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Arqueologia_Arquitectura_Ecuador_Prehispanico

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ARQUEOLOGIA Y ARQUITECTURA 
DEL ECUADOR PREHISPÁNICO
DANIEL SCHAVELZON
Nota sobre el autor
La región de la costa ecuatoriana, 
zona a la cual está dedicada gran 
parte de este libro, presenta en la 
actualidad diversos problemas, 
tanto en lo referente a la informa­
ción arqueológica como a la in­
terpretación de que ha sido objeto. 
La arquitectura prehispánica y los 
diversos tipos de asentamientos 
aún no han sido estudiados en for­
ma sistemática en función de su 
proceso histórico, como tampoco 
lo ha sido la problemática de los 
modos de producción y sus corres­
pondientes estructuras económico- 
sociales. Este último es un tema 
que si bien en algunos países ya ha 
tenido gran auge, en el Ecuador 
todavía permanece inédito. La 
apertura de estas dos áreas de in­
vestigación, y en especial la visión 
netamente social que enmarca el 
libro, hacen de esta obra un trabajo 
básico de consulta sobre la 
arqueología del Ecuador.
Este libro es el resultado de dos 
años de residencia del autor en el 
Ecuador (1976-1977) durante los 
cuales se desempeñó como profe­
sor de la Facultad de Arquitectura 
de la Universidad Central, en Qui­
to, al igual que en el Departamento 
de Antropología de la Universidad 
Católica de esa misma ciudad. Para 
los trabajos de excavación colaboró 
con el Museo del Banco Central. 
Tras ésto se trasladó a México, don­
de la UNAM (Coordinación de Ex­
tensión Universitaria) le dio las facili­
dades para elaborar y sistematizar la 
información obtenida.
Actualmente trabaja en la Direc­
ción General de Extensión Acadé­
mica de la UNAM, y ha publicado 
varios trabajos, entre ellos-. El 
Complejo Arqueológico Mixteca- 
Puebla, un Corpus Bibliográfico 
de la Cultura Olmeca (en colabo­
ración con Nelly Gutiérrez Solana) 
y el volumen I de Representa­
ciones de Arquitectura en la 
Arqueología de América (coordi­
nador) ; así como diversos artículos 
sobre historia de la arquitectura de 
América Latina. En la actualidad 
realiza investigaciones sobre el 
problema de la conservación del 
patrimonio cultural y en especial 
sobre el proceso urbano de Améri- > 
ca Latina.
ARQUEOLOGÍA 
Y ARQUITECTURA 
DEL ECUADOR PREHISPÁNICO
Coordinación de Humanidades 
Coordinación de Extensión Universitaria
Daniel Schávelzon
ARQUEOLOGÍA 
Y ARQUITECTURA 
DEL ECUADOR PREHISPÁNICO
UNIVERSIDAD NACIONaTmITÓNOMA DE MÉXICO 
México 1981
Primera edición: 1981
DR © 1981- Universidad Nacional Autónoma de México 
Ciudad Universitaria, México 20 DF 
DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES 
Impreso y hecho en México 
ISBN. 968-58-0020-0
A Nicolás
Diseño:
Abraham Zúñiga P.
Fotocomposición y fotomecánica:
Offset Comercial Policromo S.A.
Indice
Prólogo
Introducción................................................................................................. 10
Agradecimientos ......................................................................................... 12
I. Asentamientos y arquitectura prehispánica de la costa del Ecuador........ 13
II. La más antigua figura-silbato de América................................................... 117
III. Notas sobre las cerámicas Valdivia tardías de Manabí............................... 121
IV. Una pieza excepcional de La Tolita............................................................ 127
V. Una hacha arqueológica con inscripciones históricas............................... 131
VI. Los trabajos de Jacinto Jijón y Caamaño en Manabí (1917-1923)............ 133
Vil. Representaciones de arquitectura en la arqueología del Ecuador............ 141
VIII. Modos de producción en la costa del Ecuador.......................................... 349
IX. Rescate arqueológico en Cayambe, Imbabura......................................... 385
X. Un sitio habitacional prehispánico en el Chimborazo................................ 391
XI. Notas acerca de la posible existencia de pirámides en la costa del
Ecuador........................... ............................................................................. 297
XII. Prólogo al libro The Achuara of Ponpuentsa de Richard Johnson............ 401
XIII. Introducción al arte prehispánico del Ecuador........................................... 405
XIV. Bibliografía sobre culturas prehispánicas en la biblioteca de la Facultad
de Arquitectura de la Universidad Central de Quito................................... 419
Bibliografía................................................................................................... 425
Origen de las ilustraciones.......................................................................... 437
Introducción
Ya hoy nadie puede poner en duda que la Así, el primer problema que enfrentamos al
antropología tradicional está en crisis, y que en su querer abordar el tema, es tratar de separar lo que
lugar está surgiendo una nueva antropología social, realmente se sabe, de lo que se cree saber. Aún hoy
en un proceso que se viene cumpliendo desde hace se discute allí sobre el “Reino de Quito”, que jamás
un decenio. Por eso, cualquier trabajo que hoy se existió y del que nadie nunca encontró una sola
realice, tiene la obligación de aportar al establecí- prueba, salvo algunas citas coloniales escritas fuera
miento de esa nueva ciencia social. del país, por alguien que tenía intereses muy
La antropología, junto con la arqueología, siem- concretos en darle importancia al Ecuador. Y como 
pre fueron ciencias sociales, pero la diferencia radica el anterior hay muchos ejemplos, 
en el hecho de que en este momento somos cons- Por todo lo dicho surgió la idea de intentar rever y
cientes de su trascendencia, mientras que para las trabajar con algunos temas relacionados con la
mentes de iluminismo que las vio nacer y para las arquelogía; nuestra intención principal era la de arri-
del positivismo que las alimentó, nunca fue así. bar a alguna conclusión respecto a las formaciones
Fueron un arma muy poderosa para la introducción económico-sociales prehispánicas, anteriores o pa-
de ideologías colonialistas. Con hacer una revisión ralelas al Incanato. Pero esto nos trajo varios proble-
de la historia de Africa, por citar solamente un mas: nos faltaba información documental (casi no se
ejemplo, este hecho se observa con claridad. ha estudiado en el país) y se planteaban serias du-
Péro si aceptamos la necesidad de trabajar para la das, tanto cronológicas como sobre los mismos
construcción de esta nueva arqueología, debemos nombres de las culturas. La clasificación de ellas que
explicar la situación de este libro. realizaran hace unos veinte años Meggers, Evans y
Comencemos con el Ecuador: un país pequeño Estrada, estaba en total crisis, y aparte de eso, casi
en cuanto a territorio, con una gran población nada se sabía sobre lo que fueran algunas expre-
indígena marginada y una enorme cantidad de siones supraestructurales tales como el arte, la cerá-
problemas sociales, políticos y económicos produci- mica o la religión.
dos por su particular inserción dentro de la estructu- Por lo tanto, nos quedaba un solo camino: co­
ra dependiente de América Latina en general. Por menzar por otro lado. Y dado que nuestra experien-
otra parte, una gran dificultad para obtener fondos cia es en problemas de arquitectura y asentamientos
para investigación de cualquier índole, pese a esto, es que realizamos el primer trabajo de este libro, en
en los últimos tiempos, ha vivido un pequeño incre- el cual tratamos de rever la información existente al
mentó, en especial gracias al notable giro político momento; en ese sentido creemos que es fiable,
que el gobierno ha tomado marcando un paso hacia También incluimos nuestros pocos trabajos de exca-
un sistema más democrático y popular. vación de los que extrajimos algunas considera-
Y obviamente, la arqueología no podía quedar al ciones que más tarde nos fueron de gran utilidad,
margen de esta realidad. Son escasos los trabajos Este primer trabajo, sin embargo, nos llevó a otro
serios realizados; buena parte de ellos fueron lleva- más complicado: a larealización de un Corpus de
dos a cabo por misiones extranjeras o por arqueólo- Representaciones de Arquitectura, con el objeto de
gos-coleccionistas de formación autodidacta, perte- obtener la mayor cantidad de información respecto
necientes, a la alta oligarquía del país (Jijón y Ca- del tipo de vivienda precolombina. La idea del cor-
amaño, Emilio Estrada, Luis Piaña Bruno). Muy po- pus, como conjunto de información, surgió de algu-
co es lo que escapa a este patrón. Por lo tanto, es nos trabajos similares que se han realizado ya en
inevitable deducir que lo que sabemos de las cultu- Mesoamérica, en México especialmente. Recorde­
ras prehispánicas de este país es poco, y las interpre- mos los Corpus Antiquitatum Americanensis y el
taciones dudosas. A pesar de esto, también hay al- Catálogo de Escultura Monumental Olmeca, o el de
gunos trabajos serios, realizados por gente realmen yugos totonacas, o nuestro mismo Corpus de Biblio- 
te interesada en su patria. grafía Olmeca. La idea es una sola: antes de realizar
10
cualquier tipo de deducción, sepamos primero qué dos en el orden inverso, puesto que esta segunda 
es lo que hay al respecto. parte es la más interesante; pero la respuesta es que
Para esta tarea fue necesario relevar las colee- sin este primer trabajo no habría podido realizar el 
ciones arqueológicas de los museos estatales y uni- segundo.1
versitarios, que siempre nos abrieron sus puertas. Igualmente consideramos que ésta es una apertu-
Con las colecciones privadas la situación fue similar, ra; recordemos que Meggers, Evans y Estrada usan
con la excepción de un caso. Nos encontramos con como prueba de los contactos transpacíficos las ma-
una querella legal, promovida por alguien que decía quetas de cerámica, de las que sólo conocían una
“tener todos los derechos sobre la arquitectura docena, y casi todas en fragmentos. Hoy nuestro
prehispánica del país” (hasta con cartas difamato- corpus cuenta con más de 100. La secuencia de
rias, todavía no sabemos a cuáles o cuántas institu- Valdivia, Machalilla y Chorrera-Engoroy, 'también
ciones internacionales). Por supuesto nada logró, era intOcable, y sin embargo veremos que la si-
gracias a la efectiva intervención de esa dirección y tuación no es tan rígida y mecánica: lo mismo
del Museo del Banco Central de Quito,a quienes ocurre con otros varios temas.
hoy debemos agradecer el poder publicar las fichas para finai¡zari digamos que nuestro libro recoge
completas. catorce trabajos sobre diferentes aspectos de la ar-
Los demás trabajos son de variada índole: algu- quitectura y arqueología prehispánica del Ecuador.
nos sobre cerámicas del formativo temprano (Valdi- x> . , , , ,x ,. . . . ,. Casi todos fueron realizados en Quito, salvo unosvía) o tardío Chorrera); hay un intento de análisis KXx . ,... , , , , z , pocos que finalizamos en Mexico, entre 1976 yde las obras de don Jacinto Jijón y Caamano, asi imo -r j • x ,.x , r . .. . . . , , 197». Iodos permancen inéditos a la fecha. De al-como alqunos informes de trabajos de campo y , ± , ..... . , gunos circulan entre ios especialistas versiones preli-otras variadas notas sobre el tema. . r ._ . . . , , minares, mecanografiadas o fotocopiadas, pero losEs evidente que con estos trabajos no esta total- x . , . , x , . ,<.... ,, , , xi,, , que aquí incluimos son los trabajos definitivos demente cumplida la intención de este libro sino sola- x,,
mente en parte; pero el segundo tomo está 
íntegramente dedicado a formaciones económicas y
sociales en el Ecuador prehispánico. Imagino que Zihuatanejo, México
más de uno se preguntará por qué no fueron edita- 31 de diciembre de 1978
1. AI momento de entregar el presente trabajo a imprenta, se decidió 
que debía integrarse todo en un solo libro. Por lo tanto figura en nuestro 
índice como el número VIII.
