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Releer a Siqueiros Ensayos en su centenario C E N ID IA P -TA 1 • P u n to d e F u g a Releer a Siqueiros Ensayos en su centenario ü. CONACULTA T eo ría y P ráctica d el A rte e P u n to d e F u g a Releer a Siqueiros Ensayos en su centenario C E N ID IA P -TA 1 Primera edición en Teoría y Práctica del Arte: 2000 Coedición: CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura Dirección General de Publicaciones © Ana Cecilia Lazcano Rafael Cruz Arvea Sergio A. Montero Roberto Ramírez Gonzalo López Shifra M. Goldman Raquel Bolaños © Fotografías: Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas del INBA D.R. © Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas) Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad de la Dirección General de Publicaciones del CONACULTA Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la foto copia o la grabación, sin la previa autorización por escrito del Centro Nacional de las Artes y de la Dirección General de Publicaciones del CONACULTA ISBN 970-18-4713-X Impreso y hecho en México Índice Presentación Esther Cimet S. El nuevo humanismo en el arte. Una ruta hacia Siqueiros 13 Luis Rius Caso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...... . . Revisión del concepto del nuevo humanismo en las diversas prácticas de Siqueiros, en el contexto teó- rico de los humanismos que irrumpieron a partir de mediados del presente siglo. El artista ciudadano Miguel Ángel Esquivel De una ridiculización de la bohemia trasnochada de principios de siglo a una conflictiva racionali zación estética a la hora de su dimensión social, el artista ciudadano es una construcción estético política y es práctica social; su planteamiento es histórico y cultural. Siqueiros abstrae del curso de la Revolución mexicana y de su ideologización, la axiología de un nuevo humanismo. Siqueiros vs. Rivera Alberto Híjar Serrano ...................... . Expulsados del Partido Comunista Mexicano en 1929 y 1930, Rivera y Siqueiros resuelven sus con flictos político-artísticos de maneras adversas: 33 45 7 1 17 Rivera opta por el trotskismo y Siqueiros procura congraciarse con el comunismo militante interna cionalista. La polémica, concluida en un acuerdo firmado en 1935, condensa la crisis de los treinta y plantea posiciones frente al nacionalismo de Esta do y el de las organizaciones artísticas. Siqueiros, promotor de agrupaciones Ana Cecilia Lazcano R.. . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . 57 La consigna su/etos nuevos, aspectos nuevos lanzada desde Barcelona en 1921, fue concretada a través de una práctica artística y una militancia con secuente, así como en la creación y promoción de organizaciones que le permiten al artista materia- lizar esta propuesta. Siqueiros, su fascinación por las imágenes César García Palomino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 El temprano acercamiento que Siqueiros tuvo con la imagen fotográfica en los años veinte y su com promiso con un arte moderno e integral le permitió comprender la autonomía del lenguaje fotográfi- co y las diversas posibilidades que este medio le ofrecía en su incesante búsqueda experimental. La carne y la máquina Alejandro Castellanos ... ................... A lo largo del siglo, dos pintores destacan por la relación que mantuvieron con la fotografía: David Alfara Siqueiros y Francis Bacon. Ambos llevaron algunos de los principios de la estructura fotográ- 95 1 1 8 fica a la práctica de su medio de expresión siempre inscritos dentro del realismo. Muralismo 1 historia y propaganda Guillermina Guadarrama Peña ............... Aborda el muralismo de Siqueiros desde su pro puesta de experimentación técnica y espacial, su intención de echar a andar el trabajo colectivo, sus temáticas, su contenido ideológico y sus planteamientos teóricos como instrumentos de agitación y propaganda. Puntos de partida para una iconografía siqueiriana 111 Rafael Cruz Arvea .......................... 133 El recorrido por la vida y obra de Siqueiros evi dencia la necesidad de vincular sus posiciones políticas y su producción plástica, para abordar sus motivos iconográficos y sus recursos técnicos de significación. Las técnicas de fábrica en la obra mural de David Alfara Siqueiros: el caso del Polyforum Siquelros Sergio Arturo Montero y Roberto Ramírez Vega . 149 Al proponer como arte público al muralismo, Si queiros plantea diversas problemáticas; una de las fundamentales es la resolución técnica y la expe rimentación con los materiales y procesos indus triales. El proceso de restauración del Polyforum permite reflexionar sobre las ventajas y los riesgos de dicha experimentación. 9 1 Lacas/ ducco/ resinas/ polímeros y otros materiales Gonzalo López H ........................... 169 La apuesta siqueiriana por un nuevo arte realista se justifica en la propia práctica y en la reflexión teórica del artista, para quien el quehacer plástico debía ser atendido como totalidad en su inserción social. La Escuela Mexicana y su influencia sobre los artistas afroamericanos y chicanos en Estados Unidos ( 1940- 1980) Shifra M. Goldman ........................ . La finalidad de este ensayo fue, en primera instan cia, redefinir el término "afroamericano" en su sen tido continental y no ert el limitado sólo a Estados Unidos. Para ello, se rastreó la existencia de afro americanos en el arte costumbrista de México y su casi total ausencia en el arte de la Escuela Mexi cana. En general, los mexicanos modernos aplica ron en sus obras ejemplos de racismo contra los negros. En segundo lugar, se ejemplifica la agude za y valor de la Escuela Mexicana para los artistas afroamericanos y chicanos en Estados Unidos mu cho después de que se ha escrito la historia del arte estadunidense. Censura/ contratos y astucias 185 Raquel Bolaños C. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205 La censura en el arte adquiere en el caso de Siquei- ros una dimensión nodal. Imposible separarla de su figura como militante comunista activo que lo 1 1 10 llevó a la cárcel en 1960, acusado del delito de di solución social. 7 ... Nueva democracial Esther Cimet S ........................ . El conjunto mural Nueva democracia en el Palacio de Bellas Artes anuda una multiplicidad de articu laciones que lo convierten en espacio de confluen cia de la política avilacamachista de Unidad Na cional, de las posiciones dominantes en el Partido Comunista Mexicano y en el movimiento comu nista internacional, para situarlo en franco con traste con el mural colectivo Retrato de la burguesía en el Sindicato Mexicano de Electricistas. 7No hay más ruta que la nuestra? Nota final del Taller de Arte e Ideología Acerca de los autores ....................... . 235 259 265 11 1 Presentación Un personaje poliangular protagoniza durante más de seis dé cadas la conflictiva modernidad de nuestro México del siglo XX: David Alfaro Siqueiros. Trayecto vital, caleidoscópico, la simul taneidad de sus movimientos se proyecta sobre una multitud de prácticas y las desborda, las conduce a sus extremos y las subvierte, para precipitar así el futuro de nuestro país, el del arte, el de la humanidad. El visionario anhelante se articula con el hombre práctico e inventivo, el impetuoso hombre de acción. La vigencia trans formadora lanza a un Siqueiros al ruedo de la historia; sobre el 11duro suelo" de ésta -como lo nombra con acierto poético Luis Rius en su intervención- el sueño se convierte en proyec to de vida, el proyecto, en vida cotidianaexcepcional. Animan a Siqueiros los grandes impulsos revolucionarios de nuestro siglo: socialismo, internacionalismo, humanismo; la vertiente por la soberanía nacional-popular del proyecto de la llamada Revolución mexicana; la mística positivista que exalta el valor del progreso en los medios de producción artís ticos presente en ciertas vanguardias y que de algún modo entronca con la valoración marxista de los medios de pro ducción. No creo que siempre en ese orden de dominio. Entre estas líneas de fuerza se debate su práctica, sus prácticas ... ; se entraman sobre ese 11duro suelo" hecho de contradicciones y lo tornan un hombre polémico, se dibujan para encarnar con color, volumen y relieve; se yuxtaponen, entrechocan incluso; ocupan sus espacios propios y los traspasan, transgreden ba rreras ... a menudo pagando un precio por ello; invaden los terri torios, los rearticulan de nuevas maneras. 13 1 El ideólogo polemizador del movimiento muralista, el crí tico y el agitador están permanentemente activos en todas esas prácticas, pero también el organizador, el constructor: Siqueiros pintor, creador de signos y significaciones, introduc tor y experimentador de técnicas y materiales industriales en el campo del arte; Siqueiros organizador de colectivos de pintores; sindicalista, organizador del movimiento obrero, lu chador social. De él, todavía no se ha dicho todo. Los textos de las jornadas por Siquelros que aquí presenta mos son un modesto aporte a la divulgación y a la investigación de los aspectos arriba señalados, fragmentos solamente de esa extraordinaria trayectoria que dejó huella en cada uno de los ámbitos que recorrió. El centenario del nacimiento de David Alfaro Siqueiros ha sido ocasión privilegiada para que el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plás ticas del INBA (Cenidiap), en coordinación con el Taller de Arte e Ideología (TA!) y con el apoyo de la Coordinación Nacional de Artes Plásticas del INBA, organizara este espacio de encuentro, de celebración y discusión que se realizó en el Palacio de Bellas Artes del 11 al 15 de noviembre de 1996, con el que reafirma mos una vez más nuestros vínculos de nacimiento con esta figura fundadora del arte mexicano. Cabe recordar que la Uni dad de Documentación -una de las dos áreas originales que integran este centro- fue fundada a raíz de la exposición en homena¡e a Siqueiros en el primer aniversario de su muerte (1975), cuyo monta¡e en el Palacio de Bellas Artes por un equi po de investigadores independientes invitados por el arquitecto Felipe Lacouture, entonces jefe de la Sección de Artes Plásticas del INBA, mostró el valor de sustentar las curadurías sobre ba ses documentales, y conformó el primer acervo del valioso pa trimonio documental de lo que hoy es el Cenidiap. 