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DEPARTAMENTO MEDICINA PREVENTIVA Y SALUD PUBLICA Facultad de Medicina Universidad de El Salvador ARTICULACIÓN SOCIAL DEL PROCESO SALUD- ENFERMEDAD A TRAVÉS DE SU CAUSALIDAD ESTRUCTURAL Nueva Propuesta Teórica Conceptual en el Desarrollo del Pensamiento Epidemiológico POR Ernesto Alfonso Selva Sutter San Salvador, mayo de 1986 Índice INTRODUCCION ............................................................................................................................................. 3 SOBRE CONDICIONES, CAUSALIDAD, CAUSAS, EFECTOS Y DETERMINACION CAUSAL. ............................. 14 SOBRE ENFERMEDAD Y SALUD, LO NORMAL Y LO PATOLOGICO, ETIOLOGIA Y PATOGENESIS ................. 35 CARÁCTER SOCIAL DE LA ENFERMEDAD. LA ENFERMEDAD COMO FENOMENO SOCIAL Y SU ARTICULACION CON EL RESTO DEL PROCESO SOCIAL ................................................................................ 51 SOBRE LA CONTINUIDAD DE PROCESOS SOCIALES Y BIOLOGICOS COMO PROCESO CON CARACTERISTICAS BIOLOGICAS DENTRO DE LOS PROCESOS DE SALUD-ENFERMEDAD. ........................... 67 SOBRE LA ADQUISICION DE LAS MANIFESTACIONES BIOLOGICAS DEL PROCESO BIOSOCIAL ENFERMEDAD A TRAVES DE ESTRESORES Y DEL ESTRÉS. ....................................................................... 72 CAUSALIDAD ESTRUCTURAL Y ARTICULACION SOCIAL DE LA ENFERMEDAD INFECTOTRANSMISIBLE HUMANA .......................................................................................................... 93 CAUSA ESTRUCTURAL Y ARTICULACION SOCIAL DE LA ENFERMEDAD NO INFECCIOSA .......................... 158 LA CAUSALIDAD ESTRUCTURAL Y LA ARTICULACION SOCIAL DE LOS PROCESOS CARENCIALES O DE EXCESO DE NUTRIENTES .............................................................................. 164 LA CAUSALIDAD ESTRUCTURAL Y LA ARTICULACIÓN SOCIAL DE LOS PROCESOS PATOLÓGICOS EN QUE PARTICIPAN XENOBIÓTICOS .................................................................... 174 C O N C L U S I O N E S ........................................................................................................................... 183 3 INTRODUCCION “Nada está perdido en la historia; tarde o temprano cada idea creativa encuentra oportunidad de desarrollo y añade su color a la llama de la vida “ Will Durant. En la actualidad, como desde el principio de su existencia, la especie humana se enfrenta a los riesgos de enfermedades, injurias, desastres naturales y muertes prematuras así como a la necesidad de descubrir remedios y medios para prevenir dichas amenazas y a la necesidad de encontrar explicaciones para la ocurrencia de tales fenómenos. Esta necesidad, ha estimulado al humano, para que haciendo uso de su inteligencia, haya desarrollado paulatinamente las ciencias, que comenzando como una interpretación de lo desconocido han fluido hacia el desarrollo de hipótesis, a las pruebas, a los logros, al descubrimiento de misterios, a constituirse como artes e incluso al conocimiento; mas no siempre, a la sabiduría (9) que permite penetrar los misterios y aprovechar al máximo los conocimientos. Situación lamentable, ya que los hechos pueden no representar nada por sí mismos y son incompletos, excepto en relación a un propósito, a un todo y tampoco tiene mayor significado sin una perspectiva y sin una evaluación. De manera, que no resulta especialmente extraño el que todavía encontremos dificultades para conceptuar adecuadamente la naturaleza de los fenómenos de salud y enfermedad, a pesar del cumulo de conocimiento que se han generado en relación a ello. No resulta extraño que fallemos en reconocer que la práctica de la medicina curativa tradicional, la epidemiologia, la medicina preventiva y de la salud pública, inspirada en los modelos teóricos en vigencia, no nos ha conducido a resultados deseables, especialmente cuando evaluamos los logros a nivel colectivo; excepto en la selecta instancia de algunos países o regiones y específicamente para el caso de algunas dolencias. Tampoco resulta extraño, que a pesar de ello, continuamos basando y diseñando la práctica de prevención, atención y curación de los procesos de salud- enfermedad en el concepto de que se trata de procesos eminentemente biológicos, entendidos como tales dentro de los modelos unicausal o multicausal biologista; dentro de las características de la triada ecológica natural de la enfermedad; haciendo poco caso a la evidencia que señala la necesidad de estudiar e incorporar a otros factores, especialmente aquellos de carácter social, en la planificación de medidas prácticas de efectividad. 4 En efecto, la eficacia de la mayoría de sistemas de salud ha sido precaria para tratar eficientemente con los problemas de salud-enfermedad; sus limitados éxitos, han sido insuficientes para contrarrestar los fracasos y al igual que hace aproximadamente siglo y medio, ha tomado auge la idea de que la naturaleza de los problemas de salud y enfermedad no puede entenderse al margen de la sociedad en que ocurren y están articulados en la estructura económica-social (2,11,12,13,17,18,19) del medio particular en que se observan. Lo anterior, es especialmente comprensible ante el fracaso evidente de la mayoría de “sistemas de salud” en países subdesarrollados del mundo occidental; ante la transformación del panorama patológico a lo largo del tiempo; el predominio de determinado tipo de patología en una sociedad, diferente a la predominante en otra en determinado momento; y ante el hecho de que la problemática de salud difiere de una clase social a otra, dentro de la misma sociedad (2,11,13,15,16,17,18,19). Pero sobre todo, es comprensible ante y es representado mas dinámicamente, por la extraordinaria regularidad con las que diferentes tipos de enfermedades han reemplazado unas a otras como problemas centrales de salud, en algunas sociedades, a medida que consecuentemente, se ha transformado de rurales y agrarias a urbanas y tecnológicas (5). En dichas sociedades, la primera consecuencia percibida en la salud, inmediata a esa transformación, fue un incremento en las enfermedades de masas que han plagado a la humanidad desde sus principios: cólera, fiebre tifoidea y tuberculosis (5). Luego de alcanzar un máximo, la frecuencia de tales dolencias comenzó a declinar……. Y este declive continuo por mucho tiempo a un ritmo estable, en ausencia de programas específicos efectivos, vacunaciones o drogas y comenzó antes de que alguien pudiera siquiera observar específicamente a algunos de los “agentes etiológicos” involucrados (1,2,3,5,6,8,15,16,18,19,28). No obstante, las personas pertenecientes a los grupos más desposeídos continuaron manteniendo un mayor riesgo de enfermar y continuaron enfermando más frecuentemente, que el resto de la población (2, 15, 16, 18, 19). A medida que se concretaba la transformación social y la frecuencia de las enfermedades infecciosas de masas entraba en franco declive, los problemas centrales de salud fueron entonces; por ejemplo, el raquitismo en Inglaterra y la pelagra en Estados Unidos; para ser reemplazado, a su vez, como problemas centrales de salud en estas sociedades, por alguna de las enfermedades de la infancia y la niñez temprana: diarrea, tosferina, difteria, fiebre escarlatina y otras, aproximadamente al tiempo del cambio de siglo (5). Tales enfermedades, no aparecieron repentinamente (tampoco la tuberculosis y la fiebre tifoidea han desaparecido de dichas sociedades), sino que alcanzaron una frecuencia predominante, reflejada en un sistema de registros; para luego comenzar a declinar y otro cambio fue observable entonces: el incremento de la frecuencia de ulcera péptica en ambas sociedades, especialmente la británica, lo que sucedió en el periodo entre lasdos guerras mundiales. Posteriormente, la ulcera péptica también comenzó a declinar en frecuencia, rápidamente, para ser sustituida por las enfermedades llamadas crónicas- 5 degenerativas (hipertensión, accidente cerebro-vascular, enfermedad cardíaca aterosclerótica, cáncer, desordenes mentales, artritis, diabetes, etc.), que ahora ocupan la posición de problemas centrales de salud en tales sociedades y para las cuales parece haber evidencia, si bien no definitiva, de que han comenzado a declinar a partir de aproximadamente 1950 (5,15,32). El descenso ha sido sin embargo particularmente claro en el caso de la enfermedad cardiaca coronaria y del accidente cerebro vascular (31). En el caso de las enfermedades de la infancia y de la niñez temprana, se señala que la mejora reconocible del ambiente, desde el punto de vista de salubridad y que los programas de inmunizaciones, pudieron tener un impacto definido que explica tal descenso. Sin embargo, no lo explican en su totalidad, ya que en los países escandinavos que no tenían programas de vacunación específicos por ejemplo, contra la difteria, la enfermedad mostro un descenso tan dramático como en aquellos que si los tenían (5,8,15,19), en los cuales también el descenso comenzó antes, a un ritmo que se mantuvo aproximadamente igual