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ARQUEOLOGIA Y ARQUITECTURA DEL ECUADOR PREHISPÁNICO DANIEL SCHAVELZON Nota sobre el autor La región de la costa ecuatoriana, zona a la cual está dedicada gran parte de este libro, presenta en la actualidad diversos problemas, tanto en lo referente a la informa ción arqueológica como a la in terpretación de que ha sido objeto. La arquitectura prehispánica y los diversos tipos de asentamientos aún no han sido estudiados en for ma sistemática en función de su proceso histórico, como tampoco lo ha sido la problemática de los modos de producción y sus corres pondientes estructuras económico- sociales. Este último es un tema que si bien en algunos países ya ha tenido gran auge, en el Ecuador todavía permanece inédito. La apertura de estas dos áreas de in vestigación, y en especial la visión netamente social que enmarca el libro, hacen de esta obra un trabajo básico de consulta sobre la arqueología del Ecuador. Este libro es el resultado de dos años de residencia del autor en el Ecuador (1976-1977) durante los cuales se desempeñó como profe sor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central, en Qui to, al igual que en el Departamento de Antropología de la Universidad Católica de esa misma ciudad. Para los trabajos de excavación colaboró con el Museo del Banco Central. Tras ésto se trasladó a México, don de la UNAM (Coordinación de Ex tensión Universitaria) le dio las facili dades para elaborar y sistematizar la información obtenida. Actualmente trabaja en la Direc ción General de Extensión Acadé mica de la UNAM, y ha publicado varios trabajos, entre ellos-. El Complejo Arqueológico Mixteca- Puebla, un Corpus Bibliográfico de la Cultura Olmeca (en colabo ración con Nelly Gutiérrez Solana) y el volumen I de Representa ciones de Arquitectura en la Arqueología de América (coordi nador) ; así como diversos artículos sobre historia de la arquitectura de América Latina. En la actualidad realiza investigaciones sobre el problema de la conservación del patrimonio cultural y en especial sobre el proceso urbano de Améri- > ca Latina. ARQUEOLOGÍA Y ARQUITECTURA DEL ECUADOR PREHISPÁNICO Coordinación de Humanidades Coordinación de Extensión Universitaria Daniel Schávelzon ARQUEOLOGÍA Y ARQUITECTURA DEL ECUADOR PREHISPÁNICO UNIVERSIDAD NACIONaTmITÓNOMA DE MÉXICO México 1981 Primera edición: 1981 DR © 1981- Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, México 20 DF DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES Impreso y hecho en México ISBN. 968-58-0020-0 A Nicolás Diseño: Abraham Zúñiga P. Fotocomposición y fotomecánica: Offset Comercial Policromo S.A. Indice Prólogo Introducción................................................................................................. 10 Agradecimientos ......................................................................................... 12 I. Asentamientos y arquitectura prehispánica de la costa del Ecuador........ 13 II. La más antigua figura-silbato de América................................................... 117 III. Notas sobre las cerámicas Valdivia tardías de Manabí............................... 121 IV. Una pieza excepcional de La Tolita............................................................ 127 V. Una hacha arqueológica con inscripciones históricas............................... 131 VI. Los trabajos de Jacinto Jijón y Caamaño en Manabí (1917-1923)............ 133 Vil. Representaciones de arquitectura en la arqueología del Ecuador............ 141 VIII. Modos de producción en la costa del Ecuador.......................................... 349 IX. Rescate arqueológico en Cayambe, Imbabura......................................... 385 X. Un sitio habitacional prehispánico en el Chimborazo................................ 391 XI. Notas acerca de la posible existencia de pirámides en la costa del Ecuador........................... ............................................................................. 297 XII. Prólogo al libro The Achuara of Ponpuentsa de Richard Johnson............ 401 XIII. Introducción al arte prehispánico del Ecuador........................................... 405 XIV. Bibliografía sobre culturas prehispánicas en la biblioteca de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Quito................................... 419 Bibliografía................................................................................................... 425 Origen de las ilustraciones.......................................................................... 437 Introducción Ya hoy nadie puede poner en duda que la Así, el primer problema que enfrentamos al antropología tradicional está en crisis, y que en su querer abordar el tema, es tratar de separar lo que lugar está surgiendo una nueva antropología social, realmente se sabe, de lo que se cree saber. Aún hoy en un proceso que se viene cumpliendo desde hace se discute allí sobre el “Reino de Quito”, que jamás un decenio. Por eso, cualquier trabajo que hoy se existió y del que nadie nunca encontró una sola realice, tiene la obligación de aportar al establecí- prueba, salvo algunas citas coloniales escritas fuera miento de esa nueva ciencia social. del país, por alguien que tenía intereses muy La antropología, junto con la arqueología, siem- concretos en darle importancia al Ecuador. Y como pre fueron ciencias sociales, pero la diferencia radica el anterior hay muchos ejemplos, en el hecho de que en este momento somos cons- Por todo lo dicho surgió la idea de intentar rever y cientes de su trascendencia, mientras que para las trabajar con algunos temas relacionados con la mentes de iluminismo que las vio nacer y para las arquelogía; nuestra intención principal era la de arri- del positivismo que las alimentó, nunca fue así. bar a alguna conclusión respecto a las formaciones Fueron un arma muy poderosa para la introducción económico-sociales prehispánicas, anteriores o pa- de ideologías colonialistas. Con hacer una revisión ralelas al Incanato. Pero esto nos trajo varios proble- de la historia de Africa, por citar solamente un mas: nos faltaba información documental (casi no se ejemplo, este hecho se observa con claridad. ha estudiado en el país) y se planteaban serias du- Péro si aceptamos la necesidad de trabajar para la das, tanto cronológicas como sobre los mismos construcción de esta nueva arqueología, debemos nombres de las culturas. La clasificación de ellas que explicar la situación de este libro. realizaran hace unos veinte años Meggers, Evans y Comencemos con el Ecuador: un país pequeño Estrada, estaba en total crisis, y aparte de eso, casi en cuanto a territorio, con una gran población nada se sabía sobre lo que fueran algunas expre- indígena marginada y una enorme cantidad de siones supraestructurales tales como el arte, la cerá- problemas sociales, políticos y económicos produci- mica o la religión. dos por su particular inserción dentro de la estructu- Por lo tanto, nos quedaba un solo camino: co ra dependiente de América Latina en general. Por menzar por otro lado. Y dado que nuestra experien- otra parte, una gran dificultad para obtener fondos cia es en problemas de arquitectura y asentamientos para investigación de cualquier índole, pese a esto, es que realizamos el primer trabajo de este libro, en en los últimos tiempos, ha vivido un pequeño incre- el cual tratamos de rever la información existente al mentó, en especial gracias al notable giro político momento; en ese sentido creemos que es fiable, que el gobierno ha tomado marcando un paso hacia También incluimos nuestros pocos trabajos de exca- un sistema más democrático y popular. vación de los que extrajimos algunas considera- Y obviamente, la arqueología no podía quedar al ciones que más tarde nos fueron de gran utilidad, margen de esta realidad. Son escasos los trabajos Este primer trabajo, sin embargo, nos llevó a otro serios realizados; buena parte de ellos fueron lleva- más complicado: a larealización de un Corpus de dos a cabo por misiones extranjeras o por arqueólo- Representaciones de Arquitectura, con el objeto de gos-coleccionistas de formación autodidacta, perte- obtener la mayor cantidad de información respecto necientes, a la alta oligarquía del país (Jijón y Ca- del tipo de vivienda precolombina. La idea del cor- amaño, Emilio Estrada, Luis Piaña Bruno). Muy po- pus, como conjunto de información, surgió de algu- co es lo que escapa a este patrón. Por lo tanto, es nos trabajos similares que se han realizado ya en inevitable deducir que lo que sabemos de las cultu- Mesoamérica, en México especialmente. Recorde ras prehispánicas de este país es poco, y las interpre- mos los Corpus Antiquitatum Americanensis y el taciones dudosas. A pesar de esto, también hay al- Catálogo de Escultura Monumental Olmeca, o el de gunos trabajos serios, realizados por gente realmen yugos totonacas, o nuestro mismo Corpus de Biblio- te interesada en su patria. grafía Olmeca. La idea es una sola: antes de realizar 10 cualquier tipo de deducción, sepamos primero qué dos en el orden inverso, puesto que esta segunda es lo que hay al respecto. parte es la más interesante; pero la respuesta es que Para esta tarea fue necesario relevar las colee- sin este primer trabajo no habría podido realizar el ciones arqueológicas de los museos estatales y uni- segundo.1 versitarios, que siempre nos abrieron sus puertas. Igualmente consideramos que ésta es una apertu- Con las colecciones privadas la situación fue similar, ra; recordemos que Meggers, Evans y Estrada usan con la excepción de un caso. Nos encontramos con como prueba de los contactos transpacíficos las ma- una querella legal, promovida por alguien que decía quetas de cerámica, de las que sólo conocían una “tener todos los derechos sobre la arquitectura docena, y casi todas en fragmentos. Hoy nuestro prehispánica del país” (hasta con cartas difamato- corpus cuenta con más de 100. La secuencia