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MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136
I.S.S.N.: 1576-3080
3
INTRODUCCIÓN
El cáncer es una enfermedad como otra cualquie-
ra: puede ser molesta, dolorosa o incluso mortal. Pue-
de presentar altibajos, pero en cualquier caso no hay
nada seguro. La realidad, sin embargo, es que la ciu-
dadanía la teme más que ninguna otra enfermedad,
mientras que los médicos la consideran como su
mayor enemigo al que se debe combatir con todas las
armas disponibles. Ciertamente que el cáncer mata a
miles de personas pero no tantas como las afecciones
cardíacas, además de que la mayoría de las muertes
se producen entre los ancianos.
También el cáncer tiene asignada la idea de sufri-
miento: mientras que un ataque cardíaco es rápido y
limpio, una forma ideal para irse, el cáncer nos deja un
margen de semanas, meses,... para convivir con
nuestra condición mortal.
En sí mismo, el cáncer no es malo ni pecami-
noso, simplemente es un trastorno físico, pero al
tratarlo como un monstruo, al paciente se le hacen
Cáncer: la otra mirada
Ángel Velamazán Gómez
Biólogo
RESUMEN:
En el presente artículo se hace una revisión sobre el significado de una de las enfermedades más temidas en la actualidad como
es el cáncer, y sobre las objeciones principales que se pueden hacer a los considerados “tratamientos convencionales”, cuando se
llevan a cabo de una forma indiscriminada, como son la cirugía radical, la quimioterapia o la radioterapia. Igualmente se aportan
datos significativos sobre la importancia de la nutrición (dieta baja en grasa, vegetarianismo, consumo de azúcar, fibra) y de los com-
plementos dietéticos (Vitamina C, beta-carotenos, Vitamina E, calcio) desde el punto de vista terapéutico y preventivo. Investiga-
ciones chinas ponen de manifiesto posibles vías de actuación por medio del té, del ajo, o de frutas como el CiLi (Rosa roxburghii)
con importantes cantidades de Vitamina C. Finalmente, se plantean las posibilidades de investigación anticancerosa que abre una
planta esteparia, la Ontina (Artemisia erba-alba), por medio de sus compuestos sesquiterpénicos, como la artemisinina. 
Palabras clave: Cáncer, quimioterapia, radioterapia, antioxidantes, radicales libres, vegetarianismo, té, ajo, artemisinina. 
Cancer: a diferent look
ABSTRACT:
In the present article it is made a revision about the meaning of one of most fearful illness nowadays at is the cancer,
and about the main objections that can be made to the considered “convention treatment”, when they are carried out
in an indiscriminate way, as they are the radical surgery, the chemotherapy or the radiotherapy. At the same time mean-
ingful details are brought about the significance of the nutrition (low in fat diet, vegetarianism sugar intake, fibber )
and the dietetic complements (Vitamin C, beta-carotenes, Vitamin E, calcium) from the therapeutic and preventive
point of view. Chinese researches highlight possible performance ways by taking tae, garlic or fruits such CiLi (Rosa
roxburghii) with important amount of Vitamin C. Finally, we consider possibilities of anticancer researches that a
steppe plant open, the Antenna (Artemisia erba-alba), through its sesquiterpeniques, as artemisinine.
Key words: Cancer, chemotherapy, radiotherapy, antioxidants, free radical, vegetarianism, tea, garlic, artemisinine.
123
“El cáncer no es malo ni pecaminoso,
simplemente es un trastorno físico,
pero al tratarlo como un monstruo,
al paciente se le hacen cosas monstruosas”
(Agradezco la traducción al inglés a Isabel Bernardos)
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
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cosas monstruosas. Posiblemente, en la actualidad
el médico está más desorientado que en ningún
momento de la historia en lo que se refiere a la actitud
a adoptar frente a los diferentes tipos de cáncer. La
capacidad humana de responder ante el sufrimien-
to con prudencia y bondad casi ha desaparecido
ante un manto de respetabilidad profesional y
objetividad científica. Los pacientes han buscado la
dependencia absoluta de los médicos y los hospitales,
ofreciéndose en sacrificio sobre el altar de la ciencia,
a cambio del cual se les ofrece la esperanza de una
curación impuesta desde fuera.
Con los actuales tratamientos se causan enor-
mes sufrimientos innecesarios e injustificados,
con un olvido de la vida interior del paciente y el
sentido que éste pueda darle.
Pasaremos a revisar algunos de los tratamientos
clásicos y sus diferentes consecuencias desde un
punto de vista de mejorar la calidad de vida y recupe-
ración del paciente.
ALGUNAS OBJECIONES A LOS
TRATAMIENTOS CLÁSICOS
A. La cirugía
Aunque es considerada una técnica clásica para
atajar el cáncer, algunos informes obligan a la refle-
xión y a obtener conclusiones.
Hospital Royal Marsden de Londres. Años
1968-74. Un grupo de 31 mujeres que se negaron a
que se les practicara una mastectomía, aunque no a
la extirpación del nódulo, habían tenido una evolución
mejor que otras mujeres con un tratamiento clásico.
Ninguna de las 31 mujeres había recibido tratamiento
químico o radiológico. En esa época era inaudito el
cuestionar la conveniencia de la mastectomía y la uti-
lización de otros medios de lucha. Sin embargo, el
seguimiento de los 31 casos reveló que sólo una de
ellas había muerto de cáncer de mama seis años y
cuatro meses después de la operación. Tres habían
muerto por otras causas a las edades de 104, 78 y 59
años. Es una cifra de supervivencia muy superior a la
habitual.
Por la misma época, en otros dos hospitales de
Londres, el Guy´s y el King´s College, se había
demostrado que el 20% de un grupo de mujeres
sometidas a mastectomía parcial y radioterapia y el
22% de las que sufrieron mastectomía total, habían
muerto pasados 5 años. Se acepta por lo general que
un tercio de las mujeres con cáncer de mama morirán
dentro de ese plazo. 
Varias mujeres escribieron cartas sobre el sufri-
miento espantoso consecuencia de la mastectomía
deseando que se difundiera de la mejor manera
posible el grado de sufrimiento que se podía acom-
pañar a la intervención. Algún extracto de una de las
cartas:
Seis meses antes del ingreso, «era una mujer
sana, fuerte y activa a mis 76 años, organizaba parti-
das de naipes para amigos pensionistas, iba a confe-
rencias y tocaba el piano» (...), ahora, sin embargo,
«era un despojo físico, inmovilizada en casa, incapaz
de andar y continuamente dolorida gracias a la ope-
ración y a los venenos que me obligaron a tomar.
Durante 12 años tuve en el pecho un pequeño bulto
del tamaño de una almendra que no me crecía ni me
producía dolor alguno. Pero tuve la mala suerte de
que mi médico lo descubriera en un examen rutinario
(...). Seguí a la letra su consejo, y el cirujano, tomán-
dome desprevenida me clavó una aguja en el pecho.
