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i 
 
 
 
 
 
 
 
Facultad de Ciencias de la Salud 
 
Trabajo Fin de Grado 
Grado en Enfermería 
 
 
Prevención de la Dermatitis Asociada a 
la Incontinencia. 
 
Laia Ortuño Farré 
 
 
 
 
Directora 
Leticia San Martín Rodríguez 
 
Pamplona 
Mayo, 2022 
 
ii 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
iii 
 
RESUMEN: 
Objetivos: El objetivo de esta revisión es conocer las acciones preventivas más 
eficaces para prevenir la Dermatitis Asociada a la Incontinencia y su 
empeoramiento, además de identificar sus factores de riesgo modificables. 
Metodología: Se realizó una revisión narrativa con metodología sistemática en las 
bases de datos CINAHL, Pubmed, Cochrane y Cuiden. Se obtuvieron 53 resultados; 
estudios científicos, artículos de revista y revisiones desde el 2012. 
Resultados: Las medidas preventivas para la Dermatitis Asociada a la Incontinencia 
se estructuraron en las categorías: manejo de la incontinencia, inspección de la piel, 
nutrición y estilos de vida, implementación de un plan de intervención, movilidad, 
identificación, régimen de cuidado de la piel y educación. 
Conclusiones: La prevención de la Dermatitis Asociada a la Incontinencia se basa en 
el control de sus factores de riesgo modificables y en la implementación de un 
régimen de cuidado de la piel que incluya: valoración de la piel, limpieza, 
hidratación y protección cutánea. No existe evidencia científica suficiente como 
para determinar qué tipo de protector cutáneo o producto comercializado 
específico es más útil para prevenirla. Sería deseable realizar investigaciones de 
mayor calidad a nivel nacional y elaborar protocolos de prevención estandarizados 
multidisciplinares que incluyan a enfermería y Técnicos en Cuidados Auxiliares de 
Enfermería. La formación continua a personal sanitario, pacientes, familiares y 
cuidadores es esencial para la prevención. 
 
Palabras clave: Dermatitis Asociada a la Incontinencia; prevención; enfermería. 
Número de palabras: 13.380. 
 
 ABSTRACT: 
Objectives: The aim of this study is to determine which are the most effective 
actions to prevent Incontinence Associated Dermatitis and its worsening, as well as 
identifying its modifiable risk factors. 
iv 
 
Methods: A narrative review with systematic methodology was performed across 
CINAHL, Pubmed, Cochrane and Cuiden databases. 53 results were found; scientific 
studies, journal articles and reviews since 2012. 
Results: Preventive measures for Incontinence Associated Dermatitis were 
organised in the following categories: incontinence management, skin inspection, 
nutrition and lifestyles, implementation of an intervention plan, mobility, 
identification, skincare and education. 
Conclusions: The prevention of Incontinence Associated Dermatitis is based on the 
control of its modifiable risk factors and the implementation of a skin care regimen 
that includes: skin assessment, cleansing, hydration and skin protection. There is 
not enough scientific evidence to determine which type of skin protectant or 
specific marketed product is most useful to prevent it. It would be desirable to carry 
out higher quality national research as well as developing multidisciplinary 
standardized prevention protocols that include nurses and Auxiliary Nursing Care 
Technicians. Continuous training for health staff, patients, family members and 
caregivers is essential for prevention. 
 
Key words: Incontinence Associated Dermatitis; prevention; nursing. 
Number of words: 13,380. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
v 
 
ÍNDICE: 
1. INTRODUCCIÓN: ................................................................................................... 7 
2. OBJETIVOS: ......................................................................................................... 13 
3. METODOLOGÍA: MATERIAL Y MÉTODOS. .......................................................... 14 
4. RESULTADOS: ...................................................................................................... 17 
A) Manejo de la incontinencia: ........................................................................... 17 
I. Manejo de la Incontinencia Urinaria (IU): ................................................... 18 
II. Manejo de la Incontinencia Fecal (IF): ........................................................ 19 
B) Inspección: ...................................................................................................... 21 
C) Nutrición y estilos de vida:.............................................................................. 21 
D) Implementación de un plan de intervención: ................................................ 23 
E) Movilidad: ....................................................................................................... 24 
F) Identificación: ................................................................................................. 25 
G) “Skin care” o régimen del cuidado de la piel: ................................................. 26 
I. Valoración de la piel: ................................................................................... 27 
II. Limpieza: ..................................................................................................... 27 
III. Hidratación: ................................................................................................ 29 
IV. Protección cutánea-productos barrera: ..................................................... 30 
V. Productos combinados: .............................................................................. 32 
VI. Infección por cándidas: ............................................................................... 34 
VII. Productos absorbentes: ............................................................................. 34 
H) Educación: ....................................................................................................... 36 
5. DISCUSIÓN: ......................................................................................................... 38 
6. CONCLUSIONES................................................................................................... 44 
7. BIBLIOGRAFÍA. .................................................................................................... 45 
8. ANEXOS ............................................................................................................... 50 
Anexo I: Tabla de resultados. ................................................................................. 51 
Anexo II: Productos comercializados: .................................................................... 66 
 
 
 
 
vi 
 
ÍNDICE DE TABLAS Y FIGURAS: 
Tabla 1. Prevalencia de LRCD por categoría según el 5º Estudio Nacional de 
Prevalencia de UPP y LRCD de 2017 ............................................................................ 7 
Tabla 2. Estrategia de búsqueda mediante metodología P.I.O ................................. 14 
Figura 1. Selección de documentos por bases de datos ........................................... 15 
 
7 
 
1. INTRODUCCIÓN: 
Según el 5º Estudio Nacional de Prevalencia de Úlceras Por Presión (UPP) y otras 
Lesiones Cutáneas Relacionadas con la Dependencia (LCRD) de 2017, la prevalencia 
de LCRD fue del 8,7% en unidades de hospitalización de adultos, del 6,11 % en 
personas en programas de atención domiciliaria y del 6,24% en residencias de 
ancianos y otros centros socio-sanitarios en España. 
La GNEAUPP (2021) define las Lesiones Relacionadas Con la Dependencia como: 
“El daño de la piel y/o tejidos subyacentes que afecta a personas con limitación o 
pérdida (temporal o permanente) de la autonomía física, mental, intelectual o 
sensorial debido a la discapacidad, edad, proceso o enfermedad que requieren de 
ayuda para sus actividades básicas”(p. 9). 
Por primera vez las estadísticas del Estudio Nacional de Prevalencia se diferenciaronetiológicamente según el nuevo marco teórico de clasificación de LCRD propuesto 
por García-Fernández y Col; Lesiones Por Presión y Cizalla (LPP), Lesiones Cutáneas 
Asociadas a la Humedad (LESCAH), Lesiones Por Fricción (LF) y Lesiones Mixtas o 
Combinadas (LM). La prevalencia de los diferentes tipos de LRCD se presenta en la 
Tabla 1. 
Tabla 1. 
Prevalencia de LRCD por categoría según el 5º Estudio Nacional de Prevalencia de 
UPP y LRCD de 2017. 
Prevalencia por ámbitos asistenciales: 
Tipos de 
LRCD. 
Hospitalización de 
adultos 
Atención Primaria- 
Domiciliaria 
Residencias de ancianos 
y centros socio-
sanitarios 
LPP 7,0% 4,79% 4,03% 
LESCAH 1,4% 1,39% 2,19% 
LF 0,9% 1,81% 0,80% 
LM 1,5% 1,05% 1,01% 
Desgarros 
cutáneos 
0,9% 1,05% 1,31% 
8 
 
Las Lesiones Cutáneas Asociadas a la Humedad (LESCAH) con un 1,4% de 
prevalencia en hospitalización de adultos, un 1,39% en AP-Domiciliaria y un 2,19% 
en residencias y otros centros socio-sanitarios. Son definidas por la GNEAUPP 
(2021) como: 
“La lesión localizada en la piel (no suele afectar a tejidos subyacentes) que se 
presenta como una inflamación (eritema) y/o erosión de la misma, causada por la 
exposición prolongada (continua o casi continua) a diversas fuentes de humedad 
con potencial irritativo para la piel (por ejemplo: orina, heces, exudados de heridas, 
efluentes de estomas o fístulas, sudor, saliva o moco)” (p.21). 
El coste de prevención de las LRCD es de un máximo de 1,7€/día frente a un mínimo 
de 46€/día necesarios para su curación (GNEAUPP, 2010). Teniendo en cuenta que 
el 95% de las LRCD son prevenibles (Paniagua, 2020) podemos deducir que existe 
una inadecuada distribución de los recursos sanitarios. 
Las LPP son además de las más prevalentes, el tipo de lesión sobre la que más 
literatura científica hay. Muchos profesionales de enfermería desconocen la 
categorización de las diferentes LRCD e identifican cualquier tipo de lesión como las 
anteriormente conocidas como Úlceras Por Presión (UPP). Este reduccionismo 
tiene un impacto directo en los cuidados que realizamos ya que aunque existen 
medidas preventivas y cuidados comunes para los diferentes tipos de LRCD, 
también los hay específicos para cada uno de ellos. El desconocimiento de las 
diferentes LRCD implica por lo tanto una omisión de cuidados que garantizarían una 
mayor calidad de los mismos. 
Es por ello por lo que esta revisión narrativa con metodología sistemática se 
centrará en uno de los tipos de LRCD. Estará enfocada un subtipo de LESCAH, el 
segundo tipo de lesiones más prevalente. 
Son lesiones provocadas de fuera hacia adentro de las capas de la piel. Son 
superficiales y afectan a la epidermis y/o a la dermis, pero no a tejidos subyacentes. 
El color del lecho no es uniforme y puede ir de rosado a rojo brillante. En las LESCAH 
con pérdida de la integridad cutánea también se puede observar tejido 
blanquecino- amarillento, indicando maceración perilesional. Son lesiones con 
9 
 