al que se observo después de introducir la medida de vacunar (5,8,15,16,19) y en un marco de cambios operados en la sociedad introducidos principalmente por razones diferentes a la de mejorar directamente la salud de la población (2,14,15,16,18,19,28,31). La mejora en las condiciones socioeconómicas, se ha señalado como probable causa del descenso de la mortalidad por enfermedades respiratorias agudas en Europa y América del Norte, observado durante la primera mitad del siglo, antes de que se aplicaran métodos específicos preventivos o terapéuticos (14,15,16,26,28); y en orden de eficacia, se considera que los países desarrollados han controlado la mortalidad y morbilidad por infecciones respiratorias agudas en niños, como resultado de tres tipos de medidas: mejora de las condiciones sociales y ambientales, aumento de la resistencia individual a la infección debido a una nutrición e inmunización más adecuadas y mejor tratamiento clínico de los pacientes con infecciones respiratorias agudas (25). Las mejoras en el nivel de vida, ambiente de vivienda, trabajo y una mejora nutricional, explican en mucho y por otra parte, el descenso de la tuberculosis1 y otras enfermedades de masas (14, 15, 16, 18, 19, 28). Este fenómeno, se presenta ante nosotros, con muchas características de un experimento natural que se ha desarrollado con tremendas proporciones, pero sin ser reconocido en toda su extensión. Estos hechos, no por carecer de la difusión y reconocimiento que se desea, dejan de servir de apoyo al concepto del carácter histórico, social y dinámico, de los procesos de salud y enfermedad y justifican la inconformidad con las interpretaciones que más comúnmente se dan a los mismos y la necesidad de analizarlos en su relación con los procesos sociales que los determinan parcialmente y dentro de los que son interpretados como estados de salud y enfermedad. Parte del problema se ha derivado, de que aunque el prestigio de la medicina tradicional de corte occidental tiene bases muy reales y ello nos puede haber 1 A la práctica de aislar a los casos reconocidos, se le reconoce alguna influencia en el descenso de la tuberculosis. 6 conducido a institucionalizar su práctica; a menudo, se le ha dado crédito por los logros en los que muy poco, si es que algo ha realizado, al menos independientemente, directa y deliberadamente; pareciendo que en la interpretación de algunos de estos logros, se hace uso de una manera de pensar similar a la que señala el doctor Hanz Zinsser, que se usa, cuando se interpretan a la ligera algunas fases de la historia guerrera y resulta que “las epidemias son culpadas por las derrotas, mientras, los generales logran el crédito por las victorias” (34). Como nos indicaría el ejemplo de la disminución e incluso la desaparición de algunas enfermedades infecciosas del seno de algunas sociedades, cuando se interpretan tal descenso en frecuencia o las sucesiones de cambios, como producidos por la efectividad de programas de salud u otras intervenciones deliberadas, resultantes de las “maravillas de las ciencias de la salud”; cuando realmente estas disminuciones se iniciaron y continuaron después de un incremento ante el que no pudimos oponer nada deliberadamente; cuando no se conocían ni los rudimentos de la casualidad de las dolencias y en ausencia de programas específicos, vacunaciones o drogas (1,2,3,5,6,14,15,16,18,19,21). Además toda idea que se enfrenta, discutiendo a la idea dominante, encuentra oposición de parte de las instituciones justificadas por la idea dominante, tanto espontáneamente, como porque aceptar la idea contrapuesta o impulsarla, implicaría un atentado a su naturaleza (2, 12, 18). Así también, como el inusitado acomodamiento observable en las instituciones cuando consecuentemente al logro de sus metas o más a menudo al fracaso en el logro de las mismas, comienzan a dirigir sus esfuerzos más a mantener su estructura formal o hacia cambiar sus metas. Entonces, la idea dominante se dogmatiza, con el consecuente rechazo rico en susceptibilidad de aquellas ideas que no se ajustan al dogma o si la evidencia a favor de la idea nueva es concreta, válida e importante, ésta se acepta como un hecho; pero, sin convencimiento, sin adoptar una actitud práctica coherente con la comprensión y la aceptación de tal idea sin entenderla. De manera que no resulta extraño, que en la actualidad, exista un reconocimiento casi universal de la importancia de lo social en el proceso de generación de las enfermedades, incluso un reconocimiento de su carácter social más allá de lo que ha sido científicamente demostrado; pero, una negación del mismo en la práctica (18,19), siendo ello más detectable a nivel institucional; y que, especialmente en nuestros países subdesarrollados, el concepto se aplique muchas veces, solamente para “señalar la generalidad infinita del mal y propone soluciones de hormiga” (7). Pero, por otra parte, muchos autores, ha venido señalando hechos que nos indican la imperante necesidad de abordar el estudio, la comprensión y la posible solución de los diversos procesos de salud-enfermedad, con un alto grado de responsabilidad social (2, 3, 4, 5, 6, 10, 11, 12, 13, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23,24,25,28,29,30,31,32,33); y algunos de ellos han señalado la necesidad de reconceptualizar la epidemiología, reconstruir el objeto de su estudio, de reubicar la práctica clínica y de desarrollar sobre todo, una nueva manera de pensar al respecto (2,17,18,19). 7 Se ha señalado, la insuficiencia de los modelos médicos y epidemiológicos en vigencia para dar cuenta de la naturaleza, la casualidad y otros aspectos de los fenómenos de salud-enfermedad, especialmente debido a su carácter esencialmente agnóstico, reduccionista, biológico-fisicista, que no permite en la mayoría de casos, la incorporación afectiva de lo social en la explicación (2,10,13, 17,18,19). Como también se han señalado algunas limitaciones que se presentan para concretar un nuevo enfoque, para desarrollar una nueva forma de pensar y tal vez en un nuevo modelo de estudio, dentro de la tarea de explicar y solucionar los problemas de salud-enfermedad (2, 10, 12, 18,19). Tales limitaciones consisten, principalmente, en que no hemos contado con un concepto satisfactorio de causa que explique este aspecto de los fenómenos de que se nos presentan. Esto, tiene un carácter más serio en el campo de salud-enfermedad puesto que aún el objeto de estudio no está claramente definido; algunas veces se conciben dicotómicamente la salud y la enfermedad;otras se ven como expresiones du un proceso dinámico. En ambos casos, se parte de un concepto empírico de cada componente y rara vez se le concede identidad propia en su perspectiva poblacional, siendo así que la salud y la enfermedad colectiva, se conceptúan como una sumatoria de casos individuales. Cuando hemos llegado a constatar el carácter social de tales fenómenos, al menos en algunos de sus aspectos, nos encontramos con la carencia de una base teórica para interpretarlos como fenómenos sociales, para explicarnos como se articulan con el resto del proceso social, lo que a la vez de exigir el análisis y explicación de la casualidad y de otras categorías, nos indica la urgente necesidad de apreciar la especificidad (relativa)2 de los social y lo biológico en su determinación e interpretación y consecuentemente, nos exige clarificar la forma en que los procesos sociales (biosociales)² se traducen (se continúan)² en procesos biológicos (biosociales)² (16,19), que son los que tradicionalmente terminamos interpretando como “estados” de salud o enfermedad, al continuarse y al expresarse de acuerdo al criterio usual, biológicamente en el individuo y en la población. Además, nos plantea la necesidad de explicar cómo, esos procesos a su vez, determinan el carácter del proceso social general determinante de los mismos. Consecuentemente, apoyado en el concepto de causa estructural (27), que permite la incorporación efectiva de todo tipo de factores etiológicos y con importancia igual para la explicación de la causalidad de los fenómenos, además de con el convencimiento de que la naturaleza de los procesos de salud-enfermedad, no puede ser estudiada y comprendida adecuadamente al margen de la sociedad en que ocurren estos, pues se encuentran articulados en el hecho social general aún en cuanto a su causalidad, se encuentran articulados en la estructura económica-social del medio particular en que ocurren, me propongo establecer los fundamentos de tal convencimiento, explicando la necesidad de que factores etiológicos, de naturaleza social, sicosocial o de carácter natural, interactúen con otros – hasta ahora considerados según el caso, de naturaleza propiamente biológica, física, química, biofísica o bioquímica – bajo un mecanismo propio dentro de los procesos de salud- 2 Los paréntesis son responsabilidad del autor 8 enfermedad, todos los procesos dotados de dinamismo, haciéndolos así proceder hacia lo indeseable, la incontinuidad, la disfunción y el