11
Agradecimientos
Este trabajo pudo llegar a realizarse gracias a la cola- fotografías en nombre de la Smithsonian Institution
boración de gran cantidad de personas. Algunas nos de Washington y con la autorización para reproducir
ayudaron con sus conocimientos y desinterés; otras, sus planos y fotos.
aunque estando fuera del tema, de una forma u otra También quiesiéramos expresar nuestras deudas
colaboraron igualmente en forma efectiva. con el Departamento de Antropología y Etnología
Este libro es fruto de dos años de estadía en el de América de la Universidad de Madrid por sus
Ecuador, lo que incluyó varios viajes a sitios arque- publicaciones y materiales, asimismo al padre Po-
ológicos, museos, coleccionistas, etc., y de algunas rras de quien reproducimos algunos planos al igual 
semanas de trabajo de excavación y reconocimiento que, en forma general, a Ana de Jaramillo y todo el
en Manabí, especialmente en Jaramijó y Manta. Es- personal del Museo del Banco Central de Quito,
tos trabajos fueron financiados por los museos del Los alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urba-
Banco Central de Guayaquil y Quito. Se contó en nismo de la Universidad Central colaboraron gentil-
todos los casos con la autorización de la Dirección mente en la realización de muchos de los dibujos, y
Nacional del Patrimonio Artístico. Mi agradecimiento en especial Inés del Pino. A Alfonso Ortiz, por todas
a los directores de esas tres instituciones: Olaf Holm, las ideas que elaboramos juntos.
Hernán Crespo y Rodrigo Pallares. Asimismo queremos agradecer al director de la
También tenemos que agradecer a la doctora Casa de la Cultura Ecuatoriana, Galo R. Pérez y al
Constanza di Capua. Las figuras de tipo arquitecto- director de la Sección de Antropología, doctor Se-
nico que hemos incluido en este trabajo pertenecen gundo Moreno, por organizar la conferencia en la
a las siguientes personas quienes nos han ayudado que pudimos dar a conocer los trabajos de Manabí.
enormemente autorizándonos a fotografiarlas, me- Por lo mismo al padre Vargas, quien nos permitió
dirías y publicarlas: Olga Fish, Gloria de Anhalzer, dictar otra conferencia sobre los cuadernos orginales
Sylvio Nuttal, Monseñor Silvio Haro Alvear, Iván de Jijón y Caamaño en el Museo de la Universidad
Cruz, Carlos Manuel Larrea, Alejandro Jaramillo, Católica.
Constanza di Capua, Oswaldo Guayasamín, el Mu- Para finalizar esta larga lista, quisiéramos agrade-
seo de la Universidad Central de Quito y el Museo cer también a Eduardo y Mony Lomónaco, quienes
del Banco Central de Quito. El resto pertenece al nos recibieron siempre en su casa en Manta, y de allí
fondo documental de la Dirección Nacional del mismo a Viliulfo Cedeño y al arquitecto José Ce-
Patrimonio Artístico, proveniente de diversas colee- vallos. Y por supuesto, más que a nadie, a mi espo-
ciones privadas. sa, quien con resignación no sólo me soporta diaria-
Quisiéramos también dejar sentado la ayuda de mente, si no que corrigió los originales y en gran
Betty Meggers y Clifford Evans con el envío de parte los mecanografió.
12
I
Asentamientos y 
arquitectura prehispánica 
de la costa del Ecuador
Sumario
Introducción
Nota de terminología
Nota de cronología
Los períodos pre-cerámico y pre-Valdivia
El período Formativo:
—la cultura Machalilla
—la cultura Chorrera-Engoroy
El período del Desarrollo Regional:
—la cultura Bahía 
—la cultura Jambelí 
— Esmeraldas y La Tolita 
—las culturas Daule y Tejar 
—la cultura Guangala 
—la cultura Jama-Coaque
El período de Integración Regional:
—arquitectura y asentamientos de la cultura
Manteña
—la arquitectura funeraria 
—las excavaciones en Jaramijó 
—el yacimiento Terrazas 
—el “corral A. Paz”
—los basamentos Manabitas y su cronología 
—la cultura Milagro-Quevedo 
—la fase Milina
—la cultura Inca
14
Introducción
El enfrentarnos con un tema como el enunciado, peos más “familiar” que la organización incaica, 
es sin duda un problema complejo; pero ahora, que Además debemos tener en cuenta la marcada dife-
ya lo hemos hecho, podemos decir que lo es más de rencia geográfica entre las tres regiones que compo­
lo que parece en primera instancia. Y esto es debido nen el Ecuador: costa, sierray Amazonas, pese a que
a muy diversas razones. desde la etapa formativa están demostrados los conti-
Pese a todo, creemos que lo más importante es nuos contactos entre ellas. Tampoco el mar ha sido
una herencia despectiva hacia la costa y creo que suficientemente comprendido. Su importancia para
esto tiene su explicación: el Ecuador, al igual que las culturas prehispánicas es enorme, tanto como
Bolivia y Perú, fueron conquistados por los españo- fuente de abastecimiento, ruta de transporte de gran-
les cuando la invasión incaica estaba en su apogeo. des cargas y medio de comunicación rápido y seguro.
Esto hizo que los españoles le prestasen mayor im- Otro hecho interesante y digno de recalcar es la
portancia a las regiones serranas que a la costeñas. poca urbanización en relación con las costas pe-
Es por eso que éstos observaron con detenimiento ruanas, e incluso la falta de una arquitectura monu-
las formaciones socio-económicas, las ciudades y las mental, pese a la importancia de las culturas y la alta
costumbres de la sierra, más que las de la costa. densidad existente. Prácticamente no hay sitios de la
Incluso en este caso de la costa, debido a que nunca costa que no tengan pruebas de antigua existencia
fue dominada totalmente por el Incanato, los espa- humana. Pero la arquitectura en madera, paja y ca­
ñóles recibieron poca información a través de ellos. ña también deja rastros, que aunque son difíciles de
A partir de allí una enorme cantidad de trabajos in- encontrar, pueden ser detectados.
tentaron reconstruir una prehistoria serrana impor- Existen enormes blancos todavía: no sólo grandes
tante, quizás mayor de lo que en realidad fue, inclu- regiones inexploradas, sino también grandes cultu-
so soportando leyendas que no han sido demostra- ras de las que casi nada sabemos, excepto su exis­
tías por la arqueología respecto a la existencia de tencia. Otras preguntas como cuál fue su organiza-
ciertos “reinos” extraordinarios, que por desgracia ción social, sus ciudades, su densidad, etcétera,
no son más que mitos, el de Quito en particular. quedarán sin respuesta por muchos años más. Pero
Aunque debemos aclarar, ya que no es nuestra in- poco a poco se avanza. En principio sólo podemos
tención el ser meramente destructivos, que en los úl- decir que es posible deducirlo, y que los asenta-
timos años se está viviendo una importante oleada de mientos han sido mucho más importantes de lo que
estudiosos jóvenes y de misiones extranjeras de gran pensábamos en un primer momento.
importancia. Asimismo en universidades, museos y Para terminar creo que es necesario aclarar algo,
otras instituciones están trabajando asiduamente por en especial respecto a la marcada heterogeneidad
modificar la situación imperante hasta ahora. general de este trabajo, evidente en cada una de las
También es posible, y más adelante lo desarrolla- culturas analizadas. Esto es debido a que la informa­
mos, que los españoles llegasen en un momento ción que hemos utilizado es de fuentes muy diver-
terrible para las sociedades costeñas, ya que debido sas, con distintas posturas no sólo técnicas, sino
a sus estructuras económicas, los incas habían cer- ideológicas. Pero son las únicas de las que dispone-
cenado las fuentes costeñas de abastecimientos de mos, y ésas hemos usado.
diversos productos importantes, tales como los me- Esperamos que este trabajo abra nuevas posibilí­
tales. Asimismo tenían cortado el acceso a la sierra y dades, en especial para la arquitectura prehispánica
el comercio respectivo, lo que trajo aparejado una como especialidad antropológica. Es de desear que
terrible crisis. Por otra parte la formación económica arqueólogos y arquitectos del país retomen el tema,
de estos pueblos, que utilizaban mucho el comercio, aunque más no sea para demostrar su nulidad,
trueque e intercambio de productos por vía maríti- Aunque así fuere estaríamos contentos de haber ini-
ma. con incluso “monedas" perfectamente estable- ciado este tipo de trabajos en un sitio tan prolífico
cidas. Ies debe haber parecido a los invasores euro- para la arqueología del Nuevo Mundo.