forma irregular y pueden encontrarse muchas lesiones satélite, e incluso en forma 
de espejo. Si existe exudado en este tipo de lesiones es de características serosas. 
Tampoco presentan esfacelos (Paniagua, 2020). 
La GNEAUPP (2021) clasifica las Lesiones Cutáneas Asociadas a la Humedad en las 
siguientes subcategorías: 
A) Dermatitis Asociada a la Incontinencia (DAI): Es la causada por el contacto de 
la piel con orina y contenido fecal. Se localiza en la zona genital-perianal. Es 
la más prevalente. 
B) Dermatitis Cutánea Asociada al Exudado: En este caso el exudado proviene 
no proviene de heridas sino de otros procesos como el linfedema o la 
insuficiencia cardíaca severa. 
C) Dermatitis Intertriginosa o por transpiración: La encontramos en los pliegues 
cutáneos como en los mamarios, abdominales, inguinales, axilares o en los 
del cuello. Es producida por el sudor generado cuando las dos superficies 
cutáneas entran en contacto. 
D) Dermatitis Periestomal: Provocada por el contenido proveniente del estoma 
en cuestión; ileostomía, yeyunostomía, colostomía, urostomía o 
nefrostomía. 
E) Dermatitis Perilesional asociada al exudado: En este caso la lesión es 
producida por el exudado proveniente de una herida y afecta a la piel 
circundante a la misma. 
F) Dermatitis por Saliva o Mucosidad: El exudado causante proviene de la boca 
o fosas nasales. 
Dermatitis Asociada a la Incontinencia (DAI): 
La DAI es el tipo de LESCAH más prevalente. Puede llegar a cerca del 20% de 
pacientes hospitalizados, 50% de pacientes críticos y 41% de pacientes con 
Incontinencia Fecal (Rodrigues Leme, 2019). Sin embargo, este tipo de lesiones 
suele estar subnotificado por la inhabilidad de los profesionales de identificarlas 
correctamente, por lo que el porcentaje de pacientes con DAI podría ser incluso 
10 
 
mayor (Bliss, 2017; Rodrigues Leme, 2019). Además, cada vez se tiende más a 
disminuir los días en que los pacientes portan sondaje vesical, para disminuir el 
riesgo de infección del tracto urinario. Esto está haciendo que el porcentaje de 
pacientes con DAI aumente (Francis, 2018). No solo eso, sino que la DAI es 
particularmente prevalente en las personas mayores. Por ello, con la creciente 
población global y una mayor esperanza de vida, se espera que el número de 
personas con DAI sea cada vez mayor (Beldon, 2012; Kottner et al, 2013). 
Similar a las quemaduras, la DAI provoca dolor e incomodidad a los pacientes. 
Incluso los pacientes sedados con DAI pueden mostrar signos de dolor cuando se les 
hace la higiene. Esto puede influir en su movilidad, aumentando el riesgo de 
desarrollar neumonías o Infecciones del Tracto Urinario (ITU). Además la piel 
dañada por la humedad es más vulnerable a infecciones secundarias de la piel, 
como la candidiasis (Beeckman et al., 2015; Quiang et al., 2020; Glass et al., 2020; 
Lumber, 2019), y a desarrollar LPP, ya que la piel sobrehidratada es más vulnerable 
a las fuerzas de fricción y cizalla (Fisher & Himan, 2020; Quiang et al., 2020; Gray & 
Giuliano, 2018; Lumber, 2019). Todo esto implicaría la prolongación del ingreso del 
paciente, aumentando los costes del mismo (Lumber, 2019; Banharak, 2017; Quiang 
et al., 2020; Wei et al., 2019; Glass et al., 2020) y la carga de trabajo del personal 
(Quiang et al., 2020). 
La DAI no tiene solo consecuencias físicas en la calidad de vida de las personas, 
también las tiene emocionales y sociales. Puede provocar pérdida de autoestima, 
depresión, ansiedad, e incluso resultar en la evitación del contacto social, 
influyendo en las relaciones sociales y de trabajo (Rodrigues Leme, 2019; Edgley, 
2002, como se citó en Payne, 2017). 
Varios estudios exponen que la aplicación de medidas preventivas contra la DAI es 
el factor protector más fuerte contra la aparición de la misma (Bliss et al., 2017; 
Heywood & Holloway, 2014; Marselas, 2017; Bliss et al., 2017). Las probabilidades 
de desarrollar este tipo de lesiones entre residentes que recibían medidas 
preventivas eran casi la mitad (46%) que los que no las recibían (Bliss et al., 2017; 
Barakat-Johnson et al, 2018). 
11 
 
Por todo ello, esta revisión se centrará en la prevención de la DAI. En concreto en 
adultos, ya que la DAI pediátrica precisaría una revisión específica para la misma 
(Dissemond et al., 2021). 
Fisiología de la piel normal: 
La piel actúa como una gran barrera natural qué protege contra los efectos del 
ambiente y sustancias irritantes como la humedad excesiva. La piel está compuesta 
por 3 capas: La epidermis, la dermis y la hipodermis o tejido subcutáneo. Su función 
primaria es la protección; actúa como una barrera que previene la pérdida o 
ganancia excesiva de fluido. 
El pH normal de la piel es de 4,5-6,2. Esto crea una barrera ácida efectiva para 
neutralizar sustancias alcalinas potencialmente dañinas como virus, bacterias, otros 
irritantes o contaminación (Bardsley, 2013 comose citó en Holroyd, 2015). No solo 
ayuda a mantener la microbiota cutánea, sino que también tiene un papel 
importante en la cohesión del estrato córneo (Ali & Yosipovitch, 2013, como se citó 
en Voegeli, 2016). 
La epidermis es la capa de la piel que tiene el primer contacto con los potenciales 
agentes dañinos. Está compuesta por 5 capas: De fuera hacia dentro son el estrato 
córneo, el estrato lúcido, el estrato granuloso, el estrato espinoso, y el estrato 
basal. 
El estrato córneo está compuesto por 25-30 capas de queratocitos aplanados 
(corneocitos) que continuamente se descaman y se reemplazan. Son células ricas en 
queratina que están conectadas mediante unas estructuras proteicas denominadas 
corneodesmosomas (Voegeli, 2012). En la epidermis también encontramos enzimas 
y fosfolípidos que producen ceramidas (una mezcla de colesterol y ácidos grasos). 
Esto une a los corneocitos formando una masa rígida de proteína qué es capaz de 
atraer y retener agua en el estrato córneo (Harding, 2004, como se citó en Holroyd, 
2015). Algunos de estos lípidos son impermeables y otros permeables, lo que hacen 
a la epidermis semipermeable (Bardsley, 2013, como se citó en Holroyd, 2015). 
Estas sustancias son conocidas como el factor hidratante natural o "Natural 
Moisturizing Factor" (NMF). Este factor es el responsable de la flexibilidad y 
elasticidad de la piel. Sin estas sustancias los corneocitos no serían capaces de 
12 
 
regular y mantener el nivel de agua intracelular adecuado. El NMF actúa 
absorbiendo agua dentro de la atmósfera como de capas más profundas de la piel, 
permitiendo a las capas externas de la misma a permanecer hidratadas, a pesar de 
la acción de agentes externos (Rawlings and Harding, 2004, como se citó en Voegeli, 
2013). 
Fisiopatología de la DAI: 
Las heces están formadas por un 75% de agua y un 25% de materia sólida como 
sales inorgánicas, células epiteliales de la mucosa gástrica, bacterias, productos de 
la descomposición bacteriana, material digestivo no absorbido (incluyendo las 
enzimas digestivas) y las partes no digestibles de la comida (Tortora & Derrickson, 
2014, como se citó en Van Damme et al., 2018). Cuando estas sustancias entran en 
contacto con la piel primero se produce una sobrehidratación de la capa córnea de 
la piel, inflamando los corneocitos, aumentando el pH de la piel (pH normal de 4.4-
5.5) y alterando la estructura de sus bicapas lipídicas intercelulares. Esto provoca la 
maceración de la piel, que facilita la entrada de sustancias irritantes como enzimas 
digestivas (proteasas y lipasas) y otros microorganismos (Ichikawa-Shigeta et al., 
2014; Gray et al., 2012, como se citó en Van Damme et al., 2018). 
Las enzimas digestivas se activan por el pH alcalino y actúan sobre los desmosomas 
y los lípidos de la capa córnea de la epidermis, exponiendo a los queratocitos de la 
capa granular de la epidermis a la rotura. Además en presencia de la orina, la 
ureasa, enzima producida por las bacterias fecales, transforma la urea en amoníaco, 
sustancia que alcaliniza el pH de la capa córnea de la piel su pH, afectando en su 
nivel de cohesión y en su microbiota (Beeckman et al., 2015 como se citó en Van 
Damme et al., 2018; Campbell et al., 2014; Yates, 2018). 
La alteración del NMF conduce potencialmente a una sequedad o humedad 
excesiva de la piel pudiendo causar la pérdida de continuidad de la misma. Además 
la humedad excesiva también aumenta el riesgo de daño mediante fricción 
(Mayrovitz and Sims, 2001, como se citó en Holroyd, 2015). 
Con la edad la dermis y la epidermis se hacen más finas. Esto reduce la elasticidad y 
disminuye la síntesis de colágeno, perdiendo tejido conectivo y resultando en la 
atrofia de la piel. Además, la composición del NMF varía, disminuyendo la 
13 
 
resistencia de la piel, aumentando el riesgo de daño por fricción y el riesgo de 
desarrollar DAI (Beeckman et al., 2015). 
Categorización de la DAI según gravedad (GNEAUPP, 2021): 
Categoría I) Eritema sin pérdida de la integridad cutánea: 
1A. Leve-Moderado. 
1B. Intenso. 
Categoría II: Eritema con pérdida de la integridad cutánea: 
2A. Leve-Moderado: Erosión <50% del tamaño del eritema. 
2B. Intenso: Erosión ≥50% del total del eritema. 
 
2. OBJETIVOS: 
General: Conocer las acciones preventivas más eficaces para prevenir la Dermatitis 
Asociada a la Incontinencia (DAI). 
Específicos: 
 Identificar los factores de riesgo modificables de la Dermatitis Asociada a la 
Incontinencia (DAI). 
 Conocer las acciones preventivas más eficaces para prevenir el agravamiento 
de la Dermatitis Asociada a la Incontinencia (DAI). 
 
