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Preciosa Gema en el Tabernaculo - B R Hicks

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por B. R. Hicks
 
 
Christ Gospel Churches Int’l., Inc.
P. O. Box 786
Jeffersonville, Indiana 47131-0786
http://www.christgospel.org/
http://www.christgospel.org/
 
 
Este libro es una traducción directa de la versión en Inglés, que
está protegido por copyright en los EE.UU. en nombre de Las
Iglesias del Cristo del Evangelio International Incorporated, PO
Box 786, Jeffersonville, Indiana, 47.131 y certificada en la
Oficina de Derechos de Autor de los Estados Unidos en
Washington, D.C.
 
Todos los derechos están reservados bajo el tratado mundial.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,
almacenada en un sistema de recuperación de datos, o
transmitida en cualquier gráfica, instrumento mecánico,
fotocopiadora, grabadora o cualquier otro sin el permiso previo y
escrito del autor y la editorial.
 
Publisher: Christ Gospel Press
P. O Box 786
Jeffersonville, Indiana 47131-0786
 
© Christ Gospel Churches International, Inc., 1961, Precious
Gem in the Tabernacle.
 
Eighth Printing, 1985
Digital Edition, 2012
ISBN 1-58363-067-8
 
© Christ Gospel Churches International, Inc. 2010, la edición en
español, Preciosa Gema en el Tabernáculo.
 
Printed in the United States and in Mexico.
 
 
Índice de Contenido
 
 
Introducción
 
 
Capítulo I: Razones Para Estudiar El Tabernáculo
I. Contiene La Descripción de La Medida de
La Estatura de Jesús Cristo
II. Fue Construido de Acuerdo Con la
Planeación Divina
III. La Necesidad Que El Pueblo de Israel
Tenía del Tabernáculo
IV. La Gran Porción de la Palabra Del Señor
Dedicada al Tabernáculo
V. Una Comprensión Más Clara del Nuevo
Testamento
VI. Sus Múltiples Nombres
VII. El Orden de la Construcción
 
 
Capítulo II: Las Columnas Del Atrio
I. Las Columnas de Metal
II. Las Estacas
III. Las Basas de Metal
IV. Los Capiteles Y Cinchos de Plata
V. El Objeto de Las Columnas
 
 
Capítulo III: El Atrio – Continuación
I. Su Material
II. Los Números
III. El Objeto de Las Cortinas
 
 
Capítulo IV: La Puerta del Atrio
I. El Camino
II. Sus Materiales
III. Su Hechura
IV. Su Posición
 
 
Capítulo V: El Altar De Metal
I. Su Posición y Preeminencia
II. Su Material
III. Su Tamaño Y Forma
IV. Los Cuernos
V. Los Vasos
VI. El Enrejado de Malla
VII. Sus Anillos Y Las Varas
VIII. La Sangre Y Sus Cenizas
IX. El Fuego
 
 
Capítulo VI: El Lavar
I. Para Los Sacerdotes
II. Los Materiales
III. Su Contenido
IV. Su Tamaño Y Forma
V. Su Propósito
VI. Su Posición
VII. Su Advertencia – “Para Que No Mueran”
 
 
Capítulo VII: Las Tablas Y Del Tabernáculo
I. Las Tablas
II. Las Barras
 
 
Capítulo VIII: Las Coberturas Del Tabernáculo
I. La Revelación de Su Humanidad
II. La Razón de Su Humildad
III. El Resultado de Su Humanidad
IV. La Glorificación de Su Humanidad
 
 
Capítulo IX: La Puerta Del Tabernáculo
I. Una Puerta
II. Para El Sacerdote
III. Las Columnas
 
 
Capítulo X: El Altar Del Perfume
I. Propósito Del Altar
II. Materiales Del Altar
III. Tamaño Y Forma Del Altar
IV. Su Posición
V. Suscuernos
VI. La Corona
VII. Las Varas
 
 
Capítulo XI: El Candelero
I. La Ubicación Del Candelero
II. Su Material
III. La Forma Del Candelero
IV. El Tamaño
V. La Luz
VI. Aceite Puro
VII. Poner Aceite Fresco Dos Veces Al Día
VIII. Las Despabiladeras
IX. Los Platillos
X. Ejemplos en Las Sagradas Escrituras
 
 
Capítulo XII: La Mesa De Los Panes De La
Proposición
I. La Mesa
II. El Pan
 
 
Capítulo XIII: El Velo
I. Su Nombre
II. Su Material
III. Sus Columnas
IV. El Velo Rasgado
 
 
Capítulo XIV: El Arca Del Pacto
I. El Arca
II. El Propiciatorio
III. Ministerio Del arca – Cabeza Para Guía
 
 
Capítulo XV: El Orden del Campamento y los
Reglamentos Sanitarios
I. El Orden Del Campo
II. El Orden De Las Tribus
III. Reglamentos Sanitarios Para El Campo
 
 
Capítulo XVI: El Sumo Sacerdote Y Sus
Vestiduras
I. La Selección De Los Sacerdotes
II. El Sacerdote Lavado
III. Las Vestiduras Del Sacerdote
 
 
Capítulo XVII: Las Cinco Grandes Ofrendas Y
Consagración de Los Sacerdotes
I. Las Ofrendas de Olor No Suave
II. Las Ofrendas de Olor Grato
 
 
Capítulo XVIII: El Ungimiento De Aarón Con El
Santo Aceite de La Unción
I. Mirra Excelente
II. Canela Aromática
III. Cálamo Aromático
IV. Casia
V. Aceite de Olivas
VI. Reservado Solamente Para Sacerdotes
 
 
Capítulo XIX: La Columna De Nube
I. Su Apariencia
 
Introducción
 
 
La palabra “estatura” significa la altura del cuerpo estando
de pie, y en posición natural. También indica el desarrollo,
crecimiento, la elevación obtenida, y figurativamente, también
se usa para representar la estatura moral.
La “estatura de verdad” representada por los cuatro puntos
de la cruz, se usa frecuentemente por cuanto tipifica la
estatura de Jesucristo revelada en el Tabernáculo de
Moisés. La estatura espiritual ( o los cuatro puntos de la
cruz) describe las experiencias espirituales que adquirimos a
medida que crecemos hacia la madurez espiritual en Cristo
Jesús. Dios es el Señor y Maestro, y a fin de ilustrar la
verdad Divina utiliza a través de toda Su Palabra, figuras,
tipos , sombras, parábolas, metáforas y alegorías.
Por ejemplo, cuando los hijos de Israel en su jornada por el
desierto necesitaron un medio para acercarse y tener
comunión con un Dios Santo, El proveyó el Tabernáculo
Mosaico como un cuadro, una sombra, un tipo del Hijo de
Dios, el Señor Jesucristo.
“Lo cual era figura de aquel tiempo presente, en el
cual se ofrecían presentes y sacrificios que no
podían hacer perfecto, cuanto a la consciencia, al
que servia con ellos” (Hebreos 9:9).
 
Este primer Tabernáculo conocido como Moisiaco, era
solamente una figura para aquel tiempo, de la estatura y
ministerio del segundo, mas grande y mas perfecto
Tabernáculo, Jesucristo, quien con Su esplendor y gloria hizo
alejar las sombras y brotar la verdad revelada como el
radiante fulgor del sol del medio día. El Tabernáculo Mosaico
fue una figura es decir, un esquema de la Estatura de Cristo
Jesús.
Es por ello que Dios ordeno a Moisés cuatro veces que
construyera el Tabernáculo de acuerdo con el modelo que le
fue mostrado en el monte.
Las siete piezas del mobiliario en el Tabernáculo de
Moisés fueron colocadas en forma de cruz, cada pieza
representado una porción de la estatura de Jesucristo.
 
 
“Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los
bienes que habían de venir, por el mas amplio y mas
perfecto tabernáculo, no hecho de mano, es a
saber, no de esta creación.” (Hebreos 9:11).
 
El cuerpo, el tabernáculo para cuya concepción el Espíritu
Santo hizo sombra sobre la Virgen bendecida era una
estructura nueva, una construcción de orden infinitamente
superior a la terrenal. No obstante, y puesto que el
Tabernáculo de Moisés era un diseño y un esquema divino
de la Estatura del Hijo de Dios, se convierte para nosotros en
una luz Guiadora para revelar a nuestros corazones cómo
crecer hasta llegar a la medida de la plenitud de Cristo.
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto,
a la medida de la edad de la plenitud de Cristo:”
(Efesios 4:13).
 
Puesto que el Tabernáculo es un cuadro del Hijo de Dios
en quien están ocultos todos los tesoros de sabiduría y
conocimiento, bien podemos esperar que toda la sabiduría y
conocimiento contenidos en las Escrituras se ajusten a el.
Toda la Biblia es una bella revelación del Señor Jesucristo.
Precisamente por razón de esta verdad Dios puede decir
que TODA la Escritura es provechosa.
“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir
en justicia, Para que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente instruido para toda buena
obra.” ( II Timoteo 3:16-17).
 
Este libro ha sido escrito en obediencia a Su mandato
indicando que debemos compartir algunas de las verdades
que El ha revelado y que con tanta bondad ha puesto en
nuestros corazones. El ha prometido bendecir los corazones
de aquellos que esperan Su pronta venida, y que tienen el
deseo de estar listos y preparados sus vestidos de boda. La
oración, eldeseo, y el motivo de nuestro corazón son que
cada lector reciba una nueva visión y un amor mas profundo
por el bendito SENOR JESUCRISTO.
 
 
La Autora. 
 
Preciosa Gema en el Tabernáculo
Capítulo I
 
Razones Para Estudiar el
Tabernáculo
 
 
I. CONTIENE LA DESCRIPCIÓN DE LA
MEDIDA DE LA ESTATURA DE
JESUCRISTO
 
En ninguna parte de la Escritura encontramos una gema de
verdad tan preciosa, o una descripción tan completa de la
Estatura de Cristo a la que Pablo se refiere en Efesios 4:13,
como la que contiene el Tabernáculo del Antiguo Testamento.
El versículo dice: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de
la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto,
a la medida de la edad de la plenitud de Cristo:”. Y en otro
sitio Pablo dice que éstas son figuras, tipos, sombras de las
cosas celestiales del Cristo que había de venir, y de Su
ministerio.
“Dando en ésto a entender el Espíritu Santo, que
aun no estaba descubierto el camino para el
santuario, entre tanto que el primer tabernáculo
estuviese de pie. Lo cual era figura de aquel tiempo
presente, en el cual se ofrecían presentes y
sacrificios que no podían hacer perfecto, cuanto a
la consciencia, al que servía con ellos;” (Hebreos
9:8-9).
 