1 1 14 La colaboración del Cenidiap con el TAi no es tampoco casual, se trata de uno de los colectivos de trabajadores de la cultura -uno de los pocos que subsiste de aquella etapa fundados al calor de la emergencia de los movimientos po pulares en México y América Latina de los años setenta, la cual vuelve a poner en crisis las prácticas individualistas y mercantilistas del sistema artístico liberal, y genera la propues ta de alternativas, incluida la vinculación y la solidaridad con las luchas proletarias y democráticas. Emulación programá tica evidente de posturas siqueirianas, el TAi específicamente se propuso incorporar los avances en los instrumentos teóri co analíticos para la reflexión sobre la práctica artística como medio para su transformación. También como memoria de las resignificaciones contemporáneas de propuestas artísticas siqueirianas lamentamos que no haya quedado aquí inclui da la ponencia 11 Herencia y herederos", presentada en el pro grama original de estas Jornadas por Mauricio Gómez, uno de los fundadores del grupo Germinal y del Taller de Gráfica Monumental. A cuarenta y tres años de la publicación por Siqueiros de la recopilación de sus artículos con el título de No hay más ruta que la nuestra, la famosa frase sigue convertida en emblema por excelencia del personaje Siqueiros y su postura, como prue ba demasiado facilona de su dogmatismo. Pero tampoco se ha avanzado por otra parte en una lectura suficientemente críti ca y cuidadosa de ese conjunto de textos que los ubique en su contexto histórico, recupere la vigencia de la necesidad de cons truir colectivamente un proyecto cultural nacional desde la necesaria distancia frente al estatismo propiciado por las ilu siones del mito de la Revolución mexicana y la extrapolación estalinista de la primacía de las necesidades de Estado, para darle a la así llamada "subjetividad" un lugar distinto a su reduc tora identificación con el mercado y el individualismo "bur- 15 1 gués y decadente 11 y evidenciar el papel que ésta desempeña en dicha construcción. Esther Cimet S. Coordinadora de Investigación Cenidiap 1 1 16 El nuevo humanismo en el arte Una ruta hacia Siqueiros Luis Rius Caso Con la publicación en 1945 del texto titulado No hay más ruta que la nuestra, Siqueiros tenía el propósito de establecer los principios teóricos de lo que en la praxis artística él y un gru po de pintores mexicanos habían afirmado ya, como "el pri mer brote de reforma profunda en las artes plásticas del mundo contemporáneo". Ni más ni menos. El afán trascendentalista que se advierte en el manifiesto -que es una recopilación de ensayos relacionados por un mismo propósito-, pretende inaugurar una nueva etapa en las expectativas de la pintura mexicana, que para entonces, cree el artista, ya se encuentra preparada para apuntalarse como el primer brote práctico que libere a la pintura mundial de los tres siglos y medio "que lleva ya la noche de la decadencia". La apuesta a un nuevo realismo, que es sinónimo de un nuevo humanismo en el arte, es la con secuencia obligada de una ruta que por el hecho de ser objetiva y social, y de desarrollarse en la teoría y en la praxis, posibilita semejante panorama. Cosa de la que estuvieron muy lejos an teriores intentos subjetivistas El valor de trascendencia que en esos momentos, el co mienzo de la posguerra, otorga Siqueiros al arte mexicano es congruente con la dinámica del movimiento muralista y con la del propio Siqueiros artista-ideólogo-militante. Por ambiciosa que pareciera en ese entonces y por ambiciosa que nos parezca 17 1 1 1 G o n za lo L ó p e z, e le ct ro gr a fía , se ri e : " E l C o ro n e la zo ", o ct u b re d e 19 9 7 , b /n . 1 1 18 ahora, no era incongruente con las expectativas políticas, cul turales y sociales que se habían depositado en el nuevo arte mexicano, desde su misma gestación. Nos sorprende su auda cia pero ésta nos hace recordar la suma de valores acumulados por la práctica artística -sobre todo y no solamente en su dimensión social- y por la cultura que se generó en torno y a partir de ella, para acceder a la modernidad desde un marco de referencias propio, desde una legitimidad ganada. Por otra parte, en la propia trayectoria de Siqueiros -que, desde luego, está íntimamente ligada con la del llamado Renacimiento de la pintura mexicana de principios de los años veinte- encontramos los elementos que fundamentan las te sis que plantea en forma integral en su No hay más ruta que la nuestra. Ya desde los "Tres llamamientos ... "que dirige desde Bar celona en 1921 a los pintores y escultores de la "nueva genera ción americana", se aprecia este afán trascendentalista, empa rentado en algo con el "americanismo", confiado en la grandeza de la raza entonces tan en boga, pero definitivamente involu crado en el espíritu febril de la vanguardia. Si bien aquí los lla mamientos son en sentido contrario a los que expondrá enel futuro, ya que propone abrevar en el arte de avanzada euro peo para robustecer nuestra expresión americana, ya aparece planteado el imperativo a enfrentar desde una dimensión propia, y desde una fe vanguardista en el poder del arte, que nunca dejará de abrazar el personaje integral. A partir de este texto temprano, simiente de varios as pectos que definieron su posición frente al arte, Siqueiros cons truye desde su práctica artística en México, una literatura teórica y crítica que afirma su credo internacionalista, la cual, conforme se afianza la ruta del movimiento pictórico mexi cano y se degrada el arte de la vanguardia europea y neoyorki na, traslada su centro de gravedad al país. Vinculadas a ello, van tomando cuerpo en estos escritos tesis que en No hay más 19 1 ruta que !a nuestra fundamentan de manera orgánica la pro puesta. De los tres intentos que en el transcurso del siglo XIX y primera mitad del XX han pretendido terminar con la deca dencia que se dio en el arte mundial después del Renacimien to italiano y sus ramificaciones -piensa Siqueiros- 1 sólo el intento mexicano es el que ha tomado la ruta correcta 1 que es 1 teórica y prácticamente 1 la ruta social y ob¡etiva. Los otros dos intentos anteriores 1 los que van de David a Ingres y de Cézanne a Picasso 1 se frustraron en su finalidad primordial por su carácter plenamente subjetivo. Del brote mexicano sólo queda por saber cuál será su amplitud histórica en el futuro 1 ya que no es posible imaginar cuál sería su magnitud actual de haberse dado en una metrópoli económica y política 1 y no en un país semicolonial. Una fascinante seguridad mesiánica en sus tesis 1 aunada a un evidente propósito de dotarlas de consistencia ideológica y con ello de proyección futura 1 animan al artista a justificarlas en la historia universal del arte 1 en el torrente de la tradición. Se trata 1 y se dice pronto 1 de asentar un parteaguas en esta histo ria. Una de las expectativas más audaces que registre nuestra cultura posrevolucionaria 1 en su amplio catálogo de convicciones exacerbadas (0 1 en no pocos casos 1 de utopías fundacionales\ sólo comparable con ciertas manifestaciones artísticas y cultu rales producto de la efervescencia del Renacimiento mexica no 1 en alguna medida también con las historias marxistas de la Revolución 1 pero sobre todo con escritos anteriores del artista y con unas de las joyas historiográficas más peculiares que tene mos: me refiero a las historias del arte mexicano y universal escritas por el poeta Arqueles Vela 1 a poyado en el comisario ruso Lunacharski y sin duda en el propio Siqueiros. La revisión histórica que hace el artista también com prende 1 por supuesto 1 al movimiento muralista mismo. Ésta 1 1 20 se desarrolla en forma crítica, señalando los aciertos pero tam bién los errores y limitaciones. El resultado obtenido hasta entonces, señala Siqueiros, es importante en la medida en que se han establecido las bases, después de muchos siglos, de un movimiento con una plataforma política propia y del actor que lo hará posible: el artista ciudadano. Se trata de un nuevo artista combatiente de todas las causas populares de su país y del mundo que, en contraposición con el prototipo del artista bohemio anterior a la Revolución, asumirá una condición po lítica y social acorde con una nueva manera de producción funcional, pública y social en el arte, que redunda en la inno vación estética. La ruta es, pues, la única posible, aun con sus insuficien cias, con su teoría juvenil y embrionaria, dice Siqueiros, y con todo lo contradictorio que tienen los periodos de transición. Finalmente se trata del único movimiento internacional mo derno que ha generado una teoría vital, consecuente con una práctica, y sólo a través de ella es por donde se deben encauzar los objetivos artísticos de trascendencia histórica. Así lo deben entender los artistas del exilio español, por e¡emplo, a quienes Siqueiros recomienda hacer a un lado el "goyismo decadentista" e involucrarse en la larga experiencia del arte social mexicano para continuarla, llegado el momento, en España, y