 
 
 
 
 
 
 
14 
 
3. METODOLOGÍA: MATERIAL Y MÉTODOS. 
Diseño: 
Se realizó una revisión narrativa con metodología sistemática sobre la prevención 
de la Dermatitis Asociada a la Incontinencia en adultos. 
Estrategia de búsqueda (Ver tabla 2): 
La búsqueda inicial empleó la metodología PIO; Population (Población), Intervention 
(Intervención) y Outcome (Resultados). Se utilizaron los términos MeSH (Medical 
Subject Headings) y DeCS (Descriptores en Ciencias de la Salud) de “Dermatitis 
Asociada a la Incontinencia”, “Prevención”, “Cuidados de enfermería”, “Calidad de 
Vida”, “Incontinence Associated Dermatitis”, “Prevention”, “Nursing care” y 
“Quality of Life”. Los términos con sus truncamientos y operadores booleanos 
utilizados se exponen en la Tabla 2. 
Tabla 2. 
Estrategia de búsqueda mediante metodología P.I.O. 
AND 
Población 
(Population) 
AND 
Intervención 
(Intervention) 
AND 
Resultados 
(Outcome) 
IAD 
OR 
Incontinence Associated 
Skin Damage 
Preven* 
OR 
Prophyla* 
OR 
Preven* measur* 
OR 
Preven* therap* 
OR 
Control* 
 
Preven* 
OR 
Prophyla* 
OR 
Preven* measur* 
OR 
Preven* therap* 
OR 
Control* 
OR AND 
Incontinen* 
OR 
Diaper* 
OR 
Urin* 
OR 
Fecal* 
OR 
Bowel 
Nurs* 
AND 
(Care* 
OR 
Caring*) 
 
15 
 
Criterios de inclusión y exclusión: 
Los criterios de inclusión fueron: documentos posteriores a 2012, texto completo y 
en castellano, inglés, catalán, italiano y/o portugués. Se han incluido estudios 
científicos, revisiones sistemáticas y artículos de revistas científicas. 
Se descartaron blogs, resúmenes de congresos, experiencias personales y tesis 
doctorales. También se descartaron los resultados sobre la DAI pediátrica, datos 
monetarios y clasificación de la DAI. 
Selección de documentos (Ver tabla 3): 
En la búsqueda inicial se localizaron 732 documentos (CINAHL: 311, Pubmed: 381, 
Cochrane: 40, Cuiden: 0). Limitando la búsqueda mediante los criterios de inclusión 
y exclusión ya descritos se obtuvieron 215 resultados (CINAHL: 68, Pubmed: 107, 
Cochrane: 40, Cuiden: 0). Mediante cribado manual se descartaron los resultados 
que no coincidían con el tema quedando 81 documentos (CINAHL: 46, Pubmed: 22, 
Cochrane: 13, Cuiden: 0). Finalmente, eliminando los duplicados se obtuvieron 61 
resultados. 
Figura 1. 
Selección de documentos 
por bases de datos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
16 
 
Análisis de datos: 
Los datos de los documentos seleccionados se estructuraron en la Tabla 4 (Anexo I). 
En esta tabla se recogen las siguientes características sobre cada resultado: autor y 
año, título, diseño, objetivos, muestra o número de artículos y tipo de paciente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
17 
 
4. RESULTADOS: 
La literatura seleccionada es unánime a la hora de identificar la eliminación o 
control de los factores de riesgo y la implementación de un régimen de cuidado de 
la piel (que incluya limpieza, hidratación y protección cutánea) como los dos 
elementos de base para la prevención de la DAI. 
En este sentido, la iniciativa “MINIMISE Moisture” elaboró un protocolo para la 
correcta identificación, prevención y manejo de las LESCAH, incluyendo la DAI. Se 
basa en la regla nemotécnica “MINIMISE”; Manejo dela incontinencia, Inspección, 
Nutrición, Implementación de un plan de prevención, Movimiento (cambios 
posturales), Identificación (correcta del tipo de herida), “Skin care” (Cuidado de la 
piel) y Educación (Tyrer, 2021). Estos son los ámbitos principales para la prevención 
de las LESCAH y en específico, de la DAI. 
A) Manejo de la incontinencia: 
Existen múltiples factores de riesgo para desarrollar Dermatitis Asociada a la 
Incontinencia. Tanto la incontinencia urinaria (IU), como la incontinencia fecal (IF) 
son los principales (Conley et al., 2014; Gray, 2018; Kayser et al., 2019; Strehlow et 
al., 2018; Lee et al., 2017; Banharak et al., 2017, 2021; Rodrigues Leme, 2019; 
Campbell et al., 2014; Bliss et al., 2015; Tyrer, 2021; Wei et al., 2019; Van Damme et 
al., 2016, 2018; Holroyd, 2015; Voegeli, 2017, 2021; Heywood & Holloway, 2014; 
Sharma et al., 2021; Giuliano, 2018). 
Los pacientes con incontinencia fecal o dual (ID) son más propensos a desarrollar 
DAI que los que presentan únicamente incontinencia urinaria (Conley et al., 2014; 
Gray, 2018; Kayser et al., 2019; Strehlow et al., 2018; Lee et al., 2017; Banharak et 
al., 2017, 2021; Rodrigues Leme, 2019; Campbell et al., 2014; Bliss et al., 2015; 
Tyrer, 2021; Wei et al., 2019; Van Damme et al., 2016, 2018; Holroyd, 2015; Yates, 
2018; Kottner et al., 2014; Sharma et al., 2021; Giuliano, 2018). Además cuanto 
más líquidas son las heces más elevado es el riesgo de desarrollar DAI (Conley et al., 
2014; Gray, 2018; Kayser et al., 2019; Strehlow et al., 2018; Lee et al., 2017; 
Banharak et al., 2017, 2021; Rodrigues Leme, 2019; Campbell et al., 2014; Bliss et 
al., 2015; Tyrer, 2021; Wei et al., 2019; Van Damme et al., 2016, 2018; Holroyd, 
2015; Sharma et al., 2021 & Giuliano, 2018). Esto se debe a que las heces más 
18 
 
líquidas contienen una mayor cantidad de enzimas digestivas y la superficie de la 
piel con la que entran en contacto es mayor (Wei et al., 2019; Yates, 2018). Por ello 
se deben registrar las características y cantidad de las deposiciones mediante 
escalas como la “Bristol Stool Scale” (Chen et al., 2020; Glass Jr et al. 2020). 
En el caso de pacientes críticos o gravemente enfermos el tiempo medio de inicio 
de los síntomas es de 4 días (Rodrigues Leme et al., 2019). Por ello es esencial 
establecer medidas preventivas contra la DAI en el momento en el que un paciente 
comienza con incontinencia (Bliss et al., 2017; Fisher & Himan, 2020). Identificar la 
causa de la incontinencia puede ayudar a determinar las intervenciones adecuadas 
para limitar sus episodios y así proteger la piel del daño (Francis, 2018; Voegeli, 
2017). 
I. Manejo de la Incontinencia Urinaria (IU): 
En el síndrome de vejiga hiperactiva, que ocurre en pacientes con problemas 
neurológicos como el Parkinson, la Esclerosis Múltiple o lesiones de médula espinal 
(Beldon, 2012), la implementación de un programa de sondaje vesical intermitente 
podría ser útil para limitar los episodios de incontinencia (Francis, 2018). 
La incontinencia de estrés es más común en pacientes con obesidad, multíparas y 
post-menopáusicas (Beldon, 2012). El entrenamiento del suelo pélvico sería la 
intervención adecuada para prevenir este tipo de incontinencia (Rodrigues Leme, 
2019; Paulin & Dowling-Castronovo, 2017; Voegeli, 2017; Dissemond, et al., 2021). 
En la incontinencia por rebosamiento causada por ejemplo por Hiperplasia Benigna 
de Próstata (HBP) (Beldon, 2012), la recapacitación del control vesical (Rodrigues 
Leme, 2019; Paulin & Dowling-Castronovo, 2017; Voegeli, 2017; Dissemond, et al., 
2021) o la cirugía estarían indicados. Sin embargo, la cirugía aunque sea muy 
efectiva, no suele realizarse en el día a día de la práctica clínica (Rodrigues Leme, 
2019). 
La prevención de la incontinencia funcional prevención consistiría en la eliminación 
de las barreras que impiden que la persona llegue al baño (Payne, 2017). Ya sea a 
causa de déficits cognitivos, reducción de la movilidad o lesiones físicas (Beldon, 
2012). 
19 
 
Las causas agudas de incontinencia como las infecciones del tracto urinario se 
deberán tratar con antibioterapia (Yates, 2018; Payne, 2016, 2017) y los fármacos 
diuréticos tendrán que estar bien ajustados (Payne, 2017; Tyrer, 2021). 
La utilización de colectores de orina o sondas urinarias son útiles para la 
prevención de la DAI, sin embargo estos últimos deben ser el último recurso, ya que 
hacen al paciente más vulnerable a infecciones (Chen et al., 2020; Dissemond, et al., 
2021; De Cerque ira Greco et al., 2017; Fisher & Himan, 2020; Johannes et al. 2020; 
Beldon, 2012; Francis, 2018; Voegli, 2012, 2016, 2017; Nelson, 2018; Da Rosa et al., 
2013; Strehlow et al., 2018). 
II. Manejo de la Incontinencia Fecal (IF): 
Existen varios mecanismos que contribuyen a la continencia fecal normal: la 
motilidad intestinal, el volumen y consistencia fecal, el nivel de consciencia, el tono 
esfinteriano y la integridad de la inervación neuronal de la zona (Rodrigues Leme, 
2019). Las patologías que alteran estos mecanismos como problemas 
neuromusculares (Mahoney, 2019; Rodrigues Leme, 2019), problemas de la 
musculatura esfinteriana anal, del suelo pélvico, de la consistencia de las heces o de 
la sensibilidad rectal pueden llevar a los pacientes a desarrollar IF. La IF aumenta la 
probabilidad de desarrollar DAI no solo porque aumenta el contacto de irritantes 
para la piel, sino que además disminuye la absorción de nutrientes del paciente, 
comprometiendo su estado nutricional, otro de los factores de riesgo que se 
comentará más adelante (Rodrigues Leme, 2019). 
Por ello los pacientes con nutrición enteral son más propensos a desarrollar DAI, ya 
que este tipo de alimentación favorece las deposiciones de características blandas o 
diarreicas (Conley et al., 2014; Lee et al., 2017; Johannes et al., 2020; Wei et al., 
2019; Strehlow et al., 2018). Un estudio también menciona la nutrición parenteral 
(Wei et al., 2019). 
También son consideradas factores de riesgo a las causas de diarrea aguda como el 
uso excesivo de laxantes, virus como el Norovirus, o la antibioterapia (Lee et al., 
2017; Wei et al., 2019; Payne, 2017; Voegeli, 2016, 2017; Da Rosa et al., 2013; 
Strehlow et al., 2018). Al igual que la utilización de algunos fármacos utilizados en 
20 
 
Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), como los tratamientos vasoactivos (Lee, et 
al., 2017). 
En caso de que el paciente presente diarrea, se debe actuar de inmediato, 
poniéndose en contacto con el equipo médico y de nutrición para la modificación 
de la dieta o la medicación del paciente (Rodrigues Leme, 2019; Strehlow et al., 
2018). La “Moving Prevention Forward IAD guideline” sugiere que la 
implementación de protocolos de control intestinal en las UCI podría reducir la 
prevalencia de la diarrea y consecuentemente de la DAI (Lee et al., 2017). 
En contraposición a lo anterior, se recomienda a los pacientes evitar el 
estreñimiento, ya que empeora la incontinencia urinaria (Hillery, 2019). 
Si la diarrea no se controla gracias a estas medidas se podría proceder a la 
colocación de sistemas de manejo fecal (Chen et al., 2020; Dissemond, et al., 2021; 
De Cerque ira Greco et al.; 2017, Fisher & Himan, 2020; Johannes et al. 2020; 
Beldon, 2012; Francis, 2018; Voegli, 2012, 2016, 2017; Nelson, 2018; Da Rosa et al., 
2013; Strehlow et al., 2018). Son útiles en la reducción del contacto de las heces con 
la piel, evitando la irritación y maceración, preservando la función barrera de la piel 
y manteniendo un pH ácido (De Cerque ira Greco et al., 2017). 
Los sistemas de manejo fecal consisten en un catéter de silicona médica que se 
inserta en el recto y se fija al mismo por medio de un balón a baja presión, situado 
en la extremidad proximal del catéter. Sirven para desviar las heces a una bolsa 
colectora, colocada en la extremidad distal del catéter. Este tipode dispositivos 
reducen las infecciones y el riesgo de desarrollar DAI, promocionan el bienestar y 
dignidad de los pacientes, reducen el coste en personal, materiales y ropa de cama 
(Rodrigues Leme et al., 2019). La “Flexiseal” es uno de los sistemas de manejo fecal 
más utilizados (Fisher, P., Rodrigues Leme et al., 2019; Himan, 2020). 
El tipo de paciente al que se recomienda colocar este tipo de dispositivos son: 
pacientes con DAI refractaria, Incontinencia Fecal Aguda con Diarrea (IFAD) o DAI de 
categoría II. (Chen et al., 2020; Dissemond, et al., 2021; Strehlow et al., 2018). Estos 
dispositivos deben ser retirados una vez se controle su causa (Strehlow et al., 2018; 
De Cerque ira Greco et al., 2017). 
21 
 
Las contraindicaciones para la utilización de este dispositivo son: intervención 
quirúrgica en la parte distal del intestino grueso o el recto, lesión rectal o anal, 
estenosis rectal o anal, mucosa distal perjudicada, tumores rectales o anales, 
hemorroides severas o impactación fecal. El catéter puede utilizarse en el paciente 
hasta 29 días, con cambio de la bolsa colectora cada 72 horas o hasta llegar a los 
900ml de volumen (De Cerque ira Greco et al., 2017). 
B) Inspección: 
La piel de todos los pacientes debe ser valorada al ingreso y revisada a diario 
durante el mismo (Strehlow et al., 2018; Magela Salomé et al.; 2020, Banharak et al, 
2017; Mehoney, 2019; Voegli, 2012, 2016; Sharma et al., 2021; Chen et al., 2020). Si 
el paciente es incontinente, esta valoración se debe hacer más frecuentemente 
(Tyrer, 2021; Francis, 2018). 
Un protocolo elaborado a partir de una revisión sistemática establece que se debe 
valorar una vez por turno en pacientes con incontinencia urinaria o fecal, pacientes 
con más de 3 deposiciones de características blandas o diarreicas en las últimas 24 
horas y pacientes con DAI (Chen et al., 2020). 
Se han desarrollado varias herramientas para guiar la evaluación de la piel y la 
gravedad de la DAI, pero su uso en la práctica es limitado (Beeckman et al., 2017). 
Están descritas en el apartado “F) Identificación”. 
C) Nutrición y estilos de vida: 
El estado nutricional de los pacientes influye directamente en el estado de su piel. 
Al igual que en las demás LRCD, la desnutrición es otro de los factores que hacen 
que los pacientes sean más propensos a desarrollar DAI (Hillery, 2019; Payne, 2017; 
Voegeli, 2016, 2017; Mahoney, 2019). Uno de los indicadores de desnutrición que 
implica riesgo de desarrollar DAI es un nivel bajo de albúmina y proteínas séricas 
(Wei et al., 2019). Por ello estaría aconsejada la medición de estos valores en 
pacientes con riesgo a desarrollar DAI (Conley, P., et al., 2014). Un alto aporte 
calórico y un buen nivel de hidratación son esenciales en la prevención de la DAI 
(Voegeli, 2017; Kliangprom & Putivanit, 2017, como se citó en Banharak et al., 
2017). 
22 
 
En los pacientes con diabetes, al igual que en los pacientes de edad avanzada, la 
función barrera de la piel está alterada debido a cambios fisiológicos y 
morfológicos. Existe una disminución de la proliferación, diferenciación y migración 
de queratocitos, haciendo la epidermis más fina. El nivel de hidratación está 
disminuido, haciendo el pH más alcalino y afectando consecuentemente a la 
microbiota cutánea y a la cohesión de la capa córnea de la piel. Además el nivel de 
colágeno están reducidos (Van Damme et al., 2018; Kottner et al., 2014). Sin 
embargo, uno de los estudios no estableció la diabetes como un factor 
independiente para desarrollar DAI, pero sí si estaba asociado a la obesidad (Wei et 
al., 2019). Tanto la realización de la higiene como de los cambios posturales son 
más complicados en pacientes obesos que en aquellos en normopeso (Kayser et al., 
2019; Conley et al., 2014; Kottner et al., 2014). 
Es esencial que los pacientes con diabetes la tengan bien controlada. En este tipo de 
pacientes y pacientes con sobrepeso u obesidad es recomendable además 
promover un estilo de vida saludable. Animarlos a perder peso, si tienen sobrepeso 
u obesidad y promover la actividad física (Hillery, 2019). 
Un aporte insuficiente de oxígeno y nutrientes reduce la resistencia de la piel 
aumentando el riesgo de desarrollar DAI, especialmente de categoría II (Conley et 
al., 2014; Van Damme et al., 2018; Marselas, 2017; Tyrer, 2021). Por ello es 
importante promover el cese del hábito tabáquico en pacientes fumadores, ya que 
su síntesis de colágeno se ve disminuida y la nicotina incrementa la vasoconstricción 
de los vasos sanguíneos dérmicos resultando en la hipoperfusión de la piel. En 
relación a esto, en pacientes con fiebre, el metabolismo celular y la demanda 
asociada de energía se ven aumentados y la demanda de oxígeno puede exceder la 
oferta del mismo, por lo que es importante controlarla cuanto antes con el objetivo 
de disminuir el riesgo de desarrollar DAI (Wei et al., 2019; Voegeli, 2016; Van 
Damme et al., 2018). 
En los pacientes deshidratados, las células epidermales, que normalmente se 
componen de un 70% de agua, ven su función y ciclo de vida normal alteradas y en 
pacientes con edemas, se aumenta la cantidad de líquido intersticial, alterando la 
matriz normal de las células de la piel, resultando en una permeabilidad alterada de 
23 
 
la piel y en su inflamación. En los dos casos aumentaría el riesgo de desarrollar DAI, 
por ello es esencial que los pacientes tengan un nivel de hidratación y equilibrio 
hídrico adecuados (Bliss et al., 2017). 
D) Implementación de un plan de intervención: 
Existe poca evidencia científica relevante sobre planes de prevención de la DAI 
(Beeckman et al., 2016; Magela Salomé et al., 2020). En una revisión sistemática 
realizada en 2016, los estudios encontrados estaban realizados con muestras de 
población demasiado pequeñas como para obtener resultados atribuibles a una 
población más extensa. No solo eso sino que el periodo de seguimiento posterior a 
las intervenciones preventivas fue demasiado corto como para medir 
correctamente su efectividad (Beeckman et al., 2016). Beeckman et al. (2014) 
afirman que solo cuando la DAI sea incluida en la Clasificación Internacional de 
Enfermedades de la OMS, será cuando empiece a ganar importancia y se realizará 
más investigación al respecto (Hillery, 2019). 
En esta misma revisión el déficit de protocolos estandarizados dificultó la 
evaluación de la efectividad de las diferentes acciones preventivas llevadas a cabo. 
Por ello sugirieron utilizar protocolos de prevención estandarizados en diferentes 
regiones y ámbitos asistenciales para poder recoger resultados significativos. Estos 
reducen la incidencia y severidad de la DAI (Strehlow et al., 2018; Voegli, 2012, 
2017; Hughes, 2016; Lee et al., 2017; Rees & Pagnamenta, 2018; Bliss et al., 2017; 
Fisher & Himan, 2020; Na et al. & Jingru et al., como se citó en Quiang, 2020). En la 
práctica clínica, la inconsistencia y diversidad de cuidados contribuyen a la 
obtención de resultados impredecibles en los pacientes y a la mala utilización de 
productos (Brunner et al., 2012). 
Un estudio recomienda el desarrollo de protocolos en forma de algoritmo, ya que 
estos mapas gráficos sirven para visualizar de manera más clara los componentes y 
procesos de un problema determinado (Magela Salomé et al., 2020). Estos deben 
incluir herramientas de valoración de riesgo como: 
 “IAD risk assessment scale” (Quiang et al., 2020; Banharak et al, 2017). 
 “Incontinence Assessment Tool” (Banharak et al, 2017). 
24 
 
 La elaborada por Wei et al (2019) para valorar el riesgo a desarrollar DAI en 
pacientes críticos con IF. 
 “Escala de Braden” (Conley et al., 2014; Kayser et al., 2019). Una puntuación 
baja de esta escala y la presencia de LPP previas son consideradas factores de 
riesgo para el desarrollo de DAI (Hillery, 2019; Mahoney, 2019; Payne, 2017; 
Marselas, 2017; Bliss et al., 2017).En uno de los estudios revisados, cada 3 
puntos de aumento en la Escala de Braden la probabilidad de los pacientes de 
tener DAI disminuía un 12% (Kayser et al., 2019). 
Las recomendaciones actuales aconsejan usar una herramienta simple de 
categorización de IAD de tres etapas (Beeckman et al, 2017) que además de valorar 
el estado de la piel, guíen las intervenciones y, lo que es más importante, evalúen 
si están funcionando (Voegeli, 2017). Algunas son: 
 “Skin Moisture Alert Reporting Tool” (Banharak et al., 2017). 
 “Skin Excoriation Tool for Incontinent Patients” (Holroyd, 2015; Health 
Improvement Scotland, 2014, como se citó en Voegeli, 2016). 
 “SSKIN bundle” (Healthcare Improvement Scotland, 2011, como se citó en 
Payne, 2016). 
 “IAD Assessment and Intervention Tool (IADIT)” (Junkin, 2014, como se citó en 
Voegeli, 2016). 
Cuatro estudios exponen la necesidad de elaborar planes de prevención 
personalizados para cada paciente con riesgo de desarrollar DAI (Rodrigues Leme, 
2019; Tyrer, 2021; Holroyd, 2015; Quiang, 2020), que valoren por ejemplo si el 
paciente puede realizar autocuidados o precisa de un cuidador (Payne, 2016). 
E) Movilidad: 
Los problemas que limitan las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), como 
los déficits cognitivos (Hillery, 2019; Mahoney, 2019; Payne, 2017; Voegeli, 2016, 
2017; Marselas, 2017; Bliss et al., 2017), la alteración del estado mental (Conley et 
al., 2014; Bliss et al., 2017) o la presencia del dolor (Wei et al., 2019; Voegeli, 2016, 
2017; Payne, 2017) que dificulta la movilidad también aumentan el riesgo de DAI. 
Por ello, la movilidad reducida sería otro de los factores aumentan el riesgo de 
desarrollar DAI (Conley et al., 2014; Kayser et al., 2019; Yates, 2018; Mahoney, 
25 
 