de rias, todavía no sabemos a cuáles o cuántas institu- Valdivia, Machalilla y Chorrera-Engoroy, 'también ciones internacionales). Por supuesto nada logró, era intOcable, y sin embargo veremos que la si- gracias a la efectiva intervención de esa dirección y tuación no es tan rígida y mecánica: lo mismo del Museo del Banco Central de Quito,a quienes ocurre con otros varios temas. hoy debemos agradecer el poder publicar las fichas para finai¡zari digamos que nuestro libro recoge completas. catorce trabajos sobre diferentes aspectos de la ar- Los demás trabajos son de variada índole: algu- quitectura y arqueología prehispánica del Ecuador. nos sobre cerámicas del formativo temprano (Valdi- x> . , , , ,x ,. . . . ,. Casi todos fueron realizados en Quito, salvo unosvía) o tardío Chorrera); hay un intento de análisis KXx . ,... , , , , z , pocos que finalizamos en Mexico, entre 1976 yde las obras de don Jacinto Jijón y Caamano, asi imo -r j • x ,.x , r . .. . . . , , 197». Iodos permancen inéditos a la fecha. De al-como alqunos informes de trabajos de campo y , ± , ..... . , gunos circulan entre ios especialistas versiones preli-otras variadas notas sobre el tema. . r ._ . . . , , minares, mecanografiadas o fotocopiadas, pero losEs evidente que con estos trabajos no esta total- x . , . , x , . ,<.... ,, , , xi,, , que aquí incluimos son los trabajos definitivos demente cumplida la intención de este libro sino sola- x,, mente en parte; pero el segundo tomo está íntegramente dedicado a formaciones económicas y sociales en el Ecuador prehispánico. Imagino que Zihuatanejo, México más de uno se preguntará por qué no fueron edita- 31 de diciembre de 1978 1. AI momento de entregar el presente trabajo a imprenta, se decidió que debía integrarse todo en un solo libro. Por lo tanto figura en nuestro índice como el número VIII. 11 Agradecimientos Este trabajo pudo llegar a realizarse gracias a la cola- fotografías en nombre de la Smithsonian Institution boración de gran cantidad de personas. Algunas nos de Washington y con la autorización para reproducir ayudaron con sus conocimientos y desinterés; otras, sus planos y fotos. aunque estando fuera del tema, de una forma u otra También quiesiéramos expresar nuestras deudas colaboraron igualmente en forma efectiva. con el Departamento de Antropología y Etnología Este libro es fruto de dos años de estadía en el de América de la Universidad de Madrid por sus Ecuador, lo que incluyó varios viajes a sitios arque- publicaciones y materiales, asimismo al padre Po- ológicos, museos, coleccionistas, etc., y de algunas rras de quien reproducimos algunos planos al igual semanas de trabajo de excavación y reconocimiento que, en forma general, a Ana de Jaramillo y todo el en Manabí, especialmente en Jaramijó y Manta. Es- personal del Museo del Banco Central de Quito, tos trabajos fueron financiados por los museos del Los alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urba- Banco Central de Guayaquil y Quito. Se contó en nismo de la Universidad Central colaboraron gentil- todos los casos con la autorización de la Dirección mente en la realización de muchos de los dibujos, y Nacional del Patrimonio Artístico. Mi agradecimiento en especial Inés del Pino. A Alfonso Ortiz, por todas a los directores de esas tres instituciones: Olaf Holm, las ideas que elaboramos juntos. Hernán Crespo y Rodrigo Pallares. Asimismo queremos agradecer al director de la También tenemos que agradecer a la doctora Casa de la Cultura Ecuatoriana, Galo R. Pérez y al Constanza di Capua. Las figuras de tipo arquitecto- director de la Sección de Antropología, doctor Se- nico que hemos incluido en este trabajo pertenecen gundo Moreno, por organizar la conferencia en la a las siguientes personas quienes nos han ayudado que pudimos dar a conocer los trabajos de Manabí. enormemente autorizándonos a fotografiarlas, me- Por lo mismo al padre Vargas, quien nos permitió dirías y publicarlas: Olga Fish, Gloria de Anhalzer, dictar otra conferencia sobre los cuadernos orginales Sylvio Nuttal, Monseñor Silvio Haro Alvear, Iván de Jijón y Caamaño en el Museo de la Universidad Cruz, Carlos Manuel Larrea, Alejandro Jaramillo, Católica. Constanza di Capua, Oswaldo Guayasamín, el Mu- Para finalizar esta larga lista, quisiéramos agrade- seo de la Universidad Central de Quito y el Museo cer también a Eduardo y Mony Lomónaco, quienes del Banco Central de Quito. El resto pertenece al nos recibieron siempre en su casa en Manta, y de allí fondo documental de la Dirección Nacional del mismo a Viliulfo Cedeño y al arquitecto José Ce- Patrimonio Artístico, proveniente de diversas colee- vallos. Y por supuesto, más que a nadie, a mi espo- ciones privadas. sa, quien con resignación no sólo me soporta diaria- Quisiéramos también dejar sentado la ayuda de mente, si no que corrigió los originales y en gran Betty Meggers y Clifford Evans con el envío de parte los mecanografió. 12 I Asentamientos y arquitectura prehispánica de la costa del Ecuador Sumario Introducción Nota de terminología Nota de cronología Los períodos pre-cerámico y pre-Valdivia El período Formativo: —la cultura Machalilla —la cultura Chorrera-Engoroy El período del Desarrollo Regional: —la cultura Bahía —la cultura Jambelí — Esmeraldas y La Tolita —las culturas Daule y Tejar —la cultura Guangala —la cultura Jama-Coaque El período de Integración Regional: —arquitectura y asentamientos de la cultura Manteña —la arquitectura funeraria —las excavaciones en Jaramijó —el yacimiento Terrazas —el “corral A. Paz” —los basamentos Manabitas y su cronología —la cultura Milagro-Quevedo —la fase Milina —la cultura Inca 14 Introducción El enfrentarnos con un tema como el enunciado, peos más “familiar” que la organización incaica, es sin duda un problema complejo; pero ahora, que Además debemos tener en cuenta la marcada dife- ya lo hemos hecho, podemos decir que lo es más de rencia geográfica entre las tres regiones que compo lo que parece en primera instancia. Y esto es debido nen el Ecuador: costa, sierray Amazonas, pese a que a muy diversas razones. desde la etapa formativa están demostrados los conti- Pese a todo, creemos que lo más importante es nuos contactos entre ellas. Tampoco el mar ha sido una herencia despectiva hacia la costa y creo que suficientemente comprendido. Su importancia para esto tiene su explicación: el Ecuador, al igual que las culturas prehispánicas es enorme, tanto como Bolivia y Perú, fueron conquistados por los españo- fuente de abastecimiento, ruta de transporte de gran- les cuando la invasión incaica estaba en su apogeo. des cargas y medio de comunicación rápido y seguro. Esto hizo que los españoles le prestasen mayor im- Otro hecho interesante y digno de recalcar es la portancia a las regiones serranas que a la costeñas. poca urbanización en relación con las costas pe- Es por eso que éstos observaron con detenimiento ruanas, e incluso la falta de una arquitectura monu- las formaciones socio-económicas, las ciudades y las mental, pese a la importancia de las culturas y la alta costumbres de la sierra, más que las de la costa. densidad existente. Prácticamente no hay sitios de la Incluso en este caso de la costa, debido a que nunca costa que no tengan pruebas de antigua existencia fue dominada totalmente por el Incanato, los espa- humana. Pero la arquitectura en madera, paja y ca ñóles recibieron poca información a través de ellos. ña también deja rastros, que aunque son difíciles de A partir de allí una enorme cantidad de trabajos in- encontrar, pueden ser detectados. tentaron reconstruir una prehistoria serrana impor- Existen enormes blancos todavía: no sólo grandes tante, quizás mayor de lo que en realidad fue, inclu- regiones inexploradas, sino también grandes cultu- so soportando leyendas que no han sido demostra- ras de las que casi nada sabemos, excepto su exis tías por la arqueología respecto a la existencia de tencia. Otras preguntas como cuál fue su organiza- ciertos “reinos” extraordinarios, que por desgracia ción social, sus ciudades, su densidad, etcétera, no son más que mitos, el de Quito en particular. quedarán sin respuesta por muchos años más. Pero Aunque debemos aclarar, ya que no es nuestra in- poco a poco se avanza. En principio sólo podemos tención el ser meramente destructivos, que en los úl- decir que es posible deducirlo, y que los asenta- timos años se está viviendo una importante oleada de mientos han sido mucho más importantes de lo que estudiosos jóvenes y de misiones extranjeras de gran pensábamos en un primer momento. importancia. Asimismo en universidades, museos y Para terminar creo que es necesario aclarar algo, otras instituciones están trabajando asiduamente por en especial respecto a la marcada heterogeneidad modificar la situación imperante hasta ahora. general de este trabajo, evidente en cada una de las También es posible, y más adelante lo desarrolla- culturas analizadas. Esto es debido a que la informa mos, que los españoles llegasen en un momento ción que hemos utilizado es de fuentes muy diver- terrible para las sociedades costeñas, ya que debido sas, con distintas posturas no sólo técnicas, sino a sus estructuras económicas, los incas habían cer- ideológicas. Pero son las únicas de las que dispone- cenado las fuentes costeñas de abastecimientos de mos, y ésas hemos usado. diversos productos importantes, tales como los me- Esperamos que este trabajo abra nuevas posibilí tales. Asimismo tenían cortado el acceso a la sierra y dades, en especial para la arquitectura prehispánica el comercio respectivo, lo que trajo aparejado una como especialidad antropológica. Es de desear que terrible crisis. Por otra parte la formación económica arqueólogos y arquitectos del país retomen el tema, de estos pueblos, que utilizaban mucho el comercio, aunque más no sea para demostrar su nulidad, trueque e intercambio de productos por vía maríti- Aunque así fuere estaríamos contentos de haber ini- ma. con incluso “monedas" perfectamente estable- ciado este tipo de trabajos en un sitio tan prolífico cidas. Ies debe haber parecido a los invasores euro- para la arqueología del Nuevo Mundo. 