así recons truirla bien. O también Pablo Picasso, a quien, reconocién dole sus indudables méritos, hace una invitación abierta para integrarse al movimiento que le permitiría continuar sin re trocesos en la búsqueda de una salida salvadora "de la cárcel mortal del esnobismo". Aparte de apostar a un amplio poder de convocatoria, el libro aborda un conjunto de temas estratégicos de orden polí tico, social y cultural, que tienden a dar una sensación de con sistencia al sistema de ideas construido por el artista. La oferta fundamental justifica la ambición del contenido teórico: tran- 21 1 sitar hacia un nuevo realismo 1 un nuevo humanismo "del pre sente y del futuro inmediato y 1 como posterior desideratum 1 hacia un nuevo y más grande clasicismon_ El símil con el ejem plo histórico de la tradición queda establecido: el Renacimien to y el humanismo históricos 1 y la vía moderna para acceder a un nuevo humanismo, que es condición ineludible de una cul tura que se asuma como neorrenacentista, queda abierta. La fecha de publicación del No hay más ruta que la nues tra, en 1945 1 es significativa. Indica el término de la segunda guerra mundial y el reinicio en el campo de las ideas, del prolon gado debate en torno al humanismo. Siqueiros parece querer abrir -y de hecho lo hace- un escenario más donde realizar este debate 1 que en el terreno artístico se había concentrado en el problema de la deshumanización del arte, principalmen te. Los fundamentos de Siqueiros para acceder a este gran debate ideológico y filosófi.co que parece perfilarse en el nivel mternacional, son los expuestos en estas tesis que, en buena medida, actualizan por la experiencia práctica y teórica acumu lada, las referencias que sirvieron durante la primera mitad del siglo a diversos artistas e intelectuales para acceder a este de bate desde una posición de legitimidad. En efecto: durante las primeras décadas de la conforma ción de la cultura posrevolucionaria, el tema aparece de manera implícita y explícita en múltiples iniciativas críticas, influidas en distintos grados por las tesis que José Ortega y Gasset publi có en Madrid a principios de los años veinte 1 sobre el problema de la deshumanización del arte. Con este libro provocó en los países de habla hispana una controversia de gran alcance, estableciendo una de las polémicas intercontinentales más memorables de la primera mitad de siglo. Su complejo conte nido -que por un acierto de estilo parece sencillo- provocó, desde luego 1 las más variadas interpretaciones. A veces a favor y a veces en contra de Ortega, algunos críticos de arte como 1 1 22 Jorge Juan Crespo de la Serna y Annita Brenner, abrevaron en la cultura artística del Renacimiento mexicano para responder le. A su vez, algunos escritores del grupo de Contemporáneos como Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, Ermilo Abre u Gómez y Celestino Gorostiza, entre otros, se sumaron a la larga lista de autores latinoamericanos que rebatieron fervientemente la tesis de Ortega y Gasset. El tema y las problemáticas que plan teaba los ajustaron a imperativos y asuntos locales, como el de la nueva pintura mexicana, sin desligarse de ese afán de internacionalizar la cultura nacional. En otras latitudes inte lectuales, encontramos también adhesiones y réplicas a Orte ga, como en los filósofos de la fragua ateneísta o en la primera historia académica del arte moderno en México, de 1937, en la que Justino Fernández encuentra en el humanismo de los pin tores muralistas, bajo la lupa del filósofo español, una de las mejores razones de su legitimación mundial. 11 Pero es Siqueiros en su calidad de protagonista y teórico quien invierte esta dependenciacultural, al situar su propuesta en la dimensión que hemos comentado. El texto del 45 condensa los resultddos de una búsqueda iniciada muchos años atrás, y el principio de una construcción teórica y práctica del realis mo que dejará un considerable número de escritos, aparte de murales y cuadros. La construcción de esta ruta individual y colectiva contendrá, como en pocas ocasiones entre nuestros artistas y escritores, experiencias internacionales, entre las que cabe destacar sus estancias en los países socialistas, donde con frontó sus tesis con el realismo socialista visto in situ. El artista fundamenta su propuesta de realismo en una revisión histórica de esta corriente, que empieza y termina en 23 1 1 1 1 24 Gonzalo López, electrografía, serie: "Del porfiriato a la Revolución", octubre de 1997, b/n. la siguiente afirmación: "Para mí la historia del arte de la pin tura es la 1Júsqueda del realismo". La visión de esta historia es progresiva y lineal: Concibe al arte en un devenir tempo ral regido por un "proceso lógico de ascenso y descenso'\ en el cual se van sumando ininterrumpidamente valores. Empieza por analizar la época primitiva y culmina con el planteamiento de la siguiente etapa del proceso, que corresponde al nuevo rea lismo del movimiento pictórico mexicano. Los avances acumu lativos en esta búsqueda del realismo son, fundamentalmente, de carácter técnico: la aplicación de la bidimensionalidad que supera al esquema lineal primitivo; las aportaciones de espacio y las construcciones formales de Ciotto y su escuela, que reba san el esquematismo de Cimabue y los bizantinos; los descu brimientos de Leonardo, sobre la perspectiva ... , y suma y sigue. Las épocas de retroceso no impiden esta permanente evolución, entre otras razones porque colaboran involuntaria e inconscientemente a enriquecer al realismo. El e1emplo rei terado lo representan los "contemporáneos antifigurativos", cuyas búsquedas y e1ercicios de orden físico con la materia no hacen sino nutrir el proceso. Dice el pintor: "A.unque parezca paradójico (colaboran) a enriquecer al realismo quienes se li mitan a escarbar los fenómenos de la subjetividad, puesto que ello contribuye al conocimiento de una realidad compuesta de múltiples elementos palpables o insensibles". Cada época posee un realismo más avanzado que los anteriores y menos evolucionado que los que seguirán. Por ello, ninguna ruptura con el torrente de la tradición tiene sen tido. No lo entendieron así, piensa Siqueiros, exponentes de la vanguardia cuyo genio potencial se malogró, toda vez que re huyeron los imperativos de objetividad que la tradición les imponía en su tiempo. Entendieron, por tanto, mal la liber tad; descuidaron los problemas humanos y fueron víctimas del "tremendo fraude llevado a cabo durante medio siglo por los 25 1 Rosenberg, los Pierre Matisse y muchos otros mercaderes del producto artístico en sus consorcios de París-Nueva York". La aversión de Siqueiros por la vanguardia antifigurativa lo llevó en ocasiones al extremo de caricaturizarla, y en otras de emplearla como un fondo oscuro sobre el cual delineó con claridad y vehemencia sus ideas. Actuando sobre contrastes, le dejó a los que consideraba "teorizantes" cometer deslices tales como los de referirse al realismo como una cuestión específica de estilo, o como una expresión folclórica, arcaizante o anacró nica por repetir fórmulas del pasado. Él, en cambio, lo abordó con amplitud. Escribió: iCuidado con las corrientes decorativistas! iCuidado con el nacionalismo arqueologista y museísta! El realismo de hoy tie ne que ser moderno si no quiere perder el a poyo del hombre de nuestro tiempo. Hoy no se habla en latín sino en el idioma que el pueblo ha ido modelando. ¿Por qué en arte seguiremos hablando en latín o en una lengua de academia? Nuestro tiem po le presenta al realismo la necesidad de una vigilante activi dad inventiva. Siguiendo con el contraste como estrategia expositiva, atribu ye a los formalistas el error de entender al realismo como un problema de solución unilateral, además de ser estático, imi tativo y descontextuado, cuando en verdad sólo resulta con cebible. Plantea: en tanto esté su¡eto a una realidad humana social, impregna do de factores nacionales por la necesidad de su función, por la consecuente realidad de su temática y su contenido, por la realidad de sus conocimientos científicos, por la realidad de su técnica material y profesional, por la realidad de su forma, por la realidad de su estilo y, como consecuencia total, por su 1 1 26 1 111 realidad universal. Imposible resulta hablar de un realismo que no sea nuevo-humanista, de un realismo que no haga del servicio integral al hombre -servicio estético, ideológico y moral- el eje de todo su impulso creador. El nuevo humanismo de Siqueiros se suma a la larga lista de humanismos que, a partir de la posguerra, proliferaron en di versas disciplinas del conocimiento, en la creación, en el pen samiento religioso y también en el político. Al relacionarlo con algunos de ellos, corremos el riesgo de fragmentar al Siqueiros integral y de caer en apropiaciones parciales, porque es entrar en un árbol de ideas con un ramaje infinito. Como sea, es este el riesgo que siempre existe al abordar la obra de los persona jes-límite. Vale la pena, además, en honor al internacionalismo propugnado por él y a la dimensión que pretendió abrir. Una primera coincidencia con otros humanismos sería el de compartir la crítica permanente del pensamiento antihu manista, referida sobre todo a la pertinencia del término. Pre guntaba Heidegger, al iniciar en 1946 el célebre enfrentamiento con Sartre, justamente sobre este problema: "?La desgracia que implican etiquetas de este tipo no es lo suficientemente mani fiesta c." Y aconsejaba, en cambio, no malgastar el pensamien to desplazándolo del problema del ser, ni tampoco malgastar el lenguaje. Escribió: "Si el hombre debe alcanzar un día la vecindad del ser, es preciso que