2019; Wei et al 2019; Payne, 2017; Voegeli, 2016, 2017; Marselas, 2017; Hillery, 
2019), incluida la habilidad para utilizar el baño (Heywood & Holloway, 
2014). Incluidos los pacientes sedados, que además suelen presentar heces más 
líquidas (Wei et al., 2019; Johannes et al. 2020). Otros factores de riesgo para 
desarrollar DAI son la fricción (incluyendo la ejercida durante la higiene) (Magela 
Salomé et al., 2020; Brunner et al., 2012; Kottner et al., 2014G; Wei et al 2019). 
En estos pacientes está indicado el uso de camisones de algodón. Además si tienen 
movilidad reducida es recomendable realizar cambios posturales regularmente 
(Tyrer, 2021; Chen et al., 2020; Banharak et al., 2017) y utilizar equipamiento como 
colchones antiescaras para disminuir la exposición de los glúteos a un ambiente 
húmedo de alta presión (Chen et al., 2020; Banharak et al., 2017). La ropa de cama 
debe mantenerse limpia y seca y cambiarse cada vez que sea necesario (Magela 
Salomé et al., 2020; Tyrer, 2021). Está contraindicado el uso de sábana entremetida 
(Barakat-Johnson et al, 2018), cuantas menos capas de ropa de cama, mejor (Conley 
et al., 2014; Barakat-Johnson et al, 2018; Kayser et al., 2019). Los pacientes con DAI 
categoría II deberán adoptar una postura de semi-prono al menos dos veces al día 
(Sharma et al., 2021; Tyrer, 2021; Chen et al., 2020; Banharak et al., 2017). 
F) Identificación: 
Los datos encontrados refuerzan la importancia de educar a las enfermeras en la 
diferenciación de la DAI y las LPP, ya que cada tipo de lesión precisa de acciones 
preventivas y cuidados de enfermería específicos (Conley et al., 2014; Strehlow et 
al., 2018; Barakat-Johnson et al, 2018; Fisher & Himan, 2020; Johannes et al. 2020; 
Rees & Pagnamenta, 2018; Voegli, 2012; Yates, 2018; Chen et al., 2020). La 
diferenciación de la DAI resulta dificultosa para muchos profesionales, 
confundiéndose a menudo con LPP, dermatitis intertriginosa, infecciones por 
hongos o bacterias y otros problemas dermatológicos (Campbell et al., 2014; 
Corcoran & Woodward, 2013). 
Usar una metodología estructurada para la valoración holística del paciente puede 
guiar al profesional para realizar el diagnóstico correcto (Harding et al, 2007, como 
se citó en Mahoney, 2019). Algunas herramientas de valoración de la piel son: 
26 
 
 “NIX´s perineal assessment Tool (PAT)” (Sharma et al., 2021; Magela Salomé et 
al., 2020; Holroyd, 2015). 
 “Identifying Incontinence-Associated Dermatitis and its Severity tool (LADS)” 
(Lee et al., 2017; Sharma et al., 2021; Borchert et al., 2010, como se citó en 
Voegeli, 2016). 
 “2015 IAD Severity grading tool”. Incluye: tipo de DAI según severidad, 
localización anatómica y fotografías. (Chen et al., 2020; Banharak et al, 2017). 
 “Ghent Global IAD Categorization Tool (GLOBIAD)” (Dissemond, et al., 2021; 
Banharak et al, 2017; Johansen et al. 2020; Glass Jr et al. 2020; Van Damme et 
al., 2018; Barakat-Johnson et al, 2018). 
La inclusión de fotos digitales en este tipo de escalas puede ayudar a los 
profesionales a la valoración correcta de la piel del paciente (Paulin & Dowling-
Castronovo, 2017). 
G) “Skin care” o régimen del cuidado de la piel: 
Un equipo de investigadores desarrolló un protocolo de práctica clínica basado en 
una revisión bibliográfica y posteriormente revisada mediante un grupo de 
enfermeras y expertos clínicos. Este protocolo fue aprobado para la aplicación 
práctica y futura implementación de estudios sobre su efectividad. El régimen de 
cuidado de la piel constaba de tres pasos: limpieza, hidratación y protección (Chen 
et al., 2020). Estas últimas son las piezas clave para la prevención de la DAI (Freitas, 
2020; Strehlow et al., 2018; Glass Jr, et al., 2020; Fisher & Himan, 2020; Beeckman 
et al., 2011; Mahoney, 2019; Holroyd, 2015; Smart, & Sibbald, 2020; Paulin & 
Dowling-Castronovo, 2017; Woodward, 2019; Beldon, 2012; Voegeli, 2012, 2013, 
2016, 2017; Brunner et al., 2012; Kottner et al., 2014; Sharma et al., 2021; Conley et 
al., 2014). 
Los principales productos indicados para la prevención de la DAI pueden dividirse 
en cuatro grupos principales: limpiadores sin aclarado, hidratantes, productos 
barrera y productos combinados (Beeckman et al., 2016). Se elaboró una tabla con 
los productos comercializados encontrados en la búsqueda (Anexo II). 
27 
 
El rendimiento de cada producto depende tanto de su combinación de ingredientes 
como del uso de la misma (Beeckman et al., 2016). Cada producto debe ser utilizado 
en la cantidad y frecuencia adecuada según las instrucciones del fabricante 
(Dissemond, et al., 2021; Barakat-Johnson et al, 2017). Las enfermeras y los 
pacientes con incontinencia independientes pueden tender a abusar de la cantidad 
de producto aplicado. Esto puede paradójicamente bloquear las propiedades 
absorbentes de compresas y absorbentes, permitiendo a la orina tener un mayor 
contacto con la piel y atrapando la humedad (Hillery, 2019; Beldon, 2012; Nelson, 
2018; Mahoney, 2019). 
Un estudio comparó la incidencia y severidad de DAI en dos grupos de pacientes 
usando un protocolo de cuidados de la piel definido: limpiar con un limpiador 
suave, seguido de hidratación y posteriormente la aplicación un protector cutáneo. 
Al grupo control se le aplicó el protocolo de cuidado cutáneo cada 12 horas y al 
grupo de la intervención cada 6 horas. También se aplicó a demanda tanto al grupo 
control como al de la intervención. Los datos mostraron que la incidencia de DAI 
moderada era menor en el grupo experimental (7,1%) que en el control (10,9%). Sin 
embargo no se evidenciaron resultados significativos en las DAI de categorías leve y 
severa (Conley et al., 2014). 
I. Valoración de la piel: 
Desarrollado en los apartados “B) Inspección” y “F) Identificación”. 
II. Limpieza: 
La limpieza de la piel debe realizarse después de cada micción o defecación o una 
vez al día si no las ha habido. Se debe limpiar en movimientos circulares de espiral 
para evitar fricción excesiva o repetitiva (Chen et al., 2020, Mahoney, 2019, 
Holroyd, 2015, Van Damme et al., 2018, Smart & Sibbald, 2020; Payne,2016, 2017; 
Beldon, 2012; Voegeli, 2017; Hillery, 2019). 
El lavado con toallitas de alcohol o agua templada y jabón de pH neutro o alcalino 
puede intervenir con la función barrera de la piel (Quiang et al., 2020). Los jabones 
tradicionales son alcalinos (pH≃10), alteran la capa ácida protectora de la piel, 
dañan el sebo natural, incrementan la inflamación de la capa córnea y la rigidez de 
28 
 
la capa lipídica, causando una mayor sequedad cutánea y reduciendo la protección 
frente a microorganismos potencialmente dañinos (Quiang et al., 2020). 
 Solo hubo dos estudios que recomendaron la limpieza mediante agua y jabón 
(Strehlow et al., 2018; Magela Salomé et al., 2020). Y en caso de utilizarlo, aunque 
no esté recomendado, sería mejor utilizar uno suave de un pH más similar al de la 
piel, agua tibia y secado a toques, prestando especial atención a los pliegues 
cutáneos (Freitas, 2021; Dissemond et al., 2021, Magela Salomé et al., 2020; Chen 
et al., 2020). El pH adecuado del jabón sería entre 5,4 y 5,9 (Beeckman, 2011; Lee et 
al., 2017; Banharak et al, 2017; Magela Salomé et al., 2020). 
La mayoría de estudios recomiendan la utilización de limpiadores sin jabón, que no 
precisan aclarado (Beeckman et al., 2011, 2016; Quiang et al., 2020; Conley et al., 
2014; Chen et al., 2020; Dissemond, et al., 2021; Barakat-Johnson et al, 2018; Lee et 
al., 2017; Banharak et al, 2017; Hillery, 2019; Glass Jr et al, 2020; Mahoney, 2019; 
Tyrer, 2021; Holroyd, 2015; Van Damme et al., 2018; Smart & Sibbald, 2020; Payne, 
2016, 2017; Paulin & Dowling-Castronovo, 2017; Beldon, 2012; Voegli, 2012, 2013, 
2016, 2017; Francis, 2018; Da Rosa et al., 2013; Nelson, 2018; Sharma et al., 2021; 
Freitas, 2021). 
Este tipo de limpiadores tienen un pH específico (ácido 4.0-6.0) y son 
hipoalergénicos (Glass Jr et al, 2020; Sharma et al., 2021). Además contienen 
surfactantes no iónicos como el polietilenglicol (PEG), alquil-poliglucósido (APG), 
polisorbatos, octoxynol, en vez de surfactantes aniónicos como el lauril éter sulfato 
sódico (SLS) (Dissemond et al., 2021; Paulin & Dowling-Castronovo, 2017). 
La mayoría de pacientes de uno de los estudios tenían menor dolor y sensibilidad al 
ser limpiados (Barakat-Johnson et al., 2018). Además reducen el tiempo que el 
personal dedica a esta tarea, ya que no precisan el llenado y vaciado de una cubeta 
de agua ni el secado con toalla, reduciendo la carga de trabajo al personal sanitario. 
(Beeckman et al., 2016; Hughes, 2016; Tyrer, 2021). 
La presentación de los productos limpiadores que no precisan aclarado puede ser 
en líquidos, toallitas desechables, cremas, espumas o sprays (Payne, 2017). 
29 
 