A partir de entonces, el bulto empezó a crecer y a
dolerme. Sólo entonces consentí la operación.
La parte de mi cuerpo que no está muerta no es
más que un solo e intenso dolor, día y noche. Yo que
tenía la esperanza de llegar a los 100 años, tendré
suerte si llego a los 77».
La justificación original de la mastectomía radical
(con extirpación de la glándula mamaria, los ganglios
linfáticos y los músculos que están bajo la misma) se
basa en la creencia del siglo XIX de que el cáncer se
diseminaba por vía linfática. Pero hoy se sabe que la
diseminación de las células cancerosas por torrente
sanguíneo es seguida por el sistema inmunitario que
habitualmente les sigue la pista y las elimina. Por este
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ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
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motivo, además de causar una mutilación y un dolor
innecesarios, la mastectomía radical disminuye las
posibilidades de la paciente de evitar la regresión de
la enfermedad.
Allen Lane, oncólogo francés, afirma en su libro
«La conquista del cáncer»: «los órganos de la inmuni-
dad deben ser preservados siempre que sea posible.
Estos órganos incluyen los ganglios linfáticos, el bazo,
el timo, las amígdalas y el apéndice». 
Ya en 1937, el cirujanobritánico sir Geoffrey
Keynes publicó un artículo donde demostraba que
cuando a 250 mujeres se les había extirpado simple-
mente el nódulo con posterior aplicación de radio para
destruir las restantes células cancerosas, los resulta-
dos eran muy similares a los obtenidos con cirugía
mayor. Lamentablemente, sesenta años más tarde y
tras la resección de miles de mamas, la medicina con-
vencional apenas acepta la posibilidad de extirpar sim-
plemente el nódulo en los casos de detección precoz
del cáncer de mama, cuando el cáncer no ha llegado
a estar tan avanzado que no queda otro remedio que
la resección total del pecho. 
La situación no es muy diferente en otros tipos de
cáncer. Así, el doctor Jeffrey Tobias, catedrático de
radioterapia y oncología en el Instituto de Investiga-
ción del Cáncer del Royal Mardsen, escribía en el
World Medicine: «Me entristece pensar lo poco que
conocemos de la biología y del tratamiento adecuado
de una de las más catastróficas y letales enfermeda-
des: el cáncer de pulmón, el cáncer de mama y el cán-
cer de colon son los ejemplos más destacados». La
facilidad y relativa seguridad con que pueden llevarse
actualmente las operaciones, han agravado la posibi-
lidad de los cirujanos para causar daño operando
innecesariamente. El gran error del cirujano reside en
pensar que con su acción puede curar dando a los
pacientes la falsa seguridad de que una operación es
casi sinónimo de curación, en lugar de considerar la
operación como un paliativo, en cuyo caso disminuiría
mucho la justificación de la cirugía radical.
No hay pruebas de que el diagnóstico precoz sal-
ve vidas. Las cifras de mortalidad no sirven de base al
argumento. Así, en gran parte del mundo no ha habi-
do una disminución sino un aumento de la mortalidad
debida al cáncer de mama, tal vez debido a la agresi-
vidad de los tratamientos actuales. Es significativo el
aumento de muertes por cáncer de mama en Ingla-
terra y Gales, pasando de 10.622 a 12.513 entre
1969 y 1981. Por otro lado, los pacientes operados
cuando sus síntomas han tenido una duración de más
de seis meses tienen más probabilidades de recupe-
ración total que los de inicio brusco, tal vez debido a
que estos últimos pueden ser víctimas de un tumor de
crecimiento rápido. En estos casos, la intervención
rápida podría exponer al paciente a mayores riesgos
de diseminación que en un procedimiento menos
apresurado, como es la extirpación de un nódulo. Ade-
más la detección precoz tiene la desventaja de pro-
longar el periodo de temor asociado a la enfermedad.
La utilidad del «Screening»
La posibilidad de detección precoz de cáncer a
partir de la obtención de una muestra de tejido del
cuello del útero ha disparado este tipo de pruebas:
tres cuartas partes de la población femenina de EEUU
se la habían hecho al menos una vez en su vida, mien-
tras que en Gran Bretaña, el servicio de «screening»
supone más de 150 millones de libras anuales. Lo que
se ha conseguido ha sido una toma de conciencia del
cáncer de cuello entre la mayoría de las mujeres y una
probable operación en los casos en los que se obser-
van células cancerosas o precancerosas.
La única justificación de los costes económi-
cos, emocionales y humanos que conlleva la téc-
nica sería un notable descenso en los casos de
mortalidad por cáncer de cuello de útero. Sin
embargo, el supuesto no se ha comprobado cien-
tíficamente: tras la introducción masiva del
«screening» nunca se ha comprobado la diferen-
cia con grupos de mujeres que no se hubieran
sometido a él. Lo que sí se sabe es que este tipo de
cáncer es una causa de muerte secundaria si la com-
paramos, por ejemplo, con el de mama y también que
antes de la introducción de la técnica se observaba
una disminución de los casos de cáncer de cuello, ten-
dencia que se ha neutralizado tras la introducción del
«screening». Puede deducirse que el procedimien-
to no tiene importancia alguna y que su valor no
está demostrado.
Comparando geográficamente, en Nueva Zelan-
da el procedimiento se ha usado más que en Ingla-
terra y Gales, pero no por ello se ha reducido la inci-
dencia de la enfermedad. Si la prueba fuera
beneficiosa las personas a las que se les hubiera
diagnosticado tendrían que tener una esperanza de
vida más larga que antes de la introducción del
«screening». Los datos obtenidos en Inglaterra y
Gales muestran que si antes de la introducción de las
pruebas, el 62% de las pacientes a las que se les
había diagnosticado cáncer de cuello de útero se-
guían vivas cinco años después, tras la introducción
del «screening» la supervivencia se había reducido a
un 54% para el mismo periodo de tiempo.
Un problema añadido es el tratamiento al que se
le somete a la mujer con resultados positivos, ya que
sólo una pequeña parte de las muestras anormales
llegan a ser cancerosas. En un estudio realizado en
mujeres menores de 20 años, se comprobó cómo en
un 60% de los casos se volvía a la normalidad sin nin-
gún tratamiento.
Podría concluirse que dada la ausencia de
pruebas sobre el beneficio de la técnica, la eleva-
da propaganda está haciendo más mal que bien, al
crear a millones de mujeres una preocupación
innecesaria, haciendo que la persona esté pensan-
do en la enfermedad y en la muerte.
B. La radioterapia
A más del 50% de los pacientes de cáncer se les
aplica radiación en algún momento de su enfermedad,
en una cantidad asombrosamente alta, sin que existan
pruebas de que se mejoren las cifras globales de
supervivencia.
La causa de su utilización de forma masiva se ha
de buscar en el intento por parte del médico de utilizar
el mayor número de armas posibles en su lucha por
destruir las células cancerosas. Hace tiempo que los
fallos de este planteamiento luchan por imponerse en
la profesión médica, por lo que la postura más razo-
nable de un paciente de cáncer es obtener el mayor
número de información sobre su estado.