Puesto que estas son descripciones o tipos de Jesucristo,
entonces con toda seguridad hay muchas gemas espirituales
de revelación que podemos contemplar al meditar sobre esta
porción particular de la Palabra del Señor.
II. FUE CONSTRUIDO DE ACUERDO
CON LA PLANEACIÓN DIVINA
 
Cuatro veces en el Libro del Éxodo (25:9; 25:40; 26:30;
27:8), Dios le dijo a Moisés que estuviera seguro de construir
este Tabernáculo de acuerdo con el diseño que le fue
mostrado en el monte. Puesto que estos planos fueron
diseñados por el Arquitecto Divino y tenían como objeto
presentar la revelación completa de Su Hijo Cristo Jesús,
entonces ciertamente, podemos encontrar inspiración y luz
para rendirnos al Espíritu del Señor y Su preciosa Palabra,
para el crecimiento de un edificio espiritual en nuestras
almas que tenga la misma imagen, es decir, la imagen de
Cristo.
III. LA NECESIDAD QUE EL PUEBLO
DE ISRAEL TENÍA DEL TABERNÁCULO
 
Durante muchos años Israel había estado en la obscura
tierra de Egipto, lejos de Dios, y sin recibir ninguna luz ni
revelación de Él. Aun cuando ellos eran el pueblo elegido de
Dios, seguían siendo un pueblo pecador y tenían necesidad
de encontrar un camino para acercarse a Él. Debido a Su
gran amor Dios proveyó para ellos, por medio del
Tabernáculo, una revelación del camino, para tener acceso a
Su presencia y comunión con Él. Si nuestros corazones son
humildes y capaces de recibir enseñanza, siempre
encontramos algo que aprender de alguna persona o de
gente que ha caminado en comunión con Dios.
IV. LA GRAN PORCIÓN DE LA
PALABRA DEL SEÑOR DEDICADA AL
TABERNÁCULO
 
El hecho de que Dios haya dedicado tantos capítulos en su
Palabra a este edificio particular, debiera despertar nuestra
curiosidad espiritual para investigar su gran importancia. La
Palabra nos dice: “Toda Escritura es inspirada divinamente y
útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir
en justicia” (II Timoteo 3:16). Aquí tenemos cuatro razones
excelentes por las cuales debiéramos estudiar y absorber la
Palabra de Dios del Génesis al Apocalipsis: (1) Doctrina, (2)
Redargüimiento, (3) Corrección, (4) e Instrucción en la
Justicia.
V. UNA COMPRENSIÓN MÁS CLARA
DEL NUEVO TESTAMENTO
 
Hay muchas porciones de la Escritura en el Nuevo
Testamento que nunca podrán comprenderse claramente
hasta no haber estudiado el Tabernáculo del Antiguo
Testamento, porque muchas citas y referencias proceden de
esa porción particular de la Palabra de Dios. Puesto que el
Tabernáculo es una descripción del Hijo de Dios, podemos
ajustar al mismo toda otra Escritura, puesto que toda
Escritura ha sido dada a fin de revelar al Señor Jesucristo.
VI. SUS MÚLTIPLES NOMBRES
 
Primero, se le llamó un “tabernáculo”, palabra que significa
lugar de habitación temporal, un sitio movible. Se le llamó así
porque debía ser un lugar temporal en donde Dios se
encontraría con Su pueblo durante sus jornadas a través del
desierto. Esta verdad nos hace pensar en Jesús quien vino,
como dice la Palabra, y habitó entre nosotros. Jesús vino y
tomó una habitación temporal en carne y sangre, a fin de
convertirse en el sacrificio por nuestros pecados,
proveyendo así un lugar para que nosotros pudiéramos tener
comunión con Dios.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
(Juan 1:14).
 
 
“Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los
bienes que habían de venir, por el más amplio y más
perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es a
saber, no de esta creación;” (Hebreos 9:11).
 
También recibió el nombre de “tienda”. La palabra “tienda”
se refiere a un lugar de habitación temporal hecho de lona.
¡Qué verdad tan preciosa pensar que el Dios del cielo
estuviera dispuesto a venir a una humilde tienda, por así
decirlo, para establecer comunión con Su pueblo.
Nuevamente nos hace recordar a nuestro bondadoso Señor
y Salvador que se humilló a Sí mismo y tomó sobre Sí una
tienda de carne, para que por medio de la “tienda” de Su
sangre y de Su carne pudiéramos tener acceso a la
salvación y comunión con el Padre.
También se le llamó “santuario”, queriendo así decir lugar
consagrado, un lugar santo. Todo aquello que es santo
debiera provocar en nuestras almas el deseo, el anhelo de
saber más acerca de ello. Era un lugar santo por cuanto Dios
lo santificó y lo apartó para Su uso. Era santo porque Dios
estaba allí.
Fue conocido como un “templo”, una casa de Dios o lugar
de adoración. Jesús dijo a los judíos en Juan 2:19 “Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré”. El Tabernáculo,
como un templo o lugar de adoración, fue un hermoso tipo de
Jesús quien es el centro de adoración en el cielo y en la
tierra. Como la Palabra declara en Apocalipsis 5:13 “Y oí a
toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo
de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en
ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al
Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder,
para siempre jamás”.
VII. EL ORDEN DE LA CONSTRUCCIÓN
 
Es interesante notar en el estudio del tabernáculo, que el
Señor principia con la revelación de Sí mismo y de ahí
continúa hacia el hombre. Entonces guía al hombre otra vez
hacia Sí mismo. Principia con el Arca del Pacto en el Lugar
Santísimo, un tipo de Su trono, y de ahí se dirige, por
instrucción y revelación hasta la puerta misma del
tabernáculo, el lugar del hombre. Esto forma una preciosa
gema cuyos rayos de luz nos hablan de la maravillosa
historia del infinito amor de Dios. Nuestra salvación tiene
principio en la mente y en el corazón de Dios. Antes de la
fundación del mundo, el Señor principió con el arca y
proporcionó un camino para que el hombre pecador pudiera
acercarse a este santísimo lugar. “Según nos escogió en él
antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
y sin mancha delante de él en amor” (Efesios 1:4). “Sabiendo
que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la
cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas
corruptibles, como oro o plata; Sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación: Ya ordenado de antes de la fundación del
mundo, pero manifestado en los postrimeros tiempos por
amor de vosotros,” (I Pedro 18-20).
Concluimos entonces que el Señor nos estaba buscando y
procurando nuestra salvación desde antes de la fundación
del mundo. El pensamiento que inició en Él Mismo y se
acercó al sitio en el que se encontraba el hombre pecador, a
fin de poder llevar al hombre otra vez hacia Su Trono, es
decir, hacia el Lugar Santísimo.
Capítulo II
 
Las Columnas del Atrio
 
 
“Asimismo harás el atrio del tabernáculo: al lado del
mediodía, al austro, tendrá el atrio cortinasde lino
torcido, de cien codos de longitud cada un lado; Sus
veinte columnas, y sus veinte basas serán de metal;
los capiteles de las columnas y sus molduras, de
plata. Y de la misma manera al lado del aquilón
habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y
sus veinte columnas, con sus veinte basas de metal;
los capiteles de sus columnas y sus molduras, de
plata. Y el ancho del atrio del lado occidental tendrá
cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez,
con sus diez basas. Y en el ancho del atrio por la
parte de levante, al oriente, habrá cincuenta codos.
Y las cortinas del un lado serán de quince codos;
sus columnas tres, con sus tres basas. Al otro lado
quince codos de cortinas; sus columnas tres, con
sus tres basas. Y a la puerta del atrio habrá un
pabellón de veinte codos, de cárdeno, y púrpura, y
carmesí, y lino torcido, de obra de bordador: sus
columnas cuatro, con sus cuatro basas. Todas las
columnas del atrio en derredor serán ceñidas de
plata; sus capiteles de plata, y sus basas de metal.
La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura
de cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la
altura de cinco codos: sus cortinas de lino torcido, y
sus basas de metal. Todos los vasos del
tabernáculo en todo su servicio, y todos sus clavos,
y todos los clavos del atrio, serán de metal”. (Éxodo
27:9-19).
 
I. LAS COLUMNAS DE METAL
 
El atrio era un espacio cerrado en derredor del
tabernáculo, cuyas medidas eran de cien codos de largo por
cincuenta codos de ancho. Cercándose este espacio había
una valla construida de manera peculiar en la que cada uno
de los ganchos, clavos y columnas irradian aspectos de la
imagen del Señor Jesucristo; lo mismo sucede con el
material del que estaban hechos, y los números en ellos
indicados. La estructura estaba hecha con columnas de
metal. “Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de
metal; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata”
(Éxodo 27:10) de cinco codos de alto o probablemente un
poco más de ocho pies. Las columnas eran redondas y se
ajustaban sobre basas de metal colocadas al pie de la
columna. Pero consideremos detalladamente las columnas
de metal:
A. SU NÚMERO
 
Las veinte columnas a cada lado en todo lo largo del atrio,
y diez en cada extremo hacen un total de sesenta. En la
Palabra de Dios, el número seis es simbólico del número del
hombre, y el número diez es el número de la ley. Dios
escribió los diez mandamientos que nos presentan el cuadro
legal de la justicia de Dios y Su rectitud. El número sesenta
está hecho de 6 x 10. En las columnas pues vemos un
cuadro de la unión de las dos naturalezas de Jesucristo, el
Hijo del Hombre (número seis) unido con el Hijo de Dios (la
justicia de Dios). Cuán precioso es que Dios pueda tomar al
hombre, el número seis y unirlo con el número diez, es decir,
unirlo a la rectitud y a la justicia contenidas en la ley. ¿Cómo
podría ser esto? Solamente pudo ser posible mediante la
sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo. El hombre
(número seis) unido a la justicia y rectitud de Dios (número
diez) por medio de la SANGRE.
B. SU MATERIAL
 
El material de esas columnas era metal, según Éxodo
27:10. El metal en las Escrituras, simboliza el Juicio según lo
encontramos en las siguientes porciones.
“Y Moisés hizo una serpiente de metal, púsola sobre
la bandera y fué, que cuando alguna serpiente
mordía a alguno, miraba a la serpiente de metal, y
vivía”. (Números 21:9).
 
