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LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA INOCULACIÓN A LA VACUNA (1750-1808) José Luis Duro Torrijo www.ua.es www.eltallerdigital.com LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA INOCULACIÓN A LA VACUNA (1750-1808) José Luis Duro Torrijos UNIVERSIDAD DE ALICANTE 2014 LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA INOCULACIÓN A LA VACUNA (1750-1808) José Luis Duro Torrijos Tesis para aspirar al grado de Doctor Dirigida por Dr. José Vicente. Tuells Hernández Departamento Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia Diciembre de 2014 Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Programa de Doctorado en Salud Pública Universidad de Alicante Título: Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante la transición de la inoculación a la vacunación (1750-1808) Tesis para optar al grado de Doctor presentada por José Luis Duro Torrijos. Director: José Vicente Tuells Hernández JOSE VICENTE TUELLS HERNÁNDEZ doctor del Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia de la Universidad de Alicante. Certifica: Que la tesis propuesta para aspirar al grado de Doctor, titulada: LOS INICIOS DE LA LUCHA CONTRA LA VIRUELA EN ESPAÑA. TÉCNICA E IDEOLOGÍA DURANTE LA TRANSICIÓN DE LA INOCULACIÓN A LA VACUNACIÓN (1750-1808), ha sido realizada bajo su dirección. Alicante, diciembre de 2014 Fdo: José Vicente Tuells Hernández A Damián, mi padre, in memoriam A Pepa, mi madre Agradecimientos A José Tuells, por su dirección de tesis. Maestro y amigo, por permitirme retomar un capítulo que daba por concluido, cuya experiencia, afecto e implicación personal han hecho posible la realización de este trabajo. Al equipo de la Cátedra de Vacunología “Balmis” de la Universidad de Alicante, en especial a Pablo Caballero y Andréu Nolasco, por su proximidad, respeto y capacidad de escucha. A mi padre, orgullo y un ejemplo en todo momento. Mi madre, por su fortaleza y superación. A Damián y Pedro, mis hermanos, por sus consejos sensatos e incondicional apoyo, porque siempre están. A Tamara, mi pareja, por su comprensión y enorme paciencia incondicional Alfonso y Arturo, por su incondicional amistad. A todos, gracias. INDICE 1. INTRODUCCIÓN 1 2. OBJETIVOS 11 2.1. Hipótesis de partida 13 2.2. Objetivo General 13 2.3. Objetivos Específicos 14 3. MATERIAL Y METODOS 15 4. LAS VIRUELAS REALES 29 4.1. La extinción de los Austrias 32 4.2. Los Borbones y la viruela 34 5. ENTRE EL RETRATO Y LA ETIOLOGIA DE LA VIRUELA: HUMORES, SANGRE Y SUS REMEDIOS 39 6. LA VARIOLIZACIÓN COMO ESPERANZA: SU INTRODUCCION EN OCCIDENTE 51 6.1. Difusión y controversia 56 7. ESPAÑA Y LA INFRAESTRUCTURA BUROCRATICA ANTE LA INOCULACION 59 8. LA INTRODUCCION DE LA INOCULACION EN ESPAÑA 65 8.1. La biblioteca de la inoculación 68 8.2. Las renovadas matemática como argumentos favorables 95 8.3. Timoteo O´Scanlan, el fiscal de la inoculación 100 8.4. La prensa periódica como salvaguardia de la inoculación 106 8.5. Prensa, inoculación y mentalidad Ilustrada 109 9. PRENSA Y CREACION LITERARIA DURANTE LA DECADA DE 1790: LA OFICIOSIDAD DE LA INOCULACION 119 10. LA INOCULACION Y SU INTRODUCCION EN NUEVA ESPAÑA 133 11. LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA 149 12. DIFUSION DE LA VACUNA EN ESPAÑA 155 13. EL PAPEL DE IGNACIO MARIA RUIZ DE LUZURIAGA EN LA INTRODUCCION DE LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA 163 13.1. Anotaciones a la biografía de Ruiz de Luzuriaga 166 13.2. El epistolario contenido en los Papeles de la Vacuna 173 13.3. El papel de la aristocracia y la burguesía ilustrada 180 13.4. El Marqués de Vadillo y la introducción de la vacuna en Soria 187 13.5. La correspondencia de los Sanitarios 195 13.6. El notorio papel de Ignacio Jáuregui 207 13.7. La dirección del eje de influencias aristocráticas, sanitarias y funcionariales de los corresponsales de Ruiz de Luzuriaga 221 13.8. La actividad de Ruiz de Luzuriaga para minimizar la repercusión mediática de los efectos adversos de la vacuna 237 14. LA ESTERIL BUSQUEDA DEL COWPOX PARA PERPETUAR LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA 263 15. FORZOSA NECESIDAD DE CONSERVAR Y TRANSPORTAR LA VACUNA: LA CADENA BRAZO A BRAZO 281 16. LAS COLONIAS HISPANAS RECLAMAN LA VACUNA CONTRA LA VIRUELA 295 16.1. L a desconocida solicitud de Rafael de Malaguilla 299 16.2. La Real Expedición de la Vacuna (1803-1813), el infante como reservorio 306 16.3. Los niños después de la Expedición 322 17. EL LLAMAMIENTO A LA PROTECCION DE LA INFANCIA 329 18. EL SOPORTE MEDIATICO DE LA VACUNA 343 19. OFICIOSIDAD DE LA VACUNA: LA INSTAURACION DE SALAS DE VACUNACION EN LOS HOSPITALES Y SU PRACTICA FUERA DEL MARCO INSTITUCIONAL (1805-1808) 363 20. CONCLUSIONES 397 21. BIBLIOGRAFIA 403 1 INTRODUCCION Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante la transición de la inoculación a la vacuna (1750-1808) 3 INTRODUCCIÓN El agente causal de la viruela es el poxvirus Variola virus, y sólo puede desarrollarse en la especie humana. Está emparentado genéticamente con otros pox- virus que afectan a animales, como el virus de la viruela vacuna (Cowpox virus) y el que provoca la viruela de los monos (Monkeypox virus), lo que confiere una inmunidad cruzada entre ambos. Las manifestaciones de la viruela humana son bien reoconocidas. Tras un periodo silencioso de 12 días, comienza la fiebre, los vómitos y el dolor lumbar que suele durar 4 días. Este primer periodo viene marcado por la aparición de un exantema. En una segunda etapa, el cuerpo se cubre de pústulas de contenido purulento que se ulceran e infectan. No es rara la afectación de la córnea, siendo la una de sus más duras secuelas. Un tercer periodo del curso de la enfermedad corresponde a la desecación de las vesículas y el desprendimiento de las costras que se han formado sobre las úlceras. Estimaciones muy ajustadas han señalado su gran incidencia desde el punto de vista de la morbilidad y mortalidad en la población, tanto en Europa como en América. Datos que cifran su letalidad entre un 30% y un 60%. De hecho, en Londres, entre 1680 y 1800 se calcula que alrededor del 10% y el 20% de todos los fallecidos lo fueron por la viruela, por lo que se solía decir que “ningún niño era de su madre hasta que había superado la viruela”1. Unos dramáticos registros que plasmaban como los resultados obtenidos por los aislamientos, cuarentenas, ayunos, sangrías y fumigaciones no fueron los deseados. La viruela como enfermedad representa el punto de partida de una nueva etapa en la historia de la inmunización. Afrontar sus dramáticos registros permitirá 1 Balaguer Perigüell E, Ballester Añón R. En el nombre de los niños. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806). Monografíasde la Asociación Española de Pediatría (AEP); 2003. p. 7 4 que se constituya como la primera dolencia frente a la cual se desarrolló una vacuna estudiada científicamente con excelentes resultados. El Setecientos trajo una técnica preventiva y hasta peligrosa llamada inoculación o variolización, practicada desde la antigüedad en países orientales y que consistía en transferir materia variolosa procedente de un sujeto enfermo a otro sano. Su difusión por Europa y América duró casi ochenta años, cuya propagación inicial se ubica en Londres (1721) por Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), quien la descubrió durante su estancia en Constantinopla donde observó y experimentó la operación. Una esperanza controvertida que tuvo una práctica desigual en Occidente, pero con una misma conclusión, proporcionar durante aquella centuria una saga de expertos inoculadores, además, de la aceptación de la población a enfrentarse a la enfermedad mediante tratamientos totalmente novedosos, asentados en el principio de introducir en el organismo la propia enfermedad como medida curativa y preventiva. Es pues, la inoculación antivariólica, un observatorio para contrastar el misoneísmo médico de la época, y representó un síntoma de modernidad. En el caso de España su introducción fue bastante tardía. Entre 1733 y 1800, se publicaron 90 obras que referencia la novedosa técnica, la mayoría de los textos se localizan entre las últimas dos décadas de la centuria dieciochesca. En sus inicios, su práctica no contó con gran aceptación entre los médicos de Cámara del Rey, quienes llegaron a asegurar que su práctica era perjudicial para la Salud Pública. Continuó con una paulatina aprobación y difusión, no exenta de polémica, cuya manifestación fue la abultada literatura impresa entre los defensores y detractores de la medida preventiva. Entre los primeros destacan nombres como José Santiago Ruiz de Luzuriaga para la zona del País Vasco, Francisco Salva y Campillo en Cataluña, despuntando como denodados valedores de la inoculación algunos médicos irlandeses afincados en España, Bartolomé O ‘Sullivan, Miguel Gorman y Timoteo O´Scanlan, en especial éste último, cuyas obras tuvieron una enorme repercusión a nivel nacional. En sus textos reflejó los datos empíricos derivados de sus prácticas médicas, iniciadas en el Hospital Real de Ferrol en 1771. 