15
Nota de terminología
Toda ciencia desarrolla, inevitablemente, su ter- ral o artificial que se eleve del nivel medio de la
minología específica. Esto trae aparejadas diversas tierra, toma este nombre (del Cayapa: tierra alta o
complicaciones, sobre todo porque el desarrollo del amontonada)'.
conocimiento científico de la arqueoloqía y de la an- ~ , ., , .. . . , y Cualquier arqueólogo o persona que haya visita-tropologia ecuatorianas, ha tenido un avance giqan- , ,. , . , ., , A ., .. . . _ 33 do sitios prehispanicos o leído al respecto, sabe quetesco en los últimos veinte anos. . x ,. . . , . x. , ,... . . . , , existen diversidad de tipos de montículos en la cos-oi bien esto es importante para justificar proble- . n , , , ,. x. ... , . ta. rodemos enumerar algunos: los que son basura-mas de términos especiticos, debemos ser conscien- , . u . ...., . , . A . les; los que resultan del amontonamiento de resi-tes que si el idioma y la terminología utilizados para . , , , , , . , , ,, . duos por alrededor y debajo de una casa; los de en­ese conocimiento no están adaptados a la situación, . , . i „ i . r-, , ’ terratorios, los camellones de cultivo, etcetera. Es
se cae constantemente en trabas, contradicciones, y - ., x ,.. » , . L , mas Que evidente que darle el mismo nombre a unen términos ambiguos que no solo no ayudan sino , , , , . .... . sepulcro, o a la base de una casa, o a un basural, esque mas bien contribuyen a la contusion e impiden , . , j n , . > ,,... de por si absurdo, Pero todavía no son muchos lossu desarrollo. , , , ,r- , c , . . , , ... investigadores que han reemplazado estos términosEn el Ecuador existen palabras sumamente difun- ... ■ ¿ .,. , , ,. , por sus específicos, aunque es cierto que haydidas que debido a su poca especificidad y gran , , r- ..... . , . quienes ya lo hacen. Esperamos que en pocos anosambigüedad respecto de lo que indican, creemos - . . x- ■ ■ , . x . .. , .... , , , , mas se pueda definir un vocabulario terminológicodeben ser definitivamente erradicadas del léxico ar- , . . , t- , i ± ,... .... , , , . de arqueología para el Ecuador, para lograr todosqueologico. Hablo en especial de los términos , . , , , , , ,u .. . „ ., . , . , , . . comprender sin lugar a dudas lo que los demascorral y tola ; si bien el común de la gente sabe lo, , . , . 3 , quieren expresar.
que significan, poco es en realidad lo que realmente
expresan. En el trabajo que continúa a estas notas, no he-
En el caso de los famosos “corrales” que analiza- rnos usado ninguna de las dos palabras, salvo cuan-
mos detalladamente en este libro, nada tienen que d° citamos a otros autores que sí las emplean, y en
ver en realidad con los auténticos albergues para esos casos las ponemos siempre entre comillas, 
animales. Los así denominados resultan siempre ser No sabemos al momento qué habría que hacer
restos de basamentos de piedra de viviendas o con respecto a la sierra, en donde la palabra “tola”
templos, por lo general construidos sobre montícu- fue en cierta forma definida por Jijón y Caamaño
los de tierra. Como la forma que éstos toman es hace años, diferenciado sus funciones intrínsecas,
cuadrada o rectangular, el pueblo los asoció a corra- cosa que nunca se llevó a cabo para la costa. Pero
les de animales. Nadie podrá poner en duda que la tampoco creemos que debamos ser nosotros
palabra trae nefastas consecuencias para el trabajo, quienes planteemos los reemplazantes de estos tér-
sobre todo cuando algún texto que habla de ellos es minos, sino el tiempo y la necesidad de esclarecer y
leído o traducido en el extranjero. especificar conceptos científicos, en lugar de sumer-
E1 caso de las “tolas” es aún más grave: en la si- girnos en un maremágnun de palabras que, final-
tuación específica de la costa, todo montículo natu- mente, no quieren decir nada.
16
Nota de cronología
Además de los problemas de terminología que 
acabamos de ver, tambiénexisten otros a tener en 
cuenta respecto de la cronología del desarrollo cul­
tural de la costa.
Para la redacción del presente estudio, hemos to­
mado como base el esquema general realizado tras 
los trabajos de Estrada, Meggers y Evans, es decir 
las cuatro etapas generales denominadas: Formati- 
va, Desarrollo Regional y de Integración Regional, 
además de una primera conocida generalmente co­
mo Pre-cerámica.
Sobre estos nombres podemos aclarar que en la 
actualidad hay en el país una coincidencia casi gene­
ral. Estas etapas se corresponden en su contenido 
general, con las denominadas Lítico, Arcaico, Pre­
clásico y Pos-clásico, por Willey y Philips (1968).
Dentro de la etapa pre-cerámica incluimos las 
cuatro subdivisiones desarrolladas por Lanning (1967) 
denominadas: Exacto, Manantial, Carolina y Ve­
gas. Además existe ya una etapa pre-Valdivia con 
cerámica, todavía indeterminada, llamada Fase San 
Pedro.
En el período Formativo encontramos cuatro cul­
turas también con varias divisiones internas: Valdi­
via, Machalilla, Engoroy y Chorrera. Las dos prime­
ras y la última citada fueron desarrolladas por Estra­
da, Evans y Meggers en diversos trabajos; mientras 
que la tercera es sumamente reciente y fue definida 
por Bushnell (1951) y desarrollada por Bischof 
(1975).
Sobre la relación entre las dos últimas culturas, 
Chorrera y Engoroy, no tenemos claro el panora­
ma. Para algunos es la misma cultura, mientras 
otros consideran a Chorrera como una expresión 
más costeña de Engoroy. Debido a esta dificultad, 
que nosotros no podemos solucionar, es que las he­
mos incluido juntas.
De lo que sí estamos seguros es que ambas repre­
sentan una misma época: el final y el máximo de­
sarrollo del Formativo ecuatoriano.
También sobre el origen de Valdivia existen claras 
contradicciones: la de la Smithsonian Institution y la 
de la University of Illinois (Meggers y Estrada- 
Lathrap), planteando unos un origen extraecuato­
riano. más exactamente japonés, y los otros un ori­
gen amazónico. Más adelante detallamos la proble­
mática. Dentro de la propia cultura Valdivia también 
hallamos dos esquemas de subdivisión: la de 
Meggers/Estrada y la de Hill (1974).
Respecto al Desarrollo Regional, pues es tal la de­
nominación que aceptamos, incluimos las culturas 
de Meggers: Tolita, Tiaone, Jama-Coaque, Bahía, 
Guangala, Tejar-Daule y Jambelí, además de la fa­
se Guayaquil desarrollada por Parducci (1970). La 
cultura Daule-Tejar fue analizada como una sola, 
hasta que trabajos más completos puedan separarla 
en dos, más definidas. Nuestra única diferencia —subs­
tancial por cierto—, es que tomamos varias de estas 
fases como culturas, a las que se puede subdfvidir 
a su vez en fases. Creemos que no hay fases sin cul 
turas.
En el período de Integración Regional, citamos las 
siguientes culturas arqueológicas: Milagro-Quevedo, 
Manteño, Milina y Atacames. La Chirije de Estrada 
la hemos incluido en Manteño. Esta última fase la 
aceptamos con el nombre de Manteño, y abarcamos 
en ella a los Huancavilcas del Guayas y la fase Liber­
tad, utilizada en la península de Santa Elena por 
Lanning, Paulsen y Bischof, con el objeto de clarifi­
car las divisiones y períodos.
En ese sentido nos parece magnífico el hecho de 
no haber dado un nuevo nombre a los resultados 
de las excavaciones en el conchero de La Puná del 
padre Porras (1975), que aunque pudo crear una 
nueva fase la incluyó en Valdivia como una expre­
sión regional. Creo que también habría que ver si no 
sería posible aplicar el mismo concepto a Chorrera- 
Engoroy y a Bahía-Guayaquil.
En la actualidad sabemos ya que la expedición de la 
Universidad de Madrid, en Esmeraldas, está también 
definiendo una nueva cultura y varias fases, aunque 
no poseemos suficiente información al respecto.
Para la redacción de este trabajo hemos ubicado a 
la cultura Atacames, perteneciente al período de In­
tegración Regional, junto con La Tolita, correspon­
diente a la etapa anterior. Esto es debido exclusiva­
mente a la absoluta falta de información. Incluso en 
la actualidad, los extensos trabajos de la Misión Es­
pañola en Esmeraldas no han reportado fechas ni 
clasificaciones de su material.
17
El período pre-cerámico
Este período, el más antiguo de la ocupación del 
territorio costeño ecuatoriano, es prácticamente vir­
gen en cuanto a conocimientos; pese a eso existen 
algunos trabajos realizados en especial en la 
península de Santa Elena: podemos citar los de 
Lanning (1967) y de Stothert (1976). Pero no debe­
mos olvidarnos que los hallazgos de la sierra, ya más 
difundidos, también nos dan una valiosísima infor­
mación, como en el caso de los trabajos de Mayer- 
Oakes (1963, 1966 y 1969), de Carlucci (1960a, 
1960b, 1961, 1962 y 1963), de Oakes y Bell 
(1960), de Larrea (1971a y 1971b) y de Salazar 
(1974).
Desde el punto de vista terminológico, este 
período denominado pre-cerámico fue definido por 
Meggers, e incluye al “arcaico” y al “lítico” de Willey 
y Philips (1958).
La región más estudiada en la costa, de la que ya 
hemos hablado con anterioridad, es la península de 
Santa Elena. Está formada por terrazas de diferentes 
alturas y tiene un clima en la actualidad práctica­
mente desértico. Debemos destacar la primera de 
las terrazas, la de 3 metros de altura, que fue pro­
ducto de una gigantesca regresión marítima hacia el 
500 a.C. Actualmente tiene residuos de esa ocupa­
ción formada por lagunas, bahías y estuarios.
Otra prueba de este desecamiento paulatino, ana­
lizado también en las épocas más tardías por Paúl- 
sen (1970), es la laguna de San Pablo, en cuyo 
centro se encuentra un sitio Guangala, mientras los 
sitios Valdivia están en la orilla (Zevallos y Holm 
1960).
La fauna de la época precerámica era vastísima 
en función de un clima bastante benigno, con lluvias 
y un entorno rico en árboles y pastos. Los animales 
más comunes fueron los mastodontes, caballos, 
ciervos, tortugas, tigres dientes de sable, armadillos, 
camélidos, lobos y pájaros.
Fase exacto:
La más antigua de las fases precerámicas estu­
diadas es la denominada Exacto, fechada para el 
10 000 a.C. De esta fase se han hallado 5 sitios, 3 
de ellos sobre orillas de ríos ya secos. El instrumental
cultural es pobre, formado por objetos de poco de­
sarrollo técnico, tales como la lítica unifacial sin reto­
ques. Los sitios debieron ser de habitación esta­
cional no permanente, ya que comenzarían en ese 
momento los primeros reflujos climáticos benignos 
de un largo período de desecación que finalizó para 
esa época.