 
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto,
así es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado;” (Juan 3:14).
 
Aquí nuevamente escuchamos un mensaje sobre la cruz
del Señor Jesucristo. El hombre es pecador por nacimiento,
“He aquí, en maldad he sido formando, y en pecado me
concibió mi madre”. (Salmos 51:5), y además es pecador por
sus propias obras: “Enajenáronse los impíos desde la matriz;
descarriáronse desde el vientre, hablando mentira”. (Salmos
58:3), y como tal, el hombre quedó bajo el poderoso juicio y la
condenación de Dios, necesitando que Alguien tomase su
lugar. El metal clama fuertemente sobre Él, nos habla de
Jesús quien vino y llevó sobre Sí el metal del juicio que nos
correspondía. “Y sus pies semejantes al latón fino, ardientes
como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas”.
(Apocalipsis 1:15). Sus pies caminaron por las profundidades
del infierno, llevando el juicio que nos correspondía.
Con cuánta razón la Palabra declara que Sus pies eran
como si hubieran ardido en un horno.
C. SU POSICIÓN
 
Las columnas se mantenían erectas por medio de dos
cuerdas fijadas a estacas de metal clavadas en tierra, tanto
por fuera como por dentro. “Las estacas del tabernáculo, y
las estacas del atrio, y sus cuerdas”. (Éxodo 35:18), y
“Todos los vasos del tabernáculo en todo su servicio, y todos
sus clavos, y todos los clavos del atrio, serán de metal”.
(Éxodo 27:19). La posición erecta de las columnas dependía
de las cuerdas que las anclaban a las estacas enterradas en
el suelo. La palabra “cuerda” significa atar o sostener en un
lugar. Había dos cuerdas para cada columna, de manera que
quedaba atada por fuera con una y por dentro con otra.
Estas cuerdas parecen cantar un gran aleluya sobre la doble
porción del amor de Dios que ató a nuestro precioso
Salvador sobre el lugar del juicio, la cruz.
II. LAS ESTACAS
 
“Las estacas del tabernáculo, y las estacas del atrio, y sus
cuerdas” (Éxodo 35:18). Las estacas estaban hechas de
metal y se usaban como clavos para sostener las cuerdas de
lino. Aun cuando eran las partes más pequeñas que
formaban la estructura del atrio, sin embargo, ocupaban un
sitio importante. La completa seguridad de las columnas, las
cuerdas, y las basas, dependía de la fuerza de las estacas
que eran clavadas en la tierra. La palabra estaca en Hebreo
es “yathed”, significando fijar o atar. También significa
“clavija” o “clavo”. Nuevamente encontramos aquí un
bellísimo cuadro de nuestro Señor Jesucristo, como Aquel en
quien descansa seguro el yelmo de salvación. Para
comprender la importancia de la estaca, y la imagen que
presenta del Señor Jesucristo, es necesario advertir la
importancia del sitio ocupado por la humilde estaca en la
casa oriental. En aquellos días y lugares, tanto las casas
como el mobiliario se construían de manera mucho más
simple que en la actualidad. Cuando las casas se hacían de
ladrillo o de barro, largas estacas de hierro se colocaban en
la misma estructura de la casa en diversos lugares. Se
ponían en derredor de las ventanas y se usaban como
ganchos para colgar los mantos; se construían como parte
de las paredes de la cocina para colgar de ellas los varios
utensilios. Y también se construían en los palacios y en las
torres.
“Tu cuello, como la torre de David, edificada para muestra;
Mil escudos están colgados de ella, todos escudos de
valientes”. (Cantar de los Cantares 4:4). En este pasaje el
Esposo está comparando a la esposa con una torre que ha
sido bien construida con sus clavijas para sostener las
diferentes armas para la lucha. ¿Cuánto de la estaca o de la
fuerza de Cristo has permitido que Dios forme en tu cuello
espiritual? Las estacas o clavijas que aquella gente usaba en
sus torres estaban hechas de metal o de hierro que había
sido probado, experimentado, y que había resistido el juicio
del fuego. Podemos hacer descansar con toda certeza la
salvación de nuestras almas sobre el Señor Jesucristo,
porque Él es un clavo o estaca que ha resistido por nosotros
el juicio de fuego del infierno.
También en Isaías 22:15-25 encontramos otro hermoso
cuadro del clavo o de la estaca, es decir, de la palabra
hebrea “yathed”:
“Jehová de los ejércitos dice así: Vé, entra a este
tesorero, a Sebna el mayordomo, y dile: ¿Qué
tienes tú aquí, o a quién tienes tú aquí, que labraste
aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra
su sepultura, o el que esculpe para sí morada en
una peña? He aquí que Jehová te transportará en
duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro. Te
echará a rodar con ímpetu, como a bola portierra
larga de términos: allá estarán los carros de tu
gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor. Y
arrojarte he de tu lugar, y de tu puesto te empujaré.
Y será que, en aquel día, llamaré a mi siervo
Eliacim, hijo de Hilcias; Y vestirélo de tus vestiduras,
y le fortaleceré con tu talabarte, y entregaré en sus
manos tu potestad; y será padre al morador de
Jerusalem, y a la casa de Judá. Y pondré la llave de
la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie
cerrará; cerrará, y nadie abrirá. E hincarélo como
clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la
casa de su padre. Y colgarán de él toda la honra de
la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los
vasos menores, desde los vasos de beber hasta
todos los instrumentos de música. En aquel día, dice
Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar
firme será quitado, y será quebrado y caerá; y la
carga que sobre él se puso, se echará a perder;
porque Jehová habló”.
 
En estos pasajes encontramos al Señor diciendo que la
posición que Sebna tuvo en la casa del Rey le iba a ser
quitada a causa de su orgullo, y le sería dada a Eliacim, cuyo
nombre significa “Dios que se levanta”. Este es un cuadro
tan claro del Señor Jesucristo quien es el Dios resucitado, y
que ha sido la llave de la casa de David, que puede abrir o
cerrar según el conocimiento de Su poder. “Y escribe al
ángel de la Iglesia en Filadelfia: Estas cosas dice el Santo, el
Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y
ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (Apocalipsis 3:7). Él
iba a ser un clavo del que pendería toda la gloria de la casa
del Padre. Si el Padre iba a confiar toda la gloria de Su casa
colgándola del clavo, esta estaca, este Jesús, entonces
tenía que ser probado en todas las formas posibles. De
acuerdo con lo descrito en Hebreos 4:15 “Porque no
tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de
nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado”.
El tiempo y el espacio nos prohíben aquí todas las pruebas
a que fue sometido este clavo, este Jesús en quien habría de
colgar TODA la gloria de la casa del Padre, pero para
mencionar algunas: Fue probado con pobreza, con el ser
despreciado y desconocido, siendo aborrecido y perseguido,
viéndose abandonado por los hombres y tentado por el
Diablo. Fue traicionado y vendido por un precio vil; fue
culpado, acusado y condenado injustamente; fue vestido con
ropajes de payaso, se vió abofeteado y burlado, fue tenido
por necio, y como poseído del Diablo. Fue atado con cuerdas
y azotado, reputado peor que Barrabás; se vió expuesto a la
desnudez, fue blasfemado, coronado con espinas,
denigrado, befado, y estuvo triste hasta la muerte.
Fue oprimido con injurias, dolores, humillaciones, fue
escupido y tratado con desdén. Recibió la carga de la cruz y
de nuestros pecados, fue crucificado entre dos ladrones,
deshonrado delante de los hombres y tenido por nada. Y sin
embargo, a través de todo esto Él no pecó, no abrió Su boca.
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue
llevado al matadero; y como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca:” (Isaías 53:7).
¡Oh, precioso clavo de metal, estaca, Jesús, no es ninguna
maravilla que toda la gloria de la casa del Padre pueda
descansar sobre Tí! ¿Es cosa de asombrar que el Padre no
pueda poner mucha gloria sobre nosotros?
Cuando Él nos hace pasar por fuego para probarnos y
examinarnos a fin de hacer de nosotros una estaca, un clavo
para Su Tabernáculo, lloramos, murmuramos, nos quejamos,
y nos rebelamos a causa del sufrimiento. Amados, antes de
que el Padre hubiera colgado la gloria de aquel clavo, Cristo
Jesús, tuvo que colgar de Él todos estos sufrimientos y
pruebas y tribulaciones. Una estaca fuerte llevará los
sufrimientos y demostrará ser lo bastante fuerte para llevar
también la gloria. Que el Espíritu de Cristo nos ayude a
convertirnos en estacas fuertes, y a no resentir el fuego que
nos ayuda a fortalecernos. Esta fue la oración y el deseo del
Apóstol Pablo en Colosenses 2:7, “Arraigados y
sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como
habéis aprendido, creciendo en ella con hacimiento de
gracias”. El Apóstol Pablo deseaba que los Colosenses
fueran establecidos, clavados, arraigados en la fe.
Puesto que Jesús es el clavo, la estaca probada,
colguemos de Él todas nuestras esperanzas, nuestras
ambiciones, nuestros afectos. Colguemos toda la gloria y la
alabanza y el honor de este clavo a quien el Padre ha
encontrado digno de llevar toda la gloria de Su casa.
III. LAS BASAS DE METAL.
 
