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contra los defectores en un grupo grande que interactúa repetidamente, perjudican también a los cooperadores. En las sucesivas iteraciones el número de cooperadores disminuye y el de los defectores aumenta. De hecho, este resultado ya era conocido por los experimentos con humanos. Se explicaba por la imposibilidad de focalizar el castigo mediante la reciprocidad (DAWES, 1980). Experimentos posteriores mostraron que si los defectores son castigados en un juego diádico ligado al juego de bienes públicos, son inducidos a cooperar para evitar el castigo. Entre los resultados robustos de los experimentos económicos de bienes públicos cuenta el hecho de que el castigo promueve la cooperación, mientras que la reciprocidad la desanima (FEHR; GÄCHTER, 2000; 2002) (fig. 1). Figura 1: La cooperación decae sin castigos (primeros 10 períodos), y aumenta cuando es posible castigar a los defectores (tomado de FEHR; FISCHBACHER, 2004). Los economistas experimentales han extraído una consecuencia adicional de sus experimentos. Sostienen que el altruismo recíproco adolece de una deficiencia motiva- cional en orden a sustentar el comportamiento cooperativo. Sólo sustenta la cooperación en interacciones diádicas en las que se puede esperar una retribución futura y defectaría en un juego de una sola jugada. Pero los experimentos muestran consistentemente que muchas personas incurren en costos para castigar a defectores con quienes no van a interactuar posteriormente . En estos casos, el castigo es un bien público porque beneficia también a quienes no castigan. En juegos de ultimátum de una sola jugada, una fracción significativa de los jugadores divide su capital de manera equitativa con otros y una fracción semejante rechaza las ofertas cuando se alejan de una división equitativa. El rechazo es una forma de castigo costoso, pues una oferta rechazada implica que ambos 408 jugadores se van con las manos vacías. En juegos de bienes públicos de una sola jugada con opción de castigo, se castiga con frecuencia, sobre todo a quienes no contribuyen (FEHR; GÄCHTER, 2000, 2002). Terceras partes (partes no involucradas en el juego) casti- gan con frecuencia cuando presencian la defección de otros, aunque el castigo es costoso y las terceras partes no ganan materialmente nada castigando. Estos resultados se han replicado con adultos muestreados de 15 poblaciones diferentes que representan una variedad de condiciones económicas y culturales, incluyendo sociedades pre-modernas de pequeña escala (HENRICH et al., 2006). En estos experimentos es obvio que la expec- tativa de ganancias futuras no es lo que motiva el castigo como bien público de segundo orden. Reuniendo ambos puntos, los defensores del castigo altruista sostienen que se trata de una estrategia novedosa que puede explicar la cooperación humana a gran escala, allí donde la reciprocidad directa e indirecta fracasan (BOYD; RICHERSON, 1992; SOBER; WILSON, 1998; FEHR; GÄCHTER, 2002; GINTIS et al., 2003; HENRICH et al., 2006). El castigo altruista está controlado por un mecanismo psicológico muy poderoso para la cooperación. Se trata precisamente de una norma de reciprocidad o equidad que prohíbe la obtención de beneficios a expensas de otros y que prescribe castigo para quienes persigan esos beneficios. Pero arriba vimos que una norma de ese estilo controla al altruismo recíproco según Trivers. Además, un análisis de los resultados de los experimentos económicos y de los modelos computacionales sugiere que un mismo mecanismo psicológico subyace a las estrategias de reciprocidad directa, indirecta y reciprocidad fuerte o castigo altruista, y que se trata precisamente de una norma de reciprocidad. Presento este análisis en las secciones que siguen, después de una breve explicación del predominio del punto de vista conductual en la teoría evolucionista. Creo que es útil resaltar la continuidad en el proyecto evolucionista: confirma que, en el caso humano, el éxito adaptativo de la cooperación se debe a mecanismos psicológicos especiales, i.e., normativos, y que ellos deben ser el objetivo principal de la explicación buscada. 4 Patrones de conducta y mecanismos próximos Para entender la conexión del castigo altruista con el complejo de normas-emociones- sanciones que subyace tanto a reciprocidad en Trivers como también a la norma del bien común en Darwin, es necesario notar que la teoría evolucionista de la cooperación se ha enfocado tradicionalmente sobre los patrones de conducta, con poca atención a los mecanismos próximos que la controlan. Los patrones de conducta son el objetivo de la explicación, y usualmente se los concibe desde sus efectos sobre el éxito reproductivo. Incluso Trivers, quien en su análisis de la reciprocidad humana prestó excepcional aten- ción a los mecanismos psicológicos, comenzó con una advertencia sobre las categorías psicológicas: “Engañar se usa en este artículo sólo por conveniencia para denotar la 409 Capítulos Ética evolucionista: el enfoque adaptacionista de la cooperación humana Patrones de conducta y mecanismos próximos