15 Nota de terminología Toda ciencia desarrolla, inevitablemente, su ter- ral o artificial que se eleve del nivel medio de la minología específica. Esto trae aparejadas diversas tierra, toma este nombre (del Cayapa: tierra alta o complicaciones, sobre todo porque el desarrollo del amontonada)'. conocimiento científico de la arqueoloqía y de la an- ~ , ., , .. . . , y Cualquier arqueólogo o persona que haya visita-tropologia ecuatorianas, ha tenido un avance giqan- , ,. , . , ., , A ., .. . . _ 33 do sitios prehispanicos o leído al respecto, sabe quetesco en los últimos veinte anos. . x ,. . . , . x. , ,... . . . , , existen diversidad de tipos de montículos en la cos-oi bien esto es importante para justificar proble- . n , , , ,. x. ... , . ta. rodemos enumerar algunos: los que son basura-mas de términos especiticos, debemos ser conscien- , . u . ...., . , . A . les; los que resultan del amontonamiento de resi-tes que si el idioma y la terminología utilizados para . , , , , , . , , ,, . duos por alrededor y debajo de una casa; los de enese conocimiento no están adaptados a la situación, . , . i „ i . r-, , ’ terratorios, los camellones de cultivo, etcetera. Es se cae constantemente en trabas, contradicciones, y - ., x ,.. » , . L , mas Que evidente que darle el mismo nombre a unen términos ambiguos que no solo no ayudan sino , , , , . .... . sepulcro, o a la base de una casa, o a un basural, esque mas bien contribuyen a la contusion e impiden , . , j n , . > ,,... de por si absurdo, Pero todavía no son muchos lossu desarrollo. , , , ,r- , c , . . , , ... investigadores que han reemplazado estos términosEn el Ecuador existen palabras sumamente difun- ... ■ ¿ .,. , , ,. , por sus específicos, aunque es cierto que haydidas que debido a su poca especificidad y gran , , r- ..... . , . quienes ya lo hacen. Esperamos que en pocos anosambigüedad respecto de lo que indican, creemos - . . x- ■ ■ , . x . .. , .... , , , , mas se pueda definir un vocabulario terminológicodeben ser definitivamente erradicadas del léxico ar- , . . , t- , i ± ,... .... , , , . de arqueología para el Ecuador, para lograr todosqueologico. Hablo en especial de los términos , . , , , , , ,u .. . „ ., . , . , , . . comprender sin lugar a dudas lo que los demascorral y tola ; si bien el común de la gente sabe lo, , . , . 3 , quieren expresar. que significan, poco es en realidad lo que realmente expresan. En el trabajo que continúa a estas notas, no he- En el caso de los famosos “corrales” que analiza- rnos usado ninguna de las dos palabras, salvo cuan- mos detalladamente en este libro, nada tienen que d° citamos a otros autores que sí las emplean, y en ver en realidad con los auténticos albergues para esos casos las ponemos siempre entre comillas, animales. Los así denominados resultan siempre ser No sabemos al momento qué habría que hacer restos de basamentos de piedra de viviendas o con respecto a la sierra, en donde la palabra “tola” templos, por lo general construidos sobre montícu- fue en cierta forma definida por Jijón y Caamaño los de tierra. Como la forma que éstos toman es hace años, diferenciado sus funciones intrínsecas, cuadrada o rectangular, el pueblo los asoció a corra- cosa que nunca se llevó a cabo para la costa. Pero les de animales. Nadie podrá poner en duda que la tampoco creemos que debamos ser nosotros palabra trae nefastas consecuencias para el trabajo, quienes planteemos los reemplazantes de estos tér- sobre todo cuando algún texto que habla de ellos es minos, sino el tiempo y la necesidad de esclarecer y leído o traducido en el extranjero. especificar conceptos científicos, en lugar de sumer- E1 caso de las “tolas” es aún más grave: en la si- girnos en un maremágnun de palabras que, final- tuación específica de la costa, todo montículo natu- mente, no quieren decir nada. 16 Nota de cronología Además de los problemas de terminología que acabamos de ver, tambiénexisten otros a tener en cuenta respecto de la cronología del desarrollo cul tural de la costa. Para la redacción del presente estudio, hemos to mado como base el esquema general realizado tras los trabajos de Estrada, Meggers y Evans, es decir las cuatro etapas generales denominadas: Formati- va, Desarrollo Regional y de Integración Regional, además de una primera conocida generalmente co mo Pre-cerámica. Sobre estos nombres podemos aclarar que en la actualidad hay en el país una coincidencia casi gene ral. Estas etapas se corresponden en su contenido general, con las denominadas Lítico, Arcaico, Pre clásico y Pos-clásico, por Willey y Philips (1968). Dentro de la etapa pre-cerámica incluimos las cuatro subdivisiones desarrolladas por Lanning (1967) denominadas: Exacto, Manantial, Carolina y Ve gas. Además existe ya una etapa pre-Valdivia con cerámica, todavía indeterminada, llamada Fase San Pedro. En el período Formativo encontramos cuatro cul turas también con varias divisiones internas: Valdi via, Machalilla, Engoroy y Chorrera. Las dos prime ras y la última citada fueron desarrolladas por Estra da, Evans y Meggers en diversos trabajos; mientras que la tercera es sumamente reciente y fue definida por Bushnell (1951) y desarrollada por Bischof (1975). Sobre la relación entre las dos últimas culturas, Chorrera y Engoroy, no tenemos claro el panora ma. Para algunos es la misma cultura, mientras otros consideran a Chorrera como una expresión más costeña de Engoroy. Debido a esta dificultad, que nosotros no podemos solucionar, es que las he mos incluido juntas. De lo que sí estamos seguros es que ambas repre sentan una misma época: el final y el máximo de sarrollo del Formativo ecuatoriano. También sobre el origen de Valdivia existen claras contradicciones: la de la Smithsonian Institution y la de la University of Illinois (Meggers y Estrada- Lathrap), planteando unos un origen extraecuato riano. más exactamente japonés, y los otros un ori gen amazónico. Más adelante detallamos la proble mática. Dentro de la propia cultura Valdivia también hallamos dos esquemas de subdivisión: la de Meggers/Estrada y la de Hill (1974). Respecto al Desarrollo Regional, pues es tal la de nominación que aceptamos, incluimos las culturas de Meggers: Tolita, Tiaone, Jama-Coaque, Bahía, Guangala, Tejar-Daule y Jambelí, además de la fa se Guayaquil desarrollada por Parducci (1970). La cultura Daule-Tejar fue analizada como una sola, hasta que trabajos más completos puedan separarla en dos, más definidas. Nuestra única diferencia —subs tancial por cierto—, es que tomamos varias de estas fases como culturas, a las que se puede subdfvidir a su vez en fases. Creemos que no hay fases sin cul turas. En el período de Integración Regional, citamos las siguientes culturas arqueológicas: Milagro-Quevedo, Manteño, Milina y Atacames. La Chirije de Estrada la hemos incluido en Manteño. Esta última fase la aceptamos con el nombre de Manteño, y abarcamos en ella a los Huancavilcas del Guayas y la fase Liber tad, utilizada en la península de Santa Elena por Lanning, Paulsen y Bischof, con el objeto de clarifi car las divisiones y períodos. En ese sentido nos parece magnífico el hecho de no haber dado un nuevo nombre a los resultados de las excavaciones en el conchero de La Puná del padre Porras (1975), que aunque pudo crear una nueva fase la incluyó en Valdivia como una expre sión regional. Creo que también habría que ver si no sería posible aplicar el mismo concepto a Chorrera- Engoroy y a Bahía-Guayaquil. En la actualidad sabemos ya que la expedición de la Universidad de Madrid, en Esmeraldas, está también definiendo una nueva cultura y varias fases, aunque no poseemos suficiente información al respecto. Para la redacción de este trabajo hemos ubicado a la cultura Atacames, perteneciente al período de In tegración Regional, junto con La Tolita, correspon diente a la etapa anterior. Esto es debido exclusiva mente a la absoluta falta de información. Incluso en la actualidad, los extensos trabajos de la Misión Es pañola en Esmeraldas no han reportado fechas ni clasificaciones de su material. 17 El período pre-cerámico Este período, el más antiguo de la ocupación del territorio costeño ecuatoriano, es prácticamente vir gen en cuanto a conocimientos; pese a eso existen algunos trabajos realizados en especial en la península de Santa Elena: podemos citar los de Lanning (1967) y de Stothert (1976). Pero no debe mos olvidarnos que los hallazgos de la sierra, ya más difundidos, también nos dan una valiosísima infor mación, como en el caso de los trabajos de Mayer- Oakes (1963, 1966 y 1969), de Carlucci (1960a, 1960b, 1961, 1962 y 1963), de Oakes y Bell (1960), de Larrea (1971a y 1971b) y de Salazar (1974). Desde el punto de vista terminológico, este período denominado pre-cerámico fue definido por Meggers, e incluye al “arcaico” y al “lítico” de Willey y Philips (1958). La región más estudiada en la costa, de la que ya hemos hablado con anterioridad, es la península de Santa Elena. Está formada por terrazas de diferentes alturas y tiene un clima en la actualidad práctica mente desértico. Debemos destacar la primera de las terrazas, la de 3 metros de altura, que fue pro ducto de una gigantesca regresión marítima hacia el 500 a.C. Actualmente tiene residuos de esa ocupa ción formada por lagunas, bahías y estuarios. Otra prueba de este desecamiento paulatino, ana lizado también en las épocas más tardías por Paúl- sen (1970), es la laguna de San Pablo, en cuyo centro se encuentra un sitio Guangala, mientras los sitios Valdivia están en la orilla (Zevallos y Holm 1960). La fauna de la época precerámica era vastísima en función de un clima bastante benigno, con lluvias y un entorno rico en árboles y pastos. Los animales más comunes fueron los mastodontes, caballos, ciervos, tortugas, tigres