5 Respecto a los segundos, los anti-inoculadores, cabe destacar a José Amar, presidente del Real Protomedicato, médico de Su Majestad, vicepresidente de la Academia Médico Matritense y socio de la Real Sociedad de Ciencias de Sevilla, postulándose a favor del aislamiento como método efectivo en detrimento de la inoculación. Otra figura destacada fue Jaime Menos de Llena, pero sin duda, quien destacó con mayor autoridad fue Vicente Ferrer Gorraiz Beautmont y Montesa, presbítero, profesor de Filosofía y Teología de las Universidades de Toledo, Alcalá y Valladolid, historiador del Real Gabinete de Historia Natural. Un contexto que “en el fondo la polémica evidenció una situación de cambio entre los médicos y cirujanos alejados de las novedades, y los que a todas luces querían poner en práctica tal novedad”2. Situación que empleó a la prensa de la época como medio de canalización de ambos ideales. Un periodismo que cobró en la segunda década del siglo XVIII gran importancia, un recurso empleado como un instrumento de comunicación científico- técnico, adquiriendo la inoculación un carácter público. Así, las publicaciones periódicas recurrieron a noticias correspondientes al ambiente favorable en pro de técnica antivariólica de Europa, a las inoculaciones practicadas entre los miembros más destacados de la sociedad y de las principales monarquías europeas, al igual que a referencias de destacados médicos y filósofos ilustrados adalides de la operación, crónicas que aludían a las opiniones de nombres como Boerhaave, D´Alembert, Bernoulli y Voltaire entre otros. Un capítulo que se cerró con la oficialización del método en España por medio de la Real Cédula de 30 de noviembre de 1798 dictada por Carlos IV (1748-1819), por la que se instaba a los hospitales a implementar el método de la inoculación, aunque con carácter voluntario por parte de la población. El mismo Carlos IV tomó la decisión de inocular a sus tres hijos, Fernando (1784-1833) (futuro Fernando VII), Carlos Isidro (1788-1855) (futuro pretendiente carlista como Carlos V) y Francisco de Paula (1794-1865), tras padecer la enfermedad 2 Riera J, Granda-Juesas J. La inoculación de la viruela en la España ilustrada. Valladolid: Universidad, secretariado de Publicaciones; 1987 6 una de las infantas, María Luisa (1782-1824) que quedó desfigurada. El miedo a la enfermedad despertó la alarma en la Corte, por lo que se trató por todos los medios de evitar el contagio al resto de la Familia Real, poniendo en práctica la inoculación. La implementación de la inoculación supuso un acontecimiento de gran trascendencia, que creó un clima favorable hacía la prevención de la enfermedad. El refrendo real coincidió con la publicación en Inglaterra de una obra redactada por el cirujano Edward Jenner (1749-1823)3 que revolucionó la lucha contra la viruela. El texto plasmó, después de veintiocho años de indagación metódica, una variante en la práctica inoculatoria basada en la observación empírica de que las personas infectadas por viruela desarrolladas en el ganado vacuno, denominado cowpox, se hacían refractarias a la viruela humana. Al método jenneriano se denominó vacuna, y por ello, su descubridor fue reconocido mundialmente como el padre de la vacunación. De manera similar a la inoculación, el método jenneriano se practicó en Londres pasando rápidamente a las principales ciudades europeas entre 1799 y 1800. Un viaje de la vacuna que continuó dirección al continente americano, y paradójicamente, regresó a los territorios orientales desde donde inicialmente se había originado la variolización. España también fue uno de los primeros países en adoptarlo, Francisco Piguillem y Verdaguer (1770-1826), médico y académico de Barcelona, inauguró su práctica el 3 de diciembre de 1800 en Puigcerdá (Cataluña). El pus vacuno fue remitido desde París por François Colon (1764-1812), gracias al contacto mantenido por la medicina catalana y la francesa. Tarragona se convirtió en otro foco activo de vacunación, maniobras iniciadas por un ingeniero de origen irlandés, Juan Smith Sinnot (1756-1809), que inició las operaciones cinco meses después. 3 Jenner E. An Inquiry into the Causes and Effects of the variolae vaccinae, a disease, discovered in some of the western countries of England, particularly Glucestershire, and know by the name of cow pox. London: Printed for the author by Sampson Low; 1798. 7 La capital del reino, tras un primer intento fallido con vacuna remitida desde Cataluña, tuvo que esperar una nueva remesa procedente de París. Las escarificaciones se fechan el 22 de abril de 1801 en Aranjuez por el médico de la Real Familia Ignacio de Jáuregui, implementándose un mes más tarde en Madrid por Ignacio María Ruiz de Luzuriaga (1763-1822). Quien desde entonces inició una intensa actividad vacunadora en la que llegó a trazar una red nacional de corresponsales a quienes remitía el novedoso fluido. Hubo un tercer núcleo en la zona vasco-navarro, cuyos exponentes más destacados fueron Lope de Mazarredo (1769-1820) en Bilbao, los cirujanos Salvador Bonor y Vicente Lubet en San Sebastián, y Diego de Bances y Vicente Martínez en Navarra4. Como ocurrió con la inoculación, también se dio una dualidad argumentativa entre detractores y defensores de la técnica preventiva. Un grupo de profesionales sanitariosaceptaron de forma inmediata la práctica de la vacuna contra la viruela, basandose en motivos científicos e ideológicos. El argumento principal era que contribuía a incrementar la población sana y apta para trabajar en la agricultura, y de defender de la nación. Funcionarios, burgueses, clérigos y aristócratas de la época, participaban de esta crrencia sobre la necesidad de construir un estado saludable. Los valedores de la vacunación estaban predispuestos a convencer a las altas esferas gubernamentales para que emitieran normas favorables a su aplicación. La sintonía concordaba con otras naciones europeas donde se crearon instrumentos para la supervisión de la vacuna como el caso inglés con el London Smallpox Hospital y la Royal Jennerian Society, o en Francia el Comité central de Vaccine y la Comisión de la vacuna del Louvre. Instituciones que se echaron en falta en España. Sólo hubo cierto respaldo en las recomendaciones de las Academias de Medicina, tanto la de Madrid como la de Barcelona, ambas con una reconocida experiencia en materia de prevención de enfermedades, que en el caso de Madrid personificó Ruiz de Luzuriaga. 4 Olagüe de Ros G. la introducción de la vacunación jenneriana en España (1799-1805). En: Barona JL. (ed.) Malaltia i Cultura. Valencia: Seminari d´Estudis sobre la Ciència; 1995 pp. 251-273 8 Los primeros pro-jennerianos o vacunadores recurrieron a todos los medios disponibles para expandir la nueva técnica de la vacuna. Divulgarón la facilidad y seguridad de la técnica, así como sus beneficios refrendados por las experiencias internacionales. La prensa periódica volvióa constituirse como un elemento clave, reproduciendo múltiples noticias extranjeras, esencialmente de la prensa francesa. Una mirada del exterior que nos permitió aproximarnos a una europeización del saber médico. También contribuyeron las publicaciones de tratados y disertaciones. Se produjo una auténtica avalancha de textos fundamentalmente a partir de 1801, cifrándose por algunos estudios contemporáneos en un total de 48 obras entre 1799 y 1805. La mayoria corresponde a traducciones de origen francés que refrendan la dependencia informativa de este país. A pesar de su temprana puesta en marcha y de la intensa labor por difundir sus beneficios, la vacuna contra la viruela no contó con el soporte gubernativo deseado, a excepción de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, cuya finalidad era transportar e implementar la vacuna en las posesiones españolas. La única medida de alcance emitida desde las instituciones de gobierno, fue la promulgación en abril de 1805 de una Real Cédula por la que se instabaa a la apertura de una sala de vacunación en todos los hospitales. Con dichas salas se pretendía garantizar la presencia permanente del fluido activo y cuantificar estadísticamente los progresos de la vacuna. Pero su cumplimiento fue bastante irregular, y no se contó con ningún soporte legislativo que la hiciese realmente inexcusable hasta la promulgada por el Real Decreto de 15 enero de 1903 sobre la vacunación y revacunación obligatoria. Cabe destacar cómo la lucha contra la viruela constituye uno de los hitos de la medicina y por extensión un elemento modulador del mito del progreso. En 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró erradicada de la viruela cerrando un ciclo iniciado dos siglos atrás. 