El pie de cada columna también había sido asegurado
sobre una basa de metal. Dicha basa tenía un agujero o
ensambladura, para recibir la espiga que tenía la base de la
columna. Era evidentemente puesta sobre el suelo y encima
se hacía descansar la columna. Al continuar con el estudio
del Tabernáculo, podremos observar la importancia de cada
pequeño detalle, y cómo cada cosa llena un cometido. Todos
estos detalles no solamente son cuadros e imágenes del
Señor Jesús, sino que además, de Su Iglesia. Esto nos
recuerda lo que está escrito en Primera de Corintios 12:12-
27 en donde el Apóstol Pablo enseña la importancia de cada
miembro en el cuerpo de Cristo:
“Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene
muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo,
siendo muchos, son un cuerpo, así también Cristo. Porque
por un Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo, ora
Judíos o Griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido
de un mismo Espíritu. Pues ni tampoco el cuerpo es un
miembro, sino muchos. Si dijere el pie: porque no soy mano,
no soy del cuerpo: ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la
oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo: ¿por eso no
será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría
el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas
ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el
cuerpo, como quiso. Que si todos fueran un miembro,
¿dónde estuviera el cuerpo? Mas ahora muchos miembros
son a la verdad, empero un cuerpo. Ni el ojo puede decir a la
mano: No te he menester: ni asimismo la cabeza a los pies:
No tengo necesidad de vosotros. Antes, mucho más los
miembros del cuerpo que parecen más flacos, son
necesarios; Y a aquellos del cuerpo que estimamos ser más
viles, a éstos vestimos más honrosamente; y los que en
nosotros son menos honestos, tienen más compostura.
Porque los que en nosotros son más honestos, no tienen
necesidad: mas Dios ordenó el cuerpo, dando más
abundante honor al que le faltaba; Para que no haya
desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se
interesen los unos por los otros. Por manera que si un
miembro padece, todos los miembros a una se duelen; y si un
miembro es honrado, todos los miembros a una se gozan.
Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en
parte”.
De la misma manera la humilde basa tenía un lugar que
debía llenar y una historia de verdad que relatar, aun cuando
estaba un tanto escondida a la vista. El metal de que estaba
hecha, también nos da el mensaje del juicio divino en contra
del pecado. La ensambladura o agujero, nos habla del
agujero abierto en el Monte Calvario que recibió y sostuvo la
cruz de nuestro Señor Jesucristo. Nunca olvidaré cuando
hace algunos años, estudiando los misterios del Tabernáculo
del Antiguo Testamento llegué a la pequeña basa de metal, y
el Espíritu de Dios elevo a mi alma en comunión con Él. Era
como si pudiera oír el golpe seco de la cruz del Calvario al
resbalar hasta penetrar en su base. Lágrimas de gozo y de
gratitud fluyeron por mis mejillas al reflexionar sobre Su gran
amor por mí, pecadora.
La basa también nos habla del agujero, la tumba que
recibió Su precioso cuerpo en la muerte, el fin de nuestro
juicio. ¿Le amamos suficiente para estar dispuestos a ser
simplemente una pequeña basa en Él, el gran edificio
espiritual o tabernáculo, si eso es lo que Él quiere hacer de
nosotros? La pequeña basa sobre el piso tenía el más
humildede los sitios. ¿Estaremos dispuestos a ser meras
esterillas en la casa del Señor? ¿Estamos de tal manera
unidos con Él en Su humildad que podemos ser una basa?
Tal parece que en estos días en las iglesias Cristianas
tenemos necesidad del Espíritu de humildad, del cual
adolecemos. Bastantes Cristianos son extremadamente
sensibles y se ofenden por cualquier motivo o causa
insignificante, y con demasiada frecuencia sin ninguna razón.
Cristianos así nunca podrán construir una basa en el Templo
del Señor.
Amados, el gozo no está precisamente en el sitio que
ocupamos o que se nos ha asignado, sino justamente en
realizar lo que el Señor quiere que hagamos, estar en el lugar
que nos ha indicado, en Ser lo que Él desea y que en Su gran
misericordia ha planeado para nosotros.
IV. LOS CAPITELES Y CINCHOS DE
PLATA
 
Los capiteles y los cinchos de plata servían para sostener
las cortinas o las colgaduras. Los capiteles también servían
para mantener en su sitio las cuerdas. Los “cinchos” eran
como barras de plata puestas sobre los capiteles cerca de la
parte superior de la cerca, manteniendo las columnas
separadas la una de la otra a distancias adecuadas. Estos
capiteles y cinchos estaban hechos de plata; y la plata, en las
Escrituras, nos indica o tipifica redención.
“Cuando tomares el número de los hijos de Israel
conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a
Jehová el rescate de su persona, cuando los
contares, y no habrá en ellos mortandad por
haberlos contado. Esto dará cualquiera que pasare
por la cuenta, medio siclo conforme al siclo del
santuario. El siclo es de veinte óbolos: la mitad de
un siclo será la ofrenda a Jehová. Cualquiera que
pasare por la cuenta, de veinte años arriba, dará la
ofrenda a Jehová. Ni el rico aumentará, ni el pobre
disminuirá de medio siclo, cuando dieren la ofrenda
a Jehová para hacer expiación por vuestras
personas. Y tomarás de los hijos de Israel el dinero
de las expiaciones, y lo darás para la obra del
tabernáculo del testimonio: será por memoria a los
hijos de Israel delante de Jehová, para expiar
vuestras personas”. (Éxodo 30:12-16).
 
La ofrenda o dinero de redención debía ser medio siclo de
plata. Si pudiéramos mirar de cerca las columnas de metal
con sus barras de plata, nos darían la impresión de muchas
cruces pequeñas en derredor del tabernáculo. Aquí
encontramos metal y plata, el metal de la columna y la plata
de la barra que cruzaba el pilar en su parte superior. Una
nueva verdad añade color al cuadro de la cruz. Fue en la
cruz del Calvario donde el juicio de Dios por el pecado
(metal) y la redención de las almas de los hombres (plata) se
encontraron. No sólo tomó Él nuestro lugar en el Juicio, sino
que además dio Su sangre para redimirnos, para
comprarnos en el mercado de pecado donde nos vimos
expuestos. “Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra
vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no
con cosas corruptibles como oro o plata; Sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación:” (I Pedro 1:18-19).
V. EL OBJETO DE LAS COLUMNAS
 
A. PARA SOSTENER LAS COLGADURAS
DE LAS CORTINAS DEL ATRIO
 
El propósito de las columnas no era mostrar su propio
pulimento y belleza, sino para sostener las cortinas, a fin de
mostrar otra imagen o cuadro del Señor Jesucristo. Las
columnas una vez colocadas y abrazadas por los cinchos y
las cuerdas de lino, formaban la estructura completa de una
cerca que había de sostener los muchos metros de cortinas
de lino. En el tabernáculo encontramos cada cosa
cumpliendo su cometido en su propio sitio, y preparando el
camino para una mayor revelación del Señor Jesucristo, de
quien todo el edificio es un tipo.
No podemos evitar ver además, el modelo o patrón de la
iglesia viviente de Dios, así como un patrón para el corazón
de cada individuo.
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
juntamente ciudadanos con los santos, y
domésticos de Dios; Edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; En el
cual, compaginado todo el edificio, va creciendo
para ser un templo santo en el Señor: En el cual
vosotros también sois juntamente edificados, para
morada de Dios en Espíritu”. (Efesios 2:19-22).
 
Aquí vemos que Pablo tuvo la revelación del templo
espiritual que Dios quería hacer con todos los santos del
Señor que eran las piedras vivas para la edificación de ese
gran templo.
Y también está el templo que Él quiere hacer crecer en el
corazón de cada creyente por medio del ESPÍRITU. Si, por
así decirlo, el espíritu de estas columnas estuviera en las
iglesias, cuánto más grande sería la experiencia del pueblo
de Dios en el conocimiento más profundo y una mayor
experiencia en el Señor que la nuestra, seamos pues como
las columnas, dispuestos a permanecer cubiertos y
escondidos a la vista, para que las cortinas de lino puedan
decir su mensaje de justicia y santidad. Aprendamos la
humildad de llegar a ser un SOSTÉN.
B. PARA SOSTENER LA PUERTA
 
Las columnas no solamente sostenían las cortinas de lino,
sino que también sostenían la puerta. Las cortinas tenían un
precioso mensaje de justicia y santidad, pero sin la historia
relatada por la puerta, sería pequeño el beneficio que
pudiéramos lograr. ¡Qué importante era el lugar de las
columnas! Sin su sostén no habría mensaje de justicia y
santidad, sin su sostén, no existiría el mensaje de la puerta, o
del camino de entrada al edificio. Sin las columnas fieles en
la iglesia no podría haber pastor para hablar de las cortinas,
y de la puerta. Pidámosle a Dios que nos haga un pilar.
Encontremos el lugar en el que Dios quiere que sirvamos, y
dejemos que Él nos ate con cuerdas de amor, nos fije con
estacas para poder orar, testificar, y dar de tal manera que el
mensaje de las cortinas y de la puerta pueda seguir adelante.
Capítulo III
 
El Atrio – Continuación
 
 
LAS COLGADURAS DEL ATRIO
 
I. SU MATERIAL
 
“Asimismo harás el atrio del tabernáculo: al lado del
mediodía, al austro, tendrá el atrio cortinas de lino
torcido, de cien codos de longitud cada un lado; y de
la misma manera al lado del aquilón habrá a lo largo
cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte
columnas, con sus veinte basas de metal; los
capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata.
Y el ancho del atrio del lado occidental tendrá
cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez,
con sus diez basas. Y las cortinas del un lado serán
de quince codos; sus columnas tres, con sus tres
basas. Al otro lado quince codos de cortinas; sus
columnas tres, con sus tres basas”. (Éxodo 27:9,
11-12, y 14-15).
 
