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Popeye el marino era mambeador

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Popeye el marino era mambeador
Article · October 2010
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Marco Tobón
University of Campinas
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Pothead” reitera que una de las pruebas
para pensar que al marino le gustaba
“pegarlo” era su espléndido y saludable
jardín de espinaca, semejante a un ópti-
mo cultivo de cannabis. 
Pero en nuestra amazónica manera de
ver las cosas, el argumento de Larsen
adolece de oscuros malentendidos.
Quizás en las décadas de 1920 y 1930 la
marihuana era vista como una deslum-
brante fuente de coraje y fuerza, como
la que lograba Popeye para salirse con
la suya, pero los efectos clínicos de la
hierba se caracterizan por la ensoña-
ción placentera, la introspección pro-
funda, la contemplación apacible, sínto-
mas lejanos a los arranques de vitalidad
que sufría el Popeye comiendo “espina-
ca”. Los síntomas de energía, fortaleza y
potencia los otorga, con mayor éxito, la
hoja de coca. El mismo Larsen, abierta-
mente un desconocedor del consumo de
estimulantes vegetales, nos da la res-
puesta en su artículo sobre el consumo
de coca por Popeye cuando afirma: “La
referencia más explícita a la marihuana
fue publicada en los ochenta por el ilus-
trador Bobby London. El cómic mostraba
a Popeye y a Wimpy (Pilón) recogiendo
una carga de ‘pura espinaca boliviana’
(es mundialmente conocido que la
inmensa mayoría de la marihuana provie-
ne de Sudamérica, principalmente de
Colombia, Perú y Bolivia)”. La ingenuidad
del autor es atroz, el esplendor del auge
marimbero en Colombia, Perú y Bolivia
transcurrió durante la década de 1960,
extendiéndose hasta 1975, después vino
el turno para la aparición extensiva de los
cultivos de coca con fines comerciales.
Por consiguiente, para los años de 1980,
época en que Popeye junto a Wimpy
recogen la carga de espinaca de Bolivia,
no están más que recibiendo un nutritivo
y gustoso cargamento de hojas de coca.
Además, la manera en que Popeye con-
sume las espinacas guarda algunos ras-
gos similares al consumo habitual de
hojas de coca o mambe por las poblacio-
nes indígenas de la Amazonia colombia-
na, hojas secas y piladas cargadas en un
tarro que, al abrirlo, bien puede ingerirse
su contenido con una cuchara, o bien
como lo hacen los más expertos, sacu-
diendo el tarro en la cavidad bucal. Es
curiosa también la similitud del mote que
lleva Wimpy, el amigo de Popeye,
“Pilón”, un viejo compulsivo por las ham-
burguesas, con el tronco de chonta o
pilón en el que los mambeadores de la
Amazonia pilan o pulverizan sus hojas de
coca. Recuerdo ahora un hecho pinto-
resco narrado por un amigo uitoto de
ILUSTRACIÓN: XAVI MUNTADAMARCO TOBÓN
La revista canadiense Cannabis Culture
Magazine, conocida por la intelectualidad
marihuanera de todo el mundo, publicó el
2 de febrero de 2005 un artículo de Dana
Larsen titulado “Popeye Pothead”, que
traducido al castellano colombiano sería
como “Popeye Chirrete” (el artículo en
inglés puede consultarse en www.canna-
bisculture.com/v2/articles/3568.html). A
partir de la interpretación de algunas cari-
caturas de la serie creada en 1929 por
Elzie Segar, Larsen infiere que el querido
Popeye era un marihuano empedernido.
Resulta enternecedor que el cómico
marino con su pipa, que de niños nos
alentaba a comer espinaca para derrotar
el mal encarnado en Brutus y salvar a la
destartalada Olivia, después resultara un
hincha fiel de la benévola maracachafa.
El argumento de Larsen se sostiene en
que el gusto de Popeye por la “dama de
los cabellos ardientes”, como llamó el
poeta Porfirio Barba Jacob al cannabis,
se puede deducir del uso permanente
del marino por “la espinaca”, un voca-
blo corriente para nombrar a la marihua-
na durante los años 1920 y 1930 en
Estados Unidos. Incuso una canción de
la popular banda de jazz Julia Lee and
Her Boyfriends se llamó “The Spinach
Song”, y fue coreada en bares y clubes
colmados de humo de “bareta”, en
donde la espinaca era la apetitosa metá-
fora del porro.
