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IRMA C. SOUSA // Artista visual, docente e investigadora en Arte Imaginario popular Representaciones culturales Mito nacional argentino Antonio Gil: Historia de un gaucho imaginario E l presente artículo hace referencia a una cuestión que en lo particular se relaciona con la construcción del imaginario popular en torno a la fi gura del gaucho en la Argentina del siglo XIX y su devenir mítico en justiciero en el marco teórico de las representaciones culturales y el sentido que se les atribuye.Esta relación está planteada en la fi gura de Antonio Ma- merto Gil Nuñez, conocido como el Gaucho Gil, actualmente uno de los más representativos santos populares y mito nacional en Argentina, siglos XX y XXI. Popular imaginary Cultural representations Argentinean national myth This article refers to an issue that is related to the construction of the popular imagina- tion around the fi gure of the gaucho in the Argentine of the 19th century and its mythical evolution in avenger, in the theoretical framework of cultural representations and the meaning attributed to them in particular. This relationship is about Antonio Mamerto Gil Nuñez, known as Gaucho Gil, currently one of the most representative popular saints and national myth in Argentine, 20th and 21st centuries. Ecléctica, Revista de estudios culturales | 2013 | núm. 2 | ISSN 2254-0113 | 150 - 159 | Fecha de recepción: 05/06/2012 Fecha de aceptación: 22/12/2012 Ecléctica |151 INTRODUCCIÓN El personaje del gaucho argentino, a la luz de un largo desarrollo en la historia y múltiples documentos escritos, pictóricos y fotográfi cos de diversas fuentes resulta, si no dudoso, al menos, altamente contro- vertido y desconcertante. Hace casi tres décadas, Adolfo Bioy Casares, relevante escritor argentino (1914-1999) se plan- teaba en una de sus obras y en relación con su pensamiento acerca de la palabra “gaucho”, la perplejidad ante una fi gura tan contradictoria como misteriosa1. El mismo carácter contradictorio y mis- terioso, podría aplicarse a la mítica fi gura de Antonio Mamerto Gil Nuñez, gaucho devenido en santo por el fervor popular correntino y transformado, en virtud de su acelerada expansión y capacidad de adaptación, en mito nacional argentino. Los relatos sobre gauchos milagrosos transcurren durante la segunda mitad del siglo XIX y responden a una estructura similar relacionada con su condición de paisanos humildes que fi nalizan teniendo problemas con la autoridad, huyendo y muriendo trágicamente en emboscadas y enfrentamientos. Si bien los relatos so- bre el Gauchito Gil plantean su existencia como sujeto histórico y los hechos no pa- recen confi rmarlo, el interés sobre él no reside en esta divergencia, sino en prio- rizar el objeto cultural que constituye; en señalar sus valores simbólicos y en relevar la capacidad de la imagen como lenguaje y canal de expresión. NOCIÓN E IMAGINARIO DEL GAUCHO En líneas generales, el término gaucho, que aparece documentado a principios del siglo XIX aunque data del siglo ante- rior, hacía referencia a hombres de campo que conformaban un complejo con su ca- ballo, se destacaban por su destreza en las tareas rurales ganaderas y llevaban un particular estilo de vida errante y solitario. Pareciera que el gaucho estaba en rea- lidad defi nido por su vestimenta, ocupa- ciones, alimentación y destrezas, marca- do más por su fi losofía que por un origen racial ya que podía tratarse de criollos, mestizos o mulatos y siendo su prover- bial libertad aquello que los diferenciaba de peones asalariados o de trabajadores esclavos. Estos hombres aparecen en las descripciones de todos los viajeros y cronistas, tanto en relatos de costumbres como en pinturas, dibujos y litografías de numerosos artistas viajeros que visitaban Sudamérica. Su nacimiento está ligado a las condicio- nes de vida sociales, políticas y económi- cas de la Argentina de fi nes del siglo XVIII que afectaron a gran parte de los habitan- tes de la zona ganadera de la gran llanura extendida desde el norte de la Patagonia al sur, hasta Río Grande Do Sul en Brasil al norte, la cordillera de los Andes por el oeste y el litoral marítimo por el este. Quie- 1 Bioy Casares afi rmaba: “pues testigos de diver- sas generaciones coinciden en afi rmar que sólo existió en el pasado…; cuyo estado presente, de símbolo preservado en el altar de la patria, se pa- rece no poco a una posteridad sublime…” en BIOY CASARES, A.: Memoria sobre la Pampa y los gau- chos, Buenos Aires, EMECE, 1986. 