De la estructura del atrio colgaban las cortinas de lino fino
torcido, cosidas por sus extremos de tal manera que
formaban una cerca cerrada desde un lado de la puerta en
derredor de todas las esquinas de la estructura y hasta la
puerta otra vez. La frase “lino fino torcido”, nos da el secreto
del mensaje contenido en las colgaduras o cortinas del atrio.
La palabra “fino” significa peinar o taladrar. Si este lino iba a
predicar un mensaje de la imagen de Cristo, no podía ser lino
común y corriente. Tenía que ser preparado, cardado y
taladrado hasta quedar liso y suave, a fin de que pudiera
hablarnos de la uniformidad y suavidad del carácter y la
naturaleza de Cristo. Al preparar el lino, se usaba un peine de
duros dientes para atravesar la fibra cruda y mientras más
se cardaba, más fina y más lisa era la trama.
La palabra “torcido” nos indica la forma en que las fibras
de lino se unían entre sí. Esto nos habla de la fuerza, el
carácter, y la naturaleza del Señor Jesucristo. La fuerza de
una cuerda se obtiene torciendo los hilos, y de la misma
manera la fuerza de las cortinas se obtenía torciendo los
hilos del lino. Alguien ha dicho que la fuerza y la finura del lino
están determinadas por el número de “medidas” en cada
metro. También se ha dicho que el lino utilizado en el
tabernáculo tenía 1,200 medidas (nudos) por metro. Sea
como fuere, lo cierto es queeran cortinas de lino
suficientemente fuertes porque sus hilos habían sido
firmemente torcidos. La palabra “lino” de por sí significa
“blanquear, emblanquecer”. El lino era blanqueado hasta
quedar blanco como la nieve, a fin de poder llevar en sí el
mensaje de la justicia de Cristo. En la Escritura el lino se usa
como tipo de justicia, a causa de su finura y blancura. A lo
largo de toda la Palabra de Dios, es un símbolo de pureza,
santidad y justicia.
En la Escritura encontramos estas palabras: “Y le fue dado
que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino
son las justificaciones de los santos”.(Apocalipsis 19:8). En
esta porción de la Escritura, la palabra “justificaciones” se
refiere a la justicia de la esposa de Cristo. ¿En dónde
encontró ella este lino fino de justicia? Le fue dado por medio
de la fe en el Señor Jesucristo. “Porque por gracia sois
salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios:”
(Efesios 2:8).
Jesús nos ha dicho que nuestra justicia tiene que ser
mayor a la de los Escribas y Fariseos, de lo contrario no
podremos entrar en el Reino de Dios (Mateo 5:20). La
justicia de los Fariseos se veía muy bien desde afuera, pero
Jesús les dijo que el interior de sus corazones estaba lleno
de tinieblas y de muerte. Usted podrá estar vestido ante los
ojos del mundo con la ropa de su participación en alguna
iglesia, el bautismo, o cualquier otra cosa semejante, pero de
acuerdo con la Palabra de Dios, es necesario tener el lino
blanco de la justicia del Señor Jesucristo, por cuanto ésta es
la única túnica que puede cubrir la desnudez de nuestras
almas delante del Señor.
Tal como esta cortina blanca estaba extendida a la vista de
todos, así también la pureza, santidad y justicia del carácter y
naturaleza del Señor Jesucristo. Ahora veamos el testimonio
de algunos de aquellos que tuvieron la oportunidad de
contemplar la pureza y la santidad del Señor Jesús:
¿Qué tuvo Pilato que decir sobre este hombre Cristo
Jesús? “Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía
más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del
pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo:
vereíslo vosotros”. (Mateo 27:24). Pilato no pudo encontrar
defecto ni mancha en el “fino lino torcido” de Su justicia.
¿Qué dijo la esposa de Pilato? “Y estando él sentado en el
tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con
aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en
sueños por causa de él”. (Mateo 27:19).
Y Judas, su enemigo y traidor, ¿qué tuvo que decir?
“Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era
condenado, volvió arrepentido las treinta piezas de plata a los
príncipes de los sacerdotes y a los ancianos, Diciendo: Yo he
pecado entregando la sangre INOCENTE. Mas ellos dijeron:
¿Qué se nos dá a nosotros? Viéraslo tú”. (Mateo 27:3-4). La
pureza y la justicia de Jesús persiguieron a Judas hasta que
se vió obligado a regresar el dinero de su traición. Aún Su
archienemigo tuvo que dar testimonio de la pureza y santidad
del Hijo de Dios. ¿Qué dijo el Centurión que fue testigo de Su
muerte? “Y el centurión, y los que estaban con él guardando
a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido
hechas, temieron en gran manera, diciendo: Verdaderamente
HIJO DE DIOS era éste”. (Mateo 27:54).
Basta sólo con ver a una persona en sus últimos
momentos, para ver si tiene la justicia de Jesús sobre su
alma, o si está cubierta con la negrura del pecado.
Pedro sería un buen testigo acerca de la clase de
naturaleza y carácter que vió en el Señor, puesto que Pedro
estuvo estrechamente asociado con el Señor. La gente que
vive con usted día tras día en su hogar, en el sitio donde
trabaja, es la que tiene oportunidad de observar la clase de
carácter y naturaleza que tiene usted verdaderamente.
Pueden advertir cuando se siente malhumorado, irritado,
enfurruñado, o cuando revela muchas imperfecciones de su
naturaleza y disposición. Veamos lo que Pedro dijo acerca
del Señor: “El cual no hizo pecado; ni fue hallado engaño en
su boca Quien cuando le maldecían, no retornaba maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que
juzga justamente:” (I Pedro 2:22-23). Pablo testificando por
medio del Espíritu, dijo acerca del Señor Jesucristo: “Porque
tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado
de los pecadores y hecho más sublime que los cielos”.
(Hebreos 7:26). Y aún los críticos y los enemigos a lo largo
de los siglos han tenido que admitir el hecho de que Él fue un
hombre JUSTO.
Recuerdo haber pasado mucho tiempo visitando a una
pobre mujer moribunda en la peor parte de la ciudad en que
ella vivía, y hablándole del poder de Jesús para salvar y para
sanar, cada vez que la visitaba le preguntaba si estaba
segura de haber sido salva, y si tenía sobre su corazón la
sangre de Jesús, su respuesta era afirmativa, pero de
alguna manera, no parecía haber realidad en su testimonio.
Tiempo después fui llamada nuevamente al hospital para
visitar a esta mujer. Nunca olvidaré la agonía de su alma
durante las últimas horas de su vida, y cómo a pesar de la
mucha anestesia que contenía su cuerpo para disminuir el
dolor, habló de sus muchos pecados de adulterio delante del
Señor. Qué cosa tan peligrosa es esperar hasta que los
dedos fríos de la muerte ya se han apoderado del alma y,
entonces, tratar de encontrar esta túnica de justicia a través
de la sangre de Jesús.
Lector, si tú no estás lavado en la sangre del Señor Jesús,
entonces estás perdido, arruinado y sin la túnica de lino fino
para hacerte digno de estar en la presencia del Dios del
cielo. Durante las horas en que nuestro Señor moría sobre la
cruel cruz, el centurión pudo contemplar la pureza y la
santidad de Su carácter y de Su naturaleza.
II. LOS NÚMEROS
 
Es un hecho que uno no puede estudiar mucho tiempo las
Escrituras sin sentirse presionado por el significado de los
números. Notamos en la Palabra que el Atrio corría paralelo
hacia el norte y hacia el sur por una distancia de cien codos.
Este número 100 ha sido empleado por muchos como un
número completivo junto con el número siete. El número
CIEN está formado por el número UNO y otras dos cifras,
haciendo un total de tres partes, y sin embargo, sigue siendo
un solo número. En la Biblia encontramos que Dios es una
Trinidad compuesta por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y
sin embargo Él nos dice que estos tres son Uno. La unidad y
la integridad de la Deidad están claramente expresadas en el
primer versículo de la Biblia, en donde la palabra Hebrea
“Dios” es “Elohim”, que es un nombre uni-plural, un nombre
denotando pluralidad o más de uno, y al mismo tiempo,
denotando unidad.
Cuando Dios envió a Su Hijo al mundo, no escatimó nada
de la justicia de la Divinidad, por cuanto Dios estaba en
Cristo, reconciliando al mundo para Sí. Jesús declaró que el
Padre habitaba en Él, y sabemos que el Espíritu Santo
estaba sobre Él. De manera que en Cristo estaba la justicia
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La largura de las
cortinas nos habla de la perfección y llenura de la largura de
la justicia de Dios en Cristo Jesús. En Éxodo 27:12
encontramos que la anchura del atrio, o de las cortinas, era
de cincuenta codos. El número cincuenta nos habla del
Pentecostés. De acuerdo con la fiesta judía, el día del
Pentecostés se celebraba cincuenta días después de la
Pascua. Esta maravillosa fiesta tuvo el cumplimiento de su
tipo en el advenimiento del Espíritu Santo en el día del
Pentecostés, cincuenta días después del ofrecimiento del
Cordero de la Pascua, el Señor Jesucristo. ¿No puede este
número cincuenta hablarnos del poder de Dios a través del
Espíritu Santo, puesto que este número está asociado con el
poder de Dios? Por lo tanto, podemos escuchar el mensaje
de la cortina en el lado occidental hablándonos de la justicia
de Dios en el Señor Jesucristo. La Palabra nos declara: “Por
lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se
allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.
(Hebreos7:25). ¡Cuán poderosa y ancha es la justicia de
Dios, que puede tomar a pobres pecadores perdidos, sin
esperanza en el mundo, en la negrura del pecado, y
transformarlos y cambiarlos en lino fino, torcido y brillante!
Que nuestra visión de la longitud y anchura de justicia de
Dios pueda aumentar.
Encontramos en Éxodo 27:13 que el atrio por el lado
oriental también debería tener cincuenta codos, sin embargo,
debido al espacio tan amplio que ocupaba la puerta, era
necesario que las cortinas solamente tuvieran treinta codos.
Había quince codos a cada lado de la puerta, haciendo un
total de treinta codos. Podemos llegar al número treinta,
multiplicando el número diez (el número legal o de la ley), por
el número tres (el número de la perfección divina), y al
hacerlo así, tenemos un cuadro de la perfección divina de la
justicia de Dios en el lado oriental del tabernáculo. Isaías
declara que nuestra justicia es como TRAPOS DE
INMUNDICIA en contraste con la justicia de Dios: “Si bien
todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como TRAPO DE INMUNDICIA; y caímos todos
nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron
como viento”. (Isaías 64:6). La justicia de Dios es perfecta,
sin mancha ni defecto. Este número diez también nos explica
que esta justicia era una posesión legal de Dios, a quien
pertenece por virtud de Su carácter y naturaleza. Siempre le
ha pertenecido a Él por cuanto Él es el mismo ayer, hoy, y por
los siglos. Por eso es que no podemos alardear de la justicia
que Jesús nos ha dado, porque no es nuestra justicia, sino la
de Él, y que Él eligió dar a cuantos creen en Él. Esta es
también la razón por la que ningún hijo de Dios puede hacer
alarde de lo que tiene en comparación con lo que tiene otro
de Sus hijos, porque todo lo que tenemos, nuestra salvación,
nuestra justicia, nos ha sido dado por Él. Porque Su justicia
era Su propia posesión legal, Él pudo dárnosla. Nadie puede
dar a otra persona algo que no le pertenece, sin que se
convierta en ladrón.
Ahora examinemos la altura de la cortina. Era igual a la de
las columnas de metal, cinco codos. La cortina tenía
solamente la mitad de la altura que tenía el tabernáculo
propiamente dicho, localizado dentro del atrio, de tal manera
que podía ser visto por encima de la cortina. Parece haber
una controversia sobre el significado del número cinco.
Algunos eruditos lo interpretan como un número de división,
pero yo lo veo en relación con la gracia de Dios. Recuerdo el
relato de la Palabra de Dios sobre los cinco panes y los dos
peces que en mi opinión, muestran la gracia de Jesús, única
que podía haber alimentado a toda aquella multitud. No fue
porque esa multitud lo hubiera merecido, sino simplemente
fue la gracia, el amor y la compasión de Jesús que les dio
alimento.
La gracia de Dios también está contenida en la justicia de
Dios. Es solamente la gracia de Dios a través de Su justicia
lo que evita que el hombre pecador entre hasta Su presencia.
Si permitiera que los pecadores entraran al cielo –
probablemente sería cosa de pocos minutos para que
quedara convertido en infierno; porque dondequiera que el
pecado abunda y está presente, el infierno y el tormento
comparecen. Pero gracias a Dios por Su gracia que requiere
que el hombre se acerque a la fuente de sangre para
encontrar limpieza y así, por Su justicia, tener acceso a los
portales del cielo. Cinco codos son un poco más que ocho
pies, lo cual es más que la estatura ordinaria de un hombre.
La justicia y la santidad de Dios son mucho más altas que el
hombre, de tal manera que solamente por medio del Señor
Jesucristo podemos llegar a obtener esta justicia.
III. EL OBJETO DE LAS CORTINAS
 