El tipo de toallitas recomendadas son las toallitas desechables de tela no tejida sin 
alcohol. La tela no tejida o “non-woven cloth” es una tela de fina estructura que 
previene la fricción y el daño cutáneo (Francis, 2018; Chen et al., 2020). 
III. Hidratación: 
El factor hidratante natural de la piel o “Natural Moisturising Factor” (NMF), viene 
dado por un conjunto de sustancias humectantes que se encuentran entre los 
espacios intercelulares del estrato córneo. El NMF óptimo en piel intacta mantiene 
el nivel de hidratación cutánea superficial entorno al 10%. El uso de los productos 
hidratantes tiene como objetivo mantener o reponer el NMF reemplazando los 
lubricantes naturales perdidos durante la limpieza, los lípidos intercelulares y para 
mantener la función barrera de la piel (Banharak et al, 2017; Mahoney, 2019; 
Beldon, 2012; Francis, 2018; Sharma et al., 2021; Buraczewska et al., como se citó 
en Beeckman et al., 2011; Smart & Sibbald, 2020; Beeckman et al., 2011; Holroyd, 
2015). 
Los productos hidratantes contienen combinaciones variables de emolientes y 
humectantes. Los emolientes se componen de grasas, ceras o aceites. Algunas 
grasas provienen de productos animales como la lanolina o el petrolato y otras de 
aceites minerales como la dimeticona. (Beeckman et al., 2011; Holroyd, 2015). 
Reparan el daño de la piel, mejorando su hidratación y nivel de permeabilidad 
(Smart & Sibbald, 2020). 
Hay que asegurarse de aplicar la cantidad adecuada evitando que quede residuo 
que pueda producir humedad. Especialmente en productos con petrolato o aceites, 
ya que se transfieren fácilmente a la ropa y absorbentes, disminuyendo su habilidad 
de bloquear la humedad de la piel (Hughes, 2016; Payne, 2016, 2017). 
Los humectantes potencian la absorción de agua entre la epidermis y la dermis y 
además contienen propiedades emolientes (Holroyd, 2015). Suelen contener 
acrilatos líquidos, ceramidas, urea, ácido láctico o glicerina (Smart & Sibbald, 2020; 
Paulin & Dowling-Castronovo, 2017). 
Uno de los estudios recomienda que si existe maceración se utilicen productos 
emolientes con poco contenido acuoso, en vez de humectantes (Woodward, 2019). 
30 
 
Otro de los estudios, que si se utilizan toallitas limpiadoras con propiedad 
hidratante, no es necesario aplicar un producto hidratante posteriormente, a no ser 
que la piel esté extremadamente seca (Hughes, 2016). 
Por sí solos, los productos hidratantes no tienen la propiedad protectora necesaria 
para prevenir la DAI, por lo que se deberá combinar con el uso de algún tipo de 
protector cutáneo (Mahoney, 2019; Banharak et al., 2017). 
IV. Protección cutánea-productos barrera: 
En pacientes con riesgo de desarrollar DAI es esencial mantener la piel seca 
mediante la utilización de agentes protectores de la piel después de cada limpieza 
(Quiang et al., 2020; Francis, 2018; Voegeli, 2017; Payne, 2016.). Estos mejoran la 
función barrera de la piel, incrementan la hidratación de la capa córnea, disminuyen 
el pH de la piel y la magnitud del eritema (Kon et al., 2017). Además reducen el 
dolor e incomodidad (Tyrer, 2021). 
Deben tenerse en cuenta todos los componentes del producto aplicado. Algunas 
cremas a base de aceite de zinc o de aceite de ricino contienen “arachis” (aceite de 
cacahuete), que puede ser irritante para la piel (Voegeli, 2016) y no todos los 
productos son aptos para paciente con pérdida de la integridad cutánea (Mahoney, 
2019). 
Las presentaciones farmacológicas de los productos barrera pueden ser cremas, 
pomadas, ungüentos, pastas, lociones y películas líquidas en forma de toallita o 
spray (Paulin & Dowling-Castronovo, 2017; Beeckman, 2015). Las cremas, pomadas, 
ungüentos, pastas y lociones pueden aplicarse mediante gasas o depresores 
linguales en vez de con la mano para minimizar la fricción provocada durante la 
aplicación (Smart & Sibbald, 2020). 
Tres autores también recomiendan el uso de protectores cutáneos en forma de 
polvos (como el talco o polvos de óxido de zinc) si existe humedad excesiva. Los 
primeros están compuestos por gelatina, pectina y carboximetilcelulosa sódica, 
cuya función es absorber la humedad (Strehlow et al., 2018; Sharma et al., 2021; 
Francis, 2018). Sin embargo otros 3 estudios contraindican su uso (Dissemond et al., 
31 
 
2021; Voegeli, 2016; Banharak et al., 2017), ya que pueden bloquear la absorción de 
las compresas o absorbentes (Voegeli, 2016). 
Según el tipo de principio activo que contienen los productos barrera se pueden 
dividir en tres grupos (Paulin & Dowling-Castronovo, 2017; Beeckman, 2015; 
Beeckman et al., 2011, Banharak et al, 2017; Dissemond, et al., 2021): 
a. Preparaciones formadas por una base en emulsión de lípidos y agua a la que se le 
añaden óxidos de metal: 
Se ha demostrado que los productos de óxido de zinc brindan la mejor protección 
contra los irritantes de contacto, pero proporcionan un nivel de hidratación pobre y 
una función barrera insuficiente para prevenir la maceración de la piel (Beeckman 
et al., 2011; Gray, 2014; Corcoran & Woodward, 2013; Banharak et al, 2017). 
Es importante retirar este tipo de cremas de antes de reevaluar el estado de la piel 
ya que si no se dificulta la visualizaciónde la piel (Strehlow et al., 2018; Barakat-
Johnson et al, 2017; Dissemond, et al., 2021). 
El uso de productos con óxido de zinc fue recomendado para la prevención de la 
DAI y su agravamiento (Chen et al., 2020; Conley et al., 2014; Strehlow, 2018). 
Uno de los estudios recomendó el dióxido de titanio para la prevención del 
agravamiento de la DAI (Magela Salomé et al., 2020). 
b. Productos hidrófobos con base de silicona. 
La dimeticona es eficaz contra agentes irritantes y proporciona hidratación, sin 
embargo tiene menor función barrera que otros principios activos (Beeckman et al., 
2011). Es un tipo de silicona con propiedades emolientes. Es hipoalergénica, no 
comedogénica y no acnegénica. Funciona como un relleno entre los corneocitos del 
estrato córneo, creando una barrera contra la humedad externa (Beldon, 2012). 
Además no bloquea la absorción de las compresas o absorbentes (Mahoney, 2019; 
Voegeli, 2016). 
El uso de productos con dimeticona fue recomendado para la prevención de la DAI. 
No lo fue para la prevención de su agravamiento (Chen et al., 2020; Magela Salomé 
et al., 2020; Strehlow et al., 2018). 
32 
 
Los productos de petrolato proporcionan la protección contra agentes irritantes, un 
nivel óptimo de hidratación y prevención contra la maceración (Beeckman et al., 
2011). Reducen la fricción entre la piel dañada y el absorbente, orina y/o heces 
(Magela Salomé et al., 2020). Sin embargo es grasiento puede bloquear el efecto 
absorbente de las compresas o absorbentes (Beldon, 2012; Beeckman et al., 2015). 
c. Polímeros acrílicos. 
Forman una capa protectora semipermeable (Voegeli, 2012) que evita la 
maceración, la excoriación y la irritación. Por el contrario, no ofrecen un nivel de 
hidratación tan óptimo como los productos con dimeticona o petrolato (Gray, 2014, 
como se citó en Woodward, 2019). 
Además, su presentación farmacológica evita la contaminación de los tubos de 
producto mediante los guantes sucios (Hughes, 2016). Es importante dejar secar 
este tipo de productos antes de cerrar el absorbente (Strehlow, 2018). 
Seis autores recomiendan estos productos para la prevención de la DAI (Strehlow et 
al., 2018; Magela Salomé et al., 2020; Campbell, 2014; Lee et al., 2017; Hughes, 
2016) y cuatro para la prevención de su agravamiento (Chen et al., 2020; Campbell, 
2014; Magela Salomé et al., 2020; Beeckman et al., 2016). 
V. Productos combinados: 
Como su nombre indica pueden combinar las propiedades de limpieza, hidratación 
y protección (Beeckman, 2016). Aunque algunas personas catalogan este tipo de 
productos como demasiado caros, un creciente cuerpo de evidencia científica 
muestra que estos productos podrían ser más coste-efectivos a largo plazo. Reducir 
el número de pasos de la rutina de cuidados de la piel facilita tanto al personal 
sanitario como a los pacientes, la adhesión a la misma (Francis, 2018; Payne, 2016). 
Se encontró evidencia moderada sobre la efectividad para prevenir la DAI mediante 
el uso de un producto combinado; la “Comfort Shield Perineal Care Washcloth 
Dimethicone 3%”; una toallita tres en uno que limpia, hidrata y tiene propiedades 
protectoras para la piel. (Brunner et al., 2012; Buckley 2014; Cooper 2001; Barakat-
Johnson et al, 2018; Lee et al., 2017; Lewis-Byers 2002, como se citó en Beeckman 
et al., 2016; Brunner et al., 2012). Sin embargo los resultados respecto a su uso en 
33 
 