2 Carlos Massota es licenciado en Antropología, Universidad de Buenos Aires. Miembro del Conse- jo Nacional de Investigaciones Científi cas y Técni- cas (CONICET) y del Instituto Nacional de Antro- pología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). MASSOTA, C.: Gauchos en las primeras postales fotográfi cas argentinas del s. XX. Buenos Aires, La marca, 2007. 3 BIOY CASARES, A.: Memoria sobre…, p. 37. Ecléctica, Revista de estudios culturales (2) 2013 ISSN- 2254-0113 152 | Ecléctica nes carecían de posibilidades para poseer tierras propias solo podían aspirar a traba- jar para otros como peones de campo o deambular libremente sin techo y sin más bienes que su caballo, conchabándose de tanto en tanto para satisfacer sus mí- nimas necesidades. Los gauchos fueron numerosos y constituyeron la gran masa de hombres reclutada mayoritariamente por la fuerza por la milicia para luchar en las guerras y en el avance contra el indio. Las características del gaucho, no res- ponden al ideario de civilización y progre- so que se instala en el país durante el siglo XIX, que tiene su fuente de inspiración en Europa. De esta manera el gaucho pasa a ser perseguido y expulsado por la nueva sociedad y el desarrollo de las ciudades. Un excelente documento de Carlos Ma- sotta destaca, a través de la exploración de primeras postales fotográfi cas, la pa- radójica transformación del gaucho en símbolo de la nacionalidad entre fi nes del siglo XIX e inicios del XX impulsada por el criollismo y suscitado en una época dón- de ya no quedaban gauchos como aque- llos que se representaban2. La fi gura del gaucho y sus tradiciones se instalan en el identitario popular y curio- samente aquel que fuera marginado y ex- tinguido por el avance del progreso, se hace notorio, merced a la masiva difusión de estampas, postales, folletines, publica- ciones y obras teatrales. Es el inicio de la “literatura gauchesca” que dará origen, a obras emblemáticas como Martín Fierro (1872), Santos Vega (1872) y Don Segundo Sombra (1926) y un folletín titulado Juan Moreira (1879), que narra la historia de un gaucho proscrito, retomado por el circo como pantomima e inicio del Teatro Na- cional. Las postales fotográfi cas que circulaban masivamente eran, en mayoría, reedicio- nes de las primeras fotografías del siglo XIX, tomadas a peones de campo que po- saban recreando pinturas y litografías de los pintores viajeros y, en parte, dramati- zaciones realizadas por actores o familias acaudaladas que tomaron por costumbre retratarse interpretando versiones este- reotipadas del gaucho argentino. Este gaucho, recreado por el imaginario popular, es el que provoca el desconcier- to de Bioy Casares cuando, proponién- dose la búsqueda en su propia época, no encuentra. Concluye entonces que el gaucho ha tenido una vida prolongada y, por consiguiente, ha cambiado mucho3. ANTONIO GIL, ENTRE REALIDAD Y REPRESENTACIÓN El mismo confl icto de representaciones que arroja dudas sobre la imagen del gau- cho como refl ejo del sujeto histórico, se verifi ca en el relato del consagrado santo popular Gauchito Gil,a quien las versiones aceptadas ofi cialmente por los administra- dores del culto ubican en la segunda mi- tad del siglo XIX en la región del Pay Ubre4 (Mercedes-Corrientes, Argentina). 4 Topónimo guaraní que puede traducirse como “el que más come de las entrañas” con el que se conocía a la zona, en razón de la denominación dada al río aledaño por los an- tiguos habitantes (indios guaraníes). 