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3iIbao
Ediciones El Tilo acaba de presentar el décimo volumen de su colección. «El intruso», 
la novela de Vicente Blasco Ibáñez publicada por primera vez en 1904. La reedición in­
cluye un estudio crítico de Javier Corcuera Atienza, catedrático de Teoría del Estado y 
Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco. Como es habitual en las
pubhcaciones de la editorial bilbaina, este nuevo libro ha sido ilustrado expresamente 
por el pintor Dionisio Blanco. Un artista de larga trayectoria que se siente estrecha­
mente vinculado a la zona minera de la margen izquierda en la que, precisamente, se de- 
sarrolalaobra.
Alida Fernández
S OBRE lo blanco blanco 
se desprende su azarosa 
alpargata r^ id a y deso^ 
lada», dice Blas ae Ote­
ro. No hay mejor explicación de 
la obra del pintor que las pala­
bras del poeta. Almas gemelas e 
intensas, juntos transitaron ca­
minos paralelos. La vida los 
unió para siempre en una estre­
cha amistad y cada uno en su 
obra sienten áe cerca la llamada 
del infinito creador. Son «dos 
hombres interiores», según re­
cuerda la poetisa Sabina de la 
Cruz, dos seres atentos y sensi­
bles a la realidad.
Dionisio Blanco nació en San 
Salvador del VaUe en 1927. Au-
aper
/idiial
Dionisio Blanco
diez exposiciones individuales, 
la última en 1988 en el Museo 
de BeUas Artes de Bilbao, su 
trayectoria se define por una vi­
vencia profunda y sentida del 
entorno real. Esta es una activa 
voluntad por la que su obra ha 
sido considerada como «pintura 
social». Si bien hay una parte 
vinculada a los problemas socia­
les de una épw a concreta —re­
cordemos el lienzo del Proceso 
de Burgos— hoy, desde el cono­
cimiento y la áistancia que el 
tiempo proporciona, el trabajo 
artístico realizado por el pintor 
merece una revisión oportuna 
que descubra la verdadera mag­
nitud plástico desarrollada.
—¿Qué significa la pintura 
para Dionisio Blanco?
—La pintura ha sido todo en 
mi vida. Lo principal. Yo empe­
cé de una manera accidental, 
siempre digo que ll^ u é a la pin­
tura por accidente. En 1949 tra­
bajando de albañil me caí de un 
andamio y a partir de ese día to­
do fue distinto para mí.
—¿Entonces decidió pintar?
—Sí, aunque era a go que 
siempre había deseado hacer. 
De niño recuerdo los momentos 
más felices en la escuela, cuan­
do la hora de dibujo se conver­
tía en cinco minutos escasos que 
se pasaban volando porque me 
justaba enormemente. Después 
legó la guerra y la vida era durí­
sima para todos, nosotros mar­
chamos a Soria donde trabajé 
como pastor. Al volver a Bilbao 
ingresé en la Escuela de Artes y 
Oficios para hacer maestría con 
el proposito de estudiar arqui­
tectura, una aventura que nunca 
se cumplió. Trabajaba de día, es­
tudiaba de noche, ocurrió el ac­
cidente y ahí se acabó todo.
—La vida cambió radical' 
mente para usted.
—Claro. Cuando salí del hos­
pital sin poder andar, plantear­
me todo úe nuevo con una crisis 
tremenda, fue muy duro. Pero 
>ensé: lo que tengo que hacer es
o que siempre he deseado, ¡pin­
tar f Después de tres año^ con 
enorme tesón y grandes dificul­
tades, me metí de lleno a dibujar 
en el Museo de Reproduccio­
«Dos edades», óleo sobre papel pegado a tablero 70x100 cm.
nes. Ahí arranca mi trabajo has­
ta que en 1%1 realizo mi prime­
ra exposición en la Asociación 
Artística Vizcaína.