Fase manantial:
Esta fase, de la que se encontraron 3 sitios, marca 
una etapa en la que el desarrollo tecnológico está 
más acelerado, marcado en especial por la aparición 
de instrumentos líticos bifaciales. La fecha de ubica­
ción es aproximadamente hacia el 8000 a.C.
Fase Carolina:
Existen 8 sitios detectados, que demuestran tam­
bién un incremento evolutivo de grupos de cazado­
res en el entorno pantanoso del estuario. Gran can­
tidad de puntas de proyectil y de concheros señalan 
asimismo una mayor estabilidad en la dieta y en los 
asentamientos, aunque continúan siendo proviso­
rios. Esta fase está fechada hacia el 7000 a.C.
Fase Vegas:
Esta es la última de las fases precerámicas ya de­
terminadas. ubicada cronológicamente entre el 
6700 y el 5000 a.C.: está representada por 14 si­
tios: cinco de ellos son campamentos sobre los ban­
cos de los ríos, mientras siete son concheros en las 
cercanías de los viejos estuarios. En esa fase se pudo 
establecer ya una ocupación estacional, determina­
da por la caza y la recolección sobre bancos de ríos 
en verano, y la pesca y extracción de conchad en la 
costa durante el invierno.
Período pre-Valdivia:
Tras los finales de la ocupación de la fase Vegas, 
hacia el 5000 a.C., comienza un período indetermi-
18
nado, que podemos llamar pre-Valdivia. Lanning 
nos da información sobre éste, cuando plantea la 
ocupación del sitio OGSE-63, un gran conchero sin 
cerámica pero con una líticasumamente similar a 
la de Valdivia. Este sitio estaba formado por un 
anillo de pequeñas acumulaciones de basura, en 
un área de 55 x 75 metros y con una profundidad 
de 80 cm.
En el Real Alto también fue estudiada una ocupa­
ción pre-Valdivia formada por pequeños montículos 
de conchas, detectándose la construcción de casas 
realizadas con postes de madera curvados hacia 
arriba, en forma similar a las que se erigieron en 
tiempos posteriores. Fueron halladas cerámicas, pe­
ro en muy pequeñas cantidades (Lathrap, Marcos y 
Zeidler 1977).
Asimismo, las excavaciones de Bischof y Viteri 
(1972), en los niveles más profundos del sitio de 
Valdivia G-31, permitieron detectar una ocupación 
pre-valdiviana con cerámica, denominada fase San 
Pedro. Está determinada por restos de fogones, ba­
sura y algunos tiestos cerámicos de bastante calidad. 
Los autores plantearon que esta cerámica es sólo un 
elemento añadido foráneamente a un inventario cul­
tural todavía pre-cerámico. Sobre Ja ubicación de és­
ta en el contexto general de América, podemos ver el 
trabajo de Bischof (1972).
De todas formas, sería importante realizar trabajos 
que relacionen con detalle a estos grupos costeños 
con los de la sierra, en especial con El Inga y San 
José, y a su vez entre todos éstos con el gran hori­
zonte precerámico del noroeste de Sudamérica.
19
El período Formativo
La cultura Valdivia
El descubrimiento de la existencia de la cultura 
Valdivia ha sido sin duda uno de los acontecimientos 
importantes de la arqueología de América, pese a 
que en la actualidad sabemos ya que ésta no es la pri­
mera cultura cerámica del continente, como se la 
consideró durante muchos años. A ella le anteceden 
no sólo sitios extraecuatorianos, tales como Puerto 
Hormiga en Colombia, sino otros sitios en la misma 
provincia del Guayas, donde se encontró cerámica 
pre-Valdivia. Temporalmente ésta se desarrolló entre 
el 3550 a.C. y el 1500 a.C., aproximadamente.
De todas formas, el amplio conocimiento de esta 
cultura, sumado a la importancia de sus asenta­
mientos, que como el Real Alto fueron enormes 
poblados para su época basados en el conocimiento 
de la agricultura del maíz, hace que se le adjudique 
gran trascendencia.
La bibliografía sobre la cultura Valdivia es muy 
amplia, probablemente la más completa de toda la 
arqueología del país. Podemos empezar citando a 
Estrada (1958, 1961 y 1962) quien la identificó co­
mo tal, y luego el trabajo de él mismo junto a Meg­
gers y Evans (1965). También las excavaciones de 
Zevallos y Holm en San Pablo (1960) y las publica­
ciones de Huerta (1970), Lanning (1964), Stothert 
(1976), Lathrap (1975 y 1977 a y b) y Marcos 
(1973 y 1976). Otras varias personalidades se su­
maron al tema, como Collier (1968), Ford (1967), 
Ferdon (1966), Cole (s/f), etcétera. Podemos tam­
bién citar a Bischof (1971 y 1973), a Hill (1974) y a 
Porras (1973).
Sobre la demostración de la existencia de la agri­
cultura en esta época temprana encontramos los tra­
bajos de Zevallos (1966 y 1976) y de Pearsall 
(1976). Sobre la existencia de Valdivia en la región 
serrana están los trabajos de Myers (1974).
En un primer momento se había creído que esta 
cultura tenía sus asentamientos exclusivamente 
sobre la costa, con una base de sustentación basada 
en la recolección marítima pura. En la actualidad, 
con la excepción de La Puná, la mayoría de los si­
tios conocidos se encuentran alejados de la costa. 
La región geográfica en la cual se han hallado los 
restos de esta cultura va desde Atacames en Esme­
raldas (Huerta 1970) hasta la costa y los cerros de
Manabí, Colonche y Portoviejo; abarcando la pe­
nínsula de Santa Elena, Posorja, La Puná, Guaya­
quil y el río Daule hacia el norte.
En la península de Santa Elena se ha incluso de­
sarrollado un cuadro del proceso, ya que los asenta­
mientos estuvieron ubicados hasta la fase IV (2350/ 
2200 a.C.) en las cercanías de las lagunas o en sus 
orillas y en esta época sí con una alimentación basa­
da en la extracción marítima, en especial de peces y 
conchas. Hacia el 2000 a.C., aparecen los asenta­
mientos en el interior, marcadamente agrícolas, de­
mostrando paralelamente un gran mejoramiento cli­
mático.
Es probable que en las diferentes regiones, las 
villas y poblados estructurasen su base productiva 
según los cambios y fluctuaciones climáticas y el ré­
gimen pluviométrico imperante, de tal manera que 
el patrón general habría sido de una economía mix­
ta, donde se mezclaba según los sitios, la pesca, la 
caza, la agricultura y la recolección, ya que la región 
fue antiguamente boscosa y hoy es desértica.
Un hallazgo interesante es el reportado por Ze­
vallos (1976) acerca de la existencia de gran canti­
dad de pozos subterráneos de forma tronco-cónica, 
de 40 cm. de boca y de 1 metro de base y altura. 
Según los autores servirían para guardar maíz y 
creemos que serían similares a los conocidos chultu- 
nes mayas del Petén guatemalteco.
Es interesante ver como de una cultura tan anti­
gua como Valdivia para la arqueología de América, 
existe una enorme cantidad de sitios estudiados 
con mayor o menor detenimiento. Para la descrip­
ción comenzaremos con los de menor importancia y 
seguiremos con los demás, para terminar con El Re­
al Alto.
En el importante trabajo de Meggers, Evans y 
Estrada (1965), encontramos una lista de 10 sitios 
en las costas de Guayas y Manabí. Todos fueron si­
tios de habitación, probablemente transitoria. Los 
más importantes fueron: G 25 (Punta Arenas), un 
sitio separado de la playa, de forma ovalada, de 50 
por 80 metros con una gran zona estéril en el 
centro, que quizás nos muestra un asentamiento cir­
cular de cabañas de materiales perecederos. La pro­
fundidad de la ocupación alcanzó los 45 cm.
22
Otro sitio fue G 31 (Valdivia), en la base de un 
cerro bajo y a unos 125 metros de la costa actual. El 
río Valdivia está cerca, a unos 100 metros de distan­
cia. Aquí el asentamiento debió ser continuo duran­
te un enorme lapso de tiempo, ya que la profundi­
dad de tiestos fue de 4 metros y su extensión máxi­
ma de 150 metros de lado. Recordemos que bajo 
este sitio se encontró una ocupación pre-Valdivia 
que la precedió en el tiempo (Bischof y Viteri 1972; 
Bischof 1972). A unos mil metros del lugar anterior­
mente citado se halló otro antiguo poblado, el deno­
minado G-4 (Buena Vista); las dimensiones eran 
menores, de 70 por 30 metros y se hallaba sobre la 
ladera de un cerro bajo en una terraza al costado del 
río.
Según los autores citados, es probable que algu­
nos. sitios hayan sido ocupados intermitentemente. 
Pensamos en cambio que los sitios en forma anular 
fueron agrupaciones de mayor o menor envergadu­
ra, pero asentadas en forma circular, patrón tradi­
cional aldeano en toda la América prehispánica.
La lista continúa con G 84 y G 88, que son dos si­
tios también pequeños; el primero al lado de una la­
dera y el segundo próximo a un salitral. En este últi­
mo los autores determinaron que las casas estaban 
sobre postes. En varios sitios fueron hallados frag­
mentos de estuco con marcas de cañas recubiertas 
por barro o estuco, tal como en la actualidad se con­
tinúan realizando las paredes de las viviendas.
El sitio de San Pablo excavado por Zevallos y 
Holm (1960) también es un asentamiento de enver­
gadura, ya que la erosión dejó al descubierto una 
serie de manchas de tiestos de 6 km2. Lanning en un 
trabajo posterior al citado (1964) reporta 19 sitios de 
esta cultura solamente en la península de Santa Ele­
na, de los cuales dos eran grandes concheros cerca­
nos a la costa, otros dos estaban en la orilla del lago 
San Pablo y uno cerca de la vieja laguna de Salinas. 
Fueron detectados asimismo siete sitios superficiales 
y un taller de artefactos Uticos.
En un reciente trabajo, Stothert (1976) nos pro­
cura información sobre otros dos yacimientos de 
Valdivia, los denominados DGSE 42 y 62. El prime­
ro está unos 15 km. tierra adentro de Valdivia, en 
Loma Alta, y está conformado por unanillo circular
de unos 100 mts. de diámetro. El otro también tiene 
forma de anillo, mostrando nuevamente la tradición 
de asentamientos circulares.