la prevención del agravamiento de DAI no fueron significativos (Beeckman et al., 
2011). 
Este tipo de productos es preferido por los pacientes ya que es más agradable que 
la limpieza con agua y jabón y la aplicación de cremas barrera como las que 
contienen zinc. Muchos relatan la incomodidad que produce el uso de las mismas 
debido a su textura pegajosa. No solo eso, sino que según muchas de las 
enfermeras de uno de los estudios, explican que eliminan el olor de forma más 
eficaz que otro tipo de limpiadores y reducen la carga de trabajo (Barakat-Johnson 
et al, 2018). 
La “Medi Derma-S Total Barrier Cream”, contiene dimeticona, acrilatos poliméricos 
y petrolato, y es útil tanto como para la prevención de la DAI, como para el frenado 
de su agravamiento (Mahoney, 2019; Southgate & Bradbury, 2016; Banharak et al., 
2017). En un estudio de casos redujo tanto el nivel de dolor de los pacientes y 
aumentó su comodidad, ya que es una crema de absorción rápida de textura no 
pegajosa (Banharak et al., 2017). 
En el estudio de 5 casos clínicos la “Medihoney Barrier cream” demostró eficacia en 
la prevención de la DAI. La miel de manuka (o árbol de té), tiene propiedades 
antimicrobianas efectivas contra un amplio rango de bacterias que típicamente 
colonizan heridas crónicas, incluyendo algunas resistentes a antibióticos. También 
tiene la propiedad de frenar la creación de biofilm y de eliminar biofilm ya 
establecido, con una concentración de miel de manuka necesaria del 17% y 35% 
respectivamente. Además gracias a su pH ácido y su alta osmolaridad, es capaz de 
prevenir el crecimiento de bacterias y promover la cicatrización de la misma 
(Woodward, 2019). 
El “Medi Derma-PRO Skin Protectant Ointment”, resultó ser útil tanto para hidratar 
como para proporcionar a su vez una barrera protectora (Parnham, 2020, como se 
citó en Banharak et al., 2017; Freitas, 2021). 
Un estudio comparó la efectividad en la prevención de la DAI categoría II de dos 
rutinas de cuidado de la piel en pacientes con incontinencia urinaria o fecal 
ingresados en UCIs. Compara la “Comfort Shield Perineal Care Washcloth” con el 
34 
 
uso combinado del “Cavilon Skin Cleanser” y la “Cavilon Skin No Sting Barrier Film”. 
Los autores recomiendan el uso de productos combinados como las “Comfort Shield 
Perineal Care Washcloth” en pacientes con estancias menores a 3-4 días. En caso de 
que la estancia sea más larga un régimen de cuidado con la combinación de varios 
productos sería más indicado, ya que este tipo de rutina retrasa la aparición de la 
DAI (Brunner et al., 2012). 
VI. Infección por cándidas: 
Muchos pacientes con DAI desarrollan una infección secundaria por cándidas (Gray 
& Giuliano, 2018). Sin embargo, no todos los casos se confirmaron mediante la 
recogida de cultivos, lo que significa que el porcentaje de pacientes con infección de 
la DAI podría estar sobreestimado. Especialmente ocasionado por la incapacidad de 
muchos profesionales para distinguir este tipo de infecciones de la DAI sin infección 
o de otro tipo de afecciones dermatológicas (Campbell et al., 2014). 
Es esencial que los productos utilizados en pacientes con DAI o con riesgo a 
desarrollarla sean de uso personal, para reducir el riesgo de infección cruzada de 
cándidas (Holroyd, 2015). El uso de toallitas desechables puede prevenir infecciones 
cruzadas entre pacientes (Holloway, 2019, como se citó en Banharak et al., 2017; 
Chen et al., 2020). 
En caso de que la DAI esté infectada por candidiasis, se suele utilizar crema de 
nistatina, que es el antibiótico más adecuado, sin embargo, este producto es difícil 
de retirar en la higiene y dificulta la evaluación de la piel (Strehlow et al., 2018; 
Francis, 2018). Se deben aplicar este tipo de productos solo si existe una infección 
activa, no de manera estandarizada como prevención. Por ello se deberá recoger un 
cultivo para confirmar la infección (Sharma et al., 2021). 
VII. Productos absorbentes: 
La utilización de absorbentes aumentan la probabilidad de los pacientes de 
desarrollar DAI, especialmente si están mal seleccionados, algo que ocurre con 
frecuencia (Rodrigues Leme, 2019; Mahoney, 2019; Holroyd, 2015; Voegeli, 2017; 
Heywood & Holloway, 2014; Da Rosa et al., 2013; Magela Salomé et al., 2020). 
Muchas mujeres cometen el error de utilizar salva slips diseñados para absorber 
35 
 
sangre menstrual y que no tienen la capacidad de proteger la piel de la orina 
(Hillery, 2019). 
La enfermera debe prescribir elabsorbente adecuado a las características 
morfológicas y funcionales y al tipo de incontinencia que presente el paciente. 
(Mahoney, 2019; Van Damme et al., 2018; Nelson, 2018; Banharak et al., 2017). Los 
absorbentes rectangulares o anatómicos están más recomendados que los 
absorbentes elásticos o pants, ya que fomentan la ventilación de la zona (Banharak 
et al., 2017; Sharma et al., 2021). Por ello el uso de los primeros debe limitarse a 
pacientes que puedan deambular o transferirse de la cama al sillón o silla de ruedas. 
En caso de que el paciente esté encamado, la recomendación es utilizar 
absorbentes no cerrados (Francis, 2018; Sharma et al., 2021). 
Está contraindicado el uso de compresas absorbentes entre el absorbente principal 
y la piel, ya que generan fricción y aumentan la humedad (Strehlow et al., 2018, 
Barakat-Johnson et al, 2018, Lee et al., 2017, Banharak et al., 2017, Yates, 2018; 
Magela Salomé et al., 2020), especialmente las reutilizables (Barakat-Johnson et al, 
2018). 
La exposición de la piel con orina y/o heces puede provocar su rotura en tan solo 15 
minutos (Beeckman, 2011; Banharak et al., 2017), por ello una mayor frecuencia de 
las micciones y deposiciones también aumenta el riesgo de desarrollar DAI 
(Holroyd, 2015; Yates, 2015; Voegeli, 2016, 2017; Sharma et al., 2021; Bliss et al., 
2015). Los absorbentes deben revisarse frecuentemente para reducir el tiempo de 
contacto de irritantes con la piel (Strehlow et al. 2018; Beeckman, 2011; Banharak 
et al, 2017; Mahoney, 2019; Voegeli, 2012, 2016; Francis, 2018; Da Rosa et al., 
2013; Dissemond, et al., 2021). Lo ideal sería no tardar más de 10-15 minutos en 
cambiarlo desde la micción o deposición (Banharak et al., 2017), especialmente en 
este último caso (Magela Salomé et al., 2020). Es útil educar a los pacientes que 
tengan la capacidad cognitiva preservada a avisar para el cambio de absorbente 
cada vez que estén húmedos (Magela Salomé et al., 2020). 
Es recomendable aflojar los dispositivos absorbentes para ventilar la piel y 
disminuir el nivel de humedad de la zona. (Tyrer, 2021; Chen et al., 2020; Banharak 
36 
 
et al., 2017) aprovechando los cambios posturales para ello (Magela Salomé et al., 
2020; Tyrer, 2021). 
Tener recursos económicos insuficientes es otro factor de riesgo para desarrollar 
DAI. Para algunos pacientes los costes de algunos productos pueden ser 
inasequibles, lo cual resulta en la utilización de los mismos por un tiempo mayor al 
recomendado o suplementados por el uso de papel de baño o bolsas de plástico. 
Por ello en pacientes con pocos recursos económicos habría que plantearse el 
ponerse en contacto con trabajo social, para informarnos sobre los recursos de 
financiación disponibles (Hillery, 2019). 
H) Educación: 
En un estudio llevado a cabo en 2020 (Quiang et al.), el nivel de conocimientos, 
actitudes y prácticas de las enfermeras de UCI del hospital en el que se desarrolló se 
vio inversamente relacionado con el periodo transcurrido desde la última vez que 
recibieron formación sobre la DAI. Los hallazgos evidenciaron que la formación 
continua sobre la DAI no solo mejora los conocimientos sobre esta, sino también la 
actitud de las enfermeras hacia la prevención y tratamiento de la misma. Esto 
sugiere que las supervisoras los servicios deben asegurarse de que sus enfermeras 
estén formadas sobre la misma. 
Se debe educar sobre la prevención de la DAI tanto a profesionales, como a 
pacientes y cuidadores (Payne, 2016, 2017; Lumbers, 2019, como se citó en 
Banharak et al., 2017). 
Existen herramientas útiles para la formación, como la desarrollada por el 
“European Pressure Ulcer Advisory Panel” basada en el e-learning, que sirve para 
aprender a diferenciar las LPP de la DAI y ha demostrado ser efectiva (Woodward, 
2019). 
En algunos países existe la figura de las “Wound Ostomy and Continence (WOC) 
nurses”, enfermeras expertas en heridas, ostomías y continencia. Este tipo de 
enfermeras expertas en la materia, pueden educar al resto del equipo de trabajo 
sobre los factores de riesgo de la DAI, lo que se traduciría en la disminución de la 
37 
 
prevalencia de este tipo de lesiones (Bliss et al., 2017; Francis, 2018; Marselas, 
2017; Bliss et al., 2015). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
38 
 
5. DISCUSIÓN: 
Existe un vacío de evidencia científica relevante sobre las acciones más eficaces 
para prevenir la DAI. Aunque existe un código de la Clasificación Internacional de 
Enfermedades (CIE-11) para la dermatitis de pañal, la Dermatitis Asociada a la 
Incontinencia no lo tiene. Tampoco está presente en la “North American Nursing 
Diagnosis Association” (Beeckman, 2017). La falta de reconocimiento de la DAI hace 
que, aunque sea un problema muy común en todos los ámbitos asistenciales, no se 
le otorgue los recursos necesarios para llevar a cabo la investigación pertinente 
sobre el tema (Voegeli, 2016). Además esto causa que las tasas de prevalencia sean 
muy variables y para nada fiables, variando del 20 al 50% (Paulin & Dowling-
Castronovo, 2017). 
Todos los autores coinciden en que la prevención de la DAI se basa tanto en la 
eliminación o control de sus factores de riesgo como en la implementación de un 
régimen de cuidado de la piel que incluya: limpieza, hidratación y protección 
cutánea. 
En lo que se refiere al control de los factores de riesgo modificables, muchos 
coinciden en que la medida preventiva principal es el manejo de la incontinencia, 
ya sea esta urinaria o fecal (Conley et al., 2014; Gray, 2018; Kayser et al., 2019; 
Strehlow et al., 2018; Lee et al., 2017; Banharak et al., 2017, 2021; Rodrigues Leme, 
2019; Campbell et al., 2014; Bliss et al., 2015; Tyrer, 2021; Wei et al., 2019; Van 
Damme et al., 2016, 2018; Holroyd, 2015; Voegeli, 2016, 2017; Heywood & 
Holloway, 2014; Sharma et al., 2021; Giuliano, 2018). También coinciden en la 
importancia de la nutrición, los estilos de vida saludables y el buen control de la 
diabetes (Hillery, 2019; Payne, 2017; Voegeli, 2016, 2017; Kliangprom & Putivanit, 
2017, como se citó en Banharak et al., 2017; Mahoney, 2019). 
Respecto a la movilidad de los pacientes muchos autores coinciden en que algunas 
medidas eficaces para la prevención de la DAI son; el control del dolor (Wei et al., 
2019; Voegeli, 2016, 2017; Payne, 2017), utilizar camisones de algodón, realizar 
cambios posturales frecuentes (Tyrer, 2021; Chen et al., 2020; Banharak et al., 
2017), utilizar colchones antiescaras (Chen et al., 2020; Banharak et al., 2017), pocas 
39 
 
