid, Virus, 2003.
8
localización inusitado en la historia del capitalismo. Por primera
vez, las funciones de mayor cualificación —programación, diseño
industrial— están migrando hacia los grandes centros tecnológi-
cos de la periferia. General Electric, Appel, Intel y un sinnúmero de
grandes corporaciones high tech que protagonizaron la época glorio-
sa de la new economy están localizando sus centros de desarrollo
en espacios como el campo tecnológico de Bangalore (India), prime-
ra concentración de brainworkers del planeta ya hoy por encima de
Silicon Valley.11
Por otra parte, la recuperación de los mercados financieros no
ha tomado la solución creativa de lo que se llamó la ((convención In-
ternet)). La confianza de los pequeños y medianos inversores en las
nuevas tecnologı́as ha dado paso a la retracción sobre el mercado
inmobiliario que se ha convertido en el principal activo financie-
ro.12 El redireccionamiento de liquidez global sobre los mercados
inmobiliarios ha reforzado de hecho las tendencias reactivas hacia
el workfare aumentando peligrosamente el endeudamiento de las
familias y elevando espectacularmente el precio de la vivienda.13
3. Territorio y general intellect
La crisis de la new economy y los procesos de reestructuración
derivados pueden ser interpretados, de este modo, como una nueva
estrategia de disciplinamiento del trabajo cognitivo, de subordina-
ción del general intellect mediante formas mejor encauzadas y mejor
dirigidas a la producción de valor. En este horizonte, en el que la glo-
balización de las competencias tecnológicas se acelera, incluso so-
bre espacios enormemente desequilibrados y heterogéneos —como
puedan ser los grandes Estados asiáticos como India o China—, el
aprovechamiento endógeno y la integración de las externalidades
que genera el territorio se convierte en el recurso estratégico cen-
tral, no sólo en términos de un escenario de competencia interca-
pitalista, sino también para la emergencia y desarrollo de procesos
11Sobre este aspecto se pueden consultar numerosos artı́culos citamos aquı́. M.
Kripalani, P. Engardio y S. Ham, ((The Rise of India)) y Robert. D. Hof y M. Kripalani,
((India and Silicon Valley: Now R & D Flows Both Ways)) Referencia.
12De hecho, durante el año2003 las agencias semipúblicas Freddie Mac y Fannie
Mae que gestionan más del 50 % del mercado hipotecario estadounidense han
concentrado mayor volumen de negocio que los tı́tulos de deuda pública, por un
lado, y que las acciones de las compañı́as, por otro.
13El Estado español es un caso paradigmático de esta tendencia: el endeuda-
miento de las familias ha pasado de un poco más del 40 % de la renta familiar a
más de un 70 %, el precio de la vivienda se ha multiplicado casi por dos en las
grandes ciudades del paı́s desde el año 2000. Véanse las estadı́sticas de la Renta
Nacional, INE, 2004.
9
de sustracción y autovalorización dinamizados por los movimientos
sociales.
En esta inversión de las relaciones entra la fábrica y el medio, en
la que este último se convierte en el hábitat y en el sujeto de la pro-
ducción de riqueza, la situación del conjunto económico polı́tico del
Estado español no deja de ser grotesca. Alejado igualmente de la ex-
periencia estadounidense de la new economy como del modelo ins-
titucional escandinavo de fuerte inversión pública en investigación
y desarrollo, la miopı́a institucional y la corrupción de las elites cor-
tocircuita las bases posibles para un desarrollo tecnológico endóge-
no. Efectivamente, la financiarización de la economı́a ha tomado
un curso que refuerza las dinámicas más reactivas del workfare:
un manifiesto desinterés por los sectores tecnológicos, escası́simo
apoyo a la difusión y abaratamiento de los PCs y a la conectividad
de empresas y hogares,14 un modelo de financiarización de la eco-
nomı́a apoyado en los productos hipotecarios y en el ciclo expansivo
inmobiliario, y un mercado de trabajo altamente precarizado tras
sucesivas reformas laborales.
Algunos indicadores son sumamente significativos de esta si-
tuación que arriesga la posibilidad expansiva del ciclo económi-
co, anunciando posibles desenganches productivos. La inversión en
I+D del conjunto de la economı́a apenas alcanzaba el 1 % del PIB en
el año 2003,15 poco más de la mitad del 1,99 % de la Europa de
los 15 en 2002, totalmente desconectado de las economı́as más pu-
jantes de la OCDE como Estados Unidos (2,80 %), Japón (2,98 %),
Francia (2,20 %) o Alemania (2,49 %) y desde luego en niveles depre-
sivos respecto al modelo corporativo high tech de los paı́ses nórdicos
—Finlandia (3,49 %), Suecia (4,27 %)—.16 Por poner un solo ejem-
plo, pero esta vez con valores absolutos, la región de Parı́s gastó en
2001 cerca del doble en Investigación y Desarrollo que el conjunto
del Estado español, y la región alemana Oberbayern prácticamente
la misma cantidad.17
El gasto en Investigación y Desarrollo en España sigue además
patrones de crecimiento moderado. Ası́ entre 1991 y 2001 sólo cre-
14Según la Encuesta de Tecnologı́as en los Hogares de 2003, sólo algo más del
40 % de las viviendas tenı́a un ordenador en casa frente al 99,53 % con televisión,
o al 73,71 con teléfono móvil. Según esa misma encuesta el 75 % de las viviendas
tampoco tenı́an acceso a internet. En conjunto estos resultados se encuentran
entre los más pobres de los paı́ses Unión Europea. INE, 2003.
