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LÀ P Instinto de reparación y su afán de cosas mejores, y bosquejando la historia de su marcha progresiva como individuo y como especie, terminando si posible fuera con al gunas consideraciones acerca de su futu ro deslino en esle suelo. Hoy que la irre ligión es el parecer de las almas menores y el socialismo bien ó mal entendido el pen samiento primero de cuanlos estudian, cree mos oportuno tratar tan espinosa como im portante materia, en la cual á pesar de los adelantos del siglo no se fija la considera ción tanto como se debiera. - L. G. - L a Aurora boreal. WoMPLiENUo la promesa hecha en nuestro primer articulo, vamos en este á hacer una ligera reseña de las mas principales teorías inventadas para esplicar este fenómeno tan estraordinario como hermoso é inofensivo. Decimos solo de las principales, porque bas ta observ ar con un físico tan ilustrado como juicioso, cuan grande es el fenómeno y cuan ta nuestra ignorancia, para venir en cono cimiento de que necesitaría voltímenes ente ros el que pretendiese dar cuenta de todos los esfuerzos del ingenio ó de la imagina ción que ha ocasionado cl deseo de esplicarle. Cuando se creia en su significación mis teriosa, se les atribuia origen sobrenatural, aumentando el terror de sus soñados presa gios. Después se contentaron con verlas y ad mirarlas, como se contempla la salida y pues ta del sol y lo que entonces se llamaba mo vimiento délos cielos Luego cuando comen zaron á mirarse con ojos de ciencia racional y no de gentílica superstición, se buscó su causa en las exalaciones oleosas y bitumi'- \LMA. 75 nosas de la tierra, cuyos vapores puestos en contacto seinfiamaban produciendo luces pu ramente químicas. Cuando adquirió boga el estudio de la electricidad, llovieron como del cielo teorias acerca de sus fenómenos. Le Monnier, D u - fay, Nollet, Paulian, Muschenbroek, Franklin y otros ciento observaban, discurrían y e s - plicaban: Neuton se había contentado con o b servar; y al cabo de tanto esfuerzo la electri cidad se esplica poruña hipótesis, sin haber se podido sacar nada en claro acercado su naturaleza; pero quedando como escelente ra zón para las cosas que no la tienen. Atribu- yósele pues la formación de las auroras bo reales, y en verdad que era especiosa la s u posición porque la luz eléctrica es análoga á la de ellas, y sus rasgos brillantes y sus s egmentos de lumbre roja, se asemejan sino en la duración al menos en los colores á las centellas y á los relámpagos. Es vaga sin embargo la esplícacion casi solo|fundada en analogías, en que no nos detenemos por evi tar la difusión y el tecnicismo escesivo. Vino luego Mr. Mairan y notando por la medición de una aurora boreal observada en Roma, que dicho metéoro estaba fuera de la atmósfera, buscó otra esplicacion ingenio sa sí y que obtuvo mucho séquito, pero que no era menos hipotética que las otras. El sol está, dice ese sabio físico, rodeado de una atmósfera brdlante que se estiende basta mas de 30 millones de leguas y que debe constar ó de panículas luminosas porsi, ó de corpús culos capaces de rellejar la luz. A veces sus últimas capas no distan de la tierra masque unas 60 mil leguas, cayendo por consi guiente en sa esfera de atracción y entonces en virtud de las leyes de la giavitacion uni versal, deben caer sobre ella ocasionando las auroras boreales, cuando viene aquella ma teria en cantidad considerable. Aplaudióse por entonces tsta teoría que daba contestación á casi todas las dificulta^