9 Hay numerosos trabajos históricos cuyo eje principal es la lucha contra viruela en España. Se centran sobre todo en el periodo comprendido entre 1799 y 1806. Recogen la introducción y difusión de la vacuna en la Corte española y sus dominios de Ultramar, destacando de manera especial las investigaciones sobre la Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1810). Sin embargo, la relativa atención prestada a este periodo contrasta con la escasa historiografía dedicada a la introducción de la técnica de la inoculación y de la vacunación en España como un bloque unitario. Unas medidas de lucha contra la viruela que aunque pertenecen a centurias diferentes, (la inoculación en el siglo XVIII, la vacuna en los inicios del siglo XIX), disponen de elementos políticos, sanitarios y mecanismos de comunicación comunes. Instrumentos que pretendemos abordar de manera unitaria y que nos permitirá obtener una visión general de la introducción y difusión de ambas medidas preventivas, tanto en la metrópolis, como en sus posesiones de Ultramar. Los años objeto de estudio se han fijado entre 1750 a 1808. Se ha tomado como referencia el cambio dinástico acontecido a comienzos del siglo XVIII, relevo monárquico del linaje de los Austrias a los Borbones, una situación que supuso no solo una permuta en el gobierno sino que conllevó una nueva forma del mismo, una nueva gubernamentalidad5. Este cambio supuso nuevas medidas de carácter médico, sanitario y demográfico con el objetivo de aumentar y potenciar la vida del reino, elemento indispensable en su economía y por tanto en el desarrollo del Estado, justo en un momento en que se luchaba por recuperar la hegemonía geopolítica. 5 Concepto desarrollado por el filósofo francés M. Foucault, refiriéndose a una economía especifica del poder, donde los miembros de la sociedad juegan un rol activo reglado y conducido según una lógica propia de gobierno y que el propio autor definiría: “Entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las técnicas que permiten ejercer esa forma bien específica de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad. Segundo (…) del tipo de poder que podemos llamar <gobierno> y que indujo el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno. Foucault, Michael. Seguridad, Territorio, Población. Curso del Collège de France (1977-1978). Madrid: Akal; 2008. pp. 138 10 El análisis pretende destacar tanto el mensaje emitido desde las instituciones gubernamentales, como la percepción por parte de la sociedad sobre viruela como enfermedad. Desde el discurso inicial de rechazo contra la inoculación como medida preventiva a la polémica generada sobre su aceptación y difusión, se mostrará el proceso de ruptura en los modelos de formación y de enseñanza, manifestando los obstáculos en el avance de las ciencias experimentales. Por último, destacaremos como a finales de la centuria dieciochesca se incorporó el mensaje de la población como un elemento clave para incrementar la potencia de la monarquía, descubriéndose la vida de la población6 cuyos procesos pueden ser controlados, regulados e intervenidos por el conocimiento científico- técnico. Mensajes que resaltan la importancia de la infancia, su protección tanto estatal como familiar, pero que a su vez, se muestra el destacado papel del niño como sujeto práctico de experimentación para estas renovadas ciencias médicas. 6 Castro-Gómez, Santiago. Siglo XVIII: El nacimiento de la biopolítica. Tabula Rasa. 2010; 12: 31-45. 11 OBJETIVOS Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante la transición de la inoculación a la vacuna (1750-1808) 13 OBJETIVOS � Hipótesis de partida La viruela se convirtió en un verdadero azote para la humanidad durante los siglos XVII y XVIII. Esta enfermedad epidémica tomó el relevo de la peste en el mundo occidental como enfermedad epiddémica. Durante este periodo la lucha contra la enfermedad adquirió varios enfoques, dirigidosa la búsqueda de tratamientos, medidas preventivas y de identificación sobre la causa o causas que originaban la dolencia. Se pretende evaluar el grado de compromiso de la Corona española en materia de salud, centrándonos esencialmente en su preocupación por la lucha contra la viruela. � General: Describir los inicios de la lucha contra la viurela en España, a través de sus componentes institucionales, poíticos y mediáticos. Se han distinguido dos periodos claves. El comprendido entre 1750 y 1798, que corresponde a la estapa prevacunal o de variolización y el que abarca desde 1798 hasta 1808 dando inicioa a la difusión de la vacuna. 14 � Específicos: - Identificar los diferentes tratamientos, remedios terapéuticos, causas y creencias acerca de la enfermedad. - Analizar los diversos enfoques trasmitidos desde las instituciones sanitarias existentes en el periodo de estudio, resaltando una primera fase centrada en la inoculación como medida preventiva, y posteriormente, la vacunación. - Conocer los principales puntos peninsulares donde se inició y difundió la técnica preventiva de la inoculación y vacunación contra la viruela - Identificar mediante un estudio prosopográfico a los máximos representantes peninsulares en la lucha contra la viruela, tanto activos defensores como detractores de ambas medidas sanitarias. - Identificar las noticias publicadas en la prensa vigente durante el periodo de estudio (1788 a 1808). 15 MATERIAL Y METODOS Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante la transición de la inoculación a la vacuna (1750-1808) 17 MATERIAL Y METODOS El trabajo se inscribe en la línea de investigación sobre historia de la vacunología que se viene desarrollando en la Cátedra de Vacunología Balmis de la Facultad de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Alicante. Parte del estudio ha sido financiado con una ayuda a la investigación de la FEV. El objetivo de esta memoria doctoral es analizar el impacto que tuvo en la sociedad española del siglo XVIII e inicios del XIX tanto la enfermedad de la viruela como las medidas preventivas empleadas contra ella, la técnica de la inoculación o variolización durante la centuria dieciochesca y posteriormente la vacuna. Se aborda una temática aportando nuevos elementos materiales y métodos escasamente atendidos hasta la fecha, y que permiten complementar el panorama de la historia de la Medicina y Cirugía española de la Ilustración. La historiografía médica española ha abordado preferentemente las fuentes médicas, los textos y monografías de los autores españoles de los siglos XVIII y XIX. La presente memoria doctoral, además de revisar y aportar nuevas fuentes médicas de archivo, analiza diferentes publicaciones periódicas de gran interés para comprender con mayor claridad la relación existente entre la medicina y la sociedad del periodo. Nuevas hipótesis que descansan sobre la base argumental que considera a la prensa en el siglo XVIII y XIX, especialmente durante la primera centuria, como un vector de nuevas ideas, teniendo en presente, que el periodismo gozó de gran vitalidad durante el reinado de Carlos III7. El periodismo constituye para la historiografía médica española un material poco explorado, pero cuya revisión, vaciado y estudio son de suma importancia para identificar el pasado de los conocimientos médicos y la dimensión social de la salud y de la enfermedad. Algunos estudios han abordado de manera excelente esta nueva visión de conocimiento, analizando de forma global las crónicas publicadas en la 7 Blasco Martínez L. Higiene y Sanidad en España al final del antiguo régimen. Madrid: Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid; 1991 18 prensa periódica, focalizados en el análisis de las noticias relacionadas con la medicina del periodo ilustrado publicadas en la Gaceta de Madrid8. Con relación a las fuentes de investigación de la historia de la medicina española, la línea de investigación sobre historia de la vacunología de la Catedra de Vacunología Balmis, otorga una gran importancia a la utilización de las fuentes de archivo y periodísticas de los siglos XVIII y XIX. Elementos cuya revisión, vaciado y estudio constituyen para la historiografía médica española un requisito de suma importancia para conocer el pasado de los conocimientos médicos y la dimensión de la salud y de la enfermedad en general. En una vertiente más particular, como en el caso que nos ocupa, el recurso de la prensa periódica puede servir para identificar los factores determinantes en la lucha contra la viruela como enfermedad en la España ilustrada. Para la obtención del material de estudio empleado se han utilizado dos fuentes esenciales. Por un lado las fuentes primarias de datos (documentos-fuente), considerando como tales, toda la documentación perteneciente al periodo histórico objeto de estudio relativos a la viruela y su tratamiento. Otro tipo de material empleado corresponde a las fuentes secundarias, constituidos por la revisión de fuentes impresas de tipo científico médico-sanitario, trabajos históricos relativos a la temática tratada, publicaciones compuestos por monografías, informes científicos, tesis doctorales, conferencias publicadas y literatura de popularización. Fuentes primarias Ambas fuentes documentales han sido obtenidas a través de estrategias de búsqueda de información, que en el caso de las fuentes primarias han explorado los siguientes archivos y bibliotecas: 8 Martínez González L. La Medicina como noticia en España. La Gaceta de Madrid 1788-1808. Valladolid: Universidad de Valladolid, Tesis doctoral; 2003.; Manero Ruiz E. Prensa oficial y mentalidad ilustrada. La Gaceta de Madrid (1759-1788). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, Tesis doctoral; 2012. 