Dentro de los sitios Valdivia de menor envergadu­
ra que El Real Alto, encontramos el gigantesco 
conchero excavado en El Encanto, isla de La Puná, 
por Pedro Porras (1972 y 1975). La isla en el que se 
encuentra y en la que existen otros más aunque de 
menor tamaño, tiene en la actualidad un clima casi 
desértico, aunque es posible que antiguamente ha­
ya tenido un régimen pluviométrico más importan­
te, lo que estaría demostrado no sólo por las 
descripciones coloniales, sino también por la exis­
tencia de cursos de agua secos y albarradas prehis­
pánicas. Existen incluso restos de una antigua lagu­
na, salitrales y manglares que evidencian un clima 
diferente.
El conchero alcanza las extraordinarias medidas 
de 184 por 156 metros y las alturas máximas y 
mínimas son 4.50 y 9 metros respectivamente, con­
formando una “cadena montañosa” de 100 000 m’ 
de conchas. La forma original era la de una elipse 
rehundida en el centro, con una entrada hacia la 
playa, que se fue estructurando en base a los paula­
tinos incrementos de conchas correspondientes a los 
diferentes períodos de ocupación en cada parte del 
conchero, lo que quedó marcado por capas de 
concha pisada, fuego y conchas quemadas. Las uni­
dades de crecimiento fueron estipuladas en unida­
des cónicas de unos 70 cms. de altura por 1.75 
metros de diámetro promedio.
Es posible que la subsistencia de los habitantes del 
sitio estuviera basada no sólo en la extracción de 
conchas, sino también en una agricultura simple, 
evidenciada por la existencia de varios metates. No 
existen en cambio restos de peces, anzuelos o pesos 
de red, como así tampoco pruebas de cacería de 
animales.
En el centro del conchero hay una gran superficie 
limpia que conserva su nivel original, inferior al ex­
terior, y que tiene los restos de una estructura de 
piedra de 6 por 4 metros y 30 cm. de altura, pro­
bablemente utilizada para soportar un paravientos 
de madera o ramas; dentro de él fueron hallados re­
siduos de fogones.
24
También existen plataformas aplanadas en las 
cumbres de los montículos laterales, de unos 16 m2, 
pero sin restos de habitación. Las pruebas radiocar- 
bónicas arrojaron fechas desde el 2455 hasta el 
1590 a.C.
El sitio Valdivia más importante es sin duda el de­
nominado Real Alto, descubierto en 1971 por Jorge 
Marcos y actualmente excavado por la Universidad 
de Illinois bajo la dirección de Donald Lathrap.
Este sitio, ubicado a escasos 3 km. de la localidad 
de El Real, cerca de Chanduy, es un asentamiento 
tipo aldea-poblado grande, concentrado y organiza­
do, que demuestra una sociedad en proceso de es­
tratificación clasista, una vida comunitaria organiza­
da, una base netamente agrícola y el conocimiento 
de elementos tecnológicos como el telar de huso, has­
ta ahora el más antiguo del continente.
El poblado corresponde a la fase III de Valdivia, 
habiéndose desarrollado desde el 3400 hasta el 
1500 a.C.; se encontraron también huellas de una 
etapa acerámica que se remonta al 6000 a.C. Esto 
demuestra un asentamiento prolongado y continuo, 
compuesto por un centenar de viviendas y por dos 
edificios públicos de mayor tamaño que las casas. 
Existían sitios satélites dependientes del principal 
ubicados sobre los ríos Verde y Real, los que evolu­
cionaron hasta conformar un área de dependencia 
de 400 hectáreas.
La forma general del poblado es rectangular, con 
el lado mayor de casi 400 metros. Está formado por 
dos grandes montículos paralelos que ocultan las 
huellas de las viviendas ovaladas en su interior. 
Entre ambos se encuentra una gran plaza de carac­
terísticas ceremoniales, que sin duda es la más anti­
gua de América.
Si bien gran parte del sitio pertenece a la fase III, 
existen también estructuras muy destruidas de la fa­
se II (3300 a.C ).
Las viviendas eran de forma ovalada, de unos 12 
por 8 metros, hechas de postes de madera con los 
extremos curvados en forma de domo y cubiertas 
de paja o corteza. Esto fue determinado por las 
huellas que los postes dejaron en la tierra. Solo dos 
viviendas completas han sido excavadas hasta hoy. 
Es probable que hayan albergado familias extensas
25
de unas diez personas cada una. La población total hallaron gran cantidad de entierros en diferentes po-
fue estimada en unas 1500 personas en la época de siciones cada uno de ellos.
auge, cifra que fue disminuyendo hacia la época V. Se estima aproximadamente que existirían como
Dentro de la plaza existen cuatro estructuras, de mínimo unas 120 casas rodeando la gran plaza, cifra
las cuales dos han sido estudiadas: la “casa de las muy considerable para la época. También es intere-
fiestas” y el “osario”. La primera de éstas comenzó a sante ver que en las fases 6 y 7 de El Real Alto se
construirse hacia la época II, en que un montón có- hallaron los más antiguos restos de tejidos de algo-
nico de tierra formó el centro del montículo mayor dón, y las fechas de radiocarbono obtenidas de 
que luego se construyó encima. Arriba de éste había ellos, corregidas, señalan los años comprendidos
una casa de grandes dimensiones que luego fue entre el 3290 y el 2935 a.C. (Marcos 1973).
quemada. Más tarde se erigió una de mayores di- El sitio fue ocupado constantemente por casi
mensiones, sobre un gran montículo de tierra de 35 2000 años, durante los cuales se crearon centenares
por 50 metros de lado y 1.40 metros de altura. En la de estructuras habitacionales, religiosas y cívicas,
parte superior, de 13 por 9 metros, se levantaba el “En Valdivia III la aldea era planificada con un largo
edificio. Se pudieron hallar restos de por lo menos 8 eje de 300 metros aproximados de norte a sur,
reconstrucciones, e incluso en la rampa de subida orientados de forma regular: el ancho de la aldea
desde el centro de la plaza, las trazas de los escalo- era de 200 metros. Una plaza estaba rodeada por
nes marcados en la tierra. estructuras domésticas ordenadas en una linea
El otro edificio importante, conocido como “el (Lathrap, Marcos y Zeidler 1976). Las estructuras 
osario”, era de planta también ovalada con una ceremoniales del centro, de tipo basamento pirami-
explanada de acceso hacia su gran puerta de entra- dal, son sin duda las más antiguas de toda América,
da, de dos metros de ancho. Dobles columnas de Para Valdivia VII (1700 a.C.) la villa era ya un centro
madera en el marco de la puerta, y otras columnas administrativo y religioso que controlaba varios
exteriores también de madera, sostenían este edifi- centros agrícolas distribuidos por el Río Verde, ade-
cio, el más grande del poblado. Bajo su piso se más de otros ríos menores.
27
La cultura Machalilla
La cultura Machalilla se desarrolló en la cercanías 
de la costa, desde el sur de Manabí hasta el norte de 
Guayas, en forma paralela a las últimas fases de Val­
divia, probablemente hacia el 2000-1300 a.C. Es 
un etapa conocida desde los trabajos de Estrada 
(1958) quien la bautizó y definió, en especial desde 
el libro que realizó junto a Evans y Meggers (1965). 
Asimismo son importantes los de Bushnell (1951) 
quien fue su descubridor, Meggers (1966), Lathrap 
(1963 y 1975), Lanning (1964) y Bischof (1975).
Esta etapa arqueológica fue sumamente impor­
tante, ya que en ella aparecen ciertos elementos tec­
nológicos en la cerámica que son totalmente nuevos: 
el asa-estribo, el pico evertido, el engobe pulido y la 
pintura positiva, que muestran un mayor desarrollo- 
cultural en relación con Valdivia.
La región posee las mismas características que 
presentamos para Valdivia: sequedad, vegetación 
xerófila, falta de agua dulce, manglares y salitrales. 
Si bien ha existido un clima distinto en la anti­
güedad, no creemos que haya habido una oscilación 
tan marcada como en Santa Elena. En la época se­
ca, la población recogía agua dulce en pozos y al- 
barradas, e incluso parece probable un movimiento 
estacional delos habitantes.
Existen varios sitios de esta fase que tomamos de 
los trabajos de Estrada, Meggers y Evans (1965) y 
Bischof (1975). Podemos comenzar citando a Pal­
mar 3, al noroeste del valle del río Javita, ubicado al 
lado de un gran salitral. Asimismo, Palmar 2 está 
alejado de la actual playa unos cuatro kilómetros y 
se halla ubicado sobre la ladera de una montaña ba­
ja. Está formado por un óvalo de basura de 5 m2. 
Otro sitio conocido es La Cabuya, de 45 por 30 
metros de superficie y a unos 5 km. de Valdivia. Es­
te se encuentra sobre un alto promontorio en la
orilla del mar y las excavaciones mostraron una pro­
fundidad de 70 cm.
Otro grupo de yacimientos está constituido por 
ejemplos como Buena Vista, donde se ven más de 
un centenar de metros de tiestos a unos 100 metros 
del sitio Valdivia. San Pedro Alto se encuentra en 
cambio al este del pueblo del mismo nombre y tiene 
una extensión máxima de 30 metros. Valdivia Alto 
es el más grande, también sobre la ladera de una co­
lina y con una extensión de 80 por 40 metros. El si­
tio M-28, en el cementerio de la actual población de 
Machalilla, es el más conocido, dado que allí se des­
cubrió esta cultura. Está también sobre una ladera y 
su profundidad alcanzó 1.20 metros.
Es importante ver cómo los asentamientos en for­
ma de anillos circulares que encontramos en Valdi­
via, nuevamente los encontramos en Machalilla, 
quizás como continuación de una forma tradicional 
de organizar los pequeños grupos habitacionales en 
forma circular.
Respecto a la localización hallamos dos tipos 
característicos: sobre las orillasdel mar y de mangla­
res, como los casos de Palmar 3, Buena Vista y 
San Pedro Alto, y por otra parte los ubicados en la­
deras de cerros y colinas, como Palmar 2, La Cabu­
ya, Valdivia Oriental y M-28.
De todas formas no podemos determinar esto co­
mo un patrón, o mejor dicho dos patrones fijos de 
asentamiento, ya que lo más probable es que como 
se hace en la actualidad, un mismo grupo familiar 
tenga cabañas estacionales las que habitan según el 
clima y las lluvias.
