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De la la crisis del 30 hasta mediados del siglo XX
Preguntas y primeras búsquedas de solución:
La crisis financiera que comenzó en 1929 se expandió por los países de economía capitalista, sin que surgieran medidas de cooperación internacional. La economía mundial empezó a desintegrarse y en la Conferencia de Londres de 1933 quedó claro que cada país adoptaría políticas nacionalistas y proteccionistas ignorando a los demás.
Durante la Gran Depresión generada por la crisis se produjo un profundo debate acerca de la relación entre política y economía. El marxismo buscó las causas en las crisis cíclicas del capitalismo, generadas por la sobreproducción que no puede absorber el consumo, ya que la producción superaba las necesidades reales. Los economistas liberales, por su parte, pensaban que el problema lo había causado el fracaso temporal del juego de libre mercado y pretendían recurrir a las soluciones tradicionales: reajustar tasas de interés, abandonar empresas o inversiones no redituables, bajar los costos laborales...
Los países afectados por la recesión ensayaron distintas formas para salir de la depresión económica. Algunos de los que tenían sistemas democráticos optaron primero por las medidas del liberalismo económico clásico (junto a una disminución en las importaciones) a las que se aludió antes. Fue el caso de Francia (hasta 1936), Gran Bretaña (hasta 1931) y los Estados Unidos (hasta 1933). En general, trataron de disminuir el gasto público, de reducir los salarios y de no conceder créditos. Estas disposiciones fracasaron y generaron más paro y recesión y, con ello, serios problemas sociales. Por esto, otros equipos de economistas buscaron nuevos caminos para superar la crisis, proponiendo gradualmente el intervencionismo estatal.
Otros buscaron como salida la autarquía, en la que también había intervención estatal y cuyo objetivo era lograr un país autosuficiente. Así sucedió en Alemania, que dejaba atrás los intentos de organización democrática para avanzar hacia el modelo autoritario del nazismo de Hitler o del fascismo de Mussolini, en Italia.
Los Estados Unidos. El fracaso de los métodos tradicionales
Para Herbert Hoover (1929-1933), la solución de la crisis en su país no estaba tan lejana; sin embargo, las condiciones económicas siguieron empeorando.
Una de las primeras medidas que tomó el gobierno fue aumentar los impuestos. ¿Cuál era el objetivo? Hoover creía que, en primera instancia, había que inyectar dinero al sistema bancario, que estaba en la ruina debido al retiro de fondos de los ahorristas y de los inversionistas extranjeros. Los bancos necesitaban dinero para prestar a las empresas; esto favorecería la actividad económica general y, por lo tanto, la recuperación.
¿Cómo se relacionaba esto con los impuestos? Hoover creía que los inversores extranjeros iban a ver con buenos ojos que el Estado tuviera un presupuesto equilibrado, es decir, que no se encontrara endeudado por gastar más de lo que recaudaba. Así, si el gobierno mostraba que tenía controlado su presupuesto -lo cual se habría logrado gracias al mencionado aumento impositivo, los inversores extranjeros recuperarían la confianza en el sistema bancario, inyectarían dinero, y los bancos, a su vez, podrían darles préstamos a las empresas. Además, como el Estado no iba a necesitar pedirles préstamos a los bancos porque con lo recaudado podría cubrir sus gastos, no le restaría dinero a las instituciones financieras, que se verían libres de otorgarles empréstitos las empresas.
Con estas ideas, Hoover implementó una ley arancelaria, en 1930, que aumentó los impuestos a las importaciones. Como respuesta, los países perjudicados (que también eran compradores de productos estadounidenses) cancelaron sus adquisiciones de algodón, trigo y tabaco, entre otros productos. En consecuencia, muchos trabajadores relacionados con las actividades de exportación quedaron desempleados.
A partir de 1932, la administración Hoover aumentó los impuestos sobre las ganancias, las herencias y las sociedades anónimas, la nafta, los automotores, las tarifas telefónicas, los telégrafos, las tasas postales, los cheques... También los gobiernos locales y estatales aumentaron los impuestos sobre las ganancias y la actividad comercial, la propiedad, las ventas, el tabaco, el licor y otros productos.
¿Consiguió Hoover su objetivo? No: el incremento de los impuestos empeoró aún más la situación de la gente, ya que los inversionistas extranjeros no aportaron dinero en el definitivamente arruinado sistema bancario estadounidense.
De este modo, tampoco se logró la recuperación de las empresas que, al contrario de lo que se esperaba, siguieron quebrando y dejando sin empleo a millones de personas: si el número de desempleados en 1930 era de unos 4.000.000, en 1932 la desocupación alcanzaba a más de 12.000.000 personas.
El giro de Hoover
Las medidas llevadas adelante por el gobierno de Hoover obedecían a una ortodoxia liberal y convencional que mandaba mantener un presupuesto equilibrado. Esto le impedía al gobierno tomar medidas que ayudaran a contrarrestar el desempleo y la consecuente disminución del consumo. Los reclamos por ayuda estatal llegaban de todos los sectores de la sociedad estadounidense, incluidos los empresarios, que no estaban dispuestos a tomar en sus manos el salvataje de la economía.
Presionado por las exigencias, Hoover puso en marcha una serie de medidas en las que el Estado jugaría un rol mucho más dinámico para paliar la crisis: permitía la asistencia federal a los bancos. Sin embargo, aun cuando admitía la ayuda gubernamental a estas entidades financieras, presentaba demasiados obstáculos sobre la asistencia a los desempleados.
Finalmente, a mediados de 1932, aceptó la Ley de Asistencia y Reconstrucción, que autorizaba a financiar obras públicas -que brindarían puestos de trabajo- y a destinar determinada cantidad de dinero para asistencia.
Sin embargo, el giro de Hoover llegó demasiado tarde para levantar su imagen y transmitirle confianza al pueblo. Las elecciones presidenciales de fines de 1932 lo encontrarían totalmente derrotado por las circunstancias.
Roosevelt al poder
Tras el fracaso del gobierno de Hoover, el demócrata Franklin Delano Roosevelt llegó a la presidencia de los Estados Unidos.
Roosevelt pasaría a la historia como el encargado de la implementación de un conjunto de medidas llamadas New Deal. Esta expresión, que el presidente había utilizado en la campaña electoral, se traduce habitualmente como "Nuevo Trato", pero también significa "dar de nuevo" en alusión al juego de naipes. Roosevelt se refería así a una nueva manera de enfocar el reparto de la riqueza en la sociedad estadounidense.
Como ya leíste, la tradición estadounidense rechazaba la intervención del gobierno para solucionar los problemas ocasionados por la crisis. El control estatal sobre las empresas privadas, así como la inversión del dinero de los impuestos en asistencia social, eran medidas impensables para el liberalismo norteamericano. Por eso, cuando Roosevelt comenzó a intervenir en diferentes ámbitos económicos, debió tolerar una férrea oposición de los monopolios (que alternativamente lo calificaban de "comunista" o de "fascista") y aun de sectores menos privilegiados (como los granjeros), que creían en el valor del individualismo y de la iniciativa privada.

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