dientes de sable, armadillos, camélidos, lobos y pájaros. Fase exacto: La más antigua de las fases precerámicas estu diadas es la denominada Exacto, fechada para el 10 000 a.C. De esta fase se han hallado 5 sitios, 3 de ellos sobre orillas de ríos ya secos. El instrumental cultural es pobre, formado por objetos de poco de sarrollo técnico, tales como la lítica unifacial sin reto ques. Los sitios debieron ser de habitación esta cional no permanente, ya que comenzarían en ese momento los primeros reflujos climáticos benignos de un largo período de desecación que finalizó para esa época. Fase manantial: Esta fase, de la que se encontraron 3 sitios, marca una etapa en la que el desarrollo tecnológico está más acelerado, marcado en especial por la aparición de instrumentos líticos bifaciales. La fecha de ubica ción es aproximadamente hacia el 8000 a.C. Fase Carolina: Existen 8 sitios detectados, que demuestran tam bién un incremento evolutivo de grupos de cazado res en el entorno pantanoso del estuario. Gran can tidad de puntas de proyectil y de concheros señalan asimismo una mayor estabilidad en la dieta y en los asentamientos, aunque continúan siendo proviso rios. Esta fase está fechada hacia el 7000 a.C. Fase Vegas: Esta es la última de las fases precerámicas ya de terminadas. ubicada cronológicamente entre el 6700 y el 5000 a.C.: está representada por 14 si tios: cinco de ellos son campamentos sobre los ban cos de los ríos, mientras siete son concheros en las cercanías de los viejos estuarios. En esa fase se pudo establecer ya una ocupación estacional, determina da por la caza y la recolección sobre bancos de ríos en verano, y la pesca y extracción de conchad en la costa durante el invierno. Período pre-Valdivia: Tras los finales de la ocupación de la fase Vegas, hacia el 5000 a.C., comienza un período indetermi- 18 nado, que podemos llamar pre-Valdivia. Lanning nos da información sobre éste, cuando plantea la ocupación del sitio OGSE-63, un gran conchero sin cerámica pero con una líticasumamente similar a la de Valdivia. Este sitio estaba formado por un anillo de pequeñas acumulaciones de basura, en un área de 55 x 75 metros y con una profundidad de 80 cm. En el Real Alto también fue estudiada una ocupa ción pre-Valdivia formada por pequeños montículos de conchas, detectándose la construcción de casas realizadas con postes de madera curvados hacia arriba, en forma similar a las que se erigieron en tiempos posteriores. Fueron halladas cerámicas, pe ro en muy pequeñas cantidades (Lathrap, Marcos y Zeidler 1977). Asimismo, las excavaciones de Bischof y Viteri (1972), en los niveles más profundos del sitio de Valdivia G-31, permitieron detectar una ocupación pre-valdiviana con cerámica, denominada fase San Pedro. Está determinada por restos de fogones, ba sura y algunos tiestos cerámicos de bastante calidad. Los autores plantearon que esta cerámica es sólo un elemento añadido foráneamente a un inventario cul tural todavía pre-cerámico. Sobre Ja ubicación de és ta en el contexto general de América, podemos ver el trabajo de Bischof (1972). De todas formas, sería importante realizar trabajos que relacionen con detalle a estos grupos costeños con los de la sierra, en especial con El Inga y San José, y a su vez entre todos éstos con el gran hori zonte precerámico del noroeste de Sudamérica. 19 El período Formativo La cultura Valdivia El descubrimiento de la existencia de la cultura Valdivia ha sido sin duda uno de los acontecimientos importantes de la arqueología de América, pese a que en la actualidad sabemos ya que ésta no es la pri mera cultura cerámica del continente, como se la consideró durante muchos años. A ella le anteceden no sólo sitios extraecuatorianos, tales como Puerto Hormiga en Colombia, sino otros sitios en la misma provincia del Guayas, donde se encontró cerámica pre-Valdivia. Temporalmente ésta se desarrolló entre el 3550 a.C. y el 1500 a.C., aproximadamente. De todas formas, el amplio conocimiento de esta cultura, sumado a la importancia de sus asenta mientos, que como el Real Alto fueron enormes poblados para su época basados en el conocimiento de la agricultura del maíz, hace que se le adjudique gran trascendencia. La bibliografía sobre la cultura Valdivia es muy amplia, probablemente la más completa de toda la arqueología del país. Podemos empezar citando a Estrada (1958, 1961 y 1962) quien la identificó co mo tal, y luego el trabajo de él mismo junto a Meg gers y Evans (1965). También las excavaciones de Zevallos y Holm en San Pablo (1960) y las publica ciones de Huerta (1970), Lanning (1964), Stothert (1976), Lathrap (1975 y 1977 a y b) y Marcos (1973 y 1976). Otras varias personalidades se su maron al tema, como Collier (1968), Ford (1967), Ferdon (1966), Cole (s/f), etcétera. Podemos tam bién citar a Bischof (1971 y 1973), a Hill (1974) y a Porras (1973). Sobre la demostración de la existencia de la agri cultura en esta época temprana encontramos los tra bajos de Zevallos (1966 y 1976) y de Pearsall (1976). Sobre la existencia de Valdivia en la región serrana están los trabajos de Myers (1974). En un primer momento se había creído que esta cultura tenía sus asentamientos exclusivamente sobre la costa, con una base de sustentación basada en la recolección marítima pura. En la actualidad, con la excepción de La Puná, la mayoría de los si tios conocidos se encuentran alejados de la costa. La región geográfica en la cual se han hallado los restos de esta cultura va desde Atacames en Esme raldas (Huerta 1970) hasta la costa y los cerros de Manabí, Colonche y Portoviejo; abarcando la pe nínsula de Santa Elena, Posorja, La Puná, Guaya quil y el río Daule hacia el norte. En la península de Santa Elena se ha incluso de sarrollado un cuadro del proceso, ya que los asenta mientos estuvieron ubicados hasta la fase IV (2350/ 2200 a.C.) en las cercanías de las lagunas o en sus orillas y en esta época sí con una alimentación basa da en la extracción marítima, en especial de peces y conchas. Hacia el 2000 a.C., aparecen los asenta mientos en el interior, marcadamente agrícolas, de mostrando paralelamente un gran mejoramiento cli mático. Es probable que en las diferentes regiones, las villas y poblados estructurasen su base productiva según los cambios y fluctuaciones climáticas y el ré gimen pluviométrico imperante, de tal manera que el patrón general habría sido de una economía mix ta, donde se mezclaba según los sitios, la pesca, la caza, la agricultura y la recolección, ya que la región fue antiguamente boscosa y hoy es desértica. Un hallazgo interesante es el reportado por Ze vallos (1976) acerca de la existencia de gran canti dad de pozos subterráneos de forma tronco-cónica, de 40 cm. de boca y de 1 metro de base y altura. Según los autores servirían para guardar maíz y creemos que serían similares a los conocidos chultu- nes mayas del Petén guatemalteco. Es interesante ver como de una cultura tan anti gua como Valdivia para la arqueología de América, existe una enorme cantidad de sitios estudiados con mayor o menor detenimiento. Para la descrip ción comenzaremos con los de menor importancia y seguiremos con los demás, para terminar con El Re al Alto. En el importante trabajo de Meggers, Evans y Estrada (1965), encontramos una lista de 10 sitios en las costas de Guayas y Manabí. Todos fueron si tios de habitación, probablemente transitoria. Los más importantes fueron: G 25 (Punta Arenas), un sitio separado de la playa, de forma ovalada, de 50 por 80 metros con una gran zona estéril en el centro, que quizás nos muestra un asentamiento cir cular de cabañas de materiales perecederos. La pro fundidad de la ocupación alcanzó los 45 cm. 22 Otro sitio fue G 31 (Valdivia), en la base de un cerro bajo y a unos 125 metros de la costa actual. El río Valdivia está cerca, a unos 100 metros de distan cia. Aquí el asentamiento debió ser continuo duran te un enorme lapso de tiempo, ya que la profundi dad de tiestos fue de 4 metros y su extensión máxi ma de 150 metros de lado. Recordemos que bajo este sitio se encontró una ocupación pre-Valdivia que la precedió en el tiempo (Bischof y Viteri 1972; Bischof 1972). A unos mil metros del lugar anterior mente citado se halló otro antiguo poblado, el deno minado G-4 (Buena Vista); las dimensiones eran menores, de 70 por 30 metros y se hallaba sobre la ladera de un cerro bajo en una terraza al costado del río. Según los autores citados, es probable que algu nos. sitios hayan sido ocupados intermitentemente. Pensamos en cambio que los sitios en forma anular fueron agrupaciones de mayor o menor envergadu ra, pero asentadas en forma circular, patrón tradi cional aldeano en toda la América prehispánica. La lista continúa con G 84 y G 88, que son dos si tios también pequeños; el primero al lado de una la dera y el segundo próximo a un salitral. En este últi mo los autores determinaron que las casas estaban sobre postes. En varios sitios fueron hallados frag mentos de estuco con marcas de cañas recubiertas por barro o estuco, tal como en la actualidad se con tinúan realizando las paredes de las viviendas. El sitio de San Pablo excavado por Zevallos y Holm (1960) también es un asentamiento de enver gadura, ya que la erosión dejó al descubierto una serie de manchas de tiestos de 6 km2. Lanning en un trabajo posterior al citado (1964) reporta 19 sitios de esta cultura solamente en la península de Santa Ele na, de los cuales dos eran grandes concheros cerca nos a la costa, otros dos estaban en la orilla del lago San Pablo y uno cerca de la vieja laguna de Salinas. Fueron detectados asimismo siete sitios superficiales y un taller de artefactos Uticos. En un reciente trabajo, Stothert (1976) nos pro cura información sobre otros dos yacimientos de Valdivia, los denominados DGSE 42 y 62. El prime ro está unos 15 km. tierra adentro de Valdivia, en Loma Alta, y está conformado por unanillo circular de unos 100 mts. de