En este sentido, tiene especial importancia el rela-
to de una paciente que relató su experiencia a la revis-
ta Cancer Naturally, cuando intentó tener una conver-
sación objetiva con el radiólogo:
«Fue un completo desastre. Todas mis preguntas
sobre la forma en la que actúa la radiación, sus efec-
tos secundarios, etc., fueron interpretadas como críti-
cas. La entrevista terminó cuando el señor en cues-
tión se fue de la habitación hecho una furia (...). Eso
hizo sentirme abatida, aislada y alterada emocional-
mente porque yo había acudido a la consulta de bue-
na fe, para saber si la radiación era algo que tal vez
debería intentar.»
La paciente citada era considerada de muy alto
riesgo, ya que se le había practicado una mastectomía
parcial y a los doce meses le apareció otro nódulo,
insistiendo la mujer en que se limitasen a sacárselo,
evitando la cirugía radical. Ante las intensas presiones
del equipo médico que la trataba, optó por abandonar
el Servicio de Salud y ponerse en manos de métodos
naturales de curación basados en una dieta sana,
prácticas de meditación y en evitar el exceso de
estrés. Tras el cambio de tratamiento su experiencia
fue la siguiente:
«El doctor de Dinamarca (naturista) me trató como
una mujer «inteligente» que necesitaba respuestas
significativas para interrogantes vitales (...). Hoy sigo
cumpliendo los principios básicos de mi dieta enfren-
tando mi salud con un enfoque holista. Mi mayor triun-
fo es haber evitado la mutilación, y además seguir
viviendo con una mayor calidad de vida.»
La energía de las partículas emitidas en la radio-
terapia se transfiere a los electrones produciendo
radicales libres en la materia afectada lo que provo-
ca cambios en las propiedades fundamentales de las
células acabando en su muerte o en que dejan de
dividirse, siendo más probable que las células mue-
ran y el tumor se reduzca o desaparezca cuanto
mayor sea la dosis de la radiación. Lamentable-
mente, la probabilidad de eliminar radicalmente
un tumor por radioterapia se eleva en proporción
directa con los riesgos de afectar a los tejidos
sanos, y en ningún caso llega a 1.
Los efectos sobre los órganosson variados y
aparecen tiempo después de haber finalizado el
tratamiento: en el aparato digestivo, según se ha
publicado en Lancet, en mayo de 1982, se incluyen
estenosis, ulceraciones crónicas, enteritis, fístulas,
cambios hepáticos y pancreatitis; en el excretor, se
han observado cistitis crónica, pérdida de sangre y
obstrucción. También se ha descrito daños en el siste-
ma nervioso y en el hormonal, en el aparato circulato-
rio y pulmonar.
Tal vez el problema más importante surge cuando
se aplica esta técnica tras la extirpación de un nódulo
pequeño, puesto que se ha observado cómo la inci-
dencia de metástasis es mayor cuando la radioterapia
se aplica de esta manera. Entre los motivos que pue-
den explicar este fenómeno hay que incluir el daño
que la técnica inflinge al sistema inmunitario y por otro
lado, la probabilidad de que se produzcan mutaciones
que sean causantes de nuevas células cancerosas.
Sin embargo, tras la extirpación de un tumor grande,
la probabilidad de recurrencia efectivamente disminu-
yen con la radioterapia. No parece por tanto razona-
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ble que se suministre radiación a la mitad de los
pacientes afectados por cáncer.
En la aplicación de la radioterapia existe un sim-
bolismo de la propia enfermedad al reflejarse en un
crecimiento sin restricciones, desaforado, de la tecno-
logía médica. De la misma manera que las células
cancerosas no pueden reconocer cuándo han de
poner término a su actividad, el «artefacto» tecno-
lógico fomenta una actividad indiscriminada y
autojustificatoria que puede devorar multitud de
recursos sanitarios que sí podrían realmente inci-
dir en el bienestar del paciente.
C. La quimioterapia
La toxicidad de los compuestos empleados en
quimioterapia actúa sobre aquellas células que se
dividen con mayor rapidez, por lo que probablemen-
te incluirá células cancerígenas pero igualmente
mata a células de la médula ósea, del tracto diges-
tivo, del cuero cabelludo, de la piel o de ciertas
glándulas, por lo que es fácil deducir los trastor-
nos de los pacientes sometidos a citotóxicos.
A los pacientes se les debería informar que los
beneficios de los fármacos, en la mayoría de los casos
no están demostrados, sin embargo, sí que están
comprobados sus efectos secundarios, afrontando los
pacientes riesgos evidentes, ante una ventaja que por
lo común no pasa de ser hipotética. No es fácil creer
que los pacientes se sometiesen a tales tratamientos
si se les informara realmente de estos hechos. 
Para el Dr. T. McElwain, profesor de oncología
médica en el Royal Mardsen, «a muchos pacientes
se les administra citotóxicos que de ninguna mane-
ra pueden ayudarles». Según este
experto, la quimioterapia no ha ejer-
cido ninguna influencia importante
en la supervivencia de pacientes
con tumores comunes.
La quimioterapia tuvo cierto éxi-
to inicial, especialmente en cánceres
que afectan a mecanismos genera-
les, tales como el sistema de la
médula ósea o el linfático, donde la
renovación celular es elevada. Al
igual que la cirugía y la radiación tie-
nen, efectivamente, cierta capacidad
terapéutica pero se los ha usado de
forma indiscriminada, de modo que
la capacidad de autocuración se
ha visto disminuida por el daño
sufrido por las defensas naturales, la mayor parte de
los fármacos utilizados dañan los glóbulos blancos
y en algunos casos tienen efectos mutagénicos. El
fenómeno conocido como «progresión tumoral», según
el cual la progenie de células del tumor inicial es más
peligrosa que la de sus padres, parece ser que es esti-
mulado por el uso de terapias mutagénicas. Según los
doctores R. S. Kerbel y A. J. Davies, en un artículo
publicado en Lancet, «el indicador, obtenido a partir de
varios estudios, de que el tratamiento no modifica la
esperanza de vida de los pacientes de cáncer es com-
patible con este punto de vista».
Los doctores Poste y Fidler de la Universidad de
Pennsylvania y del Centro Frederick para la investiga-
ción del cáncer en Maryland, respectivamente, propo-
nen que las células «benignas» de un tumor ejercen
una acción modificadora sobre las células «antisocia-
les» creando una especie de orden ecológico que se
ve alterado cuando el tumor se ve atacado súbita-
mente, aumentando desaforadamente las multiplica-
ciones celulares y desarrollando nuevos tipos de gru-
pos celulares hasta alcanzar un nuevo equilibrio.