malestar, guiando al proceso en el sentido de la enfermedad; fenómeno que al estar presente individual o colectivamente se articula al proceso social general de inmediato e influye decisivamente en él. Apuntalaré también la razón de este convencimiento, señalando como, la articulación social de la enfermedad es un hecho de causalidad, no solamente porque algunos factores etiológicos reconocidos como de naturaleza social, por ser o depender de procesos o mecanismos enramados en el sistema productivo-distributivo de la sociedad en que ocurren, no simplemente coinciden, sino que interactúan con otros factores en la instancia que se ha tenido como la de inicio de los procesos de enfermedad, sobre todo cuando se le conceptúa individualmente; sino, porque partículas, substancias o elementos considerados de naturaleza física, química o bioquímica (xenobióticos) - cuya presencia o ausencia (xenobióticos carenciales) ha sido considerada incluso “la causa” de muchas dolencias – se presentan como factores etiológicos en la etiopatogenia de las mismas, en la mayoría de casos al momento, como productos que son finalidades del sistema productivo–distributivo, son productos colaterales o son inherentes al sistema que se ha desviado del proyecto de realización colectiva (2) y que son factores que a pesar de conservar su carácter físico o químico original, adquieren la capacidad de actuar como factores etiológicos, cuando ya ha podido adquirir el carácter de productos sociales y así pueden actuar en la interacción que presenta un mecanismo propio, determinado a su vez en mucho, por mecanismos que forman parte del sistema señalado. También, porque, partículas o células, igualmente consideradas comúnmente “la causa” de otras muchas dolencias, adquieren al presente, la capacidad de actuar como factores etiológicos en la instancia particular de determinadas dolencias, en gran medida en virtud a procesos sociales, que también han sido y continúan siendo determinantes, para que sean los microorganismos que reconocemos como participes en ciertas dolencias y no otros de los miles que han podido ser, los que participen realmente en ellos; pues ello se ha establecido así mediante la acción determinante de procesos biológicos y sociales que serán analizados más ampliamente. Siendo asimismo un hecho, que estos factores, ya en su carácter biosocial interactúan con otros de carácter social y de carácter, en la instancia que se ha considerado también de inicio de los procesos de enfermedad de este tipo; procesos de interacción que se desarrollan como un mecanismo propio, determinado parcialmente por mecanismos constituyentes del sistema social imperante. Es decir, porque tanto el carácter de “xenobiótico” como el de “patógeno” adjudicado a algunas substancias o microorganismos y que los señala con el potencial de causar daño al humano, no depende solamente de sus propias características naturales y especiales, sino, en realidad, de la interacción de estas con procesos sociales. La explicación anterior, vendría a reforzar el concepto de una articulación social de la enfermedad o de los procesos de salud-enfermedad, pues tal relación no estaría limitada a que, como ya ha sido señalado, los procesos de salud-enfermedad evocan 9 reacciones sociales de interpretación, explicativas y correctivas (10, 18, 19) o a que independientemente de tal reacción al presentarse, los procesos de enfermedad, influyen decisivamente en proceso social general: sino, que la articulación existiría también a nivel de causalidad o determinación; en donde el carácter social seria determinado, más que a través de una transformación de procesos sociales en procesos biológicos, por una interacción de procesos sociales y biológicos conducentes a adjudicar un carácter físico social, químico social, sicosocial o biosocial a algunos elementos o factores etiológicos, que ya entonces pueden interactuar entre ellos mismos y con otros factores de naturaleza diversa, para que se produzca la instancia que usualmente se relaciona con el inicio de las enfermedades, las cuales mantienen su carácter biosocial en toda la línea de su desarrollo; pues, aunque se desarrollen en entidades biológicas, con manifestaciones que han sido consideradas de carácter biológico, su etiopatogenia resulta ser de carácter social también. Aparte de que los efectos de la influencia de los procesos de salud-enfermedad en el hecho social general –más patentes en el caso en que el proceso puede caracterizarse como unas enfermedad- representan parte de la explicación para la tendencia a la perpetuación de ciertos tipos de patologías en el seno de algunas sociedades y aún parte de la explicación a que se perpetúen, afectando más frecuente y gravemente a los miembros más desposeídos de las mismas; encontramos en ellos y en otros hechos, los fundamentos para demostrar y sostener, que en cuanto al carácter propio de la enfermedad, el concepto de enfermedad individual es un mito y que en la mayoría de casos puede demostrarse que la enfermedad, en su verdadero carácter es colectiva, ya que entre otras cosas, en algunos casos, el establecimiento y mantenimiento de algunos factores etiológicos necesarios si bien insuficientes en su causalidad, han dependido y dependen de la existencia y de la actividad de la colectividad; además de que en otros casos, la existenciamisma de determinada substancia o elemento con carácter de factor etiológico en algunos tipos de procesos, depende de las acciones colectivas dentro de una sociedad siendo algunos de ellos incluso finalidad del sistema de producción. Conceptuada así la etiopatogenia de las dolencias, nos resulta difícil, sino imposible, comprenderlas como otra cosa que no sea como procesos dinámicos, de naturaleza compleja pero social y biológica en todo el curso de su desarrollo, con un carácter histórico y con una causalidad estructurada única pero no simple, que a la vez que nos permite comprender la multiplicidad de factores que pueden participar en ellos, nos permite identificarlas, así como a sus interacciones y de esta manera seleccionar con cierto grado de especificidad a lo necesario y separarlo de lo casual. Dado el carácter necesario pero insuficiente de cada uno de los factores componentes de la etiopatogenia de las enfermedades y ante su complejidad, la complejidad de su presentación como tales y de su forma de interactuar, nos resulta también difícil o imposible, considerar efectivas las medidas preventivas o curativas aplicadas individualmente o en conjunto, pero no relacionadas deliberadamente o aplicada de otra manera que no sea simultanea y racionalmente, para el fin de manejar adecuadamente a las enfermedades resultantes de tales interacciones. Esto, en unión 10 a las experiencias que señala la poca efectividad de otros enfoques al reto de las enfermedades, esperamos que ayude a comprender la futilidad y hasta la irresponsabilidad para con el género humano, de considerar otras alternativas de metas en cuanto al problema de las dolencias humanas, que no sea la de la erradicación de las mismas; a pesar de lo utópico que esto pueda parecer o de lo práctico o realista que otras alternativas parecen contener, pues en la realidad, en la mayoría de casos, hemos podido constatar que al haber establecido metas de “control”, a través de “campañas” que no comprenden un reproche holístico a los problemas, los resultados que han sido aquellos que teóricamente justifican su implementación y por otra parte, en las instancias en que se ha obtenido algún éxito, inconsciente o deliberadamente se ha trabajado enfocando esfuerzos a eliminar a la enfermedad mediante la acción de varias medidas, mantenidas por tiempo suficiente y apuntaladas por medidas de vigilancia efectiva (16). La teoría y la práctica, nos señala la validez del criterio holístico de aproche para la solución de los problemas de salud-enfermedad; su causalidad estructural y su articulación social a la vez que nos señalan la complejidad de su naturaleza nos proveen de una explicación más completa, para el fenómeno, dándonos también cierto grado de especificidad en cuanto a las condiciones necesarias para su producción, así como en cuanto a su forma propia de interactuar y consecuentemente una base más solida para el diseño de una estrategia de solución efectiva. Sin embargo, la tarea no es simple, exige, entre otras cosas, una actitud especial, una actitud fundamentada en un alto grado de responsabilidad social de parte de los sectores de la sociedad que serian más directamente beneficiados por el avance de lo que podría llamarse un nuevo pensamiento epidemiológico traducido a nuevas estrategias en el área; o sea, de parte de las clases trabajadoras y más desposeídas dentro de nuestros sistemas, los cuales poseen la capacidad de hacer que los esfuerzos de la sociedad sean enfocados a satisfacer las necesidades humanas. Responsabilidad social, de parte de los sectores de la sociedad directamente responsables por las decisiones políticas y de parte del sector profesional responsable del manejo adecuado del conocimiento científico para el diseño e implementación de estrategias de solución y de la asesoría correcta a los demás sectores. En cuanto al diseño e implementación de nuevas estrategias de solución, debemos evitar encontrarnos guiados por la idea simplista, que probablemente nos conduciría a nuevos fracasos, de que si la causa de los problemas es estructural y si de esta manera el carácter necesario de cada factor vuelve insuficiente al resto para que se produzca el efecto, lo vuelve insuficiente para actuar produciendo el fenómeno, en consecuencia podríamos esperar, que el ataque y la consecuente eliminación de un factor, resultaran en la inhabilitación de la causa y en la solución al problema; puesto que, la naturaleza de los componentes de la interacción y la naturaleza compleja de la misma, nos indican teóricamente y a menudo nos han demostrado en la práctica, que más bien, si no enfocamos nuestros esfuerzos a cambiar todo lo concerniente, tan simultáneamente como sea necesario y posible, de acuerdo al conocimiento existente y con la profundidad requerida, no cambiaríamos nada en la realidad. 