A. EXCLUIR
 
En primer lugar, el atrio servía para excluir al hombre que
estaba en el exterior y que no se encontraba preparado para
venir y ver en la presencia de Dios. La justicia de Dios
excluye el pecado, y puesto que el hombre estaba en
condición pecaminosa, fue excluido de la presencia de Dios.
Si alguno deseaba entrar al interior del atrio y ver y
contemplar las cosas que había adentro, tenía que aprender
el camino adecuado para aproximarse. Las cortinas no eran
un medio para entrar, sino un medio para excluir. Job clamó,
“No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre
nosotros ambos” (Job 9:33). Aun cuando Job era un hombre
justo y recto, Dios permitió que el Diablo lo afligiera y lo
pusiera sobre el montón de cenizas, a fin de que pudiera
aprender que no eran suficientes todas sus buenas obras de
justicia. En este estado, Job comenzó a ver la necesidad de
un árbitro – uno que pudiera poner su mano sobre Job y
sobre Dios también, para de esta manera, ponerlo en
contacto con Dios ¡Qué precioso es saber que Jesús se
convirtió en este árbitro, en este contacto! Con la mano del
hombre Jesús, Dios pudo acercarse y coger nuestras manos
mortales, y con la mano de Cristo es posible tomar la mano
del Padre, haciendo de esta manera contacto entre los dos.
Cuando por fe alcanzamos a tocar la mano de Jesucristo, Él
nos imparte Su justicia y Su santidad, y por medio de Él y en
Él podemos presentarnos delante del Señor. De otra manera,
la justicia de Dios es como la cortina blanca que excluye al
pecador de Su presencia.
B. CERCAR
 
En segundo lugar, las colgaduras blancas o las cortinas, se
usaron para cercar toda la belleza y el tesoro que el
tabernáculo tenía en su interior ¡Qué precioso es cuando
Jesús nos da la ropa de justicia como una cerca para
protegernos del mundo, la carne, y el diablo! Muchas veces
Sus hijos cometen el error de no usar esta ropa de justicia
como una cerca que guarde la belleza de Su Espíritu y Su
amor en sus corazones. Tal parece que los Cristianos con
frecuencia abren sus corazones y aceptan la presencia de
actitudes incorrectas y espíritus indebidos, a pesar de tener
en su mano la posesión del “lino fino torcido” que puede
guardarlos, si solamente quisieran hacer uso de él. Hasta
aquí nos hemos ocupado de la belleza y de la santidad de
Cristo, pero aún no hemos encontrado el camino para entrar
al Atrio.
Capítulo IV
 
La Puerta del Atrio
 
 
“Y a la puerta del atrio habrá un pabellón de veinte
codos, de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino
torcido, de obra de bordador: sus columnas cuatro,
con sus cuatro basas. Todas las columnas del atrio
en derredor serán ceñidas de plata; sus capiteles
de plata, y sus de metal. La longitud del atrio será de
cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y
cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos: sus
cortinas de lino torcido, y sus basas de metal. Todos
los vasos del tabernáculo en todo su servicio, y
todos sus clavos, y todos los clavos del atrio, serán
de metal” (Exodo 27:16-19).
 
 
“Y el pabellón de la puerta del atrio fue de obra de
recamado, de jacinto, y púrpura, y carmesí, y lino
torcido: la longitud de veinte codos, y la altura en el
ancho de cinco codos, conforme a las cortinas del
atrio.” (Exodo 38:18-19).
 
LA PUERTA
 
I. EL CAMINO
 
La palabra “puerta en el hebreo significa “dividir” o “abrir”.
Aquí tenemos la puerta del atrio que por así decirlo,
proporcionaba una abertura para la entrada al interior del
atrio. Esta es una muy preciosa imagen del Señor Jesucristo,
quien es el camino hacia Dios. “Volvióles, pues, Jesús a
decir: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las
ovejas. Yo soy la puerta: el que por mi entrare, será salvo; y
entrará, y saldrá, y hallará pastos.” (Juan 10:7,9).
Nuevamente Jesús dijo “Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida: nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Hubo
tres puertas reveladas en relación con el tabernáculo – una
en el atrio, revelando a Jesús como EL CAMINO; otra dando
entrada al Lugar Santo y que es una revelación de Jesús
como LA VERDAD; y otra que daba acceso al Lugar
Santísimo, revelando a Jesús como LA VIDA. Consideremos
a Jesús como EL CAMINO, la puerta que nos permite
penetrar hasta la presencia de Dios.
Solamente había una puerta para entrar al atrio, y una
puerta para llegar al interior.Cualquier persona que tuviera el
deseo de entrar, tenía que pasar por la puerta, porque no
había otro camino.
Esto nos enseña cómo entrar al cielo. El Apóstol Pedro
declaró: “Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro
nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos.” (Hechos 4:12). De manera que si
deseamos entrar al cielo, debemos entrar por medio de
Jesucristo, porque El es EL CAMINO. Jesús dijo que si
alguno trata de entrar por otro lado el tal es “ladrón y
“robador”. Nadie podía comprar su entrada al tabernáculo, ni
trabajar para lograr la entrada, la única manera de lograrlo
era acercándose en obediencia a la Palabra de Dios, a
través de LA PUERTA.
II. SUS MATERIALES
 
A. CARDENO
 
Esta puerta a diferencia de la cortina, debía tener varios
colores labrados en su tejido, el primero de ellos cárdeno. La
palabra en hebreo es “tekeleth” y se refiere al “nácar de
azur”, o al “cielo azul nacarado”. El no los dejó en duda sobre
el tipo de azul que quería usar en esta puerta. Debía ser azul
del cielo o por decirlo así, un azul celeste, porque Dios quería
que entonará el canto de la naturaleza celestial del Señor.
Jesús le dijo a Nicodemo, “Y nadie subió al cielo, sino el que
descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo”.
(Juan 3:13). Un ejército celestial cantó en Su nacimiento; “Y
repentinamente fue con el ángel una multitud de los ejércitos
celestiales, que alababan a Dios, y decían: Gloria en las
alturas a Dios, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres.” (Lucas 2:13-14). Y El declaró en otra ocasión, “Yo
soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno
comiere de este pan, vivirá para siempre’ y el pan que yo
daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”(Juan
6:51). El cielo nos habla de las alturas de las cuales El vino
para convertirse en la puerta, la entrada, y el camino para ti y
para mí.
Puesto que El vino desde tan lejos para alcanzarnos, con
cuánta mayor razón debemos estar dispuestos a correr
TODO EL CAMINO por El en esta vida. Sí, si tuviéramos mil
vidas para dárselas, y en cada una de ellas anduviéramos el
camino completo, todavía no podríamos comparar esto con
la distancia que El recorrió para llegar hasta nosotros.
Permitamos que Dios teja el cárdeno, el azul del cielo en
nuestras almas, hasta que nuestra mente y conversación
puedan ser celestiales como dice Pablo: “Mas nuestra
vivienda es en los cielos; de donde también esperamos al
Salvador, al Señor Jesucristo.” (Filipenses 3:20).
B. PURPURA
 
El púrpura era el segundo color que debería tejerse en la
puerta. Este es el color de la realeza, es el color de la
realeza, es el color de los reyes, y pertenece también a
aquellos que tienen gran riqueza. Si prestamos atención al
orden de los colores, recibiremos una bendición en el
mensaje que nos proporcionan. No era aquella una puerta
ordinaria, ni fue Jesús un hombre común, porque El era el
Hijo Celestial de Dios, el Real Hijo de Dios. El era Aquel por
cuyo mandato todas las cosas adquirieron el ser. El fue Aquel
que vino para ser la puerta, la entrada, el camino para llegar
a la presencia de Dios. También los demonios reconocieron
esta púrpura, esta realeza, y este poder del Hijo de Dios, “El
cuál, como vió a Jesús, exclamó y se postró delante de él, y
dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios
Altísimo? Ruegote que no me atormentes” (Lucas 8:28).
Dejémosle tejer el poder real en nuestra alma día tras día a
fín de estar en posibilidad de crecer en poder sobre el
mundo, la carne, y el diablo. Muchos Cristianos en nuestro
día son derrotados, se ven desalentados, y desconsolados
en demasía. El remedio está en esperar en Su presencia día
tras día, a fín de que el Espíritu del Señor pueda tejer en
nuestras almas la púrpura de Su poder. Este color nos habla
del poderoso REY que tiene las llaves del infierno y de la
muerte, y que puede abrir y cerrar. El ha cercado las puertas
del infierno y de la muerte para todos aquellos que se
acerquen a El, con fe, creyendo.
C. CARMESI
 