diámetro. El otro también tiene forma de anillo, mostrando nuevamente la tradición de asentamientos circulares. Dentro de los sitios Valdivia de menor envergadu ra que El Real Alto, encontramos el gigantesco conchero excavado en El Encanto, isla de La Puná, por Pedro Porras (1972 y 1975). La isla en el que se encuentra y en la que existen otros más aunque de menor tamaño, tiene en la actualidad un clima casi desértico, aunque es posible que antiguamente ha ya tenido un régimen pluviométrico más importan te, lo que estaría demostrado no sólo por las descripciones coloniales, sino también por la exis tencia de cursos de agua secos y albarradas prehis pánicas. Existen incluso restos de una antigua lagu na, salitrales y manglares que evidencian un clima diferente. El conchero alcanza las extraordinarias medidas de 184 por 156 metros y las alturas máximas y mínimas son 4.50 y 9 metros respectivamente, con formando una “cadena montañosa” de 100 000 m’ de conchas. La forma original era la de una elipse rehundida en el centro, con una entrada hacia la playa, que se fue estructurando en base a los paula tinos incrementos de conchas correspondientes a los diferentes períodos de ocupación en cada parte del conchero, lo que quedó marcado por capas de concha pisada, fuego y conchas quemadas. Las uni dades de crecimiento fueron estipuladas en unida des cónicas de unos 70 cms. de altura por 1.75 metros de diámetro promedio. Es posible que la subsistencia de los habitantes del sitio estuviera basada no sólo en la extracción de conchas, sino también en una agricultura simple, evidenciada por la existencia de varios metates. No existen en cambio restos de peces, anzuelos o pesos de red, como así tampoco pruebas de cacería de animales. En el centro del conchero hay una gran superficie limpia que conserva su nivel original, inferior al ex terior, y que tiene los restos de una estructura de piedra de 6 por 4 metros y 30 cm. de altura, pro bablemente utilizada para soportar un paravientos de madera o ramas; dentro de él fueron hallados re siduos de fogones. 24 También existen plataformas aplanadas en las cumbres de los montículos laterales, de unos 16 m2, pero sin restos de habitación. Las pruebas radiocar- bónicas arrojaron fechas desde el 2455 hasta el 1590 a.C. El sitio Valdivia más importante es sin duda el de nominado Real Alto, descubierto en 1971 por Jorge Marcos y actualmente excavado por la Universidad de Illinois bajo la dirección de Donald Lathrap. Este sitio, ubicado a escasos 3 km. de la localidad de El Real, cerca de Chanduy, es un asentamiento tipo aldea-poblado grande, concentrado y organiza do, que demuestra una sociedad en proceso de es tratificación clasista, una vida comunitaria organiza da, una base netamente agrícola y el conocimiento de elementos tecnológicos como el telar de huso, has ta ahora el más antiguo del continente. El poblado corresponde a la fase III de Valdivia, habiéndose desarrollado desde el 3400 hasta el 1500 a.C.; se encontraron también huellas de una etapa acerámica que se remonta al 6000 a.C. Esto demuestra un asentamiento prolongado y continuo, compuesto por un centenar de viviendas y por dos edificios públicos de mayor tamaño que las casas. Existían sitios satélites dependientes del principal ubicados sobre los ríos Verde y Real, los que evolu cionaron hasta conformar un área de dependencia de 400 hectáreas. La forma general del poblado es rectangular, con el lado mayor de casi 400 metros. Está formado por dos grandes montículos paralelos que ocultan las huellas de las viviendas ovaladas en su interior. Entre ambos se encuentra una gran plaza de carac terísticas ceremoniales, que sin duda es la más anti gua de América. Si bien gran parte del sitio pertenece a la fase III, existen también estructuras muy destruidas de la fa se II (3300 a.C ). Las viviendas eran de forma ovalada, de unos 12 por 8 metros, hechas de postes de madera con los extremos curvados en forma de domo y cubiertas de paja o corteza. Esto fue determinado por las huellas que los postes dejaron en la tierra. Solo dos viviendas completas han sido excavadas hasta hoy. Es probable que hayan albergado familias extensas 25 de unas diez personas cada una. La población total hallaron gran cantidad de entierros en diferentes po- fue estimada en unas 1500 personas en la época de siciones cada uno de ellos. auge, cifra que fue disminuyendo hacia la época V. Se estima aproximadamente que existirían como Dentro de la plaza existen cuatro estructuras, de mínimo unas 120 casas rodeando la gran plaza, cifra las cuales dos han sido estudiadas: la “casa de las muy considerable para la época. También es intere- fiestas” y el “osario”. La primera de éstas comenzó a sante ver que en las fases 6 y 7 de El Real Alto se construirse hacia la época II, en que un montón có- hallaron los más antiguos restos de tejidos de algo- nico de tierra formó el centro del montículo mayor dón, y las fechas de radiocarbono obtenidas de que luego se construyó encima. Arriba de éste había ellos, corregidas, señalan los años comprendidos una casa de grandes dimensiones que luego fue entre el 3290 y el 2935 a.C. (Marcos 1973). quemada. Más tarde se erigió una de mayores di- El sitio fue ocupado constantemente por casi mensiones, sobre un gran montículo de tierra de 35 2000 años, durante los cuales se crearon centenares por 50 metros de lado y 1.40 metros de altura. En la de estructuras habitacionales, religiosas y cívicas, parte superior, de 13 por 9 metros, se levantaba el “En Valdivia III la aldea era planificada con un largo edificio. Se pudieron hallar restos de por lo menos 8 eje de 300 metros aproximados de norte a sur, reconstrucciones, e incluso en la rampa de subida orientados de forma regular: el ancho de la aldea desde el centro de la plaza, las trazas de los escalo- era de 200 metros. Una plaza estaba rodeada por nes marcados en la tierra. estructuras domésticas ordenadas en una linea El otro edificio importante, conocido como “el (Lathrap, Marcos y Zeidler 1976). Las estructuras osario”, era de planta también ovalada con una ceremoniales del centro, de tipo basamento pirami- explanada de acceso hacia su gran puerta de entra- dal, son sin duda las más antiguas de toda América, da, de dos metros de ancho. Dobles columnas de Para Valdivia VII (1700 a.C.) la villa era ya un centro madera en el marco de la puerta, y otras columnas administrativo y religioso que controlaba varios exteriores también de madera, sostenían este edifi- centros agrícolas distribuidos por el Río Verde, ade- cio, el más grande del poblado. Bajo su piso se más de otros ríos menores. 27 La cultura Machalilla La cultura Machalilla se desarrolló en la cercanías de la costa, desde el sur de Manabí hasta el norte de Guayas, en forma paralela a las últimas fases de Val divia, probablemente hacia el 2000-1300 a.C. Es un etapa conocida desde los trabajos de Estrada (1958) quien la bautizó y definió, en especial desde el libro que realizó junto a Evans y Meggers (1965). Asimismo son importantes los de Bushnell (1951) quien fue su descubridor, Meggers (1966), Lathrap (1963 y 1975), Lanning (1964) y Bischof (1975). Esta etapa arqueológica fue sumamente impor tante, ya que en ella aparecen ciertos elementos tec nológicos en la cerámica que son totalmente nuevos: el asa-estribo, el pico evertido, el engobe pulido y la pintura positiva, que muestran un mayor desarrollo- cultural en relación con Valdivia. La región posee las mismas características que presentamos para Valdivia: sequedad, vegetación xerófila, falta de agua dulce, manglares y salitrales. Si bien ha existido un clima distinto en la anti güedad, no creemos que haya habido una oscilación tan marcada como en Santa Elena. En la época se ca, la población recogía agua dulce en pozos y al- barradas, e incluso parece probable un movimiento estacional delos habitantes. Existen varios sitios de esta fase que tomamos de los trabajos de Estrada, Meggers y Evans (1965) y Bischof (1975). Podemos comenzar citando a Pal mar 3, al noroeste del valle del río Javita, ubicado al lado de un gran salitral. Asimismo, Palmar 2 está alejado de la actual playa unos cuatro kilómetros y se halla ubicado sobre la ladera de una montaña ba ja. Está formado por un óvalo de basura de 5 m2. Otro sitio conocido es La Cabuya, de 45 por 30 metros de superficie y a unos 5 km. de Valdivia. Es te se encuentra sobre un alto promontorio en la orilla del mar y las excavaciones mostraron una pro fundidad de 70 cm. Otro grupo de yacimientos está constituido por ejemplos como Buena Vista, donde se ven más de un centenar de metros de tiestos a unos 100 metros del sitio Valdivia. San Pedro Alto se encuentra en cambio al este del pueblo del mismo nombre y tiene una extensión máxima de 30 metros. Valdivia Alto es el más grande, también sobre la ladera de una co lina y con una extensión de 80 por 40 metros. El si tio M-28, en el cementerio de la actual población de Machalilla, es el más conocido, dado que allí se des cubrió esta cultura. Está también sobre una ladera y su profundidad alcanzó 1.20 metros. Es importante ver cómo los asentamientos en for ma de anillos circulares que encontramos en Valdi via, nuevamente los encontramos en Machalilla, quizás como continuación de una forma tradicional de organizar los pequeños grupos habitacionales en forma circular. Respecto a la localización hallamos dos tipos característicos: sobre las orillasdel mar y de mangla res, como los casos de Palmar 3, Buena Vista y San Pedro Alto, y por otra parte los ubicados en la deras de cerros y colinas, como Palmar 2, La Cabu ya, Valdivia Oriental y M-28. De todas formas no podemos determinar esto co mo un patrón, o mejor dicho dos patrones fijos de asentamiento, ya que lo más probable es que como se hace en la actualidad, un mismo grupo familiar tenga cabañas estacionales las que habitan según el clima y las lluvias. Hay también otros 8 sitios descubiertos por la ex pedición de Lanning: 4 en la costa, 2 a la orilla de antiguos lagos y otros 2 alejados de las costas y que probablemente representan residencias temporales en áreas de cultivo. 