Hay también otros 8 sitios descubiertos por la ex­
pedición de Lanning: 4 en la costa, 2 a la orilla de 
antiguos lagos y otros 2 alejados de las costas y que 
probablemente representan residencias temporales 
en áreas de cultivo.
33
La Cultura Chorrera-Engoroy
Tras la desaparición de Valdivia y Machalilla, se el oriente amazónico. En el oriente no está suma-
establece en la costa ecuatoriana una nueva cultura, mente claro el problema, pero los recientes hallaz-
la de Chorrera-Engoroy, que se va a caracterizar por gos de la Cueva de los Tayos también plantean esa 
su amplio radio de expansión, sus extraordinarios relación.
logros de tipo técnico en la cerámica y, en forma El sitio de Chorrera, descubierto por Huerta en
aún no muy clara, va a establecer las pautas básicas 1936 y luego excavado en 1954 por Estrada, Evans
para el desarrollo de las culturas de la etapa siguien- y Meggers fue el que le dio el nombre. Se halla
te: la del Desarrollo Regional. sobre el río Babahoyo, que erosionó el sitio, dejan-
Es extraordinario cómo Chorrera abarcó zonas do a la vista un gigantesco corte'en que se aprecian
sumamente amplias y de ecologías diferentes: desde los 4.15 metros de profundidad, lo que viene a de-
el sur del Guayas, en Santa Elena, hasta la costa y mostrar una larga ocupación. El asentamiento tiene
cerros de Manabí y Esmeraldas, donde hay figuras unos 60 por 150 metros de extensión.
Tolita con rasgos netamente Chorrera. Sobre los Por lo general los sitios de este período se hallan
ríos Daule y Babahoyo y hasta Santo Domingo de lejos de la costa, sobre los cerros o al borde de los
los Colorados se encuentran objetos de esta cultura. ríos. Es evidente la mayor importancia de los asen-
Lo mismo Dasa con la sierra v probablemente hasta tamientos, el salto de tipo tecnológico en los objetos
35
de obsidiana y en la cerámica, y en la mayor dife- , , ... , ,
renciación social que se nota en los objetos de lujo “ndlc,ones d‘maticas hul"“™'
producidos. Posiblemente a parti, de Chorrera ha- d° <'as d “l»"° P«'°do extre-
j i . ,. , ma sequía. Los sitios de Libertad, Palmar v Sanyan aparecido los artesanos a tiempo completo, ya n ui x- i i- i , , y
que la realización de las botellas-silbato de varios lo- Pab ° ,eSta" ^'.¡fad°S ° ““ de sl,ios de
nos. la pintura de color p la delicadeza de la cerámi- P°b!ados Machal.lla, lo que hace pensar que estos
ca serían de otra forma imposibles. es,aban ub,cados en 2o"as sumamente ventajosas
Respecto a la fase Engorop, podemos decir que COm° para re°cuPada; Es de l¡’mvnt,„ que no 
tiene una larga historia pero que es la más reciente POSea"?°! mas información sobre esta importante 
de las etapas del desarrollo de la cultura prehispáni- et?pa ' la costa del Ecuador Ra5P“to a la ubica-
ca del Ecuador que se ha definido. Esta, con este T" PrOnolp3,“’ “ evidente que se halla tras Ma-
nombre, fue detectada por primera vez por Bushnell cha“a’ en forma paralda a Chorrera " en derta fol"
(1951) hacia los años 30, aunque con una ubica- majnserta en ella, aunque su época de finalización
,x . . x . esta discutida,
cion cronológica inexacta. Luego, con los trabajos n ... , . , . , ,
do Fcirud, ,, Uoooo „ c • i - x x- j Por radiocarbono se ubica el inicio hacia e 1000de estrada y Meggers-Evans se incluyo este tipo de -ni r. , , , „„
cerámica entre la que se denominó Chorrera. Pero " C V SeSUn P"ulsen 7 en eI 100 a C en
en los últimos años, en especial debido a los trabajos que comienza uanga a ( ).
de Bischof (1975) en Palmar, y con anterioridad los de n±¡7 9 eS}°’ 7777 ‘3 secuencia de LVnch
i , ■ tiQrt/tt , , ,irm, , (iy/z), es la mas detallada:Lanning (1964) y Lynch (1972), se comenzó a no­
tar nuevamente su importancia, detectando que los o .r„ _ .
tiestos de la región costera eran diferentes a los de la ngoroy . a ■ ■)
cuenca del Guapas. Esto desembocó en la confer- ^ngorop 4 450-350 a.C.
mación de esta nueva fase. „ -Engorop 5-6 (350-100 a.C.)
, , Resumiendo, para nosotros Chorrera-EnqoroyLa excavaciones mas importantes se realizaron en x x i i i -n , , i.. , , , , , ,, , , representa un momento clave en la arqueologíaPalmar, lugar ubicado entre los poblados de Valdi- , , , , , . ,e „ . , , . , , americana: de ser verdaderas las hipótesis referentes
vía y San Pablo. En uno de los pozos se descubrió • i . - i, . . . , H , a un origen chorrenano de Cupisnique-Chavin en el
algo interesante, en la medida en que es a compro- D - / i j x j z- > ,. . x- . lx • , .i. r H Peru (por lo menos de parte de su iconografía), debacion de un sitio habitacional: se hallaron fogones i ^^x^^x^ u - ■ i , * ... . , s los contactos con Mesoamerica que lueqo detalla-
excavados sobre un piso perfectamente empareja- „ t . , - , . ,, , , , J J mos y con otras regiones, no habría duda de su ím-
do, pozos p huecos para postes de la casa. Este tra- portancla. La gran difusión de sus formas quizás si
ajo arqueo ogico imp ica una exce ente capacidad representan la institucionalización de una religión, p
de observación y minuciosidad técnica, va aue lo x j x ,y u nca, ya que iu esto, surnacjo a que en ese momento aparecen las
que a primera vista parecen ser simpes basurales, primeras diferencias de clases sociales, artesanías y
pue e arrojar gran in ormacion so re a arquitectura arte de obvia manufactura especializada, nos está de-
y os asen amien os. finiendo ya la existencia de un Modo de Producción
Respecto a esta fase, Lanning (1964) nos dice y una estructura de relaciones sociales, quizás por 
que fueron detectados 7 sitios en Santa Elena, y que primera vez en el continente. Esta hipótesis, dada su
5 de ellos representan un retorno a la península complejidad, la desarrollamos más adelante.
36
El período 
del Desarrollo Regional
El período temporal que continuó por algún tiem­
po al formativo, es el conocido bajo el nombre de 
Desarrollo Regional (500 a.C. - 500 d.C. aproxima­
damente) y que corresponde en el resto de Améri­
ca, al nombrede “clásico” (Willey y Phillips 1958). 
Es una etapa particular ecuatoriana, en la medida 
en que el panorama homogéneo de su precedente 
formativo, Chorrera, desaparece para dar paso al 
desenvolvimiento de ocho culturas reducidas a re­
giones ecológicas claramente definidas.
Es decir, que gracias a una especialización en los 
modos de explotación de los recursos naturales y 
una particular formación socio-económica, los dife­
rentes grupos se transformaron en culturas diferen­
tes. Desde Esmeraldas, las de Tolita y Tiaone se ins­
talan en una región con una vegetación densa y ri­
ca, con muchas probabilidades para la recolección 
natural y la pesca. En función de eso nos dan la ima­
gen de pueblos que en un entorno homogéneo,.uti­
lizan conjuntamente la recolección, la caza, la pesca 
y la agricultura; y que quizás gracias al predominio 
de la tercera, se dio su extraordinario desarrollo.
Más al sur Jama-Coaque tuvo quizás una base 
determinada por la pesca y la agricultura, también 
en una región homogénea y posiblemente con gran­
des asentamientos. Tras ella, Bahía, que se caracteri­
zó por una urbanización considerable, es muestra 
clara de un desarrollo quizás diferente, basado en la 
explotación de microentornos que formaría un siste­
ma de comercio marítimo igual al de los posteriores 
manteños.
También tuvo un intenso comercio marítimo de 
conchas spondylus y otros artículos, como la sal.
Estas culturas tuvieron asentamientos más densos 
y estables que en la etapa anterior, una división so­
cial marcada, especialización artesanal y una com­
pleja práctica religiosa, además de una elaborada 
organización socio-política.
Más al sur, la cultura denominada Jambelí y la fa­
se Guayaquil de Bahía, representan grupos más 
pobres, con una subsistencia basada en la extracción 
marina de conchas, pesca y poquísima e irregular 
agricultura. En cambio Guangala debió tener una in­
tensa agricultura, al igual que Daule y Tejar, sobre 
los ríos inundables de la cuenca del Guayas. En la 
38
sección dedicada a cada una de estas culturas, las 
describiremos detalladamente.
La cultura Bahía
El inicio del período del Desarrollo Regional en la ño entre los grandes y los menores (30 metros).
costa ecuatoriana trajo aparejado un intenso Existen también 7 pozas o reservónos de agua, uno
incremento en la densidad de los asentamientos, de ellos prácticamente rodeado por el basamento I.
estructurando ya grandes poblados, que si bien no Los demás están agrupados, pero también sin orden
tuvieron una arquitectura monumental en piedra, preciso. El sitio está cruzado por un río actualmente
alcanzaron población suficiente como para ser seco, y del otro lado es probable que continúe el
ciudades, si a la vez le agregamos el hecho que algu- poblado.
ñas fueron centros de culturas extendidas. Por otra Podríamos citar a Estrada respecto de este sitio,
parte estas ciudades fueron, en ciertos casos, quien nos dice: “Por la dimensión de cada loma y la
centros de culto y ceremonia, con una población di- localización de ellas, se puede pensar en grandes ca-
ferenciada socialmente y artesanos a tiempo sas colectivas que cubrían justamente buena parte
completo. del área de cada loma. Es notable que entre loma y
Dentro de este esquema, la cultura denominada loma no hayan depósitos de tiestos; la población se
Bahía, conocida fundamentalmente tras los trabajos encontraba solamente en los sitios de las actuales lo­
de Estrada, fue una de las más importantes. Se ex- mas. Casas individuales hubiesen regado tiestos por
tendió desde Bahía de Caráquez hasta la isla de la doquier, nivelando igualmente todo el terreno. La
Plata por el sur. Ocupó asimismo la faja costera y al- concentración de tiestos en determinadas áreas ele-
gunos sitios en los cerros como Sequita. Produjo vadas de dimensiones relativamente grandes, indica
una cerámica excelente y una lítica reducida a la rsla a nuestro modo de ver, casas colectivas. Montículos
de la Plata. más pequeños y más numerosos hubiesen sido indi-
Los trabajos más importantes que se han realiza- cautivos de casas individuales. Aquél denominado D
do en relación a esta cultura son los de Dorsey parece haber sido ceremonial, por su forma más
(1901) en la isla de la Plata, Saville (1910) y Jijón regular y el muro que se nota hacia el noreste, po-
(1930 y 1951). Francisco Huerta es quien la identifi- siblemente el cercado del patio donde se reunía el
ca como tal (1940) y luego continuaron los trabajos poblado para deliberar o para celebrar sus ceremo-
de Estrada (1957 y 1962), Stirling (1963) y los de nias religiosas” (1962:72).