11 REFERENCIAS 1. 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La causa específica, es el conjunto de circunstancias, cuya aparición ante muchas circunstancias que existen ya en la situación dada con anterioridad a que se produzca el efecto y que además forman las condiciones para que la causa actúe, lleva justamente a la aparición del efecto (16). Como por un lado, establecer la causa absoluta de un fenómeno está, en la mayoría de casos y en la práctica, fuera de nuestro alcance y el manejo de tal concepto en las ciencias ha sido concebido como dificultoso, comúnmente en la investigación científica, se orienta hacia el descubrimiento de las “causas especificas” de un fenómeno dado. Sin embargo, esto ocurre así también influido por el hecho de que, en la causa específica, se unen los componentes de la causa absoluta más esenciales en las situaciones dadas y los componentes restantes aparecen entonces como condiciones de la acción de la causa específica. Así como el estudio de este tipo de problemas, es el que nos lleva más allá de lo que consideramos los límites de la medicina y ponen en contacto intimo a las Ciencias Naturales y a la Filosofía y dentro de esta área, el problema de la causalidad es campo de lucha entre el materialismo y el idealismo; también es un hecho que los conceptos filosóficos en realidad evolucionan influenciados por el desarrollo de conceptos científicos, por lo que podemos y es de utilidad adentrarnos en su estudio; con una visión práctica, enfrentando el problema a partir del concepto causalidad dentro del área de la salud. En dicha área, corrientemente se entiende por causa, un fenómeno que necesariamente provoca otro fenómeno denominado consecuencia o efecto (18). Muchas veces, se niega la necesidad, el carácter inevitable de esta provocación y se dice que la causa provoca una consecuencia o se reconoce la necesidad de que la causa provoque una consecuencia exclusivamente ante determinadas condiciones, lo que convierte al concepto de causa en algo ambiguo (18). Sagatovsky y Antipov (10), analizan el problema partiendo de que causa es un fenómeno que necesariamente provoca un efecto; pero, que para satisfacer tal definición, la causa debe constituir la unidad de las condiciones internas y externas y ser simultanea con su efecto. 15 Para los autores, todo fenómeno está condicionado por algo y las condiciones son todos los fenómenos relacionados con el fenómeno dado, infinitos, externos o internos. Las infinitas condiciones pueden ser: CAUSALES (aquéllas sin las cuales puede producirse el fenómeno) y NECESARIAS (sin las cuales no se produciría el fenómeno): perteneciendo las causas a las últimas, de manera que dota causa es condición, pero no toda condición es una causa (13). Sin embargo, un creciente cúmulo de evidencia, nos señala la validez del concepto de la conexión universal de los fenómenos3, que nos indica la conexión cualitativa y cuantitativamente infinita entre los objetos, fenómenos o procesos; con manifestaciones también infinitamente diversas. Este hecho, no reconoce fronteras fisicoquímicas, biológicas o sociales; no es posible reducir el nexo, la interacción entre los fenómenos, a la mera interacción física química, biológica o social; a pesar de que es posible estudiarlos como componentes de los mismos y subordinados a sus propias leyes. La necesidad de conocer al mundo objetivo, nos guía a delimitar los nexos y conexiones más esenciales entre objetos y fenómenos; pero, así mismo, a caes en la cuenta, de que el proceso del conocimiento, depende de la evolución del pensamiento y que ante los hechos, se debe igualmente reconocer la necesidad de establecer conexiones más profundas y generales entre los fenómenos. Es necesario pues, cierto grado de especificidad, sin menos cabo de su relación profunda con lo general. Siendo que un fenómeno observado, está vinculado con otros fenómenos y que ambos tipos de fenómenos tienen existencia real y devienen en objetos de estudio, de acuerdo a lo expuesto, podemos apreciar ya varias conclusiones de importancia para este planteamiento. Los fenómenos bajo estudio, están condicionados en su producción o ausencia, a la existencia de otros fenómenos que igualmente son objeto de estudio. El tipo de 3 Algunos Autores como Bunge (3) señalan que la hipótesis de la Interrelación Ilimitada la interconexión universal causal o no, es falsa. Que su prueba perfecta significaría la derrota total de la Ciencia: si las cosas estuvieran tan estrechamente vinculadas entre sí, si todo tuviera influencia sobre todo lo demás no sería posible conocer parte alguna del universo sin conocer su totalidad, cosa que evidentemente no ocurren, pues no sabemos siquiera en qué consiste el todo y si tiene o no una extensión espacial finita. Nada podría conocerse del conjunto sin conocimiento completo de cada una de sus partes (3). No existen sin embargo comienzos nifinales absolutos (3); y los existentes materiales revelan múltiples interconexiones; de donde el Universo no es un cúmulo de objetos sino un sistema de sistemas interactuantes (3). “Las cosas concretas no son autosuficientes, pues en realidad siempre se hallan en interacción con una cantidad ilimitada de otras existentes; ni lo son tampoco los objetos ideales, que carecen por completo de automovimiento, pues para su misma existencia dependen de una mente” (3). No existen hechos, aislados; todo lo existente procede de alguna otra cosa y deja a su vez rastros en otras (3). Especialmente el proceso del área de la coacción en ecología microbiana nos deja apreciar la importancia de la influencia de que las actividades de algún microorganismo no asociado íntimamente a otros tienen en éstos; y especialmente a través del sintrofismo nos deja apreciar, como actividades aparentemente aisladas de algunos influencian decididamente en la vida de otros microorganismos (21). 16 relación que mantienen entre sí es de interacción, que es en sí, un proceso de influjo reciproco entre ellos, que cambia constantemente a sus componentes sin exigir necesariamente contacto directo entre los mismos. Los componentes del medio objetivo y de su interacción, son las condiciones, sin las que los objetos y fenómenos no podrían existir; pero que algunas pueden ser directamente necesarias o no, para que un fenómeno se produzca materialmente o no se produzca y que sufren la acción de los fenómenos producidos. Lógicamente las condiciones son prácticamente infinitas en tipo y cantidad y aún dentro de los objetos o fenómenos, existen componentes particulares, que interaccionando, condicionan la existencia material concreta y todas las peculiaridades específicas de ellos. No podemos considerarlas solamente como la multiplicidad del mundo objetivo y externas al objeto de estudio; tampoco como conocidos en su totalidad y menos como de distribución igual, en cantidad y tipo, en diversas situaciones cuando las desconocemos. Las condiciones son entonces, los componentes totales del medio, de la situación de donde existen y se desarrollan los fenómenos, relacionadas entre sí por interacción. En el estudio de determinados fenómenos, los efectos y sus causas, podemos distinguir entre todas aquellas condiciones infinitas, interactuantes, que pueden tener o que tienen necesariamente relación con el fenómeno efecto; y aquellas condiciones que una vez presentes, necesarias e inmediatamente, engendran al efecto, que directamente provocan el aparecimiento del mismo, siendo éstas las causas. En rigor, en nuestro concepto, es difícil concebir condiciones que, existiendo, no se relacionen con la existencia de los demás; todo lo existente puede relacionarse y tiene el potencial de influir en lo existente4. Esto obliga a aclarar, sin embargo, que si bien todos los componentes del medio o condiciones se pueden comprender en algún tipo de relación o intercambio, en interacción, no es meramente el