aprenda a existir en lo que no tiene nombre". La crítica, asimismo, de otro notable antihu manista, Michel Foucault, sería de ponderarse. Para él, hay que poner en duda la perennidad del problema hombre o del hom bre como objeto de conocimiento, dado que como tal, está des tinado a desaparecer, por tratarse de una invención. Por lo 27 1 demás, el humanismo le parece todo aquello que occidente ha inventado para suprimir el deseo de poder. Sin embargo, la ruta de Siqueiros comparte con otros humanismos la posibilidad de asimilar dichas críticas, repli cando que son autores que hablan de y desde Europa, por lo que es explicable su hartazgo de la retórica humanista europea. También se podría reprocharles su carácter especulativo, alejado del duro suelo de la historia, y entrar en la línea de pensamien to de otro destacado antihumanista francés, Louis Althusser, que sin duda refuerza a Siqueiros. En el marco de la también célebre polémica sobre marxismo y humanismo, en los años sesenta, apuntó sobre el humanismo real: La consigna del humanismo [real] no tiene un valor teórico, sino un valor de índice práctico: es necesario ir a los proble mas concretos mismos, es decir, a su conocimiento, para pro ducir la transformación: histórica [ ... ] Debemos preocuparnos de que ninguna palabra, Justificada en su función práctica, usurpe en este proceso su función teórica, sino que, por el con trario, realizando su función práctica, desaparezca al mismo tiempo del campo de la teoría. Cercanías importantes las habría en buena medida con Sartre, quien ve necesario desplazar al humanismo del terreno de lo estrictamente filosófico hacia otros campos, entre los que se encuentra el de la creación, y también hacia los problemas concretos. Más cercanías las encontraríamos en buen número de exponentesdel humanismo declarado, con semejanzas ideo lógicas, o no obstante las diferencias en este sentido. Entraría Siqueiros con su tesis en una suerte de Carta Humanista que elaboró el filósofo Miguel Morey, en un importante ensayo destinado a justificar la existencia de la antropología filosófi ca, al ampliar su objeto de estudio a diversas disciplinas y a la 1 1 28 29 1 historia concreta. Esta carta, repito, pretende abarcar y aun que sea de manera incompleta a los diversos humanismos, al destacar denominadores comunes. Enlisto sus puntos: 1. Afirmación de la total intramundaneidad del hombre, fuen te y término de todo valor. 2. Afirmación de un sujeto constituido por fuerzas humanas esenciales: reivindicación de la libertad y la dignidad del hombre concreto. 3. Reivindicación de la formación y autorrealización del hom bre: autonomía y emancipación en la historia; confianza en el progreso 4. Afirmación del valor de la razón, el arte y la cultura en y para ese proceso; reivindicación de la ciencia, la democracia y la herencia histórica. 5. Extensión de este ideal a toda la humanidad: cosmopolitis mo o internacionalismo. Pacifismo. 6. Compromiso activo con el cumplimiento de este ideal y confianza en su realización: crítica a toda forma de some timiento o alienación, promesa de un hombre nuevo. Las semejanzas con los movimientos neofigurativos, que se consolidaron en los años sesenta, no son pocas. Sobre todo, con aquellos que tuvieron un carácter neohumanista, como el de los interioristas mexicanos. Convienen, en cierto modo, en un afán internacionalista; en el deseo de encontrar una expre sión artística contemporánea que sirva de imagen del hombre actual, con toda su complejidad y abordando sus problemáti cas; sin anacronismos, y aceptando los hallazgos técnicos y conceptuales de propuestas pictóricas no figurativas. Pero las diferencias también son marcadas: los artistas de la nueva fi guración son declaradamente subjetivistas, no prestan tanta atención a la función social del arte y sus temas, las más de las 1 1 30 veces, están muy alejados de una idea de progreso: se sacuden el drama humano a fuerza de encarnarlo en las distorsionadas figuras que presentan. Tampoco tienen un sustento teórico de su praxis artística y mucho menos política, porque de esta úl tima carecen. Viven, en suma, la era posideológica del arte. Tanto los pintores de la nueva figuración como Siqueiros coinciden con el Che Guevara, a propósito del gusto estético, ya que el Che detestaba el realismo socialista. Quizá también coinciden en mucho Siqueiros y el Che en su percepción del Hombre Nuevo, aunque a cada uno le tocó asumir su propia estrategia para trabajar en su advenimiento. El comandante Guevara lo confió a un lento y paulatino proceso en Cuba, que se iría dando una vez transformadas las bases de producción, y conforme se fuera construyendo el socialismo y los hombres despojándose poco a poco de la enorme herencia de la enajena ción capitalista. Siqueiros confió, desde luego, en un proceso similar, aunque su apuesta más fuerte tuvo que ser a otra car ta. A mi módo de ver, pintó a la masa que el Che veía, lenta pero inexorablemente, construirse. Leemos en su libro El socialismo y el hombre nuevo: Aparecía en la historia de la Revolución Cubana, ahora con caracteres nítidos, un persona¡e que se repetirá sistemática mente: la masa[ ... ] Lo difícil de entender para quien no viva la experienoa de la revolución, es esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interre lacionan, y a su vez, la masa, como con¡unto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes. Y, finalmente, cada quien con sus preguntas, desde su particular contexto. El Che, pensando en el arte con cierta desesperación: 31 1 El capitalismo en cultura ha dado todo de sí y no queda de él sino el anuncio de un cadáver maloliente; en arte, su decadencia de hoy. Pero, ?por qué pretender buscar en las formas con geladas del realismo socialista la única receta válida? Y Si queiros, a su vez, pensando en los logros y magnitud de su ruta, repitiéndose de vez en cuando más que una pregunta, una convicción: "De haberse producido en una metrópoli político económica, su influencia mundial sería ya hoy absolutamen te predominante". 1 1 32 El artista ciudadano Miguel Ángel Esquive/ El artista ciudadano es un constructo estético-político. Su ma nufactura implica una dimensión humanista, derivada de la crítica y de una necesidad social e histórica. David Alfaro Siquei ros la plantea como artista, como organizador social y como preso político. De ahí su riqueza, importancia y complejidad. *** Opuesto al artista bohemio, trasnochado y romántico, el ar tista ciudadano es la contraparte de la ideología burguesa del arte y del humanismo que se desprende de él. Siqueiros no ve en el artista a un genio, como aquel hombre situado entre hom bres, sino que lo hace ver como un hombre social, y por tanto, como un ciudadano más. En su explicación, ironiza los ade manes de aquél, ridiculiza sus prácticas y se pitorrea de sus afectaciones¡ sus adjetivos son portentosos y figuran el modo en que ocupa su lugar en la sociedad. 1 Véase ''Al margen del Manifiesto del Sindicato de Pintores y Escultores", El Machete, núm. 1, primera quincena de marzo de 1924, en Raquel Tibol, David A/faro Siqueiros, México, Empresas Editoriales, 1969, pp. 92-96. Y, "Si los traba¡adores no ponen el remedio, los diputados seguirán despilfa rrando seis millones de pesos al año en automóviles, en gasolina, en cognac, en prostitutas y en tiros disparados al aire", en Raquel Tibol, Textos de David A/faro Siqueiros, México, FCE, 1974, pp 26-29. 33 1 1 G o n za lo L ó p e z, e le ct ro gr afí a, s e ri e : " L a n u e va d e m o cr ac ia ", o ct u b re d e 19 9 7 , b /n . 1 1 34 * * * El artista ciudadano supone a un hombre situado cultural mente en la historia y no en un a priori conceptual, metahistó rico o metafísico. Siqueiros, primero, parte de la situación mexicana, y luego de una dimensión latinoamericana e inter nacionalista. *** Para David Alfaro Siqueiros, el muralismo es el equivalente de la Revolución mexicana en el campo de la cultura. 2 Los valo res constitutivos del artista ciudadano radican, pues, en la con cepción que Siqueiros tiene de esta historicidad y de la posición política ante ella, que es, en definitiva, manifiestamente co munista. * * * De la concepción histórica del curso de la Revolución mexica na, David Alfaro Siqueiros, estética y políticamente, definirá la existencia y la práctica de un realismo nuevo-humanista. 3 De esta manera, Siqueiros no supone al artista ciudadano como un fin o meta social: lo plantea en su concreción ética, política y estética. El artista ciudadano _tiene un carácter vital y Si queiros, en persona, es ejemplo de su realización. Véase "Hacia otro renacimiento plástico Centro Realista de Arte Moder no", El Insurgente, 20 de mayo de 1944, en Siqueiros, introducción y selec ción de textos de Rafael Carrillo Azpeitia, México, SEP (SepSetentas, 160), 1974, p. 86. 3 Véase "la crítica del arte como pretexto literario", J\!/éxico en el Arte, núm. 4, octubre de 1948, en Siqueiros ... , op. Cit., p. 115. Siqueiros insistirá mucho al respecto. Véase también su célebre texto No hay más ruta que la nuestra, México, 1945. 2 35 1 *** Uno es aquel artista ciudadano que David Alfara Siqueiros aprehende en su emergencia cuando participa en la huelga es tudiantil de la Escuela de Bellas Artes. Demandas pedagógicas y una de carácter social y político, la nacionalización de los ferrocarriles, marcan una primera concepción. 4 Logros: la aper tura de la Escuela al Aire Libre de Santa Anita. Otro artista ciudadano es aquel que, en lacoyuntura de la lucha armada, iustifica su necesidad social. Siqueiros, des de las filas del estado mayor de Manuel M. Diéguez, lo hace dándose identidad en el Congreso de Artistas Soldados en 1918, el cual, en su opinión, obligó a una reconsideración de la di mensión social del trabajo artístico, a tomar decisiones de lo que como artistas no harían más y a definir, desde el presente, lo que tendrían que hacer. 