19 � Archivo Histórico Provincial de Alicante, el fondo de la sección protocolos, pertenecientes a los años 1734-1840 (situado en la calle Guillen de Castro, nº 3, 03007 Alicante). � Archivo Histórico Municipal de Alicante, consultando el fondo de la sección de Sanidad, cabildos, y los libros de padrones y repartimiento del equivalente, pertenecientes al siglo XVIII y primer cuarto del XIX, (situado en la calle Labradores, nº 9-11, 03002 Alicante). � Archivo Histórico de la Diócesis de Orihuela-Alicante, el fondo perteneciente a los libros sacramentales del Archivo Parroquial de la Basílica de Santa María de Alicante y Archivo Parroquial de la Concatedral de San Nicolás, pertenecientes al siglo XVIII y primer cuarto del XIX, (situado en la calle Marco Oliver, nº 5) � Archivo Histórico Universitario de Santiago de Compostela, fondo del Hospital Provincial de Santiago, (situado en la calle Casas Reales nº 5). Destacando entre otros: � Carta del Arzobispo de Santiago de Compostela al presidente y Junta del Real Hospital de Santiago. Fechado el 22 de octubre de 1803. Sección General, Legajo 785, exp. 20. � Archivo Histórico Diputación de A Coruña, libro de registro de niños expósitos que partieron con la expedición Balmis (situado en calle Riego de Agua número 37). � Archivo Municipal de la Coruña, fondo o sección Hospital de la Caridad, libros de registros de Expósitos de A Coruña y Santiago, Libros de cuentas de la Administración de la Caja de Expósitos, Sección junta de Sanidad, (situado en calle Duran Loriga número 10) � Archivo de la Real Academia Nacional de Medicina, consultando sus actas y el fondo manuscrito relativo a la viruela como enfermedad durante el siglo XVIII y el primer cuarto del XIX, (situadoen la calle Arrieta nº 12, 28013 Madrid). Destacando entre otros: 20 � Papeles sobre la vacuna. colección de cartas y otros documentos relativos a las primeras vacunaciones contra la viruela en España, por Ruiz de Luzuriaga. 2 vols. Sección 17-2ª, Sala de gobierno y 23- 4ª, Biblioteca. � Sin fecha. Carta sobre experimentos con la vacuna de la viruela. Sección 4ª, 1, legajo 5, doc. 293 � Sin fecha. Nota de la Academia sobre los estudios realizados por la Academia de Barcelona acerca de la vacuna. Sección 8ª, 1, legajo 6, doc. 327. � San Ildefonso, 16 de septiembre de 1799. Carta de José Antonio Caballero a Juan Gámez en relación a la inoculación de viruela durante la epidemia de Nueva Vizcaya. Sección 4ª, 2 legajo 7, doc. 563. � Sin fecha. Carta de la Academia a Antonio Córdoba informándole sobre el caso de una muerte supuestamente provocada por la vacuna. Sección 4ª, 2, legajo 8, doc. 589. � Sin fecha. Carta de la Academia a Antonio de Córdoba y Heredia dictaminando que la muere de Marcos González no tiene relación con la vacunación. Sección 4ª, 2, legajo 11, doc. 696 � Durango, 10 de septiembre de 1798. Número de individuos que han tenido viruelas en esta ciudad y sus arrabales, de Bernardo Bonavia. Sección 4ª, 2, legajo 11, doc. 693 � Durango, 10 de septiembre de 1798.Carda de Bernardo Bonavia a Gaspar y Melchor de Jovellanos sobre la epidemia de viruelas declarada en esa provincia. Sección 4ª, 6, legajo 11, doc. 694. � Sin fecha. Distintas normas que resumen el informe de Ruiz de Luzuriaga y el reglamento del rey de Prusia para la extensión del descubrimiento de la vacuna. Sección 4ª, 4, legajo 11, doc. 700. 21 � Sin fecha. Informe de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre la vacuna de las viruelas descubiertas por Jenner. Sección 4ª, 51, legajo 11, doc. 703. � Madrid. 18 de octubre de 1801. Carta de Pedro Cevallos al duque de Medinaceli sobre la vacunación de viruelas en la Casa de los Desamparados. Sección 4ª, 6, legajo 13, doc. 741. � Madrid, 16 de julio de 1804. Dictamen de José Martínez de San Martín sobre un expediente de Marcelo Hortet relacionado con la vacuna de la viruela. Sección 4ª, 1, legajo 14, doc. 807. � Madrid. junio de 1803. Observaciones de Nicolás Díez Canedo tras la inoculación de dos pacientes con pus de cabra. Sección 4ª, 2, legajo 14, doc. 823. � Sin fecha. Comunicación del acuerdo de la Academia sobre el examen del fluido vacuna de Marcelo Hortet. Sección 4ª, 2, legajo 17, doc. 932. � Madrid. 12 de marzo de 1803. Expediente de Pedro Hernández dirigido a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre el Descubrimiento y efectos de las viruelas de las cabras para reemplazar al pus vacuno. Sección 4ª, 9, legajo 14, doc. 822 � Madrid, 18 de mayo de 1803. Carta de juan José Heydeck a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre las experiencias que el Protomedicato le había encargado junto a Pedro Hernández para ensayar con el pus de cabras. Sección 4ª, 2, legajo 18, doc. 986. � Madrid. 27 de mayo de 1803. Carta a Manuel Gorgullo acerca de una cabra con pústulas en sus ubres, lo que posibilitaría un ensayo variológico con algún niño. Sección 4ª, 1, legajo 18, doc. 997. � Madrid. 7 de marzo de 1803. Carta de Manuel Gorgullo a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga en relación con la inoculación, realizada por 22 Juan José Heydeck, de viruelas procedentes de unas cabras de las cercanías de Madrid. Sección 4ª, 2, legajo 18, doc. 1006. � Madrid. 30 de julio de 1803. Carta de Benito Méndez a Ignacio María Ruiz de Luzuriaga sobre el ensayo de inoculación de viruelas de cabra a niños del Real Colegio de los Desamparados. Sección 4ª, 2, legajo 18, doc. 1011. � Palacio. 6 de junio de 1804. Carta de Pedro Cevallos al secretario de la Academia, comunicándoles que ha dado orden a la Casa de los Desamparados para que proporcionen los muchachos necesarios para los experimentos con el fluido vacuno encontrado en Cataluña por Marcelo Hortet. Sección 4ª, 2, legajo 19, doc. 1110. � Madrid. 25 marzo de 1805. Carta de Ignacio María Ruiz de Luzuriaga a Pedro Cevallos aclarándole algunos aspectos sobre el descubrimiento del Dr. Juan José Heydeck referente al pus de las cabras y vacas de cara a su inoculación, publicadas en el Diario médico y físico nº 56. Sección 4ª, 2, legajo 21, doc. 1231. � Aranjuez. 21 de mayo de 1805. Notificación de Pedro Cevallos al secretario de la Academia remitiendo la carta de Marcelo Hortet sobre su hallazgo del virus vacuno. Sección 4ª, 2, legajo 21, doc. 1251. � 1801. Extracto del informe sobre el estado general de los vacunados en Madrid en el año de 1801, por Ruiz de Luzuriaga. Sección 4ª, 10, legajo 15, doc. 885. � 1801. Estado general de los vacunados, por Juan de Azaola, Francisco Azacue, Ignacio Jáuregui, Manuel Andrés, José Lamano y Nicolás Díez Canedo. Sección 4ª, 36, legajo 15, doc. 886. � El Pardo. 11 de febrero de 1804. Carta de Pedro Cevallos al secretario de la Academia remitiendo un frasco para transportar y conservar la vacuna que se ha inventado en Londres, así como un 23 informe y las reglas de inoculación. Sección 4ª, 2, legajo 19, doc. 1113. � Archivo Histórico Nacional de Madrid, consultando el fondo de Estado, (situado en la calle Serrano nº 115, 28006 Madrid). Destacando entre otros: � Traducción al castellano de Francisco Piguellen de la obra Ensayos sobre la inoculación de la vacuna escritos por el doctor Colón, médico de París. Sección Estado, Legajo 3215, número 241, folio 1-32 � Comunicaciones referentes a la pretensión del médico Rafael Malaguilla de propagar la vacuna en América. Sección Estado, Legajo 3215, número 241, folio 41-46 � Comunicaciones sobre la existencia del fluido vacuna en las vacas de los montes de Cadramón y valles de Oro. Sección Estado, Legajo 3215, número 241, folio 56-60 � Informes relativos a la conservación y transporte del fluido vacuno en unos frasquitos que habían ideado en Londres y que podrían resultar más eficaces que los vidrios planos. Sección Estado, Legajo 3215, número 241, folio 61-73 � Relación de vacunados en el Hospital General de Madrid. Sección Estado, Legajo 3215, número 241, folio 79-94 � Instancias de Juan José Heydeck a don Pedro Cevallos, secretario de estado, dando cuenta de los descubrimiento que había hecho en las viruelas de las cabras. Sección Estado, Legajo 2932, número 44, folio 1- 6 � Tribunal del Protomedicato informa que había comisionado a dos médicos para que estudiasen el descubrimiento de Heydeck. Sección Estado, Legajo 2932, número 44, folio 14-15 � Instancia de Nicolás Díez Canedo solicitando se le diera nombramiento de ciurjano de la comisión que estudia las 24 investigaciones de Heydeck sobre la vacuna. Sección Estado, Legajo 2932, número 44, folio 16-17 � Memoriales de Marcelo Hortet al rey dando cuenta del descubrimiento de virus vacuno legítimo y original en una vaca del valle de Tosas. Solicitando la concesión de director de la vacunación del Principado de Cataluá. Sección Estado, Legajo 2932, número 48, folio 1-9 � Ruiz de Luzuriaga, secretario de la Academia medica de Madrid, solicita que Cevallos de orden a la Casa de Desamparados de que faciliten niños para probar la vacuna de Hortet. Sección Estado, Legajo 2932, número 48, folio 34-37 � Archivo Histórico de Protocolo de Madrid, consultando los protocolos notariales pertenecientes a las biografías más destacadas del periodo estudiado, (situado en la calle Alberto Bosch, nº 4, 28014 Madrid). � Archivo General de Palacio, consultado el fondo de sanidad y personal, (situado en la calle Bailen s/n, 28071 Madrid) � Archivo del Museo Naval de Madrid, consultando certificado matrimonial de Timoteo O´Scanlan y registro bautismal de su descendencia, (situado en el Paseo del Prado, nº 5, 28014 Madrid) � Archivo General de la Marina“Álvaro de Bazán”, consultando expedientes relativos a expediciones marítimas, (situado en la Plaza de Pradillo, nº 12. 