conjunto, sino el conjunto interactuante, el que puede conducir a que algo exista con peculiaridades específicas y que cuando algo se presenta así, es como resultado de infinitas interacciones de condiciones (fenómenos, objetos, y sus componentes) existentes, que han mantenido o mantienen nexos y relaciones en movimiento e infinitamente diversas; y que de esta manera, tales nexos, pueden concebirse como directos o indirectos, permanentes o temporales, esenciales o inesenciales, casuales o necesarios, funcionales o no funcionales, etc. 4 Pero no desde ni por siempre, ni en forma directa necesariamente, ni vinculado necesariamente, en todos los aspectos, mucho menos casualmente en el concepto estrecho de causación. No es necesario interpretar esto como que creamos que todo cuanto hay en el mundo está vinculado a todo lo demás y en todos los aspectos o que todo esté causalmente vinculado. Solamente que especialmente en el área biológica, cada vez que se profundiza en el estudio de las relaciones entre organismos, se encuentra soporte para la idea de que todo lo que existe es parte del ambiente y se ha originado de algo más; que consecuentemente a su existencia y su naturaleza posee el potencial de cambiar al medio en donde pueden originarse otros fenómenos y que los cambios provocados por las actividades de los seres vivientes y otras cosas existentes, provocan cambios en los mismos; cambios que cuando nos es posible conocerlos (adaptación, muerte, desaparición, etc.) se producen por vías y tienen consecuencias, que han retado a la imaginación y tienen un significado esencial para explicarnos la naturaleza tanto de los seres vivientes como de las cosas que los rodean (14,21). 17 Consecuentemente, esto nos permite alejarnos de diluir la causa en una inmensidad compleja de condiciones y de caer en el condicionalismo; puesto que para la producción del momento del efecto, solamente algunas condiciones en cantidad definida, si bien aún en conjunto, serán, actuando como mecanismo único, las relevantes. Su interacción, definida, particular, habría conducido a determinada forma de expresión sobre el conjunto de condiciones que engendró su producción. Es decir en el concepto de causalidad, se incluye la existencia de ciertas condiciones, que en virtud del tipo de nexo que mantienen entre sí, interactúan bajo cierto mecanismo para producir necesariamente una forma definida, inmediata y momentánea de expresión, que presenta acción inversa sobre el fenómeno productor; expresión, que a su vez es el único criterio confiable del carácter causal del fenómeno productor. En la situación de la presencia o ausencia de determinado fenómeno, las condiciones podrían, desde el punto de vista expuesto, dividirse en: INNECESARIAS para la presencia o ausencia del fenómeno (las condiciones causales de Sagatovsky y Antipov, aquéllas, sin las causales pueden producirse el fenómeno en su planteamiento), puesto que su relación con las demás condiciones pudo haber sido, en el proceso de producción del fenómeno: temporal, indirecta, casual o no funcional e incluso pueden no existir como tales al momento de la expresión particular de la interacción, pues incluso podrían haber sido cambiados esencialmente en el proceso; y las condiciones NECESARIAS para la presencia del fenómeno (las condiciones necesarias de Sagatovsky y Antipov, aquéllas, sin las cuales no se produciría el fenómeno, en su definición), cuyas relaciones dentro del proceso de formación y aparecimiento del fenómeno son de carácter necesario, directo, esencial, funcional y con tendencia a la permanencia; debiendo existir inmediatamente antes del momento de la observación de la expresión concreta de la interacción particular, simultáneamente con la expresión. Las causas, pertenecerían a las condiciones necesarias, las condiciones que podríamos identificar concreta y directamente, con regularidad máxima, en la presencia de fenómenos altamente similares o iguales, como lo que identificamos como enfermedades de tipo específico. Como expresaran Sagatovsky y Antipov (18), la importancia de la labor teórica y práctica, consiste en saber identificar con nitidez a la causa entre el conjunto de condiciones necesarias. Siendo, sin embargo, tal causa, carácter unitario, pero no simple como es la tendencia a concebir a lo responsable de ocasionar cualquier suceso; tendencia que fue llevada al extremo por el monocausalismo. Las expresiones definidas de la interacción de las condiciones causales, los efectos, además de ser consecuencia necesaria de la interacción y de existir con peculiaridades específicas y a pesar de poder ser considerados como objetos concretos de estudio, son realmente componentes de los procesos de causa y efectos, que se vuelven cada caso otro fenómeno en sí, puesto que al concretarse, el efecto comenzaría a interactuar conlas condiciones causales, también componentes del nuevo fenómeno, como todos los fenómenos, dotado de dinamismo. 18 En el proceso de producción del efecto, la causa, podría considerarse el mecanismo interno de un fenómeno y su efecto, el indicador de su existencia (18); pero, al producirse el efecto, éste formaría parte del mecanismo de un nuevo fenómeno, con sus propios efectos, que no necesariamente presentan cambios cualitativos relevantes, al menos desde nuestro punto de vista en la práctica, lo que nos permite apreciarlos como esencialmente iguales en el tiempo que las observamos. No obstante, lo anterior señala la necesidad de considerar a la causa y al efecto, como una interacción de múltiples condiciones necesarias internas de un proceso dinámico e indica la futilidad de asignar PREPONDERANCIA a lo interno sobre lo externo o viceversa; y más aún, la futilidad de asignar preponderancias a determinada condición sobre otra, ya que sería prácticamente imposible considerarla inalterable, absolutamente principal, en toda ocasión. Por otra parte, el mejor criterio, el más confiable, para el establecimiento de la acción de la causa, de la existencia del mecanismo de interacción de los componentes causales en el proceso de formación del efecto, es el EFECTO MISMO. De aquí, que para poder asignar con seguridad que algo es causa, necesariamente debe producir un efecto, debe producirlo siempre, necesariamente y de inmediato. Al respecto Sagatovsky y Antipov (18), han expuesto lo imprescindible de la necesidad de que la causa produzca un efecto y citando a Engels, enfatizan que “causa que no actúa no es causa” y han planteado que si la causa provoca un efecto necesariamente y sí ella está a la vista, entonces debe producirse simultáneamente un efecto. Aunque, en atención a la teoría de la Relatividad; el concepto de la simultaneidad absoluta, no es sostenible (3) y a pesar de que al identificar los momentos en el tiempo de dos o más acontecimientos, nos pueden parecer simultáneos, cuando los examinamos dentro de los límites de determinado sistema de cálculo; pero, no resulta así, dentro de los limites de otro sistema de referencia (3), la palabra simultáneamente, en el sentido que la usan los autores citados, llaman la atención al hecho de que si se ha identificado a determinada condición o conjunto de condiciones como causales y el efecto no se produce de inmediato o simultáneamente a la presencia de tal condición o conjunto, la relación entre las “causas” y los posibles efectos, no sería absolutamente necesaria. Aunque la probabilidad de que algunos efectos se conduzcan se aproxime a 1, el hecho de no ser igual, impide que sea valorada como igual a 1 y permite establecer cierto grado de probabilidad de que no se produzcan tales efectos. El problema es que en el intervalo, por pequeño que sea, la relación puede ser alterada en calidad o incluso totalmente interrumpida, pues existe oportunidad de que actúen otros factores, los cuales no podrían considerarse con certeza, debido a la imperfección de los medios de conocimiento y a la complejidad de condiciones externas e internas involucradas en el fenómeno de causa-efecto particular (18). 