En Conquering Cancer, el doctor Israel habla de
«verdaderos venenos, agudos o crónicos...». Sin
embargo, en casos individuales de enfermedad avan-
zada, propone una dosis masiva de fármacos en unión
con una protección farmacológica de la médula ósea,
como posible agente prolongador de la vida. Su apues-
ta por esta vía se basa en una publicación aparecida
en enero de 1975 en New England of Medicine, sobre
los resultados «espectaculares» del tratamiento con
malefán frente a un placebo en un grupo de 269 muje-
res operadas de cáncer de mama (9% de recurrencia
en el grupo experimental frente a un 22% en el grupo
placebo). Sin embargo, en una publi-
cación aparecida en 1983 en Medi-
cal News, el doctor J. Le Fanu hizo
un seguimiento de las anteriores
pacientes tiempo después de haber
estado sometidas a tratamiento
demostrando que las ventajas se
mantuvieron solamente para un
pequeño grupo de mujeres preme-
nopáusicas que cuando se inició el
estudio tenían los ganglios linfáticos
moderadamente afectados por el
cáncer. Otra investigación de 1983
con el mismo fármaco sobre 370
pacientes permitió afirmar a un equi-
po de oncólogos británicos que «al
malefán no le cabe lugar algunoCélula cancerígena.
como recurso complementario a la mastectomía en la
práctica de la clínica de rutina». 
El deseo de los oncólogos de encontrar un trata-
miento «definitivo» hace que se creen muchas veces
falsas espectativas ante descubrimientos que no
están contrastados. En otras ocasiones, los intereses
creados son financieros sobre todo cuando se esta-
blece una relación entre un laboratorio y un determi-
nado investigador. Una editorial de Lancet , de abril de
1981, decía:
«La desagradable conclusión es que el papel exac-
to de la quimioterapia coadyuvante sigue siendo
incierto; es un tratamiento que se encuentra aún en su
etapa experimental (...). Ultimamente ha habido
muchas discusiones entre partidarios y oponentes de
la quimioterapia coadyuvante. La existencia de esta
controversia no hace más que señalar las insuficien-
cias de los datos existentes que pueden ser manipu-
lados selectivamente para fundamentar las dos pos-
turas en cuestión.»
¿CÓMO ACTUAR ANTE EL CÁNCER?
Cuando uno se pregunta con interés y urgencia si
hay alguna alternativa a las estrategias actuales, en
las que se traslada la responsalidad de la lucha contra
el cáncer a los médicos de forma casi exclusiva, hay
que buscar la respuesta a tal pregunta en nosotros
mismos, aunque pueda sonar poco convincente para
un paciente que se siente mutilado por la enfermedad
y con una sentencia de muerte que pesa sobre su
cabeza.
Pero, ¿en realidad provoca el cáncer un dete-
rioro tan inevitable como generalmente se supo-
ne? Abundan las pruebas en las que se demuestra
que no es así, siendo el primer paso importante que
puede dar el paciente para su recuperación, el tomar
conciencia de ello. Citaremos algunos de los ejemplos
más estimulantes.
• Dos de cada tres pacientes que enferman de
cáncer siguen vivos al menos cinco años después
de haberles sido formulado el diagnóstico. En esta
cifra se engloban ciertos tipos de cáncer que dada su
agresividad acaban con el paciente en pocas sema-
nas tras el diagnóstico. En autopsias realizadas a per-
sonas de edad avanzada se ha descubierto cómo
guardaban en su organismos restos de tumores malig-
nos que habían estado creciendo inofensivamente
posiblemente durante años, sin llamar la atención ni
del paciente ni de ningún médico.
• Un tumor no crece de maneraanárquica e
impredecible. Incluso en las condiciones más favora-
bles para su desarrollo, el tamaño se verá limitado por
los mecanismos habituales de reacción. Tras la altera-
ción inicial en la formación del tumor las células se
reorganizan obedeciendo a un nuevo conjunto de ins-
trucciones que le pueden llevar a la estabilidad y que
deje de constituir una seria amenaza.
• Cada vez más abundan las pruebas de que
los pacientes se recuperan del cáncer, incluso en
personas que se consideraban desahuciadas, si bien
es verdad que se mantiene una «tendencia» al cáncer
pero que puede acompañar a la persona a lo largo de
su vida sin que sea el desencadenante de su muerte.
Los casos constatados de «remisión espontánea»
se consideran como un aislado golpe de suerte pero
en ningún caso se habla de «curación» puesto que no
es resultado de una intervención médica. Los meca-
nismos de estas remisiones no son conocidos pero lo
que sí es claro es que se pone en el centro del esce-
nario al paciente y no al médico.
A. La inmunoterapia
Las experiencias realizadas con animales de-
muestran la importancia del sistema inmunitario sobre
todo en su papel de prevención, además de compro-
bar cómo en situaciones de estrés mantenido, dicho
sistema se debilita hasta el punto de ser más vulnera-
bles al cáncer, lo que se relaciona con los pacientes
trasplantados que reciben fármacos destinados a
suprimir las defensas inmunológicas y que corren un
mayor riesgo de contraer una tumoración.
También parece probable que las defensas
naturales ayuden a evitar que un tumor ya estable-
cido se propague a otros lugares, siendo atrayen-
te la idea de que la disminución de linfocitos por
motivos emocionales favorece la aparición de la
enfermedad. Sin embargo, la idea de reforzar las
defensas inmunológicas para combatir tumores esta-
blecidos ha tenido resultados decepcionantes, incluso
aumentando el riesgo de recurrencia en pacientes que
ya estaban recibiendo radioterapia. Tampoco ha resul-
tado la vacunación ni con partículas de bazo, ni con
partículas de virus, ni tampoco el suministro de leuco-
citos estimulados para combatir tumores específicos.
El doctor C. Simonton, especialista en radia-
ción, ha trabajado con técnicas de «control men-
tal», desarrollando imágenes mentales de paz,
tranquilidad y de superación del tumor, con resulta-
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dos de una prolongación en el promedio de super-
vivencia doblando la espectativa de un año de vida
en los Estados Unidos. El propio doctor Simonton
parece reconocer, sin embargo, que esta terapia
no es capaz de derrotar la enfermedad, destacan-
do la elevada proporción de pacientes que desea-
ban morir. Lo que sí parece reafirmar es el grado
de autoconocimiento y de autocotrol, ya sea para
vivir o para morir.
En definitiva no parece que el sistema inmunoló-
gico desempeñe un papel tan decisivo en el control del
cáncer, sobre todo cuando se ha superado un «valor
crítico» de masa celular. Esto se ha observado en
pacientes en los que el sistema inmunológico se ha
visto gravemente alterado por tratamiento radiológico
o quimioterápico sin que se vea afectada la supervi-
vencia, quizá porque se compensan los beneficios con
los perjuicios.
B. El papel de la dieta
Los primeros indicios en la importancia de la dieta
para el control del cáncer provienen de las experien-
cias del doctor Max Gerson en 1959, trabajando con
pacientes terminales a los que les retiró todo tipo de
medicación, incluso las seguras o inocuas como el
dentrífico o las soluciones para gargarismos. La dieta
a base de zumos de frutas y verduras frescas, así
como la administración de enemas de café permitió la
recuperación total de varios pacientes considerados
como incurables así como el alivio del dolor, las náu-
seas y los vómitos. Gerson fue vilipendiado en el seno
de la profesión médica americana.