33 La Cultura Chorrera-Engoroy Tras la desaparición de Valdivia y Machalilla, se el oriente amazónico. En el oriente no está suma- establece en la costa ecuatoriana una nueva cultura, mente claro el problema, pero los recientes hallaz- la de Chorrera-Engoroy, que se va a caracterizar por gos de la Cueva de los Tayos también plantean esa su amplio radio de expansión, sus extraordinarios relación. logros de tipo técnico en la cerámica y, en forma El sitio de Chorrera, descubierto por Huerta en aún no muy clara, va a establecer las pautas básicas 1936 y luego excavado en 1954 por Estrada, Evans para el desarrollo de las culturas de la etapa siguien- y Meggers fue el que le dio el nombre. Se halla te: la del Desarrollo Regional. sobre el río Babahoyo, que erosionó el sitio, dejan- Es extraordinario cómo Chorrera abarcó zonas do a la vista un gigantesco corte'en que se aprecian sumamente amplias y de ecologías diferentes: desde los 4.15 metros de profundidad, lo que viene a de- el sur del Guayas, en Santa Elena, hasta la costa y mostrar una larga ocupación. El asentamiento tiene cerros de Manabí y Esmeraldas, donde hay figuras unos 60 por 150 metros de extensión. Tolita con rasgos netamente Chorrera. Sobre los Por lo general los sitios de este período se hallan ríos Daule y Babahoyo y hasta Santo Domingo de lejos de la costa, sobre los cerros o al borde de los los Colorados se encuentran objetos de esta cultura. ríos. Es evidente la mayor importancia de los asen- Lo mismo Dasa con la sierra v probablemente hasta tamientos, el salto de tipo tecnológico en los objetos 35 de obsidiana y en la cerámica, y en la mayor dife- , , ... , , renciación social que se nota en los objetos de lujo “ndlc,ones d‘maticas hul"“™' producidos. Posiblemente a parti, de Chorrera ha- d° <'as d “l»"° P«'°do extre- j i . ,. , ma sequía. Los sitios de Libertad, Palmar v Sanyan aparecido los artesanos a tiempo completo, ya n ui x- i i- i , , y que la realización de las botellas-silbato de varios lo- Pab ° ,eSta" ^'.¡fad°S ° ““ de sl,ios de nos. la pintura de color p la delicadeza de la cerámi- P°b!ados Machal.lla, lo que hace pensar que estos ca serían de otra forma imposibles. es,aban ub,cados en 2o"as sumamente ventajosas Respecto a la fase Engorop, podemos decir que COm° para re°cuPada; Es de l¡’mvnt,„ que no tiene una larga historia pero que es la más reciente POSea"?°! mas información sobre esta importante de las etapas del desarrollo de la cultura prehispáni- et?pa ' la costa del Ecuador Ra5P“to a la ubica- ca del Ecuador que se ha definido. Esta, con este T" PrOnolp3,“’ “ evidente que se halla tras Ma- nombre, fue detectada por primera vez por Bushnell cha“a’ en forma paralda a Chorrera " en derta fol" (1951) hacia los años 30, aunque con una ubica- majnserta en ella, aunque su época de finalización ,x . . x . esta discutida, cion cronológica inexacta. Luego, con los trabajos n ... , . , . , , do Fcirud, ,, Uoooo „ c • i - x x- j Por radiocarbono se ubica el inicio hacia e 1000de estrada y Meggers-Evans se incluyo este tipo de -ni r. , , , „„ cerámica entre la que se denominó Chorrera. Pero " C V SeSUn P"ulsen 7 en eI 100 a C en en los últimos años, en especial debido a los trabajos que comienza uanga a ( ). de Bischof (1975) en Palmar, y con anterioridad los de n±¡7 9 eS}°’ 7777 ‘3 secuencia de LVnch i , ■ tiQrt/tt , , ,irm, , (iy/z), es la mas detallada:Lanning (1964) y Lynch (1972), se comenzó a no tar nuevamente su importancia, detectando que los o .r„ _ . tiestos de la región costera eran diferentes a los de la ngoroy . a ■ ■) cuenca del Guapas. Esto desembocó en la confer- ^ngorop 4 450-350 a.C. mación de esta nueva fase. „ -Engorop 5-6 (350-100 a.C.) , , Resumiendo, para nosotros Chorrera-EnqoroyLa excavaciones mas importantes se realizaron en x x i i i -n , , i.. , , , , , ,, , , representa un momento clave en la arqueologíaPalmar, lugar ubicado entre los poblados de Valdi- , , , , , . ,e „ . , , . , , americana: de ser verdaderas las hipótesis referentes vía y San Pablo. En uno de los pozos se descubrió • i . - i, . . . , H , a un origen chorrenano de Cupisnique-Chavin en el algo interesante, en la medida en que es a compro- D - / i j x j z- > ,. . x- . lx • , .i. r H Peru (por lo menos de parte de su iconografía), debacion de un sitio habitacional: se hallaron fogones i ^^x^^x^ u - ■ i , * ... . , s los contactos con Mesoamerica que lueqo detalla- excavados sobre un piso perfectamente empareja- „ t . , - , . ,, , , , J J mos y con otras regiones, no habría duda de su ím- do, pozos p huecos para postes de la casa. Este tra- portancla. La gran difusión de sus formas quizás si ajo arqueo ogico imp ica una exce ente capacidad representan la institucionalización de una religión, p de observación y minuciosidad técnica, va aue lo x j x ,y u nca, ya que iu esto, surnacjo a que en ese momento aparecen las que a primera vista parecen ser simpes basurales, primeras diferencias de clases sociales, artesanías y pue e arrojar gran in ormacion so re a arquitectura arte de obvia manufactura especializada, nos está de- y os asen amien os. finiendo ya la existencia de un Modo de Producción Respecto a esta fase, Lanning (1964) nos dice y una estructura de relaciones sociales, quizás por que fueron detectados 7 sitios en Santa Elena, y que primera vez en el continente. Esta hipótesis, dada su 5 de ellos representan un retorno a la península complejidad, la desarrollamos más adelante. 36 El período del Desarrollo Regional El período temporal que continuó por algún tiem po al formativo, es el conocido bajo el nombre de Desarrollo Regional (500 a.C. - 500 d.C. aproxima damente) y que corresponde en el resto de Améri ca, al nombrede “clásico” (Willey y Phillips 1958). Es una etapa particular ecuatoriana, en la medida en que el panorama homogéneo de su precedente formativo, Chorrera, desaparece para dar paso al desenvolvimiento de ocho culturas reducidas a re giones ecológicas claramente definidas. Es decir, que gracias a una especialización en los modos de explotación de los recursos naturales y una particular formación socio-económica, los dife rentes grupos se transformaron en culturas diferen tes. Desde Esmeraldas, las de Tolita y Tiaone se ins talan en una región con una vegetación densa y ri ca, con muchas probabilidades para la recolección natural y la pesca. En función de eso nos dan la ima gen de pueblos que en un entorno homogéneo,.uti lizan conjuntamente la recolección, la caza, la pesca y la agricultura; y que quizás gracias al predominio de la tercera, se dio su extraordinario desarrollo. Más al sur Jama-Coaque tuvo quizás una base determinada por la pesca y la agricultura, también en una región homogénea y posiblemente con gran des asentamientos. Tras ella, Bahía, que se caracteri zó por una urbanización considerable, es muestra clara de un desarrollo quizás diferente, basado en la explotación de microentornos que formaría un siste ma de comercio marítimo igual al de los posteriores manteños. También tuvo un intenso comercio marítimo de conchas spondylus y otros artículos, como la sal. Estas culturas tuvieron asentamientos más densos y estables que en la etapa anterior, una división so cial marcada, especialización artesanal y una com pleja práctica religiosa, además de una elaborada organización socio-política. Más al sur, la cultura denominada Jambelí y la fa se Guayaquil de Bahía, representan grupos más pobres, con una subsistencia basada en la extracción marina de conchas, pesca y poquísima e irregular agricultura. En cambio Guangala debió tener una in tensa agricultura, al igual que Daule y Tejar, sobre los ríos inundables de la cuenca del Guayas. En la 38 sección dedicada a cada una de estas culturas, las describiremos detalladamente. La cultura Bahía El inicio del período del Desarrollo Regional en la ño entre los grandes y los menores (30 metros). costa ecuatoriana trajo aparejado un intenso Existen también 7 pozas o reservónos de agua, uno incremento en la densidad de los asentamientos, de ellos prácticamente rodeado por el basamento I. estructurando ya grandes poblados, que si bien no Los demás están agrupados, pero también sin orden tuvieron una arquitectura monumental en piedra, preciso. El sitio está cruzado por un río actualmente alcanzaron población suficiente como para ser seco, y del otro lado es probable que continúe el ciudades, si a la vez le agregamos el hecho que algu- poblado. ñas fueron centros de culturas extendidas. Por otra Podríamos citar a Estrada respecto de este sitio, parte estas ciudades fueron, en ciertos casos, quien nos dice: “Por la dimensión de cada loma y la centros de culto y ceremonia, con una población di- localización de ellas, se puede pensar en grandes ca- ferenciada socialmente y artesanos a tiempo sas colectivas que cubrían justamente buena parte completo. del área de cada loma. Es notable que entre loma y Dentro de este esquema, la cultura denominada loma no hayan depósitos de tiestos; la población se Bahía, conocida fundamentalmente tras los trabajos encontraba solamente en los sitios de las actuales lo de Estrada, fue una de las más importantes. Se ex- mas. Casas individuales hubiesen regado tiestos por tendió desde Bahía de Caráquez hasta la isla de la doquier, nivelando igualmente todo el terreno. La Plata por el sur. Ocupó asimismo la faja costera y al- concentración de tiestos en determinadas áreas ele- gunos sitios en los cerros como Sequita. Produjo vadas de dimensiones relativamente grandes, indica una cerámica excelente y una lítica reducida a la rsla a nuestro modo de ver, casas colectivas. Montículos de la Plata. más pequeños y más numerosos hubiesen sido indi- Los trabajos más importantes que se han realiza- cautivos de casas individuales. Aquél