19 Lo anterior, es de singular importancia al considerar las relaciones entre causas y efectos a largo plazo. Siempre existiría la probabilidad de que una vez identificadas las “causa”, el efecto no se produjera. De producirse a largo plazo, ¿Porqué no de inmediato o simultáneamente? ¿Habrían sido identificados todos los componentes de la causa? ¿Estaban todos y solamente ellos actuando pero en forma alterada? ¿Qué condujo a su alteración? Más dudosa sería la situación cuando tuviéramos ante determinadas “causas” identificadas, “efectos” inmediatos algunas veces y otras veces, efectos a largo plazo. Lo inmediato, lo simultáneo así considerado, es requisito indispensable para la sensibilidad y especificidad y precisión de muestreo indicador. Sería manifiesto ante todo lo que se espera que sea manifiesto, y solamente ante ello; guardaría cercanía, total, íntima relación, con el verdadero valor y se produciría siempre que pudiera suceder, con cercanía máxima en diferentes momentos, ante diferentes observadores. La causa, entendida como la más de las veces lo es, como factor externo o aún como factor interno, representa en realidad solamente unas de las condiciones indispensables que juega a veces, pero no siempre, un papel principal en la causalidad. De no insistir en que la causa es un fenómeno que siempre, por necesidad, provoca un efecto, aceptaríamos tácitamente la definición anterior y a un concepto sin significado, pues aun considerando la explicación de que las causa así concebidas, actúen de manera diferente, en diversas condiciones; no tendrían mayor valor una casa concebida como no actuante en algunas ocasiones, como actuante en otras y que cuando lo hace, no siempre es como principal. Para mantener este carácter de necesidad en la relación causa y efecto, la simultaneidad comprendida en los términos planteados o lo inmediato es indispensable (18). Consecuentemente a estos hechos, no nos es posible aceptar la validez de la concepción de causa de fenómenos de salud y enfermedad, mantenida dentro del monocausalismo, la multicausalidad clásica, la multicausalidad en su interpretación particular dentro del modelo ecológico, plasmado en la Historia Natural de la Enfermedad de Leavell y Clarck; o aún más dentro de la nueva corriente epidemiológica social; siéndonos igualmente imposible aceptar la explicación condicionalista. El monocausalismo, ha sido abrumadoramente y efectivamente expuesto en su insuficiencia explicativa y sus limitaciones son obvias. La multicausalidad, en sus formas más conocidas, aun partiendo de que filosóficamente causa es “El total de contingencias de una descripción, que siendo realizadas, la consecuencia sigue invariablemente (6); tiende a caer en un extremo agnosticismo y de allí, en un extremo reduccionismo, que en la práctica se traduce en una monocausalidad elaborada. Efectivamente, entre las explicaciones de algunos de los autores más influyentes, partidarios de la multicausalidad, encontramos por ejemplo, las de MacMahon y Pugh (15) y Clark y MacMahon (6), que en la práctica parten de la identificación de factores de principal interés y a pesar de aceptar el carácter esencial de otros factores conocidos y desconocidos en la causalidad de las enfermedades, explican que: los factores esenciales conocidos, ajenos al factor principal pueden estar 20 presentes en una proporción de los expuestos al factor principal y así, solamente una proporción de los expuestos al factor principal, sufrirá la enfermedad. Con respecto a los factores desconocidos, esenciales, nos presentan la alternativa de considerarlos bajo la asunción, de que todos los individuos expuestos y no expuestos al factor principal, tengan igual probabilidad de ser expuestos a estos otros factores (6). De tal manera que en su criterio, la frecuencia es determinante para establecer responsabilidad causal de un factor y dentro de él, se espera, que el efecto enfermedad, se produzca con mayor frecuencia entre aquellos expuestos al “factor”, que entre aquellos no expuestos. De aquí, que para los autores (6,15), la asociación estadística entre dos categorías de eventos, se convierta en el primer requisito para establecer si un factor es o no causal. La frecuencia y la calidad de la asociación, producen la fuerza de asociación; de manera que, alteraciones en la frecuencia o calidad de la categoría causa, producen cambios en la frecuencia y calidad de la otra categoría, el efecto. La cercanía del factor principal al efecto, su secuencia en el tiempo y la consistencia con el conocimiento existente, con los demás requisitos (6,15). Con todas las limitantes, esto permite a los autores formar cadenas y redes de causación;pero, dentro de las cuales, los factores, tienden a perder su identidad real y aparecen como simples eslabones. Los mismos agentes biológicos pierden su naturaleza activa, todo lo cual lleva a un conjunto de causas, a una pluralidad conjuntiva de causas (3); reductible a la causalidad simple, pues las redes articulan a un complejo de componentes, los cuales deben estar presentes, pero existiendo un nexo último y simple, las más de las veces identificables como Agente, que en la práctica al menos, resulta lo determinante para la producción del efecto. Siendo lo anterior resultado de la forma agnóstica y extrapolando el término, funcionalista, de cómo los autores citados plantean el problema de las causas de las enfermedades; ya que nos señalan, que por una parte, las cadenas de causación representan solamente una fracción de la realidad y por otra parte, que la genealogía completa de la causa, puede concebirse más apropiadamente como una red, que en complejidad y en sus orígenes está fuera de los alcances de nuestro entendimiento (15). Señalándonos además, que la demanda por pruebas absolutas de la causalidad de enfermedad en seres humanos no es realista y que la pregunta sobre si es posible que entendamos la causa en los términos de los que ellos mismos parten en su explicación, es filosófica y de la cual, en la práctica, no necesitamos ocuparnos (6). De manera que para ellos, en la práctica, la causa es múltiple5, pero, reductible al factor principal: el AGENTE. Los autores H. Rodman Leavell y Gurney Clark (13), se explican la causa de la enfermedad, como el resultado de la interacción de agentes, ambiente y huésped; donde el agente, definido ampliamente como elemento, sustancia o fuerza, viviente o 5 Bunge (3) señala que la multicausalidad genuina no se produce con la aplicación conjunta sino con la aplicación alternada de causas, cuando el efecto es producido por cada causa separadamente como es el caso de la producción de calor por fricción o por un artefacto nuclear. Aunque aún la acción de dos o más, causas a la vez no alteraría al efecto; producción de calor; la intensidad si podría variar, al igual que varía cuando es producido por fricción o por un artefacto nuclear. Aunque estrictamente esto bastaría para señalar que no sería el mismo efecto el producido; además, el concepto no se ocupa de la intimidad del proceso de producción y es reductible en casos concretos, a la causalidad simple. 21 extrabiótica, cuya presencia y ausencia, que puede originarse de dentro o de fuera del organismo, ya en contacto con el organismo del huésped y bajo condiciones ambientales propias, sirve como “estímulo” para iniciar o perpetuar un proceso de enfermedad (13). Con todo lo que de positivo tiene su planteamiento, en síntesis, termina asegurando un papel preponderante a los agentes demostrados o conceptuales de enfermedad, prácticamente volviendo el monocausalismo; pues, fuera de los agentes, todos los demás elementos del ambiente terminan en la categoría de mediadores de la actividad de los agentes y una vez producido el “estímulo” los factores de huésped asumen su papel similar al del ambiente. Leavell y Clark, (13) consideran a la inmensa mayoría de agentes parte del ambiente, pero los tratan como una categoría aparte del mismo, en virtud a que “los agentes específicos de enfermedad y sus características inherentes son tan importantes y tienen un papel tan preponderante en la causalidad de enfermedad” (13). El humano es excluido del ambiente, pero su papel como “factor causal” es destacado por los autores, aunque indirectamente, como huésped ocasional o principal de microorganismos o como diseminador de los mismos; y como productor y diseminador de agentes extrabióticos (13). Las características del ambiente son también destacadas limitadamente en cuanto a que ellas pueden relacionarse a factores causales de enfermedad; quedando así relegados a un segundo nivel los aspectos físicos, biológicos, sociales y económicos del medio que sin embargo consideran importantes para la salud física y mental del humano (13). De manera que no resulta extraño, que en síntesis, los procesos de salud y enfermedad sean vistos en constante alteración, pero como “una batalla de parte del humano por mantener un balance positivo contra fuerzas biológicas, físicas, mentales y sociales tendientes a causar disturbios en su equilibrio de salud”; y los procesos de enfermedad dependan de las características de agentes de enfermedad, (vivientes y no vivientes), las características del humano y las respuestas de el humano a los estímulos productores de enfermedad que emergen del ambiente o del hombre (13). Estos planteamientos, resultan en el mejor de los casos, en situaciones que no ofrecen una idea concreta acerca de la correlación entre la causa (o agentes causales) y otras condiciones (18). Algunas condiciones pueden resultar de una importancia mayor que “la causa”, “factor determinante” o “factor principal”; entonces, ¿Por qué, no considerar como causa, factor determinante o principal a tales condiciones, las condiciones sociales, por ejemplo? (18). Porqué, no habríamos más que cambiar de factor principal o de causa y caeríamos en similares errores a los en que han caído los que han manejado la causa de esa manera; ya que como lo exponen Sagatovsky y Antipov (18), tomando como ejemplo la tuberculosis, ésta requiere