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Hacemos Política 
José Chalco Salgado 
 Sostener que la política se configura exclusivamente como la 
actividad dirigida a gobernar a un estado o grupo, es un error. El abanico de 
entendimientos no se circunscribe a gobernabilidad o liderazgo dentro de 
una sociedad, entonces, la política concentra un escenario mayor. 
 Las civilizaciones originarias desarrollaron al término político como 
un medio para la organización social, de esta manera, prima facie parecería 
que la política se despliega exclusivamente en un minúsculo segmento de la 
población ávida por las tarimas, los cargos públicos, las elecciones y otras 
formas del qué hacer político; sin embargo esta visión es restringida, 
amerita ser ampliada y comprendida en sus variables que se adecuen a la 
actualidad. Así, la política no es sinónimo de liderar masas o gobernar, quizá 
es un matiz de política en su dimensión activista, empero no se corresponde 
con lo trascendental y cotidiano de su vigencia. 
 En este sentido la política tiene que ser entendida como un camino a 
transitar, es el argumento y las razones, las ideas, la proyectada visión, la 
posición que se hace propia y la forma de plantearse una realidad en ajuste 
a objetivos, principios y entorno; consiguientemente siempre se hará 
política, incluso cuando el lector ha dicho -a mi no me interesa ni me gusta la 
política-, pues ha generado precisamente aquí una manifestación cargada 
de razones que lo motivan a decirlo, luego, hace política al establecer su 
posición. 
Todo lo dicho con antelación, infiere que con la sola opinión estamos 
activando elementos de la política. Establecer un criterio frente a otro, 
participar directa e indirectamente de la vida en sociedad en grupos de tipo 
heterogéneos o no, es generar un proceso estrictamente político, 
convirtiéndose así la política en una cuestión enteramente racional y humana 
que parte del acercamiento al impulso individual y común. 
 Ahora bien, la propensión hacia la apatía por la actividad política es 
una herencia histórica de las sociedades. En el Ecuador hay que 
comprender la complejidad de las diferencias y el pluralismo existente, 
para solo luego, rebasar las esferas del debate inerte y ajeno a los matices 
sociales y sus aspiraciones; en efecto, la inobservancia a la diversidad social 
ha conducido a una ruptura entre el individuo y la cuestión del 
convencimiento político. 
Entendiendo que por naturaleza hacemos política en todo momento, 
no se puede desarticular la sociedad de esta dinámica, sería una desatinada 
intensión; aún más, se hace imperativo comprender que la vida social está 
ligada a la política, siendo ésta un pasaje directo al progreso de las 
sociedades; alejarse y despreciarla es un error, pues a la final, en la 
realidad social que conocemos hasta hoy, la política es el único instrumento 
con el que contamos las personas agrupadas en sociedad para lograr: 
desarrollo, acuerdo, direccionamiento, autoayuda y cumplimiento de los 
objetivos comunes a favor de la dignidad humana.