5 .Tal posición radical, como artista soldado, Siqueiros la habría de consolidar en su carácter inter nacionalista, al momento de su participación en la guerra civil española. Logros: el conocimiento de la geografía y del hom bre mexicano concreto le dan la dimensión humanista y plás tica de su estética política. En palabras de Siqueiros, se trataba de "un concepto estético más poderoso, por más Juvenil y nue vo que todo lo que había existido en el pasado". 6 Otro cariz del artista ciudadano, social y estéticamente, será el que David Alfara Siqueiros enriquecerá en su trabajo como organizador de sindicatos y como defensor de las liber tades democráticas. Estética y políticamente visto, éste es el artista ciudadano más complejo. 4 Véase Me llamaban el Corone/azo (Memorias), México, Grijalbo (Biografías Gandesa), 1977, p 54. Véase el capítulo "Aprendiz de pintor". 5 Véase Mi res¡;uesta, México, Ediciones Arte Público, 1960, pp. 16-17. 6 !bid, p 50. 1 1 36 * * * Es de notar que, si el artista ciudadano tiene lugar en un contex to social-histórico específico -que es el curso de la Revolución mexicana- en su dimensión cultural, guarda correspondencia conflictiva con la ideologización de ella. El artista ciudadano, como constructo estético-político, es, por e¡emplo, rara avis dentro la uniformización culturalista que predomina en la his toria del arte mexicano. * * * Tal problema es de carácter estético y Siqueiros lo explica ex traordinariamente en su texto La crítica del arte como pretexto literario. El escrito data de 1948, tiempo en que la ideología y mitologización de la Revolución mexicana está ya en marcha y presente, incluso, en lo que ya por entonces se empezará a llamar Escuela Mexicana de Pintura. Contra Luis Cardoza y Aragón (uno de sus pocos críticos de izquierda que anota con atención su estética), Siqueiros deslinda que, en lo correspon diente al muralismo, en virtud de guardar equivalencia con el curso y significación de la Revolución mexicana, del nuevo realismo y el realismo nuevo-humanista como implícitos estéti cos y políticos, la crítica y superación de tales deben derivarse de su pertinente relación y no de consideraciones 11 artepu ristas", que más allá de la pirueta hermenéutica literaturizada no dan razón estética y política para su superación y transfor mación de fondo eminentemente social Acentúa Siqueiros Más aún en la concepción de una crítica pro-nuevo-realista apa recen mclusive remanentes de las descritas maneras bohemio emocionales de los ªartepuristas" o formalistas que se combaten. Quizá nuestras polémicas internas (me refiero a las controversias 37 1 entre pintores que ya aceptamos la naturaleza histórica social original del movimiento pictórico moderno de México como fuerza de indudable beligerancia intelectual en el campo de la cultura universal) sean las meiores bases, como asimismo, las meiores enseñanzas par la formaoón en nuestro país de una doctrina y, por tanto, de un sistema de crítica profesional co rrespondiente a la práctica de nuestro movimiento y capaz de animar nuestro impulso y vigilar nuestra marcha.7 ** * Siqueiros comunista advierte a la Revolución mexicana dentro de los límites de una revolución democrático-burguesa. 8 Da cuen ta de un México oficial ajeno a las condiciones políticas que provocaron la lucha armada en 1910 y el orden constitucional producto de la heterogénea manifestación de exigencias de las distintas facciones sociales participantes. Siqueiros lo dice en tiempos de su última reclusión como preso político; denuncia, por entonces, la claudicación al nacionalismo y el antimperia lismo en que ha caído el gobierno de Adolfo López Mateos. 9 Esto es considerable en la comprensión del artista ciudadano como constructo estético-político fundado en el curso de lo social e histórico (y conforme al planteamiento siqueiriano: en el marco del curso de la Revolución mexicana y de su ideologización). *** David Alfara Siqueiros ve en su trabajo artístico la realización de una cultura nuevo-humanista y la proyección de técnicas nue- 7 Véase "La crítica del arte como pretexto literario ... ", art. cit., p. 123. 8 Véase La trácala, México, s e, 1962, p 45. 9 Véasei\lli respuesta. , op. cit. El tono de todas las conferencias allí con1un tadas es en este sentido. 1 1 38 va-clasicistas rn Lo hace en correspondencia al valor potencial histórico desde donde la fórmula y en razón del trabajo colecti vo que realizó, primero, en el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores de México (1921-1925), y luego, en el Centro Rea lista de Arte Moderno (1945), como foco teórico y práctico . Es bajo estas instancias de determinación no sólo estética sino política, que Siqueiros deslindó las dos primeras etapas del muralismo y que luego complicaría en una tercera y cuarta. La primera, en razón de la emergencia del artista ciuda dano que supone una nueva estética y una nueva asunción política baio la consideración de un nuevo-humanismo en la cul tura; técnicamente, esta primera etapa es exploratoria. La se gunda, en razón de un eiercicio técnico-experimental apoyado en el uso de "elementos e instrumentos de producción plásti ca que la ciencia y la mecánica moderna aportan", 11 y además, en la promoción de una conciencia civil de plena asunción prác tica en el artista. La tercera y cuarta etapas, la de un muralismo en razón de la concepción de una estética integral que supone un espacio y un sujeto nuevos que necesariamente debían te ner correspondencia social. Políticamente, estas tercera y cuarta etapas, en el parecer de Siqueiros, eLartista debe tener mayor claridad estético-política que antes y debe guardar, asimismo, una relación más estrecha con el Estado en tanto su carácter de promotor. Esto, desde su planteamiento, a Siqueiros no le fue fácil. 10 "Hacia otro renacimiento plástico ... ", art. cit., p. 86. 11 Véase "Los vehículos de la pintura dialéctico-subversiva", conferencia en el John Reed Club de Hollywood, el 2 de septiembre de 1932, en Sí queíros . . , op. cit., p. 51. 39 1 1 1 40 Gonzalo López, electrografía, serie: "Nuestra imagen actual", octubre de 1997, b/n. * * * Escribe David Alfara Siqueiros en su texto A un ¡oven pintor mexicano: Los Jóvenes deben encarrilarse, deben entrar en la tercera etapa de nuestro movimiento, tercera etapa que se define, en lo que respecta al contenido político, por una mayor claridad y una mayor precisión ideológicas, sin los lamentos románticos y anarquizantes que tuvimos en la primera época, sin los restos de nihilismo que había en nosotros. En las relaciones con el Estado en esta tercera etapa estamos tratando de utilizar todos los ele mentos que un Estado que se llame democrático está obligado a proporcionar, y esos elementos los defenderemos a capa y espa da, con inteligencia, inclusive con astucia si es necesario.U Pero la relación que David Alfara Siqueiros estableció con el Estado dista de estas suposiciones. A propósito, resulta imper tinente exigirle rigor conceptual y teórico en este aspecto. Es en la práctica artística política donde sus contradicciones tie nen resolución y no en especulaciones vacuas de nula corres pondencia histórica, propias de los humanismos abstractos. *** Puede decirse que Siqueiros opone otra ciudadanía y otro Esta do. La oposición es racional y simbólica. El artista ciudadano, en tanto constructo estético-político,es potencializado ideoló gica y simbólicamente. Su consideración como factor político es imprescindible dentro de su estética y, por ello, lo dota de elocuencia y eficacia social. 12 México, Empresas Editoriales, 1967, p. 56. 41 1 * * * El artista ciudadano tiene una dimensión no sólo estética y política, sino ética y humana en el sentido amplio. Su razón histórica, en David Alfaro Siqueiros, consistirá en los modos en que evidenciará las falacias de la ideologización de la Revo lución mexicana y en el señalamiento constante de sus con tradicciones reales. Esto es lo que llevará a Siqueiros en varias ocasiones a prisión, y esto, a su vez, lo que le dará la capacidad de subvertir el discurso histórico e ideológico con el que se le somete legalmente. Caso más sintomático: la existencia y apli cación del artículo 145 del Código Penal.13 *** El artista ciudadano como cqnstructo estético-político se vuelve constructo cultural comple¡o. Desde el momento en que David Alfaro Siqueiros lo sitúa no como un fin o una meta artístico política, y sí, en cambio, en su realización (esto es: en la adver tencia de su concreción temporal-histórica), necesariamente, el hombre concreto que su pone el artista ciudadano, existe en el filo del orden social y político. El carácter ciudadano del artista no sólo lleva en sí el reconocimiento de una civilidad, sino la certeza de que la asunción de ella es, ante todo, una asunción política 13 Al respecto, véase el alegato íntegro de Siqueiros en La trácala (op. cit.) y Luis l. Mata, La verdad en el proceso y sentencia delVlata y Siqueiros, México, edición de autor, 1962. Y Enrique Ortega Arenas, Confabulación de poderes, México, edición de autor, 1962. 