toda una serie de condiciones; pero, ninguna de ellas puede considerarse absolutamente principal de una vez por todas. No existe tal factor que siempre en todas partes parezcan como verdad absoluta (18). No es la importancia de determinado factor lo que se discute, es la 22 posición preponderante que se le puede asignar lo que no se considera correcto, libre de error, para explicar la causalidad de un fenómeno. El descubrimiento de microorganismos y su relación con las enfermedades; el haber demostrado que en la causalidad de algunas enfermedades participaban gérmenes y que otras se pueden asociar frecuentemente a sustancias concretas extrabióticas, es de inmensurable importancia. La tendencia a llamar causa, a aquel factor que en los casos por nosotros conocidos, resulte el principal, con mayor frecuencia (sobre todo cuando antes no considerábamos posible ni su propia existencia), es totalmente comprensible y de utilidad práctica, hasta que no se observan casos contrarios directamente (18). Pero, a partir de aquí, sería reconocer a los fenómenos observados como acabados, invariables e independientes de otros ante evidencia que indica lo contrario e implicaría negar la calidad de sus contradicciones internas como fuentes de desarrollo natural, el elevar dicha interpretación, aceptable como provisional, a la categoría de concepto científico (18). Sin embargo, exactamente y repetidamente, es eso lo que se ha venido haciendo, probablemente por el gran impacto, que el descubrimiento de microorganismos y su relación con la enfermedad ha tenido en el pasado y continúa teniendo sobre el pensamiento científico; reforzado por la relación establecida entre elementos nutricionales, elementos químicos, físicos, mecánicos, sociales, psicológicos o inmunológicos y diversas entidades clínicas. Esto a pesar de que la microbiología y otras áreas de estudio, nos han venido demostrando casi constantemente, que lejos de que en algunos de estos elementos elevados a la categoría de “factores causales”, pueda demostrarse la propiedad natural, infalible e invariable de producir un “efecto patógeno”; a pesar de “factores cuerda”, toxinas, enzimas especiales, cápsulas, paredes celulares, lípidos y otros (8,11,22,), tal efecto más bien depende de las circunstancias en que los microorganismos actúen. Y cuando cada vez es mayor la evidencia aún desde el punto de vista microbiológico tradicional, de que son más bien las situaciones “naturales”,sociales o individuales y específicas, las que resultan patógenas y cuando cada vez es más grande la lista de microorganismos “oportunistas” y otros elementos que se ven involucrados en un creciente número de tales situaciones (8, 11,22). Así, se ha caído en errores, como el de asignar primero la responsabilidad causal total y luego un carácter preponderante en la causalidad de una enfermedad, a determinado microorganismo o complejo de microorganismos. Por ejemplo, desde su identificación y su aislamiento, el “bacilo tuberculoso de los mamíferos” (Complejo Micobacterium tuberculosis – Micobacterium bovis) (17) ha venido siendo señalado como la “causa” de la tuberculosis y los criterios de mayor importancia para alcanzar tal conclusión han sido; su asociación constante con la enfermedad; su aislamiento en “cultivo puro” y la reproducibilidad de la tuberculosis en animales de laboratorio. Sin embargo, pronto fue evidente, que el bacilo era, si acaso necesario, pero insuficiente para que la enfermedad se produjera. La reacción tuberculínica de carácter casi universal en algunas poblaciones como la de USA, así lo demostraba (10), puesto que por mucho, la mayoría de reaccionantes no eran tuberculosos. La incidencia anual de 23 tuberculosis en esa población era de 500 por 100 000 habitantes en 1900 (10); su prevalencia, determinada por la incidencia y la duración natural de casos, pudo ser mayor y se reflejaba a la vez en la incidencia y la tasa de mortalidad de aproximadamente 200 x 100 000 habitantes (10), cuando no existía una media efectiva, como la quimioterapia, para obstaculizar su desarrollo natural (4, 5, 10, 12, 22)6. La reactividad tuberculínica genuina, ha sido considerada resultante de una experiencia previa o actual con el bacilo tuberculoso en el pasado y en la opinión actual de los expertos, el resultado de la presencia de bacilos del complejo M. tuberculosis (17) viables, aunque adormecidos, en el reaccionante (9,11, 12, 19, 20); salvo una pequeña proporción de reacciones asignadas a la presencia de micobacterias de los grupos de Rubyon (7, 8, 9, 11, 12, 19, 20, 22). O sea, que de acuerdo a estos datos, la gran mayoría de personas o se había asociado con el supuesto factor causal y no se había producido el efecto esperado, la tuberculosis o estaba presente éste en ellas y no se producía el efecto. En todo caso, era demostrable, que la asociación estadística, experiencia previa o actual con el bacilo y no tuberculosis, era más frecuentemente demostrable que la experiencia y tuberculosis dentro de dichas poblaciones7. Aun considerando las experiencias de la asociación con no tuberculosis, como exclusivamente previas, la insuficiencia causal del complejo estaría establecida así como, su no preponderancia y que algo además de la presencia del complejo bacteriano, participa en la producción de la tuberculosis, sea visto, esto último como agregado o faltante en los enfermos. Por otra parte, los microorganismos y otros elementos, existen; su relación íntima con muchas dolencias es un hecho y dentro del actual sistema de clasificación y de nomenclatura de enfermedades, su carácter de condiciones necesarias en tal relación, es magnificado. Por estas y otras razones, la tarea de clarificar nuestros conceptos respecto a las causas y de ordenar nuestra forma de pensar y proceder para identificarlas con nitidez merece mayor elaboración. Las causas, en nuestro concepto, pertenecen a las condiciones necesarias y actúan siempre, necesariamente, provocando un efecto simultáneo o inmediato a su presencia, en virtud a la interacción de sus componentes. No es una acción unidireccional de lo que consideremos interno, a lo externo, sino la interacción tal de los mismos (18); o sea, la interacción de los aspectos esenciales y los superficiales, lo que provoca el efecto. Podríamos, por ejemplo, en un medio social similar (lo externo), reconocer la presencia de M. tuberculosis en dos individuos (lo externo incorporado), con características orgánicas similares en apariencia (lo interno) y apreciar posteriormente, dos manifestaciones diferentes; tuberculosis y no tuberculosis. Determinando cada 6 Antes de la introducción de la quimioterapia las tasas de mortalidad eran aceptadas como el mejor índice (reflejo) de prevalencia de tuberculosis en poblaciones (4). 7 Es decir que solamente una minoría de los que hubieran tenido o tuvieran experiencias con el complejo dentro de estas poblaciones sufrieron tuberculosis y no quiere decir de que los tuberculosos no tuvieran una asociación absoluta con el complejo. 24 fenómeno por una forma diferente de interacción de componentes, esencialmente considerados similares, sin serlo realmente. La causa es más bien un sistema de asociación entre los componentes, en el que los mismos cambian en virtud a esta asociación mutua y como un todo, es más que la suma de sus partes (1). Las condiciones necesarias interactuantes pueden apreciarse también desde otros puntos de vista: su precedencia en el tiempo y su eficiencia respecto al efecto. En este sentido, Sagatovsky y Antipov (18), han clarificado el camino, proponiendo el uso de dos términos: CAUSA GENETICA Y CAUSA ESTRUCTURAL, las han definido y les han asignado posiciones en la causalidad. Si una condición o un conjunto de condiciones (interactuantes, incluso en rigor infinitas), son necesarias para la producción y preceden al efecto en el tiempo, pero resultan insuficientes para provocar su aparición; el conjunto, que es un fenómeno en sí, recibe el nombre de causa genética (18), pudiendo también ser llamada COMPONENTE GENETICO DE LA CAUSA. Si a este componente genético, insuficiente, se agrega otra condición o conglomerado de condiciones (interactuantes) necesarias, cuya presencia hace suficiente a este (nuevo) conglomerado para producir (la aparición) del efecto; entonces, éste se produciría necesaria y simultáneamente con la presencia de este conglomerado, que ya no es (claramente) precedente en el tiempo, ya no es genético y se denomina Causa Estructural (18) (8). Salvo los reparos anteriormente expuestos respecto a la simultaneidad absoluta y haciendo uso del sistema de referencia de los autores, para identificar los momentos en el tiempo de dos fenómenos, bajo el cual aparecen como simultáneos: el calor y el movimiento caótico de moléculas; variación de la presión y variación del volumen de un gas; o una determinada alteración del estado del organismo y una interacción de determinado carácter, entre el microbio y el organismo (18); la proposición explicativa resulta de mucha utilidad. Dentro de esta línea de pensamiento, la causa resultaría de la interacción de una condición o condiciones necesarias e interactuantes entre sí, precedentes en el tiempo al efecto e insuficientes para provocar la aparición del mismo y llamadas causas genéticas o componentes genéticos de la causa con otra u otras condiciones interactuantes, necesarias e interactuantes por sí mismas, para provocar la aparición del efecto; pero, con la propiedad de integrarse al conjunto de componentes genéticos y con presencia interactuante, volver suficiente al nuevo conglomerado para provocar la aparición del efecto. Por lo que propongo el uso del término, COMPONENTE DE SUFICIENCIA de la causa, para su identificación. El nuevo conglomerado completo de componentes genéticos y componentes de suficiencia, e interacción, necesaria y suficiente para provocar la aparición del efecto, siempre y simultáneamente a su conformación, es la causa; CAUSA ESTRUCTURAL, en congruencia con su naturaleza compuesta e interactuante. 