denominado D do en relación a esta cultura son los de Dorsey parece haber sido ceremonial, por su forma más (1901) en la isla de la Plata, Saville (1910) y Jijón regular y el muro que se nota hacia el noreste, po- (1930 y 1951). Francisco Huerta es quien la identifi- siblemente el cercado del patio donde se reunía el ca como tal (1940) y luego continuaron los trabajos poblado para deliberar o para celebrar sus ceremo- de Estrada (1957 y 1962), Stirling (1963) y los de nias religiosas” (1962:72). Santiana y Carlucci (1966). En la ciudad actual Bahía también realizó ex- Respecto a los asentamientos, en la actualidad es cavaciones, pero siempre en terrenos de casas mo- sólo un plano lo que poseemos, levantado por demás, debido a que el poblado primitivo está exac- Estrada poco antes de que el sitio fuera destruido. tamente debajo del actual. En esos cortes halló pisos Corresponde a Esteros (1962:116) y nos indica lo de piedras adoquinados con cantos rodados pero que sería probablemente la parte central de un gran fue imposible determinar sus dimensiones. No halló poblado que se extendería a lo largo de la costa, fragmentos de paredes o muros. Recordemos que desde Manta hasta Esteros, incluyendo Tarqui. El Saville vio gran cantidad de montículos (1910) y de plano nos muestra un área de 500 metros de lado basamentos de piedra, aunque a ellos los considera- dentro de la cual se hallan 12 montículos de tierra mos manteños, es decir, posteriores. Al respecto que según Estrada eran bases de edificios. podemos ver los capítulos sobre esa cultura. Los montículos son irregulares, sin una orienta- En Manta también hay montículos pertenecientes ción precisa o determinante. Diez de ellos son rec- a esta cultura: nosotros hemos trabajado algunos si- tangulares, teniendo el mayor 200 mts. de largo y tios en la parte sur y el barrio Córdova, encontrando una plataforma muy alta, y siendo de menor super- una enorme cantidad de montículos que van desde ficie en la parte superior. Todos los demás son el cementerio viejo al nuevo, y que tienen cerámica simples, salvo el numerado como D, que al parecer Bahía en sus niveles inferiores. Probablemente es la presenta una ampliación en la base, y los A e I que sección estudiada por Jijón (1914, 1923, 1930 y son irregulares. Hay una notable diferencia de tama- 1951) y por Saville (1907-10). 39 Personalmente pensamos y lo desarrollaremos sectores de gran acumulación de tiestos, ubicados más adelante, que los conocidos “corrales”, que en en áreas planas y descubiertas, en especial en el bor- realidad son basamentos habitacionales, no perte- de de la meseta, junto a la quebrada que está sobre necen a la cultura Bahía como creyeron Jijón (él los la bahía de acceso a la isla. llamaba Proto Panzaleo I) y Estrada. Lo más pro- Es probable que la isla haya tenido importancia de bable es que los continuadores de este pueblo hayan tipo ceremonial, pero también es factible la habita- edificado sus edificios (Manta, Terrazas, Jaramijó, ción esporádica. La condición desértica de la isla y etcetera) sobre montículos anteriores, ya sea como la casi ausencia de agua dulce, hacen ésta última su- una reocupación o como una continuación habita- mámente difícil. De todas formas fueron hallados cional. En los sectores respectivos explicamos cada anzuelos y pesos de red, que bien pudieron pertene- ca|° cer a pescadores posteriores. Recordemos que en la En el plano en el que presentamos los montículos isla fueron hallados tiestos manteños Bahía de la parte sur de Manta, dado que están En el sitio Tarqui, Stirling realizó un trabajo corto cortados por la ciudad y las calles actuales, nos ha de excavación hace varios años (1963). El asenta- sido imposible determinar sus dimensiones. miento, sin restos arquitectónicos ni de montículos, Respecto a la isla de la Plata es poco lo que sabe- tenía una extensión de unos 45 a 60 metros’, en for- mos, salvo suimportancia como centro ceremonial. ma paralela a la costa. La profundidad de 4.50 Los trabajos de Dorsey y de Estrada habían dado la metros de restos culturales demostraron un poblado imagen de un sitio dedicado exclusivamente al cul- denso y sumamente prolongado en el tiempo. Los to, pero actualmente fueron detectadas gran canti- asentamientos de esta cultura, dispersos tanto en la dad de cerámicas utilitarias y restos de fogones. La costa (Manta, Tarqui) como en la sierra (Sequita), isla tiene sólo acceso y en su parte superior hay 9 así podrían demostrarlo. 40 La fase Guayaquil Durante los años 1966 y 1967, los hermanos Par- está ubicado al norte de la actual ciudad, en los ducci realizaron una serie de trabajos arqueológicos terrenos que antiguamente ocupaba el pueblo de en la parte norte del actual Guayaquil. Mediante és- San Pedro, en las cercanías del Colegio Aguirre tos determinaron una fase cultural que denomina- Abad, no lejos de la avenida de las Americas. Según ron Guayaquil. Los trabajos presentados son pocos Holm (comunicación personal) en cambio, el sitio (1967, 1970 y 1972), además de los realizados por era un lugar de reunión hasta hace pocos años, los Marotzke (1968 y 1970). También Porras (1975) de indígenas que se reunían para la fiesta de realizó una síntesis de esos trabajos, aunque plantea San Pedro, y no un poblado. En este lugar, en la que los elementos existentes no son suficientes co- planicie ante los cerros, se'encuentra un gran salitral mo para crear una fase aislada, en especial por sus lleno de agua 9 meses del año. La región tiene las grandes similitudes con la cultura Bahía. características de la zona, es decir, es extremada- Según los autores anteriormente citados el sitio mente húmeda y calurosa. Tiene excesivas lluvias 41 en una'época y durante la temporada seca una total cia a este asentamiento nos dice Marotzke (1970), falta de agua. La vegetación es pobre y típica de las que “en este lugar, la distribución de los paraderos o sabanas de la región, demostrando un entorno poco casas es muy irregular. La distribución entre ellos favorable para el desarrollo de una cultura. Pero varía mucho, de 7 a 15 mts. La base alimenticia de pensamos que esta región debió haber cambiado el bió estar estructurada fundamentalmente con la caza clima en los últimos tiempos y en especial en los tres y pesca. Todavía gran cantidad de aves habitan en últimos siglos. En ese sitio vivieron pobladores hasta la laguna formada en el estero en la época de finales del siglo XIX, pero no se sabe con certeza si lluvias”. Quizás antiguamente esa sería una laguna fueron o no los continuadores de los hallados por estable que hasta podría proporcionar pesca de al ios españoles en la región. gún tipo. La cantidad de morteros hallados fue muy Allí fue localizado un enorme asentamiento que escasa en relación a otros objetos. Las fechas de los autores definen indistintamente como “basurero”, radio-carbono dieron los siglos III y II a.C. También o como “paradero” y luego hablan de que “localiza- se pudo establecer un probable crecimiento del mos así la acumulación del material dentro del asentamiento en función del tiempo. Personalmente perímetro de cada vivienda”. Desgraciadamente no no creemos que haya sido un sitio de envergadura queda claro si hubo o no restos de viviendas y de qué aunque sí extendido. tipo. Sería por demás interesante el que se pudiese de- Además fueron hallados diversos entierros y gran finir mejor esta fase, o bien como expresión regional cantidad de tiestos, figurillas y objetos de piedra, de la cultura Bahía o en otro caso, como una cultura hueso y concha. La capa fértil arqueológica dio en sí misma. unos 70 cm. promedio de profundidad. En referen- 42 La cultura Guangala Una de las etapas más interesantes del Desarrollo asentamientos es que dos fueron ocupados en la Regional es sin duda la cultura Guangala. Esta se época temprana, sólo uno en la tardía y todos los desarrolló en la región comprendida entre la isla de demás durante el período medio. Es evidente que el La Plata y Chanduy, a lo largo de la costa y en la ba- mejoramiento climático se inició en Engoroy y cúlmi- se de los cerros que forman la cordillera de Co- nó en Guangala Medio, seguido rápidamente de lonche. una larga etapa de desecación. Los sitios de la épo- La región es semiárida, en especial la península ca media estaban localizados tanto cerca de la costa de Santa Elena, que hoy está prácticamente des- como en el interior. El sitio OGSE 46 fue sin duda el poblada aunque antiguamente el clima fue diferente mayor en dimensiones e importancia. (Sarma 1973 y 1974). Los ríos que descienden de En Santa Elena fueron ya identificados 36 sitios la cordillera de Colonche (unos 100 metros de altu- de la cultura Guangala (Paulsen 1970) casi todos ra) cortan el paisaje y a lo largo de ellos se debió cul- sobre la terraza de 10 metros de altura. Además, tivar intensamente en la época prehispánica. dentro de la lista que incluimos se destacan los si- La geografía de la península de Santa Elena, la guiente$ sitios: Palmar, donde fue hallado un grupo única región estudiada de esta cultura, está confor- de 5 asentamientos separados; Loma Alta, de más mada por terrazas escalonadas desde 3 a 100 metros de 1 km. de extensión; Guangala, en donde todo de altura cortadas por los ríos, sobre las que se en- alrededor del pueblo hay gran cantidad de sitios pe- cuentran los antiguos asentamientos. queños, y La Libertad, de varios kilómetros de ex- Los trabajos realizados en la región son los de tensión, con una continuidad temporal desde Valdi- Bushnell en los años 30 (1951), los de Ferdon en la via hasta Manteño. Florida (1941) y en 1944 Osgood realiza diversas También es importante el sitio G51 de Bushnell recolecciones superficiales, aunque no publica sus (1951), ubicado en las cercanías de La Libertad, ya resultados. Más adelante realizan varios viajes Meg- que presentó un gran montículo funerario, de 2.50 gers, Evans y Estrada, quien publica