De todos modos, en 1982 la Academia de Cien-
cias de los EEUU, tras la revisión de 10.000 infor-
mes, acepta la influencia de la fruta, verdura y
cereales integrales y la reducción del consumo de
grasa en el desarrollo del cáncer, concluyendo que
«cada vez son mayores las pruebas de que la
mayoría de los tipos más comunes de cáncer
están condicionados por los hábitos alimenta-
rios». Especial importancia se le da al papel pro-
tector del beta caroteno y de la vitamina C. De todo
esto, hablaremos con más extensión en el apartado
siguiente. 
De todas maneras, son escasas las pruebas que
indican que una alimentación inadecuada sea la cau-
sa directa o única del cáncer, ni que un cambio dieté-
tico exclusivamente sea responsable de una curación.
Más bien, es posible que un aumento del bienestar
que acompaña a una alimentación sana promueva la
curación a un nivel más profundo. También se ha com-
probado que un trato sensato y afectuoso con el
paciente ha permitido a muchas víctimas del cáncer
seguir conviviendo con su enfermedad durante una
década o más, hasta que mueren víctimas o no del
cáncer.
La evidencia en la baja incidencia de cáncer
entre los Adventistas del Séptimo Día (vegetaria-
nos) seguramente hay que relacionarla con un
estilo general de vida que difiere mucho del habi-
tual, con la influencia de la fe religiosa en el senti-
miento de cohesión y de fines comunes. Estos per-
files sicológicos están ausentes con frecuencia en los
enfermos de cáncer. 
ALGUNOS ASPECTOS BÁSICOS
DIETÉTICOS Y NUTRICIONALES
En 1982, la Academia de las Ciencias de los
EEUU publica que el 60% de los cánceres en
mujeres y el 40% en hombres se relacionan con
aspectos nutricionales. El cáncer más estrecha-
mente relacionado con estos factores es el de
mama, endometrio, próstata, y el gastrointestinal.
Por otro lado, existe una clara evidencia de que los
cambios precancerosos que se producen en la célu-
la pueden ser reversibles con un suplemento, como
el ácido fólico en la displasia cervical, el calcio en
pacientes con antecedentes familiares de cáncer de
colon, y la vitamina A o los beta-carotenos en mal-
formaciones de la mucosa bucal. Asimismo, el apor-
te diario de 1 gr. de Vitamina C, reduce los niveles
de nitrosamina en el estómago. 
Veremos a continuación algunas de las investiga-
ciones que avalan las afirmaciones anteriores.
La combinación de grasa y azúcar predispone al cáncer
de intestino grueso.
A. Factores dietéticos
• Dieta baja en grasa.
La incidencia de cáncer de mama está positiva-
mente relacionada con el consumo de grasa animal
(Lubin, 1981 y Phillips, 1975), mientras que en roedo-
res se ha observado cómo dietas altas en grasas
poliinsaturadas se asociaban con la aparición de
tumores de mama más que las dietas con grasas satu-
radas (Erickson, 1985). 
La mortalidad por cáncer intestinal, salvo el de
recto, se halla muy relacionado con la ingesta de
grasa (Carroll, 1975). Por otro lado, en un estudio
comparativo entre pacientes con cáncer colorec-
tal, frente a pacientes control, los primeros consu-
mían una dieta con un 16% más de calorías, prin-
cipalmente en forma de hidratos de carbono y
grasa (Bristol, 1985).
En cuanto al cáncer de ovario, se han realizado
estudios comparando 215 mujeres con reciente diag-
nóstico de cáncer ovárico frente a 215 mujeres sanas,
observándose un consumo de grasas animales un
7% mayor en el primer grupo principalmente en
forma de mantequilla, leche entera y carne roja
(Cramer et al., 1984). 
• Dieta alta en fibra.
La protección ante el cáncer colorectal y el cáncer
de mama, posiblemente sea debida a
la eliminación de carcinógenos y
exceso de estrógenos.
En la mujer occiden-
tal la dieta rica en fibra
puede ser importante en la
prevención del cáncer de
mama y tanto el adelanto de la
menopausia como la dieta rica en grasa constitu-
yen factores de riesgo. El cáncer de mama puede
ser dependiente de los estrógenos por lo que la dieta
rica en fibra incrementa la excreción fecal de los estró-
genos.Posiblemente las dietas ricas en grasa son
habitualmente bajas en fibra siendo esto último lo que
hace aumentar el riesgo más que el consumo de gra-
sa (Hugues, 1986).
Los estudios epidemiológicos en los que se exa-
minan diversos componentes de la dieta muestran una
correlación positiva entre el cáncer de colon y la
dieta rica en grasas, baja en cereales y en fibra,
como es muy habitual en las naciones occidentales
(American Cancer Society, 1984).
En cuanto al cáncer de próstata, se ha investiga-
do la relación inversa entre la toma de fibra vegetal
cruda y los niveles hormonales en 30 hombres, con-
cretamente en los niveles de testosterona y 17-beta-
estradiol, sugiriéndose que influye en el riesgo de este
tipo de cáncer (Howie, BJ, 1985).
• Dieta vegetariana.
Los beneficios pueden ser debidos a la baja
cantidad de grasa y a la toma de fibra vegetal, dis-
minuyendo los riesgos de cáncer de mama por la
reducción de los niveles de estrógenos en sangre.
Así, por ejemplo, se ha observado cómo en 10
mujeres vegetarianas en edad premenopáusica, se
excretaba 2-3 veces más estrógenos que las mujeres
no vegetarianas con una significativa disminución de
los niveles de estrógenos en sangre. Se sugiere que
es la fibra integral la que absorbe la hormona y la eli-
mina por vía fecal (Goldin, 1982).
El consumo de caroteno contenido en vegetales
también se ha estudiado y su relación con la mortali-
dad por cáncer de 1.271 pacientes con 66 o más años
de edad. Aquellos que se encontraban en la parte alta
(el quintil superior) en el consumo presentaban un
30% de riesgo inferior a los que se encontraban en el
quintil inferior.
• Evitar el azúcar.
Los efectos perjudiciales pueden ser tanto direc-
tos como indirectos, por ejemplo, el consumo de saca-
rosa se relaciona con una dieta baja en fibra.
El exceso de azúcar se tomaba en
forma de refinado y el exce-
so de grasa en combina-
ción de grasa y azúcar.
Parece concluirse que los
alimentos sin fibra, especialmente
el azúcar, pueden predisponer al desarrollo de un
cáncer de intestino grueso (Bristol, JB., 1985).
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
130 MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136
10
“La incidencia de cáncer de mama
está positivamente relacionada
con el consumo de grasa animal”
MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136 131
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
11
B. Aspectos nutricionales
• Beta carotenos.