Santiana y Carlucci (1966). En la ciudad actual Bahía también realizó ex-
Respecto a los asentamientos, en la actualidad es cavaciones, pero siempre en terrenos de casas mo-
sólo un plano lo que poseemos, levantado por demás, debido a que el poblado primitivo está exac-
Estrada poco antes de que el sitio fuera destruido. tamente debajo del actual. En esos cortes halló pisos
Corresponde a Esteros (1962:116) y nos indica lo de piedras adoquinados con cantos rodados pero
que sería probablemente la parte central de un gran fue imposible determinar sus dimensiones. No halló
poblado que se extendería a lo largo de la costa, fragmentos de paredes o muros. Recordemos que
desde Manta hasta Esteros, incluyendo Tarqui. El Saville vio gran cantidad de montículos (1910) y de
plano nos muestra un área de 500 metros de lado basamentos de piedra, aunque a ellos los considera-
dentro de la cual se hallan 12 montículos de tierra mos manteños, es decir, posteriores. Al respecto
que según Estrada eran bases de edificios. podemos ver los capítulos sobre esa cultura.
Los montículos son irregulares, sin una orienta- En Manta también hay montículos pertenecientes
ción precisa o determinante. Diez de ellos son rec- a esta cultura: nosotros hemos trabajado algunos si-
tangulares, teniendo el mayor 200 mts. de largo y tios en la parte sur y el barrio Córdova, encontrando
una plataforma muy alta, y siendo de menor super- una enorme cantidad de montículos que van desde
ficie en la parte superior. Todos los demás son el cementerio viejo al nuevo, y que tienen cerámica
simples, salvo el numerado como D, que al parecer Bahía en sus niveles inferiores. Probablemente es la
presenta una ampliación en la base, y los A e I que sección estudiada por Jijón (1914, 1923, 1930 y
son irregulares. Hay una notable diferencia de tama- 1951) y por Saville (1907-10).
39
Personalmente pensamos y lo desarrollaremos sectores de gran acumulación de tiestos, ubicados
más adelante, que los conocidos “corrales”, que en en áreas planas y descubiertas, en especial en el bor-
realidad son basamentos habitacionales, no perte- de de la meseta, junto a la quebrada que está sobre
necen a la cultura Bahía como creyeron Jijón (él los la bahía de acceso a la isla.
llamaba Proto Panzaleo I) y Estrada. Lo más pro- Es probable que la isla haya tenido importancia de
bable es que los continuadores de este pueblo hayan tipo ceremonial, pero también es factible la habita-
edificado sus edificios (Manta, Terrazas, Jaramijó, ción esporádica. La condición desértica de la isla y
etcetera) sobre montículos anteriores, ya sea como la casi ausencia de agua dulce, hacen ésta última su-
una reocupación o como una continuación habita- mámente difícil. De todas formas fueron hallados
cional. En los sectores respectivos explicamos cada anzuelos y pesos de red, que bien pudieron pertene-
ca|° cer a pescadores posteriores. Recordemos que en la
En el plano en el que presentamos los montículos isla fueron hallados tiestos manteños 
Bahía de la parte sur de Manta, dado que están En el sitio Tarqui, Stirling realizó un trabajo corto
cortados por la ciudad y las calles actuales, nos ha de excavación hace varios años (1963). El asenta- 
sido imposible determinar sus dimensiones. miento, sin restos arquitectónicos ni de montículos,
Respecto a la isla de la Plata es poco lo que sabe- tenía una extensión de unos 45 a 60 metros’, en for-
mos, salvo suimportancia como centro ceremonial. ma paralela a la costa. La profundidad de 4.50
Los trabajos de Dorsey y de Estrada habían dado la metros de restos culturales demostraron un poblado 
imagen de un sitio dedicado exclusivamente al cul- denso y sumamente prolongado en el tiempo. Los 
to, pero actualmente fueron detectadas gran canti- asentamientos de esta cultura, dispersos tanto en la
dad de cerámicas utilitarias y restos de fogones. La costa (Manta, Tarqui) como en la sierra (Sequita),
isla tiene sólo acceso y en su parte superior hay 9 así podrían demostrarlo.
40
La fase Guayaquil
Durante los años 1966 y 1967, los hermanos Par- está ubicado al norte de la actual ciudad, en los
ducci realizaron una serie de trabajos arqueológicos terrenos que antiguamente ocupaba el pueblo de
en la parte norte del actual Guayaquil. Mediante és- San Pedro, en las cercanías del Colegio Aguirre
tos determinaron una fase cultural que denomina- Abad, no lejos de la avenida de las Americas. Según
ron Guayaquil. Los trabajos presentados son pocos Holm (comunicación personal) en cambio, el sitio
(1967, 1970 y 1972), además de los realizados por era un lugar de reunión hasta hace pocos años,
los Marotzke (1968 y 1970). También Porras (1975) de indígenas que se reunían para la fiesta de
realizó una síntesis de esos trabajos, aunque plantea San Pedro, y no un poblado. En este lugar, en la
que los elementos existentes no son suficientes co- planicie ante los cerros, se'encuentra un gran salitral
mo para crear una fase aislada, en especial por sus lleno de agua 9 meses del año. La región tiene las
grandes similitudes con la cultura Bahía. características de la zona, es decir, es extremada-
Según los autores anteriormente citados el sitio mente húmeda y calurosa. Tiene excesivas lluvias 
41
en una'época y durante la temporada seca una total cia a este asentamiento nos dice Marotzke (1970),
falta de agua. La vegetación es pobre y típica de las que “en este lugar, la distribución de los paraderos o
sabanas de la región, demostrando un entorno poco casas es muy irregular. La distribución entre ellos
favorable para el desarrollo de una cultura. Pero varía mucho, de 7 a 15 mts. La base alimenticia de­
pensamos que esta región debió haber cambiado el bió estar estructurada fundamentalmente con la caza
clima en los últimos tiempos y en especial en los tres y pesca. Todavía gran cantidad de aves habitan en
últimos siglos. En ese sitio vivieron pobladores hasta la laguna formada en el estero en la época de
finales del siglo XIX, pero no se sabe con certeza si lluvias”. Quizás antiguamente esa sería una laguna
fueron o no los continuadores de los hallados por estable que hasta podría proporcionar pesca de al­
ios españoles en la región. gún tipo. La cantidad de morteros hallados fue muy
Allí fue localizado un enorme asentamiento que escasa en relación a otros objetos. Las fechas de
los autores definen indistintamente como “basurero”, radio-carbono dieron los siglos III y II a.C. También
o como “paradero” y luego hablan de que “localiza- se pudo establecer un probable crecimiento del
mos así la acumulación del material dentro del asentamiento en función del tiempo. Personalmente
perímetro de cada vivienda”. Desgraciadamente no no creemos que haya sido un sitio de envergadura
queda claro si hubo o no restos de viviendas y de qué aunque sí extendido.
tipo. Sería por demás interesante el que se pudiese de-
Además fueron hallados diversos entierros y gran finir mejor esta fase, o bien como expresión regional
cantidad de tiestos, figurillas y objetos de piedra, de la cultura Bahía o en otro caso, como una cultura
hueso y concha. La capa fértil arqueológica dio en sí misma.
unos 70 cm. promedio de profundidad. En referen-
42
La cultura Guangala
Una de las etapas más interesantes del Desarrollo asentamientos es que dos fueron ocupados en la
Regional es sin duda la cultura Guangala. Esta se época temprana, sólo uno en la tardía y todos los
desarrolló en la región comprendida entre la isla de demás durante el período medio. Es evidente que el
La Plata y Chanduy, a lo largo de la costa y en la ba- mejoramiento climático se inició en Engoroy y cúlmi-
se de los cerros que forman la cordillera de Co- nó en Guangala Medio, seguido rápidamente de
lonche. una larga etapa de desecación. Los sitios de la épo-
La región es semiárida, en especial la península ca media estaban localizados tanto cerca de la costa
de Santa Elena, que hoy está prácticamente des- como en el interior. El sitio OGSE 46 fue sin duda el
poblada aunque antiguamente el clima fue diferente mayor en dimensiones e importancia.
(Sarma 1973 y 1974). Los ríos que descienden de En Santa Elena fueron ya identificados 36 sitios
la cordillera de Colonche (unos 100 metros de altu- de la cultura Guangala (Paulsen 1970) casi todos
ra) cortan el paisaje y a lo largo de ellos se debió cul- sobre la terraza de 10 metros de altura. Además,
tivar intensamente en la época prehispánica. dentro de la lista que incluimos se destacan los si-
La geografía de la península de Santa Elena, la guiente$ sitios: Palmar, donde fue hallado un grupo
única región estudiada de esta cultura, está confor- de 5 asentamientos separados; Loma Alta, de más 
mada por terrazas escalonadas desde 3 a 100 metros de 1 km. de extensión; Guangala, en donde todo
de altura cortadas por los ríos, sobre las que se en- alrededor del pueblo hay gran cantidad de sitios pe-
cuentran los antiguos asentamientos. queños, y La Libertad, de varios kilómetros de ex-
Los trabajos realizados en la región son los de tensión, con una continuidad temporal desde Valdi-
Bushnell en los años 30 (1951), los de Ferdon en la via hasta Manteño.