8 Los paréntesis son del autor. 25 En este concepto, aún condiciones genéticas diversas pueden llevar a un mismo efecto; pero, la causa estructural de determinadofenómeno, seria siempre la misma. Si está presente la causa estructural, se producirá su acción; condiciones precedentes, como la irritación de la mucosa de la parte superior del tracto gastrointestinal, la excitación del aparato vestibular o el reflejo condicional, pueden o no provocar el vómito. Pero, cuales sean las condiciones que provoquen las circunstancias tales, que con el esfínter cardíaco abierto, se produzca una contracción suficientemente fuerte del diafragma y los músculos abdominales que oprimen el estómago, el vómito se producirá de inmediato, inevitablemente (18). Tendríamos así, una causa invariable con respecto a su efecto, única, completa; compleja pero definida, concreta, así como versátil, en la que las diversas condiciones necesarias (incluyendo “factores causales”) no deben ser consideradas, per se, como componentes genéticos o componentes de suficiencia, sino su presencia tangible, su precedencia al efecto y la aparición necesaria, inevitable y simultánea del mismo ante su presencia. La causa estructural, podría verse como el mecanismo interno de un fenómeno, y su efecto, como el indicador que revela su existencia (18) y que puede a la vez alterarla; de manera que la causa y el efecto constituyen los dos lados de un mismo proceso, en el que simultáneamente, una definida cantidad de condiciones necesarias, actuando como un todo único, como un mecanismo único, es evidente con su efecto. La proposición de Sagatovsky y Antipov, de considerar una causa estructural para explicar por qué y cómo; el origen, desarrollo y mecanismo de los fenómenos identificados como de causa y efecto, entre los que encontramos a los procesos morbosos y otros de importancia en medicina y salud pública, representa su avance conceptual cuyo valor; podría verse limitado por un problema esencialmente de significado de palabra. En el área de salud, el problema de por qué y cómo suceden los fenómenos, es de importancia indiscutible y las más de las veces, en ella, éste se ha identificado como el problema de causalidad o causación; habiéndose entendido que su componente, causa, es un fenómeno que necesariamente provoca a otro que se denomina consecuencia o efecto. Probablemente, relacionado con este tipo de situaciones, ponen en íntimo contacto a las disciplinas del campo de la salud y la filosofía y a especialistas del área de la salud insuficientemente entrenados en el área filosófica, con problemas de este tipo y también relacionados al hecho, de que aún dentro de la filosofía, ha prevalecido una enorme confusión con respecto al significado de algunos términos, como: causación, determinación, causalidad y determinismo (3), es que en la literatura del área de la salud, tales términos y otras palabras como: causa, origen, condicionamiento o condicionar, provocación, producción, engendro, génesis, etiología y aún patogénesis, se han usado prácticamente como sinónimo para identificar al proceso de origen, desarrollo y mecanismos de los fenómenos estudiados en el área. 26 Probablemente, además, hemos incurrido en una excesiva tolerancia al uso incorrecto de los términos, probablemente debido a su vez a un reconocimiento tácito, de que el problema radica más en la capacidad (o incapacidad) explicativa que tenga el concepto, al que se ha identificado de una u otra manera, que en el propio significado de la palabra usada con tal finalidad. En otras ocasiones, la situación se complica conceptual, explicativa y semánticamente, pues algunos autores al reconocer esta confusión prevalente intentan solucionarla haciendo un análisis general de la situación, fijando la terminología y proponiendo cierta nomenclatura para; por ejemplo, esbozar la ubicación de conceptos como de “determinación causal” en el marco del “determinismo general” (3); tipología especial que luego es utilizada por algún otro autor (2), en el área de salud, donde es esencialmente desconocida y su uso, conducente a la obtención de las limitadas bondades explicativas que ofrece, implica enfrentar una nueva problemática conceptual y semántica, sin que la tarea de afrontarla, resulte en una clara solución a los problemas en el área, con el riesgo de incurrir en los mismos errores conceptuales, que hasta han representado limitantes al progreso en el desarrollo de un marco teórico- conceptual más apropiado. En efecto, Bunge (3) comienza por señalar que la palabra causalidad tiene al menos tres significados; como categoría (correspondiente al vínculo causal), como principio y como doctrina. El autor identifica luego a la categoría, como la de causación o determinación o determinación causal y la define como la conexión causal general, así como todo nexo causal particular. Esto, en un contexto donde el principio causal es el enunciado de la Ley de Causación: de la misma causa siempre se produce el mismo efecto y le da forma a la causación; mientras, la doctrina denominada determinismo causal o causalismo afirma que todo ocurre de acuerdo a la ley Causal (3). La causación, no es solo un componente de la experiencia, sino, una forma objetiva de interdependencia que se da entre acontecimientos reales, naturales y sociales; no es solo una categoría de relación de experiencias o ideas, sino, de conexión y de determinación que corresponde a un rasgo del mundo factico (3). Pero, determinación, designa también varios conceptos diferentes entre los que se destacan: el de propiedad o característica; el de proceso mediante el cual un objeto adquiere sus características y el de conexión necesaria que puede significar lo mismo que conexión constante y univoca (de la misma forma o valor), que es el sentido en que el termino determinación es más frecuentemente usado en las ciencias; cuando por necesario se quiere dar a entender lo de constante y univoco que puede haber en una conexión (2,3). De esta manera, hay una aproximación en el significado de determinación como se usa en ciencias y el de causación como categoría, que es a su vez uno de los significados de causalidad, lo que explica la facilidad con que a pesar de sus diferencias, los términos se usen como sinónimos corrientemente y señala que ello no se hace completamente en forma arbitraria. 27 A fin de clarificar la problemática expuesta, se nos presenta al principio de determinación: todo es determinado según leyes, por alguna otra cosa, entendiéndose por esta ultima las condiciones externas, tanto como las internas, del objeto en cuestión (3), como base del determinismo general, teoría ontológica cuyos componentes necesarios y suficientes son el principio genético o de productividad, según el cual nada puede surgir de la nada ni convertirse en nada; y el principio de legalidad u orden, según el cual nada sucede de modo ilegal o arbitrario, en forma incondicional, ni completamente irregular (3). O sea, que el determinismo general, presupone la aceptación de las siguientes hipótesis para su operatividad: los acontecimientos ocurren en una o más formas definidas (determinadas); tales formas de devenir no son arbitrarias sino, legales y todo objeto adquiere sus características a través de procesos que se desarrollan a partir de condiciones preexistentes (3). Todo parece bien, hasta que nos encontramos con que el determinismo general, incluye y asigna un sitio a la causación o determinación causal como una entre varias categorías jerarquizadas de determinación; esta es definida como: “la determinación del efecto por la causa eficiente (externa)” y se señala que la causación es “particularmente notable cuando los principales cambios son producidos por factores externos” (3). El término causa, es restringido al de causa eficiente definida como “el agente motor extrínseco o influencia externa productora del cambio por opción a otras clases de causas, tales como la final, la interna, etc.”; es concebida como “el agente que produce algún cambio en lo que se concibe