1 1 42 * * * El artista ciudadano, como constructo cultural complejo, es contraparte de toda homogeneización humanista. La ideo logización de la Revolución mexicana lo es, y culturalmente enrarecida, deviene legalidad. Ocurrido esto, a la ciudadanía se le transmuta en delincuencia y a lo civil, en penal. * * * David Alfara Siqueiros deconstruye estéticamente la legali dad y la sitúa como problema cultural y político; evidencia sus mecanismos racionalistas y pone en crisis lo falaz de sus huma nismos. De aquí la importancia de comprender al artista ciuda dano en su realización histórica y de hacer notar su concreción desde su eficacia política dada por Siqueiros como persona. *** Al artista ciudadano es posible denominarlo constructo imagi nario. Es complejo cultural, y lo es, también, simbólico. Posee una dimensión política y ella es fundada desde su eficacia social necesaria. El artista ciuda¿ano de David Alfara Siqueiros no parte de una invención atemporal. El constructo tiene trayectoria histórica y su filiación es genealógicamente diversificada: viene del anarquismo, del socialismo y del comunismo. De otro modo, al artista ciudadano es posible considerarlo dentro de la con cepción del hombre nuevo y desde la particularidad de su for mulación cultural-estético-política. El artista ciudadano como constructo social imaginario es, en su realización, una estética política, pero también, una política estética. Su modo real de existencia social presenta di ficultades y posibilidades: lo estético potencializa lo político 43 1 haciéndolo creíble-necesario y lo político potenc1aliza lo esté tico haciéndolo social-existente. *** Lo estético-político y lo político-estético del artista ciudadano tiene resolución social e histórica. Su dimensión imaginaria y política penden de su temporalidad humana concreta, y desde ella, definen sus límites. En este sentido, cabe su discusión mítica, pero también su discusión de lo imaginario social finito. La importancia del trabajo artístico y político de David Alfaro Siqueiros fue la de situar al artista ciudadano en la justeza del diapasón histórico y de mostrar sus posibilidades y dificulta des. La historia misma en Siqueiros, pareciera que lo desbordó; pero en suposición inversa, pareciera que fue apuntalada en sus vivas dificultades. En tqdo caso, su resolución es política y simbólica, y no racional-especulativa. 1 1 44 Siqueiros vs. Rivera Alberto Hí¡ar Serrano La polémica Siqueiros-Rivera condensa las determinaciones económico políticas de la crisis financiera de 1930, del ascenso del fascismo y del nazismo, de las réplicas comunistas en de fensa de la URSS y de los enfrentamientos de las tendencias de frente amplio con el radicalismo en el Partido Comunista Mexicano reducido a la ilegalidad y el clandestinaje. Por tan to, plantea la exigencia dialéctica de explicar y dar a entender los dominios y las réplicas entre la economía política y el arte. Un mapa tiene que sustituir a la lógica fragmentadora y excluyente. Dice Deleuze: "el mapa es abierto, es conectable en todas dimensiones, desmontable, reversible, susceptible de recibir constantemente modificaciones[ ... ]. El mapa es cues tión de ejecución, mientras que la calca remite siempre a una presunta competencia" . 1 Mapa y calca no son, empero, procesos opuestos u opcio nes a voluntad. Ambos resultan del caminar sintiendo puntos de apoyo para prever trayectorias inseguras y cambiantes por lo que sigue. Complementaria a esta aventura es la necesidad del vuelo panorámico para darse una idea total, luego concre table en los detalles. Esta dialéctica evita los trazos pre¡uiciados como aquellos que impidieron a los invasores españoles superar las comparaciones entre sus lugares europeos y los americanos, o desembarazarse de la idea de China en el lugar del continente Gilles Deleuze y Félix Guattari, Rizoma. Introducción, México, Premiá (La Red de Jonás), 1981. 45 1 1 Gonzalo López, electrografía, serie: "Nuestra imagen actual", octubre de 1997, b/n. 1 1 46 nuevo. Poblados de ideología en imágenes, los lugares requie ren tomar distancia, probar hipótesis y observar lo concreto. Vistas así las cosas, la intersección de dominios exige las conexiones y no al contrario. Esta perogrullada vale para evi tar esteticismos y artecentrismos2 denegantes de la política. La estética resulta entonces un Ju ego de réplicas sólo evitable por las ideologías reducciomstas. La necesidad de arte es una ne cesidad política y el poder incluye la significación. Esta relación paradigmática1 oculta por el artecentrismo y el esteticismo, es denunciada en la confrontación política de signos y tácticas de circulación no en balde advertidas por figuras históricas cons tituidas por el comunismo y el arte, el arte y el comunismo. Es ésta una introducción necesaria con el fin de no ex traviarse en la superficialidad textual. No hay que olvidar que "también la espuma es señal de la corriente", 3 lo cual no dis culpa la tentación de ver el fondo. Para el caso, todo empieza en una desmedida publicación de Siqueiros en New Masses, órga no del Partido Comunista Norteamericano. El título no pudo ser más agresivo y concreto: "El camino contrarrevoluciona rio de Rivera" (Nueva York, 29 de mayo de 1934). Los apartados del texto constituyen una sucesión de calificativos a cual más de ingeniosos. Apuntan a donde más duele a pintores comu nistas: a la descalificación de la obra y al apoyo de esto en la denuncia política extrema: "Picasso enAzteclandia", "esteta del imperialismo", "montparnasiano irredento" van junto con "boicoteador de El Nlachete" y, desde luego1 con el título-con clusión. Más que el tono ingemosillo característico de la inte- Juan Acha, "Problemas artísticos en América Latina", en Arte, historia e identidad e11 América.· visiones comparativas, XVII Coloquio Internacional de Histona del Arte, t. IV, México, UNAM-Instítuto de Investigaciones Estéticas, 1994. Lenin, Cuadernos filosóficos, URSS-Méx1co, Editorial Progreso, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1967. 47 1 2 3 lectualidad burguesapara evitar la visión del fondo, Siqueiros se acoge más bien a una tradición marxista, de Marx en espe cial: la de usar la ironía para nombrar aquello que es menester explicar y si no, al menos queda el nombre. Santificar al ene migo, darle tratamiento heroico para hacer ver la estupidez y la infamia, crea un campo entre la política y la ideología por que se trata de producir poder al objetar el del enemigo y de valerse de recursos pasionales para descalificarlo. Siqueiros denuncia también ausencias y vacíos para transformarlos en inculpaciones: la ausencia de persona'es contemporáneos en los murales de Rivera, su resistencia a la experimentación, su elección de lugares oscuros y poco tran sitados para repartirles murales a sus colegas. Y como de paso asesta a Rivera la culpa de ser diletante que se ostenta como defensor radical de los trabajadores lo cual obliga a denunciar lo como compañero de la línea de Lovestone. ?Üuién si no los camaradas norteamericanos y algunos mexicanos podrían en tender todo estoc. Pero aun para los inexpertos o ignorantes, queda un sentido bajo el supuesto de la consigna, calumnia que algo queda: la vida y la obra de Rivera son propios de un con trarrevolucionario enriquecido a costa de significar al pueblo de México de manera agradable para los gringos. Trotskista en conclusión, es el artista al que ciertamente hay que reconocer le su alta calidad profesional. Un sentido principal es propuesto para el análisis. Aquel que sepa que J ay Lovestone encabezó un grupo de antiestalinis tas en el seno del PCUSA, podría entender mejor la imputación de Siqueiros y hasta podría añadir como prueba la participa ción como conferenciante en la New Worker's School de ambos indiciados en la institución dirigida por Bertram D. Wolfe, bió grafo de Rivera y autor de Portrait of Amerlca, 4 con cuya men- 4 Nueva York, Corici Friede, 1934. 1 1 48 ción negativa empieza el alegato de Siqueiros: "no tengo el propósito de tratar únicamente .. ." El análisis puede así derivar en repulsa o pesquisa al identificar a J. Freeman, firmante del extenso artículo en New Masses sobre "la pintura y la políti ca: el caso de Diego Rivera" con el militante comunista Robert Evans. La discusión política se convertía así en dictamen fun damentado en un Juicio doctrinario que Rivera descubre en su respuesta: el pleito era más político que artístico. Cuenta el tono impersonal escrito por Rivera para proponer objetividad. L,. calca es así objetada: no es válido copiar, repetir aquello que se acentúa, sino que habría que descubrir tras las aparentes contundencias lingüísticas, el afán desmedido de desprestigiar al pintor de mayor demanda en Estados Unidos, para de esta manera procurar la competencia en el mercado de arte. Rivera traza una importante línea de demarcación polí tico-ideológica al advertir cuán insoportable resultaba que un pintor expulsado del PCM y afiliado al trotskismo pudiera ser revolucionario. La calca, la superficie trazada por Siqueiros, debía ser profundizada como necesidad de congraciarse con el comunismo estalinista por Siqueiros. Rivera no argumenta, sin embargo, la necesidad militante de reivindicarse de Si queiros, el otro expulsado distinguido por el PCM a resultas de indisciplina por el encarcelamiento de comunistas luego del reprimido desfile del 1 º de mayo de 1930. Rivera, expulsado en 1929 cuando solicitó permiso para terminar sus murales mien tras el PCM era declarado ilegal y los miembros eran perseguidos y hasta asesinados, no acierta a descubrir dos denvaciones dis tintas de la militancia: la disidente suya y la reconciliatoria de Siqueiros. Esto hubiera contado de haberse explicitado más allá de la pura mención porque hubiera advertido la dimen sión internacional y vigilante del estalinismo, pero también los procederes de consolidación grupal de los trotskistas. Los 49 1 unos, empeñados más bien en la descalificación doctrinaria, ideológica y pasional y los otros, más reflexivos y aleiados de la rea!pol/tik impuesta por el ascenso del nazifascismo. Rivera responde en tercera persona y principia por de nunciar el carácter político del enfrentamiento desde el título: "Defensa y ataque contra los stalinistas" . 