capas de ropa de cama y cambiarla cada vez que esta esté húmeda (Magela Salomé 
et al., 2020; Tyrer, 2021). 
El control de estos factores, además del régimen de cuidado de la piel deberían 
estar guiados por protocolos estandarizados de prevención (Corcoran & 
Woodward, 2019; Woodward, 2013). Sin embargo, la falta de calidad de la 
evidencia científica sobre el tema hace que no existan conclusiones sólidas sobre 
las que basar este tipo de protocolos. Futuros estudios deberán incluir muestras de 
población más amplias y asegurar un seguimiento a más largo plazo (Corcoran & 
Woodward, 2019; Campbell et al., 2014; Woodward, 2013). Sería necesario además 
establecer protocolos de inspección sobre prevención y calidad estandarizados 
efectivos para mejorar la predisposición de los profesionales a aplicar las medidas 
preventivas necesarias (Quiang et al., 2020). 
Estos protocolos deberían incluir herramientas que permitan identificar a los 
pacientes en riesgo de desarrollar DAI, y que marquen además las acciones 
preventivas adecuadas para su prevención. 
En la búsqueda muchos autores coinciden en que la piel de todos los pacientes 
debe ser valorada al ingreso y revisada a diario durante el mismo (Strehlow et al., 
2018, Magela Salomé et al., 2020, Banharak et al, 2017, Mahoney, 2019; Voegli, 
2012, 2016; Sharma etal., 2021; Chen et al.,2020), y una vez por turno en pacientes 
con riesgo a desarrollar DAI (Chen et al., 2020; Tyrer, 2021; Francis, 2018). 
También en que la limpieza de la piel debe realizarse con jabones sin aclarado de pH 
cercano al pH ácido de la piel cada vez que haya micción o defecación, y en su 
ausencia una vez al día (Beeckman et al., 2016; Quiang et al., 2020; Conley et al., 
2014; Chen et al., 2020; Beeckman, 2011; Dissemond, et al., 2021; Barakat-Johnson 
et al, 2018; Lee et al., 2017; Banharak et al, 2017; Hillery, 2019; Glass Jr. et al, 2020; 
Mahoney, 2019; Tyrer, 2021; Holroyd, 2015; Van Damme et al., 2018; Smart & 
Sibbald, 2020; Payne, 2016, 2017; Paulin & Dowling-Castronovo, 2017; Beldon, 
2012; Francis, 2018; Voegeli, 2012, 2013, 2016, 2017; Da Rosa et al., 2013; Nelson, 
2018; Sharma et al., 2021; Freitas, 2021). 
40 
 
Es el mundo de los productos hidratantes, de barrera y combinados el que genera 
más confusión. El rendimiento de cada producto depende tanto de su combinación 
de ingredientes como del uso de la misma (Beeckman et al., 2016). Cada producto 
debe ser utilizado en la cantidad y frecuencia adecuada según las instrucciones del 
fabricante (Dissemond, et al., 2021; Barakat-Johnson et al, 2017). La variabilidad de 
ingredientes de los diferentes productos hace que sea muy complicado encontrar 
estudios con conclusiones sólidas en las que se recomienden unos productos sobre 
otros. 
Sí que existe evidencia sobre qué principios activos son eficaces para la prevención 
y tratamiento de la DAI. Sin embargo, no está muy claro cuáles están indicados para 
pacientes con riesgo a desarrollar DAI y cuáles para pacientes que ya presentan DAI. 
En el caso de la dimeticona los autores sí que coinciden en que debe utilizarse 
únicamente para la prevención de la DAI, ya que protege contra agentes irritantes e 
hidrata, pero no proporciona la función barrera que precisaría un paciente con DAI 
(Chen et al., 2020, Magela Salomé et al., 2020; Strehlow et al., 2018). Respecto al 
petrolato, los autores no especifican para qué tipo de paciente está indicado su uso 
(Beeckman et al., 2011). El uso de productos con óxido de zinc fue recomendado 
para la prevención de la DAI y su agravamiento (Chen et al., 2020; Conley et al., 
2014; Strehlow, 2018). Seis autores recomiendan los polímeros acrílicos para la 
prevención de la DAI (Strehlow et al., 2018; Magela Salomé et al., 2020; Campbell, 
2014; Lee et al., 2017; Hughes, 2016) y cuatro para la prevención de su 
agravamiento (Chen et al., 2020; Campbell, 2014; Magela Salomé et al., 2020; 
Beeckman et al., 2016). 
La investigación actual también es insuficiente como para determinar si existe algún 
producto específico más eficaz que otro (Corcoran, Woodward, 2019; Woodward, 
2013). 
Uno de los estudios comparó el uso de dos ungüentos con óxido de zinc (Desitin y 
Calmoseptine) la primera conteniendo un 40% del principio activo y la segunda un 
20%, siendo esta última más efectiva en la prevención del agravamiento de la DAI. 
Sin embargo la presencia de otros principios activos en las dos cremas (lanolina, 
41 
 
petrolato y oleum morrhuae en Desitin y mentol en el caso de Calmoseptine), 
imposibilitó la extracción de conclusiones sólidas sobre qué concentración de óxido 
de zinc es la más efectiva para este propósito (Buckley 2014, como se citó en 
Beeckman et al., 2016). 
Otro demostró que una crema de óxido de zinc; “Sudocrem”; era más efectiva que 
otros productos que contienen óxido de zinc. Sin embargo, no se pudo concluir que 
“Sudocrem” fuese más efectivo, ya que no se descartó que los resultados favorables 
de su uso pudieran deberse a sus propiedades antisépticas (Anthony 1987, como se 
citó en Beeckman et al., 2016). 
Baatenburg de Jong calculó que al utilizar “Cavilon No Sting Barrier Film”, la 
frecuencia de aplicación, los productos relacionados con la aplicación (gasas, 
guantes y espátula) y el tiempo de dedicación del personal eran menores que 
cuando se utilizaba aceite de óxido de zinc. Cabe destacar que tanto los productos 
con óxido de zinc como los de petrolato deben ser aplicados con mayor frecuencia 
que los productos con película protectora, de una a dos veces diarias versus cada 
24, 48 o 72 horas (Beeckman et al., 2016; Glass Jr et al., 2020). 
Además Baatenburg de Jong determinó que el grado de DAI también era menor que 
con la utilización del aceite de óxido de zinc. Sin embargo Kennedy en 1996 no 
encontró diferencia entre la “Cavilon No Sting Barrier Film” y el aceite de óxido de 
zinc en la prevención del agravamiento de la DAI (Beeckman et al., 2016). 
Un artículo de revista recoge la evolución de 6 casos clínicos de pacientes con DAI o 
riesgo de desarrollarla en los que se utilizó la gama de productos “Medi Derma-S 
skin barrier products”. Esta fue eficaz tanto en la prevención como en el 
tratamiento de la DAI. La impresión del equipo realizador fue que este tipo de 
productos eran más eficaces y eficientes que los productos tradicionales de óxido 
de zinc y petrolato. Sin embargo se consideró más bien como una opinión que como 
una conclusión sólida (Smart & Sibbald, 2020). 
Otro estudio comparó la efectividad del uso de toallitas desechables tradicionales y 
un protector cutáneo a base de óxido de zinc (grupo control) versus un régimen 
42 
 
combinado de (1) limpiadores cutáneos especiales aplicados con toallitas 
desechables y, (2) o un acrilato polimérico (T1) o un protector cutáneo a base de 
óxido de zinc (T2), en el tratamiento y la prevención del agravamiento de la DAI por 
incontinencia fecal. Tanto la curación como el frenado del deterioro de la DAI 
fueron significativamente más pronunciados en el grupo de intervención que en el 
grupo control. La combinación de limpiadores cutáneos específicos y protectores 
cutáneos redujo el riesgo de desarrollar DAI en un 30% (Glass Jr et al, 2020). 
La escasez de evidencia significativa sobre cuáles son los productos más adecuados 
para la prevención versus tratamiento de la DAI, provoca que en la práctica clínica 
se utilicen ciertos productos basándose en su coste y disponibilidad. Esto crea el 
riesgo de verse influenciado por el marketing y los esfuerzos de comercialización en 
la elección de los productos a utilizar (Glass Jr et al., 2020; Corcoran & Woodward, 
2013). 
Además hace que un mismo paciente pueda estar recibiendo cuidados diferentes 
dependiendo de los gustos del profesional que los está proporcionando (Rees & 
Pagnamenta, 2018). Los cuidados prestados deben estar basados en la evidencia y 
los profesionales sanitarios deben ser capaces de seleccionar el producto adecuado 
para adquirir los objetivos marcados para el paciente. Para poder realizar la elección 
del producto correcto, los profesionales deben conocer los componentes de los 
diferentes productos y sus indicaciones (Nix, 2020 como se citó en Brunner et al., 
2012). Para ello, es esencial que exista una formación continua para los 
profesionales sanitarios. Que aborde no solo la elección e productos sino también la 
detección de pacientes de riesgo, la identificación y clasificación de la DAI y sus 
medidas preventivas. 
En futuras investigaciones sería útil diferenciar los productos indicados para la piel 
vulnerable y los destinados a pacientes con DAI ya instaurada (Corcoran & 
Woodward, 2019; Campbell et al., 2014; Woodward, 2013), ya que no existen 
conclusiones sólidas sobre qué productos están indicados para cada tipo de 
paciente. 
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Cabe destacar que entre todos los resultados encontrados no hay ninguno nacional. 
Teniendo en cuenta que en otros países la figura de la enfermera y las Técnicos en 
Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) es diferente, en nuestro medio algunas 
acciones preventivas propuestas no serían realizadas por la enfermera sino por las 
TCAE. Los protocolos elaborados a nivel local deberán tener esto en cuenta y 
elaborarse