13770 Viso del Marqués, Ciudad Real) � Biblioteca Nacional de Madrid, consultando tanto las fuentes primarias como secundarias de la abultada bibliografía del periodo tratado, (situado en Paseo de Recoletos, nº 22, 28001 Madrid) � Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, Madrid � Real Sociedad Económica Matritense � Archivo General Militar de Segovia 25 � Archivo General de la Nación de México. Disponible en: http://www.agn.gob.mx/. Destacando entre otros: � Autos seguidos sobre la inoculación de virulentos en el Pueblo de Ixhuacan de los reyes, jurisdicción de Xalapa (1794). Sección: Indiferente virreinal, Epidemias. Expediente 012. Caja 1888 � Correspondencia sobre los problemas acaecidos por la viruela, y acuse de recibo de diversas autoridades sobre el ejemplar del cirujano del Real Monasterio de San Lorenzo, Francisco Gil, emitido por el rey para curar la viruela. Sección. Indiferente Virreinal, Epidemias. Expediente 005. Caja 2796 � Correspondencia dirigida al Alcalde Mayor de Pachuca, sobre diversos asuntos relativos a una epidemia de viruela. Sección: Indiferente virreinal, Alcaldes Mayores. Expediente 016. Caja 1807 � Registro sobre el estado de los cuarteles que socorrieron a los contagiados de viruela en la epidemia experimentada en 1797, donde se establece número de muertos, sanos y total de socorridos de cada sociedad, alimentos, vestimenta, médicos y barberos que la Caja de Socorros gastó en el año de 1798. Sección Indiferente virreinal, Títulos y Despachos de Guerra. Expediente 032. Caja 865 � Circular dirigida a los dueños, administradores y mayordomos de las haciendas, estancias y ranchos de ganado vacuno, dando instrucciones sobre la detección de la viruela vacuna o cowpox. Sección: Indiferente virreinal, Epidemias. Expediente 27. Caja 4062 � Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid. Catalogo Cisne UCM- AECID Disponible en: http://cisne.sim.ucm.es/ � Librería digital Hathi Trust. Disponible en: http://www.hathitrust.org/ � Librería digital Archive.org. Disponible en: https://archive.org/index.php 26 Fuentes secundarias Para tratar las fuentes secundarias se ha recurrido a los siguientes buscadores bibliográficos: - MEDLINE - PUBMED - ProQuest - ScienceDirect - Scopus - Elsevier Ampliandose con la consulta y análisis de las crónicas publicadas en la prensa periódica de la época relativas a la viruela como enfermedad y a sus medidas terapéuticas y preventivas. Para ello se ha realizado una revisión bibliográfica documental obtenida a través de la Hemeroteca Digital, de la Biblioteca Digital Hispánica que tiene por objetivo la consulta y difusión pública por medio de Internet del patrimonio bibliográfico español conservado en la Biblioteca Nacional, y que se encuentra en: http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/ Los años objeto del estudio abarcan el periodo de 1762 a 1808, en los que se ha realizado una búsqueda de los términos: viruela AND/OR inoculación AND/OR vacuna. Con un resultado total de 523 noticias de prensa contenidas en las siguientes publicaciones: � Correo de Madrid � Correo de Sevilla � Correo Mercantil de España y sus Indias � Correo mercantil de España y sus Indias � Diario de Madrid 27 � Diario noticioso universal � Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa � Gazeta de México � Memorial literario o Biblioteca periódica de ciencias y literatura � Mercurio de España � Semanaria de Agricultura y artes dirigido a los párrocos � Semanario de Zaragoza � Semanario Económico � Semanario erudito de Salamanca Las noticas y anuncios referentes a la Gazeta de Madrid y sus Suplementos que de manera esporádica complementaban el periódico, fueron obtenidos por medio de la hemeroteca digital que registra las disposiciones y noticas periódicas de los diarios oficiales desde 1661 hasta 1959, localizada en: https://www.boe.es/buscar/gazeta.php Se mantuvieron los mismos términos de búsqueda y periodo de estudio, cuyo resultado asciende a un total de 292 noticias identificadas. El conjunto de la revisión ha registrado 815 noticias contenidas en las 15 publicaciones periódicas estudiadas. Los resultados fueron registrados en una base de datos que permite una aproximación a la visibilidad mediática que tuvo en España la viruela. Las variables analizadas fueron categorizadas según la fecha de publicación (aaaa/mm/dd), titulo o nombre de la prensa periódica, titular de la noticia, tratamiento enfermedad (inoculación/vacuna/otros), opinión de la inoculación (favorable/desfavorable/neutro), opinión de la vacuna (favorable/desfavorable/neutro), referencias internacionales (si/no), breve resumen de la noticia. 28 El estudio cuenta con algunas limitaciones, ya que la obtención de las noticias recogidas por la prensa periódica han sido obtenidas por medio de los motores de búsqueda de las propias páginas, de igual modo, debemos señalar que el criterio de categorización fue subjetivo. La fortaleza del estudio radica en la gran cantidad de fuentes primarias tratadas y el número de crónicas de prensa periódica localizadas, que ratifican la presencia e importancia de la viruela, así como el interés suscitado por las novedades científico-médicas para afrontar sus repercusiones en la sociedad. Muestran como el periodo renovador del siglo de las luces, utilizó la prensa para alcanzar a las capas de menor formación intelectual para divulgar los avances de la ciencia y de la técnica. 29 LAS VIRUELAS REALES Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante la transición de la inoculación a la vacuna (1750-1808) 31 LAS VIRUELAS REALES A lo largo del siglo XVIII la viruela alcanzó su máxima expresión como enfermedad devastadora, convirtiéndose en la primera causa de mortalidad infantil9. En su deambular como azote mundial diezmó a la población sin ningún tipo de distinción social. Las monarquías europeas sufrieron la virulencia de la enfermedad produciéndose cambios notables en el devenir de las Casas Reales por el fallecimiento de reyes o príncipes herederos10. Timoteo O´Scanlan, el más activo defensor en España de la variolización, método importado de Oriente durante el primer tercio del siglo XVIII para combatir la enfermedad, la definía en estos términos: “una guadaña venenosa que siega sin distinción de clima, rango, ni edad, la cuarta parte del género humano, constando por repetidas observaciones, que la décima cuarta partes de cuantos anualmente pierden la vida son víctimas sacrificadas a esta cruel hidra, y que otros tantos individuos quedan ciegos, estropeados y por consiguientes reducidos a ser carga pesada al Estado”11. Su incidencia en las monarquías europeas alteró el devenir de la historia de la monarquía europea de manera tangible, los Estuardo, Borbones o Habsburgo vieron interrumpidas sus líneas sucesorias12. Además de sufrir las viruelas, miembros de estas Casas Reales tuvieron un papel relevante en la difusión de la variolización ya que fomentaron su uso dando el mejor ejemplo posible, aplicarlo a sus propios hijos y familiares. También afectó a la Corona española tal como se verá a continuación. 9 Tuells J. Duro Torrijos JL. Las Reales viruelas, muerte e inoculación en la Corte española. Vacunas. 2012;13(4):176-181 10 Hopkins D. Princes and Peasants. Smallpox in history. Chicago: Ed. University of Chicago Press; 1983 11 O´Scanlan T. Ensayo apologético de la inoculación o demostración de lo importante quees al particular y al Estado. Madrid: Imprenta Real; 1792 12 En Inglaterra la viruela diezmó a los Estuardo, el Emperador Fernando IV de Austria (1654), el Emperador de Japón, Gokomyo (1654), el de China, Fu-lin (1661). Tuells J, Ramírez Martín SM. Balmis et Variola. Valencia: Generalitat Valenciana, Conselleria de Sanitat; 2003. pp. 58 32 La extinción de los Austrias Isabel de Borbón (1602-1644), primera esposa de Felipe IV (1605-1665), dio a luz el 17 de octubre de 1629 un hijo que fue bautizado cómo Baltasar Carlos, heredero que garantizaba la continuidad del linaje de los Habsburgo bajo el nombre de Baltasar I. Sin embargo, las esperanzas puestas en el príncipe se truncaron durante el otoño de 1646, al fallecer el 9 de octubre víctima de la viruela y de las tres sangrías practicadas por los galenos reales en un vano intento de curarlo. No llegó a cumplir los 17 años de edad. Su muerte se produjo en Zaragoza, lugar que había visitado en varias ocasiones y donde había efectuado su juramento como príncipe heredero el 20 de agosto de 1645, en un intento de los Austrias por afianzar la fidelidad de Aragón, habida cuenta del levantamiento de Cataluña y los problemas con Portugal en el marco de la guerra de los Treinta Años13. Baltasar Carlos, joven y sin preparación para el gobierno, contaba con “la simpatía y elegancia del padre, la energía y la inteligencia materna, visibles desde los retratos de muy niño y muy claras en los últimos años de mozo”14. Prometía revitalizar la capacidad de los Austrias mayores, también el juramento del heredero suponía un acercamiento de las arcas castellanas a los exhaustos recursos económicos del reino de Aragón, por ello es normal que los anhelos de un tiempo mejor se concretasen en él, condiciones que sin duda propiciaban un acercamiento por parte de los aragoneses. A lo largo de 1646, Baltasar Carlos acompañó a su padre en un viaje por el norte de España. En Zaragoza, con objeto de conmemorar el fallecimiento de su 13 “Eran años difíciles para la monarquía católica de Felipe IV. El levantamiento de Cataluña y Portugal en el momento crítico de la guerra de los Treinta Años había llevado la lucha a la Península Ibérica y a la frontera misma de Aragón. El rey de Francia pasaba a ser conde de Barcelona. Zaragoza, en las primeras fechas del levantamiento barcelonés, trató con permiso del rey de aproximar las partes, pero cuando la urbe catalana reconoció a Luis XIII como conde de Barcelona, se hizo imposible la mediación. Aragón se mantuvo fiel a los Austrias y se vio visitada durante largo tiempo por la corte. Zaragoza fue durante grandes temporadas el centro de la monarquía”. Véase Maiso González J. Baltasar Carlos y Zaragoza. Cuadernos de investigación: Geografía e historia. 