La propaganda antimarihuana de la
época insistía en que la hierba inducía
fuerzas sobrenaturales, vigor y poder,
semejante al que adquiría Popeye para
enfrentar las siniestras fuerzas de la
sociedad. Además, según Larsen,
Popeye tenía vocación de marino, y eran
los marinos quienes estaban familiariza-
dos con plantas exóticas y mágicas de
lugares remotos. En criterio de muchos
historiadores, son los marinos quienes
introducen la “mary-jane” en la sociedad
norteamericana. Segar, el caricaturista
que dio origen a Popeye, murió en 1938,
pero el artículo de Larsen asegura que
las adaptaciones del cómic a dibujo ani-
mado en la televisión y el cine durante
los años 1960, continuaron ventilando
un contexto marihuanero. En algunas
imágenes se ilustra a Popeye absorbien-
do la “espinaca” a través de su pipa, en
clara alusión a la combustión de la delei-
tosa “macoña”. El autor de “Popeye
Popeye el marino era mambeador
La manera en que Popeye consume las espinacas
guarda algunos rasgos similares al consumo
habitual de hojas de coca o mambe por las pobla-
ciones indígenas de la Amazonia
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Araracuara, un agradable poblado sobre
el río Caquetá habitado históricamente
por andokes, uitotos, muinanes, nonuyas
y recientemente por algunos yucunas.
Aquel carismático hombre me dijo que,
hacia finales de 1980, los pobladores de
Araracuara se reunían en la tienda para
ver en el único televisor del lugar algunos
dibujos animados y otros aburridos pro-
gramas de la programación nacional. En
una de aquellas tardes amazónicas, des-
pués de las tareas de labranza en la cha-
gra, pasaban por la tienda a beberse un
refresco y ver un poco la tele. De repente,
se sorprendieron al ver en aquella des-
vencijada televisión a un muñeco con el
ojo tuerto que hacía sonar su pipa y que
destapaba un tarro del que sacaba unas
hojas verdes, se las echaba en la boca y
se hacía fuerte. Muchos uitotosexcla-
maron asombrados: “Mira, ese también
mambea”, “Jaja, al Popeye también le
gusta el jíbie (‘coca’ en uitoto)”. Después
de muchos años de estar viendo en
aquella caja con antenas hechos y perso-
najes extraños y lejanos para la vida local,
por primera vez presenciaron un dibujo
animado que hacía uso de una de las
plantas más importantes ligadas al pen-
samiento y a la comunicación uitoto.
Como todos ellos, Popeye consumía las
hojas de coca para invocar energía e ins-
piración. Aquellas hojas masticadas o
mambeadas que guardan estrechos vín-
culos con la sacralidad y las virtudes
morales amazónicas, parecían dotar a
Popeye de las mismas fuerzas y habilida-
des humanas con las que los uitoto
enfrentan las pulsiones malignas que
asaltan el alma humana, en el caso de
Popeye, representadas por Bluto o
Brutus, su enemigo sempiterno.
Después de esta historia, aquel hom-
bre uitoto me decía: “Todos nos maravi-
llamos con Popeye, pero nos quedó la
inquietud de saber por qué ese muñeco
mambeaba, quién le enseñó, o si copia-
ron nuestro cultural hábito de mambear
sin preguntarnos. Ya estamos pensando
en pedir los derechos sobre esa carica-
tura; el mundo se inspira en nosotros y
no reconoce nuestra autoría”.
Aquí aparecen algunos interrogantes
inquietantes para la antropología ameri-
cana: ¿si cobra validez la tesis de que
Popeye no era un marihuanero abnegado
sino un mambeador rutinario, cómo logró
Elzie Segar, su creador gráfico, conocer e
introducir en el personaje del marino el
consumo de hojas de coca como estimu-
lante contra el mal?, ¿acaso Segar explo-
ró en algún momento de su vida los terri-
torios de las poblaciones indígenas ama-
zónicas, conoció el sagrado acto de
mambear y después lo introdujo en su
personaje?, ¿quizás tuvo conocimiento
del consumo de hojas de coca por algún
etnógrafo o explorador que recorrió
América del Sur, convirtiendo a Popeye
en un paladín mundial del uso alimenticio
y ritual de las hojas de coca? Estas lagu-
nas históricas son ahora retos para la
investigación futura; de lo único que tene-
mos certeza, en consecuencia, es que el
gran Popeye el marino era un amante de
los estimulantes de origen vegetal, un
agraciado personaje mambeador que
habita en la memoria de todos y todas.
Todos nos maravillamos
con Popeye, pero nos
quedó la inquietud de
saber por qué ese muñe-
co mambeaba
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