5 Posterior al proceso de emancipación de la actual República Argentina en 1810, se dio un periodo de organización que pasó por va “La investigación indica que su identidad aparenta una construcción deliberada en la que se articulan elementos que jerarquizan la fi gura” Irma C. Sousa Antonio Gil: Historia de un gaucho imaginario Ecléctica |153 Gaucho proscrito (como Juan Moreira, personaje fi cticio del folletín mencionado), acusado injustamente por las autoridades locales y perseguido como desertor en las luchas fraticidas entre Celestes y Colo- rados (dos fracciones políticas del federa- lismo litoraleño, también conocidas como Liberales y Autonomistas5) desarrolla una corta y azarosa existencia sobre cuyas narraciones se ha construido una saga. Alrededor de 1870 fue apresado y dado muerte en el lugar, iniciándose posterior- mente las primeras noticias sobre sus mi- lagros y, de allí, el culto y devoción. La investigación indica que su identidad aparenta una construcción deliberada en la que se articulan elementos que jerar- quizan la fi gura6. Si bien están involucra- dos personajes de existencia real, abun- da la desconexión entre ellos y la falta de coincidencia entre hechos reales y relatos orales. El imaginario popular, contaminado por las múltiples fotografías, postales y folleti- nes reproducidos hasta el cansancio, atri- buye a Antonio Gil la vestimenta inspirada por el estereotipo creado durante el auge del fenómeno criollista. Las imágenes Figura 1: Nos encomendamos al Gauchito Gil, anónimo, publicado en http://puedecolaborar. blogspot.com.es/2011/07/nos-encomendamos-al- gauchito-gil.html. -rias y cortas formas de gobierno. La última y más extensa fue el Directorio, organizado en 1814 y que centralizó el gobierno en Buenos Aires, generando la reacción y oposición de las provincias del inte- rior. A la caída del Directorio, la actitud de aisla- miento y resistencia a todo liderazgo de las demás provincias impidió la constitución de un gobierno nacional. Los sucesivos enfrentamientos dieron lugar a guerras civiles durante gran parte del siglo XIX, sustentadas en base a dos líneas doctrinarias: unitaria y federal. La primera propuso la centrali- zación y la segunda defendió las autonomías pro- ^ Figura 1 154 | Ecléctica utilizadas para la expansión del culto de- notan un sujeto con camisa arremanga- da, calzón, chiripá, faja, pañuelo al cuello, vincha sujetando sus cabellos, botas de potro y unas boleadoras7. Distintas versio- nes incorporan el uso de bombachas (en lugar de calzones), botas (reemplazando la bota de potro), sombrero de copa baja, ala pequeña y poncho colorado. Estas representaciones están muy ale- jadas de las referencias documentadas sobre los usos habituales de la época, constituidas por las litografías y retratos de costumbres que sobre los gauchos del Río de la Plata y el Litoral hicieron no- tables pintores argentinos durante el siglo XIX -Carlos Morel, Prilidiano Pueyrredón y numerosos viajeros extranjeros como Emeric Essex Vidal y Mauricio Rugendas, entre otros. DE LAS POSTALES FOTOGRÁFICAS AL SIMULCOP Los procesos de serialización y estereoti- po que afectaron la fi gura del gaucho para reinventarla como construcción simbólica de una identidad nacional alcanzaron, sin duda, la representación de los gauchos milagrosos que comparten además otro molde de carácter casi universal: el del bandolero social, rural y no urbano, de acuerdo al análisis de Hobsbawm8, exten- dido principalmente entre los siglos XVIII y XX, en sociedades campesinas polari- zadas conformadas por ricos y pobres, tradicionales y precapitalistas como el Pay Ubre del siglo XIX. Más allá de estos fenómenos globales, que articulados van construyendo el sen- tido de la representación adoptado en el mito de Gauchito Gil, tienen lugar, entre los años 1960 y 1970, algunas innovacio- nes en cuanto a los medios técnicos em- pleados para la representación que tam- vinciales. En Buenos Aires, la defensa de la autonomía se transformó en justifi cación para no ceder la ciudad y el puerto a un Estado Central. Si bien, la Constitución Nacional de 1853 proclamaba la adopción del sistema de gobierno federal, dentro del federalismo coexistieron, a su vez, distintas líneas de pen- samiento en relación al disenso respecto a las rentas de Aduana, la navegación de los ríos y bién van a reforzar la fi gura del santo, con los atributos de un gaucho pampeano. La aparición de un sistema “para dibujar bien”9, el SIMULCOP “patentado por Ja- cobo Varsky en 1959 como plantillas de dibujo, editado por Luis Laserre & Cía, en los primeros años, y por Ediciones Amé- rica S.A después”10 permite, a partir del uso de