1975; 1(2): 95-100 14 Marañón G. Obras completas. Madrid: Espasa-Calpe; 1970. tom. V, Biografías, p. 740 33 madre ocurrido dos años antes. El 2 de octubre, el príncipe se sintió indispuesto aunque asistió a la ceremonia, celebrada el día 5, afectado ya por la calentura, impidiéndole al día siguiente, sábado 6 de octubre, acompañar a su padre al funeral15. La enfermedad, viruelas, caminó tan rápido que en carta fechada el día 7 de octubre y dirigida a sor María de Ágreda el monarca alude a la fulminante dolencia del príncipe: “Desde ayer acá tengo a mi hijo muy apretado de una gran calentura. Empezole con grandes dolores del cuerpo que duraron todo ayer y hoy está delirando todo el día y llegamos a estar en estado tal que deseamos pare en viruelas esta borrasca, por la cual dicen los médicos que hay algunas señales”16. Muy debilitado, el martes día 9, a las ocho de la mañana, “le administraba el viático el arzobispo de Zaragoza. Un coro de oraciones y rogativas se elevó al cielo en un intento de detener lo irremediable. El santísimo se expuso hasta las tres de la tarde cuando se hizo una procesión general al convento de Jesús, donde anteriormente se había llevado la Virgen de Cogullada y se la trajo procesionalmente al altar de La Leo donde se la rodeó de velas y oraciones. Todo fue inútil, a las nueve de la noche de ese mismo día 9 de octubre, moría su alteza, y a las once se devolvía la virgen al convento de Jesús”17. Se supo después que el contagio de viruelas pudo producirse a través de una meretriz que le había buscado su ayo Don Pedro de Aragón, que le costó ser desterrado. 15 Véase Cf. Maiso González. 1975, pp. 98 16 Gargantilla P. Enfermedades de los reyes de España. Los Austrias. Madrid: La esfera de los libros; 2005. 17 Véase Cf. Maiso González. 1975, pp. 98 34 La falta de descendencia masculina propició una nueva boda de Felipe IV en 1649 con su joven sobrina y a la vez prometida de su difunto hijo, Mariana de Austria (1634-1696). Del matrimonio nació el futuro Carlos II (1661-1700), soberano conocido popularmente bajo el apelativo de “El Hechizado”, pues se decía que desde pequeño estaba bajo el influjo de un hechizo, llegando a ser objeto de algunas exorciones por consejo de su confesor, el religioso y dominico Froilán Díaz de Llanos18. Su reinado, que duró 35 años, se caracterizó por una pérdida de la influencia española en el concierto europeo. De salud quebradiza, estéril, se cree que pudo padecer el síndrome de Klinefelter, murió a los 38 años certificando el médico que efectuó su autopsia que “no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua”. Su incapacidad para tener descendencia le había llevado a la decisión de nombrar como sucesor en 1696 a José Fernando de Baviera (1692-1699) que murió de viruelas19. Tras este contratiempo y con la Francia borbónica de Luis XIV compitiendo con el Emperador Leopoldo I de Habsburgo para hacerse con el trono español, Carlos II dicta testamento un mes antes de su muerte ocurrida el 1 de noviembre de 1700, a favor de los borbones considerando que la influencia francesa garantizaría la unidad territorial de la Corona dando entrada en España a una nueva dinastía acción que provocó la Guerra de Sucesión (1700-1714). Los Borbones y la viruela Felipe V (1683-1746), el primer Borbón, fue rey durante 45 años y tres días. Su reinado, el más extenso de la monarquía hispánica, estuvo interrumpido durante los doscientos veintinueve días en los que legó el cetro a su hijo Luis I (1707-1724)20, 18 Ribot García L A. Carlos II: El centenario olvidado. Historia Moderna. 1999; 20: 19-44 19 Hopkins D. Princes and Peasants. Smallpox in history. Chicago: Ed. University of Chicago Press; 1983 20 Luis I, hijo de Felipe V y María Luisa de Saboya, nació en el Palacio del Buen Retiro de Madrid el 25 de agosto de 1707. Por haber nacido el día de San Luis y en memoria de su abuelo, se le puso el nombre de Luis, fue padrino de su bautizo, en nombre de su bisabuelo Luis XIV de Francia, el Duque de Orleans, que 35 desde el 9 de febrero hasta el 1 de septiembre de 1724. Éste fue conocido como el liberal o el breve, y era con tan sólo 16 años de “gentil aspecto, regular de estatura y trato afable, magnánimo e inclinado a complacer a todos, muy aplicado al estudio, con gran deseo de acierto y aficionado a la pintura y a las bellas artes, todo lo cual contribuyó a que se le designara con el sobrenombre de <bien amada>”21. Con catorce años se había casado con la princesa Luisa Isabel de Orleans (1709-1742) “El matrimonio no se lleva bien, ambos esposos se aburren en aquella corte (…). La reina, con sus quince años, olvida su papel en las pesadas ceremonias palatinas, escandaliza atodos imitando el cacareo de la gallina, salta a la pata coja y pasea en camisón de noche por las galerías porque hace en palacio demasiado calor; por otra parte, el rey pasea su juventud por los bajos fondos de Madrid, acudiendo a los peores antros, infestados de viruela, una persona que ha sido criado cuidadosamente en un clima artificial, lejos de todo contagio”22. Precisamente las viruelas hicieron presa del joven rey en agosto de 1724. Trataron su enfermedad Pedro de Agüenza, primer médico de la reina, Juan Higgins23, después sería su suegro. Fueron sus nodrizas Dª Barbará Flores, natural de Tembleque, y después Manuela Cornejo, de Pamplona. La jura de Luis I, como heredero de la corona, constituyó una fiesta nacional y el niño fue objeto de mayor cariño y adoración, tanto de la familia como el pueblo. Estuvo educado por el Cardenal de Giudice. Luis I subió al trono español por la renuncia que hizo su padre, Felipe V, de la Corona, en el Real Sitio de San Ildefonso el 10 de enero de 1724, y la escritura original de aceptación por parte del joven monarca está fechada en San Lorenzo el Real a 15 de enero de ese mismo año. Siendo proclamado el 9 de febrero de ese mismo año, que hizo su entrada pública en Madrid. Se conmemoró con grandes celebraciones y todo hacía presagiar un largo reinado. Véase Olmedilla y Puig J. Noticias históricas acerca de la última enfermedad del Rey de España Luis I. Madrid: Administración de la revista de medicina y cirugía práctica; 1909. 21 Ibídem. 22 Angolotti Cárdenas E. Datos para la historia de la viruela en España. Rev. San. Hig. Pub. 1976; 50: 485- 98 23 “Juan Hyghens, Higgins o Hygens, que de todas estas maneras y aun de otras se encuentra escrito su nombre por papeles e historias, era de origen irlandés, y doctor en varias Universidades, entre ellas la de Montpellier, desde donde se trasladó a España para ejercer sus funciones médicas en el ejército. En 1703 Higgins llegó a España, donde su conducta y talentos agradaron tanto a Felipe V, que le nombró primer médico de su Cámara y le concedió su confianza hasta el punto de inspirar celos a Isabel de 36 presidente del Real Protomedicato y primer médico de Su Majestad, junto a los médicos de cámara José Suñol, Alfonso Sánchez y Antonio Díaz. Los síntomas iniciales llevaron a diagnósticos erróneos, como recoge una carta del Marqués de Astorga, fechada el 15 de agosto: “Habiendo comulgado hoy el Rey, antes de acabarse la segunda misa sintió un vaporcillo que le preciso dejarla (…). Aunque ha quedado tan bueno que asistió a la capilla (…). Me parece de mi obligación dar cuenta por medio de V.E a los Reyes nuestros Señores de esta novedad, porque cualquiera confusa noticia de ella no ocasionase a Sus Majestades cuidado. Esta ha dado ninguno a D. Juan Higgins, que sospecha pueda resultar de haber comido ayer poco de pescado y estar de rodillas esta mañana en ayunas. En buena ley recela también concurra a esto el demasiado ejercicio y jugar a la pelota después de comer”24. El abundante epistolario redactado por Pedro de Agüenza muestra el curso de la dolencia. En una carta del 22 de agosto, se recogen las primeras erupciones: “las viruelas del Rey son de buena calidad y sin accidente peligroso, con que espero que Nuestro Señor quedará muy luego restablecido”25. Los alentadores párrafos del facultativo cambiaron siete días después, ya que “Anoche se acrecentó la calentura con grandísima inquietud (…). Juntaronse cinco médicos y de ellos, los cuatro votaron sangría del brazo de tres a cuatro onzas, lo cual se ejecutó a las nueve y media con felicidad, saliendo la sangre rubicunda y con