En un estudio realizado con 191 pacientes, se con-
cluyó que el consumo de beta caroteno, en forma de
zanahoria o de vegetales verdes, estaba intensa e
inversamente correlacionado con el desarrollo de
cáncer cervical, sin embargo, el consumo de retinoides
no tenía efectos en este tipo de cáncer lo que indica que
son los carotenos o algunos compuestos relacionados
con los vegetales los que tienen función protectora (La
Vecchia, C., 1984).
En cuanto al cáncer de pulmón, los niveles de beta
caroteno en suero de 99 pacientes con esta dolencia se
compararon con 196 de enfermos control, mostrando
una estrecha e inversa relación entre los niveles de
beta caroteno y el riesgo de desarrollar un
carcinoma de células escamosas de pul-
món (Menkes, MS et al., 1986).
• Ácido fólico.
En un estudio a doble ciego, 47
mujeres jóvenes que tomaban pasti-
llas anticonceptivas y que tenían una
media o moderada displasia, recibie-
ron 10 mg. de ácido fólico por vía oral
o placebo. Después de tres meses, las biopsias
cervicales de las mujeres que habían tomado folato
presentaban una significativa mejoría. En 7 mujeres de
las que habían recibido folato la displasia desapareció
mientras que en 4 del grupo placebo se observó una
progresión hacia carcinoma (Butterworth, CE., 1982).
• Vitamina A.
La asociación del elevado consumo de retinoi-
des y la disminución de riesgo para ciertos cánce-
res, puede ser debida a la inmuno-supresión que se
produce por la deficiencia de Vitamina A, mientras
que un elevado consumo conduce a una inmuno-
estimulación. Se ha observado «in vitro» cómo una die-
ta elevada en Vitamina A aumenta la actividad de los
macrófagos (Watson, R., 1985).
En cáncer de laringe, un estudio realizado en 374
hombres con enfermedad desarrollada frente a 381 con-
troles, demostró que aquellos que tomaban bajas canti-
dades de Vitamina A tenían un riesgo doble que los que
ingerían grandes cantidades (Graham, S. et al., 1981).
• Vitamina C.
Parece tener un efecto protector ante una varie-
dad de cánceres.
Así, en un estudio sobre la mortalidad por cáncer en
una población de 6.000 personas, se observó cómo los
niveles de Vitamina C eran más bajos en los grupos de
cáncer y especialmente en aquellos casos diagnostica-
dos como de cáncer de estómago (Stahelin, HB., 1984).
Para el cáncer de laringe, los resultados son simila-
res a los citados anteriormente para la Vitamina A por el
mismo autor, y en 78 mujeres afectadas por cáncer cer-
vical se observó cómo los niveles plasmáticos de Vita-
mina C eran significativamente más bajos
que los de mujeres control sanas (Orr,
JW, 1985).
También en pacientes termi-
nales se ha observado cómo un
suplemento de Vitamina C puede
incrementar el tiempo de supervi-
vencia. En un estudio realizado con
pacientes sin esperanzas de recuperación,
se administró 10 g. diarios de Vitamina C por
vía oral, con una media de supervivencia
300 días superior a los controles nor-
males para este tipo de pacien-
tes. Por encima de un año de
supervivencia se presentó en un
22% del grupo experimental y tan
sólo en el 0.4% en los controles
habituales (Cameron, E., y Pauling, L., 1976).
En varios estudios se observa el efecto de la Vita-
mina C bloqueando la formación de nitrosaminas carci-
nogénicas en el cáncer de estómago. Así, en un estudio
realizado con 8 voluntarios a los que se les administra-
ba diariamente 1 g. de ácido ascórbico, se confirmó
cómo la actividad mutagénica del jugo gástrico en el
90% de los voluntarios era significativamente más baja
tras una semana, que en el grupo tomado como con-
trol.(O´Connor, HJ, 1985).
En una comparación entre japoneses y caucasianos
se comprobó una mayor tasa de cáncer de estómago
entre los japoneses y especialmente en los residentes
en su país. Un análisis de la dieta reveló una correlación
positiva entre este tipo de cáncer y el consumo de dese-
cados, pescado salado, vegetales troceados y arroz, y
una correlación negativa con frutas frescas y Vitamina C.
Los resultados son consistentes con la hipótesis de que
el cáncer de estómago es causado por la formación de
nitrosaminas endógenas a partir de precursores de la
dieta y de que la Vitamina C puede tener una función
protectora (Kolonel, LN., 1981).
En animales de experimentación, se ha inducido la
formación de enfermedades hepáticas a partir de nitro-
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
132 MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136
12
saminas por administración de nitritos y aminas. En el
caso en que la dieta se suplementaba con ácido ascór-
bico, no se observó alteración hepática, posiblemente
por una inhibición de la formación de nitrosamina a par-
tir de sus precursores (Greenblatt, M., 1973). 
Una inhibición de la actividad mitótica de tumores
transplantables en animales de laboratorio, con una tasa
de supervivencia de un 100%, se ha demostrado tras la
administración de una combinación de Vitamina C y
Vitamina B12, sin que tuviese lugar efecto alguno en las
mitosis ni en la forma de las células estudiadas, la admi-
nistración por separado de las mismas vitaminas (Poy-
dock, ME, 1979).
• Vitamina E. 
Su acción básica parece que tiene lugar al bloquear
la formación de nitrosaminas con dosis que oscilan en
torno a las 400 IU diarias.
Sus niveles en sangre están correlacionados inver-
samente con el riesgo para ciertos tipos de cáncer. Por
ejemplo, en un estudio con 5.004 mujeres que habían
desarrollado cáncer de mama se observó una concen-
tración plasmática de Vitamina E de 4.7 mg./l, que era
significativamente más baja que en los sujetos control (6
mg./l) agrupados por edad, situaciónante la menopau-
sia, número de partos e historial familiar (Wald, NJ.,
1984).
Igualmente, se observó una relación entre los bajos
niveles séricos de Vitamina E de 99 sujetos afectados
por cáncer de pulmón en comparación con 196 contro-
les (Menkes, MS., 1986).
• Calcio.
Su consumo se encuentra asociado con cáncer de
colon.
Especial importancia para nuestro entorno tiene la
observación realizada entre población que consume
agua ligera (con poco calcio) que presenta una mayor
incidencia de cáncer de colon, mientras que en las
poblaciones con agua rica en calcio se comprueba una
baja incidencia de este tipo de cáncer (Science News,
1985).
El mecanismo por el que tiene efecto el calcio, posi-
blemente se relaciona con el origen del cáncer de colon,
que parece deberse a la liberación de ácidos grasos
ionizados y al contenido de ácidos biliares en el conteni-
do del colon. Pues bien, en presencia del calcio, el efec-
to irritativo y tóxico de estos ácidos queda muy reducido
por la formación de una sal insoluble de calcio (New-
mark, HL., 1984).
• Selenio.
Su deficiencia se relaciona con un incremento
de riesgo de cáncer, estimándose que 250-300 mcg.
diarios pueden prevenir muchos tipos de cáncer, mien-
tras que el consumo habitual (en EEUU) es de unos 100
mcg.