El carmesí el tercer color mencionado. No fue por
accidente que el Espíritu de Dios lo colocara en tercer lugar.
La palabra “carmesí” en hebreo es “tolaath” y significa “una
larva”. Con frecuencia leemos esta palabra traducida como
“gusano”, lo cual es cierto, y sin embargo, el Señor no nos
deja en la ignorancia acerca del tipo de gusano. Bien
sabemos que para la mente, la larva es el más bajo y el más
asqueroso de los gusanos. La larva vive de la corrupción y
en las cosas muertas. ¡Qué tremendo mensaje contiene el
carmesí sobre Aquel que no conoció pecado y sin embargo,
fue hecho PECADO (una larva) por nosotros para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El ! (II
Corintios 5:21).
Temo que con frecuencia rechazamos la idea de pensar
en nosotros mismos en cualquier forma que sea baja. El
orgullo del corazón humano desea y busca el favor de los
otros seres humanos. Pueda Jesús continuar tejiendo el
color carmesí de la humildad en nuestros corazones, no
importa a qué precio. Que podamos situarnos en el “lugar
secreto” y contemplar el hermoso rostro de este precioso
Jesús hasta que nuestras ambiciones y deseos queden
tejidos con el carmesí. Y por supuesto, este color carmesí
también nos habla de la sangre de Jesús, puesto que
ciertamente fue con este objeto que El se convirtió en una
LARVA, y que dio Su vida, Su misma vida, para que
pudiéramos tener vida por medio de El. Bien debiéramos
renunciar a nuestra vida carnal y ser tejidos con los hilos de
carmesí, a fin de poder convertirnos en CONDUCTOS por
medio de los cuales El pueda derramar Su poderosa vida,
para que otros puedan ver y creer. Aún cuando El era
celestial (azul) y real (púrpura), se convirtió en carmesí a fin
de proporcionar una puerta para el atrio. ¡Preciso Jesús, nos
sentimos incapaces de hablar ante tu gran amor por
nosotros!
D. LINO FINO Y TORCIDO
 
Junto con estos colores debía estar el lino fino y torcido
(blanco) sobre el que ya hablamos con bastante amplitud. El
ángel le dijo a María que lo SANTO que nacería de ella sería
llamado Hijo de Dios. Esta cosa santa era el blanco, sin
mancha Hijo de Dios. El lino fino y torcido nos proporciona un
cuadro de la blancura y de la pureza del Hijo de Dios. En
estos cuatro colores podemos ver la descripción de los
Evangelios, que nos revelan a Jesús como la puerta y la
entrada a la salvación:
1. Mateo – Púrpura
 
En el libro de Mateo, vemos a Jesús como el REY, la
púrpura. Mateo es el único de los evangelistas que
proporciona la genealogía de Jesucristo. Solo un REY
merece tanta atención.
“Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David,
hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac: e
Isaac engendró a Jacob: y Jacob engendró a Judas
y a sus hermanos: Y Judas engendró a Thamar a
Phares y a Zara: y Phares engendró a Esrom: y
Esrom engendró a Aram: Y Aram engendró a
Aminadab: y Aminadab engendró a Naasón: y
Naasón engendró a Salmón: y Salmón engendró de
Rachab a Booz, y Booz engendró de Ruth a Obed: y
Obed engendró al rey David: y el rey David
engendró a Salomón de la que fué mujer de Urías. Y
Salomón engendró a Roboam: y Roboam engendró
a Josaphat y Josaphat engendró Joram: y Joram
engendró a Ozías: y Ozías engendró a Joatam: y
Joatam engendró a Achaz: y Achaz engendró a
Ezechias: y Ezechias engendró a Manasés: y
Manasés engendró a Amón: y Amón engendró a
Josías: y Josías engendró a Jechonías y a sus
hermanos, en la transmigración de Babilonia,
Jechonías engendró a Salathiel: y Salathiel
engendró a Zorobabel: Y Zorobabel engendró a
Abiud: y Abiud engendró a Eliachim: y Eliachim
engendró a Azor: Y Azor engendró a Sadoc: y
Sadoc engendró a Achim: y Achim engendró a Eliud:
Y Eliud engendró a Eleazar: y Eleazar engendró a
Mathán: y Mathán engendró a Jacob: Y Jacob
engendró a José, marido de María, de la cual nació
Jesús, el cual es llamado el Cristo. De manera que
todas las generaciones desde Abraham hasta David
son catorce generaciones: y desde David hasta la
transmigraciónde Babilonia, catorce generaciones:
y desde la transmigración de Babilonia hasta Cristo,
catorce generaciones.” (Mateo 1:1-17).
 
2. Marcos – Carmesí
 
En el libro de Marcos encontramos a Jesús como el siervo
sufriente. Aquel que era Rey de Reyes y Seño de Señores
se convierte en un gusano, o en un siervo ¡Qué cuadro tan
notable el que nos presenta el carmesí! “Porque el Hijo del
hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y
dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:45).
3. Lucas – Blanco.
 
En el Evangelio según San Lucas, vemos a Jesús como el
Hijo del hombre en la blancura de Su pureza y de Su
santidad, bajando al mundo para buscar y salvar lo que se
había perdido. (Lucas 19:10).
4. Juan – Cárdeno
 
En el Evangelio según San Juan, vemos a Jesús como el
Cordero de Dios sin mancha, que quita el pecado del mundo.
“El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
(Juan 1:29).
III. SU HECHURA
 
Encontramos que esta puerta debía ser trabajada con
aguja, bordado. La palabra “trabajada” o “labrado” significa
terminar algo, y esta puerta debía ser terminada con la aguja.
En otras palabras, la única manera en que estos colores
podían juntarse era por medio de, diremos, el mucho
atravesar de la tela por la aguja. La única manera en que
Jesús podía cumplir con Su tarea de ser la Puerta, el
Camino, era por medio de mucho sufrimiento, humillación, y
aflicción.
Fue a través de este taladrar, que podemos obtener una
visión del cárdeno y del púrpura, del carmesí y del lino fino
torcido. No se nos dá ninguna idea sobre la manera en que
estos colores debían ser puestos en la manera en que estos
colores fueron sin duda tejidos juntos. Cuando nos
acercamos como pecadores y contemplamos a Cristo por
medio de la Palabra, podemos vernos atraídos hacia El de
varias maneras.
Por ejemplo: Algunas personas son atraídas por el Espíritu
por medio del cárdeno, lo celestial. Otros son atraídos por su
deseo de ir al cielo y por sus seres amados que estando en
el cielo, lo hacen para ellos aún más atractivo. Y hay otros
que están atados por hábitos tremendos de pecado, y por lo
tanto, son atraídos por el púrpura, el poder del Señor para
librarlos. Posiblemente ellos se sienten atraídos por el Rey
que puede atar el poder de Satán y hacerlos libres. Algunos
se ven llevados a El por el carmesí de Su humildad y
sufrimiento. Sin duda el Espíritu del Señor llama a algunos
por medio del Cordero de Dios, sin mancha, el lino blanco. Y
finalmente, algunos están tan cansados de sus vestiduras
negras de pecado, que se sienten inmensamente ansiosos
de cambiarlos por el lino blanco.
IV. SU POSICION
 
La puerta del atrio estaba situada a la mitad del lado
oriental, y tenía veinte codos de largo por cinco de alto. Cuan
grande es la bondad del Señor al colocar esta puerta hacia la
salida del sol, de tal manera que con los primeros rayos de
luz, cualquiera que pasara por allí podía tener una visión de
los rayos del sol naciente fundiendo los colores de la puerta,
y haciéndolos vivos y hermosos. Que bello cuadro del
Espíritu de Dios cuando viene con los primeros rayos de luz
al alma humana, y tomando el color de estas verdades las
hace una realidad para el corazón. Entonces, por primera
vez, el alma puede ver la belleza del cárdeno, el púrpura, el
carmesí y el lino fino. Es digno de notarse el hecho de que la
puerta ocupaba casi la mitad del lado oriental del atrio. Este
hecho humanamente hablando, haría aparecer la puerta
como fuera de proporción; pero cuánta bondad la del
Espíritu, al proporcionar un tipo del Señor Jesús, la Puerta, el
Camino, la Entrada, señalando una puerta tan ancha, que
ninguno pudiera tener dificultad para entrar, si así lo desea.
¡Qué maravilla poder señalar a los pecadores más
empedernidos la persona del Señor Jesús, con completa
certeza, sabiendo que ningún pecado es demasiado ancho ni
demasiado alto para el perdón divino! Jesús dijo: “Todo lo
que el Padre me dá, vendrá a mi; y al que a mi viene, no le
hecho fuera.” (Juan 6:37). El no tiene por qué hecharnos
fuera por cuanto es bastante “amplio” para darnos cabida por
la puerta. Podemos llegar al número veinte, multiplicando
cuatro por cinco. Cuatro es el número de la tierra, y cinco es
el número de la gracia de Dios. Dios ha puesto Su gracia en
esta tierra por medio de la persona del Señor Jesucristo,
para que todos podamos venir y ser salvos, porque El es la
puerta. La puerta tenía cinco codos de altura y, ¿quién puede
conocer las profundidades y las alturas de la gracia de Dios?
Pablo habla de la gracia del Señor diciendo: “Para alabanza
de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el
Amado. En el cual tenemos redención por su sangre, la
remisión de pecados por las riquezas de su gracia,” (Efesios
1:6-7). Y otra vez Pablo dice: “Porque ya sabéis la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, que por amor de vosotros se hizo
pobre, siendo rico; para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos.” (II Corintios 8:9). La altura y profundidad de Su
gracia están en el hecho de que llega a los cielos más altos,
y al más profundo infierno.
Esta puerta pues, fue puesta en la tierra para que el
hombre pueda entrar por ella. No necesitamos esperar para
tener entrada, el Señor Jesucristo es esa Puerta, y podemos
entrar ahora, con gozo, y sacar agua de los pozos de
salvación.
 
Capítulo V
 
El Altar de Metal
 
 
“Harás también altar de madera de Sittim de cinco
codos de longitud, y de cinco codos de anchura:
será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. Y
harás sus cuernos a sus cuatro esquinas; los
cuernos serán de lo mismo; y lo cubrirás de metal.
Harás también sus calderas para echar su ceniza; y
sus paletas, y sus tazones, y sus garfios, y sus
braseros: harás todos sus vasos de metal. Y le
harás un enrejado de metal de obra de malla; y
sobre el enrejado harás cuatro anillos de metal a
sus cuatro esquinas. Y lo has de poner dentro del
cerco del altar abajo; y llegará el enrejado hasta el
medio del altar. Harás también varas para el altar,
varas de madera de Sittim, las cuales cubrirás de
metal. Y sus varas se meterán por los anillos: y
estarán aquellas varas a ambos lados del altar,
cuando hubiere de ser llevado. De tablas lo harás,
hueco: de la manera que te fue mostrado en el
monte, así lo harás.” (Éxodo 27:1-8).
 