Florida (1941) y en 1944 Osgood realiza diversas También es importante el sitio G51 de Bushnell
recolecciones superficiales, aunque no publica sus (1951), ubicado en las cercanías de La Libertad, ya
resultados. Más adelante realizan varios viajes Meg- que presentó un gran montículo funerario, de 2.50
gers, Evans y Estrada, quien publica los informes en m. de altura y 40 m. de diámetro.
dos trabajos (1957 y 1962). El trabajo más completo Hace pocos años, Jorge Marcos (1970) realizó un
e importante es sin duda el de Paulsen (1970). Más trabajo interesante en la entrada de la Pampa de
adelante trabajan Lanning (1964), Sarma (1973 y Pichilingo, sobre el río Zapotal en las cercanías
1974), Stothert (1976) y otros, transformándose así de Chanduy, donde halló un sitio-taller de cazadores
en una de las regiones más estudiadas del Confinen- guangaleños. Este sitio está compuesto por varios
te Americano. montículos, el mayor de ellos de 5 por 12 y 1.60
La primera expedición importante a esa región metros de altura, que probablemente fueron basura-
fue la de Lanning (1964) quien consideró a Guan- les de montículos habitacionales. Debieron ser las vi-
gala como “el complejo cultural más elaborado de la viendas de cazadores que vivían en la periferia de
costa”. Ellos detectaron 24 sitios en la península, los un poblado más grande, el Guagalsán de hoy, y de-
cuales fueron clasificados como “villas”, mientras dicaban su tiempo a la cacería.
otros 4 lo eran fuera de ella. Un sitio resultó ser sólo No existen referencias arqueológicas respecto al
superficial y fueron también ubicados 9 pozos utili- tipo de viviendas, pero es indudable que serían de 
zados durante esa época. caña y techo de paja, recubiertas en los muros por
Cronológicamente fueron definidas tres etapas: barro o estuco. Existen impresiones de cuerdas en
temprana (650-800 d.C.), media (500-650 d.C.) y fragmentos de estuco, probablemente provenientes 
tardía (100 a.C.-500 d.C.). Lo interesante de los de esas paredes.
43
Sitios de la cultura Guangala en la península de Santa Elena 
(según Paulsen 1970: 34-35)
Sitio núm. Localización Tipo de sitio Sitio núm. Localización Tipo de sitio
3 Río Hondo superficial 82 Anconcito basural
17 Carolina superficial 92 Punta
Concepción basural
Sitios de Lanning (1964) 154 Carolina pozo
y Paulsen (1970)155 Carolina pozo
177 San Pablo pequeño basural
18 Santa Rosa 181 Tigre basural
(oeste) pequeño basural 165 Manglaralto basural
19 A,B,C San Jacinto basural 166 Palmar basural
23 Muey Pozo 172 Valdivia basural
24 Muey pozo 175 Buena
27 La Libertad pozo Vista basural
30 Carolina pozo 182 Loma
36 Río Las Vegas superficial Alta busural
40 A,B Milina basural 183 Guangala basural
43 Milina (oeste) pequeño basural
44 San Raimundo pequeño basural Sitios de Bushnell (1951)
45 Río Santa Rita pozo
46 La Libertad basurales y 124 Real basural
Pozos 128 Ancón basural
50 Ballenita pequeño basural 130 Tambo basural
32 Ballenita basural 145 Guangala basural
3? Santa Rosa 160 Azúcar basural
(este) pequeño basural
60 MueV Pozo Sitio de Osgood
65 B Aeropuerto
Salinas basural 142 Ballenita basural
44
La cultura Jambelí
Esta cultura costeña fue descubierta y estudiada 
por Estrada, Meggers y Evans (1964) entre los años 
1958 y 1961. Es interesante ver como, a pesar de 
su pobreza cultural, fueron excavados y analizados 
33 sitios arqueológicos por esos investigadores.
La región ocupada por los portadores de esta cul­
tura fue la desembocadura del Guayas, la isla de La 
Puná y la parte del Morro, es decir la región de los 
pueblos de Posorja y Playas. Por el sur se exten­
dieron hasta Tumbes en el Perú actual. Asimismo 
las islas de Pongal y Jambelí tienen ocupación de 
esa cultura. En la actualidad la región quizás no po­
see la misma ecología que en la época arqueológica. 
Una continua desecación, manglares y grandes sa­
litrales, marcan un entorno pobre que si bien ahora 
es más pobre que antes, no permitió el desarrollo de 
una cultura importante.
Todos los sitios estudiados consistieron en con- 
cheros. es decir en montículos bajos, resultado de 
la acumulación constante de conchas, restos de pe­
ces y otros objetos, como tiestos, piedras, etcétera. 
En seis sitios de la provincia del Guayas los conche- 
ros no arrojaron cerámica.
Por lo general la profundidad de las acumula­
ciones no excedió los 50 cm. pero llegaron en un 
caso a 1.60 mts. de espesor. Los sitios midieron un 
máximo de 150 por 40 metros, pero por lo general 
tenían un radio de unos 10 a 30 metros. Tenemos 
referencias también de la existencia de un sitio de 
gran envergadura, que ocuparía varias hectáreas 
de superficie y hasta 10 metros de altura (Holm, 
comunicación personal.)
Existen sitios de ocupación anterior, incluso desde 
Valdivia, como es el caso de la actual ciudad de Po­
sorja. Hay asimismo sitios sobre las cumbres de pe­
queños cerros.
Por lo general los restos culturales son extremada­
mente pobres, a tal grado que había una carencia 
casi total de cerámica. Pocos objetos de piedra y na­
da de metalurgia, muestran un contexto de perso­
nas en grupos pequeños, con una base alimenticia 
fundamentalmente extractiva de conchas y pesca, 
más una dieta auxiliar agrícola, demostrada por la 
existencia, aunque pequeña, de morteros y manos 
de moler.
45
Sitios en la península de Posorja.
Sitios en la isla de La Puna.
46
La provincia de Esmeraldas
Dado que todavía no existen, salvo para la isla de patrón fijo de ubicación; por ejemplo: Balao está
La Tolita, trabajos que nos delimiten claramente las sobre la playa, Rincube sobre los cerros del interior,
diferencias entre las culturas arqueológicas corres- La Esperanza sobre la orilla de un río y Fornillos
pondientes al Formativo, al Desarrollo Regional y al sobre los cerros de la playa. Otros sitios, como el
período de Integración Regional, es que hemos de- Maizal, se encuentran sobre laderas, mientras El
cidido reunir todos los datos que tenemos de esta Arenal está ubicado en un estero. De todas formas y
provincia en un solo tema. Lo que corresponde a La como es lógico suponer, predomina un patrón cos-
Tolita lo hemos incluido a continuación de estas pá- tero y ribereño y se sabe que el agua fue el sistema
ginas. de comunicación más rápido en la región.
La provincia de Esmeraldas es grande y poco Las bases de sustentación de las poblaciones
poblada. La región es dificultosa para los trabajos de fueron diversas, siendo la más importante la reco-
investigación debido a la gran vegetación que la lección natural. La pesca, la caza y la agricultura,
cubre y los extensos pantanos; recién en los últimos debieron jugar papeles de distinta importancia para 
años se han ampliado los caminos y abierto otros cada sitio.
nuevos. La extensión de los asentamientos, salvo en el ca-
Todo a lo largo de los ríos del interior y sobre la so de la ciudad de Atacames, no fue demasiado
costa existen gran cantidad de sitios arqueológicos y grandes; la zona de Balao es de 1 km. cuadrado de
concentraciones de tiestos sobre montículos, los que extensión y tiene 6 yacimientos interiores de un má-
recién comienzan a ser estudiados. ximo de 2 500 metros. El Maizal arrojó una superfi-
Muchos trabajos se han realizado acerca de esta cié de 4 200, Vuelta Larga unos 2 100 y Puerto Ga-
región, quizás una de las más ricas en cerámica y viota 745 metros cuadrados.
oro del mundo. Podemos empezar citando a Saville Respecto a densidades Balao dio la máxima: cal-
(1910 y 1925) quien, desgraciadamente, nunca lie- culando casas individuales de 50 m2, lo más pro-
gó a publicar un trabajo tan espléndido como el de bable habría sido una población de 50 personas para
Manabí. Más tarde trabajaron en la región Max Uhle cada yacimiento interior de 2 500 a 3 000 metros
(1927 a y b) y D’Harcourt (1947). Asimismo nos de- cuadrados, es decir unos 300 habitantes para toda
jaron amplios trabajos Dorsinfang-Smets (1949) y la zona arqueológica. En el caso de la región Puerto
Corbett (1953), sólo para citar los más conocidos re- Gaviota-Tonsupe, cercana a Balao, en una longitud
alizados antes del resumen general de Betty Meg- de 14 km. presenta 18 asentamientos cercanos
gers (1966). sobre la costa. El cálculo de habitantes arrojó la
En los últimos años la Universidad de Madrid ha cifra de unas 60 personas por kilómetro lineal, 
comenzado una larga serie de trabajos arqueológi- La región Castelnuovo-Atacames es la más densa
eos en la región, en donde ya se han detectado un y probablemente coincida con la Tacamez de los
centenar de sitios, e incluso, uno de sus miembros cronistas, los que nos hablan de una ciudad con va­
ha realizado el primer trabajo sobre asentamientos rios miles de casas, calles, etcétera. La superficie ocu-
humanos en el Ecuador (Guinea 1972). pada por este sitio es enorme y linealmente mide
La ecología de la región es bastante homogénea; unos 6 km.; se han hallado unos 20 montículos de
la costa arenosa, en ciertos sitios con altos farallo- hasta 52 metros de largo. Una zona estudiada de 800
nes, es el límite para una densa vegetación tropical y por 400 metros arrojó 17 montículos y una densidad
lujuriante. Recorrida la región por muchos ríos y aproximada de 344 habitantes por kilómetro cuadra-
pantanos es de atmósfera calurosa, pesada, y el lu- do, lo que daría para el conjunto una cifra de 2100
gar está repleto de alimañas y animales. personas.
Respecto a los asentamientos estudiados en la ac- Es probable la existencia de dos tipos de edificios:
tualidad podemos resumir los siguientes datos: de las casas comunes, sobre columnas de madera, pa­
los 77 sitios conocidos, por lo general no existe un redes de caña o madera y techo de paja, y otras sin
47
columnas y ubicadas sobre montículos. De las pri- se dan dos variedades: el de playa abierta como
meras nos habla Cabello Balboa (1945) en el siglo Tonsupe, que se especializaría con exclusividad en
XVI, diciéndonos que “desde este río de San Juan la pesca-recolección y los que se hallan sobre los
de que vamos entrando, hasta el de Santiago junto cerros, como en el caso de Balao, que tendría una
a la isla del Gallo, y más de treinta leguas de tierra agricultura desarrollada. Habría que estudiar un po-
adentro, tienen los naturales sus casas y moradas en co más detenidamente si estos dos subtipos pertene-
barbacoas, altas del suelo casi dos estados,

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