los informes en m. de altura y 40 m. de diámetro. dos trabajos (1957 y 1962). El trabajo más completo Hace pocos años, Jorge Marcos (1970) realizó un e importante es sin duda el de Paulsen (1970). Más trabajo interesante en la entrada de la Pampa de adelante trabajan Lanning (1964), Sarma (1973 y Pichilingo, sobre el río Zapotal en las cercanías 1974), Stothert (1976) y otros, transformándose así de Chanduy, donde halló un sitio-taller de cazadores en una de las regiones más estudiadas del Confinen- guangaleños. Este sitio está compuesto por varios te Americano. montículos, el mayor de ellos de 5 por 12 y 1.60 La primera expedición importante a esa región metros de altura, que probablemente fueron basura- fue la de Lanning (1964) quien consideró a Guan- les de montículos habitacionales. Debieron ser las vi- gala como “el complejo cultural más elaborado de la viendas de cazadores que vivían en la periferia de costa”. Ellos detectaron 24 sitios en la península, los un poblado más grande, el Guagalsán de hoy, y de- cuales fueron clasificados como “villas”, mientras dicaban su tiempo a la cacería. otros 4 lo eran fuera de ella. Un sitio resultó ser sólo No existen referencias arqueológicas respecto al superficial y fueron también ubicados 9 pozos utili- tipo de viviendas, pero es indudable que serían de zados durante esa época. caña y techo de paja, recubiertas en los muros por Cronológicamente fueron definidas tres etapas: barro o estuco. Existen impresiones de cuerdas en temprana (650-800 d.C.), media (500-650 d.C.) y fragmentos de estuco, probablemente provenientes tardía (100 a.C.-500 d.C.). Lo interesante de los de esas paredes. 43 Sitios de la cultura Guangala en la península de Santa Elena (según Paulsen 1970: 34-35) Sitio núm. Localización Tipo de sitio Sitio núm. Localización Tipo de sitio 3 Río Hondo superficial 82 Anconcito basural 17 Carolina superficial 92 Punta Concepción basural Sitios de Lanning (1964) 154 Carolina pozo y Paulsen (1970)155 Carolina pozo 177 San Pablo pequeño basural 18 Santa Rosa 181 Tigre basural (oeste) pequeño basural 165 Manglaralto basural 19 A,B,C San Jacinto basural 166 Palmar basural 23 Muey Pozo 172 Valdivia basural 24 Muey pozo 175 Buena 27 La Libertad pozo Vista basural 30 Carolina pozo 182 Loma 36 Río Las Vegas superficial Alta busural 40 A,B Milina basural 183 Guangala basural 43 Milina (oeste) pequeño basural 44 San Raimundo pequeño basural Sitios de Bushnell (1951) 45 Río Santa Rita pozo 46 La Libertad basurales y 124 Real basural Pozos 128 Ancón basural 50 Ballenita pequeño basural 130 Tambo basural 32 Ballenita basural 145 Guangala basural 3? Santa Rosa 160 Azúcar basural (este) pequeño basural 60 MueV Pozo Sitio de Osgood 65 B Aeropuerto Salinas basural 142 Ballenita basural 44 La cultura Jambelí Esta cultura costeña fue descubierta y estudiada por Estrada, Meggers y Evans (1964) entre los años 1958 y 1961. Es interesante ver como, a pesar de su pobreza cultural, fueron excavados y analizados 33 sitios arqueológicos por esos investigadores. La región ocupada por los portadores de esta cul tura fue la desembocadura del Guayas, la isla de La Puná y la parte del Morro, es decir la región de los pueblos de Posorja y Playas. Por el sur se exten dieron hasta Tumbes en el Perú actual. Asimismo las islas de Pongal y Jambelí tienen ocupación de esa cultura. En la actualidad la región quizás no po see la misma ecología que en la época arqueológica. Una continua desecación, manglares y grandes sa litrales, marcan un entorno pobre que si bien ahora es más pobre que antes, no permitió el desarrollo de una cultura importante. Todos los sitios estudiados consistieron en con- cheros. es decir en montículos bajos, resultado de la acumulación constante de conchas, restos de pe ces y otros objetos, como tiestos, piedras, etcétera. En seis sitios de la provincia del Guayas los conche- ros no arrojaron cerámica. Por lo general la profundidad de las acumula ciones no excedió los 50 cm. pero llegaron en un caso a 1.60 mts. de espesor. Los sitios midieron un máximo de 150 por 40 metros, pero por lo general tenían un radio de unos 10 a 30 metros. Tenemos referencias también de la existencia de un sitio de gran envergadura, que ocuparía varias hectáreas de superficie y hasta 10 metros de altura (Holm, comunicación personal.) Existen sitios de ocupación anterior, incluso desde Valdivia, como es el caso de la actual ciudad de Po sorja. Hay asimismo sitios sobre las cumbres de pe queños cerros. Por lo general los restos culturales son extremada mente pobres, a tal grado que había una carencia casi total de cerámica. Pocos objetos de piedra y na da de metalurgia, muestran un contexto de perso nas en grupos pequeños, con una base alimenticia fundamentalmente extractiva de conchas y pesca, más una dieta auxiliar agrícola, demostrada por la existencia, aunque pequeña, de morteros y manos de moler. 45 Sitios en la península de Posorja. Sitios en la isla de La Puna. 46 La provincia de Esmeraldas Dado que todavía no existen, salvo para la isla de patrón fijo de ubicación; por ejemplo: Balao está La Tolita, trabajos que nos delimiten claramente las sobre la playa, Rincube sobre los cerros del interior, diferencias entre las culturas arqueológicas corres- La Esperanza sobre la orilla de un río y Fornillos pondientes al Formativo, al Desarrollo Regional y al sobre los cerros de la playa. Otros sitios, como el período de Integración Regional, es que hemos de- Maizal, se encuentran sobre laderas, mientras El cidido reunir todos los datos que tenemos de esta Arenal está ubicado en un estero. De todas formas y provincia en un solo tema. Lo que corresponde a La como es lógico suponer, predomina un patrón cos- Tolita lo hemos incluido a continuación de estas pá- tero y ribereño y se sabe que el agua fue el sistema ginas. de comunicación más rápido en la región. La provincia de Esmeraldas es grande y poco Las bases de sustentación de las poblaciones poblada. La región es dificultosa para los trabajos de fueron diversas, siendo la más importante la reco- investigación debido a la gran vegetación que la lección natural. La pesca, la caza y la agricultura, cubre y los extensos pantanos; recién en los últimos debieron jugar papeles de distinta importancia para años se han ampliado los caminos y abierto otros cada sitio. nuevos. La extensión de los asentamientos, salvo en el ca- Todo a lo largo de los ríos del interior y sobre la so de la ciudad de Atacames, no fue demasiado costa existen gran cantidad de sitios arqueológicos y grandes; la zona de Balao es de 1 km. cuadrado de concentraciones de tiestos sobre montículos, los que extensión y tiene 6 yacimientos interiores de un má- recién comienzan a ser estudiados. ximo de 2 500 metros. El Maizal arrojó una superfi- Muchos trabajos se han realizado acerca de esta cié de 4 200, Vuelta Larga unos 2 100 y Puerto Ga- región, quizás una de las más ricas en cerámica y viota 745 metros cuadrados. oro del mundo. Podemos empezar citando a Saville Respecto a densidades Balao dio la máxima: cal- (1910 y 1925) quien, desgraciadamente, nunca lie- culando casas individuales de 50 m2, lo más pro- gó a publicar un trabajo tan espléndido como el de bable habría sido una población de 50 personas para Manabí. Más tarde trabajaron en la región Max Uhle cada yacimiento interior de 2 500 a 3 000 metros (1927 a y b) y D’Harcourt (1947). Asimismo nos de- cuadrados, es decir unos 300 habitantes para toda jaron amplios trabajos Dorsinfang-Smets (1949) y la zona arqueológica. En el caso de la región Puerto Corbett (1953), sólo para citar los más conocidos re- Gaviota-Tonsupe, cercana a Balao, en una longitud alizados antes del resumen general de Betty Meg- de 14 km. presenta 18 asentamientos cercanos gers (1966). sobre la costa. El cálculo de habitantes arrojó la En los últimos años la Universidad de Madrid ha cifra de unas 60 personas por kilómetro lineal, comenzado una larga serie de trabajos arqueológi- La región Castelnuovo-Atacames es la más densa eos en la región, en donde ya se han detectado un y probablemente coincida con la Tacamez de los centenar de sitios, e incluso, uno de sus miembros cronistas, los que nos hablan de una ciudad con va ha realizado el primer trabajo sobre asentamientos rios miles de casas, calles, etcétera. La superficie ocu- humanos en el Ecuador (Guinea 1972). pada por este sitio es enorme y linealmente mide La ecología de la región es bastante homogénea; unos 6 km.; se han hallado unos 20 montículos de la costa arenosa, en ciertos sitios con altos farallo- hasta 52 metros de largo. Una zona estudiada de 800 nes, es el límite para una densa vegetación tropical y por 400 metros arrojó 17 montículos y una densidad lujuriante. Recorrida la región por muchos ríos y aproximada de 344 habitantes por kilómetro cuadra- pantanos es de atmósfera calurosa, pesada, y el lu- do, lo que daría para el conjunto una cifra de 2100 gar está repleto de alimañas y animales. personas. Respecto a los asentamientos estudiados en la ac- Es probable la existencia de dos tipos de edificios: tualidad podemos resumir los siguientes datos: de las casas comunes, sobre columnas de madera, pa los 77 sitios conocidos, por lo general no existe un redes de caña o madera y techo de paja, y otras sin 47 columnas y ubicadas sobre montículos. De las pri- se dan dos variedades: el de playa abierta como meras nos habla Cabello Balboa (1945) en el siglo Tonsupe, que se especializaría con exclusividad en XVI, diciéndonos que “desde este río de San Juan la pesca-recolección y los que se hallan sobre los de que vamos entrando, hasta el de Santiago junto cerros, como en el caso de Balao, que tendría una a la isla del Gallo, y más de treinta leguas de tierra agricultura desarrollada. Habría que estudiar un po- adentro, tienen los naturales sus casas y moradas en co más detenidamente si estos dos subtipos pertene- barbacoas, altas del suelo casi dos estados,