 
“Igualmente hizo el altar del holocausto de madera
de Sittim: su longitud de cinco codos, y su anchura
de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de
altura. E hízole sus cuernos a sus cuatro esquinas,
los cuales eran de la misma pieza, y cubriólo de
metal. Hizo asimismo todos los vasos del altar:
calderas, y tenazas, y tazones, y garfios, y palas:
todos sus vasos hizo de metal. E hizo para el altar el
enrejado de metal, de hechura de red, que puso en
su cerco por debajo hasta el medio del altar. Hizo
también cuatro anillos de fundición a los cuatro
cabos del enrejado de metal, para meter las varas.
E hizo las varas de madera de Sittim, y cubriólas de
metal. Y metió las varas por los anillos a los lados
del altar, para llevarlo con ellas: hueco lo hizo, de
tablas.” (Éxodo 38:1-7)
 
I. SU POSICIÓN Y PREEMINENCIA
 
Al llegar a la una y única puerta del atrio, nos encontramos
frente al primer mueble en el atrio. Habían tres puertas que
proporcionaban entrada a cada una de las tres entradas en
este lugar de la habitación de Dios. La primera de estas
puertas daba entrada al atrio, en donde se encontraban el
Altar de Bronce y el Lavar, los cuales fueron hechos del
mismo Metal. La única manera posible para entrar al atrio,
era que la gente levantara las colgaduras de la puerta y
entrara a rastras, de la misma manera que nosotros sólo
podemos llegar hasta la fuente de la preciosa sangre de
Jesús humillándonos a nosotros mismos y arrastrándonos
por debajo, por así decirlo, hasta el lugar en donde la sangre
se ofrece.
El Altar de Metal estaba colocado entre la puerta y el
tabernáculo. Este Altar ocupaba el sitiomás prominente en
todo el tabernáculo, puesto que era el mueble más alto en el
edificio según las instrucciones que podemos encontrar en la
Escritura. Descubrimos que el mobiliario del tabernáculo
estaba colocado en forma de cruz. El Altar de Bronce, el Altar
del Perfume y El Arca del Pacto formaban la línea central, en
tanto que el Candelero, el Altar del Perfume y la Mesa de los
Panes de la Proposición constituían la barra horizontal.
La palabra “altar” en el hebreo significa “matar”, y nos
habla del Señor Jesucristo, quien se convirtió en el gran Altar
de Sacrificio, siendo muerto sobre la Cruz del Calvario. De
manera que si queremos aprender sobre la medida de Su
estatura, primero tenemos que ir a la Cruz del Calvario.
Un Altar se usaba para dos cosas: matar y quemar.
A. MATAR
 
Lo primero que sucedía en el Altar, cuando la gente traía
sus ofrendas al sacerdote, era la imposición de las manos
sobre el animal, significando con ello que sus pecados eran
de esta manera transferidos al animal, entonces el animal
era atado sobre el altar y muerto. “Dios es Jehová que nos
ha resplandecido: atad víctimas con cuerdas a los cuernos
del altar.” (Salmo 118:27)
B. QUEMAR
 
Después de la muerte del animal sobre el altar, y cuando el
sacerdote había recibido y rociado la sangre, entonces el
animal era quemado sobre el altar. ¡Cuán bello es el cuadro
que tenemos aquí!
El pecado merece LA MUERTE y EL INFIERNO (quemar).
Jesús se convirtió en nuestro altar para recibir nuestro juicio
de MUERTE e INFIERNO. Este altar era merecedor de tal
preeminencia. Sin sus grandes servicios de muerte e
incineración, no podría haber manera de aproximarse a las
otras partes del tabernáculo. ¡Oh precioso Jesús, cuán
grande ha sido tu amor para con nosotros!
II. SU MATERIAL
 
A. MADERA DE SITTIM
 
Nos encontramos ahora con la introducción o una nueva
clase de material que nos revela una verdad sobre la
humanidad de Cristo. El árbol de Sitta, del cual procede la
madera de sittim, crecía en los desiertos del Sinaí y en los
alrededores del Mar Muerto. Esta madera es dura, pesada,
indestructible por los insectos y de una fibra muy hermosa.
Todas estas características la hacían adecuada, en todos
los sentidos, para la construcción de la estructura y el
mobiliario del tabernáculo. Se ha dicho que sus ramas
torcidas y sus brazos musculosos se doblan y tuercen en
todas direcciones, formando uno de los ejemplares más
notables de arquitectura vegetal. Pero su característica más
notable es su capacidad para sobrevivir en TIERRA SECA.
Se ha dicho que este árbol contiene una substancia dentro
de sí mismo que le permite forzar sus raíces en la tierra más
seca, y aun en la más dura de las rocas. Esto nos
proporciona otra imagen del Señor. El Señor de Gloria dejó
Su habitación celestial y vino a la tierra rocosa y dura, en
donde no había ninguna humedad espiritual. A causa de la
fuente viva del Espíritu del Padre que vivía en Él, el Señor
nunca dependió de la tierra seca de corazones y mentes en
derredor de Él para que le proporcionaran el alimento
necesario. Fue una raíz de la tierra seca: “Y subirá cual
renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay
parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo
para que le deseemos.” (Isaías 53:2).
¿No fue ésta una sutil parte de la tentación del Diablo,
quien trató de hacer que Jesús recurriera al alimento
procedente de las piedras convertidas en pan? Pero Jesús
vivió y se movió impulsado por el Espíritu eterno que habitaba
en Él. Por esta razón llegó a ser, por así decirlo, “madera
perdurable”. Llegó a ser el tipo de madera en la que ninguna
polilla y ningún insecto del diablo podían penetrar. Llegó a ser
la clase de madera cuya hermosa fibra, Dios pudo utilizar
para hacer el Altar. Esta madera es figura de la humanidad
de Cristo. ¡Cómo luchó Satán para convertir esta madera en
algo inútil para el uso del Gran Altar del Sacrificio! Pero su
nutrición interior, procedente del Espíritu de Dios, le
proporcionó el poder necesario para ser siempre vencedor.
¡Qué mensaje para nuestros corazones! ¿Está queriendo
Dios prepararte para ser “madera de Sittim” en Su
tabernáculo? Si Jesús fue convertido, por decirlo así, en
“madera de Sittim”, y nosotros hemos sido llamados a crecer
en gracia y en el conocimiento de Él, entonces está claro que
el Señor quiere desarrollar en nosotros este aspecto de Su
naturaleza, mediante el poder de Su Palabra y de Su Espíritu.
Cuando Dios nos coloca en lugares de tierra seca y rocosa,
entonces en lugar de murmurar y quejarnos, contemplemos a
Cristo que habita dentro y obtengamos de Él nuestro alimento
y fortaleza, a fin de que podamos ser arraigados y fundados
en Él para poder florecer y crecer aun en las más duras y
más secas circunstancias de la vida.
Sin el desarrollo de esta característica de la madera de
Sittim, tal vez nunca habría podido ser usada para el gran
Altar, porque sometido a constante esfuerzo, al movimiento y
al continuo fuego, aún cuando estaba recubierto con metal,
se hubiera destruido y convertido en algo inútil. Si Jesús no
hubiera vivido así y sacado Su alimento del Espíritu del
Padre, sin duda hubiera fallado al llegar la crisis. Nosotros
fallamos en nuestras crisis porque no hemos aprendido la
lección de sacar diariamente nuestra sustancia y el alimento
del Espíritu del Padre, extrayendo del interior, en lugar de
recurrir al exterior.
B. METAL
 
La madera de Sittim debía ser recubierta luego con metal.
Como hemos visto, el mensaje del metal es el juicio. Aun
cuando Jesús vino y vivió una vida perfecta, si no hubiera
sido cubierto con el juicio de nuestros pecados, entonces no
hubiera podido salvarnos. En ninguna parte de la Escritura
encontramos el cuadro del metal, del juicio, tan
completamente descrito como en el capítulo 53 de Isaías.
Aquí se nos dice que Él es raíz de tierra seca. Él fue la
madera de Sittim que creció en el campo seco y rocoso de la
tierra, y que luego fue cubierto con el metal del juicio.
¿Cuáles Fueron Estos Juicios?
 
1. No hubo parecer en Él, ni hermosura. Según esta
expresión hebrea, no tenía una apariencia hermosa ni tuvo
magnificencia. Fue cubierto con el metal de lo no atractivo
desde el punto de vista del mundo, y además fue cubierto con
la fealdad y lo inatractivo de nuestros pecados e
inclinaciones. Tomó sobre Sí los pecados de nuestra
apariencia, Jesús fue cubierto con el juicio del odio y el
rechazo del hombre. En nuestro días muchos Cristianos
gastan mucho tiempo cuidando las apariencias exteriores por
causa del orgullo que habita en su corazón, pero dan muy
poco tiempo al cuidado de la apariencia del corazón y del
alma. El Apóstol Pablo dijo que estaba crucificado con Cristo,
en otras palabras, había sido hecho partícipe de esa porción
de la vida y experiencia de Cristo. ¿Hasta dónde hemos sido
conformados a la imagen del Altar de Metal, de Cristo?
2. Despreciado y desechado. Mi Biblia hebrea dice: “Él fué
despreciado y ESQUIVADO por los hombres”. Y sin
embargo, cuando Dios trata de hacer que este mismo altar
crezca en nosotros como Cristianos, ¡cómo nos rebelamos y
tratamos de evitar el ser hechos partícipes de los
sufrimientos de Cristo, a fin de conocerle en la participación
de Sus sufrimientos! Hay gozo inefable que llena el alma de
aquél que ha crecido lo suficiente en el dulce amor de Jesús
para recibir Sus sufrimientos de desprecio y odio con
paciencia y con humildad, teniendo como un privilegio ser
unidos o hechos UNO con Él. ¡Oh alma, no te escondas de la
cobertura de la semejanza de Jesucristo en Sus
sufrimientos!
3. Fue cubierto con tristezas y con dolores. En el hebreo
dice que fue un hombre de dolores y experimentado en la
enfermedad. Él fue cubierto con los dolores y la enfermedad
de nuestros pecados, Él se ha visto cubierto con el juicio de
estÉas cosas. Este es el mensaje de la cubierta de metal en
el Gran Altar del Sacrificio. Él llevó sobre Sí estas cosas para
que pudiéramos tener el privilegio de ser hechos conforme a
Su semejanza, ¡Gloria