ímpetu”26. Farnesio. Llegó a ostentar una posición influyente no sólo en el mundo médico de la España de la época, también en instituciones gubernativas. Murió al poco tiempo del fallecimiento de Luis I. Véase Davila A. Luisa Isabel de Orleans y Luis I. Estudios Españoles del Siglo XVIII. Madrid: Librería de Fernando Fe; 1902.; White M. The Role of Irish doctors in eighteenth-century Spanish medicine. En: Downey DM, MacLennan JC. Spanish-Irish relations through the Ages. Dublin: Four courts press; 2008 24 Véase Cf. Olmedilla y Puig. 1909, pp. 20 25 Véase Cf. Olmedilla y Puig. 1909, pp. 16 26 Véase Cf. Olmedilla y Puig. 1909, pp. 19 37 Dos días después, el 31 de agosto, cerca de las dos y media de la mañana fallecía el joven Borbón. En su lecho de muerte Luis I testó a favor de su padre, a quien devolvió todo el poder recibido, decisión ratificada por el Consejo de Castilla al considerar que el sucesor natural, su hermano Fernando (1713-1759), futuro Fernando VI, no tenía edad para asumir el trono. El comportamiento de la reina durante la enfermedad de su marido fue ejemplar, no separándose de él por lo que se contagió de una “viruela confluente complicada con fiebre infecciosa”27 de la que se recuperó, regresando a la corte francesa. Felipe V retomó el cargo acompañado de Isabel de Farnesio (1692-1766) mujer de gran belleza pese a las marcas en su cara fruto de unas viruelas infantiles. Consorte que destacó por su gran capacidad para la intriga política. Consiguió que su primogénito fuera el futuro Carlos III de España y que el infante Felipe de Borbón (1720-1765) fuera Duque de Parma, éste último también fallecido por la viruela28. Un breve recorrido del linaje monárquico español que recoge el estrago mortal, la ceguera o desfiguración irreversible como la huella temible que dejaba en su camino indiscriminado la enfermedad de la viruela. 27 Véase Cf. Davila. 1902, pp. 226 28 Halcón F. La imagen del príncipe: El infante D. Felipe de Borbón, Duque de Parma, y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Laboratorio de Arte. 2000; 13: 371-85 39 ENTRE EL RETRATO Y LA ETIOLOGIA DE LA VIRUELA: HUMORES, SANGRE Y SUS REMEDIOS Los inicios de la lucha contra la viruela en España. Técnica e ideología durante la transición de la inoculación a la vacuna (1750-1808) 41 ENTRE EL RETRATO Y LA ETIOLOGIA DE LA VIRUELA: HUMORES, SANGRE, INSECTOS Y SUS REMEDIOS. La desfiguración constituyó una de las temidas secuelas de la viruela. Sus huellas estuvieron presentes incluso durante los preparativos de la boda entre Fernando VI (1713-1759), sucesor en la corona española de Felipe V, con la princesa portuguesa Bárbara de Braganza (1711-1758). El 10 de enero de 1728, tras una intensa actividad diplomática, se pactaron las condiciones del matrimonio. Sólo faltaba un detalle, que los príncipes se conocieran, para lo que era necesario intercambiarse un retrato, “Fernando le envió uno orlado de brillantes, más difícil fue la realización del de María Bárbara ya que al ser tan poco agraciada, físicamente, pues la viruela dejo su rostro muy deformado (…). La dificultad se hacía cada vez mayor pues los pintores se negaban a ello, incluso les prohibían acercase a ella para que no percibiesen un rostro tan picado de viruelas, cuyas señales trataron de disimular con emplasto de arcilla”29. El rastro y secuelas dejadas por la viruela fueron asimilados por la sociedad del momento. De hecho, sus terribles consecuencias fueron empleadas como signos distintivos e identificativos del que las padeció. Varios ejemplos se localizan en los censos, mediciones de quintas, otorgamientos de títulos e incluso las columnas de la prensa periódica, y que eneste último caso podrían recoger relatos que trasladasen al lector a lugares tan remotos y lejanos como Pekín: “El Palacio Imperial de Pekín es un cuadrado oblongo de ladrillo, que tiene de alto ocho toesas, y está cubierto con tejas amarillas. El techo representa leones, tigres, dragones y toda especia de figuras […]. Este Monarca era entonces de cerca de cincuenta años de edad y tenía la 29 Basante Pol R. La demencia de un Rey: Fernando VI (1746-1759). Madrid: Instituto de España. Real Academia Nacional de Farmacia; 2010 42 fisonomía muy agradable. Sus ojos eran negros, y la nariz un poco levantada. Traía un bigote negro, y tenía tan poca barba, que el Autor duda si la tenía realmente. Su rostro estaba picado de viruelas, y estatura era mediana”30. E incluso entre las crónicas que anunciaban las pérdidas y extravíos de niños y adultos, en especial los primeros: “Se ha perdido un niño, de edad de cuatro años, abultado de cara, pecoso de viruelas, que iba en mangas de camisa, con calzón azul y zapatos atados con una cinta”31. Respecto a su etiología, varias eran las teorías sobre las que se circunscribía la enfermedad a lo largo del siglo XVIII. Unas fijaban que se producía por causa de un fermento presente en el cuerpo, otras a través del aire, e incluso existían las que atribuían el origen de la dolencia a la entrada en el cuerpo de animaculis. Si analizamos las diferentes explicaciones se observa una evolución significativa a medida que avanza la centuria, donde los métodos de observación y de experimentación se utilizan cada vez con mayor frecuencia en el campo de la medicina. No debemos olvidar que el periodo de la ilustración se encuentra liderado por un movimiento humanístico donde se aplicaba la razón con independencia crítica de la historia, un examen crítico del hombre donde debía tomar conciencia de las acciones de la humanidad, y que como el propio Kant enunció, el hombre debía dejar su minoría de edad. Periodo que recibió un incalculable legado arrastrado por las centurias que le precedían, y donde contó con un papel destacado la ciencia newtoniana, a través de la cual y con los recursos matemáticos adecuados se podían explicar todos los problemas mecánicos y físicos del universo, convirtiéndose en el eje de la evolución 30 Historia general de los viajes. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico. Núm. 114. Martes 23 de febrero de 1768. 31 Perdidas. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico. Núm.176. Lunes 10 de agosto de 1778. 43 científica que permitieron la transición desde una fe ciega en las autoridades clásicas hasta la idea de progresos y el triunfo inexorable del espíritu humano32. Planteamiento que encontró su máxima representación en obras como la Enciclopedia francesa, dirigida por Denis Diderot (1713-1784) y el matemático Jean Le Rond D´Alembert (1717-1782), trasciende al campo científico y penetra en toda la vida intelectual de la época. No en vano confería ésta a sí mismo la categoría de ilustrada, iluminada, aclarada y superadora de las tradiciones del pasado33. La confianza en las facultades y derechos de la razón imprime su sello al pensar filosófico y dirige a los promotores de la renovación del mundo social. A pesar del contexto renovador, el carácter conservador de los médicos impidió que la medicina evolucionara al mismo ritmo que otras áreas científicas o que los progresos de éstas se aplicaran a la práctica diaria. Localizándose los avances más importantes en la segunda mitad de la centuria34. Continuando con los diversos postulados planteados acerca de las causas que originan el desarrollo de la enfermedad de la viruelas humanas, encontramos los que mantenían la convicción de localizarlo en una semilla innata en el organismo, un humor o fermento que antes o después a lo largo de la vida del individuo se estimularía por un agente externo apareciendo la enfermedad. “Este germen no debe ser otra cosa, que una disposición en la sangre, que la dispone a fermentar con los ácidos, que un aire corrompido, y alimentos de mala substancia han introducido en ella, y esto es lo que consiste el germen de todas las enfermedades. A la verdad, el de las viruelas, es más general, y causa mayores ruinas”35. 32 Sánchez-Cantalejo Rámirez E. Epidemiologia y estadística. Ponencia V encuentro Marcelino Pascua. Granada: Escuela Andaluza de salud pública; 1996. 33 García de Cortazar F. Biografía de España. Madrid : Gutenberg ; 1998 34 Menéndez A, Rodríguez E. Salud, trabajo y medicina en la España Ilustrada. Arch. Prev. Riesgos Labor 2005; 8 (1): 4-13. 35 Sobre la inoculación de la viruelas. Semanario Económico de Agricultura. Nº XIV. Jueves 10 de abril de 1766. 