5 Rivera desplaza la réplica al destacar "orígenes y raíces políticas y por otra, pura mente personales". En el cuerpo del discurso queda en claro que no es otra parte la personal 1 sino que concreta la línea polí tica del estalinismo tal como puntualiza con cuatro razones: "tratar de demostrar que fuera del partido stalinista no pueden existir artistas revolucionarios"; "destruir el prestigio artístico de Rivera" al servicio de la liga Comunista Internacionalis ta de "los verdaderos bolcheviques-leninistas"; "destruir o por lo menos empañar la reputación de Rivera en el terreno pura mente estético para hacer que venda cuantos menos cuadros sea posible"; por último, "Siqueiros tiene que luchar duramen te por su reingreso al partido" y se vale de la alianza con Free man en New Masses para congraciarse con el estalinismo. la tentación de la calca es intensa al leer las descripcio nes de Rivera sobre las discusiones en el seno del PCM y la disidencia de Rivera contra el izquierdismo de llamar a la in surrección campesina en El Machete y el autoritarismo del ca marada Munuilski exigente de imponer sin discusión la línea de la Internacional Comunista, la poderosa Comintern, empe ñada en lo que Rivera llama con Jerga trotskista "degeneración burocrática". La calca tendría que llegar a un punto conclusivo pero no terminal: "Rivera pues, ha resistido luchando a (contra) dos fuegos": el de la burguesía y el de la burocracia estalinista Rivera no cree que valga la pena responder pues todo lo hecho en sus murales lo hizo como "miembro regular del Comité 5 Revista Claridad, Buenos Aires, febrero de 1936. 1 1 50 Central hasta 1929" y "la serie de frescos en Cuernavaca hecha después de su expulsión 1 fue sometida a aprobación y apro bada por el PC". Pero la calca se detiene en un vacío que es el patrocinio de estos frescos por Dwight Morrow 1 el embajador norteame ricano en México a quien un año antes y en el mismo 1930, el PCM culpó de la represión al desfile obrero del 1 º de mayo. De modo que la línea personal no es estrictamente contrargu mentada sino deriva en señalamientos al "reformismo social demócrata y socialpatriota 11 de la Comintern estalinista. Opta Rivera por la puntualización de tres evidencias que explican sus primeros contrargumentos. Un punto clave que da extraviado entre descripciones de sus murales 1 la claridad de sus signos y símbolos 1 y la referencia a personajes y situa ciones actuales para deslindarse de las acusaciones de "turista mentaf' y de folclorista 1 a cambio de destacar lo confuso y oscuro de los signos de Siqueiros. La calca otra vez se detiene en la elevación de los nombres de Daumier, Kathe Kollwitz, Ceorge Crosz y más adelante "Courbet, el pintor comunista de 1871". La calca separa al lápiz y añora la posibilidad ausente de discutir el realismo con las precisiones necesarias: Courbet comunero que no comunista bajo la influencia de Proudhon, los realismos imposibles de reducir al realismo, la cuestión del mercado y la circulación del arte público 1 y la articulación en tre la militancia política y el quehacer artístico. Esta última apenas la apunta Rivera al destacar sin apoyo a "los trabajado res mexicanos desocupados en Detroit 1 Michigan, que que rían repatriarse a México y se repatriaron, habiendo advertido Rivera a éstos que ya en la patria, como fuera de ella, no en contrarían sino burgueses explotadores". La calca queda en el umbral de la crítica de la economía política del crack y renuncia así al radicalismo teórico para en cambio optar por el discurso ideológico. Este límite no es for-51 1 Gonzalo López, electrografía, serie: "Del porfiriato a la Revolución", octubre de 1997, b/n. 1 1 52 zosamente negativo en tanto remite a la necesidad de "crítica y autocrítica, deber elemental de todo revolucionario". No advierte Rivera la sustitución de esto por la línea doctrinaria so pretexto de la amenaza nazifascista y de las potencias ca pitalistas a la solitaria URSS. Sin embargo, deja abierto el avan ce en la línea y en sus consecuencias artísticas, "en la pintura que tiende a ser útil, a los obreros y a los campesinos del mun do" y aun ofrece su colaboración con Siqueiros en este sen tido, sin renunciar al final lapidario: "Siqueiros hablando y Rivera pintando". De vuelta a México, Siqueiros la emprendió contra Ri vera de manera sesgada: no podían resultar impunes sus mu rales en Palacio Nacional. El 11, 12 y 13 de febrero, invitado a un congreso de médicos, planteó la discusión del qué hacer para "las masas trabajadoras". A fines de agosto, en el Congre so de la New Education Fellowship estadunidense, estalló la polémica Mereció primera plana de los diarios: el escándalo desbordó la frontera norte de México. La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR)-organización típica de frente amplio, único, como la llamaron sus dirigentes- intervino para advertir consecuencias más allá del divertido enfrenta miento entre Rivera y Siqueiros al irrumpir éste a media con ferencia del primero en el Palacio de Bellas Artes, y dar lugar a la prolongación de la polémica que tuvo que cambiar de lugar ante la cantidad de asistentes y la falta de autorización oficial para el uso del recinto. Había problemas de fondo que era necesario discutir. Rivera y Siqueiros encontraban en la LEAR un mediador ade cuado en la organización repudiada por Rivera, opuesto a toda unidad imposible entre representantes de clases antagónicas. Las nuevas circunstancias económico-políticas en el gobierno de Cárdenas y el ascenso del nazismo y el fascismo exigían, empero, alianzas y pactos no siempre atinados Por ello, el PCM 53 1 había recuperado su legalidad y se había convertido en agente más que aliado del gobierno nacionalista de Cárdenas, a la par que cumplía con lineamientos del VII Congreso de la Comintern sobre el frente amplio, el frente popular y el frente único, según la participación de los partidos comunistas en estas estructu ras contra la guerra y en defensa de la URSS y del socialismo. Siqueiros procuraba un lugar en esta línea, en tanto que Rivera empezaba una búsqueda que lo llevó del trotskismo al, lombardismo donde poco duró. La figura de Vicente Lombardo Toledano, dirigente obrero e intelectual marxista destacado, atraio al pintor que no resistió los viraies políticos del negocia dor por excelencia bajo la tesis de no provocar la ira imperialista para procurar, en cambio, alianzas con la burguesía progresis ta en bien de la liquidación del ilusorio feudalismo mexicano. Prolongada la discusión en el Sindicato de Panaderos que contaba con una Casa del Pueblo, los contrincantes llegaron al fin a un acuerdo de nueve puntos ciertamente críticos y auto críticos, sobre todo, en la problematización de lo realmente pú blico del muralismo y la formación de colectivos que fueran algo más que agrupamientos de ayudantes alrededor del maestro. La discusión ya no siguió a pesar del cartel de la LEAR 1 invitando a continuarla. A cambio 1 nació un Taller Escuela de Artes Plásticas que procuró sin éxito más allá de la coyuntura, llevar a la práctica las propuestas de Siqueiros tituladas Hacia la transformación de las artes plásticas, planteadas para el Expe rimental Workshop de 1934 en Nueva York. El empeño siquei riano de fundar colectivos y agrupaciones estético-políticas, al fin fue escuchado como núcleo intelectual significante ade cuado al VII Congreso Mundial de la Internacional Comunis ta de julio de 1935: el frente amplio proclamado por Jorge Dimitrov encontraba en el gobierno de Cárdenas una coyun tura como en ninguna otra parte del mundo. El corporativis mo del Estado, en definitiva estructuración 1 encontró en los 1 1 54 Gonzalo López, electrografía, serie: "Cuauhtémoc redivivo", octubre de 1997, b/n. 55 1 comunistas de la segunda y tercera generación de muralistas, profesores en su mayoría, los cuadros necesarios para hacer del arte un recurso de agitación y propaganda de la organiza ción sindical culminada en la Central de Trabajadores de Méxi co, ya sin esperanzas en la Confederación Sindical Unitaria de México que Siqueiros encabezara y en las escuelas rurales, téc nicas y normales de formación de profesores. De la doble ins trumentación de los comunistas al gobierno y a la inversa, es obvio que el fortalecido fue el Estado del que los comunistas poco obtuvieron. Siqueiros variaría en los cuarenta su radica lismo todavía presente en la consigna En la guerra arte de gue rra de 1943 para, en cambio, exigir la atención del Estado al arte público (No hay más ruta que la nuestra, 1945). Rivera no soportaría los riesgos trotskistas y esperaría el perdón del PCM que no llegó sino hasta los cincuenta. Pero éstos son los deta lles finos del mapa que no debieran ocultar la riqueza de una discusión donde las determinaciones políticas, la réplica esté tica en debate y las soluciones artísticas encontradas, dan lu gar a un Juego de dominios y réplicas como señal de la historia compleja, dialéctica y contradictoria. De aquí el mapa que no es calca ni ejercicio de pantógrafo, sino reconstrucción actual por sus consecuenoas necesanas. 