calcos con dibujos transferibles, realizar múltiples reproducciones de los mismos. El objetivo de estos cuadernillos, utilizados por argentinos de dos y tres generaciones, respondía a la concepción de la representación como copia de la realidad, entendiéndose como “realidad” lo socialmente aceptado para la época como las ilustraciones de los libros de lectura. Los tipos o plantillas se agrupan por tema, de acuerdo a los contenidos correspon- dientes a los ciclos escolares vigentes. Así el SIMULCOP de “Historia de Tercer año, Ciclo básico” ofrece una hoja completa sobre Güemes y la Guerra Gaucha11 que contiene un retrato de Martín Miguel de Güemes, un avance de la montonera12, una escena de la muerte de Güemes y un retrato de cuerpo entero de un gaucho de Güemes en el que, sin esfuerzo, recono- cemos la imagen familiar de los estereo- tipos del gaucho de la Pampa y también, sin duda, a muchas de las imágenes re- producidas en estampas y fi guras de bul- to del Gauchito Gil. En una vuelta más sobre estos puntos de encuentro y desencuentro entre hechos y Irma C. Sousa Antonio Gil: Historia de un gaucho imaginario Ecléctica |155 ^ Figura 2 representaciones, no es posible dejar de notar que, si bien el Gaucho de Güemes del SIMULCOP puede ser el referente para muchas de las imágenes concebidas del Gaucho Gil, hubo cuidado al pensar en sus atributos, como reemplazar la lanza, propia de los gauchos montoneros, por boleadoras. Quizás porque, según afi rma Andrés A. Salas, investigador argentino y conocido estudioso de la cultura corren- tina, las boleadoras no denotan agresivi- dad13. Sin embargo, las boleadoras, lejos de ser inofensivas, son arma del gaucho documentada por José Hernández, au- tor del memorable Martín Fierro en varios pasajes del mismo -como en el enfrenta- miento de Fierro con un indio al que da muerte después de haberlo desmontado del caballo con un bolazo de sus “tres marías”14 y en la pelea con una partida15. También la confi rman como arma los re- latos de viajeros como Richard Arthur Seymour o el registro pictórico de Carlos Morel “El gaucho y sus armas” (1841)16. > las autonomías provinciales. Así se originaron tam- bién enfrentamientos entre el federalismo bonae- rense y el litoraleño, sostenido por las provincias de Corrientes y Entre Ríos. En 1861 se dirimió la contienda con el triunfo de de Buenos Aires que proyectó su infl uencia sobre todo el país. 6 SOUSA, I. C.: Gauchito Gil. Imagen y represen- taciones, Buenos Aires, Dunken,2010. Figura 2: Gauchito Gil y San La Muerte, Juan Pablo Eijo, fuente http://argentina.indymedia.org. 7 La bota de potro está confeccionada con el cue- ro de la pata trasera del animal aprovechando la forma de la articulación. Por tanto, no tiene pun- tera, dejando los dedos afuera, con los que se estribaba. Las boleadoras constituyen un arma- 156 | Ecléctica DEL CRIOLLISMO AL ANIME Y GAU- CHITO PINK Si hasta aquí se han acumulado des- conciertos y perplejidades respecto a la representación del devenido en santo Gaucho Gil, como refl ejo de un mundo material afectado como tantos otros gau- chos por un gusto por las imágenes de un pasado que cristaliza en estereotipo, resulta, en cambio, legítimo como prácti- ca simbólica y como proceso mediante el cual actúan la representación, el sentido y el lenguaje. En este contexto, asumiendo la repre- sentación como construcción y el sentido interpretado en función de los códigos, resultan esclarecedoras las formulaciones más recientes originadas en el seno de las artes. El arte o, mejor, los artistas, tienen la libertad de formular metafóricamente aquellas incertidumbres que no pueden defi nir en conceptos y valiéndose de es- trategias tales como la apropiación de un icono popular consagrado como el Gau- chito Gil. Así, transforman su imagen y la introducen en los espacios destinados al arte, generando de esta manera quiebres, pliegues o bien cuestionando el orden es- tablecido. Charly Goz, artista argentino que recibe el primer Premio del Dibujo Anime Friends 2010, concibe con su Gauchito Gil Man- gastyle, la reinterpretación estilo Manga de un icono argentino combinado con personajes del Anime17. La estética deriva de una combinatoria entre dos tradiciones gráfi cas, la