15La estadı́stica de I+D en España, Instituto Nacional de Estadı́stica, 2004.
16((EU spent nearly 2 % of GPD on Research and Development)), Eurostat,
25/02/2004, en http://europa.eu.int/comm/eurostat/Public
17Las cifras exactas para el año 2001 son: 6.516 millones de euros en el Estado
español, 11.788 en Francia y 5.578 en la región alemana de Oberbayern. Simona
Frank, ((R&D expenditure in the European regions)), Eurostat, 2004.
10
http://europa.eu.int/comm/eurostat/Public
ció un 0,1 % en relación al PIB, con varios años de decrecimiento
relativo entre 1993 y 1997.18 Por otro lado, si se consideran las
distintas partidas del gasto en I+D, se reconoce que los gastos de
la Administración Pública se han mantenido prácticamente esta-
bles desde 1980, y que incluso son menores que a comienzos de
la década de 1990, en torno al 0,15 % del PIB. De igual modo, el
crecimiento de los gastos en I+D por parte de las empresas ha sido
muy moderado y apenas representa diferencia alguna con respecto
a la pasada década, además la mayor parte de este gasto es realiza-
do por las grandes empresas multinacionales, con una escası́sima
incidencia de polos de desarrollo tecnológicos endógenos.19
La única partida que demuestra un crecimiento continuo y no-
table es la de los gastos en enseñanza superior, lo que parece co-
rresponder con los cerca de 300.000 licenciados que se gradúan
anualmente, una cifra significativamente superior a la de paı́ses
como Italia, y casi equiparada a la cuenta de resultados de Gran
Bretaña. De forma ciertamente paradójica, la expansión de la edu-
cación superior, sometida hoy a un rápido proceso de reforma y
privatización, corresponde con una utilización oportunista y masi-
va del sistema educativo como dispositivo de promoción social, pero
también a un intenso ciclo de luchas por la expansión de la educa-
ción —que se debe remontar al menos a la década de 1970—, que de
modo efectivo ha generalizado competencias técnicas y lingüı́sticas
que componen el sustrato de esa nueva intelectualidad difusa. Sin
embargo, en ausencia de impulso institucional y de una atmósfera
financiera y polı́tica propicia, ha derivado en una situación de bar-
becho productivo, en el que las capacidades sociales y cognitivas
de esta nueva fuerza de trabajo son desplazadas y sometidas en los
nuevos trabajos estandarizados del sector servicios o en trabajos de
cualificación inferior a la que podrı́amos considerar, siempre desde
la perspectiva de la valorización capitalista, potencialmente óptima.
La particular versión ((española)) del capitalismo cognitivo pa-
rece comprender mejor la coyuntura actual como un mecanismo
simple de acumulación por desposesión —mediante los procesos
de precarización, privatización de los sistemas de formación, de re-
forzamiento de la legislación en materia de propiedad intelectual y
de explotación financiera en beneficio de situaciones de monopolio
u oligopolio— que como una estrategia medida y coherente por la
multiplicación y mejora de las estructuras cognitivas que pueden
facilitar la multiplicación de la productividad y de la riqueza social.
18La estadı́stica de I+D en España: 38 años de historia (1964-2001), Instituto
Nacional de Estadı́stica, 2004.
19Ibı́dem
11
Un workfare sin excepciones, sin concesión a los tiempos y espa-
cios, relativamente libres de la exigencia inmediata de conversión
monetaria, se presenta sin embargo como una estrategia de liqui-
dación de las externalidades positivas que derivan de la producción
de conocimiento
Ası́, por vı́a de precarización y reducción presupuestaria, el gene-
ral intellect es sometido a una particular forma de estrangulamien-
to, que se presenta a medio plazo en el agotamiento de las cuencas
de cooperación. Un proceso que ya tiene manifestaciones visibles
en la degradación del sistema educativo22 y en el empobrecimiento
y sometimiento del nuevo cognitariado —investigadores, docentes,
programadores, creadores de todo tipo.24 De esta suerte, el cam-
po de actividad de los movimientos se muestra en consonancia con
las lı́neas de reforma más audaces de las elites del capitalismo cog-
nitivo. Algunas formas de renta básica —extensión del sistema de
becas a la enseñanza y a la investigación, reducción de los bienes de
reproducción, inversión en infraestructuras sociales— son también
formas de inversión en las cuencas de cooperación que actúan co-
mo multiplicadores de las externalidades positivas que luego apro-
vechan las empresas. De este modo, una posible orientación es-
tratégica de los movimientos puede pasar por acelerar estas lı́neas
de reforma del capital, todavı́a tı́midas, en un sentido que permi-
ta consolidar los nudos de autonomı́a productiva y polı́tica. Ante el
anuncio de ese nuevo welfare posible, los movimientosestarán en-
tonces en condiciones de imprimir un giro polı́tico, que haga de lo
común sin contrapartidas en prestación de trabajo la nueva condi-
ción de ciudadanı́a universal. Lo que con un barbarismo de nueva
acuñación podrı́amos denominar como commonfare.
Copyright c© 2004 Raúl Sánchez y Emmanuel Rodrı́guez
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