En amplios estudios con animales de laboratorio se
muestra un efecto positivo del selenio al reducir en un
35% la incidencia de tumores, lo que sugiere que una
deficiencia de selenio en la dieta puede incrementar la
carcinogénesis. Los estudios epidemiológicos han con-
firmado que los pacientes con cáncer presentan unos
niveles sanguíneos o plasmáticos inferiores a los grupos
control. No parece probable que esta correlación sea
debida a un efecto del cáncer sobre el metabolismo del
selenio (Combs, GF., 1985). 
• Fitoesteroles.
Su protección tiene lugar para los casos de cán-
cer de colon.
Un estudio completo se ha llevado a cabo con la
composición de la dieta a lo largo de 3 días de 4 gru-
pos de Adventistas del Séptimo Día: 18 sujetos eran
vegetarianos puros, 50 ovolacteovegetarianos, 50 no
vegetarianos y 50 población general no vegetariana.
Los resultados sugieren que la cantidad de colesterol
consumida por sí misma no es un factor que sea sig-
nificativo en el desarrollo de una carcinogénesis sino
más bien su relación con los fitoesteroles de la dieta
(Nair, PP., 1984).
C. Otros factores
• Evitar la obesidad.
Tanto en hombres como en mujeres con un 25%
o más de sobrepeso se ha observado un aumento
del riesgo de cáncer rectal, mientras que la mortali-
dad por cáncer observada en una población de
750.000 hombres y mujeres, sólo se relaciona con un
sobrepeso de un 40% o más (Phillips, RL., 1985 y
Lew, EA, 1979).
• Lactobacillus acidophilus. 
En 21 sujetos jóvenes sanos a los que se les
administraba Lactobacillus acidophilus en cantidades
similares a las que se distribuyen comercialmente en
leche o yogur, se comprobó cómo existía una dismi-
nución de los enzimas bacterianos capaces de trans-
formar los procarcinógenos en carcinógenos, lo que
MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136 133
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
13
sugiere que la administración de Lactobacillus acido-
philus puede prevenir la aparición de cáncer de colon
(Goldin, BR.1984). 
LA APORTACIÓN DE CHINA
La Oficina Nacional para el control del Cáncer, del
Ministerio de Salud Pública, publicó en 1979 datos
sobre la variación en la tasa de mortalidad por cáncer,
mostrando una variación por provincias de más de 20
veces, según diferencias geográficas, con una influen-
cia sobre los posibles mutágenos de los distintos tipos
de hábitos alimentarios. Aquí se propone resumir los
posibles efectos beneficiosos de algunos de los ali-
mentos habituales en la alimentación china y especu-
lar sobre sus posibles mecanismos de acción.
TÉ
El té (Camellia sinensis) es usado comúnmente
en la alimentación china existiendo más de 100 varie-
dades, de las que las más conocidas son el té verde,
el té de jazmín, el té negro (fermentado) y el té de
Oolong (semifermentado). Entre los diversos efectos
del té, su capacidad anticarcinogénica y antimutagéni-
ca ha recibido una gran atención del mundo científico
y de los consumidores.
En los estudios antimutagénicos tanto los extractos
obtenidos con agua caliente como los obtenidos con
disolventes orgánicos presentaban una significativa
acción antimutagénica ante los clásicos agentes mutá-
genos, como el benzopireno (BP), la aflatoxina (AFB), la
nitrosometilurea (NMU) o el metilcolantreno (MCA) y
también ante mezclas de productos no bien definidas
como el humo de cigarro condensado, extracto de pes-
cado frito e incluso rayos X (a dosis de 400r).
Un breve resumen de los diferentes resultados se
observa en la tabla adjunta:
Los mecanismos de acción no son conocidos ple-
namente pero sí que se pueden adelantar algunos
factores con los que pueden estar relacionados: 
1. Inhibición de la unión covalente de ciertos carci-
nógenos al ADN del tejido diana. Se ha observado
cómo la metilación (iniciación) en el ADN del esófago
de rata por un carcerígeno era fuertemente inhibida
por el tratamiento (Zhu, 1990).
2. Efecto en ciertos sistemas enzimáticos, como
por ejemplo en la actividad de la ornitina decarboxi-
lasa, lo que conlleva una inhibición del proceso de
«promoción», un aumento de la detoxificación y una
mejora de la capacidad antioxidante (Cheng, 1988).
3. Después del tratamiento se observa una fuerte
reducción de la producción de radicales libres (Zhao,
1989).
Dos cuestiones quedan pendientes: conocer los
constituyentes del té, como antitumorales y antimutá-
genos (para algunos autores los polifenoles son los
responsables), y por otro, contrastar los datos «in
vitro» con los epidemiológicos. Los datos preliminares
en China y en Japón, indican que el consumo de té
puede estar inversamente relacionado con la tasa de
mortalidad por cáncer.
TIPO DE TÉ CARCINOGENO ANIMAL DAÑO INHIBICIÓN REFERENCIA
Té negro y té verde AFB Rata Tumor Hepático SÍ Chen, 1987
Té verde AFB Rata Tumor Hepático SÍ Yan, 1987
Té de Oolong MNNG Rata Tumor gastro-intestinal SÍ Ruan, 1988
Té de Oolong y jazmín DENA Ratón Tumor de pulmón SÍ Wu, 1988
Té verde, negro y jazmín BP Ratón Tumor de piel SÍ Wu, 1988
“Entre los diversos efectos
del té, su capacidad anticarcinogénica
y antimutagénica ha recibido una gran
atención del mundo científico
y de los consumidores”
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
134 MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136
14
AJO Y OTROS VEGETALES
DEL GÉNERO ALLIUM 
Sus posibles efectos anticarcinóge-
nos datan de finales de los
años 50 y desde entonces
se ha realizado buen
número de estudios rea-
lizados por científicos
chinos y extranjeros. En
la mayoría de los casos
se ha puesto de mani-
fiesto que el sulfuro
de dialilo tiene un
efecto inhibidor de cánceres
transplantables e inducidos
químicamente en animales de
experimentación.
Los datos demuestran que
todas las preparaciones de ajo pre-
sentan un efecto significativo en la reducción
de distintos tipos de tumores inducidos por dife-
rentes carcinógenos como el 7,12, dimetilbenzatrace-
no (DMBA), la dimetilhidrazina (DMH), o el benzopire-
no (BP). Un resumen se muestra en la siguiente tabla:
A pesar de que los efectos del ajo implica tanto los
procesos de iniciación como de promoción, las evi-
dencias experimentales muestran que el ajo actúa
preferentemente en la iniciación. 
Los posibles mecanismos de actuación serían
los siguientes:
1. El sulfuro de dialilo inhibe la síntesis de ADN
y ARN en el desarrollo de células de adenocarci-
noma gástrico (Perchellet, 1990).
2. El aceite de ajo inhibe la ornitina decarboxila-
sa lo que puede suprimir la promoción (Baer and
Wargovich, 1989).