japone- sa y la occidental, ya que si bien algunos rasgos distintivos son propios de los dibu- jos animados japoneses, como la boca y la nariz muy pequeñas y la variada colora- ción de ojos y cabellos en función expre- siva, otras características como los ojos grandes son el resultado de la infl uencia de Disney. Los personajes del Anime tie- nen un anclaje en el Código de Honor del Bushido, la “Vía de los nobles guerreros”, que en su concepción original está rela- cionada con el combate consigo mismo en busca de la superación física, mental y espiritual. A pesar de la infl uencia occi- dental, los héroes del Anime persiguen la búsqueda de la justicia y consignan cua- lidades como la valentía, el sacrifi cio y el sentido del deber. En función de la representación, es sor- prendente la modalidad de este joven ar- tista, Charly Goz que, a través de su obra reformula las condiciones del bandolero social, mártir y justiciero, en la creación de un personaje culturalmente diferente aun- que igualmente vinculado a tradiciones populares, conectado semánticamente con la concepción del gaucho como un ser de fortaleza física y moral, admirado por los peones de campo. Por su parte, otro artista visual contempo- ráneo, Luis Berneri, también ha reformu- lado el icono del santo correntino inclu- yendo la construcción devocional como un todo integral en su proyecto. A princi- pios del 2011, Berneri expone en Galería Séptimo Planeta Arte Contemporáneo en la Ciudad autónoma de Buenos Aires, una instalación que confi gura un altar (según su referencia) a un Gauchito Pink, desde su condición de artista gay: I´m a Pink ar- tista18. herramienta utilizada por muchos pueblos indígenas sudamericanos, de confección y uso rápidamente adoptada por el criollo, hombre de campo, en sus faenas. Se com- ponen esencialmente de bolas de piedra ata- das por ramales de cuero. Las hay de una bola y ramal, de dos ramales, con una bola en cada extremo y de tres ramales, también con una bola en cada extremo. Estas últimas, Irma C. Sousa Antonio Gil: Historia de un gaucho imaginario Ecléctica |157 La misma obra fue seleccionada para el Salón Nacional de Nuevos Medios 2011, en las Salas Nacionales del Palais de Gla- ce de Buenos Aires y supone una trans- gresión del código de representación tra- dicional del santo y a la vez con el cambio de color, imponiendo un vuelco en el or- den de lo simbólico. La carga cultural del color rosa es tan potente como el recono- cimiento del icono; forma y color se opo- nen dialécticamente y confi guran nuevos signifi cados. Pero… ¿no es acaso Gau- chito Pink, un marginal como Antonio Gil? ¿no necesita la comunidad gay un protec- tor que luche por la igualdad, en contra de la injusticia? Gauchito Pink evoca el mito. Podría considerarse que se trata de otra modalidad tipológica de la imagen del santo, si no hubiera sido concebida en el marco de una acción artística. Luis Berneri se defi ne un artista, no un devoto y esta afi rmación contextualiza el fenó- meno y marca la diferencia. De cualquier modo, Berneri y Goz, ambos resignifi can- do el mito a través del uso de lenguajes artísticos, tal como lo hacen los devotos del Gauchito Gil que interpretan los códi- gos de la representación religiosa popu- generalmente retobadas, es decir, con las piedras forradas en cuero y ramales en cuero trenzado, se atribuyen a la adaptación realizada para la caza de potros. Son las denominadas “tres marías” o “po- treras”. 8 HOBSBAWM, E.: Rebeldes primitivos. Estudios sobre las formas arcaicas de los movimientos so- ciales en los siglos XIX y XX, Barcelona, Críti Figura 3: Memorial del Gauchito Gil, en la carretera entre Mendoza y Uspallata, Argentina, Simona Ce- rrato, wikimedia commons. ca, 2001, pp. 27-48. Véase también: SOUSA, I. C.: “Manifestaciones sobre la Muerte en el culto a Gauchito Gil”, en Simposio de Muerte, Sociedad y Cultura, Provincia de Buenos Aires, Instituto Mu- ^ Figura 3 158 | Ecléctica nicipal de Investigaciones Antropológicas, 2011; SOUSA, I. C.: Gauchito Gil… 9 SIMULCOP espera ser para ti un colaborador con el que podrás vencer las difi cultades que tie- nes para realizar bien tus dibujos…”(Extracto de la Portada de SIMULCOP). 