1 1 56 Siqueiros, promotor de agrupaciones Ana Cecilia Lazcano R. ¿ Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar Eduardo Galeano Cuando Siqueiros trabapba en su última obra y la explicaba a un grupo de visitantes, afirmó: la formación de un grupo cuyos integrantes no tuvieran uni dad ideológica, técnica y conceptual, podía ser causa de varios conflictos y dificultades que entorpecerán el desarrollo del tra bajo y se produjeran los choques entre las concepciones indi vidualistas[ ... ] y las necesidades y problemas propios del mo mento y las dificultades serían máximas cuando el equipo lo integraran su1etos de varias tendencias.1 Evitar estas dificultades, fomentar la integración, la organiza ción y agrupar alrededor de una unidad ideológica, técnica -en el caso de pintura-y conceptual, fue un punto de partida para Siqueiros, manifestado claramente, desde 1921, en sus Tres /!a mamientos2 y en la consigna 11su1etos nuevos, aspectos nuevos". Revista Arte Público, núm. 3, Publicaciones del Taller de Arte Público Siqueiros, 2a. ed., 1978, p. 27. Raquel Ti bol, Siqueiros, Introductor de realidades, UNAM (Arte México), 1961. 57 1 1 2 Gonzalo López, electrografía, serie: "Nuestra imagen actual", octubre de 1997, b/n. 1 1 58 La tarea fue difícil porque no todos sus empeños culmi naron exitosamente y algunas veces sostuvo posiciones con tradictorias frente a sus compañeros y, sobre todo, frente al Estado mexicano. Sin embargo, nunca se alejó mucho de la lí nea que él mismo trazó y sus digresiones de ninguna manera pueden considerarse como claudicaciones; éstas habría que explicarlas más bien como parte de un proceso de formación personal inserto en la consolidación del Estado mexicano. El quehacer organizador de Siqueiros es fundamental en este proceso, pues lo mismo organizó equipos para la realiza ción de trabajos específicos y temporales que agrupaciones partidarias, sindicales o de trabajadores del arte alrededor de objetivos y proyectos de mediano y largo plazos sin olvidar la consigna "sujetos nuevos, aspectos nuevos". Tres momentos marcan este aspecto de la vida del artis ta-soldado. El primero corresponde al Siqueiros adolescente y de la primera Juventud quien, lejos del mundofamiliar, orga niza las primeras réplicas contra la enseñanza académica ca duca, que lo ponen en contacto con una realidad insospechada que determina su incorporación al Ejército Constitucionalista encabezado por Venustiano Carranza. Ahí, además de vivir los avatares de la guerra, conocerá "la geografía de México [ ... ] sus seres humanos y la pasta falsa de nuestros fetiches cultu rales. Nos dio también el sentido de la disciplina, el sentido del método para atacar de manera objetiva los problemas .. .", como afirma en su autobiografía, y añade: "Nos dio conoci mientos prácticos, a ella le debemos el interesarnos hoy por los problemas científicos que concurren en la producción de las artes plásticas". 3 Este momento incluye también su primer viaje a Europa y termina con la fundación del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores. 3 David Alfara S1queiros, Me llamaban el Corone/azo, México, Grijalbo, p. 130. 59 1 A éste le sigue el de la liquidación del sindicato produci do por lo que Paco Ignacio Taibo II llama "una triple ofensivan_ Continúa con el compromiso militante de Siqueiros, primero, con el "filoso" órgano de difusión del sindicato y después con el Partido Comunista Mexicano (PCM) -al que nunca aban donaría-, junto al que organiza numerosas luchas sindicales, así como la defensa y solidaridad con las luchas de liberación en otros países, el combate al imperialismo, acciones todas que lo conducirían a la cárcel y a la expulsión del país. En su tránsito por Estados U nidos forma el primer colectivo de artis tas junto al que realiza sus primeros murales al aire libre, sin dejar de lado la feroz crítica al gobierno racista y expansionista norteamericano que responde expulsándolo de su territorio. Viaja a Sudamérica gracias a la ayuda de sus compañeros, donde continúa con la experimentación, la formación de equipos de artistas, la participación en actos políticos y mítines sindicales que le valen su expulsión de Argentina y el regreso a Esta dos Unidos. Este segundo periodo concluye con su participa ción en la guerra civil española, su regreso a México, el atentado a Trotsky, su aprehensión y exilio. El último momento inicia con el destierro en Chile, su actividad plástica en varios países latinoamericanos, su tesis de En la guerra arte de guerra, el retorno a México en plena conso lidación del Estado capitalista que, en ese momento, concretó el sistemático aniquilamiento de la izquierda opositora y creó los mecanismos para sujetar a los movimientos sindica les, y abrió el país al capital extranjero Esta transformación política no fue entendida por Si queiros, hasta ese momento un fuerte opositor del Estado y reclamante ahora de su patrocinio para el arte público, empe ñándose, además, en recuperar el programa original del Sin dicato de Obreros T écnicos, Pintores, Escultores y Grabadores a través del Centro de Arte Realista Mexicano -que nunca 1 1 60 logró hacer funcionar plenamente-, al tiempo que realiza va rios murales y forma un equipo más consistente. Al recobrar más adelante su combatividad, llevó a cabo una campaña por toda América Latina, denunciando al gobier no represivo de Adolfo López Mateas, acción que le costó su cárcel más larga, concluyó con su excarcelación por indulto, sus últimos murales y su insólita felicitación a Luis Echeverría por su informe presidencial, y "por mantener el programa de la Revolución y por ser un gran líder moral". Cada momento muestra una fase cuantitativa y cualita tivamente distinta en el proceso del Siqueiros organizador. Mien tras que, en la primera etapa, las contradicciones eran claras y las respuestas inmediatas, en la última, la complejidad las vuel ve confusas y la réplica tarda o no se produce. Esta etapa da cuenta de un Siqueiros que confunde al Estado con cualquier estructura de poder y no sabe cómo combatirlo, cómo replicar a la campaña imperialista contra los nacionalismos en el arte que exalta el individualismo contra el colectivismo socialista. El vigor del estudiante ¡unto a la emergencia revoluciona ria produ¡eron la necesidad de la organización frente a la estruc tura académica que representaba al poder caduco al que había que combatir. Coorganizó, entonces, la famosa huelga de 1911: que marca en realidad la influencia de la Revolución mexicana, entre la intelectualidad de nuestro país. Movimiento sorpren dente, que nos hizo exigir, a la vez reivindicaciones de carácter pedagógico, de carácter material en prestaciones y de carác ter político simultáneamente, pedimos la nacionalización de los ferrocarriles, con aquella reivindicación aparentemente ab surda, aparentemente inconexa entre el arte y la vida social del país, aparecía de hecho un movimiento pictórico ligado a los problemas de México.4 4 !bid/ p. 54. 61 1 Los resultados fueron 1 entre otros 1 las Escuelas al Aire Libre 1 dirigidas y organizadas por los propios estudiantes y converti das en "verdaderos antros contra el gobierno de Victoriano Huerta y de vinculación con los zapatistas !l _ 5 Allí se formaron los futuros soldados de la Revolución 1 allí aprendieron a cons pirar 1 a vincularse al pueblo insurreccionado 1 a fusionar inci pientemente la práctica y la teoría 1 a eiercitar la solidaridad compañera 1 haciendo que el paso a la incorporación al Ejérci to Constitucionalista fuera natural. El batallón Mamá -al que pertenecía Siqueiros y que había sido bautizado así por los soldados adultos- 1 después de su primer muerto 1 dio mues tras de consistencia y disciplina. En 1918 1 el novel militar 1 ya en Guadalajara 1 después de conocer la "geografía y sus hom bres 1\ se replanteó el problema de la producción artística en el nuevo proyecto de nación y 1 junto con los miembros del Cen tro Bohemio 1 organizó y participó en el llamado Congreso de Artistas Soldados del que 1 · por desgracia 1 no existe informa ción 1 pero que en la memoria del artista quedó grabado como el primer espacio donde surgieron los planteamientos inicia les sobre el problema del nuevo arte para la nueva nación 1 los cuales retomó una vez concluida la fase armada y plasmó en sus Tres llamamientos de orientación actual a los pintores y escultores de la nueva generación amerlcana 1 enriquecidos por la estancia en Europa y con los que inició un recurso que usaría a partir de ese momento: la publicación periódica como órgano forma dor y medio de expresión de elocuencia insustituible. El contacto con aquel mundo 1 la adhesión 1 intuitiva aún 1 al pensamiento socialista y la seguridad de que el nuevo país necesitaba un nuevo discurso en imágenes -para decirlo en términos modernos- 1 lo impulsaron a agrupar a los precurso res de la Escuela Mexicana de Pintura 1 empezando por su re- 5 !bid, p. 56. 1 1 62 ciente amigo Diego Rivera al que convenció de venir a México y aceptar el ofrecimiento de José Vasconcelos6 para "decorar" la Escuela Nacional Preparatoria. Ahí nació, en 1922, el sindi cato que fue la forma más consecuente que encontraron para romper la imagen del artista individual. No se trataba de un equipo sino de un organismo colectivo donde desaparecía el 11 artista" para dar lugar al trabajador del arte. Los acuerdos que se tomaron en la primera reunión y que permanecieron en for ma de apuntes, sin hacerlos públicos, fueron los siguientes: 7 1. Adhesión del sindicato a la Tercera Internacional. 2. Desarrollo de una línea estética antiimperialista, anti capitalista, popular y nacionalista. 3. Definición en favor del traba¡o colectivo. 4. Fundación de una cooperativa -Francisco Tresgue rras- para dar trabajo a todos los miembros. 5. V inculación de los artistas en sociedad. El sindicato tuvo una vida corta y sus propuestas o linea mientos sobre el trabajo colectivo fueron explicados, años des