3. Aumento de los mecanismos naturales antio-
xidantes (Perchellet, 1989).
4. El ajo reduce el contenido de nitrito en el estó-
mago por la inhibición de las bacterias nitratos
reductoras (Mei et al. 1985). Se sugiere que puede
prevenir la formación de compuestos nitroso-carci-nogénicos, in vivo, en la exposición del ser huma-
no a estos agentes. 
5. Aumenta la función inmunitaria en ratas (Cao
et al., 1991).
PREPARADO ANIMAL CARCINÓGENO TUMOR INHIBICIÓN REFERENCIA
Aceite de ajo Ratón DMBA Piel SÍ Belman, 1983
Sulfuro de dialilo Rata DMH Hígado SÍ Hayes, 1987
Sulfuro de dialilo Ratón DMH Colon/recto SÍ Wargovich, 1987
Aceite de ajo Ratón BP Piel SÍ Sadhana, 1988
Trisulfuro de alilo Ratón BP Estómago SÍ Sparnins, 1988
FRUTAS CON MUY ALTO CONTENIDO
EN VITAMINA C
• Una fruta salvaje conocida como CiLi (Rosa rox-
burghii) contiene la mayor cantidad de Vitamina C
conocida en las frutas y se ha denominado «el rey de las
frutas en contenido de Vitamina C». Habitualmente, los
zumos de CiLi contienen alrededor de 100 mg./dl de
Vitamina C. Se ha informado que el consumo de jugo de
CiLi no solamente inhibe completamente la formación de
N-nitrosoprolina en ratas sino que también previene de
forma significativa la formación de tumores en el sistema
nervioso en ratas inducidos por los precursosres de la
N-nitroso-etilurea (Li and Song, 1987).
• También el aladierno y el endrino marinos
con altos contenidos de Vitamina C bloquean «in
vitro» la formación de N-nitrosomorfolina (Li et
al.,1987). Yu et al., en 1991 informaron que el jugo
de aladierno marino no sólo inhibió el desarrollo del
Sarcoma en 180 ratones, sino también la síntesis de
MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136 135
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
15
ADN en las células del Sarcoma, así como un
aumento de la actividad de las células NK. Sin
embargo, no parece que sea exclusivamente la Vita-
mina C la responsable de estos efectos ya que por
un lado, usando la misma cantidad de ácido ascórbi-
co que la contenida en estas frutas el efecto de inhi-
bición es significativamente menor que con los
zumos naturales, y por otro, tras proceder a la oxida-
ción de la Vitamina C de los zumos naturales con la
ácido ascórbico oxidasa, todavía se conservaba un
importante efecto en la formación de los compuestos
nitrosos.
POSIBLE APORTACIÓN DESDE LA
ESTEPA ARAGONESA
La línea para una posible investigación parte de
la importancia de un sesquiterpeno lactónico aislado
de la planta Artemisia annua L., denominado arte-
misinina. 
LÍNEA CELULAR DND DSD LÍNEA CELULAR DND DSD
LEUCEMIA MELANOMA
CCRF-GM 0.045 7.51 LOXIMV 0.030 >25
HL-60 0.028 0.61 SK-MEL-2 0.50 8.2
CÁNCER DE PULMÓN CÁNCER RENAL
A549 0.098 18.7 786-0 0.370 22
EKVX 0.076 2.16 A498 11.6 >25
CÁNCER DE COLON CÁNCER DE PRÓSTATA
COLO205 0.044 1.17 PC-3 0.015 0.19
HCC2998 0.45 >25 DU-145 5.1 >25
CÁNCER DE SNC CÁNCER DE MAMA
SF295 0.059 — MCF7 0.11 1.51
SNB19 1.71 >25 MCF7/ADR 0.22 >25
(Ver el significado de los valores indicados en el texto)
Dímero simétrico de la dihidroartemisinina.
Dímero no simétrico de la dihidroartemisinina.
ÁNGEL VELAMAZÁN GÓMEZ, Cáncer: la otra mirada
136 MEDICINA NATURISTA, 2001; N.º 3: 123-136
16
En la estepa de nuestra tierra domina la ontina
(Artemisia herba-alba, Asso), también conocida
como manzanilla de olor, es una mata pertenecien-
te a la familia de las compuestas de cuya parte leño-
sa salen muchas ramitas finas y flexibles. Su aspec-
to es blanco ceniciento debido a una lanilla que la
recubre. Pequeñas cabezuelas sentadas, de unos 2
mm. con florecillas amarillentas. Es una planta ibero-
africana que se cría en cerros, taludes y cunetas
secos, especialmente en suelos yesosos o ricos en
nitrógeno, desde los Monegros hasta los somonta-
nos de Riglos y Guara. No suele subir más allá de los
800 m. y florece tras las lluvias de otoño.
La artemisinina es el compuesto original de una
serie de derivados antimalariales resistentes contra
el Plasmodium falciparum y que se usan especial-
mente contra la malaria cerebral (Klayman, 1985). En
los últimos años se ha investigado la toxicidad «in
vitro» de los sesquiterpenos lactónicos contra células
tumorales como por ejemplo, en ratón, las células
tumorales ascíticas de Erlich (EAT) y las células
tumorales humanas HeLa (Woerdenbag, H., 1993;
Beekman, 1996 y 1997).
Especial importancia tiene el dímero simétrico de
la dihidroartemisinina (DSD) y el dímero no simétrico
(DND), que presenta una mayor toxicidad.
Tanto DSD como DND presentan una alta activi-
dad contra la leucemia, melanoma, cáncer de colon,
de próstata y de mama. Sin embargo los compuestos
son menos activos contra células grandes de cáncer
de pulmón, cáncer del sistema nervioso central y de
riñón. En comparación, el DND es más activo que el
DSD (Beekman, 1997). 
En la tabla de la página anterior se observa el
efecto anticancerígeno de ambos compuestos, utili-
zando como parámetro el valor Gl50 que indica la con-
centracion de compuesto (en micro M) para obtener
un 50 % de supervivencia en la línea celular emplea-
da. Del estudio original en el que se empleaban 58
líneas celulares para diferentes tumores, destacamos
a modo de ejemplo algunas de ellas.
En cuanto al mecanismo de acción se ha pro-
puesto que estos compuestos causan una acumula-
ción de células en la fase G1 del ciclo celular en una
concentración que es responsable de la inhibición del
desarrollo de las células tumorales (Beekman, 1997).
La aplicación clínica pasa por investigar la toxici-
dad de estos compuestos en las células humanas nor-
males de rápido desarrollo (células de la médula ósea)
y su verdadera efectividad «in vivo». Igualmente, se
hace necesario la extracción y purificación de los com-
puestos terpénicos de la ontina para contrastar su
composición con la de la Artemisia annua citada en el
trabajo original. 
BIBLIOGRAFÍA
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Aragonés y demás tierras oscenses. CSIC. 1992.
Ontina (Artemisia herba-Alba Asso)
del Dioscorides renovado de Don Pio Font Quer.

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