—En 1962 participa en «Es­
tampa Populad de Vizcaya jun­
to a los artistas Mari Dapena, Is­
mael Fidalgo, Valentm Ruiz 
Morquecho, Ramón Carrera y 
Agustín Ibarrola; el crítico An­
tonio G. Perícás y los poetas Vi­
dal de Nicolás y Gabriel Aresti. 
En el grupo, la denuncia y testi­
monio social se unían a la inves­
tigación estética. ¿Qué supuso 
para usted?
—Los grupos de Estampa Po­
pular surgen en un contexto ge­
neralizado de protesta social y 
política, auspiciados y propug­
nados por el Partido Comunista 
de España, en el cual se me atri­
>recisarbuye inscrito. He de pr 
que en ese año de 1962, yo no 
estaba adscrito a ningún tipo de 
militancia de partido. Pero no es 
menos ciertos que cuando eres 
consecuente con tu forma de 
pensar, aparezcan en tus obras 
testimonios que están en la ca­
lle, y que su lectura en determi­
nados sectores, propicie el hábi­
to de etiquetas.
—Pero ¿se sintió identificado 
con sus propuestas?
—En el contexto social que se 
vivía en esa época, no me me di­
fícil identificarme con el espíritu 
de Estampa Popular, porque vi 
en él una torma de «testimonio- 
denuncia» que no exigía ningún 
tipo de servidumbre a consignas 
partidistas, que por otra parte 
nunca hubiese aceptado.
—¿La poesía es una fuente de 
inspiración para la pintura?
—Soy un ^ran amante de la 
poesía y entiendo que hay una 
eran interactividad entre ambas 
Formas de expresión. Tengo 
obras que nacen de imágenes 
expresadas en poemas de Anto­
nio Machado, al que admiro con 
singular devoción, o de un poeta 
tan intimista como Blas de Ote­
ro
cera
(Foto: J. A. Miranda)
', poeta para mi libro de cabe­
ra. Y a la inversa, hay grandes 
poemas que nacen de la con­
templación de una pintura.
—Blas de Otero escribió va­
rios poemas sobre su obra. ¿Y 
usted pintó alguna vez al poeta?
—Blas de Otero y yo somos 
hombres que que interioriza­
mos tanto nuestra identidad que 
la única manera de expresamos 
es nuestra obra. Entre los dos 
hay una especie de simbiosis 
Pero... no he podido reflejarme*. 
Aunque como él se asemeja tan­
to a mí y cada uno de mis perso­
najes me representan, también 
se pueden identificar con su per­
sona siempre rodeada de una 
inmensa soledad.
—¿El blanco de sus cuadros 
evoca la soledad?
—Mi pintura es el grito del si­
lencio, es algo que se oye desde 
un profundo sentimiento de ais­
lamiento.
—Pero, con el blanco también 
construye el espacio, un asunto 
fundamental en su obra.
—Sí, porque el blanco es la in- 
teractividad del espacio, yo 
siempre construyo espacialmen­
te las obras. Son composiciones 
muy pensadas y elaborada^ tra­
bajo despacio. Mis condiciones 
me obligan a resolver antes 
mentalmente los problemas o 
dudas, de manera que la ejecu­
ción sea lo más medida posible, 
aunque una vez que te pones a 
pintar las cosas evolucionan.
—¿Cómo surgen sus cua­
dros?
—Mi mundo es muy reducido 
y se encuentra acumulado en la 
memoria. Si eres sincero con la 
pintura lo vas sacando poco a 
poco. En todos y cada uno de 
mis cuadros hay un trozo de mí, 
una vivencia que queda como 
testimonio, como síntesis de lo 
vivido.
—¿Por qué sus personajes no 
tienen ros¿o?
—Para que el espectador los 
inteiprete a su manera, que 
puecla entrar y salir de mis lien­
zos Ubremente. Yo doy unas re­
ferencias, insinuó cosas, senti­
mientos, actitudes o miradas, 
pero él ha de terminarlos.