44 Origen animal de la enfermedad de la viruela. Dario curioso, Historico, Edudito…, de 1772 Otro de los elementos causante de las terribles viruelas sería el aire. Aunque se reconocía que la enfermedad podía ser ocasionada por una sustancia contagiosa, existía una creencia muy generalizada, por lo menos al principio del siglo XVIII, que otras causas operaban también en su desarrollo, como la alteración de la atmósfera que les rodeaba que pudiese ser perjudicial para la salud. Desde la antigüedad, el aire había sido observado como un factor determinante en las enfermedades36. De hecho, constituyó una de las explicaciones 36 Planteamientos propuestos por el propio Hipócrates y que son recogidos por el destacado médico, político y escritor español, Francisco Méndez Álvaro, refiriéndose a uno de los aforismos de Hipócrates, Mutationes temporum potissimum pariunt morbos, et in quibusdam temporibus magnae mutationes aut frigoris, aut caloris, et alia pro ratione eodem se habent: “Todos los médicos conocen, y hasta el vulgo, el influjo que las estaciones tienen en la producción de los males, y también es conocido que las frecuentes mudanzas de temperatura, son un fecundo origen de dolencias; esta verdad quedó ya consignada por Hipócrates en el primer aforismo de la sección tercera. Y no sólo cada estación produce enfermedades peculiares a ella, sino que modifica más o menos las que son comunes a todas, influyendo en su éxito, duración, y hasta en los resultados de los medios terapéuticos empleados para 45 más efectivas para determinar la aparición repentina y el carácter devastador de las epidemias, hipótesis que persistió en el pensamiento médico hasta finales del siglo XIX. “Nótese también que así los padres como los Médicos y Cirujanos se conformaron por lo general con el método refrigerante y de ventilación que se usa en las viruelas artificiales, pero el pueblo, que comúnmente no discurre ni por consiguiente toma precauciones, y que, aun cuando lo quisiese, no puede tener sus habitaciones tan ventiladas como convendría, ha sido el que ha sufrido casi toda la mortandad ocasionado por esta epidemia tan cruel”37. Su elevada presencia y la naturaleza contagiosa de la viruela durante las epidemias no podían ser obviadas. Unas circunstancias que desembocaron en la búsqueda de un agente material. La analogía más común de la experiencia diaria era que la sustancia infecciosa debía ser un veneno que penetraba el cuerpo humano a través de las vías alimenticias y respiratorias y que podía invadir también los poros de la piel. La otra explicación se derivaba de los recientes descubrimientos de organismo microscópicos a los que atribuían la enfermedad, la invasión de la sangre por unos animaculi. “A nuestro entender, en que la causa de tantas Erupciones, y tumorcillos en las Enfermedades de Lepra, Sarna,Viruelas, Paronichias, Herpes, y otras semejantes, sea por picadura de insectos, que no por la materia viciada de la sangre, añadimos las observaciones, y experiencias que tenemos de que en las familias, clases, ordenes, géneros, especies, e individuos diferentes de insectos y sabandijas que conocemos, suelen sus picaduras simbolizarse con combatirlas”. Véase Méndez y Álvaro, F. Reflexiones acerca del catarro pulmonar epidémico que vulgarmente se conoce bajo el nombre de Grippe. Madrid: Imprenta de D. Salvador Albert; 1837. 37 Noticias de Francia. Mercurio de España. Tomo II. Mayo de 1784. 46 las eminencias, tubérculos, pústulas y otra fuerte de erupciones observadas ya en los herpes, ya en las viruelas”38. Un origen animado que incluso se llegó a documentar en diferentes enfermos variolosos39: “El célebre Médico Juan Schnaidio, el cual con su acostumbrado elegante razonamiento, y veraz facundia refiere de un niño viroloso, que sintiendo picazón gran entre las viruelas del cuello, se le encontraron unos cincuenta animalillos casi imperceptibles, aunque se distinguían y veían mover entre las mismas viruelas. Entre las observaciones, que se celebran en las disertaciones de las viruelas y sarampión, hechas por el gran Derelincurcio, se nota, que este insigne observador Pathológico refiere de una epidemia en que quitada la cascara de las viruelas, se hallaban debajo innumerables animalillos vivos. Como atentos observadores hay también quienes se detuvieron en rastrear la configuración de aquellos insectos animalillos, cuyo pico le hallaron de figura de anzuelo”40. Multiplicidad de teorías que coexistieron con la técnica de la variolización como medio de prevención, junto a ésta, se recogerían también una amplia diversidad de medidas destinadas a su control y curación. Remedios orientados tanto al alivio espiritual buscando la compasión divina, como otros más terrenales, intentando calmar miedos y temores: 38 Observaciones de medicina phisico, animada pathologica. Diario curioso, histórico, erudito, comercial, civil y económico. Núm. 99. Domingo 13 de septiembre de 1772. 39 “Trae también para prueba de su pensamiento la observación de uno, que padeció viruelas, el que sintió por todo el cuerpo una picazón intolerable y registrado se halló por todo él una infinidad de animalillos blancos, con punta negra en la cabeza unos, que ya estaban fuera, y otros que iban saliendo por los poros”. Véase García Hernández F. Tratado de fiebres malignas con su apropiada curación acomodada a la más racional práctica. Madrid: Miguel Rodríguez; 1747. p. 164 40 Observaciones phisico-médico-pathologico animadas. Diario curioso, histórico, erudito, comercial, civil y económico. Núm. 115. Martes 29 de septiembre de 1772. 47 “Según las noticias adquiridas, esta es la quinta vez que sale en Procesión esta Santa Imagen, habiendo sido la primera ahora cien años en el de 1697, por varias necesidades que afligían a nuestra México, la segunda fue en 1737 para celebrarle Novenario en la Santa Iglesia Catedral por la peste, la tercera en 1779 por la epidemia de viruelas, y la cuarta en 1784 por la peste de dolores de costado”41. Otros basados en elementos propios de las nuevas ciencias emergentes de la época como la química y la botánica, algunos procedentes de lugares tan remotos como las narradas en las lejanas tierras del Congo, en el continente africano: “Las viruelas, que los habitantes llaman Kitangas, no son aquí tan peligrosas, ni tan difíciles de curar, como en Europa, emplean la untura de sándalo, la que distinguen en dos clases, la una encarnada, que llaman Tavila, y la otra parda, llamada Khikongo. La última es tan estimada, que no se pone dificultad en dar un esclavo o su valor para alcanzar un poco”42. Métodos elaborados esencialmente a base de mercurio: “Se tomará mercurio dulce siete veces sublimado, alcanfor, extracto líquido de aloes, de cada uno quince granos y resina de Guallaca veinte y cinco granos; todo lo dicho, se ha de mezclar y hacer píldoras de a dos granos cada una. (...) Este remedio se ha dado a niños de dos años, y personas de todas las edades, hasta los diez y nueve años, se ha observado que este preservativo, en modo alguno ha alterado la salud, aun después de haberlo usado tres meses continuos”43. Otras medidas contaban como elemento esencial azufre: 41 México. Gazeta de México. Tomo: VIII. Núm. 46. Miércoles 29 de noviembre de 1797. 42 Historia General de los Viajes. Diario noticioso, curioso, erudito y comercial público y económico. Núm. 1819. Sábado 18 de octubre de 1766. 43 Remedio preservativo de las viruelas, sacado de las Memorias de la Academia Real de Suecia. Tomo XII. Semanario Económico de Agricultura. Núm. 27. Jueves 10 de julio de 766. 48 “camisas embebidas de azufre, y preparadas en esta forma: En un vasija de barro se echan iguales porciones de agua común, y de Azufre, se colocan sobre el fuego hasta el tiempo del hervor, entonces se separa la vasija del fuego, y cuando la decocción se experimenta tibia, se extraen y se ponen a secar al ambiente, para usar de ellas como es regular. Este arbitrio es igual bueno, según se asegura, para precaverse de las viruelas y del sarampión”44. Noticia prensa para prevenir la enfermedad de viruela. Semanario Económico de Agricultura 1766 44 Preservativo contra la peste. Gazeta de México. Miércoles 24 de marzo de 1784. 49 Tratamientos que estaban basados en preparados cuyo componente esencial era la Brea, un ejemplo de ello la recogió en la traducción publicada en 1786 del presbítero Vicente Ferrer Gorraiz y Beaumont, quien propone el “uso y virtudes del agua Balsámica, vulgo de Brea, del Ilustrísimo Señor D. Jorge Berkeley, Obispo de Cloyne, como el remedio más sencillo, no solo para precaver y curar las viruelas, sino otras muchas enfermedades”45. Un método sencillo en su elaboración y que el propio autor describe en dos modalidades diferentes: “Se pondrá la Brea en una olla nueva vidriada, se echará el agua sobre ella y revolverá muy bien con una cuchara o espátula de manera por espacio de un cuarto de hora. En esto se tapará la olla exactamente y se dejara posar res días y tres noches a fin de que la resina tenga tiempo de precipitarse al fondo. Después se despuma con prolijidad, se saca el licor y se guarda en botellas bien cerradas para el uso. De otro modo se puede hacer el agua de Brea tomando treinta y dos onzas de Brea en polvo, ponerse en una olla nueva vidriada, y se echa azumbre y medio de agua hirviendo y se agita como se dijo arriba. De cualquiera de estos dos modos que se haga, saldrá un agua de Brea de bello color, de buen gusto y que diga bien a todos los estómagos. Este es el agua admirable que anuncié yo como remedio el más seguro para preservar y curar las viruelas”46 Otras medidas para afrontar la enfermedad se basaban en la nutrición, recomendando para ello algunos alimentos determinados: “el alimento de los niños pequeñitos debe ser común y simple, leche y manzanas endulzadas con azúcar, pues esto hace un alimento muy 45 Ferrer Gorraiz y Beaumont V. Composición, uso y virtudes del agua balsámica, vulgo de brea del Ilustrísimo señor don Jorge Berkeley. Madrid: Imprenta Real; 1786 46 Ibídem. pp 21-22 50 saludable, no solo para cuando están buenos, sino también para cuando tienen las viruelas, sarampión u otra cualquiera calentura”47. No todos los tratamientos