10 LINARES, M. C. “Dibujo fi el y perfecto” en El Monitor de la educación, 2 (2004), El Museo, Carta de lectores. Ministerio de Educación. Presidencia de la Nación [consultado el 30 de julio de 2012] www.me.gov.ar/monitor/nro2/museo.htm. 11 El General Martín Miguel de Güemes (1785- 1821), oriundo de la provincia norteña de Salta, Argentina, se consagró a la causa independista desde el pronunciamiento del Cabildo de 1810. Con un ejército formado por criollos , mayormente peones de campo que eran jinetes diestros y co- nocedores del lugar, organizó una acción irregu- lar, acordada con el General José de San Martín, en virtud de la desigualdad de fuerzas respecto al ejército realista y las características del terreno. Los combatientes fueron llamados “gauchos” por San Martín en razón de sus destrezas y ocupacio- nes. Sus armas eran machetes, lanzas, boleado- ras, azadas y muy pocos fusiles, que tomaban de los enemigos vencidos. 12 Las montoneras eran milicias rurales, más o menos desorganizadas, que se rebelaban contra la autoridad. Durante las guerras civiles, con las tensiones existentes entre los partidarios del go- bierno central y los que defendían los gobiernos provinciales, se modifi có el sentido de la palabra, usándose para quienes se rebelaban contra el po- der nacional. El término “gaucho”, en su acepción general como habitante de la campaña, se asimi- ló a “montonero” y las montoneras constituyeron, desde entonces, los grupos de gauchos moviliza- dos que tomaron parte en luchas partidarias. 13 Según afi rma Andrés A. Salas: “el protagonista aparece con boleadoras, otras con un poncho al viento, en una cruzo en otras poses que nunca denotan agresividad” en SALAS, A.: Gauchito Gil. De devoción local a Mito Nacional, Buenos Aires, Dunken, 2008, p. 68. lar, construyen el sentido en sus prácticas simbólicas a partir de las normas compar- tidas culturalmente con sus pares en sus respectivos contextos. Gauchito Gil es la memoria del imaginario popular en relación a ese hijo del mesti- zaje, marginado y empujado por el avan- ce de la idea del progreso, construido en símbolo de identidad nacional por opo- sición a las tendencias europeizantes de principios del siglo XX. Encarna también ese tipo de bandido “justiciero”, respeta- do y exaltado por los humildes y temido por los poderosos, que no puede morir porque el pueblo lo necesita y por ello cuando lo hace, se constituye en mártir, se torna milagroso y continúa prodigando favores a sus devotos. El siglo XX fi naliza e inicia el XXI, con el reclamo de la justicia social sobre otras necesidades; no es ex- traño entonces que el Gauchito se difun- da más allá de su ámbito regional y se im- ponga sobre otras devociones populares. La veracidad del mito no necesita de la existencia material del personaje y más allá de las dudas sobre el sujeto histórico cuyos datos no responden a lo que apor- ta la documentación de la época, es una construcción simbólica legítima. Cultural- mente la fi gura del santo popular conoci- do como Gauchito Gil está fuera de toda discusión porque tiene sentido; se trata de la representación de las conceptuali- zaciones que, sobre identidad nacional y justicia, hacen los argentinos a través del lenguaje ■ Irma C. Sousa Antonio Gil: Historia de un gaucho imaginario 14 Véase nota 7. 15 HERNANDEZ, J.: El gaucho Martín Fierro, 1872. Véase especialmente los capítulos: tres -Sirviendo en la frontera- y nueve -Matrereando, la lucha con la partida- en Martín Fierro.org [consultado 3 de septiembre de 2012] http://martinfi erro.org/. 16 SEYMOUR, R A. Pioneering in the pampas, London, Lognmans, Green, and Co, 1869. Véa- se especialmente el capítulo once sobre la vesti- menta del gaucho. [consultado el 30 de julio de 2012] en http://Loscasasocampo.blogspot.com. ar/2010/03/un-poblador-de-las-pampas-version. html. 17 Manga denomina a una variedad de géneros de historietas de múltiples formatos en Japón; fue- ra de este país se conocen como Manga, a todas las historietas japonesas. Son verdaderos folleti- nes que relatan las aventuras de héroes a través de sucesivas entregas. 18 Véase: http://luisberneri.blogspot.com. FIGURA 4: Agradecimiento al Gauchito Gil, Pata- gonia-Argentina, Gino Lofredo, fuente http://lofre- docolombia.wordpress.com. >